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Guía de la libertad para principiantes El Adam Smith Institute practica una política de acceso libre. Los derechos de copia están reservados a su titular, pero los usuarios pueden descargarse, guardar y distribuir esta obra en cualquier formato siempre y cuando: (1) el nombre “Adam Smith Institute” sea citado; (2) la dirección web adamsmith.org sea publicada junto con una copia destacada de este aviso; (3) el texto sea usado por entero y sin cambios [los extractos pueden ser usados con los fines de crítica o revisión]; (4) la obra no sea revendida; y (5) los enlaces para cualquier uso en internet sean enviados a [email protected]. Las opiniones vertidas en este informe son las de los autores y no reflejan necesariamente las opiniones del editor o del titular de los derechos de copia. Las opiniones son publicadas como contribución al debate público. Título original: A Beginners‟ Guide to Liberty © Adam Smith Research Trust 2009 Published in the UK by ASI (Research) Ltd. ISBN: 1902737652 Algunos derechos reservados. Impreso en Inglaterra

Guia de la libertad para principiantes en español

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Versión española de "A Beginner's Guide to Liberty" del Adam Smith Institute. Traducida por Borja Breña Lajas. Original en el siguiente enlace: http://www.adamsmith.org/publications/economy/a-beginner%E2%80%99s-guide-to-liberty/

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Page 1: Guia de la libertad para principiantes en español

Guía de la libertad para principiantes

El Adam Smith Institute practica una política de acceso libre. Los derechos de copia están

reservados a su titular, pero los usuarios pueden descargarse, guardar y distribuir esta obra en

cualquier formato siempre y cuando:

(1) el nombre “Adam Smith Institute” sea citado;

(2) la dirección web adamsmith.org sea publicada junto con una copia destacada de este aviso;

(3) el texto sea usado por entero y sin cambios [los extractos pueden ser usados con los fines de

crítica o revisión];

(4) la obra no sea revendida; y

(5) los enlaces para cualquier uso en internet sean enviados a [email protected].

Las opiniones vertidas en este informe son las de los autores y no reflejan necesariamente las

opiniones del editor o del titular de los derechos de copia. Las opiniones son publicadas como

contribución al debate público.

Título original: A Beginners‟ Guide to Liberty

© Adam Smith Research Trust 2009

Published in the UK by ASI (Research) Ltd.

ISBN: 1–902737–65–2

Algunos derechos reservados.

Impreso en Inglaterra

Page 2: Guia de la libertad para principiantes en español

Índice

Introducción (por Richard Wellings)

1 La importancia de la libertad (por J.C. Lester)

2 Cómo funcionan los mercados (por Eamonn Butler)

3 Libre comercio (por Daniel Griswold)

4 Fiscalización y gasto público (por Daniel J. Mitchell)

5 Derechos de propiedad (por Karol Boudreaux)

6 Por qué fallan los gobiernos (por Peter J. Boettke y Douglas B. Rogers)

7 Sexo, drogas y libertad (por John Meadowcroft)

8 Bienestar sin el estado (por Kristian Niemietz)

9 Banca, inflación y recesiones (por Anthony J. Evans)

10 La función del gobierno (por Stephen Davies)

Sobre los autores

Page 3: Guia de la libertad para principiantes en español

Introducción (por Richard Wellings)

La Libertad necesita ser defendida. En los países occidentales, incluyendo los EE.UU. y el

Reino Unido, los gobiernos están consiguiendo continuamente un mayor control sobre la vida de las

personas.

En los últimos años han encarcelado a sospechosos sin juicio previo, han creado un gran

número de nuevos “crímenes”, limitado la libertad de expresión e, incluso, permitido la tortura. Pero el

ataque contra la libertad es más profundo que una simple deriva gradual hacia un estado policial.

El aumento gigantesco de impuestos a lo largo del último siglo significa que hoy el estado

confisca una gran parte de cada libra, dólar o euro ganado. Y, de lo restante, mucho se lo llevan las

regulaciones, esto es, la creciente marea de controles que elevan el precio de los productos que

compramos. La cantidad de actividades que no están dirigidas o limitadas de alguna forma por los

gobiernos es cada vez menor.

Es evidente que los líderes políticos no han comprendido los beneficios de permitirnos vivir

nuestras vidas como deseemos. Al liberar nuestro talento y creatividad, la libertad trae consigo una

riqueza nunca vista y promete un brillante futuro construido sobre nuevas ideas. También nos

protege de los abusos que unos estados excesivamente poderosos cometen demasiado a menudo.

Sin embargo, el desconocimiento de nuestros políticos no es el único ejemplo. Puede que las

universidades estén enseñando a más estudiantes que nunca, pero rara vez los educan en la

libertad. Al contrario, la educación está dominada por ideas que promueven un papel para el

gobierno cada vez mayor.

Esta “Guía de la libertad para principiantes” es un pequeño paso hacia la corrección de este

sesgo. Está pensada para gente con educación que escucha por primera vez los argumentos de la

libertad. Aunque se dan por supuestos algunos conocimientos generales sobre asuntos económicos

y políticos, se ha intentado evitar un lenguaje técnico tanto como ha sido posible. Cada capítulo

estudia un aspecto de la libertad y termina con una lista de lecturas recomendadas.

La Guía comienza explicando el significado de la libertad y el porqué de que el concepto sea

tan importante. Continúa con una ojeada al funcionamiento de los mercados, el libre comercio, los

impuestos y el gasto público, y los derechos de propiedad. Estos ensayos muestran con mucha

claridad los beneficios de la libertad y explican por qué las acciones que restringen la libertad tienen

un impacto tan negativo. Los últimos capítulos, sobre las razones de los fallos de los gobiernos, las

prohibiciones, el bienestar y la banca, desarrollan esta temática concentrándose en los efectos

perjudiciales de la intervención estatal.

Se termina estudiando la misión correcta del gobierno. El último capítulo concluye que la

esfera de la política debe ser limitada estrictamente. De hecho, el libro en su conjunto claramente

expresa la idea de que los gobiernos de hoy en día hacen mucho más de lo que deberían.

Esto implica que no vivimos en sociedades verdaderamente libres, incluso en Occidente. De

hecho, aunque no nos demos cuenta, muchos aspectos de nuestra vida están estrictamente

controlados. Esta Guía hace mucho más que simplemente criticar a políticos y burócratas por impedir

que las personas se muevan. Los expertos autores de esta Guía apuntan una alternativa mejor: un

mundo próspero, dinámico y excitante fundamentado en la libertad. Este mundo es posible si los

partidarios de la libertad ganan la batalla de las ideas. Esta “Guía de la libertad para principiantes” es

parte de esa lucha.

Page 4: Guia de la libertad para principiantes en español

1 La importancia de la libertad (por J. C. Lester)

La libertad es un concepto clave en política, economía y filosofía. Es especialmente

importante para libertarianos1 y liberales, que creen que la libertad es necesaria para que la gente

tenga una vida próspera y plena y que avisan de las terribles consecuencias cuando los gobiernos y

los políticos la destruyen. El capítulo comienza explicando el significado de la libertad, antes de

explorar estos argumentos con más detalle.

¿Qué es la libertad?

Las palabras “liberty” y “freedom” (los dos términos que significan “libertad” en inglés) no se

suelen diferenciar de manera significativa y se pueden intercambiar sin problemas. Sencillamente

tienen diferentes raíces léxicas en el idioma inglés. “Liberty” tiene sus orígenes en la palabra latina

“libertas”. “Freedom” viene del inglés antiguo “freodom”.

Normalmente no es necesario debatir qué queremos decir con una palabra específica.

Damos por supuesto que los demás quieren decir lo mismo que nosotros, pero esto no siempre es el

caso con las palabras fundamentales que aparecen en contextos morales, sociales o políticos; una

de estas palabras es “libertad”. Así, pues, es necesario dar algún tipo de definición o explicación de

la palabra “libertad” antes de que podamos clarificar por qué es tan importante.

La palabra “libertad” en el sentido más general del término se refiere a la ausencia de

restricciones sobre algo. Aquí nos interesa la ausencia de restricciones impuestas por unas personas

sobre otras personas.

Se puede definir la libertad como la cualidad de un ser de no tener su voluntad impedida o

impuesta por otros (libertad no invasiva). No ser atacado o robado es parte de la libertad; atacar y

robar a gente no es parte de la libertad.

De esta definición se sigue que la libertad significa poder hacer lo que quieras con tu propio

cuerpo (principio de propiedad reflexiva) y con tu propia propiedad, mientras no estés interfiriendo o

imponiendo algo en el cuerpo o la propiedad de otros. Eres libre de perjudicarte a ti mismo (tomando

drogas peligrosas, por ejemplo) pero si perjudicas a alguien más o dañas su propiedad sin su

consentimiento entonces estás violando su libertad.

Éste es el sentido de la libertad al que los libertarianos y los liberales se refieren cuando

abogan por la libertad. Es también la idea de libertad dominante en la historia occidental y la que se

aplica a cualquier sociedad descrita de formal general como “liberal”.

Tal tipo de libertad no sólo es deseada por todos sino que también generalmente se piensa

que es deseable para todos, por lo menos hasta en un amplio grado. Permite a cualquiera en una

sociedad tener completa libertad al mismo tiempo que permite identificar claramente las violaciones

de la libertad. Un agresor, tal como un ladrón o un asesino, no está ejercitando su libertad. De hecho,

los que se resisten a un agresor están protegiendo su propia libertad, no limitando la libertad de

otros.

1 Para evitar confusión, el término original en inglés “libertarian” se ha traducido en esta obra como

“libertariano” en lugar de “libertario”. El motivo es que el término “libertarian” se refiere a los

individualistas a favor de la propiedad privada mientras que el término “libertario” se refiere a los

seguidores de las doctrinas de Bakunin y Kropotkin, que abogan por la destrucción del Estado y de la

propiedad privada como condición para instaurar el comunismo; es decir, los “libertarios” opinan lo

contrario que los “libertarian” en el asunto de la propiedad privada. (N.T.)

Page 5: Guia de la libertad para principiantes en español

Un punto importante es que el robo también es robo y el asesinato también es asesinato

incluso cuando los gobiernos llaman “impuestos” al robo y “guerra” a los asesinatos. Los gobiernos

excesivamente poderosos, con su búsqueda interminable de interferencia, imposición y control, son,

de lejos, los mayores enemigos de la libertad.

Decidiendo por ti mismo

Cuando los gobiernos restringen la libertad, a los individuos les resulta más difícil vivir sus

vidas de la forma que elijan. La libertad es importante porque nos permite prosperar, conseguir

nuestras ambiciones y seguir nuestros caminos en la vida.

Imagina, por ejemplo, que eres un autor de talento pero que el gobierno censura el tipo de

libros que quieres escribir; o que eres un empresario, un arquitecto, un director de películas o un

inventor al que los controles del gobierno le impiden llevar a cabo sus ideas.

Otro ejemplo: en muchos países occidentales el comportamiento homosexual estaba

prohibido ampliamente, si no complemente, hasta hace bastante poco. Todavía es ilegal en muchas

partes del mundo. Mediante el arresto y la prisión, o incluso el tratamiento en hospitales psiquiátricos

por la fuerza, los gobiernos han impedido que muchos homosexuales puedan vivir plenamente sus

vidas.

La libertad es claramente esencial para la búsqueda de nuestras ambiciones y para

satisfacer nuestras necesidades personales. No obstante, no se trata de ser egoísta. También nos da

la libertad de ayudar a otros. De hecho, las personas sólo podemos ser morales o inmorales en tanto

en cuanto seamos libres de escoger nuestro comportamiento.

Sólo cuando los individuos son responsables de sus propios actos, por ser libres para

experimentar y vivir como elijan, pueden aprender de sus errores y beneficiarse de las nuevas ideas

que se han desarrollado. Esta es una razón por la que las sociedades libres son más vibrantes y

tienen más éxito que aquellas las asfixiadas por la mano muerta del gobierno.

Libertad económica

En una sociedad libre cada cual tiene libertad para comerciar con los demás y se puede

desarrollar un mercado libre (ver capítulos 2 y 3). La protección de los derechos de propiedad alienta

el crecimiento de las empresas. Éstas obtienen beneficios sirviendo los deseos de sus clientes y,

como conservan estos beneficios en vez de verlos confiscados por el gobierno, los pueden reinvertir

creando de tal forma una riqueza incluso mayor en el futuro.

La libertad también permite a los empresarios probar ideas diferentes y adaptarse a

condiciones cambiantes. Se puede desarrollar una mejor tecnología que permita proporcionar bienes

y servicios de forma más barata. Y se pueden introducir nuevos inventos que transformen y mejoren

la vida (por ejemplo, curas para terribles enfermedades).

El libre mercado asegura que los recursos son dirigidos a sus usos más productivos (y no

hay ninguna alternativa conocida al cálculo económico del mercado). El resultado del libre mercado

son las grandes mejoras en las condiciones de vida. La libertad es por tanto esencial para la

reducción de la pobreza.

Sin embargo, los gobiernos actúan a menudo para restringir los mercados libres por razones

políticas.

Por ejemplo, los políticos pueden imponer mayores impuestos (ver capítulo 4) o prohibir el

comercio de ciertos bienes (ver capítulo 7). Tal intervención normalmente destruye riqueza y libertad.

Page 6: Guia de la libertad para principiantes en español

Destruye riqueza dificultando el crecimiento de las empresas y reduce la libertad interfiriendo en la

vida de la gente y en sus propiedades de forma agresiva.

Pero, ¿no es necesario cierto grado de intervención del gobierno en los mercados? Aquí es

donde radica el desacuerdo entre libertarianos y liberales clásicos. Algunos arguyen que se

necesitan unos impuestos muy bajos para dar fondos a un “estado mínimo”, es decir, un gobierno

pequeño que proteja la libertad mediante la provisión de servicios tales como defensa y un sistema

de justicia. Por el contrario, otros creen que incluso estos servicios pueden ser proporcionados mejor

de forma voluntaria, a través de los mercados y las organizaciones caritativas, sin necesidad de

impuestos.

No obstante, ambos puntos de vista están de acuerdo en que el nivel actual de intervención

del gobierno no puede ser defendido en términos de protección de la libertad. Impuestos altos y

regulaciones estrictas son perjudiciales económicamente y violan la libertad de los individuos.

Igualdad y justicia social

A pesar de sus beneficios, los gobiernos a menudo restringen la libertad en un intento de

conseguir “justicia social”. Intentan imponer cierto grado de igualdad (de ingresos o de patrimonio) o

prohibir la discriminación contra una persona por razón de su raza, sexo, discapacidad, etc. Los

gobiernos pueden confiscar dinero de algunas personas para dárselo a otros, tales como los pobres,

o forzar a las empresas a dar empleo a miembros de determinados grupos.

Si la “justicia social” significa no tener diferencias sociales perjudiciales e innecesarias,

entonces sólo la libertad nos acerca a ella. De hecho, la operación del libre mercado ayuda a eliminar

tales diferencias.

Con el tiempo la competencia reduce las diferencias en ingresos y beneficios. Las diferencias

que quedan son necesarias para premiar a las personas por trabajar más duramente o por

desarrollar habilidades valiosas. Empresas que discriminan contra empleados o clientes sin una

buena razón económica serán probablemente superadas por empresas que no lo hacen. Por tanto,

los mercados libres son muy efectivos en el tratamiento de la discriminación y la desigualdad.

Por el contrario, los esfuerzos del gobierno para conseguir la “justicia social” pueden ser

contra-producentes y perjudiciales económicamente. Por ejemplo, si las regulaciones hacen más

difíciles que las empresas puedan despedir a las mujeres, las empresas pueden acabar contratando

a menos mujeres, haciendo realmente aumentar la desigualdad entre los sexos. Del mismo modo,

dar generosos pagos a los desempleados les puede desalentar de encontrar un trabajo, haciendo

realmente aumentar la pobreza.

Opiniones alternativas sobre la libertad

Este tipo de intervención gubernamental es alentada a menudo por opiniones sobre la

libertad diferentes a la descrita arriba.

Por ejemplo, se puede ver la libertad como un “juego de suma cero”. Dicho de otra forma, la

pérdida de libertad de una persona siempre es la ganancia de libertad de otra persona. Si alguien

coge mi coche sin mi permiso, por ejemplo, yo pierdo la libertad de usar ese coche y el que lo coge

gana la libertad de usarlo.

Esta opinión implica que tenemos que equilibrar la “libertad” de un ladrón, u otro agresor, y la

de sus víctimas. No se puede maximizar tal libertad para todos a la vez, sólo se puede disputar o

compartir de alguna manera. Esto crea problemas. Uno en particular es que se necesitan otros

principios, que no sean la libertad en sí misma, para decidir qué formas de libertad deben tener

prioridad y para qué grupos.

Page 7: Guia de la libertad para principiantes en español

Un error común es ver la libertad como democracia y derecho al voto. Pero una mayoría

puede votar por políticos que destruyen la libertad, por ejemplo, robando la propiedad de un grupo

minoritario o emprendiendo una guerra violenta.

¿Estamos dando nuestro permiso a tales violaciones de la libertad cuando vivimos en un

país y participamos en democracia? No. Si intentamos minimizar el daño que nuestros gobernantes

hacen votando por el candidato menos malo, entonces no estamos dando nuestro beneplácito al

daño que el gobierno causa. No consentimos el crimen simplemente porque vivamos en una zona

donde se sabe que existe crimen.

Se puede confundir la libertad con igualdad de ingresos o de riqueza. Los socialistas podrán

decir que los pobres no tienen libertad porque no tienen recursos para hacer lo que quieren. Esta

malinterpretación de la libertad es muy peligrosa: permite robar a un grupo de personas para

transferir recursos a otro grupo de personas, lo que es una agresión que viola el principio de

propiedad de uno mismo y propiedad privada.

Cuando se pierde la libertad

Si los gobiernos intentan imponer tal igualdad, se está destruyendo la verdadera libertad.

Dado que las personas son muy diferentes en habilidades, talentos y deseos, tienen que ser

controladas estrictamente para mantener iguales sus niveles de riqueza.

Los políticos han intentado a menudo crear este tipo de sociedades “igualitarias” y han tenido

funestas consecuencias. En la Rusia comunista, por ejemplo, se prohibía a la gente tener empresas

y la economía se derrumbó. Cualquier persona que protestara por el robo de propiedad privada en

masa se arriesgaba a ser metida en prisión, torturada o asesinada por el gobierno. Llegó un

momento en que decenas de millones de personas habían sido asesinadas por su propio gobierno y

millones más habían sido enviados a campos de concentración.

Tales atrocidades son comunes cuando se sacrifica la libertad al poder político; cuando los

políticos y sus objetivos hacen caso omiso de la libertad de los individuos. Un ejemplo bien conocido

es la Alemania nazi durante la 2ª Guerra Mundial. El gobierno nacional-socialista de Hitler emprendió

una guerra violenta, asesinó a judíos, gitanos y homosexuales, y forzó a hombres jóvenes a luchar y

morir en las fuerzas armadas.

Quizás sólo comprendemos la importancia de la libertad cuando se pierde. Sin la libertad no

somos seres humanos libres persiguiendo nuestros propios objetivos y eligiendo nuestra propia

forma de vida, sino poco más que esclavos del Estado.

Lecturas recomendadas:

Friedman, David D. (1989): “The Machinery of Freedom: Guide to Radical Capitalism” (2nd

edition), Open Court, La Salle, IL.

Lester, J. C. (2000): “Escape from Leviathan: Liberty, Welfare, and Anarchy Reconciled”,

Palgrave Macmillan, London.

Narveson, Jan (2008): “You and The State: A Short Introduction to Political Philosophy”,

Rowman & Littlefeld, Lanham, MD.

Rothbard, Murray N. [1973] (2006): “For a New Liberty: The Libertarian Manifesto” (2nd

edition), Ludwig von Mises Institute, Auburn, AL. En internet:

http://mises.org/rothbard/newlibertywhole.asp.

Page 8: Guia de la libertad para principiantes en español

2 Cómo funcionan los mercados (por Eamonn Butler)

El Mercado es increíble. Une a la gente de todo el mundo en un comercio pacífico,

coordinando los esfuerzos de millones de individuos diferentes. Nos permite intercambiar cosas que

no queremos por otras que sí. Dirige recursos a donde son más valorados. Desalienta el desperdicio

y alienta nuevas ideas. Hace todo esto sin que ningún gobierno o autoridad le diga cómo hacerlo. Es

increíble pero cierto. Así pues, ¿cómo funciona el Mercado entonces?

Los mercados que la gente conoce mejor son aquellos donde la gente se reúne para comprar

y vender cosas, como las agrupaciones de puestos de venta que se pueden encontrar en cualquier

plaza de mercado de Europa, donde se vende de todo, desde fruta y queso hasta libros y ropa,

pasando por joyería y cachivaches. O como el mercado que visité en Lanzhou (China): una hilera de

establos destartalados donde la gente vendía sopa caliente, pescado crudo, palomos, cubos,

bicicletas, pipas de girasol o jabones. O eventos especializados, como el mayor mercado de flores

del mundo en Aalsmeer, cerca de Amsterdam, o el gigantesco mercado de camellos de Buraydah en

Al-Qassim (Arabia Saudí).

En cualquiera de ellos, cientos de personas están involucradas en algún tipo de intercambio,

ocupadas comparando los bienes que se ofrecen, regateando, comprando o vendiendo. Sin

embargo, esto es sólo la punta del iceberg. Existen muchos más tipos de mercado alrededor de

nosotros, que no están localizados en un lugar concreto. Hay mercados para barcos, zapatos, cera,

acciones, sellos, maestros de escuela, ayudantes de tienda y millones de otros bienes y servicios.

Intercambiar es parte de nuestras vidas, pero ¿por qué lo hacemos?

Intercambiar añade valor

Es fácil. Intercambiamos cosas porque nos permite conseguir algo que valoramos más a

cambio de algo que valoramos menos. Hasta los niños lo entienden. Los niños intercambian juguetes

de los que están cansados por los que otros niños tienen y que les interesan más. Intercambian

cromos de fútbol y pegatinas. Lo mejor es que ambas partes se benefician de estas transacciones. El

juguete del que estás cansado puede ser el objeto de deseo de algún otro niño. El cromo del

delantero del Manchester United que tienes repetido puede ser exactamente el que otro niño ha

estado buscando, mientras que el cromo del portero del Liverpool que le sobra puede ser el objeto

que más deseas en el mundo.

Ambos ganáis con este trato al conseguir algo que valoráis más que aquello que habéis dado

a cambio. Nadie participaría en un intercambio si no fuera así. Ninguna de las partes ha sido

engañada o forzada a aceptar algo de menor valor. El valor de algo depende del que hace la

valoración. Es una opinión subjetiva y personal de las cosas que se intercambian. No se trata de

ninguna cualidad medible, objetiva o pública de las cosas como, por ejemplo, su tamaño o su peso.

Diferentes personas puede valorar la misma cosa de forma muy diferente. Alguien sufriendo

el sofocante sol de Buraydah puede valorar un vaso de agua más que un diamante, mientras que

alguien en la lluviosa Aalsmeer podría hacer justo la valoración contraria. En realidad, cuanto más

esté la gente en desacuerdo sobre el valor de algo, más fácil les resultará comerciar.

Los mercados armonizan objetivos diferentes

Esta última afirmación es una bendición desde el punto de vista de la paz mundial. No

necesitamos estar de acuerdo con la política, la cultura o la religión de alguien para poder comerciar

con él. Todo lo que necesitamos es no estar de acuerdo con su valoración de algo, lo cual es

bastante sencillo, sobre todo si nos damos cuenta de la variedad que existe en el mundo y en sus

productos. Los dátiles y el vino no se dan bien en Gran Bretaña, pero yo puedo comprarlos de Irak y

Chile, sin tener que estar de acuerdo con los productores en nada excepto en el precio.

Page 9: Guia de la libertad para principiantes en español

En el patio del colegio el precio de un portero del Liverpool es un delantero del Manchester

United. Pero en la mayoría de los mercados cuando hablamos de “precio” normalmente pensamos

en precios de dinero. El dinero no es nada especial. No es una medida del valor de algo.

Sencillamente es un bien que la gente acepta a cambio de un artículo porque sabe que más tarde

podrá ser intercambiado fácilmente por alguna cosa que quiera. El dinero le ahorra a hambrientos

barberos ponerse a buscar panaderos que necesiten cortes de pelo: los barberos pueden cortarle el

pelo a alguien a cambio de unas monedas (o dinero en efectivo) y luego usar esas monedas para

comprarle pan a otra persona.

Cómo se comunica el precio

A pesar de esto los precios dinerarios sí que indican lo que la gente valora más y cuán

escaso es. Supón que un nuevo invento que se pone de moda necesita aluminio para ser fabricado.

Todo el mundo quiere tener el nuevo aparato, así que sus productores aumentan la producción para

aprovecharse de la creciente demanda y hacer dinero.

Para aumentar la producción, necesitan comprar más aluminio. Encargan más aluminio a los

mercaderes o intermediarios de metal, quienes se lo encargan a su vez a las empresas mineras.

Puede ser difícil elevar la producción de mineral de la noche a la mañana, pero las empresas

mineras y los mercaderes descubren que pueden aumentar los precios y aún así los productores de

estos aparatos siguen estando dispuestos a pagarlos, tan fuerte es la demanda. De hecho, pueden

continuar elevando los precios hasta que llega el momento en que los consumidores se detienen

ante el coste de los nuevos aparatos o hasta que alguien inventa una versión del aparato que use

menos aluminio.

Mientras tanto, el precio al alza del aluminio manda una poderosa señal a todo el mercado: la

gente está dándole un mayor valor al aluminio, está escaseando, se necesita más aluminio y, si

utilizas aluminio, debes usar menos o buscar alguna alternativa más barata.

En respuesta a esta señal de precio, las empresas mineras intentarán incrementar la

producción de sus minas o explorarán nuevos depósitos. Los mercaderes intentarán rotar sus

inventarios más rápido para que quede menos metal sin usar en sus almacenes. Los productores de

los aparatos investigarán maneras de usar menos aluminio o buscarán sustitutos más baratos.

Finalmente, otros inventores buscarán formas de satisfacer la demanda del público con alguna cosa

que no necesite tanta cantidad de metal caro.

El precio es, por tanto, una inmensa red de telecomunicaciones uniendo toda la comunidad,

diciéndole a todo el mundo cómo responder a la nueva demanda. No sólo a la gente del mercado del

aluminio. Si otros fabricantes descubren que pueden ahorrar dinero pasándose del aluminio al cromo,

por ejemplo, entonces esta nueva demanda de cromo verá subir el precio de este metal. Los

usuarios de cromo buscarán a su vez sustitutos más baratos: de esta forma el efecto continúa y se

esparce por todos los mercados.

Como resultado de que los consumidores quieran un nuevo aparato que utiliza aluminio, se

altera toda la estructura de producción económica. Todo esto sucede automáticamente, como

respuesta a señales proporcionadas por el precio. No necesita ninguna autoridad diciéndole a la

gente que necesitamos producir más aluminio, más cromo u otra cosa, o que necesitamos disminuir

su uso. Gracias a que las señales de los precios se esparcen, la gente ajusta automáticamente sus

planes y coordina sus acciones para adaptarse a las demandas, los planes y las acciones de los

demás.

Esta es una buena noticia para los consumidores porque atrae recursos escasos (como el

aluminio) a donde más se los valora. Si los productores pueden conseguir precios altos

proporcionando un valioso recurso a sus consumidores, más productores dedicarán más esfuerzo

Page 10: Guia de la libertad para principiantes en español

para hacerlo también. Automáticamente, todos y cada uno de los recursos serán dirigidos hacia

donde los consumidores más los quieren.

También es una buena noticia para el planeta porque si la gente puede responder a las

subidas de precios utilizando una menor cantidad de recursos escasos no hay duda de que lo harán:

los productores tienen un gran incentivo para usar la mezcla más barata de ingredientes (“inputs”)

que puedan encontrar para crear los productos de la calidad que los consumidores quieren comprar.

Un acuerdo espontáneo

Este acuerdo, basado en el intercambio voluntario y en los precios que emergen de ellos, es

el proceso del Mercado. Es un proceso realmente eficiente a pesar de que aparezca de forma

bastante natural. No necesita ser planeado ni diseñado conscientemente. Crece espontáneamente,

como el lenguaje y las convenciones sociales, y sobrevive porque nos resulta útil.

Este orden social espontáneo no es perfecto, por supuesto: nada humano es perfecto. La

estructura de producción no se transforma instantáneamente en un nuevo equilibrio simplemente

porque la demanda de aluminio cambia. Las cosas necesitan un tiempo para ajustarse y las

personas cometen errores en el camino. Las personas pueden conocer lo que sucede a su alrededor

pero no pueden saber con exactitud lo que sucede en todos los demás sitios. No pueden saber cómo

el resto de la gente está respondiendo a los cambios o cómo adaptarse exactamente a estas

respuestas cambiantes.

La información es, por tanto, imperfecta, dispersa, fragmentada y pasajera. Una compañía de

taxis, por ejemplo, necesita saber cuántos coches están disponibles, cuántos clientes están

buscando transporte y dónde quieren ir. Necesita anticipar aumentos de la oferta y la demanda,

como cuando cierran los cines locales. Necesita saber todo esto no mes a mes sino minuto a minuto.

No hay forma de que un planificador centralizado en un país grande pueda recoger toda la

información local necesaria para asegurar que un taxi está esperando a cada persona que lo

necesite. Para cuando la información hubiera sido transmitida hasta la mesa de planificación ya

estaría anticuada, incluso antes de que hubiera una acción en respuesta. Además, mucha de la

información requerida es simplemente la intuición de la gente local, que no se puede traducir en

palabras ni transmitir a los planificadores (por ejemplo, que algún importantísimo partido de fútbol en

la televisión probablemente reduzca el número de personas que quieren ir al cine esa tarde).

El Mercado es capaz de responder a esta información personal, incompleta, local y dispersa

mucho mejor que ningún sistema de planificación centralizada. De hecho, dada la cantidad de

maneras diferentes que existen para asignar nuestros recursos, es claro que ningún planificador

central podría hacer frente a tamaña tarea.

¿Deberíamos producir aceite o vino? Un planificador tendría que descubrir lo que quiere la

gente y cuánta cantidad quiere de cada cosa; luego tendría que decidir cuántos olivos o parras hay

que plantar, organizar recolectores, fabricar barriles o botellas que a su vez necesitan metal o cristal,

organizar el transporte adecuado… y todo esto sólo para dos productos. Cuando hay millones de

productos, la tarea es un millón de veces más difícil. Sin embargo, el proceso de Mercado coordina

todas estas decisiones de producción rápida y fácilmente.

Las imperfecciones impulsan el Mercado

El proceso de Mercado no es impulsado por ningún plan centralizado sino por la perspicacia

de los individuos que se dan cuenta de que la oferta o la demanda ha cambiado o de que los

consumidores tienen deseos que no están atendidos o de que se pueden hacer productos de mejor

calidad o más baratos. Su estímulo es el beneficio que se puede conseguir al cubrir estos huecos

que no han sido vistos por nadie más. A estas personas se les puede llamar emprendedoras. Pero

Page 11: Guia de la libertad para principiantes en español

todos somos emprendedores, intentando establecer dónde nos van a recompensar mejor por

nuestras habilidades (por ejemplo, si deberíamos aprender algo nuevo o si deberíamos cambiar de

trabajo).

El beneficio, no obstante, sólo se puede ganar al proporcionar lo que otras personas quieren.

Cuando se trata de decidir qué deberíamos hacer y qué deberíamos fabricar, los consumidores están

al mando. Son sus votos los que cuentan. No nos referimos a sus votos en unas elecciones, donde

se elige un programa político completo una vez cada varios años. Los votos que cuentan en el

Mercado son los votos de dinero de los consumidores, que funcionan como un referéndum diario

sobre millones de productos y servicios diferentes, revelando los que son más valorados por los

consumidores y decidiendo cuáles serán producidos.

Los emprendedores no quieren producir cosas que sean idénticas a otras sino que quieren

diferenciar sus productos aplicando mejoras que atraigan clientes. Esto es así porque se enfrentan a

competidores y los emprendedores quieren conseguir alguna ventaja sobre los demás competidores.

La competencia no es ningún hecho estático de la vida económica: es un proceso dinámico, un

método de investigación con el que los emprendedores (todos nosotros) tratan de descubrir lo que

los consumidores quieren realmente y cuánto dinero están dispuestos a poner en la mesa para

“votar” por ese deseo.

A disfrutar del Mercado

Muchos de nuestros políticos han sido educados con libros de texto de economía que tienen

una idea de “mercado perfecto” en el que todos los productores son idénticos, los precios se

mantienen fijos y la oferta y la demanda siempre está en equilibrio. Ese mundo nunca podría existir.

Son precisamente las imperfecciones del Mercado lo que impulsa la vida económica hacia una

mejora constante, hacia el progreso y hacia la eficiencia.

El Mercado necesita reglas, igual que se necesita una estufa para contener un fuego. Sin

embargo, los políticos no deberían intentar imponer sus propias reglas o “perfeccionar” el Mercado

interviniéndolo con impuestos, subsidios o regulaciones. El Mercado es muy potente y jugar con él

puede producir resultados tremendamente contraproducentes. Por lo tanto, los políticos deberían

simplemente dedicarse a cumplir y hacer cumplir las leyes que lo hacen funcionar, o sea, las normas

de la propiedad, el contrato y la honradez, y a disfrutar de la creciente prosperidad que el Mercado

crea y fomenta.

Lecturas recomendadas:

Butler, Eamonn (2009): ‟The Best Book on the Market: How to Stop Worrying and Love the

Free Economy‟, Capstone, Oxford.

Hayek, Friedrich A. (1945): „The Use of Knowledge in Society‟, American Economic Review,

35, 4, 519-30.

Kirzner, Israel (1997): ‟How Markets Work: Disequilibrium, Entrepreneurship and Discovery‟,

Institute of Economic Affairs, London.

Page 12: Guia de la libertad para principiantes en español

3 Libre comercio (por Daniel Griswold)

Se puede definir el libre comercio como la libertad de los individuos y las empresas para

intercambiar bienes y servicios a través de fronteras internacionales sin ser restringidas por el

gobierno. En nuestra vida diaria, el libre comercio significa tener la libertad de comprar una camisa

tejida en Bangladesh, un plátano cultivado en Ecuador, un coche fabricado en Alemania, un iPod

ensamblado en China o un DVD producido en Hollywood.

La defensa del libre comercio empieza con los derechos individuales. Deberíamos ser tan

libres para comerciar por beneficio mutuo con alguien al otro lado de una frontera o de un océano

como con alguien al otro lado de la calle o en la ciudad, provincia o estado más cercanos. Las

restricciones sobre el comercio violan nuestra libertad de intercambiar nuestra propiedad

voluntariamente con otras personas que, por casualidad, viven en un país diferente.

La división del trabajo

El libre comercio permite que las naciones se especialicen en lo que sus ciudadanos mejor

puedan hacer con los recursos y ventajas productivas que tengan. Debido a que los climas, los

recursos, la historia, y los niveles de alfabetización son diferentes, algunas naciones serán mejor que

otras cultivando trigo, montando ordenadores, tejiendo ropa u ofreciendo vacaciones en la playa. Los

trabajadores y las empresas dentro de las naciones ganarán más especializándose en aquello que

puedan hacer mejor y comerciando su producción sobrante por bienes y servicios que otras naciones

pueden producir mejor.

Los individuos participan en este tipo de comercio todos los días. Imagina qué pobre sería tu

familia si tus padres insistieran en construir tu propia casa, fabricar toda tu ropa y tu mobiliario y

cultivar toda tu comida sin comprar nada a nadie. El resultado sería pobreza auto-suficiente. En vez

de eso, a través del comercio la gente se especializa en una profesión donde puede maximizar su

producción y luego canjear el producto de su trabajo con los demás; esto se llama “división del

trabajo”.

Como dijo Adam Smith, el padre de la economía moderna, el libre comercio permite la

generación de más riqueza al expandir el tamaño del Mercado y, por tanto, permitiendo una división

del trabajo más precisa entre las naciones y dentro de ellas.

En su famoso libro “La riqueza de las naciones” (publicado en 1.776), Smith escribió: “La

máxima de cualquier cabeza de familia que sea prudente es no intentar fabricar en casa lo que le

costará más fabricar que comprar. […] Es complicado que lo que es prudente en la conducta de

cualquier familia privada sea locura en la conducta de un gran reino. Si un país extranjero puede

proporcionarnos una materia prima más barata que produciéndola nosotros mismos, será mejor

comprársela con alguna parte de la producción de nuestra propia industria empleada de una manera

donde tengamos alguna ventaja.

Ventaja comparativa

En 1.817 un corredor de bolsa británico llamado David Ricardo extendió el trabajo de Smith

con su propia teoría de la “ventaja comparativa”. Según Ricardo, incluso si los trabajadores de una

nación pueden producir todo de forma más eficiente que los trabajadores de otras naciones, aun así

tal nación puede comerciar de forma beneficiosa. Lo que importa es lo que los trabajadores pueden

producir con una mayor eficiencia comparado con cualquier otra cosa que produzcan. Por ejemplo, si

los trabajadores en un país rico son el doble de eficientes fabricando zapatos que los trabajadores de

un país pobre pero son aquellos son cinco veces más eficientes que éstos produciendo

microprocesadores de ordenador, será beneficioso para ambas naciones que el país rico se

especialice en los microprocesadores de ordenador e importe zapatos del país pobre. Al

Page 13: Guia de la libertad para principiantes en español

especializarse en sus ventajas comparativas, los trabajadores de ambas naciones pueden aumentar

su consumo de los dos productos.

Competencia y economías de escala

El libre comercio también beneficia a la gente de otras formas. Al estar produciendo para un

mercado mundial las empresas pueden conseguir mayores “economías de escala”. Una vez que una

empresa ha invertido significativamente en investigación, desarrollo y en bienes de capital (por

ejemplo, automóviles, aviones comerciales o software informático), esta empresa puede producir a

un menor coste por unidad si produce 100.000 unidades para vender en todo el mundo que si

produce sólo 1.000 para vender en el mercado local. Además, la competencia provocada por el

comercio anima a las empresas a innovar para crear productos nuevos y mejores y para reducir

costes y eliminar el desperdicio.

A los consumidores el libre comercio les trae precios más bajos, mayor variedad y mejor

calidad. Los consumidores ganan cuando hay muchos productores compitiendo por nuestro negocio

en vez de cuando sólo hay unos pocos competidores o cuando hay un monopolio. La competencia

debida a las importaciones provoca que paguemos precios más bajos y disfrutemos de un rango de

opciones más amplio para artículos tales como la ropa, la comida y la electrónica de consumo que si

estuviéramos limitados sólo a los productores locales.

Proteccionismo

Lo contrario al libre comercio a menudo se le llama “proteccionismo”, que es la práctica de

los gobiernos de “proteger” a ciertos productores domésticos de la competición global mediante el

uso de aranceles, cuotas y otras regulaciones. Un arancel es un impuesto directo gravado sobre las

importaciones, bien como porcentaje de su valor o bien como una cierta cantidad por artículo. Una

cuota es una restricción en la cantidad de artículos que se pueden importar. Otras restricciones al

comercio toman la forma de regulaciones diseñadas para impedir indirectamente las importaciones

mediante lo que se llama barreras no arancelarias.

Casi todos los gobiernos ejercen un proteccionismo de un tipo u otro. Es habitual que los

políticos obvien los importantes beneficios del libre comercio para la nación en su conjunto con la

intención de beneficiar a un productor o una industria específicos que quiere protección contra la

competencia extranjera. Normalmente las industrias que buscan protección están bien organizadas y

tienen mucha motivación de tal modo que son capaces de influir el sistema político.

El resultado de la protección es que los consumidores pagan precios más altos, los recursos

del país son empleados de formas menos productivas y la calidad de vida es inferior de lo que sería

si el comercio fuera libre.

Las naciones occidentales aprendieron una dura lección en los años 30 sobre los peligros del

proteccionismo. Una desaceleración económica en 1929 provocó que los Estados Unidos, Gran

Bretaña y otros gobiernos elevaran los aranceles supuestamente para proteger los puestos de

trabajo. Sin embargo, esta subida de las barreras al comercio provocó que otros países

respondieran, los niveles de comercio se derrumbaron y de esa forma la Gran Depresión se acentuó

y alargó.

Los historiadores creen que las tensiones internacionales causadas por las batallas

económicas contribuyeron al estallido de la 2ª Guerra Mundial. Los sucesos de aquel periodo apoyan

el dicho atribuído al economista político francés del siglo XIX, Frederic Bastiat: “Cuando los bienes no

pueden cruzar las fronteras, los ejércitos lo harán”.

La tendencia hacia el libre comercio

Page 14: Guia de la libertad para principiantes en español

Después de la devastación provocada por la depresión y la 2ª Guerra Mundial, los Estados

Unidos, Gran Bretaña y unas 20 naciones más firmaron el Acuerdo General sobre Aranceles y

Comercio (GATT por sus siglas en inglés). Este acuerdo comprometía a sus miembros a bajar las

barreras al comercio y a mantenerlas a niveles bajos, además de a aplicar las tasas arancelarias de

forma igualitaria a otros países.

Alentados por los Estados Unidos, las naciones de la Europa Occidental se pusieron de

acuerdo para eliminar la mayor parte de las barreras al comercio entre ellos. El Mercado Común no

sólo ayudó a Europa a reconstruirse de nuevo después de la guerra sino que también ayudó a

mantener la paz al animar la cooperación económica. El GATT se convirtió en la Organización

Mundial del Comercio (OMC, o WTO por sus siglas en inglés) en 1.995 y ahora tiene más de 150

miembros.

En los últimos 50 años, la tendencia hacia el libre comercio se ha extendido más allá de los

países desarrollados de Europa Occidental, Norte América y Japón. Mediante su participación en la

economía global, los “tigres” del sudeste asiático (Corea del Sur, Taiwan, Singapur y Honk Kong) se

transformaron de países pobres a países ricos. Desde la década de 1.970, China continental, Chile y

unos cuantos países subdesarrollados más empezaron a bajar sus barreras al comercio (que eran

previamente altas), dieron la bienvenida a la inversión extranjera y aumentaron drásticamente su

comercio con el resto del mundo.

El colapso mundial del comunismo y la caída del Muro de Berlín en 1.989 causaron una

desilusión con el proteccionismo como instrumento de desarrollo. Desde entonces, cada vez más

países han tratado de reducir sus propias barreras al comercio y participar en la economía global.

Calidad de vida en aumento

Hoy día las pruebas a favor del libre comercio están creciendo. Aquellas naciones que se

abrieron al comercio y a la inversión normalmente crecen más rápido y consiguen mayores ingresos

per capita que aquellos países que se mantienen cerrados.

El territorio de Honk Kong, por ejemplo, ha practicado el libre comercio desde la década de

1.960. De ser una colonia pobre del Imperio Británico ha pasado a ser una de las ciudades más ricas

de la Tierra gracias en gran medida a que sus gentes pueden comprar, vender e invertir libremente

en los mercados mundiales. Por el contraste, muchos de los países más pobres del mundo, como

Corea del Norte, Birmania y muchos países de África, son los que más cerrados están al comercio.

La difusión del comercio y de la globalización en las últimas tres décadas ha sido una de las

razones principales de la reducción de la pobreza mundial. Desde los inicios de la década de 1.980,

el porcentaje de la población mundial viviendo con menos del equivalente a US$1.50 diarios cayó a

más de la mitad (del 52% al 25%) según el Banco Mundial. El progreso contra la pobreza ha sido

mucho mayor en aquellos países que más abrieron sus economías al resto del mundo, tales como

China, Vietnam y Chile.

Mejores condiciones y mayor cooperación

Los críticos del comercio señalan a veces las pobres condiciones de trabajo en los países

menos desarrollados como una razón por la que no deberíamos comprar sus productos. Pero su

crítica olvida el importante punto de que el comercio es uno de los principales motores para mejorar

las condiciones en esos mismos países.

Un mundo más abierto no entra en una “carrera hacia el suelo” sino en una carrera de

ingresos y de calidad en aumento. Durante la reciente era de comercio en expansión, el mundo ha

sido testigo de una mayor esperanza de vida y niveles de alfabetización en países en desarrollo así

como menores niveles de mortalidad infantil, malnutrición y explotación infantil.

Page 15: Guia de la libertad para principiantes en español

Las nuevas tecnologías han cambiado la naturaleza del comercio incluso aunque las teorías

económicas que lo apoyan no hayan sufrido cambios. Casi la mitad de los bienes intercambiados

entre las naciones se transporta por aire en lugar de por barco, carretera o ferrocarril. Muchos de los

bienes comercializados por mar son enviados en contenedores de tamaño estandarizado, que

pueden ser más fácilmente cargados y descargados en puertos y transferidos a camiones o trenes.

La difusión de las comunicaciones por satélite y por internet han estimulado el crecimiento de

compañías multinacionales.

Como resultado, muchos productos son fabricados hoy en día mediante la cooperación de

trabajadores en multitud de países diferentes. Un avión comercial o un automóvil pueden ser

diseñados en un país, ensamblados en otro además de contener partes hechas por trabajadores en

docenas de otros países. Un iPod comprado por un adolescente en los Estados Unidos o en Europa

estará sellado con un “Ensamblado en China”, pero fue diseñado y desarrollado en California. Una

empresa americana proveyó los microprocesadores, una empresa surcoreana proporcionó los chips

de memoria y empresas japonesas, el disco duro la pantalla.

Tolerancia y comprensión

Además de los beneficios económicos, el comercio también alienta la tolerancia y la

comprensión entre los individuos. El comercio y la globalización nos enseñan a ver a la gente de

otros países no como misteriosos y amenazantes, sino como clientes, proveedores y potenciales

colaboradores. El comercio facilita la comunicación. No sólo los bienes y los servicios cruzan las

fronteras, sino también las ideas y las personas, que forjan relaciones que tienden a romper los

tradicionales prejuicios.

Históricamente, las ciudades y los países al frente del comercio internacional también han

situado entre las sociedades más abiertas y tolerantes de su tiempo. Venecia en el siglo XIV y la

República Holandesa en el siglo XVI eran los centros comerciales más destacados de su tiempo.

Ambos proporcionaron libertad y protección legal a los judíos y a los disidentes religiosos.

Sus ciudadanos aprendían a dar la bienvenida a personas de religiones y razas diferentes porque la

intolerancia tenía, entre otros defectos, el inconveniente de ser malo para el negocio. Hoy día, las

sociedades abiertas al comercio tienen mayor probabilidad de ser abiertas también a la libertad de

religión y de expresión.

Comercio y libertad

Al fin y al cabo, el argumento a favour del libre comercio se reduce a uno de justicia básica.

Si un individuo quiere comerciar lo que ha producido a cambio de algo que una persona o un grupo

de personas ha producido en otro país, el gobierno no debería inmiscuirse. Usar el poder del

gobierno para prohibir una transacción que es beneficioso para las dos partes involucradas es violar

la soberanía de los individuos libres.

Las barreras al comercio despojan a la gente del fruto legítimo de su propio esfuerzo,

distribuyendo el botín entre otras personas sin otro derecho moral sobre la riqueza confiscada que el

poder político.

Lecturas recomendadas:

Griswold, Daniel (2009): “Mad about Trade: Why Main Street America Should Embrace

Globalization”, Cato Institute, Washington, D.C.

Bastiat, Frederic (1848): „On the Balance of Trade‟, „A Petition‟, and other essays in Economic

Sophisms.

Page 16: Guia de la libertad para principiantes en español

Irwin, Douglas (2009): “Free Trade under Fire” (3rd edition), Princeton University Press,

Princeton, NJ.

Norberg, Johan (2003): “In Defense of Global Capitalism”, Cato Institute, Washington, D.C.

Roberts, Russell (2006): “The Choice: A Fable of Free Trade and Protection” (3rd edition),

Pearson/Prentice Hall, Upper Saddle River, N.J.

Smith, Adam (1776): “An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations”,

particularmente el Libro IV, varias ediciones.

Page 17: Guia de la libertad para principiantes en español

4 Régimen tributario y gasto público, por Daniel J. Mitchell

Cuando naciones como el Reino Unido se hicieron prósperas el gobierno era muy pequeño.

A lo largo del siglo XVIII, el gasto del sector público originaba nada más que el 10 por ciento de la

producción económica, no sólo en Gran Bretaña sino en otras naciones occidentales de rápido

crecimiento. Poco gasto significaba pocos impuestos. De hecho, la mayoría de las naciones de

Europa y Norte América no tuvieron impuestos sobre la renta hasta hace 100 años.

Hoy, por el contrario, los gobiernos son mucho mayores. En el Reino Unido, el gasto del

sector público consume actualmente alrededor del 50 por ciento de la producción económica. Los

impuestos también han subido drásticamente aunque no tanto como el gasto. Esta es la razón por la

que Gran Bretaña, como la mayoría del resto de naciones, tiene deudas enormes.

¿Es mejor para la economía tener un gobierno más grande o uno más pequeño? Todo tipo

de gasto público repercute en el bolsillo de alguien así que a veces parece como si el gobierno fuera

un gran Santa Claus que proporciona cosas gratis como carreteras y sanidad. Otros simplemente

miran los impuestos (y el préstamo) que pagan por el gasto público y concluyen que el gobierno toma

dinero de la gente y es un obstáculo para el crecimiento.

Es un error mirar solo un lado de la ecuación. Es importante mirar los costes y beneficios

tanto de los impuestos como del gasto. Esto complica el análisis ligeramente. El gasto público puede

ser bueno o malo para el rendimiento economico, dependiendo de cómo se gaste el dinero y de

cómo se recaude.

La investigación económica sugiere, sin embargo, que el gobierno es demasiado grande en

las naciones industrializadas. Cuando el sector público es demasiado grande, los economistas dicen

que el empleo y el capital están mal asignados, lo cual es una forma complicada de decir que se está

desviando el dinero de los usos más productivos.

Un gobierno grande también significa que es más probable que la carga fiscal sea excesiva,

lo que implica impuestos altos que frenan el empleo, los ahorros, la inversion y la iniciativa

empresarial. Un sector público grande también es financiado con préstamo, que desvía dinero del

sector privado. Todas estas cosas – gasto, impuestos y deuda – son una carga para la economía,

que provoca menor crecimiento, mayor desempleo y menor competitividad.

Menos gobierno a la vez que gobierno más inteligente

Eso no quiere decir que todo el gasto público sea malo para la economía o que no debería

haber impuestos. El gasto del sector público puede ser beneficioso o perjudicial. El gasto en “bienes

públicos” tales como protección policial pueden ayudar a que una economía prospere al crear las

condiciones necesarias para que los mercados funcionen. El gasto en “bienes de capital” como

carreteras y escuelas también puede generar beneficios si se hace de forma apropiada. Esa es la

buena noticia.

La mala noticia es que el rendimiento económico se ve reducido por “gastos de

transferencias” como los subsidios y por “gasto de consumo” como la sanidad. Desafortunadamente,

la mayoría del gasto público hoy en día está dedicado a transferencias y a consumo.

Una buena política fiscal

Se pueden aplicar los mismos análisis a la fiscalidad. En general, los impuestos nunca son

beneficiosos para el crecimiento pero unos tipos de impuestos hacen más daño que otros. La regla

básica de los economistas es que el gobierno debería conseguir incrementar sus ingresos de tal

forma que minimice el impacto negativo en la economía. Los siguientes tres principios son una buena

guía:

Page 18: Guia de la libertad para principiantes en español

1. Tasas de impuestos altas son más dañinas que tasas de impuestos bajas. Los

políticos dicen a menudo que quieren más impuestos en cosas tales como el tabaco porque quieren

desalentar su consumo. Dejando a un lado la cuestión de si el gobierno debería intentar controlar las

vidas de los individuos, los políticos tienen razón en el impacto económico. Los impuestos son una

manera efectiva para desalentar el comportamiento y, obviamente, impuestos altos hacen más daño

que impuestos bajos. El mismo análisis se puede aplicar a impuestos sobre el trabajo, sobre la

iniciativa empresarial y otras formas de comportamiento productivo. No obstante, dado que el

crecimiento económico sólo ocurre cuando más personas ganan más dinero, es muy importante

mantener los impuestos bajos, especialmente el impuesto sobre la renta de las personas y el

impuesto de sociedades.

2. Los impuestos adicionales sobre los ahorros y la inversión son muy costosos. Todas

las teorías económicas coinciden en que el ahorro y la inversión hoy son necesarios para tener

mayor prosperidad en el futuro. Sin embargo, muchos gobiernos gravan con impuestos adicionales

los ingresos que son ahorrados o invertidos; a esto se le llama a veces “doble imposición”. Los

impuestos sobre los dividendos, intereses y ganancias de capital así como los impuestos sobre el

patrimonio y los de sucesiones hacen que ahorrar e invertir sea mucho menos atractivo para los

personas. Esta doble imposición provoca que los impuestos sobre los ingresos que son ahorrados e

invertidos son mucho más altos que los impuestos sobre los ingresos que son consumidos. Como

era de esperar, los individuos responden aumentando el consumo y disminuyendo su ahorro y su

inversión, lo que perjudica el rendimiento económico de la sociedad a largo plazo.

3. Las lagunas fiscales premian la ineficiencia económica. Muchos sistemas fiscales

están repletos de créditos, deducciones, abrigos, exclusiones, lagunas y otras medidas especiales.

Todo esto crea una complejidad innecesaria y facilita la corrupción además de tener malas

consecuencias económicas. En un mercado normal, los individuos son premiados por hacer

inversiones que generan mayor riqueza (pues es mejor conseguir un retorno del 10% que del 5%). Si

el sistema fiscal favorece ciertas actividades, induce a empresarios e inversores a poner dinero en

los proyectos que producen estos beneficios fiscales en vez de invertir dinero en los proyectos que

producen crecimiento.

Para aumentar la prosperidad, los politicos deberían diseñar sistemas fiscales que

reconozcan estos tres principios. Un impuesto plano sería una buena idea; este sistema fiscal tan

sencillo y proporcional ha conseguido mejorar el crecimiento de los países de Europa del Este. Sin

embargo, no hay que olvidar que un impuesto plano es beneficioso no porque sea plano sino porque

normalmente es un tipo impositivo bajo. Hasta hace poco, Islandia tenía un impuesto plano pero el

tipo impositivo era casi del 37%. Otras naciones, como Singapur, que tiene un sistema fiscal

“progresivo” con una tasa de impuestos máxima del 20%, disfutan de regímenes fiscales mucho

mejores.

Analizando los costes y los beneficios

Para determinar si los diversos tipos de gasto público son buenos o malos para la economía,

necesitamos un análisis de los costes y los beneficios. La batería de preguntas que exponemos a

continuación puede ser usada como un examen económico para programas gubernamentales. Si

todas las respuestas respecto a un programa o actividad determinado son positivas, entonces el

programa o actividad tienen un impacto positivo en el rendimiento económico.

1. El programa o la actividad financiado con gasto público, ¿produce beneficios?

Es evidente que todo gasto público repercute en el bolsillo de alguien, de modo que

existe un beneficio en un sentido estricto pero a la vez menos importante. La cuestión relevante

debe ser si un programa o actividad generan beneficios para la sociedad en general. En algunos

casos puede haber beneficios significativos, como una carretera nueva en una zona

Page 19: Guia de la libertad para principiantes en español

congestionada. En otros casos hay un impacto negativo en la sociedad, como con los subsidios

de desempleo.

2. Si un programa o actividad genera beneficios, ¿son éstos mayores que los beneficios

que resultarían si se dejara el dinero en el sector privado?

En cualquier momento hay un límite para la cantidad de trabajo y capital disponible en una

economía. Si el gasto público provoca que esos recursos sean usados para algo con relativamente

poco valor económico, como por ejemplo construir una planta eólica, entonces esos mismos recursos

no estarán disponibles para el sector productivo de la economía. Si los beneficios de la planta eólica

son menores que la producción adicional que el sector privado habría producido, entonces el efecto

neto del gasto público sería negativo.

3. Si un programa o actividad genera beneficios mayores de los que podría generar el

sector privado, ¿son estos suficientemente significativos para contrarrestar el impacto

negativo de los impuestos y de la deuda?

Por último, pero no menos importante, es crucial saber cómo se financia el gasto público. El

gasto del sector público sólo favorece el crecimiento si los beneficios netos son suficientemente

significativos para compensar por el daño económico causado por los impuestos o por la deuda.

Obviamente la respuesta depende del tipo de impuesto y de cómo es gravado. Formas importantes y

efectivas de gasto público podrían incluso ser negativas en términos netos si se financiasen con

tasas más altas de impuestos sobre la renta. Sin embargo, esos mismos tipos de gasto público

podrían ser económicamente justificables si fueran financiados por un impuesto reducido sobre el

consumo.

Obviamente, este examen en tres partes está simplificado. En muchos casos el daño

económico de la actividad del gobierno se extiende más allá del impacto producido por desviar

recursos del sector privado y por el coste de incrementar los ingresos.

Ciertas regulaciones gubernamentales, por ejemplo, imponen pesados costes sobre el sector

privado. De igual forma, los programas que subsidian la educación, la sanidad, el alojamiento y la

jubilación normalmente reducen los incentivos para ahorrar. Esto tiene un impacto negativo en el

rendimiento económico más allá de los efectos discutidos más arriba. Otro problema más es la mala

asignación de recursos privados que es alentada por la actividad del gobierno. Muchas empresas

asignan actualmente algunos de sus empleados más capaces a tareas tales como asegurar el

cumplimiento de reglas gubernamentales o ejercer presión (“lobby”) para conseguir favores del

gobierno o, más honorablemente, en contra de la intervención del gobierno. La economía de la

nación sería seguramente más próspera si estas personas pudieran usar sus habilidades de forma

productiva.

La Curva de Laffer

El somero análisis explicado arriba proporciona un marco útil para entender el papel de los

impuestos y del gasto público. Sin embargo, hay otras tres cuestiones sobre política fiscal que

merecen una breve mención, siendo la primera de ellas la Curva de Laffer.

La mayoría de los politicos suponen ingenuamente que hay una relación automatica y fija

entre tasas de impuestos e ingresos fiscales, así que piensan que pueden duplicar los ingresos

fiscales duplicando las tasas de impuestos. Esta es una suposición incorrecta porque pasan por alto

que los contribuyentes pueden cambiar su comportamiento en respuesta a nuevos incentivos.

La Curva de Laffer muestra que el gobierno no recaudará ningún ingreso de los tributos a

una tasa impositiva del 0% pero que tampoco recaudará nada (o muy poco) a una tasa impositiva del

100%. Después de todo, pocos individuos querrán producir algo si el gobierno va a confiscar todas

Page 20: Guia de la libertad para principiantes en español

sus ganancias. El tipo impositivo que maximiza los ingresos fiscales se encuentra en algún punto

entre el 0% y el 100%.

Un punto clave es que el tipo impositivo que maximiza el crecimiento es inferior al tipo que

maximiza los ingresos fiscales. Estudios económicos demuestran que la tasa de impuestos que

maximiza los ingresos fiscales a largo plazo se encuentra alrededor del 30%. La tasa de impuestos

que maximiza el crecimiento económico es mucho más baja. Todo impuesto es perjudicial para el

crecimiento económico pero, como ya se ha hecho notar en nuestra discusión más arriba, algunos

impuestos son necesarios para financiar bienes públicos y otros gastos que favorecen el crecimiento.

Curva de Laffer

Ingresos fiscales

Tasa de impuestos

Región de ingresos crecientes

Punto de maximización del crecimiento

Punto de maximización de ingresos

Región de ingresos decrecientes

El estímulo de Keynes

Durante la década de 1930, el economista John Maynard Keynes defendió que se podría

estimular una economía débil si el gobierno emitiera deuda pública y la gastara. Según su teoría,

este nuevo gasto público pondría dinero en los bolsillos de los ciudadanos de modo que los

receptores de los fondos podrían gastar a su vez ese dinero y así estimular la economía a medida

que el flujo monetario continua circulando.

Los keynesianos decían también que algunos recortes de impuestos podrían tener el mismo

impacto ya que el propósito es hacer que el gobierno se endeude y ponga de alguna forma el dinero

en las manos de las personas que lo gasten.

Las ideas keynesianas son una falacia lógica mayúscula. Pasan por alto el hecho de que, en

el mundo real, el gobierno no puede inyectar dinero en la economía sin habérselo quitado antes a

esa misma economía. Todo dinero que el gobierno pone en el bolsillo derecho de la economía es

dinero que ha quitado antes del bolsillo izquierdo de la economía.

No hay estímulo económico ya que cada dólar gastado en un paquete de estímulo es un

dólar que el gobierno debe antes pedir prestado a los mercados de crédito privados. El

keynesianismo no estimula la renta nacional, simplemente la redistribuye.

La evidencia del mundo real indica también que los estímulos keynesianos no funcionan. Los

presidentes de EE.UU. Hoover y Roosevelt siguieron esta política en la década de 1930 y no

funcionó. Japón siguió esta política en la década de los noventa y no funcionó. Tampoco ha

funcionado en la década de 2000 en muchas naciones, incluyendo el Reino Unido y los Estados

Unidos.

La Curva de Rahn

Page 21: Guia de la libertad para principiantes en español

Además de la Curva de Laffer que muestra la tasa de impuestos que maximiza los ingresos

fiscales, también existe la Curva de Rahn que busca el nivel de gasto público que maximiza el

crecimiento económico.

La Curva de Rahn se basa en la idea de que hay muy poca actividad y muy poco crecimiento

económicos cuando no hay gobierno. Sin embargo, en cuanto el gobierno empieza a gastar dinero y

proporciona instituciones y bienes públicos sólidos, se hace posible que una economía de mercado

crezca y prospere.

A cierto nivel, sin embargo, el gobierno empieza a gastar dinero en programas de

transferencias y de consumo. Estos tipos de gasto tienden a perjudicar el rendimiento económico.

Además, puede suceder que todo tipo de gasto se torna menos eficiente a medida que el gobierno

crece.

Algunos estudios sugieren que el nivel de gasto público que maximiza el crecimiento

económico está alrededor del 20% del producto económico o quizás incluso menos basándonos en

datos históricos. Este nivel es muy inferior al nivel de gasto medio en los países europeos y

norteamericanos.

Curva de Rahn

Tasa de crecimiento económico

Gasto público como porcentaje del Producto Interior Bruto (PIB)

La economía encoge cuando el gobierno crece demasiado

Conclusión: las economías pierden con impuestos altos

El gasto público es una parte importante en casi todas las economías avanzadas. Hay unas

pocas economías con gobierno limitado como Honk Kong. Muchos países, sobre todo en Europa,

han desarrollado gobiernos muy grandes. Incluso los Estados Unidos bajo los gobiernos de Bush y

Obama se están pareciendo cada vez más a Europa.

La evidencia indica que este cambio hacia gobiernos más grandes tiene consecuencias

económicas serias. Una carga del gobierno más pesada desvía recursos del sector productivo de la

economía y da como resultado un regimen tributario más costoso. En una economía globalizada y

competitiva las naciones con un gasto público excesivo e impuestos altos perderán inversión y

puestos de trabajo en favor de aquellas naciones con niveles de gasto público más sensatos y

menores impuestos.

Lecturas recomendadas:

Edwards, Chris and Daniel J. Mitchell (2008): “Global Tax Revolution: The Rise of Tax

Competition and The Battle to Defend It”, Cato Institute, Washington D.C..

Heath, Allister (2006): “Flat Tax: Towards a British Model”, Stockholm Network, Londres. En

internet: http://www.stockholm-network.org/publications.

Smith, David B. (2006): “Living with Leviathan: Public Spending, Taxes and Economic

Performance”, Institute of Economic Affairs, Londres. En internet:

http://www.iea.org.uk/record.jsp?ID=394&type=book.

Page 22: Guia de la libertad para principiantes en español

5 Derechos de propiedad (por Karol Boudreaux)

Unos derechos de propiedad que sean estables son una condición esencial para promover el

crecimiento, aliviar la pobreza y conservar recursos escasos. Los derechos de propiedad incentivan a

los individuos a crear, innovar y comerciar voluntariamente con los demás. Nos dan una razón para

conservar y mejorar las cosas y ayudan a protegernos de otros.

Debido a todo esto, los derechos de propiedad son uno de los pilares que soportan una

sociedad libre y próspera. Otra manera de considerar los derechos de propiedad es que son un

ingrediente del pegamento que mantiene la sociedad unida.

¿Qué son los derechos de propiedad?

Los derechos de propiedad son normas que han sido desarrolladas para ayudar a resolver

problemas. Igual que las personas crean normas para ayudar a que el tráfico fluya sin

complicaciones y para evitar colisiones, los individuos a lo largo del tiempo han creado normas

acerca de quiénes pueden usar las diferentes clases de propiedad, cómo pueden usarlas y cómo

transferirlas.

Los derechos de propiedad animan a los individuos a comportarse de una forma específica;

por ejemplo, “será mejor reparar esa gotera en el techo; si no, la casa se va a arruinar”. También les

advierte a los individuos de lo que les ocurrirá si rompen estas normas; por ejemplo, “si talas el

manzano de tu vecino sin su permiso, tendrás que pagarle”.

Estas normas pueden ser formalizadas y escritas en la ley y otras regulaciones o pueden ser

informales y partes no escritas de las normas sociales que imperan en una sociedad.

Ambos tipos de derechos de propiedad existen simultáneamente: derechos formales que se

espera sean hechos respetar por el gobierno de forma justa y derechos informales que se espera

sean hechos respetar mediante la presión social. Mientras que las personas respeten las normas,

tanto los derechos de propiedad formales como los informales pueden funcionar de forma efectiva

para promover el crecimiento, la conservación y la libertad individual.

En concreto, el propietario de algo normalmente tiene una serie de derechos asociados con

tal propiedad. Por ejemplo, puede:

- Usar o dejar de usar su propiedad

- Beneficiarse del uso de su propiedad (por ejemplo, vendiendo las manzanas que

produce el manzano)

- Permitir a otros individuos usar su propiedad (por ejemplo, alquilando la propiedad)

- Proteger su propiedad contra personas indeseadas

Los derechos de propiedad pueden existir sobre cosas de diversa clase:

- Propiedad real: es decir, fincas y cosas adjuntas a la finca (tales como casas o

fábricas)

- Propiedad personal: es decir, los objetos muebles que poseemos (tales como

teléfonos, ropa o joyería)

- Propiedad intelectual: esta clase de propiedad a menudo es el resultado de

esfuerzos creativos o artísticos (tales como una invención nueva o una composición de música); las

patentes y los derechos de copia son tipos de propiedad intelectual.

Page 23: Guia de la libertad para principiantes en español

Por último, los titulares de los derechos de propiedad pueden ser diversos individuos o

grupos:

- Individuos, organizaciones (cooperativas o sociedades) o grupos de individuos

(propiedad comunal)

- Gobierno (por ejemplo, un parque natural o la finca donde están construídos los

colegios públicos)

A veces nadie es el titular de los derechos de propiedad para cierta cosa o cierta zona. A

estos casos se les conoce como recursos de acceso libre. El ejemplo más claro es el mar abierto,

que no son propiedad de nadie ni de ningún grupo o gobierno.

¿Por qué funcionan los derechos de propiedad?

Los derechos de propiedad funcionan porque proporcionan incentivos para que las personas

se comporten de una manera específica. Es más probable que los individuos inviertan, mejoren,

protejan, conserven y mantengan una propiedad cuando son titulares de derechos a tal propiedad

seguros y estables que cuando sus derechos a dicha propiedad son limitados o inexistentes.

Mejorar, proteger y conservar la propiedad no es gratis. Las personas dedican tiempo y

esfuerzo a tales actividades cuando sus derechos de propiedad son seguros. Si tales derechos no

son asegurados por alguna autoridad que los haga cumplir, las personas dedicarán mucho menos

tiempo y esfuerzo a proteger su propiedad.

¿Por qué hay que proteger y conserver la propiedad? Hay que hacerlo porque esperas

beneficiarte de dichas acciones en el futuro. Se arregla una gotera en el tejado porque, si no, la casa

puede quedar en ruinas. Si la casa está en ruinas, no se puede sacar tanto beneficio de ella cuando

se venda o será mucho menos agradable vivir en ella; en cualquier caso, la inacción dará lugar a un

coste que habrá que sufrir. La propiedad misma crea incentivos para ser mantenida y conservada

porque los esfuerzos dedicados a ello están directamente unidos a los beneficios que reporta.

Por supuesto, no todos los dueños de propiedades pueden arreglar o conservar su propiedad

en todo momento. En un momento dado un individuo puede no tener suficientes recursos para hacer

las reparaciones necesarias. Sin embargo, la tendencia general indica que las personas cuidan lo

que tienen porque, desde su perspectiva, es inteligente. Al cuidar de tu propiedad ahora te prepares

para recibir ganancias en el futuro.

Fomentando el comercio y el crecimiento económico

Cuando tienen derechos a la propiedad seguros, las personas comercian entre ellas. El

comercio es muy difícil, si no imposible, sin los derechos de propiedad y, por consiguiente, las

oportunidades para beneficiarse del comercio se ven limitadas cuando no existen derechos de

propiedad.

Otra manera de verlo es que los derechos de propiedad permiten que los individuos asignen

adecuadamente los escasos recursos como, por ejemplo, su tiempo de trabajo y otros recursos

valiosos. Si una sociedad tiene reglas comúnmente aceptadas habrá menos conflictos relacionados

con el uso de los recursos. Por consiguiente, normas claras y conocidas sobre la propiedad

promueven la paz de forma efectiva.

Además, cuando pueden controlar su trabajo y sus otros valiosos recursos, las personas

deciden cómo usarlos: ninguna autoridad tiene que ordenarles hacer cosas. Esto le da poder a los

individuos y les permite buscar las oportunidades que les atraen. También les da incentivos para

hacer cosas que otras personas consideren valiosas.

Page 24: Guia de la libertad para principiantes en español

Por ejemplo, imagina que te gusta hacer pasteles. Si eres dueño de tu trabajo (es decir, lo

controlas) y puedes ahorrar dinero para arrendar un local podrías abrir una pastelería. De esta forma

usarías tu trabajo y tu capital de un modo que te apasiona a la vez que comercias con lo que tú

haces y produces a cambio de lo que otras personas tienen (dinero para comprar tus pasteles, local

para alquilar, etc.).

Como resultado de todos los intercambios las personas mejoran su condición: tú montas tu

negocio, el propietario usa su local de una forma beneficiosa; el consumidor consigue el pastel que

desea. Los billones y billones de intercambios que tienen lugar en todo el mundo todos los días se

basan en que las personas tienen cosas que intercambiar.

Hay muchas pruebas de que las personas que comercian más son más prósperas. En países

donde las personas son libres para intercambiar sus talentos, bienes y servicios con otras personas,

la calidad de vida mejora y en general los ciudadanos viven más tiempo y con más salud. Más

comercio es la clave del crecimiento económico y de la erradicación de la pobreza. El comercio se

fundamente en los derechos de propiedad.

Protección del medio ambiente

Dado que los derechos de propiedad dan incentivos a las personas para conservar y

mantener cosas, tales derechos desempeñan un papel vital en la protección del medio ambiente. Un

ejemplo de África puede arrojar más luz sobre esta conexión.

Antes de 1990 el gobierno “apartheid” de Sudáfrica, que trataba a las personas negras y a

las blancas de forma diferente, controlaba el país vecino de Namibia. El gobierno controlaba no sólo

el pueblo de Namibia sino también la fauna y flora del país, excepto, eso sí, aquella situada en tierras

pertenecientes a granjeros blancos.

En el resto del territorio el gobierno era “propietario” de los animales silvestres. Era muy difícil

que los namibios negros pudieran cazar legalmente. Los nativos tenían pocas oportunidades de

beneficiarse legalmente de la fauna y la flora silvestre, pero sufrían sus costes (los elefantes

destrozaban y comían cultivos, los antílopes pastaban en zonas donde las cabras y las vacas podían

pastar y los predadores atacaban al ganado). Esta situación generaba muchos alicientes para la caza

furtiva de elefantes, kudus, oryx y rinocerontes y para matar a los predadores tales como leones o

leopardos.

¿Tenían los granjeros blancos estos mismos alicientes y se comportaban de la misma

forma? En absoluto. En su caso, muchos vallaron sus tierras recluyendo voluntariamente a la fauna

salvaje. Muchos de ellos dejaron de criar ganado y abrieron reservas naturales privadas. Los

granjeros blancos tenían modos de beneficiarse legalmente de la fauna salvaje.

En 1990 un nuevo gobierno independiente tomó el control en Namibia y, finalmente, cambió

las leyes de la propiedad en el país y dio a las comunidades locales los derechos para gestionar el

uso de la fauna salvaje y beneficiarse de él. Desde que esta política comenzó, en 1997, más de

cincuenta comunidades se han organizado para gestionar la fauna y la flora y para beneficiarse de

estos recursos.

La caza furtiva ha desaparecido prácticamente de estas tierras comunitarias porque ahora

los nativos se benefician directamente de la fauna salvaje. Construyen alojamientos turísticos que

crean empleos para la gente local y que generan ingresos; cazan algunos animales para su propio

uso; venden animales vivos a reservas de otros países y, a veces, permiten la caza mayor.

Todas estas actividades crean beneficios para la gente local y todos los beneficios están

directamente unidos a la fauna salvaje. Ahora los nativos protegen y conservan a los animales en vez

de cazarlos furtivamente.

Page 25: Guia de la libertad para principiantes en español

Un método muy potente de proteger el medio ambiente es darle los derechos de propiedad

sobre recursos medioambientales a personas que se beneficiarán con la protección de esos

recursos.

Poder para los individuos

Sin embargo, quizás el papel más importante que pueden cumplir unos derechos de

propiedad sólidos es el fomento de la prosperidad humana. Cuando pueden decidir cómo usar sus

recursos, las personas o grupos de personas pueden ejercer sus talentos únicos y prosperar de la

forma que encuentren conveniente.

Por el contrario, cuando las autoridades (públicas o tradicionales) controlan la propiedad,

muchas veces limitan la capacidad de algunos grupos sociales para utilizar recursos, ejercer ciertas

profesiones o aprovechar ciertas oportunidades. En otras palabras, a menudo los derechos de

propiedad son restringidos para limitar las oportunidades económicas de minorías, rivales politicos o

grupos desfavorecidos. Este es un problema y una preocupación especiales para las mujeres en

muchas culturas. Ellas se enfrentan a una discriminación importante en términos de propiedad,

herencia o control de tierras y otros recursos.

La clave para la libertad y la prosperidad

Por todas estas razones, los derechos a la propiedad que sean claros, conocidos y seguros

son una institución clave para la prosperidad y el florecimiento de la Humanidad. Dichos derechos

fomentan el comercio y la asignación pacífica de recursos escasos. Contribuyen a erradicar la

pobreza. Dan 9-quincentivos a las personas para cuidar y conservar los recursos naturales. Otorgan

poder a los individuos dándoles la oportunidad de ejercer sus talentos y habilidades únicos.

Sin estos derechos las sociedades serían más pobres, más propensas a conflictos y menos

capaces de proporcionar oportunidades para desarrollar las habilidades creativas únicas de sus

ciudadanos. Los derechos de propiedad son definitivamente los pilares de una sociedad libre y

próspera.

Lecturas recomendadas:

Anderson, Terry L. and Fred S. McChesney (2003): “Property Rights: Cooperation, Conflict

and Law”, Princeton University Press, Princeton, NJ.

Bethell, Tom (1999): “The Noblest Triumph: Property and Prosperity Through the Ages”,

Palgrave Macmillan, New York.

Libecap, Gary D. (2008): “Contracting for Property Rights”, Cambridge University Press,

Cambridge.

Pipes, Richard (1999): “Property and Freedom”, Alfred A. Knopf, New York.

Ostrom, Elinor (1990): “Governing the Commons: The Evolution of Institutions for Collective

Action”, Cambridge University Press, Cambridge.

Page 26: Guia de la libertad para principiantes en español

6 ¿Por qué falla el gobierno? (por Peter J. Boettke y Douglas B. Rogers)

Hay un antiguo cuento que muchos economistas utilizan para empezar a debatir sobre cómo

funciona el Mercado en comparación con la política gubernamental. Un emperador romano hace de

juez en un concurso entre dos cantantes. Después de escuchar cantar al primer concursante, el

emperador decide dar el premio al segundo cantante creyendo que es imposible que éste sea peor

que el primero. ¿Dónde está el error de tal decisión? El error es obvio: para que el concurso mida

correctamente la valía de los concursantes, el emperador debe dejar que el segundo concursante

cante antes de emitir su fallo.

Sucede algo parecido cuando se nos pide comparar la economía de Mercado con la acción

del gobierno. Deberíamos examinar con mucho cuidado tanto el funcionamiento del Mercado como el

proceso de toma de decisiones del gobierno.

La teoría de los fallos de Gobierno

El Mercado no es perfecto (analizaremos luego posibles ejemplos de “fallos de Mercado”)

pero esta afirmación no debería hacernos llegar automáticamente a la conclusión de que las políticas

gubernamentales pueden superar el resultado del Mercado. Al contrario, pueden hacer que las cosas

vayan peor. Esta consideración básica suele ser olvidada por quienes justifican las intervenciones del

gobierno en la economía de Mercado.

La teoría de “fallos de Gobierno” fue desarrollada para explicar por qué las políticas

gubernamentales no suelen conseguir sus objetivos. El proceso politico de toma de decisiones tiene

que lidiar con diversos problemas. Estos problemas incluyen las dificultades de calcular costes y

beneficios, la falta de conocimiento de los detalles de todos los lugares y momentos y, asimismo, los

intentos de manipulación de las políticas gubernamentales por parte de grupos de intereses

especiales o grupos de presión.

Para comparar los resultados del Mercado con los resultados de las intervenciones del

Gobierno, debemos tener en cuenta los costes de las decisiones del Gobierno, es decir, debemos

dejar que el segundo participante cante para ver si realmente lo hace mejor que el primero. De

hecho, al examinar el resultado de la actuación del Gobierno se descubre que el argumento habitual

de los intervencionistas (“si falla el Mercado, usa el Gobierno) es erróneo.

¿Por qué los gobiernos no pueden solucionar los “fallos de Mercado”

Una breve ojeada a los tres tipos habituales de “fallos de Mercado” (monopolios,

externalidades y bienes públicos) nos ayudará a demostrar algunos de los problemas que aparecen

cuando los gobiernos intervienen.

Monopolio

Se suele argüir que con un monopolio el proveedor único de un bien o servicio tiene control

sobre el precio final de su producto. Usará su poder para reducir la producción y elevar el precio del

bien o servicio que ofrece. Dado que no hay sustitutos, los consumidores no tienen otra elección

aparte de comprar del monopolio y, por tanto, han de pagar precios más altos que si hubiera

competencia.

El principal error de ver los monopolios como “fallos de Mercado” es que normalmente son en

realidad creados usando el poder del Gobierno. El Gobierno da derechos de monopolio a cierta

entidad privando a otras de poder competir. En otras palabras, el monopolio no es normalmente un

producto de la economía de Mercado. En la mayoría de los casos es resultado de la práctica de los

Gobiernos de dar privilegios a grupos de intereses especiales.

Page 27: Guia de la libertad para principiantes en español

Externalidades

Una externalidad es un coste o un beneficio que una entidad impone a otra, la cual no puede

rechazar tal coste o beneficio. Los economistas distinguen entre externalidades positivas y negativas.

El ejemplo clásico de externalidad negativa es la polución. El proceso de producción en mi

fábrica puede ensuciar el rio donde arrojo mis desperdicios. Los desperdicios son arrastrados rio

abajo arruinando la cosecha de mi vecino. Dado que no tengo que pagar los costes totales de mi

decisión de crear polución, tenderé a producir más externalidad negativa, en forma de polución, de lo

normal.

Externalidades positivas reflejan el efecto opuesto: otras personas o entidades se

beneficiarán de los efectos que mis decisión tenga, incluso aunque ellos no tengan que pagar por

ninguno de los costes de mis decisión.

Consideremos por ejemplo la educación. Cuanto más estudios tenga, más capaz seré de

contribuir a la vida de la comunidad. Sin embargo, ya que la comunidad se beneficiará más que yo,

produciré menos educación si tengo que pagar por ella yo mismo.

En teoría los gobiernos pueden corregir este problema gravando actividades que produzcan

externalidades negativas y subsidiando actividades que produzcan externalidades positivas. Pueden

ajustar los niveles de tasación y de subsidios de modo que los beneficios que surgen de la actividad

sean maximizados para la sociedad en su conjunto.

Esta solución supone, no obstante, que el gobierno puede medir los costes y los beneficios

involucrados en la actividad. Esta suposición genera problemas importantes.

Primero, sólo aquellos afectados directamente conocen los costes y los beneficios de una

actividad. Esto quiere decir que es probable que cualquier solución gubernamental falle porque no

haya acceso a la información requerida (por ejemplo, para ajustar la tasa de gravamen o de subsidio

de forma apropiada).

Segundo, los individuos involucrados en la actividad pueden ponerse de acuerdo en un

contrato para resolver una disputa sobre una externalidad. Por ejemplo, si valoro un río limpio más

que lo que una fábrica valora el ensuciarlo, puedo pagar a la fábrica para que no ensucie el río. No

hay necesidad de que los gobiernos se involucren en estos casos.

Bienes públicos

Bienes públicos son nuestro ejemplo final de “fallo de mercado”. Hay pocos incentivos para

que negocios con ánimo de lucro proporcionen algunos bienes al Mercado. Puede ser porque es

imposible excluir a aquellos que no pagan o porque el consumo del bien no impide que otros también

lo consuman.

Ejemplos habituales incluyen el orden público, la defensa nacional o bienes ambientales tales

como el aire limpio. La ausencia de un aliciente lucrativo significa que estos bienes públicos pueden

tener una oferta menor que la deseable a menos que el gobierno actúe para proporcionarlos él

mismo.

Aun así la mayoría de lo que el gobierno provee como “bienes públicos” podrían ser

suministrados, por lo menos en parte, por el Mercado (por ejemplo, el mantenimiento del orden

público por las agencias de seguridad privadas y la defensa nacional por mercenarios). Incluso los

bienes ambientales pueden ser suministrados por entidades con ánimo de lucro si derechos de

propiedad adecuados permitieran la exclusión de aquellos que no pagan. Además, no hay que

Page 28: Guia de la libertad para principiantes en español

olvidar que los intentos de los gobiernos de suministrar “bienes públicos” tendrán que superar los

problemas identificados por la teoría de los “fallos de gobierno”.

El Mercado como solucionador de problemas

Nuestra breve ojeada al monopolio, las externalidades y los bienes públicos ha demostrado

que los los intentos del gobierno de corregir aparentes “fallos de mercado” son a menudo mal

dirigidos. De hecho, los economistas han dado razones que indican que el Mercado puede no ser tan

malo como los planificadores gubernamentalistas quieren creer.

Hasta ahora no hemos hecho caso del verdadero potencial del Mercado para auto-corregirse.

Las ineficiencias de hoy son las oportunidades de beneficio del futuro.

Ignorar o no hacer caso de esta afirmación fundamental supone no ser imparcial y estar

sesgado a favor de la intervención del gobierno.

El planificador gubernamental ve a la economía como una fotografía congelada en el tiempo

y determina si el Mercado cumple con sus criterios ideales. Sin embargo, la economía debería verse

como una película que se desarrolla a lo largo del tiempo. En otras palabras, es el hecho de que la

situación no cumple con las condiciones ideales lo que activa las acciones empresariales que

resuelven los problemas y mejoran la situación.

Muchos economistas y científicos políticos han desarrollado también una serie de críticas

prácticas a las soluciones gubernamentales. Aquí es donde nuestro cuento del emperador romano

entra en acción: tenemos que escuchar al segundo cantante para examinar la forma en que las

decisiones son realmente tomadas en política. Lo haremos mediante los mismos principios que

usamos para tratar el proceso de toma de decisión en una economía de mercado. Este área de

investigación se llama elección pública.

Razones para los “fallos de gobierno”

El análisis económico del proceso de toma de decisión supone que los individuos se

comportan más o menos de igual forma tanto si estan dentro como fuera del gobierno. Tanto los

individuos que votan en las urnas como los que se sientan en el Parlamento son los mismos que

compran en el supermercado o se sientan en las juntas de administración.

Tales individuos no son pecadores natos ni santos; son igual que tú y que yo. Tienen

propósitos y planes y usan los recursos a su disposición para conseguir realizarlos tan eficazmente

como les sea posible.

En política hay dos lados: los demandantes de servicios gubernamentales (los votantes) y los

proveedores de tales servicios (los políticos). Si la política funcionara a la perfección, las decisiones

políticas que se adoptaren reflejarían exactamente los deseos de los votantes. En otras palabras, en

un “sistema político perfecto” las preferencias de los votantes serían los ingredientes del

funcionamiento del sistema y las decisiones políticas que produjera el sistema reflejarían las

preferencias más populares del momento. Conseguiríamos el gobierno que deseáramos.

Esta visión simplista del proceso político no describe la realidad. ¿Por qué el gobierno que

tenemos nunca se parece a este ideal?

Ya hemos dado las razones por las cuales el gobierno no puede calcular los costes y los

beneficios. El gobierno también tiene que operar sin el conocimiento de tiempo y lugar proporcionado

por los precios de Mercado y la disciplina de beneficios y pérdidas. Las intervenciones políticas en el

Mercado son, básicamente, como intentar tirar con arco a oscuras. También hemos comentado el

Page 29: Guia de la libertad para principiantes en español

papel que tienen los grupos de presión con intereses especiales en el proceso político de toma de

decisión; exploremos esto un poco más.

Votantes y grupos de interés

A los políticos se les puede considerar como emprendedores con ánimo de ser elegidos. Por

definición un político quiere conseguir votos y dinero para pagar su campaña. Si no consigue estos

votos y estas contribuciones no será elegido.

Si se acerca una elección, los políticos intentarán ganar el apoyo de los votantes. Para

hacerlo, concentrarán los beneficios en el corto plazo y distribuirán los costes en el largo plazo. Por

ejemplo, los políticos pueden aumentar el gasto público en proyectos populares justo antes de una

elección, incluso aunque esto implique aumentar los impuestos a largo plazo.

Los políticos saben también que mucha gente no se molesta en votar y que muchos votantes

no creen que merezca la pena dedicar tiempo a aprender mucho sobre asuntos políticos. Asimismo,

al contrario que estos conjuntos desorganizados de votantes, hay votantes con intereses especiales

que conocen mucho un asunto particular por el que están muy interesados.

Los políticos saben que ganarían muy poco si concentraran sus esfuerzos en la masa de

votantes mal informados o en aquellos que no votan en absoluto. Los políticos maximizarán su

beneficio concentrándose en favorecer a grupos de interés especial que están bien organizados y

bien informados mientras reparten los costes sobre todos los demás.

De este modo hemos identificado dos razones para los “fallos de gobierno”: el sesgo

cortoplacista de los políticos y la concentración de beneficios en los grupos de interés especial a

expensas del público en general.

Los “fallos de gobierno” son todavía peor. Estos grupos de interés especial usan a menudo

considerables recursos para intentar que se aprueben sus políticas favoritas. Estos grupos de interés

especial pueden llegar a emplear grandes cantidades de tiempo y dinero tratando de influir en los

políticos. Esto se llama “búsqueda de rentabilidad”. Estos grupos también intentarán asegurarse el

control de cualquier regulación gubernamental sobre su propio comportamiento. Esto se llama la

“teoría de la captura de la regulación”.

La presión o “lobby” que hacen estos grupos de interés para conseguir favores especiales es

lo que los economistan denominan “pérdida debida a peso muerto” (“deadweight loss”). No produce

valor intrínseco ni añadido; gastan recursos simplemente para robar recursos de otros votantes.

La Política contra el Mercado

Otra razón por la que los gobiernos no consiguen corregir problemas económicos es que la

naturaleza de los bienes políticos es diferente a la de los bienes de mercado. En la economía de

mercado podemos adquirir bienes individualmente. Podemos comprar una camisa azul, unos

pantalones caqui, una corbata roja de estilo Adam Smith y una chaqueta azul (¡el uniforme oficial de

un economista!).

En política estamos obligados a “comprar” un paquete de bienes. Nos pueden gustar las

ideas sobre sanidad de cierto político pero preferimos la política exterior de un político diferente. Sin

embargo, no podemos elegir estos “bienes” por separado. Esto provoca mayores diferencias entre

las preferencias del votante y las políticas del gobierno.

Por último, una de las características más importantes de la economía de mercado es que si

una empresa no satisface la demanda del consumidor la empresa recibe la respuesta (“feedback”) y

acusa el resultado rápidamente; o cambia lo que hace o va a la quiebra. El Mercado impone una

Page 30: Guia de la libertad para principiantes en español

disciplina a sus participantes. La economía de mercado es un sistema de beneficios y pérdidas y el

elemento de pérdidas es crítico en su operación.

En lugar de recibir una disciplina por el mecanismo de beneficios y pérdidas, los políticos

reciben el “feedback” y la disciplina en las urnas. El mecanismo de las urnas es, sin embargo, más

lento y más ambiguo que el mecanismo de beneficios y pérdidas. Una medida de esto es la

proporción tan elevada de políticos que son reelegidos. Los políticos se renuevan mucho menos que

las empresas.

El análisis de elección pública puede revelar muchos más ejemplos de “fallos de gobierno”.

Para nuestro propósito, enunciamos las tres razones principales del “fallo de gobierno”:

• La imposibilidad de comparar políticas alternativas en términos de costes y

beneficios monetarios.

• La falta de una respuesta adecuada a la demanda existente debido a la ausencia de

un sistema de beneficios y pérdidas.

• La influencia de grupos de presión con intereses especiales, que obtienen beneficios

a costa de la masa desorganizada y peor informada de votantes.

Dejad que funcione el Mercado

Puede que el Mercado no produzca las condiciones ideales; sin embargo, esto no significa

que debamos automáticamente decantarnos por el Gobierno. Al contrario, cuando dejamos “que el

segundo participante cante”, descubrimos a menudo que la alternativa de regulación gubernamental

empeora las cosas.

Vivimos en un mundo donde los resultados perfectos no existen y no son una opción. Al

elegir entre sistemas sociales, debemos reconocer que estamos tratando bien con emprendedores

que yerran (el Mercado) o bien con burócratas incapaces. El Mercado falla, los gobiernos fallan. No

obstante, tenemos buenas razones para creer que los “fallos de gobierno” son más dañinos que los

“fallos de mercado”.

No sólo debemos siempre dejar que todos los participantes actúen antes de emitir nuestro

juicio, sino que nunca debemos juzgar a ningún participante basándonos en una primera impresión.

Al contrario, tenemos que apreciar la capacidad de los mercados para ajustarse a condiciones

cambiantes. Al revés que con la política, en el Mercado los problemas de hoy son las oportunidades

de beneficio de mañana. Dicho de otro modo: si el Mercado falla, usa el Mercado para resolver el

fallo.

Lecturas recomendadas:

Boettke, Peter J., Paul Heyne, David L. Prychitko (2009): “The Economic Way of Thinking”

(12th edition), Prentice Hall, New Jersey.

Mitchell, William C. y Randy T. Simmons (1994): “Beyond Politics: Markets, Welfare, and the

Failure of Bureaucracy”, Westview Press, Colorado.

Wagner, Richard E. (1989): “To Promote the General Welfare: Market Processes Vs. Political

Transfers”, Pacific Research Institute, San Francisco.

Friedman, Milton y Rose Friedman (1990): “Free to Choose”, Harvest Books, New York.

Page 31: Guia de la libertad para principiantes en español

Hayek, Friedrich A. (2007): “The Road To Serfdom: Text and Documents - The Definitive

Edition”, University Of Chicago Press, Chicago.

Hazlitt, Henry (1988): “Economics in One Lesson: The Shortest and Surest Way to

Understand Basic Economics”, Three Rivers Press, New York.

Page 32: Guia de la libertad para principiantes en español

7 Sexo, drogas y libertad: tesis en contra de las prohibiciones de los gobiernos (por

John Meadowcroft)

Imagina que una tarde estás sentado cenando. Estás abriendo una botella de vino cuando

alguien llama a la puerta. Abres la puerta y descubres que tus vecinos están esperando afuera. Tus

vecinos te comunican que han decidido que no debes beber alcohol nunca más. Te confiscan el vino

y te avisan que si bebes otra vez te pondrán una multa y quizás te manden a la cárcel.

La mayoría de la gente consideraría escandaloso tal comportamiento: ¿qué derecho tienen

nuestros vecinos para decirnos que no podemos beber alcohol? Exactamente eso es lo que sucede

cuando los gobiernos prohíben cosas, ya sea el alcohol, el tabaco u otras drogas, la prostitución, las

apuestas o el boxeo (todas ellas, cosas que están prohibidas en algunos países).

Algunas personas pueden argumentar que las prohibiciones de los gobiernos son razonables

si resultan de una votación democrática; sin embargo, realmente tal votación no es más que la

comunicación de los vecinos diciéndole a cada uno lo que puede y lo que no puede hacer,

exactamente como sucede en el ejemplo anterior.

Las leyes que prohiben cosas están muy extendidas: por doquier los gobiernos intentan que

la gente no haga cosas que quiere hacer, incluso cuando esas cosas no dañan a otras personas. En

este capítulo se debate si es legítimo que los gobiernos prohíban cosas y examina las consecuencias

producidas cuando los gobiernos establecen prohibiciones.

El principio del daño

Normalmente se arguye que ciertas cosas deberían ser prohibidas para prevenir daños bien

al individuo que realiza la actividad que se discute prohibir o bien a otros individuos. De esta forma,

por ejemplo, drogas tales como el cannabis, el éxtasis y la cocaína están prohibidas en la mayoría de

los países para evitar daños a sus consumidores y a otras personas. El boxeo está prohibido en

algunos países para prevenir daños a los boxeadores. El alcohol estuvo prohibido en los Estados

Unidos desde el 1.920 al 1.933 para evitar que bebedores y otras personas fueran perjudicadas por

tal sustancia; esta prohibición especial se llama a menudo “la Prohibición” (“the Prohibition”).

Prohibir con la intención de evitar un daño a sí mismo quiebra el “principio de daño”. La idea

del “principio de daño” viene del ensayo “Sobre la Libertad” escrito en 1.859 por el filósofo liberal

John Stuart Mill. Mill argumentaba que en una sociedad libre los individuos deberían tener la libertad

de hacer lo que quisieran mientras que no dañaran a otros individuos, incluso aunque tal definición

de libertad significara que algunas veces se hicieran daño a sí mismos. Esto quiere decir que si

alguien desea tomar cannabis o alcohol, por ejemplo, no podemos pararlo por la fuerza (aunque

podemos intentar persuadirle de que no lo haga.

El hecho de que impidamos por la fuerza que alguien haga algo que quiere hacer significa

suponer que conocemos lo que es mejor para tal persona mejor que ella misma. El problema es que,

siguiendo esta línea de argumentación, podríamos prohibir cualquier cosa. Se podría prohibir fumar,

comer alimentos grasientos o pasar mucho tiempo jugando a la video-consola para evitar que las

personas hagan cosas lo que otra gente cree que les hace daño.

Si intentásemos impedir por la fuerza que las personas hagan cosas que creemos que son

dañinas para ellas mismas, acabaríamos rápidamente viviendo en una sociedad no libre. Al contrario,

viviríamos en una sociedad donde muchas cosas estarían prohibidas o restringidas por el gobierno.

Sería una sociedad rígida y reglamentada donde no sería muy divertido vivir.

Las consecuencias de las prohibiciones

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Las prohibiciones no sólo tienden a provocar la creación de una sociedad no libre donde muy

pocas cosas son permitidas, sino que, además, las prohibiciones producen muchas consecuencias

muy negativas.

a) Las prohibiciones dejan a los mercados en manos de los criminales.

En cualquier sitio donde haya cosas prohibidas, las organizaciones criminales intentarán

beneficiarse suministrándolas de forma ilegal. La prohibición provoca la aparición de un vacío entre el

coste de producción y el precio final, asegurando de ese modo que aquellos dispuestos a asumir el

riesgo que conlleva suministrar bienes y servicios ilegales puedan conseguir beneficios

excepcionales.

La prohibición del alcohol en los EE.UU., por ejemplo, provocó que bandas criminales

amasaran grandes sumas de dinero suministrando alcohol y ofreciendo establecimientos de bebida

ilegales. Esto dio como resultado que muchos criminales, como Al Capone, se hicieran muy ricos

durante este periodo.

Después de que la prohibición del alcohol fuera anulada en 1.933, las bandas de crimen

organizado se enfocaron hacia el suministro del resto de drogas ilegales, particularmente la cocaína,

con el que una vez más hicieron grandes fortunas. En 1.989, la revista Forbes clasificó al

narcotraficante colombiano Pablo Escobar como el séptimo hombre más rico del mundo. Forbes

estimó que su cartel de droga, el de Medellín, tenía unos ingresos anuales de 80 miles de millones

de dólares.

b) Las prohibiciones aumentan el riesgo de actividades que ya tienen de por sí un alto

riesgo.

Dado que la provisión de los bienes y servicios prohibidos queda en manos del mercado

negro, las prohibiciones aumentan el riesgo de actividades que ya tienen de por sí un alto riesgo.

Por ejemplo, la criminalización de los consumidores de drogas contribuyó a la propagación

del HIV y del SIDA. Los consumidores de drogas solían reutilizar jeringuillas sucias porque era muy

difícil obtener jeringuillas limpias sin atraer la atención hacia hacia ellos como consumidores de

drogas ilegales.

Además, la prohibición de drogas como la cocaína y la heroína incrementa los peligros del

consumo de droga porque los consumidores tienen que comprar drogas sin conocer su pureza o los

contenidos exactos, lo que puede conducir a sobredosis y envenenamientos.

c) Las prohibiciones convierten en criminales a individuos que de otra forma no serían

criminales.

Las prohibiciones provocan la generación de los llamados “crímenes consentidos”, que son

crímenes donde no hay víctimas reales porque todos los individuos implicados en la “actividad

criminal” quieren estar involucrados. Esto convierte en criminales a personas que de otra forma

actúan completamente conforme a la ley. Por ejemplo, si mañana se prohibiese el alcohol, cualquier

persona que quisiera conservar una bodega en su sótano o intentara esconder una botella de

cerveza en el fondo de la nevera sería automáticamente considerada un criminal.

Se puede ver el impacto de la criminalización de individuos que actúan completamente a la

ley en cualquier otro asunto en las miles de personas actualmente en prisiones estadounidenses

únicamente por crímenes no violentos relacionados con las drogas. Muchos de estos convictos son

jóvenes cuyas oportunidades de conseguir un futuro “correcto” han sido dañadas gravemente por

haber estado en prisión.

Page 34: Guia de la libertad para principiantes en español

d) Las prohibiciones desvían recursos para el cumplimiento de la ley de las conductas

que dañan a otras personas.

Forzar el cumplimiento de cualquier prohibición no es gratis: la detección, el arresto, el

enjuiciamiento y el castigo de individuos involucrados en actividades ilegales cuesta dinero. En

2.006, por ejemplo, el presupuesto anual de la Administración Anti-Droga de EE.UU. (U.S. Drug

Enforcement Administration) fue de 2‟4 miles de millones de dólares. Las prohibiciones provocan que

el gobierno sea más invasivo de lo que sería de otro modo y que los impuestos sean mayores de lo

que serían sin las prohibiciones.

Las prohibiciones también imponen costes de oportunidad a la sociedad: los costes de los

bienes y servicios que podrían haberse producido si el dinero usado en forzar el cumplimiento de las

prohibiciones hubiera sido empleado en otras cosas. Como resultado de la ilegalización de muchas

drogas, por ejemplo, un gran porcentaje del dinero que se emplea actualmente en el cumplimiento de

la ley se va en prevenir y castigar crímenes consentidos. Este es un coste de oportunidad porque el

dinero podría haber sido empleado previniendo crímenes con víctimas reales, tales como el

asesinato o el robo.

e) Las prohibiciones aumentan la ignorancia de la opinión pública.

Algunas personas arguyen que las prohibiciones son necesarias porque mucha gente no

comprende completamente las probables consecuencias de sus acciones. Sin embargo, este es un

argumento erróneo porque las prohibiciones, por su propia naturaleza, aumentan la ignorancia de la

opinión pública. Por ejemplo, allí donde el boxeo es ilegal será más improbable que los individuos

que continúan peleando fuera de la ley reciban información creíble sobre los riesgos del boxeo.

f) Las prohibiciones casi nunca funcionan y casi siempre son contraproducentes.

Los costes descritos más arriba podrían ser considerados asumibles si las prohibiciones

funcionaran, pero la evidencia sugiere que las prohibiciones raramente funcionan y normalmente son

contraproducentes.

La prohibición de las drogas recreativas es un buen ejemplo. En los EE.UU. el cannabis ha

sido ilegal desde 1.937; en Holanda ha sido tolerado desde 1.970 y hoy puede ser comprado

libremente en “cafeterías” con licencia. En 1.997, el 33% de la población de los EE.UU. mayor de 11

años había consumido cannabis alguna vez. En Holanda, por el contrario, sólo el 16% de las

personas mayores de 11 años habían consumido cannabis alguna vez. Aunque la diferencia es

menos acusada al analizar grupos de edad mayor, la evidencia muestra que el consumo de cannabis

en EE.UU. es mayor que en Holanda.

La prohibición de pistolas y otras armas de fuego ha sido igualmente ineficaz en el combate

contra el crimen violento. Por ejemplo, la República de Irlanda prohibió las armas de fuego en 1.971,

año en el que hubo 10 asesinatos en el país. Desde 1.995 nunca ha habido menos de 38 asesinatos

al año y en 2.005 hubo un total de 54 asesinatos.

En Jamaica las pistolas fueron prohibidas en 1.974, cuando la tasa de asesinatos en el país

era de 10 muertos por cada 100.000 personas cada año. Desde entonces la tasa de asesinatos ha

seguido creciendo y no baja de 31 por 100.000 personas al año desde 1.995. No hay evidencia de

que el “control de armas” reduzca el crimen violento. Al contrario, asegura que sólo los criminales

posean armas.

Hay varias razones por las que las prohibiciones y los controles casi siempre fallan. Una

razón es que la gente intentará buscar una manera para sortearlos. Impuestos altos en el tabaco

fomentan el contrabando y la falsificación de cigarrillos; la prohibición de drogas conducen a la

creación de inmensas redes de suministro ilegal; la ilegalización de la prostitución alienta la oferta de

Page 35: Guia de la libertad para principiantes en español

servicios de “masajes” y de “compañía”. De que simplemente el gobierno apruebe una legislación

para prohibir cierta cosa no se sigue necesariamente que ésta cese de existir.

Además, para hacer cumplir una prohibición se requiere un nivel de gasto público y de

interferencia en las vidas de las personas que es inaceptable en una sociedad libre. La “Guerra

contra las Drogas” cuesta al gobierno de EE.UU. miles de millones de dólares todos los años y ha

visto miles de ciudadanos estadounidenses en prisión; sin embargo, las drogas siguen siendo

disponibles ampliamente. Es difícil imaginar el precio (en todos las acepciones del término) que

tendría que ser pagado para tener un impacto significativo en el suministro de drogas ilegales en

América.

Las prohibiciones también pueden fallar porque se concentran en los síntomas en vez de en

las causas de los problemas sociales. Por ejemplo, el control de armas no es una solución al crimen

violento. Los criminales violentos son perfectamente capaces de adquirir armas ilegalmente o de

encontrar otros modos de atentar y asesinar a gente, tales como usar cuchillos. La reducción del

crimen violento requiere una estrategia mucho más inteligente que simplemente intentar evitar que

los criminales usen un tipo específico de arma.

También está el caso de que las prohibiciones a menudo parecen promocionar justamente el

comportamiento que se supone que pretenden evitar. Por ejemplo, un estudio estadounidense

descubrió que medidas contra el consumo de tabaco por adolescentes, tales como la restricción de la

venta de cigarrillos, tenían exactamente el efecto opuesto. En ciudades donde había mayores

restricciones para la venta de cigarrillos el consumo de tabaco por adolescentes creció, en

comparación con ciudades donde no se introdujeron nuevas medidas. Se encontraron resultados

similares para controles diseñados para reducir el consumo de alcohol entre adolescentes y para

reducir los accidentes de carretera mediante la bajada de los límites de velocidad.

No está muy clara la razón exacta por la cual las prohibiciones suelen tener este efecto

opuesto.

Probablemente esté relacionado con el “efecto de la fruta prohibida”, según la cual las

actividades que están prohibidas son más atractivas, especialmente para los jóvenes.

Libertad y responsabilidad personal

La evidencia apoya la visión de que todas las acciones que no dañan a otras personas

deberían ser legales. Esto no significa necesariamente que aprobemos actividades como el consumo

de drogas o la prostitución. Al contrario, significa que creemos que lo que la gente haga debería ser

un asunto de elección personal mientras no provoquen un daño a otras personas.

Es perfectamente posible creer que las personas no deberían hacer algo y creer al mismo

tiempo que tal actividad debería ser legal. Esto quiere decir simplemente que creemos que, mientras

las acciones de los individuos no dañen a otras personas, aquellos deberían hacer sus propios juicios

de moral y elegir su comportamiento.

Una sociedad libre fundamentada en el principio de libertad es una sociedad donde otros

individuos no pueden decidir si bebemos alcohol, fumamos tabaco, consumimos otras drogas o nos

involucramos en prostitución, apuestas o boxeo. Igualmente, esto quiere decir que nosotros no

podemos decidir por otras personas. Tomar sus propias decisiones y elecciones es un asunto de

cada individuo. Podemos encontrarnos con que, si se le da a la gente cierta responsabilidad, actúe

con responsabilidad. Esa es la base de una sociedad libre.

Lecturas recomendadas:

Page 36: Guia de la libertad para principiantes en español

Filley, Dwight (1999): „Forbidden Fruit: When Prohibition Increases the Harm it is Supposed to

Reduce‟, The Independent Review, 3, 3, 441-51. En internet:

http://www.independent.org/pdf/tir/tir_03_3_filley.pdf.

Meadowcroft, John (Ed.) (2008): “Prohibitions”, Institute of Economic Affairs, London. En

internet: http://www.iea.org.uk/record.jsp?ID=429&type=book.

Mill, John Stuart (1859/1985): “On Liberty”, Penguin Classics Edition, London. En internet:

http://www.bartleby.com/130.

Page 37: Guia de la libertad para principiantes en español

8 Estado del Bienestar sin el Estado (por Kristian Niemietz)

Los sistemas gubernamentales de bienestar fueron creados para ayudar a los pobres, a los

enfermos, a los ancianos y a los desempleados. Los políticos creían que transfiriendo recursos a

estos grupos sociales se acabaría la pobreza y se conseguiría que hubiese menos desigualdad en la

sociedad.

Sin embargo, los políticos, como tantas otras veces, estaban equivocados. Los sistemas

gubernamentales de bienestar han sido desastrosos tanto para la economía como para aquellos a

los que pretendían socorrer. Son la razón principal por la cual los impuestos son tan altos en los

países occidentales llegando a ser casi la mitad del dinero que gastan los gobiernos. Estos sistemas

también han provocado que muchas personas queden atrapadas en el círculo vicioso de la pobreza,

mientras que a menudo proveen servicios de muy baja calidad en sectores tales como la sanidad o la

educación.

La trampa de la pobreza

Para mucha gente, la llamada “red de seguridad social” del Estado del Bienestar se parece

mucho a una tela de araña. En el Reino Unido, por ejemplo, alrededor de 5 millones de personas en

edad de trabajar (la mayoría de ellos capaces de trabajar) reciben pagos por no trabajar. Más de la

mitad de ellos lo llevan haciendo varios años.

El problema de la dependencia a largo plazo de los subsidios del Estado de Bienestar se

observa en todos los países occidentales. En las viviendas de protección social de Hackney en

Londres, Neukölln en Berlín o de Clichy-sous-Bois en París, muchos residentes habitan un universo

paralelo. Comparten las leyes de la gravedad con el resto de la sociedad pero no las reglas

ecónomicas y sociales.

En el exterior de este universo paralelo, los individuos normalmente mejoran su situación

económica si aumentan su esfuerzo laboral, mejoran sus cualificaciones, ahorran dinero para un mal

día y conservan sus contactos sociales. Dentro de este universo de la pobreza todas estas

actividades están penalizadas. Cualquier pequeña cantidad de dinero ganado trabajando o

ahorrando conduce a la retirada de los subsidios sociales. Incluso mudarse a un piso con un

compañero sentimental puede significar la pérdida de los subsidios. Atrapados en la tela de araña de

los subsidios sociales, los individuos no sólo acaban perdiendo sus cualificaciones profesionales sino

también los hábitos sociales asociados con el trabajo.

Mientras que abandonar el empleo se ha conseguido hacer relativamente indoloro, se han

erigido barreras contra la re-entrada en el mercado laboral. A menudo los subsidios sociales para

desempleados pagan tanto como trabajos poco cualificados.

Aquellos que arguyen que los subsidios sociales son demasiado bajos sólo tienen en cuenta

las cantidades entregadas en metálico, pero eso sólo es la mitad de la historia. Las personas con

subsidios sociales normalmente consiguen muchos otros valiosos beneficios, tales como alojamiento

subsidiado o gratuito, exención de impuestos y exenciones en servicios proporcionados por el Estado

(transporte, formación, educación, sanidad, etc.).

Aquellos que quieren trabajar se enfrentan también a grandes obstáculos creados por el

gobierno. Los salarios mínimos y las estrictas regulaciones laborales aumentan los costes y los

riesgos de contratar trabajadores. Los controles del gobierno y los altos impuestos dificultan mucho

que la gente pueda empezar sus propios negocios.

Hay, por tanto, importantes motivos para acabar con las restricciones que evitan que las

personas pueden proveerse por sí mismas. Esto significa introducir alternativas de libre-mercado a

los subsidios sociales y eliminar las barreras de entrada al mercado laboral.

Page 38: Guia de la libertad para principiantes en español

En lugar de depender del gobierno, la gente contrataría seguros contra el riesgo de

desempleo, enfermedad o discapacidad. Las compañías de seguros, los sindicatos y las

asociaciones voluntarias cubrirían el riesgo de pérdida de ingresos. Sería en su interés financiero el

ayudar a los desempleados a encontrar trabajo y, si fuera necesario, darles formación.

Estas entidades asegurarían que los pagos fueran destinados a aquellos que realmente

están buscando empleo, en lugar de a aquellos que sólo desean dependen de otros para poder vivir

sin trabajar. La provisión privada de bienestar sería, definitivamente, mucho más efectiva y eficiente a

la hora de ayudar al desempleado a encontrar trabajo que la provisión pública de bienestar.

Organizaciones caritativas privadas pueden proporcionar una alternativa no-gubernamental

efectiva en casos no cubiertos por planes de seguros. Estas organizaciones suelen ajustar mejor la

ayuda a las necesidades individuales. Al ser su estrategia de aproximación mucho más personal que

la gubernamental, facilitan la exclusión de reclamaciones fraudulentas, que son un problema grave

en sistemas de bienestar gubernamentales. Desafortunadamente, los controles gubernamentales y

los altos impuestos han provocado que las organizaciones caritativas lo tengan mucho más difícil

para cumplir con esta valiosa función.

Provisión de bienestar para la vejez

Los problemas de la trampa de pobreza están reflejados en la provisión gubernamental de

bienestar para la vejez. Las pensiones y subsidios gubernamentales han disuadido a los ciudadanos

de ahorrar por sí mismos. Peor aún, el creciente coste de los planes gubernamentales amenazan

actualmente con llevar a muchos países occidentales a la bancarrota.

Los gobiernos han prometido una pensión para todos y cada uno de los ciudadanos pero no

han ahorrado dinero o comprado activos para respaldar sus promesas. En realidad, las pensiones

públicas son pagadas con impuestos corrientes, igual que cualquier otro subsidio de bienestar.

Esto produce una enorme injusticia. La cantidad recibida es mucho menor que la cantidad

pagada en impuestos. Las pensiones son decididas por los políticos y de ahí que muy a menudo

obedezcan a consideraciones políticas. Para comprar votos los políticos conceden favores

especiales a grupos influyentes.

Por el contrario, los ciudadanos de una sociedad libre ahorrarían y acumularían reservas

durante su vida laboral y las utilizarían durante su vejez. Ya que el ahorro tendría lugar en un

horizonte muy lejano en el tiempo, la mayoría de los ciudadanos probablemente elegiría adquirir

activos de una forma u otra para beneficiarse de los beneficios que produzcan. La gente invertiría en

alguna combinación de acciones, bonos, inmuebles y, quizás, una vivienda para ellos mismos.

Del mismo modo que las creencias de las personas difieren enormemente, sus estrategias

de ahorro e inversión también diferirán. Podría haber fondos que se adhieran a los principios de las

finanzas islámicas; podría haber “fondos verdes” que invirtieran en empresas de energía renovable y

en granjas ecológicas; o podrían existir “fondos de comunidades locales” que ofrecieran una cartera

de inversiones con un sesgo geográfico. En cualquier caso, las personas establecerían provisiones

de la forma que mejor se ajustara a sus condiciones y preferencias individuales.

Una estrategia de libre mercado permitiría la aparición de instituciones diversas que

colaborarían con los ciudadanos en el ahorro para su vejez, cada una con sus diferentes intenciones,

estrategias y principios. Instituciones con ánimo de lucro como los fondos de pensiones, compañías

de seguros y bancos serían candidatos obvios.

Además, las asociaciones voluntarias sin ánimo de lucro fueron hace tiempo muy

importantes en este área antes de que el estado de bienestar los desplazaran al hacer creer a los

ciudadanos que las provisiones privadas a largo plazo eran innecesarias. Hermandades, mutuas,

Page 39: Guia de la libertad para principiantes en español

cajas de ahorros y sistemas administrados por los sindicatos podrían conseguir una gran parte del

mercado rápidamente. De esta forma incluso personas con pocos ingresos podrían amasar fortunas

considerables con el tiempo.

Las provisiones privadas para la vejez ayudarían a echar a la política del asunto del

bienestar. Los sistemas actuales favorecen que los grupos de presión hagan lobby para conseguir

favores políticos con un coste social y económico terrible. La alternativa de libre mercado incentivaría

el ahorro, las decisiones a largo plazo y el esfuerzo laboral.

Sanidad

La sanidad necesita reformas desesperadamente. Los sistemas gubernamentales de sanidad

están marcados por sus largas listas de espera y su pobre nivel en el cuidado del paciente. Un

ejemplo típico es el Servicio Nacional de Salud (NHS) del Reino Unido.

Aunque muchos países, como los EE.UU., tienen alguna combinación de suministro público y

privado, el sector sanitario sigue estrictamente controlado por el gobierno. Como resultado, los

pacientes no pueden disfrutar completamente de las ventajas de la competencia y el libre mercado.

Los controles gubernamentales tienden a elevar el coste de la sanidad y a denegar el acceso a los

tratamientos más novedosos. Muchas actividades que podrían salvar vidas, como el comercio de

órganos para su trasplante o el uso de nuevos fármacos, pueden incluso ser prohibidas

completamente, provocando indirectamente la muerte de muchísimas personas todos los años.

En una sociedad libre la competencia tendría lugar en muchos niveles: entre diferentes

filosofías médicas, entre diferentes códigos de práctica y entre diferentes maneras de evaluar la

seguridad de los medicamentos y las cualificaciones de los profesionales sanitarios. Habría

competencia entre diferentes proveedores sanitarios y podría coexistir una amplia variedad de

instituciones.

Esto ayudaría a bajar los costes y a asegurar un rápido acceso a los últimos tratamientos.

Los pacientes serían tratados como clientes y los proveedores de cuidado sanitario reflejarían mejor

sus necesidades y no se centrarían tanto en las necesidades de los médicos o las de los funcionarios

de sanidad.

Las compañías de seguros con ánimo de lucro, las cadenas de hospitales y otras

organizaciones estarían obviamente bien situadas en un mercado competitivo. No obstante, no se

debe olvidar que numerosas asociaciones voluntarias sin ánimo de lucro ocuparon el sector sanitario

antes de que el Estado del Bienestar las hiciera desaparecer.

Hermandades, mutuas, cooperativas y sindicatos administraban planes de seguros. Los

hospitales estaban a menudo dispuestos como instituciones independientes caritativas o educativas.

No hay razón por la cual el sector sanitario de una sociedad libre no pudiera acomodar de nuevo tal

variedad de opciones.

Una vez más, los incentivos cambiarían profundamente. En un Estado del Bienestar

moderno, el individuo no recibe los ahorros de costes que resultan de los estilos de vida saludables

que elije. Los gobiernos, por consiguiente, tratan de rellenar la ausencia de incentivos con campañas

publicitarias, “impuestos sobre el pecado” y duras regulaciones.

Bajo los mecanismos alternativos descritos más arriba, los planes de seguros pondrían

precios a los hábitos relacionados con la salud. No se acosaría a ninguna persona para que dejase

de fumar o para que empezase a hacer ejercicio. Sin embargo, los mismos individuos podrían decidir

seguir hábitos saludables para rebajar la prima de su seguro de salud.

¿Para qué tener sistemas de bienestar?

Page 40: Guia de la libertad para principiantes en español

Los fallos de los sistemas gubernamentales de bienestar cuestionan la existencia de estos

vastos esquemas financiados por impuestos. En lugar de un “sistema” único, ¿por qué no tener

decenas o cientos de métodos diferentes para que la gente se proteja a sí misma contra los diversos

riesgos de la vida y provean para tiempos difíciles y que estas métodos compitan entre sí?

Definitivamente el asunto del bienestar no tiene nada especial que implique que deba

necesariamente estar sometido a unos niveles de control gubernamental que normalmente serían

considerados inaceptables en cualquier otro asunto.

Por ejemplo, no hay ningún “sistema británico de ocio”, ni tampoco ninguno americano,

francés o alemán. En todos estos lugares hay miríadas de formas en las que la gente puede emplear

su tiempo libre. Nadie “creó” lo que podría ser vagamente llamado “la industria de ocio”. Simplemente

evolucionó.

Las personas buscaban maneras de entretenerse o relajarse. Los emprendedores tenían una

idea de lo que las personas en su zona podrían encontrar atractivo y pusieron cines, discotecas o

agencias de viajes. Algunos fracasaron; otros tuvieron éxito.

En lugar de un “sistema” único, en el sector del ocio encontramos una amplia variedad de

modelos de negocio diferentes interactuando y compitiendo unos contra otros. Este complejo tejido

está evolucionando y cambiando de forma constantemente. Es un laboratorio de pruebas para

nuevas ideas de negocio.

Pocas personas sugerirían que nuestro tiempo libre debiera ser organizado de una forma

diferente, por ejemplo, organizado por el gobierno. Sin embargo, desde una perspectiva liberal

clásica o libertariana, es igualmente un sinsentido que haya tal cosa como un “sistema británico de

sanidad” o un “sistema francés de pensiones”.

Liberar la elección y dejar actuar a la competencia

La alternativa de libre mercado al sistema gubernamental de bienestar consistiría en la libre

elección y en la competencia continua. Hay varias razones generales por las que esta alternativa

sería más efectiva que el Estado de Bienestar:

• Ya que se enfrentarían constantemente a la amenaza de perder clientes, los

proveedores tendrían fuertes incentivos para mejorar la calidad de sus productos y servicios o para

bajar sus precios.

• Los gobiernos no son capaces de conocer con exactitud los deseos y las

necesidades de las personas. Los emprendedores privados tampoco tienen tal capacidad pero el

Mercado pone sus ideas a prueba inmediatamente y la cuenta de beneficios les ofrece “feedback”

continuo.

• Incluso aunque los gobiernos conocieran con exactitud los deseos y las necesidades

de las personas, no lograrían saber la mejor forma de cumplirlos. Este conocimiento tiene que ser

descubierto a través del Mercado. El Mercado es un proceso permanente de prueba y error, que

descubre continuamente la mejor forma de servir los deseos y las necesidades individuales. Las

ideas con éxito crecen mientras que aquellas menos exitosas cambian o desaparecen.

Estos argumentos ayudan a explicar el fracaso de los servicios gubernamentales de

bienestar. Imagina que estás administrando un sistema nacionalizado de sanidad y que te asignan un

montante adicional de 1 millón de euros para invertir. ¿Cómo averiguarías si los pacientes prefieren

más tratamientos preventivos, nuevos fármacos o clínicas mejor equipadas? ¿Cómo deberían

aplicarse estas mejoras: a través de hospitales y clínicas o a través de médicos autónomos? En

ausencia de un laboratorio de pruebas con mecanismos que proporcionen un “feedback” claro

Page 41: Guia de la libertad para principiantes en español

tendrías que hacer una conjetura con cierto fundamento (“informed guess”) o confiar en el consejo de

profesionales. Esta segunda opción deja la puerta abierta al fenómeno llamado “captura del

productor”, es decir, la situación que se produce cuando las industrias nacionalizadas tratar de

satisfacer las necesidades de sus trabajadores en vez de las de sus clientes.

Dejar actuar al poder de la competencia, por tanto, incrementaría enormemente la diversidad,

calidad y asequibilidad de los bienes del bienestar. También significaría una gran transferencia de

poder desde el gobierno hacia el individuo. Permitiría a los individuos tomar las riendas de sus

propias vidas en lugar de confiar en las promesas de los políticos. Los individuos también serían

libres para constituir comunidades voluntarias de solidaridad y apoyo mutuo.

Si el Estado ha de tener un papel en el Bienestar, debería estar limitado a transferencias

modestas de dinero que permitan a los pobres comprar servicios de seguros por sí mismos. Los

gobiernos no deberían usar sus poderes para impedir que las compañías privadas, las asociaciones

voluntarias y las organizaciones caritativas desempeñen un papel protagonista en el Mercado del

Bienestar.

A menudo se confunden las críticas hacia el Estado del Bienestar con una ausencia de

simpatía hacia los pobres pero es al contrario: los pobres son de hecho los que más ganan con las

reformas de libre mercado. Cuando el sistema gubernamental de bienestar fracasa, los ricos son los

menos afectados ya que se pueden permitir mejores alternativas. Son, por tanto, los menos

aventajados quienes merecen la oportunidad de experimentar por primera vez los beneficios de la

libre elección y la libre competencia.

Lecturas recomendadas:

Ashford, Nigel (1993): „Dismantling the Welfare State: Why and

How‟, Political Notes No. 86, Libertarian Alliance, London. En internet:

http://www.libertarian.co.uk/lapubs/polin/polin086.pdf.

Bartholomew, James (2006): “The Welfare State We‟re In”, Politicos, London.

Chalupnícek, Pavel y Dvorák, Luka (2009): „Health Insurance Before the Welfare State: The

Destruction of Self-Help by State Intervention‟, The Independent Review, 13, 3, 367-387. En internet:

http://www.independent.org/publications/tir/article.asp?a=714.

Evans, Helen (2008): “Sixty Years On: Who Cares for the NHS?”, Institute of Economic

Affairs, London. En internet: http://www.iea.org.uk/record.jsp?ID=435&type=book.

Micklethwait, Brian (1991): „How and how not to demonopolise medicine‟, Political Notes No.

56, Libertarian Alliance, London. En internet: http://www.libertarian.co.uk/lapubs/polin/polin056.pdf.

Niemietz, Kristian (2007): „From Bismarck to Friedman‟, Economic Affairs, 27, 2, 83-87.

Seldon, Arthur (ed) (1996): “Re-Privatising Welfare: After the Lost Century”, Institute of

Economic Affairs, London.

Page 42: Guia de la libertad para principiantes en español

9 Banca, inflación y recesiones (por Anthony J. Evans)

Son las 7 de la mañana cuando suena el despertador y un zumbido te retumba en la cabeza.

Llegaste a casa apenas unas pocas horas antes y te arrepientes de haberte emborrachado tanto un

día entre semana. Mientras te estás duchando te das cuenta de que todavía la cabeza te da vueltas.

Casi estás vestido y te enfrentas a un dilema: ahora mismo estás condenado a padecer una

tremenda resaca y ya puedes sentir el dolor de cabeza y cómo te entran las náuseas. Al lado de la

cama hay una botella de whisky medio vacía y te preguntas si quizás unos pocos tragos más serán

suficientes para retrasar la resaca un poco más; sólo tienes que conseguir llegar hasta el final del

día. Te guardas la botella en el bolsillo y sales por la puerta.

¿Qué tienen en común la Alemania de 1920, el Zimbabwe de Robert Mugabe, la América de

Bush y Obama y el Reino Unido del Nuevo Laborismo? La respuesta es una relación catastrófica

entre la banca y el gobierno con una política económica guiada por objetivos políticos.

Las crisis financieras son frecuentes. Hay tres fases en este proceso de auto-destrucción de

la economía: deuda gubernamental, inflación y recesión. Estas fases se repiten a lo largo de la

Historia y alrededor del mundo con tanta profusión que pueden ser llamadas “regularidades”.

Deuda gubernamental

A todos nos gusta gastar dinero y a todos nos gusta gastar el dinero de otros todavía más

que el nuestro. Ya sea en guerras, sistemas sanitarios u obras públicas, hay un apetito casi infinito

para el gasto público. El hecho de que los políticos quieren gastar es la realidad de la política.

El método tradicional de financiación del gasto público son los impuestos. El problema para

los políticos es que los impuestos son impopulares. Los contribuyentes pueden llegar a enfadarse

mucho si los impuestos son demasiado altos, así que es mucho menos problemático financiar el

gasto a través de la deuda (y además facilita las elecciones para un político). Deja la factura para que

la paguen las generaciones futuras y confía en que los votantes sean tan cortoplacistas que no les

importe.

Los gobiernos piden dinero prestado mediante la venta de bonos a los inversores. Los bonos

funcionan como los préstamos, de modo que el gobierno promete pagar de vuelta el dinero de los

inversores más intereses a lo largo de un cierto periodo de tiempo. Es una forma muy potente de

financiar las actividades del gobierno.

Fue en la Italia renacentista cuando los gobiernos desataron por primera vez la verdadero

fuerza de la deuda. A diferencia de otras instituciones, los gobiernos tienen el poder de gravar

impuestos. Por consiguiente, la probabilidad de que los gobiernos no devuelvan un préstamo es baja.

Sin embargo, hasta los bonos están sujetos a limitaciones. Si se pide prestado demasiado

dinero los inversores se llegarán a preocupar por la capacidad del gobierno para saldar su deuda.

Aquí es donde entra el tercer método de financiación pública, la inflación, con el factor añadido de

que es mucho menos visible que los impuestos o la deuda.

Si los inversores privados no compran los bonos del gobierno, los bancos centrales (tales

como la Reserva Federal de los EE.UU. o el Banco de Inglaterra) podrán comprarlos en su lugar. En

la práctica, un brazo del Estado ha financiado a otro.

Históricamente este proceso es la causa de todas las hiperinflaciones, periodos en los que

los precios suben muy rápidamente y las economías se colapsan, como sucedió en la Alemania de

1920 y en el Zimbabwe actual.

Page 43: Guia de la libertad para principiantes en español

La mayoría de las naciones desarrolladas han hecho independientes a sus bancos centrales

para intentar evitar pesadillas de este tipo. Es crucial que los políticos no tengan la capacidad de

pagar las deudas gubernamentales simplemente ordenando al banco central que genere dinero de la

nada.

De todas formas, el suministro de dinero todavía está nacionalizado y es un asunto político.

Aunque el suministro de dinero no está bajo el control diario de los políticos, los bancos centrales aún

deben seguir las políticas de sus gobiernos. Además, reducir el valor de sus deudas mediante la

inflación sigue estando en el interés de los gobiernos (no necesariamente de los ciudadanos). Esta

es la razón por la que vivimos en la edad de la inflación, un problema que estudiaremos ahora con

más detalle.

Inflación

¿Cuánto darías por ser millonario? Por menos de 100 libras esterlinas puedes conseguir un

millón de rupias indonesias (en 2009) ¡pero probablemente no fuera eso lo que tenías en mente!

El aspecto crucial que debe ser entendido sobre las divisas es que valoramos el dinero por

una razón: por su poder de compra (“purchasing power”). Ser un millonario no significa nada hasta

que no sabemos qué y cuánto podemos comprar con nuestro millón.

Inflación quiere decir caída en el valor del dinero y, como con cualquier otro bien, un factor

clave del valor del dinero es la oferta. Por ejemplo, si hay más dinero pero la misma cantidad de otros

bienes en los que gastarlo, entonces los precios de esos bienes tenderán a subir. Cuando el

economista Milton Friedman dijo: “La inflación es un fenómeno monetario siempre y en todo lugar”,

quería decir que la raíz de las subidas de precios es una oferta creciente de dinero.

En el Reino Unido el Banco de Inglaterra controla el suministro de dinero. Determina cuánto

dinero se imprime y por tanto cuánto dinero tienen disponible para prestar los bancos comerciales.

Esto debería parecerte muy socialista: el Banco de Inglaterra es una institución nacionalizada con un

monopolio sobre el suministro de moneda.

Esto no fue siempre así. Hasta 1946 el Banco de Inglaterra fue una organización privada.

Antes de 1694 ni siquiera existía. Sin embargo, el dinero sí que existía antes de esa fecha. De hecho,

ha habido episodios de “banca libre” (“free banking”) donde el Estado no controlaba el suministro de

dinero; el caso más famoso se dio en Escocia en la primera mitad del siglo XIX. En estos casos los

bancos privados eran capaces de imprimir sus propios billetes bancarios y los consumidores eran

libres de elegir entre ellos.

Por supuesto, un mercado libre en la banca no existe ahora. Los bancos cedieron al banco

central la facultad de imprimir dinero a cambio de recibir dinero prestado del banco central en una

crisis. Había nacido el sistema bancario moderno: el Estado promete rescatar a los bancos que

fracasan a la hora de proteger el dinero de sus clientes. Por desgracia, de esta manera el sistema

propició que los bancos tomaran decisiones cada vez más arriesgadas. Si apostaban y ganaban, los

bancos se quedaban los beneficios. Por contra, si apostaban y perdían, los bancos sabían que el

banco central y el gobierno los rescatarían.

La principal herramienta de los bancos centrales para controlar el dinero es su influencia en

los tipos de interés. Hay tres tipos de interés principales en los que pueden influir. Imagina que eres

el gobernador del banco central; puedes manipular tres cosas. Primero, el tipo de interés para

depósitos (“deposit rate”) es el interés que le das a los bancos comerciales por el dinero que

mantienen en la reserva del banco central. Segundo, el tipo de descuento (“discount rate”) es la tasa

que el banco central carga a los bancos comerciales por el dinero que éstos piden prestado del

banco central. Por último, el tipo de interés interbancario (“interbank rate”) es el tipo que los bancos

comerciales se cargan unos a otros al pedirse dinero prestado.

Page 44: Guia de la libertad para principiantes en español

Como el banco central controla el suministro de dinero, mediante el cambio de la oferta de

dinero en circulación puede intentar conseguir un precio específico. A esto se le llama política

monetaria: la manipulación del suministro de dinero para influir en los tipos de interés. Aunque

habitualmente leemos que los tipos de interés están fijados por los bancos centrales, son meramente

una máscara. La oferta de dinero es la pistola de humo, mientras que la inflación es la que causa el

daño.

Recesión

La mayoría de los economistas están de acuerdo en que la consecuencia principal de la

inflación es un incremento en el nivel general de precios. Si comparas el coste de una cesta de

bienes el año pasado con el actual, la diferencia es nuestra típica medida de inflación (el “indice de

precios al consumo” o IPC; en inglés, “CPI”)

Uno de los fallos de este método de cálculo de la inflación es que la muestra utilizada es

incompleta, no refleja fielmente el nivel de precios para todos los bienes y servicios. Es posible que

este índice indique que la inflación es baja (por ejemplo, 2%) pero que no esté considerando partes

de la economía donde la inflación es mayor (por ejemplo, la construcción).

Hay muchas razones por las que un nivel de precios creciente es malo. Como ya hemos

visto, la inflación es buena para los deudores graves (como el gobierno) y los despilfarradores porque

erosiona el valor de sus deudas. Sin embargo, la inflación es mala para los acreedores y los

ahorradores porque erosiona el valor de sus ahorros.

Así que los precios crecientes benefician a algunos y perjudican a otros. Esta situación nos

lleva a otra consecuencia de la inflación, una que pocos economistas entienden bien: aunque la

inflación conduce a una subida del nivel general de precios, los precios de cosas diferentes no suben

al mismo tiempo ni al mismo ritmo. Algunos precios suben más rápidamente que otros.

El principal daño causado por la inflación es que distorsiona la estructura total de la

economía y debido a esto hace que un reajuste doloroso sea inevitable (por ejemplo, mediante una

subida del desempleo). Los precios tienen un papel clave en proporcionar las señales a los

individuos que compran y venden en el mercado. La inflación distorsiona estas señales y genera un

caos como resultado.

Por ejemplo, en el camino hacia la crisis financiera de 2008 promotores inmobiliarios

aficionados compraban casas para reformarlas y revenderlas. Después de varios meses de inversión

y duro trabajo a menudo terminaban sacando un beneficio pero únicamente porque los precios de las

casas habían subido mientras tanto. En realidad, muchos de los escasos recursos gastados en la

construcción eran desperdiciados. Aunque la inflación creó una ilusión de éxito, en cuanto la inflación

de los precios de los inmuebles cayó los errores se hicieron evidentes: se había destruído riqueza

real.

Los tipos de interés son los precios que coordinan ahorro e inversión. Cuando se permite que

funcionen las fuerzas del mercado, estas fuerzas reúnen a acreedores y deudores y determinan un

tipo de interés para el mercado. Este revela cuán pacientes son los consumidores: es decir, hasta

qué punto están dispuestos a esperar por más bienes en el futuro.

Sin embargo, al crear dinero el banco central provoca una reducción de los tipos de interés.

Los consumidores son penalizados por ahorrar y se anima a las empresas a endeudarse. Como

resultado, la gente ahorra demasiado poco y consume demasiado. Dado que la riqueza real de la

economía, el conjunto de los ahorros, no ha cambiado (de hecho, puede haber disminuido), este

consumo exorbitado da lugar a que no haya suficiente riqueza para seguir tirando y seguir

consumiendo. En algún momento habrá un reajuste de la situación: una crisis de crédito (“credit

crunch”).

Page 45: Guia de la libertad para principiantes en español

Según William McChesney Martin el papel del banco central era “retirar el bol de ponche

justo cuando la fiesta empezaba a ponerse interesante”. Sin embargo, ¡en nuestra era de la inflación

es más probable que el banco central se dedique a repartir copas!

Podemos regresar a la alegoría con la que empezamos este capítulo. Todos entendemos

que el truco de continuar bebiendo puede funcionar a corto plazo pero que está simplemente

retrasando (y empeorando) la resaca. La resaca es una consecuencia inevitable de emborracharse.

El problema real aquí no es la recuperación, sino el boom artificial. Los diseñadores de

políticas se enfrentan a este tipo de compromisos todo el tiempo mas son incapaces de planificar con

éxito para el largo plazo. Las medicinas saben mal algunas veces pero son la única cura duradera.

Lo que vemos es un ciclo periódico de auge-colapso (“boom-bust”) en el que una oferta de

crédito y una deuda gubernamental elevadas conducen a la creación de dinero fiduciario con el fin de

pagar las deudas. En otras palabras, la deuda gubernamental financiada a través de la inflación

resulta en una recesión. Mientras los políticos controlen el suministro de dinero siempre será así.

Lecturas recomendadas:

Hayek, Friedrich A. (2008) [1931]: “Prices and Production”, Ludwig von Mises Institute,

Auburn (Alabama). En internet: http://mises.org/books/pricesproduction.pdf.

White, Lawrence H. (2009) [1984]: “Free Banking in Britain:

Theory, Experience, and Debate, 1800-1845”, Institute

of Economic Affairs, Londres. En internet:

http://www.iea.org.uk/record.jsp?ID=115&type=book

Woods, Thomas J. (2009): “Meltdown”, Regnery, Washington, D.C.

Page 46: Guia de la libertad para principiantes en español

10 El papel del gobierno (por Stephen Davies)

Quizás la cuestión más importante en política sea qué y cuánto deben hacer los gobiernos.

Esta es la cuestión que determina en mayor medida la línea divisoria entre la derecha y la izquierda

en política (aunque como veremos las cosas son más complicadas de lo que a menudo se supone).

Se han dado muchas respuestas a esta cuestión principal. En un extremo se sitúan aquellos

que creen que no hay nada que el gobierno necesite o deba hacer y que, de hecho, estaríamos

mucho mejor sin él, en una sociedad sin estado. Esta es la posición anarquista, mantenida en los

últimos doscientos años por un grupo poco numeroso pero con mucho tesón. Sin embargo, es una

posición muy minoritaria. La mayoría de las personas creen que el gobierno es una institución

inevitable y necesaria por una u otra razón.

Es interesante apuntar que, mientras algunas personas defienden la ausencia de gobierno,

nadie ha defendido explícitamente que el gobierno sea responsible de absolutamente todo y para

todos los aspectos de la vida. Las posiciones más cercanas a este extremo han sido los estados

totalitarios de las variedades comunista o fascista. Corea del Norte es el ejemplo aún en existencia

más cercano; Camboya bajo los Jemeres Rojos es el lugar donde realmente tuvo lugar tal tipo de

gobierno. No obstante, la mayoría de las personas aceptan que debería haber límites a la actuación

del gobierno y que no debería hacer absolutamente todo. La discusión, por tanto, trata sobre dónde y

cómo deberían definirse los límites de la acción del gobierno.

¿Elección personal o elección política?

Una forma de hacer esta pregunta que clarifica el asunto del que se trata es el siguiente. En

términos generales hay dos maneras de decidir lo que los individuos pueden hacer y cómo pueden

disponer de los recursos. Una manera de tomar la decisión es dejar que las decisiones sean tomadas

por los individuos personalmente. Pueden ser decisiones individuales tomadas por personas

particulares o bien pueden ser decisiones tomadas colectivamente por grupos a los que los

individuos pertenecen voluntariamente (por ejemplo, asociaciones, sindicatos, empresas o grupos

informales tales como un conjunto de personas que deciden salir a cenar juntos).

La otra manera de tomar la decisión es hacer reglas que obliguen a los individuos y asignar

los recursos mediante un proceso colectivo que no provenga del consentimiento inmediato de los

individuos. Este es el proceso político. Puedes argumentar que hay un cierto consentimiento, ejercido

a través del voto; sin embargo, este argumento es fácil de desmontar: las leyes producidas mediante

el proceso político obligan a todos incluídos aquellos que decidieron no votar y aquellos que no

tienen la capacidad de votar (por ejemplo, niños, discapacitados o extranjeros).

Un ejemplo sencillo mostrará la diferencia entre esta elección política y la elección personal

descrita anteriormente. Imagina un grupo de personas que salen a cenar juntas. En el primer caso

cada persona elegirá su propia comida de un menú, de forma individual. Incluso aunque la comida

fuera decidida de forma colectiva, cualquiera de ellos es libre de no participar e irse a cualquier otro

sitio. Es en último término una elección personal e individual. Imagina ahora que la comida fuera

decidida colectivamente mediante votación y que la minoría estuviera limitada por tal decisión y no

tuviera la posibilidad de decidir no participar e irse a otro sitio (o que tuviera esta posibilidad pero bajo

una pena severa). Esta situación se parecería a la elección política colectiva, ejercida mediante el

gobierno.

El debate crucial

Así, la pregunta es: ¿qué parte de la vida o cuánta asignación de recursos debería ser

decidida mediante el proceso de elección política y cuánto mediante el proceso de elección

personal? En la educación, por ejemplo, la mayoría de las decisiones se toman a través del proceso

político en lugar de por elección personal. En la compra de comida sucede lo opuesto: la mayoría de

Page 47: Guia de la libertad para principiantes en español

las elecciones están tomadas por los consumidores individuales y las empresas de alimentación

responden ante ellos en último término.

Esta cuestión no es exactamente lo mismo que preguntar cuán grande debería ser el

gobierno, es decir, de cuántos recursos de la sociedad debería disponer y de qué porcentaje del

producto de la sociedad debería encargarse? Un gobierno puede estar encargado de un rango

limitado de actividades y áreas de la vida pero, si estas áreas de la vida implican emplear a gran

cantidad de personas o gastar grandes sumas de dinero, entonces habrá un gobierno grande incluso

aunque sólo haga unas pocas tareas. Por el contrario, podrías tener un gobierno que controle y

decida muchos aspectos de la vida pero que no gasta tanto dinero. Este es el caso del Singapur

contemporáneo, por ejemplo. En el Reino Unido actualmente tenemos un gobierno que gasta una

gran cantidad de recursos (más de la mitad del total) y que está encargado de muchos aspectos de

la vida.

Más allá de la izquierda y la derecha

Por otra parte, éste no es siempre un debate sencillo entre personas que quieren un gobierno

limitado y personas que quieren un gobierno grande e intervencionista. También hay un debate entre

gente que quiere que el gobierno sea responsable de ciertas cosas pero no es capaz de ponerse de

acuerdo sobre qué cosas deberían ser.

Algunos piensan que las decisiones políticas deberían regular gran parte de la vida

económica pero que asuntos tales como la elección sexual o del estilo de vida debería ser decididos

por los individuos. Otras personas tienen exactamente la opinión opuesta y querrían que la vida

económica fuera regulada por la elección individual mientras que el gobierno y las leyes deberían

regular gran parte de la actividad social y cultural. Otros son “colectivistas” sistemáticos y creen que

la mayoría de la vida (económica, social y demás) debería estar sujeta al control político colectivo.

También hay otras personas que son “individualistas” y abogan por maximizar la toma de decisiones

individuales y personales.

En el pasado el gobierno ha sido responsable de muchas cosas que son actualmente

asuntos de elección personal. El área más obvia son la creencia y la observancia religiosas. Estas

eran anteriormente el asunto central del gobierno pero son actualmente completamente privadas y

voluntarias. Otras áreas son la vestimenta y el consumo; el gobierno las regulaba mediante leyes que

indicaban cuánto debía gastarse en cosas tales como bodas o estipulaban los detalles de las ropas

que la gente podía vestir, dependiendo de su estado o clase social (las normas a veces llegaban tan

lejos como para decir qué tipos de sombreros o zapatos debía vestir la gente).

Sin embargo, no deberíamos reírnos o sentirnos satisfechos por haber superado estas

situaciones de control gubernamental. El gobierno es responsable hoy en día de muchas cosas que

fueron una vez asuntos de elección privada y de acción colectiva voluntaria. La educación es una de

ellas, otra es la sanidad y también la provisión para la vejez (ver capítulo 8). Hay sugerencias serias

de que el gobierno debería tener una opinión y controlar lo que la gente come, sus estilos de vida o,

incluso, si deberían tener permitido ser padres. Durante y justo después de la II Guerra Mundial

muchas personas reclamaban que el gobierno debería controlar los restaurantes y la dieta mediante

el racionamiento.

Decidiendo el papel del gobierno.

¿Hay algún principio o conjunto de reglas que podamos usas para decidir qué áreas de la

vida deberían estar regidas por el gobierno? ¿O debemos confiarnos únicamente a la opinión del

momento y al resultado de luchas políticas específicas?

La posición individualista coherente es que las cosas deberían ser decidas generalmente a

través de la elección personal y la cooperación voluntaria. El peso de la prueba recae sobre aquellos

Page 48: Guia de la libertad para principiantes en español

que quieren desviarse de este principio, sobre aquellos que defienden la toma de decisiones a través

de la elección política colectiva y sobre aquellos que abogan por que el gobierno tenga un papel en

cierto área de la vida. Cinco razones importantes que hacen de la elección individual la opción por

defecto son:

• Los individuos son en general los mejores jueces de sus propios intereses. Ellos

saben qué es lo que valoran más y son los que mejor conocen su situación. La mayoría de las

mujeres están de acuerdo en que sus maridos son las personas que mejor les conocen pero nunca

permitirían que ellos les eligieran la ropa. ¿Por qué entonces dejar que un completo extraño o un

conjunto de extraños decidan qué tipo de educación deben recibir tus hijos?

• El desarrollo y la prosperidad personal sólo puede suceder si el individuo es libre de

elegir y aprender de las elecciones que hace. Mientras no pueda hacer tal cosa continuará siendo y

actuando como un niño y no se desarrollará.

• El progreso y el desarrollo social se consiguen mejor permitiendo a los individuos

elegir ellos mismos tanto como puedan. Los experimentos que llevan a cabo excéntricos individuos

son la fuente de innovación y descubrimiento.

• La toma de decisión política colectiva significa inevitablemente dar a personas

particulares poder para decidir lo que otras personas deben hacer. Esto es peligroso y moralmente

corrompedor para todo el mundo, especialmente para aquellas personas con el poder. Como dijo

Lord Acton: “Todo poder tiende a corromper”.

• Finalmente, toda la evidencia apunta a que la toma de decisión política colectiva es

sencillamente menos efectiva y eficiente que la elección individual. No sólo es menos probable que

los deseos personales sean cubiertos, sino que además hay un enorme desperdicio de recursos.

El contra-argumento tiene esencialmente dos elementos. El primero es que somos como

niños en un sentido real. No sabemos lo que es mejor para nosotros y abandonados a nuestra suerte

tomaremos decisiones equivocadas. Sin embargo, parece ser que algunas personas no participan de

esta condición y saben no sólo lo que es bueno para ellas ¡sino también lo que es bueno para los

demás! El segundo elemento del contra-argumento es que somos seres sociales colectivos y la

identidad individual y la elección personal son en última instancia una falsa ilusión. Dado que todos

realmente deseamos lo mismo, deberíamos decidir colectivamente qué es lo que queremos tener. El

gobierno es el instrumento a través del cuál nuestras elecciones colectivas se ven realizadas.

Hay muy pocos casos en los que este tipo de argumentación es verdad y donde permitir la

elección personal no es realista. La defensa nacional puede ser una de ellos; otro puede ser la

provisión de legislación; quizás también los servicios de salubridad y sanidad públicas. En cualquier

caso, estos casos deben ser vistos como excepcionales. La elección individual debería guiar la

mayoría de los aspectos de la vida y la esfera de la política y del gobierno debería ser estrictamente

limitada.

Lecturas recomendadas:

Chodorov, Frank (2007): “One is A Crowd”, Ludwig von Mises Institute, Auburn (Alabama).

En internet: http://mises.org/books/onecrowd.pdf.

Higgs, Robert (2005): “Against Leviathan: Government Power and a

Free Society”, Independent Institute, Oakland, California.

von Humboldt, Wilhelm (1993): “The Limits of State Action”,

Liberty Fund, Indianapolis.

Page 49: Guia de la libertad para principiantes en español

Mill, John Stuart (2008): “On Liberty, and Other Essays”, Oxford University Press, Oxford.

Mises, Ludwig von (2007): “Bureaucracy”, Liberty Fund, Indianapolis. En internet:

http://oll.libertyfund.org

Page 50: Guia de la libertad para principiantes en español

Sobre los autores

Peter J. Boettke es el Catedrático BB&T para el Estudio del Capitalismo en el Mercatus Center, y

Catedrático de Economía en la Universidad George Mason (www.gmu.edu).

Karol Boudreaux es un Miembro Investigador Senior en el Mercatus Center. También es

Investigadora Jefe para “Enterprise Africa!” (www.mercatus.org).

Eamonn Butler es director del Instituto Adam Smith (www.adamsmith.org). Es autor de “El mejor libro

sobre el Mercado”, publicado en 2008.

Stephen Davies es el Secretario de Organización en el Instituto para Estudios Humanos

(www.theihs.org) y Profesor Titular en el Departmento de Historia en la Universidad Metropolitana de

Manchester. Es autor de “Empiricismo e Historia” (2003).

Anthony J. Evans es Catedrático de Economía en la Escuela de Negocios ESCP Europe. También es

Socio Fundador del Centro Cobden (www.cobdencentre.org).

Daniel Griswold es director del Centro de Estudios de Políticas de Mercado en el Instituto Cato. Es

autor de “Mad about Trade”, publicado en 2009 (www.cato.org).

J. C. Lester es un filósofo libertariano y autor de “Escape from Leviathan” (2000). Actualmente está

editando su próximo “A Dictionary of Anti-Politics”.

John Meadowcroft es Profesor Asociado de Políticas Públicas en el King‟s College de Londres

(www.kcl.ac.uk). Es autor de “The Ethics of the Market”, publicado in 2006.

Daniel J. Mitchell es un Socio Senior del Instituto Cato (www.cato.org). Es co-autor de “Global Tax

Revolution”, publicado en 2008.

Kristian Niemietz es Socio de la Pobreza en el Institute of Economic

Affairs (www.iea.org.uk). También es un doctorando en políticas públicas en el King‟s College de

Londres, donde imparte clases de economía.

Douglas B. Rogers es un doctorando de tercer año en economía en la George Mason University y un

Socio Doctorando del Mercatus Center (www.mercatus.org).

Richard Wellings es sub-director editorial del Institute of Economic Affairs y editor del IEA blog

(blog.iea.org.uk).