371

B 10279 sobreviviente de auschw - enrique benkel

Embed Size (px)

Citation preview

Pasaron más de cuarenta añosdesde la terminación de la SegundaGuerra Mundial. Ahora siendo unhombre maduro, padre de familia yabuelo, a insistencia de uno de mishijos, más bien de mi hija, decidíescribir mis memorias. Ella siendopequeña aún, vio el número quetengo tatuado en el brazo, y fueuna incógnita que siempre quisodevelar. Cuando eran todavía chicosles solía decir que no teníaimportancia, que se trataba de unnumero de teléfono que teníaescrito allí para no olvidármelo.

Actualmente son estudiantesavanzados no tenía sentido no decirla verdad. Surgieron preguntas yexplicaciones, y luego meconvencieron de que escribiera loque les había contado.No soy escritor, pero traté de darun enfoque real y humano aunquelos hechos fueron mucho másdramáticos.De modo que va a nacer otrotestimonio auténtico y veraz, y creoque la generación actual y futurapodrán sacar sus conclusiones.

Enrique Benkel

B-10279Sobreviviente de Auschwitz

ePUB v1.0Zk 20.06.11

MONTEVIDEO 1986© By Editorial Medina.Montevideo, Uruguay, 1987.Hecho el depósito que marca la ley.

Quiero expresar mi agradecimiento a mihermana Ana Vinocur por habermeimpulsado y estimulado a escribir estetestimonio. Con su valiosa colaboraciónfue posible construir este mensajedestinado a las futuras generaciones.Quisiera agradecer a mi sobrina RitaVinocur de Haim, por su ardua labor enla minuciosa corrección de las pruebas.Agradezco por siempre a las gloriosasfuerzas aliadas y en particular al ejércitonorteamericano que llegó primero.Llegaron y nos liberaron. Destrozaronlas cadenas de la esclavitud nazi y nosdevolvieron la dignidad de sereshumanos libres.

EL AUTOR

Prólogo

Acepté la invitación que meformulara Enrique Benkel para leer ycorregir su testimonio, una de lasexperiencias más difíciles de la historiadel hombre: vivir bajo la dominacióndel régimen nazi.

Así comenzamos a reunirnos y en supresencia tuve el privilegio de ser laprimera persona ajena a su familia conquien evocaba estos dolorososepisodios.

La intención de realizar untestimonio -del cual el autor no se apartó

en ningún momento- hizo que él mismodesde el comienzo se dedicara a buscarcon mucha precisión el vocablo quefuera más iluminador. El verbo quetransmitiera con mayor fidelidad laacción. El adverbio que diera el matizexacto para que toda la narración tuvierauna imagen fotográfica.

Esto nos llevó muchas veces adialogar, no escatimando tiempo deremarcar tal matiz, o la significación detal o cual sustantivo.

Traté de hacer las correccionesnecesarias en lo más mínimo posible yno cambiar su estilo. Paralelamente aesto que fue lo menos importante,

aparecía todo el horror de los años bajoel nazismo, que nos conmovía de talmanera, que muchas veces tuvimos queinterrumpir la lectura para proseguirdespués de una pausa.

El autor de este libro desea que sunarración sirva de mensaje y dereflexión. A través de la lectura sepodrá descubrir que es ineludible paracualquier lector meditar sobre loshechos aquí recordados. También esimposible dejar de reconocer que másallá de todas las penurias físicas,sicológicas y espirituales que relata,existe una afirmación deslumbrante quees sutilmente entrevista desde el

comienzo. Se desenvuelve a través de lalectura y es captada en su totalidad alfinalizar la lectura del libro.

El lector llega a la conclusión quehay una porfiada búsqueda para rescatary salvaguardar la dignidad humana queresplandece al final de cada uno de losepisodios relatados. No es la pasividadni la indolencia, ni el sometimientociego e instintivo ante el poderosodominador que se refleja en cadaactitud, en cada conducta aquí narrada,sino que se transmiten las sutilesvivencias de un joven muchas vecesacorralado por las inexplicables ycrueles acciones del opresor. Conste

que hay quienes siguen creyendo quehubo falta de firmeza para rebelarsefrente al poder nazi. Muchos de los quequizás sigan pensando así, una vez quehayan leído este libro, sentirán quedeben recapacitar acerca de lo que nipor un momento debieron haberpensado.

Al final de la narración aparece laamplitud del pensamiento del autor quelo lleva a trascender su circunstancia y acantar su fe en su pueblo, en su MadrePatria y en la gran comunidad humana.

Señalaríamos que a ése, su deseocompartido por todos los hombres debuena voluntad y corazón amplio, se une

el que afirma que lo ocurrido en Europano se repita jamás, ni tenga comovíctimas, a pueblos en ninguna parte delmundo.

Ana María Escobar.

Pasaron más de cuarenta añosdesde la terminación de la SegundaGuerra Mundial. Ahora siendo unhombre maduro, padre de familia yabuelo, a insistencia de uno de mishijos, más bien de mi hija, decidíescribir mis memorias. Ella siendopequeña aún, vio el número que tengotatuado en el brazo, y fue una incógnitaque siempre quiso develar. Cuandoeran todavía chicos les solía decir queno tenía importancia, que se trataba deun numero de teléfono que tenía escritoallí para no olvidármelo.

Actualmente son estudiantesavanzados no tenía sentido no decir la

verdad. Surgieron preguntas yexplicaciones, y luego me convencieronde que escribiera lo que les habíacontado.

No soy escritor, pero traté de darun enfoque real y humano aunque loshechos fueron mucho más dramáticos.

De modo que va a nacer otrotestimonio auténtico y veraz, y creo quela generación actual y futura podránsacar sus conclusiones.

El daño ocasionado al pueblo judíofue tan grande que no debería pasarinadvertido, no debería olvidarse paraque esto nunca se vuelva a repetir.

Este es mi principal objetivo al

recordar y describir aquella particularépoca en la que me tocó serprotagonista. Testimonio que esperoservirá evitar que el tiempo y otrosacuciantes problemas actuales, loborren o hagan olvidar.

I Parte

Para acceder al pedido de mis hijostrataré de recordar aunque me cuesteubicarme en aquella época.

LODZ: EL GHETTO

Nuestra familia se componía decinco miembros. Vivíamos en la segundaciudad de Polonia, en Lodz. Apenashabía terminado la escuela pública,cuando la situación del país se volviótensa por el problema político surgidoentre Polonia y Alemania.

No quiero describir todos losdetalles del problema entre estos países,pero en resumen puedo explicarles queAlemania tenía algunas exigencias yaconocidas. Demandas que no fueronconcedidas por el pacto militar entrePolonia, Inglaterra y Francia, que

culminaron con el estallido de laSegunda Guerra Mundial. Esto ocurrióel 1º de setiembre de 1939.

Los acontecimientos sedesarrollaron tan rápido, que despuésdel choque armado entre alemanes ypolacos los primeros lograron ocuparPolonia en menos de un mes. Ya a lasdos semanas del estallido bélico,nuestra ciudad quedó ocupada por elejército de la Alemania nazi. La ciudadno había sufrido las consecuencias de laguerra. Sólo una noche buscamos refugioen el sótano del edificio dondevivíamos, pues resonaba muy fuerte elintercambio de disparos de artillería

pesada parecía que el mundo se veníaabajo.

La población judía que nosotrosintegrábamos, estaba muy preocupadapor la situación creada. Prácticamente lamitad de la colectividad de nuestraciudad, gente más bien joven, abandonóLodz para buscar refugio ante laseventuales amenazas nazis tomandorumbo hacia el este en la zona queposteriormente ocuparía el ejércitosoviético.

Los dirigentes de la colectividadtambién se fueron. Según los rumorescorrían el peligro de ser fusilados con laentrada de los ejércitos alemanes. Pero

nuestra familia quedó en manos deldestino. No pudimos pensar enabandonar la ciudad, pues con nosotrosvivían nuestros abuelos y no lospodíamos dejar solos y menos aúnteniendo en cuenta que ya se estabaaproximando el invierno.

Aunque en un principio los alemanesno mostraron toda su crueldad, poco apoco fueron descubriendo su rostro eintroduciendo leyes racistas yantisemitas.

-Y una vez ocupada la ciudad deLodz, ¿qué modificación es

introdujeron en la vida diaria de lapoblación?

- Desde el principio hubodiscriminación racial. Recuerdo nuestrasinagoga una obra arquitectónicaadmirable, verdadera y pintorescamuestra de nuestra cultura, a la que solíaconcurrir participando en el coro. Fueincendiada y ardió durante tres días.Después de consumirse fue dinamitada ydestruida completamente. Un comandoalemán la convirtió en un montón deescombros. Todos nos sentimosdeprimidos.

Con esto y otros hechos losalemanes pretendían dañar la moral y el

orgullo de nuestro pueblo. La vidadiaria se volvió bastante penosa. Lasactividades laborales quedaroninterrumpidas y tuvimos que recurrir afalta de dinero, al intercambio deobjetos de valor por productosalimenticios para poder subsistir. Losestablecimientos fabriles pertenecientesa judíos fueron confiscados y entregadosa polacos de ascendencia alemana. Lapoblación polaca aprovechando de lasituación, comenzó a saquear comerciosjudíos llevando todo lo que estuvo a sualcance. Pero este saqueo fueinterrumpido por la gendarmeríaalemana, pues su intención era conservar

ese "derecho" exclusivamente paraellos.

- La discriminación se ejerció sólocontra la población judía?

- Sí, los judíos fueron obligadosbajo pena de muerte a usar la estrella deDavid en color amarillo, sobre el pechoy en la espalda. Con este hechopretendían denigrar a los hebreos. Luegoimpusieron el toque de queda. Sólopodíamos salir de nuestras casas desdelas ocho de la mañana a las seis de latarde. Esta medida nos dificultabaconseguir el pan diario, que comenzaba

a venderse desde las seis de lamadrugada y cuando nosotros podíamossalir para formar fila, ya no había máspan.

Los polacos lo obtenían con másfacilidad, pues el toque de queda noregia para ellos. Lo revendían después aprecios mucho más altos.

Recuerdo que en mía panadería demi barrio un soldado alemán designadopara mantener el orden vio a una ancianaque ya estaba próxima a la puerta deentrada, poco tiempo antes de la horapermitida; el nazi le ordenó salir de lafila. La anciana le mostró el estado delos zapatos que calzaba, los tenía

deshechos y húmedos, por haber estadolloras en la nieve. Pero esto noconmovió al soldado alemán. Se habíadado cuenta por su aspecto que erajudía. La discriminación era constante.

Otro episodio que no puedo olvidarocurrió cuando efectuaron una redada enel barrio judío; casual mente meencontraba en el lugar. Un comandomilitar alemán se detuvo ysorpresivamente saltaron de susvehículos y con latigazos arrestaron acientos de hombres. Los llevaron haciaRadogoszcz, una localidad cercana a laciudad.

Me escondí en una casa de

familiares nuestros. Me aconsejaron queme quedara allí hasta que hubierapasado el peligro.

Los alemanes pidieron fuertes sumasde dinero para liberar a los rehenes quehabían caído en sus manos en estaredada.

A medida que pasaba el tiempo losocupantes nazis empleaban nuevosmétodos para chantajear a nuestracolectividad y hacernos la vida másdifícil.

En otra oportunidad y este es otrohecho grave, comandos nazis asaltaronen plena noche invernal varias callesdensamente pobladas de judíos. Les

concedieron 15 minutos para vestirse ylos obligaron a subir a tranvías yapreparados para ellos llevándolosapretujados a un destino desconocido.Los polacos que habitaban la zonaquedaron en sus viviendas y no fueronmolestados.

Mi tío Pinkus que vivía en ese barriofue evacuado con su familia. Después devarios días nos enteramos que toda estagente había sido llevada al sur, cerca dela frontera checoeslovaca, a Krosno.

- ¿Por qué los alemanes empleabanestos métodos? ¿Cuál era su objetivo?

- El objetivo era provocar temor eincertidumbre en la colectividad judía,ganar la simpatía de los polacos y con eltraslado de poblaciones evitar unposible brote de resistencia.

- Hablando de resistencia ¿noocurrió ningún tipo de movimientopara oponerse a los malos tratosalemanes?

- Con la llegada al poder delnazismo, Alemania quedó transformadaen una nación de terror. Cuando Poloniafue ocupada por los alemanes, lapoblación polaca de religión hebrea -

que era una minoría- quedódesamparada.

Ya desde el comienzo por medio deafiches amenazaron con fusilar a unmillar de nuestra colectividad por cadaalemán muerto.

- Frente a esta amenaza ¿Quéopinaba la gente?

- Nadie tenía duda de que cualquierreacción podía ocasionar miles devíctimas inocentes. Vivíamos en elconstante temor de que cualquierirresponsable pudiera ocasionar unamasacre, de haberle dado el menor

pretexto. La mayoría del pueblo erareligioso y su única arma era la Biblia.Además no hubiese sido sensatocomprometer a la población civil. Lagente generalmente tejía la esperanza deque con ayuda de Dios íbamos a vencerlas dificultades. Recordábamos quenuestro pueblo en el pasado habíalogrado superar situaciones muydifíciles. Por eso nuestra fe erainquebrantable, pese a la situaciónadversa.

- ¿La comunidad no quedóimpresionada frente al poderío alemán

y no influyó en sus esperanzas?- El poderío germano era

impresionante, pero la mayoría de lacolectividad no creía que el ejércitoalemán nazi fuese invencible.

- ¿Por qué los alemanesdescargaban toda su ira contra losjudíos polacos siendo éstos en sumayoría pobres y con standard de vidacasi miserable?

- La tesis de algunos alemanes eraque nosotros teníamos que sufrir por losjudíos ricos que vivían en otraslatitudes. De acuerdo con la tesis nazi,

éstos últimos eran los culpables de laguerra. Es decir que fuimosinvolucrados por "culpa" de otros.

- ¿Qué ocurrió después de laocupación?

- Los alemanes no se conformaroncon lo que habían hecho. Al pasar eltiempo buscaron nuevos métodos. Sesentían rumores de evacuación total denuestra ciudad y efectivamente,aparecieron afiches pegados en lasparedes. Era una orden del comandantede la ocupación. Bajo pena de muertenos obligaban a abandonar la ciudad de

Lodz y nos daban un plazo de tres días.Estábamos en el invierno del ano de

1940. De las 300 mil personas denuestra colectividad que antes de laguerra habitaban Lodz y sus alrededores,quedaban todavía 200 mil. La noticia dela evacuación provocó un gran pánico.Se vieron miles de personas conmochilas que caminaban encorvadasbajo las inclemencias del cruel invierno.Dejaban la ciudad huyendo a pie condestino desconocido, ya que los que nocumplían esa orden iban a ser fusilados.

- ¿Por qué los alemanes tomaron la

decisión de expulsarlos de Lodz?- El régimen nazi decidió ampliar

sus fronteras. Se extendió el perímetrode modo tal, que la ciudad de Lodzquedó anexada al Reich alemán.

Le pusieron otro nombre, la ciudadse llamaría Litzmanstadt. Por ese motivolos judíos tenían que abandonar estazona para pasar al territorio delProtectorado Polaco que era Varsovia ysus alrededores.

Ya desde el comienzo por medio deafiches amenazaron con fusilar a unmillar de nuestra colectividad por cadaalemán muerto.

- Frente a esta amenaza ¿Quéopinaba la gente?

- Nadie tenía duda de que cualquierreacción podía ocasionar miles devíctimas inocentes. Vivíamos en elconstante temor de que cualquierirresponsable pudiera ocasionar unamasacre, de haberle dado el menorpretexto. La mayoría del pueblo erareligioso y su única arma era la Biblia.Además no hubiese sido sensatocomprometer a la población civil. Lagente generalmente tejía la esperanza deque con ayuda de Dios íbamos a vencerlas dificultades. Recordábamos quenuestro pueblo en el pasado había

logrado superar situaciones muydifíciles. Por eso nuestra fe erainquebrantable, pese a la situaciónadversa.

- ¿La comunidad no quedóimpresionada frente al poder alemán yno influyó en sus esperanzas?

- El poderío germano eraimpresionante, pero la mayoría de lacolectividad no creía que el ejércitoalemán nazi fuese invencible.

- ¿Por qué los alemanes

descargaban toda su ira contra losjudíos polacos siendo éstos en sumayoría pobres y con standard de vidacasi miserable?

- La tesis de algunos alemanes eraque nosotros teníamos que sufrir por losjudíos ricos que vivían en otraslatitudes. De acuerdo con la tesis nazi,éstos últimos eran los culpables de laguerra. Es decir que fuimosinvolucrados por "culpa" de otros.

- ¿Qué ocurrió después de laocupación?

- Los alemanes no se conformaron

con lo que habían hecho. Al pasar eltiempo buscaron nuevos métodos. Sesentían rumores de evacuación total denuestra ciudad y efectivamente,aparecieron afiches pegados en lasparedes. Era una orden del comandantede la ocupación. Bajo pena de muertenos obligaban a abandonar la ciudad deLodz y nos daban un plazo de tres días.

Estábamos en el invierno del año de1940. De las 300 mil personas denuestra colectividad que antes de laguerra habitaban Lodz y sus alrededores,quedaban todavía 200 mil. La noticia dela evacuación provocó un gran pánico.Se vieron miles de personas con

mochilas que caminaban encorvadasbajo las inclemencias del cruel invierno.Dejaban la ciudad huyendo a pie condestino desconocido, ya que los que nocumplían esa orden iban a ser fusilados.

- ¿Por qué los alemanes tomaron ladecisión de expulsarlos de Lodz?

- El régimen nazi decidió ampliarsus fronteras. Se extendió el perímetrode modo tal, que la ciudad de Lodzquedó anexada al Reich alemán.

Le pusieron otro nombre, la ciudadse llamaría Litzmaustadt. Por ese motivolos judíos tenían que abandonar esta

zona para pasar al territorio delProtectorado Polaco que era Varsovia ysus alrededores.

- ¿Qué resolvió hacer tu familia?- El problema que se creó fue

bastante grave. Como ya mencioné connosotros vivían los abuelos. Ante estasituación papá logró contratar un ampliocarro tirado por un par de caballos. Enun acuerdo con otros vecinosinteresados se había logrado la cantidadde dinero solicitado por el dueño delcarro, que era un polaco conocido.

Se llegó a un acuerdo para irnos al

tercer día que iba a ser el último delplazo concedido. Casi la mitad de lapoblación ya había abandonado laciudad. Pero surgió un cambio repentinoen la actitud alemana. El diariocapitalino alemán trajo la noticia de queuna parte de la ciudad quedabaautorizada para los judíos. En el mismodiario estaba marcado el sectorasignado donde se les permitiríaasentarse. Este sector aislado sellamaría "Ghetto".

Recibimos la noticia con gran alivio,hasta tuvimos la suerte de permanecer ennuestra vivienda de acuerdo con lomarcado en el mapa del diario local. La

cantidad (le personas de nuestracolectividad que todavía habíanquedado se calculó en más de 100 mil.

EN EL AÑO 1940

Los alemanes comenzaron a ejecutarsu plan de aislamiento de la poblaciónjudía. Obreros polacos contratadoscomenzaron el trabajo de colocar postesy alambrados de púa. También enalgunos cruces de calles importantes seconstruyeron puentes de madera para elcruce peatonal. Por debajo de estospuentes pasaba el tranvía sólo utilizadopor la población no judía. Por doquierse veían postes y alambrados.

- Y qué pensaba la gente de esto?

Cada cual lo interpretaba desde unpunto de vista diferente. La mayoría delos polacos demostraron estarsatisfechos; hay que recordar que fueronderrotados y sometidos por losalemanes. Pero cuando se trataba dehacer un daño a la colectividad judíaespecialmente los polacos dedescendencia alemana, demostraron unaactitud hostil. El antagonismo religioso yel antisemitismo eran los factoresprincipales que prepararon el terrenopara que los alemanes-nazis ejecutaransu obra. La población judía expresabahonda preocupación ante este raroacontecimiento. Presentían el peligro

que significaba quedar aislados. Lacerca quedó en pocas semanasterminada y el ghetto prácticamente yaera un hecho.

- ¿Los judíos que vivían fuera de lazona marcada fueron convocados atrasladarse?

- No, los alemanes nazis emplearonsu sistema de terror. En víspera delsábado, comandos armados asaltaronpor sorpresa hogares judíos. Cuando susintegrantes estaban reunidos según latradición religiosa, irrumpieron con susarmas de fuego y dispararon contra los

padres de familia. Fueron muertosnumerosos hombres de la colectividad.Después ordenaron con gritos salvajesque abandonaran las viviendas en 15minutos. Amenazaban con asesinar a losque no obedecían. Los nazis provocaronpánico y miles de personasdespavoridas corrieron a buscar refugioen la zona del ghetto. Vimos pasarhombres, mujeres y niños exhaustos,para salvar sus vidas.

- ¿Qué pasó contigo y tu familia?- La verdad es que en este sentido

nosotros tuvimos suerte, porque la

vivienda que ocupábamos estaba dentrodel límite del ghetto. Frente a nuestracasa, a unos cuatro metros de distanciapasaba el alambrado. Cerca de nuestraventana fue colocada una garita y unguardia para vigilar. Estos puestos devigilancia aparecían cada 50 metros ylos guardianes se turnaban cada doshoras. Los nazis confiaron esta tarea apolacos de descendencia alemana.Después de la ocupación de Poloniamiles de ellos aparecieron con unasvástica en el brazo y colaboraron conlos ocupantes alemanes. Una vezterminado ya el cerco estos elementosfueron uniformados, armados y

utilizados para vigilar el perímetromarcado.

El ghetto quedó totalmente cerrado.Grandes carteles decían:

"Abandonar el límite del ghetto serácastigado con la pena de muerte".

Más de cien mil judíos de Lodzquedaron atrapados en una ciudad-cárcel. El ghetto quedó bajo el controlde los ocupantes nazis.

- ¿Corría alguien el riesgo decruzar el cerco?

- Al principio muchos pasaron alotro lado con el fin de conseguir

artículos alimenticios. A los que erandescubiertos se les hacía volver. Noaplicaban todavía medidas drásticas.

- ¿Quién fue designado lídermáximo del ghetto?

- Una delegación militar de jerarcasnazis llegó a la sede de la comunidadjudía. Allí estaba presente un ancianodirigente de un orfelinato de nombreJaime Rumkowski. Este anciano de 70años fue nombrado por esos jerarcas,como principal dirigente del ghetto. Lefue suministrada una carroza tirada porun caballo y el contrató a un cochero con

quien recorría las calles como si fueraun conde. De vez en cuando paraba lacarroza y pronunciaba un discurso quepocos entendían. Lo que quedó claropara nosotros fue que el ghetto iba afuncionar con la precisión de un reloj.

- ¿Qué opinaban de él loshabitantes del ghetto?

- A la gente le provocaba unasonrisa su actitud, consideraban que setrataba de un viejo sin relevancia; susdeclaraciones sonaban absurdas. Lapoblación del ghetto tenía esperanza deun cambio radical o un milagro que

tendría que llegar y que salvaría a todos.Los malos tratos y las persecuciones nohabían de quedar impunes. Todosestaban seguros de que los enemigosdeclarados de nuestro pueblo,sucumbirían.

La gente del ghetto alimentaba estasvagas esperanzas e ilusiones, mientrasRumkowski tejía sus proyectos. El viejoorganizó un mini-estado, conministerios, policías, bomberos, etc.,bajo la supervisión de los nazis.

- ¿Cómo funcionaba el suministrode alimentos?

- El suministro era bastantedeficiente, se empezó a racionar, perotodavía quedó una vía libre: el correo.La gente recurrió a familiares o amigosque vivían en otras ciudades de Polonia.Comenzaron a llegar por correopaquetes con comestibles de todasclases y en gran cantidad. Papá tambiénrecurrió a algunos amigos polacos conquienes antes tenía buenas relacionescomerciales y llegaron los paquetes. Lagente respondió bien y esta ayudarealmente fue muy valiosa, pero losalemanes después de algunas semanascerraron esta vía libre y comenzó entodo el ghetto a reinar el hambre

devoradora.

- ¿Hubo algunos otros medios desustento?

- Por lo general la gente vendíacualquier objeto de valor para podersubsistir. Muchos se arriesgaban ypasaban el alambrado para luego volvercon productos alimenticios. Un amigomío de la escuela -Iankl-que teníaaspecto de polaco-cristiano arriesgabasu vida para sostener a sus padres y a sunumerosa familia. Se filtraba por debajodel alambrado de púas en el momento enque se turnaban los guardias. Esto era

sumamente peligroso. Un día el memostró el lugar por donde pasaba.

A los habitantes del ghetto les fueronproporcionadas tarjetas para el pan yotros alimentos.

En esa época la porción de pan erabásicamente lo más importante. El pande sorgo de dos kilos tenía que durarocho días. Esto significaba quedebíamos con sumir 250 grs. diarios.Una familia de varios integrantes se lasarreglaba mejor con la distribución delpan que una persona sola. Tener pan enla casa se convirtió en una tentación queno permitía dormir; algunos se locomían el primer día y los siete

restantes pasaban hambre.Había que tener una voluntad de

hierro para reservar un bocado de panhasta el último día.

Como consecuencia del hambre lagente contrajo enfermedades. A muchosse les hinchaban las piernas. Otrosmorían de tuberculosis. El ghetto quedóa merced de la voluntad de los alemanesnazis.

- ¿Cómo se manejaban con eldinero?

- Con la ocupación alemana eldinero polaco fue retirado y sustituido

por mareos. Con el advenimiento delghetto los marcos alemanes fueronsustituidos por marcos judíos. Estosbilletes fueron impresos con símboloshebreos con candelabros y estrellas deDavid, firmados por Jaime Rumkowski.Estos marcos tenían valor sólo en elrecinto del ghetto. Cada barrio tenía sucooperativa donde se despachaban losalimentos y otras cosas controladas pormedio de tarjetas. El dinero eranecesario para abonar los productosracionados.

- Los habitantes del ghetto que no

tenían recursos ¿cómo se lasarreglaban?

- La gente que no logró algún trabajoen ninguno de los establecimientos queya comenzaban a funcionar podíarecurrir a la ayuda de la administracióndel ghetto. El subsidio consistía en 9marcos por mes, por persona. Más omenos alcanzaba para abonar en lacooperativa el pan y la ración. Estaayuda tenía un doble filo. En principiosirvió para sostener la vida yposteriormente un pase a la muerte.

Los alemanes nazis tenían unminucioso plan para destruir al pueblohebreo. Lo empezaron a ejecutar

clandestinamente sin provocar pánico.Los ocupantes nazis ordenaron a la

administración del ghetto que lesentregaran algunos miles de personaspara darles una ocupación fuera delghetto, según ellos. Los citados fueron lagente que recibía nueve marcos.

Familias enteras fueron deportadashacia un destino desconocido sin dejarrastro alguno.

Después de la guerra se pudo saberque los evacuados del ghetto fueronenviados al campo de exterminio deMaidanek.

EN EL AÑO 1941

El invierno del año 41 llegó con unacrudeza intolerable. El hombre delghetto se tenía que acostumbrar asoportar el frío y el hambre juntos.

Por las calles cubiertas de nieve yhielo deambulaban esqueletos vivientes.

Miles de nuestra gente en un estadocalamitoso fueron deportados y de otraslatitudes llegaron también miles alghetto de Lodz: de Austria, deChecoslovaquia y de Alemania.Llegaron con buen aspecto físico ysaludables, pero en pocas semanasllenaron los hospitales. Morían porque

no podían soportar la difícil vida delghetto, que nosotros ya estábamosacostumbrados a tolerar.

La ración alimenticia era medida porlos alemanes en calorías y era menor delo que se necesitó para poder ponerse enpie.

- ¿Cómo lograron evitar serdeportados?

Papá antes de la guerra se dedicabaa la compra y venta de máquinas. En esaépoca los alemanes tenían necesidad decalzar y abrigar a su ejército. En e]ghetto había gran número de expertos enestos ramos.

Al surgir grandes establecimientospara confeccionar ropa y botas, a papále ofrecieron por un lote de maquinas unpuesto en uno de esos establecimientos.Lo aceptó y gracias a eso nos salvamos.Pero por equivocación recibimos uncedulón con una orden para que toda lafamilia se presentara para ser deportada.

Nos fue cortada la ración alimenticiay no había mas remedio que deshacernosde las pertenencias de la casa ypresentarnos.

A nuestro padre le quedaba masalternativa que era la de apelar porescrito. Confeccionamos una carta entremi hermana y yo, pero antes de hacerla

consultamos con un abogado, amigo depapá.

En la redacción se expuso que papáproporcionó máquinas para la seccióndonde el estaba trabajando comoinstructor y además que había muchotrabajo pendiente.

La noche que nos tocó estar enMarysin concentrados con otroscentenares de judíos, podía ver el estadodesastroso de nuestro pueblo. En elbarracón, estaban hombres, mujeres yniños debilitados, avejentados,esqueléticos y ya al día siguiente íbamosa ser deportados. ¿Sería posible -pensaba yo- que los alemanes nazis nos

dieran un trato humano? ¿A dónde nosllevarán?

Esa misma noche nos trasladaron auna ex-escuela; nos tenían de reserva.

Después de varias semanas de estarallí y a pesar de que las deportacionesseguían, quedamos liberados.

Se pudo saber -después de la derrotanazi-que miles de deportados fueronllevados por tren al campo deexterminio de Chelmno (Polonia) yfamilias enteras fueron exterminadas.

Volvimos a la casa vacía. En eledificio faltaban muchos vecinos.

Nosotros volvimos a rehabilitarnuestra vivienda para volver a la

"normalidad". El ghetto poco a poco enuna cárcel laboral.

Supimos que gracias a la apelación,fuimos liberados. Más tarde lasdeportaciones fueron suspendidas.

- ¿Había alguna posibilidad deescapar?

- Prácticamente no había ninguna. Lavigilancia se hizo estricta. Los soldadosdesde sus puestos empezaron a disparara los que se acercaban demasiado alalambrado. Cerca de nuestra casamuchos lo intentaron y hubo algunosmuertos y heridos. Además del otro ladodel ghetto la población polaca era hostil

a los evadidos, los denunciaban.Quedaba sólo obedecer y trabajar parapoder subsistir. Muchos tenían laesperanza que la situación mejoraría silos alemanes necesitaban de nuestrotrabajo.

- ¿Cómo se las arreglaban para noser blanco de los disparos?

- Se abrieron toda clase depasadizos para evitar pasar muy cercade los alambrados.

La población del ghetto estabaaterrorizada. Era peligroso pasar porequivocación por una calle donde habíaun puesto de vigilancia. La intervención

de Rumkowski ante jerarcas naziscambió esta situación peligrosa. Elpánico que cundía se calmó. Lavigilancia del ghetto fue reemplazadapor alemanes de edad madura.

Frente a nuestra casa logramostrabar cierta amistad con varios. Enalguna oportunidad nos pasaron por elalambrado algún trozo de pan.

- ¿Cuáles fueron las principalesactividades en el ghetto?

- El principal ramo era la sastrería.En estos establecimientos trabajabanmiles de hombres y mujeres. Un hospitalfue convertido en central de confección

de ropa. Previamente los alemanes loasaltaron sorpresivamente y evacuaron atodos los enfermos, algunos reciénoperados. Los apilaron en camiones ylos llevaron a un destino desconocido.

Este enorme edificio quedótransformado en un establecimientomodelo. Un complejo de entre 80 a 100máquinas con transmisión a motor fueinstalado en cada pasillo. La tareaconsistía en confeccionar prendas devestir con un buen rendimiento.

- ¿La gente que estaba trabajando en

estos establecimientos obtuvo algunamejora?

- Muy poca. Consistía en una sopade 750 grs. que se repartía a medio día.La sopa no tenía valor nutritivo, peroservía para calentar el cuerpo en losfríos días de invierno. Los hombres y lasmujeres que efectuaban el trabajoestaban todos hambrientos, extenuados yesqueléticos. Pero el trabajo había querealizarlo en la forma establecida.Expertos alemanes del ramo, de Berlín uotras comisiones que visitaron estosestable-cimientos, quedaron impactadospor la magnífica organización detrabajo. Pero estos expertos no teníanmando alguno. Los que ostentaban elpoder eran los del partido nazi y los SS

de Himmler, un conglomerado dematones y sádicos que no sabían valorarni apreciar nada.

Tu papá terna un puesto de trabajo,¿podía el solo sostener a toda lafamilia?

Lo que él ganaba apenas alcanzabapara la mísera ración. Cuando yo eraescolar -antes de la guerra-solía en mitiempo libre prestar ayuda en unafábrica de dulces. Esta estaba ubicadaen la planta baja del edificio dondenosotros vivíamos. Con el pasar deltiempo logré adquirir algunaexperiencia. Ahora encerrados en el

ghetto y por iniciativa de mi hermanaAna hicimos una prueba con azúcarmarrón racionada y por medio decocción la convertimos en caramelo.

Fue una iniciativa exitosa. Lologramos comercializar y sacar ciertobeneficio. El caramelo en la bocapaliaba en algo el hambre que reinabaen el ghetto. Pero había que hacerlo enla clandestinidad porque no se permitíafabricar ni comercializarlo. Si nosdescubrían seríamos candidatos para serdeportados. Corríamos el riesgo ygracias a esta actividad el hambre no seadueñó de nuestra casa.

- ¿Hubo amistad entre los vecinos

que habitaban el edificio donde ustedesvivían?

- En el edificio donde vivíamos sealojaban más de treinta familias. Esacasa era de apartamentos; tenía cincopisos y no quedó totalmente terminadapor el estallido de la guerra. Lasrelaciones entre los vecinos eransumamente amistosas. Recuerdo un casoque me quedó grabado. En el pisosuperior al nuestro, vivían unmatrimonio y un niño de casi un año.Muchos vecinos se reunían casi todaslas noches en ese apartamento y sedistraían jugando al ajedrez o al dominó.Pero había otra atracción, el chiquito

Elías. El niño con sus ojos magnetizabaa los vecinos. Me llamó la atención quehasta mis padres iban para hacerle algúnmimo.

Por curiosidad fui a conocer a Elías.Era realmente un niño amoroso. Era lamascota y el deleite de todo elvecindario. Por descuido del padre pasóuna gran desgracia. Estaba echandoalcohol al calentador no estando lallama totalmente extinguida. Elcalentador explotó estando Elías con sumadre muy cerca. Un vecino arriesgó suvida para traer del otro lado del ghettomedicamentos, pero no se logrósalvarlo. El niño después de 24 horas de

sufrimientos, lamentablemente murió.La madre después de muchos meses,

algo se pudo recuperar. Todo elvecindario por largo tiempo sintió eldolor y la tristeza.

¿El ghetto era abastecido con luzeléctrica?

La luz eléctrica era abastecidanormalmente, pero en forma limitada.Por pieza fue autorizada una lámpara de25 Watt como máximo. El gasto de luzse abonaba mes a mes. Se podía estarcon luz de noche, pero las ventanastenían que estar tapadas. Ningún reflejopodía verse del exterior. La tarea (lecubrir las ventanas la tenía nuestro

padre.Todas las noches colocaba el

cerramiento, y cuando lo hacia, decíaestas palabras: "¿hasta cuando voy atener que hacer esto?

¿Cuándo vamos a poder liberarnosdel custodia que está enfrente de nuestraventana?"

- ¿Qué alimentos ingresaban alghetto?

- Cuando el ghetto quedó cerrado losalemanes enviaban bolsas con cebada engrandes cantidades. Nos enteramos queesta cebada provenía de los depósitosde los cuarteles del vencido ejércitopolaco. El alimento estaba ya pasado de

fecha, pero para el ghetto servía. Lasamas (le casa tenían que ingeniarse paracocinaría, porque otra cosa no había. Lagente quedó harta de este alimento.Nosotros comparábamos nuestrasituación con aquella de antaño en eldesierto del Sinaí, cuando los hebreossalieron de Egipto y sólo se alimentabancon el maná. La cebada duró ciertotiempo y pronto desapareció y nuncamás nos enviaron un sólo gramo.Sobrevino el hambre, y susconsecuencias. Cuando la situación seagravó, los alemanes comenzaron aenviar papas. Antes de llegar el inviernodel año 41, enviaron una cantidad para

que durara toda la temporada delinvierno. La administración del ghettorequisó depósitos y sótanos que fueronllenados a granel.

Se comenzó a repartir a cuenta gotasracionando. Y cuando empezó el intensofrío de 20 o más grados bajo cero, todala papa quedó congelada. Por no tener laprotección adecuada se echaron a perdermiles de toneladas.

El hambre hizo estragos en lapoblación. Para el año siguiente serepartió la papa directamente a lapoblación y dijeron que tenía que durarlos cuatro meses del invierno. Elproblema era que sólo duró un mes,

algunas familias estiraron la ración depapas hasta dos meses y luego había quesoportar el azote tremendo del hambre.

- ¿Qué otros alimentos fueronenviados?

- De vez en cuando aparecía carne,pero era de caballo. La gente religiosaprefería morir y no consumir esta carne.La Biblia dice que cuando la vida correpeligro es permitido comerla.

Recuerdo cuando nuestra madrecompró esa carne e hizo albóndigas paranuestro hermanito Leibush de 7 años,que era muy menudo y se temía quepudiera enfermar de tuberculosis, ellano la probó. Un día insistió en que yo

probara y comí una, pero sentí que laalbóndiga me quedó en el estómago porvarios días. Al pasar el tiempo elhambre venció y la gente empezó aconsumir esa carne, pero ya no era nadafácil conseguirla.

Otro alimento que los alemanesenviaban al ghetto era zapallo. Era unalimento nutritivo para los animalesvacunos o porcinos; la población engeneral consumía poco. Antes de laguerra sólo se comían las semillas dezapallo tostadas. En una temporada llegóuna partida grande de este producto y lasmadres se las ingeniaron para paliar elhambre porque otra cosa no había.

Después apareció una considerablecantidad de repollos. Este producto erapopular y se consumía mucho enPolonia. Pero el repollo solo sin otroagregado provocaba a mucha gentediarrea y malestar.

El tiempo transcurría y no sevislumbraba ninguna mejora. Algunagente tenía cierta esperanza de que laUnión Soviética pudiera interceder enfavor de nuestra precaria situación, pueslas relaciones con los alemanes naziseran amistosas. Pero esto se desvaneciócuando sorpresivamente los alemanesemprendieron un ataque contra sualiado.

-¿La población del ghetto estaba altanto de los acontecimientos mundiales?

- Las noticias se infiltraban por laprensa local alemana a la que algunostenían acceso. También por radioescuchas clandestinos.

Los radio-receptores fueronconfiscados enseguida con la entrada delos alemanes a Polonia, bajo elapercibimiento de pena de muerte si sellegaba a descubrir una radio escondida.Hubo muy pocos que se arriesgaban. Asísupimos que el ejército soviético nopudo contener el avance alemán, que losnazis penetraron a las puertas de lacapital, frente a la ciudad de Moscú y

quedaron detenidos.En un momento volvió a renacer una

gran esperanza. Alguna gente comparóesta situación con la de Napoleón quetambién llegó hasta las puertas deMoscú y luego fue derrotado,interpretando que quizás lo mismopodría pasar con Hitler. Pero paradesgracia nuestra esto no sucedió.

¿Hubo algún cambio en tu vida en elghetto?

- A medida que pasaba el tiemposurgían nuevos establecimientosindustriales y oportunidades de trabajo.Para no ser deportado era importantetener un puesto en uno de esos lugares.

Significaba también obtener una sopacaliente a medio día. A esa altura ya eraadolescente y pensaba que sería buenoaprender un oficio.

Había una repartición que necesitabajóvenes interesados. Acudí a estaoficina de registro; allí en una planillame tomaron los datos correspondientes.

Después de varias semanas fuinotificado y asignado a una metalúrgica.Era justo lo que anhelaba aprender. Elestablecimiento metalúrgico al cual fuiasignado se componía de dos plantas. Laplanta alta era donde se reparabanmáquinas de coser y la planta bajadonde funcionaba un taller de afilados,

un sector de tornería y otro fabricaciónde piezas de repuestos. El grupo de docejóvenes que yo integraba fue presentadoal técnico de nombre Bronowski a quienle tocó la tarea de enseñarnos e instruiral grupo. Repartió a cada uno una lima,después nos llevó frente a una morsa vnos enseñó a limar. Le pedí paracambiar de lima, pues la que me tocóestaba ya muy gastada. Me di cuentapoco a poco que saber limar es un arte.Después de un mes de prueba fuiaceptado. Sólo aprobaron la mitad delgrupo.

Había posibilidad de aprender otrasmaterias: dibujo mecánico, clases

teóricas y matemáticas. Se preparaba alos jóvenes para los exámenes como enuna escuela industrial. Realmenteadmirable, en una situación tan adversa.

- ¿La gente del ghetto observaba lasfestividades religiosas?

- Por ejemplo, cuando seaproximaban las fiestas de pascuas, portradición, nuestro pueblo en lugar de panconsumía "matzá", galletas. Laadministración Rumkowskí (Bairat),tranquilizó a la población del ghetto conuna publicación que decía: "Está enproceso la matzá de harina de sorgo, lagente podrá optar por uno o por otro".Nuestra familia optó por matzá, pero

esta galleta de sorgo no era nadarendidora y pasamos la fiesta de pascuascon un hambre terrible.

¿Los alemanes podían entrar alghetto para ensañarse y molestar a lapoblación?

- No sucedió esto, pero lo efectuaronde otro modo. Funcionaba la “Kripo",policía criminal. La tarea era elegirentre los habitantes del ghetto a lospudientes. A los que antes de la guerraeran dueños de un comercio, por mediode castigos y torturas les exigían que lesentregaran joyas u otros valores. Elcitado era desnudado y con látigos lepropinaban castigos; era golpeado

brutalmente. El padre de mi amigo teníaantes de la guerra una carnicería; fuellamado por la Kripo. Logró sobrevivirpor su fortaleza física, pero quedódestrozado. Por casualidad pasé por ellugar donde estaba la mansión de laKripo (antes de la guerra había allí unconvento). Quedé horrorizado al oír losgritos desde esa mansión amurallada.Traté de evitar pasar por ese lugar otravez. Durante cuatro años y medio, fueronvíctimas allí, centenares de hombres.

¿Los niños que nacieron en el ghettotenían alguna posibilidad de sobrevivir?

Los pocos que allí nacieron notenían posibilidad de desarrollarse,

estaban condenados. Los niños de másde dos años tenían más oportunidad parasubsistir, porque la ración diaria era lamisma para menores como paramayores. Los niños en el ghettomaduraban antes de tiempo. Erancallados, en sus rostros faltaba laalegría, se les veía tristes. Comprendíanlo que significaba vivir allí.

¿Pudiste lograr algún progreso en tunuevo trabajo?

A medida que pasaba el tiempoaprendía algo nuevo. El encargado de laparte mecanizada, sección tornos, meeligió para integrar su grupo.

Era para mí muy reconfortante el

pase a esta sección, porque tenía unapasión muy grande por aprendertornería. Mi superior de nombre Gurvitzya era técnico en el ramo, poseíagrandes conocimientos en mecánica y allado de él tenía la posibilidad deaprender y hacer avances.

EN EL AÑO 1942

El tiempo transcurría lentamente ynos acercamos al invierno del 42.

En el frente del este, el ejércitoalemán quedó detenido por el intensofrío, nevadas y por la resistencia cadavez mayor de los soviéticos.

Para nosotros, los que estábamosencerrados en el ghetto, no sevislumbraba por el momento ningunasalvación que sólo podía llegar desdeafuera.

Los alemanes solicitaron a medidaque pasaba el tiempo una mayorproducción. La necesidad principal que

tenían era la confección de vestimentapara sus soldados que quedaronempantanados.

La administración del ghetto alegabaque no disponía de suficientes máquinas.En poco tiempo empezaron a llegargrandes transportes de máquinas decoser. Los alemanes las habíanconfiscado de las zonas por ellosocupadas. Las máquinas llegaban todoslos días, muchas de éstas eran modelosantiguos. La cantidad era tan grande quecolmaba todos los depósitosdisponibles.

Por orden de los alemanes fueabierta la gran iglesia (Catedral), que

fue convertida en depósito para apilarlas máquinas que seguían llegando.

Esta iglesia ocupaba una manzana,estaba ubicada en la zona del ghetto yfrente a ésta pasaba el tranvía. La calleestaba toda alambrada. Los polacos quepasan miraban con estupor por lasventanillas del tranvía como lospobladores del ghetto estabanprofanando su iglesia. Era una táctica delos alemanes para inculcar odio hacianosotros. Mucha gente de nuestroestablecimiento fue destinada paraayudar a la descarga. Pero llegó un díaen que el ingreso de maquinaria declinóy cesó por completo. La llegada de esta

gran cantidad de máquinas de coser creóun problema, porque a la mayoría deestas les faltaba la bobina. Puede serque se hubieran perdido en el transportey esto era lo más probable. Losalemanes no las pudieron proporcionarsus industrias funcionaban sólo paracrear armamentos con fines bélicos.

Los más expertos de nuestra plantaopinaban que no estaban en condicionesde fabricarla, porque se trataba de míapieza de alta precisión y no disponíamosde los medios necesarios. Pero eldirigente de nuestra sección demostróque era factible.

Prácticamente a mano, confeccionó

la primera bobina y funcionóperfectamente. El hecho llegó alpresidente del ghetto, Rumkowski. Estese hizo presente, concediendo a nuestroestablecimiento un privilegio. Consistíaen elevar el trabajo de 8 a 12 horasdiarias, compensadas con una sopaadicional.

La primera bobina fue puesta enexposición, tenía un brillo igual a unespejo. Rumkowski exigió 100.000 acorto plazo. No era una tarea fácil. Elresponsable del proyecto fue el dirigentede nuestro grupo. Quedó ascendido ainstructor y bajo su dirección secomenzaron los trabajos necesarios.

Había que hacer dibujos moldes,matrices, inventar sistemas.

Los días de trabajo de 12 horasparecían interminables. Pero la sopaadicional nos venía bien.

El frío ya se hacía sentir a esta alturadel año y una bombita eléctrica quetenía pegada cerca del torno me servíapara calentarme los dedos congelados.A mediodía en la planta, el trabajoquedaba cortado por una llora y esto nosposibilitaba consumir la sopa.

Eran dos muchachas las que estabana cargo de la tarea de repartirla, unacontrolaba las tarjetas y la otra ladespachaba. La muchacha con el

cucharón en la mano, tenía sumahabilidad para conformar a sushambrientos "clientes".

Si había algún reclamo, volcaba elcontenido de nuevo en el cucharón paracomprobar si el reclamante tenía razón.

La sopa consistía en tres trocitos depapas y el resto era líquido. A mi medespachaba bien, me recompensaba porel pelapapas que había hecho para ella.

Recuerdo el día cuando deimproviso apareció el comisario delestablecimiento. Nuestra sección queestaba ubicada al fondo del local yaestaba ocupada en sus tareas. El motorprincipal ya había entrado en su función

habitual, pero las personas de las otrassecciones, por ser un amanecer muy frío,se hallaban todavía alrededor de unaespecie de estufa de la que emanabacalor. El comisario entró a inspeccionary al no encontrar todavía a la gente ensus respectivos lugares de trabajo,castigó a todos los operarios de esaplanta. El castigo consistió en norepartir las tarjetas para consumir elalimento diario (la sopa), a excepciónde nuestra sección, pues nos repartieronlos cupones sin problemas. Pero nossolidarizamos con los demáscompañeros y los devolvimos.Prácticamente no había probado un

bocado en todo el día. Cuando llegué acasa caí extenuado.

El tiempo transcurría lentamente yparecía una eternidad. La dieta que sesoportaba en el ghetto debilitaba atodos.

Nos enteramos que los alemanesquedaron estancados en el frente ruso,sin hacer avances de importancia. Paraproteger a las tropas del congelamientode los pies, se creó en el ghetto unanueva industria. Consistía en fabricarbotines de paja. Primero se trenzaba lapaja, luego se confeccionaba el botín,finalmente se le daba un baño con unpreparado asfáltico. Varios miles de

mujeres se especializaban en este tipode trabajo.

Otra industria era la que fabricabaalfombras de los retazos de sastrería osimplemente de trapos de vestimenta ode sábanas que venían en grandescantidades y no se sabia de donde.Luego supimos que éstos venían de loscampos de exterminio, de la gente quefue llevada a las cámaras de gas. Lasalfombras las utilizaban para lastrincheras. Centenares de mujeres seespecializaban en diseñarías, todas amano y en colores, lo que les daba unaspecto muy original. Los alemanesnecesitaban la mano de obra del ghetto y

trataron de mejorar en algo a losdesfallecientes trabajadores. Mihermana Ana trabajaba en mía fábricade alfombras. Locales, donde antes de laguerra se exhibían películas, quedaronhabilitados y fueron convertidos encomedores populares. A los operariosde los establecimientos industriales pornecesitar de su mano de obraespecializada y regalada, se lescompensaba con una cena adicional.Esas cenas bien servidas sólo durabandos semanas, pero salvaron a muchos dela inanición. Funcionaron algún tiempo yquedaron interrumpidas.

- ¿Se logró algún progreso conrespecto al proyecto de fabricación delas bobinas?

- El instructor del grupo quien teníala mayor responsabilidad trabajó sintregua. Inventaba diferentes einteresantes aparatos para cada funciónespecífica. Al lado de él yo teníaoportunidad de aprender. A la vez quedécontagiado de su entusiasmo y delempeño extraordinario de mi superior.Estábamos casi seguros, que a cortoplazo íbamos a tener un éxito rotundo.Pero aconteció algo que interrumpió elproyecto que casi estaba porconcretarse. Los alemanes descubrieron

en algún lugar desconocido paranosotros, un escondrijo donde habíagran cantidad de partes de máquinas decoser y también bobinas originalesamericanas. Miles de repuestos Singer(Simanco), fueron proporcionados a ladirección de nuestro establecimiento.Los moldes fueron ubicados en unestante y allí permanecieron sin prestarninguna utilidad.

La penosa vida en el ghetto seguíasin variantes. Se acercaba el tan temidoinvierno y no se vislumbraba ningúncambio. Había que enfrentar la difícilsituación y luchar para sobrevivir.

EN EL AÑO 1943

El año 1943, comenzó conimportantes acontecimientos. En eldiario local alemán apareció en laprimera página la foto del Gral. VonPaulus, en un recuadro negro y el títulodecía que había caído en la batalla deStalingrado. Lo ascendieron a mariscal ydecretaron tres días de duelo. La verdadde este acontecimiento fue otra. Hitlerhabía ordenado a este general conquistarla ciudad de Stalingrado para abrirsepaso a los ricos yacimientos petrolíferosde aquella zona. Von Paulus, al mandodel sexto ejército, lanzó una gran

ofensiva pero fracasó. Quedó aisladopor el ejército soviético y obligado urendirse. Esta versión se obtuvo de losradioescuchas que lo captaron por ondacorta, de Londres o Moscú. Dichanoticia se esparció y llegó a loshabitantes del ghetto produciendoalegría y esperanza.

¿Este revés influyó en algo paraque cesaran las persecuciones?

En absoluto, el departamento deasuntos raciales seguía con el plan deaniquilamiento. De los poblados yciudades cercanas fueron capturados

judíos y trasladados al ghetto de Lodz.Varios miles de ellos llegaron, algunoseran familiares nuestros. Mis padreshicieron lugar para dos primos. Notodos tenían la suerte de ser evacuados aLodz, mucha gente fue llevada hacia undestino desconocido para ellos; alexterminio.

Había pasado un tiemporelativamente corto y surgió unacontecimiento de honda preocupación.Rumkowski, hizo saber en un discurso,que los alemanes exigían se lesentregara a los niños que tuvieran hasta10 años y a los mayores desde los 50años. La tesis alemana era que el ghetto

iba a quedar transformado en un campode trabajo y los niños iban a sertrasladados a otro lugar. Se les daría unamejor educación y los mayores seocuparían de esa tarea.

Rumkowski, encomendó a la policíadel ghetto cumplir con la exigenciaalemana. Por medio de un registrocomenzaron la tarea de seleccionarlos.Pero les fue imposible, las madres se lesopusieron tenazmente.

- ¿Hubo alguna reacción alemanaFrente a esta oposición?

- La reacción alemana no se hizo

esperar. Los nazis emplearon susmétodos a los que nadie osaba oponerse.En la plaza frente a nuestra viviendaobservamos que se hacían trabajos controncos de madera y esto nos llamó laatención. Una vez finalizados nos dimoscuenta que se trataba de cadalsos. Losalemanes decretaron el toque de queda;bajo la pena de muerte estaba prohibidosalir a la calle. En vehículos militaresaparecieron oficiales nazispertenecientes a la Roll Komando; erancorpulentos, tipos especialmenteadiestrados. Vehículos conametralladoras fueron colocadosalrededor de la plaza. Apareció un

camión que trajo en su interior ahombres que ya tenían las manos atadashacia atrás. Eran judíos capturados delugares cercanos de Lodz. Los nazis conlátigos los hicieron subir al cadalso unopor uno. Un joven de unos 18 años seresistió. Los latigazos caían sobre eldesdichado; destrozado lo arrastraronpara ahorcarlo. El último gritodesesperado de los sentenciados era:Shma Israel (Oye Dios de Israel). El ecoseguirá por siempre retumbando en misoídos. En dos cadalsos fueron ahorcados18 hombres. Cumplida la sentencia losnazis formaron con el brazo en alto,señal de que la tarea fue cumplida en

honor a Hitler. Varios días los hombresestuvieron expuestos con las sogas en elcuello, mostrando un espectáculohorripilante. El propósito era atemorizara la población del ghetto. El toque dequeda estaba vigente. Los comandosalemanes acompañados de la policía delghetto, iban casa por casa yseleccionaban preferentemente a losniños y a los ancianos.

Cuando llegaron a nuestro edificiode apartamentos, reconocí que eran losmismos verdugos alemanes queahorcaron en la plaza a los 18 hombres.A gritos exigían a todos bajar al patiodel edificio. Amenazaban con fusilar de

inmediato a los que no obedecieran. Conarmas cortas y látigos, seleccionaron unnumeroso grupo entre los vecinos.Fueron llevados en un camión y luegoevacuados a un destino desconocido.

Después de finalizada la guerra, sepudo saber que perecieron en el campode exterminio Maidanek.

Entre ellos fue mi hermanitoLeibush, de 10 años.

En todas las casas se oían llantos, entodas faltaban integrantes. Un verdaderoduelo colectivo. Los nazis castigaban ala población del ghetto donde más dolía,

25 mil habitantes fueron evacuados, lamayoría niños. Por mucho tiempo lospadres de los pequeños que les fueronarrancados de los brazos, no se pudieronreponer del shock, quedaron destrozadosy envejecidos.

El toque de queda fue levantadodespués de 15 días de duración y lagente del ghetto tuvo que reincorporarsea sus tareas cotidianas.

- Después de este acontecimiento¿hubo alguna reacción entre lapoblación?

- Todos sentíamos un odio

incontenible contra los nazis. Esteacontecimiento provocó un deseo devenganza sin límite. Pero estábamos enuna situación deplorable. Nosencontrábamos dentro de una gran cárcelimpotentes para vengarnos. Un actocontra los alemanes era impensable,podía significar un alto costo en vidashumanas. Mataran a cientos y quizás amiles de nosotros. Lo sensato eraresistir y esperar.

El régimen hitleriano con su plan deaniquilamiento sistemático, dejó unaherida profunda en todos los sectores dela población.

Después de esta horrenda acción de

los alemanes nazis, la gente que estabaen el ghetto, no tenía otra alternativa quevolver a sus trabajos.

En la sección donde trabajé, faltabanintegrantes. Algunos fueron evacuados,otros por estar enfermos no estaban encondiciones de volver a sus tareas. Uncompañero del grupo enfermó detuberculosis, falleció poco tiempodespués de la visita que le hice en sucasa. Era un joven proveniente deAlemania de apellido Breslau, trabajóen uno de los tornos. Prácticamente fuiel único que quedé de todo el grupo. Fuinombrado por la dirección, para enseñary dirigir a nuevos integrantes. Así

culminó un año con grandes penurias.Nos acercábamos al año 1944,evidentemente pasar un año encautiverio parecía un siglo.

EN EL AÑO 1944

Después de la gran derrota de losalemanes en Stalingrado, las divisionesde Hitler, empezaron a perder terreno.El ejército soviético tras duras luchasprácticamente reconquistó todos losterritorios perdidos. La línea del frentede batalla se acercaba, pues ya seluchaba en territorio polaco. Estábamosal tanto del desarrollo de losacontecimientos por medio de nuestroprimo Berek. El cedió parte de su panpara obtener noticias y esto le costó lavida; fue fusilado.

Renació una esperanza cada vez más

firme de poder liberarnos de esteencierro llamado ghetto.

Aunque los alemanes se encontrabanen retirada su actitud era igual o peoraún. Todavía se sentían fuertes yconfiados de su victoria porque elFuhrer se los había prometido. Llegaronrumores que los aliados iban a abrir unsegundo frente. También se sabía que lasciudades alemanas sufrían constantesbombardeos aéreos. Pero en el ghetto nose notaba ningún cambio, todo seguíacon la misma rutina.

En la planta donde trabajaba,sucedió algo inusitado. Todas lasmañanas se conectaba la llave para

poner en marcha el motor principal.Pero ese día al motor y a variasmáquinas les faltaron las correas quehacía poco tiempo habían sidocambiadas por nuevas. Se comprobó quese trataba de un robo. Las correas lesservían a los ladrones de suela parazapatos y eso que había una vigilanciatanto diurna como nocturna. Después derigurosas averiguaciones hubo quereponerlas. Las correas robadas nofueron localizadas.

Dentro del recinto del ghetto, habíaterrenos baldíos. Estos camposabandonados se encontraban lejos de loscentros poblados. La administración del

ghetto, los otorgaba a los interesadoscon el fin de cultivarlos. Para los cuatrointegrantes de nuestra familia nos fueronotorgados 60 metros cuadrados. Fui conmi hermana Ana al lugar donde estabanuestra parcela.

Cuando la vimos no sabíamos quéhacer, pensamos que mejor seríadesistir. Era un verdadero basural contoda clase de inmundicias y un olornauseabundo. Al fin nos decidimos aefectuar la tarea de limpieza que nosllevó un mes de esfuerzos. Todos losdías después del trabajo en losestablecimientos, dedicábamos un parde horas para preparar el terreno. La

intención era plantar algunas especies derápido crecimiento, con el fin de ayudara paliar el hambre existente. Lo que másconvenía era: remolacha, cebolla,rabanitos, lechuga y otras legumbres.

Por suerte se pudieron conseguirsemillas. Un tío nuestro que tenía algunaexperiencia con plantas, nos dabainstrucciones. Pasaron algunos meses yempezó a verse el fruto de nuestrotrabajo. Todos los días íbamos alcampito y llevábamos a casa un bolsocon verduras que nos venían muy bien ypor lo cual sentíamos gran satisfacción.Muchas familias con esfuerzo ysacrificio se dedicaban a estas tareas y

prácticamente todos los terrenos baldíosse convirtieron en áreas cultivadas.

Habían pasado varios años desdeque empecé a trabajar en elestablecimiento metalúrgico. En eselapso aprendí el oficio de torneromecánico. Por tener más experiencia, fuiascendido para dirigir al grupo. Elascenso no significada nada, pues lavida en el ghetto era una pesadilla. Porfalta de proteínas y vitaminas la mayoríade la gente padecía dolores en lasarticulaciones. Esa sensación la empecéa sentir en las piernas. Los sufrimientosse agudizaban cuando tenía que caminarun trayecto largo.

Los días transcurrían y parecía queel tiempo pasaba a favor nuestro. Lastropas soviéticas irrumpieron enterritorio polaco. Hicieronconsiderables avances, y se acercabancada vez más hacia nuestra ciudad Lodz.Podríamos haber quedado liberadossiempre y cuando los alemanes nohubieran tenido tiempo y medios paraevacuarnos. Pero sucedió algo que fueuna desgracia para todos nosotros. Lospolacos de Varsovia se anticiparon y selevantaron en armas contra el opresoralemán. Creyeron que iban a poderliberarse solos, sin ayuda de lossoviéticos. Las tropas rusas se

encontraban bastante cerca pero por nocoordinar con ellos, no obtuvieronninguna ayuda ni apoyo. Ellevantamiento fracasó. Fuerondiezmados por los alemanes. Miles dejóvenes polacos que no cayeron en lalucha, fueron llevados a los campos deconcentración. Esto fue desastrosotambién para nosotros. Los soviéticos nomovieron sus ejércitos por variosmeses, esto les dio tiempo suficiente alos alemanes, para llevar refuerzos porvía férrea, que pasaba cerca del ghetto.Podíamos ver el suministro de materialbélico que era transportado en trenes. Enlas plataformas de los vagones de carga

se veían pasar vehículos blindados,artillería de grueso calibre. Todo elmaterial de guerra nuevo, pasaba avelocidad hacia el este. Parecía que losalemanes se encontraban en apuros y yano iban a tener tiempo para ocuparse denosotros. Pero la suerte nos fue adversa.Comenzó la evacuación y nadie sabía adonde íbamos a ser llevados.

Todos creyeron que estabannecesitados de nuestra mano de obrabarata, que íbamos a ser reubicados enalgún otro lugar más alejado de la líneadel frente. Nadie imaginó elmaquiavélico plan de los alemanesnazis. Nos tenían reservado un lugar

apartado y resguardado. Mantenido ensecreto. Ese lugar era el gran campo deconcentración y de exterminioAuschwitz-Birkenau.

No fue suficiente mantenernos cuatroaños y medio encerrados en el ghetto yexplotarnos. El nazismo sediento desangre, seguía con su plan deaniquilamiento de nuestro pueblo. Losmiles de hitlerianos, pertenecientes alaparato de represión seguíanmasacrando a todo nivel. No vacilaronen hacerlo a pesar de que tenían revecesen todas las líneas de lucha. Losejércitos aliados, lograron importanteséxitos al abrir el segundo frente, en las

playas de Normandía. Con el transcursodel tiempo, París fue liberado. Peronuestros carceleros no tomaron encuenta esta situación adversa para ellos.Las 70 mil personas del ghetto,quedaron a merced de los nazis.

A esta altura después de casi cincoaños de sufrimientos, la gente estaba tanabatida, que todo ya le era indiferente.

II Parte

HACIA AUSCHWITZ

- ¿Qué método utilizaron los nazispara evacuar u toda la gente delghetto?

- Camiones con efectivos bienarmados irrumpieron en el ghetto. LosSS y la policía reagrupaban a la gente deuna determinada zona. Dio la casualidadque nuestra familia estaba entre losprimeros para ser evacuados. Unaconsiderable cantidad de personas fueconcentrada en una plaza donde yatenían carros tirados por caballosesperando. La gente fue ubicada en estoscarros; luego la columna se dirigió hacia

la estación ferroviaria. Apretujado en elpiso del vehículo con mi familia pudeobservar como un oficial de la policíajudía se dirigió al comandante nazirogándole por su madre. El alemán SShizo degradar al policía en público yjunto a su madre fueron destinados a serevacuados.

Cada tres carros que conducían a lagente se ubicó un camión de guardiasnazis. Así llegamos hasta la estacióndonde había decenas de vagones decarga, esperándonos. Pasamos a ocuparuno de esos vagones. Nos dieron para elviaje un pan para cada uno. Cuando nohubo más lugar la puerta corrediza fue

cerrada desde la parte exterior. Dentrodel vagón nos encontrábamos muyincómodos ya que estaba repleto degente. Por un hueco pude ver como losalemanes festejaban entre ellos conbotellas de vodka la tarea cumplida.Tragaron el líquido como si fuese agua.El tren seguía avanzando cada vez conmás velocidad. En ese transporteviajaban unos dos mil o másdesdichados. Se trataba de restos defamilias que habían logrado sobreviviral ghetto. Viajábamos apretujados sinconocer el destino de nuestro viaje. Almirar hacia afuera por la rendija vi loshermosos paisajes del campo, los

bosques y las plantaciones.Después de tantos años de encierro

todo parecía nuevo y maravilloso. Mellamó la atención que cuando noscruzábamos con campesinos las mujerestenían lágrimas en los ojos y exclamabanalgo que no podía entender o quizárogaban a Dios. También nos cruzamoscon ferrocarriles transformados enhospitales que trasladaban soldadosalemanes heridos del frente.

Llevábamos varios días de viaje. Laincomodidad y el cansancio se hicieroninsoportables. Perdimos la noción deltiempo. A papá le insinué que se afeitaray me contestó que lo haría cuando

llegásemos a un lugar. El tren empezó amaniobrar y entró en una vía solitaria.Lentamente se iba acercando al destino.Se detuvo y ante mis ojos apareció unpanorama que me dejó atónito. Mispadres me preguntaron: ¿Qué te pasahijo? Notaron la tremenda impresión queme había provocado el lugar donde eltren se había detenido. A todos noscausó la misma sensación cuandomiramos por la abertura del vagón.

Lo que se veía era la “obra maestra"del régimen nazi de Hitler. Aquí dondehabíamos llegado, era la solución finalpara nuestro pueblo como solían decirlos nazis. Hasta donde llegaba la vista,

había postes y alambrados de púaselectrificados. Esto era Auschwitz, elgran campo de concentración. Seextendía por muchos kilómetroscuadrados. Los postes tenían una alturade unos cuatro metros, la parte superiorterminaba inclinada. Por ambos lados seextendían alambrados alimentados concorriente eléctrica de alta tensión. Másallá otra impresión horrenda daban losbarracones y por último vimos allí a lagente. En un recinto alambrado, mujeressin pelo, con vestimenta rara, parecíanprovenir de un manicomio. Tambiénhombres todos rapados, como sipertenecieran a otro planeta. Nuestro

vagón todavía permanecía cerrado, dabala impresión que el viaje iba acontinuar. Todos nos hicimos esailusión, y rezamos en silencio invocandoa Dios. De golpe la puerta de hierrocorrediza fue abierta. A gritos noshicieron descender. La gente tuvo quedejar las pertenencias que había traídoallí mismo. Se formaron filas dehombres y mujeres por separado haciaun lugar determinado. Perdí de vista ami madre y a mi hermana que avanzabanen otra fila. Me costó reencontrarías.Logré intercambiar con ellas el bolsoque tenía un trozo de pan más claro. Esepan lo habíamos reservado para papá,

pues tenía un malestar digestivo. Loencontré nuevamente entre la fila de loshombres y me quedé con él. Estábamosaterrorizados. Se escuchaban tiros y medi cuenta que era una diversión de losSS. Decenas de éstos estaban enformación y con su fusil ametralladortiraban contra los recién llegados.

Encontré en mi bolso un peine. Lepeiné el cabello a papá para darle unmejor aspecto. Me di cuenta que nosencontrábamos muy cerca de un oficialalemán que seleccionaba a la gente parauno y otro lado. El gigante militar nazicon un movimiento de su mano sellabala suerte de cada uno. Me tocó

enfrentarme y me puse rígido. Me indicóel lado derecho. A mi papá que estabaalgo debilitado, le indicó el ladoopuesto. Me di vuelta, pero con gritosamenazadores me indicaron quesiguiera. Me encontré entre un numerosogrupo de hombres destinados a serinternados en uno de los campos deconcentración. Entre alambrados nosobligaron a hacer una caminata. Unapandilla de "capos" nos hostigabaconstantemente. Después de varioskilómetros llegamos exhaustos frente aun edificio en cuyo interior había cofres.Después de un discurso amenazadorexigieron tirar dentro de los cofres todo

lo que tuviera algún valor. Se referían ajoyas, anillos de oro y otros. Dentro delos cofres había montones de billetesque circulaban y tenían valor sólo en elghetto. Obligaron a todos a desnudarse ysólo permitieron llevar los zapatos.

Después nos tocó pasar por unasección donde a todos nos cortaban elcabello. Estos peluqueros nodemostraron tener delicadeza alguna.Antes de pasar a las duchas había quepasar por una zanja con agua. Dentro deésta exigían enjuagar las botas ozapatos. A latigazos había que pasar porlas duchas frías y todavía mojadosseguíamos por un camino que llevaba a

un depósito de ropa. Pasando por esedepósito, un encargado me tiró unacamisa, otro un pantalón, por último unsaco. El pantalón que me tocó erademasiado largo, pero lo solucioné, hiceun cambio con otro. Me lo probé y mequedó demasiado corto, pero acepté elcambio. Nos miramos unos a los otros yno sabíamos que hacer, si reír o llorar.Nos parecíamos a esos tipos de otroplaneta que habíamos visto desde elvagón cuando apenas habíamos llegado.Nos hicieron emprender de nuevo unacaminata acelerada. Por fin llegamos alrecinto del campo de concentración contodo nuestro grupo. Pasamos por el

portón de entrada en formación de acinco. Bajo estricto control de conteopor los SS ingresamos a esecampamento alambrado. Frente al portónhabía un muy numeroso contingente deguardias bien armados. Nuestro grupofue conducido por el camino central. Delos dos lados estaban simétricamenteubicados los enormes barracones demadera. En total había 32 barracas, 16de cada lado del camino principal.Nuestro grupo fue llevado al número 6.El "capo" era un polaco que estabatambién preso y tenía ayudantes queestaban confinados hacía ya tiempo. Porel medio de la barraca se extendía un

muro de casi un metro de altura. Noshicieron entrar, permitiéndonos ocuparsólo medio bloque. El grupo de genteque yo integraba llegó tan cansado, queapenas nos sosteníamos en pie. Unayudante del capo polaco subió sobre elmuro y con voz fuerte y amenazanteexigió que se le entregaran de inmediatolos objetos de valor que algunos habíanlogrado pasar. Cuando se dio cuenta quenadie se presentaba, los demásayudantes del capo, unos tipos fuertescon bastones se lanzaron contra la masahumana y apalearon corriendo a todosde un lado y otro del muro. Cuando yahabía transcurrido más de una hora de

martirio, un muchacho joven nos salvó.En un taco de sus zapatos tenía unaalhaja o piedra de valor, que los padresle habían dado para que usara en casode apremio. Cuando la entregó, satisfizoa los hampones. Después de esteincesante hostigamiento sin piedad,todos quedamos extenuados.

Afuera ya anochecía. Los ayudantesdel capo empezaron a extender unaespecie de alfombras sobre el piso detierra dentro del bloque. Llegaba la horade acomodar a la gente en el suelo comosardinas. Los zapatos había que dejarlosen el muro. Uno de los ayudantes notóque yo escondía mis botines debajo de

la cabeza y me los quitó, aparentementepara llevarlos al muro. Me encontrabaaprisionado entre otros cuerpos y por elcansancio me quedé dormido.

El tumulto de la gente me despertó,cuando todavía acostado en el piso notéque los demás ya estaban levantados.Me quedé algunos instantes sin recordardonde me encontraba. La barraca estabaalumbrada con una luz muy tenue. Elambiente era grisáceo por el polvillo;estaba envuelto en una neblina. Melevanté de un salto en busca de miszapatos, pero no había ningún par.Afuera estaba todavía muy oscuro. Elcapo polaco y sus ayudantes ya estaban

corriendo a la gente hacia el exterior delbloque para el "appel" (conteo). No erael único que no había encontrado loszapatos, éramos unos cuantos y nosdirigimos al capo polaco, pero no nosquiso escuchar. Nos mostró en un rincónalgunas holandesas de madera. Afuera elsuelo era barroso y yo no estabaacostumbrado a andar descalzo. Sentíuna gran desesperación. Recorrí toda labarraca y tuve suerte, encontré un solozapato. Después de seguir buscandoencontré una bota. La suela de la botaestaba despegada, pero era mejor queandar descalzo. Afuera estaba bastantefresco y había que formar de a cinco.

Después de varias horas aparecióuno de los SS y contó a los "presos".Terminado el conteo, busqué dondesentarme, pero el piso estaba fangoso,había que permanecer parado. Cuandoya el día aclaró, eché una ojeada a mialrededor y exclamé: ¡Dios mío! ¡En quélugar horrendo me tocó caer! Vi lastorres de vigilancia ocupadas por losguardias de la SS. Hasta donde alcanzómi vista todo era divisiones porinterminables postes y alambrados depúas. Lo que más quería saber era dóndediablos me encontraba, también quisesaber la suerte de la gente que fueseleccionada para el lado izquierdo

porque entre ellos se encontraba mipapá.

Del otro lado del alambrado habíaun campo de concentración similar ypegado al nuestro, pero los que seencontraban allí estaban presos desdehacía tiempo. Entramos en contacto conellos a través del alambrado y nosenteramos de todo lo que más nosinquietaba. Los del otro lado buscabanparientes entre los recién llegados. Sepudo saber que este lugar eraAuschwitz-Birkenau y que donde nosencontrábamos había sido habitado porgitanos. El campo en que fuimosinternados lo llamaron "Ziegeuner

Lager" campo gitano. Nos dijeron queninguno de ellos quedó con vida. Mileshabían sido exterminados. Nosseñalaron algunos edificios donde seencontraban las cámaras de gas y lashumeantes chimeneas de los crematoriosque funcionaban día y noche. Tambiénnos contaron que estaban llegandotransportes con judíos de Francia,Bélgica, Holanda y Hungría todos losdías y que las fábricas de muertos nodaban abasto. Nos informaron que desdeque Auschwitz había sido construido,perecieron millones de seres humanos.Queríamos saber qué destino habíantenido nuestros familiares que habían

sido separados de nosotros cuandohabíamos llegado. Nos contestaron quehabían pasado a otra vida. Además nosdijeron que habíamos tenido suerte,porque a un transporte anterior alnuestro que había llegado desde Grecia,castraron a todos los hombres. Noqueríamos dar crédito a esas horriblesrevelaciones. Quedamos atónitos yconmovidos.

En varios tachos trajeron sopa biencaliente; ya era mediodía y todosestábamos muertos de hambre. De losgitanos habían quedado algunosrecipientes, pero cucharas no había.Cuando logré obtener mi porción de

sopa, tuve que emplear los dedos comohacían los demás. Era un martirio, perono había otra alternativa, había queacostumbrarse a la horrible vida de uncampo de concentración.

Al día siguiente fuimos trasladados aotro barracón. Previamente los capossepararon a los jóvenes de entre 14-17años. Logré escurrirme y pasé con elgrupo de mayores. Fui trasladado albloque Nº 27. En este barracón ya habíauna gran cantidad de gente. Eran judíosprovenientes de Hungría. Estos tenían unaspecto saludable en comparación connosotros que parecíamos esqueléticos.El capo que tenía el mando era un

alemán convicto por algún hechocriminal. Era de estatura baja y decomplexión fuerte. Se movía con unbastón y se hizo respetar repartiendobastonazos; tenía alma de asesino. Conlos húngaros no me podía entender, puesellos no hablaban el idish.

El menú diario consistía en una sopaal mediodía, un trozo de pan negro de250 grs. y una cuchara de carne enconserva en la tarde. Dos veces al día, aprimera llora de la mañana y en la tardehabía que formar para el "appel".

Los alemanes mantenían ese lugarmuy en secreto para que no se divulgaralo que estaba sucediendo en ese gran

campo de concentración y de exterminio.Allí en ese horrendo lugar perdí laesperanza de sobrevivir. Si hubiesetenido a alguien más de mi familia parano estar solo. . . Esa sensación de estarsolo, entre gente desconocida, debilitabala moral, parecía que el triste desenlacefinal estaba cerca. Pero sucedió algoinesperado que elevó de nuevo miespíritu de lucha. Oleadas de avionesaparecieron en el cielo despejado.Cientos de aviones. Podían sernorteamericanos, volaban muy alto ylanzaban tras ellos estelas blancas. Laartillería antiaérea alemana disparabasin cesar, pero no alcanzaban sus

objetivos. Por primera vez vi unespectáculo tan sorprendente, parecíaque ya estábamos a salvo. Si los pilotosde esos aviones hubiesen tenido unaidea de lo que estaba sucediendo allí...!Por mi mente pasó una vaga ilusión; talvez podrían lanzarse en paracaídas yliberarnos. Pero los aviones hicieronsólo una pasada por el cielo deAuschwitz. Igual me dio una gransatisfacción y me renovó la esperanza.Pensé que en los días sucesivos sepodría ver de nuevo el poder aéreoaliado, pero no sucedió y todo seguía sincambio alguno.

El bloque Nº 27 al que fui asignado

estaba ubicado casi al fondo de estecampo. Desde allí a través delalambrado pude observar la Llegada delos nuevos transportes con gente.Llegaban trenes repletos de hombres ymujeres elegantemente vestidos.Probablemente eran judíos de Francia,Bélgica y Holanda. No fueronseleccionados y se encaminabandirectamente hacia las cámaras de gas.Ellos no lo sospechaban. Les hubieraquerido gritar, advertirles, pero estabademasiado lejos. Me sentía impotentedesde ese lugar para poder hacer algopara salvar de la muerte a esos sereshumanos. En ese momento en mis

íntimos sentimientos hervía un odiotremendo y un deseo de venganza contralos asesinos nazis. A esa altura de losacontecimientos mundiales, la victoriaalemana ya era dudosa. Pero los nazistío se querían dar cuenta todavía queestaban al borde de la derrota yproseguían en forma más acelerada conel plan de aniquilamiento del pueblojudío. El gigantesco campo deconcentración de Auschwitz fueconstruido no sólo para aniquilar anuestro pueblo, si hubiera obtenido lavictoria la Alemania de Hitler, la mismasuerte le hubiese tocado a los puebloseslavos y a otros. Nosotros éramos el

pueblo más desamparado y fuimos losprimeros en ser sacrificados. Auschwitzfue ideado para devorar decenas demillones de seres humanos según laideología nazi, sólo a la raza ariaalemana le pertenecía ser amo delinundo.

A las tres de la madrugada, el capo ysus ayudantes ya nos empezaron adesalojar del barracón. En poco tiempo,a latigazos todos fuimos corridos haciaafuera. Los "presos" se agrupaban yformaban una masa compacta paraprotegerse del frío otoñal, que se hacíasentir. Cuando los capos notaron que nosagrupábamos, empezaron a repartir

bastonazos con furia. Si llovía, igualhabía que permanecer a la intemperie.Después del riguroso "appel" de lamañana, llegó un grupo de médicos contúnicas blancas. Nos ordenarondesvestirnos y había que desfilardesnudos frente a ellos. Los que noposeían un físico suficientemente apto,fueron apartados. El aspecto de loshúngaros era notoriamente mejor, puesellos no venían de un ghetto. Fuiapartado para una posterior revisación.Muy preocupado me acerqué al jefemédico y le dije que era experto en elramo metalúrgico. Me contestó:

- Si no te retiras inmediatamente, temato.

Un capo del bloque me hizo luegouna observación, me dijo que tuvieramás precaución porque a los presos noles era permitido hablar y el jefe médicoa quien me había dirigido era Mengele.(Después de la guerra fue afanosamentebuscado por todo el inundo por haberhecho terribles experimentos con sereshumanos en Auschwitz). Luego nosenteramos que esa selección era parallevar a los presos que iban a trabajar enun establecimiento industrial enAlemania, cerca de la frontera francesa,pero todo quedó anulado.

La noticia que circulóposteriormente fue que aquella zonahabía sido destruida por un bombardeode la aviación aliada.

El tiempo pasaba muy lentamente.Sobrevivir un día parecía una eternidad.El aspecto de los prisioneros eradeplorable. Las condiciones en queestaban los presos los hacían sentircomo inútiles.

Cuando aparecían los corpulentoscapos, había que abrirles paso. Sedivertían repartiendo bofetadas a losque estaban distraídos. También solíanaplicar un fuerte golpe con la manoabierta al mentón de su víctima, para

derribarlo al suelo, que siempre estababarroso.

Los trenes seguían llegando, traíanvagones llenos de gente casi todos losdías. Me llamó la atención en especialla llegada de un transporte que desdelejos pude identificar que era del ghettode Lodz. En ese tren vinieron losdirigentes y también la policía del ghettocon su vestimenta y gorros con una cintaanaranjada. Estos confiaron demasiadoen los alemanes y cayeron en la trampa.En el ghetto los policías eran una "secta"privilegiada. Creyeron que iban a seguiren lo mismo, pero al bajar de losvagones, los "canadienses" embistieron

contra ellos y los gorros volaron por elaire. Las mujeres lanzaban horripilantesgritos por la paliza que recibían susesposos. Se pudo saber que en ese trenhabía llegado también el presidente delghetto, Rumkowski con suscolaboradores. Era portador de uncertificado o "credencial" de HansBiebow. Este era allegado de Himmler ytenía el alto cargo de ser el enlace entreel ghetto de Lodz y los alemanes.Rumkowski llegó a Auschwitz seguro deseguir en su cargo. Hubo una versiónque presentó la credencial al oficial naziy éste la rompió en pedazos.

Jaime Rumkowski, el ex “rey" del

ghetto fue llevado a dar un paseo. Lemostraron los campos de concentraciónde Auschwitz, luego las cámaras demuerte, al final los crematorios. En unode esos hornos fue introducido vivo.Pereció devorado por las llamas.

Los "canadienses" o grupo "canadá"así fueron llamados, eran los primerosmuchachos judíos que llegaron aAuschwitz, Esto sucedió entre 1942-43y muy pocos pudieron sobrevivir losseveros e inhumanos tratos de aquellosaños. Los que quedaban con vida eransumamente fuertes. Muchos de ellos erande Lodz. Llamaba la atención su estadofísico, eran altos y corpulentos, parecían

superhombres. Después de un tiempoconsiguieron ubicarse en lugares deprivilegio. Fueron utilizados por losalemanes de la SS en la terminalferroviaria para sacar la gran cantidadde valijas o bolsos que la gente traía yque habían quedado al lado de la víaférrea.

Cuando llegaba un nuevo transporte,no podían quedar vestigios del anterior.La tarea de los "canadienses" eralimpiar el terreno.

Otros grupos canadienses fueronutilizados para tareas en las fábricas demuerte. En las cámaras de gas retirabana los ya sacrificados, y también los

utilizaban en los crematorios. El límitede vida de los que hacían estos trabajosingratos, era relativamente corto, sólode algunos meses. Los alemanes loseliminaban para que no hubiera testigos.Vivían del otro lado del alambrado.

En muchas oportunidades nostrataron de ayudar. Por encima delalambrado electrificado tiraban trozosde pan o nos pasaban recipientes concomida. Había que tener mucha periciapara no recibir una descarga o para noser visto por el vigilante desde lo altocuidando que no se le ocurrieradisparar. Pero se arriesgaban y nosayudaban, también nos pasaban

información. Se pudo saber que hubo unlevantamiento y que no cristalizó conéxito.

Al lado del bloque 27 estaban losbarracones vecinos Nº 25 y 23. En esosbloques fueron ubicados jóvenes queoscilaban entre 1217 años, la mayoríaera de Lodz. Casi a diario iba a ver aalgunos que eran amigos de la infancia.En una oportunidad pude presenciar elmomento en que se repartía la sopa. Elque estaba a cargo de hacerlo era unhombre conocido en Lodz. Los traviesosmuchachos se acercaban en una fila muydesordenada. Al hombre se le hizo cadavez más difícil el reparto. Los chicos

hambrientos empujaban con susrecipientes para llegar primero y él yase había puesto nervioso. Sin querergolpeó a un chico con el cucharóngrande y lo lesionó en la ceja.Inmediatamente dejó de repartir paraatender al muchacho. Se notaba que se lepartía el corazón por el hecho.

Exclamaba: ¡Dios mío dónde podráestar la madre de este chico! Era unchiquilín de facciones delicadas de unos12 años.

A medida que pasaban los días senotaba que disminuía la actividadferroviaria. Ya no llegaban tan-tostransportes con gente. De nuestra ciudad

de Lodz ya habían sido evacuadosprácticamente todos. De los 70 mil quellegaron a Auschwitz más de la mitadfueron destinados a las cámaras de gas.Los otros se encontraban en losbarracones de ese campo "gitano" y lasmujeres en algún otro recinto. Losalemanes comenzaron a formar gruposque desde Auschwitz fueron comoesclavos trasladados hacia otraslatitudes. Los presos fueron llevados enlos mismos trenes bajo estrictavigilancia para trabajos forzados enotros centros de reclusión. Todos losque estaban confinados, tenían deseosinmensos de salir de allí. Se tenía la

certeza que una vez afuera habríamejores posibilidades para sobrevivir.

Despertamos con una noticia que nosprovocó estupor y nos horrorizó a todos,cuando supimos que los dos barraconesvecinos donde estaban ubicados losjóvenes, quedaron vacíos. Los SS enplena noche asaltaron los bloques yevacuaron en camiones a todos losmenores de edad. Se ensañaron contraaquellos chicos porque no llegaban mástransportes con material humano. Fueronllevados por los asesinos nazis para serexterminados en las cámaras de gas.Esos jóvenes habían pasado por laselección y se encontraban bien de

salud. Estaban aptos para cualquiertrabajo, para ganarse el sustento, por esoa todos los internados nos sublevó y nosprovocó un tremendo shock. Eranaproximadamente unos tres mil jóvenes.Por largo tiempo todos los confinadosde este campo quedamos conmovidos ydeseosos de vengarnos de los asesinosnazis. Y pensar que me hubiesecorrespondido estar entre ellos.

Fui trasladado a otro bloque, estavez al N0 12. En este barracón noestábamos tan apretujados como en elanterior. Esto fue debido que a medidaque salían transportes de los bloquespara trabajos forzados, fueron

transferidos presos de otros bloquesdensamente superpoblados, a aquellosen los que había quedado lugardisponible. Las condiciones eran entodos lados igual. A las tres de lamadrugada ya nos despertaban en elbarracón. Afuera el frío del otoño sehacía sentir. Los presos se agrupabanpara protegerse del azote del frío. Nosestábamos acercando al invierno. Tratéde introducirme entre la masa humana.Me había llamado la atención que desdeel centro del conjunto se elevaba unavoz serena. Pude distinguir que setrataba de plegarias que solía escucharen la sinagoga en otros tiempos. Resultó

que era "Yom Kipur" el día del perdón.Traté de acercarme más para ver al

que oficiaba las plegarias. Era unhombre casi esquelético que conocía lasoraciones de memoria a pesar de quepara este día son bastante extensas. Elcántico de Las oraciones a cielodescubierto en Auschwitz era de talmagnitud que conmovió a todos. De losojos ya resecos de los que estábamospresentes, salían lágrimas, otroslloraban sin poder contenerse.Casualmente no aparecieron capos y eloficiante pudo seguir sin serinterrumpido.

En otra oportunidad, me tocó

integrar un grupo para traer al barracónlos tachos de sopa. Nos dirigimos haciala cocina que se encontraba cerca delportón. Este lugar estaba siemprecustodiado por un pelotón de los SS. Lacocina era todo un complejo. Desdefuera se podía ver los enormesrecipientes en fila con instalaciones paracocción a vapor. Era un gran edificioespecialmente diseñado para eso. Elcomplejo era atendido por los propiospresos, bajo el control de los alemanes.Las latas de 50 litros de comida calientehabía que llevarlas a los bloques. Acada barracón ya le era asignada lacantidad correspondiente. El tacho había

que llevarlo por las asas entre dos. Loscapos repartían latigazos a los quecargaban las latas, exigían moverse conritmo acelerado. Nos costó muchoesfuerzo llegar hasta el bloque donde loshambrientos ya estaban formando largasfilas.

Los días pasaban y uno tenía queaprender y acostumbrarse a esta Vidamísera. Observaba a mi alrededor y medaba cuenta que la historia habíaretrocedido en varios miles de años.Auschwitz tenía un aspecto igual aEgipto hace milenios, como nos relata laBiblia. Vi carros con enormes rejastirados por hombres que me parecían

esclavos auténticos. En otro sitio vi adesdichados prendidos a los tachos yavacíos de comida que sacaban con losdedos lo último que podía haberquedado en los bordes del recipiente.

Entre un barracón y otro había unespacio libre donde se formaba para el"appel" dos veces al día. Sólo alrededordel bloque se extendía una faja de pasto.¡Pobre del que osara sentarse sobre elverde! Prácticamente debíamos estarparados todo4 día. Auschwitz no erasólo un campo de concentración y deexterminio, era un mercado de esclavos.Los que tenían la suerte de quedar convida, fueron convertidos en verdaderos

esclavos y como tales explotados entareas extremadamente difíciles.

Vinieron empresarios alemanesinteresados en adquirir mano de obragratuita. Frente a nuestro bloqueaparecieron dos corpulentos tipos muybien vestidos, acompañados por unmilitar de alto rango. Los dos de civiltenían en la solapa la insign4a nazi. Nosdieron la orden de formar, luegoempezaron a elegir. Aparentementeestaban interesados en los que tenían unoficio. Cuando me tocó él turno a mí, lesdije que era del ramo metalúrgico. Unode ellos también me pregunto si sabíadibujo. Cuando le contesté que sí, me

hizo anotar por el escribiente quetomaba los datos en el acto. En totalfuimos elegidos un grupo de unosdoscientos hombres. Me sentíafortunado, pues se me presentó laoportunidad de poder saber con vida deeste gigantesco campo de exterminio queera Auschwitz. Donde nos iban a llevar.,nadie lo sabía.

Algunos capos sustituyeron los yadesignados por otros que eran de supreferencia. Por suerte quedé en élgrupo. Todos fuimos llevados a lasduchas, luego nos dieron otra ropa y porúltimo nos llevaron al lugar donde seefectuaba Él tatuaje. En mi brazo

izquierdo me tatuaron un número. Metocó el Nº B-10279. Con una agujaimpregnada en tinta azul pinchaban unpoco más de medio centímetro dentro dela carne del brazo. Con gran habilidadlograron el número deseado. Quienesestaban prácticos en eso, eranprisioneros ya desde hace tiempo. Eradoloroso y provocó hinchazón porvarios días.

- ¿Para qué se tatuaba a losinternados?

El número imborrable sustituía alnombre y al apellido. El individuo,

grabado con dicho número, de hecho fueconvertido en esclavo. En caso defugarse alguno, éste facilitaría suidentificación. Sólo en Auschwitz losnazis utilizaban este método degradante.

- La letra B ¿que significaba?- Los primeros cien mil fueron

tatuados sin letra alguna. Los cien milsiguientes fueron marcados con la letraA y así sucesivamente. Solo fuerontatuados los que pertenecieron a lajurisdicción de Auschwitz. Después dela pequeña tortura nos fue impartida laorden de formar. De nuevo efectuaron

controles y conteos, y tras una largaespera fuimos conducidos hacia elportón de salida. Afuera estaban yapreparados dos grandes camionesabiertos. Nos ubicaron sentados muyapretados en el piso de los vehículos.Detrás del camión donde me toco estar,había una cabina a la que subió unvigilante armado con un fusil. El alemánun SS de unos 60 o más años, nos hizouna observación antes de emprender elviaje: que nadie osara levantarse de sulugar, porque él abriría fuego deinmediato Delante de los camiones ytambién detrás, iban vehículos conguardias armados. Después de recibir la

orden de partir, arrancaron.A medida que avanzábamos, pude

ver de nuevo la interminable cantidad derecintos alambrados y vacíos. Todavíaestaban en vías de ser terminados paratraer grandes masas humanas de otrasnacionalidades, con el fin de aniquilar ode esclavizar. En Auschwitz-Birkenauya habían sido devorados variosmillones de seres humanos. Parecía queno había posibilidad de salir con vida.Pero después de estar casi dos meses eneste gran campo de exterminio, renacióen mi una esperanza, cuando vi que nosestábamos alejando hasta perder devista a Auschwitz.

Seguíamos viajando y podíamosapreciar el hermoso paisaje campestre,la belleza de los verdes campos, lasplantaciones y los bosques. Se veíananimales pastando y a agricultoresocupados en sus tareas cotidianas. Todoa simple vista parecía normal. Peronosotros estábamos en el piso delcamión, aprisionados unos contra otros,vigilados y hambrientos. El alemán quenos custodiaba sacó de su bolso un trozode pan. Con su cuchillo recortó lacáscara y la tiró donde estábamossentados nosotros. La cáscara fuedevorada por los hambrientos. La parteblanda se la comió el SS con sus pocos

dientes.Habían pasado varias horas y

todavía seguíamos viajando. Se creó unproblema serio, pues los presos no sepodían contener más. Nos ingeniamospara orinar en un zapato y el contenidose tiraba por la baranda, ya que elalemán nos había amenazado con abrirfuego contra los que se pararan. El viajese hizo insoportable, los pies seacalambraban o se adormecían. Cuandocomenzó a anochecer, entramos en unazona de Alta Silesia donde habíagrandes establecimientos industriales.La atmósfera era densa de humo y vapor.Cuando llegamos al destino ya era de

noche Bajo el enfoque de reflectores noshicieron descender, siempre bajo laestricta vigilancia de los SS. Después delargas horas de viaje, sentimos no granalivio al poder enderezar el cuerpo.Todos fuimos conducidos a un edificio.Era una construcción de dos pisos. Losde la SS ocuparon la planta baja y anosotros nos destinaron a la planta alta.El edificio era nuevo. En el interior seextendía un largo pasillo o corredor yuna cantidad de piezas. En ellas habíacuchetas dobles con colchones de paja,frazadas y con un horno metálico acarbón. En la habitación se podía alojar18 "Heftlingen" presos. Habíamos

elegido con otro muchacho -amigo, lacucheta superior; -por ser jóvenestrepábamos con facilidad. Todosquedaron impresionados, ninguno se lohabía podido imaginar que íbamos atener un ambiente con cuchetas yfrazadas. Realmente fue una sorpresapara nosotros encontrar todo ordenado ylimpio. Estábamos ansiosos de meternosen las cuchetas después del largo eincómodo viaje y tener la satisfacciónde estar en una cama después delcansador trajín. Fui despertado por losque dormían debajo de nosotros.Estaban furiosos, pues caía sobre elloslíquido. Desperté a Henejl que

compartía la cucheta y efectivamente eraél el culpable del hecho. Loscompañeros de abajo despertaron atodos y se armó un gran griterío. Cuandose calmaron cambié de cucheta; no laquise compartir más con Henejl.

Al día siguiente todos estábamosdeseando saber a qué lugar nos habíantraído, como nos iban a tratar y qué tipode trabajo nos iba a tocar. Después deformar para el conteo, fuimosconducidos hacia un depósito deherramientas de trabajo, a cada uno letocó una pala y un pico. Un grupo fuedesignado para levantar él cerco, otropara construir un baño colectivo.

Después de reconocer el terreno, selogró averiguar por medio de un SSaccesible, que nos encontrábamos en laAlta Silesia, unos doce kilómetros deuna pequeña ciudad: Rybnik. Era unalocalidad fronteriza polacoalemana deantes de la guerra.

La intención de los alemanesconsistía primero en cercar el campocon postes y alambrados de púas.Segundo, levantar más construccionespara dar cabida a varios miles denuevos presos.

Fui designado para servir deayudante a un polaco de la zona. Elpolaco no preso era albañil contratado,

y mi tarea era arrimarle ladrillos ypreparar mezcla. Había muchos de ellospara estas obras. Era difícil entenderlos,pues hablaban un polaco fronterizo. Eltrato de ellos hacia nosotros eraindiferente. El comandante de este nuevocampo de concentración era un militaralemán de alto rango, probablemente uncoronel de la SS.

A mediodía llegó una cocina militarambulante, tirada por un caballo. Habíaque formar fila. Previamente serepartieron recipientes nuevos ycucharas. A cada uno le tocó un litro desopa caliente. El comandante alemánsupervisaba para que todo marchara

correctamente. Aunque recibí una fuertebofetada de él que casi me arrancó lacabeza, no le guardé rencor. En relacióna otros SS era menos cruel. Con suuniforme impecable, el comandante eraun militar nato. Siempre se le veía conguantes de cuero y no se separaba de sufusta. Solía observar el estado de lasprendas de vestir de los "Heftlingen". Alos que tenían vestimenta rota odescosida, los mandaba inmediatamenteal depósito a cambiarse. Hablaba unalemán muy claro. A los que veíaharaganeando les gritaba de lejos estafrase: Pass auf Mensch, wenn ich drankomme.

-¡Ten cuidado hombre que enseguidaestaré allí!

A los militares que se les designabaser jefe de un campo de concentración,tenían que ser allegados de Himmler ode otro jerarca nazi, pues eran elegidoslos de suma confianza.

El trabajo de obra resultó muy duropara mí. Era un muchacho frágil paraesas tareas. Después de doce horasdiarias de dura labor, sentía dolores entodo el cuerpo. Pasaron varios 4ías y fuielegido con otros jóvenes para tareas delimpieza. Los cuartos donde dormían lospresos había que mantenerlos bienlimpios. Las camas tenían que estar

impecables. Los pisos había quelavarlos a diario, tanto los de las piezascomo los pasillos. Había que mantenerencendidas las estufas. Estábamos bienabastecidos de carbón, pues en esta zonase encontraban yacimientoscarboníferos. Aunque estábamos todavíaen otoño, el frío ya se hacia sentir. En elaspecto laboral m4oré notablemente.Con los otros muchachos me llevababien, eran como de la fainilla. Enrealidad tratábamos de no hacer nada.Nos agrupábamos alrededor de una delas estufas y basta nos dimos en algúnmomento el lujo de contar chistes oridiculizar a los nazis. Pero siempre con

precaución uno del grupo tenía que estaratento, por si de imprevisto aparecíaalgún capo o un SS. Si se acercabaalguno de éstos ya teníamos preparadosbaldes de agua. Si era necesario losvertíamos en los pisos para aparentarque se trabajaba en forma febril.

¿Qué pasaba si alguien seenfermaba?

Atención sanitaria no había. Una vezpor semana venía desde la centralAuschwitz, una ambulancia que era unacamioneta de la Cruz Roja que sellevaba a los enfermos y a los muertos.

Todas las semanas había bajas. Losenfermos no tenían salvación, se lospodía considerar muertos. Uncompañero que dormía en la mismapieza y con el que habíamos trabadoamistad, enfermó de pulmonía y seencontraba en un estado muy grave. Elcomandante del campo se enteró y vinoa ver al enfermo. Le preguntó si podíabajar para el "appel", conteo. Elenfermo no se lo aseguró. Si no estabaen condiciones de bajar de la cucheta, selo llevaría la ambulancia que habíallegado ese día. Cuando se fue el altooficial nazi, llamé a Henejl para que meayudara a llevar al enfermo. El hombre

apenas se podía tener en pie. Seapoyaba sobre nuestros hombros. Nosubicamos entre el grupo que ya estabaformado. Cuando empezó el conteo porun SS, rogué al enfermo para que hicierael esfuerzo de quedarse erguido uninstante Apenas terminó, tuvimos queagarrai4o, porque no podía sostenersemás tiempo. La ambulancia se fue y elcompañero de pieza se salvó. Pasaronalgunos días y el que había contraídopulmonía sanó completamente. (Apenasterminada la guerra, tuve oportunidad dever a esta persona y recordamos juntosaquél episodio).

Pasaron algunas semanas desde mi

llegada a ese campo de trabajo Laprincipal tarea del primer contingente depresos era terminar el otro bloquecontiguo. La obra creció con ritmoacelerado. Los materiales necesarios setraían de la estación ferroviaria cercana.Bajo la vigilancia de los SS, salíangrupos de prisioneros que tenían la tareade descargar de los vagones: ladrillos,arena, cemento, hierro y otroselementos.

En un descuido de los vigilantes, unprisionero logró

evadirse. El grupo volvió al campocon uno menos. La desesperación de losalemanes y principalmente del

comandante nazi era enorme. Uncomando SS salió en su búsqueda, perosin resultado. Si lo hubiesen encontradolo habrían colgado en la plaza enpresencia de todos. El caso fuenotificado ala central de Auschwitz. Aldía siguiente llegó una vasta comisióninvestigadora. A quien le costó el puestofue al jefe del campo. El comandantenazi quedó destituido.

Para nosotros los internados era unaliciente, aunque uno sólo logró lalibertad. Lo conocía, era un muchachojoven y todos admiramos su decisión.Realmente había que ser valiente, tenercoraje y sobre todo mucha suerte.

Lamentamos que el jefe del campofuera cambiado porque este no eramalvado y no sabíamos quién lo iba asustituir.

Efectivamente el comandante delcampo quedó depuesto. Su lugar loocupó un berlinés con un acento alemáncerrado. El alto oficial nazi no era tansevero como parecía en principio.

El campo de trabajo forzado crecíaen edificaciones como en gente. Alprincipio éramos unos doscientos peroal pasar el tiempo se multiplicó por treso cuatro veces más la cantidad depresosesclavos.

La ambulancia de las Cruz Roja

llegaba desde Auschwitz una vez porsemana puntualmente, como va lo habíamencionado. Un hombre había fallecidoy el médico nazi de la ambulanciadeterminó que el hombre había muerto aconsecuencia de una enfermedadcontagiosa. Al dia siguiente llegó deAuschwitz un grupo de médicos parahacer una inspección. Todos los queestaban confinados en ese campo teníanque pasar desnudos delante de ellos.Revisaban minuciosamente uno por unopor si se habían contagiado de un tipo detifus que dejaba marcas en la piel. Alfinal por precaución medio block quedóaislado.

A la pieza donde dormía el fallecidoy a las contiguas, se les impuso unacuarentena. En Realidad deberla estarentre los que quedaron en cuarentena,pero en el momento cuando quedóbloqueada esa parte, no me encontrabaallí. Cuando quise ingresar, me loprohibieron. Tuve que buscar algún otroalojamiento. Un conocido mío deapellido Berlinski fue nombradoencargado. Nos pidió ayuda a unmuchacho y a mí. La tarea de nosotrosera traer la ración diaria: el pan y lostachos de sopa que luego Berlinskirepartía.

Muchos tenían envidia a los que

quedaron aislados, porque no salían atrabajar. Finalizada la cuarentena, vinouna orden de los alemanes paradeportarlos a todos y entre ellos muchosamigos míos. Nos enteramos que fueronllevados a Auschwitz, fueronsacrificados.

Tiempo después se divu1gó unanoticia bomba: dos presos se habíanfugado se trataba de dos hermanos.Salieron a trabajar con un grupo paradescargar vagones y pasó exactamentelo mismo que en el caso anterior. Losvigilantes armados de los SS ya eranhombres de edad y aquellosaprovecharon un momento propicio para

fugarse y lo lograron sin ser abatidos.Nuevamente llegó de Auschwitz otracomisión investigadora. Se creyó que elnuevo comandante iba a ser destituido,pero no sucedió así. Nos enteramos queéste era un hombre de confianza deHimmler, y no lo removieron. Para losalemanes nazis una fuga significaba unatremenda pesadilla. A toda costa queríanmantener el crimen que cometieroncontra nuestro pueblo en secreto.Divulgar lo que allí ocurría los pondríaen una situación comprometida. Setomaron algunas medidas más estrictas,se realizó una vigilancia más controladay el asunto no pasó a mayores.

Los alemanes estaban seguros quelos fugados en poco tiempo seríanencontrados, ya que la población civilde los alrededores eran pro-nazis ydenunciarían en el acto a la genteextraña. Pero no sucedió así y esto nosllenó de inmensa satisfacción.

Al otro día estábamos formandopara el “appel" conteo, y no coincidíacon el día anterior. Los capos y los SScomenzaron una búsqueda dentro delcampo. Mientras tanto había que estar ala intemperie aguar. dando.. De repentese vio salir de un bloque a un presocorriendo, detrás de él a un SS y a uncapo. Los dos lo castigaban sin lástima

hasta que pudo llegar al lugar dondeestábamos ubicados. El hombre se habíaquedado dormido y no se habíapresentado cuando se hizo el llamadopara el "appel".

Habían pasado algunos días y otrorecluso logró fugarse. Lo conocía, era unmuchacho joven de algo más de veinteaños, alto y con buen físico. Trabajabadonde pasaba la vía férrea; desaparecióigual que los otros fugados. La ira de losnazis era muy grande. De Auschwitzllegó todo un estado mayor. Hicieronminuciosos Interrogatorios.Prácticamente les llevó un día entero lainvestigación. Nos asustaba ver tantos

jerarcas juntos. Cuando ya los vimosirse nos sentimos más aliviados. Pororden de éstos se hizo un nuevo registro.A los reclusos que vivían antes de laguerra en la Alta Silesia o en lasinmediaciones no les fue permitidoabandonar el lugar. Estos comenzaron atrabajar dentro del recinto del campo.Eran identificados con una insignia quetenían prendida en la ropa. Esto se debíaa que los que lograron fugarse eranoriundos de la zona y recibieron ayudade los polacos amigos. Estos corrieronel riesgo y les proporcionaron refugio alos fugados. Hubo algunos polacos quearriesgaron su vida.

El comandante nazi fue reemplazadopor otro oficial de rango. Lasdiferencias entre éste y los antecesoreseran notables. Por ejemplo, losdestituidos se solían atender por unpeluquero que había entre los reclusos.Pero este nuevo no lo aceptó, tenía uncarácter cínico nazi.

EN LAS MINAS DECARBON SHARLOTTEN

GRUBE

Fuimos trasladados a otro campo deconcentración, mucho más amplio, podíadar cabida a aproximadamente tres milpresos. No estaba lejos del anterior,sólo algunos kilómetros lo separaban.Un bloque fue destinado para atenciónsanitaria. Comenzaron a llegartransportes y los bloques del campo sellenaron de gente. También llegó ungrupo de médicos. Entre ellos uncirujano judeofrancés. Este fue

designado como jefe médico. Berlinskiquedó nombrado encargado del sectorsanitario y yo fui presentado por éste alcirujano; le caí bien y me aceptó comocuidador nocturno.

El nuevo campo comenzó a tomarotro giro. La intención de los alemanesera utilizar a los confinados paratrabajar en las minas de carbón que seencontraban cerca. En las mismas minastambién trabajaban prisioneros deguerra, rusos. Estos recibieron un mejortrato, pues estaban bajo vigilancia de laWehrmacht. A la gente de nuestro campole tocó lo peor. Fueron designados a unsector donde la veta de carbón tenía 70

cm. de altura. El trabajo de la extraccióndel mineral se tenía que realizararrodillado y con una pala de un diseñoespecial para esta tarea. Arrastraban unpesado farol a batería para alumbrar laoscuridad reinante. Supe que el nombrede la mina en alemán era SharlottenGrube": esta tenía una profundidad de400 metros. El doble ascensor estabadiseñado para subir y bajar vagoncitos oa gente. Zumbaban los oídos por lavelocidad que desarrollaba.

Los SS no bajaban a la mina; ellosse quedaban esperando hasta queterminaba el turno. Por suerte no metocó trabajar allí. Yo había quedado en

la enferme-ría. Este puesto significabaser privilegiado ya que lío tenía queformar para el “appel".

La primera noche el jefe médico mesorprendió durmiendo. Estaba sentadoen un banco y por el trajín diario, medormí. Fui despertado en plena nochepor una fuerte bofetada que me dio elmédico francés. No sabía cómoexcusarme, le pedí otra oportunidad, leprometí que no iba a suceder más, y élme perdonó.

A medida que pasaba el tiempo, estebloque destinado para prestar primerosauxilios, se convirtió en hospital. Todoslos días ingresaba gente con dolencias

de distinta índole.A los que les había tocado trabajar

en el sector de la mina de 70 cm. dealtura, les proporcionaron rodilleras.Pero estos protectores de rodillas sedesgastaron rápidamente y no se les diootros. Los mineros-esclavos que searrastraban en ese espacio reducidoquedaron agotados. Muy a menudo habíaderrumbes. Los desdichados sedesplazaban como ratas, los castigaban,obligándoles a extraer el carbón enforma acelerada.

El hospital en poco tiempo se llenóde enfermos y accidentados. Trajeron auno en grave estado. Este hombre había

sido asignado para enganchar lasvagonetas ya cargadas que llegaban porimpulso. Por no tener experiencia no lologró la primera vez. Un capo lo castigósin piedad, obligándolo a hacerlo denuevo. Lo enganchó, pero no retiró atiempo su cabeza y recibió un tremendoimpacto de los discos parachoques.Llegó inconsciente con la cabeza todahinchada; los pocos días que viviódeliraba constantemente. Era unconocido comerciante de nuestra ciudadde Lodz.

Otro hecho desagradable ocurriócuando un capo alemán sorprendió a unoen el momento en que hizo una pausa en

el trabajo. Le arrancó la pala de susmanos y le asestó un salvaje golpe en lacabeza. Le hundió el cráneo. Lo trajeroninconsciente al hospital: era un judíocheco. Se le colocaba hielo en lacabeza. Yo me acercaba de vez encuando para ver si reaccionaba, pero eldaño fue irreparable y murió a los pocosdías.

La gente que salía a trabajar en lasminas comenzó a sentir el agotamiento.Llegaban ennegrecidos por el polvillodel carbón. Entraban a los bañosdespués del trabajo a ducharse, pero conagua fría, sin jabón y sin toalla, siemprecon la misma ropa: parecían gente del

continente negro.Muchos no podían aguantar esa vida

y se suicidaban. Se tiraban por el huecoque había al lado del ascensor de laluma. Trajeron al hospital en uncajoncito los restos desechos de un serhumano que encontraron a 400 mts. deprofundidad. No fue un hecho aislado,ocurría muy a menudo. Esto incomodabaal comandante, porque la prensa local lopublicaba. El jefe del campo habló a losmineros y entre otras cosas dijo:

- Los que perdieron el interés porla vida, no necesitan tirarse por el

hueco del ascensor, que se presenten, ycon gusto les daré el tiro de gracia conmi arma.

Seguía en mi puesto como únicocuidador nocturno, en el bloque delhospital. También debía ocuparme detapar con una frazada los cuerpos queyacían sin vida. Se producían decesoscada noche; al día siguiente debíainformarle el hecho al jefe médico. Alprincipio esto chocaba con misensibilidad, pero a medida que pasabael tiempo me tuve que adaptar. Eraconocido dentro del recinto hospitalario,como fuera de éste. Mis tareasespecíficas eran hacer guardia en lloras

nocturnas, atender a los enfermos,mantener encendidas las estufas,despertar al médico si fuera necesario.Si de imprevisto se hacía presente elcomandante del campo o algún otro SSpara inspeccionar, me tenía queidentificar en alemán: Heftling(internado) Nº B 10279 cuidadornocturno. Se trataba de una inspecciónocular.

En la tranquilidad de la nochemuchas veces recordaba a mi familia.¿Dónde estaría mi madre y mi hermana?Esos pensamientos me agobiaban.También me preocupaba un muchachomuy amigo mío que trabajaba en la mina,

pero en condiciones muy diferentes a lade los demás. Por lo general los minerosterminado el trabajo volvían al campo.A este amigo le tocó un sector donde lesmarcaban mi número determinado demetros para extraer carbón. Hasta queno terminaba la cantidad marcada, quepodía insumirle hasta 15 horas diarias,no lo soltaban. Casi todas las nochesllegaba al nosocomio extenuado yhambriento. Lo hacía pasar a un lugarsemioculto para ayudarlo con comidacaliente para que pudiera sobrellevar lapesada carga de ese trato inhumano.Traté de aliviar a muchos otros dentrode mis posibilidades.

Aparte del grupo de médicos, habíatambién algunos enfermeros, entre ellosBeniek. Los enfermos lo estimaban.Preferían ser atendidos por él. Enespecial se destacaba en dar inyeccionesy cambiar vendajes. En muchasoportunidades fui su ayudante. Un casoespecial pasó con un adolescente judeo-húngaro. Ese joven de aspecto delicado,esbelto, rubio, de ojos celestes, fuedesignado como minero en el sector depoca altura. Se arrastraba con lasrodillas desnudas. Llegó al hospitaldesgarrado e infectado. Antibióticos enaquellos tiempos no había y la infecciónseguía avanzando. Ya casi no le quedaba

carne en los muslos. Se le veía sólo lostendones y el fémur. Beniek le cambiabael vendaje.

Preocupado por el muchacho, lepregunté a Beniek si había algunaposibilidad de que se salvara, contestóque aparentemente la infección estabadominada. Pero el aspecto del enfermoera calamitoso. Mientras lo estábamosatendiendo llegaron varios altosoficiales nazis, con un cedulón buscandojusto a ese muchacho húngaro. Loquerían llevar, pero el enfermo estaba alborde de la muerte, y decidierondejarlo. Hubo una versión que delexterior se iba a pagar una fuerte suma

de dinero para rescatarlo. Murió al díasiguiente.

Como todas las noches hice unaronda para ver silos enfermos dormían oa los que estaban quejosos prestarlesalguna ayuda. Varios de ellos seencontraban en recuperación, pero noestaban durmiendo, sino sentados en suscuchetas. Les pregunté que pasaba; mecontestaron que las chinches y los piojosno los dejaban conciliar e] sueño. Nohabía medios para combatir esas plagas.No era de extrañar porque la ropa no selavaba, ni se cambiaba, ni las frazadastampoco. Preferían pasar sentados en lascuchetas para evitar ser picados.

Entre los enfermos se encontraba unjudeo-checoeslovaco, era de profesióningeniero. Padecía de pulmonía. Estehombre era muy apreciado. Me llamó laatención que inclusive los caposalemanes se interesaran por su salud.Los médicos no disponían de mediospara socorrerlo. Mientras me encontrabade guardia, llegaban muchos a preguntarpor la evolución del enfermo. Elingeniero luchaba por la vida. Le eradifícil respirar. Me llamó, corrí hasta ellecho donde estaba recostado. Ladesesperación lo hizo levantar. ¡Nopuedo respirar! ¡No puedo respirar! eranpalabras entrecortadas. Lo tranquilicé y

corrí a despertar al médico. El doctor leinyectó un tranquilizante. Esa mismanoche se produjo el deceso delingeniero que era lamentado por todoslos que lo conocieron en vida. Norecuerdo su nombre.

El tiempo pasaba y el invierno sehizo presente. Nevaba en formaconstante. El frío era otro azote para losconfinados. Estábamos aislados yprácticamente no sabíamos nadarespecto a los acontecimientosmundiales. El jefe médico me llamópara notificarme que tenía la intenciónde colocar a otro en mi lugar. Me dijo:te veo muy bien de salud y apto para

trabajar algún tiempo como minero; entu lugar colocaré a otro que no esté entan óptimas condiciones físicas.

En presencia del jefe médico tratéde mantener una postura normal aunqueinteriormente esta noticia me cayó comoun balde de agua, porque en ese puestomi situación en relación a otros eratolerable. Pero él era el que mandaba yya tenía que pensar en hacer los trámitespara ser incorporado al grupo demineros. Por tener cierta influencia,logré ser incorporado al sector Nº 3,donde la veta de carbón tenía entre dos ytres metros. Abandoné el bloque-hospital y me ubique en el grupo que

salía a trabajar temprano. El capo delsector era un yugoslavo, de nombreBranco. Le caí bien y entablamos ciertaamistad. El idioma no era un escollo, elyugoslavo es algo parecido al polaco.Le pregunté por qué él se encontraba enun campo de concentración. Me contestóque en su país estaba integrado a laguerrilla del líder Tito. Fue sorprendidopor los búlgaros nazis cuando trasladabaarmas hacia otra localidad vecina. No lofusilaron porque era de una familia muyrespetable. Fue confinado a un campo detrabajo forzado y luego lo transfirieron aeste lugar. Por tener buen físico lonombraron capataz o capo del grupo que

trabajó en la luma en el sector N" 3.Llegó el día de iniciar mi tarea como

minero. El espeluznante frío de lamadrugada, congelaba las extremidades.Después del conteo, comenzamos amarchar como soldados siempre de acinco. Caminamos por medio de la callevigilados de costado por los SS bienarmados. Había que andar un buentrecho, pasar por un poblado, hastallegar al establecimiento carbonífero.Por orden de los alemanes, había quecaminar agarrados de los brazos. A cadarato nos hacían acordar a gritos:¡Einhaken! Engancharse.

Nos estábamos acercando, se podía

divisar a lo alto dos ruedas gigantescasgirando. Estas ruedas eran parte de losascensores.

Una vez ubicados en uno de ellos,bajamos a velocidad para llegar alrecinto principal. Había granmovimiento de gente y trenes eléctricos.Cuando nosotros ingresamos nostropezamos con la gente que terminabael turno de la noche. La mayoría eranprisioneros rusos. Estos usaban suvestimenta militar. Estaban bajovigilancia del ejército alemán"Wehrmacht". Recibían un trato muchomejor que nosotros. Todos parecían sertipos fuertes, de buen físico. Solían

hablar en ruso con nosotros, pero muypoco les podíamos comprender. La fraseque pude entender era: "Manténgasefuertes muchachos, los nuestros ya estánpor llegar".

En el gran hall había que buscar unlugar en un vagoncito de la línea que nosiba a conducir hacia el sector Nº 3. Eltrayecto era bastante largo. Se viajabapor corredores subterráneos muyoscuros, hasta llegar a la terminal. Cadaminero recibía un farol a batería, muypesado. Con el farol en la mano habíaque emprender una caminata por lospasillos, para llegar al lugar de laexcavación. Por lo menos en ese sector

se podía caminar sin necesidad deagacharse. Eso ya era un privilegio. Amedida que nos internábamos, el calorse hacía sentir más sofocante, se notabaen el ambiente que faltaba el aire,aunque habla ductos que tenían unaventilación continua. A nuestro costado,cintas transportadoras de casi un metrode ancho estaban en constantemovimiento. El conjunto de máquinasenlazadas con esas cintas de tela ygoma, llevaba el carbón hacia losvagoncitos. Por el carril, éstos eranarrastrados ¡lacia el ascensor y luegovaciados en la superficie de la minacarbonífera.

Me asignaron para recoger con unapala el carbón que se había caído de lacinta transportadora. Cuando losprisioneros rusos terminaban el turno,encontrábamos gran cantidad delmineral que se había caído por loscostados al piso. Muy distinto eracuando les tocaba el turno a losinternados judíos. La cinta trasladabaalgún trozo de carbón que otro. Ademásde estar desnutridos y no aptos paratareas tan duras, también había de partenuestra un acto de resistencia, para queel rendimiento fuese menor. Sólo cuandoaparecía de improviso el "Steiger"(supervisor), la cinta llevaba más

cantidad. Este se distinguía por el tipode linterna, que tenía en su gorro. Pobrede aquel individuo que fuerasorprendido no haciendo riada, él lodeshacía a latigazos. Dentro delestablecimiento minero trabajabanmuchos civiles. Estos eran polacos de lazona. Se les entendía más en alemán queen polaco. Eran agricultores, y paraevitar que los alemanes les confiscaranlos bienes, fueron obligados a trabajarde seis a ocho horas diarias en la minade carbón. Después de ocho horas durascon la pala, quedé cansado y sentía todoel cuerpo dolorido.

Finalizado el turno, la gente

abandonaba el sector y se encaminabahacia donde estaban los vagoncitos. Unavez ubicados, fuimos llevados deretorno al ascensor. Arriba ya nosestaban esperando los guardias SS.Después de emprender la caminata,volvíamos al campo. Nos mirábamosunos a los otros, todos estábamosennegrecidos por el polvillo del carbón.En el campo sacudíamos la ropa, nohabía otra para cambiarse. Algunos nosduchábamos, pero eso no nos quitabanada de mugre, no teníamos jabón nitoalla. Luego había que formar fila paraobtener la ración diaria, una sopa y untrozo de pan.

Una vez consumida esa ración,sentíamos más el hambre que antes.Presuroso subía a la cucheta para dejarcaer mi cuerpo cansado y dolorido.

Pasaron algunos días, desde quehabía comenzado a trabajar comominero. Fui cambiado de tarea ydesignado con otro muchacho amigopara ayudar a un civil polaco. Elhabitante de la zona se desempeñaba enreparar las bandas transportadoras. Elcarbón de piedra las gastaba ydeterioraba. Habla que cambiar lostrozos de cinta en mal estado, por otrosnuevos. Eso se lograba por medio degrampas metálicas. El polaco era

amable para con sus dos ayudantes.Todas las mañanas nos traía trozos depan con manteca y una botella de leche.Esta generosidad era para nosotros degran ayuda y de enorme valor. Al ladode él aprendimos rápidamente la tareade recambio y mantenimiento de lascintas transportadoras de carbón.

La amistad entre el yugoslavoBranco y yo, se afirmaba cada día más.Nos entendíamos cada vez mejor.

Había entre nosotros un verdaderosentimiento de hermandad. Branco noprobaba un bocado si no lo compartíaconmigo. Lo único que me molestaba eraque maltrataba al grupo que a tenia bajo

su mando. Le hice una observaci6n alrespecto y realmente cambió su actitud.Solía hablar de su Yugoslavia natal, desu familia, de la hacienda de granextensión. Ya de hecho le tuve queprometer viajar a Yugoslavia, siempre ycuando lográramos sobrevivir. Pormedio de Branco pude conocer a ungitano alemán, que era el encargado deun bloque vecino. Era de baja estatura yhablaba un alemán claro. Yo teníacuriosidad por saber cual era la causapor la que él estaba confinado en esecampo de concentración. Me contó quese dedicaba a robar autos en Berlin y enotras ciudades. Fue descubierto cuando

choco con un vehículo robado y fue aparar en este campo. El gitano meproporcionaba de vez en cuando algúnalimento que me ayudaba a paliar elhambre.

EN EL AÑO 1945

Estábamos en pleno invierno conheladas bajo cero. Nevaba casi decontinuo. En la mina de carbón setrabajaba normalmente, pero en la mitadde enero, el polaco a quien ayudábamosen la reparación de las cintas, trajo a lamina el diario local en alemán. Congrandes titulares en la primera hoja, secomunicaba que el ejército soviéticohabía lanzado una gran ofensiva en laregión de Cracovia. La zona mineradonde nosotros trabajábamos, seencontraba a unos doscientoskilómetros. Una vez finalizada la tarea

diaria, una reforzada guardia nosacompañó al recinto del campo. Apenasllegados nos enteramos que íbamos a serevacuados. Efectivamente al díasiguiente de madrugada tuvimos queformar, con una helada que cortaba larespiración. Los hospitalizados se iban aquedar. En total éramos unos dos mil. Elconteo se prolongó; había ya pasado doshoras y nada. No coincidía, faltaba uno,Guardias y capos comenzaron adispersarse por todos lados para ir en labúsqueda del individuo. Después de unahora más, lo encontraron. Estaba en unazanja debajo de unos tablones queservían de pequeño puente. Era judeo-

húngaro. Recibió una dura paliza.Llovían los latigazos de todos lados;horrorizaba verlo.

Al fin comenzó la marcha,abandonamos el lugar para dirigirnoshacia otro destino. Pudimos saber porparte de los SS que íbamos a tener quecaminar unos 200 kilómetros. Los viejosguardias de los SS nos decían: "ustedesson jóvenes, pero pobre de nosotros losviejos".

El destino era otro campo deconcentración dentro de Alemania.Íbamos caminando rodeados de guardiasarmados. Todo alrededor nuestro estabacubierto de nieve. El hielo crujía debajo

de las pisadas ¡pobre del preso-esclavoque tenía que movilizar el intestino!Permitían hacerlo al costado del camino,prácticamente en movimiento, porque nopodíamos retrasarnos. Los primerosveinte kilómetros no pesaron, perodespués se empezó a sentir el cansancio.

Los SS cuando vieron que la masa seestaba enlentenciendo, empezaron aexigir más rapidez a gritos y latigazos.Alrededor nuestro no se veía ni un alma;hasta donde llegaba la vista todo estabacubierto por una manta blanca de nieve.Caminábamos arrastrando las piernas.Cuando ya habíamos hecho cerca decuarenta kilómetros, divisarnos un

establecimiento rural. Efectivamente,hasta allí fuimos conducidos. Nosdejaron dentro de unos galpones. Erandepósitos de pasto seco. No pensábamosen otra cosa, sino en tirarnos sobre e]pasto. Todos estaban rendidos por elcansancio. En esos galponespernoctamos.

Al día siguiente después del conteo,repartieron algún alimento y de nuevohabía que emprender la marcha. Fuimosalcanzados por un vehículo militar,después de haber hecho unos diezkilómetros más.

Del vehículo salieron algunos altosoficiales SS para reunirse Con los que

conducían a nuestro grupo. Laconversación que mantuvieron terminó acarcajadas Poco después. Cuando elauto (le los jerarcas nazis se alejó, nosdieron la noticia: había que volver almismo campo de concentración dondehabíamos estado. Significaba (fue estábarrios condenados a hacer a pie los 50kilómetros de nuevo. La orden fueimpartida y empezamos la marchafaltando tan largo trecho para llegar aldestino.

Resultó que el ejército soviético yase adelantaba a la zona hacia donde nosestábamos dirigiendo. Nos detuvieron,por desgracia para nosotros, porque

querían evitar que fuéramos liberadospor patrullas de los soldados rusos. Nosllevó todo el día llegar de vuelta alcampo de concentración, dondehabíamos habitado.

Caímos en las cuchetas extenuados,medios muertos. Pernoctamos yquedarnos algo repuestos.

Al día siguiente nos llegó la noticiamientras estábamos formando, sólo seiba a hacer una caminata de unos diezkilómetros y luego seríamostransportados por ferrocarril. Losenfermos también serían evacuados.Efectivamente, emprendimos de nuevouna marcha hacia la localidad de un

importante centro ferroviario Cuandollegamos al lugar indicado, ya era denoche. Fuimos ubicados en vagones decarga. Teníamos que hacer un compás deespera, pues hacia ese lugar llegaba ungran contingente de presos.

Los que estaban confinados en elcampo de concentración de Auschwitz,estaban próximos a llegar después dehaber hecho una caminata de casi 100kilómetros. Llegaron agotados; noscontaron que centenares fueron muertospor los SS. A los que no podían seguirlos mataban a tiros. Los dejaron tiradosen las cunetas que bordeaban el camino.El contingente de Auschwitz formado de

varias decenas de miles, también fueubicado en los vagones. El convoyestaba compuesto de una fila deinterminables vagones de carga. Eldestino era MAUTHAUSEN, un grancampo de concentración ubicado enAustria.

EN LA FORTALEZA DEMAUTHAUSEN

Para el mando soviético era de vitalimportancia capturar intactos losestablecimientos carboníferos. Demanera que permitieron salir a losalemanes que se encontraban en laregión por una estrecha garganta. Losnazis hicieron los máximos esfuerzospara llevar con ellos a los que teníanconfinados. No estaban dispuestos asoltar a sus presos, todavía podíamosserles útiles. Aunque los alemanes seencontraban en una situación apremiante,

la actitud hacia nosotros no cambiaba.Más bien el trato de ellos era mássevero.

El vagón al cual fui designado no eratechado. Apenas había un espacio paraestar sentado en el piso. En uno de losrincones nos ubicamos conjuntamentecon Branco el Yugoslavo. Cerca nuestrose encontraba el gitano con su amigoWilly, un alemán también preso. EsteWilly siendo alemán, tenía cierto mandointerno, pero no maltrataba a nadie. LosSS mantenían una vigilancia biendistribuida. Se encontraban en posiciónde tiro con ametralladoras.

Por fin el tren empezó a moverse

lentamente, hasta tomar una velocidadentre 30.40 kilómetros por hora. Menosmal que nos permitieron llevar lasfrazadas, si no hubiésemos quedadocongelados. Del gran cansancio todosnos quedamos dormidos, mientras elferrocarril se desplazaba por las víassemitapadas por la nieve. Viajamos todala noche, nevaba, nos cubrimos con lasfrazadas, hasta que amaneció. El tren sedetuvo en una población chica. En eltrayecto murió mucha gente de frío. Detodos los vagones tuvieron que retirarhombres que estaban sin vida. Era genteque ya había agotado su límite deresistencia.

Algunos SS fueron al poblado yconsiguieron traer a un lugareño con untrineo tirado por un par de caballos.Sobre el trineo fueron ubicados una grancantidad de cadáveres.

Posteriormente efectuaron un conteoen cada vagón, luego fueron llamadosdos individuos para traer la ración depan. De nuestro vagón fue el gitano y elyugoslavo con una frazada para traerla.El gitano repartió a todos la porcióncorrespondiente y le sobraron algunospanes. Le pregunté cómo había hecho yme contestó que eso era su especialidad.El siempre se las ingeniaba, era muyligero de manos.

Después de varias lloras de estarestacionado, el tren empezó de nuevo sumarcha. En el trayecto sólo se pudieronver densos bosques de ambos lados delas vías cubiertas de nieve. Sabíamosque el ferrocarril entraba en territoriocheco. Seguíamos avanzando sinencontrar obstáculo alguno. No meanimaba a sugerir a los que me rodeabantirarse cuando el tren se encontraba enmarcha. Estaba a la espera que la ideasurgiera de alguno de ellos. Del gitano,a lo mejor, que era muy hábil. Pero no,siendo alemanes tenían dentro delcampo de concentración un estatus, y nolas pasaban del todo mal. Era una

lástima no haberme fugado, podía haberevitado los posteriores sufrimientos. Meenteré después de la guerra, que muchossaltaron de otros vagones en territoriocheco y sobrevivieron.

El tren seguía su marcha hasta quellegó a un lugar donde había un nudo devías. En ese lugar empezó a maniobrarpara tomar otra vía. Seguimos toda lanoche viajando. Al día siguienteparamos en una pequeña ciudad. Eratodavía de madrugada, pero ya se veíaalguna gente del lugar circulando por elpuente que estaba sobre nuestro tren.Algunos checos se detuvieron ypudieron ver el lastimoso espectáculo

de gente moribunda dentro de losvagones abiertos sin techo, Tiraban pandesde el puente, pero los guardias no selo permitieron, los dispersaban. Unhombre ya mayor pasaba por allí, sedetuvo y pude ver que se le caían laslágrimas. Un SS le ordenó que sealejara, pero él no obedeció. El naziapuntó y disparó con su rifle. Estoy casiseguro que lo mató.

Apilaron de nuevo un cargamento decadáveres para enterrarlos en elcementerio local El gitano fue de nuevoa traer la ración diaria. Después derepartir siempre le sobraba una ciertacantidad, tenía una habilidad increíble.

Convidaba después a los que estábamosalrededor suyo. En esa estación vimospor primera vez una gran cantidad detropas alemanas al lado de las vías consus mochilas. El ferrocarril partió denuevo y siguió sin detenerse hasta llegara territorio austriaco. Nos acercábamosal destino. Llegamos a la estación de"Mauthausen''. Era una localidad chica,en Austria. No recuerdo cuantos díaspasamos viajando en el tren de carga,cuando nos ordenaron descender. Denuevo había que emprender una marchade varios kilómetros a pie. La caminatase hizo cada vez más pesada, porque erauna subida. Miles de presos

caminábamos, para ser concentradosluego en el campo de "Mauthausen".Todo el transporte de gente fue ubicadoen un amplio patio abierto. Llegarnosexhaustos y no había donde sentarse. Elaspecto del gran campo deconcentración era el de una antiguafortaleza amurallada. El piso estabacubierto por una capa de nieve de mediometro de altura. Ese espacio abiertorodeado de alambrados de púaselectrificados, era la parte exterior delcampo amurallado. Después de variashoras llamaron primero a los presosalemanes, luego a los de otrasnacionalidades y a los judíos recién al

día siguiente. Era allí donde nosseparamos de Branco el yugoslavo y deotros.

Con la ayuda de otro muchachoamigo quitarnos la nieve. Colocamos lasfrazadas en el piso. Hicimos un lechoimprovisado. Ya era de noche, y aunqueestábamos a la intemperie por el grancansancio, quedamos dormidos.

Cuando despertarnos ya estabaclaro, La nieve al-rededor nuestroestaba derretida y nuestra ropa muyempapada.

Por un portón angosto custodiado,dejaban pasar en grupos de a diezhombres, Delante mío habla una masa

compacta de gente. Adelantaban, peromuy lentamente. Me ubiqué dentro de laconglomerada masa, pues pasar otranoche en ese patio abierto mehorrorizaba.

Por varias lloras quedé aprisionadosin poder ni siquiera moverme. Lamultitud poco a poco avanzaba. Por finllegué hasta el portón. Por un pasilloestrecho ingresé a un amplio local dondevarios funcionarios estaban sentadosdetrás de las mesas. Registraban pormedio de preguntas en un formulariodistintos datos que habla que responder.Luego recibí una chapita donde estabaestampado el número. Esa chapita de

seis números había que llevarla en elbrazo sujeta con un alambre. Esa seriami nueva identificación. Después de estetrámite, fuimos llevados con un grupo alos baños. Luego de una ducha fría metiraron una camisa y un calzoncillo;menos mal que me permitieron pasar loszapatos. En ropa interior el numerosogrupo fue llevado a un recintoalambrado. Fuimos ubicados dentro deun bloque en un amplio local vacío conventanales. Los que ingresamos,quedamos en observación por un tiempo.Para dormir había que acomodarse tanjuntos en el piso que parecíamossardinas enlatadas. El capo que tenia el

mando, entró con sus ayudantes paraordenar y tratar de ubicar á la grancantidad de gente en el piso delbarracón. Con un látigo en la mano, elcapo interrumpió su tarea y se dirigióhacia donde yo me encontraba y me dijo:¡”Eh tú"! No estaba muy seguro a quiénse refería, pero con el látigo me indicóque fuera hacia el pasillo y lo esperarahasta terminara de acomodar a los otros.

¿Qué habré hecho? Me quedéperturbado.

Después de esperarlo, apareció elcapo alemán y me pidió que loacompañara. Me llevó a una habitacióncontigua donde él se alojaba. Abrió un

ropero y me dijo que eligiera la ropaque más me gustara. Había muchavariedad de prendas y pude encontrar loque necesitaba, Luego abrió otroarmario que era un depósito decomestibles.

- Puedes comer todo lo que quieras,me dijo.

Mi tarea sería mantener limpia yordenada su habitación.

Había una estufa a carbón a la quetenía que Alimentar para mantenerlaencendida y lustrarle las botas. El capoalemán era también preso.

Se podía identificar a todos losprisioneros por el color del triángulo al

lado del número. Esa identificación latenían que tener todos los presos cocidaen la parte delantera del saco deluniforme, y en un lado del pantalón. Losjudíos eran considerados presospolíticos y se los reconocía por untriángulo rojo. Los gitanos por el colornegro, los alemanes reclusos por algúndelito, con el color verde. Este capoalemán que me trataba bien, tenía eltriángulo verde invertido, con la puntapuesta hacia abajo, lo que significadaque era asesino profesional. Hablaba elalemán muy cerrado, yo aparentaba quelo comprendía, pero en realidad mecostaba entenderle. Era alto y de

complexión fuerte, tenía entre 35 a 40años. Aunque me encontraba en unaposición más o menos cómoda, mesentía perturbado porque del otro ladodel pasillo, había centenares de hombresen una situación calamitosa. En la puertade acceso estaban los ayudantes de]capo que ya me conocían y me dejabanentrar. Había entre el conjunto de gentemuchos conocidos y amigos míos. Alverme en mejor posición en seguida seacercaron y quedé rodeado. Todos mesuplicaron que les traiga agua. Padecíande una sed implacable. Salí en busca deun recipiente. Logré encontrar una olla yun tazón, los llené de agua, y volví al

bloque para repartirla. Pero no me fueposible, una avalancha de sedientos setiraron encima mío y el contenido quedóderramado en el piso. Uno de losayudantes se acercó y me dio una fuertebofetada. Me sacó del bloque y luegome pidió disculpas. Me aconsejó noproceder de ese modo, sino llamar a loshombres en forma individual al exteriordel recinto, y así lo hice.

Dentro de mis posibilidades traté deayudar y aliviar en algo a los quesufrían. Los días pasaban sin cambioalguno, a nosotros no

nos era permitido salir al exterior dela barraca. Por la ventana vi de

casualidad al yugoslavo y lo llamé:- ¡Branco! ¡Branco!Me oyó, y se acercó. Ambos nos

alegramos muchísimo de vernos. Mepidió si le podía conseguir mejorvestimenta. La que él tenía puesta,estaba bastante deteriorada. Se loprometí para el día siguiente, pero no lovolví a ver más.

En el bloque corrió el rumor de quetodos los internados que se encontrabanen cuarentena serían evacuados hacia uncampo de trabajo forzado Efectivamentese realizó un nuevo registro y se repartióluego uniforme a rayas. Durante eltiempo transcurrido, la gente que estaba

amontonada en la barraca, seguía sola-mente en ropa interior. El alemán quetenía el mando del bloque, me tratababien, pero el triángulo invertido en suvestimenta me intranquilizaba. Inventéque tenía un hermano y que no queríasepararme de él, y me registré para ircon el transporte. No me lo reprochó yquedé integrado para partir ya al díasiguiente a otro destino.

Para el viaje me hizo mi paquete decomestibles, se despidió cordialmente yme deseó buena suerte.

Al día siguiente fuimos despertadosmuy temprano y alistados para formar.Después del conteo, emprendimos una

caminata de varios kilómetros parallegar hasta la estación ferroviariaAbandonarnos la fortaleza deMauthausen caminando en bajada.Estábamos todavía en pleno invierno delaño 1945. En esa región todo parecíanormal, no se percibía ningún vestigiode una confrontación mundial.

El grupo de gente que se deslizabapor un camino resbaladizo era bastantenumeroso, estaba compuesto tambiénpor presos de otros bloques. En laestación los vagones de carga ya estabanalistados. Una vez ubicados en éstos,partimos y el destino era el campo deconcentración Ebensee. Viajamos en

vagones cerrados algunas horas, hastallegar al lugar.

EL INFIERNO DEEBENSEE

A primera vista daba una impresiónhorrenda. La planicie de Ebensee estabarodeada de altas montañas,probablemente los Alpes, cuyos picosno permitían que las nubes sedesplazaran, había una permanenteconcentración de nubosidad queprovocaba lluvias o nevadas en formacontinua. Este campo de trabajosforzados estaba enclavado en un terrenoboscoso, camuflado, difícil deidentificar a distancia. Los barracones

estaban escondidos, metidosestrechamente entre los altos pinos Lacolumna de recién llegados fue llevadacaminando hacia la plaza mayor. Elcomandante hizo su apariciónacompañado por altos oficiales de losSS. En voz alta el jefe del campo hizouna breve alocución: -Ustedes llegaron aEbensee. -Aquí no hay ningunaposibilidad de escapar. El preso quesólo intente fugarse va a serinmediatamente colgado aquí. Mostró uncadalso que se encontraba en la mismaplaza.

Después del discurso se retiró conlos acompañantes nazis. Fuimos

llevados luego por un camino queconducía al interior del bosque. Nosdetuvimos frente a un barracón. Habíaque hacer un compás de espera para serllamados, Desde el barracóncomenzaron a llamar en voz alta a unopor uno. Los encargados eran polacostambién presos. Estos polacos eranhostiles con sus paisanos judíos. Enforma individual llamaron por el nombrepor el lugar de procedencia. El que eranombrado tenía que ingresar al interiorpara un nuevo registro. Frente a lapuerta de ingreso se hallaba unnumeroso grupo de polacos que sedivertían dando palos al que era

llamado. Cuando sentí mi nombre metapé la cabeza con las manos, parapoder entrar. Vi levantarse de la mesa altipo que tomaba los datos y les gritó: ¡nole peguen que es de mi ciudad de Lodz!

Realmente me salvó de una golpiza.Me tomó los datos correspondientes ytambién el oficio. Una vez que terminóel registro fuimos llevados en numerosogrupo hacia el bloque donde íbamos aser alojados. Cuando llegamos albarracón designado, ya estaba oscuro.Había finalizado el día y estábamosmedio muertos por el cansancio, apenasnos podíamos mantener en pie. Elalemán que estaba a cargo corno capo en

ese bloque, era también un preso. Noshizo agrupar para darnos un discurso.Entre otras cosas dijo:

- Ese lugar se llama Ebensee, perotendría en realidad que llamarse"Regensee" (Diluvio) -

Se presentó al nuevo grupodiciendo:

- Soy el capo de este bloque, y es amí a quien tienen que obedecer, yagregó: exijo orden y disciplina.

Cuando finalizó la parte oratoria,empezó a acomodar a la gente en lascuchetas. Estas eran de tres pisos, concolchón de paja y una frazada. Despuésdel trajín diario nos vino bien a todos el

reposo. Como troncos pesados caímossobre los lechos.

El descanso fue relativamente cortoA las cuatro de la madrugada fuimosdespertados. El capo alemán de estebloque resultó ser un verdadero asesino.Munido de un palote, se ensañaba conlos confinados. Luego de repartir unlíquido que era algo parecido al caféhabía que abandonar el barracón paradirigirse al lugar donde se efectuaba elconteo. En la intemperie nevaba yllovía. Miles de rusos y polacos civilescapturados para trabajos forzados seencontraban en Ebensee. Se les veíallegar en gran cantidad de barracas que

se encontraban en el bosque. Se dirigíana la plaza principal para el "appel". Sehizo también presente todo el EstadoMayor de militares SS., con el fin deverificar el conteo. La vestimenta de losnazis era impermeable. La lluvia no lesafectaba. Pero a nosotros los presos nosestaba empapando. Por esa lluviaincesante quedamos mojados hasta loshuesos.

Dado el visto bueno por losalemanes las formaciones de miles deconfinados comenzaron a marchar alexterior del campo alambrado de púas yelectrificado. Esta marcha conducíahacia los trabajos que haríamos todos

los días. Aparte del alambrado quecercaba todo el campamento internohabía dos cadenas de cercas eléctricasseparadas que abarcaban una zonabastante extensa.

Para llegar al lugar donde seefectuaban los trabajos., habla quecaminar varios kilómetros. Fuidesignado el primer día para integrar ungrupo con ucranianos para trabajardentro de un inmenso barracón. Dentrodel mismo se rellenaba moldes dediseño con hormigón. En el centro deese edificio techado funcionaba un hornode gran tamaño que soplaba aire calientepara ayudar al secado del hormigón

armado. Nuestro grupo fue dirigido porun polaco joven de Varsovia. Despuésdel fracasado levantamiento de lospolacos, hacía ya algunos meses en lacapital de Polonia, miles de éstos fuerona parar a los campos de concentraciónnazis. Al muchacho que estaba a cargodel grupo, le caí bien y me designó paralimpiar y rasquetear los moldesmetálicos. Tenían que estar limpios parallenarlos nuevamente con cemento-portland. Por lo menos es taba bajotecho y eso ya significaba mucho.

El supervisor de nuestro grupo eraun ingeniero civil. Este debía verificarlos trabajos. Me solía llamar 'Kleiner

Juden Bengl" (pequeño judío travieso).Durante todo el día empleaba la frase de"Juden Bengl”. Una vez finalizado eltrabajo diario, recibimos la orden dellevar de regreso al campo troncos demadera. Con la pesada carga había querecorrer el largo trayecto y luegoapilarlos en las afueras del crematorio.En ese recinto siempre había cadáveresamontonados a la espera de sercremados. En Ebensee el clima mataba.Para los que el destino les habíadeparado caer en ese campo de horror,la muerte estaba asegurada a cortoplazo. Llegué a nuestro barracónextenuado y mojado de pies a cabeza. En

el bloque el capo alemán Fritz, con unpalote ya repartía golpes con furia. Enun barril con agua, había una cantidad depalos que le proporcionaba un ruso. Lostraía del bosque por un poco de pan. Lospalos mojados le duraban más y conellos castigaba a las víctimas hasta queles brotaba la sangre. Viéndola chorrearél enfurecía aún más. Era un verdaderoasesino sanguinario.

Una vez estaba inspeccionando ynotó que a una frazada le faltaba un trozode tela. El que dormía en ese lecho lohabía utilizado para envolverse los pies.El pobre los tenía congelados; Fritz lepropinó una golpiza hasta dejarlo

bañado en sangre. Siempre encontrabauna víctima. Le teníamos terror. El capoalemán era físicamente corpulento; teníala voz algo ronca. Se ensañaba con losque tenía a su cargo. Repartía la comidacuando la gente volvía del trabajohambrientos, mojados y muertos decansancio. Después de obtener la ración,nos acostábamos con la ropa húmeda ynos levantábamos con la vestimenta queestaba mojada aún.

-¿Por qué los alemanes eligieronese lugar, y cual era el objetivo?

- Los nazis eligieron Ebensee con elobjetivo de instalar sus industriasbélicas dentro de la montaña.

Aprovecharon la mano de obra baratapara abrir una extensa red de túneles enroca dura con el propósito de que esasindustrias no fuesen el blanco de laaviación aliada. El clima de Ebenseefavorecía, porque era un manto protectornatural de nubes que impedían a losaviadores tener una visibilidad clara.Era una imperiosa necesidad delrégimen nazi proteger sus instalacionescontra los bombardeos. Decenas demiles de presos-esclavos fueronutilizados para esos proyectos. A pesarde que la Alemania nazi se estaba yaderrumbando, en ese lugar no se notabaningún cambio. La mayoría de los

esclavos eran rusos, ucranianos ypolacos. Los judíos ya eran una minoría.Las condiciones climáticas y el tratoinhumano en ese campo eran sumamentedifíciles de soportar. Allí a losinternados más resistentes, la moral y lavoluntad de lucha por sobrevivir, se lesquebrantaban. Ebensee era un campo detrabajo forzado intolerable. El grupo queyo integraba, fue solicitado para otrotipo de trabajo fuera del barracón. Ellugar indicado era a la intemperie y allíhabía una gran cantidad de ladrillos.Porque la noche anterior había llovido,éstos quedaron unidos por el hielo,formando una masa compacta. Por orden

de los alemanes, había que despegar losladrillos y llevarlos escalera arriba aotro lugar. Conseguimos barretas, perono fue posible despegarlos. Sólo sepudo lograr luego de hacer una fogata.Lo difícil fue llevar cinco o seisladrillos congelados sin guantes, haciaarriba por los escalones. Los dedosquedaban pegados al hielo. Los quedemostraban fatiga o aflojaban el ritmo,eran castigados con látigos por los SS.

Finalizado el trabajo con losladrillos, todo el grupo volvió albarracón. En el centro del mismo, unpolaco civil con el que había iniciadocierta amistad, alimentaba el horno del

cual soplaba aire caliente hacia afuera.Me acerqué y le pedí que me permitierasecar un poco la ropa. El aire calientesalía de ese horno gigante con muchafuerza. Faltaba muy poco y mi ropaquedaría seca. Pero fui sorprendido porun oficial de los SS., que entró por unapuerta latera¡. Debajo de su uniformetenía un látigo de goma dura. Seabalanzó contra mí y me aplicó latigazosen la cabeza. Me la cubrí con las manos,gritaba de dolor, y traté de alejarme.Pero el nazi me siguió y me aplicabamás latigazos. Los compañeros delgrupo me gritaron que no le huyera. Mesaqué la “Mutze" (gorro) y quedé

erguido y estático frente al nazi SS. Almirarme, me pareció que él se diocuenta que yo no era más que unadolescente y no me pegó más.

Los latigazos que me aplicó meprovocaron enormes chichones en lacabeza. Por eso después de esa palizaquedé tan resignado que no oséaproximarme mas a ese horno. Preferíaestar mojado y no exponerme a un brutalcastigo. Terminó el penoso día,destrozado caminaba junto a los otrospara volver al lugar donde dormíamos.Previamente había que dirigirse a dondeestaban apilados los troncos de losárboles y cargar uno al hombro para

dejarlo luego donde estaba ubicado elcrematorio. Se veían en el lugar cadavez más cadáveres amontonados. Elcrematorio funcionaba las 24 horas decontinuo.

Una vez en el bloque, había quecuidarse para no caer en manos del capoFritz. Este necesitaba todas las noches aalguien para golpear. A uno que habíacortado un trozo de la frazada parausarlo de bufanda, lo castigó hastaquebrar el palo. El infeliz quedó todoensangrentado. Así pasaban lossiniestros días y no se sabía nada de loque acontecía en el mundo. Parecía queesta penuria no iba a tener fin, pues no

se vislumbraba ningún cambio. Peroaconteció algo inesperado.

Un fuerte sonido de alarma seescuchó y cundió el pánico. A losinternados se les exigió abandonar losbloques y buscar un refugio. Había queapresurar el paso para dirigirse a lostúneles excavados. Para llegar a la bocade la entrada de dichos túneles habíaque pasar previamente por un portón.Este formaba parte de la empalizadaelectrificada del campo. El portón fueabierto para permitirnos llegar a losrefugios. Había en ese lugar pozosprofundos, inundados con barro y agua.Buscamos el camino más transitable.

Pero los SS apuraban y castigaban conlátigos en la cabeza. La masa de genteempujaba para un lado y otro conpeligro de caer sobre el cercoelectrificado. Cuando estaba ya cercadel portón vi un espectáculoespeluznante. Decenas de infelicesestaban pegados contra el alambradodonde pasaba una corriente de 2.000voltios. Me vi en peligro de quedaratrapado. La masa de gente me empujabay casi quedo aprisionado contra laempalizada eléctrica. Pero por suerte lamuchedumbre retrocedió y me salvé dequedar electrocutado. Vi a la gente quequedó atrapada, parecía que estaban

vivos, pero no podían despegarse. En lacara tenía una mueca de horror y la bocaabierta como para pedir ayuda, sinembargo no se oían sus voces. De losdedos que estaban en contacto con elalambre, saltaban chispas. La descargahabía sido mortal porque estabanmojados por la lluvia. No se les podíaprestar ninguna ayuda ya que el peligroera quedarse uno también electrocutado.Pregunté a otros, cómo se les podíasocorrer. Sólo desconectando lacorriente eléctrica, me contestó unpolaco amigo, pero los alemanes erancompletamente indiferentes, como sifuese algo de rutina. Este espectáculo

horripilante estará grabado para siempreen mí.

En esta oportunidad no hubo ataque,pero por precaución nos lucieron correra los refugios. Si hubiese ocurrido unbombardeo por sorpresa hubiera sidofatal. En los barracones de madera habíauna multitud de seres humanos. Pocotiempo después sonó de nuevo la alarmacomo señal de que había pasado elpeligro. Todos volvimos a nuestrosbloques correspondientes.

Para nosotros los "presos" esto erauna señal para mantener la esperanza yelevar el espíritu. Significaba que valíala pena luchar para sobrevivir, que algo

estaba ocurriendo, que la liberaciónpodía no estar lejos. Por lo menos nosnutríamos con esa ilusión, para no caeren la indiferencia.

Al día siguiente todo se desvanecía,había que volver a las tareas cotidianas.Todo seguía igual, también la penuria desiempre. Pero cuando volví del trabajotodo empapado hasta los huesos, recibíuna noticia regocijante. Fui designadocon un grupo para ser trasladado haciaotro campo de concentración. Se tratabade presos registrados con oficio en elramo metalúrgico. Ese grupo estaríaformado aproximadamente por cienpersonas; nos trasladarían a Gussen, un

campo de trabajo cerca de Mauthausen.Era una noticia reconfortante por elhecho de salir con vida de Ebensee.

HACIA GUSSEN CAMPODE TRABAJOS

FORZADOS

Bien temprano partimos en doscamiones vigilados por guardias. Esoscamiones en lugar de gasolina tenían unsistema gasógeno a leña. Al salir de lazona de Ebensee por primera vez enmucho tiempo, vimos un sol radiante.Aunque estábamos en pleno inviernovimos al astro brillante en el cielo claroy esto era novedoso para nosotros.Viajamos algunas horas sentados en elpiso del camión, bastante apretujados.

Sin tropiezos llegamos al destino.Efectivamente era el campo deconcentración Gussen.

Fuimos llevados hacia el bloque Nº15 donde íbamos a ser ubicados. Peropreviamente el grupo fue conducido alos baños que se encontraban en elfondo del recinto del campo. Había quedesvestirse y pararse bajo las duchaspor cuyas bocas salía un chorro de aguafría. Los capos encargados del sectorbaños, obligaron a latigazos a ponersebajo las duchas de agua congelada.Completamente desnudos y mojadossólo con chancletas de madera, habíaque volver al bloque que se encontraba

bastante lejos. A la intemperie habíavarios grados bajo cero. El camino eraresbaladizo por la nieve y hielo. Consumo cuidado había que caminar para nocaerse. Gemía de frío y el mentón meretemblaba. El trayecto parecíainterminable. Soporté la dura prueba yllegué al bloque.

El encargado de la barraca Nº 15era el capo Iasek, un ucraniano, tambiénpreso. A los que iban llegando de losbaños él les repartía vestimenta.Consistía en una camisa, un pantalón yun saco rayado. Iasek repartió la ración,el pan de un kilo, entre cuatro personas,luego la sopa. Para obtenerla había que

hacer fila. Dio la casualidad que quedéúltimo. Cuando me tocó a mí, Iasekagarró un caño de goma dura y mecastigó brutalmente. Después de lapaliza me dijo que había contado lacantidad exacta de sopas antes derepartirla y si yo me presentaba, eraporque quería engañarlo con elpropósito de repetir.

Sollozando le replique que todavíano la había ni probado. Entonces algúnotro, me dijo, se había colado y miobligación era vigilar. Enojado lecontesté que no quena ya nada. Perogruñó como un salvaje y me exigió queme acercara, y me despachó un cucharón

de sopa caliente.Iasek era de estatura mediana y de

complexión fuerte, de unos 25 años.Dominaba bien el alemán, el ruso y elpolaco. Todo el bloque se dividía endos sectores y Iasek era el encargadodel sector donde me tocaba estar. En elbloque había gran cantidad de cuchetas.Un muchacho y yo elegimos las dearriba por ser los más ágiles. Erancuchetas triples. Después del trajíndiario, el cansancio y el sueñopredominaban. El reposo nos hacía falta.Pero, a las cuatro de la madrugada,Iasek con su látigo de goma despertaba atodos; ¡"Aufstehen"! a levantarse,

gritaba y con el látigo apuraba a los queestaban medio dormidos. Había quedejar muy bien arregladas las cama-cuchetas. Pobre del que no la habíadejado prolija. Iasek repartió el cafétibio antes de ir a formar en la plazaprincipal al "appel". Afuera era nochetodavía y caía una helada que congelaba.La vestimenta a rayas abrigaba muypoco y el frío penetraba hasta loshuesos. El piso de hielo blancuzcocongelaba los pies. Había que soportaresa tortura varias horas. Después delconteo había que hacer un compás deespera, hasta que el turno de la nocheingresara; eran miles de confinados

esclavizados.Se escuchó el sonido del gong y las

formaciones comenzaron bajo laconducción del ober-capo (capo mayor)llamado Otto. Había que subir laescalera que conducía hacia los grandesgalpones. Dentro de éstos había variasfilas de máquinas. Cada galpón era uninmenso complejo metalúrgico. Fuidesignado al establecimiento Nº 2. Enese complejo se fabricaban fusiles parael uso militar. Comencé poco a poco areconocer el lugar. Por medio de losotros internados que desde hacía tiempoestaban trabajando allí, pude saber queese establecimiento industrial pertenecía

a la firma austríaca "STEYR". Esasplantas daban ocupación a unos veintemil presos de varias nacionalidades. Lamayoría eran rusos-ucranianos, tambiénhabía polacos e italianos y hastaespañoles. El grupo que yo integraba erael de los primeros judíos que fuimosadmitidos por los demás. En tiemposanteriores habían llegado hebreos yfueron maltratados por los propiospresos. Los perseguían y no pudieronsobrevivir. El sentimiento antisemita semanifestaba entre los ucranianos ypolacos. Nosotros tuvimos suerte. A estaaltura ya no pasaba lo mismo. No fuimosmolestados en especial. Se conformaron

sólo con algún insulto, de vez en cuando.Los veinte mil internados trabajaban endos turnos, de doce horas. Uno diurno yotro nocturno. Al lado de nuestro trabajoesclavizante, había otro similar, Gussen2, también de veinte mil presos cuyocomplejo industrial pertenecía a la firma“Messerschmit", de los famosos avionesdel mismo nombre. En los dos Gussenestaban concentrados 40 mil hombres.

Los nazis tenían urgente necesidadde movilizar a jóvenes y mayores de sunacionalidad, para mandarlos a losfrentes para detener el avanceincontenible de los ejércitos aliados.Para que la industria bélica no quedase

paralizada, utilizaban a gente que habíasido capturada en los territoriosocupados por ellos.

El campo de concentración Gussense encontraba a sólo siete kilómetros deMauthausen, la central. Los presos eneste campo se diferenciaban por el cortede cabello. Por el centro del cuerocabelludo se nos rapaba una franja decuatro centímetros de ancho. Estaoperación se repetía en formaobligatoria una vez por semana. Lospresos con este corte parecíamossalvajes. Era un verdadero martirio,pues siempre la navaja provocabalesiones.

Una vez adentro, donde estabanubicadas las máquinas semiautomáticas,nuestro grupo fue distribuido por el capointerno. Era un alemán preso político,con un triángulo rojo. Alto, rubio y hastaelegante; él no tenía el pelo rapado. Medesignó a una de las máquinas. Quedósatisfecho conmigo porque no necesitabamuchas explicaciones. Era sumamentefácil para mí, ya que tenía experienciaen el ramo. Se trataba de una primerafase de torneado de un trozo de aceroredondo de algo más de medio metro delargo. Una vez finalizada la determinadafase pasaba a la siguiente máquina.Luego de otras muchísimas operaciones

y controles se convertía en el caño de unfusil. Había que cuidarse y no quedaratrasado. El operario recibía un castigosi demoraba en el trabajo. Todo teníaque funcionar en forma sincronizada. AGussen se traía a menudo transportes degente de otros campos de concentración.Los presos-esclavos en ese lugar noaguantaban las duras condicionesreinantes. El arma sicológicamortificante que empleaban los nazis,era el hambre. Esto se sumaba al muypoco abrigo, el trabajo duro de docehoras diarias, a los piojos y a la malaalimentación que provocaba diarrea. Elpreso-esclavo bajo estas condiciones

tenía la vida muy limitada lo cualprovocaba muchas bajas. El crematorioera igual o peor que en Ebensee. Desdeafuera se veían cadáveres apilados, unverdadero espectáculo horrorizante. Losinternados que se encontraban desdehacía un tiempo tenían el aspecto deesqueletos vivientes. A mediodía serepartía en el mismo local de trabajo uncucharón de sopa que nos venía muybien, pero no saciaba el hambre.

Era el primer día de mi nuevaactividad y parecía interminable. Por finempezó a ponerse oscuro; llegó la horapara el cambio de turno. Formamos eingresamos al campo. En la Plaza

principal ya estaban los escuadrones depresos preparados a los que les tocabahacer el turno de la noche.

Llegué a mi bloque Nº 15 muycansado y muerto de frío. Iasek nosestaba esperando. Repartía un pan paracuatro personas. Lo teníamos que cortarnosotros. Cuchillos no había, pero losolucionábamos con una hoja de sierra.Había que cortar con mucho cuidadopara que el pan no se deshiciera. Si enel grupo de los cuatro había un ruso, lodejábamos elegir primero, lo hacíamoscon el propósito de tenerlo contento.Iasek con el cucharón repartía sopabastante líquida. Le hice una

observación para que bajara el cucharónmás a fondo del recipiente. Me miró concara de pocos amigos. Después todo elmundo se iba a las cuchetas porqueIasek apagaba la luz. Sólo dejaba unabombita tenue. La noche pasabarapidísimo. Todavía con mucho sueño ycansado del día anterior, se escuchabael grito de Iasek: "¡Aufstehen!" alevantarse. Era todavía plena nocheentre las tres y inedia y las cuatro. Unode los presos no encontraba los zapatos.Se dirigió a Iasek diciéndole que se loshabían robado. Pero éste le empezó adar con el caño de goma, una paliza, sinpiedad. Le exigía decir la verdad y la

víctima seguía repitiendo que se loshabían robado. Después de un brutalgolpiza le obligó a decir que los habíavendido. Lo compensó luego y le trajootro par de zapatos. Daba lástima ver elestado en que quedó aquel hombre.

De nuevo había que formar en laplaza principal. El "appel" era un hechode rutina. Los SS fumando se paseabanentre las formaciones de presos. Uno deellos tiró una colilla al piso. Se lanzaronunos quince presos con desesperacióntras ésta.

Nuevamente había por delante unajornada de 12 horas de trabajo. El capoalemán me cambió de máquina. Me

trasladó para efectuar otra operación demás responsabilidad. En esta máquinalas piezas se moldeaban. Sobre dichapieza de acero en rotación, caía unchorro de líquido aceitoso paraenfriarla. El moldeado había quemedirlo con un calibrador de acerotemplado. Prácticamente le agarré lamano sin problema alguno, comodecimos vulgarmente, y quedéincorporado a una cadena de producciónsistemática. Había que trabajar paraevitar ser castigado. El preso era unesclavo y no había para élcontemplación alguna. Todo el complejofuncionaba por intimidación y por

garrote.Al día siguiente tuve un percance. El

bombeo del líquido aceitoso seinterrumpió. Me pareció al principioque lo iba a poder solucionarrápidamente. Pero no lo pude lograr. Medi cuenta que había que hacer unalimpieza general. Era necesario cambiarel aceite, limpiar el recipiente queestaba lleno de virutas y tambiéndestapar la cañería que estaba tupida.Para todo esto necesitaba cierto tiempo.Mientras, se empezaban a acumularpiezas, cada vez más. El jefe superioralemán, se dio cuenta y se acercó. Measestó una trompada y después de

explicarle lo acontecido me dijo en tonoamenazante que lo tratara de solucionarsin demora. Luché para solucionar elpercance. Destapé las cañerías,conseguí aceite limpio de recambio ylogré de nuevo poner en marcha elbombeo. Mientras tanto, se habíaacumulado mucho material, pero paracuando el supervisor hizo otra ronda, yame encontraba trabajando. Se dio cuentaque el desperfecto quedó solucionado ytodo marchaba de nuevo en formanormal.

Pasaba el tiempo, día tras día y nose vislumbraba ningún cambio nimejoraban las condiciones que

imperaban dentro de este campo deconcentración. La firma "Steyr" paraquien trabajábamos donaba a losinternados una vez por mes 10cigarrillos. Estos tenían una mezcla rarade paja, pero para los presos era unregalo valioso. Los prisioneros que seencontraban desde hacía tiempo en estecampo, comentaban que los cigarrilloseran repartidos entre todas lasnacionalidades, excepto a los judíos. Sinembargo no nos excluyeron. Por primeravez, sin discriminación, obtuvimos elpremio igual que los demás. Paraalgunos significaba más que el pandiario. Tuvimos más suerte que los de

"Gussen 2". La “Messerschmít" excluíaa los judíos.

Terminamos el turno y llegamos alcampo con 10 cigarrillos. A la entradadel bloque se encontraba Iasek con unaboina en la mano y todos los queentraban le regalaban un cigarrillo paraevitar ser maltratados. Los nuevecigarrillos que quedaban había quecuidarlos como un tesoro. El valor eraalto, por dos se podía obtener unaporción de pan o una sopa. Existía unmercado negro para este tipo deintercambio. Estaba ubicado entre losbloques de los ucranianos. Había que iracompañado y tener mucha precaución.

Primero se debía exigir la porción depan y luego entregar los cigarrillos. Secorría el riesgo de quedarse sin nada.

Al no ser fumadores, con micompañero de cucheta, planeamos hacerlo siguiente: esperar que a Iasek se leterminaran los cigarrillos y proponerleun intercambio. Con cierto temor lepropuse el trueque, por una sopaadicional. Iasek aceptó. Había queentregarle los cigarrillos y ver sicumplía. Efectivamente, se portó mejorde lo esperado. Todas las noches nostenía guardada una sopa adicional, biendespachada. Para nosotros esto era degran valor. Paliaba en algo el hambre,

que era un martirio constante.Los días pasaban muy lentamente,

todavía hacía bastante frío. Nos tocó elhorario nocturno. Doce horas de trabajocontinuo. Desde las 7 de la tarde hastalas 7 de la mañana del día siguiente. Lanoche era insoportable. El frío,congelaba el cuerpo. Le pedí al otrocompañero que atendía la máquina de allado, para que me frotara un poco laespalda, que ya no la sentía. En formarecíproca, recurríamos a este medio,para poder sobrellevar el agobiante frío.Un masaje de vez en cuando aliviabaalgo.

Durante tantas horas que había que

atender la máquina, solían pasar por mimente pensamientos de distinta índole. Apesar de que quedé convertido en unrobot me di cuenta de que lo que estabahaciendo eran armas que podían serusadas, justamente, contra quienespodían ser nuestros liberadores. Esto meagobiaba, me torturaba, resistirsesignificaba ser eliminado. Quedaba sóloeste camino, seguir igual que los otrosmiles de confinados; había en esto másposibilidades de sobrevivir.

Presentíamos que el régimenhitleriano tenía los días contados y habíauna inquebrantable voluntad de ver laderrota del nazismo.

La noche pasó y a la mañanasiguiente y en formación ingresarontodos los presos-esclavos al campo.

Bajando la escalinata, se veía lagran masa de confinados que estabanalistados para atender luego las plantasindustriales. Los que habían llegado alcampo, después de una larga noche,estaban deseosos de llegar a sus lechos,porque no aguantaban más. Todos sedirigieron a sus bloques y a sus cuchetaspara tomar un reposo, después de ladura jornada.

A medio día Iasek ya despertaba atodos. La gente en el bloque teníanecesidad de un par de horas más de

descanso. Pero este era un campo deconcentración nazi. Iasek apuraba a lospresos que estaban haciendo las camas yluego comenzaba a repartir la racióndiaria. Consistía en una porción de pan yuna sopa. A un presidiario le tocó unpedacito de carne. E5 posible, dijo otro,pues vio arrastrar sobre un carro a trescaballos muertos hacia el recinto dondese cocinaba para todo el campamento.Encontrar en la sopa un trocito de carne,era tener suerte. Después de repartir laración, Iasek expulsaba a todos alexterior del bloque. Nos exigió que nosquitáramos las camisas para matar lospiojos. Amenazaba, que por cada piojo

encontrado en la revisación posterior,aplicaría tres latigazos. Los piojosanidaban principalmente en las costurasde las camisas. Estas no se lavabannunca, ni se cambiaban. No era deextrañar que se llenaran de bichitos.

Vino la revisación y encontraron enmi camisa un piojo. Iasek, cumplió consu amenaza de castigo. Me tocaron lostres latigazos. Como ya me tenía ciertasimpatía, de los tres, dos fueron leves,pero el tercero lo aplicó con toda sufuerza. Me quemó el trasero y eldisfrutaba. Muy pocos se salvaron de noser castigados. La hora para formar en laplaza principal se acercaba. De nuevo el

turno de la noche aguardaba.Desde hacía tiempo me estaba

llamando la atención un bloque que seencontraba no lejos de la plazaprincipal. Era un edificio de material deuna planta. Por las ventanas del bloquesiempre estaban asomadas muchachasjóvenes. Estas chicas miraban para laplaza donde nosotros formábamos.Tenía curiosidad de saber quién era estagente del sexo femenino, y para qué lastenían allí, y lo pregunté a los que seencontraban desde hacía tiempo en estecampo. En concreto, se trataba demuchachas polacas capturadas yprostituidas. Eran mujeres jóvenes y

atractivas. Fueron confinadas a esebloque. Cada una tenía su cuarto conventana. Parecían bien alimentadas.Siempre estaban encerradas allí. Los SSdesde los guardias hasta los caposalemanes presos recibían como premioun pase del comandante del campo paraestar con ellas. Siempre las vi asomadaspor las ventanas enrejadas.

También me llamó la atención queentre los guardias había numerosos SSque sólo se diferenciaban por losgalones negros. Pude saber que eranucranianos que colaboraban con losnazis. Eran tal vez más severos que lospropios alemanes. Cuando se produjo la

invasión de Alemania contra la UniónSoviética, centenares de miles desoldados rusos y ucranianos fueronhechos prisioneros. Los alemanes,reclutaron entre ellos voluntarios paracolaborar y les fueron ofrecidos puestosinternos. Resultaron ser muy efectivos.Miles de ucranianos fueron puestoscomo guardias de cárceles y campos deconcentración. Los nazis confiaban enellos que se identificaban por losgalones negros.

El turno de la noche era unacalamidad, un verdadero martirio. Elfrío penetraba hasta los huesos. ¡Quéaguante tiene el ser humano!

Hasta que llegué a Gussen, creía quesólo mi pueblo tenía la resistencia y lapaciencia para soportar este tratoinhumano, de los nazis alemanes. Peroen este campo mezclado con tantasnacionalidades tuve que reconocer quetodos, indistintamente, tenían la mismavoluntad inquebrantable de luchar parasobrevivir. Los confinados, asimilabanlos sufrimientos, hasta ser devoradospor una enfermedad. Caer enfermo,significaba morir. Una de lasenfermedades que acechaban, era ladiarrea. Por no haber medios paracurarla, sobrevino la disentería. Lo queprovocaba diarrea, era la mala

alimentación. La pésima calidad de laración diaria. Me llamó la atención quecasi todos los días en cierto lugar de losbaños colectivos, estaba tendido uncadáver en el suelo. Si alguno de lospresos que había contraído la diarrea nohabía podido llegar a tiempo al baño yensuciaba el piso del bloque, una vezdescubierto por Iasek se transformaba ensu próxima víctima. Iasek, con dosayudantes ucranianos arrastraban al queera descubierto, al baño. Allí había unbarril con agua. Lo sumergían dentro delbarril hasta ahogarlo. Me atreví apreguntarle a Iasek por qué lo hacía y élme contestó con furia:

¿Quieres que nos contagie a todosnosotros?

Un muchacho amigo procedente deRumania contrajo esta enfermedad yestaba preocupado. Hablaba conmigo yme decía que no sabía qué hacer. Si lodescubría Iasek, ya sabía lo que leesperaba. Optó por ir al hospital, peroallí no lo atendieron lo dejaron en elpiso de un patio abierto. Ya no tolerabaalimento alguno. Era de aspectodelicado y me apenaba verlodesmejorarse por la enfermedad. Luegono lo volví a ver más.

Lo que hacía más estrago entre losprisioneros, era el hambre. El menú

diario consistía en una medida estricta,apenas para sostener la vida. Losinternados que habían llegado a Gussendesde hacía cierto tiempo se veían muyesqueléticos. Si hubiese venido algúnrepresentante del exterior de la CruzRoja o de alguna otra institución, sehubiese quedado horrorizado delaspecto que tenían los prisioneros deeste campo.

Cada tanto traían gente a Gussen deotros campos de concentración parallenar las vacantes. Horrorizaba ver enel recinto donde se encontraba elcrematorio cada vez mas cadáveresesparcidos o apilados. Para enfrentar

este cruel trato inhumano, había quetener una voluntad inquebrantable pararesistirlo. La mayoría demostró teneresa resistencia, pero muchos quedaronpor el camino, porque no daban más lasfuerzas.

Los alemanes no aliviaban para nadalas condiciones y mantenían el severorigor de continuo. Los días pasaban. Porfin nos iban a cambiar del turno de lanoche. Nos pareció que la pesadillaacababa. En esa época nosencontrábamos en el mes de marzo de1945.

El nuevo turno de trabajo diurnocomenzó con dificultades. Justo a

mediodía, una sirena potente resonó.Aviones aliados comenzaron aincursionar en esta área. Los alemanestemían que el complejo industrial podíaser el objetivo para un bombardeo. Alos presos que se encontrabantrabajando en las plantas, se les obligó aabandonarlas de inmediato. Había quebuscar refugio y correr hacia los cerros,que se encontraban a una distanciaaproximada de un kilómetro. Miles deprisioneros corrían hacia esaselevaciones. Los SS tenían sus métodospara hacer correr a la masa humana.Mantenían un plantel de perros ovejerosy dobermans. Azuzaban a los canes y

éstos hacían estragos con sus colmillos.Había que tener mucho cuidado y suertede no ser mordido por estos perrosadiestrados. Otros SS estaban ubicadosa lo largo del camino y con látigoscastigaban a los presos. Había queguarecerse dentro de las aberturasexcavadas en la roca. En la boca de laentrada también llovían latigazos. Habíapor lo menos entre diez y doce bocas deentrada. Eran enormes túnelesexcavados dentro de la roca dura. Estostúneles de apreciable profundidadinterconectados entre sí, estaban casiterminados. Los alemanes tenían laintención de trasladar toda la planta

industrial para resguardarla contraposibles ataques aéreos. En un sector yahabían comenzado a instalar una cadenade máquinas de varias filas. Estasaberturas, a la vez sirvieron pararesguardar a los esclavos de mano deobra barata que todavía les eran útiles.Había que permanecer dentro de lasexcavaciones varias horas hastaescuchar de nuevo el sonido prolongadode la sirena en señal de que habíapasado el peligro. Estar en el interiordel túnel un tiempo prolongado, era unacalamidad. El piso estaba siempremojado, pues por las paredes agrietadasse filtraba constantemente agua. No

había donde sentarse. La humedadinterna y el frío eran insoportables. Peroel hecho de que la aviación aliadacomenzaba a hacerse presente en esaárea, fue un aliciente importante paratodos los prisioneros. Lasincomodidades que había que soportar,ya no pesaban tanto. La presencia de lafuerza aérea aliada se repetía a diario.Todos los días a la misma llora. Eltrabajo quedaba interrumpido y habíaque correr a buscar refugio. Nunca cayóbomba alguna. Pero por precaución, losalemanes prefirieron en caso debombardeo, tener a esta gran masahumana concentrada dentro de los

túneles.Daba la casualidad que justo cuando

se estaba repartiendo la sopa a mediodíaen la misma planta, sonó la sirenaentrecortada y los de la fila que todavíano habían consumido, se quedaron sinalimento. Este cucharón de sopa eraelemental. Se vivía atemorizado porquejusto cuando se repartía, podía resonarla sirena y adiós a la porción de sopa,había que dejar todo y emprender lacorrida. En varias oportunidades deimprevisto vi pasar en vuelo rasanteaviones ingleses sin que sonara nada.Sólo se escuchaba el tableteo de lasametralladoras de los vigilantes del

campo que disparaban contra estosaparatos.

De nuevo me hallaba en el refugioantiaéreo y la permanencia se prolongópor más tiempo que otras oportunidades.Encontré una piedra para sentarme,aunque bastante incómoda, pero eramejor que estar parado.

A cierta distancia se encontrabanalgunos polacos que vociferaban entreellos y uno del grupo tuvo expresionesantijudías que me resultaron chocantes.En aquellas circunstancias, pensaba yo,que el antagonismo religioso o de otraíndole debería de haber sido yasuperado, porque también el pueblo

polaco había sido bastante golpeado porlos nazis.

A medida que transcurría el tiemposucedían novedades que llamaban laatención. Nos enteramos que losalemanes presos en ese campo pordistintas causas podrían enrolarse comovoluntarios. El llamado era paramovilizar a los que eran aptos paraayudar a la causa de la Alemania nazi.Se presentaron unos cien convictosalemanes los cuales fueron uniformadosy ejercitados en las afueras del campo.Todos los días salían acompañados porlos SS. Los adiestraban en el manejo dearmas. Volvían caminando en formación

entonando cánticos militares. Lanecesidad de movilizar a los alemanesconvictos era una clara señal paranosotros, que la guerra no era favorablea la Alemania de Hitler. Este primercontingente improvisado fue enviado deemergencia al frente, para ayudar acontener el avance de los ejércitosaliados. Después de partir eJ primergrupo, fue formado enseguida elsegundo. El primero se componía dealemanes convictos por divergenciaspolíticas del régimen nazi. El segundogrupo de alemanes, eran elementospeligrosos, matones o asesinos.Necesitaban movilizar más y más gente;

a esa altura todos les venían bien, losllevaban con la promesa de que siAlemania lograba la victoria, quedaríanamnistiados. A los del segundo grupolos uniformaron con distinta vestimenta;era de color beige. Más adelante en uncomunicado pidieron voluntarios deotras nacionalidades excepto judíos. Sepresentaron pocos. Un italiano quetrabajaba en mi sector, fue visto comocandidato para el registro. Cuandovolvió a la planta recibió

una paliza. El italiano todo golpeadopor otros presos, vino hacia mí aexcusarse explicándome que suverdadera intención era buscar una

ocasión para evadirse de este tenebrosocampo de concentración. Eran muypocos los voluntarios que se habíanpresentado y el plan quedó descartadopor los alemanes.

El tiempo transcurría y nuevamenteme encontraba en el trabajo nocturno.Doce horas largas, ininterrumpidas,parado al lado de una máquina,colocando y sacando las piezastorneadas. Conste que tenía a mi favor lajuventud y el temple, pero no obstantecomencé a sentir el desgaste. Esto fue aconsecuencia de las perturbacionesintestinales.

Cada día que pasaba, empeoraba.

Sentía que las fuerzas me abandonaban.Para subir los escalones ya me era muydifícil. Me tenía que ayudar con lasmanos para levantar las piernas escalónpor escalón. Tenía diarrea y cada dospor tres corría a los baños. El encargadoya me tenía marcado. Mi preocupaciónmás grande era no ser descubierto porIasek. Sólo un milagro me podía salvar.

LA MILAGROSA AYUDADE LA CRUZ ROJAINTERNACIONAL

Llegaron al campo de concentraciónGussen, paquetes de la Cruz RojaInternacional. Los paquetes conteníanproductos alimenticios. Fue unasorpresa pues nunca antes habíaocurrido esto. Los confinados judíostambién se encontraban entre losbeneficiados. Los primeros en obtenerlos alimentos fueron los prisionerosprovenientes de los paises occidentales:franceses, belgas, holandeses y otros.

Cuando nos tocó entrar al depósito,ingresé con otro muchacho amigo. En elinterior del mismo me exigieronquitarme el saco y extenderlo sobre lamesa. En presencia de un oficial SS fueabierta una caja chica y otra de tamañoalgo más grande. Volcaron el contenido.Se trataba de una variedad de alimentosenvasados. El oficial nazi sólo retirópara él las tabletas de chocolate. Lasdos cajas eran para repartir entre dos. Elproblema era como llegar a salvo anuestro bloque con estos productosenvueltos en un saco. Cuandocomenzamos a caminar hacia nuestrobarracón sentimos gritos de los que

habían salido antes que nosotros.Teníamos que pasar por bloquesucranianos y polacos para llegar alnuestro. Estos en numerosos gruposasaltaban a los portadores, loslesionaban y saqueaban. (A ellos no lestocó recibir paquetes y no supimos porqué).

Cuando escuchamos gritos de losasaltados tomamos por otro camino,pero igual corrieron detrás nuestro.Iasek nos salvó, con un látigo enfrentó alos que nos perseguían. A la mayoría demis compañeros les prestó una valiosaayuda, enfrentó a los que acechabancomo lobos hambrientos. A Iasek se le

agradeció compensándole con unacantidad de estos productos. Una vez enel bloque con el valioso cargamento,fuimos mi amigo y socio hacia nuestracucheta. Estábamos todavía exhaustospor haber corrido despavoridos yatemorizados. Nos quedamos sentadosun rato para tranquilizarnos de latensión. Lo considerábamos como unregalo milagroso caído del cielo. Algomás tranquilos, abrimos el saco para verqué clase de productos contenía.Habíamos quedado realmentesorprendidos de la cantidad dealimentos.

Con mi circunstancial socio, nos

repartimos los paquetes en partesiguales. Había de todo: cigarrillos,galletitas, dulces, fideos, arroz, sardinasy otros. Subsistía el problema de cómoubicar las cosas alrededor del cuerpo,para no llamar la atención. Con hilo atéel pantalón por los tobillos y coloquélos paquetitos alrededor de las piernas.Caminaba bastante incómodo, igual queuna momia.

Estaba preocupado por mi estado desalud. El problema que me agobiaba erala diarrea, pero con el milagroso regalo,se me abría la posibilidad de curarmede esta enfermedad. Sabia que el arrozera efectivo para estos casos. Traté de

intercambiar con otros, ciertosproductos por arroz y lo conseguí. Unamigo ruso que trabajaba en mi sector,con un calentador eléctrico que usabapara derretir laca aceptó cocinar elarroz para mí. Lo compensé bien, se lomerecía. Seguí con este menú variosdías y resultó ser efectivo. Gracias alpaquete de la Cruz Roja Internacionalme salvé de esta enfermedad y comencéa restablecerme de la fatiga. La ayudadel exterior fue para nosotros muyvaliosa, diría una bendición. Pero paraalgunos resultó fatal. La tentación decomer para apaciguar el hambre, fuemortal. Muchos murieron por haber

comido alimentos que por muchos añosni habían visto. El cuerpo de éstos nosoportó el repentino cambio alimenticio.Por suerte en mi caso no me dejé llevarpor la tentación. La ayuda que llegó dela Cruz Roja, fue vital, prácticamente mesalvó la vida. A los prisioneros rusos,polacos y ucranianos no se les repartióningún paquete, se sintieron excluidos.

LA PRIMAVERA Y LALIBERACION

El tiempo transcurría lentamente y aesa altura del año ya habíamos entradoen el mes de abril del 45.

Una noticia que se expandió comoreguero de pólvora fue que los SSucranianos, los de los galones negros,quedaron arrestados. Les quitaron lasarmas y los ubicaron en un barracónaislado, bajo reforzada vigilancia. Losvimos por las ventanas desmoronados eimpotentes. Pensar que horas antes nosapuntaban arrogantes con sus fusiles y

ahora desarmados, estaban igual quenosotros a merced de los nazis.

Al anochecer fueron llevados a unlugar desconocido. Nos enteramos quelos habían fusilado a todos.

Supimos que estos ucranianos al verque la situación era crítica para losalemanes, se sintieron comprometidospor haber colaborado con ellos.Planificaron liberar el campo y queríantener la imagen de salvadores. Pero losnazis descubrieron su intención o quizásfueron delatados y los eliminaron. Decualquier modo si los ucranianoshubiesen logrado su propósito, no seríanperdonados por los mismos prisioneros

liberados. Por el contrario, se hubiesenvengado de ellos.

En una colina cercana al campo, losalemanes instalaron un cañón antiaéreode gran calibre. Lo tenían camuflado conramas de árboles. Daba la casualidadque de sorpresa aparecieron dos avionesque volaban a una altura en la quepodían ser de fácil alcance para estecañón antiaéreo. Los prisioneros delcampo pudimos observar cómo el cañónapuntaba y seguía a esos aviones, perono se animaron a disparar contra ellos.Los rusos reconocieron los aparatos yexclamaron: “eto nashe", son nuestros.

Se formó un comité clandestino

compuesto de polacos y otros. Ellostrabajaban en la administración yestaban al tanto de los acontecimientos.Esta gente nos visitó en el bloque alanochecer. Nos informaron de laspresuntas intenciones de los alemanes.Los nazis habían ordenado tapar oamurar las bocas de entrada a losrefugios. Sólo quedaría abierta una.Haciendo sonar la sirena introducirían atodos los prisioneros (unos 40 mil)dentro de los túneles. Luegodinamitarían la última abertura paraconvertir el refugio en una tumbagigante.

El comandante del campo tenía

órdenes de Himmler, de no dejar convida a ningún prisionero. Elimprovisado comité nos advirtió quepasara lo que pasara, nadie tenía queabandonar el bloque. Esta advertenciaprovocó en todos una gran conmoción yuna honda preocupación, ya que nadiepudo conciliar el sueño.

Afortunadamente esa sirena no sonó.Tal vez las circunstancias ya no les eranpropicias. Alemania nazi se derrumbabay les quedaba muy poco tiempo parasalvar su propio pellejo. Se comenzó anotar que el conteo, ya no era tanriguroso. El oficial nazi en lugar decontar, sólo hizo mi ademán de que todo

estaba bien y se retiró. El problemaseguía latente, la tensión predominaba.Todavía estábamos a merced de ellos.La inquietud que todos sentíamos eraporque los asesinos nazis todavíapodían ensañarse con nosotros.

En las plantas, la actividad seguía enforma normal. Un nuevo capataz fuenombrado en mi sector de trabajo. Conéste, me pude entender bien. Era unjoven ruso oriundo de un pueblo no lejosde Moscú. Me contó entre otras cosasque había escondido una motocicleta desu propiedad cuando los alemaneshabían cercado la localidad donde élvivía con su familia. Si lograba

sobrevivir, tenía la esperanza de volvera su hogar y encontrar la moto enterrada,su hobby. Además me comentaba todoslos días noticias sobre losacontecimientos mundiales. Estasnoticias eran de un diario local austriacoal que él tenía acceso. Principalmente,me interesaba saber a qué distancia seencontraban de nosotros los americanoso los soviéticos. El ejércitoestadounidense estaba algo másadelantado. Cada día que transcurría seencontraban más cerca nuestro.

Los días pasaban y también pasó elmes. El tiempo se hizo más agradable,pues ya estábamos en mayo. Logré

mejorar mi salud considerablemente.Todavía me habían quedado algunascositas del regalo de la Cruz Roja yconvidaba a mis compañeros que nohabían recibido nada, a los quetrabajaban conmigo en el mismo sector.

Este gesto servía para mantenerbuenas relaciones con todos los que merodeaban. La noticia que el capataz demi sección me comunicó fue, que elejército norteamericano había hechonotables avances y se encontraba apocos kilómetros de nosotros .Estainformación hizo revivir la esperanza.

Al día siguiente sucedió algo muyimportante que llamó la atención. Todo

comando militar de la SS abandonó elcampo de concentración. Antes de huirdejaron en los puestos de vigilancia apolicías austriacos. A partir de esemomento no fuimos más a trabajar. Laración diaria todavía era repartida enforma normal. Aquel segundocontingente de alemanes presosuniformados no fueron enviados ypermanecieron en el campo. Estenumeroso grupo todavía se creíaimportante. Menos mal que no estabanarmados. Toda la pandilla estabaformada por asesinos natos. Entre éstosse encontraba el ober-capo del turnonocturno. Este individuo era odiado por

todos.Pasamos la noche en la

incertidumbre, pues un dirigente delcomité improvisado nos comunicó quese había visto a numerosos nazis SS y nose sabía qué propósitos tenían. Se temíaque podían volver para hacer un acto debarbarie. Pero se nos informó luego quesólo pasaron de largo.

7 DE MAYO DE 1945

Este fue el día de la liberación delcampo de concentración Gussen 1 yGussen 2. El día largamente esperado.Es también la fecha de mi cumpleaños,en realidad significó mi renacimiento.

El comité improvisado que antes sehabía formado nos impartió órdenes demantenernos en calma dentro de losbloques. Las horas pasaban en un climatenso. Los capos alemanes uniformadosse encontraban en la plaza principal y secreían todavía dueños del campo. Perode tarde los presos que estaban enbuenas condiciones físicas, salieron a

tomar venganza contra ellos. El ober-capo corrió para poder escapar, perofue alcanzado por un español quetrabajaba en la cocina. Le clavó uncuchillo, dejándolo tendido en medio deun charco de sangre, cerca del portón desalida. Los capos fueron linchados poruna turba de polacos y ucranianos, quese abalanzaron contra ellos. A uno lecortaron la cabeza con un hacha.Ninguno de los uniformados quedó convida. Recién al anochecer aparecieronalgunos blindados americanos. Lapolicía austriaca que ocupaba lospuestos de vigilancia, fue desarmada.Salí del bloque para cerciorarme; quería

ver con mis propios ojos a nuestroslibertadores. En el portón principal delcampo había varios carros blindados aoruga. Los soldados estadounidensesque llegaron en esos vehículos eranjóvenes. Bloquearon con los tanques elpasaje y no permitieron salir ni entrar anadie. Por no conocer el idioma inglésno nos pudimos comunicar con ellos.Hubiéramos querido avanzar, loshubiéramos abrazado y besado por lagran emoción que sentíamos. Pero losdel comité nos mantenían a distancia. Lamayoría éramos esqueletos vivientes,mugrientos y piojosos. La curiosidadatrajo a gran cantidad de ex-presos e

inclusive aquellos que apenas podíanarrastrar las piernas. Con sorpresa vi enlo alto de un barracón una bandera degran tamaño de la Unión Soviética,desplegada flameando. En otro labandera polaca, también flameaba míabandera chica azul y blanca con laestrella de David. Se vivía realmente enun clima muy emocionante. En losrostros esqueléticos de los que seencontraban en la plaza, por primera vezse veía una expresión de alegría y deorgullo. A esa hora de la noche los delcomité pidieron a todos que nosfuéramos a los barraconescorrespondientes. Una vez ya en mi

lecho no pude conciliar el sueño en todala noche. Los pensamientos no medejaban dormir. Todavía no me habíaconvencido que pertenecía a losprivilegiados que habían logradosobrevivir. Pensaba que al haberresistido hasta ese día, el de laliberación, me transformaba en un héroe,además pertenecía a los afortunados quelograron ver la derrota de la Alemanianazi. Podía saborear y festejar el triunfoque permitió salvar a la humanidad.

También me preguntaba: ¿qué habrápasado con mi madre y mi hermanaAna? ¿Habrán sobrevivido?

No me hice ilusiones de mi papá ni

de mi hermanito menor Leibush.¿Qué tendré que hacer primero?

¿Qué será lo que el destino me ha dedeparar?, pensaba.

Casi no dormí, pues un sin fin depensamientos me perturbaban decontinuo. Al día siguiente los expresosacuciados por el hambre se lanzaron enmasa a buscar alimentos. Penetraron albarracón donde se encontraban lasinstalaciones para cocinar y a losdepósitos anexos. Había una grancantidad de barriles con pasta ácida, erauna especie de queso. Destrozaron losbarriles y la mayor parte se desparramópor el piso. Si alguno resbaló, ya no se

pudo levantar más. Una turba se lanzópara poder conseguir un bocado dequeso. El piso estaba resbaladizo, peroigual penetraban masivamente. Los queestaban caídos en el suelo, fueronpisoteados y quedaron bañados con esequeso pastoso. Luego la gran multitud selanzó a los otros depósitos donde habíagran cantidad de ropa. Montañas deprendas para vestir se hallabanalmacenadas en ese lugar. En pocotiempo el lugar quedó vacío. Muchos secambiaban de vestimenta lo que les dioun aspecto aceptable. Pero lo que lossobrevivientes trataron de hacer primerofue vengarse. Esa incontrolable masa

estaba dispuesta y con razón a hacerjusticia por sus propias manos. Lavenganza hubiese sido fatal. Todoalemán encontrado hubiera sidomasacrado. Pero los soldadosamericanos coparon todos los portones.No permitieron a los sobrevivientessalir del recinto del campo y aqueldeseo no pudo realizarse y esa ansia dedesquite no se pudo concretar. : Vdemás la mayoría no estaba en buenascondiciones físicas. Una gran mortandadse produjo luego de haber sidoliberados. Las autoridades militaresamericanas instalaron en los edificiosadyacentes un hospital improvisado con

el fin de socorrer a los desfallecientes.Muchos sobrevivientes fueron

hospitalizados en ese nosocomio. Habíaun alto porcentaje de tuberculosos. Losliberados por encontrarnos en un estadodeplorable, tuvimos que permanecer enel mismo recinto de ese campo. El menúalimenticio seguía siendo igual al deantes. La nueva directiva se había dadocuenta que sería peligroso, hasta mortalmejorar la alimentación. Decidieron nocambiar la ración diaria por undeterminado tiempo. No efectuamostrabajo alguno. Pasamos la mayor partedel día en los lechos y eso nos ayudó arehabilitamos y a recuperarnos un poco.

Soldados americanos trajeron alcampo un carro para fumigar; era degran tamaño. Desinfectaron con un polvoblancuzco el interior de los bloques,luego rociaron a todos lossobrevivientes. Con esta fumigacióneliminaron millones de piojos ychinches. Realmente desaparecieroncomo por arte de magia.

Al pasar los días se logró un mayorentendimiento entre los liberados y losamericanos.

Los que se encontraban en mejorescondiciones físicas lograron convencera los soldados para que les permitieransalir en busca de nazis SS. Se

sospechaba que éstos se podían haberrefugiado en las colinas cercanas. Losamericanos armados con metralletasacompañados por los sobrevivientes,salieron en varios jeeps en busca de ex-guardias o ex-jerarcas del campo.Después de haber recorrido un trecho enlos vehículos militares, tenían queinternarse a pie. Comenzaron a treparpor las laderas y llegaron a un lugardonde descubrieron por medio delargavistas una vivienda improvisada.Se acercaron con sumo cuidado,copando de sorpresa a los moradores.Uno de los ex-prisioneros reconoció alex-comandante del campo de

concentración Gussen. El nazi trajo atoda su familia a ese lugar para pasarinadvertido. Un soldado americanoapuntaba con su fusilametrallador al ex-jerarca nazi y le ordenó tener los brazosen alto. Mientras tanto, un integrante delgrupo traía cuerda para llevarlo atado.El confundido nazi creyó que lo iban acolgar, hizo un intento de huir. Elsoldado reaccionó y abrió fuego. Heridode dos impactos fue traído al campo. Sufamilia no fue molestada. Se logróobtener por su intermedio importantesdeclaraciones que se divulgaron a travésde un folleto impreso, y así se pudieronconocer las atrocidades que solían

practicarse con los presos. Confesó quetenía órdenes precisas de Himmler deeliminar a todos los prisioneros para nodejar vestigio alguno. Pero esa orden fuepospuesta; luego las circunstancias nopermitieron su realización. El ex-comandante nazi mal herido, murió aldía siguiente. Fue colgado desnudo y ensu trasero tenía pintadas dos svásticas.En la espalda con letras "Heil Hitler".Estuvo expuesto todo el día en uno delos postes de la cerca del alambrado depúas. Una cuerda sostenía al corpulentocadáver por el cuello y el viento lohacía girar de un lado a otro. Para lossobrevivientes ahí presentes y testigos,

esto simbolizó el fin del nazismo.

-Una vez finalizada la guerra,¿consideras que la justicia fuesatisfecha?

Los que nos salvamos de lahecatombe nazi, teníamos una esperanza:que nuestros liberadores, los que vieroncon sus propios ojos los campos dehorror y de exterminio, me refiero a laspotencias aliadas, ajusticiaran a loscientos de miles de alemanes nazisinvolucrados. Desde nuestro punto devista éstos deberían haber sidoencarcelados en los mismos campos de

concentración construidos por ellos.Deberían haber estado en las mismascondiciones nuestras por años. Al menosasí se hubiera hecho cierta justicia. Peroeso no ocurrió, lamentablemente.Algunas organizaciones religiosastuvieron piedad hacia los nazis y losayudaron a evadirse. Además ciertospaíses les abrieron sus fronteras paradarles asilo.

El juicio de Nurenberg sólo seocupó de los jerarcas máscomprometidos, algunos fueronahorcados. Los demás recibieronsentencias leves a excepción de RudolfHess, el único nazi que sigue

encarcelado en la prisión de Spandau enBerlín, pues se le condenó a prisiónperpetua.

Desde el punto de vista de lossobrevivientes la justicia distó mucho delo que debería haber sido.

Los alemanes nazis seguros de serlos amos del mundo no vacilaron enhacer persecuciones, atrocidades yasesinatos en masa. Al ser derrotados ydescubierto el crimen cometido, elnazismo le dejó a Alemania una manchaimpregnada que difícilmente podráborrar. Además el daño irreparableocasionado a nuestro pueb1o por elrégimen de Hitler no va a ser olvidado

jamás.

EPÍLOGO

La decisión que tomé al recordar ydescribir las vivencias de la época nazifue debido a múltiples motivos. Enprimer término creía importante dejar milegado a las futuras generaciones.Además como sobreviviente de estaodisea, sentí la obligación moral derelatar los hechos tal como realmenteocurrieron con el propósito (le impedirque otros lo distorsionen. Me refiero aaquellos que tienen la tendencia dedeformar o minimizar lo acontecido.

Otro de los propósitos al recordar

los hechos de la época nazi fue que lageneración actual y futura tenga unaversión veraz y auténtica.

También un motivo importante paraescribir este libro fue para que los quejuzgan fácilmente se den cuenta, que nofuimos llevados como ovejas almatadero.

Los que han tenido oportunidad deleer este testimonio e interiorizarse de lasituación en que se vivía habráncomprendido que no fue así. Hubolevantamientos que son conocidos ytambién actividad guerrillera desde losbosques.

Con la ocupación alemana de países

europeos, las numerosas poblacionesjudías quedaron completamentedesamparadas y a merced de laarrogancia y crueldad de los militaresnazis. Su actitud creó un imperio demiedo; estaban prestos con el dedo en elgatillo, vivíamos atemorizados. Habíaque tratar de no darles un pretexto y asíevitar una masacre. Además nocontábamos con la población polacacircundante, que también fue en sumayoría hostil hacia nosotros.

Afirmo que el maquiavélico aparatonazi tuvo suficiente tiempo y poder paraensañarse con el pueblo judío en formasistemática y valiéndose de engaños

diabólicamente elaborados. Por mediodel hambre, de trabajos forzados ytorturas, sus víctimas llegaron a unestado de total indiferencia. Ya noéramos personas sino menos que seresvivientes. Los alemanes nazis lograronquebrar la moral de la gente y entoncesles fue fácil proseguir con la "soluciónfinal" como la solían llamar (eliminar anuestro pueblo). Además nos sentíamosabandonados y nos preguntábamos si elmundo nos había olvidado.

Con el final de la guerra y laliberación el problema de nuestropueblo estaba aún muy lejos de sersolucionado. Mientras los exprisioneros

no-judíos volvían a sus respectivospaíses nosotros todavía quedamos encampos de desplazados. Nos llevómuchos años llegar a un destino cierto.La mayoría estuvo a la espera delestablecimiento del Estado de Israel querecibió a sus hermanos con los brazosabiertos, y muchos otros fueronrequeridos por familiares de otraslatitudes.

Desearía que mi testimonio sirva demensaje y de reflexión. Creo que en elfuturo otro holocausto no podríaacontecer, porque algo ha cambiado: elpueblo judío tiene una Madre Patria:ISRAEL. Y con las democracias del

mundo de postguerra confío, seránsuficiente garantía para que lo ocurridono se vuelva a repetir y sea recordadopor siempre.