La escritura con alfabeto latino en comunidades indígenas del occidente
novohispano. El texto como lugar de lucha.
Rosa H. Yáñez Rosales Universidad de Guadalajara
Presentación.
Si bien es cierto que hasta este momento (primera década del siglo XXI), no se
han encontrado evidencias contundentes de que en el occidente de México se
elaboraran códices antes de la invasión española, esto no significa que se
ignorara su existencia, que no se leyeran o que no se fabricara papel. Una
sencilla pista que sugiere que se aprovechaba el papel que se obtiene del
maguey, es el caso de los topónimos “Amatitlán”, población perteneciente al
municipio de Tequila, donde abunda la planta de maguey, y “Amatlán” Amatlán
de Cañas, en el sur de Nayarit y Amatlán de Xora, un poco más en el centro-
noroeste del mismo estado, que también sugiere la presencia o la fabricación
de papel: “lugar de papel”, “lugar de amates”, podría ser la traducción de
Amatitlán y Amatlán.
Como quiera que sea, en la época colonial en el occidente de México,
indudablemente hubo una rápida apropiación de la lectoescritura en alfabeto
latino. Se utilizó para satisfacer demandas, inquietudes, trámites de los pueblos
de indios. Hubo escribanos o amatlahcuilo, como corresponde al término en
náhuatl, que hicieron uso de la escritura alfabética, en náhuatl y en español
para aquellas necesidades en que consideraron necesario o pertinente su uso.
En el presente trabajo se hará un recorrido a partir del siglo XVI hasta
principios del XIX, en donde se mostrarán instancias en que individuos o
comunidades, hicieron uso de la escritura como una herramienta que permitía
comunicar un mensaje a una autoridad colonial o a otros individuos indígenas.
Desde la perspectiva que se propone en este trabajo, el uso de la
escritura alfabética en las instancias en que el régimen colonial daba entrada al
texto escrito, demuestra la capacidad de la población indígena de sobrevivir y
retomar su destino en sentido histórico con sus propias decisiones, no de
manera pasiva, sino activamente, aunque no se tratara de una acción armada,
En prensa: Coloquio Participación indígena en los procesos de Independencia y Revolución Mexicana.
México: Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas.
participando en las instituciones coloniales con las reglas que estas mismas
instrumentaron.
Así, se hablará de documentos escritos con escritura alfabética, en
náhuatl o en español y que van del siglo XVI a principios del XIX, que revelan
voluntades tanto individuales como colectivas. Encontramos una amplia
tipología textual, desde aquellos predominantemente administrativos, como
inventarios o recibos, elecciones de autoridades, traspasos de poder, hasta
aquellos que implican una toma de decisión más deliberada, como denuncias,
declaraciones, aclaraciones, testamentos, circulares, y de manera significativa,
cartas, que representan un tipo textual que debe estudiarse en su propia
dimensión. La hipótesis principal de este trabajo, es que el texto escrito con
escritura alfabética, se volvió el “lugar de la lucha”. Que éste adquirió
dimensiones tan importantes como el de una lucha armada, por lo que si bien
hay algunos periodos en los que no tenemos noticia de un movimiento rebelde,
en los textos se pueden encontrar clamores, reclamos, argumentos tan
importantes como un movimiento. Y en tal sentido, son una manifestación de
las comunidades o de individuos indígenas de una decisión de participar
activamente en el esbozo de su futuro.
El trabajo se divide en tres partes. En ellas se pretende delinear un
continuum entre las primeras manifestaciones de escritura que se han
identificado, de autoría indígena, hasta las más posteriores, cercanas al fin del
régimen colonial.
I. Los inicios de la vida colonial.
Después de lograr el sometimiento militar de Tenochtitlan, hubo por lo menos
tres expediciones militares de españoles e indígenas aliados, al occidente de
México. Las expediciones, unas más violentas que otras, sirvieron para fundar
puntos de control colonial y fincarían de manera definitiva la presencia de los
españoles. La primera fue realizada por el pariente de Hernán Cortés,
Francisco Cortés de San Buenaventura, en 1524. La siguiente, fue la de Nuño
Beltrán de Guzmán, de 1529-1531 y la tercera, la expedición punitiva del virrey
Antonio de Mendoza, en 1541 (Yáñez Rosales, 2001).
Algunos historiadores (Muriá, comunicación personal), consideran que
esta última, la represión al movimiento de la Guerra del Mixtón, o Rebelión de
los caxcanes (1540-1542), fue la “verdadera conquista del occidente de
México”. Los distintos reacomodos de la población rebelde en tanto traslados
forzados de un lugar a otro, el hecho que en la zona se quedaron a vivir
algunos de los grupos indios aliados al virrey Mendoza que contribuyeron a
sofocar el movimiento, son parte del contexto en que la villa de Guadalajara, la
de su asiento definitivo, empieza a desarrollarse como un centro político,
religioso y económico, opuesto a Compostela, en el actual estado de Nayarit,
que no logró consolidarse en los pocos años que llevaba fundada como capital
de Nueva Galicia.
Lo que interesa en el presente trabajo de este episodio, es el devenir de
uno de los principales líderes del movimiento armado del Mixtón, el de
Tenamaztle, quien era “señor” de Nochistlán, en el actual estado de Zacatecas.
Después de la represión de la guerra, la pista de Tenamaztle se pierde por casi
diez años. Reaparece en la década de 1550, preso en Valladolid, España. A
raíz de su presencia allá y la coincidencia con fray Bartolomé de las Casas1,
resulta un breve expediente. Al parecer, hasta ese momento, 1555, no ha
habido ninguna acción jurídica: Tenamaztle no ha sido juzgado, está preso y
todo indica que su situación legal está indefinida.
Tenamaztle, preso, dicta tres textos de diferente extensión. Se dirige al
Consejo de Indias, en donde narra lo sucedido en Xalisco a partir de las
entradas de los españoles y de la presencia de los encomenderos Juan de
Oñate y Miguel de Ibarra. Pide se le permita regresar a Xalisco y ofrece mediar
entre la Corona española y los indígenas de su región que estaban “alzados”.2
Véase enseguida un fragmento del primer texto:
… que… vuestra Alteza tenga por bien mandar poner en libertad los vecinos y moradores que hobieren vivos del dicho pueblo de Nuchistlán y Xuchipilla y sus sujetos, mandando que yo sea restituido en el señorío dellos, como cosa propia mía y que dejaron mis padres del cual he sido despojado; y a mí y a todos ellos Vuestra Alteza incorpore en la Corona Real de Castilla… Y en cumplimiento dello trabajaré de atraer al servicio de dicha corona Real los acatlecas [¿zacatecas?] y los coachichiles, que son otras
1 Las Casas se encontraba en Valladolid en ese tiempo pues es el momento de la polémica con
Ginés de Sepúlveda. 2 Son los años de la guerra chichimeca, que es una continuación de la guerra del Mixtón, que
duraría toda la segunda mitad del siglo XVI. Véase Powell, 1977 y 1980.
naciones que están bravas y no han venido al servicio de Dios ni obediencia de Su Majestad, ello, por los grandes daños y males que han recebido de los españoles dellos, por los que han oido haber padecido sus vecinos y de las provincias donde los españoles han llegado… Todos estos me ofrezco traer, sin lanzas ni espadas dándome Vuestra Alteza un obispo y cierto número de frailes con que yo vaya De acá , y allá publique y predique lo que suelen los religiosos en las otras partes y las rectifiquen la voluntad de Su Majestad. Y las mercedes que les dicen hacer y les hará la principal de las cuales es, y ésta pongo por principal condición para yo cumplir lo que habrá, de lo que a aquellas naciones ofrezco… (en León Portilla, 1995, p. 145).
Todo indica que su solicitud no tuvo respuesta efectiva. Por lo menos, no
se ha localizado documentación posterior que permita saber si se le juzgó y si
hubo alguna sentencia favorable a él o no. Lo más probable es que haya
muerto preso en España.
León Portilla (1995), que es quien dio a conocer estos textos, considera
que el discurso de Tenamaztle revela una fuerte influencia, la “guía”, dice el
historiador, de Bartolomé de las Casas. Esto probablemente es cierto, incluso
es poco posible que los conoceríamos de no ser por el nombre de Bartolomé
de las Casas.3
Aun así, el punto es que gracias a los textos dictados por Tenamaztle, se
puede reconstruir un capítulo más sobre la historia del movimiento de los
caxcanes, uno que nos permite saber que Tenamaztle sobrevivió a la represión
del virrey Mendoza, que intentó negociar su entrega para que se le juzgara
como alguien perteneciente al grupo dirigente de Nochistlán, y que incluso se
ofreció a mediar entre dos partes en conflicto.4 Esto lo sabemos por la propia
voz de Tenamaztle, a veces apenas audible, en tanto que la voz de Las Casas
parece apropiarse de la del líder indígena. Aun así, el testimonio particular,
digamos el palimpsesto del documento, el borrador original, resguarda la voz y
el testimonio de Tenamaztle.
En el mismo siglo XVI, encontramos ya un conjunto de textos
procedentes de la comunidad de Xalisco, Nayarit. Se encuentran resguardados
en la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco. El conjunto es uno de los más
3 Esto lo he abordado más ampliamente en Yáñez Rosales, 2010a.
4 Antes de que se dieran a conocer los documentos por León Portilla, sólo quedaba claro que
su rastro se perdía después de algunas batallas en la mencionada guerra del Mixtón. Véase Muriá, Tomo I, 1980.
extensos escritos en náhuatl en la región occidente y a través de él se
observan varias de las transformaciones por las que están pasando las
comunidades indígenas. Llama particularmente la atención, que la comunidad
de Xalisco, posiblemente conformada por tecoxquines,5 haga uso de la
lectoescritura en náhuatl para dirigirse a los padres franciscanos, pidiendo no
se disminuya el territorio que está asignado al convento de Xalisco, pues se
está construyendo otro en Santiago Itzcuintla y eso significará una merma
territorial importante. E igual, escriben en náhuatl para denunciar a su cacique,
don Cristóbal, quien los explota sin límite y a quien no le importan los abusos
que está padeciendo la gente, con tal de, eso sí, cumplir con el tributo que los
encomenderos de la zona le están exigiendo. Asimismo, el propio cacique don
Cristóbal, recurre a la lectoescritura y narra haber engañado a señores
“chichimecas”, bajo presión de Domingo Arteaga, subalterno de Cristóbal de
Oñate, el encomendero. Los de Xalisco, el grupo dirigente, les dieron regalos
para que confiaran en ellos y vinieran de manera pacífica. Una vez que los
chichimecas estuvieron en Xalisco, fueron apresados. Algunos murieron de
hambre, otros fueron colgados.6
A continuación cito algunos de los fragmentos de uno de los cuatro
textos que conforman el conjunto de documentos de Xalisco, donde se narra
parte de este último episodio:
Eh aquí en primer lugar con lo que nos afligió Domingo Arteaga y disque fue por orden de nuestro señor el capitán y nos afligió a Cristóbal y a los nobles y a los traductores. Dijo ahora escuchen ustedes, dice vuestro señor en relación a los chichimecas ya que siempre los matamos allá en el camino y dice vuestro señor has de llamar a la gente de Acuitlapilco a veinte personas y no quiere diez, sino precisamente veinte… obedécelo y si haces lo que te ordena tu señor, mucho te amará… y todas las cosas que necesites te las dará. Rápidamente envía tu mensajero allá, dijo Domingo Arteaga y nosotros le dijimos; escucha noble mío, ellos, la
5 La base de este comentario es la información consignada en la Relación Geográfica de
Compostela, muy cercana a Xalisco, de 1584, prácticamente contemporánea de los documentos de Xalisco (Acuña, ed., 1988, pp. 88-89). Lo que no sabemos es qué lengua hablaban los tecoxquines, en tanto que en los documentos de Xalisco, es muy claro que el náhuatl no era su primera lengua. En el texto en que se denuncia al cacique indígena don Cristóbal, se menciona que éste se niega a aprender el idioma mexicano, lo cual impide realice la confesión. 6 Sobre este hecho, que algunos señores chichimecas murieron ahorcados, es interesante
observar que Tenamaztle, el líder de la guerra del Mixtón cuyo testimonio se comentó arriba, narra que le “colgaron” a nueve señores, León Portilla, 1995, pp. 142-143. En el documento de Xalisco se habla de la muerte de 18.
gente de Acuitlapilco… hermanos nuestros, acaso no somos hermanos con ellos... Con enojo contestó a nuestras palabras… y nosotros los gobernantes dijimos, para probar a los chichimecas enviemos a nuestros hermanos menores que prueben dijimos, luego tomaron todas las cosas para contentar a los (chichimecas) los besotes de oro para entregárcelo y… y sal, todas las cosas que para ellos son de valor… dijimos, luego ordenamos a nuestros hermanos menores… Sólo yo los llamaré… Y ellos dijeron, está bien allá iremos les dijo… y luego vinieron. Así vinieron a decir. Y Domingo nuestro señor luego otra vez dijo, dónde están los chichimecas que, aún vendrán le dijimos. Luego aquí comenzó a afligirnos, el capitán mucho nos desmayó con la aflicción por los chichimecas y luego nos entristecimos, conversamos para reunir las orejeras y los besotes y la sal para que otra vez fueran y otra vez fueron allá a Acuitlapilco… Luego vinieron… nuestros hermanos menores y luego dijeron, pasado mañana esperaré a los chichimecas. Luego los esperamos, dispusimos con los que íbamos a contentarlos y luego vinieron dieciocho y yo don Cristóbal contenté a los chichimecas, y luego los enviamos con Cristóbal de Oñate, luego vinieron para llevarse a los chichimecas, los llevaron a Tepic atados de las manos y entonces agarraron a todos los chichimecas y luego me dijo, que me iba a pagar, que me daría mantas, y oro y me iba a dar un caballo y asimismo cuanta cosa me mencionó el capitán y Domingo el mayordomo y un cristiano de nombre Martín Benítez. Ante todos ellos me lo mencionó, dijo está bien lo que te había ordenado y luego [a los chichimecas] los llevó a guardar a la cárcel; ahí en la cárcel algunos chichimecas murieron de hambre y cuando ya los iba a colgar nos ordenó que hiciéramos las cuerdas para que los ahorcara y entonces apuró lo de las cuerdas, ahí otra vez nos hizo desfallecer Domingo… mucho nos afligió a mí don Cristóbal, los nobles y los traductores los hizo sufrir, por inventos fuimos afligidos (en Calvo, et alii, pp. 81-82).7
Es decir, el mayordomo español Domingo Arteaga ordenó a los de
Xalisco traer a los chichimecas de Acuitlapilco. Los convencerían de venir,
llevándoles regalos, seguramente los usuales y necesarios de acuerdo con la
diplomacia indígena de la región. Una vez que vinieran, serían tomados
prisioneros por los españoles, no está claro si por alguna autoridad judicial o
por quién. No se dice si hubo algún tipo de juicio, probablemente no. Después,
los chichimecas fueron ahorcados, con la colaboración de los mismos señores
de Xalisco. Además de traerlos con engaños, tuvieron que hacer las cuerdas
para la horca. Había un acuerdo de “reembolsarles” a los de Xalisco los gastos
7 Como se comentó arriba, el conjunto de documentos se encuentra resguardado en la
Biblioteca Pública del Estado de Jalisco. Se encuentra casi totalmente escrito en náhuatl. Las citas que aquí se reproducen provienen del libro editado por Thomas Calvo et alii, en 1993, en el que se agrega al texto original la traducción al español.
hechos en los regalos, pero eso no ocurrió. Los de Xalisco fueron utilizados
para engañar y traicionar a los chichimecas. Ellos mismos, fueron engañados y
abusados por el mayordomo y el encomendero.
Por otra parte, en una de las fojas de este documento, se puede
observar uno de los cambios más fuertes que la escritura pictográfica
mesoamericana ha experimentado: el pictograma ha cedido su lugar al
alfabeto.
“Denuncia de los indios de Xalisco”, Fondo Franciscano, Biblioteca Pública del Estado de Jalisco.
Es probable que el escribano o amatlahcuilo que elaboró el escrito haya
sido la misma persona que hizo el pictograma que asoma tímidamente en el
margen superior izquierdo de la foja y que apenas ocupa alrededor de tres
centímetros cuadrados, cuando los pictogramas prehispánicos, si bien no
exhiben un tamaño único, en general sí son de dimensiones superiores. En los
primeros códices coloniales, el pictograma va acompañado de un pie de
ilustración, con frecuencia en español, en donde se explica la información que
contiene el pictograma. En cambio en el escrito de Xalisco, el pictograma ha
cedido su lugar por completo a la escritura alfabética.
Todo esto, la presencia de escritura pictográfica, la alfabética, de la
narración a veces en plural, a veces en singular de los de Xalisco, y de las
voces insertas de los encomenderos, hace del documento de Xalisco un texto
polifónico que registra un momento singular en la historia de la región: el de la
consolidación del régimen colonial neogallego por una parte, junto con una de
las instituciones que le permitieron fortalecerse, como lo es la escritura
alfabética, y por otra el del debilitamiento irreversible de la clase dirigente
indígena de la región y de la escritura pictográfica mesoamericana.
II. Siglo XVII, los cambios en las comunidades.
Como se sabe, en el siglo XVII, la población indígena alcanza los niveles
demográficos más bajos. La que sobrevive, ha experimentado cambios en su
cultura alimentaria, su tradición religiosa y la forma de gobierno por la cual se
rige.
Para la segunda década de siglo XVII, encontramos un conjunto de
testimonios recogidos en Xalostotitlan, predominantemente en náhuatl, con
motivo de una denuncia8 contra el vicario de varias poblaciones, por acoso
sexual, por “vivir amancebado” con una española casada y por maltrato de las
autoridades indígenas. Se recogen testimonios en todas las poblaciones
atendidas por el vicario. Poco a poco, con los testimonios en náhuatl, se va
conformando el expediente9, que pondrá fin a la vida sacerdotal del acusado,
pues se le asigna una iglesia “vieja” en Guadalajara por “cárcel”. Los distintos
alcaldes indígenas de aproximadamente once poblaciones que eran las
8 No está del todo claro ante quién se está denunciando, sin embargo, pareciera que es ante el
obispo de Guadalajara. 9 1618, AGN, Inquisición, vol. 320, exp. 1 (fojas 0-43v, los principales y viejos del pueblo de
Jalostotitlán denuncian a su vicario, por hostigamiento sexual, maltrato físico, de tenerlos atemorizados, de estar amancebado con una mujer; náhuatl-castellano).
atendidas por el padre Muñoz, presentan su “memoria”.10 En el contexto de
nuestra región, este documento, junto con el de Xalisco, es uno de los más
extensos del occidente de México escritos en náhuatl y es uno en el que
también se encuentran más “voces”, esto a pesar de que la acusación contra el
padre Muñoz es esencialmente la misma y la denuncia pareciera ser repetitiva.
Como sea, hay matices en la acusación e incluso el náhuatl en que está escrito
tiene ciertas variaciones, por lo que el documento es sumamente rico. Veamos
algunos fragmentos del mismo:
El sacerdote que está aquí no quiso venir a confesar al ahora difunto Alonso Flores. Sólo así murió. Fue el mayordomo, Pedro Martín, a buscarlo a Mitic. Ya no estaba el sacerdote. Todavía fue a llegar allá a Jalostotitlan. Lo vio y le llamó, diciéndole, “Padre, ¿va a ir a confesar a Alonso Flores?” El sacerdote sólo corrió al mayordomo. Alonso Flores no se confesó. Sólo así murió. Isabel Martha no fue confesada y no recibió la extremaunción. Inés Ylamatzin sólo así murió. También María sólo así murió. Preciosas ánimas. El sacerdote todavía le debe a la gente. Les debe a las ánimas: a algunos todavía no les dice misas. Aquí están: a Diego Gerónimo todavía no le dice su misa. A Pedro Zacarías todavía no le dice su misa. Ya le dimos dinero y todavía no dice misas. Nuestro sacerdote no nos estima en nada: ni al alcalde ni al regidor. Cuando agarra a un alcalde, lo zarandea mucho. Luego le dice, “con esta su varita le voy a sacar los ojos, para que con esta vara no se presuma conmigo.” Cuando no le proporcionamos rápidamente los plebellos para ir a la casa de la española a trabajar, ¿cuánto no nos manda al diablo! Nos arroja al infierno con los diablos. Nos aflige mucho. No es poco lo que nos hace sufrir con el servicio [que] hacemos a su amante la española. Estamos informando que nos está mortificando nuestro sacerdote Francisco Muñoz. Pedro Pablo, alcalde Francisco Luis, regidor (en Sullivan, ed., 2003, p. 32).
Un fragmento de otro testimonio, es como sigue:
Pedro Pablo, alcalde de Mezquitic, Juan Domingo, alcalde de San Juan, Francisco Angel, (alcalde de) aquí en Jalostotitlán, Pablo Jacobo, alcalde de Teocaltitlan, y el alcalde de San Gaspar, todos nosotros vecinos,
10
En este caso, el uso del término “memoria”, equivale a “relación de los hechos”, esto frente a
otro uso del término como sinónimo de “testamento”.
hemos venido aguardando. Para nosotros es necesario que usted no empiece las averiguaciones en relación a nuestro sacerdote Francisco Muñoz hasta que él este expulsado, tal y como usted ordenó, porque nos atemoriza mucho a nosotros y a los testigos que van a exponer en relación a la averiguación. Porque si no sale, si no es expulsado, se echará a perder mucho nuestra justicia, y no se podrá exponer sus pecados y sus fechorías. Le suplicamos a usted todos nosotros sus hijos: le pedimos dos veces, tres veces. Pedimos que usted haga su justicia. Y con respecto a otro asunto: a usted le pedimos su justicia en relación a nuestro sacerdote Francisco Muñoz, para que le embargue su propiedad, su hacienda. Hay mulas y vacas lecheras y novillos y puercos y otras cosas de su propiedad, y sus productos frutales. Es necesario que todo aparezca ante usted, todo lo que es su propiedad. Usted enviará a alguien a indagarlo, porque Francisco Muñoz le debe mucho a la gente por todas partes en el pueblo y en los hospitales. Sacó todo el dinero. Y en esto, nosotros sus vasallos le pedimos a usted su justicia, porque nuestro sacerdote nos aflige mucho. Y ahora queremos que no vuelva a entrar dentro de este partido. Que se vaya. Saldrá definitivamente. Así imploramos a usted, nosotros sus vasallos. Nuestras firmas: Pedro Pablo, alcalde Juan Domingo alcalde Diego Martín, Alcalde de Jalostotitlan Francisco Angel, alcalde Pablo Jacobo, alcalde (en Sullivan, ed., 2003, p. 33-34).
Se pueden observar varios hechos. Además del enojo de integrantes de
la comunidad por los múltiples agravios sufridos por la perturbación y
desquiciamiento del vicario, la claridad de que debe ser expulsado si se quiere
que los testigos se presenten. Es decir un conocimiento del sistema judicial
novohispano de que para lograr cierta imparcialidad, el acusado debe ser
neutralizado. Por otra parte, la defensa de instituciones de las que ellos, los
indígenas de Jalostotitlán se han apropiado, como el hospital. Se denuncia que
hay faltantes de las cajas de los hospitales, el cual es una institución colonial.
Para lograr la recuperación de las cantidades faltantes, se deberá embargar al
padre Muñoz sus bienes. En tal sentido, estamos ante un testimonio
sumamente rico para darnos una idea de los cambios que han ocurrido a
menos de un siglo de la implantación del régimen colonial y observar que a la
comunidad le interesa modificar la situación de abuso que experimenta. Las
comunidades atendidas por el padre Muñoz ponen en juego las herramientas
que tiene a la mano, las mismas que la Corona española ha establecido como
reglamentarias para expresar inconformidades.
Siglo XVIII, litigios y testamentos como medios de lucha.
En el siglo XVIII se experimenta un incremento poblacional importante, tanto de
la población indígena como de la perteneciente a los demás grupos sociales y
étnicos. En tal sentido, la tenencia de la tierra será el motivo de fuertes y
prolongados litigios, sobre todo a partir de 1690, fecha en que se decreta que
se debían medir las tierras para su composición, esto es su posesión legal,
disposición que se repitió en 1754.11
Como se sabe, fueron esencialmente tres las formas legales de
posesión de la tierra en manos indígenas, además de la individual: fundo legal,
tierras de comunidad y tierras de cofradías. Los archivos donde se concentran
documentos coloniales, contienen numerosísimos litigios que nos permiten
saber que los pueblos indígenas eran asediados en sus posesiones a pesar de
ser sujetos jurídicos con derechos establecidos. De igual manera, el uso de los
recursos naturales, fuera montes para provisión de madera o corrientes de
agua, sufrió una presión muy fuerte y las comunidades tuvieron que participar
activamente en la defensa de su posesión. Los litigios podían durar décadas,
significando una gran inversión tanto económica como de esfuerzo por parte de
los pueblos y comunidades de indios, hecho que no garantizaba en ningún
momento el éxito del litigio. De hecho, el porcentaje de resolución a favor de los
indígenas fluctuó entre un 5% y un 10%, mientras que por otro lado, en el siglo
XX, se vinieron a resolver algunos litigios, cuyo inicio se sitúa en el siglo XVIII,
lo que da idea de la inversión hecha por parte de quienes emprendían la lucha
(Jiménez Pelayo, 1987; Van Young, 1989; Serrera, 1992; Yáñez Rosales,
2001).
Además de litigios por tierras, tenemos un tipo de texto que de acuerdo
con algunos investigadores es el que más tiempo se produjo durante la época
colonial, es decir, fue el primero que se conoce en lenguas indígenas, desde la
década de 1530, y todavía hacia 1770 se estaba escribiendo. Me refiero al
testamento. En términos generales, todos los habitantes de las colonias,
11
Sobre esto, véase Yáñez Rosales, 2001, capítulo 5; Jiménez Pelayo, 1989.
independientemente del grupo étnico o virreinato al que pertenecieran, tenían
la obligación de testar. Este hecho era tan trascendental en la vida colonial, que
incluso se sostiene que el entrenamiento para dictar un testamento era tanto o
más eficiente que las mismas actividades tradicionales de evangelización,
como la catequesis (Burkhart, 2004). Esto se dice, sobre la base de los detalles
que se enuncian en los testamentos y que reflejan tanto preocupaciones por el
destino de los bienes materiales, como por el del cuerpo y su alma, así como el
cuidado o seguimiento al bienestar de las almas.
Para el caso de nuestra región, no se ha localizado un gran número de
testamentos. Los pocos que ya se han estudiado, denotan preocupaciones
similares a los de otras regiones, por parte de los moribundos en lo que
concierne a que los bienes queden en manos de un familiar, que en los
respectivos aniversarios, se diga una misa, que se destine algún dinero para
limosna, etc. De igual manera, al ser textos dictados, reflejan algunos usos
orales de la lengua, y en tal sentido es posible reconstruir, entre otras cosas,
cómo el español empezó a permear de manera más contundente el náhuatl, en
el caso de aquellos textos que se conservan en dicha lengua. Veamos algunos
párrafos del testamento de María Polonia, una mujer de Tlajomulco, quien dicta
su testamento hacia 1737:
… aquí en la tierra, en sus benditas manos [de dios] yo pongo mi alma, que así se la llevará [lleve] a su respetable casa que es el cielo… y así, yo digo que el padre Dios me perdonó aquí en la tierra. Así allá en el templo, dentro de la casa, se enterrará mi cuerpo [mi carne terrenal] … en el frente, en el comienzo de las pilas [donde comienzan las pilas], donde está la banca del señor corregidor, allí se escarbará esa mi sepultura, donde me persignará [me bendecirá] el mi querido sacerdote. Y yo ofrezco de limosna para la casa Santa Jerusalén dos tomines. Y yo digo que mi querido hijo Diego Cristóbal, que es su nombre del joven, que él me ayudará con mi misa de cuerpo presente, con todo mi entierro, así, yo lo digo, en frente de Dios Y esta mi querida casa y todo el corral lo hago por [lo dejo para] mi querido hijo Diego Cristóbal…12
Como se puede observar, María Polonia manifiesta preocupaciones que
conciernen el destino de sus bienes como el bienestar futuro de su alma. Al
dictar su texto, manifiesta tanto la preparación previa que ha recibido para
12
Archivo Municipal de Tlajomulco de Zúñiga (AMTZ), 1737. Versión en español de este fragmento del texto de R. Yáñez.
dictar su testamento, como la conciencia de que su texto cumplirá la función de
conservar su voluntad, más allá del momento de su muerte.
Epílogo. La “carta circular” del indio Mariano, Tepic, 1801, en las vísperas
de la guerra de Independencia.
A principios del mes de enero de 1801, las autoridades españolas de
Aguacatlán, en el actual estado de Nayarit, fueron informadas de que circulaba
una carta, en donde se convocaba a los gobernadores o alcaldes de los
pueblos de indios a reunirse en Tepic el 5 de enero, pues el “día de Reyes”
sería la entrada del rey. Deberían llevar consigo “su bandera blanca con las
armas que sean, lanzas, flechas, cortantes, hondas, palos o piedras”. El
convocante, era supuestamente un indígena de nombre Mariano.
Independientemente de que el indio Mariano nunca fue encontrado, y
que el movimiento de integrantes de los cabildos indígenas de la zona hacia
Tepic, sí se dio, no deja de llamar la atención que la convocatoria a tomar Tepic
se dio mediante una “carta circular”, y en ella se concentraba la información
necesaria que daría lugar a una respuesta masiva, tanto por parte de las
comunidades que se decidieron a atender la convocatoria, como por parte de
las autoridades que sofocaron la intención, antes de que empezara.
El historiador Castro Gutiérrez (1991), en quien me baso para lo que
aquí expongo, hace notar que el cabildo indígena de Tepic mantenía una lucha
férrea contra los vecinos españoles de la misma ciudad, para que Tepic no
fuera declarado “villa”, hecho que le restaría muchas de las atribuciones que la
comunidad consideraba valiosas. Así, la noticia de la circular llevó a la
detención de los alcaldes de Xala de Abajo, de Tequepexpan. Las
averiguaciones dejaron en claro que habían tenido lugar distintas reuniones en
las que la toma de Tepic estaba planeada. El total de detenidos, llegó a casi
300. Luego se desató una epidemia de “dolor de costado”, de la que murieron
varios de los detenidos aunque los documentos consultados por Castro
Gutiérrez también sugieren que fueron asesinados. De acuerdo con el mismo
historiador, independientemente de que Mariano probablemente nunca existió,
Juan Hilario, el único detenido que aseguraba haber visto a Mariano, “tuvo la
habilidad de capitalizar una latente agitación social y una oculta efervescencia
milenarista… parece acertado aseverar que existía una creciente tensión social
en el área…” (pp. 362-363).
Para tratar de concluir.
Si bien sólo he mostrado un poco de lo que se escribió desde algunas
comunidades del occidente de México, considero que se pueden enunciar
algunas conclusiones preliminares sobre el uso de la escritura con alfabeto
latino hecha por individuos y comunidades durante la época colonial.
La escritura, para individuos o comunidades indígenas, en náhuatl o en
español, es un medio para dirigirse a cualquier persona, desde una autoridad
española, como el Consejo de Indias, tal y como lo hizo Tenamaztle, o a un
párroco, a un obispo, o para dirigirse a otras comunidades o autoridades
indígenas. Es un medio válido también para trascender, como lo es dictar un
testamento. El moribundo, hombre o mujer, sabe con certeza que lo que
plasma en el papel, independientemente de las fórmulas (“Aquí, en el pueblo
de…”, “Sepan todos aquellos quienes vean este papel…”), las palabras
registradas en el testamento, trascienden el momento de su enunciación y son
un medio para comunicar una voluntad, una decisión, cuya influencia es futura
y servirá tanto para que los familiares paguen las misas en su aniversario de
muerte, como para que los pocos o muchos bienes se conserven. Tener esa
certeza indudablemente daría tranquilidad al moribundo.
Por otra parte, la argumentación que se exhibe en muchos de los textos,
permite saber que en ellos se está librando una lucha y que la labor de quien
escribe, sea escribano de cabildo indígena, de cofradía o de otra instancia, es
en gran medida el responsable de que el documento o litigio cumpla su función
jurídica y llegue a buen fin.13
Como quiera que sea, a pesar de, al parecer, no existir una tradición de
elaboración de códices en el occidente, las comunidades indígenas hicieron un
uso continuo de la lectoescritura en alfabeto latino. Gracias a esto podemos
recuperar parcialmente sus voces, en nuestra búsqueda del palimpsesto, del
borrador original. Lo que queda claro, es que muchas de sus luchas se
13
He abordado el tema de los escribanos indígenas en Yáñez Rosales, 2010b.
trasladaron al texto, como la de Tenamaztle, y debemos recurrir a ellos para
entender el pasado e interpretar y actuar de manera más justa en el presente.
Archivos consultados: AGN, Archivo General de la Nación AMTZ, Archivo Municipal de Tlajomulco de Zúñiga FF-BPEJ, Fondo Franciscano de la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco
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