38

Mercurita la aprendiz de hada (primeros capítulos)

Embed Size (px)

Citation preview

  • Mercurita la aprendiz de hada (primeros textos)

    Antonio Pedro Grande Rey

    ISBN: 978-84-613-4142-9

    Este es el primer libro de la serie El hada Mercurita, que

    comenc a escribir en febrero del ao 2.009. Para conocer mis

    obras visita mi pgina web:

    http://siguealgato.weebly.com

    Agradezco a todos mis familiares y amigos, por soportarme, y

    de alguna manera, de influenciarme, as, como a los lectores que

    siguen mis obras.

    Un cordial saludo:

    El autor, Antonio Pedro Grande Rey.

    Captulo 1: Los delincuentes

    Es de noche. Tres hombres se hallan en plena naturaleza, en

    unos bosques cercanos a las fronteras entre Lamokia y Neuria.

    Pero a pesar del inspirador ruido ambiental, creado por el croar de

    las ranas y los sonidos de otros animales nocturnos, no estn all

    para disfrutar del atractivo entorno. Son ladrones. No muy lejos se

    encuentra su objetivo.

    Uklo, Demarko Estis listos?

    Desde luego, Helio.

  • El aludido era el jefe de la pequea banda. Estaba inquieto.

    Se disponan a asaltar una elegante casa de campo. Tema que se

    vieran obligados a usar la violencia. Apenas conoca a sus

    acompaantes, pero el hecho de que no protestaran o encontrasen

    alguna excusa para no actuar, le hizo darse cuenta de que estaban

    decididos a todo. Eso no era bueno. Podran ser hombres sin

    escrpulos, acostumbrados a la violencia. Los tres eran miembros

    de una banda disuelta, recientemente, por las autoridades. Ellos

    tuvieron la inmensa suerte de estar en otra parte cuando

    capturaron a sus compaeros En cuntas bandas haba estado ya?

    Cul sera su destino final? Helio suspir, incmodo.

    Te ocurre algo?

    No es nada importante. Es que hace algo de calor. Dijo,

    tratando de ocultar sus inquietudes.

    Menos mal! Pens que te habas rajado Llevas tu ballesta

    y las flechas?

    S. Estn debajo de mi capa. Son una incomodidad, pero

    podran hacernos falta. Vosotros llevis vuestros cuchillos No es

    as?

    Desde luego.

    A Helio le habra encantado que en la vivienda no hubiera

    nadie. Pero el infante "Transo Waskal" no sola dejar dinero, ni

    nada de valor en esa casa cuando estaba vaca. Era tacao y no

    contrataba a guardias para su seguridad. Sola pasar all sus ratos

    libres con su amante, acompaado de un criado de delicado

    aspecto y servicial, de vestimenta impecable. Helio calcul que

    ellos tres bastaran para que no se resistieran. Al acercarse, qued

    claro que estaban despiertos. En la ventana se reflejaba la luz

    interior.

    Vaya! Esto nos impide la opcin de robarles mientras

    duermen Qu fastidio!

    No seas ingenuo, jefe. Robar a oscuras es perder el tiempo,

  • adems de ponerte en peligro. Hay que ser directos e ir al grano,

    sin rodeos. Dijo Ukio.

    A pocos metros de la puerta de entrada, vieron entrar al

    infante. Una mujer iba con l. Detrs de ellos, vistiendo con una

    decorativa bata de color azafrn, el joven y silencioso criado

    llevaba un candelabro de cinco brazos. Antes de entrar, mir la

    puerta de las letrinas y movi el cerrojo, para asegurarse de que

    estaba cerrada. A continuacin, se dirigi hacia la casa.

    Ponedle un cuchillo al cuello. Lo usaremos como rehn. Ve

    a por l, Demarko Aprisa, antes de que entre!

    El bandido cumpli la orden de su jefe sin problemas.

    No hagas tonteras o te quedars sin cuello, piltrafa! Dijo,

    mientras le tapaba los ojos con una mano, y lo intimidaba con su

    arma con la otra.

    Qu quieres? Por qu me tratas as? Exclam el

    sorprendido lacayo.

    No protestes y escucha Queremos el dinero!

    Al escuchar los gritos, el noble not que pasaba algo y se

    asom al exterior. Pareca estar asustado.

    Dejadlo en paz! Quines sois?

    No te importa quines somos. Lo nico que te interesa

    saber es que somos amigos del dinero. Si aprecias la vida de este

    gusano, entrganos todo lo que tengas.

    Esperad un momento. Os lo dar todo, pero no nos hagis

    ningn dao.

    Eso depende de la actitud que tengis con nosotros. Dijo

    Helio, framente.

    Justo en el momento en que el infante entraba, su amante

    sala. Estaba llena de temor, pero tambin de ira, al presenciar la

    lamentable escena.

    Soltadlo, ahora mismo! Por qu no os atrevis con

    personas de vuestra talla, cobardes?

  • A m, no me grites, perra! Entregadnos el dinero lo ms

    pronto que podis, y nos iremos.

    Helio tema que la situacin se descontrolara. Sus hombres

    mantenan una actitud muy aguerrida. No estaba previsto que

    Demarko humillase de esa manera al criado. Tampoco le gustaba

    la forma de mirar de Ukio a la acompaante del noble personaje.

    Todo pareca indicar que estaba dispuesto a hacerle proposiciones

    deshonestas Pobre de ella, si no las aceptaba!

    No os pongis as, compaeros. Pronto tendremos el botn

    y habremos acabado. Ese infante est muerto de miedo y

    colaborar. Exclam el jefe en voz baja.

    Acabado? Aqu, en estos parajes tan tranquilos y

    solitarios, con unas personas, que apenas tienen proteccin? Es

    una autntica lstima no sacar provecho de las cosas tan

    maravillosas que hay a nuestro alrededor Je, je, je!

    Las duras palabras de Ukio confirmaban sus temores. Helio

    no era lo suficientemente autoritario como para impedir lo que su

    compinche pretenda. En esos momentos lleg el infante con un

    saco que contena cosas de valor y monedas, lleno, solo hasta la

    mitad.

    Esto es todo lo que tienes de valor? Dijo el decepcionado

    Demarko, dando una patada al saco.

    Ukio ech un vistazo y sac un viejo reloj despertador.

    Esto y otras cosas ms, son porqueras que tienen ms

    valor sentimental que prctico, y son pesadas de transportar.

    Sigue buscando, y ms vale que no intentes burlarte de nosotros.

    Ten en cuenta que solo tena previsto pasar un fin de

    semana en estos contornos. Lo siento. Asomaros al interior y

    veris que no miento.

    Helio ech un vistazo, y pocos minutos despus, sali,

    moviendo la cabeza, negativamente.

    No hay nada ms que valga la pena, excepto dos grandes

  • cabezas de jabales, disecadas, y una mugrienta cacerola. No creo

    que os interesen.

    Ukio agarr por el brazo a la mujer.

    A ver si no es lo que te acabo de decir, jefe. Hay que sacar

    provecho de todo. Al menos, ella tiene algo que me gusta. Creo

    que pronto ser padre Je, je, je!

    Djala, por favor. Mirad el botn con atencin, y os daris

    cuenta de que vale mucho ms de lo que estis pensando.

    Nos llevaremos el botn, por supuesto. A tu novia, tambin.

    T, qudate acompaando al cobardica de tu sirviente Ja, ja, ja!

    El noble, Transo Waskal, perdi los nervios y se abalanz

    sobre Ukio, al tiempo que intentaba arrebatarle el cuchillo. El

    criado intent secundar a su seor, pero fue inmovilizado con

    rapidez.

    Quieto, tontn. Si quieres irte al otro mundo, partirs

    enseguida. Dijo el villano, en tono amenazador.

    Demarko se puso a mirar a su jefe, como si aguardase a que

    lo autorizara a degollar a su prisionero. Helio opt por otra

    alternativa, y muy a su pesar, apunt al noble con la ballesta. Este

    estaba poniendo en apuros a Ukio. Ambos peleaban, tirados en el

    suelo.

    Suelta a mi compaero, ya mismo, o lo pagars con tu

    miserable vidaO Prefieres que sea ella la que muera? O tu

    criado? Decdete, de inmediato!

    El infante se puso de pie y levant las manos. Ukio lo mir

    con odio y lo sujet por el cuello, con intencin de darle un

    puetazo.

    En ese momento, una burlona voz infantil se oy, procedente

    de lo alto de un rbol cercano.

    Anda, Ukio, s bueno, y djalos en paz. Si el caballeroso

    Teriko te hubiese visto en esta situacin, te habra dado cien

    latigazos. Pese a ser un bandido, como t, no permita que se

  • tratara con brusquedad a las mujeres.

    Ukio alz la vista, intrigado. La voz sigui hablando.

    Eh, t! Suelta la ballesta, que puedes hacer dao a alguien.

    Y t, baja el cuchillo, y no te hagas el gallito con un hombre

    desarmado.

    Quin eres? Dijo el enojado jefe, temiendo que fuera

    algn familiar menor, pariente de Transo.

    T, no me conoces. Ukio, s. O eso espero. Hace un par de

    aos que no lo vea. Ahora, que por fin lo vuelvo a ver, veo que se

    ha vuelto una persona despreciable. Dijo la voz infantil, en tono

    de reproche.

    El aludido solt a su presa, pero sin soltar el cuchillo, gir

    para ver si encontraba al menor que le hablaba.

    An no me has visto? Mira hacia arriba. Tal vez, me haya

    subido muy alto. Tambin es verdad que con esta luna en cuarto

    menguante, se ve muy poco.

    El jefe s pareca haber visto a su interlocutor. Alz la

    ballesta, pero un luminoso rayo azul, le oblig a soltarla. La saeta

    se dispar, pasando cerca de donde estaba situado su objetivo, que

    se ech a un lado, y la agarr con la mano. Helio cay al suelo,

    retorcindose de dolor.

    Yo, qu te he dicho? No me has hecho caso, pues ahora,

    te aguantas con el calambrazo, durante un ratito.

    La que hablaba as, era una nia que tal vez tuviera siete

    aos. Era morena con la piel un poco oscura. Su pelo era largo

    con un mechn en la parte derecha de la cara, que pareca querer

    taparle el ojo derecho. Vesta de color celeste con un encaje

    blanco en la cintura. Llevaba unas alitas de color turquesa en la

    espalda. Ukio la mir con atencin, y baj la cabeza, como si se

    arrepintiera de haber hecho algo malo.

    Ya te acuerdas de m Verdad? Jugu algunas veces a las

    cartas contigo y con tus compaeros. Una vez ganaste, haciendo

  • trampas. Sin embargo, no te alegras de verme Oye, no te guardo

    rencor por eso! Conmigo te portaste bien. Exclam la hadita,

    sonriente.

    S, lo recuerdo. Pero antes tenas el cabello ms corto. Por

    eso he tardado en darme cuenta. Dijo, cabizbajo, y evidentemente,

    avergonzado.

    Fueron otros tiempos. Mi madre quera que llevase el pelo

    de esa manera para que no cogiese enfermedades. A m, no me

    gustaba. Pero como estoy aprendiendo la magia, lejos de mi casa,

    aprovecho para dejrmelo crecer a mi gusto.

    La hadita ayud a Helio a ponerse en pie, agarrndolo por el

    brazo izquierdo. Este movi la mano del otro brazo, con disimulo,

    para sacar un cuchillo de su cinto. Ella se dio cuenta y retrocedi,

    mientras le apuntaba con la varita.

    No has tenido bastante con un calambrazo? Si te lanzo

    otro, podra ser fatal. Anda, piensa bien lo que vas a hacer.

    El hada estaba muy pendiente de los bandidos. Giraba la

    cabeza, continuamente. Comprendiendo que no iba a bajar la

    guardia, Helio decidi envainar el arma.

    Sabia decisin. Ahora, levntate muy despacio, y sin hacer

    tonteras.

    Ukio dijo, irnicamente:

    Por lo que veo, la proximidad de mi antigua banda no te ha

    influenciado mucho Verdad?

    No. De lo contrario os habra apoyado T, suelta a ese

    hombre, o te voy a dar un calambrazo parecido al que le di a tu

    imprudente jefe!

    Tambin podras darle al criado, por error. Si haces una

    tontera, me lo cargo. Te aconsejo que te vayas.

    No lo har. Estoy dispuesta a asumir ese riesgo. Dijo la

    nia, al tiempo que giraba alrededor del ladrn, esperando cogerlo

    desprevenido y atacarlo.

  • Helio temi que la nia hablara en serio y fuera tan atrevida

    como para cumplir con su amenaza. Tena la moral muy alta y

    pareca estar dispuesta a todo. Si Demarko mataba al sirviente,

    condenara a los tres miembros de la banda, a la horca, segn la

    ley de Lamokia, en cuyo territorio se encontraban. Con Ukio no

    poda contar. Pareca no querer ponerse en contra de la recin

    llegada.

    Basta! Ya hemos cometido demasiados errores. El

    prximo podra ser fatal Sultale! No vale la pena seguir con

    esto, por tan poco botn.

    Demarko se ech atrs y tambin opt por guardar su arma.

    El hada, compadecindose de los ladrones, hizo unas bolsas

    de tela con dinero, con su varita mgica.

    Ah tenis un regalito. No es mucho, pero os permitir

    sobrevivir durante un par de semanas, mientras encontris un

    trabajo honrado. Os aconsejo ir a donde no os conozcan. Puede

    que en el norte tengis ms suerte. Lamento no poder regalaros

    ms. Las normas mgicas lo prohben. Hay que ayudar el que lo

    necesite, pero no, hacerlo rico.

    Los bandidos cogieron las bolsas, resignados y cabizbajos.

    Ukio hizo un ligero gesto de agradecimiento, mientras se iba. El

    hada no los perdi de vista, hasta que qued claro que se alejaban.

    Muchas gracias, nia. Creo que nos hemos librado de pasar

    un mal rato, gracias a ti Cmo te diste cuenta de que estbamos

    en peligro? Pregunt el infante.

    Fcil. A las hadas nos gusta contemplar la naturaleza. Estos

    contornos son muy acogedores y me sub a un rbol con ese fin

    Esta noche es encantadora! El cielo est repleto de estrellas y de

    cometas! Al poco tiempo vi pasar a Ukio, andando de forma

    misteriosa con sus compinches. Imagin que no tena buenas

    intenciones. Entonces decid seguirlo, desde lejos.

    El criado tena la moral muy baja. Senta vergenza de s

  • mismo. Tambin agradeci al hada su actuacin, pero se quej del

    trato recibido.

    Debiste matarlos, lentamente, para hacerlos sufrir. Nunca

    antes me sent insultado de esa manera.

    No te lo tomes as, Munro, te lo ruego Animo! Dijo la

    mujer, al tiempo que lo abrazaba, amistosamente.

    Tranquilo, hombre! Todos hemos tenido que soportar

    humillaciones en la vida. Esto que te ha pasado es una experiencia

    ms, que olvidars en poco tiempo. Exclam el infante.

    El criado, algo ms tranquilo, mir a la nia.

    Tu actuacin fue soberbia Qu lstima no tener unos

    poderes como los tuyos! De haber sido as, ahora habra en el

    suelo, tres cadveres.

    La hadita, espantada por la opinin del criado, replic.

    No digas eso, por Yrena! Tampoco vayas a pensar que he

    tenido una vida fcil Nada de eso! Hace un par de aos, todo era

    muy distinto.

    Cinco de Junio del ao 2.165. Dos aos antes:

    Muy temprano, al amanecer, el jefe de unos bandidos,

    Teriko de Hadria, se apresura a montar su caballo. Tiene el

    semblante serio. En su cinto lleva una decorada pistola de chispa

    que llama la atencin de sus hombres. Si bien ese tipo de arma es

    frecuente verla en el norte, no lo es tanto en el sur, donde no

    confan mucho en las nuevas armas de fuego.

    Hay que irse de aqu, enseguida! Las tropas del barn

    Amaxo estn a punto de llegar.

    Una de las mujeres que trabajan para l, an adormilada,

    pregunta si es verdad lo que est diciendo.

    A ti, qu te parece? Dejamos a sesenta hombres de

    confianza y a ochenta del pueblo, poco de fiar, vigilando un

    pequeo fuerte fronterizo del este, por si venan el conde de

    Varana o el barn con tropas. Bueno, pues hace una semana, uno

    de mis subordinados de confianza quiso hacer unos cambios en la

    guardia nocturna. No se fiaba de los ciudadanos, obligados a

  • servirnos. Esa noche les tocaba vigilar.

    Y qu pas?

    Teriko contest con irona.

    Casi nada. Vio a los traidores abrir la puerta a las fuerzas

    de Amaxo, que aguardaban en la oscuridad. Todo ocurri con

    mucha rapidez. Solo pudo escapar, por la puerta de atrs, ese

    hombre y los cuatro leales que deban relevar de la guardia a esos

    felones. A juzgar por la luz de las antorchas, calcul que el

    enemigo era muy numeroso. Tal vez, entre dos mil y tres mil.

    Por la Diosa Yrena! No me esperaba semejante nmero

    contra una guarnicin tan escasa. La reaccin de Amaxo ante la

    invasin loitina, hace poco ms de cuatro aos, fue mucho ms

    lenta.

    El jefe mir, irritado, a la mujer Estaba burlndose de l? En

    Neuria, al sur de Lamokia, los pobladores son muy bromistas. A

    pesar de todo, contest a su pregunta.

    Los loitinos eran ms de dos mil jinetes a caballo, muy

    hbiles. Estuvieron poco menos de un ao, y tras asegurarse de

    que resultara peligroso permanecer ms tiempo, se marcharon.

    Luego vinimos nosotros con tan solo cuatrocientos hombres,

    aproximadamente, y tomamos el lugar que ocuparon ellos. En

    cuanto a Amaxo, ha permanecido desde entonces en Varana. Si no

    ha venido a echarnos antes, fue porque necesitaba dinero para

    pagar el ejrcito que haba reclutado para luchar contra los

    loitinos, pero no le dio tiempo a mandarlo contra ellos. Al parecer,

    ante las dificultades econmicas, el conde de Varana le ha cedido

    una pequea parte de su ejrcito, con la condicin de que le

    entregue a todos los prisioneros que pueda, para hacer trabajos

    forzados en las minas, durante diez aos. Eso es lo que se

    rumorea.

    Yo he odo que el ejrcito de Amaxo estaba compuesto por

    poco ms de cuatro mil guerreros, y que vosotros sois ms de

    ocho mil.

    Pero la mayor parte son ciudadanos, reclutados a la fuerza,

    con escaso espritu militar, u oportunistas que esperan ganar algo

    con nuestra alianza. Pronto desertarn, casi todos. Amaxo es

    implacable. No les va a perdonar que se hubiesen unido a

  • nosotros. Si no nos damos prisa, pronto estaremos picando

    piedras en Varana.

    Os vais a ir, ya mismo, sin siquiera luchar? No dejas de

    sorprenderme, Teriko.

    El enojado jefe de La Banda de la Pradera, respondi.

    Ya lo hemos hecho, hace quince das, en las llanuras

    fronterizas de Imeka! Nuestra caballera ligera no fue rival para

    los jinetes acorazados cedidos por Varana. A continuacin, nos

    rodearon y masacraron. ramos siete mil contra cuatro mil. Pero

    las tropas de Amaxo, pese a su inferioridad numrica, eran ms

    profesionales. Mis cuatrocientos jinetes eran penosos. Estaban

    mal entrenados, y su destreza con los arcos era para echarse a

    llorar. Pretendan imitar a los loitinos pero lo hicieron mal. Los

    loitinos entrenan durante toda la vida, y ellos lo hacan de forma

    irregular, desde haca unos cuantos meses. Los cien caballeros del

    barn, mataron a unos y espantaron a otros. Sin proteccin en los

    flancos, la infantera fue rodeada. Muchos de ellos eran pobres

    infelices, armados con azadones y herramientas de labranza. El

    barn hizo una carnicera, como advertencia a sus desleales

    sbditos. Desde entonces, es imparable.

    No saba eso. Imagino que omitiste contarnos esa batalla

    para ocultar la derrota Cmo lograste escapar?

    Estaba en camino para hacerme cargo de la situacin, pero

    llegu tarde. Mi fiel Kastero tom el mando. Muri en combate.

    Llegaste tarde? Ah, perdn! Olvid que la batalla fue en

    el borde este de Neuria, y aqu estamos en el borde oeste. Al

    menos, ests vivo. Tmatelo con calma. Dijo la mujer en un tono

    que pareca reprochar a Teriko su cobarda. Este la mir con furia.

    Un apresurado mensajero a caballo lleg en ese momento.

    Traigo la respuesta de Amaxo a tu peticin de indulto. Te

    pide, en primer lugar, que le lleves, de inmediato, a todos aquellos

    ciudadanos que se pasaron a tu bando. Cuando lo hayas hecho, te

    dar ms instrucciones, y quizs hable contigo sobre el indulto.

    Ja! Justo, lo que me esperaba! Ese viejo zorro quiere

    ganar tiempo y hacrmelo perder a m Alguna noticia de la

    cercana fortaleza de Aikori?

    Se limitan a montar guardia, en silencio. Pero es evidente

  • que cuando el ejrcito del barn aparezca en el horizonte,

    desertarn. La mitad son de los nuestros, y la otra mitad son

    ciudadanos auxiliares.

    Diles, discretamente a nuestros partidarios, que maana, en

    cuando sea medioda, se retiren.

    A dnde nos iremos? Dijo el mensajero, en evidente tono

    de desesperacin.

    Al oeste, a Lamokia, a Enebran! A cualquier sitio donde

    estemos a salvo de la ira enemiga, idiota!

    El jinete no poda creer las palabras de su jefe.

    Eso significa la disolucin de nuestro grupo? No

    volveremos a intentar recuperar lo que fue nuestro, durante cuatro

    aos, que estamos perdiendo a pasos de gigante, en poco menos

    de un mes?

    En verdad fuimos muy afortunados de durar cuatro aos,

    con tan pocas fuerzas, y tomando el relevo de los loitinos en el

    momento en que se iban. Amaxo ha estado perdiendo el tiempo,

    tratando de reclutar un poderoso ejrcito. Cuando vio que no

    conseguira ms ayuda de la recibida, opt por probar suerte. En

    cuanto nos derrot en Imeka, entendi su error, y ya ha dejado de

    intentar reclutar a ms hombres. Con los que tiene, ms los

    cobardes que se le unen, le basta y le sobra.

    No puede ser! Somos poderosos! Cmo puedes ser tan

    derrotista? Tus pronsticos estn errados.

    Interprtalos como te parezca! Pero te advierto que si

    permanecemos durante ms de dos das, cruzados de brazos, nos

    capturarn Deja de engaarte, a ti mismo, y espabila!

    Entonces Qu le digo al.?

    Teriko se alej, al galope, dejndolo con la miel en los labios.

    No te vayas, por favor! Vuelve! Dijo la mujer, esta vez,

    en evidente tono burln. Al escuchar sus palabras, varias mujeres

    ms, salieron del interior de una casa.

    As que ese valiente caballero opta por retirarse Qu

    lstima! Dijo una de ellas, imitando a su compaera.

    S que lo es. Ese salvaje me debe doscientos kaliks por mis

    servicios. Aunque me temo que le he regalado una buena racin

    de sfilis Ja, ja, ja!

  • El indeciso mensajero las mir, enojado. Hizo el intento de

    desenvainar su espada, pero lo pens mejor, y opt por ir hacia la

    fortaleza de Aikori para advertir a sus compaeros.

    T tambin te marchas, guapetn? Qu maleducado! Se

    retira, sin despedirse de nosotras, como su jefe.

    No muy lejos, una nia y su madre, observaban la escena

    desde la puerta de su casa de campo.

    Por fin se van, Sania Somos libres! Ya era hora!

    De verdad eran tan malos como se dice? A nosotras nos

    trataron bien. Dijo la nia, llena de extraeza.

    Nos han tratado bien, pero nos han robado una parte de

    nuestros bienes. Una mala persona no es solo la que te pega e

    insulta. Hay muchas maneras de maltratarte.

    Pues con esos bandidos viviendo en nuestra casa de

    campo, yo me senta como una reina en su castillo, mami. Los

    vea como a una escolta personal. Eran algo andrajosos y mal

    vestidos, pero educados.

    Linan mir con ternura a su hija. Se alegr de que se sintiera

    as, y no hubiese sufrido maltrato alguno.

    Tampoco eran muy trabajadores que digamos. Solo se

    animaban a ayudarme a recoger la cosecha y a ayudarnos en los

    quehaceres, cuando la novia de Teriko se lo peda.

    Ella tambin fue muy buena y atenta con nosotras. Yo temo

    que los soldados de Amaxo tambin nos roben.

    No te preocupes por eso. Son pocos. A ellos se han unido

    los voluntarios que estuvieron a las rdenes de Teriko. Esos se

    conformarn con que el barn les perdone sus vidas o acorte su

    permanencia en las minas del conde.

    En ese momento, una de las prostitutas agit el brazo.

    Lnan! Un pregonero acaba de llegar y nos ha dicho que

    maana, al medioda, desfilar el barn con sus tropas. Hay que ir

    a recibirlo a la entrada del pueblo. Es mejor acudir. Vstete lo ms

    elegante que puedas.

    La madre de Sania se sorprendi con la noticia. Crey que

    Amaxo estaba ms lejos. La mujer le inform de que al saber de

    la huda de los pocos que resistan en la fortaleza del pueblo, el

    barn tena el camino libre para llegar a los lmites de su reino y

  • apresur la marcha de sus tropas para forzar la huida de los pocos

    miembros del grupo de Teriko que quedaban en la regin de

    Neuria.

    En cuanto el mensajero les dio las instrucciones de su jefe,

    hicieron el equipaje y se fueron. No fueron capaces de esperar

    hasta el medioda de maana, tal y como les orden el cobarde de

    Teriko Je, je, je!

    El desfile, encabezado por elegantes tamborileros fue muy

    ruidoso. Los jinetes, guardias de la ciudad y nobles a pie, se

    haban colocados sus petos con los colores herldicos

    caractersticos en ellos. En cabeza marchaba el barn, con la

    cabeza descubierta, y con cierto aire de frialdad, pese a las

    aclamaciones de la ciudadana. Un sorprendido oficial varano que

    lo acompaaba para escoltarlo, le susurr en voz baja.

    Mi seorla gente os aclama y os recibe como a su

    libertador No os debera de alegrar?

    Hace cuatro aos recibieron as a ese bandido de Teriko. Y

    hace cinco, tambin a Windalpa, el jefe loitino. Fue la seca

    respuesta a su subordinado.

    Lnan contemplaba el desfile, junto a las prostitutas que

    vivan, cerca de su casa. Sania se puso junto a los hijos de algunas

    de ellas. Algunos ciudadanos entregaron flores al barn, que

    sonrea, levemente a las personas que se las daban.

    Mam, qu mal huele! Dijo uno de los nios.

    Ah, s! Es el inconfundible olor de los mercenarios

    daranos. Sus elegantes armaduras de cuero, apestan. Hay quien

    dice que las curten con orina de dragn, y por eso huelen as.

    Donde quiera que haya un enfrentamiento en Tierra Yrena, no

    pueden faltar los mercenarios daranos, ya sea en un bando u otro,

    o en ambos. Esos siempre piensan en la guerra.

    Porque su tierra es grande pero muy pobre. Sus reyes son

    unos corruptos que solo piensan en pasarlo bien. Si se tomaran las

    cosas en serio, seran los dueos indiscutibles de toda Tierra

    Yrena y no estaran lamindole el trasero al emperador. Dijo una

    prostituta.

    Pero si fueron ellos los que con su ambicin arruinaron al

    Imperio del Norte.

  • Eso se debe a que les concedieron demasiadas licencias. Se

    les permiti hacer lo que quisieran, excepto desertar y faltar el

    respeto a sus superiores. Pero se les fue la mano, saqueando a

    ciudades amigas. Estas se pasaron al bando enemigo y el

    emperador se qued sin aliados fiables que le suministraran tropas

    y equipamiento. Inevitablemente, perdieron, y en consecuencia,

    quedaron arruinados.

    Ojal nunca vuelvan a levantar cabeza!

    Pues tras inventar las armas de fuego estn consiguiendo

    ciertos xitos. Menos mal que al emperador le han salido unos

    hermanos bastardos que le exigen privilegios dignos de ellos y

    ciudades para gobernar. Como no se los ha dado, se han unido a

    los bandos rebeldes de la boscosa Orian. Ojal se maten entre

    ellos y el imperio se disuelva.

    No se disolver. El ganador se har cargo del trono y

    continuar con la labor del primer emperador, Teofan, hace ms

    de mil aos.

    Una de las prostitutas se puso a hablar con Lnan.

    Qu hars, ahora?

    Buscar un trabajo. Esos desconfiados bandidos no me

    permitan ir muchas veces a la ciudad. Teman que informara al

    barn de que en mi casa tena Teriko su cuartel general.

    El prroco, Arselo, me ha hablado de una casa noble en la

    ciudad, cuya duea es muy quisquillosa. Debido a su mal carcter

    y lo poco que paga, le cuesta trabajo encontrar a una sirvienta,

    que adems deber de residir all. La que tiene se ir en otoo a

    vivir a Martana con su familia, pero no encuentran a una sustituta.

    Yo prefiero seguir ejerciendo mi oficio. Tambin me insultan los

    clientes, pero gano mucho ms Te interesa, Lnan?

    Creo que lo intentar. Tendr la ventaja de que al residir y

    comer en esa casa, a lo mejor, me compensa el bajo sueldo.

    Gracias por informarme.

    Se lo dir al prroco para que no busque a otra. Llvate a la

    nia. Esa mujer tiene una hija adolescente, y otra, pequea, de la

    edad de Sania. Se llevarn bien.

    Esa es una de las desventajas de la ausencia de Teriko. No

    le gustaba que mi casa se quedara sola. Siempre dejaba, al menos

  • a tres hombres de confianza, vigilndola. Las pocas veces que

    pude visitar a mi madre, me senta tranquila. Saba que Sania

    estaba en buenas manos.

    La hija de Lnan se haba enterado de la conversacin, pero

    no dijo nada. Al principio dud, pues le gustaba vivir en el

    campo. Pero al saber que jugara con otras nias, se anim. Tal

    vez no fuera mala idea vivir en la ciudad.

    Un fuerte gritero interrumpi sus pensamientos. Las

    prostitutas aclamaron a las tropas de Darania, que desfilaban con

    marcialidad. Adems de sus remachados chalecos de diversas

    tonalidades del color ocre, llevaban cascos en forma de plato

    invertido, de diversos modelos.

    Callad, por favor! Esos hombres huelen muy mal, y si los

    aclamis, no se irn nunca. Dijo la molesta Sania, provocando la

    carcajada general.

    Uno de los oficiales daranos sonri. Le dio una palmadita

    amistosa, poniendo a la nia de buen humor. Las prostitutas les

    arrojaron flores. Sin embargo, al final del desfile fue el turno de

    los prisioneros, que iban encadenados, y vestan con harapos. La

    gente los abuche. Una de las mujeres se puso a gritar en voz alta,

    que uno de aquellos hombres era su marido, y que era inocente.

    Se haba unido a los bandidos porque estos lo obligaron.

    Pretenda llegar hasta el barn Amaxo y suplicarle su libertad.

    Varios guardias de la ciudad la sujetaron. Al ver que la trataban

    con brusquedad, Sania no pudo contenerse.

    Dejadla tranquila! Es posible que est diciendo la verdad.

    De una manera u otra, todos se han visto obligados a colaborar

    con Teriko, por tal de salvar sus vidas. Dijo la nia.

    Uno de los guardias hizo un gesto brusco con el pie, como si

    amenazara con darle una patada a Sania, por no callarse. Ante esa

    actitud, el pblico guard un incmodo silencio, como si se

    avergonzara de su hostilidad hacia los cautivos. Sania insisti.

    Anda, djala que vaya a ver al barn Tanto te molesta?

    S! Est estropeando el desfile triunfal! Cllate o sers

    castigada por entrometida!

    A ese hombre y a muchos otros ms, le estis estropeando

    sus vidas, que es peor. Muchos de ellos morirn en las minas de

  • Varana Es eso lo que queris?

    Eso no es asunto nuestro.

    Ya lo veo. A vosotros la justicia os importa un bledo.

    No es eso! Nosotros cumplimos rdenes de nuestros

    superiores! Dijo un enfurecido suboficial.

    Y de dnde creis que sacan vuestro sueldo? De los

    impuestos que pagan los ciudadanos! Por lo tanto, os pido, una

    vez ms, que permitis a esta mujer que hable con el barn.

    Entonces, la multitud, enardecida por las palabras de la nia,

    grit en voz alta libertad, una y otra vez, para luego cambiar y

    decir: No, no, no! A las minas, no!.

    Parece que Amaxo tena buen odo, porque a pesar de la

    lejana, dio la vuelta, de inmediato. Se produjo un silencio,

    absoluto, solo interrumpido por el sonido de los cascos de los

    caballos de Amaxo y de su escolta. El gobernante se qued

    mirando con atencin a los prisioneros, como si meditara lo que

    deba de hacer con ellos. Uno de los guardias se acerc,

    seguramente para informarle de que Sania fue la que enardeci a

    la multitud. Pero Amaxo hizo un gesto con la mano, y le orden

    guardar silencio. Pareca no querer saber nada sobre esa noticia,

    que podra obligarle a castigar a Sania, y no pareca estar

    dispuesto a ello. Eso le enemistara con la poblacin.

    Pasados unos minutos, hizo un gesto con su mano enguantada

    de blanco y orden a un oficial, que todos los prisioneros fueran

    desencadenados.

    Al verse libres se apresuraron a abrazar a la multitud. La

    gente aclam al canoso y bigotudo barn, que por fin opt por

    sonrer y saludarlos. Amaxo haba comprendido que si quera

    ganarse el cario de su pueblo, tena que ser ms tolerante.

    Lnan apenas haba tenido tiempo de reaccionar. No esperaba

    que su hija se comportara de esa manera. La mujer que pretenda

    arrodillarse ante el barn y su recin liberado marido, no saban

    cmo agradecer a Sania lo que haba hecho por ellos.

    Tu hija tiene mucho coraje, Lnan. De no haber sido por

    ella, los presos estaran en camino hacia Varana. Dijo una

    prostituta.

  • Captulo 2: La hija no buscada

    Una fra maana de otoo, Lnan y su hija partieron para la

    casa de la familia Harden, situada en el pueblo de Grismot, a

    treinta y siete kilmetros de Aikori. Un mercader las llev en uno

    de los carros, que de camino llev tambin a un par de prostitutas

    de La Casa de Mirenka. Tras la marcha de Teriko, el negocio

    haba dejado de ser rentable. Esos contornos eran muy solitarios y

    apenas tenan clientes. Poco a poco, las licenciosas mujeres se

    iban marchando hacia otros locales de la ciudad. De seguir as,

    Mirenka, la duea, pondra en venta el local. Le pregunt a Lnan

    si le interesaba, debido a la proximidad con su casa de campo.

    Pero ella dijo, que ojal tuviera dinero suficiente para comprarlo.

    No se lo puedes pedir a tu madre?

    Lnan se estremeci, tan solo en pensarlo, pero se limit a

    decir que no se lo dara. En el pasado haban tenido problemas. Su

    rencorosa progenitora estaba deseando que le pidiera cualquier

    favor para echrselo en cara, constantemente, y avergonzarla en

    pblico. Desconoca si tena dinero suficiente como para comprar

    el local, pero evitaba pedirle favores.

    Las calles del pueblo eran estrechas y apestosas. Las

    viviendas no solan tener ms de dos plantas. La mayora

    necesitaban con urgencia ser revisadas por algn albail o pintor,

    e incluso ser derribadas, debido a su mal estado de conservacin.

    Cuando la seora de la casa abri la puerta y vio a Lnan y a

    Sania, puso cara de disgusto, como si se hubiera llevado una mala

    impresin. De inmediato sonri, cortsmente.

    Vosotras sois las que me recomend el prroco, Arselo?

    As es, seora. Mi nombre es Lnan Yeriano y ella es mi

    hija, Sania Taimoin.

    Vengan otro da, por favor. Hoy estoy muy ocupada. Dijo

    la seora, disponindose a cerrar la puerta.

    Una sonora voz del interior le hizo desistir de sus propsitos.

    Era su marido.

    Por favor, no se queden fuera. Entren y hablemos.

    La conversacin pareci ser del agrado del hombre, que

    procedi a decirles que estaban contratadas, y que trajeran sus

  • pertenencias a la casa, lo antes posible, ya que residiran all.

    Ahora mismo las recogeremos. El prroco nos hizo el

    favor de guardarlas. Gracias por su confianza.

    Cuando se quedaron a solas, Gefia mostr su disconformidad

    a su marido. No le gustaba esa nia, fruto de la violacin de un

    guerrero loitino hacia su madre. El hombre la corrigi. No fue una

    violacin, sino una propuesta matrimonial fracasada. Lnan

    desconoca que los loitinos tenan a varias esposas, adems de ser

    nmadas. Si el guerrero hubiese accedido a tenerla solo a ella,

    adems de quedarse a vivir en su pueblo, o en alguno otro

    cercano, habra accedido a casarse con l. Pero el padre de Sania

    se neg a ambas cosas. Un guerrero loitino jams abandona a su

    tribu. Le dijo. Lnan se neg a seguirlo a sus semidesrticas

    tierras.

    Eso no cambia mi opinin sobre ellas. Acurdate que la

    banda de Teriko tena su cuartel general en la casa de campo de

    esa seora, a la que tanto le gusta codearse con bandidos y jinetes

    salvajes que visten coloridos ponchos y son expertos en el uso del

    arco mientras cabalgan.

    Qu otra cosa podan hacer, querida? Aikori est poco

    poblada y se halla cerca de la frontera con Lamokia. Era el lugar

    perfecto para que ese astuto villano cobarde estableciera su base

    principal.

    Gefia comprendi que su marido no iba a cambiar de idea.

    Espero que no te equivoques en tu eleccin.

    Medro Harden tena 49 aos. Estaba casado con Gefia de 39,

    de la que tena dos hijas; una con seis aos, llamada Melitta, y

    otra con doce, cuyo nombre era Florenia.

    Medro viva del dinero que le produca el alquiler de una

    casa de campo y otras tres casas en el centro urbano. Sola estar

    fuera de la suya por las maanas. No era ningn secreto que haca

    lo imposible por salir, a la ms mnima excusa. Su esposa estaba

    siempre de mal humor. Justificaba su ausencia, unas veces con

    motivo de visitar a su padre, y otras para ayudar a su hermano en

    el campo. Medro era un hombre alto; delgado y rubio, con bigote

    alargado, casi calvo. Su esposa era morena, bajita, y de carcter

    inquieto. A ambos les estaban saliendo abundantes canas en el

  • pelo.

    La casa era demasiado grande para las cuatro personas que la

    habitaban. El marido viva all desde su infancia con sus seis

    hermanos, que junto con sus padres, residieron en ella. Era una

    vivienda amueblada con muebles rsticos y algunos que otros

    adornos caballerescos, tales como espadas y blasones, que intuan

    el origen noble de la familia. Tambin tena un patio interior en el

    que correteaba con frecuencia la pequea Melitta. Esta, nada ms

    ver a Sania entrar por la puerta, se qued mirndola. Sin darle

    tiempo a presentarse, la cogi de la mano y le dijo:

    Ven, vamos a jugar!

    Ambas nias se pusieron a correr a toda velocidad por el

    pequeo patio. Florenia jugaba poco con ellas; la mayora de las

    veces, cuando su irascible madre coga una de sus habituales

    rabietas. Melitta tena el pelo castao, al contrario que su

    hermana, que era rubia. Sania era morena con el pelo corto, al

    igual que su madre. Sus ojos marrones tenan cierto aire oriental,

    tal vez, heredado de su padre.

    Los trabajos de la casa no eran ms duros que las de

    cualquier otra de la poca. A Lnan le tocaba planchar, tender la

    ropa, ir a por agua al pozo, ordenar las habitaciones, etc.

    Curiosamente, hacer la comida no entraba en sus tareas. De

    eso se encargaba Gefia, tal vez para controlar los gastos o porque

    debido a su mana persecutoria tema ser envenenada.

    Lo ms deleznable era que habiendo habitaciones y camas de

    sobra, Lnan y Sania tenan que dormir encima de un viejo

    colchn, tapadas con mantas en un oscuro y hmedo cuarto vaco.

    Medro se conmovi y protest a su mujer. Lo mismo hizo

    Melitta, que aseguraba que en su dormitorio haba sitio para

    Sania. Pero la alocada duea de la casa hizo valer su decisin,

    gritando con brusquedad. Melitta se puso a llorar pero el marido

    no protest demasiado; lo cual era lgico, ya que dorma en la

    misma cama que su esposa y para no llevarse mal con ella, cedi

    cobardemente. La mayor preocupacin de Gefia era su hija,

    Florenia, a la que aparentemente, todo le daba igual. Esta haba

    tenido la oportunidad de estudiar en un colegio para personas

    acaudaladas, pero su falta de voluntad hizo que dejara los estudios

  • cuando apenas tena diez aos.

    Ay, hija ma! Qu hacemos contigo? Bscate un marido

    con dinero para que solucione tu futuro. Le sola decir su madre,

    frecuentemente.

    Cuando la vea sentada, mirando las musaraas, sola decirle

    en tono de enfado:

    Ya que no haces nada, haz algo til y ensea a tu hermana

    a leer, para que el ao que viene tenga eso de adelanto.

    La aptica Florenia, algunas veces obedeca, provocando la

    irritacin de Gefia con su pasividad. Pero en esas escasas

    ocasiones, Sania se acercaba tambin para aprender. A la seora

    de la casa no le gustaba eso, y con frecuencia trataba de alejarla.

    Pero en cuanto la seora de la casa se daba la vuelta, la nia

    regresaba. Gefia dio las quejas a Lnan.

    Dile a tu hija que te ayude en tus tareas. No me gusta que

    se acerque a Melitta cuando su hermana la est enseando a leer.

    Disculpe, seora. Pero mi hija ya sabe leer. La banda de

    Teriko la ense. Entre ella y Florenia, su hija aprender ms

    pronto. Dos profesoras son mejor que una sola.

    Gefia no dijo nada, pero se le hizo insoportable ver a Sania

    enseando animadamente a leer a Melitta, mientras Florenia

    asenta en silencio, delegando sus funciones en ella. Un da llam

    en privado a su hija mayor y le dijo:

    No te da vergenza que esa pequea salvaje campesina

    sea ms eficaz que t? Espabila y no te dejes avasallar! De

    camino, contrlala. No permitas que toque mucho nuestros

    costosos libros. Los podra ensuciar o romper.

    Con no poca desgana, la hermana de Melitta cumpla el

    mandato de su madre. Pero Sania, indefectiblemente, tomaba la

    iniciativa, y volva a sustituir a la resignada Florenia en sus

    funciones de enseanza. Irritada, Gefia se lo dijo a su marido, que

    se limit a guardar unos cuantos libros a los que tena mucho

    aprecio, y ponerlos fuera del alcance de la cada vez ms

    carismtica Sania.

    Gefia acab por ceder, pero eso no evito que cuando la viera

    tocar algn libro que no fueran los destinados a ensear a leer a

    Melitta, ordenara a Sania, con brusquedad, que lo guardara de

  • nuevo en su sitio. Poco le gustaba ver a ambas nias charlando,

    animadamente, mientras Florenia, cruzada de brazos, se quedaba

    mirndolas, sentada en un rincn.

    A la hora de pagar por sus servicios a Lnan, unas veces lo

    haca el marido, y otras, la esposa. Al soltar el dinero, Gefia la

    miraba con cara de asco, como si le diera una limosna.

    La asistenta no se tomaba a mal la actitud de Gefia. Era de

    carcter discreto y paciente, salvo cuando alguien hablaba mal,

    acerca del origen de su hija Sania.

    Haba un doloroso asunto que la pona triste. Su madre,

    Amara, no quera saber nada de su nieta. La consideraba el fruto

    de un desliz por parte de un salvaje brbaro. Pero ella tena mucha

    maldad y deca a sus vecinas, que su hija fue violada. Lnan

    tampoco se llevaba bien con su orgullosa y dspota madre. De

    hecho, aos atrs se escap de la casa con su hermano porque no

    podan soportarla. Pero tras la muerte de ste, en combate contra

    la poderosa secta de los Dragones Rojos, la relacin entre

    madre e hija fue algo ms suave, e iban a verse, de vez en cuando.

    Pero Amara le daba la espalda a Sania y no le diriga la palabra.

    Tampoco permita que la llamara abuela. Si de ella hubiera

    dependido, habra obligado a su hija a abortar. Amara viva cerca

    de donde trabajaba Lnan.

    Captulo 3: Un da de mercado

    El jueves era el da que Gefia sola ir a comprar al mercado.

    En tales ocasiones se haca acompaar de todas las manos

    posibles para ayudarla a cargar con las compras. Ese da no se

    salvo siquiera su madrugador esposo. Al parecer, la noche anterior

    haban discutido, y debi de amenazarlo con privarle de alguna

    cosa de inters para que acudiera, resignadamente, y sin protestar.

    Tampoco las dos pequeas se libraron de ir, aunque a ellas les

    encantaba salir a la calle, y no les daban cosas de mucho peso

    para cargar.

    Era increble el bullicio en la plaza mayor del pueblo. Por

    todas partes se escuchaba el vocero de los vendedores, que

    llamaban a la gente, y gritaban en voz alta sus ofertas.

  • Lnan, acompame. T, Florenia, ven tambin. Medro,

    qudate con las nias y cuando os llamemos, venid a ayudarnos.

    Este se sent en uno de los bancos, mientras contemplaba el

    corretear de las chiquillas a su alrededor. Una voz educada le

    interrumpi sus pensamientos.

    Disculpe, seor No le echa un vistazo a mis mercancas?

    Medro se levant de golpe y mir hacia atrs. Un hombre, de

    unos cincuenta aos, tena expuestos unos artculos desconocidos

    para l. En una mesa haba trastos de vivos colores.

    OigaQu es todo esto que hay aqu?

    Ahora se lo explico, seor. Este tarro de aqu es agua

    milagrosa del manantial de Farmos, en el norte. Esto, velas

    aromticas para traer la felicidad a su casa. Esto otro, varitas

    mgicas para viajeros.

    El asombrado Medro pregunt.

    Qu es eso de varitas mgicas para viajeros? Es la

    primera vez que oigo hablar de ellas. Si son unas vulgares ramas.

    Ver, seor; son unas varitas que han sido cargadas de

    energa por un mago, para que las utilicen las personas que no

    entienden el uso de la magia. Se usan, sobre todo, para defenderse

    de los bandidos, lanzndoles una descarga elctrica o para hacer

    brotar agua cuando nos encontremos sedientos. Se pueden utilizar

    entre cinco y diez veces, eso depende de los hechizos y las

    habilidades mgicas de su poseedor No le interesan? En el precio

    va incluido un papiro para aprender a manejarla con los nombres

    de los hechizos ms adecuados para su uso.

    Medro mir a su lado. Las nias haban dejado de jugar y

    miraban, sonrientes, los extraos objetos del vendedor.

    No, gracias. No necesito varitas en este momento.

    Adems, lo ms seguro es que acaben en manos de estas dos

    diablillas, y sabe Yrena lo que podra suceder luego.

    El vendedor se ech a rer.

    Cierto, caballero, cierto. Y es una pena. Las nias tienen

    ms habilidades mgicas que las personas adultas. Una varita de

    viajero en manos infantiles puede ser usada entre veinte y treinta

    veces, ms o menos.

    Una severa voz de mujer se escuch detrs de Medro.

  • Te dije que estuvieras atento. Estoy harta de llamarte.

    Perdonaes que estaba hablando con este seor, y no me

    pareci educado interrumpirle. Dijo Medro a su esposa.

    Buenos das, seoras. Pasen y vean las cosas que tengo.

    Gefia pareca muy interesada. Se llev un buen rato hablando

    con el vendedor. Este se llamaba, Gradn Mefil.

    Mientras Medro, sus hijas y Sania regresaban a la casa,

    cargados con las bolsas de la compra, Gefia y Lnan se quedaron

    hablando con Gradn. Tardaron ms de dos horas en regresar.

    Cuando volvieron, traan velas perfumadas de colores, vasos

    decorados con imgenes mgicas, adems de varitas de incienso,

    entre muchas cosas ms, relacionadas con las artes mgicas.

    Vaya! Veo que el tal Gradn ha hecho el negocio de su

    vida. Dijo Medro, algo enojado.

    En cambio, su esposa estaba radiante de alegra.

    Calla, calla, calla! Ese vendedor me ha dado la solucin

    para nuestra hija. Me dijo que en las capitales es muy comn

    entre las mujeres importantes estudiar la magia Te imaginas a

    nuestra amada Florenia con una varita mgica como las hadas?

    Dijo Gefia, sonriente.

    El marido se ech las manos a la cabeza.

    Madre ma! Yo, siguindole la corriente al tipo ese, y

    aguantando sus tonteras para no comprarle nada, y t, no solo le

    compras medio puesto, sino que adems me vienes con extraas

    historias de hadas y brujas.

    Anda, calla, que no entiendes. Bueno, pues tambin me ha

    dado la direccin de un mago al que podremos escribirle para

    evaluar si nuestra hija tiene dotes suficientes para ser un hada, y

    recomendarla en caso de ser as.

    Uf! Vaya tontera. Ese tipo, seguramente, ser un farsante

    que nos sacar el dinero a base de bien, si se nos ocurriera contar

    con sus servicios.

    Debemos darnos prisa en llamarlo. Dentro de un par de

    meses partir hacia el norte.

    Y si Florenia no tuviera dotes mgicas?

    No tengas tan poca fe, querido. Adems, por ingresar en

    una escuela de magia, le darn un certificado de asistencia. Y

  • segn Gradn, a los hombres de las grandes ciudades, les

    impresionan las mujeres que son hadas o han estudiado la magia.

    Ja, ja, ja, ja! Menudas cosas raras se te ocurren para

    encontrarle un novio adinerado a nuestra hija.

    Ser mejor que no digas ms tonteras y le escribas una

    carta para que venga a vernos, cuanto antes. Dijo su esposa con

    seriedad.

    El resignado marido no tuvo ms remedio que escribirla. A

    su trmino, Gefia le pregunt por curiosidad a su hija Florenia,

    qu le pareca la idea.

    Mala. Creo que ser una prdida de tiempo y unos estudios

    muy complicados para m.

    La enfurecida madre mir llena de rabia a su hija, y a

    continuacin cogi la carta con ira. Estuvo a punto de romperla.

    Hars lo que yo te ordene! Ni se te ocurra decirle al mago

    que no quieres ser un hada. Al menos, intenta estudiar durante un

    ao. Cuando tengas el ttulo, decides si quieres seguir estudiando

    o no.

    Debemos cuidar nuestras costumbres. Los magos piensan

    que las hijas de las familias acomodadas son unas ineptas. Dijo

    Medro.

    Tienes razn, querido. Yo me encargo de eso. Respondi

    su esposa.

    Ya fuera porque cogieron ms confianza o porque queran

    que su visitante tuviera una buena impresin de ellos, lo cierto es

    que Gefia, por fin accedi a que Sania y su madre se alojaran en

    una de las habitaciones vacas de la casa. En cuanto al mago, cuyo

    nombre era Fausto Sanwatt, escribi respondiendo a la carta de

    Medro, dicindole que si le pagaba el viaje y sus honorarios,

    accedera a visitarlos.

    Gefia estuvo de acuerdo. Al leer la respuesta, Fausto se puso

    en marcha. Al parecer, tardara cinco das.

    Captulo 4: La visita del mago

    No fueron cinco das, sino seis, los que el mago Fausto tard

    en llegar. Con l iba su ayudante, Rexiles. Ambos vestan

  • amplias tnicas con filos adornados en color oro. La de Fausto era

    azul, y la de su ayudante, del mismo color, pero de un tono ms

    claro. Fausto tena un aspecto afable. Llevaba barba de un mes,

    casi blanca. Aparentaba tener poco ms de cincuenta aos.

    Muy buenas tardes. Es la casa de la familia Harden

    Verdad? Soy Fausto, el mago.

    Buenas tardes. Pasen, por favor, y sean bienvenidos a

    nuestro humilde hogar. Exclam Gefia, mostrando simpata al

    abrir.

    Una vez dentro, Sania se apresur a saludar a los dos

    hombres. Al verla, dijo el mago:

    Hola, morenita! Eres t, la futura hada de la que me

    hablaron en la carta?

    No. Es esa rubita Pero a m, tambin me gustara ser un

    hada! Eh? Por cierto, me llamo Sania. Ella es Florenia. Dijo,

    sealndola.

    Al verla, el mago exclam con aire de decepcin:

    Ah, muy bien, Sania! Gracias por informarme!

    De inmediato, todos fueron a recibir a Fausto y a su

    ayudante. Este pregunt a los padres, si podan hablar en privado.

    Gefia los condujo al patio. De all sali su hija, Melitta, que dijo

    hola a los recin llegados. Pese a tener la misma edad que

    Sania, no tena tanta soltura como ella.

    No quiero ser demasiado pesimista, pero adelanto que

    Florenia no me ha causado buena impresin. La veo demasiado

    tranquila. Para ser un hada, hay que tener una actitud mucho ms

    enrgica. De lo contrario no ser capaz de defender a los

    oprimidos cuando estn en aprietos.

    Por favor, no adelantemos acontecimientos. Hgale las

    pruebas, y cuando termine, me dice lo que opina.

    Desde luego. Tal vez sea una impresin ma. Si usted

    supiera la cantidad de chicas que quieren ser hadas, pero no

    logran llegar a final de curso...Se dira que se apuntaron,

    solamente para tener la estrella azul que les regalan al acabar el

    primer grado. Esa estrella es una preciosidad, de un intenso azul

    ail, que muchas llevan colgando del cuello para lucirlo por la

    calle. La gente se queda sorprendida y piensa: Por ah, va un

  • hada. Y el 75 por ciento, ni siquiera tiene la categora de

    Aprendiz de primer grado. Pero a ellas, les da lo mismo.

    Los padres guardaron un respetuoso silencio. Pareca que

    Fausto haba adivinado las intenciones de estos, y les daba a

    entender que no contaran con su aprobacin para recomendar a

    una aspirante que no tuviera realmente vocacin de hada.

    Durante unos diez minutos, la madre defendi a su hija. Ella

    siempre tuvo ilusin por ser un hada Cmo poda dudarlo? Pero

    Fausto era muy reacio a creerla. La experiencia le haba enseado

    a juzgar a las personas de un simple vistazo. A modo de

    consolacin, exclam:

    No sera mejor examinar a la pequea? Es an una nia,

    y con un aprendizaje correcto podra ser una buena hada.

    Pero Gefia insisti, una y otra vez, que deba ser su hija

    mayor. La pequea apenas saba leer y no iba al colegio. Tal vez,

    ms adelante.

    De acuerdo, no se hable ms. Examinemos a Florenia.

    Esta tuvo que soportar unas curiosas pruebas.

    Ve a tu habitacin y ponte el vestido ms elegante que

    poseas. Tienes quince minutos.

    La hija mayor cumpli con el tiempo acordado. Fausto le

    pidi que caminara hacia adelante, girara de lado, etc. Todo ello a

    la vista de los moradores de la casa. De pronto, le dijo algo en el

    odo a la hija menor, aprovechando un momento que su alumna

    les estaba dando la espalda.

    El mago le pidi que caminara de puntillas, con los brazos en

    alto. Melitta se ech a rer.

    Te hace gracia, mocosa? Dijo la aspirante a hada, con

    malos modales y mirada asesina.

    Rexiles apunta en el cuaderno: No tiene paciencia

    suficiente como para aguantar una broma o comentario. Te digo

    una cosa, Florenia. Tu hermana se ha redo, porque yo se lo ped.

    Esta baj la cabeza, avergonzada, por no haber superado la

    prueba a la que la someti el mago.

    Mam Estas cosas que hace Florenia son para hadas o

    para modelos de sastrera? Dijo Sania a su madre, en voz baja.

    El mago, que se haba enterado de la conversacin, le

  • respondi con una alegre sonrisa:

    Es para comprobar su disciplina exterior. Ahora viene lo

    ms difcil; la disciplina interior.

    Fausto pidi a su alumna que se sentara en el suelo, encima

    de sus piernas, y se relajara.

    Ahora, todos debis guardar silencio. Si alguien considera

    que no puede estar con la boca cerrada o sin hacer ruido, le ruego

    que salga de esta habitacin.

    Florenia estuvo en esa postura durante ms de quince

    minutos. Pasados los cuales, exclam:

    Debo permanecer mucho ms tiempo as?

    No. Ni un minuto ms. Al abrir la boca, ha finalizado la

    prueba. He aqu, una cosa buena. No esperaba que estuvieras

    callada ms de cinco minutos. Eso me ha gustado.

    Fausto puso un vaso de bronce, lleno de agua, encima de la

    mesa. A continuacin, cogi su bastn mgico. Eso provoc un

    comentario de la curiosa Sania.

    Pens que los magos y las hadas usaban varitas.

    Je, je, je! Eso es una creencia popular, mi querida nia.

    Cada mago usa lo que le da la gana. Aunque eso, s, a las alumnas

    y alumnos, les suelen dar una pequea varita para que tengan ms

    soltura en sus primeras prcticas.

    Pues parece la pata de una mesa grande.

    Verdad que s? Las hay de muchas formas y tamaos.

    Muchos magos las pintan de sus colores favoritos. Eso no les est

    permitido a las hadas novatas. Cuando un mago derrota a otro, es

    frecuente que se quede con su varita, palo o bastn. Les suelen

    pedir mucho dinero a sus rivales derrotados, si estos quieren

    recuperarlos.

    A continuacin, dijo a Florenia:

    Observa lo que voy a hacer, porque luego tendrs que

    hacerlo, t, sola.

    Fausto apunt su bastn mgico hacia el vaso, lleno de agua,

    y lo levant de la mesa, dejndolo caer a continuacin, sin

    derramar una sola gota.

    Ves? Ahora, hazlo t. No te preocupes si derramas el

    lquido. Ninguna alumna ha conseguido levantar el vaso la

  • primera vez, sin mojar el suelo.

    Pero la prueba fue un rotundo fracaso. Despus de varios

    intentos fallidos, Fausto decidi dejarla por imposible.

    Lo siento mucho. Esta prueba era la ms importante de

    todas, y su hija ha fallado.

    No puede darle otra oportunidad, por favor? Exclam la

    apenada Gefia.

    Lo siento, es intil. El vaso ni siquiera pestae. En

    apariencia, su hija Florenia no tiene habilidades mgicas.

    Entonces, la pequea Sania exclam con su dicharachera e

    inocente vocecita:

    Pero si ella no ha intentado nunca una cosa as Por qu

    habra de salirle bien? Ande, djela que practique un ratito, antes

    de examinarla de nuevo.

    Lo siento, pequea. Pero no puede ser.

    Que s, que s puede ser. De ti, depende. No seas malo.

    Algo enfadado por los modales de la nia, Fausto exclam:

    A ver, Sania Es qu pretendes ensearme lo que debo

    hacer, y lo que no?

    Pues.s. Claro que s. T dijiste antes, que hay que ser

    enrgicos ante las injusticias No? Exclam, ingenuamente.

    Esa respuesta dej mudo de asombro al mago. Lnan se

    dirigi a su hija para regaarla, pero Gefia la sujet por la mano,

    al tiempo que le deca en voz baja:

    No, por favor, djala. Tal vez ella consiga convencerlo de

    que le d otra oportunidad a Florenia.

    Fausto, tras acariciar el pelo a Sania, dijo a Gefia:

    Con su permiso, estimada seora, me gustara ir a alguna

    habitacin en la que mi ayudante y yo podamos estar a solas y

    consultar.

    Por supuesto. Por favor, sganme.

    Sania, al ver a la callada Florenia, sentada e inmvil como

    una estatua, exclam:

    Qu haces as? Deberas estar practicando para convencer

    a Fausto de que tienes facultades mgicas A qu esperas?

    Esta rompi a llorar.

    Es intil, Sania. He fallado. No me saldr, jams No sirvo

  • para nada!

    Qu forma tan derrotista de hablar es esa? Venga, te voy

    a ayudar. Igual, con un poco de suerte, sale bien.

    En ese momento entr Melitta. Al ver a las dos nias levantar

    el pesado bastn, dijo:

    Estis jugando a ser hadas? Yo tambin quiero jugar!

    Rexiles tambin intentaba convencer a su maestro de que le

    diera una segunda oportunidad a la hija mayor de Gefia. Fausto

    estuvo pensativo durante al menos quince minutos, antes de

    responderle.

    Sabes que no puede ser. Lo intent varias veces sin ningn

    resultado positivo. A juzgar por la actitud de Florenia, solo un

    milagro puede ayudarla. Si al menos hubiera alguna esperanza

    concretaLo siento. Veo muy poca voluntad por su parte.

    Te entiendo, maestro.

    Anda, hazme un favor; trae un poco de agua, que tengo la

    boca seca. Ve a por el vaso que dej encima de la mesa del saln,

    y llnalo de agua limpia. A ver si se me aclaran las ideas, y se me

    ocurre alguna cosa.

    Al cruzar por el patio de la casa, Rexiles vio desde la ventana

    interior a las tres nias sosteniendo el bastn del mago.

    Maestro, asmate. No te lo pierdas.

    Vaya, vaya! As que esas tres granujillas estn jugando

    con mi bastn.

    Viendo que el vaso no se mova, Sania dijo a sus amigas:

    Creo que lo estamos haciendo mal. A lo mejor es que la

    cosa no consiste en apuntar al objeto, sino en concentrarnos y

    decirle que se mueva, dirigiendo con el bastn nuestras rdenes

    mentales.

    Puede ser. Exclam Florenia.

    Vamos a pedirle al vaso que se levante. Dijo su hermana.

    Las nias, al unsono, exclamaron:

    Vaso, levanta! Vaso, levanta! Vaso, levanta!

    Qu gracia tienen esas tres diablillas! Dime, Rexiles

    Crees que conseguirn moverlo?

    Entonces, para asombro de los mirones, el recipiente se elev

    unos diez centmetros en el aire. Estuvo inmvil durante cuatro

  • segundos, y descendi con brusquedad, tirando un poco de agua.

    Las tres nias gritaron con alegra:

    Biennn!

    Ahora, yo sola. Exclam Melitta.

    Los padres y Lnan, al ver a Fausto y su ayudante curiosear

    por la ventana, les preguntaron qu estaba sucediendo.

    No hagan ruido, por favor. Esto se pone interesante. Dijo

    el maestro, en voz baja.

    Melitta no consigui que el vaso se moviera, ni un solo

    centmetro.

    Ahora no sale? Si antes se movi.

    A ver si es que el bastn pesa mucho para ti, djamelo.

    No, Sania. El bastn es mo. Vosotras buscad otra cosa.

    Viendo que no estaba dispuesta a soltarlo, Sania cogi un

    lpiz. El vaso se levant, de inmediato y sin dificultad, en la

    direccin que sealaba este. No se derram ni una gota de agua.

    A ver, ahora djame a m el lpiz. Exclam Melitta,

    soltando el bastn.

    El asombrado Fausto, dijo en voz baja:

    Es ella. La pequea Sania es un hada.

    Nono puede ser. Exclam Lnan con asombro.

    Claro que no. Dijo Gefia, con claros sntomas de envidia.

    Florenia se anim, y cogi otro lpiz.

    Voy a intentarlo yo, pero con otra cosa.

    En esta ocasin intent levantar un pequeo libro que haba

    en una estantera cercana. Este se movi unos centmetros.

    Parece que Florenia va mejorando. Tal vez valga la pena

    que le demos una segunda oportunidad. Exclam Fausto.

    Melitta consigui levantar el vaso, durante unos segundos.

    Luego solt el lpiz y exclam, alegremente:

    Lo consegu!

    Tras realizar su prodigio, se fue al patio a seguir jugando.

    Viendo las dificultades para levantar el libro, Sania decidi

    ayudar a su amiga.

    Tuerce a la izquierda, Florenia. A la izquierda, no a la

    derecha. Eso es.

    El libro se elev a varios metros del suelo y aterriz con

  • cierta brusquedad, encima de la mesa.

    Gracias, Sania. Ahora, llvate el libro para que no se moje,

    y djame con el vaso de agua, que le tengo ganas.

    Espera, que te voy a ayudar.

    En ese momento, Fausto alz la voz.

    No, Sania. Djala a ella, sola! Florenia es tu oportunidad.

    Levanta ese vaso, pero hazlo, tranquilamente, como si no te

    estuviramos observando Concntrate!

    Este se elev, casi en lnea recta, sorprendiendo a Fausto.

    Entonces se fij que la nia estaba ayudando con disimulo a

    su amiga, apuntando con el lpiz al recipiente.

    Sania, no la ayudes, por favor! Dijo el mago, irritado.

    Vamos, Florenia T puedes! Dijo su madre.

    La pequea mir a los ojos a su amiga y le dijo:

    Venga, hazlo. Yo tambin confo en ti.

    Ahora, s. El vaso se elev, magistralmente, aunque su cada

    fue brusca. Pero no importaba. Fausto se dio por satisfecho.

    Sorprendente! Es increble lo que puede hacer el apoyo

    de unos amigos y parientes cercanos. Puedes contar conmigo,

    para conseguir el ingreso en la escuela de hadas de Tarat.

    Tarat!Eso est muy lejos. Dijo Florenia.

    A unos doscientos kilmetros de aqu, ms o menos. Pero

    hay que sacrificarse un poco No te parece?

    No te preocupes por eso, hija ma. Te acostumbrars a

    estar lejos. Supongo que durante el verano, le darn vacaciones

    No es as?

    Desde luego. Ahora, si no les importa, quisiera volver con

    mi ayudante a la habitacin. Hay que escribir una carta muy larga,

    para recomendar a su hija.

    La asombrada Lnan pregunt a Sania, cmo haba logrado

    mover los objetos. Esta, asustada, y temiendo ser el blanco de la

    envidia de los dueos de la casa, dijo que ella no haba hecho

    ningn prodigio, y que todo lo que vieron fue obra de Florenia.

    Exactamente! Siempre dije que mi hija tena facultades

    mgicas, desde que naci. Pero hoy, por fin se me hace caso. Dijo

    la orgullosa Gefia.

    Sania, antes dijiste que te gustara ser un hada Verdad?

  • Dijo el sonriente Fausto.

    Puesme gustara, ya lo creo. Pero por lo que estoy

    viendo, tendra que pasar por unas pruebas como las que pas

    Florenia, y no me siento capaz de superarlas. Adems, tendra que

    separarme de mi madre para poder ir a estudiar.

    As es, hija ma. Te permito que juegues a hadas y brujas,

    pero no permitir que te tengas que alejar de m, para poder serlo.

    Dijo Lnan, abrazndola con ternura.

    Florenia, sentada en el sof de madera, escuchaba en silencio

    lo que hablaban de ella. Miraba con asombro a la inquieta Sania y

    se preguntaba por qu no defenda abiertamente sus poderes y

    facultades mgicas Demasiado bien saba, que de no haber sido

    por su gran apoyo, no lo habra conseguido! Senta lstima por

    ella. Ahora la apreciaba mucho ms que antes. Dentro de un par

    de meses, partira a estudiar a la escuela de hadas. Ella seguira

    all, ayudando a su madre y perdiendo la niez.

    Pasado un buen rato, Rexiles llam a Lnan y a su hija.

    Mi maestro quiere que vayan a verle. Necesita que le

    ayuden a hacer el equipaje. Dijo, guiando un ojo.

    Esa era una excusa para no despertar sospechas en la

    envidiosa Gefia. Fausto dijo a Sania:

    Estoy muy asombrado. Veo que estas hecha toda un hada.

    No negars que la mayor parte de las cosas que vimos, las hiciste

    t No es cierto?

    La ruborizada nia no dijo nada, pero movi su cabecita, con

    un gesto afirmativo.

    Seora, aqu tiene una recomendacin ma, por si se

    decidiera alguna vez a mandar a su hija a estudiar la carrera de

    hada. Disculpe que no se la entregue en el saln, delante de todos.

    Ya he podido observar que algunas personas podran sentirse

    ofendidas. Dijo, mientras le entregaba un par de papiros.

    Ehmuchas gracias, pero creo que no la voy a mandar.

    Doscientos kilmetros son muchos. Adems, no tengo dinero para

    costear sus estudios, ni creo que pueda pagarle a usted tampoco

    por el favor que nos est haciendo.

    No me debe nada. As que, no se preocupe por eso. La

    escuela a la que he recomendado a Florenia, es muy distinta a la

  • que voy a recomendar a su hija. Est, casi a quinientos

    kilmetros, en la ciudad de Keilan, en la regin de Lamokia. Se

    llama Escuela del Roble Dorado. Ah, pero eso s; al ser una

    nia prodigio, los gastos los paga la reina de all. No le oculto que

    existe el inconveniente de que si estallara una guerra, es muy

    probable que a las hadas con talento, les toque ser las primeras en

    ir a defender ese reino.

    Ms lejos, an! Lo siento, pero no estoy dispuesta a

    perder de vista a mi pequea. Tal vez, dentro de unos aos

    Dentro de unos aos, quizs no sirvan de nada mis

    recomendaciones. Es incluso probable que ella haya perdido

    muchas de sus facultades mgicas. De todas formas, guarde estos

    pergaminos como si fueran un tesoro, y selos lo ms pronto que

    pueda.

    Lo pensar. Pero de momento, no.

    Captulo 5: Malas noticias

    Grismot, 8 de enero del ao 2.167.

    El da anterior, Florenia regres a la escuela de hadas, tras

    pasar la Navidad en familia. Ninguno de sus parientes esperaba

    las noticias que les cont. Al parecer, en esa escuela abundaban

    los alumnos de muy baja categora. La directora ni siquiera se

    molest en leer la recomendacin de Fausto cuando Florenia se

    apunt al curso, en septiembre del ao anterior. Ms que una

    escuela de hadas y hados, pareca un centro disciplinario.

    Las edades de los alumnos variaban desde los seis aos,

    hasta los sesenta y cinco. Muchos eran conflictivos y los

    profesores tenan muy escasa paciencia con ellos. No dudaban en

    agredirles o incluso expulsarles. Se calculaba que a final de curso,

    casi la mitad del alumnado estara dado de baja por diversos

    motivos; muchos de ellos, expulsados por causa de su mala

    conducta.

    Florenia quiso morirse al ver ese nefasto ambiente. A los dos

    meses se acostumbr, aunque no estaba segura de que pudiera

    llegar hasta los cinco aos que duraban los cursos normales. Ese

  • centro era llamado El Barrizal porque inicialmente estuvo

    situado cerca de un pequeo y fangoso ro. Debido al gran

    nmero de alumnos que enferm, lo ubicaron en otro sitio, pero la

    gente sigui llamndolo igual.

    La cuestin es que mi hija sea capaz de aguantar hasta el

    final. Lo que ms me duele, es que ese Fausto nos cobrara por sus

    servicios. En ese centro sus recomendaciones no sirven para nada.

    l lo saba. Dijo Gefia de mal humor

    No le ha escrito, protestndole por eso? Dijo Lnan.

    Por supuesto. Ha respondido, casi burlndose de nosotros.

    Nos dijo que en esa escuela no hace falta tener muchas

    recomendaciones para poder entrar; y que ya nos avis de que

    Florenia no tiene mucho talento de hada Qu hombre tan

    testarudo! Acaso no la vio levantar el vaso, lleno de agua, tal y

    como le pidi? Si lo llego a saber, no lo llamo.

    Sania permaneca la mayor parte del tiempo, aburrida en la

    casa. Su compaera de juegos, Melitta, ya iba al colegio. Ese era

    su primer ao. Cuando le pregunt a su madre por qu no poda ir,

    le respondi que no tena dinero.

    Entonces, djame ir a la escuela de hadas de Lamokia. All

    es gratis para m.

    Ya hemos hablado de eso, y la respuesta es que no.

    Aunque no quise que nacieras, ahora que te tengo, no quiero

    perderte.

    Cul es mi futuro? Ser una sirvienta como t?

    Nada dijo Lnan a eso. En su interior, se reprochaba su

    egosmo. Ella era la que haba dado sentido a su existencia, y no

    estaba dispuesta a quedarse sola, nunca ms.

    Das ms tarde, Lnan fue con Gefia al mercado a comprar

    ropa. Estaban de suerte, ya que haba mucha de rebaja. Ambas

    mujeres toqueteaban, maravilladas, las prendas, sin saber por

    cules decidirse.

    Increble! Simplemente, increble. No me puedo creer que

    estos trajes tan bonitos cuesten tan baratos.

    Hay que tener en cuenta, que pronto ser primavera.

    S, mi querida Lnan, pero as y todo, no dejan de

    sorprenderme estos precios tan bajos.

  • Entonces, la sirvienta mir con detenimiento una de las

    muchas prendas.

    Esta manchaSupongo que saldr al lavarla No? Parece

    sangre seca.

    Sangre seca? Qu imaginacin tienes, querida!

    De pronto, unos soldados con casco metlico en forma de

    plato invertido y peto de color ocre, entraron en la plaza. Uno de

    ellos, grit a viva voz:

    Apartaos de ah! Inmediatamente!

    Entonces, se form un tumulto. La gente no saba qu estaba

    pasando. El soldado habl con ms claridad:

    Desgraciados! No os acerquis a los puestos del rincn si

    apreciis vuestras vidas! Estos vendedores son unos ladrones y

    muchas de las prendas de vestir han sido robadas del hospital de

    Las Dunas Blancas!

    Al or aquello, la gente comenz a gritar y a correr. Pese a la

    distancia, muchos saban que los enfermos de la asediada ciudad

    de Ern haban sido alojados en ese hospital. Algunos murieron

    por una epidemia que se desat. Los vendedores quisieron

    escapar, aprovechando la confusin. Pero fue intil.

    Dos das despus, Lnan se sinti mal. Cuando el mdico fue

    a verla, se ech las manos a la cabeza. Todo pareca indicar que

    tena la Peste verde. De inmediato, la alojaron en un hospital de

    caridad. Su hija no quiso separarse de ella. Los mdicos no eran

    muy optimistas.

    Bueno, hija ma. Parece que con un poco de suerte te

    librars de m, y podrs estudiar tu carrera de hada.

    No digas eso, mam. Yo no quiero ser un hada Quiero que

    te cures! Te curars! Dime que s!

    Yo tambin deseo curarme y estar siempre contigo. Pero

    eso no depende de nosotros, sino de Dios. Si tal cosa pasara, no se

    te ocurra ir al mismo colegio que Florenia. Vete al del Roble

    Dorado, que es el que viene en la recomendacin.

    Mam, no digas eso. Te curars

    Claro, hija ma. Yo solo te hablo por hablar, para estar

    entretenida. En este oscuro cuarto me aburro mucho. Y si no fuera

    por ti, me aburrira, an ms Te importara leer en voz alta la

  • recomendacin que nos dio Fausto?

    Sania ley con dificultad. La vela no iluminaba mucho, y lea

    pocas veces desde que estaban en la casa de los Harden, por culpa

    de la severa Gefia.

    Esta prometedora nia es testaruda como una piedra; gil

    y escurridiza como el mercurio, con una voluntad de oro y un

    tesn inquebrantable. Es carismtica y tiene un excepcional don

    de gentes. Es muy activa e incansable, capaz de animar a los

    desesperados y consolar a los afligidos.

    Muy bien! Qu de cosas buenas ha escrito Fausto de ti.

    Segn nos cont Florenia, las hadas pueden escoger un

    seudnimo o usar su nombre Qu haras t?

    Creo que me gustara usar un seudnimo, basndome en la

    descripcin que hizo ese mago de m.

    Aj. Eso est muy bien Entonces, cul usaras? Pies de

    oro? Testarudita? Piedrecita?

    No. Me gusta ms Mercuria.

    Entonces, por tu edad te llamarn Mercurita.

    Eso es! Mercurita me gusta ms. Y si me llaman siempre

    as, aunque crezca, no me ofender.

    Estupendo! Anda, tpame, que quiero dormir un rato, mi

    pequea Mercurita.

    Fin de los primeros textos de la obra

    -------------------------------------------------------

    Antes que nada, gracias por tu visita. Si te ha interesado la obra o

    quieres seguir leyndola, puedes visitar la siguiente web:

    http://www.siguealgato.com/tienda.html

    Tambin puedes seguirla en el Facebook

    https://www.facebook.com/El-hada-Mercurita-

    1212176982146689/

    http://www.siguealgato.com/tienda.htmlhttps://www.facebook.com/El-hada-Mercurita-1212176982146689/https://www.facebook.com/El-hada-Mercurita-1212176982146689/