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Yihadismo en El Mundo Actual

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    CATLOGO GENERAL DE PUBLICACIONES OFICIALEShttp://publicacionesoficiales.boe.es/

    Edita:

    SECRETARAGENERAL

    TCNICA

    Autor y editor, 2014

    NIPO: 083-14-164-1 (impresin bajo demanda)

    Fecha de edicin: septiembre 2014

    http://publicaciones.defensa.gob.es/

    NIPO: 083-14-163-6 (edicin libro-e)

    ISBN: 978-84-9781-968-8 (edicin libro-e)

    Las opiniones emitidas en esta publicacin son exclusiva responsabilidad del autor de la misma.Los derechos de explotacin de esta obra estn amparados por la Ley de Propiedad Intelectual. Ninguna de las partes

    de la misma puede ser reproducida, almacenada ni transmitida en ninguna forma ni por medio alguno, electrnico,mecnico o de grabacin, incluido fotocopias, o por cualquier otra forma, sin permiso previo, expreso y por escrito delos titulares del Copyright.

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    NDICE

    Introduccin

    Yihadismo en el mundo actualMarn Bello Crespo ..................................................................................................... 7Introduccin ............................................................................................................... 7

    Capitulo primero

    Doctrina y accin poltica. Pugnas sobre el islam verdadero. El salafismoFederico Aznar Fernndez-Montesinos ................................................................... 171. Las referencias .................................................................................................... 182. Definicin del fenmeno. Las categoras del debate .................................. 203. El salafismo .......................................................................................................... 244. Elementos doctrinales del salafismo ............................................................. 295. Salafismo y sociedad ......................................................................................... 316. Salafismo y globalizacin ................................................................................. 347. Tipologa del salafismo...................................................................................... 358. El yihadismo salafista ........................................................................................ 379. Conclusiones ........................................................................................................ 39Bibliografa ................................................................................................................. 41

    Captulo segundo

    Yihadismo global: una visin panormicaLuis de la Corte Ibez ............................................................................................... 431. Introduccin .......................................................................................................... 432. La tradicin violenta en el islam: doctrina e historia ................................. 443. Fines y medios ..................................................................................................... 484. Morfologa de la amenaza: los cinco anillos del movimiento yihadista

    global ................................................................................................................... 545. Geografa del yihadismo global: frentes y escenarios ............................... 58

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    6. Tendencias y evoluciones recientes ............................................................... 657. Esbozo para una evaluacin de conjunto sobre el yihadismo posterior

    a 2001 .................................................................................................................. 758. A modo de conclusin: tiene futuro la yihad? ............................................. 81

    Captulo tercero

    Escenarios privilegiados de germinacin del yihadismo salafistaen la vecindad inmediata de Europa: del Magreb y el Sahel hasta Siria

    Carlos Echeverra Jess ............................................................................................ 851. Introduccin .......................................................................................................... 852. La proximidad geogrfica y los problemas que plantea............................ 863. La franja del Sahel y su relevancia para la germinacin del yihadismo

    salafista ............................................................................................................... 95

    4. Siria como epicentro del terrorismo yihadista globalizado...................... 1025. Conclusiones ........................................................................................................ 107

    Captulo cuarto

    Yihadismo en EgiptoEmilio Snchez de Rojas Daz ................................................................................... 1091. Introduccin .......................................................................................................... 1092. De la salafiya al islamismo poltico ........................................................... 1103. Los grupos terroristas egipcios ...................................................................... 1154. Sina, un nuevo teatro para el yihadismo ...................................................... 120

    5. Operaciones contra terroristas en el Sina................................................... 1316. Conclusiones ........................................................................................................ 1327. Trabajos citados .................................................................................................. 134

    Captulo quinto

    La yihad en JorasnMario Laborie .............................................................................................................. 1371. Introduccin .......................................................................................................... 1372. Afganistn-Pakistn: la mdula del yihadismo asitico ............................ 1383. El yihadismo en las potencias regionales ..................................................... 1524. Conclusiones ........................................................................................................ 156Composicin del grupo de trabajo................................................................. 159

    Documentos de Seguridad y Defensa .......................................................... 161

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    IntroduccinYihadismo en el mundo actual

    Marn Bello CrespoGeneral de Brigada de Infantera (R).

    Licenciado en Geografa e Historia

    Introduccin

    El profesor Dez Nicols, en uno de sus lcidos anlisis sobre las per-cepciones y actitudes de los espaoles, afirma que mientras la sociedadmuestra en nuestro pas un alto grado de preocupacin por la seguridadinterior y, en particular, por la de su entorno ms cercano en relacincon la delincuencia de todo tipo, que sin embargo est razonablementegarantizada por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado no loest tanto, ni mucho menos, por la seguridad exterior de Espaa, siendoesta ltima mucho ms frgil y ms expuesta a los riesgos y amenazasque acechan de forma permanente a nuestro pas, cuya diversificacin ypeligrosidad ha crecido al comps de los avances de la globalizacin. Lamayora de los espaoles vive con la sensacin de que Espaa no tieneenemigos, y ni siquiera el tremendo zarpazo del 11 de marzo de 2004 fuecapaz de alterar en gran medida las tranquilas perspectivas de los ciuda-danos en lo que a la posibilidad de un ataque exterior importante a la es-tabilidad y a la pervivencia del sistema social y poltico espaol se refiere.

    Una de las amenazas ms importantes a nuestra seguridad como esta-do es, sin embargo, la que procede del terrorismo islmico. Me atrevo adecir, yendo ms all, que es sin duda la ms peligrosa, la ms compleja,

    la ms global y, por ello, la ms difcil de combatir. Lo es por motivosgeogrficos, dado que al otro lado del Estrecho, a catorce kilmetros de

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    Marn Bello Crespo

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    nuestras costas, comienza el mundo musulmn, en un Magreb agobia-do por mltiples problemas donde pulula una mirada de movimientosterroristas, y en el que uno de sus pases, Marruecos, comparte fronte-ra terrestre con nosotros. Lo es tambin porque en nuestro suelo vivey convive una numerosa colonia de fe musulmana y porque muchos denuestros compatriotas del norte de frica tambin profesan esa fe, y enel seno de estas colectividades ejercen fundamentalmente su actividadlas clulas terroristas yihadistas. Lo es, en suma, porque en el imaginariode los yihadistas y, por extensin, de muchos de los que les siguen, Espa-a, su Al ndalus, es un territorio irredento a reconquistar.

    El objeto del presente documento es presentar una serie de anlisis so-bre el fenmeno yihadista en el mundo actual, que tan directamente y tan

    de cerca nos compete, abordando esencialmente sus fundamentos, susmotivaciones, sus objetivos, su extensin, sus instrumentos, sus logros ysus perspectivas. Nuestra pretensin es que la lectura primero y la re-flexin despus sobre los trabajos de diversos estudiosos civiles y milita-res, expertos en el yihadismo y en el papel y la influencia del mismo en elmundo en que vivimos, expuestos tanto desde los puntos de vista de susorgenes, filosofa, conformacin e influencia en los hbitos de vida de lassociedades en que se inserta, como desde los de su expansin geogr-fica, actividad terrorista y violenta, relaciones mutuas entre los gruposyihadistas y previsiones de futuro, proporcionen datos y elementos de

    juicio que animen a una mejor comprensin del problema y colaboren auna mayor concienciacin social sobre la necesidad y la importancia decombatir su expansin y fortalecimiento.

    Nuestro planeamiento ha sido el de abordar el yihadismo comenzandopor las bases filosficas en que se sustenta, presentando en el primer ca-ptulo una aproximacin al universo conceptual del islam y a las diferen-tes interpretaciones del mensaje de Mahoma, comenzando por las porel momento insalvables divergencias surgidas desde su muerte sobre lalegitimidad de sus sucesores y las corrientes rigoristas en que se basa elideario yihadista, del que el documento ofrece una amplia visin panor-

    mica en el captulo segundo. En los restantes tres captulos se expone suimplantacin en diversas regiones del planeta, de menor a mayor lejanade nuestro pas, desde el Magreb hasta el Extremo Oriente, finalizandocon unas conclusiones que, por el momento, aventuran un futuro que per-manece abierto y sujeto a continua evolucin.

    Claves y referencias para el anlisis del yihadismo

    En el captulo Doctrina y accin poltica. Pugna sobre el islam verda-dero. El salafismo, el Capitn de Fragata y doctor en Ciencias Polticas

    Federico Aznar Fernndez-Montesinos ha enunciado y descrito las cla-ves imprescindibles para abordar con bases slidas el estudio y anlisis

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    Introduccin

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    primero, y la comprensin y la interiorizacin despus, de conceptos quepermitan establecer un criterio ajustado a la realidad del mundo musul-mn, una realidad muchas veces manipulada, tergiversada o deformadaen funcin de determinados intereses polticos o simplemente como fru-to de la ligereza y de la falta de conocimientos en muchas de las informa-ciones que ofrecen los medios de comunicacin.

    El autor seala que los enfrentamientos religiosos son, en ltima instan-cia, enfrentamientos polticos, pero un anlisis exclusivamente polticode los mismos, al obviar las claves teolgicas en que se sustentan, nodeja de ser incompleto. Del mismo modo es indispensable adoptar unasreferencias objetivas, en el sentido de tener en cuenta que nuestras con-vicciones y emociones difieren, por motivos culturales, de las del mundo

    musulmn. As, conceptos como los de puritanismo, fundamentalismo eintegrismo son definidos por Federico Aznar como artefactos cultura-les hechos a la medida de Occidente y, por tanto, su transposicin a losfenmenos radicales en el seno del islam desfigura su verdadero signi-ficado. La palabra yihad, por ejemplo, no tiene traduccin clara y directadel rabe.

    El islam no es tampoco, como a veces parece deducirse de determinadasinformaciones, noticias y juicios, un movimiento monoltico con una doc-trina comnmente aceptada por todos. Hay que remontar los orgenesdel lenguaje poltico del islam al Corn, a las acciones y dichos del Profe-

    ta y a las costumbres de los primeros musulmanes, pero las tradicionessurgidas en el seno de sus cada vez ms heterogneas comunidades, ascomo la predicacin, son tambin fundamentos de la vida religiosa y, portanto, de la vida social, ya que ser musulmn no es solo creer, sino prac-ticar la fe en todas las circunstancias de la vida.

    El salafismo

    Una porcin importante de este captulo se dedica al salafismo, una ten-dencia originada casi en los primeros tiempos del islam, en la poca en

    que nacieron las dos corrientes sun y chi, enfrentadas en una pugnasecular por su divergencia radical sobre la sucesin legtima del Profeta,cuya consecuencia es un choque de origen doctrinal, religioso y polticoen que el antagonismo entre ambas ha adquirido histricamente, desdesu origen a nuestros das, caracteres a veces extraordinariamente dra-mticos y sangrientos, que estn en la base de casi todas las guerrasy conflictos entre musulmanes, y por supuesto de los que actualmentese libran en Siria e Irak, aunque estos no sean en absoluto sus nicosescenarios.

    El salafismo, una visin belicosa, antioccidental y rigorista del islam sun,

    es descrito por el autor como una propuesta de retorno a esos primerostiempos; tambin como una metodologa un sendero, una ley y un ca-

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    mino y como el requerimiento a una nueva conversin mediante undiscurso planteado en clave binaria: fiel/infiel, local/global, verdadero/falso En los aos sesenta, la fusin en Arabia Saudita del salafismo conel wahabismo local constituy un poderoso revulsivo que ha modelado ydinamizado aquel y le ha hecho emprender una nueva etapa favorecidopor la irrupcin de internet, la televisin por satlite y las llamadas redessociales, con la subsiguiente creacin de un nexo de unin horizontal yglobal entre las diferentes comunidades salafistas, que se han converti-do en nuestros das en el referente del yihadismo actual y de sus gruposcombatientes.

    Orgenes, propsitos e implantacin del yihadismo. Una visin global

    El profesor Luis de la Corte Ibez, en el captulo Yihadismo global, unavisin panormica, desarrolla ampliamente el fenmeno yihadista des-de los orgenes del concepto yihad y de sus acepciones yihad menor yyihad mayor. Tambin su evolucin, esencialmente circunscrita a mbitoslocales hasta la guerra afgano sovitica, conflicto que convirti Afganis-tn en un polo de atraccin de yihadistas de todo el mundo, en el que seprodujo adems la aparicin de Al Qaeda la base en rabe, quepronto se convirti en un movimiento internacional en cuanto a su mili-tancia e implantacin, y global en cuanto a sus ambiciones.

    Este propsito globalizador se concreta doctrinalmente en el intento deimplantar la recreacin de un nuevo califato universal apoyado en el idea-rio salafista; el instrumento para conseguirlo no es otro que el combatesin cuartel contra el enemigo exterior al islam y contra los gobernantesmusulmanes, a los que califica de apstatas. Sus armas, adems del des-precio a la vida de sus militantes ms radicales, dotados de armamentoy explosivos adquiridos de fuentes diversas, son la televisin y el empleosistemtico de internet para, entre otros propsitos, difundir su ideario ycaptar militantes y simpatizantes para su causa.

    Las relaciones de poder en el islam

    El autor explica adems las relaciones de subordinacin, dependencia,colaboracin, apoyo y tutela entre el ncleo dirigente de Al Qaeda (Al Qae-da central, AQC) y los diversos movimientos, organizaciones, clulas e in-cluso individuos aislados implicados en la actividad terrorista yihadista.En este sentido, define y describe cinco anillos concntricos, donde orbi-tan, de mayor a menor importancia, dependencia e influencia respecto aAQC, los grupos citados. En este sentido, no me resisto a poner de relieveesta distribucin horizontal de las relaciones de poder e influencia enel mundo musulmn, explicada magistralmente por el doctor Bernard

    Lewis, en su libro El lenguaje poltico del Islam(Taurus, 2004). En efecto,en contraposicin a las estructuras verticales o piramidales que simboli-

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    Introduccin

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    zan en Occidente las relaciones entre los individuos y las organizacionesa que pertenecen o de las que dependen los conceptos de ascenso,cada, nivel, son bien explcitos a este respecto en el islam el diri-gente mximo el califa, por ejemplo ocupa una posicin central conrelacin a las autoridades y poderes subordinados, ms prximos o ale-jados de l segn su orden de importancia, de modo que el ascensopodra traducirse por acercamiento al ncleo originario del poder. Meparece importante tener en cuenta estas cuestiones, que a su vez nosfacilitan una mejor comprensin de las seales polticas que recibimosdel mundo musulmn.

    Escenarios de conflicto y adaptaciones del fenmeno yihadista a loscambios

    En cuanto a la distribucin geogrfica del fenmeno yihadista, cada vezms extendido y globalizado, el profesor De la Corte enumera tanto losepicentros y las zonas de influencia del yihadismo como los escenariosde conflicto y fractura, as como las soluciones que una cada vez msaislada y debilitada AQC ha puesto en marcha para contrarrestar en lamedida de lo posible la accin eficaz de los servicios de seguridad deOccidente tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 y las leccio-nes aprendidas de los conflictos de Irak y Afganistn, entre otros. Es muyinteresante a este respecto analizar la progresiva regionalizacin y cri-

    minalizacin que parecen haber adoptado los yihadistas Mal, Nigeria,etc. y el concepto novedoso de una Yihad sin lderes, as como la ac-tuacin de los yihadistas en relacin con la situacin generada por lasrevueltas rabes.

    Germinacin del yihadismo en el escenario magreb

    El captulo dedicado a los escenarios yihadistas en el Magreb, el Sahel yOriente Prximo, y especialmente el conflicto sirio, obra del profesor deRelaciones Internacionales de la UNED Carlos Echeverra, explica como

    el Magreb, en su condicin de frontera extraordinariamente fluida entreel mundo rabe, africano y musulmn con Espaa, y por ello con Europa,es una zona especialmente sensible para la seguridad en relacin conel terrorismo yihadista, y no solo por proximidad geogrfica, sino por laprofunda interrelacin humana entre las dos orillas del Mediterrneo atravs de los siglos. La permeabilidad de las fronteras entre los estadosmagrebes, la desconfianza entre ellos, la incapacidad de la Unin delMagreb rabe (UMA) para integrarlos y las tensiones derivadas de lasrevueltas desencadenadas en el otoo de 2010 han agravado la situacinde inestabilidad y facilitado los movimientos de los grupos terroristas

    tanto en el interior de los estados del Magreb como entre ellos y el Sahel.

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    La inestabilidad endmica del Sahel, el terrorismo y los trficos ilcitos

    La franja del Sahel borde, costa, en rabe, la extensa regin que seextiende de oeste a este de Mauritania y Senegal hasta Eritrea, limitandoal norte con el desierto sahariano y al sur con la sabana africana, ha sidohistricamente en su porcin occidental una zona de trnsito y al mismotiempo de trficos ilcitos de personas, armas y mercancas prohibidas.Ese amplio espacio extraordinariamente difcil de controlar ha sido y estambin escenario de seculares tensiones intertnicas e intercomunita-rias, tierra de misin y de predicacin de los misioneros del islam y elcristianismo, y actualmente campo de cultivo de irredentismos y violen-cia extrema. Terroristas yihadistas magrebes comparten violencia conmovimientos de liberacin y delincuentes de todo tipo, y expanden la

    inestabilidad y las acciones violentas ms al sur, a la vecina Nigeria, don-de ha surgido Boko Haram, que se ha venido a sumar a Ansar A Sharay a las organizaciones y grupos terroristas ya existentes en el Magreb,abriendo un nuevo frente de combate que ha provocado recientemente laintervencin militar internacional en Mal.

    Experiencia y globalizacin. El campo de batalla sirio

    El profesor Echeverra argumenta el peso de la experiencia adquirida porlos combatientes yihadistas en Afganistn, Chechenia, Irak y otros luga-

    res, as como el impulso recibido por los nuevos medios y tecnologasproporcionados por la globalizacin, en el desarrollo del conflicto sirio,adonde acuden por miles combatientes yihadistas de todo el planeta, eu-ropeos incluidos. Tambin se refiere a la responsabilidad de aquellos queen el pasado, especialmente en la Guerra Fra y durante la guerra contralos soviticos en Afganistn, utilizaron estos grupos para combatir a laURSS, alimentando al monstruo que ahora se ha vuelto contra Occidente.Pero no hay que olvidar tampoco la dimensin intramusulmana del terro-rismo yihadista, y el peligro de desestabilizar regmenes cuyo derrumbeproduce como efectos el caos poltico y la extensin del terrorismo glo-

    bal. El caso de Libia es bien esclarecedor a este respecto.

    El islamismo poltico en Egipto

    El coronel Emilio Snchez de Rojas desarrolla en su trabajo Yihadismoen Egipto la amplia trayectoria histrica del islamismo, vocablo crea-do en ese pas como expresin poltica del islam por Hassan Al Banna,fundador de los Hermanos Musulmanes, un movimiento de gran reper-cusin en la comunidad rabe debido al enorme ascendiente de Egipto.En efecto, Egipto es el centro de gravedad, el ms influyente e importante

    de los pases rabes en trminos histricos, demogrficos, econmicos,militares, sociales y polticos, adems de gozne o bisagra geogrfica en-

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    Egipto, se declaran honrados en ser una extensin de Al Qaeda en suscreencias, principios y conceptos.

    El yihadismo en Asia

    Por ltimo, en el captulo La Yihad en Jorasn, el coronel Mario LaborieIglesias, Jefe de Estudios de la Escuela de Guerra del Ejrcito, analiza lasdiversas organizaciones y grupos terroristas yihadistas surgidos tras laguerra afgano-sovitica en el amplio espacio asitico conocido como Jo-rasn, durante siglos histricamente ligado al imperio persa y que com-prende territorios de Irn, Turkmekistn, Uzbekistn, Tayikistn, Afga-nistn, Pakistn y noroeste de China. Aunque el epicentro del combateyihadista se ha desplazado a Oriente Prximo desde la cada del rgimen

    talibn afgano y la ocupacin del pas por una coalicin internacional, laamenaza terrorista yihadista se mantiene activa en esta regin, apoyadaen la existencia en la misma de extremas condiciones de pobreza, sub-desarrollo y profunda conviccin religiosa, y en la persistencia de unatradicin insurgente muy arraigada en un ambiente de control estatalmuy dbil.

    La lnea Durand

    El rea geogrfica a ambos lados de la llamada lnea Durand, fron-

    teriza entre Afganistn y Pakistn, constituye actualmente un san-tuario de la insurgencia particularmente virulento, caracterizado porlos choques armados, las emboscadas y las acciones de eliminacinselectiva de dirigentes terroristas llevadas a cabo principalmente pordrones norteamericanos con base en Afganistn. Del lado pakistan, elterritorio lo ocupan las denominadas reas Tribales bajo Administra-cin Federal (FATA), que comprenden siete departamentos. En un es-tado como el pakistan, donde conviven el arma nuclear y el arado demadera, siempre en equilibrio inestable entre alianzas contrapuestas,los dbiles lazos entre el estado y la mayoritaria poblacin pastn de la

    zona fomentan una situacin en que florecen activistas de todo signo,en continua pugna entre ellos, mezclando el activismo religioso radicalcon la delincuencia el trfico de opio principalmente, todo ello conel apoyo, en algunos casos y a algunos de dichos grupos, del poderosoServicio de Inteligencia Interejrcitos pakistan el clebre ISI preo-cupado tanto de aminorar la influencia india en Afganistn como de evi-tar el descontento pastn. En Pakistn existen ms de cuarenta gruposarmados, lo cual explica por s mismo la inestabilidad general del pasy la falta de control de la extensa rea fronteriza con Afganistn, conla consecuencia de que los dos pases son considerados, a efectos de

    seguridad, una misma regin, AfPak.

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    India y China, escenarios de actos terroristas

    Tanto el territorio indio (Bombay, Calcuta), como el chino (provincia deXinjiang), han sufrido sangrientos atentados terroristas, perpetradospor grupos que han adquirido notoriedad gracias a ellos. En todo caso,tanto la actual debilidad de Al Qaeda Central como las caractersticasde las motivaciones terroristas, focalizadas en motivos principalmentede ndole local, dan un carcter marcadamente regional a la mayora delas organizaciones yihadistas en la regin, que adems no solo no es-tn coordinadas en sus acciones sino que en muchos casos se combatenmutuamente, facilitando la infiltracin de las mismas por los servicios deseguridad y la eliminacin selectiva de sus dirigentes. La retirada de ISAFde Afganistn dar la medida de la capacidad de los regmenes afgano y

    pakistan para controlar el territorio de ambos Estados y particularmenteel de las reas en que su influencia es ms difusa, o por el contrario elde un recrudecimiento de la insurgencia y el fortalecimiento de Al Qaedaen la regin.

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    Capitulo

    primeroDoctrina y accin poltica. Pugnas sobre el islam ver-

    dadero. El salafsmo

    Federico Aznar Fernndez-Montesinos

    Al no ama a los que se exceden (2,215)

    En cualquier investigacin, las cuestiones preliminares son siempre lasms trascendentes; en ellas se dirime el marco en que esta se desarrolla,sus reglas y, en no pocas ocasiones, hasta su resultado cuando, delibera-damente o no, el mismo se introduce de alguna manera en las premisas.

    La palabra fantico proviene de fanum,que en latn significa templo1,pero este trmino no solo se utiliza en el plano religioso sino tambin enel poltico2. Y es que, como sostiene Carl Schmitt:

    Los enfrentamientos religiosos, morales y de otro tipo se transfor-man en enfrentamientos polticos, y pueden originar el reagrupa-

    miento de lucha decisivo en base a la distincin amigo/enemigo.Pero si llega a esto, entonces el enfrentamiento decisivo no es yareligioso, moral o econmico, sino poltico3.

    Esto es, los enfrentamientos religiosos son, en ltima instancia, enfrenta-mientos polticos. No obstante, su correcta comprensin pasa por enten-der las claves religiosas que los justifican. A la contra, una aproximacinexclusivamente poltica al fenmeno obvia las claves teolgicas. Pero, asu vez, una aproximacin teolgica es vaga y ambigua; no es completa,

    1

    En razn de las prcticas de los sacerdotes de la diosa Cibeles.2 S, Carl. El concepto de poltico. Alianza Editorial, Madrid, 1991.3 Ibd. p. 33.

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    Doctrina y accin poltica. Pugnas sobre el islam...

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    No existe una ortodoxia ntida y exactamente definida, sino una tradicino, ms exactamente, varias tradiciones igualmente vlidas5; se est anteuna comunidad de fieles, en su sentido ms gregario, ms que ante ungrupo dogmtico. En el islam tradicional no se dan los debates interioris-tas en torno a la Fe tan propios del cristianismo, mientras que la predica-cin (dawa), como en el mundo protestante, est por encima de la teolo-ga. Eso le dota de una capacidad adaptativa que se ha demostrado comola clave de su xito. De hecho, lo que siempre en el fondo se defiende enlas guerras de religin es una concepcin de la comunidad.

    Ciertamente, el islam se vertebr en torno a la cultura rabe como opcinpoltica, particularmente despus del advenimiento de los Omeyas. Enpalabras del Profeta:Ama a los rabes por tres razones: porque yo soy

    rabe, porque el Corn est en rabe y porque quienes estn en el para-so hablan en rabe.Pero el islam no es monoltico, es un credo que sesuperpone a una cultura local, de modo que no es lo mismo un musulmnbosnio que uno egipcio, malayo o rabe. Y es que hay entre 900 a 1.500millones de musulmanes, de los cuales solo unos 300 millones son ra-bes. Es ms, es la religin oficial de al menos 55 pases de Europa, Asia yfrica, y cuenta con importantes comunidades en Amrica.

    As, el islam necesariamente es diversidad (ijtilaf)por la amplitud de lazona en la que se encuentra implantado y por la cantidad de culturas yrazas implicadas, pero tambin por las diferentes aproximaciones legti-

    mas que caben realizarse a su texto fundacional. Un grupo humano paraser grande debe absorber grandes diferencias; la uniformidad solo esposible en grupos relativamente pequeos.

    A ello se suma el que las sociedades musulmanas son mucho ms diver-sas que las occidentales, homogeneizadas desde Westfalia y construidassobre bases territoriales y tnicas. Parafraseando a Gellner, dos hom-bres son de la misma religin si se reconocen de la misma religin, ocomo Edward Mortimer seala:

    Solo puedo definir el islam como religin de los musulmanes y para

    m un musulmn es alguien que se denomina as. Para m, en micondicin de yahiliya, no hay un islam, en el sentido de una entidadabstracta, inmutable que existe independientemente de los hom-bres y mujeres que la profesan. Solo hay lo que oigo a los musulma-nes decir y lo que les veo hacer6.

    5 En el hdiz recogido, entre otros, por Bujari se detalla que el Profeta orden a una partidano rezar la oracin de la tarde hasta alcanzar a los Banu Qurayza. El momento de la oracinlleg y hubo un grupo que la hizo y contendi con otro que quera realizarla una vez alcan-zado el objetivo. Preguntado el Profeta, respondi que ambas opiniones eran correctas.6

    F-M, Irene. Islamismo y Relaciones Internacionales, enActas de lasI Jornadas de Estudios de Seguridad de la Comunidad de Estudios de Seguridad GeneralGutirrez Mellado, tomo I, UNED, 2009, pp. 291-286.

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    Es ms, podra plantearse que la globalizacin no solo ha puesto en con-tacto al Norte con el Sur, sino tambin al Este con el Oeste. El islam seha encontrado a s mismo y se ha hecho consciente de su diversidad sur-giendo una lucha por la representacin del islam, por sus esencias, porsu verdad. Con ello se ha iniciado un proceso de racionalizacin sobreuna sola frmula, a la que pretende declararse el islam verdadero porencima de la cultura en la que se apoya y an al margen de ella. Utilizan-do las palabras de Khaled al Berry:

    La lmpara mgica del islam se haba hecho aicos con la muertedel Profeta y no haba cesado de dispersarse desde entonces en mi-llones de pedazos, cada partido recoga un fragmento para contem-plar sus propios sueos y deseos, reivindicndolos en el nombre

    absoluto del islam7

    .

    2. Definicin del fenmeno. Las categoras del debate

    Reza un antiguo proverbio mesopotmico queponerle nombre a las co-sas es comenzar a apoderarse de ellas; por eso, el debate en torno a laadecuada denominacin del fenmeno dista mucho de ser balad y re-sulta por el contrario de carcter sustancial, al afectar a su correcto en-cuadramiento, y tambin sirve para su alienacin, para su separacin delresto de los musulmanes y la negacin de su discurso, porque, como ya

    se apuntmi comunidad nunca se pondr de acuerdo sobre un error8.De partida, confundir los trminos islamismo e islam es inaceptable,pues es igualar la parte al todo. La lnea recta es un lugar geomtricoque pasa por dos puntos, pero no todo lugar geomtrico que pasa por dospuntos es una recta. Otra cosa sera aceptar el discurso radical, lo queadems sera un grave error estratgico, pues implicara convertirse enenemigo de 1.200 millones de personas, una proporcin importante dela humanidad, como demuestra pretender Ben Laden en sus escritos9.Normalmente la religiosidad se mide, en no pocas ocasiones, por el nivelde adhesin a la rama ms exigente de esa misma religin.

    Puritanismo, fundamentalismo e integrismo son artefactos culturaleshechos a la medida de occidente y que no encajan plenamente con losesquemas culturales preconizados por el islam. Son conceptos origina-riamente cristianos, con cuya adaptacin al mundo islmico se pretendeunir la poltica con una percepcin ultramontana de la religin. A la con-tra, no existe tampoco traduccin directa para la palabra yihad.

    7 A , Khaled. Confesiones de un loco de Al. La esfera de los libros, Madrid, 2002,p. 125.8

    A T e I M. Faruki, K. A. Islamic jurisprudente. Karachi, 1962, p. 27.9 B L, Osama, en LAWRENCE, Bruce. Mensajes al mundo. Foca ediciones, Ma-drid, 2007.

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    Los pensadores musulmanes rechazan el trmino yihad, al considerarque la realidad es bien distinta y, adems, no existe como palabra enrabe; sin embargo, nada hay que objetar a su transposicin analgica,salvo que son marcos conceptuales construidos a partir de otros cdigosaxiolgicos y el encaje no es total. Son experiencias europeas puestasal servicio de realidades significativamente diferentes, un reduccionismoinadecuado en tanto que portador de sobreentendidos que entre culturasno tienen por qu ser tales.

    El trmino fundamentalismo designa a un movimiento protestante ins-talado en los Estados Unidos, que se haba desarrollado durante el siglo en Europa central; su doctrina fue condensada entre 1910 y 1915 enuna serie de folletos, The Fundamentals10, que preconizan una relectu-

    ra ms literal de las fuentes y se encuentran circunscritos a cuestionesreligiosas.

    El integrismo, por su parte, es un movimiento catlico que critica el des-viacionismo de las nuevas prcticas respecto de la tradicin de la Iglesiay subraya la naturaleza humana y social, integral u holstica, de la re-ligin, vinculando sus preceptos con la sociedad civil y la vida pblica;surgi en el siglo y reverdeci contra el Concilio Vaticano II. Convieneno confundirlo con ortodoxia, a la que no pertenece y de la que se aparta;esta precisamente implica el repudio discursivo del disidente.

    El islamismo es la afirmacin de un conjunto de creencias polticas decarcter islmico. Las denominaciones islamismo e islamistas (islamiyin)son neologismos que sirven para afirmar la especificidad del movimien-to, su carcter innovador y su concreta naturaleza religiosa. Con sus pos-tulados se incide en la vocacin pblica de la religin y en su dimensinsocial, presentndose como un compromiso holstico a la vanguardia delislam. Y es que el islam es ante todo una religin de derecho que se en-cuentra ntimamente ligada a la cosa pblica; es exterior.

    Bajo el nombre de islamistas se estn incluyendo realidades diferentes.Y es que en este mundo se combinan activismo poltico, activismo religio-

    so y activismo yihadista en distintas proporciones, de la misma maneraque los matices de oposicin y aceptacin de un determinado rgimenvigente.

    Los partidos islamistas, en las dcadas de los ochenta y noventa del pa-sado siglo, haban ocupado el lugar abandonado por los movimientos deliberacin nacional y los partidos de izquierda. La cuestin es que estospartidos asociaban y asocian simultneamente las dos tendencias lamodernizadora y la islamizante decantndose por una u otra segn el

    10

    C C, Heriberto. Fundamentalismo cristiano, en Cairo Carou, Heriberto yPastor Verd, Jaime (comp.), Geopolticas, Guerras y resistencias. Trama Editorial, Ma-drid, 2006, p. 111.

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    caso, pero sin llegar nunca a perder del todo ninguna de ellas. El isla-mismo oscila as entre el modernismo islmico, el conservadurismo yel fundamentalismo, conceptos que combina en diferentes proporciones,segn su acomodo a la realidad de cada sociedad11.

    La institucionalizacin del islamismo ha implicado previamente, en al-gunos casos, su renuncia a la va revolucionaria y su encuadramiento enla lgica del Estado Nacin, as como la postergacin de las referenciasideolgicas trasnacionales en beneficio de objetivos nacionales. Lo an-terior a su vez, ha supuesto su desideologizacin como fuerza nacionallimitando su actuacin, en trminos prcticos, a una reislamizacin delas costumbres y del Derecho desvinculada de cualquier otra veleidad;esto es, a la reislamizacin desde arriba12. Como sostiene Raymond

    Hinnebusch:En el nivel supraestatal [], el panislamismo, en gran medida comoantes el panarabismo, ha demostrado ser incapaz de crear una es-tructura internacional e intraislmica sostenible. Incluso all dondelos islamistas han logrado obtener el acceso a los mecanismos delpoder (como en Turqua en 1997) o han ganado influencia en el Par-lamento (como en Jordania, Kuwait, Marruecos y Yemen) han sidoincapaces de provocar un cambio significativo en la orientacin ex-terior del Estado Incluso donde el islam poltico est en el poder,est vinculado y legitima los intereses estatales []. Pero si esta

    fuerza supraestatal est, como el nacionalismo rabe, siendo do-mesticada y cooptada por el sistema de Estados, o si tomando unavida trans-estatal fuera del control de los Estados, como la red de AlQaeda sugiere, est por ver13.

    Como Oliver Roy vaticinaba a comienzos de los noventa, se ha produci-do la integracin y banalizacin de los movimientos islamistas, que hanadquirido tintes islamonacionalistas, reabsorbiendo las tensiones centr-petas y centrfugas al tiempo que restaban valor geopoltico a su apuestapor la Umma14. Si la occidentalizacin ha tenido sus lmites en el mundoislmico, la orientalizacin tambin.

    Por el contrario, el salafismo tradicionalista, adems de en la pureza dela doctrina, se concentra en la predicacin (dawa) con vistas a reforzarla fe, preservar la cohesin de la comunidad y defender el orden mo-ral islmico, un discurso que coincide con el activismo fundamentalistay promueve la ortopraxia y con ello, como todo discurso de renovacin, la

    11 C M, Ignacio. Las corrientes salafes: puritanismo religioso proseli-tismo y militancia, en Cuaderno de Estrategia 163. Islamismos en (r)evolucin. InstitutoEspaol de Estudios Estratgicos, 2013.12

    R, Oliver. El islam mundializado. Ediciones Bella terra, 2003.13 F-M, Irene. p. cit.14 R, Oliver. El islam mundializado.Op. cit.

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    ruptura con los musulmanes ms tibios; es as una forma de lucha contrala tradicin desde la tradicin a travs del ejemplo. Hasta cierto punto,los islamistas se centran en el Estado, mientras los salafistas lo hacenen la sociedad.

    Con la expresin radicalismo islmico se alude a una pretensin deretorno a las races musulmanas, a los fundamentos primeros de la fe;para ello se sirve de un adjetivo neutro desde un punto de vista religiosopero que seala una va de aproximacin, complementando a otro que ex-presa una concreta opcin; en principio, no habra nada que objetar a ello,la cuestin es que la palabra tiene connotaciones extremistas e intransi-gentes. El radicalismo sita luz en algunos aspectos y sombras en otros.

    Se prefiere la figura de radicalismo islmico a islamismo radical porque,

    situando el trmino radical en primer lugar, se hace especial incidenciaen su metodologa, al inclursele en un grupo concreto, y se resta valora su justificacin teolgica, ya que el radicalismo recoge y reinterpretaalgunos de los postulados islmicos, pero no todos ellos; al situar luzsobre algunos, otros implcitamente quedan en penumbra, soslayando ladimensin esencial y global de la religin. Aun as, estas categoras noson del todo tiles ya que, otra vez, vuelven a incluir dentro de un mismogrupo realidades muy diferenciadas.

    Es ms, la distinta seleccin de postulados permite hablar de radicalis-

    mos en plural, segn los grupos doctrinarios pongan su acento en unou otro aspecto del islam, o incluso se atienda a la diversidad de sus ins-trumentaciones. En base a lo expuesto y aceptando su naturaleza plural,se considera este trmino como ms conveniente que los anteriores alaludir a una visin concreta e intransigente del islam.

    El uso de terminologa occidental, se ha visto, puede ser incompleto alotorgar referencias que, de partida no caben en el mundo islmico. Peroel abuso de terminologa culturalmente especfica puede ser igualmenteerrnea y equivocar el anlisis. Con todo, parece mejor usar las catego-ras islamistas para aproximarse al fenmeno, aceptando que su abuso

    pueda ser desviacionista.As, yihadismo es un trmino relativamente nuevo y supone una aproxi-macin cultural al fenmeno pero no agrada a los musulmanes en ge-neral, pues para ellos la yihad (la raz yhdsignifica esfuerzo en rabe)tiene un significado sagrado que no consienten en devaluar ni en atribuira otros.

    El trmino takfir(cuya traduccin equivaldra a excomulgadores) tieneun sentido despectivo para los islamistas ultramontanos y no es utilizadopor ellos, al denotar rebelin y extremismo, presentndolos como unos

    locos fanticos que abusan de las categoras del islam (el takfir es un ins-trumento; la excomunin, la declaracin de infidelidad, kfur) y quedan as

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    deslegitimados por el solo nombre. No existe una doctrina takfir, aunquebien es cierto que es este uno de los principales instrumentos que utili-zan, pese al carcter residual con que cuenta su uso en el islam.

    Salafismo y salafistas son palabras que no solo aceptan los radicalessino que hasta gustosos reclaman para s, en tanto que presupone unaaceptacin del islam ms rigurosa y puritana. Pero originalmente era unacategora teolgica y no poltica y, por tanto, no describe la condicin po-ltica de quien la usa; lo que s supone es un acercamiento literal, descon-textualizado y hasta deliberadamente antiracionalista (ms propiamentefideista) de las escrituras.

    Se aceptan los hechos sin ms, sin buscar explicacin, ni tratar de ra-cionalizarlos. A Dios no se puede llegar por la razn sino por la fe; el

    razonamiento se plantea como no esencial cuando no irrelevante. Es elCredo quia absurdum de Tertuliano que luego retomara Al Ghazali en suobra Talafut al falasafa (La incoherencia de los filsofos), donde sealaque la razn debe ceder ante la revelacin (bi la keif, como est). IbnBaz, en los aos sesenta y en esta estela, lleg a sostener que afirmarcosa distinta de que la Tierra era plana y el Sol giraba en torno a ellaera hertico.

    3. El salafismo

    Las races de este movimiento arrancan de la escuela hanbal (por su lite-ralismo en la exgesis cornica), y pasan por pensadores como Taqi ad DinAhmed Ibn Taymiyya, por movimientos reformadores como el wahabismo(hay quienes hasta identifican salafismo y wahabismo, en tanto que se en-troncan y este movimiento ha asumido su lenguaje) y por tradiciones deorgenes indios como elAhl e Hadiz (las Gentes del Hdiz; algunos autorestambin inscriben directamente a los salafistas en este colectivo)15.

    Este ltimo movimiento reformador, las Gentes del Hdiz, resurgido enOriente Medio en torno hacia 1860, se manifiesta opuesto al chiismo y

    sufismo, e integrado por musulmanes que presumen de utilizar para re-solver los asuntos cotidianos exclusivamente el Corn y la Suna el pro-ceder del Profeta expresado a travs de los hdices, sus dichos.

    Los neo Ahl e Hadith se diferencian de los wahabes en elementos for-males, deseando regenerar el wahabismo desde el hdiz a la vez que seoponen a la entrada de sus miembros en poltica (siguiendo la propuestade Al Albani). De hecho, incluso, actan con lealtad a los regmenes esta-blecidos a cuya legitimacin y defensa contribuyen.

    15

    C M, Ignacio. Las corrientes salafes: puritanismo religioso proseli-tismo y militancia, en Cuadernos de Estrategia 163. Islamismos en (r)evolucin. InstitutoEspaol de Estudios Estratgicos, 2013.

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    En cualquier caso, la palabra salafismo una idea que se pierde en lostiempos casi primeros del islam proviene del trmino Salaf al Salifh,los antepasados piadosos, con el que se hace referencia a los Ras-hidun, los cuatro Califas Perfectos, sucesores del Profeta, Abu Bakr,Omar, Utmn y Al para los sunes, la sucesin del Profeta es preci-samente el origen de la disputa con los chies, que consideran a Al sulegtimo heredero por derecho de sangre y designacin y, en trminosms amplios, las tres generaciones a las que pertenecen, a las que porsu proximidad al Profeta consideran ms perfectos. Esto sita al islamen paralelo a la tradicin cristiana que incorpora a su cuerpo doctrinal,adems de los Evangelios, los Hechos de los Apstoles y sus escritos,especialmente los de San Pablo, por su relevancia en la conformacindoctrinal del cristianismo. La patrstica contribuira durante los prxi-

    mos tres siglos a su definitiva forma.

    El islam est basado en el tradicionalismo. En palabras del propio Pro-feta: lo mejor de mi comunidad est en mi generacin, despus aque-llos que vienen despus de ellos y despus los que vienen despus deellos16, o no hay nada peor que la novedad; toda novedad es una inno-vacin (bida); toda innovacin un extravo; todo extravo conduce al fuegodel infierno.

    Las innovaciones (bida) alejan de la prstina verdad y degradan el islamque hace que los musulmanes vivan actualmente en la ignorancia (yahili-

    yya, concepto del Corn recuperado por Mawdudi y popularizado por Qutby originalmente referido a la Arabia preislmica).

    Su propuesta hace especialmente incidencia en el tawhid (unicidad), laconfluencia de todo en torno a Al sobre la base del aqida, el credo. Lapropuesta salaf se concreta en la fraseAl tasfiyawa l tarbiya (purificacindel credo y la religin).

    Es, por tanto, una propuesta de retorno a esos primeros tiempos, un mo-vimiento de signo renacentista (al Nahda), por encima de las tradicionesexistentes cuya pureza y verdad cuestiona con su vuelta a las fuentes

    primigenias: el Corn y la Ciencia del Hdiz. Es, ante todo, una metodo-loga (manhaj) que encuentra su raz en la aleya a cada uno de vosotrosse os prescribe un sendero, una ley y un camino (5,53) y su aplicacin. Elsalafismo parece requerir de una nueva conversin del musulmn comoconsecuencia de un discurso que todo lo plantea en clave binaria (halal/haram, fiel/infiel (kfur), global/local).

    En su versin tradicional se trata de un activismo religioso que rechazala poltica y su participacin en ella, al considerar que fractura la comu-nidad (fitna) en partidos (hizbiyya,partitocracia). Todo ello, inevitable yparadjicamente, acaba generando tensiones entre religin y poltica, ya

    16 http://www.musulmanesandaluces.org/hemeroteca/38/usul_as-sunna.htm

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    que su accin, abierta o no, es poltica al contribuir, por ejemplo, a la mo-vilizacin o desmovilizacin de parte del electorado. Es ms, de esta ma-nera y paradjicamente, el salafismo ha sido instrumentado para lucharcontra el islamismo con el que comparte los fines (el Estado islmico)pero no los medios (la participacin poltica) y para desactivar (desmovi-lizar) la base social que lo apoya, cuando no para fracturarlo. Idelogosdel salafismo quietista como Juhayman al Utaybi o al Albani han acabadode alguna manera implicados en poltica.

    Por ello, entra en relacin directa con la educacin (sus orgenes se sitanen crculos expansivos de escuelas cornicas, madrasas). En el salafismoprima as el fundamentalismo, toda vez que no contempla el modernis-mo y rechaza las formas populares de conservadurismo (marabutismo,

    cofradas) por razones doctrinales, pero tambin por su acomodo a unpoder vigente que no aplica en su integridad la shara. Es ms, hay quienve en l un fundamentalismo posmoderno.

    Y es que el salafismo es, en parte, una reaccin frente a la debilidad doc-trinal de los movimientos islamistas cuyos idelogos, carentes de unaformacin especial al respecto cuando no semiautodidactas, manejancategoras teolgicas sin especial afecto a su significado en esta rea.

    Telogos de primer nivel de este movimiento, como Nasir al Din al Albani,critican a Sayyed Qutb y a los Hermanos Musulmanes (una organizacin

    panislamista con cintura poltica y capacidad a nivel local), al considerarque descuidan los aspectos esenciales del credo religioso. El salafismolos rechaza por encontrarlos mal guiados, ser desviacionistas y separar-se de la fe (aqida)y el conocimiento (ilm). Adems, acusan a los Herma-nos Musulmanes de dirigir su lealtad a las personas y rechazan la ideade un califato universal.

    Es ms, conceptos clave del fundamentalismo como la hakimiyyade Qutbque impone el dominio de Dios en todos los asuntos, no es aceptado porno pocos salafistas acadmicos al considerarlo una innovacin (bida)pues no aparece en el Corn. Al Albani llega incluso a criticar a los waha-

    bes por la falta de preparacin en materia religiosa de su fundador, Abdal Wahhab, que a su juicio no conoca bien los hdices. Su credo (aqida)loconsideraba correcto; no as sus pronunciamientos legales.

    Por su propio origen, el salafismo no es un movimiento nico sino unmagma, una nebulosa de ellos; por razones de idioma y cultura, muy in-fluenciado por el mundo rabe, y puede hasta verse en l un intento porrecuperar las riendas del islam del que son fundadores.

    Y es que el salafismo moderno surgi en los sesenta en Arabia Saud bajola tutela de sus dirigentes como un instrumento de lucha contra el nasse-

    rismo; en l se dio entrada a muchos escolares islamistas refugiados enArabia Saudita procedentes de pases del entorno. La fusin de su pen-

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    samiento con el wahabismo constituy un poderoso reactivo que vivificy dinamiz el grupo que, ms tarde, adquiri vida propia.

    De esta forma los gobernantes saudes trataban de influir y liderar elmundo musulmn en su condicin de sede de los Santos Lugares (dona-ciones, misioneros, predicadores wahabitas, fundacin de mezquitas) y,tambin, como una forma de ganar legitimidad (no pertenecen a la tribuQuraish) ante su pueblo al presentarse como adalides del islam. De estamanera ayuda a resolver simultneamente problemas de legitimidad ygeopolticos a costa de tensionar al grupo que ha creado al ubicarlo enun dilema entre someterse al poder y constituirse en la vanguardia delislam.

    Este hbrido intelectual cristaliz como movimiento poltico en el movi-

    miento al Sahwa al Islamiyya (El despertar islmico). Un segmento delgrupo Jamaa al salafiyya al Muhtasiba (El grupo salaf que promueve lavirtud y evita el vicio) en 1979 ocupara la Gran Mezquita de la Meca. Laautorizacin a que tropas norteamericanas se instalaran en Arabia (enuna famosa fetua de Abdul Aziz bin Abdullah bin Baz, nombrado en 1992Gran Muft de Arabia Saudita, tildado por ello de Ulema de la Corte) fuecausa tambin de encendidos pronunciamientos polticos por parte deautoridades religiosas salafistas.

    Los movimientos salafes, con basarse en categoras teolgicas, encar-

    nan la contradiccin de incorporar con todo diferentes propuestas pol-ticas; esa es la razn de su diversidad, adems del individualismo. Contodo, han ampliado, velis nolis,su influencia poltica y social para lo cual,de alguna manera, se han ido adaptando al contexto legal, lo que ha ge-nerado una tensin interna entre su viejo proyecto y el intento de conver-tirse en actores influyentes en Estados pluralistas.

    En cualquier caso, han sabido destilar en mensajes simples, fciles y ti-les desde la perspectiva de la comunicacin poltica, una larga tradicinfilosfica renovando el discurso nacional desde ella. Y es que suele su-ceder que el lenguaje religioso se utiliza para la (incontestable) presen-

    tacin de propuestas polticas. No se debe confundir lo social o lo polticocon lo teolgico por ms que la terminologa invite a ello. En este sentidoel lenguaje salafista es un lenguaje poltico cuya simplicidad es toda unacontestacin a las complejidades de los procesos de globalizacin. Lasencillez de su diagnstico favorece una abierta radicalidad al tiempoque propicia la ruptura con el pasado mientras promueve una suerte derenacimiento personal materializada en una oferta de futuro.

    A la contra, el problema de los salafes es que su orientacin est dirigidaa una sociedad sencilla y no hacia una compleja, que es la real. An esms, las sociedades islmicas se encuentran fracturadas como resultadode su transformacin parcial (clases alta y media) fruto de su inevitablecontacto con Occidente.

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    tambin con el diferente, incluidos los musulmanes no salafistas, y es-pecialmente con ellos, haciendo vlida la tesis de Freud manifestada ensu obra magna El malestar en la cultura, donde apunta que los grandesconflictos no se hacen sobre las grandes diferencias, sino sobre las dife-rencias menores: son intrareligiosos antes que interreligiosos.

    4. Elementos doctrinales del salafismo

    Para el salafismo, en el Corn y en la Suna del Profeta est todo, de modoque un acadmico con suficiente formacin no precisa de recurrir ni a larazn ni a la lgica. Claves doctrinales del salafismo, junto a las hastaahora tratadas, son la separacin, la hisba(ordenar el bien y prohibir el

    mal) y el antichiismo.Y es que uno de los rasgos ms notables del salafismo es su antichiismode tradicin wahab. As, los sunes acusan a los chies de ser herticos,al creer que Al dispone de un estatus divino, lo que es grave delito enel islam; esto es, de ser asociadores (shirk, asociar otros dioses a Dios)y politestas. Razn por la que igualmente les imputan ser hipcritas(munafiqun) y faltar de corazn a la Fe.

    Adems, la doctrina de la infalibilidad de los imanes sita a estos, a sujuicio, al mismo nivel que el Profeta Mahoma, con lo que de facto se est

    cuestionando su carcter de ltimo y sello de los profetas; el chiismopara los wahabes presenta al Corn como imperfecto, toda vez que nopuede interpretarse por s mismo ya que debe serlo correctamente porlos imanes. Entre las creencias ms populares de este colectivo destacacreer que a los chies les resultaba lcito matar sunes19mientras les acu-san de ser la quinta columna de los occidentales en el mundo islmico,recordando, oportunamente, sucesos histricos como el apoyo que pres-taron a los mogoles para arrasar Bagdad.

    Los chies, por su parte, consideran que el Corn no incluye toda la reve-lacin, que algunos versculos han sido omitidos (ms concretamente los

    que daban el poder a Al, Surat al wilaya y Surat al nurayn) y algunos hdiceshan sido deliberadamente olvidados; pero no los reintroducen porque esohabra sido equivalente a generar una nueva religin, aduciendo que, acep-tando el ejemplo de Al, que lo toler, pretenden preservar la comunidad20.

    El resentimiento de los chies hacia los sunes es, con todo, menos acusa-do. Suelen comparar a los wahabes con los jariyes,gentes que excedenlos lmites (ghuluw), nmadas incultos que tras islamizarse han vuelto ala ignorancia de la vida en el desierto y son agentes occidentales, frente

    19 B, S. Sunnis and Shiites. Between Rapprochement and Conflict.20 Ibd.

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    a ellos, que se consideran productos de una civilizacin ms refinada, loque constituye una forma de superioridad (shuubiyyah)21.

    El rechazo de los chies a la sucesin del Profeta (Ab Bakr, Omar y Ut-mn) es un golpe en la lnea de flotacin doctrinal del salafismo, que vecuestionados los hdices, toda vez que sus transmisores (el resto de losRachiduny su entorno) actuaron con deslealtad contra quien ellos consi-deran el sucesor legtimo del Profeta (el Imam Al), lo que les descalifica aellos y a su testimonio. Por el contrario, movimientos panislmicos comolos Hermanos Musulmanes ven refrendada su militancia anti chiita por elalcance de su apuesta.

    La Umma o comunidad de los creyentes es una entidad teleolgica ytrascendente que encarna el compromiso de una comunidad que no est

    construida en torno a un Estado, sino en torno a las relaciones horizonta-les de hombres virtuosos. Por consiguiente, resulta un ideal de armonay sociedad civil, en la lnea del discurso de Rousseau sobre la voluntadgeneral:los creyentes y las creyentes son amigos los unos de los otros,mandan lo establecido y prohben lo reprobable (9,71). Esta es, pues,una obligacin personal, mutua e interactiva.

    La doctrina al wal wal bar, sobre la que gravitan las ideas de separa-cin, divide el mundo entre creyentes y no creyentes, entre bien y mal,estableciendo lazos de hermandad por un lado y separacin y denuncia

    por el otro, sin categoras intermedias en la interpretacin ms extremadel trmino. Esto, a su vez, promueve el sectarismo (los ms perfectostienden a estar juntos) al implicar una actitud positiva respecto de losmiembros del propio credo y negativa respecto de los otros.

    Al recelo frente a lo occidental se aade una pretendida separacin res-pecto a los infieles:quien tome un pueblo como ejemplo y lo imite, setransforma en parte y se asimila22; ello se manifiesta pblicamentemediante elementos estticos de identidad; esta, a su vez, es reforzadapor el rechazo de quienes no son del grupo y se sienten obligados aposicionarse ante una diferencia manifiesta; algo en principio tan ano-

    dino como el vestido se transforma as en una barrera frente a tercerosy marcas visibles de separacin y de pertenencia que ayudan a defi-nir la comunidad:haced que vuestras casas estn unas al lado de lasotras23, Esta idea consiste, para algunos acadmicos, no solo en notener lazos con los diferentes y denunciarlos, sino tambin en mostrarenemistad hacia ellos.

    21 Ibd.22 A B, K. Confesiones de un loco de Al. La esfera de los libros, Madrid, 2002, p.

    82.23 Ibd., p. 83, interpretacin de los comentadores clsicos de versculo (10,87): fun-dad en Egipto, casas para vuestro pueblo, y colocad en vuestras casas una alquibla.

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    El concepto enlaza con ideas como el Tawhidy la Hiyra(la Hgira),la emi-gracin de los musulmanes en pases no gobernados por ellos; y a escalamenor, pero con la misma lgica, el abandono de aquellos colectivos ogrupos donde no se viva plenamente el islam (como hicieron Mahoma,Abraham).

    Abu Muhammad Al Maqdisi, padre espiritual y luego crtico de Ab Musabal Zarqawi, enlaza la doctrina al wal wal bar con la profesin de fe;promueve la separacin entre fidelidad (el respeto a las leyes divinas) einfidelidad (el respeto a las leyes humanas), engranndolas con el Tawhidy de ah con la yihad y el takfir.

    Otro elemento clave de su constructo ideolgico es la Hisba, institucinbasada en la aleya cornica: sois la mejor comunidad que nunca ha te-

    nido el hombre, ordenis el bien, prohibs el mal y creis en Dios (3,110).

    Y es que la apelacin de los radicales a la fe de los fieles y a su compro-miso es el ms compulsivo de los argumentos, sobre todo si debe tenerun reflejo externo en una sociedad llamada al activismo: como reza el h-diz, Aquel de vosotros que vea algo ilcito debe impedirlo con su mano;sino puede con su lengua y si no puede, con su corazn y este es el gradoms dbil de la Fe (Imn)24.

    5. Salafismo y sociedad

    La contestacin a esta llamada est condicionada por la dimensin in-tegral del islam (los salafes contradeciran a Jesucristo en el clebredebate entre el sbado y el hombre), mxime cuando muchos de los fie-les viven la religin, ms que como una experiencia personal, como uncdigo jurdico ortopraxia que todo lo distribuye en la gran dicotomalcito/ilcito (halal/haram). No en vano reza el dicho del Profetael Imn(la Fe) es interior, el islam es exterior.Es pues una religin con una in-dudable vocacin pblica y social.

    As las cosas, conviene cuestionarse cul puede ser el correctivo para taltransgresin y cul la autoridad que corrige cuando no existe instanciade poder. La hisba era aplicada por quien tena requisito de capacidad yera legalmente responsable, el muhtasib. Tradicionalmente, la mano hasido la prerrogativa de las autoridades polticas, la lengua la de los esco-lares y el corazn la del pueblo.

    La transformacin de quin debe hacerlo por la palabra o la mano es elhecho revolucionario, ya que se ha armado al pueblo al diseminar el po-der entre los miembros de la comunidad exactamente el paradigma de

    24 A N. Lo ms granado del Jardn de los Justos, Comunidad Musulmana deEspaa, Motril, 2005, p. 98.

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    los micropoderes propuesto por Foucault convirtindose tal delegacinen un instrumento de transformacin social.

    As, la respuesta implica a cada individuo en base a la obligacin perso-nal y comunitaria de control de la moralidad pblica; cualquier individuo,y no solo el Estado, est llamado a intervenir ante una transgresin, aun-que est legalmente obligado a la inaccin y no se encuentre llamado encausa.

    Esto puede hacer de cada hombre un censor y un activista, a la vez quegenera un control social difuso pero permanente, pasivo en cuanto a laexpectativa de respuesta (todos conocen el deber serdel comportamien-to) pero tambin activo (con la manoy a cargo de cualquier musulmn; laapostasa, por ejemplo, puede castigarse con la muerte), adems de los

    mecanismos subjetivos caractersticos de toda religin, que fija para elMs All la justicia.

    De este modo, no solo se promueve una forma de pensamiento nico,sino que en la prctica, se puede invadir el mbito de la autonoma per-sonal, mermar el libre albedro e impedir no ya la disidencia sino cual-quier alteracin visible del espacio social y sus usos: tu Seor se haquedado maravillado de ver como un pueblo era conducido, encadenado,al Paraso25.

    Sin embargo, las sociedades radicales no se sienten ultramontanas, ya

    que carecen de referencias, por lo que se identifican con el tradicionalis-mo, dando primaca a la solidaridad intraislmica y a la identidad musul-mana sobre cualquier otra adscripcin.

    Todo ello enlaza y va un paso ms all de las ideas del filsofo utilitaristabritnico Jeremy Bentham, que, a finales del , dise un modelo deprisin al que denomin panptico. Su novedad radicaba en que los car-celeros podan controlar a los prisioneros en todo momento sin que ellos,que lo saban, pudieran advertirlo, obligndoles as a que, por prevencin,modificasen sus pautas de conducta. En esta propuesta, adems, se dauna censura cruzada entre todos sus miembros, de modos que quedanatados los unos a los otros.

    Y es que la permanente realimentacin del discurso del deber ser, mate-rializado en listas precisas y hasta obsesivas de gestos o de comporta-mientos, de formas especficas de comer, beber, dormir, puede llegar aser esquizoide; esto es, un razonamiento lgico que parte de premisasextremas o irracionales. Como consecuencia, el individuo se encuentrainmerso en una dinmica espiral de fanatizacin de la que pblicamenteno puede escapar, pues supone su exclusin social: quien muera apar-tado de la comunidad, morir pagano.

    25 A B, K. Confesiones de un loco de Al, La esfera de los libros, Madrid, 2002, p. 82.

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    Esta permanente caza de brujas corre el riesgo de transformarse en unasuerte de macartismo religioso, un vrtigo autoalimentado sobre quin si-gue el manhajcorrecto y quin es el verdadero salaf. Esta prctica separaa familias, a sus miembros, a los esposos; y hasta puede llegar a producirel salafi burnout,una abrupta cada de la fe y su prctica; o a la contra,convertirse en un mecanismo para la recuperacin de la autoestima.

    En esta lgica, los salafes, de modo eugensico, se autoexcluyen promo-viendo, como se ha visto, la al wal wal bar y la Hijra, la separacin de suentorno; viven en comunidades aisladas e incluso retornan desde pasesno musulmanes. An en ellos, viven en casas y barrios separados y rezanen mezquitas diferentes al resto de la comunidad (cualquier grupo decreyentes puede fundar en el islam una mezquita).

    Su especial vestimenta contribuye a este rechazo toda vez que les iden-tifica, al tiempo que constituye una censura permanente al resto de losmusulmanes. Permite hacer proselitismo mediante el ejemplo, constitu-yendo una expresin para la conquista simblica del resto de los espa-cios sociales. Es ms, el vestuario no resulta ajeno al propio de un islamconservador, dando continuidad y ruptura a las tradiciones ms arraiga-das; las sutilidades estticas (longitud de barba, cabello, tnica) contri-buyen a diferenciar a un grupo salafista de otro26.

    En su lado positivo, su labor es una suerte de liderazgo transformacional en

    el que se trata de hacer emerger la conciencia de los liderados, centrando suactuacin sobre las necesidades humanas, y especficamente en las relati-vas al crecimiento personal, la autoestima y la autorrealizacin. Su esenciaes el ejemplo. Los lderes transformacionales, y los salafistas lo son, a travsde la influencia ejercida en sus interrelaciones con los miembros del grupo,ya que estimulan cambios de visin que hacen que dejen de lado sus intere-ses particulares para buscar el inters colectivo, aun incluso sin tener satis-fechas sus necesidades fundamentales. De esta manera, se genera un efectocascada y se alcanza una individualizacin y socializacin simultneas.

    El vestido por s mismo no es nada. Puede ser una referencia esttica o

    tica; depende de si lleva incorporado consigo algo ms, y ese algo sonlos valores. La vestimenta implica un compromiso pblico con una seriede valores, lo que a su vez seala una actitud pblica y poltica; el solohecho de vestirse compromete pblicamente, liga a un ideal, obliga a unaconducta, muestra un sincero compromiso con un credo. El vestuario esas la convergencia entre principios, pensamiento y actuacin. Es solo unsmbolo, pero pretende ser una actitud; no es una mera esttica sino unatica que otorga referencias, algo que la sociedad occidental y posmo-derna puede haber perdido, especialmente en tiempos de crisis material.Las palabras seducen, pero solo el ejemplo arrastra.

    26 C M, I. Op. cit.

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    La suya es, ante todo, una ejemplaridad persuasiva que promueve la re-forma del estilo de vida y genera una nueva conciencia a travs de larepeticin incesante de ejemplos y de vidas virtuosas que sirvan paraenunciar una necesidad, un deber ser que abra la puerta a la larga a laaceptacin de la regla religiosa.El ejemplo de hombres comunes es unapersuasin en principio no pretendida, una persuasin que conmina a lareforma y responsabiliza a quien no la acomete; por eso el ejemplo obligaimplcitamente a pronunciarse aunque solo sea para rechazarlo.

    Adems cuentan con una suerte de moral weberiana que liga piedad yxito profesional (y las redes de apoyo lo favorecen), convirtindose en unreferente de lo uno y lo otro. Impulsa a los profesionales independientesy a los comerciantes, as como el rechazo al trabajo en ciertos sectores

    considerados no islmicos (como la banca).En sum se muestra como una contracultura capaz de dotar de una nuevaidentidad a sus adeptos, toda vez que su purismo les hace sentirse porencima de otras comunidades por su esfuerzo, ellos son la secta que sesalvar, se ha dicho, les restituye en su humanidad y hasta les permitela ruptura con el pasado al ofrecerles un futuro.

    6. Salafismo y globalizacin

    La propuesta salafista, como Oliver Roy

    27

    seala, encaja plenamente conel fenmeno de la globalizacin; el suyo se presenta como un islam des-territorializado, universal y ajeno a cualquier cultura o etnia, razn por laque se opone a toda innovacin o influencia no islmica, as como a cual-quier subcultura o frmula local de islam, por ms que sea compatiblecon el dogma.

    Esto supone una desculturizacin del modelo, que se convierte en unaforma superponible a toda identidad y adaptable a cualquier espacio so-cial o cultural, asegurando con ello el xito de su transnacionalidad. Esuna religin que es cdigo y devocin; no precisa de un territorio que la

    defina para instalarse ni tampoco existe ninguno que le pueda ser veda-do. Simultneamente no renuncia sino que emplea tambin los mismoscanales que el conservadurismo.

    El vnculo local-global hace que la Umma, el gran espacio imaginario dedefinicin universal, se construya desde la mezquita, a partir del rechazoal Estado y a cualquier constructo occidental; pero tambin resulta posibleen el marco del espacio virtual de la red, pasando por algunas otras for-mulaciones como losemiratos islmicos, que son territorios en los que, sindeclararse independientes, se rechaza la autoridad del Estado que corre elriesgo de transformarse en un ente fallidode prosperar la frmula.

    27 R, O. El islam mundializado, p. cit.

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    Es ms, internet ha sido identificada como la universidad a distancia delos estudios yihades, toda vez que favorece la hermandad y la solidari-dad, una suerte de yihad virtual y mental (la guerra es ante todo una ac-titud), propiciando la existencia de acadmicos yihades y el transvase deideas, dndole flexibilidad y dinamismo al movimiento que le han llevadode ser un movimiento marginal a la tendencia dominante.

    La red es interesante por la proliferacin de centros emisores y nodosque generan una estructura plana y policntrica. La figura del acadmi-co en red resulta de especial inters. Sus lderes pueden pasar de unaobediencia a otra y cooperan y rivalizan entre s generando un mundoinestable y fluido. El potencial democrtico rosseaunianoque ello implicase ve limitado por su desarrollo doctrinal.

    Un buen ejemplo de estas dinmicas son las publicaciones electrnicasyihadistas como la revista Inspire, una revista que, con un diseo atracti-vo y una buena difusin en el colectivo radicalizado, ana al igual que lanarrativa, lo tctico y lo poltico. As difunde orientacin poltica, hace unaaproximacin a la realidad y justifica sus actos, mientras divulga tcnicascaseras de terrorismo, popularizando estas prcticas, lo que es una for-ma de dar armas al pueblo y promover la anarqua.

    Se trata de llevar la lucha a las sociedades occidentales de la mano dequienes residen habitualmente en ellas, superando as las dificultades

    logsticas y de preparacin de los terroristas, mientras se desborda cual-quier medida de seguridad al tiempo que se fractura la comunidad y seobliga a sus miembros a pronunciarse. No se trata ya de grandes y com-plejos atentados (de los que hay mltiples precedentes registrados defracasos, saldados incluso con la muerte de quienes los preparaban porfalta de adiestramiento), dirigidos a la pantalla meditica, sino de actua-ciones ms sencillas y caseras como atropellos, apualamientos actosde impacto emocional ejecutados por gentes inspiradas, desgajadas delgrupo, y por tanto, de muy difcil control policial. Se da con ello riendasuelta a la iniciativa individual y se proporcionan ejemplos de personasque, desde sus labores cotidianas, pueden actuar al servicio de la reli-gin. Nuevamente se trata de una inspiracin para el grupo; son los lobossolitarios.

    7. Tipologa del salafismo

    El salafismo no es un grupo, sino un conjunto de grupos que se fracturacomo consecuencia del debate interno en torno a dos ideas: la violencia yla relacin con el poder poltico. Y toda vez que entre los grupos salafistashay comunidad de fines, el problema se sita entonces en los medios a

    aplicar en cada caso, en las estrategias, en las polticas.

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    Adems, entremezcla lo local y lo global; hay ramas orientadas a laUmma, (la comunidad islmica), otras de orientacin moral, y tambinsectarios como Al Zarkawi. Y es que si por un lado ana quietismo, clari-dad y universalismo, por otro tambin activismo, rigidez, fragmentacin,disolucin poltica y localismo. Adems, su purismo no ha podido escapara los debates del presente y ha sido de facto secuestrado, contaminado,por otras luchas: antiimperialismo, sectarismo, polticas de identidad

    Su relacin con el mundo es as conflictiva; y en ella se inscribe la pro-blemtica de su relacin con la violencia, toda vez que la realidad acabapor perturbar a la doctrina y esta se plantea como una respuesta naturala las tensiones doctrinarealidad.

    Wiktorowics28, en un trabajo de gran aceptacin en la comunidad acad-

    mica, clasifica a los salafistas, sobre todo a partir de la dcada de los no-venta, en tres grandes grupos, sin entrar en la continuidad que existe deuna categora a otra: puristas (acadmicossalafiyya al ilmiyya), polticos(activistas o harakis, partidarios de la accin poltica), y yihadistas (sala-ffiyya al yihadiyya) unidos por un credo comn y separados por la inter-pretacin del mundo en el que se ha de operar; aunque eso s, sin hacer elnfasis que hacen otros autores en los importantes debates doctrinalesque subyacen bajo cada una de esas interpretaciones. No obstante, lascategorizaciones obvian muchas de las tendencias existentes en el mun-do musulmn y salaf.

    Como se ve, es este un espectro que va desde el academicismo ms ab-soluto hasta los aspectos y mbitos ms operativos. Y todo tambin de-pende de la ndole de los problemas abordados. Si los problemas a losque se responde son de ndole ms nacional, dominan las ideologas msislamonacionalistas; si son ms inconcretos, los salafistas, y si la pobla-cin ha sufrido los rigores de un conflicto, los salafistas yihadistas.

    El salafismo acadmico (salafiyya al ilmiyya) propugna, como se ha visto,la resignacin frente a un poder imperfecto, siempre que lo sea dentro delo tolerable. Todo ello conduce al apoliticismo y a actividades concentra-

    das en la reforma de las costumbres, lo que hace que algunos radicalesles llamen despectivamente ulemas de la menstruacin y el puerperio.

    El salafismo poltico, materializado en la creacin de partidos polticoscomo Al Nur, incorpora frmulas hbridas en la medida en que ana elcredo salaf y la prctica poltica de los Hermanos Musulmanes. Su con-ducta es muy similar a la de los partidos de corte islamista tradicionales.

    La salafiya yihadiyapromueve el alzamiento y su juicio ana lo teolgicoy lo operativo. Por ejemplo, Mustafa Setmarian (Mustafa bin Abd al Qadir

    28 W, Q. Anatomy of the Salafi movement, Studies in conflicts and terro-rism n. 29, 3(abril-mayo 2006).

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    Sitt Maryam Nasar) alias Abu Musab al Suri, era especialista en teorade la guerra y rechazaba el apelativo de acadmico, encarnando en supersona el choque entre purismo y pragmatismo.

    8. El yihadismo salafista

    Con la denominacin yihadista se dar nombre a quienes de modo ca-trquico y sintindose a la vanguardia del islam se pronuncian por la lu-cha armada ms que por la predicacin religiosa. De este modo, retomanviejos discursos, entre ellos el antiimperialista, y les dotan de una nuevalectura. En todo caso, no es un fenmeno monoltico sino, como siem-pre, plural y diverso que admite distintos objetivos, medios y mtodos, en

    nombre de un islam que se pretende alcanzar por la fuerza.El movimiento islmico recupera en parte el sentido original y de cla-se (los clebres sans-culottesfranceseso losbasijis chiitas iranes, lasclases bajas y desdeadas, los lumpen) de la palabra; no obstante, elyihadismo no tiene un completo encaje con el fenmeno terrorista, porms que compartan el concepto libertario de propaganda a travs de loshechos, pues abarca el asesinato selectivo, la guerrilla urbana y otrasformas de conflicto semiconvencional.

    Uno de los primeros en utilizar el trminoyihadismo salafpara referirse

    a s mismo y a sus ideas fue Ab Muhammad Al Maqdisi que, en 1984,durante su estancia en Afganistn, publicara su trabajo La Comunidadde Abraha (Millet Ibrahim). Su propuesta encarna un islam ms radicale intransigente, al que se incorporan elementos internacionalistas yantioccidentales.

    La acepcin de yihadismo salaf denota una base doctrinal de la violen-cia y la liga al hecho religioso. Y es que hay autores que identifican tresramas que ayudan a la configuracin del pensamiento yihadista salaf:una primera basada en el pensamiento fundamentalista egipcio radical(Qutb, Fadl); otra neowahabista, basada en escolares de Arabia Saud

    que incorporara a Ibn Baz y sus seguidores, creadores del movimien-to al Shawa;y una tercera rama palestina con Abdal Azzam, Omar AbuQatada y Abu Muhammad al Maqdisi. Al Maqdisi aportara el concepto detawhid a la idea yihadtakfir.

    Como consecuencia de estas incorporaciones doctrinales, el yihadismosalaf ha ido perdiendo paulatinamente su conexin con el salafismo de-cimonnico. As, mientras el salafismo rechaza la realidad en nombre dela pureza, el yihadismo salaf se esfuerza en cambiarla transformando elcredo (aqida) en lo preciso hasta lograr el pleno encaje con el conceptode yihad de la tradicin de Taqi ad Din Ahmed Ibn Taymiyya; y, an ms

    lejos, llega a incorporar a pensadores fundamentalistas con el propsitode echar races en el pensamiento islmico ms tradicional.

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    Las redes cuyas formas primigenias pueden inferirse en los clanes ytribus rabes mejoran la capacidad de adaptacin al entorno de lasorganizaciones y tiene un efecto multiplicador. Javier Jordn, adems,apunta la existencia de relaciones de amistad y parentesco entre ellos,que se ven reforzadas con actividades conjuntas y vida comn29; es laassabiyya30, una llamada a la cohesin y solidaridad grupal; as, se des-borda la suma de las voluntades particulares de sus miembros y se diri-ge hacia el logro del inters general, la Umma, aun a costa del individuo.

    De esta manera, combinan la terminologa propia del salafismo tawhid(unicidad), pura intencin (niyya); paradjicamente, la intencin puede operarprecisamente en contra de los afanes literalistas predicados del salafismo. Lareligin es siempre un equilibrio entre conceptos, purificacin (tazqiya) con

    un descarnado anlisis de la realidad, que transforma en activismo revolucio-nario en el que hasta se adoptan ideas y estrategias occidentales. Este nuevohbrido conceptual, cumple con la lgica paradjica y de transformacin impl-cita a la guerra al absorber elementos del enemigo. Esto es, los yihadistas seoccidentalizan al luchar contra los occidentales y la guerra acaba por conver-tirse en un espacio de intercambio, mutuo conocimiento y encuentro.

    As, la propia organizacin Al Qaeda contara entre sus fuentes doctrina-les, siempre desde la perspectiva de Al Suri, con elementos fundamen-talistas de los que cabe destacar la hakimiyyade Mawdudi, la doctrinalegal y poltica del salafismo de Ibn Taymiyya, especialmente, el principio

    de al wala wa al bara; a ellos se sumaran elementos de tradicin jurdicopoltica del wahabismo e ideas propias de los Hermanos Musulmanes31.

    El propio Al Suri, no obstante, rechaza todos los debates doctrinales en elseno de Al Qaeda por estriles cuando no por contraproducentes. Narra cmoen Afganistn, por ejemplo, los acadmicos consideraban al rgimen talibncomo desviado y se oponan no solo a apoyarlo, sino que minoraban su legiti-midad como resultado de sus prcticas herticas, convirtindose, a su juicio, laperspectiva acadmica en un escollo a superar por razones operativas claras.De hecho, la falta de una doctrina slida fue identificada en la dcada de losochenta y noventa como un factor de debilidad de la organizacin.

    Abu Qatada al Filistini (de nombre Omar Mahmud Othman), sumndose aesta misma lnea, subordina la predicacin y la accin poltica a una yihaddirigida en primer trmino contra el enemigo prximo; y va an ms lejosque muchos salafistas en su fidesmo, en su desprecio a la razn huma-na. Su doctrina tuvo relevancia en las matanzas producidas en Argelia.

    29 J, J. y C, J. L. El nuevo rostro de la guerra, op. cit, pgs. 122 y ss.30 Solidaridad social, concepto surgido de la mano de Ibn Jaldn. Jaldn, I. (CharlesIssawi, seleccin, prlogo e introduccin). Teora de la sociedad y de la historia, Unidad

    Central de Venezuela, Caracas, 1963, pp. 26 y ss.31 B, L. Destructive doctrinarians, en Meijer Roel: Globalsalafism, Hurst&Company, Londres, 2009, p.286.

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    en religiosa, sin realmente resolverlos, para acabar incluso combatiendoa quienes en principio haban venido a apoyar.

    En cualquier caso, los movimientos islamistas han experimentado unaprofunda transformacin desde la dcada de los noventa, paralela a supaulatina insercin en el engranaje del Estado o, cuanto menos, en unnotable aumento de su capacidad de influencia. El salafismo puede versecomo un proceso postislamista, como una ideologa en cuanto que selec-cin de conceptos teolgicos que convive con otras ideologas de matrizigualmente religiosa. Pero debe quedar claro que no todo radicalismo essalaf, ni como ya se ha apuntado, todo salafismo es radical.

    El salafismo, en principio, no implica violencia (estadio por el que hanevolucionado muchos grupos ahora pacficos) y puede aplicarse tanto a

    las tendencias del movimiento occidentalizantes como orientalizantes;porque de esa matriz pueden extraerse varios discursos, por ms que desu nombre se hayan apropiado los ms radicales.

    Su propuesta de eugenesia consiste en depurar el islam de todas lasprcticas ajenas que lo contaminan. Para ello, sugiere la autolimitacinde los musulmanes como medida de higiene y completa su definicinmediante la segregacin de quienes no lo son; rechaza todo compromisocon el mundo de la impiedad, por ms que pueda hacer su vida en l. Lareligin proporciona as a colectivos annimos una forma de integracin

    y una identidad.La suya es una llamada a los musulmanes a separarse del error, lo quehabitualmente se traduce, en general, en una retirada de los asuntos delmundo. De esta manera, utiliza un discurso sacro para conducir a laspersonas a un espacio social diferente. El salafismo no busca una con-versin masiva sino una purificacin de los musulmanes; lo cualitativoprima sobre lo cuantitativo.

    Y es que el salafismo no es revolucionario sino un conservadurismo ico-noclasta; es demandante en cuanto al conocimiento religioso, lo que dotaa sus miembros de identidad y se muestran obsesionados por las fronte-ras conceptuales, tienen una dimensin ms universal que los HermanosMusulmanes que quedan condicionados nacionalmente y son fundamen-talmente un movimiento poltico.

    Transforma implcitamente lo que fueron antiguos estilos de vida en c-digos sagrados, haciendo que, hasta cierta medida, resulte de mayor re-levancia, sociolgicamente hablando, el concepto delo sagradoque el dedios32. Su discurso confunde religin y cultura, mientras su pretendidapureza y academicismo acaba, en ocasiones, siendo capturada por otras

    32 A, R. Las etapas del pensamiento sociolgico, Ediciones Siglo xx, Buenos Aires,p. 55.

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    ideologas, transformada en un hbrido y gestionado en la prctica, sobreel terreno, por gentes sin la formacin necesaria.

    Internet ha permitido la creacin de un espacio islmico que encaja enla naturaleza desterritorializada del salafismo y que permite la desagre-gacin, el intercambio, la puesta en comn y el adoctrinamiento a travsde mecanismos como la resolucin de cuestiones novedosas y consultasjurdicas (en lnea hay hasta ulemas yihadistas). En internet no hay unacultura local que dificulte la transmisin del mensaje, sino una comn alos internautas.

    Su fragmentacin y ambigedad hacen su estudio especialmente dificul-toso pues pese a tener unas caractersticas claras, no es un movimientohomogneo, sino que est dotado de una extraordinaria ambigedad y

    flexibilidad. Algunos de ellos han evolucionado ideolgicamente des-de posiciones pietistas hasta la violencia indiscriminada. El salafismoyihad es una muestra ms de cmo la violencia precisa justificarsedoctrinalmente.

    La atomizacin del movimiento es consecuencia directa de su desarrolloparalelo, disperso y sin concertacin previa, salvo la derivada de su sus-trato ideolgico, como tambin de la existencia de una poderosa sociedadcivil amparada en slida base cultural comn, que no en una cultura ni-ca. Y esa sutil diferencia, precisamente, seala sus lmites.

    Bibliografa

    Cuaderno de Estrategia 163. Islamismos en (r)evolucin.Instituto Espaolde Estudios Estratgicos, 2013.

    M, R. (coord.). Globalsalafism. Hurst & Company, Londres, 2009.

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    Captulo

    segundoYihadismo global: una visin panormica

    Luis de la Corte IbezInstituto de Ciencias Forenses y de la Seguridad

    Universidad Autnoma de Madrid

    1. Introduccin

    En la maana del 11 de marzo de 2004, entre las 07.37 y las 07.41 horas,cuatro trenes de cercanas estallaron mientras transitaban con destinoa la estacin de Atocha, en Madrid. Como resultado de la explosin, 191personas murieron y otras 1.841 resultaron heridas. Ese mismo da ala tarde, la sede londinense de un diario de lengua rabe recibi un co-rreo electrnico con el primero de los mensajes de reivindicacin de losatentados de Madrid. Tras una alusin protocolaria a Al y la referenciaa un consejo cornico de castigar y matar a los propios enemigos, el tex-

    to enmarcaba la masacre del 11M con varias acotaciones siniestras: Elescuadrn de la muerte ha conseguido, en la profundidad de la CruzadaEuropa, golpeando uno de los pilares de los cruzados y sus aliados, Es-paa, con un golpe doloroso. Es parte de un ajuste de viejas cuentas conla Cruzada Espaa, aliado de Amrica en su guerra contra el islam [].Firmaban el mensaje las Brigadas Abu Hafs al Masri, ttulo antes emplea-do por Al Qaeda, organizacin responsable de otro plan terrorista anms sorprendente y demoledor ocurrido dos aos y medio atrs: aquelen que un puado de individuos de origen oriental e islmico secuestra-ron cuatro aviones comerciales para estrellarlos contra varios edificios

    emblemticos de Nueva York y Washington D