Cartagena de Indias
Cartagena de Indias
Texto: Marcaccio
María Luján Viajes
Nuevamente María Luján de Finisterre viajes,
con sus increíble relatos nos lleva de paseo
por el mundo. Esta vez el lugar elegido es
uno de los destinos latinos más bellos
de mundo.
Disfruten este artículo conociendo un poco
más de la hermosa Cartagena e
informandose con valiosos datos útiles por si
deciden visitarla.
La ciudad de Cartagena de Indias fue, durante
la época de la colonia, uno de los principales
puertos de salida de las riquezas de América
hacia el Viejo continente, lo que la convertía en
“presa codiciada” para piratas y corsarios de
países enemigos de la corona española,
principalmente Francia e Inglaterra. Esto
condujo a la construcción de uno de los
sistemas defensivos más grandes de América,
compuesto por murallas, baluartes, fuertes y
fosas que tenían como único fin proteger los
tesoros que llegaban desde distintos puntos de
las colonias. Gran parte de este arsenal de-
fensivo sobrevivió hasta nuestros días. La
muralla principal que rodea al centro histórico
propiamente dicho se encuentra casi intacta.
Atravesando algunas de sus puertas, uno se
transporta en el tiempo viendo los edificios
coloniales con sus típicas rejas y sus balcones
de madera, las “plazas secas” y las callecitas
angostas por las que vale la pena caminar sin
rumbo fijo.
Una de las plazas más hermosas de este sector,
y el lugar indicado para comenzar un paseo por
él, es la Plaza de los Coches, que lleva este
nombre por un decreto de la alcaldía que
permitió, a fines del siglo pasado, que los
coches tirados por caballos estacionaran en
esta parte de la ciudad. Aquí se encuentra uno
de los lugares más interesantes para golosos: el
Portal de los Dulces En una especie de recova,
se juntan los vendedores ambulantes de dulces
y ofrecen una variedad increíble de golosinas
tan vistosas como ricas, que tientan a todos los
que pasan por allí.
En el recorrido por la ciudad amurallada no
puede obviarse la Plaza de Santo Domingo,
donde se concentra la mayor cantidad de bares
que ponen sus mesas al aire libre. A la hora de
hacer compras, lo ideal es dar un paseo por Las
Bóvedas, un antiguo edificio que se utilizaba
como refugio de los soldados en donde
actualmente hay locales de artesanías y
productos regionales.
Los amantes de los museos pueden visitar
alguno de los tantos que hay en Cartagena. Se
destacan el Museo de la Inquisición, que nos
transporta a la vida colonial en la ciudad y el
Museo Naval del Caribe, donde entre otras
cosas se puede ver como se construyó y cómo
funcionada el sistema defensivo de Cartagena.
Para terminar el día, nada mejor que ir al
famoso Café del Mar, un bar que se encuentra
sobre la muralla y desde dónde las vistas del
mar al atardecer son bellísimas.
Frente a la ciudad amurallada se extiende el
barrio de Getsemaní, que si bien pertenece al
centro histórico de Cartagena, no tuvo la suerte
de ser restaurado en la misma medida. Su
aspecto da quizás la sensación de abandono y
descuido, pero permite ver cómo estaba el otro
sector del casco antiguo antes de ser arreglado.
Es un barrio con mucho movimiento, tanto de
locales como de turistas, mucho tránsito,
comercios de todo tipo, vendedores
ambulantes...en fin, un escenario interesante
para ver otra parte de la ciudad, no tan
preparada y presentada quizás para el turismo
internacional. Luego de caminar unas cuadras
por Getsemaní llegamos al
imponente Castillo de San Felipe de Barajas, el
fuerte militar más importante que levantó
España en América. Fue construido en el siglo
XVII sobre el cerro San Lázaro y su interior es un
verdadero laberinto de túneles, puertas falsas y
pasadizos que pueden recorrerse siempre y
cuando se soporte la sensación de encierro que
da el hecho de estar unos cuantos metros bajo
tierra.
Cartagena en sí no se destaca por sus playas. Si
bien las hay, distan bastante de la imagen del
Caribe que solemos tener. Para disfrutar de
1
aguas transparentes, tenemos que alejarnos de
la ciudad y visitar, por ejemplo, las Islas del
Rosario. Se trata de un conjunto de islas de
origen coralino. Muchas de ellas tienen pa-
radores (imaginen algo similar a los paradores
de nuestras playas), con servicios de bar,
restaurante, sombrillas, reposeras...incluso
algunas ofrecen hospedaje. Para quienes no
pretenden una estadía en las islas, es posible
visitar alguna de ellas en el día, desde
Cartagena. Se sale por la mañana del Muelle de
los Pegasos, donde cada isla tiene su boletería y
ofrece por un determinado precio un paquete
que incluye transporte en lancha, almuerzo y
uso de las instalaciones. En esta oportunidad,
no hay que dejarse tentar por el precio: las
opciones más baratas terminan siendo poco
convenientes por la calidad de los servicios que
brindan o bien porque las playas son de mala
calidad. Otra posibilidad para disfrutar del
agua caribeña a poca distancia de Cartagena es
Playa Blanca, en la Isla de Barú. Es una de las
playas más hermosas de esta zona, con arena
blanca y agua cálida, transparente y calma, cual
piscina. Los más aventureros suelen quedarse a
dormir por un par de noches en las hamacas
que se alquilan, un alojamiento económico
para quienes no tienen pretensiones y
sacrifican comodidad por ver el amanecer en
un lugar de sueño.
DATOS ÚTILES
Cuándo viajar. Se puede viajar en cualquier momento del año. Al
encontrarse en el Caribe sur, no hay grandes tormentas. Si hay
épocas con más precipitaciones (mayo a noviembre), pero nada que
impida disfrutar de la ciudad.
Cómo moverse. El transporte dentro de la ciudad resulta bastante
económico, incluso los taxis, con los que hay que negociar el precio
de antemano. También están las busetas, equivalentes más
pequeñas, a nuestros colectivos urbanos. Aunque algo mas
desordenadas (no es raro que se paren durante unos cuantos
minutos mientras el asistente del conductor se baja y junta
pasajeros en la calle), es una forma barata y muy divertida de
moverse por la ciudad.
Dónde alojarse. La mayor parte de los turistas optan por
Bocagrande, un sector moderno con una gran oferta de hoteles para
todos los bolsillos. En la ciudad amurallada hay muy buenos hoteles,
todos en edificios históricos, pero sus precios no suelen ser
económicos. En el sector de Getsemaní hay principalmente hostels y
alojamientos económicos y sencillos para quienes tienen un
presupuesto más acotado.
1.TUNEL DEL
FUERTE DE SAN
FELIPE.
2.MUELLE DE LOS
PEGASOS.
3.CIUDAD
AMURALLADA
4. MURALLA.
5.PLAYA BLANCA
2
34
5
Aprendé adecir que
NO!NO!NO!NO
nono
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no
no
NONO
Cuando queremos decir "no" y decimos "sí",
estamos devaluando nuestro "sí"
Comunicarse eficientemente con los demás,
con precisión y empatía y dejando un poco de
imagen positiva ante nuestros interlocutores,
es uno de los cometidos clave en una vida en
sociedad.
Se trata de un proceso complejo, en el que
debemos articular habilidades aprendidas y
talentos naturales (como el dominio del len-
guaje oral y gestual, el don de la oportunidad, la
adecuada gestión de las emociones, el encanto
personal…), y en el que hemos de combinar la
tolerancia necesaria para aceptar y entender al
otro, con la capacidad de expresar nuestras
opiniones o preferencias.
Hay dos cosas que a muchas personas les re-
sultan problemáticas o difíciles: una es de pedir
o solicitar favores y la otra, decir "no".
Centrándonos en esta última cuestión, dar res-
puestas negativas supone un esfuerzo, em-
peñados como estamos en caer bien, en re-
sultar tolerantes, comprensivos, amables y
diligentes. La timidez y el déficit de autoestima
son problemas añadidos a la hora de decir que
no.
Todo empieza en la infancia
Entre las primeras actitudes que aprende un
niño, la de negarse, la de rebelarse ante sus
padres, ocupa un lugar preferente. Oponerse es
la mejor manera que el niño o niña tiene para
afirmarse. Es una forma de marcar una dife-
rencia entre ellos y el exterior, una defensa ante
la sensación de invasión que perciben por el
requerimiento constante que viene de su en-
torno. Con el paso de los años, la estrategia de
él no va remitiendo, aunque en la adolescencia
recobra su fuerza y se erige casi en patrón de
conducta.
Pero en la medida que el joven va asumiendo
mayores cuotas de responsabilidad y
autonomía, le resulta más difícil decir no.
Comienzan a adquirir relevancia plantea-
mientos como los de evitar problemas inne-
cesarios y propiciar un buen ambiente en su
entorno, caer bien a los demás, soslayar las
discusiones… El problema surge, cuando esta
tendencia se consolida en exceso y, por timidez,
comodidad o pragmatismo, se convierte en
hábito.
Hay que diferenciar entre no contrariar a
nuestros interlocutores porque coincidimos
con sus propuestas, opiniones o planteamien-
tos, y entre hacerlo por sistema, siempre y en
cualquier circunstancia.
Si no manifestamos nuestro desacuerdo
cuando discrepamos en cuestiones importan-
tes, o si hacemos lo que consideramos inapro-
piado o lo que resulta perjudicial para nuestros
intereses, anteponemos las necesidades,
opiniones o deseos de los demás a los nuestros.
Esto puede causarnos, además de los
previsibles perjuicios de índole práctica, pro-
blemas de autoestima, y puede trasmitir de no-
sotros una imagen de personas con poco
criterio.
Tras esta conducta complaciente, puede ha-
llarse la creencia que llevar la contraria o no
aceptar tareas que consideramos incorrectas o
que no nos corresponden, conduce a que se
nos vea (o nos veamos) como egoístas. Muchos
piensan que eso es casi lo peor que les pueden
llamar, hasta tal punto tienen asumido que la
generosidad, la compasión, la empatía y la
incondicionalidad son atributos positivos y del
todo contrapuestos al egoísmo natural -y hasta
cierto punto, lógico-, de las personas.
¿Por qué el miedo a decir no?
Algunas personas sufren cada vez que se han
de negar a algo, bien sea por miedo a defraudar
las expectativas de otros, bien por temor a no
dar "la talla" o a no saber argumentar su ne-
gativa, o por simple pereza y comodidad.
Se trata, en definitiva, del miedo a no ser
valorados y queridos. Nuestra necesidad de ser
valorados, atendidos y tenidos en cuenta,
puede llevarnos -desde el espejismo que crea
una autoestima poco asentada-, a mostrar una
constante disponibilidad a todo, lo que nos
sume en una dependencia no sólo de los
demás, sino de esa imagen desde la que
actuamos, dejando de ejercer nuestro derecho
a decir "no".
Esa dependencia dificulta nuestra evolución
personal, dinamita nuestra autoestima e
imposibilita el libre ejercicio de la respon-
sabilidad, que propicia unas saludables y
equilibradas relaciones de interdependencia
con los demás, en las que decimos "sí" cuando
lo consideramos adecuado y en las que
mantenemos vigente la posibilidad a decir "no".
La fuerza del sí
Un "no" a secas, resulta demasiado expeditivo;
después del "no" conviene decir "sí", aunque
sea a la postura contraria de la de nuestro
interlocutor, proporcionando alternativas,
exponiendo y defendiendo nuestros argu-
mentos con convicción y firmeza pero eso sí, sin
herir ni menospreciar a nadie. Y esto sólo es
posible si previamente sabemos decir "no" sin
sentirnos culpables por ello.
Cuando queremos decir "no" y, sin embargo,
decimos "sí", estamos devaluando nuestro "sí",
ya que, de puro rutinario, lo hemos despojado
de su verdadero valor. Y devaluar nuestra
afirmación, es hacerlo con nuestro crédito
como personas que sienten, piensan y tienen
criterio propio. Equivale a devaluarnos ante los
demás y ante nosotros mismos.
Hemos de buscar un equilibrio que nos permita
ser tolerantes y comprensivos, pero siempre
habilitando un espacio para expresar nuestros
matices o discrepancias. Si cedemos siempre,
nos estamos haciendo daño. Si no somos
capaces de decir "no", pensaremos que a los
demás les puede ocurrir lo mismo, y cada vez
que obtengamos una afirmación a algo que
pedimos o comentamos, dudaremos de si
realmente es una respuesta sincera, y por ende,
si importamos a nuestro interlocutor.
Ser nosotros mismos
Conectar con nuestras necesidades, atender a
lo que queremos y necesitamos, priorizar el
cómo estamos en cada momento y situación,
nos obliga a saber decir "no". En ocasiones,
decir "no", deviene necesario para conocernos,
para significarnos y mostrarnos al mundo tal
como somos. Desde la sinceridad empática
(acercándonos a la situación del interlocutor),
entablaremos unas relaciones de autenticidad,
en las que impere un diálogo más veraz, fluido y
constructivo. Y podremos decir que sabemos
con quién hablamos y cómo se encuentra la
persona con la que lo hacemos. Hay
demasiadas relaciones vacías, formales,
vestidas de cordialidad y buenos modales. Una
cosa es la sociabilidad y otra muy distinta, la
hipocresía del "quedar bien" a toda costa.
Digamos "no" cuando queremos decir "no"
* No nos sintamos culpables por decir "no".
*Dar (adecuadamente) prioridad a nuestras ne-
cesidades, opiniones y deseos no es una mani-
festación de egoísmo, sino de responsabilidad,
autoestima y madurez.
Vale la pena leer estos consejos a la hora de viajar con perros y
gatos.
Entre el calor agobiante y las vacaciones, esta es una época
agotadora.
A todo esto se le suman los cuidados de las mascotas y la gran
pregunta a la hora de partir: ¿qué hacer con ellas? Para no
alarmarse, es necesario tener algunos factores en cuenta para
sobrellevar esa situación con calma.
Cómo cuidarlos mejor.
Si el viaje es por unos pocos días, es recomendable dejar la
mascota al cuidado de algún amigo, familiar o conocido del
animal para que no se sienta abandonado.
¿Lo ideal? En el caso de los perros, es visitarlos regularmente
para darles de comer, acompañarlos y jugar con ellos.
En cambio, los gatos no necesitan tanto cuidado porque
suelen ser más independientes, pero sí ir como mínimo cada
dos días para poder dejarles el alimento necesario y
cambiarles las piedritas sanitarias.
Cómo llevar a las MASCOTAS DE VACACIONES
“Si hay que llevar las
mascotas, las
consignas para que
se sientan a
gusto es
llevarles el mismo
alimento, además,
viajar con algún
juguete, manta o
camita conocida
para generar
confianza.”
Como en casa
En viaje
En el caso de no contar con nadie, una buena posibilidad son
las guarderías. Para encontrar la mejor, preguntale al
veterinario de cabecera. Un experto que conoce y nunca falla.
Como segundo paso, “chequear la higiene de las
instalaciones, los otros animales y cómo son las personas que
los cuidan”, sugiere el médico veterinario Darío Laham, del
Laboratorio Labyes.
“También es importante que no haya un elevado número de
animales, así el cuidado es más personalizado”, agrega el
veterinario José Luis Molina. Y a las hembras es recomendable
no llevarlas en el período de celo, para evitar problemáticas
con los machos.
Alicia Barreto, directora de Ocikos, una guardería y geriátrico
para perros, cuenta que para ingresar “deben tener todas las
vacunas dadas, en especial, la séxtuple y la antirrábica, un
tratamiento antiparasitario y la pipeta antipulgas, dada 10
días antes de dejar la mascota”.
Y agrega que “el 50% de los perros se adaptan con facilidad y
otros tienen ‘ansiedad por separación’, que produce ciertos
síntomas digestivos”.
Algunos lugares cuentan con rutinas de juegos y otros, sim-
plemente los dejan en libertad. “Es una libertad controlada
con alambrados cementados. Los dividimos en grupos según
su carácter, afinidad y edad, para evitar peleas y
descontentos”, advierte la veterinaria Barreto.
Si hay que llevar las mascotas, las consignas para que se
sientan a gusto es llevarles el mismo alimento así no se corre
el riesgo de no encontrar la misma marca y causar posibles
enfermedades.
Y además, viajar con algún juguete, manta o camita conocida
para generar confianza. Una vez en el lugar, es imprescindible
controlar los perros, sobre todo, porque “tienen el instinto de
deambular. Hay que mantenerlos cerca y cuidar de que no se
escapen”, explica Molina, quien además es jefe del
departamento de Zoonosis del Instituto Pasteur. Por eso
siempre incluir una identificación y número de contacto en el
collar.
En el caso de ir en auto, “los gatos no están acostumbrados.
Por eso son perfectas las jaulas transportadoras y si están
inquietos, brindar algún sedante que siempre tiene que estar
indicado por el veterinario”, advierte Molina.
¿Y los perros? “La situación es diferente ya que tienden a viajar
más” explica, “pero se puede dar una cinetosis (mareos,
vómitos, aumento de la salivación) en los trayectos largos,
que se controla con un calmante”, agrega. Su consejo: “parar
periódicamente, cada hora y media y hacerlo caminar un
poco”.
Hay que resguardar la seguridad no sólo del perro, sino
también de cada una de las personas en el vehículo. Un
animal en movimiento puede resultar un peligro para el
conductor. Por eso, hay que tener en cuenta el tamaño del
perro.
“A los pequeños es mejor llevarlos en jaula y a los más grandes
sujetos con dispositivos especiales para mascotas, como se
atan a los bebés”, indica Miguel Sarfati, secretario del Consejo
Profesional de Veterinarios.
A la hora de volar, es necesario ver los requerimientos no sólo
de la compañía aérea, sino también de los países a visitar. En la
página del SENASA están todos los formularios. Las pautas a
seguir dependen de las características de las aerolíneas y sus
exigencias.
“En general, para vuelos nacionales piden el certificado anti-
rrábico, de buena salud, hecho con más de una semana, y de
vacunación”, dice Molina. Desde la web, Aerolíneas Ar-
gentinas, “exige una serie de trámites que tienen que ver con
la documentación necesaria, el acondicionamiento para el
viaje y los requisitos para el ingreso al destino donde se viaja”.
Requisitos básicos para veranear seguros.
Fuente: http://www.entremujeres.com/hogar-y-familia/mascotas/mascotas-vacaciones_0_622137864.html
http://www.contexto.com.ar/nota/93884/C%C3%B3mo_llevar_a_las_mascotas_de_vacaciones.html