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CREEMOS EN UNA IGLESIA DE PÁLPITO EN EL PÚLPITO Y DE PÚLPITO EN EL PÁLPITO Creemos en una Iglesia mezclada con la vida de la gente, en la que la celebración sea viva y la vida sea una celebración. Una Iglesia cotidiana, cercana, de andar por casa. Una Iglesia del “no llegamos a fin de mes”, de ojeras por la mañana temprano camino del trabajo, de carrito de la compra y puchero. Una Iglesia que palpita al ritmo de personas buenas y sencillas. Y creemos en una Iglesia donde todos tienen un sitio y algo que decir y aportar. Una Iglesia así no es ajena y es escuchada porque habla de cosas normales, que le sirven a la gente. Creemos en esa Iglesia que hace del corazón de los hombres y mujeres su púlpito desde el que proclamar que Dios está en lo cotidiano cuando hacemos todo con amor. CREEMOS EN UNA IGLESIA QUE CONTEMPLA LAS PATERAS EN LA PATENA Y LA PATENA EN LAS PATERAS Creemos en una Iglesia en la que los empobrecidos son sacramento, lugar preferencial de encuentro con Jesús crucificado. En la Eucaristía hacemos presente a los que sufren por las injusticias, a los que son oprimidos, a los que no importan a nadie, a los crucificados de este mundo. Y en medio del sufrimiento, de la opresión, de la indiferencia y de la cruz hacemos presente a Cristo Vivo en la Eucaristía, de donde brota la fuerza y la esperanza para el cambio, para hacer un poco más cercano el sueño fraternal del Reino de Dios. CREEMOS EN UNA IGLESIA DE CASULLAS EN MEDIO DE LAS CASUCHAS Creemos en una Iglesia de pies descalzos y embarrados por andar entre chabolas, de manos grandes y fuertes por levantar a los que están caídos al borde del camino, de corazón grande por acoger a los que vienen de lejos. Creemos en una Iglesia encarnada en las realidades de

Yo digo Iglesia (CMN)

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Sobre la iglesia

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Page 1: Yo digo Iglesia (CMN)

CREEMOS EN UNA IGLESIA DE PÁLPITO EN EL PÚLPITO Y DE PÚLPITO EN EL PÁLPITO

Creemos en una Iglesia mezclada con la vida de la gente, en la que la celebración sea viva y la vida sea una celebración. Una Iglesia cotidiana, cercana, de andar por casa. Una Iglesia del “no llegamos a fin de mes”, de ojeras por la mañana temprano camino del trabajo, de carrito de la compra y puchero. Una Iglesia que palpita al ritmo de personas buenas y sencillas. Y creemos en una Iglesia donde todos tienen un sitio y algo que decir y aportar. Una Iglesia así no es ajena y es escuchada porque habla de cosas normales, que le sirven a la gente. Creemos en esa Iglesia que hace del corazón de los hombres y mujeres su púlpito desde el que proclamar que Dios está en lo cotidiano cuando hacemos todo con amor.

CREEMOS EN UNA IGLESIA QUE CONTEMPLA LAS PATERAS EN LA PATENA Y LA PATENA EN LAS PATERAS

Creemos en una Iglesia en la que los empobrecidos son sacramento, lugar preferencial de encuentro con Jesús crucificado. En la Eucaristía hacemos presente a los que sufren por las injusticias, a los que son oprimidos, a los que no importan a nadie, a los crucificados de este mundo. Y en medio del sufrimiento, de la opresión, de la indiferencia y de la cruz hacemos presente a Cristo Vivo en la Eucaristía, de donde brota la fuerza y la esperanza para el cambio, para hacer un poco más cercano el sueño fraternal del Reino de Dios.

CREEMOS EN UNA IGLESIA DE CASULLAS EN MEDIO DE LAS CASUCHAS

Creemos en una Iglesia de pies descalzos y embarrados por andar entre chabolas, de manos grandes y fuertes por levantar a los que están caídos al borde del camino, de corazón grande por acoger a los que vienen de lejos. Creemos en una Iglesia encarnada en las realidades de dolor, que está al lado y del lado de los empobrecidos, una Iglesia que con sus casullas abriga al que está desnudo y protege al más débil, una Iglesia que se desnuda para vestir a una Humanidad que tiene frío. Y esta Iglesia es real y la hemos experimentado: en el cura Paco que cada día camina entre la basura luchando por un barrio olvidado; en Pedro Luis que despierta las conciencias de los jóvenes para que otros jóvenes de Africa tengan un futuro; en Sor Juana que cuida como una madre a los enfermos de SIDA; en Perea que lleva aires de libertad a los recluidos en la cárcel, en Amador que pasa su tiempo al lado de los que lo necesitan. Esta Iglesia es la gran Esperanza para este mundo