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EL DEDO EN LA LLAGA Por: ESTEBAN FARFÁN ROMERO @EstebanFarfanR www.farfanopina.blogspot.com [email protected] Nuestro Sebitas hoy cumple dos años de vida. Un 31 de enero de 2012 a las 14.45 llegó nuestro hijo después de una larga espera mezclada con desesperación, ansie- dad, alegría, y temor. Tuve que tomar decisiones rápidas con el fin de preservar la vida de su madre y él, pues a última hora se complicó mucho el proceso del parto. Gracias a Dios salió todo bien al final. El día que me enteré que Sebitas estaba en camino, experimenté sentimientos muy raros. Por un lado una profunda alegría y expectativa y por otro, incertidumbre y muchas preguntas/dudas. Acompañé rigurosamente el proceso de desarrollo dentro de su madre. Muchas no- ches lo vi moverse, le canté la canción de Los Manseros, aunque seguramente se aburrió con lo desafinado de mi voz. La primera vez que escuché los latidos de su co- razón, me emocioné muchísimo. ¿Cómo es posible que una persona con vida propia esté alojada dentro de otra y se desarrolle gradualmente? La vida tiene sus misterios insondables. Primero no dijeron que era mujer. Nos preparamos con todo para recibir a nuestra hija. Incluso decidimos dos nombres. Un día Ariana me preguntó si prefería va- rón o mujer, le dije que sea lo que Dios nos mandé. Se que no me creyó, porque cuando enamorábamos, ante la misma pregunta le dije un día que mi deseo era que nuestro primer hijo sea varón. No tomé en cuenta que la mujer tiene muy buena memoria y nosotros somos olvidadizos. EN FAMILIA: Con nuestro Sebitas en la plaza de Yacuiba. La verdad es que deseaba que sea varón, pero el día que el médico nos dijo que era mujer, le puse buena onda a la realidad. Ella notó el cambio de ánimo con la noticia. Hasta ahora disfruta recordándome aquel episodio que quedó grabado en una filmación. No sé por qué los hom- bres siempre queremos que nuestro primer hijo con la mujer que amamos sea varón. ¿Por machistas? ¿porque deseamos reflejarnos? ¿porque no nos digan chancletas? No se. “Un hijo es una pregunta que le hacemos al des- tino” decía el escrito José María Pemán. En el control de los ocho meses, el médico nos pro- pone ver al bebé en 3D. Le digo que no era necesario, si ya sabíamos el sexo. Por si acaso, dice. El resultado, a primera vista, Sebastián nos muestra las evidencias in- contrastables que era varón. No me contuve esa tarde. No pude disimular. Le conté a todos mis amigos que mi hijo era varón. Uno de ellos me apostó un whisky, así que gané. Cuando Sebastián estaba en el vientre de su madre, lo único que le pedía al Señor era que esté sano. Muchas noches le dije que por favor venga sanito, me compro- metí a cuidarlo, educarlo, amarlo. El Señor nunca falla. Desde que nació, muchas noches pasamos en vela, especialmente cuando se enfermó con un resfrío, un cólico o una fiebre. Fuimos testigos entusiastas de sus balbuceos, sus primeras palabras, sus movimientos y Sebastián

Sebastian

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EL DEDO EN LA LLAGA Por: ESTEBAN FARFÁN ROMERO

@EstebanFarfanR [email protected]

Nuestro Sebitas hoy cumple dos años de vida. Un 31 de enero de 2012 a las 14.45 llegó nuestro hijo después de una larga espera mezclada con desesperación, ansie-dad, alegría, y temor. Tuve que tomar decisiones rápidas con el fin de preservar la vida de su madre y él, pues a última hora se complicó mucho el proceso del parto. Gracias a Dios salió todo bien al final.

El día que me enteré que Sebitas estaba en camino, experimenté sentimientos muy raros. Por un lado una profunda alegría y expectativa y por otro, incertidumbre y muchas preguntas/dudas. Acompañé rigurosamente el proceso de desarrollo dentro de su madre. Muchas no-ches lo vi moverse, le canté la canción de Los Manseros, aunque seguramente se aburrió con lo desafinado de mi voz. La primera vez que escuché los latidos de su co-razón, me emocioné muchísimo. ¿Cómo es posible que una persona con vida propia esté alojada dentro de otra y se desarrolle gradualmente? La vida tiene sus misterios insondables.

Primero no dijeron que era mujer. Nos preparamos con todo para recibir a nuestra hija. Incluso decidimos dos nombres. Un día Ariana me preguntó si prefería va-rón o mujer, le dije que sea lo que Dios nos mandé. Se que no me creyó, porque cuando enamorábamos, ante la misma pregunta le dije un día que mi deseo era que nuestro primer hijo sea varón. No tomé en cuenta que la mujer tiene muy buena memoria y nosotros somos olvidadizos.

EN FAMILIA: Con nuestro Sebitas en la plaza de Yacuiba.

La verdad es que deseaba que sea varón, pero el día que el médico nos dijo que era mujer, le puse buena onda a la realidad. Ella notó el cambio de ánimo con la noticia. Hasta ahora disfruta recordándome aquel episodio que quedó grabado en una filmación. No sé por qué los hom-bres siempre queremos que nuestro primer hijo con la mujer que amamos sea varón. ¿Por machistas? ¿porque deseamos reflejarnos? ¿porque no nos digan chancletas? No se. “Un hijo es una pregunta que le hacemos al des-tino” decía el escrito José María Pemán.

En el control de los ocho meses, el médico nos pro-pone ver al bebé en 3D. Le digo que no era necesario, si ya sabíamos el sexo. Por si acaso, dice. El resultado, a primera vista, Sebastián nos muestra las evidencias in-contrastables que era varón. No me contuve esa tarde. No pude disimular. Le conté a todos mis amigos que mi hijo era varón. Uno de ellos me apostó un whisky, así que gané.

Cuando Sebastián estaba en el vientre de su madre, lo único que le pedía al Señor era que esté sano. Muchas noches le dije que por favor venga sanito, me compro-metí a cuidarlo, educarlo, amarlo. El Señor nunca falla.

Desde que nació, muchas noches pasamos en vela, especialmente cuando se enfermó con un resfrío, un cólico o una fiebre. Fuimos testigos entusiastas de sus balbuceos, sus primeras palabras, sus movimientos y

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2cambios paulatinos que ha experimentado a medida que crecía. En realidad, desde que comenzó a desarrollarse dentro del vientre de su madre, comenzaron los cambios importantes en nuestras vida. Sebastián vino a cambiar nuestras vidas.

Mi oficina se ha convertido en su lugar preferido para desordenar, jugar y hacer sus travesuras. A partir de ahora hay que tener mucho cuidado con los enchufes, las cosas que le pueden caer encima porque explora todo lo que ve. Mis sagradas siestas son interrumpidas cuan-do él desea. Ya no puedo dormir en mi cama, porque él prefiere mi lugar, que la suya. Insiste que lo haga dormir, pero antes debemos jugar un rato. Le encanta hacerme de caballo y que lo tumbe a la cama como corcel chúcaro.

Mis libros son sus victimas preferidas. Gusta bajarlos del armario, los abre y los pinta. Tiene un dedito muy travieso e inquieto que toca, aprieta, empuja. Apaga computadoras, y sale despavorido, hace renegar, pero todos los que trabajamos en la oficina lo perdonamos, lo toleramos, lo amamos. Cuando no está o duerme, es notable su ausencia. “Una casa sin hijos es una colmena sin abejas”, dijo el famoso novelista Víctor Hugo.

No se puede planificar nada sin pensar primero en él. Hace más de dos años que no salimos con frecuencia a una disco, u otro lugar de diversión. Se ha hecho dificultoso la salidas a una fiesta o actividad social porque estamos intranquilos mientras él está en casa con algún adulto.

Cuando viajo, debo regresar lo más pronto posible por-que la dependencia se ha hecho cada vez más fuerte. Ambos tenemos una conexión muy sólida. Me produce profundo dolor escucharlo llorar, mucho más cuando está enfermo o le duele algo. Tengo mucho temor ser muy condescen-diente e indulgente con él. Ya hemos tenido discusiones con Ariana por mi conducta sobreprotectora. Incluso mi madre y mi madre me han llamado la atención en varias ocasiones. Estoy intentando no dejarme dominar por mis sentimientos cuando tiene una conducta impropia. Se que si sigo así, le haré un gran daño.

Con Sebastián he aprendido a cambiar pañales, lim-piarlo, planchar ropa, en algunas ocasiones a lavar ropa, a interpretar lo que intenta decirme, a tener mas paciencia de la necesaria cuando hace algunas travesuras. He vuelto a ser niño, a reírme de las cosas simples, a olvidarme de los problemas y vivir la vida a plenitud por momentos.

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EL DEDO EN LA LLAGA

SEBITAS: Con princesa, nuestra labradora.

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EL DEDO EN LA LLAGAAnoche, tenia unas anotaciones en mi memo digital, y

Sebas con su dedo travieso borró todos los apuntes que estabas en esos memos. Un enorme perjuicio, porque hice todos los intentos para recuperar los archivos y no se pudo. Debo tener mas cuidado y paciencia.

Desde que Sebastián llegó muchas noches no hemos dormido, no tenemos la tranquilidad de antes, ha sido ocasiones de fricciones con mi esposa, no se puede ha-cer planes como antes, ha significado gastos económicos, tenemos que priorizar su alimentación y medicamentos, siempre está primero su bienestar, hemos renunciando a muchas diversiones, pero lo que Sebastián nos trajo ha sido felicidad, paz y amor. Con Sebastián somos felices.

Dos años que han cambiado mi vida, nuestras vidas. Sebastián nos ha unido como pareja y le puso mucha subs-tancia a nuestra relación. Ya no tiene sentido la vida sin él. Ambos disfrutamos de su presencia. Aspiro ser un buen padre, deseamos ser buenos padres, que se sienta amado,

SIEMPRE ALEGRE: Se-bastián tiene una sonrisa muy contagiante.

orgulloso de sus padres. Deseamos que sea un hombre de bien, un hombre útil, inteligente, con valores profundos, temeroso de Dios. Se que un día leerá esto. Desearía estar con él cuando lo haga.

Nuestro compromiso es darle nuestro tiempo, nuestros pocos conocimientos, nuestras experiencias, nuestra vida restante para que sea un hombre integro. Vamos a intentar hacer las cosas bien.

Cuando estudiaba en La Paz, escuché a un famoso pre-dicador (Billy Graham) ilustrar la importancia de la rela-ción de un padre-hijo con la siguiente historia: Un día un pastor muy esforzado, comprometido con su iglesia murió. Muchísima gente lamentó su deceso y miles se dieron cita al velorio. Todos daban testimonio de la entrega, el com-promiso, responsabilidad con la que administró su minis-terio como siervo de Dios.

Unos sostenían que gracias a la intervención del pastor con sus sabios y oportunos consejos, su matrimonio se ha-bía salvado del desplome, otros decían que la relación con sus compañeros había mejorado mucho con sus charlas, otros que se hijo fue salvado de las drogas porque el pastor se sentó a hablar seriamente con el adolescente sobre la vida.

Otro recordaban que era una dechado de virtudes y que sus palabras siempre eran oportunas, refrescantes y moti-vadoras, al margen que siempre estaba disponible al lla-mado de los fieles cuando se trataba de alguna emergencia familiar. Todos coincidían plenamente sobre la destacables y evidentes virtudes del pastor que cosechaba cumplidos por todos lados.

Al fondo, en una esquina de pie había un hombre que escuchaba silenciosamente los vividos testimonios de los creyentes que recordaban con pasión el trabajo efectivo

De pronto, con pasos cansinos, cabizbajo, con cierta timidez se acerca al lujoso cajón que contenía al cuerpo yerto del pastor, un hombre harapiento, greñudo con una cara de pocos amigos y de haberse trasnochado. Parecía intruso, porque todos estaban vestidos impecables para la ocasión. Todos miran con cierto aire de sorpresa la presen-cia del sujeto, muchos murmuran, otros se inquietan. Por la apariencia descuidada sospechan que se trata de un loco. Harapos cubrían su cuerpo y daba la impresión de estar ebrio o drogado.

Lentamente se acerca al féretro, lo toca suavemente, se aproxima al rostro enjuto de aquel hombre que había cum-plido su trabajo con diligencia y estaba siendo despedido con dolor. Lo mira como recordando episodios, derrama

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una lágrimas en silencio como conteniendo su dolor, y lo sigue mirando fijamente mientras todos los presentes concentran su atención en los movimiento del intruso que pone nerviosos a todos por un desenlace impredecible.

El sujeto es consciente que incomoda a los dolientes, así que apura lo que quería hacer. Mitad del cuerpo del pastor estaba a la vista por lo que le facilitó la posibilidad de decirle lo que tenia pensado. Extiende su mano hacia su rostro para tocarlo y le dice con voz quebrada y pau-sada: “Papá, si tan sólo me hubieras dado unos minutos de tu tiempo, si me hubieras escuchado, si me hubierais atendido un poquito, solo un poquito, quizás no estuviera así. Adiós papá”

El sujeto se secó las pocas lágrimas que le quedaban en el rostro, sin mirar a los costados y con el rostro a tierra se retiró pausadamente del lugar, ante la atónita, incrédula y perpleja mirada de los presentes.

Nadie sabia que el pastor tenia un hijo fuera de los que él había presentado. Todos quedaron sorprendido. No po-dían creer lo que acababan de ver. (Yacuiba 31/01/14).

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GRACIAS A DIOS: Hasta aho-ra, Sebitas ha demostrado ser un niño sano.

ESTEBAN FARFÁN ROMERO es periodista, analista político y docente.

“En un cierto momento de la vida se desea un hijo. Quizás, para morir un poco menos cuando se muere.”

Françoise Sagan