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Fernando de Herrera

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Ficha de autor

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Page 1: Fernando de Herrera

Poesía del Renacimiento Fernando de Herrera

ETAPA EXTERNA

Biografía: Fernando de Herrera nació en 1534 y murió en 1597. La mayor parte de su vida la pasó en Sevilla. Fue clérigo de órdenes menores. Vivió dedicado a su labor poética, lejos del ‘mundanal ruido’. Perteneció a un cenáculo de poetas y humanistas sevillanos y su carácter era retraído y orgulloso. Sus poemas amorosos reflejan sus amores con doña Leonor de Milán, condesa de Gelves, aunque nunca sabremos si sus poemas reproducen fielmente sus sentimientos. Más que fielmente vivido, parece responder a un reflejo de los usos petrarquescos, son unas relaciones que se desarrollan en el mundo ficticio y convencional de la corte poética de los Gelves.

Obra. Su obra es amplia y va desde las anotaciones que hizo a la obra de Gracilaso, a su poesía amorosa, tanto en verso tradicional castellano como en el más exquisito petrarquismo italianizante. Aunque su empeño fue el de convertirse en el poeta épico de su época imitando las epopeyas clásicas latinas y griegas.

ETAPA INTERNA

Temática: Aparte de la poesía amorosa, inscritas en las dos corrientes del renacimiento, la tradicional castellana que responde al modelo de la poesía cortesana del “amor cortés” y la petrarquista, aborda temas morales y filosóficos como el paso del tiempo y la exaltación de la prudencia y la sabiduría en el varón. La más conocida es un conjunto de canciones en que se funde los temas heroicos con los religiosos. En la canción dedicada al triunfo de Lepanto, el hecho militar está exaltado como símbolo de la unión de Dios y su pueblo frente a la impiedad del tirano (los turcos).

Forma.

Métrica: Su reputación como lírico y su dominio tanto de la métrica tradicional (romances, redondillas…) como de la petrarquista (sonetos, églogas, canciones, elegías…) le valió el sobrenombre de “El divino”.

Estilo: En síntesis, responde a la búsqueda de la perfección más que al encanto de lo sencillo, aunque no puede calificarse de rebuscado y oscuro.

En la poesía tradicional abundan las paradojas y otras sutilezas típicas que se mueven en un mundo conceptuoso que alambican el pensamiento, aunque siempre subyace una cierta autenticidad e intensidad expresiva.

En la petrarquista acude reiteradamente a un conjunto de imágenes obsesivas; luz, ardor, cercos de oro, tormentos amorosos, nieve y hielo de la amada…

La luz es la figura dominante en Herrera en contraposición con lo oscuro y nocturno, de forma que identifica lo vital y valioso con la luz y lo letal y doloroso con la oscuridad.

En la línea del más depurado petrarquismo las metáforas del amor están unidas a la sensación del tormento, en el que en ocasiones el autor se complace. Para expresar dichos sentimientos, recurre a la paradoja.

Noches, ríos y paisajes serán los confidentes predilectos de sus amores y concuerdan con su estado psicológico.

En la poesía moral y filosófica se rebaja el colorido excesivo

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limitando los esplendores, las luces y el oro, mientras que en la religiosa y nacional la expresión se recorta y se acerca a la condensación de fray Luis..

Léxico:

Predomina el campo semántico de lo luminoso y áureo.

La abundante adjetivación reitera valores semánticos ya expresados por otros elementos oracionales (epítetos).

Rechaza las voces populares a favor de los cultismos, arcaísmos o neologismos que añadan significación o sonoridad.