Hay hombres
tienen
el
cora-
je de hablarla. Es cierto,
en esta city los hay
a millares y entre ellos
me cuento yo; pero, dígame, amigo Arlt ¿es que alguna vez ha
sali-
do algún maestro para enseñarle a uno los
primeros pasos? Lo más
difícil es el arranque. Luego,
el resto, es fácil. Sería
sumamente ju-
goso que usted, que tiene una labia mayúscula, nos dé algunas
lec-
ciones sobre la materia. Ya le
he sugerido el título.
NO HAY MAESTROS
Querido Reo Alegre: Hubo un señor que se llamaba
Beyle, y
qu e firmaba con el seudónimo de Stendhal. Este señor Stendhal
es-
cribió maravillosas novelas. Incluso una
sicología del Amor El que
lo leía se decía: Stendhal debe haberse pasado
la vida al pie de las
rejas; debe haber sido querido por mujeres
del temperamento más
distinto ... y Beyle o Stendhal, querido amigo, era un
hombre pá-
lido y tímido que tartamudeaba en presencia de
mujeres a quienes
otros
hombres
se
gunda entrevista.
Si algo le toca del ejemplo citado, usted queda advertido.
No
hay maestros en cuestiones de amor. Ni tampoco en
declaraciones.
Eso es casi ridículo; por lógica... y
después porque no es el hombre
307
el
que elige a una m uje r ¡no es la m uje r la que lo elige a
su ho
al que más le gusta. Por capricho y por sexo. Ahora
hay detalle;
teresantes que si usted quiere entraremos a analizarlos, y
verá c
la luz se hace menos turbia de lo que es.
LO QUE LLAMAMOS GIL
Usted y yo, y todos lo s hombres
de esta ciudad, nos heme»
parado más de un a vez para mirar el paso de una e spléndida
m u
tr
-¡Cómo
es posible que una muchacha tan
l inda le haya lleva;:
el apun te a un gil de esa magnitud Y alguien me contestó una
vez:
Todos los que acompañan a una l inda
mujer, t ienen cara os
giles".
La mayoría de las mujeres quieren arreglar económicamente
por la nerviosidad d el esfuerzo
mentai .
Cuerpos de treinta años co n
semblantes de bebés. Con ojos
de cor-
derito. Con labios de rosa.
Pero esos hombres les convienen a las mujeres. Son cand
idatos
para
el
a ellas
no se les importa. Bajo la frasecita
está el candidato. Y eso es lo que
les interesa.
¿ P A R A Q U É H A B L A R B I E N ?
Reo Alegre: péinese bien a la gomina, déjese unos
bigotitos de
cepillo
de dientes, l leve un traje entallado y una
corbata de siete re-
flejos y, si
de las de-
claraciones de amor, de las palabras bien coordinadas y de la
inteli-
gencia.
son los
buenos mozos.
Bien plantados y me jor vestidos. Y después, que usted sea
inteligen-
te o burro, eso no tiene valor.
La mu jer no tiene capacidad para juzga r de la inteligencia
del
. Para juzgai
Lucha ende i
con el ratón.
r
consejo? No se
ese hombre o
elegante
o no, sí, pero si es pro fundo o
trivial, no. Y además se les importa tres pepinos de que sea
inteli-
gente.
Cuanto m ás ignorante y estúpido sea
un hombre , más en ar-
monía
está con la mujer. Se entienden a la perfección.
Para vivir no
necesitan
nada
y les
sobran. Para
comunicarse, lo hacen po
r medio del instinto y luego . . .
luego, na-
da m ás.
. A N T I P A T Í A
La muje r tiene una antipatía instintiva por el hombre
inteli-
gente. Sabe
qu e
podrá engañarlo relativamente. Sabe
(y en eso, sin
que les hayan enseñado, son más advertidas que el hombre) que
el
individuo inteligente es su enemigo, que la sondeará tanto y
tanto
hasta que toda la apariencia de que está revestida se va a
desmoro-
nar, y de allí que una mujer ,
cuando
se
encuentra
¿De qué manera se le puede destro-
za r el a lma, dominar lo , hundir lo , m overlo com o
un fantoche?
Lucha endemoniada
uñas;
Claro está que este juego fracasa con un individuo
mediana-
mente observador. Usted lentamente
contradiccio-
nes, la s mentiras pequeñas o grandes,
acumulando pruebas que un
día
dan
muje r
lo sabe. De allí que esas muchachas que por las calles
ve-
mos acompañadas de solemnes marmotas , no son
tan tontas como
creemos. Ño, amigo. So n vivísimas.
Demasiado vivas, siempre que
encuentren
No tiene importancia. En secreto ¿quiere un
consejo? ¿un buen
consejo? No se lo diga a nadie y escuche:
309
Cuando se acerque a una mujer hágase
bien el zonzo. Toda¿
le llevarán el apunte. Se lo jura su
afectísimo y S.S.
Lo
esencial
es
casarse
E L QUE SUSCR IBE. -E l
otro día, estimada colaboradora, me de-
cía
un compañero que lo que más resultado da para conquistar
a
una muje r son las mentiras almibaradas. Un detalle: el
que tal cosa
me decía es un muchacho buen
mozo,
agradable. Sabe tener simul-
táneamente tres o cuatro programas. ¿Qué es lo
que piensa usted?
R E P O R T E A D A . -La cantidad de programas que un
individuo
pueda tener no depende de que sea agradable o no, sino del
tiempo
de que no po-
dría tener tantos programas como si fuera
rentista. Amoríos así se
pueden clasificar como relaciones de desocupados.
E L
REPORTEADA.
-¿Inteligente?
SUSCRIBE .
-A veces... Pero lo que me interesa a
mí y a
muchos de mis lectores es
lo siguiente: a una muje r
¿qué es lo que
¿Es,
como siempre se dice, el físico
lo
qu e atrae a una mujer, o... ?
R E P O R T E A D A . -Antes de contestarle, le voy a
hacer una pre-
gunta: ¿qué es lo que
le interesa a usted de una mujer?
EL
Q UE SUSCRIBE . — Que no tenga
mal genio. Después, que sea
linda. Después, que sea inteligente. Después, que tenga algunos
mi-
llones.
Después...
REPORTEADA.
— N o sea ingenuo. ¿Qué es lo que
le interesa evi-
dentemente de una
ser linda y muy inteligente. Si no
es
inteligente va, como decimos vulgarmente, bien muerta.
REPORTEADA. -¿Y si sólo es linda?
E L QUE SUSCRIBE . -N o interesa.
Ahora m e acuerdo: una vez
encontré una mujer muy linda. Tenía veinticuatro años.
Hablamos
y la pobre dijo tantas pavadas que al final no pude
contenerme y le
pregunté: pero dígame, usted, señorita ¿para qué ha vivido
veinti-
cuatro años?
REPORTEADA.
di
á oque diferenci:
atrapar .
A
veces
z e n a m o r a r s e . . .
I
E L QUE SUSO
? arito ni una cor
de desesperados.
REPORTEAD
que para el las . . .
31 0
üarias,
ac e r
y L e
-¡Qué bárbaro Bueno. A nosotras las mujeres
no s pasa lo mismo. La atracción física producida
por un hombre
sólo sirve para atraernos a conocerlo cuando podemos. Ahora
bien,
casi siempre a
los diez minutos de estar
conversando con un hom-
bre
EL QUE SUSCRIBE . -¿Qué
REPORTEADA. -Tener
las
tienen un mismo traje cortado por distinto
sastre. Lo
único que dife rencia a los hombres es
el porcentaje en que almace-
nan
sus sentimientos. Por ejemplo: unos tienen quince de
egoísmo
y otros diez; pero en cambio el que tiene diez de egoísmo,
tiene
quince de amor propio, y salvo esos detalles...
EL
QUE SUSCRIB
E. -Usted conoce bien...
R E P O R T E A D A . -Los he tratado lo más que
he podido. Y son
muy simpáticos cuando se los puede
manejar como se
quiere...
En-
-¿Y las mujeres?
REPORTEADA. -Una muje r se cansa al
f inal . Este, igual a l otro;
este igual al otro; al final,
aburrida se casa con el primero que se
de-
j a atrapar. A veces con
un poco de buena voluntad, una
m u j e r pue-
de enamorarse... Pero e s raro. Si no fíjese
en los novios. ¿Usted ha
estado de novio alguna vez?
EL
-Fíjese en
los novios. Al cabo de quince
días de
tratarse no tienen nada que decirse. ¿Qué es lo que hacen?
Hablan
de "lo fe l ices que serán cuando se casen". Después...
en eso, la ra-
dio es muy útil, escuchan la radio.
EL QUE SUSCRIBE . -¡Textual, estimada amiga
Así, así, sin un
punto ni una coma de más. Yo tuve una novia muy desabrida que
cuando la visitaba le hacía tocar el piano para que no me
hablara.
R E P O R T E A D A . -Se aburren. .. Y con el sistema de
vigilancia
que se estila en estos
países del Sur, más
todavía... Al final se casan
de desesperados.
E QUE SUSCRIBE . -Pero esas m u j e r e
s . . .
REPORTEADA. -No tienen la culpa. Están criadas así. Han
vis-
to la vida así. Desde chicas oyen hablar del matrimonio. Es
decir,
que para e l l a s . ..
EL QUE SUSCRIBE . -¿Por qué dice
para ellas?
REPORTEADA. -Yo
ellas . Entre ellas y yo hay alguna diferencia. . .
bueno... como le
decía, para estas mujeres criadas con semejante
criterio, no puede
haber nada más que un final: casarse. Casarse es resolver el
proble-
ma económico y otro montón de problemas. Y como casarse
es lo
esencial, lo esencialísimo, usted se da cuenta que lo que
menos in-
terviene en dicha operación es
el amor. Es lo mismo qu e
exigirle a
una muje r que está lavando el piso que tenga las uñas
lustradas. Im-
posible. El amor viene después, o nunca; pero jamás es la
materia
prima con que se confecciona el guiso del matrimonio.
E L Q
UE SUSCRIBE. -¿Usted ha estado de
novia?
REPORTEADA.
— Y
dos veces p or casarme. Y las
dos veces he ro-
to. Bueno; yo estaba muy bien empleada, ganaba quinientos
pesos
mensuales y era tan dueña de mí misma como ahora.
E L QUE SUSCR IBE. -¿Qué
le parece qu e escriba algo sobre
eso?
REPORTEADA. -Bueno...
Numerosas chicas me han escrito. Algunas cartas merecen el
honor de la reproducción, pues revelan ingenio o humorismo, y
na-
da hay más
nota
de hoy, sobre las cartas de amor usted está odioso, así,
sencillamen-
te, odioso .
¿Cree
solicita fecha para
muchos
hombres les agrada la profesión de novios y si la niña no es
algo
enérgica, nunca se acuerdan de casarse. Sea algo más
condescen-
diente
En realids
n i o
quinientos pesos
é.
diente con nosotras, para que en mi próxima le pueda decir «Es
us-
ted simpático». Una vieja solterona.
artas merecen
chistes de buer.-
e que a mucho*
niña no es algo
En realidad, señorita Vieja solterona, yo soy muy simpático.
Si
-isted llega a comunicarme tal noticia por carta, no me
producirá
n inguna sorpresa, sino
tSTA ME TUTEA:
Estimado Arlt: Permití
esa
campaña que estás haciendo para
abrirle los ojos a los pocos zonzos
que quedan para
viene. Desde tu primera publicación, un grupo de ofendidas,
nos
nemos
pocas las que quisiéramos tenerte entre nuestras afiladas
uñas, para
ugar contigo como si fueras un
ratonazo. Vas mal, corazón... vol-
véte.
Hay entre la s nuestras una
ex futura suegra, qu e sólo al
nom-
Drarte vomita serpientes venenosas.
También, la compadezco: tenía
io más bien agarrado a un pobrecito para meterlo al
R.C.,
cuando
el tipo lee tu malhadada nota
despierta del sueño en que lo tenían
sumido las atenciones de la suegra y
los arrumacos de la niña y pese
a las amenazas de una y a los ataques de nervios de la otra,
desapa-
reció
sin dejar rastros. Yo que te admiro y que
te respeto (mira
si te
véte que te conviene . Una pistolera de Boedo.
S U M A
Y S IG U E :
Me revienta que usted se
la tome con el casamiento, dándo-
les consejos a las presuntas víctimas,
como
si ellas no supieran lo
que tienen que hacer. Desde que
usted escribe esos artículos, no
pasa un día sin que mi novio me pregunte
si los he leído o no; y a
313
mí me dan ganas de acogotarlo, no a
mi novio, sino a usted. Y eso
que nunca he
¿S e
puede saber de qué enfermedad padece
usted? ¿No le ha-
brá mordido
Arl t
al mata -
a mi no-
vio, iré yo al diario a decirle
cosas que posiblemente ninguna m u j e r
le ha dicho". Anónimo.
Y por más que usted proteste, siempre sobrarán
señores bien
educados que se considerarán dichosos con
besarnos los pies". Una
maestra.
padre
DEFESDIÉSDOMÍ
En un papel gris, perfumado, con
los bordes sin cortar:
"Estimado señor Arlt: soy, más por carácter que
por mi edad,
lo que la
gente llama solterona.
las
que no se casaron . Usted que
tiene pretensiones de psicólogo ¿por qué no
ahonda un poco más
en el espíritu de las que se quedan para vestir
santos? ¿Cree que la
soltería significa únicamente
que no se
genuo. Observe y verá que hay muchas
solteronas porque... no
quisieron casarse". Avenida A lvear.
Quiero
casi
n cortar:
s ? ¿Cree que la
•vio? No sea in-
mandaremos
corona
de
abrojos. ¿Por qué es tan malo? ¿
Se puede saber? Yo estoy segura q
ue
si
usted m e conociera, hablaría
bien de todas la
s mujeres. ¿No quie-
re conocerme?" Una rubia (No, no deseo
conocerla).
"Soy padre de siete
usted,
es
que le la ley Un sin
D E F E N D I É N D O M E
No es posible publicar en el diario un certificado de buena
sa-
l u d de buena conducta y de buen humor. Pero estoy tentado
de
hacerlo.
Pero permítanme que diga algo en mi descargo: el defecto que
ostedes me señalan es, precisamente, mi virtud: la franqueza.
Soy
:an franco que
el estofado marital a varios
interesados e interesadas.
Pero no me van a negar los mismos damnificados que he abierto
la
muer ta de la jaula para que raje más de
un inocente mixto. En estos
momentos, que me dirijo especialmente a los pobres mixtos,
sigo
los
consejos del gran Sarmiento: "Sea compasivo.
Soy antipático, estoy de acuerdo, pero no me digan que
no
rengo compasión.
¡Quiero casarme "
En las grandes ciudades de los países
civilizados, el matrimo-
nio constituye un accidente vulgar en la vida de los hombres y
mu-
jeres. Y se explica. Hombres y m uje re
s se ganan la vida y
las relacio-
nes entre ambos son en absoluto desinteresadas. Casamiento
y
divorcio
es un suceso tan corriente como aquí beberse un
copetín.
He leído una estadística norteamericana en la cual se constata
que
de cada cinco matrimonios, uno se divorcia.
En cambio, en los países de habla española, las mujeres son
315
de la "pif.¿-
ta , como dicen los ítalos. Claro está que
de por medio hay otris
problemas, pero ellos
nota
periodística
Las
relaciones entre ambos sexos (m e refiero
a los países de
española) son un desastre en lo que se
refiere
catástrofe.
M U C H A C H O S Y
M U J E R E S
El noventa y
sos:e-
ner una conversación seria qu
sobrepase el espacio de media h e
r í
de
tiempo.
El
noventa
y
cinco
por
ciento
nocemos,
son incapaces de tratar con naturalidad a
una mujer.
La posición
que
Y
-Cuando
estoy
decirle.
Me
abatato.
El
calle.
pos altos en compañía de dos
muchachas. Yo nunca me
imagine
que dos tipos altos pudieran planear
las pavadas que me dejaron es-
cuchar en el trayecto de veinte metros. A
los tipos altos, no sé po:
qué,
tomarlos de los brazos y decirles:
—Pero, ch e ¿para qué son tan largos si
no saben hablar?
Estos papanatas son carne de cañón...
quiero decir..., de ca-
sorio.
mocionados:
-minaban dos t i-
e me dejaron es -
altos, no sé por
MUJERES
final encontrará
s iempre esta respuesta:
-Una no se va a quedar para vestir santos.
Con alguno hay
que casarse.
Recuerdo la declaración de una que no era fea, por el contra-
r io, bien parecida. Dijo:
-Estoy
harta
de
Este "quiero casarme" lo decía tan
rabiosamente que uno no
sab ía
A su vez, las madres que conocen
detalladamente los síntomas
de la enfermedad psíquica de "querer casarse", vigilan en
rededor
con
ojos
de
señores casados que, co n conocimiento
perfecto de las familias fu -
ruras,
"hacían
los
promesa
reviste, entre noso-
examine
después
de los
veinte años, tienen junto a los labios un esguince de
amargura. La
¿margura de la
Defraudada.
Hay circunstancias en que estas m ujeres
se aburren de esperar
;, ideal
igualmente
s uena .
A uno por mes. Lo estudian,
lo observan. ¿No es mercadería
r a r a casarse?
¡Afuera
¡Que
estado,
los
"Quedan
resabiadas
co-
mo esos caballos que han sido muy maltratados". ¿Se casa o no
se
casa? ¿N o está dispuesto a casarse?
¡Afuera ¡N o haga perder tiempo
No
hay minuto que perder. La juventud vuela. Se va. Una
mujer
"n o debe quedarse para vest ir santos".
Este desolador cuadro
falsa que en nuestros hogares
reciben las mucha-
chas. Si a la rutina de la vida se
puede definir como
"educador.
porque, hablando en plata, tal
"educación" no existe. Las chicas c r
e
cen; un día se acuerdan de que son m
ujeres y "que tienen que caer-
se". ¿No se casó Fulana? ¿No se casó
Mengana? ¿Que el marido z r
Zutana es un idiota? ¿Que el marido de Perengana, un estúpic:
¡Qué importa El caso es que "ellas
se casaron y la pasan lo m ¿ j
bien".
¡L a cacería del marido Hay para escribir cien notas
respecte i.
asunto. Cien notas
"sala que se
barato... para ver si se pesca a
un futuro.
Me pregunto: ¿cuántos años va a durar
esto? Creo que p o c e s
Netamente se comprueba una descomposición
espiritual en las m u -
jeres que
esperan marido.
Si la gente no fuera ta n fa lsa
. . .
He recibido un verdadero montón de
cartas. Hay para toco 5
los gustos. Desde la felicitación cordial
hasta la maldición más sim-
pática.
De
más adelante
masculinas,
hay una en la que se me pregunta cuál es la
f inal idac.
con que
O B L I G A C I Ó N
Antes de entrar en la "finalidad", quiero aclarar un punto.
En mi
carácter intelec-
tual. Su obligación consiste en ser útil de una manera u otra
dentro
de la
Si en un
recería de mu
ocurren y que
la, un estúpido:
tro de la sociedad.
Ahora bien, por las experiencias que he hecho y por las que
me
han sido relatadas, he llegado a la
conclusión de que las relaciones
entre
ambos sexos, se caracterizan por l
práctica de un falsedad sis-
temática. Esta falsedad, como el resfrío, la tuberculosis o los
juane-
tes, tiene características externas, visibles, comprensibles.
¿Cuál es
mi obligación entonces? Proporcionar los datos elementales que
per-
mitan diferenciar un resfrío de un juanete o de
una tuberculosis.
Más claramente hablando, deseo que cualquiera pueda catalogar
sin
mayores rompederos de cabeza a
la persona que miente.
Así como los planos que se hacen sobre un sistema de radio
no permiten confundir
bién las características que impregnan una amistad hipócrita
no po-
drán ser jamás confundidas con aquellas otras que ennoblecen
a
una
amistad honesta
y sincera.
No creo en los consejos. Es estúpido dar consejos. Pero creo
en la eficacia del cuadro vivo. Aquí tengo una carta a mano, de
la
qu e
últimas,
me
De otra carta entresaco:
Ella no hacía otra cosa que insinuarme por todos los
medios
posibles la conveniencia de
formalizar en forma positiva nuestras
relaciones, diciéndome que su naturaleza fría y
poco expansiva de-
saparecería el día que
O B J E T O
D E L V E R D D
Si en un diario le fuera permitido a un hombre
contar todo lo
que sabe, yo no sé si el diario se agotaría o el autor del artículo
pe-
recería de muerte violentísima. Es
fantástica la serie de sucesos que
ocurren y
que llegan al conocimiento de uno,
por distintas vías. Yo,
que disfruto de una libertad inmensa, me tengo que callar el
setenta
y cinco por ciento de las cosas que podría decir. Ese resto de
veinti-
cinco por ciento, comunicable, lo doy a la publicidad.
319
Lo único que puedo afirmar es que de
cada mil palabras q ue
las personas pronuncian, novecientas noventa so n
mentiras. El que
lea esto y piense que soy un
amargado, no se da cuenta que
escribe
qu e escri-
biría: un jorobado es aquel que
tiene una corcova en el pecho o
en
la espalda . No seré tan obtuso de negar que hay personas que
di-
cen mil
La verdad tiene un objeto. Identificación de los
accidentes
que se presentan en un camino y no hay camino en el actual
mo-
mento social m ás roto, complicado
y estrafalario que el camino de
las relaciones amorosas.
Y o quisiera se r millonario para poder
hacer una edición gra-
tuita de l libro de un juez
americano, me
refiero
de la
moderna juventud
entre
la
la
verdad:
cuando no les conviene, mienten. Mienten y son veraces con
since-
ridad; parecerá un absu rdo mentir con sinceridad , p ero es que
an-
te los ojos tienen
de los senti-
mientos y la verdad de los conocim ientos y o bligaciones que les
han
sido trasmitidos desde la infancia en
su hogar. os libros dicen una
cosa. Los
una
tercera
co-
sa. ¿D ónde está l a verdad? ¿Quiénes mie
nten? ¿Los libros, los
extra-
ños, o los padres? ¿Cómo se van a
resolver los problemas que cada
vida siente
qu e
contiene?
C O N D U C T A H I P Ó C R I T A
La falta de conocimiento, sumada a la falta
de carácter para
realizar cada uno la vida como individualmente la siente,
engen-
dra la actual sociabilidad
hipócrita que acepta mucha gente. Muje-
res y hombres viven razonando como aquel que juega a
la lotería.
Si no
con que el
que quiera se tire de cabeza a un pozo, si tal disparate se le
antoja.
Pero
creo
los
pozos.
tancias:
::::a C.D. por
Hace ta
ersonas que di-
sí existen en
lemas que cada
-Esto que ustedes ven con sus ojos, es un pozo. Si
quieren ti-
rarse, tírense.
individualizarán
el
pozo.
No
importa
qu e sean pocos. La obligación es
señalarlos; el deber, no averiguar
cuántos
pozo, movieron
l
Mundo de ayer, reprodujo en la cuarta
página un fallo en
qu e la
a
cabo
el Registro Civil de la sección 19
entre el doctor J.C.C. y la se-
-.3rita C.D. por
de un hermano de la
novia, quien con
.
Vedia y Mitre, a cargo
del juzgado en lo Civil,
acordó
la
- _iidad del casamiento, confirmándolo ahora
la Cámara Primera.
Hace cuatro días yo, en esta misma sección, decía que el pro-
: -ema del casamiento era un negocio de vida o muerte para
ciertas
mujeres, auxiliadas en dichos trámites por
su familia y utilizando
diversas clases de expedientes
morales e inmorales de
los cuales hay
_r.o que hasta la fecha yo no había
tenido en cuenta.
e carácter para
:ga a la
jantes circuns-
L N T E R V I E N E U N
A B O G A D O
Hace también más o menos cuatro días,
recibí la carta de un
irogado
me decía:
"Posiblemente usted ignore que muchas mujeres desean
casar-
se aunque sepan que no se entenderán con
su cónyuge, por un de-
:¿lk
la fecha, no ha
~encionado jamás en sus notas: es
la pensión po r alimentos.
Por mi estudio han pasado infinidad de mujercitas
planteándo-
os el caso de separación con sus respectivos esposos. A
ninguna de
r ^ a s le interesaba en absoluto
el problema sentimental de la separa-
ción, lo que deseaban era que
los resortes de la ley se movieran de
tal
321
forma que obligaran a
la parte a contribuir con un
mensual... es
¿r-
no les resu.:
malo. Usted debe ocuparse de él, pues supongo que si hasta la
fechi
no lo ha hecho, ha sido por desconocer este detalle, del
cual, noso
tros
Después
c_-
ciendo que es un amargado porque no se solidariza, con su
silenc:
en torno de sus pillerías.
No es sólo esto. Actualmente el casamiento
constituye un n e
o io que en las
familias
quí
s e estudiaría la adquisición de un caballo... no de
carrera... sino ct
tiro y pesado a ser posible.
Una
lectora,
escribirme u-;
carta, firmada con el seudónimo de
Claudine, reproduce r
diálogo que ella y una señora con dos hijas
sostuvieron a propósit:
de una de mis notas:
CLAUDINE. — Arlt tiene razón en lo de
la sinceridad.
S E Ñ O R A .
-En lo que vos has
dicho puede
ser que
haya algo c:
razón, pero por eso no pensarás aplicarlo a todas las chicas. Una
jo-
ven
que formalice su
situación, porque sino ¿a dónde iríamos a
parar? ¿T e parece bien
que una chica pierda su tiempo y sus oportunidades?
K I K A .
u-
príncipe que venga de la luna montado en un pastel de
manzanas.
CLA UDIN E . -Otras lo esperan sentado en un
Renault.
S E Ñ O R A . — Hacéme caso, Claudine: a los
hombres hay que tra-
tarlos con mano dura. El tiempo de la capa y la espada
ya pasó .
"Contigo
pan y cebolla" es un recuerdo. Hay que contemplar el
la-
do
práctico
sin cuartel hasta que lo consigas.
Hijita.
s i no lo haces vos, lo hará otra.
KIKA. -Si lo tratas sinceramente, con confianza y serenidad,
te
pasará lo que en los remates: otra que
lo quiera y ofrezca más se lo
va
a
todos iguales.
BIBI . -Y no les pidas que fijen
fecha ¡y verás lo que te pasa
Hablarán con vos el tiempo que
quieran...
me acuerdo...
K I K A . -Y de lo que diste pensando
atraparlo,
as consultas .
, con su silencio.
si
Claudine sigue narrándome el tole tole que se armó después
de
estas palabras entre la madre y sus pimpollos, y termina
dicién-
dome:
señoras
con
que ha-
cen a la mañana es leer su nota, con rabia y todo .
Volviendo ahora a nuestro asunto, diré que las dientas a que
se refería el abogado cuya carta reproduje
se recolectan entre tipos
de mujercitas como Bibi, Kika, etcétera. Casarse es un
negocio. Un
negocio que se estudia con frialdad y que se lleva a
cabo con alevo-
sía. El caso que acaba de fallar la Cámara Primera,
o sea negocio de
''prepotencia ,
es
Los
dam-
nificados la mayor parte de las veces, no hablan por
vergüenza.
Nunca falta un
vio es un ganso y la niña una viva.
Imagínese usted, por ejemplo, que usted es novio de una Bibi
o una
categoría
de ciudadano bonafide le abrirán las puertas de su casa de
par en
par le sonreirán amablemente y cuando usted
se vaya, se reirán a
carcajadas felicitándose entre
ambas del idiota que han
pescado. Si
usted se casa y quiere separarse, tendrá que formar con la
pen-
sión judicial.
una mujer que no es su muje r y
us-
ted vivir solo como un vizcachón en su cueva, terminará por
ape-
chugar
die
barrunta.
A las madres del tipo de las chicas como Kika y Bibi les im-
porta un
separación.
Son
suegras
de
pelo
en pecho,
mandonas y descaradas que quieren a
sus hijas y lo que
sus
hijas hagan está bien, aunque en la realidad esté mal.
Se han
criado sin un
existencia
(no
confundamos
moral con hipocresía ). Y esta
falta de concepto se manifiesta
en
sus hogares, desde donde escudriñan la vida con ojos de
mercachi-
fles melifluos
mismo
punto
de vista de que bizquea la madre justifican su conducta con las
pa-
labras
323
Estas dos
en las
relaciones entre
ambos sexos que pertenecen a la clase
media. Hay casos en que el
flirt no existe y sí un conocimiento se transforma en una
relación
sincerísima de ambas partes. Pero me refiero con preferencia a
la
generalidad de las amistades, donde se representa todo lo
contrario.
LA
COMEDIA
El flirt se singulariza por la conducta que un hombre y
una
muje r asumen dando él por entendido que ella conoce la
preferen-
cia con que él la distingue. Es
una especie de convenio mutuo y si-
lencioso. Un flirt puede convertirse en
un noviazgo como puede
quedar en agua de borrajas Dependen del humor de los
participan-
tes Una chica me confesaba que en sus
flirts
a veces se dejaba ro-
bar un beso . Lo hacía ingenuamente, porque ello le resultaba
di-
vertido . El flirt permite además
el chiste picante y las
pequeñas
expansiones curvadas con que ambos sexos dan vuelta en torno
del
objeto interno
de sus
mente, habría que componer un cuadro así: una superficie
enjabo-
nada donde patinan
Hombre y mujer que participan en un flirt, evitan
cuidadosa-
mente la profundidad. Cultivan el
ingenio, que es una de las for-
mas más brillantes de la superficialidad. Definiendo: t
rabajan con
un pedacito de mente, el más restringido posible. Ello evita a
am-
bos los esfuerzos mentales indispensables para
conocerse. Las con-
versaciones se desarrollan
flirtea
que tiene horror al casamiento . Todo
individuo que flirtea, se
cree obligado a declarar que
no cree en el amor .
Mentira va y mentira viene. Ni ella le tiene horror al casa-
miento ni él deja de creer en el amor. Pero se ha hecho
costumbre
expresarse así, y además el pésimo
gusto de esos individuos triviales
admite que es de buen tono decir lo contrario de lo que se
piensa.
S E G U N D C O M E
La segund
• v síntomas
Otra lecto
huele pornog
32 4
relaciones entre
La segunda comedia, o sea la del noviazgo, presenta
erupcio-
ne s y síntomas
¿Por qué no
esos
novios
de molestar en la casa con pujos de seriedad? Los
hombres se vuel-
ven inaguantables. Incluso, se creen con derecho a controlar
la vida
de las
ionde esto
es más frecuente de lo
que puede creerse y en verdad,
que
en esta comedia de gravedad doméstica participan
ambos,
aunque a veces, el exagerado es él, y la más
venenosa por contagio,
día.
tar:
travesuras
novia cambia radical-
mente del día a la noche. Se vuelve
seria, modosita, alterna con se-
ñoras casadas, hace un gesto despectivo cuando se habla de
chicas
qu e han sido picaras como ella y, en fin,
tiende a representar el pa-
pe l de estatua de la virtud ambulante con bisagras en las
rodillas.
El individuo, cuanto más sinvergüenza ha sido en su vida
ínti-
ma, más profundamente grave se presenta
ante sus prójimos. Inclu-
so controla la vida de
las hermanas de su novia
. Se transforma en
un
ente
gruesa . Exige
de continuo
mundo.
las
?elículas besuqueantes le echan
a perder la moralidad a la novia .
Si se conversa de temas
delicados, se indigna y truena. Nada
de
conversaciones libres. Se puede fragmentar
la honestidad de su fu-
tura. Y él, el ex pillo redomado, pretende una novia intangible,
in-
maculada.
Y aquí nos topamos con el caso que
el gandul más desopilan-
te , del día a la
noche, como
D U R A C I Ó N D E L A C O M E D I A
La resistencia para mantener en pie
e guerra una comedia a
muy reducida. Pocos meses después de casados, ambos
farsantes
miran como diciéndose: ¿qué se ha hecho de nuestras
buenas inten-
ciones? Ambos han
e.
comedieta.
Y la única vez en que se muestran el uno
al otro, tal cual son
aparece la verdad en todo
su auténtico relajamiento. No se com-
een. Además ya no tienen interés alguno en conocerse. Si sin
casar-
se estos dos individuos hubieran llegado al estado a que
a c t ua l me ~ -
te se encuentran, uno se marcharía por
un lado y el otro por el
opuesto, sin mirarse ni la cara. Y
sin embargo, los dos son los úr_-
cos culpables. Durante el flirt han
estado mintiendo subterránea-
mente de mutuo acuerdo. Cuando novios han continuado f
ingien-
do con
debieron hablar... ¡no hablaron nunca
Actualmente encuentra _i-
ted señoras que le confiesan que sus maridos llegan al
extremo c
no
permitirles,
pleno siglo veinte, en el centro de
la ciudad ce
Buenos Aires.
Fierre
hacer un viaje hasta Turquía para descubrir
a "Las desencantadas
Indudablemente, Fierre Loti era sumamente corto de
vista. Buen:
era un literato... Y las desencantadas están a granel
en cualquier
rincón por donde se mire.
Pase nomás, joven. . .
homicidio simple o com-
puesto, un zaguán o un balcón; el marco puede ser cualquier
cosa;
y no importa.
La mercadería,
LA V I
do subterránea-
f ing ien-
e encuentra us-
a b o u n v e l ó n :
simple o corr.-
ii suelta la sui:-
ciente dosis de miel, vinagre, sal y pimienta, según sea
indispensa-
ble.
La
propietaria
en su
sonrisa la miel, el vinagre, la sal o
la pimienta. El ciudadano, cara
de "bonafide" al
ne sus cascabeles de vivo.
LA
EL " B O N A F I D E " . -Es
siempre conveniente
que una
p a . . .
L VIEJA. -¡Ah Lo que es
la nena... Va contra mi voluntad a
la
academia. Yo
¡Si
supiera
lo activa que es
Yo siempre le digo: con tal que
el hombre que te
lleve sepa apreciarte. ¡Hay
un fregado, A la
mañana tempranito, como un pajarillo, ya
está ella en la cocina
preparando el café co n
leche. ¡Pobrecita
EL
B O N A F ID E . -¡Ah L o que es yo, de casarme,
sólo elegiré una
mujercita así...
(Volcando un chorro de miel en
la sonrisa). ¡Ah Si
rodos los jóvenes fueran como usted.
¡Pero la "Jobentú" de hoy está
perdida
-¡Vaya si lo está
LA VIEJA. -A usted lo que
le conviene, es regularizar su
situa-
ron.
EL " B O N A F I D E " . -Si no fueran
los inconvenientes económi-
o s
LA VIEJA. — ¿ P or qué no
saca un crédito en cualquier banco?
EL "BON AFIDE" . -Hoy
las
cosas...
L VIEJA. -S i necesita una f i rm a . . .
ya sabe...
EL
" B O N A F I D E ". -Señora ¡qué buena
es
usted
importancia
usted.
Si
no nos ayudamos los unos a los otros... Y, ya sabe.
Si necesita cré-
dito
decirme.
EL " B O N A F I D E ". -Sastre tengo...
L
VIEJA
día no más un
" dotor" andaba dando vueltas por aquí. Pero yo le
dije a mi nena:
"Hij i ta, hace tu
voluntad".
EL " B O N A F I D E " (semialarmado). -L a
profesión
de
"dotor"
no
327
rinde tanto como
L VIEJA. -Es lo que yo le dije. Mejor es
que te cases con un
buen muchacho. Esos "dotores"... Yo no sé... Pero hay
que ver los
pretendientes
ve -
ces, si quisiera. Pero ella ¡ah, eso sí que
es verdad Lo más indiferen-
te. Dice que no quiere casarse...
EL
" B O N A F I D E " . (tirándose un lance de agudeza)
-Es que es
muy joven todavía...
— ¿Joven? ¡Dios mío ...
Yo a su
tenía
a
ella.
Otro que también la pretendía era un ingeniero. Pero ella,
como si
tal cosa. ¿Usted lo conoce al médico de X? También
ese. ¡Qué chica
No es porque sea mi h i j a . . . no. Pero hay que ver.
Donde llego, to-
do el mundo me dice: "Señora, orgullosa debe estar usted
de tener
semejante hija.
gente Dichoso
en casarse. Que viva. Que se di-
vierta. Todavía es joven". A h. Yo no
soy como ciertas madres que lo
agarran
¡Dios
guarde
E L " B O N A F I D E " (haciendo
el papel de zalamero). U na
madre
como usted
de
tenerla.
L V I E J A . — E l que sea novio de mi
hija, puede contar con mi
ayuda completa. Yo no soy de esas madres que están con la nariz
to-
do el día
E L
B O N A F I D E . -¡Claro
L V I E J A . — G u a r d a n d o el respeto,
se entiende.
E L B O N A F I D E .
-Naturalmente...
L
-Eso sí. Noviazgos largos no los
tolero. Mi hija es
una chica que puede casarse con el mejor. El hombre que no la
co-
nozca en tres meses, no la conocerá nunca. Los noviazgos largos
no
terminan nunca
bien...
E L B O N A F I D E (casi irónico). -Hay que ver
las cosas qu e pasan
en los noviazgos largos.
LA
VIEJA.
-Dígamelo a mí Ahí la tiene a
la chica de Fulanez.
Después de tres años de relaciones,
el sinvergüenza la larga... ¡Y va-
ya a saber cómo quedó esa chica Yo no quisiera
pensar mal... Pero
después
de
tres
años...
¡Dios
me
libre
328
•o). Una madre
contar con mi
A la distraída, aparece una chica de diecisiete años
modelo
standard. Como las cien mil chicas de la ciudad. Hace el
gestillo de
gusto consabido al distinguirlo al "bonafide" y luego
larga el consa-
bido.
L VIEJA. -Anda a tomar el
té, querida.
¿Quiere
Vaya...
Una taza de té...
L N E N A . -Pase... (respirando violentamente
y mirándolo al
damnificado). -¡Qué contenta estoy
d el
Si el espectador se pone a observar en serio la gravedad
con
que la gente de ambos sexos afirma ciertas
mentiras, se ve obligado
a declarar
que el
civilización actual
de este
planet i ta llamado Tierra, es de lo más grotesco y
divertido.
ero. Mi hija es
azgos largos no
:osas que pasan
ica de Fulanez .
V E R D D E S Q U E
C E P T
Usted agarra un tipo y le dice:
— E n e l vacío cae a la misma velocidad
un a bala de plomo que
un copo de algodón. Y si el adoctrinado
duda, usted lo introduce
en un
aparato construido exprofe-
so , demuestra que el principio de que "en
el vacío los cuerpos caen
a la misma velocidad", es una verdad que también cae por su
pro-
pio peso. Y el ciudadano se marcha
confiado y convencido a su ca-
sa. No duda.
Tomemos otro caso. Las estadísticas revelan que en las
estacio-
ne s en que el sol recalienta, los crímenes se producen en
mayor por-
centaje
que en los días fríos. Y un
fulano después de tragarse media
329
dan un determinado porcentaje de locos, cuerdos, una
fracción de
criminales y otra fracción
de vivillos. Y se enoja si no
lo creen. Na-
die se permite discutir un principio científico
corroborado por co-
lumnas de números. Y que nadie se permite discutirlo, es tan
cierto,
que
especulando
con probabilidades se edifican o
establecen las
compañías de seguros. Y como las estadísticas no fallan las
compa-
ñías de seguros ganan plata.
Se deduce aquí que la gente, y de ambos sexos, revela
una
docilidad admirable para admitir principios científicos
que les
recen dudosos o charlatanescos, gozando de
más confianza de la
gente que los
asuerotera-
pistas, etc. Las personas creen en el curandero y en el
trigémino,
porque algunas gotas de verdad se mezclan en un
tonel de posibi-
lidades.
V E R D A D E S Q U E N O A C E P T A L A G
E N T E
Hay un libro oriental que
se llama el Kamasutra El Kamasutra
se compone de
una recopilación de leyes que deben
regir las relacio-
nes amorosas entre ambos sexos. Este libro, cuyo título
en
sánscrito
quiere decir Cantos del deseo ,
fue escrito en la India hace una pu-
rretada de siglos. El análisis de las relaciones amorosas
llega incluso
a
comprender las leyes o conductas que debe seguir un
individuo
que quiere conquistar a una señora casada . Lo cual demuestra
hasta la saciedad que hace muchísimos siglos se ha aprendido en
los
países
donde el diablo perdió el poncho, que el amor no es un
sen-
timiento eterno ni duradero, sino algo transitorio como la
primave-
ra, el
Desde el amasutra hasta nuestros días, en todos los
idiomas,
en todos los
es una
muía, mentiras, se lo ha escrito en los tonos más diversos,
diverti-
dos y
..
Y la gente sigue creyendo que la bala de plomo cae a
la
misma velocidad en el vacío que un copo de
algodón ... Pero tam-
bién sigue afirmando, en su conversación con mujeres, que el
¿.-ñor es eterno..
N e
Qui jo t e .
I M P O R T A N C I A A
L a gente
;qué frase más
o
establecen
las
m o
la primave-
uje res , que el
amor es eterno... y "que él nunca la olvidará" es
la
otra verdad
im-
perecedera.
Usted se encuentra con tipos que
lo mandarían fusilar si usted
e dijera qu e Newton estuvo
equivocado al afirmar qu e "los cuerpos
se atraen en razón directa de su masa y en razón inversa del
cuadra-
do
de las distancias"; nuevamente lo
mandarían fusilar a usted, si
les afirmara que el amor no
es eterno, y que
la eternidad del amor
es
una falsedad mucho más engañosa que
los molinos e viento del
Quijote.
L
S E N T I M I E N T O
La gente le da una importancia fabulosa a
la presión de sus
sentimientos No pasa un día casi sin que uno no tropiece con
un
Dotarate que no le haga la confidencia
que su novia "es un ángel" y
que "amor como el mío, dificulto que se encuentre
en otro". Pasan
dos o tres días, el botarate evoluciona, mas aún ha contraído
enlace
;qué frase más delicada ) con
el "ángel". El ángel ahora es una mu-
¡ercita cabrera o desilusionada, y el
botarate evolucionado le hace,
en t r e
anonadante:
-No debí haberme casado. ¡Lo que es no tener experiencia
—¿Pero vos no decías que el amor era
eterno?
— C h e , no me hagas
chistes...
E s
una mosca blanca el ciudadano que se ata una piedra de
molino al cogote y que
simultáneamente no crea que el amor
es
ete rno. Incluso mira por sobre
el hombro a los que despachando
cierto gestito sobrador le dicen que
el amor no es eterno, cuyo con-
:enido es:
Hay que
tenerle lástima.
No existe padre, ni madre sobre el planetita Tierra, que crea
que el amor es eterno. Lo cual no les impide afirmar ante el
candi-
dato matrimonial que el amor es
eterno...
Y que ellos son una
p rueba viviente, innegable, de la eternidad del amor. No
exagere-
mos; muchos saben perfectamente que el amor no
es eterno. Pero
;qué
dueño
de restaurante le gritará a sus clientes: ¡No
coman en
mi bodegón, porque la comida
que vendo es pésima ?
331
Tampoco negaré que hay madres muy sensatas. En las
Sierras
de Córdoba yo le oí decir a una
señora que veraneaba en Cosquín,
y que lidiaba con
dos hijas muy diablonas:
-Hijitas... Pórtense bien... Esperen a casarse.
Después ten-
drán tiempo de hacer lo que quieran.
No
me atrevería a jurar que esta dignísima señora
creyera en el
amor eterno.
En tanto, el amor eterno, como el
tifus exantemático, la bu-
bónica
ce continúa
dejando el tendal de víctimas por donde se
infiltra...
y
los seres humanos persisten en ser tan
inconsecuentes que ni por un
momento dudan del "cuadrado de las
distancias"...
L r r r ^
El C alientasillas es
el prototipo del novio eterno.
Podemos re-
presentárnoslo
sentado en una sala, con el codo
apoyado en un cos-
tado
del
la ex-
presión displicente del hombre que ya no
tiene nada que decir y
que permanece en la sala con
la misma murr ia con que se encontra-
ría en un café billardero. Cuando aparta la vista de sus
calcetines, la
detiene
de memoria los rasgos de ambos
daguerrotipos ampliados. Evita la
mirada
de la madre de su novia, una buena
señora (las hay también
buenas) que
L A
M A D R E . -Estimado Fulano. Hace
ya tres años que usted es-
tá de novio con Mechita.
E L
C A L I E N T A S I L L A S . —Tres años y
dos meses. ¡Sí, me acuer-
do .. . Lo que
conserve
tan buena memoria. Ha-
ce tres años y dos
meses. Usted no podrá decir que lo hemos
apura-
do... que lo hemos importunado.
EL CALIENTASILLAS. -Nada de eso, señora.
Precisamente ahora
N T O
E l c
que ni por un
i de la eterní-
res de las esta-
estaba pensando: es hora de que regularice mi situación. He
consu-
mido ya en esta casa cerca de una tonelada de legumbres secas
y
frescas. . .
-No se trata de eso, Fulano.
Mechita hace ya tres
años que está de novia. Y usted
había prometido casarse el año pa-
sado, en esta fecha. Y ha pasado un año. No podrá negar
que no só-
lo usted, sino Mechita, están perdiendo el tiempo
lamentablemen-
te . ¡Tres años de novios ¿Cuándo terminará esto?.. . No
me
i n t e r rumpa , Fulano. Póngase la mano en el
corazón, como hombre
decente. ¿N o ha tenido
tiempo de conocerla a
la nena ya? Tres años.
;Por favor, no me interrumpa, Fulano Viene
usted a las tres de la
tarde
y se va a las doce de la noche. Tres años
así. Dígame, ¿usted en
su casa, si fuera padre, toleraría que
un señor estuviera yendo y vi-
n iendo durante tres años desde las tres de
la tarde a las doce de la
noche?
EL C AL IENTASILLA S. -Señora... Usted sabe
que si no hubiera
sido por ese principio de úlcera que
tuve al estómago... Le prometo
arreglar nuestra situación, y
A Ñ O D E
N O V I O
El calientasillas
la misma sala, mirándose los calcetines
calados y contemplando de
reojo los daguerrotipos ampliados de
los progenitores de su novia,
que sigue siendo Mechita.
mí no te
Me
pregunta a veces: ¿Sabes en qué termina
esto, hijita? Y yo no sé qué
contestarle. Siento pena por vos, más que por mí. Sabes
perfecta-
mente
¡Cinco
años de novio y dos meses Sí, fue en esa fecha que nos
comprome-
timos. Tenes razón,
lo ocurrido. Primero los negocios que fueron mal; después la
muerte de papá. ¿Quién sostiene a mis dos hermanas? Yo. Vos
sa-
bes.
L A
NOVIA . -Sé que todo eso
es verdad; sé que tenes buen cora-
zón, y sé que con buen corazón y todo
nos estás haciendo sufrir a
333
auto. ¿Por qué no nos
casamos y traes a vivir co n
nosotros a tus hermanas? Yo las quiero,
no s llevaríamos muy bien todos.
E L C A L I E N T A S IL L A S .
-Nos complicaríamos la vida,
Mechita.
Créeme. Espera un año. Dentro de un año
tenemos resuelto todos
nuestros problemas.
NOVIO
E l
calientasillas, con las piernas cruzadas en
un sillón de la sa-
la .
rren el semblante. Mira consternado el piano,
luego observa como
si los
de Mechita.
EL H E R M A N O. -Che, viejo,
te hablo yo. Déjate de embromar.
¿Cuándo te pensás casar? Hace
siete años...
EL CALIENTASILLAS . -Y dos meses. S i me
parece que fue ayer
cuando me comprometí. ¡Tengo una memoria
para las fechas
EL
desgracia,
la
polilla
de
tenía veinte años cuando te conoció...
¡Haceme el favor ¿Cuándo
te casas vos? ¡Siete años de novios
... Pero ¿te das cuenta? Y des-
pués, todavía serás capaz
La
vieja
está
loca. Mechita está loca. ¡Siete años Yo no
sé cómo han to-
lerado esto.
E L
que hubo que operarla a la menor...
E L H E R M A N O. — Déjate de embromar.
Primero tu estómago,
después los negocios, después
los viejos que se te murieron, después
tu s hermanas... ¿Qué esperas
para casarte? ¿Enterrarnos a todos?
AÑO NOVENO
debía
ser suegra, encorvadita en
el sillón. Estamos en el mes de
enero. El
calientasillas contempla pensativamente las
fotografías suspendidas
sobre
»era de pensar.
Y o
las quiero,
ida, Mechita.
resuelto todos
ordas
La semana pasada publiqué algunos fragmentos de cartas
que
me habían enviado lectoras de esta sección; y he quedado
sorpren-
dido al comprobar el interés que en el público masculino
despierta
la literatura epistolar femenina.
alivian
el
r raba jo de escribir una nota. He recopilado las más
interesantes que
me
han
"¿Cómo no se va a
disgustar
cierta
gente
está des-
cub r i endo el juego punto por punto? La mayoría de las
candidatas
cortadas por su tijera, son
dignas
de
para
desa-
rrollar un proceso de conquista como el que usted describe,
hay que
tener una paciencia de Job, cuidando el detalle como si se
tratara de
buscar un
todo ¿quién tiene
:edes, ¡sí, ustedes Cristo dijo: "Creced y
multiplicaos", pero no
aclaró previamente que se debía pasar por
el Registro Civil. Bromas
aparte. La s
no creo que todo sea premeditación y engaño, como usted
dice. Sobre la
mujer , desde que nace pesan tres
cosas: la familia, el
concepto moral y la
Usted no lo negará. Estos tres
facto-
re s en muchos casos contribuyen a hacer
de la muje r una perfecta
inútil. Acostumbradas a
ser mantenidas y protegidas por
sus padres,
hermanos
o
esposos,
no
335
da o se pierde. No lo niegue. Es lógico,
entonces, que vea en el pró-
ximo hombre,
pudiera
faltarle
mañana, y que es todo su horizonte. Además,
existe el factor bioló-
gico,
el
instinto.
Hay
el
eufe-
mismo) que no soportan un celibato prolongado y la única
puerta
de
escape
casamiento.
Otras, en cambio se casan para no quedarse solteras, porque
en
nuestro país se habla despectivamente de
la soltera y se la rodea de
una injusta atmósfera de lástima
disimulada. Por eso le digo a usted
que no todo es premeditación, alevosía y mentira,
sin dejar de reco-
nocer que usted en parte, tiene razón.
C A R T A S E G U N D A
¿Por qué usted no es un poco
imparcial y confiesa que los
hombres también mienten? ¿que los hombres nos hacen a
veces
desgraciadas? (y usted sabe que es cierto),
¿que lo s hombres no sa-
ben querer y que, en el noventa por ciento de los
casos, son culpa-
bles de nuestra infelicidad y que a pesar de que usted crea lo
contra-
rio, so n responsables de
la insinceridad de las chicas?
Esta lectora, después de narrarme una historia de amor, a
con-
tinuación escribe:
¿Sabe usted a la triste conclusión a
que tiene que llegar una
muje r después de algunas
experiencias?
Los hombres no quieren,
sirven para disfrazar su s
pasiones. Póngase usted en el lugar de
una mujer: ¿cómo ser sincera
si lo s
de
continuo
insinceridad?
C A R T A T E R C E R A
En su nota de hoy se
refiere
en
todo
de acuerdo con usted, pero creo, Arlt, que muchas veces
no
es la culpa de uno mismo, sino del medio en que actúa.
Nosotras, las mujeres, no
podemos ser francas. Lo he com-
probado por propia experiencia; he sido testigo de la dolorosa
desi-
336
scste. Cuando se
En el amoi
Está ustec
seres
humanos,
quilos.
Q U I N T A C A R T A
Estimadc
pudiera faltarle
digo usted
decía
mi
le dije que a
Machona de Paul Marguerite no era una novela con secretos
para
mí, porque de mis amigas había escuchado
conversaciones pareci-
d a s se desilusionó completamente. ¿Qué quiere decir
esto? Para
que no nos
juzguen mal, tenemos
que no
existe. Cuando se trata, en
el caso más simple, de un escritor
catalo-
gado 'no
callarse
la
boca.
En el amor nos pasa lo mismo. Tenemos que demostrar
indi-
rerencia y una
ternura tibia ante
parecer demasiado efu-
sivas; fingir enojo
cuando nos besan y nunca ¡nunca por
favor de-
cir te
acostumbrado
hay
amor.
C U A R T A C A R T A
sus semejantes o cumpliendo con un deber (como más le
agrade).
Procede
haciendo
patalear
¿Usted
vio
iiguna vez cuando está naciendo un pollo y no tiene cascarón?
Bue-
r.o. Inconscientemente,
el trance
le fue
útil, pero
qu e ahora le es molesto y perjudicial.
Nosotros, o la mayoría de los
seres humanos, vivimos en
falsos cascarones; pero si
conseguimos
cuitárnoslos o que nos ayuden a
ello, luego nos sentimos más tran-
quilos."
Q U I N T A C A R T A
Estimado Arlt: en la
cosas
que
una muje r debe ignorar o
'no debe hacer' por el solo hecho de ha-
ber
sería
acaso
cierto
que
después
escultu-
ra , ha salido de las manos de madres, hermanos y luego
novios,
queda irreconocible? Es como una momia que sólo se diferencia
de
sarcófago por la
hermanos
de estas momias resultan al final también
víctimas como ellas de l
mismo mal, y para finalizar, le
diré: ya que hay tierras para sacudir
en esa al fombra de
hombres
S E X T A C A R T A
Roberto
a la mujer
contra la picardía de muchos vivos.
Aquí a nadie se indemniza a pe-
sa r de que le
saquen todos
usted
se refiere, son los que siempre van
en busca, no de compañera o co-
laboradora, que es lo que debe esperar de una
esposa, sino de una
criada. Se lo digo con propiedad, pues tengo
pocos años de vida
(veinticuatro) y he visto infinitos casos. Cuanto
más limitada y ton-
ta es la muchacha, m ás
encantadora
es
para
el
presunto
tonto,
por-
que
por
ejemplo,
la
creación
de la
Dejo
Este trabajo manofina, pertenece a la
categoría de los com-
prendidos
ciudadano
a
pene-
trar en las oficinas de l Registro Civil.
Suscita resultados magníficos
en los temperamentos apasionados, que no se
resuelven a cruzar el
umbral
-U
óene
entre
pbra... Y yo no c
Z U T A N O . -;
F U L A N A . -Ñ
-i _ ;i v
confiar
.os días pas¿-
:
suministrados por la "estrategia frenética" concede un
triunfo am-
plio o causa un fracaso rotundo.
Semejante a los remedios de vida y
muerte, éste que yo señalo, perteneciente a
la estrategia frenética, re-
quiere finísima mano para dosificarlo, y amplio
conocimiento de la
^sicología del candidato.
Ó O SE DESARROLLA
Nada más ilustrativo que el diálogo
para el alma y el entendi-
miento. De allí que
yo utilice el diálogo por ser un
elemento
más
clástico
llenos de
es un
crimen
F U L A N A . -Una infamia que no tiene nombre. En casa
dicen
-ue vos no te resolvés, que con vos no se
puede contar... Y mamá
nene entre ojos un candidato que me
es odioso, ¿sabes?
Un hombre
case
hombre
de
plata,
de
mucha
?iata... Y yo no quiero. Yo ¡yo quiero
casarme con vos
Z U T A N O . -¿Quién es ese canalla?
FULANA. -No lo conoces. Es amigo
de papá. Siempre venía a
casa y m e miraba... Pero yo no le daba
importancia. Confiaba en
: s
Z U T A N O (respirando). -¡Qué buena que
sos Hacías bien en
confiar
en mí.
F U L A N A . — C o n f i a b a en vos...
esperando que resolvieras... Pe-
ro los días pasan y mamá cada vez
me insiste más en que te despa-
che, que te de je . . . papá también... Y mi hermano
también y mis
M S también. Yo no sé... Parece que
ese hombre los hubiera embru-
¿do a todos...
ZUTANO. -¿Y qué vas a hacer vos?
F U L A N A (derramando otro caudal de
lágrimas). -¡Dios mío Yo
no sé... No sé... Me tienen
loca. Cuando me deja mamá, empieza
r apa ; cuando me deja papá, me agarra mi hermano. Todos
insisten,
todos
339
Z U T A N O . -¿Y vos qué contestas?
F U L A N A . — ¿ Q u é querés
que les
Eso es lo que dijeron
hoy. Y para pronto. Si no tenes que
cortar. No es posible hacerle
perder el tiempo a un hombre respetable y con tanta plata."
Z U T A N O .
-¿Así que si yo
dejarán tranquila?
F U L A N A . —¡Claro, querido Hacelo por
nosotros. Por nuest ra
felicidad. ¡Cuánto te quiero
prometes formalmente
a
papá y a mamá que pronto nos casamos, estoy segura que
a ese
odioso lo despachan... Porque ellos me quieren, y entre que yo
me
case con un hombre de mucha plata a disgusto, y con uno pobre
con mi conformidad.. . elegirán siempre el de mi conformidad.
Z U T A N O . -Pero
vos ¿te casarías?
F U L A N A . — ¿ Y qu é puedo hacer yo
? Decime, ¿ q u é puedo hacer?
Desde que me levanto hasta que me acuesto me gritan en casa.
Ma-
má. .. no te imaginas cómo me grita. Papá, tendrías que
oírlo. Es-
toy harta ya de gritos.
Z U T A N O . -¿Así que te gritan todos?
F U L A N A . -No sabes los esfuerzos que tuve que
hacer por verte
estos minutos. Nadie sabe nada en casa. Sino ¡créeme que me
mata-
rían
Z U T A N O . -Y el tipo ese ¿te dice
algo?
F U L A N A . -No...
conmigo no se atreve directamente a hablar
porque lo miro con rabia
¿sabes? Pero anoche dijo: "El día que me
case tendré automóvil
puerta
con
chauffeur".
Z U T A N O . -Y vos ¿no dijiste nada?
F U L A N A . — Y o pensaba que prefería
la dicha co n vos, en una casi-
ta modesta, que tenerlo a él con
su diablo de automóvil y chauffeur
.
Z U T A N O . -¡Qué noble sos, querida
mía ¡Qué hermosa es tu
alma
F U L A N A . — ¿ P o r qué no te resolvés,
querido? ¿ P o r qué no le ha-
blas
a
mal
genio,
decís: "Señora,
me ca-
so", y después le presentas a tu mamá, estoy segura (¡como para
no
estarlo ) que se
acosa-
ra un peligro invisible, que lógicamente no existe.) Bueno, me
voy,
34 0
r e c i t a c i ó n
d e : -
FULANA -Sí
Suena u n b
hizo pensar qu
etés formalmente
y con uno
nóvil y chauffeur.
enio, es muy bue-
• Bueno,
hacer
una
horrible
-Mira, esta noche voy a pensar.
Mañana te doy la
contestación definitiva.
bueno, querido... No me hagas
desgraciada...
Pensá bien. Mañana a esta hora te espero con el sí . ¿Sabes,
queri-
dito?
Bonafide se marcha pensati-
vo , entre la s sombras de
la calle. S u corazón y no
su cerebro, trabaja
.a proposición.
Después de saludarlo (aunque no
muy cordialmente que di-
gamos) voy a decirle el motivo que
me ha impulsado a escribir estas
¡íneas. Helo aquí: La gran antipatía que usted me
inspira. Lectora
asidua de sus crónicas, en vez de
admirarlo, diariamente aumenta
mi gran aversión hacia usted.
¿Y
sabe
por
qué?
idioteces
y
necedades que dice. Por más que medito no llego a comprender
el
fin
el
matrimonio
o
desterrar el amor? Pero ¿no comprende que
si miles de afamados es-
critores y filósofos han predicado y
aplaudido
padres, novias
esposos) considerán-
dolo como algo primordial en nuestras vidas, no será usted ni
mu-
chos
¿O
su idea sólo consiste en abrirle los ojos a los tontos y a
los
enamorados? En cuanto a los primeros,
quizá lo logre, pero a los se-
gundos , lo dudo;
poco caso harán
de lo que
usted escribe.
L e diré además que a título de curiosidad, he leído su
libro
os
pareció extremadamente repugnante;
lo que me
hizo pensar que es incapaz de escribir algo puro que haga vibrar
las
cuerdas sensibles del alma sencilla de
una mujer honesta.
S i continúa con ese asqueroso realismo (que
produce náuseas)
que
describe en su libro, será considerado en adelante por
toda
mujer honrada un segundo Vargas Vila. Y
bien triste sería que en-
341
tre nuestros escritores (si así puede
llamarse al autor de semejante
libro) contáramos con eso. Esperando una
contestación, salúdalo
atte. Una lectora.
Nota: no vaya a imaginar que por
lo escrito sea alguna joven-
cita indignada, que anda a la caza de novio; no; soy una joven
casa-
da,
enamorada
le so-
liviante los sesos al marido para que venga a darse de patadas
con-
migo.
lleguen
reproducción,
lo que vernáculamente llamamos "malas palabras".
Cierto es que también no pasa un día sin que el cartero me
entregue
media docena de felicitaciones cordiales, amistosas, simpáticas;
car-
tas anónimas, impregnadas de buen humor y redactadas por
gente
sensata
Y yo e