21
República Bolivariana de Venezuela Universidad Nacional Experimental de los Llanos Occidentales Ezequiel Zamora Guanare- Edo-portuguesa Bachilleres: Manuel Albarrán C.I. 25.159.913 José Peña C.I. 25.310.471 Prof.: Rosbely Baptista Subproyecto: Informática Guanare, julio 2014

Influencia de las nuevas tecnologías en el proceso educativo

Embed Size (px)

Citation preview

República Bolivariana de Venezuela

Universidad Nacional Experimental de los Llanos Occidentales

Ezequiel Zamora

Guanare- Edo-portuguesa

Bachilleres:

Manuel Albarrán C.I. 25.159.913

José Peña C.I. 25.310.471

Prof.: Rosbely Baptista

Subproyecto: Informática

Guanare, julio 2014

Índice Introducción……………………………………………………………………………………… 4

Desarrollo. Tecnologías de información y comunicación………………………………….. 5-6

El alumno del nuevo milenio……………………………………………………………………6-7

Aprendizaje en la red…………………………………………………………………………….7

Rol del estado…………………………………………………………………………………….7-9

Nuevas tecnologías de información………………………………………………………….9-12

Educación y aprendizaje en la sociedad actual……………………………………………12-14

La colaboración entre educación y las nuevas tecnologías……………………………...14-15

Conclusión…………………………………………………………………………………………16

Bibliografía…………………………………………………………………………………………17

Anexos…………………………………………………………………………………………18-21

Introducción

El presente trabajo parte de una situación creada por la introducción de las nuevas

tecnologías en la educación, lo cual ha generado toda una serie de interrogantes

vinculadas a la influencia de las mismas en la actividad educativa.

Es por ello que el problema en torno al cual gira este trabajo es si tributa

el empleo de las TIC en la educación a objetivos o finalidades sociales o se trata

solo de un fenómeno tecnológico.

Tal problema es crucial, pues se trata de definir, en esencia, los mitos y aportes de

las TIC a la actividad educativa, para determinar senderos tan escabrosos como

es el uso que se le está dando a la tecnología en el campo educacional, sus

posibilidades reales para generar conocimientos, los peligros que ofrece para la

formación en valores de los individuos de cualquier sociedad, etc.

En consecuencia del problema el objetivo del trabajo es valorar si el empleo de las

TIC en la educación tributa a objetivos y finalidades sociales o se trata solo de un

fenómeno tecnológico.

Las TIC cumplen un rol importante en los tiempos actuales, indudablemente son

herramientas tecnológica que permite desarrollar tareas de manera más rápida,

eficiente y oportuna.

Desarrollo

Las nuevas tecnologías están tomando mucho protagonismo en la sociedad, pero

a la vez en la educación, todavía no se sabe con certeza si van a ser positivas y

eficaces por el contrario van a perjudicar tanto a alumnos como a profesores. Uno

de los proyectos más conocidos en nuestro país es la Escuela 2.0, que ha llevado

a cabo la implantación de ordenadores en las aulas, pizarras electrónicas… entre

otras cosas, pero que ahora con la situación de crisis que hay en nuestro país se

ha eliminado. La gran pregunta es ¿Cómo afectará todo esto a la educación?

El ilustre filósofo y lingüista norteamericano Noam Chomsky ha reflexionado sobre

este apartado, el del impacto de las nuevas tecnologías en la educación, él cree

que para hacer un buen uso de ellas, lo primero que debe tener el alumno es un

buen marco de referencia, en el cual debe moverse, buscar de manera adecuada

y saber diferenciar la información veraz y correcta. Para ello necesita alguien que

le enseñe todo esto, y quién mejor que su profesor. Dice que al haber en internet

tanta cantidad de información lo único que le puede suceder al alumno si no sigue

los pasos anteriormente mencionados es perjudicarle, ya que puede almacenar

datos objetivos de distintas páginas pero que a la vez estén totalmente fuera de la

realidad. En este aspecto es donde entra la figura del profesor, que puede dirigir a

sus alumnos por un buen camino, enseñarles una buena metodología de

búsqueda, indicarlos páginas de buena calidad, etc. Pero para que el docente

pueda influir de manera positiva y eficaz en sus alumnos tiene que manejar con

soltura las nuevas tecnologías.

Aquí es donde entra en juego el proyecto Escuela 2.0. Como se expone en el

informe TICSE elaborado por profesores de distintas comunidades de España

todavía no se han producido resultados y será difícil ver claramente si esa

inversión ha merecido la pena ahora que han cortado el proyecto debido a la crisis

económica que atraviesa España. Este proyecto ha tenido mayor impacto material

e instrumental que en lo referido al conocimiento, es decir, la llegada de aulas

digitales. A lo que me refiero es que a pesar de tener unos materiales de calidad

tecnológicos, según las conclusiones del informe TICSE, más del 50% del

profesorado sigue utilizando los materiales didácticos tradicionales y sólo un ¼

utiliza diariamente los ordenadores.

El sistema debería dedicar más tiempo a la formación del profesorado para

alcanzar una educación de calidad, utilizando de forma equitativa materiales

didácticos tradicionales con las nuevas tecnologías, con un progreso hacia un uso

superior de estas últimas, ya que los alumnos se motivarán más a la hora de ir a

clase, aprender, realizar actividades que fomenten un buen nivel de creación, de

crítica, de reflexión personal, etc. En definitiva hacer cursos de reciclaje para

aquellos docentes que estén un poco obsoletos en este tema. Una vez realizado

este proceso de adaptación para el buen funcionamiento de la educación

“moderna”, el informe TICSE demuestra que para que funcione esto lo importante

es tener una buena, clara y definida estructura educativa.

Como dice Miguel Santos Arévalo, profesor de Educación Infantil y Primaria en su

presentación de Slideshire ``No podemos continuar siendo profesores del siglo

XX, enseñando contenidos del siglo XIX, a alumnos del siglo XXI´´ es decir, la

tecnología avanza y nosotros, alumnos, profesores y demás comunidad educativa

debemos progresar al mismo ritmo. Está claro que aparecen muchas dificultades

en el camino. Por eso es necesario la continua formación y reciclaje del

profesorado.

La incorporación de las TIC en las aulas permite nuevas formas de acceder,

generar y transmitir información y conocimientos, a la vez que permite flexibilizar el

tiempo y el espacio en el que se desarrolla la acción educativa.

Las TIC pueden ofrecer al estudiante una elección real en cuándo, cómo y dónde

estudiar, ya que se encuentran fuera del espacio formal de formación. También

implican el uso de estrategias y metodologías docentes nuevas para lograr una

enseñanza activa, participativa y constructiva.

La aplicación de las TIC en la educación modifica el rol de profesor docente,

siendo ahora el de tutor virtual, y siendo considerado por algunos autores como:

programador, director y coordinador de procesos de aprendizaje con medios

interactivos; transmisor de información e impulsor de la ejercitación de

conocimientos, procedimientos y actitudes; motivador y como lazo de conexión

entre los objetivos a alcanzar y el participante.

Alumnos del nuevo milenio

Los adolescentes y jóvenes de hoy son la primera generación del nuevo siglo

(“millennials”), crecieron rodeados de tecnología, viven en las redes sociales y la

inmediatez es parte de su vida.

Dentro de este perfil generacional, ¿cómo es el estudiante 2.0? “Los alumnos de

hoy tienen una aprendizaje más intuitivo y constructivo, aprenden mediante la

experiencia. Es una generación que interrelaciona conceptos y

aprendizajes constantemente, que descubre, interactúa y crea”, precisa

Santacana. Por su parte, Martínez observa que las tecnologías son medios y no

fines, y que resulta más importante decidir qué cosas aprenderán los alumnos y no

tanto la herramienta que utilicen. No obstante, considera que en muy poco tiempo

será imposible plantearse aprender sin apoyo de la tecnología

Aprendizaje en red

Por estos motivos, resulta vital que los maestros aprendan a manejar estas TIC y

les saquen provecho, sobre todo aquellos que han nacido en las generaciones

anteriores a este desarrollo. “En la vida siempre hemos tenido que adaptarnos a

distintos cambios pero la gran diferencia con esta revolución tecnológica es que la

velocidad del cambio es ultrasónica y global. Corramos a aprender y a cambiar de

mentalidad o en poco tiempo no podremos adaptarnos al mercado laboral y nos

quedaremos fuera”, reflexiona Santacana.

Antes de implementar una estrategia de aprendizaje en red, Santacana considera

que el maestro debe planificar cuánto tiempo le tomará atender a todos los

alumnos –de forma individual y colectiva- para poder conseguir que estos

respondan a los aprendizajes en el tiempo y modo oportuno. Martínez concuerda

en afirmar que “para aprender, hay que practicar, cometer errores y apoyarse en

otros que sepan más que tú. Aunque el aprendizaje es un proceso personal, se

potencia cuando ocurre como un fenómeno social y colectivo”.

Rol del Estado

Con respecto al papel que debería cumplir el Estado para impulsar estas

iniciativas educativas en red, Santacana opina que debería ser el principal

impulsor de esta revolución debido a que “tiene el poder para cambiar leyes, crear

las infraestructuras en todo el país para llevar las TIC a todos los rincones y es

quien debe proveer y velar por la gratuidad del servicio”.

Martínez considera que, adicionalmente, el Estado “es responsable de garantizar

un sistema educativo que sea coherente con los objetivos de un plan país pero no

de decidir qué enseñar ni cómo hacerlo. Debe guiar el proceso y asegurarse de

que participen todos los actores relevantes”. De esta manera, se podrá formar a

ciudadanos con las habilidades y comportamientos necesarios para cumplir estas

metas nacionales

El mundo de la educación y el aprendizaje escolar no parece haberse

transformado en la misma medida en que lo ha hecho una sociedad que hoy se

explica, en gran medida, en relación con el alcance de los medios de

comunicación y de unas tecnologías que potencian el papel del acceso a la

información.

Es inevitable, sin embargo, tener que contar con los cambios que han influido en

una nueva forma de percibir la realidad que afecta a los niños y niñas que vienen a

la escuela con expectativas sobre el aprendizaje que, posiblemente, no tienen

mucho que ver con las que han servido para diseñar los programas educativos o

para definir estrategias didácticas.

Una reflexión sobre estas cuestiones puede resultar útil para facilitar la innovación

educativa y para dar sentido a las aportaciones de la psicología cognitiva y su

visión de los procesos de aprendizaje.

El papel de la escuela, a lo largo de la historia, ha sido legitimar el conocimiento

que debía quedar a disposición de los aprendices y eliminar lo que no debían

saber, elementos con los que se definía el currículum, y por tanto el quehacer de

los educadores.

En el transcurrir del tiempo, la sociedad fue marcando diferentes perfiles de

educandos en los que se reflejaba con claridad la valoración social que se hacía

de los diversos status atribuidos a grupos económicos, sociales o culturales y, por

supuesto, la distinta consideración basada en las diferencias de género.

Ese papel de administradora del conocimiento se mantuvo estrechamente

relacionado con una cultura basada en el discurso, primero oral y luego escrito y

sirvió de vehículo al saber libresco potenciado por la imprenta, contribuyendo a

consolidar formas de pensamiento secuencial, lógico y conceptual, que dejaban a

un lado otras capacidades de la mente humana.

Casi todo lo que resultaba difícilmente traducible a esos términos, se consideraba

al margen de la educación, al menos de la educación que debían recibir la

mayoría de los individuos. El resto eran dominios de artistas, de sabios, de

científicos.

Muchos de los principios pedagógicos que siguen sustentando el perfil profesional

docente en nuestros días no tienen otra base que esa percepción de escuela:

niños y niñas que acuden a recibir conocimiento, como páginas en blanco sobre

las que escribir, como recipientes en los que volcar la sabiduría poseída por el

enseñante que, gracias a ello, se siente distinto y distante, preparado para

establecer una comunicación de emisor a receptores que nada tienen, por sí

mismos, que intercambiar.

Pero ¿sigue siendo válida esta visión en una sociedad donde una serie de

inventos y el desarrollo de sus aplicaciones han alterado todos los conceptos

disponibles sobre la información, su tratamiento y su difusión? ¿Se puede seguir

"dosificando" el conocimiento ante la capacidad de almacenar información, de

combinarla y transmitirla a gran velocidad que hay actualmente?

Está claro que hablar de información no es lo mismo que hablar de conocimiento,

que no hay un traspaso inmediato entre ambas formas de contacto con la realidad

y tampoco hay duda sobre la incompatibilidad entre sobreinformación y saber, ni

de la utilización de la tecnología no al servicio del conocimiento sino de la propia

capacidad de informar.

Pero quizás el aspecto que más pueda determinar la influencia de las tecnologías

de la información sobre la educación haya que analizarlo desde el punto de vista

del impacto sobre una nueva reestructuración mental de los individuos, pues esta

forma actual de acercarse a la realidad tiene que generar distintos hábitos

perceptivos, distintas actitudes y expectativas ante la aproximación al

conocimiento.

Si a esto se añade que puede suponer la reconciliación entre las capacidades

mentales humanas, sometidas al predominio de lo conceptual–racional mientras

se impuso el discurso escrito, en perjuicio de la capacidad simbólica, perceptiva e

incluso emocional más afín a la imagen, algún efecto habría que esperar en el

ámbito educativo, donde no sólo el conocimiento determina finalidades y modelos

de actuación.

Nuevas tecnologías y educación

A efectos de análisis con una perspectiva de relación con el aprendizaje, la

situación actual se caracterizaría por una influencia predominante de los medios

de comunicación de masas, especialmente de la televisión, sin que se pueda

hablar aún de un impacto generalizado de los medios informáticos o el multimedia.

Por supuesto si el análisis se hiciera desde una perspectiva diferente, habría que

valorar como "pasado" el dominio de esas nuevas tecnologías, de la misma forma

que si el análisis educativo se centra en qué nuevos conocimientos hay que

introducir en el currículo escolar, habrá de dársele también un cierto relieve.

Pero la referencia al predominio de los medios ya convencionales se puede

justificar en el sentido de que por su alcance social y porque forman parte de la

vida de los individuos desde el momento en que nacen, se convierten en una

variable condicionante de los procesos de aprendizaje.

El niño o la niña que empiezan a ir a la escuela han aprendido previamente

muchas cosas. Sobre todo aquellas que tienen que ver con ciertas actitudes y

ciertas expectativas hacia el propio aprendizaje, pues tan cierto como que la

curiosidad o la capacidad de manipulación son factores que hay que integrar en un

buen diseño de situaciones educativas en los primeros años, resulta

imprescindible no olvidar que, por lo general, se aprende antes a mirar la televisión

que a abrocharse los zapatos o a leer.

En niños y niñas para los que la televisión, a veces también la radio, forma parte

del entorno al que pertenecen, hay que pensar en formas de ser y de estar

relacionadas con esa convivencia.

Aunque sea una mención casi anecdótica, puede poner en la pista de este tema la

referencia de Castells (1998) a la opinión de otro autor, Neuman, sobre por qué se

impuso la televisión en la sociedad: fue la consecuencia del instinto básico de una

audiencia perezosa, viene a decir, o el precio que se paga por una forma de vida

estresante y con pocas vías alternativas a la participación.

No se trata de dar marcha atrás hacia análisis que hablaban de sujetos pasivos

que recibían mensajes homogéneos y unificadores, emitidos desde realidades

ajenas y lejanas. Es cierto que los individuos seleccionan y procesan o no la

información que reciben, pero también lo es que hay un lenguaje de comunicación

social que viene muy determinado por la televisión, entre otros medios, unos

códigos culturales que se aprenden consciente o inconscientemente y que, en la

medida en que pasan a formar parte del bagaje individual, se deben tener en

cuenta en todos los procesos en que participen los individuos.

Muchos autores han aportado ya importantes conclusiones que tener en cuenta en

relación con situaciones educativas. Uno de ellos, Ignacio Ramonet (1998),

destaca la tendencia predominante de lo emocional frente a lo conceptual,

agudizada precisamente porque la televisión se impone a medios como la prensa,

que no habían llegado a romper un tipo de análisis riguroso y fundado, y por lo

tanto acorde con las líneas del pensamiento racional.

¿Qué tipo de alumnos y alumnas tenemos hoy en la escuela, cuando se considera

que "conocer" es presenciar, asistir en directo a un acontecimiento que, a partir de

imágenes sobre todo, muestra la realidad? ¿Qué esperan de su aprendizaje si

creen que se consigue con el único esfuerzo de sentarse a ver, si identifican con

ese esfuerzo la adquisición de información y si, además, se da por añadidura que

sólo se ve lo que resulta atractivo y para ello el ingrediente fundamental es que

entretenga, que enganche, que produzca sensaciones?

Hoy se habla mucho de motivación –sobre todo de falta de motivación- del

alumnado hacia el aprendizaje, y a veces da la sensación de que todo depende de

poder competir con las características de los medios, casi de transformar en

showman al profesorado. Se habla de suscitar el interés evitando el aburrimiento,

haciendo atractivas las enseñanzas, es decir, dirigiéndose a un alumnado pasivo

que contempla el espectáculo de la clase.

O como ocurre en muchos casos, se tropieza con grandes dificultades para

encontrar un punto de equilibrio entre el tratamiento de la información, de la forma

rigurosa que requieren tanto el aprendizaje de contenidos educativos como la

formación adecuada de los ciudadanos actuales, un punto en el que ni se actúe de

espaldas a quienes acuden a la escuela ni ésta se convierta en una caja de

resonancia de no se sabe muy bien qué.

¿Es previsible una evolución, en la relación entre escuela y tecnologías de la

información y la comunicación, en la que se produzca entre ellas una identificación

de lenguajes como la que en buena medida se ha dado entre unos medios y

otros?

Si la televisión ha terminado imponiendo sus formas, desde el predominio de la

imagen sobre la palabra, de la instantaneidad sobre el rigor informativo, de la

importancia de los hechos que se tratan en todos los canales sobre la veracidad

fundada en la verificación, y ha cambiado las actitudes ante el esfuerzo y la

movilización intelectual, no hay por qué pensar que no se produzcan otro tipo de

cambios en esta dirección.

Al fin y al cabo, como se ha dicho, la escuela como institución y la educación como

sistema se configuraron en relación con el orden tipográfico, imponiéndose los

valores de razón y orden, las formas de pensamiento acordes con la elaboración

conceptual, o el reconocimiento de la objetividad como elemento esencial del

tratamiento de la información.

La aproximación entre modos distintos de comunicación que adoptan las mismas

formas, contenidos diversos que se desdibujan y reducción de la distancia entre lo

cognitivo y lo sensorial puede, quizás debe, influir también en la educación.

Es curioso que en muchos análisis de cómo evolucionan los sistemas educativos

se haga tanto hincapié en problemas como la progresiva disminución de

contenidos, su tratamiento con menor profundidad o la preocupación por hacerse

entender y captar el interés, como si estas nuevas características respondieran a

ocultas intenciones pedagógicas que estuvieran desvirtuando el verdadero papel

de la educación. En realidad, aunque se utilicen términos diferentes, tanto el

análisis como la valoración están muy cerca del que ciertos especialistas hacen

cuando comparan, por ejemplo, la pérdida de calidad de la información

periodística desde que el protagonismo de la prensa cede a favor de la televisión.

¿No será que las opciones pedagógicas, precisamente por ser pedagógicas, han

de tener en cuenta al sujeto de la educación tanto como a los contenidos

educativos en el momento de definir metodologías? ¿Es posible seguir intentando

el mismo tipo de diálogo con mentes acostumbradas a percibir mensajes rápidos y

superficiales, construidos sobre frases repetitivas –eslóganes y tópicos

básicamente-, adiestradas para seleccionar con un único criterio –el

entretenimiento, el espectáculo- que descarga toda la responsabilidad de captar el

interés y hacerse entender por parte de quien elabora el mensaje?

Parece lógico que, al menos, se tengan en cuenta este tipo de datos a la hora de

diseñar las situaciones educativas si es que el diálogo tiene que entablarse con la

participación activa de todos los implicados.

Educación y aprendizaje en la sociedad actual

Si hay un aspecto interesante para la educación en esta sociedad es que la

facilidad para acceder a la información, el incremento de datos disponibles a partir

de la utilización de los medios creados, contribuye a cambiar el concepto de

cultura y de individuo culto en una dirección que tiene mucho más que ver con el

desarrollo de la capacidad de aprender que con la acumulación de conocimientos.

La repercusión de este cambio de perspectiva se ha dejado notar con claridad en

la definición de los modelos teóricos que se formulan: es más importante el

desarrollo de capacidades del que aprende que la retención de contenidos que,

con toda seguridad, serán desplazados por otros en un tiempo lo suficientemente

breve como para que cada persona tenga que sustituirlos varias veces a lo largo

de su vida.

De este principio arranca cualquier revisión de métodos y estrategias, puesto que

habrá que fijar la atención en la construcción de procesos de aprendizaje de los

que el propio sujeto llegue a apropiarse, disminuyendo progresivamente su

dependencia de una situación que pierde su entidad de administradora de dosis

de conocimiento adecuadas a fines concretos.

En gran medida, la educación ha sido el dominio de un pensamiento didáctico en

el que la base eran las disciplinas o materias, sus estructuras como condicionante

esencial de las decisiones sobre la enseñanza y de la apelación a la enseñanza

de técnicas y procedimientos sólo como elementos subsidiarios de aquellas.

Naturalmente, éste seguirá siendo un elemento importante, pero hay que introducir

otros que contribuyan a hacer posible el desarrollo de las capacidades cognitivas

que, en buena medida se vinculan a conocimientos específicos pero que, por otro

lado, forman parte de un conjunto de procedimientos y estrategias intelectuales de

carácter general que, sin conectarse exclusiva o directamente con ningún tipo de

contenidos, resultan esenciales para hacer posible su adquisición.

Esto puede resultar suficiente para justificar el énfasis que los nuevos modelos

educativos ponen en la necesidad de atender a diferentes tipos de contenidos que

incluyan hechos y conceptos, pero también procedimientos, como vehículos de

diferentes capacidades que hay que desarrollar.

Puede explicarse también desde esta perspectiva el interés suscitado en los

teóricos de la educación por las aportaciones de la psicología cognitiva y su

capacidad de orientar sobre las formas de aprender, en detrimento de posturas

que han sido dominantes hasta tiempos recientes, más vinculadas al conductismo

y su identificación entre aprendizaje y ejecución de conductas predefinidas.

Las mayores dificultades se plantean a la hora de llevar a la práctica este tipo de

modelos educativos en situaciones en las que habría que introducir importantes

cambios en la definición de perfiles profesionales fuertemente vinculados, por las

características de la formación inicial, a una preparación predominantemente

disciplinar, inespecífica para la docencia y fuertemente anclada en un concepto

clásico de cultura.

Siendo la profesión docente como es, un terreno donde cada actuación es el

resultado de una toma de decisiones continua a partir de criterios todavía muy

individuales y muy condicionados por la formación descrita, es difícil que se

produzca con facilidad la adaptación a nuevas circunstancias y visiones.

A esto hay que añadir que, al menos en las sociedades tecnológicamente más

evolucionadas en esta dirección, se hace posible asignar un papel diferente a los

individuos que, hasta una adolescencia cada vez más prolongada, dejan de ser

necesarios como elementos productivos, al tiempo que se valora cada vez más

positivamente la inversión en educación como recurso de mejora para la sociedad

en el futuro, en la medida en que la formación inicial se convierta en la base de

una formación que debe continuar a lo largo de toda la vida de los individuos.

Este ha sido el camino por el que se han ido asumiendo la generalización total de

la enseñanza y su obligatoriedad para todas las personas, de tal manera que es

casi posible hablar de que a mayor bienestar tecnológico, mayor se hace el

periodo de formación de estas características, sin excepciones de ningún tipo y

con una duración que apunta hacia la superación de los 16 años como límite. Y

casi en la misma medida, se apuesta por una formación básica, que no introduzca

prematuramente la especialización, en paralelo a un reconocimiento cada vez más

explícito incluso de carreras universitarias más potentes cuanto más generalistas

sean.

Si se señala como dificultad esta ampliación del colectivo social al que se dirige la

educación institucionalizada es porque al coincidir con la circunstancia descrita en

relación con los perfiles docentes, implica un desajuste entre la atribución de

finalidades según se haga más o menos hincapié en una perspectiva u otra: para

estos lo determinante será el conocimiento vinculado a la disciplina que se

administra a través de la enseñanza, mientras para aquellos se hace

imprescindible el desarrollo de capacidades generales.

En la medida en que se resuelva esta tensión, se podrá llevar a la práctica o no el

modelo teórico apuntado.

La colaboración entre educación y nuevas tecnologías

En la actualidad, y tiene mucho que ver con los factores señalados en el apartado

anterior, hay un claro predominio de recursos informativos basados en lenguajes

verbales en la escuela.

Esto se traduce en metodologías que tienen poco en cuenta tanto la disponibilidad

de nuevos recursos didácticos como las características de las personas a las que

se dirige el proceso de enseñanza.

Buen ejemplo de ello puede resultar la consulta de cualquier estudio que haya

analizado el uso y la valoración de recursos por el profesorado (I.N.C.E., 1998).

Pese a que se reconoce la disponibilidad de un conjunto amplio de recursos, entre

los que se cuentan los medios informáticos y audiovisuales, se sigue descargando

el peso de la actividad docente en los libros de texto o las fotocopias de material

elaborado al efecto, como composición de temas a partir de otros manuales.

Dada esta situación y la incompatibilidad entre intereses mercantiles y didácticos

cuando se trata de introducir innovaciones, podría pensarse en la oportunidad de

implicar al profesorado en tareas de producción de materiales alternativos –

incluyendo como parte de las mismas la preparación adecuada- y, asimismo, de

favorecer iniciativas autónomas que se apliquen a situaciones reales y que estén

vinculadas a proyectos y programaciones didácticas más sólidos que los definidos

por editoriales que tienen que competir entre sí aún a costa de no consolidar sus

propios proyectos, que se modifican año tras año pro razones que casi nunca

tienen nada que ver con su calidad educativa y que son el ejemplo perfecto para

ilustrar la falta de identificación, de forma mecánica, entre tecnología e innovación.

La posibilidad de incorporar ciertos conocimientos actuales a la elaboración de

materiales didácticos que permitan la utilización de nuevos medios, tiene que abrir

nuevos cauces a otra forma de entender el aprendizaje.

Estos conocimientos deberían circular en un doble sentido, promoviendo procesos

de aprendizaje en los que se asuma que no todos los individuos aprenden de la

misma forma, con el mismo ritmo, secuencia o interés, al tiempo que propician

cambios en la práctica docente, orientan hacia otros temas la reflexión profesional

y completan el panorama formativo con el diseño y la aplicación de materiales y

recursos

Conclusión

Podemos concluir que la tecnología ha puesto a nuestra disposición diferentes

formas de enviar a distancia la información audiovisual, el uso que hagamos de

ellos es el reto al que nos estamos enfrentando.

Se han presentado algunas aristas de una problemática que parece inagotable. Se

requiere de una profunda reflexión que se traduzca en acciones que permitan

aprovechar como una intención educativa el desarrollo vertiginoso de las nuevas

tecnologías de la información y comunicación. Asumir este desafío es tarea de los

educadores de este siglo.

El profesor deberá ser de la educación el más fascinante de los entretenimientos,

pues todo el proceso de la vida es un proceso de educación. La voluntad de

conocer es inherente al hombre, y la televisión y el video, como parte de las TIC,

vienen a potenciar este proceso con todas las riquezas que le son esenciales.

Se hace evidente que las realidades de la escuela de hoy exigen nuevos

requerimientos. De otra forma, no se cumpliría la función social para la que está

diseñado. No puede existir una escuela para ayer, tiene que existir una escuela

para mañana. Y en este sentido debe ocupar su lugar y desempeñar su papel, el

maestro y su constante superación, dentro de la cual se hace necesaria aquella

relacionada con la utilización de todos los medios de enseñanza y, en especial, los

medios audiovisuales.

Bibliografía

Edutec revista electrónica de tecnología educativa director Jesús Salinas Ibáñez.

Santillana (1991): tecnología de la Educación, Madrid Santillana.

Castells, Manuel y otros (1986) El desafío tecnológico. España y las Nuevas

Tecnologías.

Madrid Editorial alianza.

Gilbert y otros (1992) Technoloyi based traigning. Formador de formadores en la

dimensión ocupacional .Tarragona, documento policopiado.

Cebrian Hereros (1992) Nuevas tecnologías, Santander

García Fernández (1991) Nuevas Tecnologías y Educación Telos

Ferreira Pilar, Artículo "El paraíso perdido" diario Clarín 23 de julio de 2000.

Díaz Nosty, Bernardo 1996 Globalización, Nuevas Tecnologías y comunicación.

Editorial de La Torre. Madrid

Winner, Langdon. ¿Tienen política los artefactos? En revista CTS 1985.

Schmucler Héctor. Memoria de la Comunicación. Buenos aires. Biblos 1997

Castells, Manuel. La Era de la Información. Economía, sociedad y Cultura.

Volukne I. La sociedad Red. Alianza Editorial. Madrid. 1997.

Cerrotta, Cecilila (1997) Las nuevas tecnologías en el aula: Perspectivas Teóricas

y Experiencias. Enseñanza e Innovaciones en las aulas para el nuevo siglo. El

ateneo buenos Aires.