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Historia de los uniformes en la Infantería de Marina Española
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“… Uno lleva el antiguo uniforme; otro el moderno; éste va con chaqueta parda; aquél con anguarina; quién con sombrero de tres picos; cuál con redondo; cuál con gorra; el que tiene fusil
carece de bayoneta; quién tiene sable le falta la vaina o no tiene cartuchera…”
Don Luis de Salazar Ministro del Almirantazgo en 1807
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INDICE TEMATICO
‐ Las prendas que componían los uniformes. ‐ La Infantería de Marina a través de su uniforme. Síntesis histórica y organización. ‐ Condiciones históricas previas a la creación de la Infantería de Marina. ‐ Primera Época (1537‐1717) Infantería de Armada. Fuerza de Desembarco y Guarnición de
Galeras, Galeones y Galeazas. ‐ Segunda Época (1717‐1827) Infantería de Marina. Cuerpo de Batallones de Marina.
Guarnición de Buques. ‐ Tercera Época (1827‐1931) Infantería de Marina. Brigada Real de Marina. Real Cuerpo de
Infantería de Marina y Real Cuerpo de Artillería de Marina. Fuerza Expedicionaria. ‐ Cuarta Época (1931‐1957) Infantería de Marina. Cuerpo de Infantería de Marina.
Guarnición de Bases. ‐ Quinta Época (1957‐) Infantería de Marina. Cuerpo de Infantería de Marina. Fuerza de
Desembarco, Expedicionaria y de Protección. ‐ Uniformidad de la Artillería de Marina. ‐ Escudos de los Viejos Tercios. ‐ Escudos de los Tercios y Agrupaciones. ‐ Escudos del Tercio de Armada y sus unidades subordinadas. ‐ Comandancia General de Infantería de Marina. ‐ Compañía “Mar Océano” ‐ Banderas de Infantería de Marina. ‐ Guiones y Banderines. ‐ San Juan Nepomuceno (Patrón de la Infantería de Marina) ‐ Privilegios históricos del Cuerpo. ‐ Tradiciones peculiares del uniforme. ‐ La antigüedad del Cuerpo. ‐ Himno de Infantería de Marina. ‐ Cronología.
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LAS PRENDAS QUE COMPONÍAN LOS UNIFORMES SOMBRERO Dice la Ordenanza de 1716:
“Ningún soldado traerá algún ala del sombrero caída, teniendo en la del lado de la pedrada una presilla que la mantenga alta, procurándole traiga siempre encajado de delante”.
La pedrada, o rosa, era en el siglo XVII el adorno de cinta con que se sujetaba levantada el ala del sombrero de los soldados. Cada país tenía su color característico: España, el rojo. Durante la Guerra de Sucesión, por Real Orden de 5 de agosto de 1702, fecha en la que se ordenó el uso de estas escarapelas, los franceses que combatieron bajo las banderas de Felipe V la llevaron blanca con rojo encima y los españoles roja con blanco encima; eran mezcla, por tanto, de la española y la francesa. Es lo que hoy en día llamamos escarapela y señalaba que quien la usaba era militar. Se llevaba en el lado izquierdo.
Terminada la Guerra de Sucesión nuestros soldados dejaron de usar la escarapela blanca, aunque en los documentos se cita en los uniformes de cuerpos que combatían por esos mundos de Dios, junto con los franceses. También aparece en un pliego de adquisición de vestuario de los Reales Guardias de Alabarderos, firmado el 16 de julio de 1727. Igualmente se cita en forma de corbata de un estandarte en el “Reglamento y Ordenanza, para formación de regimiento de dragones, que se establezcan en la Plaza de Orán” de 20 de diciembre de 1732. En cualquier caso, la prohibición definitiva de su uso, salvo caso de alianzas con Francia, tuvo lugar en 1740.
Soldados de los Tercios
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Algunas veces se ha llamado cucarda o cocarda. Estas denominaciones son galicismos, pues vienen de la palabra francesa coquarde, que a su vez proviene de coq, gallo. El origen de esta voz se remonta a la orden que dio Luis XIV por la que mandó adornar los sombreros de la infantería francesa con plumas de gallo de los colores particulares de sus coroneles. El uso de plumas era también herencia del siglo anterior. En aquel entonces a la pluma flotante del sombrero chambergo se le denominaba respondiente, la manera como podían subirse o bajarse las alas y écharselo sobre la oreja o sobre la cara, respondía al estado distinto de humor del que lo llevaba. Según contaba Barthelemy Joly en 1603, los soldados españoles, como gibelinos, siempre han llevado la pluma a la izquierda. El nombre de chambergo para esos sombreros de la segunda mitad del XVII proviene del Mariscal Schomberg, que vistió con ellos a sus tropas.
La cinta del sombrero se llamaba toquilla. En origen servía para ajustarlo a la cabeza de quien lo vestía, obligándole de este modo a dar la talla. Cuando se recogen las alas del sombrero y aparece el tricornio, la toquilla queda semioculta. Las órdenes dadas en consideración a las muertes de los Reyes de España y demás Familia Real, desde 1746 en adelante, establecían los uniformes de luto que debía vestir la Armada. Entre las prendas negras de luto (chupas, medias y bandas) se habla de una cinta de gasa que debía ponerse en el sombrero. Tal era la toquilla, que aumentaba su longitud hasta quedar en su mayor parte fuera de las alas. Más tarde ser regulará en las
Ordenanzas de 1793 en su apartado 62, del tratado 2º titulo 1º, en el que se establece por primera vez la posibilidad de vestir luto por familiares cercanos. Lógicamente su color era negro. Hasta hace poco tiempo era costumbre entre los enterradores ingleses usar una chistera de brillos en la que se anudaba en la mitad de la copa una gasa negra y flotante, como último vestigio de la toquilla. Hasta el 30 de diciembre de 1763, en que se prohibió, fue también costumbre adornar con borlas los picos del sombrero. El tricornio se llevaba con el pico delantero sobre un ojo, como podemos ver en muchos retratos de época. Cuando se traía demasiado ladeado se decía del que lo llevaba que iba de bolina. Pasar la bolina era sinónimo de pasar la crujía, esto es, someter a un marinero o soldado al castigo de azotes. Quizás estuviera sancionado con jarabe de palo el llevarlo de tal manera. Al sombrero de alas recogidas, aparte del tricornio también se le denominó de candil o acandilado, porque su forma presentaba semejanza con esa lamparilla. Aún hoy se denomina candela en Italia el tricornio del carabinieri.
Cucarda
Tricornio (Chambergo recogido)
Sombreros militares (1 y 2 son pelucas)
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PELUCA Luis XIII, atacado de calvicie prematura, empezó a usarla en 1624. Sus cortesanos la pusieron de moda al imitarle. Luis XIV no la usó hasta 1763, cuando contaba 35 años; había empezado también a quedarse calvo. El color predilecto fue en un principio rubio pues así tenía el pelo el rey Sol. Los aduladores de turno afirmaban que daba al hombre aspecto de león. Pronto, sin embargo, empezó a usarse de multitud de colores. Una ordenanza de 1716 prohibía a los soldados el uso de cofia, lienzo o red en la cabeza, así que se llevaba el pelo metido en la bolsa como podemos ver representada en el “Diccionario demostrativo con la configuración o anathomía de toda la architectura naval moderna”, que escribió y dibujó el Marqués de la Victoria entre los años 1719 y 1756. Federico Guillermo I de Prusia fue quien impuso la moda de la coleta al hacerla reglamentaria en sus ejércitos. Esto nos recuerda un dato que Jean Marie Montperland da en su “Historia de China”. Según este autor, cuando en 1644 los manchúes se hacen con el poder en China, instaurando la dinastía Quing, exigen a los chinos que para diferenciarse de ellos lleven coleta como signo visible de subordinación. La peluca sólo era usada por la oficialidad, no por la tropa. Debajo de los rizos se llevaba el pelo a cepillo, sin patillas ni prácticamente cogote. Ningún mechón natural debía asomar entre los falsos. La tropa se blanqueaba el pelo con polvos de harina o de arroz. La cinta con la que se sujetaban la bolsa pasó a ser lazo. Como se la perfumaban con agua de Colonia terminó por llamarse también colonia. De esta forma tuvieron el mismo nombre cinta y perfume.
Miguel Angel Houasse – La barbería
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En el cuadro de Miguel Angen Houasse, “La barbería”, propiedad del Patrimonio Nacional, puede verse representado, en primer plano, un Guardia de Corp de la Compañía Flamenca, con la cabeza completamente afeitada, que espera a que terminen de peinar su peluca. CASACA
En 1665, a la muerte de Felipe IV, su yerno, Luis XIV decidió que cuando se quietara el luto, no volvería a usar mangas acuchilladas que dejen ver la camisa. Desde entonces se llevó la manga entera. “La casaca está cerrada por delante, pero sus superficies ofrecen espacio suficiente para los bordados, así como la manga, subida más arriba del codo, deja sitio para los vuelos de encajes. Cierto que los bordados estaban prohibidos en Francia, pero el Rey se reservaba para sí y para sus favoritos el derecho de llevarlos, instituyendo en 1662 la llamada casaca de patente; los que tenían una patente de esa clase estaban autorizados para llevar una casaca azul con forro encarnado profusamente bordada en oro y plata, y estas casacas daban el derecho de acompañar dondequiera al rey sin necesidad de otro permiso. Como el número de los favoritos era muy limitado (háblase de sesenta), la mayor ambición de un cortesano francés fue, desde entonces, ser admitido en la clase de esos privilegiados”. Esta costumbre real llega a España con Felipe V, y así viste a los
oficiales de su Cuerpo General de la Armada y a sus Guardias. En la Armada, no obstante, es posible que el azul fuera ya un color frecuente. El Almirante don Julio Guillén nos habla del uso del paño piloto desde antiguo. El 13 de junio de 1761 se ordena que los uniformes de los oficiales y sus bordados sean según diseño del Pequeño de los oficiales de Guardias. Esto haría pensar que el galón flordelisado es también de esta fecha, si no fuera porque podemos verlo ya en retratos de marinos de principios de siglo. En la lámina adjunta se representan dos formas diferentes de llevarlo en los puños, según los retratos. Por cierto, los puños, cuando eran duros, de cartón forrado con tela, eran postizos y se sujetaban a la manga por unos botones ocultos en su revés. El 7 de septiembre de ese mismo año, se ordena que las casacas de los oficiales tengan puños cerrados; esto es, que no tengan abertura por la parte de detrás de la manga.
Uniforme de Teniente General de la Armada; detalles de de la casaca.
Real Orden de 5 de diciembre de 1717
Justacorps
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CHALECO Con frecuencia la pechera era falsa y se cerraba entonces por la espalda. Chalecos con pechera verdadera y falsa fueron comunes durante el siglo XVIII. D’Alembert se extiende en largas consideraciones sobre su utilidad y ventajas, en la voz Arts de l’habillement de “L’Encyclopedie”. CAMISA Era moda que estuviese toda llena de encajes. Los que caían desde el cuello se denominaban chorreras, los de los puños puñetas. Los encajes eran indispensables para los oficiales hasta en campaña. El Marqués de Dangeau refiere esta bonita historieta vivida en 1690: Los oficiales del Ejército francés, cercado por los españoles, habían estropeado sus encajes, en vista de los cual suplicaron al general enemigo, Marqués de Gastañaga, que permitiera que algunos vendedores de encajes pasaran las avanzadas para poder ellos de este modo equiparse de nuevo. El general español accedió a aquella petición en el acto y los franceses escogieron encajes por valor de diez mil táleres; pero al ir a pagar los vendedores no quisieron cobrar nada; el Marqués lo había pagado todo. CORAZA Solamente se llevaba el peto, que con frecuencia era de plata. Los generales aparecen retratados de ordinario con la casaca encima de ella. CALZONES Los calzones se cerraban por delante con una portañuela, que los finos decían era au pont y la gente vulgar, a la bávara. Era una de aquellas extrañas braguetas de dos cortes que llevaban hasta hace poco los marineros. Cuando aparece la bragueta tal y como nosotros la conocemos, con un solo corte en la delantera de los pantalones, en España la prohibe la Inquisición y se procede a castigar no sólo a los que usan calzones de este tipo, sino también a los sastres que los han hecho. Como la medida no acaba con la moda, se fijó en las puertas de los templos un edicto autorizando a los verdugos a llevar pantalones con bragueta. Ningún hombre decente podía vestir como un verdugo, así que los pantalones con bragueta pasaron a mejor vida. MEDIAS Hasta 1730, aproximadamente, las medias llegaban más arriba de la rodilla, a esta forma de llevarlas se le denominaba a la virulé. Luego aparecerá en la tropa el uso de ligas o jarreteras cerradas con hebilla. Pronto se generalizan entre los oficiales.
Guardia Walona – detalle de los encajes
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Durante cerca de cincuenta años fue de buen tono que las medias tuvieran bordados en sus cantoneras, tanto en el lado de dentro como en el de fuera. ZAPATOS Sabemos por las contratas que con anterioridad a 1730 la tropa de la Armada los usaban sin tacón para no resbalarse en las cubiertas mojadas. Debían, por tanto, ser algo así como nuestros náuticos; esos zapatos usados principalmente en verano y cuya versión actual se la debemos a Paul Sperry, a quien se le ocurrió al ver que su Fox‐Terrier no se escurría cuando el suelo estaba mojado. Los zapatos de tropa eran iguales para los dos pies, es decir que no había zapato derecho y zapato izquierdo. Carlos III mandó que tuvieran la puntera cuadrada para que los soldados no los pudieran vender a los paisanos. No inventó nada nuevo, pues tales punteras se usaban ya en toda Europa desde hacía cincuenta años. Las hebillas del empeine no eran un simple adorno; servían para ajustar el zapato al pie. Los tacones se forraban de colores. El rojo era privativo de la Casa de Borbón, aunque también se usaba en algún principado alemán. El plata era privilegio de la Soberana Orden de Malta. GUANTES Los guantes eran de cabritilla. Sebastián de Covarrubias en su “Tesoro de la Lengua Castellana o Española. 1611” nos dice en la voz cabrito lo siguiente:
“La piel aderezada del cabrito llamamos cabrita, y las avortivas, cabritillas” TALABARTE Es el cinturón de cuero del que pende la espada. Los cinturones de gavilanes se usaron hasta la Francesada; aunque nos parezca extraño, las Guardias de Corps llegaron con ellas hasta la Guerra de la Independencia. Su vaina está copiada de la que lleva “don Luis Josef de Vendome, Capitán General de la Real Armada Naval de Su Católica Magestad el Rey de las Españas” en un grabado coloreado a la aguada por Perigelli, conservado en la Biblioteca Nacional de Madrid. LLAVE Puede verse en el esquema de la casaca (figura que acompaña esta voz), colgada en su costado derecho, al lado del bolsillo. Era una distinción antigua de España, incluso antes de la unificación en los reinos peninsulares cristianos. Por ella se reconocía a los gentiles hombres. Este tratamiento tenía una enorme trascendencia jurídica y era una de las mayores distinciones que podía recibir un caballero. Hoy lo traducimos como amigo del Rey. De gran raigambre histórica en nuestro Derecho, ya aparece en las Partidas de Alfonso X (Partida Segunda, Libro Segundo, Título 21) y en las Constituciones de Cataluña de la Baja Edad Media (por primera vez en las Cortes de Murviedro, del año 1428). De acuerdo con nuestro Derecho Histórico se distinguían los siguientes tipos de Gentilhombre:
Modo de uso del Talabarte
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a) De Cámara y entrada, que acompañaban al Rey en ella y cuando salía de palacio. Podían ser con
ejercicio o por el contrario honorarios, que se denominaban muy gráficamente de llave capona. Sus funciones dicen que eran muy agradables por extraño que nos parezca: cortaban la comida al Rey, le llevaban a la mesa, le traían la capa y podían entrar en cualquier lugar de palacio. De ahí el símbolo de su emblema.
b) De Boca, que acompañaban al Rey en la mesa para gozarse viéndolo comer.
c) De Casa o Acroe, que hacían lo propio en las funciones religiosas y que como privilegio comían en la misma mesa que los domésticos del príncipe. Ambos se terminaron por fundir en los de Casa y Boca.
d) De Manga, cuya misión era cuidar a los infantes durante su minoría de edad.
Por si fuera poco, Almirante nos dice que en el Ejército y la Armada el gentilhombre equivalía como término a nuestros Ayudantes de Campo. La llave puede verse en los retratos de la época, en posición horizontal o vertical encima del riñón derecho. A finales del XVIII sólo es visible su pomo, y la varilla se oculta bajo el vuelo del bolsillo. Asía aparece en el retrato del Teniente General de la Armada don Gabriel de Aristizábal, que se conserva en el Museo Naval. En contra de toda lógica, ni el emblema ni el empleo desaparecieron con el Antiguo Régimen. En España pervivieron hasta que la II República los suprimió. BENGALA En 1706 se reglamentan los bastones para el Ejército, como distintivos de mando. Dicha ordenanza omite los de General. Estos utilizaban un cetro denominado bengala.
Recibe este nombre en el siglo XVII cuando su material es de palo de Bengala, también llamado palo de India. Su forma viene directamente del manípulo que los emperadores romanos entregaban a sus generales. Significaba que quien lo portaba era la mano del César y como tal podía actuar. Desaparecido durante la Edad Media, reaparece en los albores del Renacimiento. En el Trecento, le podestá de los municipios de Italia quieren parecerse a los césares. Los artistas que pintan sus retratos o esculpen sus tumbas o las estatuas ecuestres que presidirán sus ciudades, los representan con bengala. La imagen más antigua que recordamos de un caballero portándola es de 1328: el fresco de Guidoriccio da Fogliano que Simone Martini pintó en el Palazo Pubblico de Siena. En Milán, detrás del altar mayor de San Giovanni in Conca, Bernabó Visconti cabalga desde 1370, con ella en la mano, sobre un caballo sin aparejo, rodeado de virtudes, Paolo
Símbolo de la llave
sir John Hawkwood
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Uccello pinta, también con bengala, a sir John Hawkwood con efecto de trompe l’oeil sobre un lienzo de pared de la catedral florentina de Santa María de Fiore; en otro, Andrea del Castagno representa de forma semejante a Nicolas Torrentino triunfante sobre su mejor caballo de guerra. Donato di Niccoló Donatello esculpe al gran Gattamelata señalando con su bengala, en la Piazza del Santo, la ruta de los destinos que quiera para Padua. Los ejemplos son innumerables. De Italia, vía Aragón, viene a toda España. Así, con la bengala en la mano, duerme sobre su yelmo Román Folc de Cardona, Virrey de Nápoles, en el sepulcro que Guiovanni Merliano da Nola le levantó en 1525, en la iglesia del pueblo leridano de Bellpuig. Sueña con sólo Dios sabe qué magníficas batallas. El palo en su origen estaba hueco y en su interior contenía el nombramiento, el despacho.
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LA INFANTERIA DE MARINA ESPAÑOLA A TRAVES DE SU UNIFORME SINTESIS HISTORICA Y ORGANIZACIÓN
Por Real Decreto de 10 de Julio de 1978 se reconoce de manera oficial la antigüedad del Cuerpo de Infantería de Marina, quedando establecida en el año 1537, siendo por tanto la más antigua del mundo, con antelación a las de Inglaterra (Royal Marines, 1664) y Holanda (Korps Mariniers, 1665), Estados Unidos (Marine Corps, 1775) y Portugal (Fusileiros Navais, 1797). ANTECEDETES. Antes de que España fuera una realidad, y antes también de que se pudiese hablar de la existencia de la Infantería de Marina, hubo soldados de guarnición en las armadas y flotas. Se contrataban como el resto de los profesionales para un viaje o jornada concreta y no formaban unidades permanentes. Más tarde, cuando aparezcan las primeras unidades asignadas específicamente para esta misión marítima, esta novedad no desterrará en mucho tiempo el antiguo sistema, coexistiendo con él. El soldado de Marina es una realidad en la Baja Edad Media, y probablemente antes, en Castilla y Aragón. Los soldados de mar sólo tienen misión a bordo de las naves, cuyo combate definitivo es muy similar al del asalto a una fortaleza o reducto en tierra.
El antecedente hispano más antiguo de la Infantería de Marina se remonta a las Siete Partidas de Alfonso X “el Sabio”: “los sobresalientes”. El ordenamiento alfonsí establecía (II Partida, XXIV, Ley II) que:
“ Quáles homes son meester para armamiento de los navios quando quisieren guerrear. Homes de muchas maneras son meester en los navios quando quisieren guerrear por mar, asi como almirante, que es guiador et mayoral de la armada; et comitres que ha de haber en cada galea, que son como cabdiellos; et otrosi naucheres, que son sabidores de los vientos et de los puertos para guiar los navios; et marineros, que son homes que los han de servir et de obedecer; et sobresalientes, que es su oficio señaladamente de lidiar; et otros muchos asi como adelante se muestra en las leyes de este titulo.”
Alfonso X elaborando las Siete Partidas
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Y en su Ley VI: “Quáles deben ser los proeres et los sobresalientes, et los que han de guardar las armas, et las viandas et la otra sarcia de los navios. ... Et sobresalientes llaman otrosi á los homes que son puestos ademas en los navios, asi como ballesteros et otros homes de armas: et estos non han de facer otros oficios sinon defender á los que fueren en su navio lidiando con sus enemigos: et han de seer esforzados, recios et ligeros lo mas que ellos pudieren, et quanto mas usados fuesen de la mar tanto será mejor…” Es decir, el sobresaliente era un soldado embarcado que no realizaba funciones marineras, sino tácticas. El “Libro del Consulado del Mar”, pormenoriza por su parte los derechos y deberes de “hombres de armas” y ballesteros embarcados. Se trata de personal contratado individualmente. No proceden de unidades regulares ni forman más que grupos combativos dentro de cada barco. Son gente familiarizada con la guerra en la mar, la defensa del buque y el golpe de mano a costas enemigas. El sobresaliente recibía en Aragón el nombre de terçol (“Los cargos de la Hueste Real en tiempos de Alfonso X. Estudio Onomasiológico” de Inés Carrasco).Semejante función es designada en las instituciones catalanas con el término de terçol “nom que es donava al Ballester que en les naus de guerra ajudava a vogar als dos remers del seu trast o remig”. Esta es la denominación que se registra en la Crónica de Muntaner Bofarull y, siguiendo a éste, Vidal Jové, en sus respectivas traducciones castellanas de la Crónica representan como equivalente del catalán terçol el castellano sobresaliente:
‘’Cuando el almirante hubo hecho reparar las cuarenta naves, como lo ordenara el señor infante, u se dispuso de todas las chusmas y de toda la demás compañía de cabos, según estaba ordenado, o sea que tantos hombres de cabeza hubiese que fuesen latinos como catalanes, y ballesteros de tabla todos catalanes, y todas las galeras, a parte de seis ligeras que tenía como sobresalientes.’’
También, el término catalán es traducido al castellano por Vidal Jové como tercero. Así es como aparece en el Sermó de Muntaner que constituye el capítulo 272 de su Crónica y en el que se puede apreciar que Muntaner no tenía en muy buena estima a los que desempeñaban este oficio:
“No pongáis en vuestra escuadra, si quereis ser triunfante En vuestros hechos, tercero, igual que se hacía antes.
Por esto he comenzado por lo que toca a la mar, Pues conviene la domine el que quiera conquistar Todo el reino de Cerdeña; y si lo hace, temblar Haré a toda la gente; y esto no puede alcanzar Si no lleva gente fresca que sepa herir y matar: Y nunca con los terceros ser podría concentrar
Pilotos y ballesteros que son los que han de atacar.” El Tercio tomó carta de naturaleza jurídica el 15 de noviembre de 1536. Los soldados de mar, alistados a la vez que la marinería para cada actuación naval concreta, tuvieron una decisiva intervención en las luchas castellanas contra ingleses y franceses, bajo el mando naval y militar de sus almirantes y capitanes. La cornisa cantábrica fue entonces la cantera de estos combatientes que, nacidos en el medio marítimo, eran auténticos especialistas de su profesión. Realizada la unión peninsular e iniciada la gesta americana, desde las tres naves colombinas en adelante, todo buque llevaba su guarnición de soldados contratada por los propios capitanes y propietarios de los buques.
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La Casa de Contratación sevillana pronto organiza algo que se podría asemejar a un ejército privado, si no se estuviesen defendiendo intereses del Estado, para atender a las necesidades defensivas de las flotas de Indias. Surge así lo que pronto se conocerá como Tercio de Galeones, que presenta la gran novedad de que no se recluta para cada ocasión, sino que, al menos en estructura, permanece de forma estable, embarcando en su momento, sirviendo durante el viaje, estancia y tornaviaje, regresando e invernando en los cuarteles que se le asignan. Esto supone ya el cumplimiento del requisito mínimo para ser considerada esta unidad como de Infantería de Marina, aunque su carácter militar quede un tanto desdibujada por su dependencia de la Casa, mucho más mercantil que combativa. Sin embargo, la raíz de la actual Infantería de Marina es otra unidad con la que se mantendrá el nexo histórico en siglos venideros a través de otras que son sus sucesoras: el conjunto de compañías o “tropas” conocidas como “Compañías Viejas del Mar de Nápoles” al servicio permanente de guarnición no sólo de las galeras de ese reino, sino de cualesquiera otras que lo precisen y de las que hablaremos posteriormente con más detalle.
Siglo XV. Embarque de tropas
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Solimán el Magnífico
CONDICIONES HISTÓRICAS PREVIAS A LA CREACIÓN DE LA INFANTERÍA DE MARINA ESPAÑOLA La amenaza turca La creación y desarrollo inicial de la Infantería de Marina coincide con el momento en que el Imperio Turco alcanza su máxima expansión. Se trata de una situación estratégica de extremada peligrosidad que amenazaba a toda la Europa
Cristiana del siglo XVI con caer en manos de los turcos.
La amenaza turca empezó a materializarse de forma preocupante con el asalto a Constantinopla en el 1452 por Mohamed II. La presión se hizo más intensa al acceder al
trono, en 1521, Solimán el Magnífico. En el primer año de su reinado (1521) conquista Belgrado, llave del Danubio medio; al año siguiente, tras seis meses de sitio, cae Rodas, llave a su vez del Mediterráneo oriental y obstáculo permanente al enlace por mar de Turquía con Egipto. Cuatro años más tarde, en 1526, tuvo lugar la decisiva batalla de Mohacz, que le dio a Solimán el dominio de Hungría, y en 1529 Viena es sitiada por primera vez. En 1534 cae Bagdad y al año siguiente Kai red Din, más conocido como Barbarroja, conquista Túnez y llega con sus incursiones hasta las bocas del Tíber.
Barbarroja
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Era preciso reaccionar con toda rapidez, ya que Túnez cogía por la espalda el arco defensivo de los estrechos de Mesina y el canal de Sicilia. Así, en junio del mismo año 1535, Carlos I recuperó Túnez.
La importancia de la galera En la realidad que España suponía a principios del siglo XVI y en su interés coincidían no sólo dos espacios marítimos diferentes, separados físicamente por el peligroso paso del Estrecho, sino dos marinas distintas, de diferente especialización, con otra organización y medios navales que no pudo ser llevada de un lado a otro con éxito pleno durante siglos. Las naos atlánticas, recias y pesadas, no resultaban de utilidad en el Mediterráneo frente a las ágiles galeras que no precisaban de impulsión vélica para huir o atacar, contando siempre con la ventaja del barlovento. La galera, en aguas calmas, y cuando la artillería aún no se había desarrollado, presentaba indudables ventajas para el combate.
1535 Asedio de Túnez
1535
Arcabuceros españoles en la Campaña de Túnez
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Era rápida, con silueta baja, tenía “motor” (los galeotes o chusma), con los que podía maniobrar con agilidad. Sus rudimentarios cañones fijos a proa lanzaban una andanada y luego la potencia de fuego y choque residía en los arcabuces y en el asalto de la infantería embarcada. Realmente era tal la importancia de la infantería embarcada que sin ella prácticamente era nula la eficacia de la galera. No es de extrañar, por tanto, que Carlos I se diera cuenta que la clave del éxito en el Mediterráneo era la acción de las galeras, el único medio de la época con el que era posible el dominio del mismo. Pero la potencia de fuego y choque de las galeras, aparte de dos o tres cañones fijos a proa y algún que otro “esmeril”, residía en los arcabuces de su infantería embarcada, que en la práctica era una artillería ligera que actuaba sobre las falcas entre remos y que luego combatía sobre la pequeña plataforma de la arrumbada, desde donde se iniciaba el abordaje.
El soldado de galera intervenía en los dos tiempos en que cabe dividir el combate entre este tipo de buques. El primer tiempo transcurre desde el avistamiento de la galera enemiga hasta su aproximación al alcance de las armas de fuego portátiles. Sin embargo, es en el segundo momento, el abordaje y su preparación, y en su caso la defensa de la nave, cuando interviene como profesional de las armas. En general, la mitad de la gente tanto de mar como de guerra (el llamado batallón) nunca salía de la galera y apoyaba con el fuego la acción de la otra mitad, que a su vez se dividía en dos partes, una que era la fuerza de choque y otra la reserva. La fuerza de choque tomaba la arrumbada de la galera enemiga, para
desde allí proteger el avance de la reserva por la crujía y los corredores laterales y neutralizar los puntos dominantes, que eran el fogón y el esquife. Para la defensa de la nave la guarnición se dividía en vanguardia, batalla, retaguardia y socorro. La “vanguardia” defendía el tercio delantero de la nave, cubriendo la arrumbada, la crujía y los corredores laterales. La “batalla” cubría el centro de los núcleos altos del fogón y del esquife. Precisamente Cervantes como cabo de la escuadra tenía a su cargo la defensa de la zona del esquife en la galera “Marquesa”, lo que normalmente
se hacía con cinco soldados, tres de ellos arcabuceros y dos a cargo de un esmeril y del lanzamiento de piñas incendiarias. La “retaguardia” defendía el tercio de popa y, por último, el “socorro” era una reserva que se mantenía bajo cubierta.
Galera Veneciana
Galera Veneciana
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En la Armada de Galeones, que cubría la ruta de la Indias, la situación era diferente, ya que su navegación exclusiva a velas y su mayor artillado disminuían la importancia de la guarnición militar del buque.
Galera en combate
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PRIMERA ÉPOCA (1537‐1717) INFANTERIA DE ARMADA
FUERZA DE DESEMBARCO Y GUARNICIÓN DE GALERAS, GALEONES Y GALEAZAS Las Compañías Viejas del Mar de Nápoles El hecho real, anterior a 1537 y por desgracia bastante frecuente, era que la infantería embarcada muchas veces era insuficiente y de mala calidad porque se contrataba directamente por el capitán de la galera o todo lo más a nivel de escuadra de galeras. A principios del siglo XVI en las galeras no parece existir distinción entre tripulación y guarnición. A partir de 1530 se aprecia la contratación independiente de arcabuceros. Siendo preciso tener asegurados, por tanto, al menos 30 arcabuceros por galera de la mejor calidad posible, Carlos I creó en 1537, para asignar de modo permanente a las Escuadras de Galeras del Mediterráneo, las “Compañías Viejas de la Mar de Nápoles”, siendo agrupados en un cuerpo especial y entrenados para combatir “por tierra y por mar”.
“…en tiempos de Carlos V, cuando se precisaban soldados para ciertas empresas arriesgadas en la mar, se utilizaban los de tierra y se les habituaba a vivir y luchar en el nuevo medio, es decir, se hacía lo que siglos después se llamó marinear al soldado. Tal es el origen de la Infantería de Marina.” (General Rivas Fabal)
Estas compañías estaban asignadas de forma permanente a la armada de galeras del reino napolitano y a la disposición inmediata del virrey o, más tarde, del capitán general del Mar como mando operativo de todas las fuerzas navales del ámbito. Siendo, por tanto, la primera unidad militar desempeñando unos cometidos específicos distintos de las demás unidades de Infantería, tenía carácter de fuerza permanente o semipermanente y estaba asignada de forma definitiva a la Armada, se considera el origen de la Infantería de Marina.
Estas unidades repartían sus fuerzas entre las galeras quedando su sostenimiento a cargo de las mismas y, a prorrateo entre todas, el capitán y su plana mayor cuando embarcaba completa una compañía. Su misión, como antes se dijo, era exclusivamente de guarnición de buques, ya que la compañía, como unidad táctica, era muy pequeña para cualquier acción seria en tierra y, por otra parte, era muy peligroso dejar a las galeras sin guarnición.
Arcabucero español
Galera s.XVI
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Los fracasos de Argel y Gelves A pesar de la victoria de Carlos I en Túnez, la presión otomana es incesante en todos los frentes. En el Mediterráneo los turcos delegan de momento su acción en los piratas berberiscos. Barbarroja, en septiembre de 1538, delante de Prevesa, aniquila las flotas genovesas y venecianas al mismo tiempo que Solimán dirige el esfuerzo principal al flanco SE de Europa, invadiendo en el mismo año 1538 los Balcanes; como consecuencia, en 1540 cae Budapest.
Barbarroja domina por completo el Mediterráneo y Carlos I decide intentar acabar con esta situación atacando Argel, arsenal y base principal de los corsarios berberiscos. La acción se realizó en octubre de 1541 con una fuerza de 36.000 hombres en 451 transportes y 65 galeras, pero el ataque, en el que por cierto participó Hernán Cortés, fracasó debido a un fuerte temporal que impidió el asalto. El dominio naval turco es cada vez más potente y en 1551 cae Trípoli en manos de Dragut. Esta vez la reacción se hizo esperar cuatro años, y en el año 1560 Felipe II (en 1555 había abdicado Carlos I), a instancias de los Caballeros de Malta, decide recuperar Trípoli, sufriendo la cristiandad en esta acción un enorme desastre. El panorama no podía ser más desolador y la moral cristiana más baja. Desde la expedición a Túnez en 1535, es decir, desde hacía 25 años, la cristiandad no hacía más que recibir reveses por todas partes, y los continuos triunfos turcos y berberiscos hacían presagiar la caída en breve plazo del Mediterráneo central, cuyas plazas cristianas de África, Orán y Mezalquivir, fueron atacadas por el rey de Argel en 1563. Ahora, perdida la iniciativa, sólo quedaba esperar el golpe turco definitivo y tratar de enfrentarse a él en las mejores condiciones posibles.
1538 – Batalla de Prevesa
Berberisco
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Malta. La clave del Arco. En efecto, durante el invierno de 1564 llegan noticias de que los turcos preparan una poderosa flota, pero el objetivo de su ataque es un misterio; se sabe que Francia y Venecia serán respetados, luego el ataque sería contra Italia, España o contra Malta.
La guarnición española de La Goleta, en Túnez, es reforzada. Los Caballeros de Malta tratan de mejorar las defensas de su isla y hacer acopio de armas y provisiones. Al fin, el esperado y temido ataque turco se desvela, su objetivo es Malta, la llave de la línea defensiva del Mediterráneo central, y el 18 de mayo de 1565 desembarcan las primeras fuerzas turcas. Es preciso reaccionar con rapidez en ayuda de Malta y lo primero que hay que hacer es reforzar las fuerzas del virrey de Sicilia, don García de Toledo, para que éste acuda en defensa de los heroicos Caballeros de Malta. Pero la rapidez no era más que un eufemismo, ya que se carecía de fuerzas “disponibles” y apropiadas para hacerlo. La escuadra de galeras de la “Guarda del Estrecho” que mandaba don Alvaro de Bazán sale el 7 de mayo a toda prisa para Barcelona con objeto de embarcar 4.000 hombres; en Palamós se le unen 16 galeras al mando de don Gil de Andrade; en Génova embarcan 1.500 hombres del Maestre de Campo don Sancho Landoño;
1565 Sitio de Malta
Don Álvaro de Bazán Marqués de Santa Cruz
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llegan a Nápoles el 20 de julio y finalmente el 5 de agosto se reúnen en Messina las fuerzas que han de auxiliar a Malta. Después de una serie de dudas, el 25 de agosto de 1565 el Virrey de Sicilia, don García de Toledo, se hace a la mar y al final del amanecer del 7 de septiembre desembarcan en Malta y consiguen rechazar y obligar a reembarcar al enemigo con el auxilio de los heroicos defensores de Malta. El ataque final turco estaba previsto precisamente para el 7 de septiembre y con un solo día más que se hubiese retrasado se habría perdido Malta y con ella la clave del arco defensivo que protegía el Mediterráneo central. Es decir, que a pesar de la alerta producida durante el invierno de 1564 y la confirmación del punto exacto del ataque turco el 18 de mayo, se tardaron casi cuatro meses en reaccionar a la temida y esperada acción enemiga. Los primeros Tercios de Infantería de Armada La salvación de Malta fue la primera reacción positiva de la cristiandad después de un largo período de desastres e hizo a Felipe II tomar clara conciencia de la situación límite a que se había llegado, y que era preciso organizar “equipos” permanentes de Fuerzas navales y terrestres que estuviesen en condiciones de combatir a bordo y en tierra y que mantuviesen una disponibilidad casi absoluta. No se podía en modo alguno andar recorriendo el Mediterráneo para recoger aquí y allá fuerzas terrestres que de golpe se veían en unas condiciones de ambiente y de combate que no eran las suyas habituales. Lo mejor era potenciar las veteranas Compañías Viejas del Mar de Nápoles, en todo momento vinculadas a las acciones navales. Cuando nacen los Tercios de Infantería de Armada no había ninguna distinción orgánica entre unidades terrestres y navales para su empleo. Los Tercios eran fuerzas reclutadas y organizadas por Maestres de Campo con autorización del Rey y que “a veces” eran sostenidos por la Corona. La Armada se denominaba la “Real Armada” porque su armador era el propio Rey. Los Tercios de Infantería de Marina se crearon expresamente para la Armada, y desde el primer momento su denominación fue naval y sus escudos y banderas llevaban dos anclas cruzadas.
En consecuencia, Felipe II ordenó en 1566 que se creasen tercios que fuesen desde el primer momento incorporados a la Real Armada, entrenándose para la guerra anfibia. Estos tercios fueron:
- Tercio de la Armada (luego Tercio de Galeones). - Tercio de la Armada del Mar Océano. - Tercio Nuevo de la Mar de Nápoles.
Soldados de los Tercios
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- Tercio Viejo de la Armada del Mar Océano y de Infantería Napolitana. - Tercio de Galeras de Sicilia.
Es Felipe II el que crea el concepto de “Fuerza de Desembarco”; es decir, protección del poder naval sobre la costa por medio de fuerzas que, partiendo desde las naves, fueran capaces de abordarla sin menoscabo de su capacidad de combate en tierra. Así, el 27 de febrero de 1566 se crea en Cartagena el Tercio de Armada para atender de forma permanente las necesidades de guarnición de las armadas de guerra, de forma parecida, aunque no igual, a la que desde 1528 venía haciendo el Tercio de Galeones respecto a las naves de las Indias. Fue su primer Maestre de Campo don Lope de Figueroa. En los primeros tiempos se le conoce como Tercio de la Armada del Mar Océano o bien como Tercio de Armada o Tercio de Figueroa, según era empleado en el Atlántico, como guarnición de la citada armada, o bien en el Mediterráneo.
El Tercio (Nuevo) de la Mar de Nápoles también denominado “de la Corona” y el “Mar y Tierra”, se creó el mismo día que el anterior bajo el mando de su también primer Maestre de Campo y fundador don Pedro Padilla y, como el anterior, se incorporó rápidamente a Nápoles. A pesar de esta nueva creación se consideró heredero del Tercio Viejo del Mar de Nápoles, que con el tiempo parece ser que llegaron a constituir las Compañías Viejas, por lo que este Tercio adquirió la antigüedad de las mismas, 1537, y es por tanto el Tercio cuna de la Infantería de Marina. Ese mismo año nacía el Tercio de Galeras de Sicilia, aunque su antigüedad se remonta a 1535.
El Tercio Viejo del Mar Océano y de Infantería Napolitana se creó algo más tarde, el 1 de septiembre de 1571 y, tuvo la condición de unidad móvil con alguna actuaciones navales de las que le quedó el nombre, cambiado posteriormente por su
abreviatura: Regimiento Nápoles (1707). Estos primeros Tercios tendrían ocasión de poner en práctica su valía en numerosas acciones, desde este momento, fueron conocidos como “Tercios de la Armada” o “Infantería de la Armada”. Estaban compuestos por unidades de rodeleros, de piqueros y de arcabuceros.
Armas del Maestre de Campo
don Lope de Figueroa Tercio de la Armada del Mar Océano
Armas del Maestre de Campo
don Pedro Padilla Tercio Viejo del Mar de Nápoles
Piquero de los Tercios
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Llevaban en su escudo dos anclas de oro puestas en aspa, que fueron el emblema del Cuerpo hasta 1931. El Tercio de Armada inicia su vida con un contingente inusitado, nada menos que 6.697 hombres distribuidos en 40 compañías; una fuerza de esa magnitud muestra que no había sido creada únicamente como guarnición de buques. También fue establecido el número de hombres de guarnición de cada navío, quedando fijada en 125 infantes para cada bajel, incluso su capitán, un alférez, un sargento, un pífano y un tambor. El capitán de infantería compartía la cámara con el capitán de mar, lo que da idea de la importancia concedida entonces a la Infantería de Marina. Embarcado en 1567 en la Armada del Mar Océano, se irá desvinculando en años sucesivos su carácter naval ya que sus servicios son requeridos en los Países Bajos y en la Guerra de las Alpujarras. Finalizada ésta, desde los primeros planes de creación de la Santa Liga contra el turco se piensa contar con esta unidad aguerrida y a este objeto se embarca hacia Italia y Messina en las Galeras de España formando un total de 16 compañías. Organizada la escuadra, las banderas de don Lope de Figueroa se distribuyen entre las galeras de España, Nápoles y Génova. De los 8.160 soldados españoles que combatieron en Lepanto en 1571, 2.285, al mando de ilustres capitanes entre los que se encontraba don Pedro de Bazán, hijo del Marqués de Santa Cruz, pertenecían al Tercio de Figueroa y a ellos les cupo la gloria de intervenir en la acción definitiva de la batalla, pues la mayoría pertenecía a la escuadra de reserva que decidió la suerte final. Los arcabuceros del Tercio de la Armada del Mar Océano fueron los primeros que asaltaron a la galera “Sultana”, capitana del almirante turco Alí Pachá, y los arcabuceros del Tercio Nuevo de la Mar de Nápoles, con su Maestre de Campo al frente, don Pedro Padilla, a bordo de la capitana del Marqués de Santa Cruz, tras rendir a dos galeras
saltaron a la galera “La Real”, de don Juan de Austria, y pasaron a la galera “Sultana” para acabar con la existencia de la capitana enemiga. Don Lope de Figueroa sería premiado con una comisión excepcional, la de llevar la nueva y detalles de la batalla a Felipe II. Con posterioridad el Tercio de Armada embarcaría para la campaña de las Islas Azores, que emprendiera Felipe II para hacer valer sus derechos a la corona de Portugal y para evitar que estas islas se pasaran a la obediencia del Prior de Rato, pretendiente también a la corona portuguesa.
En una primera expedición una escuadra española mandada por Bazán bate a una francesa (aliadas del Prior) en aguas de estas islas en 1581. Participa el Tercio de Armada con 3.600 hombres. Derrotada la flota enemiga, se regresa a Cádiz, no sin antes desembarcar a los 2.600 hombres del tercio de don Agustín
Primera bandera de la Infantería de Marina
1571 Batalla de Lepanto
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Íñiguez de Zárate en la isla de San Miguel para evitar hostigamientos de los 3.000 ó 4.000 defensores rebeldes de la isla de la Tercera, que sigue obediente al desafecto portugués. Felipe II decide tomarla y en 1583 organiza una expedición que, conducida por Bazán, cuenta con una fuerza de desembarco, al mando de don Lope de Figueroa, Maestre del Tercio de Armada, para el asalto de la isla. La materialización del desembarco es un brillante ejemplo de lo que hoy llamaríamos guerra de maniobra. El enemigo guarnece en fuerza las probables playas de desembarco y cuenta con fuerte reserva. Después de efectuar un concienzudo reconocimiento, el Jefe de la Fuerza, don Lope de Figueroa, descubre una playa poco idónea para un desembarco, pero en el cual éste no sería imposible.
Al efecto desviar la atención del defensor (que sigue atentamente por tierra todos los movimientos de la flota española) se efectúa una demostración, apoyado en fuego de cañón de las galeras, sobre una de las playas que, aparentemente, eran de las más idóneas para el desembarco. Engañado, el enemigo orienta sus fuerzas para hacerse fuerte contra esta amenaza al tiempo que, rápidamente, el Tercio de Armada, seguido de los demás desembarca en dos oleadas (“barcadas”) en la playa inicialmente juzgada como menos idónea. Una vez en tierra, eliminada la débil resistencia inicial y constituida la adecuada potencia de combate, la fuerza de desembarco busca y cierra sobre el grueso enemigo, venciéndolo. La campaña de la Tercera en 1583 fue, quizás, la más brillante de toda la historia de la Infantería de Marina Española. Unidades del Tercio de Armada, embarcadas en las escuadra de don Fadrique de Toledo, la del Mar Océano, y junto con la Infantería de las del Estrecho, Vizcaya, de las Cuatro Villas, de Nápoles y de Portugal, intervendrían también en la conquista de San Salvador de Bahía, ocupada por los holandeses, tomando la ciudad el 30 de abril de 1625, tras haber saltado a tierra con cuatro días de ración en los sacos y haber tomado las oportunas posiciones, adelantando las trincheras hasta el foso. En una segunda expedición, en 1638, se obtuvo una victoria que obligó a los holandeses a una evacuación definitiva de la zona.
1583 Desembarco en las Islas Terceras
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Miguel de Cervantes, Infante de Marina. La vida militar de Miguel de Cervantes transcurre entre 1569 y 1584. Tanto esta circunstancia como la de haberse hallado en la jornada de Lepanto en 1571 y en otras acciones de mar y tierra son innegables e innegadas; sin embargo, lo que es punto de discusión es si puede o no considerarse Infante de Marina. La unidad en la que sienta plaza, como soldado aventajado, a los 22 años, es la compañía de don Diego de Urbina, una de las diez de las que se componía el tercio del Maestre de Campo don Miguel de Moncada. Se trataba de una compañía de infantería española reclutada en el interior de Castilla, pero su destino estaba muy claro y constituía el mayor aliciente para los reclutas: combatir al turco por mar en los prolegómenos de la Santa Liga. Embarcado con su unidad, su primera campaña fue probablemente el socorro de Chipre, en el que las galeras españolas de don Juan Andrea Doria, las del papado y las de Venecia, bajo el mando conjunto de Marco Antonio Colonna, no pudieron impedir la pérdida de la isla. Formada de nuevo la Santa Liga, Cervantes embarco otra vez en Nápoles con su capitán y parte de su compañía en la galera “Marquesa”. Conocida fue su valiente actuación en el mayor combate naval del siglo. Enfermo de calenturas, su capitán ordenó su baja y que fuese retirado bajo cubierta por no encontrarse en condiciones de pelear, pero su alegato fue contundente: “…más quería morir peleando por Dios y por su rey, que su salud.”, pidiendo que “le pusiese en la parte y lugar que fuese más peligroso, y allí estaría y moriría peleando”. En efecto, se le dio un puesto de gran responsabilidad, la defensa del esquife, clave de la propia galera, donde lucha heroicamente al mando de doce soldados, ya que su condición de aventajado le cualificaba para ello.
don Miguel de Cervantes Saavedra
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En el transcurso de la batalla en la que, según atestiguan multitud de informes, se comportó con gran bizarría, recibió dos arcabuzazos en el pecho y otro en la mano izquierda, de la que resultó inútil.
Si la actividad militar de este genio literario en ciernes hubiese terminado en 1571, cabría afirmar todo lo más que Cervantes fue soldado de Mar en una unidad embarcada, convirtiéndose en válida la frase de Alcalá Galiano de que: “Al Ejército español cabe la suerte de que varón tan insigne militase en sus filas como soldado de sus valerosos Tercios; y a la Marina de nuestra Patria la no menor de que su nombre se halle asociado al combate más glorioso y trascendente de sus fastos navales.” Pero está documentalmente probado, como veremos, que si bien es cierto que antes fue soldado de infantería embarcado para una jornada naval, más tarde se convirtió en verdadero Infante de Marina al pasar a una unidad al servicio permanente de la Armada y que por esta circunstancia acabaría denominándose Tercio de Armada. Después de Lepanto, malherido, fue trasladado a aquel célebre hospital de Messina donde pudo gozar del sobresueldo de tres escudos del que le
hizo merced don Juan de Austria por sus méritos y donde permaneció convaleciente hasta 1572.
Combate de los Tercios
Asalto de los Tercios al Fuerte Carolina
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A partir del 29 de abril de ese año, Miguel de Cervantes pasa a ser Infante de Marina al sentar plaza en la compañía de don Manuel Ponce de León, del Tercio de don Lope de Figueroa. A partir de ese momento seguirá todas sus vicisitudes marítimas, porque no se trata de una unidad embarcada para una ocasión concreta, sino de la unidad de guarnición de galeras. Por una relación de 16 de julio de 1572 se sabe que el Tercio de don Lope, con un total de 2.259 plazas, estaba embarcado en 12 de las 16 galeras del cargo de don Álvaro de Bazán. Cervantes, por lo tanto, tuvo que haber servido a bordo de una de estas naves. El 7 de octubre de 1572 tomó parte en el indeciso combate de Navarino y de ahí pasó, con su tercio, a las duras jornadas de Túnez y La Goleta, salvándose de la reconquista turca que hizo perecer a la heroica guarnición de sus compañeros de armas, al volver con el grueso del tercio de don Lope de Figueroa a Italia, donde permaneció hasta 1575, estando de guarnición en Cerdeña y navegando a Génova y La Spezia y participando en el socorro de La Goleta en 1574 que el mal tiempo hizo fracasar. Cuando se dirigía con licencia a España, a representar en la Corte una solicitud para el mando de una compañía, avalada por los informes de su Maestre de Campo y del propio virrey de Nápoles, Duque de Sessa, es apresado junto a su hermano Rodrigo, soldado como él en la galera “Sol”, por los argelinos. Hasta 1580 permanecería cautivo en Argel, resultando infructuosas sus valerosas e ingeniosísimas intentonas de fuga.
Piquero, arcabucero y rodelero
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Tras una comisión de servicio llevada a cabo en Orán, Cervantes interviene en la campaña de Portugal y en la batalla naval de la isla de San Miguel, siendo ésta la última de sus actividades militares, cambiando a partir de entonces la espada del soldado por la pluma del escritor y funcionario, aunque su carácter belicoso nunca le permitiría el uso de la primera. Si el Tercio de don Lope de Figueroa, el Tercio de Armada, fue un tercio naval permanente y a él perteneció Miguel de Cervantes Saavedra, como con toda probabilidad también su hermano, sólo quien no se resiste a ver y creer puede negar que fue Infante de Marina y que una de las mayores glorias del Cuerpo es la de poder contar entre sus veteranos con el hombre más notable de las letras españolas.
Batalla naval de la Isla de San Miguel
Galera “La Real” de don Juan de Austria
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El significado de la creación de los Tercios de Armada Con la disposición de Felipe II la situación había cambiado por completo ya que a cada escuadra de galeras se le asignó un Tercio de Galeras, así que cada galera no tenía ya su propia infantería, sino que ésta le era asignada, con lo cual se podía dosificar su entidad según la misión asignada a la escuadra, pero lo más importante no era esto, sino que las guarniciones podían desembarcar en un momento dado e integrarse en unidades tácticas, puesto que poseían el adiestramiento y los cuadros de mando para ello. Pero es más, para en un momento dado poder aplicar en fuerza el poder naval sobre las costas del Mediterráneo o del Atlántico, es decir, para cuando se juntaba la Armada, se creó el Tercio de Armada, capaz durante la navegación de reforzar las guarniciones de los Tercios de Galeras con Infantería de Armada, como se la denominaba entonces, y llegado el momento desembarcar como una unidad táctica completa perfectamente adiestrada. Es decir, que, a partir de Felipe II,
España contaba con una herramienta que podía pasearse por todo el Mediterráneo y aplicar en cualquier momento y punto de la costa las tácticas derivadas del genio del Gran Capitán. Esta herramienta, la capacidad anfibia, está ya plenamente desarrollada a finales del siglo XVI, como lo demuestra el desembarco en Azores en 1583, en el que se puede apreciar la planificación y las mismas fases de la doctrina moderna, con utilización de cinchas y atalajes especiales para los caballos en la de embarque, y el empleo de lanchas planas en oleadas sucesivas con formación de cabeza de playa fortificadas por unos elementos constituidos mayoritariamente por arcabuceros e ingenieros, a los que sigue el grueso que forma escuadrón rápidamente para las ulteriores operaciones en tierra. En cuanto al origen u antigüedad de los tercios, dice el General Rivas Fabal que: “… en tiempos de Carlos V, cuando se precisaban soldados para ciertas empresas arriesgadas en la mar, se utilizaban los de tierra y se les habituaba a vivir y luchar en el nuevo medio, es decir, se hacía lo que siglos después se llamó marinear al soldado. Tal es el origen de la Infantería de Marina”. Tal vez sea lo que ha podido llevar a pensar a algunos que el origen de los Tercios de Infantería de Marina o de Armada fueron Tercios del Ejército. Sin embargo, siguiendo la opinión del General Aláez Rodríguez, no puede establecerse tal nexo de unión. Cuando nacieron los Tercios de Infantería de Armada no había una distinción nítida entre unidades terrestres y navales, desde el punto de vista orgánico, para emplearlas.
1590 Batalla de Ivry
Piqueros franceses
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Los Tercios eran fuerzas reclutadas y organizadas por Maestres de Campo que tenían autorización del Rey para hacerlo y que eran sostenidos “a veces” por la Corona. Tanto es así que la mayoría de los Tercios Viejos, los primeros creados, se conocían por los nombres de sus jefes. La Armada se llamaba Real Armada porque el Armador de los buques era el Rey, es decir, estaban construidos y equipados por el Rey y, a veces, sólo para determinadas acciones navales. Don Álvaro de Bazán, el más grande de nuestros marinos, en 1565 mandaba la escuadra de galeras de la “guarda del Estrecho” que era mantenida y sostenida por los comerciantes de Sevilla. Cuando esa escuadra fue llamada para acudir en socorro de Malta su mantenimiento corrió a cargo del Rey.
Felipe II se servía de una “Secretaría del Despacho Universal” que no distinguía entre Ejércitos de Tierra y Mar. Pero es más, los Tercios de Infantería que se vinculaban a la Real Armada se crearon expresamente para ella y desde el primer momento su denominación fue naval (del Mar de Nápoles y del Mar Océano) y sus escudos y banderas llevaban dos anclas cruzadas (escudo de la Infantería de Marina hasta 1931). Fue en 1717 cuando se crearon el Ejército de Tierra y la Armada tal y como hoy los concebimos y cuando parte de dichos Tercios pasaron al Ejército y la Armada se quedó con sólo Aquila parte que se consideraba necesaria para el nuevo concepto de guarnición de buque que las escuadras creían necesitar.
Falcón Pedrero
Equipo de soldado
Piquero de Infantería de Marina
Piquero de los Tercios
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Por Real Orden de 28 de septiembre de 1704, los Tercios pasaron a ser Regimientos, siendo algunos transferidos al ejército. Posteriormente, por Real Orden de 28 de febrero de 1707, recibieron nombres permanentes, resultando, para los que estuvieron vinculados a la Armada:
- Regimiento de la Mar de Nápoles - Regimiento de Bajeles - Regimiento de Marina de Sicilia - Regimiento de Armada
Entre las acciones más destacadas de esta época, cabe citar:
- 1541. Expedición de Argel - 1571. Batalla de Lepanto - 1573. Expedición de Túnez - 1582. Conquista de las Terceras y Azores - 1599. Expedición a Inglaterra - 1625. Expedición a San Salvador
Cascos
Equipo de mosquetero y arcabucero
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Hasta principios del siglo XVIII no puede hablarse propiamente de uniformidad, aún cuando no faltan disposiciones aisladas destinadas a uniformar la tropa, así, ya a finales del reinado de Felipe II, encontramos unas disposiciones por las que se
establecía que los piqueros vistiesen capotillo, jubón y calzas‐zaragüelles de paño pardo; más adelante, en 1632, se establece que el soldado lleve jubón amarillo con faldetas (mangas perdidas), calzones gregüescos, también amarillos, medias calzas
encarnadas y sombrero blanco a la walona, con pluma encarnada.
Diversidad en la uniformidad
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En 1652 se cambia el color de este vestuario y se les entrega una hungarita de mangas perdidas de paño pardo, y de este color son también los calzones, incluso las medias debían ser de paño pardo. Pero la penuria y desorganización de la época nos hace
pensar que estas medidas no fueron puestas en práctica, al menos de una manera general.
Soldados de los Tercios
Soldado de los Tercios
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SEGUNDA ÉPOCA (1717‐1827) INFANTERIA DE MARINA. CUERPO DE BATALLONES DE MARINA
GUARNICIÓN DE BUQUES En el año 1700 había los siguientes cuatro Tercios de la Armada de Infantería Española:
- Armada Viejo, al mando del Maestre de Campo don Alejandro Barriento. - Armada Nuevo, al mando del Maestre de Campo don Carlos de San Gil y la Justicia. - Armada 1ª, al mando del Maestre de Campo don José de Villalonga, Conde de la Cueva. - Armada 2ª, al mando del Maestre de Campo don Pedro de Castro.
Además, en Italia había tres tercios más de Infantería Española, que se embarcaban:
- Mar de Nápoles, al mando del Maestre de Campo don Lucas de Spínola, Marqués de Siruela. - Fijo de Nápoles, al mando del Maestre de Campo don Juan Caro de Montenegro. - Fijo de Sicilia, al mando del Maestre de Campo don Nicolás Choven.
Y un Tercio de Armada de Infantería Italiana:
- Armada Viejo, al mando del Maestre de Campo don Juan Bautista Visconti. A esto debemos añadir que en 1703, el Ejército de Galicia, fiel a Felipe V, contaba con dos Tercios de Armada. Por Real Orden de 28 de septiembre de 1704, los Tercios pasaron a ser Regimientos. La Real Orden de 19 de junio de 1705 estableció en principio que el personal destinado en las Armadas de América, apenas 1.231 hombres, se agrupara en unidades típicas de los Austrias: las Compañías. En este momento de desbarajuste normativo coinciden por tanto los dos tipos de unidades mencionadas, Regimientos y Compañías. Por otra Real Orden de 28 de febrero de 1707, los Regimientos recibieron nombres permanentes. Según esta Real Orden, los que prestaban servicio embarcados, además de las citadas Compañías, a las que no se alude en ella, pasaron a denominarse de la siguiente forma:
- Armada, al mando del Coronel Marqués de Santa Cruz. - Marina, al mando del Coronel don Antonio de Lanzas y Taboada. - Baxeles, al mando del Coronel don Jerónimo de Solís y Gante. - Mar de Nápoles, al mando del Coronel don Blas de Dragoneti.
Parte de estas unidades junto con las compañías de las Indias fueron aprovechadas para formar en 1717 el Cuerpo de Batallones, origen moderno de la Infantería de Marina, y parte pasó a los Regimientos de Infantería del Ejército de Tierra, al año siguiente, cambiando sus nombres el 10 de febrero de 1718:
- Armada por Mallorca - Bajeles por Córdoba - Mar de Nápoles por Corona - Marina por Palencia
Los cuatro Regimientos referidos pasaron a tomar estas denominaciones por los siguientes motivos: “Corona.‐ Este Regimiento se llamó Mar de Nápoles por haberlo nombrado así el Rey Alfonso V de Aragón, habiéndolo destinado al servicio de la Marina en otro reino de Italia, cuando para suceder en estos reinos Juana II, hizo guerra a su competidor Renato de Anjou, y habiendo venido a España otro Cuerpo, cambio de nombre para distinguirse de los Tercios Viejos de la Armada que había en este Reino.”
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“Córdoba.‐ Este Regimiento se llamó Bajeles, con cuyo título se formó el Tercio de Infantería Viejo, del Maestre de Campo don Melchor de la Cueva, y vario el nombre cuando se dio el de Bajeles a uno de los cuatro Batallones de Marina, formados el año 1717.” “Mallorca.‐ Este Regimiento se llamó Armada, con cuyo nombre se levantó en el Reino de Jaén el año 1682, para servicio de la Marina; y por Real Decreto de 19 de febrero de 1718 mudo su nombre, para distinguirse del Batallón de dichos cuatro de Marina, a que se dio el suyo antiguo.” “Palencia.‐ Este Regimiento se llamó Marina y varió el nombre, por habérselo dado este a uno de los referidos cuatro Batallones de Armada.” Entre 1714 y 1715, existió un quinto Regimiento que se denominó Marina de Sicilia. El 28 de abril de 1717 se reorganizó toda la Infantería de la Armada, que formó el Cuerpo de Batallones. Esta nueva unidad, el Batallón, sustituyó al Regimiento. Los Batallones fundacionales eran los siguientes:
- Armada. - Marina. - Bajeles. - Océano.
Estos Batallones recibieron como norma constitutiva la…
“…Ordenanza para la formación, mando, servicio, policía, disciplina, subordinación y subsistencia de los Batallones de Marina, tanto a bordo de los Navíos como en tierra.”
Es en 1717 cuando se crea el Ejército de Tierra y la Armada tal y como hoy los concebimos, y cuando parte de dichos Tercios pasan al Ejército, quedándose la Armada sólo con aquella parte que se considera necesaria para el nuevo concepto de guarnición de buque que las escuadras creían necesitar. Esta fecha divide en un antes y un después la historia de la Infantería de Marina española. La reforma de Patiño La Infantería de Marina va indisolublemente unida a la historia de la Armada. Encontramos una definición de las funciones que se le asignaban en dos normas de principios del siglo XVIII: la Instrucción de 28 de abril de 1717, por al que Patiño reorganizó el Cuerpo para Felipe V, y el Reglamento del Batallón de Barlovento de 11 de septiembre de 1734, creado para servir en el Caribe. Las funciones eran relativas al embarque de la Infantería en los navíos del Rey para darles la seguridad oportuna y combatir en ellos, así como la prestación de estos mismos servicios en tierra. Ambos tipos de funciones se han denominado de guarnición, bien de Arsenales y Plazas, bien de buques, en los que precisamente se llamaba de esta forma (guarnición) a las unidades o destacamentos de Infantería de Marina que se embarcaban en ellos. Clásicamente la dotación, o conjunto de hombres destinados en un buque, estaba formada por la tripulación, Oficiales de mar y pito, la marinería y la guarnición, formada por infantes. La primera norma aludida decía en su artículo primero lo siguiente:
“…Siendo indispensable que para el perfecto armamento de los navíos que haya gente de guerra, que los guarnezca se ha formado el Cuerpo de tropas con el nombre de batallones de marina, los cuales han de hacer el servicio de mar y tierra en los bajeles, puertos y plazas donde fueran destinadas”.
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Por su parte, el Reglamento del Batallón de Barlovento, establecía en su artículo primero, en relación con sus funciones, lo siguiente:
“1.‐ Habiendo resuelto S.M. que se forme un batallón, cuya inspección haya de estar al cuidado del comandante, que es, o fuere de la armada de Barlovento, arreglado sobre el pie de los batallones de marina de España, como el mismo número de gentes y compañías declaro y ordeno, que este batallón ha de hacer el servicio en mar, y en tierra, así en los bajeles de la mencionada armada, a que se destina principalmente, como en la plaza de la Vera Cruz, castillo de San Juan de Ulúa y demás donde se tuviere por conveniente”.
Durante el reinado de Carlos II la extrema necesidad de España, acosada externamente y convulsa internamente por lo movimientos de emancipación de Portugal y Cataluña, hace que las unidades más militares de Infantería de Armada, como son el Tercio del Mar de Nápoles, sucesor de las Compañías Viejas y el Tercio de Armada se empleen, respectivamente en Lombardía y en el principado catalán. La guerra es larga y aún lo es más la situación inestable que obliga a mantener estas fuerzas fuera de sus bases y de sus habituales cometidos; por ello, a poco de acceder Felipe V al trono español se encuentra sin Infantes de Marina, porque el Tercio de Galeones ha sido prácticamente deshecho en el desastre de Vigo de 1702, los otros dos (Armada y Mar de Nápoles) han perdido su vinculación marítima tras largos años de empleo como unidades del Ejército y las guarniciones de galeras, excepto las de España, se han disuelto tras perderse los reinos italianos.
Para corregir este orden de cosas, y dentro del proceso general de racionalización de las instituciones públicas llevada a cabo por Felipe V, se deslindarán los campos de actuación del Ejército y de la Armada Real, que como entidades orgánicas con personalidad propia van a agrupar, por separado, las diversas instituciones militares que, por tierra o por mar, servían a la monarquía.
1702 Batalla de Rande
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Los Tercios de Infantería de Armada, que fueron reorganizados como regimientos entre 1704 y 1707 con los nombres de Bajeles, Armada, Mar de Nápoles y Marina de Sicilia, parecían encontrarse en medio de ambos campos, pues prestaban servicios de tierra y mar. Por ello, el Rey parte de cero y reorganiza en 1717 la Infantería de Marina, que a partir de este momento es y será única y general, como única y general era la Real Armada. La fecha de 1717 divide en un antes y un después la historia de la Infantería de Marina española. El 28 de abril se firmaron las “Instrucciones de D. José Patiño para la formación y establecimiento de los Batallones de Marina…”. En este momento se crea una fuerza unificada nacional conocida como “Cuerpo de Batallones” y se le dota de una estructura moderna. El organizador de los batallones por encargo de don José Patiño, Ministro de Marina e Indias, será el Mariscal de Campo don José de Vicaría, elegido para mandarlos como Comandante‐Inspector, cargo que posteriormente se vería desdoblado, el primero como representante del director general de la Armada y el segundo para todo lo relativo al servicio y al personal. En este año y por real orden del inspector don José de Vicaría formaba en Puerto Real, con el pie de tropa del Segundo Batallón del Regimiento de la Corona, antiguo Tercio de la Mar de Nápoles y algunas compañías sueltas, el Cuerpo de Batallones. Fueron cuatro los batallones constituidos, sin contar con el de Galeras, denominado en esta fase “Mediterráneo” y que quedará desvinculado de la organización general de batallones, con la intención de hacer de ellos la Infantería de Marina (“Batallones”) de la nueva Armada Real. De alguna forma se instituye la Infantería de Marina “nacional” y por ello este momento histórico es el que para algunos corresponde a la creación de una Infantería de Marina que atiende a los intereses generales de la Monarquía. En 1717, reinando Felipe V, la Infantería de Marina recibe una nueva y definitiva organización, impulsada por don José Patiño; aunque esta ya se había iniciado en 1705 cuando se reformó la “Armada del Mar Océano” con vistas a proteger nuestras posesiones de Ultramar, adscribiéndose a esta escuadra 18 capitanes de mar y guerra, 24 tenientes, 48 sargentos y 600 soldados. Pero es en 1717 cuando se decreta la reunión en un solo cuerpo de las dotaciones de la Armada del Mar Océano, de Indias, de Cantabria, de la Guardia del Estrecho, de Filipinas, de Barlovento, de Galeras, de Barcelona, etc., agrupándose las tropas en ellas destinadas en un cuerpo especial que pasó a denominarse “Cuerpo de Batallones de Marina”, tomando cada uno de los batallones que lo componían un nombre determinado: “Armada”, “Marina”, “Bajeles”, “Océano”, “Mediterráneo” (que luego pasaría a denominarse “De Galeras”) y “Barlovento” (creado en 1731, para reprimir la piratería con base en Veracruz). Cada Batallón contaba con 600 hombres, agrupados en 6 compañías, cada una de estas con 100 plazas y compuestas por un capitán, un teniente (ambos oficiales de la Armada), 10 sargentos, 16 cabos, un tambor, un pífano y 72 soldados; seis soldados de cada compañía tenían la consideración de granaderos, con dos sargentos y un tambor por cada batallón. Parte de los antiguos regimientos pasó al Ejército, cambiando su nombre el 10 de febrero de 1708: Armada por Mallorca, Bajeles por Córdoba, Mar de Nápoles por Corona y Marina por Palencia. Cuando se formó el Cuerpo de Batallones, su Comandante General era un Oficial General de la Armada, auxiliado por un Sargento Mayor. Cada uno de los Batallones tenía un Capitán Comandante, que era el Capitán más antiguo, un Ayudante Mayor, que hacía las veces de Sargento Mayor, y un Tambor Mayor. Cada Batallón estaba formado, a tenor del artículo 2º de las Instrucciones de 4 de mayo de 1717, por:
“…600 hombres, además de los Oficiales repartidos en seis compañías de a 100 hombres cada una, 10 sargentos, 16 Cabos, un tambor, un pífano y 72 soldados, con un Capitán y un Teniente”.
Don José Patiño
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Según el artículo 30:
“…Todos los soldados de estos batallones deben ser instruidos en el servicio de granaderos, y siempre que llegue el caso de entrar en guarnición o hacer el servicio en tierra se deberán escoger de cada compañía seis soldados que hagan el servicio de tales granaderos, de forma que cada Batallón forme una Compañía del número de treinta y seis soldados y además dos Sargentos, los más aptos del Batallón y un Tambor”.
El año 1716, justo antes de la formación de los Batallones, la Infantería de la Armada vestía uniformes blancos con divisa azul y botón dorado. El primer uniforme del Cuerpo de Batallones fue reglamentado el 28 de abril de 1717 por la “…Ordenanza para la formación, mando, servicio, policía, disciplina y subsistencia de los Batallones de Marina tanto a bordo de los Navíos como en tierra.”
“Art. 11.‐ Como los subalternos del Cuerpo de la Armada tiene ascenso en estos Batallones respecto a sus grados de Mar, y que de diferenciarse los uniformes de unos, y otros Oficiales se originarían inconveniente, y perjuicios, deberán todos indistintamente servirse de uno mismo, según la muestra, o modelo del que existe en los oficios de Marina de Cádiz, sin que se permita por ningún caso, que usen de otro, tanto los Oficiales de los Batallones, como de la Armada.” “Art. 12.‐ El vestuario entero de estos Batallones se suministrará nuevo cada treinta meses, compuesto de casaca, chupa, y calzón de paño azul con divisa roja en la vuelta de la casaca, cuyo forro será de gerguilla, o estameña del propio color, y el de la chupa, y calzón de lienzo, botones de cobre, dos camisas, dos corbatas, un par de zapatos, otro de medias encarnadas, un sombrero guarnecido al canto con galón de seda de coro de oro, una birretina de paño azul corte a la Ynglesa con su frontache rojo, un casacón, o sobretodo de lienzo crudo con su cuello y tres ojales de paño azul en cada lado, uno en la cintura, otro debajo del cuello, y tres en cada vuelta de la manga, para reservar el vestido a bordo, y en países ardientes, un cinturón con su cartuchera, portafusil, y portafrasco con este, una bolsa granadera con su correa, achuela y demás aderentes.” “Art. 13.‐ El vestido de los Sargentos se distinguirá en mejorarse algo la calidad del paño, y forros, y un ribete de oro al canto de la vuelta de la casaca, y un estrecho galón de lo mismo más abajo, el cual se excusará en el de los Cabos de escuadra, guarneciendo el borde la vuelta solo con el ribete.”
De izquierda a derecha: Soldado de Infantería de la Armada (1716), Granadero del Cuerpo de Batallones (1717) y Fusilero del
Cuerpo de Batallones con casacón de mar (1717)
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“Art. 14.‐ Los Tambores y Pífanos tendrán Libreas del propio paño azul, y divisa roja, guarnecidas las casacas, o Baqueros con franja ancha y mediana y de ribete; bien entendido, que ha de ser de seda felpada color encarnado, sobre cuyo fondo habrá tres listas a lo largo, moradas las dos de los extremos, y dorada la de en medio.” “Art. 15.‐ En la misma forma se vestirán los Tambores Mayores con la diferencia de que en lugar de Portacaja, se les dará un tahaly de paño encarnado más largo, y ancho, guarnecido de la franja, y ribete correspondiente, fijando en el escudo con las anclas bordadas o vaciadas en metal, de modo que les venga a caer sobre el pecho.” “Art. 19.‐ El armamento de Oficiales consistirá en la Gola, el fusil, y bayoneta con las prendas correspondientes de que usaran los Granaderos del ejército en los actos y funciones del servicio.” “Art. 20.‐ El armamento que generalmente tendrán estos Batallones, se compondrá de fusil, bayoneta y un sable mediano algo curvo.”
En el año 1717, con la reforma del Superintendente don José de Patiño, se dio una extensa ordenanza que regulaba todo lo referente al servicio privilegios, etc., de los cuerpos militares de la Armada, encontrándose en sus artículos 36 y 37 interesantísimos datos referentes al vestuario de los Batallones de Mar. Estos decían así:
“…Este vestuario se ha de dar generalmente a los Batallones de dos, en dos años, y debe consistir en una casaca, chupa y calzón colorado, y botones de cobre dorados; los calzones aforrados de lienzo, un par de medias coloradas, un sombrero bordado al canto de un galón de seda de color oro, dos camisas, dos corbatas y un par de zapatos.” “El vestido de los sargentos debe tener un borde a la orilla de la vuelta de un galón de oro, y otro galón sobre la misma vuelta. El de los Cabos deberá tener sólo el borde de la orilla de la vuelta del mismo galón. Las libreas de los tambores y pífanos será del mismo paño azul, con la misma divisa, y guarnecidas por las vueltas golpes y costuras la casaca, y en la abertura de atrás, de un galón ancho, de seda felpado de color rojo, que servirá de fondo a tres listas separadas que se pondrán sobre él, a lo largo, las dos moradas a los extremos y una dorada en medio, y los cantos (de la casaca) de un ribete de los mismos colores. Todos los soldados, cabos, tambores y pífanos tendrán su birretina de Granadero, además del sombrero, la cual será del mismo paño azul, y su cartón al frente no muy levantado vestido de piel de oso negra. Así mismo tendrán, para la mar y países ardientes, incluso los sargentos, un casacón, o sobretodo de lienzo crudo, con su cuello y tres ojales de paño azul a cada lado en la cintura, otro debajo del cuello, y tres en cada vuelta de la manga, el cual les servirá para poner sobre la chupa, y preservar el vestuario a bordo.”
(En relación al casacón, sabemos por las contratas anteriores a 1730, que era de mezclilla, con apariencia de color azul claro. Las Ordenanzas de 1748 confirman el hecho: “…El Inspector cuidará de que los tejidos para casacones tengan cuerpo bastante, con alguna mezcla azul, o de otro color.” Una proposición de compra de 1760 se reitera en ello: “…Un casacón y calzón de lienzo casi azul.” Más adelante dice: “…además del casacón de lienzo, unos calzones de lo mismo. El armamento que se ha de dar y han de tener estos batallones deberá ser en esta forma: cada cabo y soldado un fusil, con su portafusil y bayoneta, un cinturón de ante y un sable mediano algo combo, una bolsa granadera de baqueta con sus arredros y un hacha de mano puesta en ella, y asimismo, frascos y cartuchos.” Estas notas escritas podemos completarlas gracias a una excelente lámina, contenida en el “Álbum del Marqués de la Victoria”, que se conserva en el Museo Naval de Madrid, en la que aparecen dibujadas las diferentes prendas que componen el vestuario del soldado. El color azul con divisa encarnada se ha de mantener a lo largo de toda la historia del Cuerpo, según nos indican los Estados Militares de la época y, precisamente basándose en las láminas de diversos Estados del siglo XVIII, se han podido recrear diferentes figuras que muestran la evolución en el corte y los detalles, que no el colorido, de los uniformes. Todo lo comentado anteriormente es referido al uniforme de la tropa, ya que jefes y oficiales de los Batallones, por pertenecer al Cuerpo General de la Armada, vestían estos uniformes, distinguiéndose en el servicio por el uso del espontón y de la gola. Según la Contrata General de 20 de julio de 1717, los Regimientos de Armada, Bajeles, Marina y Mar de Nápoles, debían vestir:
- Armada, Bajeles y Mar de Nápoles: “Casaca azul y calzón de paño blanco, forro de la casaca y vueltas de las mangas azul como también las medias”.
- Marina: “Casaca, chupa y calzón de paño blanco, forro de la casaca y vueltas de las mangas verde como también las medias”. Si nos remontamos a un tiempo anterior a 1716 los datos localizados sobre los uniformes son noticias sueltas. Una Orden de 29 de octubre de 1683, disponía en Nápoles lo siguiente, para los Tercios españoles: “…todos los Oficiales, Soldados y otras personas que tengan sentada plaza en el Tercio antiguo de la España deberán vestir de color rojo
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con las cubiertas de color amarillo; y que los Capitanes, Oficiales y Soldados y otras personas que tengan plaza en el Tercio nuevo deberán vestir del mismo color con las muestras en verde.” En torno a 1685, el Tercio Nuevo de Nápoles de Infantería española estaba vestido de rojo con las vueltas en verde. En 1701 el Tercio Viejo de Napolitanos de la Real Armada vestía de paño blanco‐grisáceo con las vueltas amarillas y botones de estaño. El Legajo 263 de la Sección de Estado del Archivo Histórico Nacional contiene una carta del Duque de Hijar al Marqués de Canales, fechada el 27 de noviembre de 1703, relativa a los Tercios de la Armada del Ejército de Galicia, cuyos Maestres de Campo eran don Diego Andrés Pacheco y don Bernardino Delgado. Sus uniformes eran “600 vestidos de color azul con vueltas encarnadas, y los otros amarillos con vueltas azules” Siempre que se habla de Guerra de Sucesión se menciona los uniformes del Ejército de Felipe V. Los partidarios de Carlos, primero Archiduque y luego Emperador de Austria, que el 25 de mayo de 1711 levantó en Nápoles un Tercio de Marina y una Manga vestían “…El primero traerá vestidos rojos y la Manta rojos con divisa verde”
La Real Orden de 4 de abril de 1721 aumentó a 720 el número de hombres que servían en cada Batallón. Por su parte, el Batallón de Galeras, al momento de su disolución (Real Orden de 28 de noviembre de 1748), constaba de siete compañías. Por Real Orden de 27 de mayo de 1729 se creó el empleo de Primer Sargento.
Tambor del Cuerpo de Batallones (1717)
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1717. GRANADERO DE LOS BATALLONES DE MARINA. Destacar el hacha de abordaje y el frasco de pólvora bajo la bolsa granadera, así como el mechero para encender las granadas prendido en la parte frontal de la bandolera. 1717. CABO DE FUSILEROS. El distintivo de los Cabos era un galón de estambre amarillo al borde la vuelta de la bocamanga. Nótese la bayoneta pendiente del cinto. 1717. OFICIAL. Hasta 1827 la Infantería de Marina no disponía de oficiales propios, prestando estos servicios la oficialidad del Cuerpo General de la Armada, vistiendo sus propios uniformes. En este período el distintivo de mando de la oficialidad eran los bastones, con pomos diferentes según el empleo; para servicios de armas, los destinados en Batallones, usaban la gola y el espontón (una lanza corta). 1717. SARGENTO DE LOS BATALLONES DE INFANTERIA. Destacar el distintivo de los sargentos de esta época: un galón en la manga junto a la vuelta, y otro galón en la orilla de la vuelta, ambos en hilo de oro; sobre las armas usaban como distintivo la alabarda.
En la contrata de 1.200 vestidos que debería fabricar el asentista don Blas Joaquín Manrique, aprobada el 30 de junio de 1728 y 5 de enero de 1729, figura que la casaca tendrá 36 botones grandes y la chupa 30 pequeños. Este mismo documento nos informa de que la librea de los Tambores y Pífanos estaba guarnecida con galón de librea de tres tamaños diferentes: ancho, mediano y ribete. La primera noticia que tenemos del uniforme del Batallón de Galeras es de la Ordenanza de Galeras de 1728. “Una casaca, chupa y calzones de paño colorado con vueltas y forro azul y botones de cobre dorado, calzones de lienzo, un par de medias azules, un sombrero bordado de un galón color de oro, un cinturón, una espada, una birretina y una bolsa granadera”. Los Guardaestandartes, que eran “…personas de distinción mandados por el Rey en la misma conformidad que los Cadetes y Guardias Marinas de navío y bajo las mismas circunstancias de nobleza que habían de justificar”, vestían según esta misma Ordenanza: “Casaca de paño fino rojo con vuelta de paño azul ojalada de pequeños ojales de oro hasta la cintura, de ambos lados, y a la mitad de la cintura tres alamares de oro en cada lado y atrás en la abertura otros tres. En los golpes del bolsillo tres ojales de oro y cada una de las mangas, a la divisa, otros tres, con los botones de oro correspondientes. La chupa, de paño azul fino con ojales de oro a un lado y al otro botones de lo mismo. Los calzones de grana, del paño de la casaca; medias rojas de Inglaterra y sombrero de medio castor"
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1717. TAMBOR DE LOS BATALLONES. Las RROO especificaban que el galón de libres de los tambores debía ser: de seda (dibujo junto a la figura). Las cajas de guerra solían ir pintadas de azul, generalmente con el escudo Real y, a veces, con anclas. 1717. SOLDADO CON EL CASACON PARA SERVICIOS EN LA MAR Y PAISES CALIDOS. Para los servicios a bordo las clases de tropa disponían de un casacón o sobretodo de lienzo crudo, el cual se ponía sobre la chupa y servía para preservar las casacas de las inclemencias del tiempo en la mar.
En 1717 se crean también las “Brigadas de Artillería de Marina” con soldados especializados en el entretenimiento y manejo de las piezas de artillería de a bordo. El batallón “Mediterráneo” a partir de 1728 cambió su nombre por el de “Galeras” y acabaría por extinguirse en 1748, pasando sus fuerzas a engrosar las de los demás. En 1732 los cuatro batallones fundacionales pierden sus nombres, al tiempo que se reorganizaba su planta, al aumentarse hasta 120 hombres la fuerza de cada compañía, pasando a denominarse estos 1º, 2º, 3º y 4º. Sólo el Mediterráneo (Galeras desde 1728) y el recién creado Barlovento (1731) conservarían sus denominaciones hasta su desaparición en 1748, en los que se suprimen los Batallones “De Galeras” y “De Barlovento”. En 1741 se amplía el número de batallones a ocho. Por Real Orden de 3 de agosto de 1731 se creó el Batallón de Barlovento, con la misión de prestar servicio en la Armada de Barlovento, creada en Méjico con la finalidad de reprimir y erradicar la piratería anglo‐holandesa del Caribe. Tenía su Cuartel General o Comandancia en Veracruz. Su organización se reguló por un primer Reglamento de 13 de abril de 1733, al que se añadió otro de 11 de septiembre de 1734. Sus funciones quedaban recogidas en su artículo primero:
“Habiendo resuelto S.M. que se forme un batallón, cuya inspección haya de estar al cuidado del comandante, que es, o fuere de la armada de Barlovento, arreglado sobre el pié de los batallones de marina de España, con el mismo número de gente y compañías declaro y ordeno, que este batallón ha de hacer el servicio en mar, y en tierra, así en bajeles de la mencionada armada, a que se destina principalmente, como en la plaza de Vera Cruz, castillo de San Juan de Ulúa y demás donde se tuviere por conveniente”.
Pífano
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El Batallón de Barlovento estaba formado, según el artículo segundo de su Reglamento, por: “…600 hombres, incluso los oficiales y un ayudante mayor, repartidos en seis compañías de a cien hombres cada una, a saber: un capitán y un teniente, más un alférez para que con este aumento puedan suplirse la falta de oficiales sueltos de marina que se suele experimentar en la América. Tres sargentos, seis cabos, un tambor, un pífano y ochenta y seis soldados”. De los tres Sargentos señalados uno debía ser Primer Sargento. A los Batallones se agregaron en el año 1744 unos piquetes de tropa de Regimientos de Infantería del Ejército, que pertenecían a las unidades: Zamora, Lisboa, Sevilla y León. Por Real Orden de 18 de abril de 1748, estos piquetes se incorporaron al Cuerpo, perdiendo su origen y pertenencia al Ejército:
“En 18 de abril del 48, quedaron por Real Orden propietarios de Marina unos Piquetes de Tropa que se embarcaron de los Regimientos Zamora, Lisboa, Sevilla y León, el año 44, agregados a las guarniciones de los Navíos de la Escuadra del Mediterráneo, mandada por el Marqués de la Victoria”.
Por la Real Orden de 28 de noviembre de 1748, se suprimieron los Batallones de Galeras y Barlovento, procediéndose a repartir su personal entre los restantes. Aunque cada batallón continuó integrado por seis compañías, estas se compusieron de un capitán, un teniente, un alférez, un sargento primero, cinco sargentos segundos, 12 cabos de escuadra, tres tambores y 98 soldados. En 1753 se reorganizó de nuevo el Cuerpo, constaba entonces de 8 Batallones de 6 Compañías cada uno; el 1º, 2º, 3º y 4º con base en Cádiz, el 5º y 8º con base en Ferrol y los 6º y 7º en Cartagena.
En 1734 sabemos, por un “Estado del vestuario que se ha de hacer…” firmado el 16 de octubre, que los soldados de Galeras vestían chupas rojas en lugar de las azules que usaban el resto del Cuerpo de Batallones. “Estado del vestuario que se ha de hacer y dar al Batallón de las Galeras de Espala en primero de Mayo del año próximo venidero de mil setecientos treinta y cinco. CASACAS… Setecientas setenta y una casacas y otros tantos pares de calzones de paño azul, veinte y dozeno de siete palmas y medio de ancho, limpio de aceite. La hilada delgada y bien abatanado; a tres varas y un octavo de otro paño en cada casaca y calzón, entendiéndose que el largo de las casacas ha de ser unas de vara y tercia y otras de vara y cuarta y dos dedos por mitad bien cortados con bastantes vuelos en el pecho para que caiga mejor sobre el soldado y use con libertad de los brazos, con ojales de seda torcidos y Botones de metal dorado, en el, lado que corresponde, hasta el remate, debiendo llevar cada casaca cincuenta y seis botones, las vueltas de las mangas de la Casaca han de ser de Paño Roxo de buen tinte en el que ha de entrar una tercia de paño en cada una, cuatro varas y media de sarga del mismo color, para el forro de la casaca, poniéndola sus refuerzos donde corresponde. CALZONES… Los calzones han de tener tres cuartas y media de largo, incluso la pretina medido por el largo del calzón, de tiro media
Sargento del Cuerpo de Batallones (1730)
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vara hasta la orcajadura y la pretina de dos dedos largos de ancho con sus botones y refuerzos correspondientes y han de ser forrados en lienzo de la vosa de buena calidad con sus dos Faltriqueras y no han de llevar el paño travesado. CHUPAS… Setecientas setenta y una, chupas que cada una ha de tener seis palmos del paño de la misma calidad y color que el de las vueltas de la casaca, forrada del mismo Lienzo del forro de los Calzones las que han de estar bien cortadas, con bastante vuelo en el pecho, por las razones prevenidas, cosidas con hilo doble de punto entero y sus presillas correspondientes y debe llevar cada una cuarenta y ocho botones del mismo metal dorado. BESTIDO DE SARGENTO… Previenese que de los setecientos setenta y uno Vestidos han de ser los veinte y uno para sargentos guarnecidos de galón de oro, como al presente, los tienen, que en cada uno entran, siete varas del Galón ancho y ocho varas y cuarta del angosto y lo mismo pertenece al tambor mayor. BESTIDO DE CAVO… Asimismo treinta y cinco para cabos de escuadra con solo el borde a la orilla de la vuelta del galón angosto que pertenece para cada vestido a tres varas y media cuarta. BESTIDO DE GRANADERO… Asimismo ochenta y cuatro casacas para los granaderos con seis alamares de galón de oro de un dedo de ancho en cada casaca entran a dos varas de alto, Galón y también ha de ser de su cargo el guarnecer quince vestidos de tambores incluso el del Mayor, en la forma que lo están en el presente. CAMISAS… Mil, quinientas cuarenta y dos camisas de lienzo de Sedaria u otro equivalente de tres palmos y medio de ancho, de cuatro varas cada una, cosidas con hilo fuerte correspondiente a el lienzo y el cuello ancho con tres botones; y el puño con dos, y se dará una muestra de cómo deben hacerse. CORBATAS… Mil quinientas cuarenta y dos corbatas de bocadillo, de siete cuartas de largo cada una, y la mitad del bocadillo de ancho. MEDIAS… Setecientas setenta y un pares de Medias encarnadas de buen tinte y calidad. ZAPATOS… Setecientos setenta y un pares de zapatos de Cordoban de Macho, negro, o de baqueta de dos suelas de Inglaterra corridas hasta todo el tacón la plantilla de Badana gruesa y el tacón con cinco tapas de suelas cosidas con hilo embetunado, a las dos suelas de los zapatos y otra tapa encima, asegurada con catorce estaquillas de madera, que pasen todo el tacón, y suelas, llevando sus barretas y demás refuerzos. SOMBREROS… Setecientos setenta y un sombrero que han de tener diez y seis onzas de peso del grador que se estila con sus cordones y botón al lado correspondiente; previniéndose que de los referidos sombreros han de ser los cincuenta y siete algún mas finos y con galón para los sargentos, tambor mayor y cabos. ZINTURONES… Setecientos setenta y un cinturones de ante de vara y media de largo y tres dedos buenos de ancho con su hebilla de latón, dos pasadores y pespuntadas por ambos lados con su porta bayoneta y ojal para asegurarla. CASACAS DE LIENZO… Setecientos setenta y una casacas de lienzo fuerte con un cuello de paño azul y cinco ojales del mismo color, los dos cerca del cuello y tres a la cintura y otros tres a cada tapa y vuelta de las mangas. CALZONES DE LIENZO… Setecientos setenta y un par de calzones de lienzo, idem, con la largura y hechura que los de paño. PORTA FUSILES… Setecientos porta fusiles de ante, de dos dedos de ancho pespuntados por ambos lados y de la largura regular con su hebilla de latón. BOLSAS GRANADEROS… Cuatrocientas cincuenta y cinco Bolsas granadera a la Alemana de Baqueta de Moscobia con veinte y cuatro cartuchos en dos líneas, su porta‐Bolsa de Ante de tres dedos de ancho pespuntados por ambos lados con su tapa de la misma Baqueta y otra de cuerado que cubra los cartuchos para preservarlos del agua. CARTUCHERAS… Quinientas noventa y cinco cartucheras con sus correas y hebillón de vara y media de Baqueta de Vasconia que corresponde a ochenta y cinco por compañía. HACHUELAS… Ochenta y cuatro hachuelas para los granaderos con su mango de madera y otra cubierta de Baqueta. BIRRETINAS… Setecientos setenta y una Birretinas azules con frontache de paño encarnado para reservar los sombreros en la navegación de los que se dará muestra. CAJAS Y PORTACAJAS… Catorce cajas de guerra de madera de Nogal de una pieza todo el casco limpio, el grueso correspondiente, los refuerzos de dentro han de ser de Haya recios, y una pieza los Arcos de la misma madera y fuerza que los refuerzos, los arillos de esta madera del recio acostumbrado; el hueco del casco de media vara y tres dedos y medio, y los bordones finos, Las Baquetas de Carrasca de encina limpias de nudos con su porta cajas como los que hoy tienen, siendo del cargo del que hiciere el asiento el pintarlas como están las del Batallón.
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ADVERTENCIA… Se advierte que han de tomar en cuenta todos los paños que de la Real Hacienda se han fabricado; la vara del azul a veinte y siete Vs de Va la del encarnado de veinte y nueve Vs y Ciento cincuenta varas que del otro azul se han hecho para los cabos a veinte y ocho Vs y medio. Cartagena veinte y siete de septiembre de mil setecientos treinta y cuatro: Don Lázaro de Leyva.”
En este documento se cita por primera vez a las sardinetas en un uniforme de Infantería de Marina. Las llevaban solamente los granaderos. Eran unos trocitos de galón aspero que, bordados en los puños y mangas de las casacas, normalmente en número de tres, servían de rascador para encender las cerillas con las que prender las mechas de las granadas de mano. Quizás porque pudieran mojarse con el agua de mar y por lo tanto inutilizarse, la Infantería de Marina no las llevó, salvo en este caso de soldados de Galeras. Por ello era uso corriente el mechero; no sucedió lo mismo en el Ejército, en donde fueron muy habituales. En 1815, al pasar la Infantería de Marina a formar parte de la Guardia Real Exterior, se pusieron otra vez sardinetas en los uniformes; sardinetas que han llegado hasta nuestros días. El Marqués de la Victoria en su “Diccionario Demostrativo con la configuración o Anathomía de toda la Architectura Naval moderna”, pinta en sepias y negro las prendas del uniforme de los soldados de Marina. Junto a ellas anota su colorido, y por éste reconocemos que estos soldados eran de galeras, y no de los otros Batallones, ya que tienen chupa colorada. Los Batallones de Marina se crean con la doble finalidad de custodiar barcos y plazas. El combate naval con la artillería de los buques en liza no era una tarea rápida por lo que se recurría al abordaje, saltando con armas a propósito sobre la cubierta enemiga para batirla en combate cuerpo a cuerpo en múltiples ocasiones y como forma de rendir antes al enemigo y hacer presa. La guarnición de los buques fue por supuesto evolucionando al compás de la técnica y de la táctica naval. En esencia, estaba instituida por una plana mayor, con oficiales, sargentos, tambores y el omnipresente e inevitable “pífano” y un núcleo de soldados que varió en función del tonelaje al principio y en función del número de cañones más tarde.
Batallón de Galeras. Real Orden de 3 de julio de 1738.
Sargento – Cabo – Soldado con casacón de mar y Fusilero
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En estos tiempos, la Infantería es superior en número a la marinería, pero poco a poco va disminuyendo, y al final es norma general que la Infantería de Marina no sobrepase en un tercio a la marinería. Más
adelante lo que determina el número de soldados es el número de cañones, dándole a aquéllos no sólo la misión de “fusilero”, sino también la de servir en las piezas de artillería. En 1740, el navío “El Real”, por ejemplo, llevaba 257 fusileros y 143 artilleros (además de 416 marineros, 224 grumetes y 56 pajes).
1728. GUARDIA DEL ESTANDARTE. Esta guardia constituía una especie de cadetes del Batallón de Galeras, estando formada por personas de gran distinción nombradas para este cargo por el propio Rey. Su uniforme era de fino paño encarnado, con vueltas azules y estaba adornado con botoneras y sardinetas de hilo de oro. Esta guardia desapareció al ser disuelto el Batallón. 1728. SOLDADO DEL BATALLON DE GALERAS. A lo largo del período 1728 a 1735 los soldados de este Batallón vistieron casacas, chupas y calzones colorados, y medias y vueltas de color azul. Estos soldados estaban destinados a las guarniciones de las galeras de la Flota del Mediterráneo. Para época calurosa disponían de calzones de lienzo de color blanco. 1748. SOLDADO DE LOS BATALLONES EN UNIFORME DE GALA. Hasta 1752 las vueltas de los faldones (en realidad el forro de la casaca) eran de color encarnado, pero a partir de esta fecha fueron de color azul, generalmente algo más claro que el paño de la casaca. Desde 1732 comenzaron a usarse las altas polainas de lona blanca abotonadas a los costados y sujetas a la rodilla con una liga o correilla. 1748. TAMBOR DE LOS BATALLONES. A partir de 1748 se dispuso que los tambores y pífanos llevasen los colores de su uniforme trocados con los de la tropa, es decir, vestían casacas encarnadas con divisa azul. Nótese que en el dibujo del tambor aparecen dos anclas cruzadas.
A partir de 1731 aproximadamente empezaron a recogerse los faldones de las casacas. El Reglamento del Batallón de Barlovento de 11 de septiembre de 1734, dice: “…Este vestuario se deberá dar al batallón de veinte y ocho en veinte y ocho meses, para no poder cubrir la gran Massa en menos tiempo el crecido costo que tiene en la América, y se compondrá de una Casaca, Chupa, y calzón de paño azul, con vuelta, y aforro colorado, y botones de cobre dorados; los calzones aforrados de lienzo; un par de medias coloradas, un sombrero bordado al canto de un galón de seda, color de oro, dos camisas, dos corbatas, y un par de zapatos. Por lo que toca a los Oficiales tiene Su Majestad prevenido por Real Orden de 9 de mayo de 1730, que todos los uniformes suyos sean precisamente iguales a los de los Oficiales sueltos de la Armada, sin diferencia en nada; lo que se observa en este Batallón, y el vestido de los Sargentos debe tener un borde a la orilla de la vuelta de un galón de oro, y otro galón sobre la misma vuelta; el de los Cabos deberá tener solo el borde a la orilla de la vuelta del mismo galón; las libreas para los Tambores y Pífanos serán del mismo
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paño azul, con la misma divisa, y guarnecidas por las vueltas, golpes y costuras de la casaca, y a la abertura de atrás por un galón ancho de seda felpado, color rojo, que servirá de fondo a tres listas separadas, que se pondrán sobre él a lo largo, las dos moradas, a los extremos, y una dorada en medio, y los cantos de un ribete de los mismos colores; todos los soldados, Cabos, Tambores y Pífanos, tendrán su birretina de Granadero, además de sombrero, la cual será del mismo paño azul, y su cartón al frente no muy levantado, vestido de pellejo de Oso, o piel de Síbola, que uno y otro podrá encargarse a Pensacola; asimismo tendrán para la mar, y preservar el vestuario en estos países ardientes, generalmente todos, incluso los sargentos, un casacón de crudo con su cuello, y tres ojales de paño azul a cada lado en la cintura, otro debajo del cuello, y tres en cada vuelta de la manga, el cual les servirá para poner sobre la chupa.” También en este caso se añadía más adelante: “…además del casacón de lienzo crudo, unos calzones de lo mismo. El armamento que se ha de dar, y ha de tener este Batallón deberá ser en esta forma: cada Cabo y soldado un fusil, con su portafusil, y bayoneta, un cinturón, y un sable mediano, algo curvo, una bolsa granadera de baqueta con sus arredos, y una hachuela de mano puesta en ella; asimismo frascos y cartuchos.” En la contrata de vestuario de 12 de septiembre de 1745, figura que la casaca tenía 42 botones grandes y la chupa y calzones 30 pequeños. Según esta misma fuente, los Tambores y Pífanos tenían chupa roja (en vez de azul como el resto de la tropa) y la portacaja era de paño guarnecido de franja con cordones y borlas. En este documento se cita el gorro de cuartel, que debía ser de paño azul con frontache de paño encarnado. Este mismo uniforme se mantenía en 1744. Aparece recogido sin modificaciones en el “Reglamento que ha de observar el Batallón de Marina de la Armada de Barlovento. Dado en México a 13 de abril de 1733. Reimpreso en el año de 1744”
Teniendo en cuenta que la misión principal de los batallones era la guarnición de buques y el hecho de que los oficiales del Cuerpo de Batallones procedían del Cuerpo General de la Armada (a diferencia de los suboficiales y tropa que procedían de los propios batallones) está claro que las guarniciones estaban adaptadas a los barcos y no podían, al desembarcar, integrarse en unidades tácticas que permitiesen combatir en tierra eficazmente, máxime si carecían de oficiales preparados para ello. Simultáneamente a esta pérdida de capacidad anfibia, no se recuperó la pérdida de disponibilidad o capacidad expedicionaria que los tercios de tierra habían sufrido en tiempos de Carlos II.
Batallón de Galeras. Orden de 16 de octubre de 17714
Cabo de Granaderos de frente y espalda – Soldado con chupa, botas de agua y birretina – Granadero, cartuchera con la letra M o dos entrelazadas que puede aludir a Marina o Mediterráneo que era el nombre del Batallón de Galeras
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Del día 3 de julio de 1738 tenemos una nueva noticia de los uniformes de los Batallones de Galeras: “Prendas que corresponden al vestuario que se debe dar a el Batallón de las Galeras para seiscientas y diez plazas que han de quedar en otro Batallón, a la Revista que se pasará a la mirada de las Galeras esta campaña. Cartagena y Julio tres de mil setecientos treinta y ocho. Seiscientas y diez casacas, y otros tantos pares de calzones de paño azul, veinte y docena, de la fábrica de Alcoy y a tres varas y dos octavos por casaca, y calzón entendiéndose que el largo de la casaca ha de ser unas de vara y tercia, otras de vara y cuarta y dos dedos por mitad, según se tiene por experiencia a el paño señalado y correspondiente a el pecho para que caiga mejor sobre el soldado y use con libertad los brazos, con ojales de seda torcida y botones de metal dorado en ambos pechos hasta la cintura, y en cada hombro a de llevar una fuerza de paño de cinco dedos de ancho cortada a punto doble, y que la costura del hombro caiga en medio de la fuerza hasta la de la manga y por la parte de arriba hasta el cuello y sobre este abra otro pequeño cuello forrado de dedo y medio de ancho con un botón pequeño y un ojal a la parte opuesta, a cada casaca de ambas larguras le corresponden a cincuenta y tres botones, la vuelta de las mantas de otras casacas han de ser de paño rojo, veinte y dozeno de Alcoy en que ha de entrar una tercia de otro paño, cuatro varas y media de sarga del mismo color para el forro de la casaca, la cual debe ir cosida toda ella, y sobre cosida las costuras de las mangas con el cuerpo de la casaca, el forro por la parte de abajo ha de ser cosido dos veces y del punto primero al segundo ha de haber un dedo de distancia. Junto con el botón de los lados ha de llevar un pedacito triangular de paño que una los pliegues con el paño y forro donde se asegure el botón a punto doble y fuerte, al extremo de la espalda se asegurará con la misma fuerza debiendo no ir atravesado el paño en esta ni en las demás prendas. Los calzones a la inglesa medias por el lado del calzón, han de tener la mitad de ellos a tres palmos sin la pretina que ha de ser de dos dedos y medio de ancho abierta por detrás de sus ojales, dos botones y ojales por delante y pestañuela desde la pretina hasta la orcadura con dos botones pequeños y correspondientes ojales, el cosido de la misma forma de la casaca y al remate de las costuras una presilla fuerte de hilo y lo mismo por debajo de las faltriqueras, debiendo llevar la capacidad que corresponde a los fondillos para que la pretina suba de forma que se mantenga por debajo de la cintura sin caerse como suelen hacerlo de ordinario los que también deben llevar cuatro ojales con sus botones de metal y charretera del mismo paño en cada pierna y han de ser forradas de lienzo fuerte de buena calidad con sendas faltriqueras, la otra mitad han de tener de largo, medidas de la misma forma, tres palmos incluso la pretina, con botones, forros y cosidos como se tiene dicho. Seiscientas diez chupas que cada una han tener seis palmos de paño rojo de la misma calidad que se dice de las vueltas de las casacas forradas de lienzo curado domo el de los calzones, las cuales han de estar bien cortadas con bastante vuelo y en el pecho por la razón prevenida cosidas con hilo doble de punto entero, una presilla fuerte de seda torcida al remate de cada costura, y debe llevar cada una treinta y dos botones de metal dorado, dos en cada manga, cinco en cada golpe y diez y ocho hasta la cintura, cosido dos veces el forro por la parte de abajo con un dedo de diferencia del primero al segundo, y ojales de seda torcida en las mangas y delante hasta donde se tiene dicho. Previenes que de los seiscientos y diez vestidos han de ser los catorce para sargentos, que ateniendo según orden del Rey al lucimiento en los antecedentes se les ha permitido chupas de grana y vuelta de lo mismo, dos galones de oro en las Vueltas, uno mas ancho que el otro y en los galones de las casacas un galón ancho, alrededor del bolsillo, y otro más estrecho alrededor de la tapa, asimismo veinte y ocho para cabos de escuadra con solo el galón de oro a la orilla de la vuelta de las casacas, cincuenta y seis para granaderos con tres ojales de galón de oro encima de cada vuelta de las casacas, y quince de tambores incluso el tambor mayor con las guarniciones que le corresponden, y el del mayor ha de llevar en las mangas y bolsillos además de la guarnición del tambor un borde de galón de oro a la orilla de los bolsillos y vueltas, y otro en cada pecho entre las franjas de tambor y correspondiente de oro a la espalda de la cintura abajo. A los seiscientos y diez vestidos, dando cuatro casacas a cada uno corresponden dos mil cuatrocientos y cuarenta de lienzo gallego curado en madeja o de sedería u otro equivalente de tres palmos y medio de ancho y cuatro varas y media cada una, cosidas con hilo fuerte correspondiente a la tela, el cuello de tres dedos de ancho con tres botones y ojales correspondientes, las fuerzas de los hombros y alrededor del cuello de cuatro dedos de ancho, al remate de las costuras de los lados un pedacito triangular del mismo lienzo, las mangas de dos tercias, y dos dedos de largo y una tercia y un dedo de ancho, al remate de las costuras de los lados un pedacito triangular del mismo lienzo, las mangas de dos tercias, y dos dedos de largo y una tercia y un dedo de ancho, y cinco palmos de largo la camisa; Dos mil Quatrocientas y cuarenta corbatas de bocadillo de una vara y cinco zesmas de largo cada una y media vara de ancho. Seiscientas y diez pares de medias encarnadas de buen tinte y calidad de tres palmos de largo, el punto suelto, que no sean estrechas, y tengan el pie algo grande. Seiscientos y diez pares de zapatos de buena baqueta o corcovan de dos suelas corridas de Inglaterra, la plantilla de badana gruesa, y el tacón de cinco tapas de suela, cosida con hilo embetunado a las dos suelas de los zapatos, y otra tapa encima asegurada con catorce estaquillas de madera, que pasen todo el tacón y suelas por la parte anterior por donde han de salir las estaquillas se les pondrá una media plantilla de baqueta que las cobra y coja todo el asiento del tacón, llevando sus refuerzos o Barretas correspondientes, el capote ha de salir de la misma pala un dedo encima de las hebillas y todo el zapato cosido a dos costuras espesas de hilo fino de los tamaños de diez, doce y catorce puntos. Seiscientos y diez sombreros como al presente se estilan de lana de la tierra y mezcla de Albarracín con su botón de cerda, y presilla de cordón doble, otro cordón debajo de igual fuerza, y que pasen las puntas adentro, en las otras dos alas dos cordones en cada una iguales al de abajo del botón y guarnecido con un galón de hilo dorado de dos dedos de ancho y su bananilla dentro bien cosida, previniéndose que de los referidos sombreros han de ser los cuarenta y tres con galón de oro en lugar del de hilo para los sargentos,
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cabos de escuadra y tambor mayor y de mejor calidad. Seiscientas y diez birretinas de paño azul con frontacho de paño encarnado por preservar los sombreros en la navegación. Seiscientos y diez cinturones de ante de vara y media de largo y tres dedos buenos de ancho con su hebilla de latón y dos pasadores pespuntados por ambos lados con su porta‐bayoneta y ojal para asegurarla. Seiscientas y diez casacas de lienzo fuerte con un cuello de paño azul y cinco ojales del mismo color con sus botones, los dos cerca del cuello, tres en la cintura, otros tres en cada tapa y vueltas de las mangas. Seiscientos y diez pares de calzones del mismo lienzo con el largo y hechura de los de paño; Quinientos ochenta y un porta fusiles de ante de dos dedos de ancho pespunteados por ambos lados y de la largura regular con su hebilla de latón. Quinientos noventa y cinco frascos de madera del aire con su guarnición de latón, porta frasco de ante y otros tantos polvorines de la misma madera que deben venir puestos en el porta frasco delante cerca del mismo frasco; Quinientas noventa y cinco cacerinas o cartucheras con veinte y cuatro cartuchos cada una, con su correa y hebillón para ponérselas de lo que se dará muestra. Seiscientos y diez corbatines de gasa encarnada que deben dar dos vueltas, y en los extremos cintas de seda del mismo color para hacerle su lazo. Una bandolera de paño azul forrado en lanilla encarnada de ocho palmos y medio, y un palmo menos un dedo de ancho, con dos galones de oro a la orilla, y otros dos de faja de tambor arrimados a estos y en el centro un galón de oro estrecho ondeando con su borla y cordón de seda azul y hilo de oro. Catorce cajas de guerra de nogal de una pieza, todo el casco limpio, del grueso que es costumbre, los refuerzos de dentro han de ser de haya de una pieza recios, los arcos de la misma madera y fortaleza que los refuerzos, los arillos de esta madera del recio acostumbrado, el hueco del casco de media vara y tres dedos y medio y lo alto de media vara y medio dedo, los parches, tembladeras y cuerdas de buena calidad, los bordones finos, las baquetas de carrasca o encina, limpios de nudos con sus porta cajas de paño azul, pasamano encarnado de la medida acostumbrada y borla de seda azul, y encarnada y anillos para las baquetas. Los que hiciesen postura podrán tomar una copia de este estado para ponerse en la inteligencia de lo que debe hacer, volviendo el original al Sargento mayor: don Alonso de Arjona.
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1760. SOLDADO CON UNIFORME PARA SERVICIO A BORDO EN CLIMA CALIDO. Para estos servicios el soldado estaba autorizado a despojarse de la casaca, con lo que quedaba en chupa, tocándose con el gorro de cuartel, en cuyo frente figuraban las dos anclas cruzadas que luego serían el distintivo del Cuerpo. 1760. OFICIAL DE LOS BATALLONES DE MARINA. Figura basada en una lámina del Albúm de Taccoli. El Oficial lleva el uniforme pequeño de Armada, además del espolón, distintivo de su empleo y las altas polainas blancas que vestían en concurrencia con la tropa. 1760. FUSILERO DE LOS BATALLONES DE MARINA. El aspecto de este uniforme es poco usual, con el frente adornado con galones curvos, pero por pertenecer a una obra contemporánea se puede asegurar su exactitud; igualmente resulta extraño el color de las vueltas de los faldones, pero podría tratarse de una alteración del colorido original en el manuscrito, ya que debería ser de color azul.
En 1752 se dispuso que el forro de las casacas, que aparecía en las vueltas de los faldones, fuese de color azul en vez de encarnado; y que las medias fuesen de color blanco. Tambores y pífanos debían tener el color de sus uniformes trocados con el de la tropa, es decir, debían vestir casacas encarnadas con vueltas azules. En 1761 se les concedió a los sargentos de los Batallones el privilegio de usar en sus sombreros el galón de hilo de oro, como prerrogativa de tropas de Casa Real que tenían. En 1783 se concedió al sargento graduado de oficial la distinción de llevar sus charreteras de hilo de oro en lugar de las de seda amarilla que se había concedido al resto de los sargentos.
Las Ordenanzas de la Armada de 1748 modificaron el uniforme, que quedó como sigue: El uniforme que han de usar los Batallones será según la divisa de la Armada, azul con vuelta encarnada, y los Oficiales empleados en ello usarán del mismo que los del Cuerpo General de la Armada, sin distinción alguna, respecto de que indistintamente han de tener unos, y otros ascenso de un Cuerpo a otro. Los Oficiales de los Batallones usarán de la gola, y Espontón, y los Sargentos de Alabardas; las cuales, así como los Espontones serán de la hechura, y medidas, que está en práctica en los Cuerpos de Infantería del Ejército: el Armamento de los Soldados será el Fusil y Bayoneta y un sable mediano, algo curvo. Los Oficiales y Sargentos agregados a las Compañías de Granaderos, mientras lo estuvieren usarán del Fusil, y Bayoneta, en lugar de Espontón y Alabarda. Siendo el destino de los caudales de la Gran Massa el del vestir de los Músicos, Sargentos, Cabos de Escuadra, Tambores y Soldados de los Batallones, cada cuatro años se les distribuirá un Vestuario entero, compuesto de una casaca de paño azul, con la vuelta roja,
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forro de guerguilla, o estameña asimismo roja, y botonadura de metal dorado, chupa, y calzón del mismo paño azul, con forro de lienzo, dos camisas, dos corbatas o corbatines, un par de medias de estambre encarnadas, un par de zapatos, un sombrero guarnecido, y el correaje, que ha de constar de cinturón, cartuchera, frasco, porta frasco y porta fusil. Las libreas de los Músicos y Tambores serán a diferencia del uniforme de Tropa, de paño encarnado, con vuelta azul; a los primeros solo se dará casaca, chupa calzones, medias y sombreros; y a los Tambores Mayores y Ordinarios las mismas prendas que a los Soldados, a reserva del correaje, del que solo se les dará el cinturón, para el sable deben tener como los Soldados. Por lo que mira a las guarniciones de las libreas de los Músicos, y Tambores, dispondrá de acuerdo el Inspector y Comandante lo que les pareciere, con aprobación del Director General; lo mismo debe entenderse de los distintivos de Sargentos, Cabos de Escuadra, y Tambores mayores. Los palos, lienzos, y demás géneros, de que se componga el Vestuario de los Sargentos, deberá ser de mejor calidad que los destinados para los Soldados, y no se les considerará prenda alguna de correaje, respecto de no necesitarla, por ser su armamento la Alabarda, y Espada, de cuyas armas han de proveerse a su costa. Para preservar el vestido a bordo, se dará a cada Cabo Escuadra, Tambor y Soldado que se embarcaré un casacón, o sobretodo de lienzo crudo, loneta, ó otro género que sea a propósito, con hechura decente, unos calzones del mismo género, y una birretina de paño. Y para evitar la repetición de este gasto en el intermedio de uno a otro Vestuario, se entregarán los casacones, y birretinas al tiempo que las Compañías se embarquen; y los Capitanes cuidarán de su conservación, de suerte que siendo corta la Campaña puedan los sobretodos quedar en servicio para otra. El Inspector cuidará de que los tejidos para casacones tengan cuerpo bastante, con alguna mezcla azul, ó de otro color, a fin de que estando menos expuestos a ensuciarse se asegure más su duración. También cuidará de que los paños de que se hagan los vestidos sean de tan buena calidad como se requiere, para que puedan servir con utilidad los cuatro años que intermedian de un vestuario a otro. Para las cosas que ocurrieren de formarse las Compañías de Granaderos, se tendrán bolsas granaderas, con hachuelas y mecheros en numero correspondiente a el de la Tropa que deba emplearse en este servicio: Estas se costearán del fondo de la Gran Massa, y se entregarán solamente a las Compañías que se destinaren a Campañas de Mar, o Servicio de Tierra fuera de la Capital del Departamento; y luego que se restituyan las devolverán, y el Inspector las mandará guardar, para evitar nuevo gasto en el Vestuario siguiente.
Por Real Orden de 18 de septiembre de 1752 las medias pasaron a ser blancas y los forros de las casacas azules. Una Real Orden de 9 de marzo de 1760 modificó de nuevo el uniforme: Vestuario de paño azul con la vuelta encarnada, cerrada la de los soldados, sin diferencia en otra cosa los cabos que en ser de mejor calidad, y de grana el de los sargentos, con la distinción de ser en estas dos clases mas fina la botonadura que en la de los primeros, pero sin galón alguno unos ni otros. El vestuario de los tambores es todo azul con vuelta tinta en grana y franja encarnada y blanca como librea de la Casa Real guarnecida según el método en que estaba anteriormente. Las libreas de tambores, pífanos y músicos se modificaron por una Real Orden de 11 de marzo de 1760, que dispuso: “…que generalmente no usen los tambores, timbaleros y trompetas, de otra franja, que la de la librea de la Casa Real sobre el vestuario de paño azul y divisa encarnada, dejando su colocación al arbitrio de sus Comandantes.” Por esta misma orden se estableció lo siguiente: “…Que exclusa la tropa de Casa Real, ningún cuerpo use de galón alguno de oro ni de plata en vestuario ni uniforme, y que solo deba traer el oficial en el sombrero. Que el galón de oro y plata con que hoy se distinguen en el vestuario las clases de sargentos, cabos y granaderos, sea en delante de hilo, estambre o lana.”
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En 27 de febrero de 1761 se dio curso a una instancia de los Sargentos del Cuerpo de Batallones, cuyo tenor literal es el siguiente: Excmo. Sr. El Cuerpo de Sargentos de los Batallones de Marina de este Departamento de Cádiz con la más profunda veneración a V.E. Dicen: “Que habiéndose cumplido el Vestuario, y corresponder dar el nuevo en primeros de octubre próximo pasado, se ha ido difiriendo hasta 20 de enero del presente año, que para la celebridad del cumpleaños del Rey nuestro Sr. (que Dios guarde) dieron un resto para la Tropa presente a excepción del de los Sargentos que no se dio alguno, y habiendo llegado el tiempo de pasar los Batallones revista de Inspector han mandado para dicho fin hacer el resto a toda prisa pero sin distinción alguna del de la Tropa, y solo se distingue del vestido del soldado, en que los botones de la casaca, y chupa son de cascarilla, y en que la calidad del paño, dicen que es mejor, aunque en la realidad es muy corta o ninguna la diferencia, en lo que ciertamente se les parece, a los Sargentos les perjudica, sin tener quien pida por ellos y defienda esta causa por lo que ocurren a V.E. como a su verdadero Protector y Padre a fin de que haga se les distinga en algún modo aunque no sea más que en el galón del sombrero, siendo así que las demás Tropa trae todo su distintivo el Cuerpo de sargentos como la de Brigadas, que habiéndose valido su Comandante de la protección de V.E. han conseguido los Condestables, Cabos y Bombarderos traer su divisa en las vueltas de la casaca y Galón en el sombrero. En cuyos términos con tan singular protección espera este cuerpo el que V.E. se sirva mandar se les ponga alguna divisa aunque esa no sea más que un pequeño Galón de oro en el sombrero. Excmo. Sr. Este favor apetece merecer de V.E. y el que Nuestro Sr. Guarde su Persona felices años.” Se les concedió lo que pedían por Real Orden de 24 de marzo de 1761, como se puede leer a continuación: “Habiendo resuelto el Rey que los sargentos de los Batallones de Marina se les de sombreros con galón de oro, como está permitido a los primeros Condestables de las Brigadas de Marina, lo aviso a V.E. de su Real Orden para su cumplimiento.”
Por Real Orden de 20 de marzo de 1763 se hizo extensivo al Cuerpo de batallones de Infantería de Marina la Real Orden de 18 de marzo de 1753, que concedía galón dorado a los Cabos de Artillería, por su heroico comportamiento en la defensa del castillo del Morro de La Habana.
A continuación exponemos un documento curioso, firmado por el Bailio Fr. Julián de Arriaga en Madrid, en agosto de 1763, y dirigido al Marqués de la Victoria, sobre el “Asiento General de Vestuarios”: De orden del Rey dirijo a V.E. la adjunta copia que pasó a mis manos el Sr. Marqués de Squilache, sobre el asiento general de vestuario que S.M. tiene aprobado, para que enterado V.E. de los géneros que han de componerse el de los Batallones de Marina, y comunicando esta noticia a su Inspector don Francisco Javier de Winthuissen, disponga V.E. que se hagan, y se me remitan dos uniformes completos con todas las demás prendas que se expresan, a fin de presentárselos a S.M., y que puedan servir de muestra para los que hayan de fabricar los Asentistas. Dios guarde a V.E. muchos años Madrid, 23 de agosto de 1763 El Bailio Fr. Julián de Arriaga Artículo del Pliego dado por don Baltasar Bracardi, don Esteban Mestres y don Ramón Sierra, vecinos los dos primeros de Barcelona, y el último de Madrid para el Asiento General del Vestuario que el Rey ha aprobado en este día. Real Marina, vestido de Soldado. Asimismo daremos una Casaca, chupa y calzón de paño 18eno. Azul tinte en lana de las fábricas de Alcoy, u otro equivalente del reino, vueltas de casaca de igual paño tinte en granza, forrada esta en estameña 14ma. Azul, chupa y calzón de lienzo devique, u otro equivalente, de primera suerte, botón dorado, sombrero con galón de estambre de color de oro, escarapela de estambre encarnada, dos camisas, dos corbatines negros de cinta de estambre, un par de medias, o calcetas de hilo, mochila, un par de zapatos, un par de botines, un porta sable de ante, cartuchera, porta cartuchera, frasco, porta frasco, y porta fusil; todas estas prendas iguales a las de un soldado de artillería por precio de doscientos veinte y dos reales de vellón. Prendas que se corresponden al completo de este vestuario y que se hallan separadas en el Pliego de Gusta.
- Estampado de las Armas del regimiento en la tapa de la cartuchera. - Gorro de Cuartel de paño con su bordado de estambre. - Un par de hebillas de latón para los zapatos. - Otra de los mismo para corbatín. - Una espada con puño de latón.
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- Un cordón de estambre para ella. - Un par de charreteras con sus hebillas.
Medio vestuario Compuesto de chupa, calzón, sombrero, escarapela, una camisa, un corbatín, un par de medias, y otro de zapatos, iguales estas prendas a las calidades y precios del Detalle de vestuario antecedente, en ciento y seis reales de vellón. Vestido del Sargento de Marina También daremos una camisa, chupa, y calzón de paño 22no. Azul tinte en lada de las dichas Fábricas, vueltas de casaca del propio paño tinte en grana, forrada esta de estameña 16na. Azul, chupa y calzón de lienzo blanco, botones de cascarilla todo concluido, sombrero, escarapela, dos camisas, corbatines de asitán negra, un par de medias, otro de zapatos, otro de botines, y mochila; todas estas prendas iguales a las de un Sargento de artillería, por precio de cuatrocientos noventa y dos reales de vellón. Prendas correspondientes para el completo de dicho vestuario de sargentos.
- Gorro de cuartel de paño bordado de estambre. - Un par de charreteras con sus hebillas. - Una espada con su guarnición de latón. - Un cordón de estambre para ella. - Un cinturón de ante para dicha espada. - Un par de hebillas de latón para zapatos. - Otra idem para corbatín.
Medio vestuario Se darán iguales prendas que al Soldado, y a los precios del Detalle antecedente en doscientos cincuenta reales de vellón. Vestido para tambores y Pífanos de Marina Daremos una casaca y calzón de paño 18no. Azul, igual al de los soldados, chupa y vueltas de dicho paño tinte en granza, forro y botones como los de soldado, guarnecido de franja de estambre. Porta caja de dicho paño azul guarnecido de igual franja, con sus cordones y borlas de estambre, Porta pífano en lugar de Porta caja con sus cordones de estambre, un sombrero, escarapela, un par de medias, otro de zapatos, otro de botines, mochila, dos camisas, y dos corbatines; todo esto igual a lo de un Soldado, y por precio de setenta y nueve reales de vellón y medio. Prendas correspondientes al completo de dicho vestuario, que vienen separadas en el Pliego de Gusta.
- Gorro de Cuartel de paño bordado des estambre - Un sable a la moderna - Un cordón de estambre para él. - Porta sable. - Un par de hebillas de latón para zapatos. - Otra idem para corbatín. - Un par de charreteras con sus hebillas. - Un casacón de lienzo con alamares de estambre.
Medio vestuario Se darán iguales prendas que al Soldado por los precios, que van detallados en el vestuario antecedente en ciento veinte y ocho reales de vellón. Nota: Que cuanto a las prendas de Mochila, Botines y hebillas para zapatos, corbatín, y charreteras ha determinado el Rey que los Cuerpos las costeen de su cuenta sobre la masita de los Soldados, y otros arbitrios, que tienen. Corresponde a su original. San Ildefonso 17 de agosto de 1763. Marqués de Squillace
Sabemos por el Pliego original que los granaderos tenían: “Gorra granadera de paño de los colores que le corresponde con su frente de piel de oso, guarnecida con galón de estambre al canto, y borla de lo mismo”. Y que la manga podía ir “…bordada de estambre con un escudo de Armas de el Regimiento, con el adorno, orlas, y guarnición de maga con presilla, y botones”. El gorro de Cuartel era “…del paño de la casaca, con el frontis del color correspondiente a la divisa; y este con su bordado de estambre”.
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En 1766, por Real Orden de 11 de noviembre, se crean las compañías de granaderos del Cuerpo, tomándose para ello 11 soldados escogidos de cada una de las 6 Compañías que formaban cada batallón y un cabo, además de 2 sargentos y un tambor.
1775‐80. FUSILERO DE LOS BATALLONES DE MARINA. Basada en una lámina que representa el Estado Militar de España en 1777, muestra el “casco de pluma” que fue adoptado en 1775. Resulta un tanto insólito el mechero que aparece en el frente de la banderola, más propio de un soldado granadero, pero así aparece en el original. 1775‐80. SOLDADO DE LAS BRIGADAS DE ARTILLERIA. Basada en una lámina que representa el Estado Militar de España en 1777, muestra el “casco de pluma” que fue adoptado en 1775. Es de destacar las granadas que figuran en la frontalera de la “gorra de pluma”. En esta figura sí es lógico el mechero pues debían usarlo para encender el botafuego.
1780. GRANADERO DE LOS BATALLONES DE MARINA. También esta figura está basada en un Estado Militar, esta vez de 1780. Esta figura, que debería llevar la mecha en la banderola, no la lleva, quizás por un olvido del dibujante del Estado.
1789. GRANADERO DE LOS BATALLONES DE MARINA. Basada en una lámina que representa el Estado Militar de España en 1780. La bandolera ya es de color blanco.
El 27 de abril de 1768 el Conde de Aranda ordenó gastar a todos los soldados de Infantería del Ejército y Dragones una gorra. Al respecto los datos son: “Excmo. Sr. Devuelvo a V.E. las gorras de sombrero que aprobó el Rey para soldados, cazadores, granaderos y oficiales de los regimientos de infantería, dragones y de milicias; y quiere S.M. no se alteren, ni en la magnitud, ni en su pluma, ni en el escudo; y que los Inspectores tengan una de cada clase para confrontarlas en la revista de Inspección. En la gorra para generales aprueba el Rey el escudo con los dos mundos; pero quiere S.M. sea de sombrero, al fronte liso y de felpa larga, permitiendo que al reverso se ponga un galón que imite el bordado del uniforme y que la pluma sea de seda de color punzó. El punzó es rojo muy vivo. El diseño de la gorra lo conocemos por un cuadro de Tiépolo titulado “La acerolera”, propiedad del Patrimonio Nacional.
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El 27 de abril de 1768 se modificó el gorro de cuartel, que quedó convertido en una gorra de paño negro con una visera que se levantaba y se sujetaba al casco con un cordón, y una especie de cogotera, que normalmente también iba recogida. Su diseño era semejante al de la gorra de pluma, pero sin frontalera ni cresta. Estos dos modelos de gorra también se vistieron en la Armada hasta el 16 de septiembre de 1782, en que se volvió a los anteriores. Por Real Orden de 10 de marzo de 1769, Real Orden de 22 de octubre de 1768 para el Ejército, se modificaron las divisas que quedaron como sigue:
- Sargentos primeros: dos ginetas, lazadas en hilo, del color de la divisa. - Sargentos segundos: una en el hombro derecho. - Cabos: un galón de hilo amarillo, en la bocamanga.
El 22 de febrero de 1776 se ordenó para la tropa una chupa para usar en lugar de la casaca, en cuartel, paseo y todo servicio en tierra, del color de casaca con cuello y vueltas iguales a las de ésta. El 2 de febrero de 1778 se dispuso que los soldados tuvieran una cartuchera ventral “…como venían usando desde siempre” …y dos pistolas. La cartuchera tenía “…los escudos de Armas y anclas, estampados en la tapa y no de metal” La correa para llevarla era “…ancha y capaz de sostener además dos pistolas para los casos de dar o recibir un abordaje” Por Real Orden de 23 de abril de 1776 se creo un 9º batallón, que fue destinado a Cartagena, y poco después se organizaron tres más, de forma que el cuerpo quedó integrado por 12 Batallones en este mismo año; la fuerza de cada una de las compañías quedó establecida en: un Capitán Primero (teniente de navío), un Capitán Segundo, un Teniente (alférez de navío), un Subteniente (alférez de fragata), un Primer Sargento, 8 Sargentos, 9 Cabos Primeros, 9 Cabos Segundos, 3 Tambores y 138 Soldados. La fuerza total de los 12 batallones era de 12.000 hombres.
La Acerolera (Lorenzo Tiépolo)
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El Cuerpo tenía cuatro Tambores Mayores, repartidos de la forma siguiente: 2 en Cádiz, 1 en Ferrol y 1 en Cartagena. Los Oficiales del Cuerpo General, además de ser llamados por sus empleos navales, cuando pasaban destinados a Infantería de Marina, recibían también los clásicos del Ejército. En 1777 se volvió a recurrir al Ejército para engrosar el número de plazas del Cuerpo:
“…En virtud de Real Orden de 7 de marzo de 1777, se incorporaron a Batallones, para el aumento prevenido de la precedente citada, los Regimientos del Príncipe y Valladolid”.
En 1783 se ordenó que los Sargentos Graduados llevaran charreteras de oro. Por Real Orden de 20 de abril de 1764, la casaca de los tambores y pitos debía estar “…guarnecida y con alamares de franja de estambre de la Real Casa” A los Tambores Mayores “…se les dará el vestuario y demás prendas menores de la misma calidad que a los Sargentos, guarnecidas de franja de seda, cantos, vueltas, carteras y chupa, con un galoncillo de oro en medio de las dos franjas de la vuelta de la manga” y “…en la librea mayor comprenderá la guarnición todas las costuras, pliegues y carteras y en medio de las dos franjas un galón de oro fino de dos caras de un dedo de ancho” Por Real Orden de 9 de septiembre de 1783 se nombró un Capellán fijo de los de número de la Armada, para los Batallones de cada Departamento y por Real Orden del 22 de septiembre de 1783, un Cirujano de la clase de Primeros de la Armada, también para los Batallones de cada Departamento.
El 13 de septiembre de 1783, una Real Orden dispuso que a cuatro de los seis Primeros Sargentos de cada Batallón se les diera graduación muerta de Alférez de Fragata. Por otra Real Orden, esta vez de junio de 1789, se les promovió a Oficiales del Cuerpo General efectivos, vivos y retirados, según la edad y circunstancias de cada uno. Durante el reinado de Carlos IV se determina el numero de infantes que han de componer las dotaciones de los barcos de acuerdo con el número de
cañones de los mismos; así los navíos de 80 a 130 cañones tuvieron una dotación de 200 hombres, los de 74 cañones 170 hombres, los de 60 a 64 cañones, 150 hombres, los de 54 cañones 112 hombres, los de 40 cañones, 64 hombres y los de 35 cañones 56 hombres. Por Real Orden de 25 de agosto de 1789 se crearon de una manera fija las Compañías de Granaderos.
Por Real Orden de 2 de agosto de 1789, los granaderos debían “…levar en la vuelta de la casaca una granada abierta de estambre o lana amarilla con un cordón de oro al canto”.
1792 – Armas Portátiles
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El Estado Militar de la Armada de 1789 nos indica que el Real Cuerpo de Artillería de Marina constaba de 2.595 plazas, incluso los jóvenes, distribuidas en 16 Brigadas, con 4 oficiales cada una. Contaba también el Cuerpo con una Escuela Teórica y Práctica para la instrucción de sus individuos en los tres Departamentos y un Maestro Principal, con competente número de subalternos distribuidos en ellos.
“Infantería de Marina, consta este Cuerpo de doce Batallones, cada uno con seis Compañías, y estas de quatro oficiales y 168 hombres; y un Comandante con dos Ayudantes por Batallón, y su total es de 15.096 hombres.”
Una Real Orden de 18 de noviembre de 1791 dispuso que en cada Compañía de Infantería de Marina se admitieran cuatro jóvenes elegidos entre huérfanos o hijos de inválidos. Estos soldados jóvenes tendrían por preceptores a un Alférez de Navío y a otro de Fragata, que se encargarían de su formación. El reglamento de esta tropa se aprobó el 19 de junio de 1792. Al año siguiente su número quedó establecido en seis. Fueron suprimidos por Real Orden de 1 de mayo de 1803. En 1793 la casaca de tropa era de color azul, con largas solapas también de color azul, siendo el collarín, como ya era recto y levantado, la vuelta y los vivos de color encarnado; el correaje era de ante blanco y los botines de paño blanco. Los granaderos llevaban gorra de piel de oso con manga encarnada.
Según el Estado Militar de la Armada del año 1801, la Infantería de Marina: “…Consta de doce mil trescientos ochenta y cuatro plazas, incluso los Jóvenes, distribuidas en doce Batallones de a seis Compañías, con cuatro Oficiales cada una; y un Comandante con dos Ayudantes por Batallón”. Y según el Estado Militar de la Armada del año 1808: “…Consta de doce mil quinientos veinte y ocho plazas, distribuidas en doce Batallones de a seis Compañías con cuatro Oficiales cada una; y un Comandante con dos Ayudantes por Batallón, aunque por ahora ha tenido S.M. por conveniente reducir a solo cuatro el número de Batallones”. El Comandante General de todo el Cuerpo y Comandante principal de los Batallones del Departamento de Cádiz era un Brigadier. Los Comandantes principales de Ferrol y Cartagena eran Capitanes de Navío; los Comandantes particulares de Batallón, Capitanes de Fragata. Los Sargentos Mayores eran Tenientes de Navío; los
Ayudantes Mayores, Tenientes de Fragata y los Segundos Ayudantes, Alféreces de Navío.
1792 – Montajes Cañones
1792 Munición Naval
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El 29 de septiembre de 1795 se ordenó que los botones tuvieran troquelado el letrero de Real Marina. Según el Estado General de la Armada del año 1800 “…El uniforme es todo azul, con divisa encarnada, y botón dorado, sus divisas como las del Ejército”. El año 1802 se modificó el uniforme. Se encuentra descrito en el Estado General de la Armada: “Su uniforme: Casaca corta azul con solapa, cuello, vuelta y forro encarnado con portezuela azul en la vuelta y tres botones en ella, y en el cuello un ancla; chaleco y pantalón blanco; corbatín y botín corto negro; sable corto, y para a bordo chaqueta, pantalón y poncho de paño con cuello, vuelta y vivos encarnados, corbatín negro y gorra de ancla, sable corto”. El sombrero tenía presilla amarilla y escarapela roja, pero carecía de galón. El gorro de cuartel era rojo con manga azul y borla roja, para el uniforme azul. Y rojo con manga marrón y galón amarillo para el uniforme marrón que se usaba a bordo. En el Estado Militar de Ordovás, de 1807, la borla de la manga del gorro marrón se ve roja, mientras que se ve amarilla en una lámina conservada en el Museo Naval. La chapa era dorada, ovalada y con un ancla.
1797. OFICIAL DE LA INFANTERIA DE MARINA DE LA PLAZA DE MANILA. Interesantísima figura tomada de una lámina de la época que se conserva en el Archivo General de Indias de Sevilla. Dado que la figura representa a un oficial se ha de suponer que la tropa vestiría de modo análogo, pero sin charreteras ni gola, y con polainas en lugar de botines. La figura muestra un ancla en el cuello y tres más al borde de la casaca, en la terminación de las solapas. En esta época se impuso la moda del peinado con patillas de “orejas de perro” importado de Francia. 1801. SARGENTO DE FUSILEROS DE LOS BATALLONES. Basado en un Estado Mayor de la Armada. Deben notarse las jinetas o charreteras de seda encarnada, distintivo de los sargentos de esta época; los sargentos graduados llevaban las charreteras de hilo de oro. Desde el año 1787 se habían sustituido las alabardas de los sargentos por bandoleras y fusiles. 1802. CABO SEGUNDO DE LAS BRIGADAS. Esta figura recoge los cambios introducidos en 1802. Nótese que la casaca de los artilleros es más larga que la de los infantes. A partir de 1802 se han añadido unas portezuelas azules en las bocamangas. Los artilleros llevan una bomba y un ancla en el cuello. 1802. OFICIAL EN UNIFORME DE DIARIO. El uniforme de los oficiales de Infantería y Brigadas es aún el del Cuerpo General de la