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El Cortejo del silencio II

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Segunda parte del artículo referido al funeral de José Antonio Primo de Rivera.

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EL CORTEJO DEL SILENCIO (y II)

(publicado en Milenio Azul nº 51. Edición digital, diciembre 2006)

Iván García Vázquez

Arqueólogo e historiador

En 1959 José Antonio Primo de Rivera es nuevamente trasladado a otro emplazamiento no muy lejano del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial: la Basílica del Valle de los Caídos en Cuelgamuros, lugar elegido por el propio Francisco Franco durante la guerra, cuando recorría la sierra de Guadarrama. Su nombre es una suavización del primitivo Cuelga mulos porque se había utilizado en el siglo XVI, durante las obras de El Escorial, como dehesa para que pastasen los animales de carga1.

La historia se vuelve a remontar a 1939, cuando el mismo día 21 de octubre, el General Franco señala el lugar donde debe erigirse el monumento a los caídos de la guerra, y algunos meses después, concretamente el 1 de abril de 1940, se firma el decreto fundacional2. Debido a las dimensiones de esta obra, José Antonio fue enterrado, como se señalaba en el primer capítulo de este artículo3, en el Escorial. Algunos han afirmado con rotundidad que como medida temporal, en tanto que las obras del Valle acabasen. Otros piensan que el sepulcro del Monasterio era el lugar señalado de antemano para el descanso eterno de los restos del Jefe Nacional de FE de las JONS y de los fallecidos en la contienda. El decreto-ley de 23 de agosto de 1957, que figura en el BOE, al establecer la Fundación y las condiciones del Valle, insistía en la idea inicial: allí podían ser inhumados caídos de ambos bandos siempre que las

1 Hay quien afirma que la raíz procede de la castellanización del término cuelga mauri (cuelga moros), topónimo atribuido a la Reconquista, aunque parece menos consistente que el señalado en el texto principal. 2 Decreto de 1 de abril de 1940. 3 García Vázquez, Iván. “El Cortejo del Silencio (I)”, en Milenio Azul nº 50. Noviembre de 2006. (edición digital).

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familias así lo solicitasen. Hay constancia de la existencia de más de 33.000 entre los cuales un muy alto porcentaje lo forman los republicanos. La lista es fehaciente y comprobable4.

A comienzos de ese año, descansaban ya en el Valle de los Caídos unos 20.000 fallecidos, y se podía visitar el complejo desde agosto de 1958. Quedaba abierto el camino para que el Fundador de Falange Española descansara allí, como parecía ser a idea de Franco. Idea que llevó al plano de lo real el 7 de marzo de 1959 (fecha en la que se daban oficialmente por terminados los trabajos), dirigiendo una carta a los hermanos Miguel y Pilar Primo de Rivera, solicitándoles su permiso para trasladar los restos de José Antonio al “lugar preferente que le corresponde entre nuestros gloriosos caídos”: "Excmo. Sres. Pilar y Miguel Primo de Rivera. Madrid Queridos Pilar y Miguel: Terminada la grandiosa Basílica del Valle de los Caídos, levantada para acoger a los héroes y mártires de nuestra Cruzada, se nos ofrece como el lugar más adecuado para que en ella reciban sepultura los restos de vuestro hermano José Antonio, en el lugar preferente que le corresponde entre nuestros gloriosos Caídos. Aunque su señora y trascendente figura pertenece ya a la Historia y al Movimiento, al que tan generosamente se entregó, siendo sus dos hermanos sus más inmediatos allegados, es natural seáis vosotros los que deis vuestra conformidad para el traslado de los restos, que reposarán allí en la misma forma y disposición que hasta hoy han tenido en el Monasterio del Escorial. Este es el objeto de esta carta, ya que se aproxima el primero de Abril, señalado para la inauguración del Monumento. Con este motivo muy cariñosamente os recuerda vuestro buen amigo, Francisco Franco. Madrid 7 de Marzo de 1959"

Los hermanos Primo de Rivera respondieron afirmativamente a la carta de Franco cuatro días

después, si bien pidieron que el acto “tuviera carácter íntimo y recogido”. "Nuestro respetado General:

Tanto Pilar como yo agradecemos en todo su valor vuestra carta, que viene a mostrarnos hasta que punto guardáis sincero y profundo cariño y respeto a la persona y a la obra de nuestro hermano José Antonio. Levantada como decís, la Basílica del Valle de los Caídos para acoger a los héroes y los mártires de nuestra Cruzada, nos parece justo y nos honra vuestro designio de depositar en ella los restos mortales de nuestro hermano. Creemos interpretar así el deseo de José Antonio de reposar junto a sus Camaradas, y que ése mismo es el sentir de la Falange, que bajo la jefatura de V.E. tan leal sigue a su memoria y a su idea. Desearíamos que el traslado desde el Monasterio del Escorial hasta la Basílica del Valle de los Caídos tuviera, lo más posible, carácter intimo y recogido, como está efectuándose el de todos aquellos que de ahora en adelante han de acompañarle y compartir con él sufragios y honores. Reciba V.E. el respetuoso afecto de Miguel Primo de Rivera y Pilar Primo de Rivera. Madrid, 11 de Marzo de 1959" El Traslado

Conseguido el permiso familiar, el 29 de marzo de 1959 se exhumó el cadáver del fundador de la

Falange en el Monasterio de El Escorial, ante la presencia de sus hermanos Miguel y Pilar Primo de Rivera junto con una decena de ministros entre los que destacaban José Solís, Joaquín Ruiz Jiménez, Adolfo Muñoz Alonso, y Antonio Iturmendi, actuando éste último como Ministro de Justicia y Notario Mayor Bañales, varios ex ministros, mandos nacionales de la Sección Femenina, 24 personas que portaban un pase especial y el Ministro Subsecretario de la Presidencia del gobierno, el Almirante Luis Carrero Blanco, como máxima autoridad. Los obreros especializados en cantería y el personal de la funeraria debieron realizar un esfuerzo desmesurado para levantar la losa de 3.500 kilos que cubría la tumba. La laja había sido extraída de una cantera próxima a Segovia, y no presentaba una sola grieta, habiéndose labrado en una sola pieza. El féretro fue examinado por un empleado de pompas fúnebres que descendió hasta la fosa. El diario ABC narraba el momento de esta manera: "El ataúd se encontraba completamente carcomido, no así la caja de cinc con los restos de José Antonio. Las flechas de plata y la

4 A pesarde que en la lista figuren 33.000 registros, hay datos que apuntan hacia los 70.000.

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bandera de Falange que cubría el féretro se encontraban en perfecto estado. La bandera fue retirada y entregada a Pilar Primo de Rivera que así había manifestado su deseo"5; y otro periódico de la época relató de esta manera el instante: “Éste (el féretro) se encontraba totalmente carcomido en su base inferior, pudiendo verse por los lados la caja de zinc con los restos de José Antonio. Lo demás, así como la bandera de Falange que lo cubría, se hallaban intactos y en perfecto estado de conservación. Las flechas de plata de los lados de la caja y sus cuatro asas, en perfecto estado, aunque una capa de moho las recubría”. Las mismas andas que trasladaron los restos desde Alicante a El Escorial veinte años antes volvieron a servir para este nuevo viaje hacia su última morada en la cripta franquista.

Varios turnos de guardia velaron los restos durante toda la noche. A la mañana siguiente, ya lunes 30 de marzo, miembros de la Vieja Guardia y de la Guardia de Franco se turnaron en el traslado del féretro a lo largo de los trece kilómetros escasos que separan El Escorial del Valle de los Caídos, rememorando nuevamente la gesta protagonizada por sus camaradas veinte años antes. Tras este traslado, a la entrada de la Basílica se hizo cargo del cuerpo de José Antonio, para su enterramiento el Abad Don Justo Pérez de Urbel.

Como notacuriosa debe señalarse que la ubicación del cuerpo de José Antonio en la fosa no se corresponde con la lápida de granito que la sella, ya que el cuerpo del fundador de la Falange, se encuentra situado hacia atrás y hacia la izquierda si se toma el Altar Mayor como referencia, circunstancia debida a que no se pudieron desviar las conducciones de calefacción y aire acondicionado que recorren la Basílica debido a la escasez material de tiempo (al día siguiente estaba prevista la inauguración oficial, con la asistencia, esta vez sí, del Jefe del Estado).

José Antonio encontró por fin el 31 de marzo de 1959 el descanso eterno en el Crucero ante el Altar Mayor, rodeado de otros 20.000 caídos en la Guerra Civil6, que si bien muchos de ellos no habían compartido con él sus mismos ideales, si podrían compartir ahora el mismo destino de la muerte. Reacción de los falangistas

Los falangistas habían mostrado su malestar ante el traslado de los restos, por hacerse de noche y en silencio, y porque suponía reparar la afrenta realizada en 1939 a los monárquicos al enterar a José Antonio en el Escorial, donde reposan los Reyes de la Historia de España.

Dejando de un lado la magna obra de Miguel Argaya Roca, Historia de los falangistas en el Franquismo7 en la que se señala el episodio, nos centraremos en el testimonio de uno de los protagonistas: Luis Fernando de la Sota, quien junto a unos camaradas redactaron un manifiesto que partió del Distrito político de Buenavista, y había sido firmado por Román Moreno, Carlos Pérez de Lama, Antonio Fernández Palacios, Luis Salazar, Antonio Gibello y el propio Luis Fernando de la Sota. Afirma éste último8: “Lo redactamos al conocerse la decisión del traslado, con el que en principio estábamos de acuerdo, porque si los monárquicos estaban incómodos con la presencia del fundador de la Falange en el Monasterio de El Escorial, más incómodos estábamos nosotros compartiéndole con los monarcas españoles. A lo que nos oponíamos rabiosamente era a que ese traslado se hiciera vergonzantemente y casi en secreto (…)” y prosigue más adelante “Lo que quiero destacar es el contenido de esa comunicación, o tal vez simple panfleto, escrito con el lenguaje apasionando y vibrante de la época, que no me resisto a dejar de reproducir a continuación, creyendo que no merece comentario posterior alguno y que pone claramente de manifiesto, en contra de lo que dicen tantos manipuladores de la historia, que ya en aquella lejana época, un grupo de jóvenes falangistas, divisionarios unos, procedentes del Frente de Juventudes otros, no sólo habíamos asumido y superado la guerra civil, sino que estábamos dispuestos a dejar testimonio de una auténtica, cristiana y revolucionaria reconciliación, entre todos los españoles.”

El manifiesto aludido, era el siguiente, tomado del mismo artículo de Luis Fernando de la Sota:

5 ABC, martes 31 de marzo de 1959. 6 En 1976 se calculaban unos 70.000 españoles enterrados en la cripta. 7 Argaya Roca, Miguel. Historia de los españoles en el franquismo. Madrid, Plataforma 2003, 2003. 8 Sota, Luis Fernando de la. “Memoria de un mes de noviembre”, en Altar Mayor nº 91 de febrero de 2004 (edición digital).

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“Camaradas: El día 30 de Noviembre vamos a trasladar los restos de José Antonio desde el Monasterio de El Escorial al Valle de los Caídos. No es hora de bizantinismos ni de rasgarse las vestiduras. Pensad que tampoco fue escogida por la Falange la tumba de El Escorial. Meditad que lo que importa, no es una falsa cuestión de prestigio, como algunos quieren hacernos creer, sino el insertar la figura de José Antonio en su verdadera dimensión de símbolo de la unidad revolucionaria del pueblo español. Si el Estado es fiel a las leyes que dicta, si es fiel al Decreto de la Abadía de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, la Basílica habrá de albergar a todos los que murieron en lucha y en ambición de una España mejor, de una revolución para España. Indistintamente de las banderas bajo las que, con la suprema limpieza del heroísmo y del sacrificio por un ideal, militaron un día. Si el Valle de los Caídos, va a ser eso, el resumen de la unidad nacional, de la liquidación del espíritu de guerra civil entre los españoles, será más apropiado y justo lugar de reposo para los restos de José Antonio, que la vecindad dinástica de El Escorial. La Falange estuvo en unas determinadas trincheras, porque se jugaba el destino de España. Pero la razón revolucionaria de la Falange, la acercaba más política y socialmente a las trincheras de enfrente, que a aquellas en las que combatía. El destino colocó a la Falange en una disyuntiva dramática. Precisamente por eso, la Falange representaba la única posibilidad de victoria para todos, de inauguración tras la guerra, de una empresa revolucionaria que nacionalizase la izquierda española. Por su pensamiento político y por su muerte, José Antonio ha de ser símbolo de la unidad revolucionaria entre todos los españoles. No podemos consentir que la derecha encaramada en el Régimen, convierta a José Antonio en tapadera de actitudes sectarias y de maniobras contra el pueblo y contra la misma Falange. Si José Antonio va al Valle de los Caídos, tiene que ser para insertarse en la Comunión de los muertos. No aceptaremos la hipocresía de las derechas de negar la sepultura común y oraciones comunes, a quienes también murieron como los nuestros, porque no estaban conformes con la España injusta que les tocó vivir. Nosotros entendemos la misericordia divina sin la falacia de los que hacen del catolicismo una profesión política. Nosotros queremos a José Antonio como símbolo de la Revolución. Esta es la única garantía que exigimos. Camaradas: El día 30, solo un grito. Caídos por la Revolución, ¡Presentes! Victoria para todos. Y una demanda: Liquidación definitiva de la guerra civil.

Éste era el sentir de los falangistas alejados de la burocracia del movimiento Nacional. Y era el sentir del pueblo. Un lugar monumental con un extraño compañero de viaje

El Valle de los Caídos es un monumento nunca aplaudido a pesar de su significado (albergar a

los muertos de ambos bandos como reconciliación nacional, por sus pretensiones de superar en dimensiones a las basílicas más centenarias y artísticas del mundo. Ubicado en un paraje de gran beleza, y realizado con el sudor humano, sobre el que tanto se ha difamado, se imponían como condiciones para ser inhumado allí que los candidatos fueran españoles y católicos o al menos que hubieran sido bautizados (lógico en una necrópolis católica). Sobre las dos puertas que dan acceso a la cripta hay sendos y lacónicos letreros que dicen:

“CAÍDOS POR DIOS Y POR ESPAÑA. 1936-1939. R.I.P.”

Para finalizar, transcribo algunas líneas del profesor Luis Suárez Fernández, Catedrático de la Real Academia de la Historia, recogidas de una conocida página de internet9 que juzgo broche ideal paracerrar este artículo:

9 Estas líneas están tomadas de la página www.valledeloscaidos.org

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“El lugar de honor ha sido asignado a José Antonio Primo de Rivera, que fue víctima pasiva de una guerra civil en la que no participó, como el propio Indalecio Prieto comentó, doliéndose de que no se hubiera dejado al gobierno de la República la opción de salvar su vida. No estaba previsto que fuera sepulcro de Franco. La decisión se tomó en los últimos días por el Gobierno entonces existente y fue el propio rey don Juan Carlos quien firmó la petición al Abad del Valle para que consintiera. Se le ha asignado un puesto principal, detrás del altar mayor.

La Historia se construye sobre una memoria que tiene siempre partidarios y detractores. Pero la actitud correcta consiste en respetar las cosas que se hicieron, guardando sobre todo el recuerdo fundamental a los muertos. Quienes tratan de perturbarla no sólo se equivocan sino que causan un gran daño, a veces irreparable”.