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XIX CONGRESO INTERNACIONAL DE INVESTIGACIÓN EN CIENCIAS ADMINISTRATIVAS ACACIA, A.C. UNIVERSIDAD JUÁREZ DEL ESTADO DE DURANGO UJED Desafíos de los administradores para gestionar la sostenibilidad de los sistemas socio-ecológicosMiguel Ángel Meléndez Guerrero [email protected] 618-815-8960 Ernesto Geovani Figueroa González [email protected] 618-806-9459 Capítulo: Administración del Desarrollo Regional y Sustentabilidad Durango, Dgo., México, del 21 al 24 de abril de 2015

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XIX CONGRESO INTERNACIONAL DE INVESTIGACIÓN EN

CIENCIAS ADMINISTRATIVAS

ACACIA, A.C.

UNIVERSIDAD JUÁREZ DEL ESTADO DE DURANGO

UJED

“Desafíos de los administradores para gestionar la sostenibilidad de

los sistemas socio-ecológicos“

Miguel Ángel Meléndez Guerrero

[email protected]

618-815-8960

Ernesto Geovani Figueroa González

[email protected]

618-806-9459

Capítulo:

Administración del Desarrollo Regional y Sustentabilidad

Durango, Dgo., México, del 21 al 24 de abril de 2015

“Desafíos de los administradores para gestionar la sostenibilidad de los sistemas socio-ecológicos”

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RESUMEN

El presente trabajo tiene la finalidad de analizar algunos cambios ocurridos en las

competencias de las Ciencias Administrativas, abordados desde el sujeto, es

decir, de los administradores, a partir del momento que se desarrolla la necesidad

de gestionar la dinámica sostenible, desde una perspectiva socio-ecológica,

involucrando para ello esquemas de gobernanza. Mientras, se ha establecido un

orden social emergente, que obliga a la mejora de las competencias actuales de la

administración para enfrentar los desafíos de los nuevos tiempos. El estudio se

realiza comparando dos épocas sociales la modernidad y la posmodernidad, para

establecer un diferendo en las formas de gestión. Para esta investigación teórica,

se utilizó el análisis documental a partir de un enfoque heurístico-hermenéutico.

Los resultados, advierten de la necesidad de involucrar a los diversos actores

sociales tanto públicos como privados en un contexto altamente complejo y a

multinivel, el cual, sugiere para gestionar, recurrir a múltiples disciplinas en vista

de la importancia de la información y la comunicación, la virtualización de las

organizaciones, la multidimensionalidad, la complejidad y la transversalidad como

paradojas que afectan tanto a la institución social como a las organizaciones

empresariales.

Palabras clave: Sostenibilidad, sistemas socio-ecológicos, gobernanza.

“Desafíos de los administradores para gestionar la sostenibilidad de los sistemas socio-ecológicos”

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Introducción

Esta ponencia, tiene la finalidad de abonar a las reflexiones realizadas en

varios trabajos académicos, relacionados con los desafíos que las Ciencias

Administrativas y las organizaciones enfrentan en esta época (Solís, López y

González, 2014; López, 2001; Sosa, 2012; De la Red, 2009), retos vinculados con

las condiciones impuestas por algunos de los fenómenos que determinan a la

sociedad en que vivimos, como “sociedad emergente”, y que dan lugar, a que las

organizaciones y sus administradores visualicen los acontecimientos y el contexto,

para modificar y adquirir las competencias que les permitan adaptarse mejor a las

exigencias necesarias para superarlos.

Los retos de la administración, se analizan desde el sujeto, es decir, del

accionar de los administradores para gestionar a las organizaciones, se ubican

considerando las siguientes perspectivas:

1. La necesidad de gestionar la información y el conocimiento.

2. La necesidad de gestionar la desigualdad y la inequidad, en la distribución

de la riqueza.

3. Y, la necesidad de gestionar la dinámica sostenible y sustentable desde el

punto de vista ecológico social, (Solís, et al., 2014).

Los mismos autores, sugieren que para gestionar estos rubros, los

administradores están obligados a poseer las siguientes competencias:

Pensamiento sistémico,

Pensamiento multidisciplinario,

Pensamiento verde, y

La “habilidad de ser un “experto flexible”.

Dado que existe una presión social democratizadora en las Ciencias

Administrativas, lo cual ha llevado a la generación de modelos participativos,

donde se toma en cuenta el consenso y la opinión.

Con esta investigación se inician una serie de trabajos que servirán para

revisar cada uno de los retos expuestos. En este trabajo, se examinará solamente

una de las posiciones, la tercera, relativa a la capacidad de los administradores

“Desafíos de los administradores para gestionar la sostenibilidad de los sistemas socio-ecológicos”

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para gestionar la dinámica sostenible desde el enfoque ecológico social en el

contexto Latinoamericano.

Así pues, el objetivo del presente trabajo es diferenciar los procesos,

técnicas, habilidades y competencias que los administradores emplearon y de las

que han de valerse, para gestionar a las organizaciones en dos estadios distintos

de la sociedad ‒ modernidad y posmodernidad1‒ , considerando la emergencia de

las soluciones que requieren las problemáticas actuales de las organizaciones,

para mejorar su relación con los sistemas socio-ecológicos.

Se analizan las aportaciones que contribuyen al conocimiento, conservación

y al uso sostenible de la biodiversidad como factores de desarrollo y bienestar de

la población, en relación a la necesidad de gestionarlos.

La sociedad ha afrontado a través del tiempo cambios sociales, políticos,

económicos y culturales y estos cambios han sido recorridos en distintos ciclos,

narrados como una diversidad de rutas, para desembocar en una paulatina

diferenciación social, que ha permitido a las organizaciones adaptarse para lograr

los propósitos para los que fueron creadas.

Los administradores han jugado un papel determinante en el devenir de las

organizaciones, puesto que han sido los actores preponderantes en los procesos

de diferenciación de las estructuras sociales y culturales, en las distintas épocas.

Para el análisis de este trabajo, se consideran algunas de las competencias

y conocimientos relevantes que los administradores han dominado y poseen o

deben poseer, como parte esencial de su ejercicio en el desarrollo de las

organizaciones en dos épocas distintas, la modernidad y la posmodernidad,

denominada también “sociedad emergente”, distinguiendo implícitamente las

capacidades que les permiten gestionar a las empresas o instituciones.

Se revisan también, los conceptos de sustentabilidad y sostenibilidad, así

como sus implicaciones sociales, haciendo mención tácita de las cualidades y

experiencias que los administradores requieren, para gestionar los distintos tipos

de formas organizativas que intervienen en estos procesos: instituciones no

1 Lyotard, J-F. (2012) “Qué es lo Posmoderno”, en: Zona Erógena. Núm. 12.

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formales, instituciones de carácter legal y normativo e instituciones formales

basadas en los mercados (Martin-López; González y Vilardy, 2012).

Asimismo, damos una mirada a algunas aportaciones teóricas relacionadas

con el concepto de ecología social o sistemas socio-ecológicos, destacando su

relevancia en relación con los desafíos que la administración y los administradores

tienen que asumir para gestionar a las organizaciones desde una perspectiva

holística y sistémica de los ecosistemas, los seres humanos, la tecnología, el

conocimiento local, las instituciones, pero sobre todo con la dinámica que se

genera de estas interrelaciones.

Se describen algunos factores que pudieran obstaculizar la obtención de

consensos o acciones colectivas, así mismo, las causas que dificultan el desarrollo

de las competencias necesarias y el uso de cierto conocimiento ‒ como el de las

instituciones no formales‒ para gestionar a las organizaciones públicas y

privadas, buscando la sostenibilidad para el mejor aprovechamiento de los

recursos y la consecuente conservación de las capacidades de la biodiversidad

para suministrar servicios a la sociedad.

Finalmente, se hacen algunas reflexiones acerca de la necesidad de

gestionar y tomar decisiones en relación con la sostenibilidad y sus implicaciones

sociales y la importancia que reviste la gobernanza como manera de aproximación

hacia la co-gestión adaptativa y el fortalecimiento de la resiliencia socio-ecológica

y su impacto regional.

Dos sociedades

El rasgo básico que caracteriza a la sociedad moderna es “la creciente

diferenciación de sus estructuras tanto sociales como culturales” (Bericat, 2001,

p.12). Este proceso de diferenciación tiene su base en la división social del trabajo

y de la actividad económica en unas funciones cada vez más particulares.

También, plantea que Weber destaco que la modernidad estaba alentada por la

racionalidad específica, una coherencia instrumental que vinculaba medios y fines

(Bericat, 2001).

“Desafíos de los administradores para gestionar la sostenibilidad de los sistemas socio-ecológicos”

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A finales del siglo XIX y al amanecer de la vigésima centuria surgieron

movimientos importantes, como la revolución científica con aportaciones

significativas hacia el modo de vida organizacional, la determinación en forma

científica de métodos para realizar las labores, con preponderancia hacia la

productividad y por extensión a la rentabilidad (Sosa, 2012).

Según Solís, et al., la organización empresarial surge como la institución

más importante del sistema económico de mercado con la capacidad de

convertirse en el espacio donde se lleva a cabo la integración del capital y el

trabajo para la producción de bienes y servicios. La aparición de la empresa como

fenómeno social plantea la necesidad de un campo propio del conocimiento: la

administración y un actor fundamental, los administradores.

La Administración como disciplina nace hacia finales del Siglo XIX con los

desarrollos de Taylor (1911) y Fayol (1916). En este mismo periodo surgen las

teorías de la organización, fundamentadas especialmente en los estudios de

Taylor, con un enfoque en la producción de los procesos de trabajo (Pfeffer, 1992).

Las teorías de la organización emergieron como un aporte a la solución de

los problemas administrativos de la empresa industrial moderna bajo una

perspectiva positivista, funcionalista y pragmática, orientada más a la prescripción,

aspecto que influyó en la creación de una visión racional de la organización.

Según Morales (2012), a partir de las distintas teorías (administración

científica, relaciones humanas, burocracia, comportamiento, contingencia y

nuevas relaciones humanas) se concibe una mirada mecánica de las

organizaciones y aunque cada una de estas teorías presenta características

particulares, se hallan relacionadas en sus aportes teóricos desde el punto de

vista del análisis y la noción del sujeto que las orienta. Con base en la revisión que

realiza Morales (2012), se presentan algunas de ellas:

En el caso de la Administración Científica ‒ con Taylor a la cabeza‒ se

avanzó en la concepción de la organización basada en la racionalidad y el control

del proceso de trabajo, la producción y la demanda en masa, gracias a la

aplicación de métodos de producción en el taller a través del estudio de tiempos y

movimientos. El análisis se centra en el individuo, los procesos productivos y el

“Desafíos de los administradores para gestionar la sostenibilidad de los sistemas socio-ecológicos”

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puesto de trabajo, perspectiva que asume al hombre sólo como apéndice de la

máquina, visto como un ser económico, que únicamente busca satisfacer sus

necesidades.

En la Teoría de las relaciones humanas ‒ representada por Mayo,

Roethlisberger y Dickson‒ se asume un hombre de sentimientos y con

necesidades de satisfacción en el plano afectivo, para lo cual, el estudio se basó

en las acciones de las personas en el trabajo.

En la Teoría de la burocracia ‒ con figuras como Weber, Merton, Crozier‒

el análisis está orientado hacia la organización, los individuos y los grupos; desde

donde se asume al hombre como un ser político con capacidades estratégicas, es

decir, capaz de tomar decisiones.

En la teoría del comportamiento ‒ representada por Simon, Mart y Cyert‒ el

examen se centra en el individuo y la organización, asumiendo al hombre desde

un enfoque administrativo como un ser capaz de tomar decisiones en ambientes

de incertidumbre y racionalidad limitada.

La teoría de la contingencia ‒ donde sobresalen Woodward, Lawrence y

Lorch, Burns y Stalker‒ ; a lo que se denomina contingencia, son las

características situacionales entre las cuales se hayan la velocidad del cambio y el

grado de complejidad del ambiente externo de la organización, las fortalezas y

debilidades, los valores, las metas, las habilidades y actitudes de los

administradores y de los trabajadores, así como los tipos de tareas, recursos y

tecnologías empleados. Con ello se formula la idea de que no existe una sola

manera de administrar, ya que las circunstancias cambian. El énfasis esta puesto

en la organización y el administrador.

El centro de interés de estas teorías son las organizaciones modernas y,

responden por lo tanto a los problemas inherentes a la productividad, la estructura,

la estrategia y la competencia que obstaculizan el logro de la eficiencia de las

empresas; de allí las raíces de sus referentes teóricos apoyados en disciplinas

como la economía, las matemáticas, la psicología, la sociología y la antropología,

entre otras.

“Desafíos de los administradores para gestionar la sostenibilidad de los sistemas socio-ecológicos”

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De los anteriores planteamientos se deduce, que el sujeto moderno es

considerado un artefacto social fabricado en las intrincadas relaciones

organizativas de las estructuras mecanicistas, las cuales constituyen un

entramado organizativo, donde solamente se realiza como sujeto racional, ético y

epistemológico, mediante la exhibición de cualidades políticas, epistemológicas,

económicas, sociales y estéticas (Sosa, 2012).

Así, ha podido tener logros en su vida organizacional, mediante un

comportamiento laboral deseable, apegado a las directrices que guían sus

acciones y su conocimiento bajo las condiciones que sugieren las metas

organizacionales, convertidas en las funciones que realiza y su especialización.

Ésta racionalidad institucional de las organizaciones modernas, se sujeta a formas

organizativas con esta lógica operativa en pro de la eficiencia.

La modernidad, ha sido ajena a la dinámica del mundo cambiante, que

acarreo una creciente complejidad, incertidumbre y caos; donde la comunicación

se entiende como una herramienta administrativa; las decisiones se toman

mediante la transmisión de información; se administra por objetivos y se mide el

desempeño en función de los resultados obtenidos.

Los administradores aplican modelos, métodos y técnicas ante

determinadas situaciones. Se administra, de manera planificada, estructurada y

racional. La realidad organizacional se interpreta de manera insuficiente, frente a

los cambios que impone la globalización, la cual, genera nuevas realidades lo que

se hace más complicado a medida que las organizaciones crecen (TWI Press,

1998).

La ambivalencia de la modernidad invita a las organizaciones a

transformarse, a reinventarse, a transitar hacia un nuevo modo de vida

organizacional. A mediados del siglo XX, se hace evidente la transformación de

las organizaciones (López, 2001), el mundo organizacional recorre un medio más

complejo, distinto al que tenía, con cambios profundos, crisis y caos, advirtiendo el

advenimiento de una nueva época.

En la búsqueda de clasificar a la sociedad entre una dualidad que implica el

conflicto entre lo moderno y lo posmoderno; la simplicidad y la complejidad; lo

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clásico y lo emergente; Lyotard (1998), en relación a la naturaleza del saber en las

sociedades más avanzadas, expresa: “que el saber cambia de estatuto al mismo

tiempo que las sociedades entran en la edad llamada postindustrial y las culturas

en la llamada edad posmoderna” (Lyotard, 1998, p.13).

Al referirnos al paradigma emergente, se estudian aspectos que consideran

la cultura posmoderna y los condicionantes y factores característicos de la

sociedad posindustrial, a su vez, denominada de muchas otras maneras por

importantes autores como: Sociedad Postcapitalista, Drucker (1993); Era Digital,

Tascopt (1997); Sociedad Informacional o Sociedad del Conocimiento, Castells

(2002); Paradigma de la Complejidad; Schvarstein (1998); Pensamiento Complejo,

Morin (1981). En el mismo tenor, surgen conceptos y aportaciones como: La

Biología del Conocimiento, Maturana y Varela (1984); La Estructura de lo

Complejo, Nicolis y Prigogine (1994); o Los Sistemas Sociales, Luhmann (1997).

Estos y otros autores, admiten la importancia de la información y la

comunicación, la virtualización de las organizaciones, la multidimensionalidad, la

complejidad y la transversalidad como paradojas que afectan tanto a la sociedad

como a las organizaciones empresariales. La superación del esquema mecánico

de la interpretación, el desplazamiento de límites tradicionales hacia una realidad y

una nueva forma de producción de sentido organizacional.

Según Echeverría (2003), en Sosa (2012), las organizaciones y los

administradores, ante las nuevas realidades y coyunturas, requieren desarrollar

las siguientes aptitudes: difundir el poder de modo que la autodisciplina reemplace

la disciplina impuesta desde afuera; el reconocimiento y comprensión de sistemas

dinámicos complejos e interdependientes; la capacidad para construir modelos

complejos que permitan anticiparse al entorno donde se encuentran, ayudando a

identificar algunas reglas, patrones y sucesos para prepararse de cara al porvenir

y la conversación para afrontar el cambio, con un dominio en el sentido integro de

la palabra.

Las consideraciones anteriores, revelan una sociedad que emerge producto

de la incorporación de la tecnología de la comunicación y de la información; que

“Desafíos de los administradores para gestionar la sostenibilidad de los sistemas socio-ecológicos”

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es también resultado del tejido de eventos, acciones, interacciones, retroacciones,

determinaciones, azares, que constituyen nuestro mundo fenoménico.

De allí, la necesidad para el conocimiento, de poner orden en los

fenómenos rechazando el desorden, de descartar lo incierto, es decir, de

seleccionar los elementos de orden y de certidumbre, de quitar ambigüedad,

clarificar, distinguir, jerarquizar; estos aspectos hacen de la vida un fenómeno de

auto-eco-organización extraordinariamente complejo que produce la autonomía,

de aquí se pueden entrever aspectos del paradigma de la complejidad que

emerge, (Morín, 1981).

En relación con esto último, la sociedad emergente como categoría, implica

la necesidad de asumir que se está en presencia de una sociedad en la que

predomina el conocimiento sobre los factores productivos sostenidos por la

sociedad industrial, determinando nuevas formas de hacer las cosas y nuevas

identidades asociadas al ser humano y su capacidad creativa.

Se está ante la presencia de un sujeto complejo, que tiene otra manera de

relacionarse con su entorno, asumiendo la realidad compleja, donde prevalece la

incertidumbre, el caos, la crisis, lo inesperado, la realidad de los nuevos tiempos.

En su emergencia, surge la necesidad de abrirse a nuevos aprendizajes, a dejar ir

el pasado, enlazar, articular y armonizar un saber distinto con él y con la sociedad,

el ser humano reorientado hacia la búsqueda de nuevas estrategias frente a la

emergencia de lo real (Pozzoli, 2006).

Rifkin (2000), establece que la riqueza ya no radica en el capital, sino en la

imaginación y creatividad humana. De lo anterior se puede deducir, que el valor se

crea por la productividad y la innovación, “ambas aplicaciones del conocimiento al

trabajo” (Drucker, 1993, p. 8). Tal como se observa, lo anterior da relevancia al

administrador como sujeto del trabajo y propietario de su conocimiento.

Gestión de la sostenibilidad socio-ecológica

El desarrollo sustentable aparece en la Cumbre de la Tierra celebrada en Río de

Janeiro en 1992 y se conceptualizaba como “el desarrollo que asegura las

necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras

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generaciones para enfrentarse a sus propias necesidades” (Brundtland, 1987, p.

14), resultaba controvertido, ambiguo y, por tanto, difícil de medir a nivel

académico. La ambigüedad del concepto, en parte, se ha debido a que fue

concebido desde el mundo de los tomadores de decisiones, articulando todas las

políticas ligadas a la gestión de las relaciones entre naturaleza y sociedad.

Posteriormente aparecen las ciencias de la sostenibilidad, definidas como

“aquellas que estudian las relaciones socio-ecológicas de los socioecosistemas”

(Martín-López, et al. 2012, p. 11), constituyen una aproximación interdisciplinaria a

la ciencia que reconoce las limitaciones del conocimiento científico tradicional para

abordar las relaciones complejas que se establecen entre las instituciones sociales

y los sistemas ecológicos.

Esta ciencia interdisciplinaria sirve para tender puentes y derribar barreras

entre dos mundos que han evolucionado de forma independiente: el del “saber” de

las universidades y los centros de investigación y el del “hacer” de los

administradores para alcanzar un “saber hacer” (Martín-López, et al.).

Las ciencias de la sostenibilidad han sido concebidas como la mejor

estrategia para vincular el conocimiento científico con la acción para abordar la

persistente crisis socio-ecológica actual y promover nuevos derroteros hacia la

sostenibilidad. En cierto sentido, es una ciencia que está más definida por los

problemas que aborda que por los cuerpos de conocimiento de las disciplinas que

emplea en esta tarea.

Según Clark y Dickson (2003), las ciencias de la sostenibilidad se centran

en trabajar con las relaciones dinámicas entre naturaleza y sociedad a través del

concepto de servicios de los ecosistemas, asociado a las contribuciones directas e

indirectas de los ecosistemas y su biodiversidad a los diferentes componentes del

bienestar humano, poniendo la misma atención en observar cómo el cambio

sociocultural determina la integridad y la resiliencia de los ecosistemas y de la

biodiversidad, y cómo los cambios en los ecosistemas y la biodiversidad

determinan, el bienestar humano a través del flujo de servicios de los ecosistemas.

Así, se habla del desarrollo sostenible y de sostenibilidad del desarrollo, que

siendo dos conceptos distinguibles, aluden a la posibilidad de que un proceso de

“Desafíos de los administradores para gestionar la sostenibilidad de los sistemas socio-ecológicos”

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desarrollo pueda mantenerse ocurriendo a lo largo del tiempo, no sólo para las

presentes sino también para las futuras generaciones, preservando la integridad

de los ecosistemas y la existencia de las otras especies. Entonces, la

sostenibilidad como noción implica sostener o mantener a lo largo del tiempo una

determinada dinámica (CEPAL, 2007).

A la comparación entre extracción/reposición y entre producción de

desechos/absorción, que parece simple, le conciernen retos analíticos y

epistemológicos considerables, toda vez que su adecuada descripción, así como

su aplicación en el campo de las políticas públicas, es decir, su gestión, implica la

necesidad de contar con herramientas analíticas y de cuantificación que sean

sistémicas, transdisciplinares y dinámicas, capaces de abarcar la creciente

complejidad de varios sistemas (el económico, el social, el ecológico), que además

discurren en permanente interacción y cambio.

Asumiendo esta complejidad, cabe decir que la sostenibilidad del proceso

de desarrollo en cualquier localidad o territorio, estaría determinada por una serie

de condiciones de sostenibilidad (relación entre magnitudes o entre intensidades,

entre extracción/resiliencia y emisión de residuos/absorción-descomposición,

dilución, entre otros (CEPAL, 2007).

Por su parte, Bala (2006), sostiene que la sustentabilidad social requiere

adoptar una metodología amplia que incorpore tres aspectos: viabilidad

económica, beneficio ambiental y que sea coherente culturalmente, también

considera que los procesos socioeconómicos y ambientales son dinámicos, es

decir, se afectan durante cada etapa desde la producción, hasta la disposición

final de residuos, en consecuencia, cambios benéficos en los procesos de

producción, derivaran en beneficios ambientales de corto y largo plazo. Es

necesario entender la relación e interrelación compleja entre las prácticas

industriales, las actividades del ser humano y los sistemas ambientales, es decir,

el ecosistema social y el ecosistema natural, con el propósito de hallar soluciones

efectivas.

En los últimos tiempos nuestro sistema socio-económico y su modelo de

producción-consumo, se han expandido, globalizado, generando impactos graves

“Desafíos de los administradores para gestionar la sostenibilidad de los sistemas socio-ecológicos”

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en el sistema bio-geo-físico del planeta, de tal manera que ya se habla de una

nueva era geológica llamada Antropoceno (Crutzen, 2000; Glaser et al., 2008). La

situación actual, exige entre otras cosas, la reconciliación entre ciencias sociales y

naturales, y nuevos marcos de análisis basados en una perspectiva holística; entre

ellos el marco de los SSEs.

El término de SSE (Berkes y Folke, 1998), se utiliza para referirse a un

concepto holístico, sistémico e integrador del “ser humano en la naturaleza”. Por

tanto se entiende como un sistema complejo y adaptativo en que distintos

componentes culturales, económico, políticos, sociales, ecológicos, y tecnológicos,

están interactuando (Resilience Aliance, 2010).

Esto implica que el enfoque de la gestión de los ecosistemas y recursos

naturales, no se centra en los componentes del sistema sino en sus relaciones,

interacciones y retroalimentaciones.

Para Becker (2010), los SSEs se consideran como “objetos de frontera”, de

tal forma que están débilmente estructurados y existen varias explicaciones para

su interpretación y análisis en el ámbito trans-disciplinario, y por tanto, es

necesaria su restructuración hacia “objetos epistémicos2”.

Jennsen y Ostrom (2006), utilizan la perspectiva de redes –redes de

gobernanza– para representar los SSEs, con el objetivo de un mejor enfoque de

las estructuras de relaciones e interacciones de los componentes del sistema.

Las redes consisten en nodos y conexiones. Por lo tanto es necesario elegir

los atributos clave del sistema que deben traducirse en la estructura de una red.

Los nodos simbolizan los componentes sociales y ecológicos. Así mismo existen

diversos tipos de conexión, por ejemplo humano–humano o humano-especies.

Según varios autores (Berkes y Folke, 1998; Seixas, 2005; Ruiz, 2011), la

clave de la sostenibilidad reside en la resiliencia del sistema. Por ejemplo, Berkes

et al., (2003), presentan un marco conceptual con el enfoque en las dinámicas de

las interacciones –que se reflejan en las prácticas de gestión– entre los sistemas,

los conocimientos y las instituciones. Por lo tanto, se enfoca en la manera de

2Objetos epistémicos, considerados como objetos materiales de una investigación.

“Desafíos de los administradores para gestionar la sostenibilidad de los sistemas socio-ecológicos”

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navegar estas dinámicas hacia el fortalecimiento de resiliencia y la capacidad

adaptativa del sistema.

Los sistemas de gobernanza son entidades dinámicas que incluyen una

gran variedad y diversidad de instituciones y actores sociales, que interactúan en

diferentes contextos y escalas espaciales. En función de cómo los individuos

humanos, las organizaciones, las tradiciones o reglas interactúan en un sistema

socio-ecológico se determina la forma en que se toman las decisiones. Por tanto

comprender el sistema de gobernanza es fundamental para entender la dinámica

de los sistemas socio-ecológicos.

Se entiende por instituciones el conjunto de reglas, normas y convenciones

que regulan la interacción entre individuos y grupos sociales, así como entre estos

y los ecosistemas. Además, dichas instituciones se pueden clasificar en

instituciones formales y no formales. Las instituciones formales codifican las reglas

mediante la legislación, normativa, mercados, o derechos de propiedad. Las

instituciones no formales incluyen todas aquellas normas de comportamiento

establecidas a través de la familia, la comunidad o a través de las tradiciones,

costumbres o rutinas.

Williamson (2000), distingue cuatro niveles institucionales para gestionar los

ecosistemas y los servicios que estos generan. El primero está contenido en la

sociedad, ya que reconoce las normas, tradiciones, costumbres, valores,

creencias, así como otras reglas sociales no formales. En el segundo nivel, se

encuentran las reglas formales (leyes y derechos de propiedad). En el tercer nivel

de análisis, se distinguen las instituciones de gobierno, estrategias, convenios,

mecanismos de coordinación, los cuales son la base para la ejecución de las leyes

y los derechos de propiedad. El último nivel de análisis hace referencia al continuo

ajuste de precios que se da en los mercados (instituciones mercantiles y

financieras).

Posteriormente, se ha establecido un modelo institucional basado en tres

niveles –como el que se muestra en este trabajo– en el que, el segundo y tercer

nivel se simplifican bajo el título de instituciones formales de carácter legal y

normativo (Williamson, 2000).

“Desafíos de los administradores para gestionar la sostenibilidad de los sistemas socio-ecológicos”

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La importancia de la diversidad funcional para establecer un sistema de

gobernanza que transite a la sostenibilidad de los sistemas socio-ecológicos,

refleja la necesidad de que la base del modelo de gobernanza descanse sobre las

instituciones no formales (valores, normas, tradiciones, familia, etc.). Este hecho

contradice la tendencia generalizada de simplificar la diversidad y complejidad

institucional bien en los mercados o bien en las instituciones formales legales

determinadas por el Estado (Ostrom, 2005).

La necesidad de mantener diversidad institucional que incluya los tres

niveles encuentra sus raíces en el razonamiento propuesto por “la ley de la

variedad requerida” (Ashby, 1960), el cual postula que “cualquier sistema de

regulación requiere el mismo nivel de variedad de acciones, como la variedad de

procesos que tiene el sistema a regular” (Ashby 1960, p. 12). Las implicaciones

más relevantes de este razonamiento es que la gestión de sistemas complejos,

como los sistemas socio-ecológicos, requieren necesariamente de diversidad de

instituciones con el objeto de mantener la capacidad de generar diversidad de

respuestas ante posibles perturbaciones (Evaluación de los Ecosistemas del

Milenio de España, 2011; Gadgil, y Rao, 1994). Por otro lado, dentro de cada uno

de los niveles organizativos institucionales debe existir redundancia funcional,

implicando que las mismas tareas sean asumidas por diferentes instituciones

(Galaz, 2012).

Indistintamente se usan los conceptos de administración y gestión como

parte intrínseca de la gobernanza. En este sentido, la gobernanza se ha visto

como la solución para administrar políticas y proyectos donde los recursos son

escasos, los problemas son complejos, hay muchos actores interesados, existe

interacción de actores públicos, privados, centrales y locales, y se observa una

creciente demanda de beneficios y de participación. De esta forma, la gobernanza,

se impone hoy como un concepto central de las ciencias políticas, de la sociología

de las organizaciones y de la administración en general (Mayntz, 2002).

“Desafíos de los administradores para gestionar la sostenibilidad de los sistemas socio-ecológicos”

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Metodología

En el presente trabajo, se parte de una serie de supuestos teórico-metodológicos

sobre la interacción de la sostenibilidad y la sociedad, así como de la gobernanza

para gestionarlas. Para la investigación se utilizó una estrategia de análisis

bibliográfico, desde un enfoque heurístico-hermenéutico, es decir, la búsqueda,

revisión e interpretación de varios textos de distintos autores que permitió a través

de la triangulación de información, progresar en el conocimiento y darle sentido a

la información recogida de los textos, para, a partir de allí, generar una

construcción teórica que se aproximara a la realidad de los cambios que se han

dado en las Ciencias Administrativas, de una época a otra, y su impacto en el

enfoque de los administradores para actualizar sus competencias con la finalidad

de gestionar a las organizaciones y su relación con los sistemas socio-ecológicos.

Reflexionando

Si aplicamos los conceptos anteriores a la sostenibilidad del desarrollo a escala

regional, los diagnósticos coinciden en que los principales problemas del

desarrollo en relación a las tensiones ecosistémicas en la región, incluyen la

sobreexplotación y agotamiento de los recursos naturales (incluyendo suelos

borde costero y mares, bosques, agua dulce, entre otros), subrayándose la

perdida de la biodiversidad; al tiempo que se llevan a cabo procesos crecientes de

degradación y contaminación del aire, aguas y suelos asociados a procesos

industriales intensivos, junto a procesos de urbanización y asentamientos

humanos precarios.

Estos problemas, que son más bien estructurales en los países

Latinoamericanos, se han visto agudizados por los actuales impactos del cambio

climático en la región, entre los que se destacan cambios en los patrones de

lluvias (inundaciones y sequias) y en las temperaturas, impacto en la producción

agrícola, elevación del nivel medio del mar que afecta a los Estados insulares, al

proceso turístico, y ha generado nuevos riesgos de salud pública.

Como se aprecia, los anteriores procesos de deterioro, no son problemas

puramente ambientales, sino que surgen de la interrelación de las dinámicas

“Desafíos de los administradores para gestionar la sostenibilidad de los sistemas socio-ecológicos”

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socioeconómicas (producción, distribución, consumo, emisión residuos,

disposición de desechos y asentamientos humanos de las personas que los llevan

a cabo), en estrecha relación con los medios y procesos ambientales y

ecosistemas correspondientes a los territorios en cuestión, procedan de lo local o

sean consecuencia de “males” globales, como el cambio climático y el

adelgazamiento de la capa protectora de ozono.

El desarrollo de sistemas de gestión/gobernanza capaces de favorecer la

sostenibilidad, plantea profundos retos a los paradigmas vigentes en los campos

de la ecología y las ciencias sociales. También, lleva a cuestionar los supuestos

más frecuentes en que se basan actualmente las políticas conservacionistas y de

búsqueda de la sostenibilidad. El desarrollo de sistemas de gestión sostenible

implica, para esas disciplinas, reconocer e incorporar el carácter dinámico y

complejo de la interacción de la diversidad de los ecosistemas y de las sociedades

(Merino, 2006).

En la actualidad, las explicaciones generadas a partir de los paradigmas

vigentes, resultan muchas veces parciales y reduccionistas. En consecuencia las

propuestas de políticas que derivan de estos planteamientos, son las más de las

veces generales e inviables al aplicarse a problemas y contextos particulares.

Uno de los elementos relevantes a considerar, es la perspectiva de que la

mayoría de los ecosistemas, corresponden a territorios o a recursos valorados,

utilizados y en algunos casos poseídos por colectividades. En consecuencia, la

comprensión de las condiciones institucionales que dificultan o hacen posible la

cooperación es un tema central para la gobernanza de la sostenibilidad.

Desde hace 20 años la Teoría de la acción colectiva (Ostrom, 1990), ha

desarrollado una serie de herramientas conceptuales y metodológicas que

permiten percibir la naturaleza de los recursos colectivos desde nuevas

perspectivas, y que aportan importantes insumos para el diseño de políticas

públicas.

La sostenibilidad de los esquemas institucionales para el manejo de

recursos públicos y comunes ha sido objeto de un desarrollo teórico notable en las

últimas dos décadas (Agrawal, 2001; Ostrom, 1990, 2005; Whyte y Martin, 2002;

“Desafíos de los administradores para gestionar la sostenibilidad de los sistemas socio-ecológicos”

16

Borrini-Feyeraband, 2004; Molnar y Schere, 2004). La gestión del uso de cualquier

recurso que se utiliza colectivamente plantea dilemas de acción colectiva, los

cuales generan incertidumbre y riesgo para la viabilidad de las instituciones que

buscan la preservación de los recursos comunes.

Por otro lado, conforme avanza el fantasma del cambio climático, y

aumentan los picos petroleros y la escasez de recursos, las empresas luchan por

mitigar la exposición a los riesgos comerciales y operativos por medio de la

administración de sostenibilidad. Si bien este enfoque puede ayudar a minimizar

las emisiones de carbono y la dependencia de recursos naturales insostenibles, no

logra brindar a las empresas la ventaja competitiva ecológica que necesitan para

tener éxito en la economía actual. Los negocios también deben aprovechar la

sostenibilidad como una oportunidad para reducir costos y generar ingresos

(Masero, 2011).

La sostenibilidad está cambiando la forma de vivir y trabajar. Influye en los

productos que compran los consumidores, las regulaciones que aprueban los

gobiernos y las inversiones que realizan los negocios. Su influencia en los

procesos de toma de decisiones se basa invariablemente en la psicología del

riesgo más que en la oportunidad. Por ejemplo, el riesgo de daños ambientales,

aumento de costos, disminución de recursos naturales, y el desplazamiento de

comunidades, además de los verdaderos riegos que estos factores significan para

los negocios.

Estos factores seguirán teniendo una influencia considerable en un contexto

en el que el planeta está llegando a un punto de inflexión en lo que respecta a la

producción de petróleo, la extracción de recursos y el ascenso de las

temperaturas. Si las emisiones de gases de efecto invernadero siguen

aumentando a la velocidad actual, se prevé que las temperaturas promedio

aumentaran en cuatro grados (centígrados) para fines de este siglo.3Dados los

cambios climáticos, la escasez del agua también se convierte en una amenaza

importante para la sostenibilidad general de la Tierra, se estima que para el año

3www.guardian.co.uk

“Desafíos de los administradores para gestionar la sostenibilidad de los sistemas socio-ecológicos”

17

2025, prácticamente un cuarto de la población mundial vivirá en países donde el

suministro de agua será limitado.

Los problemas sociales y ecológicos que enfrenta el planeta son problemas

sistémicos y problemas de gestión. Son sistémicos porque surgen de procesos

con raíces profundas, complejos e interrelacionados que operan en y entre

diferentes escalas de lo global a lo local. Estos problemas no pueden entenderse

separándolos para el análisis por disciplinas académicas individuales. Son

problemas de gestión porque su solución requiere una respuesta sostenida,

coordinada y con objetivos por los responsables políticos. Se hace evidente que el

término “sistema socio-ecológico”, simplemente indica un compromiso de adoptar

una perspectiva holística, sistémica hacia elementos humanos y no humanos de

una situación problemática de interés.

Conclusiones

Las comparaciones indican que de una era época otra, los cambios ocurridos

hablan de un proceso evolutivo: en la modernidad las organizaciones responden a

problemas relacionados con la productividad, la estructura, la estrategia y la

competencia con la finalidad de lograr la eficiencia, apoyados en disciplinas como

las matemáticas y de ciencias sociales como la economía, la sociología y la

psicología entre otras.

En cambio, la posmodernidad hace evidente la transformación de las

organizaciones, ante las exigencias de un mundo globalizado, cambiante y

complejo, con nuevas formas de producción de sentido organizacional, en el seno

de una sociedad que emerge, producto de la incorporación de las tecnologías de

la comunicación y de la información. Por tales motivos, se hace necesario que los

administradores:

Promuevan la gobernabilidad ambiental, lo que implica fortalecer los

instrumentos institucionales de integración social e impulsar la generación

de identidades sociales que permitan la pertenencia de los individuos y las

organizaciones a la acción colectiva. En tal sentido impulsar procesos de

participación ciudadana que permitan exaltar los derechos individuales y

“Desafíos de los administradores para gestionar la sostenibilidad de los sistemas socio-ecológicos”

18

colectivos resulta fundamental para solucionar conflictos ambientales y

obtener un desarrollo sostenible.

Fomenten la participación ciudadana a través de “redes sociales4” que

disputen la defensa de los intereses ambientales; donde diversos actores

se articulan en marcos organizativos comunes desde los cuales

intercambian recursos, negocian prioridades y, toman decisiones para

obtener objetivos comunes.

Logren implicar a la comunidad para la construcción de consensos a partir

de procesos participativos. Por tanto, son necesarios una mezcla de

saberes por lo que requieren conocimientos no sólo experimentales sino

también experienciales, ligados a los acervos de conocimiento ecológico

local que aún persisten especialmente en el medio rural.

La gestión de los sistemas socio-ecológicos debe ser llevada a cabo por

sistemas institucionales “policentricos”, donde cada unidad de manejo local

goce de independencia para crear y fortalecer las normas locales, mientras

que las instituciones a escalas organizativas superiores deben velar por los

derechos y deberes de las instituciones locales y asegurar la transmisión de

información entre niveles organizativos y entre instituciones del mismo

nivel.

Un sistema de gobernanza que transite a la sostenibilidad debe estar

basado en los principios de diversidad y redundancia institucional en los

tres niveles institucionales: instituciones no formales, instituciones formales

de carácter legal y normativo e instituciones formales basadas en los

mercados.

Por tanto, existe claramente una necesidad de colaboración entre los

científicos de las ciencias sociales y los investigadores de las ciencias bio-

geo-físicas para intentar buscar alternativas y soluciones a la actual crisis

ecológica y social en la que nos encontramos inmersos.

4 Las redes sociales se entienden como la coordinación horizontal entre diferentes actores

interesados en un mismo asunto con el fin de negociar y acordar una solución, (Klijn y Koppenjan, 2000). Ello supone la existencia de una identidad colectiva anclada en la presencia de valores, intereses y motivaciones compartidas.

“Desafíos de los administradores para gestionar la sostenibilidad de los sistemas socio-ecológicos”

19

En este contexto, el concepto de socio ecosistema o sistema socio-

ecológico nos ayuda a hacer operativa esta necesidad de trabajar en la

interface naturaleza y sociedad desde una aproximación sistémica y desde

el pensamiento complejo.

En el plano organizacional empresarial, para contar con una cartera de

productos y servicios sostenibles con credibilidad, una organización debe

tener un marco de gobernanza eficaz. Esto puede ayudar a garantizar que

los criterios que se aplican para diferenciar estos productos y servicios al

demostrar su valor de sostenibilidad no se vean socavados por una

gobernanza deficiente que pueda dañar el prestigio de una marca.

Un marco de gobernanza sensato puede proporcionar una plataforma

sólida para el crecimiento. Para lograr una ventaja competitiva ecológica

contundente, hace falta que el crecimiento rentable, fundamental en el clima

económico actual, traiga aparejados beneficios ambientales y sociales

demostrables.

Impulsar la inversión para reducir el impacto ambiental, trae el beneficio

dual de generar retornos financieros y cumplir con objetivos ambientales y

sociales específicos. Muchas de estas inversiones se centran en sectores

que comprenden necesidades y servicios esenciales, como la agricultura, el

agua, la provisión de viviendas, la educación, la salud y la energía. La

inversión para reducir el impacto ambiental demuestra que es posible

fusionar los objetivos financieros con los de sostenibilidad para crear una

cadena de valor cohesiva.

Finalmente, en los términos más amplios, todo lo anterior responde a un

imperativo evolutivo para desarrollar la capacidad mental del sistema socio-

ecológico global; en el sentido que Bateson describió, se trata de "un sistema

cibernético, donde el procesamiento total de información relevante, trabaja por

ensayo y error completando la unidad (que es) inmanente... el total son los

sistemas social y la ecología planetaria interconectados” (Bateson, 1970, p. 6).

“Desafíos de los administradores para gestionar la sostenibilidad de los sistemas socio-ecológicos”

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