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BOLETÍN LITERARIO MAL DE OJO Número 4 Abril 2013 Orquesta citadina La ciudad, como el eterno nido urbano, ha albergado desde lo más diverso, a lo más tradi- cional. Fuente recurrida de escritores, músicos, pintores y demases ha sabido establecerse como el lugar privilegiado de personajes peculiares, de historias románticas y de violencia social. La ciu- dad, paisaje particular, se mueve al compás del ser humano, quien como su- jeto creador ha plasmado en este territorio el centro de su cotidianidad y de sus sueños, dejando una huella en cada una de las esquinas, en cada plaza, en cada manifestación y caminata. Edificios, parques, calles infinitas que cambian de nombre cada ciertos kilómetros, gigantescos hospitales y más grande aun las carceles y mani- comios que res- guardan el desar- rollo tecnológico e industrial del tan distoricionado y evolucionado capitalismo, cole- gios, farmacias y supermercados, estacionamien- tos subterráneos, transporte público y una gran cantidad de autos sirven como paisaje para adornar los más insólitos relatos que el ser humano puede inventar. Poesía en la calle, en cada mural, literatura metida en los bares y en los vasos alcoholizados, en cada conversación estrafalaria, en cada ban- ca floja de una plaza de barrio, letras agazapadas como siluetas escondidas tras un terreno valdío, consonantes que suenan y se van tildando de epi- sodios retratables y va- mos tejiendo escenarios, haciéndonos una idea de lo que sería vivir fuera de la ciudad, pero disfrutan- do en cada rincón lo que ofrece o quita. Compar- timos como citadinos el cruel ruido de las micros, quienes con complejo de pájaros inundan el canto de los autos y acompañan en ese eterno devenir al gentío desbordante. Transeúntes que van y vienen, vendedores que ambulan entre un barrio y otro, policía que reprime, palomas en abundancia, mucho gris, perros vagos y artistas callejeros reple- tan la variedad de colores y sabores de nuestra que- rida metrópolis, transfor- mándola en la orquesta citadina más escuchada y comentada de nuestros tiempos y de todos los tiempos. Madriguera del progreso y del desorden, residen- cia de oportunidades y de cansancio, amenazante y liberal, propiciadora tanto de lo conocido y desconocido, de lo que- ridamente accesible y de lo repudiablemente aborrecido. Así, como quien pinta un retrato de invierno, en esta ocasión Mal de Ojo nos muestra un poco de la tan insegu- ra y desbordante Ciudad. 2 3 4 6 7 8 9 10 11 - Orquesta citadina - Desintegración metral Ana Mancilla - Palomas / Búsqueda Juan Aguila - Concreto que emerge al encuentro del piloto. Ypdea - Sobreviviendo en Santiasco Ana Karina - Metrópolis Isabel Guerrero - Viejo en el metro Ramón Soto - La otra música (pero de la otra) Fernando Julio - Paradero de trenes Martirio Riquelme - Derribando muros Ernestina Conhache CONTENIDO Fotografías de este número: Juan Aguila http://www.flickr.com/photos/ jaguilap Weyehuinca http://www.flickr.com/photos/ weyehuinca/

Boletín Literario MAL DE OJO. numero 04, abril

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BOLETÍN LITERARIO

MAL D E O J ONúmero 4 Abril 2013

Orqu esta c i tad ina

La ciudad, como el eterno nido urbano, ha albergado desde lo más diverso, a lo más tradi-cional. Fuente recurrida de escritores, músicos, pintores y demases ha sabido establecerse como el lugar privilegiado de personajes peculiares, de historias románticas y de violencia social. La ciu-dad, paisaje particular, se mueve al compás del ser humano, quien como su-jeto creador ha plasmado en este territorio el centro de su cotidianidad y de sus sueños, dejando una huella en cada una de las esquinas, en cada plaza, en cada manifestación y caminata.

Edificios, parques, calles infinitas que cambian de nombre cada ciertos kilómetros, gigantescos

hospitales y más grande aun las carceles y mani-comios que res-guardan el desar-rollo tecnológico e industrial del tan distoricionado y evolucionado capitalismo, cole-gios, farmacias y supermercados, estacionamien-tos subterráneos,

transporte público y una gran cantidad de autos sirven como paisaje para adornar los más insólitos relatos que el ser humano puede inventar.Poesía en la calle, en cada mural, literatura metida en los bares y en los vasos alcoholizados, en cada conversación estrafalaria, en cada ban-ca floja de una plaza de barrio, letras agazapadas como siluetas escondidas tras un terreno valdío, consonantes que suenan y se van tildando de epi-sodios retratables y va-mos tejiendo escenarios, haciéndonos una idea de lo que sería vivir fuera de la ciudad, pero disfrutan-do en cada rincón lo que ofrece o quita. Compar-timos como citadinos el

cruel ruido de las micros, quienes con complejo de pájaros inundan el canto de los autos y acompañan en ese eterno devenir al gentío desbordante. Transeúntes que van y vienen, vendedores que ambulan entre un barrio y otro, policía que reprime, palomas en abundancia, mucho gris, perros vagos y artistas callejeros reple-tan la variedad de colores y sabores de nuestra que-rida metrópolis, transfor-mándola en la orquesta citadina más escuchada y comentada de nuestros tiempos y de todos los tiempos.

Madriguera del progreso y del desorden, residen-cia de oportunidades y de cansancio, amenazante y liberal, propiciadora tanto de lo conocido y desconocido, de lo que-ridamente accesible y de lo repudiablemente aborrecido. Así, como quien pinta un retrato de invierno, en esta ocasión Mal de Ojo nos muestra un poco de la tan insegu-ra y desbordante Ciudad.

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- Orquesta citadina

- Desintegración metral Ana Mancilla

- Palomas / Búsqueda Juan Aguila

- Concreto que emerge al encuentro del piloto. Ypdea

- Sobreviviendo en Santiasco Ana Karina

- Metrópolis Isabel Guerrero

- Viejo en el metro Ramón Soto

- La otra música (pero de laotra) Fernando Julio

- Paradero de trenes Martirio Riquelme

- Derribando muros Ernestina Conhache

CONTENIDO

Fotografías de este número:Juan Aguilahttp://www.flickr.com/photos/jaguilap

Weyehuincahttp://www.flickr.com/photos/weyehuinca/

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PÁGINA 2 NÚMERO 4MAL DE OJO

D e s int e g rac i ón metral

¿Avanza acaso el hombre entre las autopistas lapida-rias y los guiños pálidos de las grandes luciérnagas ci-tadinas, irreparablemente urbanas, insosteniblemente urbanas?¿Avanza acaso el hombre en la deshidratación de cien-tos de paradas de metro?Tal vez un día se arroje por la salida adecuada.

El sushi se ha vuelto popular y cada vez más un cen-sor detecta la agonía.

No quiere ir a trabajar, pero la turba incrusta sus pasos por caminos cargados de densa gravedad en dirección a la Cisterna.

La nota de un violín puede sostenerle esta vez, pero son 400 pasos cada 5 minutos los que han borrado el único circuito capaz de salvarle la semana.

Ella está siempre allí, de manera permanente en la pantalla, basta deslizarse y se abrirán las aplicaciones del amor, mientras cientos de peldaños pasan por sus pies buscando su caída.

Un río seco lleva su navío al hogar por el tejido ultra-citadino ultrasubterráneo.

Hombre paso cemento metal…la cabeza entre los hombros va perdiendo la hidalguía de la especie.

Un día fuiste cazador, mago, conquistador de américas dormidas.

Hoy viajas en la condensación de las extremas tempe-raturas y solo te refresca la bocanada tóxica del Tran-santiago. Pan duro brocheta sopaipillas de aceite petro.

Por Ana MancillaFotografías de Juan Aguila

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NÚMERO 4 PÁGINA 3MAL DE OJO

Intentaba a veces buscarte en un verso,en una palabra,en una radiografía que encontré caminando por afuera de Salvador. ¿Te acuerdas?De esas caminatas eternas sin un sentido aparente,y las ganas de colgarse a un árbol forestal y parecer por un segundo niños.Yo me acuerdo de tus ojos,y de tus manos,agarrándome urgente para atravesar la calle,del paseo Huérfanos con Ahumada,imaginando autos,perseguidores implacables,y de las micros,y los relojes,del grande de San Francisco y del pequeño de mi cuarto, de la presión atmosférica,de una señora con paraguas,de unas palomas.Y como te burlabas tú de las palomas,deberían ser el ave nacional decías,no he visto ningún cóndor pero sí miles de palomas,alegrando ancianos, persiguiendo perros te decía,amanecen contigo las palomas,amanece todo contigo, continuaba,es que te extraño extraña y extraño también tu olor a medianoche,y tu olor a tarde,y a columpios,esos malditos columpios que tienen balanceando a tu sonrisa,y a mis llaves.Se llevaron contigo algún rastrojo mío,no lo encuentro, de verdad,te buscaba entre líneas,y si no te encontraba tiraba más y más líneas,quizás tomaba un vaso de vino,o conversaba con alguien,pero en realidad siempre te estaba buscando,es que estabas, en verdad estabas,en los titulares del diario,en los obituarios,en las palabras,en mi ducha,nadando al fondo del café,en la música.¿Te comenté alguna vez que intenté buscarte en un verso?

búsquedaLa historia se tranca subiendo las escaleras, cami-nando los pasajes,por Phillips,hacia la plaza libertad de prensa,escribo,mirando tetas blancas sumergidas en poleras blancas de algodón.Escribir poesía en puro papel pizarra.Pasear al centro, evitando Huérfanos y Ahumada,mirar al mendigo y pensarlo (para variar un poco) como a un igual,o sea igual de cagado que uno, pero menos servicial y dócil,con menos vocación a borrego y más de hiena,de buitre, de langosta,no tan cordero ni cerdo,con menos tinta en la pluma, pero con más oficio.¿Sabe si nos hemos visto alguna vez caminando en direcciones opuestas?Estoy seguro, yo la recuerdo,estaba en mis sueños de caminante frustrado, de pea-tón combustible,usted formaba parte de esa gran cara anónima que nos devuelve y nos avanza.¿Es que no me reconoce señorita?Soy yo, camuflado entre la corbata y los oficios,agazapado esperando a que pase la 307e,la 314, la 303, el alimentador 2 de la línea 4J, cual-quiera,no soy digamos un cazador muy exigente,compro lo primero que encuentro en el persa Bío Bío.Estoy, estamos, digamos,haciendo la fila en el supermercado,avanzando lentamente entre productos alternativos,mirando por las cabezas como se nos absorbe la vida,subiendo escaleras mecánicas, marcando las tarjetitas bip,recorriendo el gran campo de cemento,la alameda, la plaza de armas, el boulevard de los Mall Plaza,sentados en una banquita finalmente,alimentado con recuerdos a un grupo incansable de palomas.

Poemas de Juan Aguila

palomas

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PÁGINA 4 NÚMERO 4MAL DE OJO

CONCR E TO QU E EMERG E AL ENCU ENTRO D E L P I LOTO

En una pintura futurista (“Introdu-ciéndose en lo habitado (en picada sobre la ciudad)” de Tullio Crali, 1939) un piloto kamikaze ve la ciu-dad emerger como una roca modela-da. Mira desde el cielo hacia abajo en forma vertical, desde la cresta de la ola que está por reventar, al suelo. La inminencia del rascacielos le anuncia el golpe que se aproxima. Un edifi-cio ya ha penetrado por el vidrio de la avioneta aunque ésta se encuentre a cincuenta metros del más alto. El aeroplano traslada periódicos llenos de información que estallará contra el granito. El piloto es quien ve esta muestra.

La ciudad se compone de momentos frágiles dispuestos a convertirse en acontecimientos mediante choques. La cercanía del golpe, el recorte del momento de la inminencia del pliegue de los cuerpos componen estos Oleos virtuales como pasos en falso que aún no se han dado.

El nombre del conjunto Óleos vir-tuales nos lleva a pensar en el so-porte en que fueron materializados los inicios de las postales, digamos artesanalmente. Óleos que se dis-gregan terminándose en la inmensi-dad de lo virtual. Cada matriz puede ser un óleo virtual distinto cada vez que el autor se proponga pintarla. La extravagancia del recurso es que di-cho título no se refiere a las postales, sino más bien a los visitantes de la muestra. Propone la subjetividad del ser urbano como un cuerpo traspa-sado por las balas de información

que recibe. Translucido, segundo a segundo, no termina de mirarla cuan-do debe perfilarse en la espera de la nueva información que lo invade. Su vida citadina transcurre con una violencia latente que produce acos-tumbramiento a la violencia de la in-formación que compone su subjetivi-dad. El sujeto que mira la catástrofe del óleo multiplicado mira su pro-pia catástrofe en la implosión de las interpretaciones posibles sobre este espacio pictórico. Como en Google Earth, un sujeto hace clic para acer-car una imagen hasta llegar a verse a sí mismo haciendo clic frente al ordenador. Más esta simultaneidad sólo lo deja ver lo que fue o lo que vendrá. Es el piloto ante el anuncio de que éste es su último vuelo.

Un suicida se lanza al vacío como un clavadista. Lo que ve en el mo-mento único queda plasmado en su retina. Todo invita a precisar que el piloto se destruirá contra el suelo y ese instante se multiplicará en dia-rios y revistas y luego será olvidado entre otros similares. La información como novedad sobrevivirá al nave-gante sólo un segundo más.

Los óleos virtuales muestran la im-posibilidad de ver el presente en es-tas pinturas de ciudad. Anuncia una grieta en el continuo del devenir de la metrópoli. Muestra el aquí y el ahora de lo que no sucedió como una cámara que logra captar espectros y encerrarlos. La mediación virtual es el claustro de los aparecidos que el ojo no logra ver. El ojo-cámara

inmoviliza con su rabillo una acción que no se concreta.

1Una cadena editorial define los ras-gos de la información creando un có-digo de escucha. El periódico “deja” a cada individuo libre para interpre-tar la información proponiendo un efecto definido: que aquel no tenga nada que decir de la información que lee. Este es el punto buscado por las publicaciones: su proposición se parece así misma al punto de resol-verse como mera información. Sus lectores la asimilan como el sentido común. La información no entra en la tradición, termina por producir realidades de otra índole.

Una hoja de diario cae desde algún edificio. En su vuelo en picada hace figuras geométricas como un vo-lantín liberado incluso de las cañas que forman su esqueleto. Más que bambonearse, cambia de velocidad según le dé el viento.

El pliego se arrastra por la vereda, planeando a mínima altura como una mantarraya.

El que ve mira dos veces, una desde la terraza del edificio y otra desde abajo hacia el cielo. Lanza la hoja desde arriba y es él mismo quien la detiene con una pisada contra el ce-mento de la calle. La borrasca pasa silbando y el papel se queda enreda-do en su pie.

Sobre tres pinturas de Sergio Torres Oro Por Ypdea

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2 Los anuncios y las noticias se pa-recen a los individuos que circulan anónimos por Santiago. Hormigas en la ciudad que se saben tan úni-cas como un espacio publicitario o una crónica sobre un robo o un asesinato. Miles de obreros vienen a construir el laberinto avanzando desde la periferia --que está en guer-ra con la ciudad y conforma la ruina de la cuidad—hacia el centro.

Sin percatarse de la inminencia del temblor como los animales domes-ticados que no escucharon la venida del tsunami y se ahogaron con sus dueños, las hormigas siguen su ciclo natural sin enterarse de la tormenta que se avecina, sin darse cuenta si-quiera de que son los residuos hu-manos de la globalización.

Aves y hormigas se ven en situa-ción de humanidad, los vuelos de las palomas no sobrepasan el marco citadino, parecen estar envueltas en la contigüidad de su catástrofe, bus-cando su libertad en los rascacielos, luchando por quedarse dentro y ser parte de, dejar de viajar de la perife-ria a la ciudad.

Un analfabeto se dispone, en los bordes de la ciudad, como el inter-regno del intercambio. Es el sujeto fuera de la lucha de clases, el vago, aquello con lo que la ciudad no sabe qué hacer. Un analfabeto que tra-

baja no es un analfabeto. El trabajo lo alfabetiza en el ranking de los saberes. “el obrero no especializado es el más profundamente degradado por el amaestramiento a la máquina. Su trabajo es impermeable a la ex-periencia”Esta postal es de la irrupción del día a día, el despertar mecánico de una ciudad y la invasión de sus engrana-jes. Es la mañana y es la destrucción de toda subjetividad en la implosión de la ciudad.

3Fuera del Shopping la tempestad azota. La plaza pública ha quedado desierta para su seguridad. La plaza vacía invita a llenar los malls en el imperio de la plaza seca.

La ciudad se refleja asimisma con un enano y un dios dentro. Plegada, su punto más alto observa el vacío extendiendo sus brazos al caleidos-copio de las ventanas con espejos. La lluvia cae rebotando en las torres y lava sus techos como un río verti-cal que va de arriba a abajo hasta el paraguas.

Un paraguas frente a la intemperie torrencial nos muestra el metro cua-drado propio del sujeto. Éste intenta no ser afectado por la intensidad de la lluvia y se calza un paraguas para evitarlo. Su mirada está protegida por el vidrio que produce la propia cascada de su sombrilla. La ciudad

lo espera, lo nutre, pero él se siente irremediablemente lejos de ella. La ciudad lo invita a sentirse diferente. Imperándole sé tu mismo con cada publicidad en aparezca en una es-quina, pone en marcha el motor que lo hará volver todas las mañanas.

Miles de sujetos viajan en silencio en una micro, cada uno intentando contemplar la masa anónima, dis-tanciándose de la amalgama que lo conduce a la indiferenciación. Se saben únicos y se saben inelucta-blemente masa. Tal conocimiento los embebe de la típica nostalgia matutina, parecida a la de las vacas cuando van al matadero.

Un hombre con cortavientos y capu-cha camina por autopista leyendo una hoja de diario, los autos logran esquivarlo de suerte. Extiende los brazos y avanza contra el muro de motores. Parece una estampida. Los animales no están furiosos contra él ni contra nadie, no buscan comida, se mueven casi sin sentido siguien-do la vía. Una fuga de luces lo ciega. El choque es inevitable.

En el momento después de la catás-trofe miran el mundo desolado im-pávidos. Siguen esperando la micro. La postal que falta en esta muestra constituye la propia muestra. La interrupción entre una escena y otra corresponde al sujeto que observa y sobrevive a la catástrofe.

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s o b r e v i v i e n d o e n s a n t i a s c oPodemos hacer lo tengamos a la mano.¡El universo invita!Las posibilidades se presentan y las tomamos como a un trozo de pan, alimentándonos, nutriéndonos, llevándonos a la boca lo que nos ofrecen.

Quiero un cigarrillo y lo enciendo sin problema alguno,necesito de un café, para mantenerme en pie y levanto la vista,sencillamente accedo a la compra, recopilando todo lo necesario, para vivir sin complejos, sin faltas.

Necesito de afecto y como se lanza algún llamado de auxilio,preguntando: ¿cómo estás? (en el sentido verdadero).

Hay tantos seres entre nosotros, hay tanta simpleza y complejidad.

La invitación radica en abrir los ojos y ponerse unos lentes tridimensionales, claro, pues no se puede ver con la simple visión de la realidad.

Hay que esperar o no tanto, yo no suelo esperar

muchoHay que atreverse a vivir y no temer a nada, absolutamente a nada.

Hoy, podemos ir donde queramos, la limitante la pone cada uno por sí sólo.

Siempre hay alguien con quien estar, y si no lo hay, cada cual se tiene a sí mismo,nunca una circunstancia es permanente y se ven las cosas con los mismos ojos.

Un día queremos, necesitamos, añoramos, extrañamos, nos satisfacemos, pero tiene que ser más sencillo que eso.Debemos no necesitar nada, ni a nadie, sólo vivir.

¿Bailemos bajo el sol?

¿Bailemos bajo la lluvia?

¿Riámonos de reírnos?Sobre-vivir-poder.

Poder sobre vivir, sería lo ló-gico.

Vivir sobre el poder.

Poder vivir sobre.

¡Hay que seguir con esto!

Por Ana Karina

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Santiago huele a palabraa nieve en invierno, a chimeneas y tubos de escapea tierra húmeda, a mezcla de sexo. Una especie de orégano, de estrella y semáforocomo a flor en adolescencia y caminos de lluvia y pasto.Santiago se llena de humo, de oscuridad y tormentose llena de pájaros en primavera,mezclándose con las microsel sudor y el trabajo, con las lágrimas y el cansancio.Santiago huele a smog, a infanciaa golpe de paco, a limosna, a feria y a mall, huele a alcantarilla, una mezcla de químico baratoa una especie de animal descompuestocomo un espejo de excremento y droga falsa.Santiago se manifiesta erráticocomo dando vuelta en círculocomo devolviéndose sin nadocomo escalando a un cielo blanco.Santiago huele a virgen, a puta, a circo y a borracho,huele a infancia, a desconfianzaa latido negro y a paso, huele a melodíaa calle vieja, a indigente y perro vagoa azufre, a porro y a encantoa una mezcla de zapato viejo e hijo huacho.Porque Santiago guarda un montón de aromasintermitentes, espesos, vulgares y dionisiacos,refugiados en cada esquina, integrados en cada ángulo,esconde olores intensos, tomados de algunos recuerdos,alberga olores pesadillas, aromas a cementerio.Porque Santiago huele a todo o tal vez a nadaquizás a miseria o a iglesia, quizás a perdón o esperanza.Porque esta ciudad tieneolores frescos, olores poesía, olores a rezo y a lejanía.Porque Santiago huele a todo esoo quizás a mucho más o a mucho menoslo cierto es que de vez en cuandoesta ciudad me da miedoy es que es tan grande y tan indecisa,tan extravagante y divertidaque quizás conviene abrir más el puñoy comenzar a sentirla.

Por Isabel Guerrero

m e t r o p o l i sNÚMERO 4 PÁGINA 7MAL DE OJO

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NÚMERO 4 PÁGINA 8MAL DE OJO

v i e jo

e n e l

me t

r oDonde otros ven la estación cubierta de barrotesy ven bajar la multitud como los ratones al alcantarilladoo como un ejército de locoso una cárcel milenaria de babilónicos resplandores,él sólo ve la infinitud del paisaje que ya no existeadormecido aún por la neblina ocre de la periferiade luminarias victorianas y árboles de hirsutas ramas;ve pasar los carromatos de los fundosrumbo a Plaza Almagro.

Oye campanas que no son y levanta una mano que ya es una piltrafa.

Está loca la mujer de las enormes bolsas de polietilenoy la muchacha que soporta la marca de extraños signossobre la voluptuosa curva de sus senos,marcas cromadas al rojo falsode la sangre artificial del rouge de los spots desde donde vírgenes hermosas sueñan con el suicidioseducidas a la velocidad de la luzpor enormes dioses fálicos ataviados de jeans.

Donde otros ven el chispeante rodar de los carros él, descubre el escondite simulado de desesperados fantasmasy el ir y venir de una antigua e inseparable amigapasearse interminablemente como una fiera acechante,invisible, para hacer creer a la multitud que no estáaunque por los altavoces se anuncien sus exequiasy veamos bailar las vestales en el último anuncio.

El viejo sube al vagón como Tiresias a su embarcaderocomo él, enceguecido por el estrangulamiento de sus retinasve danzar lúcidamente los colores explosivos de la multitudy avanzar las túnicas invisibles de las tejedorasconfundidas entre los anuncios de una nueva teleserie.

Por Ramón Soto.

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Por Fernando Julio

Al bajar por Coquimbo, esquina Pescadores, escuché a alguien silbar “Chica de Ipanema” [Averiguar autor, “mira qué cosa más linda, más llena de gracia, del sol de Ipanema....., o alguna de las variables que cada uno de nosotros le damos]al avanzar un par de calles la música se convertía en pro-piedad de los locales comerciales y no de un peatón que le da por suplantar el idioma de los pájaros [ “La palabra identificada más con el objeto que con el sujeto: Los pájaros cantan en pajarístico, pero los escuchamos en español. No basta hablar del canto de un pájaro, sino graficar el canto de ese pájaro”. Jaime Quezada, hago la cita porque si no fuera por Redolés, de Juan Luis Martínez no sabría ni el nombre]Pasada calle Libertad, empieza la mezcla de autos, bocinas, y parlantes. Estos últimos se inclinan mayori-tariamente por punchi punchi postmoderno [ Artistas emergentes de diferentes concursos televisivos, hace unos meses fueron la razón de venta de los diarios nacionales y locales; se les conoció como realitys, creo que aún existen], mucho hip hop maquillado por letras mamonas [ En el caso que tenga apoyo visual: sus cor-respondientes raperos llenos de joyas, autos lujosos, minas al por mayor y al detalle, te las encargo] , otro porcentaje similar de latino eléctrico [Paulina Rubio, Shakira (o como quiera que se escriba), y otras cosas anglos comerciales, por supuesto. A ratos alguien se encuentra en el dial a Quimical Brhoters] De los autos se escuchan dosis suficientes para hacerse una idea de los gustos musicales y de las relaciones que se establecen entre el volumen de la radio y el tipo de música que su ocupante prefiere. Si el volumen es alto, es casi seguro que la música es sound [Cuestión com-pletamente aceptable, tomando en cuenta que nos en-contramos a pocos kilómetros de la Meca del sound en Chile, para los que no sepan de que estoy hablan-do, tarea para la casa], otros que también quieren hacer partícipes a la mayor cantidad de gente sobre sus gustos musicales son los adictos a los ´80 [Tanto rock latino, con la amplia gama que ello significa, pero principal-mente G.I.T.; como soft rock anglo Ersuprise . y aho-ra que se ha dado todo un revilve de sintetizadores y saxos, da escalofríos]. Los de volumen moderado son más dados a la denominada música del recuerdo [Léase Sandro, Luz Casal, harto cantante de la Nueva Ola (¡lo que queda de los nombres!)]. Los colectiveros,

como buen gremio, tienen gustos disímiles, es cuestión de subirse y comprobar, desde noticias locales [Momen-to en el cual uno, como pasajero, debe hacer algún comentario acerca de la realidad política de la ciu-dad y empezar a criticar al que haya que criticar, eso va a depender del giro de la conversación y de las convicciones de cada cual. Ah, y aceptar el consabido “Lo que pasa es que está maaalo”, a otro perro...], radios en inglés [ En dos oportunidades, visitando a unos amigos que viven en la población Cobresal, subí en un colectivo que iba escuchando un programa, con comentarios, publicidad, y obviamente música, ya he dicho, pero si queda duda, lo repito todo en inglés] , el infaltable sound, los que escuchan “La Hora del Taco” y solidarizan con sus colegas santiaguinos creyéndose víctimas del mismo infierno [ La lentitud puede ser la misma en un par de cuadras, las cuales son aprove-chadas por los enfermos de siempre, que creen que haciendo sonar sus bocinas van a solucionar algo]La Alameda marca un quiebre, con cantantes armados de amplificador, y micrófono en mano se lanzan en la más torrentosa carrera de temas que delatan nuestro imaginario musical [ No resulta extraño encontrarse tarareando o, derechamente, cantando la letra de alguna canción de Leo Dan, del dúo Dinámico, etc.] Del restaurant que está al lado de la librería Rojas sale uno de los últimos temas de Pimpinela [Algo de la fami-lia, de gente sencilla, y todo eso que debe tener una canción sobre la familia como paradigma ejemplar. Todo esto del Restaurant que está al lado del Hotel del mismo nombre: El Ovallino]. De la funeraria sólo sale el olor que podría salir de un lugar que se relaciona con la muerte. En Din hay un caballero [No es notable su estado de intemperancia, pero los copetes que se tomó no se los quita nadie], avivándole la cueca [Ob-viamente eso de “avivándole la cueca” es un decir, porque si no es septiembre, las cuecas no suenan ni por sospecha] al Chico de los Palos [ Véase letra ad-junta], suena algo así como bailanda [Mi conocimiento de este ritmo se reduce a dar fe de la presencia de agraciadas señoritas que acompañan a estos grupos, preferentemente de origen argentino, y su frenético oscilar de caderas. Con eso me doy por satisfecho]. En la siguiente cuadra empieza a marcar su territorio la ranchera [Calle Tocopilla con “Harry James”, “Spor-tiva”, “Bodegón 2” (¿qué habrá sido del uno?), el “María Elena” por Benavente, en la esquina de Anto-fagasta más de alguien se acordará que ese boliche se llamaba los Compadres, Bodegón (creo que éste era

La otra música (pero de la otra)NÚMERO 4 PÁGINA 9MAL DE OJO

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el uno), “El Pino Dos”. Muchos de estos boliches no tienen su nombre visible, como el que se encuentra entre la radio Comunicativa y el ex pool Ganimedes, el que está al lado de la veterinaria Roco (por si acaso se llama la Querencia] .Cruzo para pasar fuera del “San Juan” y escuchar qué suena, y lo único que se percibe es el sonido de las cajas registradoras [ Money de Pink Floyd, Waters: “Di-nero, aléjate / Consigue un empleo con más paga / y tu «OK» / El dinero es excitante / Agarra ese dinero con ambas manos / y haz una fortuna / Coche nuevo, caviar, / ensueño de cuatro estrellas / Creo que me voy a comprar / un equipo de fútbol / Dinero, vuelve

/ Estoy bien, Jack, quita tus manos / de mi pasta / El dinero es un acierto / No me vengas con esa mierda de tonterías / Estoy en el grupo de viajeros / habituales de primera clase / Creo que necesito un jet privado / Dinero, es un crimen / Repártelo equitativamente / pero no toques mi tarta / Dinero, dicen / Que es el origen de todos los males actuales /Pero si pides un ascenso no es de extrañar /que no lo quieran soltar”]. Cuando Benavente se convierte en doble vía, solo queda el ruido de los motores, de latas sueltas y conversaciones de atardecer.

NÚMERO 4 PÁGINA 10MAL DE OJO

La marcha es hacía adelante, siempre debe serlo a no ser que el tren tenga ruedas de gomas y llenas de oxido a la vez. El amor es una marcha lenta que no puede retroceder, mi corazón se engrasó tarde y el tuyo ya estaba oxidado. No tengo el aceite suficiente para hacer girar las ruedas del corazón y pensé en no darme por vencida, pero el destino tiene planes y lugares diferentes en este camino de piedras pequeñas y caídas fuertes.El viento es incluso menos libre que tú y yo soy un nudo en el laberinto más oscuro y profundo. Y el daño está escondido en ese nudo y prefiero dejarlo así. La luz floreció como tal entre los poros de mi cuerpo, con blancos incandescentes y cruzan difusos por lo completo de mi cuerpo oscuro. ¿Y qué queda ahora? lograr no olvidar, lo que no quiero recordar, sacar el aroma de la felicidad y no acostumbrarme más al amor. No, acostumbrarme, porque el amor es algo que no debe acostumbrarse, sino que debe amarse, cuidarse y cultivarse. No hay adjetivos para él, dejo mis deudas con el pasado para futuras personas en mi vida y prometo no hacer daño en la inocencia de algo puro que yo no puedo y no debo entender, lo mío se oscureció y el proceso de blanquearlo empezó desde que tocaste mis labios sin querer. Un ramo de flores, una navidad nueva y tú sonrisa quizás y tú mirada tal vez, me alegro que te dieras cuenta a tiempo que no soy más que una mentira, que ni siquiera sabe existir.

Por Martirio Riquelme

paradero de trenes

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“Mientras escribo estas líneas veo por mi ventana un árbol. Este pertenece a la dura rea-

lidad. ¿Si yo me muero, el árbol quedará ahí? No cabe ninguna duda. ¿Pero no podría pasarle al árbol lo que a nosotros, cuando

muere un familiar querido? ¿En este caso qué lamentamos más: la ausencia definitiva del familiar, o más bien la hermosa opi-

nión que él tenía de nosotros? ¿Le pasará lo mismo al árbol? Yo siempre lo he visto hermoso, y mi vecino, quien es muy práctico, ya no lo verá así. Cuando yo muera, morirá mi opinión sobre el

árbol, y el árbol se pondrá muy triste y se morirá también”. “Sin magia para vivir” Rodolfo Kusch.

En la ciudad está todo rígidamente dispuesto ante la mirada de lo cotidiano. Cada uno de los objetos tiene una determinación clara

y coherente respecto de la palabra que lo sustenta.No es común ir caminando por la calle y encontrar a alguien hablando con los parqués de estacionamiento o con los spot

publicitarios.Para la ciudad las paredes son paredes, el cemento es cemento,

arrebatándonos toda posibilidad de construir una realidad forjado por la libertad instantánea de lo humano.

Y Claro¡¡¡¡ podríamos decir que en lo interno si se genera un eje imaginario que transforma una ciudad en mundos paralelos. Sin

embargo a la hora de volver a casa el metro es metro y su funcio-nalidad está rellena de praxis.

La ciudad por tanto es la manifestación de una dominación establecida por el monopolio de la realidad.

Aún cuando el ser humano se esfuerce en imaginar, se encuentra con las paredes infranqueables que lo aprisionan haciéndolo vivir

un mundo sin magia.Sin embargo algo sucede con este hombre dominado por la

rigidez, cuando escucha un extraño caso de irrealidad, como una presencia fantasmagórica., la llegada de ovnis o la lectura de un

tarot añejo leído en una plaza pública, y es que eso no es más que una manifestación de la necesidad de aferrarnos a lo ilusorio, a lo abstracto, a la verdadera realidad, esa que no tiene límites y

permite un contacto directo con los surcos de nuestra existencia…Hay pues que saltar los muros de las ciudades, dejar de creer en su estricta estructura de asfalto, políticos y organización social. Es decir…saquemos los martillos de lo diverso, reconstruyamos sus oficios, salgamos de nosotros mismos para ser nosotros mis-

mos….hagamos magia…

Por Ernestina Conhache

derribando murosNÚMERO 4 PÁGINA 11MAL DE OJO

Page 12: Boletín Literario MAL DE OJO. numero 04, abril

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Revolucionarte Programa orientado a difundir todo tipo de arte independiente, música, poesía, pintura, teatro, cine, foto-grafía y cualquier manifestación artística, que promueva la cultura. Como un lapsus detenido en el tiempo, nos hace disfru-tar los viernes a las 22 hrs. de la magia de las artes. Escúchalo en Pulsión Norte Radio www.pulsionnorteradio.weebly.com (Radio amiga de Bs As)

Lo Hermida Televisión y Lo Hermida Radio, espacios de difu-sión cuya misión es mostrar el arte de aquellos artistas que no se difunden en grandes medios de comunicación, manteniendo viva la memoria histórica de nuestro pueblo. Este proyecto nos muestra música, trova, folklore, noticias, temas de actualidad, memoria histórica, y mucho mas. Puedes verlos y escuchar-los en: http://www.livestream.com/lohermidatelevision y en la página http://lhtv.cl/.

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