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Estamos hasta la madre de ustedes, políticos –y cuando digo

políticos no me refiero a ninguno en particular, sino a una buena

parte de ustedes, incluyendo a quienes componen los partidos–, porque

en sus luchas por el poder han desgarrado el tejido de la nación,

porque en medio de esta guerra mal planteada, mal hecha, mal

dirigida, de esta guerra que ha puesto al país en estado de emergencia,

han sido incapaces –a causa de sus mezquindades, de sus pugnas, de

su miserable grilla, de su lucha por el poder– de crear los consensos

que la nación necesita para encontrar la unidad sin la cual este país no

tendrá salida; estamos hasta la madre, porque la corrupción de las

instituciones judiciales genera la complicidad con el crimen y la

impunidad para cometerlo; porque, en medio de esa corrupción que

muestra el fracaso del Estado, cada ciudadano de este país ha sido

reducido a lo que el filósofo Giorgio Agamben llamó, con palabra

griega, zoe: la vida no protegida, la vida de un animal, de un ser que

puede ser violentado, secuestrado, vejado y asesinado impunemente;

estamos hasta la madre porque sólo tienen imaginación para la

violencia, para las armas, para el insulto y, con ello, un profundo

desprecio por la educación, la cultura y las oportunidades de trabajo

honrado y bueno, que es lo que hace a las buenas naciones; estamos

hasta la madre porque esa corta imaginación está permitiendo que

nuestros muchachos, nuestros hijos, no sólo sean asesinados sino,

después, criminalizados, vueltos falsamente culpables para satisfacer

el ánimo de esa imaginación; estamos hasta la madre porque otra

parte de nuestros muchachos, a causa de la ausencia de un buen plan

de gobierno, no tienen oportunidades para educarse, para encontrar un

trabajo digno y, arrojados a las periferias, son posibles reclutas para el

crimen organizado y la violencia; estamos hasta la madre porque a

causa de todo ello la ciudadanía ha perdido confianza en sus

gobernantes, en sus policías, en su Ejército, y tiene miedo y dolor;

estamos hasta la madre porque lo único que les importa, además de un

poder impotente que sólo sirve para administrar la desgracia, es el

dinero, el fomento de la competencia, de su pinche “competitividad” y

del consumo desmesurado, que son otros nombres de la violencia.

Palabras de Javier Sicilia , poeta y padre mexicano que perdió aun hijo a manos del crimen organizado.

Carta de un poeta que perdió a su hijoYuku JeekaEne – Marz 2011, No. 62

Publicación de laAgrupación para lasBellas Artes, A. C.

PresidentaIrma Arana

EditorSergio Anaya

Consejo EditorialJuan Manz A.

Margarita MontoyaLilia B. NavarroGregorio Patrón

ColaboradoresEduardo Langagne

Fernando Montenegro

Cristina Rascón

Paco Espinoza

Carlos Moncada

José Escobar

Javier Martínez

Teresa Padrón

Perla Ortiz

RobertoArizmendi

Portada ycontraportada

Rolando Bracamontes

Edición trimestral realizadacon apoyo de la Secretaría de

Educación y Cultura delGobierno del Estado, el Instituto

Sonorense de Cultura yel Ayuntamiento de Cajeme

Apalba, A. C.

Calles Colima y 200

Int. Gimnasio Municipal

Cd. Obregón, Son.

Tel. 416 55 53

[email protected]

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Eduardo Langagne

En los últimos días de octubre del 2010 , elencuentro literario Bajo el asedio de los

signos en ciudad Obregón, Sonora, fue unacelebración que convocó a escritores dedistintas latitudes. Hay, sin duda, unaprofusión de cualidades que es precisoreconocer en esta reunión que desde haceocho años propicia la confluencia delpensamiento y la poesía. Muchas de ellasocurren, como es natural, en el terreno máspuramente humano, en el entrañable anunciode una nueva amistad con poetas, narradoresy ensayistas que hasta entonces noconocíamos y cuyos trabajos nos despiertanuna afinidad sensible: iniciada en el momentoque escuchamos públicamente su lectura ycontinuada en la intimidad desde donde,repasando una línea, evocamos vínculosintelectuales y anímicos que persisten graciasa la literatura. De otro lado la confirmación yel reconocimiento de obras frecuentadas yque aun así, vueltas a escuchar en voz de susautores, no dejan de admirarnos.

El contacto entre quienes tienen la palabrapor oficio es indispensable. Ninguna dudatenemos de ello. En el intercambio deopiniones, en el cotejo y la confrontacióndirecta con el trabajo de otros es posible hallarestímulos preciosos para la obra propia.¿Quién no ha se ha precipitado a garrapatearen alguna hoja suelta un verso o una ideasugerida por reflexiones ajenas? Así, unencuentro de escritores como el de Bajo elasedio de los signos permite también laprolongación de la literatura; contrarrestar elaislamiento, fundamental en el tiempo de laescritura pero que se debe fisurar para admitirel análisis y la exploración que significa elescrutinio de quien nos oye o nos lee.Oportunidad para el disfrute que procuran lacharla y la armonía compartida; y así,asediados, estimulados por los signos,atender a las diferentes voces reunidas en unenorme coro multicolor.

Bajo elasedio delos signos

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Mas semejante sortilegio es improbable si no existenmanos acuciosas en las que se soporte la tarea de reunir,organizar y fomentar este encuentro de escritores.Congregados en torno a la palabra para alimentar cadauno con su llama un fuego común difuminamos lasfronteras; confirmamos que entre quienes han fundado enla literatura el cotidiano movimiento de la vida difícilmentese puede levantar una frontera geográfica, física, tempo-ral; por el contrario, no hay más límite que el de la propiaobra buscando encontrarse con los ojos o los oídos atentosde los otros. Juan Manz, Mara Romero, Ismael Serna ymuchos otros cuya tarea no fue menos ardua ni menosnecesaria para la realización de Bajo el asedio de los signos,se encargan de que los autores invitados tengan dóndecomer y dónde dormir, con igual compromiso que el deencontrar el mejor espacio para las lecturas, lasconferencias y los talleres, logrando en el conjunto queeste encuentro sea un sitio pleno para la convivencia. A suempeño debemos haber disfrutado el justo equilibrio entreaquello que dio alimento y descanso al alma y al cuerpo.Sustento terreno y restauración espiritual.

Pasados los días y visto en perspectiva emerge de nuevacuenta el laborioso trabajo realizado y se impone elrenovado agradecimiento; reconocer el tesón, el inevitablemal dormir, las angustias de quien organiza y no quieredejar cabos sueltos; agradecer a quien se ha impuestogenerosamente la carga de ser anfitrión y vigía: de observarcon escrúpulo las leyes hospitalarias que cantaron lospoetas griegos y romanos “haciendo de esos días felizmemoria”, “libando a Baco, dador de la alegría”, y demantenerse atento a los imprevistos de los entretelonespara llevar a buen término la reunión. Toda buenaorganización revela el trabajo concentrado y armónico; siel azar se hace presente, es sólo para enfatizar la solidez dequienes sostienen la obra bien hecha.

Los espacios que alojaron la octava emisión delencuentro de escritores en Cajeme son, a la par de bienelegidos, magníficos: el nuevo Museo de la Revolución,una casa adaptada para guardar la memoria de este tiempoy que durante el encuentro extendió sus muros a las callesvecinas para dar la vuelta a la manzana con el sonido alegrey vigoroso de los metales y la gracia de las bastoneras,con la sonrisa a flor de piel. El teatro de la biblioteca,presente en nuestra vida desde hace tantos años, cuandoRamón Íñiguez te recibía junto a un montón de coleccionesimportantes, de libros y de cómics. Cuentos, se llamabancuando algunos de nosotros éramos niños. El Hotel ValleGrande, y su jardín posterior para entrarle al vinito y a lacanción. La sorpresa de encontrar una melodiosa, bellavoz del director de publicaciones del Instituto Cultural deSonora… Pero su tren vendió boleto de ida y vuelta…Sonaquellas pequeñas cosas…; los complicados pasos de bailedentro de un jardín que requiere mejor condición física delos atletas de la palabra para sortear el césped, y el vinoamable de los anfitriones; las fotos de Mara, su poesía; lashistorias de Juan Manz, siempre emocionado, su manofranca y la densidad de sus versos; las atenciones deIsmael, plenas de buen ánimo y de irrenunciablecompromiso. Llámenme Ismael, decía aquel personaje quenos recuerda la inmensa aventura de vencer a una granballena blanca, como el reto de la página en blanco…

Culmen de todo ello, las lecturas en Cócorit, en el Museode los Yaquis. Ahí, donde la palabra fue avanzando bajo elsosiego de la tarde y nos fue dado presenciar una muestrade la danza del venado, del nervioso y ágil venado; ahíescuchamos voces cantando parte del ritual yaqui, con labueja y los raspadores. En fin, una rica convivencia literariabajo el asedio de los signos, cuyos amplios significadosme traen de nuevo un poema (Celebración del origen dela Danza del Venado) que escribí hace un tiempo y quieroahora repetir con la emoción de haber estado en el octubrede Cajeme, queriendo decir algo de este ritual mágico ygenuino:

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Poco antes de cerrar esta edición, falleció Rogelio Are-nas, escritor de crónicas en las que dejó testimonio delos usos y costumbres, personajes y barrios del antiguoCajeme.

La mayoría de sus crónicas las escribió para el suplemento“Quehacer Cultural” de Diario del Yaqui, y hace dosaños las publicó en el libro Cajeme de mis recuerdos. Unpueblo con historia, de donde hemos tomado este textocomo un homenaje a Rogelio.

Aquel viejo pueblo de los años treinta y cuarenta, siguesiendo costumbrista por tradición.

Al decir esto, aclaro que me estoy refiriendo a quienes seha dado en llamar “pueblo”, “chusma”, “peladaje”, etc., yque sigue siendo, a pesar de sus grandes o pequeñascarencias, una gran mayoría.

Remontémonos en el tiempo y veremos que nada, o casinada, ha cambiado; a partir de los años treinta e inclusohasta los cincuenta, eran pocos los “ricardos” o

“cogotudos”, como les llamaba la chusma, porque eran unmundo aparte.

En su mayoría eran dueños de un automóvil para moverse,un sanatorio en donde curarse y, por supuesto, un espacioexclusivo para reunirse y hacer su diversión.

Cabría citar aquí al Sanatorio Montes de Oca y el ClubCampestre. Al nacer algún hijo de Don Fulano Equis, porlógica lo hacía en pañales de seda, atendido por algúnginecólogo, que ya los había, o cuando menos, eraatendido por alguna partera conocida, como doñaManuelita de Escobar, a quien muy poco acudía la plebe,pues como veía que atendía a gente más o menos de lapequeña clase media de entonces, de hecho no podía pagarsus servicios.

El niño aquel, nacido de tales familias bien, jamás iba apadecer tiña, boquillas, piojos blancos y demás parásitosque azotaban a la “chusma”.

Leyendo hace poco una crónica del “maestro dictador”Ramón Íñiguez, nos habla de que su abuelo paterno fallecióhace noventa y siete años de uremia aguda, y cita otrodeceso de un familiar aquejado por cierto padecimientoque apenas hará veinte años empiezan los pelados a saberque existe.

Mi pueblo y sus costumbresRogelio Arenas

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El populacho nacía y nace aún marcado ya y lista para ir a la final de su destino: piojo “per seculaseculorum”.

Veamos pues sus costumbres y tradiciones que puedes decir, lector amigo, eso era antes, más yote invito a que visites algunos barrios de la ciudad, colonias Cajeme, Beltrones, Aves del Castillo, ElTúnel y muchas más, y así te darás cuenta de lo que aquí te relato.

En los barrios del viejo Cajeme se veía a sus moradores, mujeres principalmente, haciendo escaleritapara espulgarse y matar sus liendres y piojos, que eran compañeros inseparables del “populacho”.A veces, cuando se venía el parto a alguna, era cosa de buscar a doña Trini Carrizosa, vieja parterade pueblo que sacó a muchos y otros se le quedaron en el camino (decían “nació muerto el niño”, yya). La parturienta tenía que vivir la cuarentena con una disciplina, sin baño, cosa poco usual,comiendo atole de maíz con tortillas tostadas y polveada de azufre esos cuarenta días.

En ese lapso había que “echarle el agua” al recién nacido y, claro, festejar al compadre con algo,aunque se daban casos en que el recién nacido estaba casi al borde de la muerte por una fiebre“helado”, “tosferina” o tifoidea muy usuales en aquellos ayeres y, desde luego, el chamaco, si moríapues ya le habían “echado” el agua. Eso significaba que ya se convertía en “angelito” del cielo; estose hacía porque normalmente eran bautizados a los dos o tres años de edad.

Pocos “angelitos” me tocó ver en alguna funeraria de las escasas que había. Su cuerpecito eratendido en una mesa y alumbrado con lámparas o cachimbas; las velas o veladoras eran para losdifuntos grandes, quienes normalmente eran tendidos en un catre con las quijadas amarradas conun paliacate. Hoy de perdida los arreglan en la funeraria o en el Hospital General.

El velorio transcurría entre rezos de las mujeres y tragos –que nunca faltan- entre los viejos,mientras el carpintero del barrio trabajaba tiempo extra para terminar la caja de pino y clavos dondereposaría el cuerpo. Tenía que haber mucho café de talega y un buen menudo o pozole para quienesasistían al velorio que se verificaba en la casa del finado.

Con esa solidaridad de siempre, los vecinos se cotizaban lo que podían para menguar un poco elgasto que ocasionaba aquel duro trance que era seguido en el novenario por el descanso del almade quien se había marchado para siempre. Y qué decir del llanto y luto que se guardaba por años.

Durante el novenario había que invitar café a quienes asistían, y el último día una cenita a base decabeza de res en caldo, tamales o menudo en agradecimiento por su asistencia y solidaridad con lafamilia.

Hoy, lo único que ha cambiado entre el peladaje es la diversidad de charras y cuentos que se sacana costillas del finado. Por ahí escuchamos algo como que “Era un hijo de siete madres el cabrón. Amí me chingó una vez pero, en fin, ya está con Tata Dios, que Él lo perdone”, y así por el estilo entretrago y trago de “babama”, porque se pasan la botella de caguama hasta no ver el fondo. Por eso lesllaman “babamas”, pues en el fondo ya son puras babas. Si el difunto era joven y tenía historialdelictivo, se escucha por ahí esa noche: “Nel bato, los sordos lo traían de encargo. Ya le tenían tirriaporque era muy verijudo, pura leña, güey”.

Aparte de que toda la noche va a rodar la cheve, pues aunque cierren los expendios hay aguajespor todos lados, menos, claro, en la zona norte de mi pueblo, cuna de siempre de los “ricardos” yalgunos muchos a los que no les queda más que el apellido.

Nomás fíjate, lector, en un funeral en “La Misión”, de algún cristiano “ricardo”: trajes, corbatas,etc., y nada de aspavientos, mucho menos bebidas, mientras que acá en la funeraria del DIF coloreade botes y botellas, y el sentimiento con lágrima, moco y pedo, se oye hasta tres cuadras a laredonda… ¿o no?

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TambiénsomossahuarosFernando Montenegro Sandoval

Cómo puede ser ilegal una planta. Cualquier planta.Incluso un durísimo cactus, de esos cactus gigantes

que se llaman, o los llaman sahuaros, allá en el estado deSonora; que están como suspendidos, flotando en lasdunas y en las carreteras, con los brazos apuntando alcielo como si tuvieran pistolas, como si estuvieranescapando de un largo sueño, de un sueño que duródemasiado tiempo, y del que por fin se despabilan. Esossahuaros que parecen y son personas que se mueven, quecruzan desiertos y fronteras, cómo pueden ser ilegales,cómo puede ser ilegal algo que nace en la tierra o, incluso,en la arena.

De estas criaturas está habitado el mundo de Cristina. Depersonas que se convierten en plantas y de cactus quedevienen personas. De cactus que caminan y personasinmóviles. Criaturas que, no obstante, al acercarnos, lesvamos descubriendo secretos, vicios, les arrancamosconfesiones y miramos por dentro de su desesperación:de esa desesperación serena de vivir siempre en otro lado.

Al aproximarnos a estas páginas, podemos observar queestas criaturas nos devuelven la mirada, están terriblementevivas, nos miran de la forma en que solo una mujer puedehacerlo, con esa fortaleza frágil, con una sinceridad posiblesolamente en la buena ficción. Las mujeres-sahuaros deeste libro, están repartidas en siete efectivos relatos, endonde se siente la mirada aguda de una autora que notiene temor de dar la palabra a sus personajes. Es estaobra, al igual que Hanami, un libro perfectamente audible,que se deja leer con agilidad, aunque nos hiere en algúnlugar, nos hiere en ese pedazo de sahuaro que somos todos,aunque nunca hubiésemos atravesado un desierto.

Dentro de la obra, los sahuaros no solamente funcionancomo metáforas, como metáforas ineludibles de la situaciónde estas mujeres y, en general, de estos personajes quehabitan en la frontera mexicano-estadounidense. La relaciónes mucho más compleja, como se afirma en uno de losrelatos: “Cada sahuaro es una persona, había dicho algunavez mi abuela, quédateles viendo nomás, puede que unsahuaro seas tú, los sahuaros crecen, avanzan en su propiadirección, no se detienen para beber, caminan por dondenadie se atreve a caminar, responden lo que nadie se atrevea preguntar.”

Resulta interesante pensar, que los sahuaros, sean nativosdel estado de Sonora, se extiendan hasta Arizona en elnorte, y no existan en ningún otro lugar de la tierra. Comosi supieran que nacieron para vivir en la frontera, como sisupieran que allí todo tiembla de otro modo, donde todoes espejismo en el fondo, pero es espejismo que duele,que tiene peso, que atraviesa. Es el único lugar en el mundodonde la gente choca contra las visiones, como el Coyotecuando persigue al Correcaminos.

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El libro abre con un epígrafe de Bolaño: “Dice elsaltimbanqui: ese es el Desierto. El lugar donde se hacenlos poemas. Mi país.” Desde allí, Cristina ya advierte lasposibilidades poéticas de este mundo, del desierto nosolamente como posible ambiente de nuestras fantasías ymiserias, sino como hábitat fecundo de la literatura, comohipérbole de nuestra realidad. Por algo Bolaño termina susdos grandes obras justamente allí, porque ese desierto nosolo nos simboliza, sino que también es nuestra profecía,nuestro porvenir. Un lugar de voces y de visionesimprecisas, donde escuchar se convierte nuevamente enun arte, casi en una tabla de salvación. Como lo dije antes,este libro nos deja escuchar, escuchamos esas voces quedeambulan, es legítimo heredero del mejor Rulfo, el de ElLlano en Llamas.

El primer relato “Familia Americana” es, a su modo, uncuento de terror en el sentido que Freud lo concibió, apartir de la noción del doble. Da cuenta de Martha, unamujer que ha conseguido superar con éxito las etapas delsueño americano, y que teme, a muerte, a los mojados, aaquellos que, como ella alguna vez, cruzaron la frontera eimploran por agua o algún otro milagro. Martha allí se sientedesprotegida. En esas casas sin cerramientos del típicobarrio americano: desprotegida de los indocumentados,aunque en el fondo tenga miedo de sí misma, de volver aencontrarse. Este encuentro finalmente se da a lugar, quizáproducto de la paranoia aprendida en el país del norte.Desde ahí observa a varios mojados instalados en la puertade su casa pidiendo ayuda. Su desesperación le motivamarcar el 911, acusándolos finalmente. Sin embargo, enmedio del terror, se atreve a intercambiar palabra con unade estas personas, una mujer, igual que ella, vestida derojo, con un niño en los brazos. Una mujer también llamadaMartha. Entonces está mirando de repente un espejo, miraa “la otra Martha,” mira a la que ella misma fue, se escuchahablar, se mira en un tiempo que, acaso, ya no le pertenece,aunque en el fondo nunca dejará de ocurrir, como en eseBorges de “El otro,” que, interesantemente, está publicadoen otro desierto: El libro de arena.

Esta fórmula se va a repetir también en “Errantes” y enotros cuentos. “Errantes” precisamente, es un cuento llenode espejismos. Donde Marcela, la protagonista, es capazde ver las caras de la gente pronunciándose desde otrotiempo. En este cuento realidad y espejismo tienen el mismopeso, se confunden, extravían nuestra atención entre laMarcela niña y la Marcela mujer. Esta oscilación le proveeal relato un doble ritmo movido por las interminablescarreteras que atraviesan el desierto, otra imagen funda-mental en este mundo que nos regala Cristina.

“Luis Donaldo,” como el cuento anterior, divide suscauces entre dos registros narrativos. Por un lado lossueños de Vanessa: una joven que imagina una vidapróspera, una profesión, un auto, una casa “sin olor amarrano” como ella misma la describe. Por otro lado latelevisión encendida nos da cuenta de lo que estáocurriendo en el afuera de Vanessa. Ese afuera es, al mismotiempo, su adentro, el sueño de la joven, un afuera que darienda suelta al delirio, y que la proyecta a un mundodistinto, entre otros a ser alumna del Tec de Monterrey.Estos sueños, lo sabemos después, están negados deantemano para la joven Vanessa.

“En voz alta” es, en mi opinión, el relato más desgarradorde la serie. Una voz malévola, que podría ser la de un hadamadrina o un ángel, interrumpe a la pequeña Mónica,segundos antes de que sople la vela en su cumpleañosnúmero nueve, antes de que pida su deseo en voz alta.Este discurso acusatorio, se le aparece como una profecía,le dice lo que será, lo que no podrá ser jamás y lo queextrañará. Le cuenta como se arrepentirá de ser lo quetodavía, a esa edad, no lo sabe. Y sin embargo todosintuimos que el soplo que rompa el encanto es inevitable,que el mundo no dejará de dar esa vuelta fatal que Mónica,por más que lo desee, por más que lo desee gritando, puederevertir.

El quinto relato “De la ocasión en que el jefe de Marcia ledijo que tenía cita con un interesado” habla, parece que deMarcia. Marcia es una mujer que trata de ocultar quien es,sin lograrlo. En ese sentido podemos mirar por dentro desus deseos más íntimos. Es un cuento lleno de silencios,los personajes se mueven como seres fantasmagóricos,como sombras. Es el más inasible de todos, sufragmentación da la sensación de introducirnos en uncomic, donde las imágenes se conectan de manera violentay las voces están encerradas.

“Sibacoby, de noche” es un cuento que pone en conflictovarios testimonios sobre la muerte de un tal LucianoValenzuela a mano de Josefa (quizá la misma Josefa delcuento “En voz alta”). De esta muerte sabemos por lacrónica del principio. Sin embargo Cristina nos dejaescuchar varias voces, que, después de la partícula “Esono es cierto,” despachan sus propias versiones de lo queocurrió. Estos testimonios están basados en leyendastradicionales, como lo menciona la misma autora en unanota final. La superposición de versiones, advertidas desdeel epígrafe de Mara Romero, son una tentativa de anular eldiscurso de los diarios como única posibilidad de realidad.En este mundo los diarios son incapaces de abarcar loacontecido, de decir completamente.

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“Puede que un sahuaro seas tú,” es el último y el másimportante de los relatos. Al igual que en Hanami, Cristinadeja hasta el final el relato con más desarrollo y el que, encierto sentido, permite observar el tejido interno del libro.A través de la voz de la protagonista, sabemos de esatensión que existe entre los sueños y los medios paraalcanzarlos. Esa tensión se revela desde el epígrafe deEminem “Success is my only mother funcking option,failure’s not.” A su modo este cuento tiene el ritmo agresivoy a la vez reflexivo del rapero americano. Pero más aún,deja claro ese lugar en que Cristina se ubica para escribir.El ingreso en un lugar indefinido, donde lo más volátil es aveces lo más vital. En la vida de esta protagonista, escribires el acto donde uno puede jugarse la vida, puede matar ymorir. Escribir en la frontera, quizá signifique eso: ser, en elfondo, el peor de los crímenes, como diría Bolaño.

Esta escritora sin nombre, nos muestra las páginas dellibro que terminamos de leer, en el tiempo que las escribe.Nos enseña las entrañas del proceso de escritura. En esaspáginas, en constante movimiento, leemos las palabras desu abuela: “puede que un sahuaro seas tú,” y entoncessabemos que el destinatario de esa sentencia no essolamente la protagonista del cuento sino también el lec-tor. Entonces Puede que el sahuaro sea yo. Así, sin saberlo,de repente, caemos en cuenta que siempre fuimosprotagonistas de estos cuentos.

Es esta obra de Cristina Rascón Castro, otro libro capazde despertar al lector más distraído, como probar al másatento. Está lleno de elementos, de lugares y de voces, desituaciones, que exigen una actitud del lector, una actitudque no puede sino ser apasionada y crítica. Los temas queesta obra detona señalan un camino que bien debería serescuchado cuando miramos nuestra realidad. Es una obracapaz de resistir una o varias lecturas pues siempre ledescubrimos nuevas voces, a primera vista silenciadas.En ese sentido es un libro interminable, un libro de arena.

Aquí, Cristina ha probado nuevamente que puedeconvivir con los fantasmas y dejarlos hablar. Que puededisparar temas como la ilegalidad de las personas, el ma-chismo, la discriminación en cualquiera de susmanifestaciones, sin perder nunca ese pulso poético quecaracteriza sus relatos. Prueba que la poesía aún puedehablar de la más cruda realidad, sin dejar de ser de serpoesía. Una poesía capaz de abrir las también violentasfronteras del lenguaje. Es allí cuando la experiencia delectura nos convierte, o mejor dicho, nos devuelve, a esoque alguna vez fuimos y no dejamos nunca de ser: sahuaroserrantes en nuestro propio desierto.

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Fernando Montenegro (Quito, Ecuador, 1986) escandidato a maestro en letras por la UniversidadIberoamericana en Puebla. Licenciado en RelacionesInternacionales por la Universidad de San Francisco enQuito, Ecuador, ha publicado ensayos y reseñas endiversos medios latinoamericanos.

Cristina Rascón Castro (Ciudad Obregón, Sonora,1976) es escritora y traductora literaria. Recibió elPremio Regional de Literatura del Noroeste en 2008 porel libro “Puede que un sahuaro seas tú”; en 2006 recibióel Premio Latinoamericano de Cuento Benemérito deAmérica por el libro “Hanami” y en el mismo año recibióel Premio Libro Sonorense por el libro de cuento “Elagua está helada”.

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W illiam I. Elliott , originario de Estados Unidos, es poeta, traductor literario, profesor y en algúntiempo fue misionario bautista. Se formó en literatura inglesa en las universidades de Ottawa y en

la Universidad de California en Berkeley, estudiando después literatura asiática en la Universidad deYale.

El trabajo de Elliot abarca manuscritos, traducciones del japonés, correspondencias, material académico,trabajo artístico y de audio, artículos, reseñas y fotografía. Ha traducido varias decenas de libros depoesía japonesa, tanto antigua como moderna, enfocándose particularmente a la labor de traducción alinglés de la poesía del reconocido poeta japonés Shuntaro Tanikawa. Elliot ha publicado una decena delibros de poesía de su propia autoría, además de ensayo y crítica literaria.

Obtuvo el premio American Book Award por el libro de traducción de poesía japonesa Floating theRiver in Melancholy, el Premio SOA/TLS por su traducción de Japonés, el Premio Sasakawa en Japón, laprestigiosa beca nacional para humanidades y la beca de la Fundación de Artes de Oregón para su laborcomo poeta y traductor.

Algunos de los títulos de sus libros son: Zapatos vacíos / Empty shoes (1968), Después de que el ánadese hunda: poemas / After the Mallard Sinks: Poems (1977), Un paquete de poemas de navidad / A Packetof Christmas Poems (1998), Un libro de sombras / A Book of Shadows (2003), Una simple turbonada / APlain Squall (2003), Aliento prestado: lírica y poemas largos / Borrowed Breath: Lyrics and Longpoems(2004),

Actualmente es professor emerito de la Universidad de Kanto Gakuin en Yokohama, Japón, dondefundó en 1967 el Centro de Poesía Kanto y la revista literaria Poesía Kanto, de edición annual desde 1984.Los poemas Enlazados y Sin aliento se incluyen en el libro Una suite de ángeles: poemas / A Suite ofAngels: Poems (2003).

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Enlazados

Ni siquiera un suspiro de brisa esa mañana.

Y, sin embargo, el más leve ondular de la hierba

Es atrapado en su mirada de reojo.

Ella lo vio temblar hacia la periferia

Que desaparecía hacia el suelo del bosque.

Ningún maple susurró. Ningún roble ni fresno.

Una serpiente jarretera. Tal vez.

Un poco de pueblo se escabulle,

(¿son los gremlins de las raíces?

La evidencia de cosas nunca vistas

Desaparece de la hierba. El pasto estaba quieto.

Nisiquiera un suspiro de brisa esa mañana.

Y luego un menear en el bosque

Y el regreso del temblor

Ondulando de vuelta hacia sus pies,

Quedóse quieta,

Hasta que vio hacia las cúpulas del bosque

y ahí, en una rama:

un ángel en reposo.

Poemas de William I. ElliotTraducción y notas

de Cristina Rascón Castro

String attached

Not even a sigh of a breeze that morning.

And yet the merest rippling of the grass

Caught in the corner of her eye.

She watched it ripple to the fringe

That petered out onto the forest floor.

No maple whispered. No hickory or ash.

A garter snake. Might be.

A scurrying of little folk, grass-roots gremlins?

The evidence of things so far unseen

Vanished from the grass. The grass was still.

Not even a sigh of a breeze that morning.

And then a stirring in the forest

And the return of the ripple

Rippling back to her feet,

Holding steady,

Until she looked up into the forest,

And there on a birch:

An angel in repose.

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BreathlessCase after case after case after case

Report angelic messages to men

(And women). English madman – magician

John Dee bent over his scrying crystal

And in the recent USA Joseph Smith

Claimed to have been visited by angels.

Angels tend to talk to us in languages

The same as ours; but how then do they speak

With one another? Incorporeal,

They have no need of either mouth or ear.

Their language is breathless. To excerpt

A segment of angelic conversation:

Sin alientoUna y otra y otra vez

Se reportan mensajes angélicos a los hombres

(Y a las mujeres). Locos ingleses – el mago

John Dee se inclinó sobre su bola de cristal

Y en los recientes EUA Joseph Smith

Presumió de haber sido visitado por ángeles.

Los ángeles tienden a hablarnos en sus lenguajes

Lo mismo que nosotros; pero,

(¿entonces cómo hablan ellos

El uno con el otro? Incorpóreos,

No tienen necesidad de boca u oído.

Su lenguaje es sin aliento. Para citar

Un segmento de conversación angélica

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Paco Espinoza

Era de noche, y Miguel no lo sabía necesariamente por la falta de luz, comprendía que los tiempos en losque vivía eran de total oscuridad, y solo el resplandor de cristo iluminaba su camino, y el de sus

hermanos de combate. Se dio cuenta porque sentía frío… era un alivio, aun podía sentir.

Poco a poco fue percibiendo más... primero, un olor a esa mierda propia de los ejecutados segundos antesde la muerte, reconoció después el sabor a sangre en su boca, estruendos de desolación llegaron a susoídos, el peso de algo, de alguien, le impedía moverse, pero todo era oscuridad, debía ser de noche.

Comenzó a moverse lentamente, se retorcía buscando un espacio entre los cadáveres que le cubrían. Noeran muchos. Pero apenas y le permitían moverse, apenas y le permitían respirar. Logro zafar un hombro,luego el brazo y después parte de su pecho. Inhalo muerte y polvo rancio. Extendió su mano a lo alto, lo másque pudo y la brisa de la primer hora de la madrugada confirmo lo que quería... era de noche, y con elloconcluía dos cosas, no estaba ciego, aunque la negrura le hacia sospechar, y podía escapar.

Logro hacer espacio suficiente para salir. Se aferro a brazos congelados por la muerte, acaricio rostros querevelaron siniestras muecas de último dolor. Gemía lo más bajo posible en su esfuerzo, no debía alertar anadie, si es que había guardia cerca. Quedo tendido sobre los cadáveres de sus compañeros, jadeoligeramente y trago saliva... pero su garganta se contrajo en un ahogo reseco, nunca había deseado tantoun trago de agua. Y allí estaba, sobre cuerpos sin vida de quienes horas, o días antes, habían sido parte delejército cristero que defendía la sierra de Jalisco. Rodó para quedar boca abajo y comenzó a arrastrarse. Ensu pecho, en su vientre, en su piernas y brazos sentía como le raspada la piel de los muertos. Recordó,sobre todo, a aquellos con quienes logro una profunda amistad. Se estremecía por el sentimiento, no podíacreer que se apoyara en ellos para salir de esa fosa. Pero no había otra cosa por hacer, no podía levantarsey caminar. Sintió un gran peso sobre su espalda, reflexionaba miles de ideas en fragmentos de segundo, elmiedo a vivir y enfrentar la situación le invadió, la desesperación después, y la tristeza no se hizo esperar.

Respiró profundo y dejo la mente en blanco con solo una idea: Salir de allí tan rápido como pudiera.

Se arrastro por varios minutos con una determinación criminal en su rostro, y no lo encontraba, no habíatierra, no había una orilla cercana en la fosa, tan grande era ese mar de luto. Y cuando por fin tocó el bordede tierra suelta, exhalo un suspiro. Musito entre labios “viva cristo rey” y busco el escapulario que debíaestar colgado en su pecho, pero no era así... ¿Cómo podía haberlo perdido? Era un regalo de su madre... laposesión más sagrada que su familia le había dejado... la anciana se lo había encargado con tanta pasión…“Cuídalo hijo, nunca te separes de él”

Miguel se tocó la cara en la confusión, en la desesperación, y noto que donde debían estar sus ojos habíaun húmedo vacío que manchaba sus dedos, los parpados se sintieron flácidos al ser acariciados por lasyemas de sus dedos. Nervioso, recorrió las cuencas oculares. Alejo las manos mientras el rayo de unescalofrió le paralizaba. Su mente no terminaba de asimilar su estado cuando sintió el jalón.

Decenas de frías manos le desgarraban la piel, los cadáveres hacían espacio y lo alejaban del viento, lollevaron a las profundidades de la fosa. Ya no se pudo mover. Pensar le era imposible. ¿Hablar y pedirauxilio? No podía hacerlo por el terror.

Alcanzo a distinguir pisadas, balbuceos y risas, allá cerca del borde de la fosa.

Después, todo se volvió calor.

Miguel solo pudo salir de la fosa al amanecer, cuando sus cenizas se esparcieron por el viento de lamontaña.

En la fosa

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El Último Brindis dedon Porfirio: ¿quépasaba entonces enSonora?

Carlos Mocada Ochoa

No debo entrar en materia sin reconocer lo que lacomunidad cultural de Sonora le debe a Rafael de

Tovar y de Teresa, nuestro amigo y distinguido visitante.Gracias a su gestión como presidente del Consejo Nacionalpara la Cultura y las Artes, se integró el.Fondo Estatal parala Cultura y las Artes en marzo de 1993. Del conveniorespectivo se desprendieron otros nueves que sirvieronpara crear y sostener el Fondo Regional para la Cultura ylas Artes, con las cuatro entidades federativas delNoroeste,.Un desierto para la danza. 1993, Alas y raíces alos niños y otros programas.

El gusto de recibirlo está plenamente justificado.

El libro que hoy viene a presentarnos, de. EdicionesSantillana, se abre con la carta del enamorado galáncincuentón a la chamaca inquietante de 17: la carta delgeneral Díaz a la tierna muchacha que fue su segundaesposa. La obra consta de

4 partes: La ceremonia del grito.- Las fiestas delCentenario.- La resaca del Centenario (1921). El Epílogo.

La herencia política

“Porfirio Díaz, personaje protagónico del Siglo XIX, aquien en ocasiones olvidamos analizar en el claro oscurode la dimensión política de aquel siglo convulso –y porello nos conformamos con una explicación rápida yconcentrada en sus últimos años”, escribe en la página 14.

No nos conformemos, por lo que toca a Sonora, conanalizarlo sólo por sus actos de los últimos años. Veamosque pasó en materia política en Sonora durante aquellosaños de dictadura.

El general Luis E. Torres asume el gobierno en 1880.

Carlos R. Ortiz entra para el lapso 1881-83. Pero no seavino con el grupo y éste lo echó del poder en octubre de1882

Luis Torres otra vez, de 1883 a 1887. Ramón Corral Verdugofue su secretario de gobierno.

El general Lorenzo Torres, fue elegido gobernador parael periodo de 1887 a 1891 y Corral vicegobernador, pero elprimero, un militar de los la cabeza a los pies era alérgico ala política, pidió licencia a los pocos días, y Corral pasóa aser gobernador.

Luis E. Torres ¡una vez más! de 1891 a 1895 con RafaelIzábal de vicegobernador y Corral de Secretario deGobierno. El trío instalado en el Palacio de Gobierno comosus dueños.

De 1895 a 1899, Corral. Ya le tocaba ser el jefe.

Para 1899-1903, Luis E. Torres, pero sale con licencia y losustituye Rafael Izábal. Éste se retira a principios de 1903en forma estratégica; lo hizo para poder ser elegidogobernador 1903-1907.

Mientras que Ramón Corral escalaba ya posicionesnacionales envidiables: secretario de Gobernación y, almismo tiempo, Vicepresidente de la República, nadie sesorprendió de que entrara al palacio como a su casa, LuisE.Torres, de 1907 a 1909.

A lo largo de 30 años, tres individuos se alternaron en elpoder. Fue la enseñanza política del porfiriato.

Tres grandes obras para Sonora

Sonora estuvo prácticamente aislada durante aquellosdatos. Había que tomar el barco en Guaymas para viajar aLa Paz, Baja California, o a Manzanillo, de donde secontinuaba hacia el sur del país. En 1881, es decir, en losalbores de la dictadura, se podía viajar por ferrocarril deHermosillo a Guaymas y dos años después también aNogales; pero hasta 1905 se funda Empalme, para proseguirdesde allí el tendido de las vías hacia el resto de la República.Se estaba abriendo la ruta para beneficio de losrevolucionarios, pero nadie lo imaginaba.

La celebración del centenario de la Independencia seconcentró en forma notable y mayoritaria en la Ciudad deMéxico, igual que sucedió con los festejos del bicentenario.Es explicable en la medida en que a los políticos interesanlos escaparates grandes y bien iluminados. En Sonoraqueda como recuerdo del primer centenario la estatua dedon Miguel Hidalgo y Costilla, ubicada en el corazón deHermosillo.

“La Ciudad de México, dice el autor, sin duda fue la querecibió los mayores beneficios del porfiriato” (p. 59), perotambién se construyeron obras diversas en buena partede las capitales de los estados.

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Es cierto; entre 1883 y 1909, don Porfirio auspició laconstrucción de excelentes teatros en Guadalajara (elSantos Degollado), Zacatecas (el Fernando Calderón),Chihuahua (De los Héroes), Guanajuato (el Juárez), SanLuis Potosí (De la Paz), Mérida (el José Peón y Contreras),Oaxaca (el Macedonio Alcalá. Todos son bellas obrasarquitectónicas que, salvo el Teatro de los Héroes, que seincendió, se conservan en buenas condiciones.

También Sonora recibió lo suyo: obras importantes quepara siempre nos recordarán a don Porfirio. Y además,geográficamente bien distribuidas. En Hermosillo seconstruyó la Penitenciaría, junto a la piedra viva del Cerrode la Campana que aumenta los calores de julio y agosto.En Guaymas se construyó la Penitenciaría, de donde haceapenas unos quince años fueron sacados los asquerososhacinamientos. Y en Cananea se construyó la Penitenciaríainaugurada en 1903, apenas a tiempo para encerrar allí alos peligrosos agitadores en huelga en 1906. No podemosquejarnos de que el porfiriato no hubiera mirado haciaSonora.

Pero para que no crean ustedes, señores y señoras, queestoy enojado con don Porfirio, mencionaré algunas obraspositivas: las extraordinarias esculturas del general IgnacioPesqueira y del general Jesús María Morales. Don Porfiriopidió a los gobernadores que patrocinaran cada uno dosestatuas de sus próceres de la Reforma, para colocarlassobre esta avenida. Réplicas de aquellas dos se puedenapreciar aquí, en el patio interior del Palacio de Gobierno.

(El orador se aparta del texto, cuenta que la estatua dePesqueira, en México, fue chocada por un ebrio en 1987, yque restauraron la placa alusiva con una falta de ortografíay una fecha errónea, que constituyen una vergüenza.Sugiere al presidente municipal, que se hallaba presente,que convenza al gobernador Guillermo Padrés de queordene las correcciones pertinentes).

La aportación moral de Limantour

También hay que agradecer las aportaciones morales.

Hace algunas semanas contaba yo aquí, en CiudadObregón, cómo les había ido a los periodistas sonorensesbajo los gobiernos porfiristas, y no voy a repetir losnombres de quienes fueron perseguidos, encarcelados,humillados, despojados de sus imprentas. Traigo el tema acolación porque se asienta, en este libro de Rafael Tovar,que la relación del gobierno con la prensa, al principiodifícil, “se suavizó desde el preciso instante en que seentregaron las primeras prebendas” (p. 78). Sin embargo,don Porfirio no estaba satisfecho del trato que la prensadaba a su gobierno, y resolvió cortar todas lassubvenciones para dar una importante a “El Imparcial”,

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nada menos que 50,000 pesos. Fue una carambolaperfecta, porque al tiempo que aseguró un elogiador quelograba tirajes de 150 mil ejemplares diarios, ayudó a bienmorir a los periódicos que daban cabida a vocesindependientes. Entre los muertos quedó el legendario“Siglo XIX”.

No todo fue negativo en este renglón. Les ruego escucharestos hermosos pensamientos que el secretario de Haci-enda don José Yves Limantour dejó plasmados en su libro“Apuntes sobre mi vida pública”:

En cuanto a favores pecuniarios, es sabido por las per-sonas bien informadas, aunque en público se crea locontrario, que siempre me opuse al reparto de subvencionesa los órganos periodísticos, y esto no sólo por eldesperdicio de fondos y por razones morales, sino tambiénpor el mal empleo que de las subvenciones hicieron algunosministros utilizándolas para adquirir prestigio personal,cuando no era para atacar a sus colegas del gabinete.

El señor Limantour agrega, a sus nobles expresiones,inmediatamente después del punto y seguido, lo siguiente:

Mas como con frecuencia los gobiernos necesitan trataren público ciertas cuestiones sin tomar la forma oficial,cosa que sucede particularmente en los países en que lasmasas son poco o nada ilustradas, admití la idea de que unperiódico de mucha circulación fuese el encargado deexplicar y defender los actos, proyectos y determinacionesdel gobierno, en una forma clara, amena, y que estuviesemás al alcance de todos, que la empleada por el periódicooficial. Este fue el papel que llenó satisfactoriamente ElImparcial, recibiendo en cambio un subsidio que –hay quedecirlo en alta voz-, no estaba en relación con los grandesservicios que prestó al gobierno, y que ni fue solicitado, niel dueño mostró el menor empeño en conservar cuando enalgunas ocasiones se trató de suprimir el órgano oficioso.Lo digo aquí porque me consta personalmente, y a títulode testimonio honroso que rindo con gusto al director ypropietario de dicho periódico.

De modo que recibimos también del porfirismo, losubrayo, lecciones de ética: un periódico vendido secondujo, según Limantour, con dignidad.

En El Último Brindis de don Porfirio estuvo presente elsonorense Ramón Corral Verdugo, gobernador de Sonoracuantas veces le vino en gana. Era entonces ministro deGobernación y Vicepresidente de la República. Suscoterráneos alimentaban la ilusión de que con Porfirio, queen 1910 acababa de reelegirse para seis años, se muriera yle dejara el cargo a don Ramón. Pero la noche del brindisestaba enfermo. “Tenía el aspecto de un valetudinario –leescribe al señor Limantour uno de sus colaboradores,

Roberto Núñez—, de igual o poca menor edad que el gen-eral Díaz, y no sería remoto que este último sobreviviera adon Ramón” (p. 121).

Esta predicción se cumplió. Don Porfirio vivió tres añosmás que don Ramón Corral aunque a ninguno de los dospudo haberles servido vivir más tiempo. La Revoluciónlos había echado del poder y del continente americanopara siempre.

La riqueza iconográfica

Quedan multitud de episodios qué comentar y depersonajes qué recordar. Yo me he limitado a hablar de lossucesos de Sonora en el marco del porfiriato. No resisto latentación, sin embargo, de contar lo que vivió elsubsecretario de Relaciones Federico Gamboa, el autor de“Santa”, cuando desde el balcón del Palacio Nacionalescuchó gritos destemplados. Abajo, se había colado enel desfile oficial un grupo de escandalosos que llevaban alfrente un gran retrato. El embajador alemán, que no sabíauna palabra de español, se acercó a don Federico y lepreguntó qué pasaba. “Le lanzan vivas al señor presidenteDíaz”, respondió el novelista. “¿Y ese retrato?”, preguntóel alemán. “Es del señor Presidente, respondió Gamboa,pero de cuando era joven”.

Sobre la rica información de los eventos conmemorativosdel centenario, destaco el tesoro iconográfico. Lasfotografías de los personajes, encabezados por don Porfirioy su esposa, y de los políticos de la época, así como losedificios públicos, fotostáticas de los diarios y de losboletos y contraseñas de los grandes bailes, ayudan aredondear el ambiente de la época.

La historia nos juega curiosas jugarretas a los sereshumanos, como el hecho de que la rumbosa celebracióndel centenario, donde don Porfirio entonó su canto delcisne, según lo expresa Rafael Tovar y de Teresa, quedópor encima de la desmayada conmemoración, en 1921, delfin de la lucha de la Independencia. Era Presidente de laRepública don Álvaro Obregón.

No deja de ser también una jugarreta del tiempo que elaño pasado la celebración del centenario de la Revoluciónhaya estado bajo la responsabilidad de un gobierno dederecha, tanto a nivel federal como en el Estado de Sonora.

Cd. Obregón, 23 de febrero de 2011.

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José Escobar Zavala, Cronista de Cajeme

Una respetable cantidad de millones de pesos destinóel pasado año 2010 nuestro gobierno en los festejos

conmemorativos del Bicentenario de inicio de laIndependencia, y Centenario de la Revolución Mexicana.Se trataba evidentemente en ele caso específico de laIndependencia, de superar con mucho el esplendor de lasfiestas que organizó el gobierno de Porfirio Díaz en 1910.

Para los analistas y la gente pensante no ameritaba ungasto tan excesivo en un país donde se incrementa añotras año el número de pobres en extrema pobreza. En cambio,el boato que distinguió al programa de eventos en elporfiriato si se justificaba, porque entonces la economíade México era saludable, la red de ferrocarriles se extendíapor toda la provincia, creando nuevos centros depoblación y oportunidades de trabajo, progreso ydesarrollo, al amparo de la paridad cambiaria.

Fructificaban también en política exterior los conveniosbilaterales y los proyectos de comercialización eintercambio con países europeos y asiáticos. El propósitodel presidente Díaz era de fomentar todavía más losconvenios y las relaciones con potencias como Francia,Italia, Alemania y Japón. Iban por buen camino lasgestiones para obtener crédito con intereses más bajosque los concertados con los Estados Unidos; cuya deudaestaba ya por saldar. En cambio ahora los festejostrascurrieron no solo en una situación de agobio porproblemas socioeconómicos, sino en el marco de unescalofriante ambiente de inseguridad pública, comoconsecuencia de la guerra interna contra el narcotráfico yel crimen organizado.

De todo esto habló aquí en Ciudad Obregón el pasado 23de febrero, el gran promotor cultural e historiador mexicano,Rafael Tovar y de Teresa, al hacer la presentación de sulibro “El último brindis de don Porfirio”, aclarandopreviamente que su propósito no era el de rendir loas alporfiriato, sino simplemente con fotografías y documentosirrefutables, mostrar los logros alcanzados por nuestropaís en 30 años de dictadura” todo para que ustedes – dijoa los asistentes-, saquen sus propias conclusiones”.

La postura de Tovar y de Teresa concuerda con loexpresado por otro gran escritor e historiador, GustavoCasasola, en su libro “Biografía Ilustrada del Gral. PorfirioDíaz”. Su comentario es breve, pero va directamente algrano, en los siguientes términos:

“Con este libro, que terminó de imprimirse el 5 de febrerode 1970, doy inicio a una serie de biografías ilustradas delos personajes más sobresalientes de nuestra historia.

Porfirio Díaz Mori que dejó la carrera de letras por la delas armas, llegó a ser uno de los mejores generales; fue unadmirable guerrillero; un militar que infundía respeto y dabaejemplo a sus tropas; poseía la cualidad de ser un buenadministrador; fue leal a sus ideas liberales y a la patria; de1867 en adelante, su vida política, militar, así comofuncionario público, la historia lo juzgará”.

Quiere decir lo anterior que a un precio muy alto, la dobleconmemoración del año pasado ha servido para hacer uncomparativo con la situación que el país vive actualmente,para desentrañar una verdad que a lo largo del pasadosiglo se ha tratado desvirtuar. Y si hoy ha sido posible,hay que reconocer que en mucho ha tenido que ver lalibertad de expresión que impera actualmente.

De otra manera no hubieran podido salir los trapitos alsol de figuras de tanto relieve como el Padre de la Patria,Miguel Hidalgo y Costilla, y el Generalísimo José MaríaMorelos y Pavón, en lo referente a intimidades que solocorresponden a la vida privada. El caso es que fueronrevelados testimonios de vida conyugal que jamás habíansido divulgados, por temor, claro está, a las consecuenciasque ello pudiera acarrear.

Ha sido un logro, pues, de alta significación, la presenciaaunque efímera de Rafael Tovar y de Teresa, gracias a lainvitación que le fue formulada por la infatigable promotoracultural, Irma Arana Rodríguez, presidenta de la Agrupaciónpara las Bellas Artes, A.C. (Apalba) y fundadora de YukuJeeka, la revista que usted tiene en sus manos.

Centenario yBicentenario

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“Al interpretar hay que contar la historia de la pieza,eso es importante” - John Williams

John Williams es uno de los grandes intérpretes de laguitarra de todos los tiempos. Desde muy joven dio

muestras de una inusual calidad técnica y musical, notablepor su interpretación siempre segura, clara y limpia. A lolargo de su carrera ha realizado una gran cantidad degrabaciones fonográficas, muchas de ellas son los álbumesmás vendidos de guitarra clásica. Ha vuelto una y otra veza grabar algunas obras seguramente al no estar conformecon ellas al paso del tiempo, quedando por lo tanto registrode interpretaciones muy diferentes, y es que Williams esuno de esos músicos perfeccionistas profundamente críticos y autocríticos que nunca deja de aprender,encontrar nuevas ópticas para abordar el repertorio ocualquier pretexto para mejorar lo anterior. Es uninstrumentista al cual no se le puede encasillar en un estiloya que desborda el repertorio típico del guitarrista clásico

Javier Martínez Rosas

e incursiona incluso al jazz, a las corrientescontemporáneas y sobre todo se abre a las «otras músicas»de distintas culturas. Como ningún otro guitarrista, haampliado las fronteras del mundo de la guitarra.

Por dos ocasiones, en el año 2005, en la ciudad deMonterrey, México, John Williams cautivó al público condos programas totalmente diferentes. En el primero,acontecido el 10 de enero, ejecutó mayormente obras decarácter folclórico de compositores venezolanos, unamúsica de gran riqueza rítmica y melódica que son de unaalta dificultad técnica. Pero la pieza fuerte del programa fueKoyunbaba de Carlo Domeniconi, una obra difícil declasificar, pero que contiene una fuerte influencia de lamúsica de Medio Oriente. En el segundo recital, 15 deoctubre, abordó algo de la exquisita música de Albéniz, sinembargo, su ejecución de la Chacona de Bach opacó pormucho el resto del repertorio. Un aparente estoico JohnWilliams dejó sin aliento al público con una interpretaciónsublime de esta obra maestra que en su transcripción a

John Williams

Un guitarrista sin fr onteras

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otro instrumento (originalmente es para violín) causa no a pocos urticaria, pero ésta versión realizadaWilliams seguramente convenció a más de uno de los reacios. Este momento bien puede ser el másálgido de los recitales de guitarra acontecidos en esta ciudad.

Durante su estancia, además de los recitales, ofreció clase magistral. Los entusiastas de la guitarrase abalanzaron para escuchar al gran gurú de la guitarra. En sus comentarios, enfatizó que la músicaes parte de la cultura y de la esencia de una sociedad y no un código de reglas. Las obras tienen uncontexto que expresan una parte de la cultura en una época y lugar, por lo que entonces, lasinterpretaciones nacen y crecen del estilo de esa cultura, y comprendiendo esto, entonces es posibleinterpretar correctamente de diversas maneras, siendo el aspecto más importante a tomar en cuenta.

“Cuando tocamos danzas que se originaron realmente como danzas, entre ellas muchas renacentistasy barrocas, eran bailables. Actualmente ya no se bailan cuando se tocan, pero la estructura y el ritmoestán hechos para la práctica de la danza. Hoy en día tenemos el tango, habaneras, etcétera, que sehan transformado a formas instrumentales que no bailamos, pero la música debe mantener esaesencia, en ella se debe encapsular el carácter. Hacer esto es como hacer un dibujo de alguien,sabemos que no es real, pero podemos distinguir quién es porque podemos reconocer rasgoscaracterísticos”.

“Cuando una pieza es clásica pero está basada en un estilo popular, prefiero inclinarme hacia lopopular a la hora de interpretar. Es un tópico interesante, habrá quien no esté de acuerdo. Hay formasy ritmos que se han formalizado como en Robert de Viseé, Gaspar Sánz, etcétera, pero esos ritmosson de danzas populares. Los minuetos, gavotas, gigas, todas esas danzas barrocas son de origenpopular, cierto, se han formalizado, pero la estructura de los ritmos son iguales que las danzaspopulares. La música que estaba dominando en Europa venía de organizaciones tempranas de lavida citadina, y de la afluencia de la música de los campesinos que migraban a las ciudades”.

También, hizo una crítica al estilo tradicional de enseñar solfeo e interpretación, mencionando queantes, una buena interpretación debía guardar exactamente lo escrito, los tiempos, las duraciones ylos acentos del primer tiempo de cada compás. Pero que ahora, esto ya suena ridículo y que esequivocado para él. Mencionó que mucho de esto lo aprendió de Carlo Barrone.

“Me gusta pensar en la guitarra, un instrumento maravilloso, no como un instrumento que alcanzósu esplendor en el siglo XIX, sino que viene destacando en cada época desde la antigüedad hastael presente. Si bien el siglo XIX fue muy importante en la historia de la guitarra, tenemos que ser muyprecavidos. Tenemos que rechazar la idea de la música clásica centrada en Europa, lo digo por elvalor bueno de la música. No olvidemos que la guitarra es el instrumento más popular del mundo,que está en la cultura de todos los países, allí está el reto de mezclar lo popular con lo clásico”.

Hizo notar cómo después de tantos siglos de mirar todos hacia Europa, de ser el modelo, elinteresante hecho de que ahora los papeles se han invertido y Europa mira a los paíseslatinoamericanos, africanos y orientales para nutrirse, para descubrir nuevas ideas al sentirse elagotamiento de la creatividad.

Finalmente, recomendó que se escuchara la música de manera que sea como observar un panoramatotal, ya que tendemos a detenemos en un detalle, y por ello “dejamos de ver el bosque por verramitas”.

Javier Martínez Rosas (Cd. Obregón, 1980) es melómano, guitarrista y profesor en la Facultad de Música dela UANL. Estudia Humanidades en la Universidad de Monterrey.

Artículo publicado en: http://ricercares.blogspot.com

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Roberto Arizmendi

La poesía entraña un recuento de lucha y amor; unamanifestación clara y abierta de la vivencia cotidiana,

en donde confluyen la búsqueda como actitud de vida, elcompromiso político, la congruencia ideológica, el dolor,la incertidumbre, el reconocimiento personal de limitacionese impotencias, fundamentadas en el amor. Amor comoesencia de vida; amor social e individual; líneas quepretenden expresar el poema vivido o la bella experienciade que el poeta pueda decir sus penas, miedos, fantasmasy alegrías.

La creación literaria es un reflejo del escritor. De suexperiencia cotidiana. De sus vivencias personales o desu mundo. Del color de sus angustias o del clima de susdías. De sus aciertos y torpezas o de sus bellos espaciosartificialmente creados para gozo del espíritu, en medio dela rutina cotidiana que destruye.

Habrá que ser poeta en medio del gozo y del infierno delhombre. Ya Jaime Sabines nos previno de hacer una poesíaperfecta pero aséptica, en donde a través de versosimpecables y perfectos no se trasluzca el hombre, ni seperciba al poeta con sus soles y sus manchas, con suspequeñas o grandes marcas de lodo que lo estigmen. Porqueno se puede creer en los hombres perfectos, como NicolásGuillén no creyó en los seres químicamente puros. Muchopodrá decirse o escribirse sobre el purismo de las técnicasliterarias y la capacidad del escritor de permitir, a través desu creación, que la gente incursione por los caminos, claroso grises, de su vida y de su mente.

Se crea por necesidad vital, como por la misma razónMozart escribía su música aún en el lecho de muerte o VanGogh deslizaba sus pinceles sobre la tela a pesar de laspresiones cotidianas y la censura de las escuelas pictóricasen voga.

Luis Cardoza y Aragón señaló que “la poesía es unaesencia tan concreta que, por concreta, es indefinible. Estáen todas partes, y aún, algunas veces, en los versos. Lapoesía no es un género -dice-, sino un deslumbramiento;la única prueba concreta de la existencia del hombre”.

Se escribe por la exigencia interna de expresar, de decirde esa manera el mundo de fantasmas personales que secrean.

La creación literaria, como cualquier creación artística, esal mismo tiempo reflejo y recreación de sí mismo, juego deespejos cóncavos y convexos donde se distorsiona elmundo y se dibujan los fantasmas personales, pero más

agudos, más aluci-nantes. Se reflejan lasoledad y el amor; losespacios de angustia ylos momentos deerotismo o se creanfuturos recuerdos encada minuto de la vida.

La creación es válida,fundamentalmente,como expresión per-sonal; una expresión de sí y del pensamiento, endisposición de compartirse. El receptor hará su propialectura y le dará el sentido y contenido que su ser le otorgue.

Quienes hacen del ejercicio de la crítica un recurso dereflexión y análisis, darán su aporte. Si compagina con susvalores estéticos vendrá la alabanza y si no elcuestionamiento. Si todos los artistas crearan sin miedo ala crítica, el espacio histórico sería más rico en posibilidadesde desarrollo del arte. Si no hubiese temor de mostrar ydifundir lo que se cree y piensa, habría más posibilidadespara ir depurando la sensibilidad y enriqueciendo losvalores personales y sociales.

Cada uno vamos andando por el camino del tiempo,escoltados y vigilados por seres que no entienden nuestrautopía o nuestras alucinaciones, y nos alteran, noscondicionan, nos hacen dudar y enloquecer. Remedios Varopinta hermosamente en “La llamada” esta condición devida. Pero esto es, precisamente, el espacio vital en dondeestamos y a partir de él y sus experiencias y sus influjos,es que va generándose el espacio fantasmagórico, mítico,de la creación.

El artista, al crear, en cierto modo subvierte el ordenestablecido, las leyes sociales y físicas, altera el universoy se convierte así, en un culpable confeso, que deambulaprófugo de la justicia de los “normales” para entrar almundo de la locura creativa y no salir más de él, sino porrazones de supervivencia.

El escritor se sienta un día con el firme propósito de dejarque la pluma se deslice sobre el papel, sin tasa, sinprejuicio, sin limitaciones de ninguna especie. Aparece derepente la realidad cotidiana con sus ruidos y sus vocesque difieren del mundo que está recreando. Entonces de-cide que sólo la noche puede darle unidad a su universo.

La poesía, esencia del ser

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Al principio era el verbo y el verbo se encarnó y habitóentre nosotros….

Juan 1:14

Nunca como antes, por lo menos de manera general,habíamos asistido a tal deterioro del lenguaje. Hace

algunas décadas, entre los diferentes grupos sociales,escuchábamos un argot propio. Los médicos tenían supropia jerga, los burócratas otra, los niños y los jóveneslas suyas, las madres de familia y los maestros también.Sin embargo, en el lenguaje cotidiano, el que nos es comúna todos, se usaban palabras sencillas pero adecuadas paraaludir a tal o cual cosa, a tal o cual situación y lacomunicación fluía sin mayores sobresaltos. Cuando unvocablo nuevo era introducido, éste era casi siempreasimilado poco a poco y se refería, sobre todo, a algúninvento tecnológico, científico o a algún fenómeno socialsin precedentes. A veces también designaba algunanovedad en el terreno de la moda o de alguna corrienteartística, como un nuevo tipo de composición musical oestilo de pintura o de literatura.

El lenguaje es lo que nos distingue de los animales. Lacapacidad no sólo de articular y emitir sonidos, sino deformarnos conceptos abstractos al nombrar objetos através de signos tan complejos como lo son las palabras,es lo que nos ha permitido “evolucionar” y sobresalir conrespecto de, por ejemplo, la mayoría delos primates. Lapalabra, hablada o escrita, es nuestro rasgo característico.Con las palabras asimos el mundo que nos rodea. Conellas manifestamos odio, amor, furia, rencor, pasión,asombro, admiración, respeto. Con las palabras hablamoscon Dios, a través de la oración.

Hoy, tristemente, vemos cómo las palabras han perdidosu sentido real, su valor, su peso y, lo que es peor, hancedido su lugar a una serie de barbarismos, groserías ymaldiciones con las cuales nos referimos a todo cuantonos rodea. Y esto no es exclusivo de un sector de lapoblación. Hoy en día, no hay distinción (al menos encuanto al vocabulario) entre un albañil y un egresado deuna universidad de prestigio. Con todo el respeto que memerecen los albañiles y sin afán de menospreciar suprofesión, que es tanto o más útil que muchas otras, lospongo como ejemplo porque hubo una época en que en el

imaginario colectivo eran los albañiles el estrato más bajoen la esfera social urbana y dentro del cual era más comúnescuchar el tipo de palabras que ahora están “de moda”entre los chavitos y chavitas “nice”, entre las amas decasa tipo “desperate housewives”, entre los maestros,médicos y profesionistas clase media y alta. Si no se dicengroserías, no se es “cool”; si no decimos “wey”, “quéweba”, “no manches (o peor)”, no somos “nice people”(nótese que también están de moda los anglicismos). Sinembargo, entre todas esas malas palabras, hay una queparece haberse instalado muy adentro de nuestra sociedad,sobre todo acá, en el Norte. Sí, efectivamente, la quecomienza con “v” y que en la antigüedad designaba almástil más alto de una embarcación mercantil o tambiénpara referirse a una medida equivalente a dos codos.

La “dichosa palabra” se ha vuelto tan común que losmaestros universitarios no sólo parecen no darse cuentade que sus alumnos la usan indistintamente para nombrartodo, sino que ellos mismos la dicen. Los padres de familiaya no reprenden a sus hijos por decirla, sino que les“festejan” su vocabulario florido y se convencen de que“así son los chavos ahora”. Entre los niños, por ejemplo,decir o no decir “la dichosa palabra” es lo que determinaráque sean o no aceptados en el círculo de amigos al quequieren entrar. Entre los “hombres”, es simplementecuestión de eso, de virilidad, de hombría, de valentía, defuerza.

Quien no la dice, no es hombre, por lo menos en el sentidoen que ellos conciben lo que debe ser un hombre en laactualidad. Porque en mi niñez, el concepto de hombre(por lo menos de adulto responsable y maduro) era el dealguien que se comportaba de acuerdo a su edad, quehablaba de cosas interesantes con sus amigos (todos desu edad, por cierto); que se reía discretamente de algúnchascarrillo “subido de color”, que sabía responder por sufamilia, imponer su autoridad y hacerse respetar por sushijos sin necesidad de darles muchas explicaciones niponiendo pretextos para justificar su propia conducta, sinosimplemente predicando con el ejemplo.

Y yo me pregunto, ¿ser hombre es sinónimo de ser grosero,rudo, gritón y fantoche? ¿Ser hombre es alardear de quiénla tiene más grande (la camioneta, digo)? ¿O fanfarronearde cuántas “viejas” tenemos o a cuántas mantenemos? Yo, como mujer, más bien pienso que ser hombre es algo

LA DICHOSA PALABRATeresa Padrón Benavides

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muy complejo, muy difícil y que no tiene nada que vercon la idea que de hombre tenemos actualmente. Unhombre es alguien que asume su responsabilidad convalentía, que sabe argumentar, discutir, discernir, ponderar,antes de emitir un juicio. Un hombre es quien sale todoslos días de su casa con la plena convicción de que es útilno sólo para su familia, sino para la sociedad en la que sedesempeña y que hace su trabajo lo mejor posible. Unhombre de verdad es quien acepta su vulnerabilidad, suincapacidad de solventar u enfrentar él solo los problemascotidianos y de valorar la ayuda que en ese sentido leofrece su compañera (o compañero). Un hombre es quienrespeta y se hace respetar no con gritos, golpes ni insultos(mucho menos a punta de balazos), sino sirviendo demodelo, llevando una vida buena, en todos los sentidos.

Este concepto de hombre está muy lejos de ser el queprevalece en nuestra sociedad. Hay un “culto al falo”, tanarraigado entre los “hombres” (nótense las comillas), queno pueden dejar de decir la “dichosa palabra”. ¡Ah! Peroestos machitos están convencidos de que este privilegiodebe ser exclusivo de ellos, de los “batos”. ¡Ay de la viejaque se atreva a decir “la dichosa palabra” delante de ellos!¡Le rompemos el hocico! –dicen. Y ¿por qué precisamente,de entre las miles de malas palabras que sabemos, tuvimosque elegir “esa”?

El filósofo Héctor Islas Azais, especialista en cuestionesde ética y filosofía del lenguaje, nos dice, en su ensayotitulado “Lenguaje y discriminación”, que las palabras, nosólo sirven para nombrar lo que nos rodea, sino que conellas expresamos ideas, sentimientos, percepciones de larealidad. Que el lenguaje que usamos determina nuestra

percepción de la realidad, pero también, en cierto sentido,“crean” la realidad que nos circunda. Cito: “Las palabras,más allá de ser herramientas clasificatorias, y más allá desus consecuencias políticas y morales, importan porque ellenguaje influye en nuestra percepción dela realidad,condiciona nuestro pensamiento y determina nuestra visióndel mundo…. Las palabras importan no tanto por lo quehacen, sino por lo que nos hacen” (las cursivas son mías).

Si la tesis de Islas es cierta, significa que nuestra idea delmundo es no sólo pobre, vacía, carente de sentido, sinoque es, peor aún, algo que no tiene valor alguno o, másbien que su valor equivale a algo que designamos con “ladichosa palabra”. Y si es así, entonces estamosincapacitados, tanto verbal como intelectualmente, paraapreciar la vida en su justa dimensión, para concederle unvalor intrínseco, para admirar la belleza, para sorprendernosante la maravilla que nos rodea. Y este desprecio por lavida en general pero, sobre todo, por la vida propia, noscondena a ser cada día más bestias, menos hombres. Aseguir inmersos en la estupidez, en la violencia, en labrutalidad y en la ignorancia.

Porque cuando una palabra se ha instalado tanhondamente en el lenguaje cotidiano de un pueblo y se haconvertido en parte de su cultura, es reflejo de lo que esepueblo piensa y cree de sí mismo y de los demás. Es reflejodel aprecio o el desprecio que ese pueblo o esa culturatengan por la vida. Y yo me niego a creer que la vida, tanvaliosa como es para mi, pueda ser aprehendida con “ladichosa palabra”. Más bien, creo firmemente que la vidadebe de sacralizarse, o, desde el agnosticismo, deapreciarse por lo que de inaprensible y misteriosa nosresulta. Si no tenemos esa idea de la vida, jamás lavaloraremos en su justa dimensión y, por lo tanto, tampocotendremos las palabras justas para nombrar todo lo quesignifica.

Teresa de Jesús Padrón Benavides

Tere Padrón .

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Murió Alí Chumaceromi casa se mojaen Juárez catorce chicos murieron anochey trece más en Tijuana su camino siguieron….se moja mi almaarden las balaspor sangre inocente vaciada….

Mi casa se moja-y el plomero que no llega-mientras el cielo reclamay reclama y reclama y reclama…..por almas por el diablo enviadas…..

A tiempo te moriste,Alí poeta,a tiempo te moristea tiempo…

De no oír el clamorque de Tijuana a Juárezdel arcano los brazos del padre reclaman,ni el fragor del silencio cercenadopor el chillido del hermanoo el bramido de la madre deshijada….

Dime Alí,-sí, tú, el de “Realidad y sueño”retratista del “silencio desnudomás que la sangre muda de hospitalmuerta en el abandono”si del mismo silencio hablamos-¿qué haces cuando el narcote cobra el espacio del parqueen donde anónimos Titosentrenan a tanto desvalagado chamaco,o cuando miras a la policíavaliendo solo cuatro mil mensualesque igual para mierda la cosa alcanzan?¿a quién debo esta realidad?¿a quién la traición a mi sueño, a quién?

Se moja mi almay arden las balaspues solo el eco responde:“¿a quién, a quién, a quién?......”

Por las de AlíChumacero y otrasmuertes a gritoslloradas….

Perla Julieta Ortiz Murray

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Andrés Hax

Tras leer el contrato que viene adjunto con un Kindle,este cronista ha llegado a una obvia pero

desconsoladora conclusión. Los libros electrónicossustraen del Libro lo que debería ser su condición básica ymás excelente: la soledad, la privacidad y la libertad depensar y actuar sobre un texto.

En lo que va del año la noticia más impactante sobre el e-book no tuvo nada que ver, de rigor, con los e-books.Estamos hablando del cierre de la librería estadounidenseBorders, una cadena nacional que en a fines del 2010 teníamás de 500 megatiendas en ese país. Una de las causasprincipales en la estrepitosa caída de ventas que resultóen la declaración de bancarrota por la empresa el 16 defebrero de este año es el pase de los consumidores al libroelectrónico, en obvio detrimento de los libros hechos yderechos. Es profundamente irónico que los bibliófilosestadounidenses estuvieran de luto por una organizaciónque hace unos diez años, no más, era odiada por los mismosbibliófilos por amenazar la supervivencia de las libreríasindependientes. Aunque el libro electrónico esta en suplena infancia ya está claro es que no va ser una novedadpasajera. La tableta de lectura más popular, el Kindle deAmazon, está recién en su segunda versión. Pero las críticasdel Kindle 2 fueron muy positivas, declarando un salto encalidad significativo, tanto en el dispositivo electrónicocomo en la tecnología de tinta-electrónica o e-ink. En estostiempos de crecimiento exponencial de la tecnología unosolo puede imaginar que el Kindle o su símil dentro de unadécada será un aparato formidable.

¿Qué resistencia posible hay frente este cambio deparadigma? ¿Qué podemos decir nosotros que hemospasado nuestras vidas que hemos dado sentido a nuestrasvidas a través de la lectura, compra, colección y relecturade Libros?

Tal vez lo único que nos quede sea resistirindividualmente y, por lo menos, dejar un grito en el aireconstatando nuestra opinión sobre esta revolución demagnitud gutenberguesca.

En esta columna quisiera defender mi opinión: un libroelectrónico no es un libro y nunca será un libro. Y por másventajas que tiene y que tendrá el e-book (a quién no legustaría tener acceso a los contendidos completos de lasgrandes bibliotecas del mundo, algo que, si Google Bookscumple su objetivo, será una realidad) nunca hay queolvidarse que el libro electrónico no solo no es un libro; esun anti-libro. Por más que el contenido textual de, porejemplo, La guerra y la paz, es idéntico en un libro que enun Kindle o un iPad, ese texto electrónico está muy lejosde ser un libro. ¿Por qué? Veamos.

Esto no es un libro

La diferencia más crucial, importante y notable entre unLibro y un libro electrónico es ésta: Cuando uno lee unlibro está solo. Leer un libro es una acción solitaria,silenciosa (o no, si uno lee en voz alta), pero absolutamentepersonal y privada. Por lo contrario, cuando uno lee unlibro electrónico hay siempre una empresa detrás que estáleyendo lo que usted está leyendo. Cada página que davuelta, sus tiempos de lectura, cada anotación que hace, lacolección de libros que tiene (dentro de su tableta), lashoras en cual lee, cuán rápido lee todo, todo, todo,vinculado con la lectura de ese texto, queda registrado enun servidor de una empresa privada.

Se podría enumerar decenas de diferencias más, pero paralos propósitos de esta columna quisiera indagar sobre elsignificado de esta fundamental diferencia entre los Librosy los e-books.

¿Qué significa comprar un Kindle?Comparemos la compra de un Libro y un Kindle.

Libro: entro en una librería, compro un libro con efectivoy me voy. Ese objeto es mío. Listo, se terminó. Si quiero, loquemo para hacer un asado o lo convierto en una obra dearte cortando sus páginas. Si no, lo puedo escribir, subrayar,anotar de la manera que se me antoja: con pinceles de

El libro electrónico...¿es un libro?

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varios colores, con broches, con papeles pegados, escritos,comentando el texto. Se lo puedo prestar a un amigo. Lopuedo dejar en el banco de una plaza para que lo encuentreotro Es mío y lo que hago con él es cosa mía.

Me compro un Kindle. Primero, ese aparato estavinculado a mi nombre, a una tarjeta de crédito mía (no sepuede comprar en cash) que esta vinculada a un domiciliolegal (no puedo tener una tarjeta de crédito sin un domiciliolegal). Aun ni siquiera me he comprado un libro y heentrado en una relación en la cual entrego mis datos másíntimos a un tercero.

El Kindle llega en una caja y, al estilo Apple, viene con unmanual de instrucciones que, coquetamente, enfatiza losencillo que es operar esta maquinita que te dará acceso amiles sobre miles de textos electrónicos. Hasta acá, todobien, ¿no es cierto?

En el Kindle que yo me compré el manual consistía en unlibrito de seis páginas de cartón delgado con cinco plieguesque se abren como un acordeón. La parte delantera es untexto escueto con diagramas claros en papel blanco,brilloso.

Y ahora vamos al Gran Hermano.

Da vuelta el manual y ve cinco páginas de texto chicodebajo de un título humilde que dice Important ProductInformation . O sea, información importante sobre esteproducto.

Y lo que sigue es el contrato que firmó, de facto, al comprarel Kindle y además el contrato que firmarás, de facto, cadavez que compras un texto electrónico para el dispositivo.

El sexto subtexto se titula: Your Conduct . Tu conducto.

¿Perdón? ¡Qué dijo! ¿Mi conducta?

Imagínate de vuelta en la librería. Pagaste tu libro en cashy estas por partir cuando el librero te para: Momentito, tedice. Acercate acá que tienes que firmar un contrato si vasa leer ese libro. Por favor, no se moleste. Es unprocedimiento común que les hacemos a todos nuestrosclientes. Hay unas cláusulas sobre cómo usted puede usarel libro. Igual, no se preocupe si no quiere firmar. Ya letenemos registrado y de hecho por comprar el libro hafirmado el contrato.

Tu conducta

Entre varias otras cosas, está estipulado que no puedesprestar el libro; que, en el caso de diarios y revistas, Ama-zon reserva el derecho de cambiar los términos del contratode compra; el aparato en si, y sus contenidos (tanto soft-ware como hardware) pertenecen a Amazon y no tienes elderecho de interferir con su funcionamiento de ninguna

forma; Amazon recibirá información de tu dispositivo:Anotaciones, bookmarks, apuntes, subrayados o talesmarcas están respaldados por el Servicio, y la Informaciónque recibe es sujeta al contrato de privacidad deAmazon.com

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Hay más: Amazon reserva el derecho de cambiar lascondiciones de este Acuerdo En el caso que lo haga tuuso continuado del dispositivo implica tu acuerdo de estasrevisiones del contrato

Si Amazon decide que tú has quebrado con el contrato ofuturas revisiones del contrato esta en derecho de sus-pender tu uso del dispositivo y cancelar tu acceso a todala información que ellos tienen almacenados sobre tu usodel dispositivo y sus contenidos.

Yo resistiré. No me interesa firmar un contrato para leerun libro. No me interesa que una empresa me imponga lascondiciones de mi lectura. No me interesa cambiarcomodidad por mi privacidad. No me agrada el tonoagresivo ni los términos del contrato en el cual el únicocon poder es la empresa proveedora. No acepto.

Esto no es un libro.

Andrés Hax, periodista argenitno.

Tomado de http://www.bitacora.com.uy/noticia_3546_1.html

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