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Acceso usuarios Entrevista Crudo y sincero Personajes El Cervantes BARCELONA EN LA POSGUERRA La ciudad de los 'aventis' por RAQUEL QUÍLEZ Una Barcelona mísera, de estraperlo, que fantasea con el republicano huido. Ésa en la que el cura asusta al niño, y ella se muere de tisis, y los críos inventan 'aventis' para no escuchar al estómago, que ruge de nuevo. Juan Marsé fue parte de esa ciudad de posguerra y después quiso convertirse en juez. Y le regaló novelas que hablan de los barracones del Carmelo, del descaro de barrio, de la joven que acaba ofreciéndose en un cuartito de moqueta y moho mientras en el Ritz los generales buscan adeptos. Barcelona es un personaje literario más en la obra de Marsé. El marco omnipresente que arrastra miles de sueños. Aunque duren poco y el día cueste. Del Carmelo al Guinardó, de la cala a las verbenas. Habla de extrarradios llenos de personajes vencidos y otros que saben que sólo pueden perder: ancianos sin rumbo, viudas de guerra, niños que roban porque de algo hay que comer, prostíbulos infectos, cines de sesión doble y mala muerte... La Barcelona que cuenta Marsé es la opuesta a la que vendía el Régimen. «El franquismo quería borrar esa imagen de ciudad laica, republicana y catalanista y convertirla al nacionalcatolicismo. Se afanó en ocultar la precariedad en que vivía la población y la reivindicó como escaparate internacional durante la Segunda Guerra Mundial, acogiendo a los nuevos amigos de la Italia y la Alemania fascista. Por ejemplo, todo se engalana para recibir como una gran autoridad a Heinrich Himmler, el jefe de la Gestapo, en 1940. Pero detrás de todo eso estaban los barrios «Antes de la guerra, el Carmelo y el Guinardó se componían de torres y casitas de planta baja: eran todavía lugar de retiro para algunos aventajados comerciantes de la clase media barcelonesa. Pero se fueron. Quién sabe si al ver llegar a los refugiados de los años cuarenta, jadeando como náufragos, quemada la piel no sólo por el sol despiadado de una guerra perdida, sino también por toda una vida de fracasos, tuvieron al ãn conciencia del naufragio nacional, de la isla inundada para siempre, del paraíso perdido que este Monte Carmelo iba a ser en los años inmediatos"». 'Últimas tardes con Teresa' «Sarnita y su madre se fueron unos días al pueblo, vestidos de luto los dos: el padre había aparecido colgado en la portería del campo de fútbol del Europa». 'Si te dicen que caí' El Bar Delicias, en El Carmelo, en una imagen de archivo. Hoy sigue abierto. 6 de abril de 1939. Semana Santa | Exposición Barcelona en la Posguerra. AFB / Pérez de Rozas Barcelona

Barcelona en la posguerra el embrujo de marsé especiales _ elmundo

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BARCELONA EN LA POSGUERRA

La ciudad de los 'aventis'por RAQUEL QUÍLEZ

Una Barcelona mísera, de estraperlo, que fantasea con el republicano huido. Ésa enla que el cura asusta al niño, y ella se muere de tisis, y  los críos  inventan  'aventis'para no escuchar al estómago, que ruge de nuevo. Juan Marsé fue parte de esaciudad de posguerra y después quiso convertirse en juez. Y le regaló novelas quehablan de los barracones del Carmelo, del descaro de barrio, de la joven que acabaofreciéndose en un cuartito de moqueta y moho mientras en el Ritz  los generalesbuscan adeptos.

Barcelona es un personaje literario más en la obra de Marsé. El marco omnipresenteque arrastra miles de sueños. Aunque duren poco y el día cueste. Del Carmelo alGuinardó, de  la cala a  las verbenas. Habla  de extrarradios  llenos de personajesvencidos y otros que saben que sólo pueden perder: ancianos sin rumbo, viudas deguerra, niños que roban porque de algo hay que comer, prostíbulos infectos, cinesde sesión doble y mala muerte...

La Barcelona que cuenta Marsé es  la opuesta a  la que vendía el Régimen. «Elfranquismo  quería  borrar  esa  imagen  de  ciudad  laica,  republicana  y  catalanista  yconvertirla al nacionalcatolicismo. Se afanó en ocultar la precariedad en que vivía lapoblación y la reivindicó como escaparate internacional durante la Segunda GuerraMundial,  acogiendo  a  los  nuevos  amigos  de  la  Italia  y  la  Alemania  fascista.  Porejemplo, todo se engalana para recibir como una gran autoridad a Heinrich Himmler,el  jefe  de  la  Gestapo,  en  1940.  Pero  detrás  de  todo  eso  estaban  los  barrios

«Antes de la guerra, el Carmelo y elGuinardó se componían de torres y casitasde planta baja: eran todavía lugar de retiropara algunos aventajados comerciantes dela clase media barcelonesa. Pero se fueron.Quién sabe si al ver llegar a los refugiadosde los años cuarenta, jadeando comonáufragos, quemada la piel no sólo por elsol despiadado de una guerra perdida, sinotambién por toda una vida de fracasos,tuvieron al n conciencia del naufragionacional, de la isla inundada para siempre,del paraíso perdido que este MonteCarmelo iba a ser en los años inmediatos"».

'Últimas tardes con Teresa'

«Sarnita y su madre se fueron unos días alpueblo, vestidos de luto los dos: el padrehabía aparecido colgado en la portería delcampo de fútbol del Europa».

'Si te dicen que caí'

El Bar Delicias, en El Carmelo, en una imagen dearchivo. Hoy sigue abierto.

6 de abril de 1939. Semana Santa | Exposición Barcelona en la Posguerra. AFB / Pérez de Rozas

Barcelona

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arrasados por  las  bombas,  los  barracones,  las  colas  del  racionamiento...».  Locuenta Mireia Capdevila, que lo ha estudiado a fondo para la exposición 'Barcelonaen posguerra. Una crónica  fotográfica', hasta septiembre en Barcelona  (vea arribaalgunas imágenes). Y esa ciudad, la real, es la que nos da Marsé.

Su propia vida es de novela. Nace en Barcelona en 1933 como Juan Faneca Roca,pero su madre muere en el parto y su padre, taxista, se queda al frente. Hasta que,en  uno  de  sus  trayectos,  conoce  a  un  matrimonio  que  no  puede  tener  hijos,  leadopta  y  le  convierte  en  Juan  Marsé  i  Carbó,  un  niño  que  se  pasó  la  infanciacallejeando por Gràcia, el Guinardó y el Carmelo. Les debía una novela.

'Si te dicen que caí' habla de aquello,  'Últimas tardes con Teresa' puso la MontañaPelada en el mapa, y el Bar Delicias o  la  Iglesia de  las Ánimas se hacen huecoentre  páginas  en  las  que  la mugre  y  el miedo  huelen,  pero  el  ingenio  divierte.  'Elembrujo de Shangai' se centra en el final de la década de los 40, cuando los maquisaún llegaban desde el otro lado de la frontera a romper con la rutina. Guerrilleroscomo Pere Pi Cabanes,  que,  como Marsé,  es  otro  testigo  real  de  ese  tiempo. En1937,  con  17  años,  se  marchó  voluntario  a  la  guerra,  acabó  en  un  campo  deconcentración y no pudo retomar su vida hasta ocho años después.

«Siempre estaba  la  leyenda de esas personas que no se sabía muy bien si sehabían  exiliado  o  habían  muerto.  Y  se  fantaseaba  con  que  podían  volver  encualquier momento. Además, pesaban los muertos de la guerra y los fusilados de laposguerra... Eran años  tristes»,  cuenta,  dando  fe de que Marsé no exageraba. Elpropio Cavanes fue uno de esos 'fantasmas': cuando terminó la guerra, sus amigosfueron a preguntar a su madre qué se sabía de él, y lo que se sabía es que estabaen un campo de concentración francés. Él mismo mantuvo la duda sobre muchos desus compañeros. Ya lo ven, las novelas de Marsé son vida. O las vidas son novelas.

«Eran años de miseria. En el 54 nos quitaron la cartilla de racionamiento y todo setenía  que  conseguir  de  estraperlo.  Los  sueldos  eran muy  bajos  y  había muchapicaresca. Cuando empezó la guerra, yo ganaba 60 pesetas al mes en un banco ycuando volví a trabajar allí en 1945, me dieron lo mismo». Él, que había ascendido asargento en su brigada a los 18 años porque era el único que sabía escribir, pruebadel analfabetismo de la época.

La  Iglesia es otro de  los ejes de esa Barcelona gris. Las beatillas,  los secretos desacristía... Todo lo aborda Marsé. «La autoridad religiosa siempre acompañaba a lacivil.  Se  reconstruyeron  iglesias  y  se  celebraron  bautizos  y  comunionesmultitudinarias, como la de 7.000 niños en la Plaza de San Jaume en julio del 39,para  transmitir  la  imagen  de  una  Barcelona  católica.  Y  se  instaura  el  calendariofestivo  fascista,  con  el  Día  de  los  Caídos,  la  Fiesta  de  la  Victoria...»,  cuentaCapdevila. Un entorno real para la ficción de Marsé.

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Las cuestas del Carmelo. | Archivo Bar Delicias

La 'montaña pelada'. | Archivo Bar Delicias

La vida en el barrio. | Archivo Bar Delicias