UNA REFLEXIÓN DE LOS FACTORES RESILIENTES IDENTIFICADOS EN UNA
INTERVENCIÓN COGNITIVO-CONDUCTUAL DE UNA JOVEN CON
POLICONSUMO.
*Clara Yinet Rojas Moncada
Asesorado por: Oscar Emilio Utria
UNIVERSIDAD CATÓLICA DE PEREIRA
PROGRAMA DE ESPECIALIZACIÓN EN PSICOLOGÍA CLÍNICA CON ÉNFASIS EN
INFANCIA Y ADOLESCENCIA
UNA REFLEXIÓN DE LOS FACTORES RESILIENTES IDENTIFICADOS EN UNA
INTERVENCIÓN COGNITIVO-CONDUCTUAL DE UNA JOVEN CON
POLICONSUMO.
Resumen
El presente artículo tiene como objetivo principal describir cómo una intervención
cognitivo-conductual con énfasis en la resiliencia puede tener influencia positiva en el
proceso de intervención terapéutica de casos de consumo de sustancias psicoactivas. De
esta manera, se realiza una descripción de las categorías de interés y algunas
investigaciones que aportan evidencia al respecto, para luego exponer un caso clínico de
una joven poli consumidora en la que se evidencia cómo vincular aspectos centrados en la
resiliencia puede ser para su progreso y avance terapéutico.
Palabras Clave: Resiliencia. Consumo de sustancias. Intervención terapéutica. Estudio de
caso.
Abstract
This article has an objective to describe how a cognitive- behavioral intervention with
emphasis on resilience can be positive influence on the process of therapeutic intervention
in cases of psychoactive substances. In that way, will see a description of the categories of
interest and some research that provides evidence in this regard and then will expose a case
of a consumer young cop in which evidenced how to link aspects centered resilience can be
for progress and therapeutic advance.
Keywords: Resilience. Substance. Therapeutic intervention. Case study.
Justificación
Reflexionar a profundidad acerca de los análisis de caso, además de ser pertinente a
nivel investigativo y académico, también lo es a nivel práctico y terapéutico. Los estudios
de casos son una de las metodologías utilizadas en la investigación en Psicología (Montero
y León, 2002, en Buela-Casal y Sierra, 2002) y sin duda alguna, una herramienta de las
más ventajosas desde el punto de vista aplicado, pues facilita que los interesados puedan
transmitir sus experiencias exitosas de una forma sistematizada y que otros psicólogos
puedan comprenderlas, discutirlas, fomentarlas y en últimas, dar un adecuado uso de ellas,
lo que indudablemente contribuye al acercamiento entre teoría y práctica de la psicología
clínica.
Además cobra especial relevancia exponer y reflexionar acerca de un estudio de
caso que evidencie posibilidades de éxito de una intervención psicológica realizada en
problemas relacionados al consumo, esto permitirá poner en discusión los elementos del
plan terapéutico a nivel académico. Sobre todo en el contexto Colombiano, en el que la
Ley 1566 del 2012 decreta que el consumo, abuso y adicción a sustancias psicoactivas,
lícitas o ilícitas es un asunto de salud pública y bienestar de la familia, la comunidad y los
individuos (Congreso de Colombia, Ley 1566, 2012).
En este sentido, el Gobierno nacional, a través del Observatorio de Drogas de
Colombia del Ministerio de Justicia y del Derecho, en coordinación con el Ministerio de
Salud y Protección Social y con el apoyo de la Comisión Interamericana para el Control del
Abuso de Drogas CICAD-OEA y la Oficina de Naciones Unidas Contra la Droga y el
Delito – UNODC en el año 2013 (República de Colombia, 2013) determinó que el 13.0%
de las personas encuestadas ha usado alguna droga ilícita al menos una vez en su vida y
entre las personas que han consumido marihuana en el último año, un 57.6% muestra
signos de abuso o dependencia. Además, en cuanto al consumo de sustancias inhalables, el
estudio indica que 0.7% de las personas de la muestra ha consumido estas sustancias alguna
vez en la vida.
Se sabe además que el consumo de drogas constituye un problema permanente para
todos los países, especialmente para aquellos que se encuentran en vías de desarrollo no
sólo por sus costos sociales, sino también por los costos económicos (Delgado, Pérez y
Scoppetta, 2001). Es necesario entonces reconocer las carencias y dificultades a nivel social
que pueden repercutir en los individuos y que pueden incidir en la aparición de diversas
problemáticas, incluyendo el consumo de sustancias; pero es necesario también entender la
influencia que tienen los sujetos en la sociedad y su posibilidad de transformación.
Bajo este parámetro, aparece la exigencia de desarrollar intervenciones adecuadas y
entender que tales relaciones sociales existentes dentro de la comunidad están afectando
directa y especialmente a niños, niñas y jóvenes (OMS, 2010 citado en Inzulza, 2014). Por
ello es fundamental como mencionan López y Rojas (2014) que los niños y niñas se
observen no sólo a la luz de los padres sino sobre todo en las prácticas que han instaurado
como suyas, desde sus voces, existencias y construcciones y desde allí realizar los trabajos
terapéuticos, no desde una única mirada adultocéntrica y normativizada.
En este artículo entonces se desarrollará una exposición de dos categorías
principales, a saber: Consumo de sustancias y Resiliencia, ambas en un continuum dentro
de una intervención cognitivo conductual realizada a una adolescente poli-consumidora,
con el fin de entretejer diálogos que permitan reconocer los aspectos positivos que
aparecieron en este proceso y que facilitaron su éxito. Finalmente se desarrolla una
exposición de las diferentes sesiones realizadas y los logros que pudieron percibirse a
través de las narraciones y el comportamiento de la adolescente.
Marco Teórico
El consumo de sustancias psicoactivas no es un comportamiento nuevo, al contrario,
se remonta a una conducta ritual en los indígenas, bien para disminuir el hambre y la sed o
para el combate o acercarse a los mundos míticos. Sin embargo, en la actualidad se ha
convertido en uno de los mayores problemas de las sociedades, ya que se asocia a daños en
la salud del consumidor, altos índices de incapacidad social y laboral, fenómenos delictivos
comorbidos, propagación de epidemias y a la degradación de estructuras sociales
fundamentales (Olivera, Del Bene y Falcón, 2010).
Con preocupación, los estudios realizados en Colombia, evidencian que la edad de
inicio tiende a ser cada vez menor; siendo alrededor de los 13 años de edad o menos y con
un consumo activo (Scoppetta, 2013). Así mismo, el estudio nacional de consumo de
sustancias psicoactivas en Colombia (2013) aporta información que amplía el conocimiento
de la situación del consumo de sustancias en el país, incluyendo población entre 12 y 65
años de edad, residentes en las capitales de departamento y en todos los municipios con
30.000 o más habitantes en el área urbana, es decir, 126 municipios en total.
Este estudio evidencia el aumento del consumo global de drogas ilícitas (marihuana,
cocaína, bazuco, éxtasis o heroína), en comparación con el estudio del 2008. La prevalencia
de vida pasó de 8.8% a 12.2%, aumentando algo más de tres puntos porcentuales, y
también aumentó el reporte de uso en el último año (de 2.6% a 3.6%). También arrojó datos
importantes sobre el abuso y la dependencia de drogas, que son indicativos de la demanda
potencial de servicios de atención, en donde Antioquia y en particular Medellín y el Eje
Cafetero aparecen nuevamente como regiones del más alto consumo.
Los factores psicosociales de riesgo que han sido relacionados directamente con la
adquisición de este comportamiento de consumo en los adolescentes y que influyen sobre la
salud de los mismos, dando lugar a conductas antisociales o autodestructivas, se han
descrito por diferentes autores y los más detallados son: pertenecer a familias
disfuncionales, el bajo rendimiento escolar, la baja autoestima, (Papalia y Wendkos, 1998),
prematura autonomía y la exposición antes de los seis años a situaciones de consumo
(Munist, Santos, Kotliarenco, Suárez, Infante y Grotberg 1998).
El panorama general de esta problemática resalta la importancia de continuar no
solo indagando sobre el impacto que genera el consumo de sustancias psicoactivas en un
joven particular, sino en la relación directa que se construye entre los jóvenes y esta
problemática de salud pública y social, comprender que los jóvenes están mostrando en su
comportamiento una desesperanza por la vida y una resignación ante la contaminación
social y precisamente por eso se hace indispensable fortalecer factores de protección,
habilidades para la vida y la capacidad de resiliencia, ésta última entendida como un
conjunto de procesos sociales e intrapsíquicos que posibilitan tener una vida sana, viviendo
en un medio insano. (Munist et al, 1998)
Si bien identificar los factores protectores y de riesgo puede considerarse una tarea
difícil, pues varían según la naturaleza del trauma, la personalidad, la situación y el
momento concreto, las diferencias en las formas de afrontar las adversidades de cada uno
de los jóvenes se pueden considerar una riqueza y una oportunidad para aprender y para
entender los mecanismos de riesgo y de Resiliencia (García-Vesga y Domínguez-De la
Ossa, 2013).
Además, de acuerdo a Sameroff y Seifer (1990) citados en Munist, et al. (1998),
precisamente los modelos conceptuales que están compitiendo fuertemente en la actualidad
por su eficacia, a diferencia de aquellos basados en la enfermedad, son aquellos que
intentan comprender la naturaleza y las causas de las intervenciones exitosas (Successful
Developmental Outcomes) y el enfoque basado en la Resiliencia surge precisamente a partir
de los esfuerzos por entender fenómenos que expliquen el hecho de que un grupo de niños
no desarrollen problemas psicológicos a pesar de las predicciones de los investigadores e
investigadoras (Masten, 2001).
Los primeros estudios de esta índole hablaban de “invulnerabilidad” haciendo
referencia a algunos niños y niñas que resistían positivamente al ambiente adverso, fue
después de re pensar el significado de “invulnerabilidad” surgió el término resiliencia
debido a que ésta hace énfasis en la posibilidad de ser promovida, mientras que la
invulnerabilidad es considerada un rasgo intrínseco del individuo (Rutter, 2000).
Existen diversas concepciones de Resiliencia, cada una se enfoca privilegiadamente
en sus componentes o en desarrollar un proceso que dé cuenta de su posibilidad de
emergencia. Infante (1997) menciona que cuando se habla de resiliencia se hace en pro de
entender cómo los sujetos pueden sobrevivir y superar desgracias y fatalidades incluso
viviendo en condiciones de pobreza y violencia intrafamiliar (Citado en Luthar, Cicchetti,
& Becker, 2000)
Para Vanistendael (2002), hay dos componentes significativos en la resiliencia, la
resistencia frente a la destrucción o en otras palabras, la capacidad de mantener la
integridad bajo presión y la capacidad para construir un conductismo vital positivo pese a
circunstancias difíciles. En cuanto a la Resiliencia como proceso, Rutter (1992) citado en
Munist et al. (1998) ha sido uno de sus principales defensores y refiere que la resiliencia
puede ser entendida como un conjunto de procesos sociales e intrapsíquicos que posibilitan
tener una vida sana, viviendo en un medio insano. Este proceso además se mantendría en
continuo desarrollo y en permanente interacción entre las características de la persona y su
ambiente.
De manera general, en las definiciones de este constructo, se entrevé la asociación
de la resiliencia con la presencia de factores protectores, definidos como aquellos recursos
que pertenecen al niño o niña, a su entorno o a la interacción entre ambos, y que reducen el
impacto de los estresores, alterando o incluso revirtiendo la predicción de resultados
negativos (Masten, 2001).
Dichos factores se agruparían en factores personales, tales como tendencia al
acercamiento social, humor positivo y ritmo biológico estable; factores cognitivos y
afectivos, como un mayor C.I. verbal y matemático, empatía, mayor autoestima,
motivación al logro, sentimiento de autosuficiencia, baja desesperanza, autonomía en las
acciones emprendidas y orientación a la resolución de problemas (Oros, 2009) y como
están relacionados con la reducción de la probabilidad de adquirir una condición específica,
se convierten en foco de interés para las intervenciones psicológicas.
La resiliencia tiene tres aspectos fundamentales que lo caracterizan; una
comprensión y aceptación de la realidad, una profunda creencia en que la vida sí tiene
significado y una habilidad para ingeniarse alternativas de solución, esta última, se trata de
cierto tipo de creatividad aparentemente ilógica, que permite improvisar soluciones sin
contar con las herramientas y recursos apropiados. Además, otro de los avances que se
evidencian en los estudios sobre la Resiliencia es que la aparición de una persona afectuosa
y cuidadora en cualquier momento, puede despertar en los niños y niñas esa fuerza interior
que permite sobrepasar obstáculos (García-Vesga y Domínguez-De la Ossa, 2013).
En este sentido, se han desarrollado algunos trabajos centrados en la resiliencia con
una de las situaciones terapéuticas y vitales más difíciles de enfrentar como lo es la
Farmacodependencia, intentando dar cuenta de la oportunidad que se tiene mediante esta
intervención. Algunas investigaciones permiten dar cuenta, descriptiva y
correlacionalmente, del vínculo entre factores protectores y de riesgo en la aparición de esta
conducta y la posibilidad de intervenciones eficaces desde esta perspectiva. Por ejemplo,
Becoña, 2002, 1999, Obando, Saenz, 2000, Muñoz-Rivas et al., 2000, Fernández-Ríos &
Cornes, 1997, citados en Martínez (2006). A continuación, se describirán algunos:
En la investigación titulada “Resiliencia y consumo de Alcohol en jóvenes”
desarrollado por Becoña, Miguez, López,Vásquez y Lorenzo, (2006), se estudia la
resiliencia en relación con el consumo de alcohol en una muestra de 1.144 personas de 14 a
25 años de edad. La evaluación de la resiliencia se hizo con la Escala de Resiliencia de
Wagnild y Young que evalúa resiliencia y los factores de competencia personal y de
aceptación de uno mismo y de los demás. Los resultados del estudio permiten confirmar en
parte la hipótesis de que las personas que no consumen alcohol tienen una mayor
puntuación en resiliencia. En este caso los que tienen la mayor puntuación en resiliencia, o
en sus escalas derivadas de competencia personal y aceptación de uno mismo y de la vida,
son los que no beben o beben poco. Estos resultados indican la utilidad del constructo de
resiliencia para explicar el consumo de alcohol y su potencialidad para ser utilizado en los
programas preventivos a nivel escolar, familiar y comunitario.
Otro de los estudios, titulado resiliencia y consumo de drogas lícitas en adolescentes
estudiantes de la ciudad de Morelia, realizado por Sánchez-Perales, Álvarez-Aguirre,
Mendoza-Ayala, Hernández-Castañón, et al. (2013) Con una muestra de 458 participantes
seleccionados al azar y en el que se aplicó el cuestionario de resiliencia y una cédula de
datos sociodemográficos, se encontró diferencia significativa en el nivel de resiliencia de
consumidores y no consumidores de tabaco y de consumidores y no consumidores de
alcohol concluyendo que los resultados obtenidos permiten confirmar que a mayor índice
de resiliencia menor consumo de tabaco y alcohol.
En Colombia, Puerta (2006) aplicó una Experiencia de Activación de la Resiliencia
en familias co-dependientes, que definió como aquellas que se caracterizan por mantener
relaciones de codependencia que implican un sistema habitual de pensar, sentir y
comportarse en relación consigo mismo y con los demás, que genera conflicto y dolor.
El objetivo era entrenar a los miembros de las familias en el empleo de principios de
interacción emocional y mediación cognitiva, para activar la resiliencia que los llevará al
fortalecimiento de vínculos afectivos sanos. Esta experiencia ha sido útil para evidenciar
cómo, centrarse en la Resiliencia para apoyar la solución de problemáticas como la
Farmacodependencia, es viable y eficaz (Puerta, 2006).
De igual forma, afrontar las intervenciones profesionales desde la perspectiva de la
resiliencia, conlleva a que la atención no solo se centre en el tratamiento de los síntomas,
sino en abordar de manera integral a la persona, reconociendo las dimensiones en las que
puede desplegar sus potencialidades para ser capaz de responder de manera activa y
autogestionaria a los desafíos de la vida diaria y pasar del concepto de víctima al de
capacidad, para comprender que un trauma no predice el futuro y más bien puede darle
fuerza al individuo que lo padece; en tanto, no es posible volver a la situación anterior o
reparar lo irreparable; más bien es posible abrir una nueva etapa en la vida que integre los
dolores del pasado en una experiencia de aprendizaje (García-Vesga y Domínguez-De la
Ossa, 2013).
Dentro de los avances relacionados con el tema, Masías (2001) reconoce que la
capacidad intrínseca del ser humano para enfrentar situaciones difíciles y adversas, en
particular de los adolescentes menos favorecidos social, cultural y económicamente, en un
escenario enmarcado por limitaciones, desventajas y frustraciones, pareciera ser un
verdadero escudo de protección para evitar la incorporación de comportamientos riesgosos
y la convivencia con ellos y propone vincularla en términos preventivos de conductas de
riesgo.
Pregunta
¿Cómo los elementos resilientes en la intervención terapéutica cognitivo-conductual
del caso clínico de poli-consumo de la paciente L pueden facilitar la comprensión de
terapias exitosas?
Objetivo General
Realizar una reflexión alrededor del desarrollo del Caso L, comprendiendo los
elementos resilientes como posibles facilitadores de la intervención cognitivo-conductual
exitosa.
Objetivos específicos
-.
-Identificar elementos de resiliencia en el proceso terapéutico realizado con la
paciente L que pudieron haber facilitado el éxito del caso.
-Describir la intervención terapéutica desarrollada en el marco del proceso
terapéutico de la paciente L.
Metodología
Para el desarrollo de este artículo se elige como metodología desarrollar una
reflexión de un estudio de tipo descriptivo de caso único. El estudio de caso es un concepto
plurisémico, se reconoce generalmente como una técnica de las ciencias humanas y con
doble utilidad: para el aprendizaje de la toma de decisiones y como una modalidad de
investigación. Se asume además que es uno de los más antiguos métodos utilizados para
describir y explicar la vida social y busca dar solución a una problemática que puede ser de
un solo individuo, de una familia, un grupo escolar o incluso, una institución (Young, 1939,
en Arzaluz, 2005).
Esta herramienta permite hacer un estudio en su entorno natural, realizar una mirada
panorámica que a su vez permite brindar una atención profunda, es contemporáneo –pues
se desarrolla a través de una problemática actual- y puede generar formas innovadoras de
intervención. Finalmente, puede abrir la posibilidad de extender su utilidad incluso
llegando a impactar en las políticas públicas (Arzaluz, 2005). En la historia de la
investigación de la psicología clínica también ha tenido importancia trascendental
(Roussos, 2007).
Contexto en el que se desarrolla la intervención terapéutica.
La fundación Familiar FARO es una institución que brinda atención especializada
en el consumo de sustancias psicoactivas y que se basa en el esquema de Comunidades
Terapéuticas de DAYTOP (EEUU) y PROYECTO HOMBRE (Italia y España). El 16 de
Noviembre de 1985 se reúne la primera asamblea formal, que dos y medio años más tarde
tuvo vida legal con el nombre de Fundación Familiar para la Asistencia, Rehabilitación y
Orientación en Farmacodependencia “FARO”, cuya primera sede y principal se fija en la
ciudad de Medellín en el departamento de Antioquia.
Sus orígenes revisten la especial particularidad de agrupar los siguientes
elementos: En primer lugar, Familias que padecían en su interior el fenómeno de las drogas
y el alcohol; en segundo término, Profesionales de la Salud interesados en hacer sus aportes
científicos en el tema de la farmacodependencia y Personas Ex-Adictas con tiempo
importante de resocialización, capacitadas tanto técnica como humanamente,
comprometidas con el trabajo terapéutico.
El 31 de Mayo de 1988, el Ministerio de Salud otorga a la Fundación Familiar
“FARO” la Personería Jurídica mediante Resolución No. 7846 quedando acreditada como
Entidad sin Ánimo de Lucro, por cumplir todos y cada uno de los requisitos exigidos por
dicho Ministerio para Ofrecer y Realizar los Servicios de Reinserción y Resocialización del
Personal en la modalidad de Comunidad Terapéutica.
En la Pastoral Social de la ciudad de Armenia en el departamento del Quindío,
inquietos por la situación de abuso de sustancias psicoactivas por parte de los Adolescentes
del departamento, decidieron solicitar ayuda para atender este flagelo, logrando que las
Directivas de la Fundación Familiar “FARO” abrieran en fecha 15 de Agosto de 1990 una
sede en el municipio de Filandia con cobertura para todo el departamento del Quindío;
posteriormente se pudo obtener una sede propia en el municipio de Calarcá dentro del
mismo departamento. Teniendo en cuenta las necesidades y el incremento del uso y abuso
de sustancias psicoactivas se observó la necesidad de crear otra sede en el municipio de
Armenia, logrando contactar y ayudar a un número mayor de personas.
En Enero de 1997 la Fundación Familiar “FARO” logró establecer su primer
Contrato con el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar – Regional Quindío para
atender 5 cupos asignados a Niños, Niñas y Adolescentes (NNA) para restablecimiento de
derechos y con problemática de consumo de SPA, y que fueron remitidos por dicha
Entidad, ampliando la cobertura y logrando atender a un número mayor de personas
menores de edad, pues hasta esa fecha la mayoría de Adolescentes superaban los 18 años;
con fecha Abril 1 de 2002 el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar – Regional
Quindío amplia la cobertura para atender a diez (10) menores de edad, brindando la
posibilidad de atender más niños, niñas y Adolescentes de escasos recursos que presentan
esta problemática y actualmente se atiende en la sede Externado, al menos a 42 niños y
niñas.
En la actualidad la fundación familiar FARO ofrece 4 tipos de modalidades que
incluyen programas de internado de protección (Jóvenes con consumo de sustancias y que
a su vez carecen de redes de protección), internado de responsabilidad penal (jóvenes que
presentan conflicto con la ley), externado y semi-externado de responsabilidad (jóvenes en
conflicto con la ley por delitos menores) y externado de protección (jóvenes con conductas
de riesgo e inicio de conductas adictivas).
Sujeto de Caso
Paciente de 16 años de edad, género femenino, lateralidad diestra, natural y
procedente de Calarcá, con escolaridad aprobada de décimo grado de bachiller, quien fue
remitida a valoración psicológica por comisaría de familia por presunto consumo de
sustancias psicoactivas y factores de riesgo psicosociales a la fundación familiar FARO.
Es producto del tercer embarazo, no programada y de alto riesgo debido a que los
padres tenían VIH positivo cuando nació. Presentó diversas dificultades al nacer, sin
embargo los acudientes no saben específicamente lo sucedido. Nace a término, en la
semana 39 por cesárea y requiriendo hospitalización continúa por los primeros tres meses.
Sin embargo, descartan VIH. El desarrollo motor, lingüístico y socio-afectivo estuvo dentro
de los parámetros esperados según lo reportan, más no pueden especificar los meses de
cada adquisición ni mencionar más detalles.
La madre de la paciente muere a los seis meses de nacida debido al VIH-sida y en
ese momento la abuela materna se hace cargo de sus cuidados con presencia mantenida del
padre. La paciente refiere que durante los primeros cinco años de edad tuvo diversas
enfermedades (Que no sabe referenciar con nombre médico) confirmado por su hermana
mayor, refieren entonces que sus síntomas se caracterizaban por yagas en la piel, fiebre
continua e inapetencia. A los tres años tuvo una crisis muy fuerte y la familia pensaba que
iba a morir en ese entonces. Según la paciente por esa época la llevaban a brujos para
sanarla. A los 5 años inicia escolarización, se adaptó con facilidad y no hubo dificultades
aparentes.
Durante este periodo no tuvo dificultades académicas o de socialización, sin
embargo en el hogar había conflictos permanentes, los hermanos mayores eran
consumidores y tenían conductas delictivas, en la actualidad uno de ellos se encuentra en la
cárcel por micro tráfico de estupefacientes. Además, en ese entonces, refiere la paciente, la
culpaban por la muerte de la madre a través de comentarios e insultos como “hubiera sido
mejor que se hubiera muerto usted”.
Manifiesta que a lo largo de su vida, en su hogar permanecían las dificultades
económicas y precariedad en general. Incluso en la actualidad viven en una invasión y no
hay quien responda por las necesidades básicas de las personas que allí permanecen. Inicia
consumo de sustancias psicoactivas (SPA) a los doce años de edad con inhalantes
(SACOL), probablemente debido a la confluencia de sus factores de riesgo y la influencia
de su grupo de pares del colegio; refiere en consulta que le gustaba cómo se sentía el
consumir y que además, mitigaba el hambre. Refiere que no tuvo ninguna consecuencia
debido a ello, ni en el colegio ni en su casa, no hubo represalias, castigos o
acontecimientos negativos al consumo, lo cual pudo haber fortalecido su comportamiento.
A los trece años inicia consumo de marihuana y alcohol inducida también por su
grupo de socialización, inicia su actividad sexual a los trece años y un año después inicia a
prostituirse con ayuda de una señora quien “le ayuda a conseguir clientes”. Dice que lo
hacía para comprar sus propias cosas y que no le disgustaba su trabajo.
Posteriormente deja la prostitución pues encuentra otra forma de obtener lo que
desea a través de una modalidad de robo a hombres en los bares. Alrededor de los 15 años
conoce a “Ye” quien se convierte en su pareja hasta la actualidad. Refiere que gracias a él
abandonó completamente la prostitución y el robo. Sin embargo, su relación se basa en un
estado emocional de dependencia, maltrato físico y verbal.
Hacia los 16 años, la Policía a través de una redada encuentran a “L” bajo estado de
embriaguez y con efectos del consumo de sustancias psicoactivas. Es en ese momento
cuando inician el proceso para verificar y restablecer derechos.
Al iniciar la evaluación se desarrolla el formato de valoración institucional y se
diligencia el SUICAD (Sistema único de Indicadores sobre Consumo de Sustancias
Psicoactivas) los cuales son la base para determinar su patrón de consumo y la modalidad
del programa al cual debe ingresar la paciente. El Suicad funciona desde 2012 y permite
recopilar y analizar con facilidad la información de los centros y servicios especializados,
por situaciones relacionadas con el consumo de sustancias psicoactivas, gracias a una
aplicación que funciona en la web y que permite al usuario múltiples ventajas. Este Sistema
fue diseñado desde 2011 de manera conjunta por el Ministerio de Salud y la Protección
Social, la Dirección Nacional de Estupefacientes y la Oficina de las Naciones Unidas contra
la Droga y el Delito en Colombia (UNODC, 2015).
Es necesario aclarar que la primera vez que se le aplica el SUICAD, la sujeto miente
en cuanto a frecuencia e impacto de sustancias de consumo, lo cual le permite vincularse a
la modalidad “externado de protección” que implica una atención de 4 horas al día
contrarias a su jornada académica, esta modalidad tiene como objetivo principal garantizar
los derechos de la joven, prevenir el consumo de sustancias psicoactivas y modificar las
conductas de riesgo.
Intervención terapéutica
Es importante reconocer que la intervención cognitivo-conductual que se realiza con la
placiente L se encuentra delimitada por el proceso terapéutico establecido por la fundación
familiar FARO, quien no se ha centrado en los últimos años a desarrollar investigaciones
y/o sistematizaciones que se centren en validar los resultados de su propio programa, por lo
cual algunos elementos no tiene evidencias académicas pero son retomados por la política
de la institución y a nivel interno han tenido r4esultados favorables.
Al ingreso inicia un proceso de observación para determinar su grado de
adaptabilidad por un periodo de 15 días en el que se determinó una adecuada socialización
con sus pares, dificultades para expresar sus emociones y resistencia a las figuras de
autoridad presentes en la fundación. Se observa además una ausencia marcada y continua
de apoyo emocional por parte de su familia u otros significativos.
Se esboza a continuación el desarrollo de las sesiones por bloques y el énfasis en
aspectos para desarrollar la resiliencia que fueron útiles para el progreso de L.
Sesiones 1-3: Consentimiento informado, Valoración psicológica y patrón de consumo
de SPAs: La valoración psicológica se realiza en el primer contacto que se tiene con la
adolescente, a la cual asiste con su padre biológico, se da a conocer el consentimiento
informado al tutor y la joven para continuar, después de su consentimiento se realiza una
entrevista semi-estructurada que evalúa aspecto de su problemática actual y antecedentes
significativos personales y familiares, aunado a esto se diligencia el formato SUICAD que
permite evaluar de manera ágil el consumo actual de la joven y que a su vez, es un requisito
exigido por la secretaria de salud departamental.
A través de los datos de identificación y generales básicos del SUICAD se
evidenció que la adolescente se identificaba con una orientación sexual heterosexual, estaba
registrada en la ficha de clasificación socioeconómica SISBEN y no había terminado la
formación escolar básica secundaria, había trabajado informalmente y se encontraba en
situación de protección a cargo del Instituto de Bienestar Familiar de Armenia, Quindío.
Después de la valoración inicial y el establecimiento de Rapport con la sujeto, los
resultados del SUICAD cambian y se identifica que inicia su consumo de sustancias
psicoactivas a los 13 años de edad, presenta poli consumo de cigarrillo, alcohol, marihuana,
sacol y cocaína. Su droga de impacto es el Sacol, la cual consumía con una frecuencia
diaria, la marihuana se convirtió en su droga de preferencia con una frecuencia de una vez
en el día y las sustancias restantes las consumía de manera ocasional los fines de semana.
Niega haberse inyectado alguna sustancia y reconoce que fue el consumo del Sacol el que
la hace pensar en la necesidad de un proceso de recuperación y reporta que no recibió antes
ningún tipo de tratamiento anterior para la reducción del consumo de SPA.
Assit, OMS (2003): es un instrumento que permite determinar el patrón de consumo de las
personas que presentan conductas adictivas, evidenciando el tipo de intervención que
requiere dependiendo del caso, la evaluación tiene 3 niveles (bajo, moderado y alto), el tipo
de intervención se determina por la puntuación específica de cada sustancia.
El Assit evidencia que el consumo que la adolescente presenta de tabaco, alcohol y cocaína
es moderado y requiere de una intervención breve, mientras que el consumo de cannabis
(Marihuana) e Inhalantes (Sacol) puntuaron un nivel alto lo que requiere de un tratamiento
intensivo y/o especializado, de igual manera evaluó el grado de preocupación sobre el
consumo de sustancias y las implicaciones médicas para lo cual reconoce que el consumo
tabaco, el alcohol y la cocaína su preocupación es baja y para el cannabis e inhalantes es
moderada.
Entrevistas semi estructuradas: Las entrevistas tienen como objetivo recolectar
información relevante y significativa del desarrollo de la joven, evaluando sus esferas del
desarrollo, para lo cual se realizan preguntas abiertas y cerradas y tiene como fin último dar
una impresión diagnostica de la joven. Los resultados obtenidos fueron los siguientes:
En la esfera personal se evidencian auto-esquemas deteriorados, vacíos afectivos,
pensamientos irracionales y catastróficos frente al futuro, sentimientos de tristeza,
desesperanza y dependencia emocional hacia su pareja actual. Dentro de sus pensamientos
irracionales se encontraban fuertemente marcados los pensamientos mágicos referentes a su
“destino” y adivinaciones con temas de lectura de cartas, lectura de cigarrillo y “presencias
extrañas” a su alrededor. Parece que buscaba en ellos satisfacer una necesidad insatisfecha
de confianza en los demás.
En la esfera familiar se determinó que se encontraba viviendo con su abuela,
hermanos y un tío, sin embargo la ausencia de figuras de apoyo y de redes vinculares
sólidas era evidente, además había presencia de violencia intrafamiliar enmarcada en la
distancia emocional con sus familiares, rechazo constante y comunicación inadecuada.
Aunque no vivía con su padre tenía contacto con él y de alguna manera se sentía
responsable por su bienestar, lo cual aparecía como un factor protector.
De igual manera se evidenció que su desarrollo personal y social fue en un entorno
de riesgo, donde el consumo y micro tráfico de estupefacientes, la prostitución y el
estancamiento y poco desarrollo económico eran común en su entorno, así mismo está
marcada por relaciones sociales con grupos de pares consumidores de SPA y delincuentes
juveniles, carecía de la habilidad para tomar decisiones asertivas y aspectos propios de su
personalidad influyeron en la mantención de estos vínculos negativos que generalmente se
daban con su grupo de pares.
En su esfera escolar toda la formación básica primaria transcurrió de manera
normal, sin alteración en sus aprendizajes escolares, al contrario de lo que sucede en la
formación básica secundaria, en donde se manifiesta un desinterés significativo en su
formación escolar y deja de sobresalir por sus méritos académicos, esto no interfirió en su
continuo avance de grados. Al momento del ingreso a la institución al programa se
encontraba en grado once.
Por último, desde la esfera espiritual se evidencia ausencia de fe en un ser superior,
rencor y enojo hacia la creencia religiosa de las personas y no se sentía parte de alguna
agrupación, por el contrario creía en aspectos sobrenaturales como lo son el
desdoblamiento, la lectura de cartas o tabaco, adivinación del futuro y destino.
Sesiones 4-6: Entrevista Motivacional: Su meta es explorar y resolver la ambivalencia,
que es un obstáculo clave para el cambio y el pronóstico de la intervención, se centra que el
consultante identifique sus propios e intrínsecos motivos y metas y que defina las razones
para el cambio (Rollnick y Miller, 1996). De esta manera L logra reconocer que se está
haciendo daño a sí misma y a las personas que ama, además que en su interior identifica
deseo por subir las notas y sobresalir de manera positiva ante los demás.
En este sentido, aunque inicialmente la paciente se mostraba evasiva y respondía
con mentiras, presentaba resistencias a hablar de aspectos profundos de sus vivencias en el
desarrollo y sus respuestas se caracterizaban por ser monosilábicas y superficiales, para este
periodo de avances, se veía mayor fluidez en sus narraciones, mayor posibilidad de análisis
frente a su comportamiento. Sin embargo, su lenguaje corporal reflejaba ansiedad a través
de movimientos repetitivos de manos y pies y no estaba de acuerdo con las normas
institucionales (por ejemplo horarios, responsabilidades dentro de la casa) y su expresión de
sentimientos redundaba en el enojo, frustración y refería un sin sentido de vida.
Debido a ello y a los antecedentes de L, en los que suscitaba el continuo rechazo de
los demás, lo que tenía como consecuencia un incremento de ansiedad y de culpa, se opta
en consulta por facilitar la satisfacción de las necesidades de reconocimiento y autonomía
que requería L, resaltando sus comportamientos positivos y permitiendo a través de
consulta que la visión de sí misma tomara otros significados.
Sesiones 7-10: Técnicas de modelado: Las técnicas de modelado parten de los principios
teóricos del aprendizaje observacional o vicario desarrollado por Bandura. En la actualidad
se ha evidenciado aún la prevalencia positiva de este tipo de técnicas con ligeras
modificaciones conceptuales. De esta manera, Cormier y Cormier (1994) definen el
modelado como el proceso de aprendizaje observacional donde la conducta de un individuo
o grupo, que se reconocen como el modelo, puede actuar como estímulo para los
pensamientos, actitudes o conductas de otro individuo o grupo que observa la ejecución de
éste.
Dentro de la institución FARO se aprenden nuevas conductas, a partir de los
profesionales pero también del proceso de identificación con los otros pares, quienes se
ubican por niveles y que promueven los comportamientos positivos a través de su
comportamiento.
Olivares y Méndez (1998) resumen la validez de las técnicas basadas en estos
razonamientos en los siguientes postulados básicos:
La mayor parte de la conducta humana se aprende por observación mediante
modelado, por lo tanto, cualquier comportamiento que se pueda adquirir o modificar por
medio de una experiencia directa es, en principio, susceptible de aprenderse o modificarse
por la observación de la conducta de los demás y de las consecuencias que se derivan.
El sujeto adquiere representaciones simbólicas de la conducta modelada y no meras
asociaciones específicas Emisor-Receptor. De esta manera, el sujeto observa la conducta
del modelo y la imita con el objetivo de adquirir nuevos patrones de respuesta.
Entrenamiento en habilidades Sociales:
Para ello se utilizaron tres técnicas específicas: La asignación de tareas, los contratos de
contingencias y la autoobservación. Además, se trabajaron puntualmente las 10 habilidades
para la vida, reconociendo la evidencia, a partir de la experiencia práctica de grupos
distintos en más de veinte países del mundo e investigaciones desarrolladas que demuestra
el valor de la enseñanza de un grupo genérico de habilidades psicosociales, o Habilidades
para la Vida, en la promoción de la salud y el desarrollo integral de niños, niñas y jóvenes,
así como en la prevención de problemas psicosociales y de salud específicos como el abuso
de sustancias psicoactivas, el tabaquismo, los embarazos no deseados en las adolescentes,
la violencia y las enfermedades de transmisión sexual, entre otros (Mantilla, 2002)
De esta manera L, después de 8 sesiones, se mostraba menos ansiosa en consulta,
probablemente porque había mayor conexión emocional, menos afecto plano y mayor
habilidad para reconocer sus propios sentimientos, expresarlos y otorgarle diferentes
sentidos a lo que estaba ocurriendo en su cotidianidad, por ello se desarrollaron entrevistas
a profundidad que ahora permitían ahondar en factores que eran fundamentales para su
crecimiento personal y consecución de objetivos terapéuticos en donde se identificó lo
siguiente:
Factores protectores: Intenciones conscientes de su deseo por pertenecer a un
grupo, su apertura para establecer relaciones con otros, su liderazgo, que se reflejaba en la
movilización de grupos, sus capacidades propositivas y su creatividad para algunas
actividades.
Factores de Riesgo: Entorno socio-familiar debido a que su vivienda estaba
ubicada en una zona de riesgo en el que se evidenciaba delincuencia juvenil y consumo de
sustancias psicoactivas. Además, los antecedentes de violencia intrafamiliar y las
problemáticas que dentro de su red familiar se mantenían. Por último la carencia de un
proyecto de vida.
En este sentido, como se cita en García-Vesga y Domínguez-De la Ossa (2013)
Garmezy, 1991; Garmezy & Masten, 1994; Lazarus & Folkman, 1986, reconocen que la
resiliencia viene asociada a la presencia de factores protectores que amortiguan los efectos
adversos de situaciones físicas y emocionales, y estos factores se asocian con aquellos
recursos que pertenecen al niño o niña, a su entorno o a la interacción entre ambos, y que
reducen el efecto de los estresores, alterando o incluso revirtiendo la predicción de
resultados negativos.
De esta manera, se hicieron ejercicios posteriores que facilitaban que la sujeto
identificara sus factores protectores en acción frente a las diferentes situaciones que se
presentaban en su diario vivir, lo que permitió que ella misma encontrara y describiera
otros elementos de su personalidad que le ayudaban a resolver y sobrellevar situaciones
difíciles como: Su inteligencia, un auto esquema fortalecido y una renovada confianza en sí
misma y en los otros. Elementos que Luthar, Cicchetti & Becker (2000) retoman como
fundamentales para que los factores protectores se trasformen en acciones resilientes frente
a las problemáticas.
Sesiones 11-14: Terapia Racional Emotiva: La teoría de la Terapia Racional Emotivo –
Conductual (TREC) fue formulada por Albert Ellis. Básicamente la propuesta de la TREC
es que pensamientos, sentimientos y conductas actúan alineadamente en el individuo y que
la perturbación emocional proviene, no de los hechos, sino de la evaluación que hacemos
de estos. A la forma funcional y práctica de pensar y evaluar lo que nos sucede, Ellis lo ha
llamado “pensamiento racional” y a la forma contraria, es decir, cuando las conductas son
poco funcionales, debido a la evaluación “irracional” que damos a los hechos, lo ha
Llamado “pensamiento irracional”.
En este sentido, estas sesiones se centraron en resaltar la repercusión de las
creencias racionales e irracionales en las consecuencias emocionales de L y se iban
moldeando de acuerdo a las reflexiones constantes en relación a la consecución de las
metas y propósitos y la influencia de sus propios actos. Se ahondó en 3 formas de
pensamientos irracionales que se identificaron en consulta: Catastrofismos, Baja tolerancia
a la frustración, Depreciación o condena global de la valía humana. De esta forma, L no
sólo iba identificando la funcionalidad de sus pensamientos, sino la repercusión de los
mismos en su manera de actuar y en su manera de sentir, lo cual le permitía mayor
regulación emocional y conductual e incrementar su autoconocimiento.
Además de ello, a través de las consultas se utilizaban estrategias de intervención
fundamentales para fomentar el razonamiento deductivo, que le permitía a la joven
aprender a identificar y contrastar sus pensamientos disfuncionales, desarrollar insigths
acordes con sus experiencias y mayor autonomía y fortalecimiento de toma de decisiones.
Finalmente, se invitaba a L a realizar acercamiento activos –evocadores hacia el
problema a resolver- y así fomentar la necesidad de incrementar sus habilidades de
negociación. Lo cual García-Vesga y Domínguez-De la Ossa (2013) retoman como
elementos fundamentales para la resiliencia.
Sesiones 15-18: Técnicas en habilidades de afrontamiento y solución de problemas:
Como objetivo final, se requería el incremento de las habilidades de afrontamiento y el
fomento de autonomía emocional, por lo cual las sesiones se centraron en el entrenamiento
de auto instrucciones, inoculación de estrés, y en el entrenamiento centrado en la resolución
de problemas. Esto se realizó a través de ejercicios de relajación, entrenamiento lingüístico
y resolución de dilemas prácticos.
Para el cierre del proceso terapéutico se desarrolló la evaluación de resultado, desde
la mirada de la consultante, se desarrolló un paralelo del antes y el después, en la que la
consultante narra lo que era antes, lo que es ahora, cómo lo ha logrado y hacia dónde se
dirige. Esto permite dar cuenta de su proceso, pero también fortalecer los auto esquemas,
incrementar la motivación y evidenciar la consecución de metas terapéuticas.
En la Sesión de seguimiento final, L llega a consulta donde se realiza el seguimiento
de la evolución de su proceso. La joven a través de su relato, evidencia la posibilidad que
ha tenido de utilizar las herramientas para la vida y mayor autonomía para buscar
alternativas frente a su toma de decisiones, logró culminar su estudio y a pesar de que el
apoyo y compañía en el proceso por parte de su familia continua siendo ausente la joven
acepta su realidad.
L refiere que siente que es menos impulsiva, logra manejar la ansiedad pensando en
los logros obtenidos hasta ahora y en su proyecto de vida; desea iniciar su carrera en salud
ocupacional y reconoce que debe afianzar relaciones sociales positivas y por ello se sugiere
vincularse a grupos culturales o recreativos que le faciliten desarrollar actividades
adecuadas en su tiempo libre.
Se evidencia entonces, que hay una renovada visión optimista de sus experiencias y
mantener una visión positiva de una vida significativa; lo cual refuerza y mantiene sus
procesos resilientes desarrollados y da una organización distinta de su comportamiento en
la actualidad.
Conclusiones
A nivel general, tanto en la teoría de la resiliencia y las investigaciones
desarrolladas recientemente, se entrevé la posibilidad de eficacia de trabajar bajo modelos
propositivos que se centren en los aspectos positivos de la persona, como herramientas
potenciadoras para la resolución de problemáticas.
A pesar de las dificultades que se puedan encontrar trabajando bajo estos modelos
centrados en los elementos positivos del consultante, debido a la particularización de los
elementos protectores y de riesgo y por lo tanto, las implicaciones subjetivas de su manejo;
pueden tener un impacto positivo en el proceso terapéutico.
La intervención del caso clínico aquí expuesto, si bien se da como una posibilidad
de trabajo real, eficaz y con buenos resultados, es apenas el inicio de un trabajo que puede
seguir siendo útil si se sistematiza con rigurosidad y se crean desde estos alcances,
propuestas que tengan mayor alcance y validez para otros casos con problemáticas
similares. En este sentido, si se desarrollan más intervenciones centradas en elementos de
resiliencia, se podrán sistematizar para encontrar estrategias de intervención eficaces que
puedan aplicarse a diferentes casos de consumo y así verificar que esta nueva mirada
centrada en factores resilientes, en las potencias de los sujetos, puede ser una alternativa
para mitigar la problemática de consumo.
En este sentido Cyrulnik (2002) reconoce que la interacción con una figura
significativa puede fortalecer la Resiliencia pues el rol que desempeña la relación con el
otro tiene un impacto en el desarrollo del sistema psíquico humano e incluso la autoestima
del sujeto se construye y reconstruye en el vínculo con los otros, incluso el terapeuta, quien
facilita otras perspectivas de observación. Por lo tanto un terapeuta centrado y sensibilizado
en está promoción de resiliencia puede ser un factor interviniente en el éxito de caso
también.
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