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Eje temático: Mundo del trabajo y procesos económicos.
Título del trabajo: Organizaciones gremiales y conflictividad docente en Santa Fe entre 1966-
1989. El caso de la Asociación del Magisterio de Santa Fe (AMSAFE)
Autores: María Cecilia Tonon y Carlos Marcelo Andelique (UNL)
Palabras clave:
Docentes – Organizaciones gremiales – Conflictividad
No se autoriza su publicación
Introducción
En este trabajo nos proponemos analizar las acciones sindicales de los trabajadores docentes entre
1966 y 1989, atendiendo especialmente a las organizaciones gremiales y a los principales conflictos
que se desarrollaron durante el período, centrando la mirada en el caso de la Asociación del
Magisterio de Santa Fe.
A partir de la lectura de los distintos documentos, lo que pretendemos es relacionar lo micro –la
situación provincial- con lo macro –el contexto nacional-, procurando dar cuenta de su imbricación
para poder comprender la protesta de los trabajadores de la educación y el desarrollo de sus
organizaciones sindicales en un período específico1.
En la ponencia se hace un estudio de la lucha sindical docente santafesina en un período bastante
amplio, que requiere plantear, al menos, dos observaciones significativas. La primera corresponde a
la determinación de un recorte temporal que no está sujeto a la conflictividad sindical, sino que
guarda mayor relación con criterios políticos e institucionales de orden nacional. La segunda radica
en una consecuencia de la extensión temporal: hacer explicaciones muy generales que privan al
trabajo de profundidad. Somos conscientes de estas tensiones presentes en el trabajo, pero nos
interesa dejar planteadas líneas de análisis más amplias que nos permitan establecer cambios y
continuidades entre las características, formas de organización y lucha de los trabajadores docentes.
En este sentido, la ponencia no intenta ser un estudio concluyente, sino una primera aproximación
que eche luz sobre un proceso de cuya profundización puedan surgir nuevos interrogantes y nuevos
horizontes de análisis.
1 Por razones de espacio no podemos detenernos a plantear los antecedentes y marco teórico de nuestra ponencia, como tampoco un tratamiento de las fuentes trabajadas. A modo de breve presentación, mencionaremos como antecedentes fundamentales para el análisis de la situación docente en el período seleccionado los textos Braslavsky (1989), Donaire (2009), Glaz (2002), Gudelevicius (2011) Migliavacca (2006), Ossanna y otros (1997), Ríos (2006), Alonso (2007), Vázquez (2008). El soporte teórico-referencial se complementa con textos de carácter general que nos permiten contextualizar el objeto de estudio, como son las contribuciones de Farinetti (1999), Gordillo (2008), Lobato y Suriano (2003), Novaro y Palermo, O´Donnel (1996), Pascuali (2006), Schneider (2000), entre otros, y los aportes de los textos de Tarrow (1997), Tilly (2000), Thompson (1981) [a] y [b] para encuadrar el estudio en términos teóricos. Las fuentes primarias principales son básicamente documentos escritos, como diarios (de alcance provincial), leyes, y materiales del gremio docente santafesino (actas de asambleas, cartas, notificaciones, etc.). Hemos realizado varias entrevistas a diferentes representantes gremiales, de las que hemos referido solo algunas en esta ponencia.
Los docentes santafesinos entre los años sesenta y setenta
Las luchas colectivas que llevaron a cabo los docentes entre 1966 y 1976 generaron diferentes
experiencias organizativas en todo el país, que en algunos casos fueron muy intensas. Muchos de
los militantes que participaron en las mismas fueron expresión de la radicalización política que
vivía el movimiento obrero y estudiantil, especialmente entre finales de los sesenta y principios de
los setenta.
En el caso de la provincia de Santa Fe, los sindicatos docentes con mayor inserción y organización
fueron la Federación Provincial del Magisterio2 y la Asociación del Magisterio Católico, cuyos
representados eran en su mayoría docentes de escuelas primarias. Sin embargo, no fueron las únicas
organizaciones. Hubo una importante variedad de pequeños sindicatos que asumieron la
representatividad de diferentes sectores dentro del sistema educativo, cuyas actuaciones se dieron
en períodos distintos durante la década. Entre estos sindicatos podemos nombrar a la Asociación
Santafesina de Docentes y Administrativos de la Enseñanza Media, Especial y Superior -que
agrupaba especialmente a los docentes secundarios provinciales3-, y dos organizaciones de menor
alcance: la Asociación de Maestros de Enseñanza Manual y la Asociación de Maestros Particulares.
Todas estas organizaciones sindicales se aglutinaron entre 1966 y 1971 en la Comisión Pro Mejoras
Económicas del Magisterio de Santa Fe4 bajo la dirección hegemónica de la Federación Provincial
del Magisterio y de la Asociación del Magisterio Católico. La Comisión Pro Mejoras, funcionaba
como una instancia de acuerdos y coordinación de carácter intersindical. Fue creada en 1946, y
reeditada en las huelgas de 1957 y 19715. Sin embargo, hacia finales de 1971 la Comisión se
disolvió producto de las diferencias internas entre las distintas organizaciones participantes.
Una de las características más importante de las organizaciones gremiales de esta década fue su
estructura organizativa débil y fragmentada. Por ejemplo, los aportes de los agremiados a la
Asociación del Magisterio de Santa Fe durante este período no se hacían por vías formales ni de
manera compulsiva. Por el contrario, era voluntario y el propio gremio a través de personal
específico recorría los domicilios de los docentes cobrando el aporte mensual a los afiliados6. Esta
situación se correspondía con la falta de personería gremial a la cual se accederá recién en la década
del 80, que en el caso de la Asociación del Magisterio de Santa Fe, fue el 11 de septiembre de
19857.
2 La Federación Provincial del Magisterio agrupaba a los sindicatos que actuaban en los diferentes departamentos en los que se encontraba dividida administrativamente la provincia. Por ejemplo, se encontraba la Asociación del Magisterio de Santa Fe cuya acción se desplegaba en el Departamento La Capital, la Unión del Magisterio Rosario, del Departamento homónimo, o el Círculo del Magisterio de Rafaela, del Departamento Castellano.3 La mayoría de los profesores secundarios pertenecían a entidades gremiales nacionales, ya que las escuelas de este nivel educativo estaban bajo la administración del Ministero de Educación de la Nación, o como en el caso de las escuelas técnicas, bajo la órbita del CONET (Consejo Nacional de Educación técnica).4 De ahora en más se utilizará Comisión Pro Mejoras.5 Datos extraídos de GINDIN, Julián, RODRIGUEZ, Gloria y Julia SOUL, 2003.6 Ver ANDELIQUE, Carlos M., 2012.7 Según datos aportados en una entrevista, en esta conformación que se produce en la década del 80 confluyen militantes y afiliados de las Asociaciones departamentales, de la Federación Provincial del Magisterio y del FUSTE, estableciéndose un sindicato único cuya denominación pasará a ser AMSAFE. Entrevista a Docente 3, [grabación], realizada por Marcelo Andelique en Santa Fe, el 15/03/2011. Registro en formato MP3. Archivo personal del autor.
Las principales demandas de los docentes durante la década de 1966-1976 se centraron en las
condiciones laborales, los salarios y las reformas al sistema educativo impulsadas por el gobierno
de la autodenominada “Revolución Argentina”. En lo que hace a las condiciones laborales, un
reclamo que atraviesa todo el período refiere a la estabilidad, cobrando especial relevancia las
peticiones de concursos de ingreso y ascenso a la docencia. Sin embargo, el principal reclamo
estaba vinculado al salario. Esta demanda alcanzará una importante virulencia a comienzo del ciclo
lectivo del año 1971. Los principales argumentos que planteaban los docentes para justificar los
pedidos de reajustes salariales obedecían a la pérdida del poder adquisitivo producto de los
constantes procesos inflacionarios. Por otra parte, los bajos salarios se vivían como una
desjerarquización del rol docente, en tanto las remuneraciones recibidas eran las más bajas respecto
del resto de los trabajadores de la administración pública.
Otra demanda que atravesó el período tanto a nivel provincial como nacional, fue la
implementación de la reforma educativa iniciada en 1968. Fue una reforma muy cuestionada porque
impactaba fuertemente en la forma en que se organizaban la escuela primaria y secundaria, en tanto
se creaba una escuela intermedia como parte de la Educación Básica y que en su conjunto perseguía
el objetivo de completar una escolaridad obligatoria de 9 años.8 A nivel nacional las medidas de
oposición fueron organizadas a través del Acuerdo de Nucleamientos Docentes (AND), que
aglutinaba a la mayoría de las organizaciones docentes existentes en el país, entre las cuales
participaba la Federación del Magisterio de Santa Fe. Aunque se aplicó de manera experimental en
las provincias de Buenos Aires y Santa Fe, los cuestionamientos y el escaso consenso con que contó
desde sus inicios obligó a los sucesivos ministros de la cartera educativa nacional a generalizar su
implementación. De esta manera, la reforma no prosperó y terminó derogándose en 1973.
Las formas de lucha que se llevaron a cabo durante este período alternaron estrategias de diálogo
con medidas de fuerza que generalmente consistían en huelgas escalonadas de 24, 48 y 72 horas.
Hubo momentos donde las posibilidades de diálogo resultaron infructuosas y las relaciones
adquirieron un carácter más contencioso como en la huelga por tiempo indeterminado, que con
intermitencias, se desarrolló entre marzo y junio de 1971. La falta de respuesta por parte del
gobierno a los reclamos planteados en diferentes instancias de diálogo con los gremialistas y el
progresivo deterioro de la situación del sistema educativo en general fueron marcando el ritmo de
los conflictos entre las asociaciones gremiales y el Ministerio de Cultura y Educación de la
Provincia. En este sentido, el retraso en el pago salarial, las deudas pendientes de reemplazantes e
interinos, la reforma educativa, la implementación de la escuela intermedia y el deterioro en la
calidad de vida producto de la inflación fueron las raíces más profundas de los demandas y de los
conflictos planteados.
La huelga de 1971 y sus efectos en las organizaciones gremiales.
Como mencionamos anteriormente, una de las acciones colectivas que adquirió una enorme
8 Para ampliar este tema véase GUDELEVICIUS, Mariana, 2011.
relevancia, tanto para los docentes como para la sociedad santafesina, fue la huelga que se llevó a
cabo entre marzo y junio de 1971. Este conflicto impactó fuertemente en la estructura gremial que
había organizado las protestas entre 1966 y 1971, ya que la Comisión Pro Mejoras perdió su
carácter de coordinación y centralización de la acción gremial colectiva, que aglutinaba a todo el
arco de docentes provinciales e incluso nacionales. Los cuestionamientos hacían especial eje en el
funcionamiento de la Comisión y en los malogrados resultados que se habían obtenido en el
conflicto. En este marco, la Asociación del Magisterio Católico, ASDAEMES y docentes
independientes y reemplazantes decidieron retirar sus delegados de la Comisión Central Pro
Mejoras y abrir una nueva instancia de coordinación con el objetivo de construir una organización
que reuniese a todos los sectores docentes (primarios, secundarios, terciarios). En cierta medida, lo
que se estaba materializando era el resultado de un proceso de experiencia política y sindical que
llevó a muchos docentes a plantearse la construcción de un sindicato unificado.
En este marco, en la provincia de Santa Fe se conformaron sindicatos regionales y/o
departamentales: el SINTER (Sindicato de Trabajadores de la Educación de Rosario), el SINTES
(Sindicato de Trabajadores de la Educación de Santa Fe), el SUTEN (Sindicato Único de
Trabajadores de la Educación del Norte) con sede en la ciudad de Reconquista. A partir de 1972 se
agruparon en la FUSTE (Federación Única de Sindicatos de Trabajadores de la Educación) y a nivel
nacional en la CUTE (Central Única de Trabajadores de la Educación).
Estas organizaciones sindicales adquirieron mucho protagonismo en la provincia de Santa Fe entre
1972 y 1976, cuestión que se puso en evidencia en el crecimiento de docentes afiliados que tuvo la
FUSTE durante estos años (ALONSO, 2009). Ésta fue una federación influenciada por jóvenes
militantes vinculados a Montoneros –muchos de ellos perseguidos y desaparecidos por la dictadura
a partir de 1976- y que se presentaba como una organización alternativa a la Asociación del
Magisterio y la Federación Provincial del Magisterio, cuyos rechazos recíprocos eran la expresión
de profundas diferencias políticas e ideológicas respecto de la forma de actuar y organizar el
sindicato. No obstante, las distancias políticas no les impidieron actuar en determinadas
circunstancias de manera conjunta ante políticas del gobierno9. Entre las reivindicaciones del
período aparecen mencionadas la reforma a la legislación previsional, mejoras al régimen de
licencias, incremento de salarios, convocatorias a concurso.
En general, durante estos años se evidencia un alto proceso de sindicalización y una gran
participación de jóvenes que, como bien señala Guillermo Ríos (2006), se veían impregnados por
nuevas prácticas políticas que contribuyeron a la conformación de identidades más vinculadas a los
trabajadores; proceso que se verá potenciado por prácticas pedagógicas en barrios, villas miserias,
comunidades rurales (RÍOS, 2009). No casualmente estos nuevos sindicatos incorporaron el nombre
de “trabajadores de la educación” y se articularon con organizaciones provenientes del movimiento
obrero. Estas nuevas organizaciones sindicales fueron un fenómeno que se dio en diferentes lugares
del país y que confluirá en el Congreso de Unificación en septiembre de 1973, dando origen a la
9 Diario El Litoral, 25 de noviembre de 1973.
CTERA (Central de Trabajadores de la Educación de la República Argentina) que adquirirá un rol
protagónico a partir de la década del ochenta, luego de la dictadura militar.
Del Proceso de Reorganización Nacional a la transición democrática (1976-1983)
El golpe de estado del 24 de marzo de 1976 no fue un episodio más de la intervención de las fuerzas
armadas en la historia político-institucional del país iniciada en los años `30, sino que señaló la
crisis terminal de la Argentina peronista (NOVARO y PALERMO, 2006), y la entronización de un
régimen burocrático-autoritario (O´DONNEL, 1996) que instauró un “nuevo orden social” que fue
suplantando al anterior. ¿Cómo repercutieron estas circunstancias en el ámbito que venimos
indagando? Por un lado, las políticas de achicamiento del Estado que se fueron implementando
impactaron en un recorte general de la educación (infraestructura, cargos docentes, servicios
escolares, traspaso de escuelas primarias a las provincias, etc.). Por otro lado, las políticas de
desestructuración gremial a partir de la promulgación de reglamentaciones o, por el contrario, de la
derogación de leyes que atendían los reclamos ganados décadas atrás, fueron recortando los
derechos de los trabajadores de la educación, por ejemplo, con la derogación del Estatuto del
Docente vigente desde el año 1958 y que reglamentaba el régimen laboral de los docentes.
Asimismo, la instauración de una violencia represiva por parte de los aparatos estatales derivó en el
hostigamiento hacia gremialistas y la progresiva reducción y suspensión de la actividad sindical.
En la provincia de Santa Fe, el impacto de estas condiciones sobre los trabajadores de la educación
y sus representaciones gremiales se evidenciaron en una actividad sindical solapada, con ausencia
de manifestaciones públicas, sobre todo si se compara con el accionar de la primera mitad de la
década del setenta. No hay referencias de acciones gremiales abiertas o directas como huelgas,
manifestaciones o reclamos públicos sobre problemas educativos o laborales, lo cual no supone que
no los hubiese10, pero evidentemente la presión militar había comenzado a hacer mella en los
repertorios de acción con que venían manifestándose los docentes en los últimos años. Sí hemos
podido inferir a través del análisis de documentación de las asociaciones gremiales departamentales
que conformaban la Federación y de las entrevistas a docentes que actuaron durante este período,
que sobreviven actividades vinculadas a la organización interna del sindicato.
Persisten algunos temas derivados de la década anterior, como las formas para incorporar nuevos
socios y mantener los existentes (el monto y el cobro de las cuotas), todo un sistema complejo y
difícil de sostener lo que evidencia la necesidad de mantener la estructura organizativa. En este
sentido, el carácter voluntarista de algunos afiliados fue lo que permitió esta continuidad
institucional. En general, estos militantes -muchos de ellos dirigentes destacados en la década
anterior- cumplían sistemáticamente algunas tareas que materializaban esta continuidad: abrir la
sede del sindicato, asistir a las reuniones con el Ministro cuando esto era posible11, es decir,
10 En un editorial del diario El Litoral de fines de 1976 se manifestaba las dificultades atravesadas por el “magisterio”. Diario El Litoral, 18/11/1976. 11 Entrevista a Docente 1, [grabación], realizada por María Cecilia Tonon en Rafaela, el 21/03/2013. Registro en formato MP3. Archivo personal de los autores de este trabajo.
acciones que no implicaban una confrontación abierta con el gobierno, pero que mantenían vivo al
gremio.
En este sentido, la Asociación del Magisterio de Santa Fe no fue intervenida y pudo mantener
actividades internas, aunque en determinadas ocasiones, con presencia de sectores de inteligencia
del Estado. Al respecto una docente señala que “…durante todo el período de la dictadura había que
hacer las asambleas ordinarias anuales. Y éramos, yo no sé, 10, 12, 15 y había que atornillarse los
huevos para sentarse ahí. Yo me acuerdo que había dos tipos atrás ‘¿Y esos quiénes son?’ Una
compañera me dijo: ‘Son canas. Andá y preguntale’… ‘Disculpe señor, usted, ¿en qué escuela
trabaja?’ ‘Inteligencia del Ministerio de Trabajo’, me dijo. Y las actividades que se hacían eran
actividades de perfeccionamiento docente”12. En este contexto, y ante el temor de la intervención,
los dirigentes de la Asociación del Magisterio de Santa Fe que se encontraban en la Federación
Provincial del Magisterio asumieron una posición que se podría caracterizar como pasiva o neutral.
No obstante, esto no privaba a sus dirigentes de realizar reclamos, aunque siempre con un tono
mesurado13 que se limitaba a la presentación de peticiones escritas.
Por otra parte, sobresale en las actas un hecho singular: el inicio de la tramitación de la personería
gremial14. Esto contiene un valor trascendental para el gremio a nivel de su organización interna y
su representación externa, sobre todo para una organización que para esa época no tenía ningún tipo
de delegación gremial que la avalara a la hora de negociar o actuar frente a la patronal. Como bien
nos refería una dirigente de aquel momento: “…nosotros no teníamos personería gremial, hacíamos
un paro y teníamos que ir acompañadas por un dirigente sindical del sindicato que encontráramos a
hablar con el gobernador o con el Ministro, yo me pasé de audiencia en audiencia en el final de la
dictadura…”15
Al iniciarse la década del ochenta, la situación anterior va cambiando paulatinamente, avanzando en
algunos temas gremiales que venían paralizados o ralentizados como, por ejemplo, la “segunda
etapa del proceso de obtención de la Personería Gremial”. Para comienzos de 1980 se resuelve la
disolución de la Federación y se procede a la fusión de las filiales en la nueva Asociación del
Magisterio de Santa Fe.16 Asimismo, se reinician las audiencias con las autoridades
gubernamentales para el tratamiento de algunos temas clave en materia laboral: aumentos salariales,
convocatoria de concursos docentes, aumentos de partidas para comedores escolares, entre otros.
En materia de organización gremial sobresalen en este momento la pelea por el Estatuto Docente
para su redefinición y la posibilidad de ponerlo nuevamente en vigencia, y el reforzamiento de
vínculos federativos supraprovinciales, como la organización de un Seminario CTERA-CMOPE
12 Entrevista a Docente 2, [grabación], realizada por Marcelo Andelique en enero de 2010. Registro en formato MP3. Archivo personal de uno de los autores de este trabajo. 13 En un artículo del Diario El Litoral se puede visualizar el discurso cuidadoso que usaba la conducción gremial para realizar un reclamo vinculado a los concursos docentes. Diario El Litoral, 03/09/1978. 14 ARCHIVO DE LA ASOCIACIÓN DEL MAGISTERIO DE SANTA FE. DELEGACIÓN CASTELLANOS. Acta N° 467, del 13/09/1977. 15 Entrevista a Docente 1, Ent. Cit.16 ARCHIVO DE LA ASOCIACIÓN DEL MAGISTERIO DE SANTA FE. DELEGACIÓN CASTELLANOS. Acta N°472, del 30/03/1980, p.10.
(Confederación Mundial de Educadores) a cargo de miembros de la Junta Ejecutiva de CTERA, y
de las Asociaciones del Magisterio de Santa Fe y de Entre Ríos. Los ejes de este encuentro giraban
en torno a tres temas básicos: la “Ley General de Educación”, las “Condiciones de trabajo”, y “Los
docentes y sus organizaciones gremiales”17, manifestando una evidente preocupación por discutir
algunos criterios claves que hacían a la situación de la educación en general, al papel del Estado en
este orden, a la labor docente y a sus representaciones gremiales.
Plantear estos tópicos en el marco de la dictadura daba cuenta de cierta liberación en la acción y el
discurso docentes en un clima que contribuía con estas licencias. Lo que ocurría era el evidente
desgaste del gobierno militar que había entrado en su fase de descomposición, sobre todo luego de
la derrota en la guerra de Malvinas en 1982, que favoreció la realización de ciertas movilizaciones
sociales en diferentes ámbitos: paros generales dispuestos por la CGT, “Marchas de la resistencia”
de las Madres de Plaza de Mayo, “actos relámpago” en los barrios, “tomas de tierra” en los
cordones suburbanos de Buenos Aires (LOBATO y SURIANO, 2003), los “vecinazos”
(GONZÁLEZ BOMBAL, 1985) y tantas otras “explosiones sociales” de la época, de las que
también comenzaron a formar parte las manifestaciones docentes.
Meses antes de las elecciones de octubre de 1983, se dio un ciclo de protesta muy importante que
abarcó a diferentes sindicatos de alcance nacional, entre los que se encontraban los sindicatos
docentes.18 En la provincia de Santa Fe, la AMSAFE y otras organizaciones gremiales de alcance
nacional planteaban tres reclamos centrales: el incremento en las remuneraciones, la unificación
salarial para todos los docentes del país y la reincorporación de los docentes cesanteados desde
1976.
En un principio, las organizaciones sindicales docentes se mostraron fortalecidas en un contexto de
desgaste general del régimen, y en un proceso de politización19 que se profundizaba en el marco de
las cercanas elecciones que renovarían todos los cargos de los diferentes niveles del Estado. Esta
situación no fue privativa del sindicalismo docente, ni de la provincia de Santa Fe, ya que asistimos
a nivel nacional a una serie de medidas de acción contra el gobierno, especialmente de los
sindicatos estatales. En el caso de la AMSAFE, se evidencia la movilización del gremio a través de
los “estado de alerta y movilización”, los “planes de lucha”, las campañas de “concientización de la
docencia” a través de la visita de los delegados a los establecimientos educativos, la elevación de
petitorios reivindicativos al Ministro de Educación20, la organización de jornadas semanales de
“esclarecimiento y lucha”, y la comunicación de las acciones a todos los establecimientos
17 ARCHIVO DE LA ASOCIACIÓN DEL MAGISTERIO DE SANTA FE. DELEGACIÓN CASTELLANOS. Actas N° 480, 13/08/1982; N°481, 6/09/82; N°482, 14/09/82 y N°483, 16/11/82.18 Para profundizar el análisis de la conflictividad obrera hacia fines de la dictadura iniciada en 1976, véase: SCHNEIDER, ALEJANDRO, 2000. Para un análisis más general, véase NOVARO, Marcos y PALERMO, Vicente, Op. cit.19 Los conflictos docentes contaban con un importante aval por parte de la población. De la misma manera, muchas organizaciones políticas, gremiales y culturales, aparecen juntas expidiéndose a favor de los docentes, cuando en otro contexto hubieran estado, posiblemente, divididas y enfrentadas. Diario El Litoral, 10/09/83, p. 9.20 Se establecen dos comisiones de negociación: una por parte del gobierno (Comisión gubernamental), otra por parte del gremio (Comisión Salarial). ARCHIVO DE LA ASOCIACIÓN DEL MAGISTERIO DE SANTA FE. DELEGACIÓN CASTELLANOS. Acta N° 498, 27/6/83.
educativos en los distintos niveles y a todos los medios de las diferentes ciudades principales de la
provincia, “a los efectos de que la comunidad tome conocimiento cabal de la situación”21.
Al aumento de la movilización y las acciones de lucha, se le suma un crecimiento de la
participación docente en el gremio. Los documentos revelan una presencia cada vez mayor de
delegados docentes de todos los niveles en las reuniones departamentales. Este es un dato no menor,
puesto que viene a corroborar el impacto de la restauración democrática en una sociedad aletargada
por tantos años de silencio y terror. Fue como si una gran compuerta se hubiese abierto, luego de
varios años en que las medidas de protesta de los trabajadores habían sido prohibidas. Como nos
recordara una docente respecto de este momento: “Cuando viene la democracia ahí nos soltamos…
como locos. Fue la gran apertura, todo el mundo protestaba, pedía aumento, pedía aumento y a
nosotros no nos daban. Era el momento de actuar.”22 Así, 1983 se transformó en el año en el que
eclosionó la manifestación docente, tanto a nivel nacional, como provincial.
Sin embargo, las medidas de protesta fueron imputadas por sectores del gobierno y algunos partidos
políticos como desestabilizadoras sociales. En este marco, muchas direcciones sindicales,
especialmente las lideradas por sectores peronistas, asumieron posiciones conciliadoras frente al
gobierno. En definitiva, las burocracias sindicales trataron de mantener la protesta en el marco de
canales de expresión institucionales que no terminaran en procesos de acciones colectivas
incontrolables. En cierta medida, había una especie de acuerdo tácito por llegar a las elecciones
nacionales en un marco de paz social.23
La situación sindical docente durante los primeros gobiernos democráticos (1983-1989)
A partir de la instauración del régimen democrático, el sindicalismo docente en la provincia de
Santa Fe continuó con la compleja situación de reorganizarse tras el período militar. En este
sentido, la Federación Provincial del Magisterio, las Asociaciones que funcionaban en diferentes
departamentos provinciales (como la Asociación del Magisterio de Santa Fe) y el FUSTE dieron
origen a un nuevo sindicato: AMSAFE24. Aunque se puede rastrear cierta continuidad en los
militantes y docentes afiliados, se trataría de una nueva organización en tanto se conformó como
sindicato único, cuya lógica de funcionamiento interno era muy distinta de los agrupamientos
sindicales anteriores, siguiendo los lineamientos y principios fundacionales de la CTERA creada en
1973. Uno de los principales objetivos de este nuevo sindicato será la obtención de la personería
gremial y cuya inexistencia obstaculizaba todo tipo de acción y de relación entre el sindicato y el
gobierno.
21 ARCHIVO DE LA ASOCIACIÓN DEL MAGISTERIO DE SANTA FE. DELEGACIÓN CASTELLANOS. Acta N° 488, 12/05/1983, p. 34.22 Entrevista a Docente I, Ent. Cit.23 Un ejemplo de ello es el comunicado de la UPCN (Unión del Personal Civil de la Nación), Seccional Santa Fe, donde se propone la aceptación de los incrementos salariales. Cfr. Diario El Litoral, 14/09/83, p. 10.24 La sigla representa Asociación del Magisterio de Santa Fe, es decir, el nombre que había tenido una de las asociaciones que integraba la Federación del Magisterio. Por lo tanto, el nombre del sindicato AMSAFE era totalmente nuevo y fue un cambio muy importante para la época. Como dicen muchos de sus dirigentes, significó una refundación.
Además de la AMSAFE, en el período actuaron otros gremios, como el SADOP (Sindicato
Argentino de Docentes Particulares), la UDA (Unión Docentes Argentinos), la AEP (Asociación de
Educadores Particulares) y la AMET (Asociación de Maestros de Enseñanza Técnica), todos ellos
vinculados con los vaivenes de la política gremial nacional que lideraban las entidades nacionales
como la CTERA, la UDA, la FAGE (Federación de Agrupaciones Gremiales de Educadores) que,
además, entraban en la discusión de las internas de la CGT.
La renovación democrática y la asunción del radicalismo habían generado muchas expectativas. En
este marco, entre 1984 y 1986, las relaciones entre los sindicatos docentes y los gobiernos nacional
y provincial se desenvolvieron de manera negociada. Por ejemplo, en la provincia de Santa Fe se
recurrió a la discusión en comisiones25, formadas a los efectos de problemáticas particulares que
preocupaban a la docencia santafesina. Esto no significó negar la existencia de conflictos que, de
hecho, los hubo26, pero en ningún momento adquirieron grandes dimensiones como fueron los de
1983 o las grandes huelgas que se produjeron en la segunda mitad de la década, especialmente a
partir de 1986, lo cual marcaba un fuerte contraste respecto de la situación anterior. En consonancia
con el proceso de democratización general que se vivía a nivel nacional, las estructuras del estado
provincial abrieron canales de comunicación, generando formas incipientes de participación de la
sociedad. Esta situación en la provincia coincide con las oscilaciones en las relaciones entre
sindicalismo y oficialismo a nivel nacional, en el que las circunstancias de las políticas económicas
implementadas por el gobierno de Alfonsín y la situación salarial de la mayoría de los trabajadores,
fueron regulando y marcando las instancias de conflicto.
En este sentido, no debemos dejar de tener en cuenta que todos los sindicatos regionales y/o
provinciales respondieron a políticas de las confederaciones nacionales. En el caso específico de
AMSAFE, muchas de las acciones colectivas llevadas a cabo -movilizaciones, huelgas aisladas-,
reflejaron las decisiones que desde el confederal de la CTERA se tomaban ante políticas del
gobierno nacional27. También expresaron problemas puntuales propios de la administración
provincial como: atrasos en la efectivización de los salarios, deudas pendientes con interinos y
reemplazantes, omisiones administrativas, aumentos del presentismo sin consulta previa28, falta de
aportes del gobierno a la obra social de los docentes (OSPLAD), conflictos que se recrudecieron en
distintos momentos del año 1986, hacia el final de la gobernación de Vernet29.
25 Las mesas de trabajo que se fijaron trataron los siguientes temas: política salarial, asistencialidad al alumno, aspectos técnicos-pedagógicos y legislativos y normativos. Diario El Litoral, 17/02/1984, p. 5. 26 Sobre todo en los niveles medio y universitario, que participan a través de la CTERA y de la CONADU respectivamente. Diario El Litoral, 28/02/1985, 2/03/1985, 5/03/1985.27 Por ejemplo, a fines de marzo de 1985, se llevaron a cabo movilizaciones de docentes en todo el país ante la falta de política salarial por parte del gobierno nacional y por la jerarquización salarial de docentes de media, técnica, terciaria y universitaria. Diario El Litoral, 26/03/1985, p. 4.28 Señalamos este punto en particular porque fue un tema que generó una fuerte resistencia en el gremio. La medida ministerial implicaba el aumento de 20 australes por presentismo, además de 20 australes para los docentes que se desempeñaban frente al aula. Esta decisión unilateral por parte del gobierno supuso para la AMSAFE una afrenta muy grande, porque minaba los reclamos que se le venían haciendo al Estado provincial desde hacía tiempo. Cfr. ARCHIVO DE LA ASOCIACIÓN DEL MAGISTERIO DE SANTA FE. DELEGACIÓN CASTELLANOS, Acta de Asamblea Provincial, 24/19/1986.29 Tras las elecciones de 1983, el gobierno provincial estuvo bajo el poder de sectores del peronismo. Este predominio no se dio sin dificultades ni contradicciones. Los ochenta señalaron un progresivo deterioro del liderazgo tradicional del
El ciclo de protestas de 1988 y 1989
A comienzos de 1988, los sindicatos de AMSAFE y SADOP expresaron un malestar generalizado
que respondió a demandas insatisfechas de orden local imbricadas con reivindicaciones que
compartían la mayoría de los docentes de todo el país, que fueron acumulándose durante la década
y que se nacionalizaron en marzo, a partir de la huelga por tiempo indeterminado que decidió el
Congreso nacional de la CTERA.
Esta Confederación venía de una fractura importante producida en 198730. Sin embargo, durante
este conflicto actuó de manera conjunta y coordinada. El reclamo principal que aglutinó las
posiciones en todos los sindicatos fue la unificación salarial a nivel nacional, planteada desde 1983.
Para ello, se tomó como criterio unificador el salario del cargo de maestro de grado con jornada
simple. Sin embargo, no dejaron de marcarse las diferencias. Mientras la CTERA “G” se mostraba
dispuesta a aceptar cifras menores, siempre que se lograra la unificación salarial, la CTERA “A”
asumía una posición más confrontativa e intransigente.
En el contexto del plan de lucha propuesto por las dos CTERA, los docentes nacionales y
provinciales, de los ámbitos oficiales y privados afiliados a AMSAFE, UDA, FADUL, AEP y
SADOP no comenzaron las clases en marzo en la provincia de Santa Fe, dando cuenta de la
contundencia de la medida y de su amplitud. El paro por tiempo indeterminado que se inició el 14
de marzo en todo el país -con excepción de Corrientes31-, tuvo diferentes modalidades de
implementación. En la provincia de Santa Fe, la convergencia de intereses de los diferentes
sindicatos de alcance nacional y provincial llevó a la conformación de un Frente Gremial de
Trabajadores de la Educación que, por primera vez en la historia de las luchas sindicales docentes
de la provincia, se unieron en el reclamo y la acción, a la que se sumaron organizaciones
estudiantiles (Centros de Estudiantes Secundarios y la Federación Universitaria del Litoral) y
peronismo santafesino, agrupados en lo que se conoció como La Cooperativa, “un sistema proporcional de reparto de cuotas de cargos, influencias y prebendas”, sumado al descrédito de las dos gobernaciones peronistas de José María Vernet (1983-1987) y Víctor Félix Reviglio (1987-1991), que se caracterizaron por el excesivo gasto público, el incremento indiscriminado de organismos y funcionarios, e irregularidades en general en la administración. Cfr. ALONSO, 2006, p. 15.30 En la década del ochenta, la CTERA, que nucleó a la mayor parte de los docentes desde su formación en 1973, se encontró en un proceso interno de redefinición de liderazgos que puso en jaque la coherencia interna y la representatividad del gremio a nivel nacional. Producto de estas diferencias, se evidenciaron dos líneas bien definidas al interior de la dirigencia sindical docente. Por un lado, la facción liderada por el dirigente rionegrino, Wenceslao Arizcuren (la CTERA “A”) , avalada por sectores de izquierda (comunistas, trotskistas y socialistas), y algunos grupos provenientes del radicalismo; por otro lado, la lista “Celeste” (o CTERA “G”) , coordinada por el dirigente mendocino, Marcos Garcetti, que reunió tras de sí, sectores de filiación mayormente peronista y que, más tarde, fue reconocida oficialmente por el Ministerio de Trabajo de la Nación. Esta división se dio el 17 de julio de 1987 en el marco del V Congreso Ordinario de la CTERA, realizado en la ciudad de Santa Fe, entre los días 16 y 18 de julio. En dicho Congreso se produjo una fuerte puja interna por la renovación de las autoridades. Se presentaron cinco listas: la lista Verde, de Arizcuren; la lista Celeste, de Garcetti; la lista Naranja, liderada por Oscar Castro y Laura Marrone (trotskistas); la lista Morada, a cargo de los hermanos Florio (radicales), y la lista 13 de junio, de Rogelio de Leonardis (comunistas). Fue un Congreso multitudinario donde participaron 370 delegados de todo el país. Sin embargo, la falta de acuerdo en el inicio del Congreso, generó la división entre dos sectores enfrentados: por un lado, los delegados de la lista Celeste y algunos de la Morada, y, por otro, los de la lista Verde, Naranja y 13 de junio. A pesar de los esfuerzos de ambos grupos por mantener la unidad de la confederación, la escisión fue inevitable. 31 Cabe aclarar que el Sindicato de los docentes correntinos no estaba alineado a ninguna confederación nacional.
padres32. En diferentes momentos durante el desarrollo del conflicto, el Ministro de Educación
llamó al diálogo y concertó reuniones con los sindicatos más importantes que integraron el Frente
Gremial de los Trabajadores de la Educación. De hecho, propició la constitución de una Comisión
de Política Salarial con el objetivo de acordar en el ámbito de la provincia con los principales
sindicatos. De alguna manera, buscó diferenciarse del gobierno nacional deslindando
responsabilidades y mostrando públicamente la disposición del gobierno provincial para solucionar
el conflicto. Mientras tanto, y ante el fracaso de las negociaciones, el gobierno nacional decidió no
hacer más propuestas a los docentes y dejar librado a los ámbitos provinciales los acuerdos
salariales con los respectivos gremios del sector que actuaban en cada jurisdicción33. Evidentemente
se buscaba fracturar la unidad lograda por los docentes de todo el país. Sin embargo, las ofertas
diferenciadas que intentaron implementar las provincias y el gobierno nacional no lograron quebrar
la huelga34, y fueron totalmente rechazadas por los sindicatos provinciales y nacionales.
En este contexto de incertidumbre e irresolución, la CTERA “G” decidió convocar a una marcha
nacional desde los diferentes puntos del país para concentrarse finalmente en la ciudad de Buenos
Aires. El mismo día que se terminaba la conciliación obligatoria, y sin ninguna resolución
inmediata, el Ministerio de Trabajo de la Nación la prorrogó por cinco días más. Este plazo fue
firmado por todas las partes. En ese documento, la CTERA “delega[ba] en las entidades de base,
hasta tanto dur[as]e la conciliación, la capacidad de discutir con cada jurisdicción el cumplimiento
de los fines escolares previstos y el tratamiento de los días descontados por la huelga”35. De esta
manera, la central gremial que hasta unos días antes intentaba nacionalizar el conflicto, lo
fragmentó, dejando a cada entidad de base discutiendo aisladamente con cada gobierno
jurisdiccional, debilitando la capacidad de negociación. El resultado fue el previsible: una
contienda desarticulada y de muerte anunciada.
A pesar de las divergencias y de la fragmentación de la lucha, la denominada “Marcha Blanca”
atravesó las diferentes ciudades del país en el camino a la ciudad de Buenos Aires. Las columnas
docentes partieron de las ciudades de Misiones, Mendoza, Tucumán y Neuquén. La marcha contó
con un apoyo importante en cada localidad de la provincia de Santa Fe que recorrió.
El conflicto terminó con el Congreso Extraordinario de la CTERA del 24 de mayo, en el cual se
suspendió la huelga por tiempo indeterminado hasta el receso de invierno. Esta decisión impulsada
por la conducción de Garcetti, obedeció al acuerdo previo entre el gobierno y la CTERA36, y a la
32 Estas acciones llevadas a cabo por los docentes de diferentes sindicatos de una manera inédita (al menos en la historia de la provincia de Santa Fe), pueden ser conceptualizadas como una acción colectiva discontinua y contenciosa, en tanto se constituyó en una amenaza a la distribución existente de poder y demandó una intervención directa de la autoridad política. Cfr. TILLY, Charles, Op. cit.33 Cfr. GLAZ, Op. Cit.34 No obstante, en Capital Federal, los docentes afiliados a la Confederación de Maestros volvieron al trabajo, así como docentes de provincia de Córdoba.35 Acta de acuerdo, mayo de 1998, remitido de GLAZ, Op. cit., p. 28.36 Para que el acuerdo se realizara mediaron el Secretario General de la CGT, Saúl Ubaldini y el Diputado Democristiano Carlos Auyero, con el pretexto de lograr una “victoria sin derrotados” para ambas partes. Diario El Litoral, 20/05/1988, p. 1.
aprobación de la ley37 que permitió obtener los recursos para asegurar los aumentos salariales. Por
otra parte, se facultó a la conducción ejecutiva de la CTERA y a los gremios de base para negociar
en cada jurisdicción los descuentos por los días de paro, avalando en los hechos, la resolución
atomizada del conflicto y aceptando tácitamente el fracaso del principal objetivo que se propuso la
huelga, la unificación salarial, ya que continuaron las diferencias salariales entre las distintas
jurisdicciones38.
En 1989, las medidas de acción colectiva no gozarían a nivel nacional de la contundencia y
extensión que tuvieron en 1988. En este sentido, la conducción de la CTERA liderada por Marcos
Garcetti y Mary Sánchez se mostró proclive a negociar con el gobierno nacional y a adoptar
posturas dialoguistas en el marco de una paritaria nacional convocada por la gestión radical con
participación de ministros provinciales. En el Congreso que se realizó durante el mes de marzo
decidieron impulsar la aceptación de la oferta salarial, abriendo el camino para un inicio de clases
sin conflictos39, situación que contrastó con el no inicio de clases del año anterior.
Sin embargo, esta medida de la CTERA no fue la que los docentes afiliados a la AMSAFE
terminaron aceptando40. Todo lo contrario. Al igual que el año anterior, la AMSAFE inició un paro
por tiempo indeterminado, pero esta vez, desacoplándose de la entidad nacional a la cual pertenecía.
Evidentemente, la acción colectiva que emprendió la AMSAFE fue contundente, pero su realización
se planteó en un marco de total aislamiento, ya que la mayoría de las entidades gremiales (UDA,
SADOP, AEP) que habían luchado junto a la AMSAFE en 1988, aceptaron la oferta del gobierno y
no fueron a la huelga.
En este marco, el gobierno provincial salió rápidamente ante la opinión pública a descalificar la
actitud del gremio, a cuestionar el carácter confrontativo y a tomar medidas represivas contra los
docentes: declarar ilegal la huelga y descontar los salarios por los días de paro41. Hasta se llegó a
anunciar que se dejaría cesantes a interinos y reemplazantes que no se presentaran a trabajar.
El conflicto adquirió tal agravamiento en el mes de mayo, que de manera inédita, padres y
cooperadores42 participaron de varias reuniones y movilizaciones reclamando al gobierno una
solución al conflicto que tuvo a las escuelas sumidas en paros que iban desde las 24 a las 72 horas
por semana, estrategias de acción que ya se venían realizando de manera intermitente, pero
continua, desde el mes de marzo.
Finalmente, el conflicto se resolvió unos días antes de que se produjeran los saqueos y el estallido
social en el que derivó el proceso hiperinflacionario. Probablemente, la fuerte presión que 37 La ley fue aprobada por el Congreso el 19 de mayo y promulgada con el número 23562. Diario El Litoral, 20/05/1988, p. 1.38 A modo de ejemplo, se puede citar el caso de la provincia de Córdoba donde el salario mínimo acordado fue de 901 australes para el mes de mayo, mientras que a nivel nacional fue de 750 australes. Diario El Litoral, 25/05/1988, p. 1.39 Diario El Litoral, 3/03/1989, p. 1.40 Cabe recordar que los delegados de la AMSAFE que participaron en el Congreso de la CTERA llevaron como mandato el paro por tiempo indeterminado. Esta opción no fue asumida por la mayoría de las jurisdicciones. Diario El Litoral, 1/03/1989, p. 141 Diario El Litoral, 9/03/1989, p. 3.42 En una acción que no tiene precedentes, los padres conjuntamente con los cooperadores presentaron un recurso de amparo contra el gobierno, reclamando al poder ejecutivo una solución inmediata a la falta de continuidad del servicio educativo. Diario El Litoral, 24/05/1989.
ejercieron los docentes con sus planes de lucha, la movilización de padres y cooperadores, y el
contexto de crisis económica fueran las variables más importantes para explicar la firma del acta
acuerdo con los dirigentes gremiales, en la que el sindicato se comprometió a levantar los paros
programados –ad referendum de la asamblea- y el gobierno retrocedió en sus posturas represivas
asumidas al inicio del conflicto, comprometiéndose a pagar los salarios descontados a los
huelguistas.
Conclusiones
A partir de la década del sesenta en Argentina, en un contexto de lucha social creciente y de
transformaciones profundas en el sistema educativo, se desarrolló un proceso de sindicalización
regional en diferentes provincias: La Rioja, Tucumán, Buenos Aires, Córdoba, y el caso analizado,
la provincia de Santa Fe, entre otras. En estas jurisdicciones, los sindicatos locales fueron
adquiriendo mayor protagonismo en las luchas docentes y en las relaciones con los diferentes
gobiernos provinciales, sin llegar a materializarse en una organización de alcance nacional, a pesar
de haberlo intentado en distintas oportunidades.
En Santa Fe, entre 1966 y 1971, cobrará un rol protagónico la Comisión Pro Mejoras como espacio
articulador de las diferentes organizaciones sindicales del territorio. La huelga provincial de 1971 y
el proceso de protesta nacional ante la reforma educativa de la “Revolución Argentina”, fueron
experiencias de lucha significativas que expresaron la sindicalización de importantes sectores de la
docencia, la radicalización de la lucha de clases a nivel nacional y provincial en vastos sectores de
trabajadores y una creciente identificación de docentes con los trabajadores y el movimiento obrero.
La formación de nuevas organizaciones sindicales docentes que surgen en la provincia hacia 1972 y
la creación de la CTERA en 1973, son la consecuencia de este proceso histórico que obturó el golpe
militar de 1976.
Con la dictadura la situación cambió significativamente respecto del período anterior: la acción
sindical docente se verá limitada a actividades internas propias del funcionamiento administrativo.
Los reclamos se canalizarán vía entrevistas con los ministros, prescindiendo de toda confrontación o
crítica pública hacia el gobierno, asumiendo la imparcialidad política como práctica sindical para
evitar la intervención militar, aunque no impedirá el control por parte del Estado; mientras que los
sectores docentes más combativos, sufrirán la represión y/o desaparición. Sin embargo, hacia
comienzo de la década del ochenta, se evidenció una progresiva actividad sindical producto de la
paulatina deslegitimación del régimen dictatorial y la crisis económica, y que en los meses previos a
las elecciones presidenciales de 1983 alcanzará su mayor desarrollo.
Durante el primer gobierno postdictatorial, los docentes transitaron por diferentes situaciones que,
en cierta medida, acompañaron la experiencia que fueron haciendo la mayoría de los trabajadores
con el radicalismo. Pasaron de un apoyo incondicional sostenido en las grandes expectativas de
cambios en el sistema educativo que las voces democratistas prometían, al profundo desencanto de
los últimos años, donde la agudización de los conflictos con los docentes fue su más clara
expresión. En el caso santafesino, la conformación de un sindicato único, AMSAFE, posibilitó una
acción sindical que se amplificó junto a otras organizaciones a través del Frente Gremial en la
huelga de 1988. El ciclo de protestas de los dos últimos años del gobierno alfonsinista adquirió,
justamente, una virulencia muy importante por esta significativa reestructuración de los aparatos
sindicales que lograron articular demandas provinciales y nacionales a través de la CTERA43 y de
otras organizaciones nacionales.
Finalmente, podemos concluir que entre 1966 y 1989, con la excepción del hiato represivo que
implicó la dictadura, los docentes a nivel nacional y en la provincia de Santa Fe generaron distintas
experiencias de lucha con importantes movilizaciones y huelgas históricas, que potenciaron la
sindicalización y la politización, configurando nuevas identidades y prácticas sindicales vinculadas
al movimiento obrero.
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43 En lo que refiere a la CTERA, resulta interesante observar que la conflictividad que se produjo durante la transición democrática a comienzos de los ochenta, le permitió consolidarse como confederación nacional y potenciar la participación pluralista de múltiples sectores políticos en su interior. En cambio, la fractura producida en 1987 y las movilizaciones y huelgas que se produjeron a finales de la década, contradictoriamente, le posibilitaron a la dirección sindical de la CTERA ligada al peronismo, empoderarse e institucionalizarse de manera permanente gracias a un proceso creciente de burocratización que impactó en los sindicatos provinciales como la AMSAFE. Tema interesante para investigar pero que excede el espacio de esta ponencia.
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