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2010 María José Morales Abad Francisco Navarro Ruta G 22 El río Alberche

Ruta el río alberche

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2010 

María José Morales Abad 

Francisco Navarro 

Ruta G 2­2 El río Alberche

Mª José Morales y Francisco Navarro | Ruta G 2-2: El río Alberche.  Página 2 

Ruta G 2­2 El río Alberche Distancia aproximada: 13,5 km Tipo de ruta: Circular  Dificultad: Media  Tiempo aproximado a pie: 3,5 horas. 2 horas en bici. 

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Descripción de la ruta Se trata sin duda de una de las rutas más conocidas por haber aparecido en distintos medios de comunicación como la sección Ruta Verde de El País (Serra, s.d.), o el coleccionable del País Aguilar (Datcharry & Mardones, 1995), el libro Madrid, a la búsqueda de su naturaleza (Acero, 1995), o el más antiguo de todos, El suroeste de Madrid a través de una vía de tren abandonada (Grupo Chrysaetos, 1989), aunque es posible que sean pocas las personas que la hayan realizado tomando como punto de partida el pueblo de Navas del Rey. Dividiremos el recorrido en tres etapas: Primera etapa: Navas del Rey (altitud 710 m) - Colonia El Puente (altitud 520 m). Distancia: 5 km. Partiremos del pueblo por la antigua carretera hacia el puerto de San Juan, dejando la Iglesia a nuestra izquierda y tomando, a unos 500 metros, la pista que conduce a la urbanización de El Morro y que recibía tradicionalmente el nombre de Cañada de los Segovianos. Descenderemos hasta un valle en el que encontramos algunos de los mejores pastos del término y donde, hace unos años, también se encontraban algunos huertos. A unos 700 metros del comienzo de la pista encontramos a la izquierda una higuera de grueso e intrincado tronco, y 50 metros más adelante el camino de Bajondillo, a la derecha, que será el que tomemos. Discurre el camino de Bajondillo entre suaves lomas antaño tierras de labor, hoy día zonas de pasto para los rebaños de ovejas y cabras, algunas viñas, pinos piñoneros, encinas mezcladas con retama, en un paisaje que se antoja muy modificado por la actividad humana. Cuando llevamos recorridos unos 800 m de este camino, podemos observar que paralela a nosotros, por la derecha, discurre la conducción de agua de Picadas a Valmayor, construida por el Canal de Isabel II en los primeros años noventa para asegurar el abastecimiento a algunas poblaciones cercanas a la capital. Los efectos de esta obra afectaron particularmente a una vegetación de monte bajo compuesta por cantueso, tomillo y retama, y, aunque se realizaron algunas labores de repoblación, aún son visibles. Enseguida encontramos un cambio en la composición florística pues atravesamos el arroyo de Valgranado, tocando los 650 metros de altura; vemos ahora una vegetación propia de zonas húmedas con junco churrero, algunas cárices y también mentas. Y hablando de naturaleza, la fauna es más esquiva, pero podemos observar algunas aves y pequeños mamíferos. Es éste el dominio de las perdices, abubillas, urracas, cogujadas, abejarucos y conejos, entre otros, aunque, en ocasiones, también podremos observar las huellas de algún jabalí y de algún zorro. Tras este vallejo, una pequeña subida de unos 400 metros en la que dejamos algunas casas a nuestra izquierda nos sitúa a 680 metros de altura y nos asoma, en dirección sur, al valle del Alberche pudiendo distinguirse al fondo uno de los puentes de la vía de tren que corre paralela al embalse de Picadas, y al que llegaríamos bajando por el llamado barranco de la Casa Nueva. Podemos aprovechar un momento en este alto para recuperar aliento tras el repecho y mirar la panorámica del otro lado del Alberche, en la que, si el día es claro, podremos distinguir de oeste a este entre otras elevaciones el Altolamira, con 1038 metros de altura, seguido del cerro de Valdenoches. En esta zona el relieve es un poco más irregular y el suelo más pobre, por lo que la falta de actividad agrícola ha favorecido el hecho de que las encinas rebroten de raíz formando pequeñas carrascas. Este es precisamente el nombre de una finca que da denominación a la zona que alcanzamos inmediatamente “La Carrasca”, a unos 3 km del inicio de nuestro recorrido. A este punto también es posible acceder en coche o en bici por el llamado camino de la Carrasca o camino de San Martín, que arranca de la antigua carretera C-501, hoy denominada M-855, justo donde comienza el puerto de San Juan. Esta vía será la que sigamos tomando hacia la izquierda y bordeando el cerro de San Juan (706 metros de altura), hasta llegar a la colonia de El Puente, a orillas del Alberche.

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Prácticamente todo el camino es descendente, en algunos tramos incluso resulta algo peligroso si el recorrido se realiza en bicicleta, por lo que recomendamos prudencia: si no se está muy acostumbrado a este tipo de camino es mejor apearse y hacer el tramo a pie. Son varios los caminos y rodadas que se nos van presentando en este trayecto; para no despistarnos seguiremos las siguientes señales: a unos 800 metros de tomar el camino de la Carrasca hay un cruce, seguimos de frente y a unos 100 metros, tomamos el camino de la derecha que se va estrechando. Nada más iniciarlo encontramos a la derecha un gran pino piñonero con una chapa del ayuntamiento de Navas del Rey, y rápidamente, unas casas a la izquierda. Si somos observadores nos daremos cuenta de que la vegetación aquí es más densa, aparece la jara pringosa y gran número de encinas jóvenes recubiertas por líquenes; ésta es una buena señal de que el aire es limpio (los líquenes se usan como indicadores biológicos de la calidad del aire), de que la actividad humana en la zona es reducida (se utiliza casi exclusivamente como coto de caza) y de que la influencia del Alberche ya se deja sentir. Hablando de rocas Entre la vegetación y en dirección oeste podemos ver parte del embalse de San Juan, y dedicando unos minutos apreciar las diferencias entre la litología que hemos podido ver hasta ahora y la que observamos a través de nuestros prismáticos en las inmediaciones del embalse. Si hemos mirado al suelo de vez en cuando, habremos visto bellísimos fragmentos de cuarcitas (rocas de color blanco y bordes aristados en las que a veces se encuentra la forma prismática del cuarzo cristalizado), así como otros de gneises y esquistos, todas ellas rocas de origen metamórfico (resultado de grandes presiones y temperaturas en el interior de la corteza terrestre), estas dos últimas caracterizadas por la presencia de bandas y nódulos claros y de láminas, respectivamente. La transformación de estas rocas da lugar a un suelo arcilloso.

Por el contrario, los cerros que rodean el embalse de San Juan, como las Cabreras y el cerro del Yelmo, que veremos más de cerca desde otros puntos del recorrido, son de naturaleza granítica. Es el granito roca plutónica, llamada así por formar grandes masas o plutones y originarse por enfriamiento de las bolsas de magma (rocas fundidas) en el interior de la corteza. Esta roca está presente en todo el Sistema Central, siendo fácil observarla tanto en la Sierra de Guadarrama como en la de Gredos, es decir, en las dos cadenas montañosas que se encuentran en el valle del Alberche justo en esta zona.

Comienza ahora una fuerte bajada paralela al desmonte de la conducción Picadas-Valmayor, cuya pendiente próxima al 20 % junto con el mal estado del camino hacen aconsejable realizarla a pie; en lo alto, detrás de nosotros queda el tubo de hormigón desde donde se bombea el agua y que no deja de ser impactante pues rompe la armonía del matorral circundante. Tras unos minutos de continuo descenso, y a cerca de los 5 km de iniciar nuestro recorrido en el pueblo, llegamos a la colonia de El Puente de San Juan, donde se puede aprovechar para realizar un alto, tomar un refresco y acercarse al Alberche. En este punto vemos la desembocadura del arroyo de Valdezate y, en la orilla opuesta, el área recreativa del ayuntamiento de Pelayos de la Presa. Según la forma de hacer el recorrido, habremos tardado entre media hora y hora y cuarto aproximadamente, en bici o andando.

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Segunda etapa: Colonia El Puente- Comienzo del camino del Morro. Siguiendo la vía (Altitud: 520 m). Distancia: 3 km Desde El Puente deberemos recorrer unos 500 metros por la carretera M-501 para cruzar el puente sobre el Alberche, y, enseguida tomaremos una pista a la izquierda que conduce al área recreativa, zona en la que se une al río el arroyo del Molino de la Presa procedente de Pelayos. En este punto encontraremos retazos de la antigua vegetación de ribera como juncos, eneas, algún sauce, escasos alisos y chopos, aunque abundan más los árboles de sombra plantados por el ser humano como las falsas acacias,

también algunos madroños forman parte del sotobosque. A pesar de lo umbroso y fresco del lugar, la proximidad del vertido de la depuradora situada unos metros más arriba nos hace preferir pasar un poco de largo para introducirnos en el desfiladero del embalse de Picadas. Pronto el asfalto deja paso a la tierra y las paredes de esquistos y gneises flanquean nuestro avance por la ribera derecha del río, que por la orientación a umbría resulta la más fresca. En invierno, las frecuentes heladas hacen aparecer bellísimos cristales sobre los restos vegetales cubriendo de un manto blanco el suelo, dato importante a la hora de hacer el recorrido pues también el camino puede helarse y hay que tener cuidado.

Como suele ocurrir cuando se modifican los cursos fluviales embalsando el agua, los bosques de ribera se ven inundados en el fondo del valle y, solo en el curso de los años, los árboles vuelven lentamente a colonizar las orillas. Esta es la causa por la que a lo largo de estos 2,5 km aproximados, encontremos sólo de vez en cuando sauces junto al río, acompañados por zarzas, alguna rosa silvestre y junco churrero, mientras en la mayor parte del recorrido es la vegetación circundante, constituida por encinas, grandes pinos piñoneros, escoba, jara blanca o jara estepa, torvisco, cornicabra, entre otras especies, la que se acerca al cauce.

Cubriendo el suelo y las rocas un manto de musgos y líquenes delatan la mayor humedad de esta ladera, en relación a la opuesta, orientada a solana y con un suelo mucho más empobrecido en especies, salvo en los pequeños vallejos de los arroyos, donde la orografía permite una mejor conservación de la vegetación original.

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El aliso Se trata de un bello árbol de ribera que prefiere suelos ácidos, apareciendo por ello más abundante en la mitad occidental de la Península, junto a fresnos y sauces. Su madera es muy apreciada y fácil de trabajar, siendo utilizada tradicionalmente en ebanistería y para hacer carbón vegetal. Su resistencia al agua la hace útil para realizar pilares en zonas encharcadas. Baste mencionar como curiosidad que muchos pilares de la ciudad de Venecia están realizados con madera de aliso. Pero quizá uno de los mejores valores que tiene este árbol es que sus raíces poseen nódulos fijadores de nitrógeno, resultando así una especie que mejora el suelo en el que crece. Entre la fauna, en ocasiones podremos ver especies ligadas al medio acuático como la polla de agua, el somormujo lavanco, el ánade real, el pato cuchara, el cormorán o el porrón, además de otras aves comunes en la zona como abejaruco, abubilla, martín pescador y avión, y en los riscos, águilas de majestuoso vuelo, más visibles desde las zonas altas. En el bosque de galería otros pájaros como el chochín, ruiseñor o el mirlo, y en las proximidades animales de otros grupos como ranas, culebras de collar, gallipatos y algunos pequeños mamíferos como el musgaño y la rata de agua. Durante los fines de semana veremos algún que otro pescador en busca de relajación y de las especies más frecuentes en la zona como el barbo, la boga ibérica, la bermejuela y la colmilleja.

La abubilla Una de las aves más bellas de nuestro entorno con su cuerpo listado de blanco y negro y su vistoso penacho dorado. La abubilla incuba en huecos de árboles podridos, en montones de madera, en grietas de rocas, muros o pozos. Los polluelos y también la hembra mientras incuba, desprenden una secreción defensiva pestilente de sus glándulas uropigiales, de forma que ahuyentan a los depredadores. En septiembre suelen emprender vuelo a África en solitario o en pequeños grupos.

Este tramo forma parte del trazado de la vía de tren que pretendía unir Villamanta con San Martín de Valdeiglesias y las Rozas de Puerto Real, llegando incluso a Arenas de San Pedro. La idea es que sirviera de conexión entre la vía Madrid-Almorox y la de Madrid-Cáceres, para utilización fundamentalmente militar, según un Real Decreto del 21 de Marzo de 1927. En 1930 el Estado se incauta de la línea Madrid-Almorox y también se hace cargo de la construcción del llamando Ferrocarril del Tiétar a través del Ministerio de Obras Públicas, terminándose la explanación en 1934. Se llegó a inaugurar un tramo entre San Martín y Pelayos, pero posteriormente la guerra causó graves destrozos en la vía. Finalmente, tras estudiar la conveniencia o no de terminar con el proyecto,

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se decidió que no merecía la pena. Aunque nosotros recorreremos sólo un trayecto de unos 3 km de la vía, el camino se prolonga hasta la presa de Picadas, durante aproximadamente 4 km más. El primer puente que cruzamos está a unos 7,5 km del punto de partida (1,5 km del área recreativa) y nos sirve para atravesar el llamado arroyo de Mataloros, bajo el cerro Pocito; el segundo, unos 500 metros más adelante, cruza el embalse de Picadas, situándonos ya en la margen izquierda del río, donde se va a mantener hasta la presa. Hasta este puente, habríamos estado en el término de San Martín de Valdeiglesias, regresando ahora al de Navas del Rey. Tercera etapa: Picadas (altitud 520 m)-Navas del Rey (altitud 710 m). Distancia: 5 km

Más o menos en el km 8,5 del itinerario llegaremos a un ensanche de la vía en el que encontramos unas casitas rodeadas de altas paredes de gneises glandulares, y en cuyas proximidades hace unos años podíamos observar un panel con información sobre las aves rapaces de la zona realizado por la Escuela Taller Dehesa Real, hoy desaparecido. En esta zona desemboca el arroyo del Barranco del Fresno que discurre por la derecha de la Cañada de los Segovianos o camino del Morro; este será el que nos conduzca al pueblo en unos 5 km.

Antes de dejar el río, una mirada a la orilla opuesta nos muestra una bellísima imagen llena de contrastes de nuestro monte mediterráneo, más llamativa en otoño cuando arbustos como la cornicabra se vuelven rojizos. Si nos apetece, a unos 200 m sale un camino de tierra que nos lleva a una loma donde queda una casa en ruinas, al parecer de la época de la construcción de la vía. Desde este promontorio podremos dar nuestra despedida al Alberche antes de afrontar una fuerte subida hasta la urbanización del Morro. El primer tramo discurre entre pinares y se suaviza por las amplias curvas que se describen, pasando de 520 a 670 m de altitud en poco más de 1 km (15 %). Más arriba, pasado el Morro, atravesaremos zona de encinar, hoy ocupado sobre todo por retama, cantueso, carrascas aisladas, algunos viñedos, almendros e higueras, y la última parte, por huertas y prados. La fauna vuelve a ser la misma que en el primer tramo, y si el tiempo acompaña, disfrutaremos de unas bonitas vistas, tanto de la Sierra de Gredos como de las últimas elevaciones de la Sierra de Guadarrama, así como de unas increíbles puestas de sol.

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Mª José Morales Francisco Navarro

Bibliografía.

• ACERO (1995) Madrid, a la búsqueda de su naturaleza. • DATCHARRY & MARDONES (1995) Coleccionable del País Aguilar • GALÁN CELA, P., R. GAMARRA & J. I. GARCÍA (1998) Árboles y arbustos de la Península Ibérica e

Islas Baleares. Ed. Jaguar. Madrid. • SAUER, F. (1982) Aves terrestres. Ed. Blume. Barcelona. • SERRA, s.d. Sección Ruta Verde de El País. • GRUPO CHRYSAETOS (1989) El suroeste de Madrid a través de una vía de tren abandonada.