HISTORIA
DE LA
ANESTESIA
EN COLOMBIA
(Continuación)
Doctor Jaime Herrera Pontón
EN EL SIGLO XX HASTA LA FUNDACION DE LA SOCIEDAD Co.
LOMBIANA DE ANESTESIA:
En los primeros años de este siglo encontramos una noticia que va a ser importantísima en el nacimiento y creaClión de Ja.s primeras escuelas de anestesia y más tarde la fundación de la Sociedad de Anestesia. El 28 de junio de 1903 ,según nota del diario "El Nuevo Tiempo" del 3 de julio, se fundó el Hospital de San José (33) de la Sooiedad de Cirugía de Bogotá. Se instaló una junta presidida 'por el Arzobispo de Bogotá para la constitución del Hos'pital en el lote donado por el General Juan N. Valderama. Luego del discurso del señor ArzobiSipO, el Secretario de la Sociedad de Cirugía, doctor Hipólito Machado, leyó un informe en el que haJce el recuento de las labores desarrolladas por la Sooiedad desde su fundación el 22 de julio de 1902, y la cirugía practicada en su sede provüsional del Centro de Salud de'! Campito, donde se practicaron histerectomías vaginales, nefrostomías, ovariotomías, útero - cisto - neestomías y gastroenterostomías con una mortalidad del 7% y más adelante dice: "En nuestra Sociedad ha n2.cido la institución del cloroformista, es decir, de un facultrutivo especialista en el arte y en la ciencia de la anestesia; y es allí de donde el señor doctor Isaac Rodríguez ha adquirido su indiscutible competencia en este aoto trascendental de toda operación".
Así nace el Hosp~tal de San José donde más tarde, como lo dijimos ardba, se creará .la primer·aeS'Cuela de anestesia del país con un profesional ya dedicado a esta ciencia y arte, como la denomina el Secretario, doctor Macha>do.
Días más tarde, el 19 de agosto de 1903, al dejar el cargo de Presidente de la Sociedad de Cirugía el doctor Juan Evangelista Manrique, en su discurso y refiriéndose a esta na>ciente especialidad (34) "Un año de trabajo de la Sociedad de Cirugía ha
probado que nuestro clima no es inadecuado, como se creyó durante mucho tiempo, para la práctica de la cirugía: que la altura en que vivimos no es una contraindi'cación para producir la anestesia general, y que el temido shock cuyos desastres apreciamos los que hace diez y siete años estamos lucha>ndo por alClimatar la cirugía en Bogotá, no era, como lo creíamos, una inJhibición de todas las fuerzas vitales producidas por el traum8Jtismo oper8Jtorio, sino una infecciónsuperaguda producida por la rápida penetración en el organismo de una gran cantidad de gérmenes patógenos.
Justo es que al hablar de los perfeccionamientos de 'la técnica, consa3"remos un recuerdo al inmortal benefactor de la humanidad que suspendió la vida de relación y supIlimió el dolor producido por las operaciones. El 16 de ocLubre de 1846, día en que el doctor Jo~n Oollins Warren consintió en que el inmortal William Morton ensayara la anestesia por el éter para suprimir el dolor, será siempre memor8Jble en la historia de nuesrtra ciencia.
Estaban presentes en el antiguo anfilteatro del Hospital General de Massachussetts muchos médicos y cirujanos eminentes, y si juzgamos por la corta introducción pronunciada por el doctor Warren cuando se puso al enfermo sobre la mesa, es preciso creer que él dudaJba mucho de la anestesia quirúrgica: "Vamos a ensay8Jr hoy -les dijo- una preparación con la cual se tiene la admirable pretensión de libertar a mi operado de todo dolor". Esta duda aumentó cuando, después de esperar algunos minutos, se hizo notar que William N oIlton no llegaba a la hora precisa, 10 que hizo decir al doctor Warren con una sonrisa: "Seguro que está otra vez comprometido", y lo que naturalmente produjo mucha risa en el auditorio, y el doctor, impaoiente con la demora, cogió un bisturí para proceder a la operación, cuando entró William Norton ·en el anfitea>tro. El doctor Warren lo recibió con esta frase: "Señor, su paciente está listo". El paciente era un jo
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ven que tenía un tumor en el cuello, quien después de aspirar el éter durante unos pocos minutos, quedó completamente insensible. Norton, a su turno, se dirigió al doctor con voz confiada, y le dijo: "Ahora, doctor, su paciente está 'listo". En pocos minutos se practicó ésta para siempre memorable operación, y al recobrar la conciencia el paciente, reconoció agradecido que no había sentido ningún dolor y que había estado completamente insensible. ffil doctor Warren felicitó a William Noiton, y se despidió de sus d1iscípulos diciéndoles: "Señores, esta no es una charlatanería".
Este espléndido descubrimiento, que se extendió de modo rápido por todo el mundo, no fue inmediat.amente aceptado en todas partes. Muchos tuvieron fuertes dudas con respecto a la seguridad del procedimiento, y el progreso se detuvo algún tiempo por los perjuicios y los celos de aquellos días. La oposición surgió de varios lados, y naturalmente los más obstinados fueron los médicos. Declararon que la anestesia "podría aumentar la mortalidad de las operaciones, las parálisis , la fiebre y la locura" . Pronto la eXlperiencia dio cuenta con todos estos prejuicios : Cuán frecuentemente el obstruccionismo resultó ser ell aliado secreto del progreso.
Excusad la discresión en que voluntariamente he incurrido, en vista de la trascendencia del descuh:rimiento de cuyos beneficios hemos disfrutado todos nosotros, y seguirá disfrutando la humanidad mientras el sol alumbre.
A la anestesia se debe el primer progreso decisivo en la ciencia y en el arte de la cirugía. Comparad nuestra labor presentte con la que tenían que ejecutar los que luClharon en la época pire-anestésica, durante la cual no se sabía quién necesitaba de más valor y determinación, si el cirujano para ejecutar delicadas manipulacionescon rapidez y destreza, o el paciente para sufrir los inded'inibles dolores.
En este principio del siglo XX, nosotros, los hijos del sig.lo XIX, tenemos que regocijarnos de todos los dones con que nuestro siglo enriqueció la humanidad, dentro de los cuales la anestesia, la antisepsia y la asepsia han transformado las ciencias médicas, como el vapor y la electr.icidad han carmbiado la faz del mundo". Es realmente emocionante leer los entusiásticos párrafos de uno de los grandes precursores de nuestra moderna cirugía.
En 1905, en el Hospita'l de San José, el doctor Lisandro Leyva hace las primeras raquianestesias con Tutccaína (35).
ffi1 doctor Zea Uribe, en un artículo aparecido en Manizales (1907) , cuenta de algunos casos practicados en esa ciudad, dice que el anestesista era el señor Marco M. Tirado "cloroformista que conoce todas las necesidades de su oficio y sale solo de apuros con serenidad y sangre fría", y en uno de esos casos, la resección de un quiste de ovario, sobrevino un síncope que fue tratado con respiración artificial, "inyecciones cardiotónicas y calor arliLficial" , salió en buenas condiciones. Diee que 'el cloroformo se aplicó por el método de Auvard descrito en su traJtado de Anestesia quirúrgica y "como lo vimos aplicar en los hospitales europeos, a dosis fraccionadas, limitando la atmósfera clorofórmica en la compresa, sin permitir la entrada de aire, puesto que el cloroformo puro es respira:ble por cinco horas a la vez que el clorofOlmüsta levanta los ángulos del maxilar con sus dedos meñiques" (36).
Años después (1913), con ocasión del Segundo Congreso Médico Naoional, en el informe que presentaron los doctores Emilio Robledo y José Tomás Henao sobre el estado de la cirugía en el Departamento de Caldas dicen: " ... ,la ,prácti'ca de la anestesia clorofórmica se implarutó definitivamente en el Departamento, y a ella se ha recurrido siempre que se trate de anestesia general, siendo de notall" que ninguno de los operadores manifiesta haber tenido casos de
muerte por causa del anestésico ... la anestesia local con cocaína, estovaína y novocaína más 31drenalina . . . en Manizales se han pra'cticado varias operaciones por el método de la raquianestesia, pero casi siempre ha dejado mucho que dese8ir" (27). y en el informe, al mismo Congreso del doctor Pablo GarCÍa Aguilera sobre el Depart3lmento del Cauca dice que la anestesia general se practica en el Departamento con cloroformo, éter y óxido nitroso, que se usan anestésicos locales como la cocaína y la estovaína, la anestesia espinal y la anestesia "por los h~pnóticos combinados que como la escopolamina y la morfina (en uso hace 6 años), alcanzan una narcosis general y como auxiliar preparatorio a la aplicación del cloroformo, usado en 1889 para la litotomía perineal". Como vemos, continúa el auge del cloroformo con éxito ex¡braordinario y la raquianestesia que debería estar poniéndDse de moda, deja mucho que desear, al decir de los informantes de Caldas.
Sin emba'rgo, durante este Congreso, el doctor Juan B. Montoya y FIórez presentó un tr3lbajo sobre la anestesia raquídea con Stovaína. La aplicaba en -dosis de 3 a 10 mgrs. mezC'lada can un miligr3lffio de estricnina y hacía las punciones en tres regiones diferentes y con el paciente sentado: mediocervoÍCal (C-3-4) para operaciones de cabeza y cuello; dorsal superior (T2-3) para tórax; dorsal inferior (T8-9) para e""tómago y lumbar (Ll-2). Tenía una incidencia del 90% de cclale8iS (37). En junio de 1916, el mismo dador Montoya, publicó en la Revista Olínica de Medellín un trabajo sobre la anestesia reotal con éter. Usaba el éter en dosis de 100 a 150 grs. disuelto en 40 grs. de aceite de olivas. Presenta una seri:e de 12 casos con buenos resultados y entre las complicaciones describe cóticos, vómito, enterorragias y diarreas por irrita:Ción de la mucosa. Este doctor Montoya fue un verdadero precursor de la anestesiología en Antioquia y a él se debe la introducción del éter y el cloroformo en esa región del país (28). En ese mismo CDng·reso se preserutó un curioso trabajo del doctor Leonidas Gómez so
bre la anestesia por sugestión!! (39). Volviendo a la anestesia ra;quídea, en 1917 el dÜ'ctor Antonio Franco, de Cai-tagena, presentó una tesis de grado sobre anestesia raquídea.
En esa época, e'l doctor Carlos Thguerra fundó la Clínica de Marly, uno de los centros más importantes del país y que tendrá impoTltancia decisiva en la fo·rmación de la anestesiología colombiana (40).
En 1923 se practicó la primera piloroplastia en un recién nacido, el cirujano fue el doctor Alfonso Castro y la anestesia la administró co-n clDroformo el dDctor Gabriel Toro ViHa, en Medelín.
No obstante todos los grandes pasos de avanza:da que estaba dando la medicina y la cirugía en nuestra patria el nivel de esta naciente especialidad había cardo a su nivel más bajo y al final de este primer cuarto del s,iglo la anestesia la apl,ican 'en los hospita'les los porteros (Marín, ree1Il!P'1azó años después al portero de San Juan de Dios) . IDl mismo cuenta su e2Cperiencia " .. .Después de haiberex¡plicado el caso, el cirujano preguntó por el anestesista. Este era un enfermero que, además de poner inyecciones, traer la comida, asear los pacientes, servir de portero, etc., fingía de taJo Esa mañama estaba muy ocupado: lavaba los sanitarios. Entonces el profesor se dirig.ió al alumno: ¿ Quién no ha dado anestesia? El que lo habia hecho ya no servía, sabía demasiado. Algún compañero, por ponerme en aprieto dijo: Este, profesor. ¿Cómo te llamas? Marín, fue mi respuesta. Conoces los números? Gran risotada general. El profesor era un buen tomador de pelo. Marín, ven acá. La anestesia es muy sencilla. ¿Ves esa bola metMica? :IDs un Ombredanne, adentro hay éter. Siéntate a la c8ibe:cera de la mesa, ag8irra el Ombredanne, ajústalo a la cara del paciente y levántale la mandíbula iJll.f'erior. Ahora con esta rueda g,iras el indicador a 1, a 2, a 3, etc. Yo te digo cuando puedes hacerlo. ¿Listo? Marca el 1, y después de algún r8ito, sube a 2, etc. ¿Ves qué fácil? La anestesia no es más.
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La inducción fue tormentosa. No se hacía de rutina la medicación preanestésica. El paciente tosió, se debatió furiosamente tratallldo de quitarse el Ombredanne y no lo consiguió porque era la época en la cual amarrábamos de pies y manos al anestesiado para inducción. Hubo algunos que rompieron las ataduras y se salieron del quirófano. La broncorrea fue intensa. Las gleras se extraían 'Con una gasa montada sohre el dedo índice; no había succionador. ' . rara vez se inyectaban sueros y apenas si se habl3Jba de transfusión. No se llev3Jba control tensionaJl y solo cuando el paciente estaba preagónico, nos preocupábamos por el pulso periférico. Así por azar realicé mi primera anestesia y así, por puro azar, no se murió mi anónimo paciente" (41).
IDstán ya lejanos los tiempos de la fundación de San José con su anestesiólogo de tiempo completo, al doctor Isaac Rodríguez, le había sucedido un austríaco, Hans Perkins, alias "El Míster" que en 1929 aplicaba ane'stesja por gas y además ,era el electricista del hospital. . . ( 42). Pero ya la mentalidad está cambiando y en unos años más veremos la aparición ,otra vez, de médicos dedicados a la anestesia, autodidactas los primeros, llegarán luego otros mejor fOI1mados y así se káestru0turando la nueva especi3Jlización para llegar al nivel que tiene hoy. Así el doctor Lisan<lro Leyva, Presidente de la Sociedad de Cirugia, introdujo en 'el hospital la anestesia con floroformo y éter, el balsoformo, la avertina y la raquianestesia y su sucesor ,el doctor Andrés Bermúdez (1930-1931), pidió "un apar3Jto para anestesia por los gases y el equipo de gas'es correSlpondientes. Este equipo se perdió en Buenaventura, estaba equipado con etileno, óx'¡do nitroso, an\hídrido y carbónico y oxigeno y se preparó al interno Rogelio Salcedo en Marly para aprender a manejarlo , (42).
En el año de 1930 viajan a los Esta'<ios Unidos los doctores Gonzalo Esguerra y Hernando Ma,tallana y a su regreso trajeron el primer apara
to, un Heidbrink, para dar :J l1cstes ia "por 'los gases", etileno, este aparnto llegó sin instrucciones para su uso. Fue instalado en la Clínica de Marly y las primeras anestesias con él las dio el mismo doctor Matallana. Días después, el doctor Juan F. Mal1tínez, quien entonces era interno de la Clínica, empezó a usarlo, primero en un paciente que tenia una fractura abiertae infectada del antebrazo. (43). Así empez5 el que sería durante diez y nueve años el anestesiólogo de la Clínica de Mar:ly y en los primeros años el único de Bogotá. No se usaba, entonces, ninguna medicación .preanestésica, Martinez comenzó a usar Sedol como premed,icación de rutina. Fue también el primero que practicó una intubación endotraqueal; había leído en alguna revista algo al res1pecto, como en el comercio de Bogotá no había la menor posibilidad de conseguir tubos endotraqueales, resolvió recortar una sonda rectal y hacerle un bisel similar al que había visto en la revista. Pronto tuvo una paciente, sin dientes, y resolvió intentar la intubación. Como no existían los laringoscopios se valió de un bajalenguas y una lámpara frontal y así la primera intubación fue un éxito.
Días después de la llegada del aparato de anestesia a la Clínica de Mar[y, llegaron otros, Heidbrink también, a Hospital de San Juan de iDos, para usar etileno. En la puerta del quirófano se había colocado un letrero que decía "Peligro de ex.plosión: No fume; y encima p,intada una calavera y dos tibias cruzadas. A pesar de eso, relata Juan Marín (35), "el Profesor Pompilio Martínez entraJba y salía olímpicamente en traje de caBe con su gran cigarro en plena ignición! . ,. Nadie se atrevía contra el Magister. Un día Rogelio Salcedo, anes·tesia a su' paciente con etileno, con máscara en sis.tema semicerrado. La inducción fue larga y accidentada debido a múltiples escapes que el anestesista no lograba controlar. El cirujano Corpas, preparó por f.in la tibia de la cual i!ba a sacar el injerto, cuando pisó el switch abierto de 1a sierra eléctrica de Albee, que estrella!ba ese día, se produjo una gran ex
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plosión que puso en fuga a estudiantes, ciruJano!'; y enfermeros. Solo quedamos en el quirófano, el Sinestesista, pálido, tembloroso, disláJico; el enfermo quien afo-rtunadamente no sufrió ningún deterioro y yo, por la crasa ignorancia de lo que sucedía". Allí pocos años después, en 1932, Juan Marín da su primera anestesia con éter en aparato de Ombredanme. Al año siguien te, el doctor MSirín entra a trabajar al Hospiltal de la Mis-ericordia, oigamos su relato: "Llegué como Ü'bservador curioso y me eneuentro con una mujer inteligente, trabajadora incansSiole, autodidacta, acertada en el di3Jgnóstico clínico y con profundos conOCImIentos de farmacia, hábil cirujana y habilísima ortopedista. Era la cloroformista de planta. Fue mi maestra en anestesia. Hermana María Hermelinda era su nombre. Sus plegarias y gran corazón suavizaron nuestros puntos de vista religiosos anrtagónicoso Cuando nos despedimos áramos amigos. Llevaba en la Misericordia 15 años y permaneció en este hospital 50 más. Como aparato de anestesia usaba una compresa doblada en cuatro formando un cucurucho y dentro de él una mota de algodón como vaporizador. El cloroformo en un frasco gotero. Este fue mi Engstrom durante 12 años. Como curare para relajar los maceteros durante los frecuentes laringo espasmos, el abreboca, pico-pato de Hoister. Durante la anestesia me acostumbré a la auscultación peI'ffianente del área precordial, lo cual me permitió despistar muchos paros cardíacas, a;lgunos de los cuales regresaron con masaje externo, que al miSlffio tiempo servía para ventila-r los pacientes en apnea.
ComplicSiciones Jlostclorofórmicas mediatas; atrofia aitiarilla aguda del hígado, síndrome de" hipotermia con pSilidez, a vec'es morta'!".
. En 1936, el doctor Martínez presentó su tesis de grado sobre sus experiencias con etileno en la Clínica
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de Marly, sobre un total de 1.500 casos. El presidente de tesis fue el doctqr Gonzalo Esguerra y fue declarada meritoria. En su tesis se refiere únicamente a su experiencia con la técnica etileno - oxígeno - ácido carbónico con la cual trabaja desde 1931. La gran mayoría de lOS casos corresponden a apendi'Cectomías, histerectomías, exodoncias, raspados utermos, fracturas, etc., y .19 cesáreas. Los pacientes oscilan entre los 10 meses y los ochenta años. En el 8.5% de los casos agregó el éter a la técnica dicha, para lograr una mejor relajación, aunque sostiene que el etileno, solo, es sufiCIente para oiotener una buena relajación si se cuenta con un buen cirujano. Uno de los casos sufrió setenta anestesias consecutivas con etileno, sin molestia. La recuperación fué muy rápida. Trae una rel8!ción de ,los 1.500 casos y su res'Pectiva clasificación (44).
Años después llegó el ciclopropano, en 1939 encontmmos publica:do en el Boletín de la Clínica de Mavly, por el mismo Martínez , un trabajo hecho sobre más de 700 casos, en circuito cerr8!do, administrando más o menos el 40% de ciclopropano; en pacientes quirúrgicos y obstétricos. Comenzó a usarlo en 1938 (45). Más tarde llegaron el pentoihal y el curare.
En 1940 el doctor Hernando Martínez Rueda hizo las primeras inrtubaciones endotraqueales bajo laringoscopia en el Hospital de San Juan de Dios y en 1941 trajo al doctor Beecher, quien hizo demostraciones en el servicio del Profesor Juan N. Carpas, en San Juan de Dios (46) .
Ese mismo año llegó de los Estados Unidos, Juan J. Salamanca, el primer anestesiólogo formado en esouela que teníamos en el país. Hizo su entrenamiento en Massachussetts General Hospit8!l. Llegó a trabajar a la Clíniea del Profesor Pompilio Martínez.
(Continuará)
33. "El Nueco Tiempo". Año II NQ 334. Viernes 3 de julio de 1903.
34 . "El Nuevo Tiempo". Año II NQ 38l. Miércoles 19 de agosto de 1903.
35. Marín Osorio, Juan. Comunicación personal.
36. Zea Uribe, Luis "Apuntes para la cirugía de Manizales". Boletín de Medicina. Año I, NQ 1, p . 16. Manizales, mayo 15 1907.
37 . Montoya y Flórez, Juan B. "La anestesia raquídea por la Etovaína". 2 Congreso Médico de Colombia . Medellín, 19-26 enero 1913. Tomo II p. 86. Imp. Tipogr. Salesiana. Bogotá., 1916.
38. Montoya y Flórez, Juan B . "Anestesia rectal por el éter". Rev. Cllnica. Año I, NQ 1, p: 23. Medellín, junio 1916.
40 . "Breve reseña de la Clínica de Marly". Bol. de la Clínica de Marly, Vol.
41 . Marín Osorio, Juan. "Anestesia de antaño". Boletín Informativo Cátedra de Anestesiología. Univ. Central de Venezuela. Facultad de Medicina. V. 4, NQ 4 Caracas, Nov. 1971".
442 . Muñoz, Laurentino. "Historia del Hospital de San José" .1902-1950) . p . 377. Bogotá, 1958.
43 . Ma.rtínez Angulo, Juan G. Comunicación personal.
44 . Martínez, Juan F . "Mil quinientos casos de anestesia por los gases (eti lo-ogígeno-ácido carbónico) ". Tesis de grado. Univ. Nacional. Imp. de la Luz. Bogotá 1936.
45. Martínez, Juan F . "Nuestra experiencia con el ciclopropano". Bol. de la Clínica de Marly. Vol I, NQ 2, p. 6l. Sep. 1939.
46 . Silva Gómez, José María. "Introducción endotraqueal". Tesis de Grado. Univ. Nacional, 1954.