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4 Los mellizos Linney se preparan
Un héroe de peso
Matemáticas hoy y mañana
Lecturas niveladas
Número de palabras: 910
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ISBN-13:978-0-547-04335-7ISBN-10:0-547-04335-X
por Natalie Lewisilustrado por Mike Cressy
Los mellizos Linney
se preparanse preparanLos mellizos Linney
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Impreso en Chile
ISBN: 978-0-547-04335-7 ISBN Edición Chile: 978-0-547-87337-4
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Livia Linney abre los ojos para comenzar otro
perezoso día de verano. Ni siquiera tiene que
mirar el reloj para saber la hora.
—Son las diez de la mañana —anuncia una
voz desde el pasillo.
Es el año 2157. El mundo de Livia depende
casi por completo de computadoras que
controlan las máquinas y herramientas.
Oye una voz que viene del pasillo.
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En la otra habitación, el hermano mellizo
de Livia, Lucas Linney, se levanta de la cama,
mientras se frota los ojos y bosteza. Unos
segundos más tarde, la cama ya está hecha.
—Gracias —dice Lucas—. ¡Eh! ¿Cuántos
días faltan para que empiece la escuela?
—La escuela comienza en cuarenta y siete
días —continúa la voz—. Hoy es 17 de julio del
año 2157.
—Fantástico, tengo tiempo de sobra para no
hacer nada —responde Lucas.
El niño promedio en la clase de cuarto grado
de Lucas y Livia nunca debe hacer ninguna tarea
doméstica. Por supuesto, los niños pueden elegir
entre sacar la basura o hacer la cama. Pero ¿para
qué hacer algo, si alguien o algo puede hacer
todo en su lugar?
Para Livia y Lucas ese “algo” es Dante.
La casa de Livia y Lucas nunca está sucia.
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Dante es un robot. No sólo hace las camas;
también pasa la aspiradora, lava la ropa e
incluso limpia los vidrios de las ventanas.
Livia y Lucas tienen a Dante desde
que están en segundo grado, y los tres son
grandes amigos. Lucas incluso deja que Dante
juegue con la perra de la familia, Lucy.
Dante incluso juega con Lucy, la perra de la familia.
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Después del desayuno, Livia y Lucas
se desploman en su sitio favorito en el sofá.
Repasan las distintas estaciones en el televisor
de la familia, pero sin siquiera desperdiciar un
mínimo de energía porque el robot también
maneja el control remoto.
—Pon la estación de música, Dante —le
ordena Lucas al robot.
—Yo quiero ver el béisbol —dice Livia.
Esto complica las cosas porque un robot
no puede cuestionar órdenes u obedecer a un
dueño más que a otro.
Sin embargo, Livia de alguna manera logra
ganar la disputa. Béisbol entonces.
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Tres horas más tarde, Livia y Lucas todavía
están pegados a la pantalla.
—Eh, niños —dice su madre—. ¿Por qué no
apagan el televisor y hacen algo divertido?
—Esto es divertido —responden los mellizos.
—Entiendo. Pero ¿no les gustaría hacer algo
distinto por una vez?
La vida en el año 2157 no es tan emocionante como quizás te imaginas.
—Ya sé qué tengo ganas de hacer —anuncia
Lucas—. Dante, ¿qué hay para el almuerzo?
No hay respuesta.
—¿Dante? —llama Lucas con la vista todavía
pegada al televisor.
Después de unos segundos, se da vuelta
para mirar al robot. Dante está congelado en su
lugar. Nada de lo que Lucas dice o hace puede
hacerlo mover.
Dante está inmóvil.
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Una hora más tarde llega el técnico de robots.
—No hay nada que pueda hacer ahora,
señora —anuncia a la madre de los mellizos
después de inspeccionar el robot. El técnico
informa a la familia que necesitan una pieza
especial que demorará unos días en llegar.
—Quiero una segunda opinión
—reclama Livia.
—Podría llamar a nuestra jefa de inspectores.
Pero probablemente les diga lo mismo —
responde el técnico.
—No, estaremos bien sin Dante por un par
de días —responde la Sra. Linney.
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—Supongo que tendremos que hacer
nuestro propio almuerzo —dice la Sra. Linney.
Livia y Lucas quedan paralizados del susto.
La Sra. Linney toma un libro viejo muy grande.
Parece que no ha sido abierto durante siglos.
—Esto debería ayudarnos —dice.
—¿Qué es? —pregunta Livia.
—Un libro de cocina. Era de mi abuela
—explica la Sra. Linney.
—Quieres decir que... ¿las personas
cocinaban? —pregunta Lucas.
Cocinar es una idea nueva para los mellizos.
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Después de leer el libro, deciden hacer
lasaña. La Sra. Linney pide los ingredientes a un
mercado que envía los alimentos a domicilio.
Cuando llega la comida, la Sra. Linney
empieza a dar órdenes.
—Bueno, Lucas —dice—. Ralla un poco
de queso mientras yo corto estas cebollas en
rodajas. Livia, tú puedes ir hirviendo el agua
para la pasta.
Cocinar es divertido.
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—Lucas, busca la carne mientras yo pongo la
pasta en la fuente —ordena Livia. “Una capa de
carne se coloca sobre la pasta. Se esparce queso
sobre la carne. Repetir”, leen todos en el gran libro.
“Hornear la lasaña durante una hora y media”.
—¡¿Una hora y media?! —exclaman los
mellizos. No pueden creer que deban esperar
tanto tiempo para saborear su creación.
Livia y Lucas ponen la lasaña en el horno.
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—¿Qué haremos mientras esperamos?
—se lamenta Livia.
—¿Por qué no se van a jugar afuera?
—sugiere su madre.
Livia y Lucas se miran extrañados. De pronto,
tienen más energía. Salen disparados a jugar con
su perra, Lucy.
Los mellizos se divierten tanto que hasta
pierden la noción del tiempo.
Lucy disfruta la atención extra.
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Cuando regresan a la cocina más de dos
horas después, la lasaña se está enfriando sobre
el mostrador de metal. Se ve deliciosa.
—No puedo creer que nosotros hicimos
esto. ¿Qué opinas? —comenta Lucas.
—Creo que una vez que reparen a Dante
deberíamos darle un descanso, ¿no crees?
—sonríe Livia.
—Por supuesto —consiente Lucas—.
Deberíamos cocinar más seguido.
—Ahora que pueden cocinar, ¡pueden
también aprender a hacer las camas! —les dice
su madre.
Livia y Lucas se miran y sonríen. —Quizás
sí —responden al unísono—. Quizás no.
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