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LAS PALABRAS EN LA FAMILIA

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LAS PALABRAS

EN LA FAMILIA

En un hogar donde se

pronuncian palabras

duras, de reprensión

e irritación, un niño

llora mucho…

Cuando hablas

palabras de ira a tus

hijos, estás ayudando

a su desdicha y

forjando una

personalidad insegura

y temerosa.

¡Cuánto daño producen,

en la familia, las

palabras impacientes. La

expresión de

impaciencia de parte de

uno de los miembros

hace que otro conteste

de la misma manera y

con el mismo espíritu!

Nunca reprendamos a

nuestros hijos con ira, a

menos que queramos

que aprenda a pelear y

a reñir. “Como padres,

estáis en el lugar de

Dios para vuestros hijos,

y debéis estar en

guardia”.

Toda palabra

pronunciada por los

padres ejerce su

influencia sobre los

hijos, para bien o para

mal. Las palabras duras

lastiman al corazón

mediante el oído y

despiertan las peores

reacciones del alma.

Una palabra positiva

contribuirá a que unos

piececitos sean

conducidos por la

senda recta, mientras

que una palabra

incorrecta puede

llevar a esos pies por

la senda de la ruina.

Los ángeles oyen las

palabras que se

pronuncian en el

hogar. Por lo tanto la

influencia de vuestras

palabras sea un

perfume agradable

que honre a Dios.

Los padres deben

mantener la atmósfera del

hogar pura y fragante, con

palabras bondadosas,

tierna simpatía y amor;

pero al mismo tiempo

deben ser firmes e

inflexibles en cuanto a

vuestros principios.

Puede ser que si sois

firmes con vuestros hijos

ellos piensen que no los

amáis. Podéis esperar tal

cosa, pero nunca

manifestéis dureza. La

justicia y la misericordia

deben darse la mano; no

debe haber vacilación ni

movimientos impulsivos.

El principal requisito del

lenguaje es el de ser

puro bueno y sincero.

La principal escuela

para este aprendizaje

del lenguaje es el hogar.

Las palabras

bondadosas son

como rocío y suave

lluvia para el alma.

Sean puros en su

lenguaje. Cultiven un

tono de voz que sea

suave y persuasivo,

no duro ni autoritario.

Eduquemos los

modos de hablar de

los niños, hasta que

no broten de sus

labios palabras

groseras o rudas.

Sea el buen trato una

costumbre en

nuestros hogares.

Que nuestras

dificultades no nos

impidan ser amables

y bondadosos con los

que más queremos.

“La blanda respuesta

quita la ira, mas la

palabra áspera hace

subir la ira”. Prov.

15:1

“Manzana de oro con

figura de plata es la

palabra dicha como

conviene”. Proverbios

18:6