El regalo deseado

Mientras el sol del otoño llenaba cada

rincón del árido desierto, ellos desde la

oscuridad de sus pensamientos, apenas

iluminados por algunos destellos de aquel

sol, trataban de resolver un problema que

los angustiaba. Y daban vueltas en círculos,

alrededor de la única palmera ; no podían

encontrar el sendero.

De repente, en medio de esa penumbra

surgió un haz de luz deslumbrante que

impactó en el piso de arena. Entonces lo

vieron: aquel Genio de los cuentos de sus

ancestros apareció ante sus ojos trayendo

un regalo mágico.

Aquel regalo era esa única

semilla, deseada y anhelada por

todos: la poderosa semilla del

conocimiento que germinará

conmoviendo y perdurando.

Mientras les ofrecía la preciada joya

natural, les dijo que tuvieran en cuenta que

hasta el sultán solitario se duerme

pensando en ella, allí, en su cama angosta

con perillas de metal.

Les aseguró que las raíces de

aquella semilla se ramificarían

creando una trama teñida de

creatividad y cambios para

reestructurar la manera de

descubrir nuevos mundos.

Y sentenció que así el

desierto reverdecería con

alegrías renovadas.

Se despidió

pidiéndoles que

cuidaran de esa

semilla,

porque en la próxima primavera

él volvería a registrar las flores

que estos hombres de buena fe

hayan logrado distribuir por el

mundo.