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La isla mágicaLa isla mágicaLa isla mágicaLa isla mágica
n un océano muy lejano hay una
pequeña. Es tan
chiquita que todavía ningún
hombre la pudo descubrir.
Cuentan que allí vivían unos seres extraños
que podían volar y hablar en distintos
idiomas.
Algunos dicen que la isla era mágica, porque
las y los
cantaban, bailaban y
tenían conversaciones larguísimas que podían
ser escuchadas por los niños.
Pero además los volaban junto
con las dibujando enormes
figuras en el cielo.
Dicen también que cada, día estas simpáticas
criaturas celebraban un sorteo en el que se
elegía a un para pasar unas
horas en la isla.
Para esto, se ponían los nombres de todos los
chicos del en un cofre y el rey
de lugar era el encargado de sacar el papel.
Él era un enorme árbol que hablaba y
caminaba por toda la Los
habitantes lo llamaban Cirion.
Una vez que se sabía el nombre de la
personita, el rey se le presentaba en su
sueño y le comunicaba la gran noticia.
Tal es así que una noche, mientras Santiago
Rochand dormía en su cuarto, se le apareció
el rey y lo invitó a visitar la maravillosa isla
que solo los niños podían conocer.
El afortunado ganador aceptó alegremente la
propuesta y se subió sobre las ramas de
Cirion para emprender el viaje.
Al llegar, el niño fue recibido con una gran
fiesta en su honor.
Luego, lo llevaron de excursión por todo el
lugar, mostrándole las hermosas flores
habladoras y los grandes árboles cantadores.
También pasó por el río de los peces
voladores y los pájaros que jugaban a formar
figuras en el cielo.
Al atardecer, el rey buscó a Santiago porque
era hora de regresar a casa.
El niño se entristeció un poco y le preguntó si
podía volver algún día. Cirion le contestó: -
Claro que sí amigo, solo es cuestión de
suerte.
Al día siguiente, el niño despertó y salió
emocionado de la cama para contarle a su
mamá el sueño que había tenido.
Su madre lo saludó y le preguntó: -¿Cómo
dormiste? Y Santiago respondió: -Muy bien
mamá, tuve un sueño hermoso.
Mientras su mamá preparaba el desayuno, el
niño le contó todo lo que había visto, le
nombró a las flores, los árboles, los peces
voladores y los pájaros. Cuando terminó de
hablar su madre se le acercó y le dijo: -Es
hora de que te laves las manos para
desayunar porque huelen a flores silvestres.
Entonces Santiago dudó… ¿Habría sido un solo
un sueño?