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COMENTARIO BÍBLICO
DE
WILLIAM MacDONALD
Editorial CLIE
JEREMÍAS
William MacDonald
Título original en inglés: Believer’s Bible Commentary
Algunos de los materiales de esta obra fueron editados previamente por Harold Shaw
Publishers y Walterick Publishers, y han sido empleados con su permiso. No obstante, han
sido revisados, expandidos y editados considerablemente.
Publicado originalmente en dos tomos, Antiguo y Nuevo Testamento.
Traductores de la versión española del Antiguo Testamento:
Neria Díez, Donald Harris, Carlos Tomás Knott, José Antonio Septién.
Editor y revisor de traducciones: Carlos Tomás Knott.
Traductor de la versión española del Nuevo Testamento:
Santiago Escuain.
Copyright © 2004 por CLIE para esta edición completa en español.
Este comentario se basa en la traducción Reina Valera, revisión de 1960.
Copyright © 1960 Sociedades Bíblicas Unidas.
Todas las citas bíblicas, a menos que se indique lo contrario, están tomadas de esta versión.
«BAS » indica que la cita es de la versión Biblia de las Américas,
Copyright © 1986 The Lockman Foundation.
Los esquemas y otros gráficos son propiedad de William MacDonald.
Depósito Legal:
ISBN: 978-84-8267-410-0
Clasifíquese:
98 HERMENÉUTICA:
Comentarios completos de toda la Biblia
C.T.C. 01-02-0098-04
Referencia: 22.45.73
Prefacio del autor
El propósito del Comentario Bíblico de William MacDonald es darle al lector cristiano
medio un conocimiento básico del mensaje de la Sagrada Biblia. También tiene como
propósito estimular un amor y apetito por la Biblia de modo que el creyente deseará
profundizar más en sus tesoros inagotables. Confío en que los eruditos encuentren alimento
para sus almas, pero deberán tener en consideración y comprender que el libro no fue
escrito primariamente para ellos.
Todos los libros han sido complementados con introducciones, notas y bibliografías.
A excepción de Salmos, Proverbios y Eclesiastés, la exposición del Antiguo
Testamento se presenta principalmente de párrafo en párrafo en lugar de versículo por
versículo. Los comentarios sobre el texto son aumentados por aplicaciones prácticas de las
verdades espirituales, y por un estudio sobre tipos y figuras cuando es apropiado.
Los pasajes que señalan al Redentor venidero reciben trato especial y se comentan con
más detalle. El trato de los libros de Salmos, Proverbios y Eclesiastés es versículo por
versículo, porque no se prestan a condensación, o bien porque la mayoría de los creyentes
desea estudiarlos con más detalle.
Hemos intentado enfrentar los textos problemáticos y cuando es posible dar
explicaciones alternativas. Muchos de estos pasajes ocasionan desesperación en los
comentaristas, y debemos confesar que en tales textos todavía «vemos por espejo,
oscuramente».
Pero la misma Palabra de Dios, iluminada por el Espíritu Santo de Dios, es más
importante que cualquier comentario sobre ella. Sin ella no hay vida, crecimiento, santidad
ni servicio aceptable. Debemos leerla, estudiarla, memorizarla, meditar sobre ella y sobre
todo obedecerla. Como alguien bien ha dicho: «La obediencia es el órgano del
conocimiento espiritual».
Willian McDonald
Introducción del editor
«No menospreciéis los comentarios». Éste fue el consejo de un profesor de la Biblia a
sus alumnos en Emmaus Bible School (Escuela Bíblica Emaús) en la década de los 50. Al
menos un alumno se ha acordado de estas palabras a lo largo de los años posteriores. El
profesor era William MacDonald, autor del Comentario Bíblico. El alumno era el editor de
la versión original del Comentario en inglés, Arthur Farstad, quien en aquel entonces estaba
en su primer año de estudios. Sólo había leído un comentario en su vida: En los Lugares
Celestiales (Efesios) por H. A. Ironside. Cuando era joven leía ese comentario cada noche
durante un verano, y así Farstad descubrió qué es un comentario.
¿Qué es un comentario?
¿Qué es exactamente un comentario y por qué no debemos menospreciarlo? Un editor
cristiano hizo una lista de quince tipos de libros relacionados con la Biblia. No debería
extrañar, entonces, si algunas personas no saben describir la diferencia entre un comentario,
una Biblia de estudio, una concordancia, un atlas, un interlineal y un diccionario bíblico,
nombrando sólo cinco categorías.
Aunque sea una perogrullada, un comentario comenta, es decir, hace un comentario que
ayuda a entender el texto, versículo por versículo o de párrafo en párrafo. Algunos
cristianos desprecian los comentarios y dicen: «sólo quiero leer la Biblia misma y escuchar
una predicación». Suena a piadoso, pero no lo es. Un comentario meramente pone por
impreso la mejor (y más difícil) clase de exposición bíblica: la enseñanza y predicación de
la Palabra de Dios versículo por versículo. Algunos comentarios (por ejemplo, los de
Ironside) son literalmente sermones impresos. Además, las más grandes exposiciones de la
Biblia de todas las edades y lenguas están disponibles en forma de libro en inglés (tarea que
todavía nos incumbe en castellano). Desafortunadamente, muchos son tan largos, tan
antiguos y difíciles que el lector cristiano corriente se desanima y no saca mucho provecho.
Y ésta es una de las razones de ser del Comentario Bíblico de William MacDonald.
Tipos de comentarios
Teóricamente, cualquier persona interesada en la Biblia podría escribir un comentario.
Por esta razón, hay toda una gama de comentarios desde lo muy liberal hasta lo muy
conservador, con todos los matices de pensamientos en el intermedio. El Comentario
Bíblico de William MacDonald es un comentario muy conservador, que acepta la Biblia
como la Palabra de Dios inspirada e inerrante, y totalmente suficiente para la fe y la
práctica.
Un comentario podría ser muy técnico (con detalles menudos de la sintaxis del griego y
hebreo), o tan sencillo como una reseña. Este comentario está entre estos dos extremos.
Cuando hacen falta comentarios técnicos, se hallan en las notas al final de cada libro. El
escritor comenta seriamente los detalles del texto sin evadir las partes difíciles y las
aplicaciones convincentes. El hermano MacDonald escribe con una riqueza de exposición.
La meta no es producir una clase de cristianos nominales con comprensión mínima y sin
mucho compromiso, sino más bien discípulos.
Los comentarios también suelen distinguirse según su «escuela teológica»:
conservadora o liberal, protestante o católico romano, premilenial o amilenial. Este
comentario es conservador, protestante y premilenial.
Cómo emplear este libro
Hay varias formas de acercarse al Comentario Bíblico de William MacDonald.
Sugerimos el siguiente orden como provechoso:
Hojear: Si le gusta la Biblia o la ama, le gustará hojear este libro, leyendo un poco en
diferentes lugares y disfrutándolo así de forma rápida, apreciando el sentido general de la
obra.
Un Pasaje específico: Puede que tengas una duda o pregunta acerca de un versículo o
párrafo, y que necesites ayuda sobre este punto. Búscalo en el lugar apropiado en el
contexto y seguramente hallarás material bueno.
Una doctrina: Si estudia la creación, el día de reposo, los pactos, las dispensaciones, o
el ángel de JEHOVÁ, busque los pasajes que tratan estos temas. El índice indica los ensayos
que hay sobre esta clase de tema. En el caso de algo que no aparezca en el índice, use una
concordancia para localizar las palabras claves que le guiarán a los pasajes centrales que
tratan el punto en cuestión.
Un libro de la Biblia: Quizá en su congregación estudian un libro del Antiguo
Testamento. Será grandemente enriquecido en sus estudios (y tendrá algo que contribuir si
hay oportunidad) si durante la semana antes de cada estudio lee la porción correspondiente
en el comentario.
Toda la Biblia: Tarde o temprano cada cristiano debe leer toda la Biblia, comenzando
en el principio y continuando hasta el final, sin saltar pasajes. A lo largo de la lectura se
encontrarán textos difíciles. Un comentario cuidadoso y conservador como éste puede ser
de mucha ayuda.
El estudio de la Biblia puede parecerle al principio como «trigo molido», es decir:
nutritivo pero seco, pero si persevera y progresa, ¡vendrá a ser como «tarta de chocolate»!
El consejo del hermano MacDonald, dado hace tantos años: «no menospreciéis los
comentarios», todavía es válido. Habiendo estudiado cuidadosamente sus comentarios
sobre el Antiguo y el Nuevo Testamento, puedo decir lo siguiente: «¡disfrútelo!».
Abreviaturas
Abreviaturas de libros de la Biblia
Libros del Antiguo Testamento
Gn. Génesis
Éx. Éxodo
Lv. Levítico
Nm. Números
Dt. Deuteronomio
Jos. Josué
Jue. Jueces
Rt. Rut
1 S. 1 Samuel
2 S. 2 Samuel
1 R. 1 Reyes
2 R. 2 Reyes
1 Cr. 1 Crónicas
2 Cr. 2 Crónicas
Esd. Esdras
Neh. Nehemías
Est. Ester
Job Job
Sal. Salmos
Pr. Proverbios
Ec. Eclesiastés
Cnt. Cantares
Is. Isaías
Jer. Jeremías
Lm. Lamentaciones
Ez. Ezequiel
Dn. Daniel
Os. Oseas
Jl. Joel
Am. Amós
Abd. Abdías
Jon. Jonás
Mi. Miqueas
Nah. Nahúm
Hab. Habacuc
Sof. Sofonías
Hag. Hageo
Zac. Zacarías
Mal. Malaquías
Libros del Nuevo Testamento
Mt. Mateo
Mr. Marcos
Lc. Lucas
Jn. Juan
Hch. Hechos
Ro. Romanos
1 Co. 1 Corintios
2 Co. 2 Corintios
Gá. Gálatas
Ef. Efesios
Fil. Filipenses
Col. Colosenses
1 Ts. 1 Tesalonicenses
2 Ts. 2 Tesalonicenses
1 Ti. 1 Timoteo
2 Ti. 2 Timoteo
Tit. Tito
Flm. Filemón
He. Hebreos
Stg. Santiago
1 P. 1 Pedro
2 P. 2 Pedro
1 Jn. 1 Juan
2 Jn. 2 Juan
3 Jn. 3 Juan
Jud. Judas
Ap. Apocalipsis
Abreviaturas de versiones de la Biblia, traducciones y paráfrasis
ASV American Standard Version
BAS Biblia de las Américas
FWG Biblia Numérica de F. W. Grant
JBP Paráfrasis de J. B. Phillips
JND New Translation de John Nelson Darby
KJV King James Version
KSW An Expanded Translation de Kenneth S. Wuest
LB Living Bible (paráfrasis de la Biblia, que existe en castellano como
La Biblia al Día)
NASB New American Standard Bible
NEB New English Bible
NIV New International Version
NKJV New King James Version
R.V. Revised Version (Inglaterra)
RSV Revised Standard Version
RV Reina-Valera, revisión de 1909
RVR Reina-Valera, revisión de 1960
RVR77 Reina-Valera, revisión de 1977
V.M. Versión Moderna de H. B. Pratt
Otras abreviaturas
a.C. Antes de Cristo
Aram. Arameo
AT Antiguo Testamento
c. circa, alrededor
cap. capítulo
caps. capítulos
CBC Comentario Bíblico
cf. confer, comparar
d.C. después de Cristo
e.g. exempli gratia, por ejemplo
ed. editado, edición, editor
eds. editores
et al. et allii, aliæ, alia, y otros
fem. femenino
Gr. griego
i.e. id. est, esto es
ibid. ibidem, en el mismo lugar
ICC International Critical Commentary
lit. literalmente
LXX Septuaginta (antigua versión gr. del AT)
M Texto Mayoritario
marg. margen, lectura marginal
masc. masculino
ms., mss., manuscrito(s)
MT Texto Masorético
NCI Nuevo Comentario Internacional
NT Nuevo Testamento
NU NT griego de Nestle-Aland/S. Bíblicas Unidas
p.ej. por ejemplo
pág., págs. página(s)
s.e. sin editorial, sin lugar de publicación
s.f. sin fecha
TBC Tyndale Bible Commentary
Trad. Traducido, traductor
v., vv. versículo(s)
vol(s). volumen, volúmenes
vs. versus, frente a
Transliteración de palabras hebreas
El Comentario al Antiguo Testamento, habiendo sido hecho para el cristiano medio que
no ha estudiado el hebreo, emplea sólo unas pocas palabras hebreas en el texto y unas
cuantas más en las notas finales.
El Alfabeto Hebreo
Letra hebrea Nombre Equivalente en inglés
Álef ´
Bet b (v)
Guímel g
Dálet d
He h
Vau w
Zain z
Chet h
Tet t
Yod y
Caf k (kh con la h aspirada)
Lámed l
Mem m
Nun n
Sámec s
Ayín ´
Pe p (ph)
Tsade ts
Cof q
Resh r
Sin s
Shin sh (con la h aspirada)
Tau t (th)
El hebreo del Antiguo Testamento tiene veintidós letras, todas consonantes; los rollos
bíblicos más viejos no tenían vocales. Estos «puntos vocales», como se les llama, fueron
inventados y colocados durante el siglo VII d.C. El hebreo se escribe de derecha a
izquierda, lo opuesto a idiomas occidentales tales como español e inglés.
Hemos empleado un sistema simplificado de transliteración (similar al que usan en el
estado de Israel en tiempos modernos y las transliteraciones populares). Por ejemplo,
cuando «bet» es pronunciado como la «v» en inglés, ponemos una «v» en la transliteración.
Transliteración de palabras griegas
Nombre griego Letra griega Equivalente en inglés
alfa α a
beta β b
gamma γ g, ng
delta δ d
épsilon ε e (corta)
tseta ζ ts
eta η e (larga)
zeta θ z
iota ι i
kappa κ k
lambda λ l
mu μ m
nu ν n
xi ξ x
ómicron ο o
pi π p
rho π r
sigma σ s
tau τ t
ípsilon υ u, y
fi φ f
ji χ j
psi ψ ps
omega ω o (larga)
JEREMÍAS
Introducción
«Lo más impresionante… es cómo Jesucristo estaba asociado con Jeremías en la mente
popular. En una ocasión, cuando Cristo pidió la opinión pública a Sus discípulos (Mt.
16:13), algunos le identificaron con la figura profética sobresaliente del siglo VII a.C. No
es sorprendente que algunos confundiesen al Varón de dolores con el profeta de corazón
quebrantado, pues tanto Jeremías como Cristo lamentaron y lloraron por sus
contemporáneos (cf. 9:5 y Lc. 19:41).»
R. K. Harrison
I. Lugar Único en el Canon
Jeremías es mejor conocido como «el profeta llorón». Esta es la clave de sus escritos,
porque si recordamos esto y la razón de su llanto, seremos capaces de entender su mensaje.
Este profeta es singular porque revela su corazón y personalidad más que cualquier otro
profeta del Antiguo Testamento. Por naturaleza era sensible y retraído, pero fue
divinamente llamado para denunciar con severidad la apostasía de su tiempo. Todo lo que
le entristecía nos recuerda la cristiandad occidental actual: la tensión internacional entre
Babilonia, Egipto y Asiria por conseguir la supremacía mundial, el declive espiritual en
Israel tras el último avivamiento en Judá bajo Josías, y personas que habían sido educadas
en la Palabra de Dios y la verdadera religión, volviéndose al paganismo y llamándolo como
algunos hacen hoy: «nuevos aires de libertad».
II. Autor
La profecía fue escrita por Jeremías (heb. Yirmeyâhû o Yirmeyâh). Probablemente el
nombre significa JEHOVÁ arroja, tal vez en el sentido de poner un fundamento, de ahí
JEHOVÁ establece. El profeta era hijo de Hilcías, sacerdote de Anatot, que es un pueblo a
menos de cinco kilómetros de Jerusalén, en el territorio de Benjamín.
Como la mayoría de los predicadores que son fieles a Dios y están dispuestos a poner
en peligro su posición y seguridad económica por predicar un mensaje que el pueblo no
quiere escuchar, Jeremías fue difamado y menospreciado por sus enemigos. No hay
evidencias de que Jeremías llegase a entrar en el sacerdocio.
III. Fecha
Jeremías proporciona muchas notas cronológicas a lo largo de su libro. Empezó su
ministerio alrededor del 627 a.C. (en el año decimotercero de Josías, 1:2). El ministerio de
Jeremías fue largo, extendiéndose hasta el año undécimo de Sedequías. Profetizó durante
los últimos 40 años de Judá, hasta el tiempo en que Jerusalén cayó y los judíos fueron
deportados a Babilonia (586 a.C.). Tras la caída de Jerusalén Jeremías estuvo bajo la
protección de Gedalías, el gobernador. Cuando Gedalías fue asesinado por unos fanáticos,
el profeta descendió a Egipto con algunos judíos, y vivió allí el resto de sus días. Según
parece siguió ministrando hasta el 582 a.C. (caps. 40–44).
Al estudiar Jeremías, es importante recordar que las profecías no están en orden
cronológico.
IV. Trasfondo y Tema
Jeremías comenzó su ministerio en Judá después de la caída del reino del norte de Israel
ante los asirios, y no muchos años antes del fin del reino de Judá. Al tiempo de su profecía,
había una triple lucha por el poder entre Asiria, Egipto y Babilonia. Ante la advertencia
divina de que Judá sería llevada cautiva a Babilonia, Jeremías habló en contra de toda
alianza con Egipto, puesto que sería una nación derrotada. Asiria había obligado a Judá a
pagar tributo, pero veinte años después Nínive, su capital, había caído a causa de un terrible
asedio. Necao de Egipto marchó hacia el norte a través de Palestina hasta Harán, matando
al rey Josías (609 a.C.). Él y el remanente asirio hallaron la horma de su zapato en
Nabucodonosor, quien dirigió sus fuerzas en la famosa batalla de Carquemis. Judá pasó a
manos de Babilonia automáticamente. Previamente Necao había depuesto y reemplazado al
sucesor de Josías, Joacaz, con Joacim, esperando que éste fuese más favorable a Egipto.
Nabucodonosor ignoró a Judá por un tiempo, dándole a Joacim la oportunidad de conseguir
ayuda de Egipto para lograr la independencia. En el 598 a.C. Nabucodonosor atacó
Jerusalén, capturó a Joaquín, el hijo y sucesor del rebelde y llevó algunos cautivos.
Entonces puso a Sedequías en el trono. Probablemente fue Samético II, el sucesor de
Necao, quien procuró hacer una alianza contra Babilonia. Jeremías se opuso firmemente a
que Judá participase en ello (p.ej. cap. 28). Jeremías dijo que aquellos que lo proponían
eran falsos profetas.
Con la ayuda del complot egipcio, Sedequías quebrantó su yugo con Babilonia,
atrayendo al gobernante de ésta a sitiar Jerusalén. Esto fue en el 588, y Egipto levantó el
asedio con su ejército. Pero pronto volvió el asedio, y se pudo comprobar que Jeremías
estaba en lo cierto al afirmar que Egipto era una «caña rota» para apoyarse. Para dolor
suyo, Jeremías fue testigo del cumplimiento de sus propias profecías de destrucción y de
cautividad.
Dios le reveló al profeta que el resultado de los pecados de Judá sería la cautividad en
Babilonia y permanecer en el exilio durante 60 años. La terrible misión de Jeremías
consistía en anunciar esto mismo a sus paisanos, y avisarles de que se sometiesen al poder
babilónico. Por esto le acusaron de ser un traidor y atacaron su vida.
Cuando finalmente Jerusalén cayó en manos de los invasores, Jeremías fue uno de los
que se les permitió quedarse en su tierra mientras que los demás eran llevados cautivos.
Entonces él advirtió al pueblo restante que no huyese a Egipto en busca de ayuda, pero
ellos no hicieron caso a su consejo, y le llevaron a él con ellos. Allí murió el profeta.
Además de predecir el cautiverio babilónico, Jeremías también previó la destrucción de
ese imperio al final de setenta años, y el regreso del pueblo a la tierra.
BOSQUEJO
I. INTRODUCCIÓN: EL NOMBRAMIENTO Y LA COMISIÓN DE JEREMÍAS (Cap.
1)
II. EL MINISTERIO PÚBLICO DE JEREMÍAS (Caps. 2–10)
A. Sermón Contra la Infidelidad Deliberada de Judá (2:1–3:5)
B. El Futuro de Judá Condicionado por su Arrepentimiento (3:6–6:30)
1. Pecado Pasado y Gloria Futura (3:6–18)
2. La Necesidad del Arrepentimiento (3:19–4:4)
3. Lamentos del Juicio del Norte (4:5–31)
4. Los Pecados de Judá serán Juzgados (Cap. 5)
5. Predicción de la Caída de Jerusalén (Cap. 6)
C. El Ministerio de Jeremías en la Puerta del Templo (Caps. 7–10)
1. La Religión Hipócrita de Judá (Cap. 7)
2. La Insensibilidad de Judá hacia el Pecado (Cap. 8)
3. El Lamento del Profeta Llorón (Cap. 9)
4. La Sátira contra la Idolatría (10:1–18)
5. La Oración del Profeta Llorón (10:19–25)
III. LAS EXPERIENCIAS PERSONALES DE JEREMÍAS (Caps. 11–19)
A. Jeremías y los Hombres de Anatot (Caps. 11–12)
B. Jeremías y el Cinto Podrido (Cap. 13)
C. La Intercesión de Jeremías Respecto a la Sequía (Caps. 14–15)
D. El Ministerio Solitario de Jeremías (16:1–18)
E. El Corazón Firme de Jeremías (16:19–17:18)
F. El Sermón de Jeremías Acerca del Día de Reposo (17:19–27)
G. Jeremías en la Casa del Alfarero (Cap. 18)
H. Jeremías y la Vasija de Barro (Cap. 19)
IV. PROFECÍAS CONTRA LOS DIRIGENTES CIVILES Y RELIGIOSOS DE JUDÁ
(Caps. 20–23)
A. La Profecía Contra Pasur (20:1–6)
B. La Queja de Jeremías a Dios (20:7–18)
C. La Profecía Contra el Rey Sedequías (21:1–22:9)
D. La Profecía Contra el Rey Salum (22:10–12)
E. La Profecía Contra el Rey Joacim (22:13–23)
F. La Profecía Contra el Rey Joaquín (22:24–30)
G. La Profecía del Rey Justo (23:1–8)
H. La Profecía Contra los Falsos Profetas de Judá (23:9–40)
V. PROFECÍAS RESPECTO A LA DESTRUCCIÓN DE JERUSALÉN Y LA
CAUTIVIDAD BABILÓNICA (Caps. 24–29)
A. La Señal de los Higos (Cap. 24)
B. La Predicción de los Setenta Años de Cautividad en Babilonia (25:1–11)
C. Los Apresadores Babilonios que Serán Juzgados (25:12–38)
D. La Advertencia de Jeremías al Pueblo (Cap. 26)
E. La Señal del Yugo (Cap. 27)
F. La Falsa Profecía y Muerte de Hananías (Cap. 28)
G. El Mensaje de Jeremías a los Judíos Cautivos en Babilonia (Cap. 29)
VI. PROFECÍAS RESPECTO A LA RESTAURACIÓN (Caps. 30–33)
A. Los Cautivos Serán Reunidos (Cap. 30)
B. La Tierra Será Restaurada (31:1–30)
C. El Nuevo Pacto Revelado (31:31–40)
D. La Ciudad Será Reconstruida (Cap. 32)
E. El Pacto Reconocido (Cap. 33)
VII. SECCIÓN HISTÓRICA (Caps. 34–45)
A. Caída de Judá y Jerusalén (Caps. 34–39)
1. Predicción de la Cautividad de Sedequías (Cap. 34)
2. La Obediencia de los Recabitas Recompensada (Cap. 35)
3. El Rey Joacim Quema el Rollo de Jeremías (Cap. 36)
4. Jeremías Encarcelado y Entrevestido por Sedequías (Caps. 37–38)
5. La Caída de Jerusalén (Cap. 39)
B. Eventos en Judá tras la Caída de Jerusalén (Caps. 40–42)
1. Jeremías Habitando con el Gobernador Gedalías (Cap. 40)
2. El Gobernador Gedalías es Asesinado (Cap. 41)
3. Dios Prohíbe la Huída a Egipto (Cap. 42)
C. Jeremías y el Remanente en Egipto (Caps. 43–44)
D. El Mensaje de JEHOVÁ a Baruc (Cap. 45)
VIII. PROFECÍAS CONTRA LAS NACIONES GENTILES (Caps. 46–51)
A. Profecías contra Egipto (Cap. 46)
B. Profecías contra Filistea (Cap. 47)
C. Profecías contra Moab (Cap. 48)
D. Profecías contra Amón (49:1–6)
E. Profecías contra Edom (49:7–22)
F. Profecías contra Damasco (49:23–27)
G. Profecías contra Cedar y Hazor (49:28–33)
H. Profecía contra Elam (49:34–39)
I. Profecías contra Babilonia (Caps. 50–51)
IX. CONCLUSIÓN: LA CAÍDA DE JERUSALÉN (Cap. 52)
Comentario
I. INTRODUCCIÓN: NOMBRAMIENTO Y COMISIÓN DE
JEREMÍAS (Cap. 1)
1:1–10 En el primer capítulo de la profecía Jeremías, hijo de Hilcías, es presentado,
llamado e instruido. A su padre se le describe como uno de los sacerdotes de Anatot, en
Benjamín. Fue ordenado como profeta desde antes de nacer (v. 5), humanamente
reticente (v. 6), divinamente apoyado (vv. 8–9) y comisionado para predecir la destrucción
y restauración (v. 10).
William Kelly resume muy bien la persona y obra del profeta:
«La diferencia de carácter y estilo entre Jeremías e Isaías debe llamar la atención de
todo lector atento. Aquí no tenemos las magníficas revelaciones de los propósitos de Dios
para ese mundo cuyo centro es Israel, sino que tenemos la profecía en su trato moral con las
almas del pueblo de Dios. Sin duda, se pronuncian juicios sobre los paganos, pero la
intención sigue siendo la de obrar en la conciencia del judío, y para lograrlo vemos cuánto
el Espíritu de Dios hace de la propia experiencia de Jeremías. De entre todos los profetas,
no hay otro que tanto analizase sus propios sentimientos, sus propios pensamientos, sus
propios caminos, su propio espíritu».
1:11–19 Entonces JEHOVÁ enseña a Su profeta valiéndose de medios visuales, en este
caso una vara de almendro y una olla hirviendo. La vara de almendro, señal del
comienzo de la primavera, indicaba la proximidad del cumplimiento de la Palabra de Dios
(vv. 11–12). La olla que hierve con su faz hacia el norte era Babilonia, lista para hervir
sobre Judá a causa de que el pueblo había abandonado a Dios para seguir la idolatría (vv.
13–16). Jeremías tiene que profetizar este mensaje nada popular contra los reyes de Judá,
sus príncipes, sus sacerdotes, y el pueblo, pero recibirá ayuda divina. Ellos pelearán
contra él, pero Dios estará con él para librarle (vv. 17–19).
II. MINISTERIO PÚBLICO DE JEREMÍAS (Caps. 2–10)
A. Sermón contra la Infidelidad Deliberada de Judá (2:1–3:5)
2:1–3 Los capítulos 2 al 19 son una denuncia general de Judá. Hubo un tiempo en el
que Judá amaba apasionadamente a JEHOVÁ. Le era santa, y todo aquel que se atrevía a
molestarla sufría el desastre. Pero ahora, como comenta Kyle Yates:
«La luna de miel ha terminado. Dios le recuerda a la rebelde Israel el fervor, la ternura
y la pureza del amor de los primeros días. Ella estaba desesperadamente enamorada de su
Amante, y el amor tierno hacía que la vida rebosara de gozo, música y esperanza. Ella era
pura, y limpia y santa. Ninguna deslealtad o pensamiento sucio manchaba la belleza de su
devoción. Pero ahora el cuadro desgarra el corazón. El corazón de Dios está destrozado de
pena y decepción. Israel está viviendo en pecado abiertamente. Es infiel a los votos del
pacto. Otros dioses han robado su afecto. Ha dejado de amar a Yahvéh y su conducta es
extremadamente vergonzosa».
2:4–19 Ahora JEHOVÁ pregunta por qué ha cambiado. El pueblo, los sacerdotes, los
gobernantes y los profetas han olvidado todo lo que Dios hizo por ellos. A diferencia de
tierras paganas como Quitim y Cedar que son leales a sus dioses, Judá ha abandonado a
JEHOVÁ su Dios a cambio de ídolos despreciables. ¿Por qué habían dejado al Señor
cambiando su libertad por esclavitud a través de las alianzas con Asiria y Egipto?
2:20–25 El versículo 20 dice: «Porque desde muy atrás rompiste tu yugo y tus
ataduras, y dijiste: no serviré», queriendo decir que Judá se deshizo de las restricciones
divinas impuestas por la ley. O: «Porque desde hace tiempo rompí tu yugo y arranqué tus
coyundas» (BAS), en cuyo caso significa que Dios les había librado de Egipto. De todas
formas, el pasaje procede a describir cómo había degenerado el pueblo en su idolatría. Dios
les había plantado como una vid escogida, pero ellos se habían convertido en sarmientos
degenerados de vid extraña; su iniquidad no podría limpiarse con jabón; eran como una
dromedaria ligera o un asna montés, ardiendo en pasión sexual, desesperadamente
enamorada de extraños.
2:26–37 Cuando el pecado de la casa de Israel le alcance y ella clame para ser
liberada, sus innumerables dioses serán incapaces de salvarle. Mientras tanto, el Señor
protesta contra ella por su insensibilidad ante el castigo, por haberse liberado de las
restricciones divinas, por olvidarse de su Dios, pecando más que una ramera, destruyendo a
los pobres inocentes, y todavía así alegando inocencia. Dios les castigará con el exilio por
haber puesto su confianza en las naciones a las que Él había rechazado.
3:1–5 Según Deuteronomio 24:1–4, un hombre no podía volver a casarse con su mujer
divorciada si ella se había casado con otro en el intervalo. Judá había tenido muchos
amantes, y aun así el Señor le invita a volver. Su promiscuidad había traído
contaminación y sequía a la tierra, y ella seguía siendo desvergonzada como una ramera. Se
dirigía a Dios con palabras de pretendido arrepentimiento, pero Él conocía sus malas
palabras y obras.
B. El Futuro de Judá Condicionado por su Arrepentimiento (3:6–6:30)
1. Pecado Pasado y Gloria Futura (3:6–18)
3:6–14 Israel, el reino del norte, había practicado una tremenda prostitución y había
rehusado volverse a JEHOVÁ. Judá vio cómo ella era llevada cautiva por los asirios, y a
pesar de ello persistió en su pecado, negándose a volver a JEHOVÁ. Debido a que las diez
tribus rebeldes de Israel eran más justas que la desleal Judá, Dios les invita a volverse a
Él en arrepentimiento y confesión para que pueda traerles de nuevo a Sion.
Observemos en el versículo 8 que Dios se divorció de Israel por causa de adulterio. Las
palabras del Salvador en Mateo 19:9 son consistentes con esto. Él enseñó que el divorcio le
está permitido al cónyuge inocente cuando el otro ha sido culpable de inmoralidad. Cuando
leemos en Malaquías 2:16 que Dios aborrece el divorcio, en un sentido puede referirse a
cualquier divorcio no permitido en la Escritura, aunque habrá que reconocer que el texto no
lo aclara así. Realmente ningún divorcio es agradable, y en este sentido Dios aborrece todo
el divorcio.
3:15–18 Estos versículos anticipan el Milenio. Dios les dará pastores según Su
corazón, que les apacentarán con ciencia y con inteligencia. Entonces no habrá
necesidad del arca del pacto, porque el Mesías mismo estará allí. Jerusalén será la capital
mundial, llamada Trono de JEHOVÁ. Israel y Judá serán restauradas y reunidas de la
dispersión mundial.
2. La Necesidad del Arrepentimiento (3:19–4:4)
Aquí se nos presenta un diálogo futuro entre JEHOVÁ y Su pueblo. Él quiere lo mejor
para ellos, pero sus pecados les impiden la bendición. Ellos responden con llanto contrito.
Una vez más Él les llama para que vuelvan. Confiesan que los ídolos son un engaño, que
Dios es la única salvación, que su apostasía les ha costado muy caro y que ahora están
cubiertos de confusión y afrenta.
3. Lamentos del Juicio del Norte (4:5–31)
4:5–13 El Mesías vendrá para aquellos que se vuelvan a JEHOVÁ, y las naciones serán
benditas en Él. Ahora el Señor advierte a los hombres de Judá y Jerusalén,
exhortándoles de nuevo a ser contritos y quitar los ídolos. Si no, Dios enviará al invasor
(Babilonia) como un león, viento seco, nubes, torbellino y águilas. El versículo 10
expresa la incapacidad de Jeremías para reconciliar las anteriores promesas de paz de Dios
con las amenazas presentes de juicio. El profeta sabía que Dios es fiel, pero estaba
cometiendo el error de dudar en las tinieblas lo que había conocido en la luz. En momentos
de tribulación y desánimo siempre tendemos a cuestionar nuestras certidumbres. Para el
cristiano la mejor política es creer sus creencias y dudar sus dudas, en lugar de dudar de las
creencias y creer las dudas.
4:14–18 Judá ha de apresurarse para volverse de su maldad, porque las advertencias de
aflicción ya están viniendo de Dan y el monte de Efraín en el norte. Los enemigos están
listos para sitiar Jerusalén, por el pecado y rebelión amarga de Judá.
4:19–22 El afecto que el profeta siente por su pueblo queda expresado en los vv. 19–21,
«¡Mis entrañas, mis entrañas!» significa: «Mi angustia, mi angustia». Queda abrumado al
pensar en la proximidad de la guerra, quebrantamiento sobre quebrantamiento, y
destrucción. La pregunta del v. 21, «¿Hasta cuándo he de ver bandera, he de oír sonido
de trompeta?», queda respondida por el Señor en el v. 22, al decirle en cierto modo:
«Hasta que el pueblo se vuelva de su pecado y necedad».
4:23–31 Jeremías describe una visión que miró de la cercana catástrofe de Judá.
JEHOVÁ advierte que la desolación será minuciosa, si bien no será completa y final. El
inalterable propósito de Dios de castigar no se detendrá por la belleza cosmética de
Jerusalén ni por su voz de angustia como de una mujer que da a luz su primer hijo.
4. Los Pecados de Judá serán Juzgados (Cap. 5)
5:1–9 El Señor perdonará a Jerusalén si encuentra en ella un hombre justo. No
encontrando ninguno entre los pobres y necios, Jeremías se volvió a los grandes, pero sin
éxito. Por lo tanto el juicio, representado por la rapacidad del león, el lobo del desierto y el
leopardo, era inevitable. ¿Cómo podía el Señor perdonar a un pueblo que había hecho
pacto con Él pero que ahora juraba por otros dioses y estaba entregado al adulterio?
5:10–13 Se le ordena al enemigo que invada y destruya (pero no del todo) porque el
pueblo estaba negando a JEHOVÁ y la inminencia del peligro, y los profetas mentían.
5:14–19 Las palabras de Jeremías eran como fuego, consumiendo al pueblo como
madera. Los babilonios venían para devorar y destruir, pero no del todo. La servidumbre
de Judá en una tierra extraña sería su recompensa por haber servido a dioses extraños en
su propia tierra.
5:20–31 Dios se maravilla ante la obstinación de Su pueblo necio. El mar le obedece,
pero ellos no. No muestran ningún tipo de inclinación a temer a Aquel que da la lluvia,
aunque ésta les ha sido quitada. ¿Cómo puede Dios impedir el juicio sobre una nación tan
desafiante, tan rebelde, tan sumergida en el pecado?
Según Kelly:
«Y lo peor de la maldad nacional no consistía en que sólo unos pocos eran culpables,
sino que: ―cosa espantosa y fea es hecha en la tierra; los profetas profetizaron mentira, y los
sacerdotes dirigían por manos de ellos; y mi pueblo así lo quiso. ¿Qué, pues, haréis cuando
llegue el fin?‖ (vv. 30–31).
Así, todo manantial de rectitud moral se había corrompido, y consecuentemente era
obvio que, de parte del Señor, para ellos tan sólo podía venir juicio».
5. Predicción de la Caída de Jerusalén (Cap. 6)
6:1–8 Una bocina de aviso y señal de humo indican a los hijos de Benjamín que
huyan de Jerusalén, porque los pastores babilonios y sus rebaños (los mandos militares y
sus soldados) se están preparando para atacar. Se les oye a los caldeos discutir la estrategia.
Dios ha ordenado el exilio para Judea a causa de la opresión, violencia y el robo del
pueblo. Aun en esta hora tan tarde, Dios aconseja a Su pueblo a que desista.
6:9–15 JEHOVÁ de los ejércitos advierte que los babilonios desnudarán la tierra tan
completamente como el vendimiador recogiendo entre los sarmientos. Jeremías se siente
frustrado por tener que hablar a un pueblo que no le quiere oír, pero no se puede contener.
JEHOVÁ le manda que derrame el mensaje de juicio inminente a causa de la avaricia, la
falsedad de los profetas y sacerdotes, y su desvergüenza. Una de las características de los
falsos profetas es que prometen prosperidad en tiempo de decadencia espiritual.
6:16–21 El pueblo rechaza la invitación de Dios para andar en… las sendas antiguas
de justicia, y rechaza toda amonestación. Por eso, la calamidad vendrá a pesar de los
sacrificios de olor grato que le traen. El pueblo tropezará y perecerá.
6:22–26 La invasión enemiga de la tierra del norte causará gran temor, angustia, y
llanto de amarguras.
6:27–30 JEHOVÁ pone a Jeremías como un observador y examinador (BAS) de metales.
El pueblo de Judá es el metal, duro y resistente como bronce y hierro, como plomo del
cual no es posible arrancar la escoria, plata desechada (reprobada: puesta a prueba y
desechada). Yates comenta:
«Quizás algún día podamos ver con claridad cuán desagradables, repugnantes e inútiles
son los hombres pecadores ante los ojos del Dios Santo. Es grande nuestra necesidad de
mirarnos objetivamente para ver el vacío miserable que a Dios le es tan visible. No hay
razón por la que conservar plata reprobada. No tiene valor. ¿Es posible que Dios haya
señalado como sin valor a muchos que se consideran valiosos?».
C. Ministerio de Jeremías en la Puerta del Templo (Caps. 7–10)
1. La Religión Hipócrita de Judá (Cap. 7)
7:1–4 Al capítulo 7 se le ha llamado «El Sermón del Templo». Los hombres de Judá
pensaban que estaban seguros porque Dios nunca permitiría que el templo fuese destruido.
¡Mentira! Estaban poniendo falsa confianza en el edificio en lugar de confiar en Quien lo
habitaba.
7:5–15 Su verdadera seguridad consistía en volverse cumplidamente del pecado y
vivir en justicia. Pensaban que podían pecar y luego escaparse del castigo acudiendo al
templo y diciendo: «Librados somos». Nuestro Señor mismo, que consideraba la religión
externa igual que Jeremías, empleó las palabras del profeta en el v. 11 para describir el
templo como: «cueva de ladrones», cuando limpió la casa de Su Padre (Mt. 21:13; Mr.
11:17; Lc. 19:46). Judá había contaminado y profanado el templo, por lo tanto será
destruido de la misma manera que lo fue el santuario de Silo (se cree que Silo fue destruido
durante el tiempo de los jueces y Samuel).
7:16–26 Jeremías no debe orar por… Judá. Aun entonces, se hallaban adorando a la
reina del cielo y dioses ajenos… en las calles. Bien puede el pueblo comer sus
holocaustos y sacrificios; lo que Dios busca es obediencia, no sacrificios. El versículo 22
se debe leer a la luz del 23: el sacrificio sin compromiso es inútil.
7:27–34 Jeremías se lamenta porque Judá rehúsa persistentemente escuchar la voz de
JEHOVÁ ni admitir corrección. Por haber contaminado el templo y haber ofrecido
sacrificios humanos, les alcanzará una matanza brutal y la tierra será desolada.
2. La Insensibilidad de Judá hacia el Pecado (Cap. 8)
8:1–7 Los babilonios desenterrarán los huesos de aquellos que adoraron al ejército
del cielo y los expondrán a los cielos, y los que vivan desearán la muerte. Al contrario de
los que se caen y vuelven a levantarse, y de los que pecan y se arrepienten, Judá no quiso
volverse a JEHOVÁ. En lo que se refería a la ley, el pueblo es comparado
desfavorablemente con la cigüeña, la tórtola, la grulla y la golondrina, que sí obedecen a
sus leyes señaladas de migración.
8:8–12 El pueblo pensaba que era sabio en cuanto a la ley de JEHOVÁ, pero el escriba,
el profeta y el sacerdote la habían interpretado mal y aborrecido. Eran avaros y
engañosos, y trataban los problemas superficialmente. Por su desvergüenza, tendrían parte
en el tiempo de castigo que se aproximaba.
8:13–17 Dios les arrancará de allí como se hace con una vid o con la higuera. El
pueblo se resigna a perecer en la ciudad. El ejército babilonio avanza como áspides contra
las cuales no puede haber encantamiento. 8:18–22 El profeta, con le corazón quebrantado, parece que oye a los exiliados
preguntar: «¿Dónde está Dios?» Dios responde preguntándoles por qué ellos le han
abandonado por sus imágenes de talla e ídolos extraños (vanidades ajenas). De nuevo el
pueblo gime porque la liberación que esperaban no ha llegado. Jeremías llora desconsolado
por el aprieto del pueblo que es, en apariencia, sin esperanza. El versículo 22 es el origen de
un conocido cántico espiritual de los negros, «Hay un Bálsamo en Galaad», que dice así:
«Hay un bálsamo en Galaad
Que sana toda enfermedad;
Hay un bálsamo en Galaad
Que limpia toda la maldad».
3. El Lamento del Profeta Llorón (Cap. 9)
9:1–11 El que habla en los dos primeros versículos es Jeremías. Su título: «el profeta
llorón», queda bellamente reflejado en el v. 1:
«¡Oh, si mi cabeza se hiciese aguas,
Y mis ojos fuentes de lágrimas,
Para que llore día y noche
Los muertos de la hija de mi pueblo!».
Muchos predicadores y misioneros pueden identificarse con los sentimientos de
Jeremías en el versículo 2. Kyle Yates escribe:
«Este versículo revela un vislumbre de un profeta cansado, gastado y desanimado, en
uno de sus peores momentos. Podría llamarse: ―una sombra pasajera sobre un gran alma‖.
En su hora de vejación se imagina que le gustaría apartarse de un pueblo que no merece
nada de él. ¡Cuán dulce sería estar aliviado de toda responsabilidad e irritación! Él estaba
literalmente enfermo de observar el sucedáneo formal, impío y vacío de la religión. Pasó
sus días orando, amando, predicando y advirtiendo únicamente para hallar la insensibilidad
que desgarraba su alma».
Él lamenta la pecaminosidad y consecuente castigo del pueblo. Entonces cita al Señor
catalogando sus pecados, sosteniendo que el juicio es inevitable, pero llorando porque
Dios va a convertir Jerusalén en una morada de chacales, y las ciudades de Judá en
desolación. 9:12–22 La calamidad está vinculada directamente con la idolatría de Judá, y por este
pecado el pueblo irá al exilio. JEHOVÁ llama a las plañideras, hábiles en su oficio
(dolientes profesionales) para que lamenten la terrible matanza y destrucción. No sirve de
nada que el pueblo se jacte en… sabiduría, valentía o riquezas (v. 23); lo que
verdaderamente importa es conocer a JEHOVÁ.
9:23–24 Éstos son dos de los versículos más conocidos de Jeremías. Como enfatiza G.
Herbert Livingston:
«Vale la pena memorizarlos. Los seres humanos se esfuerzan por conseguir sabiduría,
valentía y riquezas mientras que Dios se deleita en misericordia, juicio y justicia.
Bienaventurado el que entiende al Señor de tal manera que halla su deleite en lo que a Él le
deleita».
9:25–26 Una gota más de amargura en la copa de Judá será el ser castigada con
naciones gentiles, porque Judá es incircuncisa de corazón. Raparse el cabello en los
templos [BAS] era una práctica pagana prohibida para los judíos.
4. La Sátira contra la Idolatría (10:1–18)
10:1–5 Este capítulo alterna entre la vanidad de los ídolos y la grandeza de Dios. El
pueblo de Dios no debe aprender el camino de las naciones y de sus ídolos muertos.
Yates comenta acerca de la sátira contra los ídolos:
«Jeremías es cruel en su trato con los pobres e indefensos ídolos que los hombres
utilizan para sustituir a Dios. Son palos insensibles que han de ser decorados para ocultar la
realidad de que son mera madera muerta. En lugar de llevar, ellos tienen que ser llevados.
A ellos se les tiene formar; Dios forma. No se les puede atribuir voz, ni poder, ni aliento, ni
inteligencia, ni valor, ni influencia. Pero, en contraste, Yahvéh es eterno, vivo, activo y
poderoso».
10:6–9 Dios es el grande… Rey de las naciones, digno de que se le tema. Los que
veneran y rinden culto a las imágenes están infatuados y entontecidos, inclinándose ante
la obra de manos de hombres.
10:10–16 JEHOVÁ es el Dios verdadero y vivo. Los dioses fabricados a mano
perecerán. JEHOVÁ es el Dios de la creación y de la providencia. Los que fabrican ídolos
están infatuados y sus imágenes son vanidad. El Dios (Porción) de Jacob es el Hacedor,
JEHOVÁ de los ejércitos. 10:17–18 Se les dice a los moradores de la tierra que recojan lo que puedan llevar,
porque Dios les manda al exilio.
5. La Oración del Profeta Llorón (10:19–25)
Hablando por la nación, Jeremías lamenta los horrores del asedio y el exilio, confiesa la
ignorancia humana, pide a Dios que castigue a Su pueblo y que derrame Su enojo sobre
Sus enemigos, porque ellos comieron a Su pueblo.
III. EXPERIENCIAS PERSONALES DE JEREMÍAS (Caps.
11–19)
A. Jeremías y los Hombres de Anatot (Caps. 11–12)
11:1–10 JEHOVÁ ordena a Jeremías que le recuerde al pueblo el pacto de la ley que Él
dio en Sinaí, la maldición sobre los que desobedecieran y la bendición para los que
obedecieran. Los incesantes recordatorios de Dios en el pasado sólo habían encontrado un
rechazo persistente. Ahora se nos presentan los varones de Judá como formando una
conspiración para romper el pacto, abandonando a Dios por dioses ajenos.
11:11–13 Cuando caiga el juicio de Dios, no oirá sus oraciones y los innumerables
dioses de Judá serán completamente impotentes para salvarles.
11:14–17 Tres veces se le dice al profeta: no ores por este pueblo (7:16; 11:14; 14:11).
El pueblo no tiene ningún derecho de acudir al templo con sacrificios, como si con eso
pudiese esconder su culpa o evitar el castigo. Antes llamada por JEHOVÁ olivo verde,
hermoso, ahora Judá está destinada a ser quemada por su idolatría.
11:18–23 JEHOVÁ le informa al profeta dócil y confiado que los varones de Anatot
han maquinado designios para matarle. Cuando él ora, es asegurado de que sus
adversarios serán castigados.
12:1–6 Jeremías pregunta por qué JEHOVÁ, que es justo, permite que prosperen los
impíos tales como los hombres de Anatot, y permite que los justos como él padezcan. La
respuesta de Dios es que Jeremías encontrará oposición aún más amarga que ésta,
incluyendo traición de parte de sus propios hermanos. Si le resultaba difícil afrontar
condiciones relativamente tranquilas (corriendo con los de a pie), ¿qué sería de él en las
pruebas duras que se aproximaban (contender con los caballos)?
12:7–14 Utilizando muchos términos cariñosos para describir a Judá, Dios expresa
pena por la devastación que ella ha traído sobre sí misma. Un ave notablemente distinta
suele ser atacada por las demás; de ahí que se refiera a Judá como ave de rapiña de
muchos colores. Dios castigará a las naciones gentiles y restaurará Judá a su tierra.
12:15–17 Pero después los gentiles serán restaurados a sus tierras, y si se vuelven de los
ídolos a Dios, tendrán parte en Sus bendiciones en medio de Su pueblo. Si no, serán
arrancados.
B. Jeremías y el Cinto Podrido (Cap. 13) 13:1–11 Judá es comparada a un cinto usado, el cual se le ordenó a Jeremías que lo
llevase al Éufrates y lo escondiese. Antes Judá ocupaba un lugar de estrecha intimidad con
JEHOVÁ pero, como el cinto será llevado y «escondido». A causa de su pecado, Judá fue
llevada doscientas cincuenta millas y «escondida» cerca del Éufrates (Babilonia) en
cautividad. Cuando Jeremías volvió a buscar el cinto, estaba podrido, para ninguna cosa
era bueno. En cuanto a si realmente Jeremías fue o no al Éufrates, Scofield tiene una nota
de utilidad:
«Algunos han cuestionado la posibilidad de que Jeremías hubiese realmente escondido
su cinto junto al Éufrates, considerando la distancia y las condiciones de guerra. De todos
modos, hubo periodos durante el ministerio de Jeremías en los que todo aquel área estaba
en paz. No es imposible que Jeremías hubiese viajado a Babilonia, en cuyo caso este evento
perfectamente podría haber tenido lugar entonces, enterrando el cinto a la ida y
desenterrándolo a la vuelta. También cabe la posibilidad de interpretar la palabra hebrea
con el significado, no del Éufrates, sino del Wadi Farah, unas millas al norte de Jerusalén.
En este caso podría haber enterrado el cinto en cualquier momento antes del ataque final de
los babilonios. Por eso, hay razón para asumir que este pasaje describe un evento real, no
una mera visión o historia imaginaria. El cinto podrido de Jeremías sirvió como un símbolo
para indicar la vida y servicio insatisfactorios de Israel».
13:12–14 Todo el pueblo se llenará de vino; no vino literal como ellos pensaban, sino
de la ira del Dios Todopoderoso, y serán quebrantados como tinajas.
Harrison comenta:
«Jeremías enfatiza que, del mismo modo que el alcohol afecta al juicio y entorpece la
movilidad, así sería en la crisis próxima cuando los hombres se conducirían como
embriagados, incapaces de distinguir entre amigo y enemigo para defenderse».
13:15–23 El arrepentimiento es urgente, o el exilio será inevitable. Si el pueblo no
glorifica a Dios, habrá tinieblas y sombra de muerte. El rey y la reina serán destronados
y las ciudades del sur sitiadas. Los babilonios desolarán la tierra, y todo a causa de la
iniquidad de Judá. Judá y sus pecados son inseparables.
13:24–27 Las palabras utilizadas para describir la apostasía de Judá —adulterios,
relinchos, fornicación, y abominaciones— todas ellas tienen una connotación de
inmoralidad.
Harrison explica la ilustración:
«Como los creyentes nominales de todas las edades, el pueblo permanecía incrédulo
ante la idea de que pudiesen sobrevenirle tales calamidades. De todos modos Jeremías
coloca la culpa sobre los hombros de ellos, y les promete la deshonra pública y vergonzosa
correspondiente a las prostitutas… La ironía de todo esto es que quienes lo infligirían serían
los mismos que anteriormente Judá había cortejado. A causa de su indulgencia en las obras
muertas de tinieblas, Aquel que la había desposado primero con pacto de amor le expondría
públicamente como libertina corrupta que era».
C. La Intercesión de Jeremías Respecto a la Sequía (Caps. 14–15)
14:1–6 Los mensajes de los capítulos 14–39 fueron dados antes de la caída de
Jerusalén. A Judá le sobrevienen terribles sequías y hambrunas.
«El significado de la sequía en aquel tiempo era muy grande. Era una de las señales
predichas en el Pacto Palestino (Dt. 28:23–24) y que se había cumplido en parte en el reino
de Acab (1 R. 17:1, etc.). Como esa señal fue seguida por el cautiverio asirio del reino del
norte, aunque después de un intervalo, la sequía debe haber sido una de las más solemnes
advertencias para Judá».
14:7–16 El profeta, confesando por el pueblo, pide alivio pero JEHOVÁ dice que no
habrá alivio; más bien el pueblo será destruido con… espada… hambre y… pestilencia.
Los falsos profetas prometían seguridad, pero mentían y serían consumidos junto con el
pueblo a quien profetizaban. Se le ordena a Jeremías que lamente la terrible destrucción de
Judá en la ciudad y en el campo.
14:17–22 Jeremías sigue rogando a Dios por el pueblo, trayendo a nuestra memoria las
intercesiones de Abraham (Gn. 18:23–33), Moisés (Éx. 32:11–13) y Samuel (1 S. 7:5–9).
Reconoce su impiedad y promete que clamarán al único Dios que puede hacer llover.
15:1–4 La intercesión por el pueblo es inútil; está destinado a la muerte, a espada, a
hambre y a cautiverio. Ni los antiguos intercesores como Moisés y Samuel podrían evitar
el juicio. Manasés era la causa, porque había introducido en Jerusalén formas horribles de
idolatría, incluyendo el culto a Moloc (ver 2 R. 21:1–16).
15:5–9 La lastimosa condición de Jerusalén es el resultado de no haber respondido al
castigo del Señor. Las mujeres con familias ideales no vivirán para disfrutar de sus hijos.
15:10–18 Jeremías es aborrecido sin causa por los de su propio pueblo, pero Dios
promete vindicarle cuando sus adversarios vengan a él buscando ayuda. Judá no podrá
quebrar el hierro del norte (los caldeos). Éstos se llevarán los tesoros de Judá. El profeta
está perplejo ante su persecución y sufrimiento, especialmente porque ha sido fiel al Señor.
Pero aun así él encuentra su ánimo y fortaleza en la palabra de Dios, que es el gozo y la
alegría de su corazón.
15:19–21 La respuesta de Dios es que el profeta había estado abrigando pensamientos
equivocados acerca de Él, y ha manifestando estos pensamientos indignos de tiempo en
tiempo. Éstos deben ser purgados, como se quita la escoria vil de un metal precioso. Sus
adversarios pueden convertirse a él, pero él no debe convertirse a ellos.
G. Campbell Morgan comenta:
«Que limpie su corazón de toda esa escoria, y se consagre únicamente al oro de la
verdad de Dios. Así, y sólo así será apto para ser como boca de Dios pronunciando Sus
mensajes».
Dios pondrá al profeta por un muro fortificado de bronce que sus adversarios no
podrán derribar. Él librará y redimirá a Su siervo.
D. Ministerio Solitario de Jeremías (16:1–18) 16:1–9 A Jeremías se le manda no casarse a causa de la destrucción inminente. Él es el
único hombre en la Biblia al que se le prohíbe casarse. También se le prohíbe el luto y el
banquete, porque la muerte se ha extendido y la calamidad es obra de Dios.
Con respecto al versículo 7, era costumbre entre los parientes y amigos reunirse en la
casa del que había muerto, partir pan juntos mientras recordaban las cualidades
admirables del que había partido, y beber un vaso de vino. De esta manera consolaban a los
dolientes. Kelly muestra cómo fue transformada por nuestro Señor esta antigua tradición
judía:
«Esta práctica de partir pan en relación con la muerte parece ser la causa de lo que el
Señor Jesús consagró en el gran memorial de Su recuerdo. ―Ni partirán pan por ellos en el
luto para consolarlos de sus muertos; ni les darán a beber vaso de consolaciones‖. Aquí se
nos presenta la Cena, con ambas partes. Era una costumbre familiar entre los judíos, pero el
Señor le dio un único significado, y grabó sobre ella una nueva verdad. Estaba relacionado
con la pascua y como sabemos, ese fue el tiempo de su institución. Había una razón
particular al establecerla en ese tiempo y no en otro, porque era para marcar el cambio
impresionante de la gran fiesta central y fundamental de Israel. Una fiesta diferente y nueva
había comenzado para los cristianos».
16:10–18 Si se preguntara la razón de todo el desastre tan grande que Dios había
predicho, Jeremías debía recordarles la desobediencia e idolatría suya y de sus padres.
Dios los volverá de la cautividad algún día, pero primero los pescadores y los cazadores
(los babilonios) les cazarán y llevarán cautivos, y allí Dios les castigará por su iniquidad y
su pecado.
E. El Corazón Firme de Jeremías (16:19–17:18) 16:19–21 El profeta prevé el día en que las naciones se volverán de los ídolos a Dios.
En el versículo 21 el Señor expresa Su firme resolución de que Judá conozca Su poder por
medio del castigo.
17:1–11 La idolatría de Judá, profundamente esculpida, resultará en su cautiverio. El
monte de Dios es Jerusalén… la confianza en el hombre trae maldición, pero el confiar en
JEHOVÁ trae bendición. Dios conoce el corazón engañoso del hombre y castigará al
hombre que amontona riquezas deshonestamente: «como la perdiz que cubre lo que no
puso», y después ve cómo se van los pollos.
El versículo 9 es una estimación impopular (aunque no por eso menos cierta) del
corazón natural del hombre.
R. K. Harrison comenta acerca de la traducción: «desesperadamente malo», en la
Versión Moderna, y «gravemente enfermo», en otras versiones:
«La naturaleza humana no regenerada se encuentra en una condición desesperada sin la
gracia divina, descrita por el término gravemente enfermo en el versículo 9 (RSV
desesperadamente corrupto, NEB desesperadamente enfermo). Compárese 15:18 y 30:12,
donde aparece el significado: ―incurable‖. Toda generación necesita una regeneración de
alma por el Espíritu y la gracia de Dios (cf. Jn. 3:5; Tit. 3:5)».
Para todos aquellos que consideren que éste es un juicio demasiado severo de su
corazón, citamos una exposición larga pero necesaria de Matthew Henry:
«Existe en nuestro corazón esa maldad que se nos pasa desapercibida y que ni
sospechamos que está ahí; no, es un error común entre los hijos de los hombres el
considerarse, al menos su corazón, que son mucho mejores de lo que en realidad son. El
corazón, la conciencia del hombre, en su estado caído y corrupto es engañoso sobre todas
las cosas. Es sutil y falso; capaz de suplantar (ese es el significado correcto de la palabra);
de ahí vino el nombre de Jacob, un suplantador. A lo malo llama bueno y a lo bueno malo,
pinta las cosas de falsos colores, y proclama paz a los que no les pertenece la paz. Cuando
los hombres dicen en su corazón (es decir, permiten que su corazón les susurre) que no hay
Dios, o que no les ve, o que no pedirá cuentas, o que tendrán paz aunque sigan por su
camino; en estas sugerencias y miles más el corazón es engañoso. Tiende trampas a los
hombres para su propia ruina; y éstas serán las agravaciones de ello, que son
autoengañadores, autodestructores. Por dentro el corazón es desesperadamente malo; es
fatal, es desesperado. Sin duda, el caso es malo y de forma deplorable e inaliviable si la
conciencia que debe rectificar los errores de las demás facultades es en sí misma una madre
de falsedad y cabecilla en la alucinación. ¿Qué será del hombre si lo que en él debiera ser
lámpara de JEHOVÁ da una luz falsa, si el suplente de Dios en el alma, que está para apoyar
sus intereses, le traiciona? Es tal el engaño del corazón que en verdad podemos decir:
¿Quién lo conocerá? Quien puede describir lo malo que es el corazón».
17:12–18 Jeremías se regocija en que el lugar de seguridad de Judá es el excelso trono
de gloria de Dios. Entonces habla de la locura de confiar en otro, y ora a la esperanza de
Israel, a favor del pueblo, pidiendo sanidad y salvación. El pueblo le pregunta dónde está
el juicio que Dios había prometido. Jeremías le recuerda al Señor que él no ha dejado de ser
su pastor (BAS), ni ha deseado el día de calamidad de la destrucción de Jerusalén; sólo ha
hablado las palabras del Señor. Le pide a Dios que le vindique castigando a todos los que se
estaban burlando de la Palabra de Dios.
F. El Sermón de Jeremías Acerca del Día de Reposo (17:19–27)
Aquí se les amonesta a los reyes de Judá, y todo Judá y todos los moradores de
Jerusalén a que santifiquen el día de reposo. Se les promete reyes futuros de la dinastía
de David y la continuidad del templo si obedecen, y se les advierte del castigo si se niegan
a obedecer (la destrucción de Jerusalén).
Irving L. Jensen explica por qué guardar el día de reposo era tan importante en Israel:
«La verdadera prueba de la relación del corazón para con Dios está en la obediencia a
Su Palabra. Una de las leyes de Israel era santificar el día de reposo no trabajando (17:21–
22). La presión constante del materialismo sobre las vidas de todos, incluyendo al pueblo
de Dios, dificultaba el guardar este mandamiento, y por esta razón éste de entre los diez
mandamientos era una verdadera prueba de prioridades de lo temporal y lo terrenal en el
corazón. ¿Era tan crucial para Judá el guardar la ley del día de reposo? La acción simbólica
de Jeremías y las palabras explícitas que tuvo que hablar dan una respuesta afirmativa».
Principios similares se aplican al día del Señor para los cristianos. También es para
refrigerio espiritual y físico, hacer memoria del Redentor y de nuestra redención, adorar al
Señor, y conmemorar la victoria que el Señor obtuvo al resucitar el primer día de la
semana.
G. Jeremías en la Casa del Alfarero (Cap. 18)
18:1–12 El Señor es el alfarero; Judá (aquí llamado Israel) es la vasija. El hecho de
que la vasija se hubiese echado a perder no era culpa de Dios, sino de Israel. El barro está
en la mano de Dios para hacer como Él desee, juicio o bendición. Dios amenaza
destrucción si el pueblo no se arrepiente, pero ellos responden que seguirán sus propios
planes (BAS).
18:13–17 JEHOVÁ clasifica el comportamiento de todos ellos como ilógico y anormal.
Por su idolatría están invitando a la destrucción que asombrará a todos los que vean la
tierra en desolación. «¿Faltará la nieve del Líbano de la piedra del campo? ¿Faltarán
las aguas frías que corren de lejanas tierras?» Se puede depender de estas cosas en la
naturaleza, ¡pero Dios no podía depender de Su pueblo! «Aunque la nieve no abandona el
Líbano, Israel se ha olvidado de la fuente de agua viva, de la cual brota el agua de vida».
18:18 Al oír esto, el pueblo de Jerusalén maquina planes contra Jeremías, expresa
que todavía confía en sus propios sacerdotes y en sus profetas, y trama herirle
calumniándole.
18:19–23 Jeremías expresa pesar por haber pedido a Dios que les perdonase. Tal
oración apenas corresponde a los creyentes en esta era de gracia.
H. Jeremías y la Vasija de Barro (Cap. 19)
19:1–9 Se le dice a Jeremías que lleve una vasija de barro hasta el vertedero de la
ciudad, y que allí proclame a los reyes de Judá y a los moradores de Jerusalén que Dios
está a punto de quebrantar a Judá por causa de su idolatría y sacrificios humanos. El valle
del hijo de Hinom vendrá a ser el Valle de la Matanza. Durante el asedio de Jerusalén se
practicará el canibalismo.
19:10–15 Al quebrar la vasija, el profeta muestra los estragos y la destrucción que
causarán los babilonios. Los lugares de sepultura escasearán, y las casas en las que se
practicaba la idolatría serán inmundas. Jeremías vuelve al atrio del templo y repite que el
juicio está a punto de caer porque el pueblo se resiste a oír las palabras de Dios y no se
arrepiente.
IV. PROFECÍAS CONTRA LOS DIRIGENTES CIVILES Y
RELIGIOSOS DE JUDÁ (Caps. 20–23)
A. La Profecía contra Pasur (20:1–6) Pasur, el que presidía como príncipe en la casa de JEHOVÁ, hizo que Jeremías fuese
azotado y puesto en el cepo. Al día siguiente, cuando el profeta fue puesto en libertad, le
anunció a Pasur su condena, la condena de su familia, y la de todo Jerusalén y Judá. El rey
de Babilonia iba a llevarles cautivos. El nombre de Pasur le fue cambiado por Magor-
misabib (terror por todas partes), que es lo que él experimentaría.
B. La Queja de Jeremías a Dios (20:7–18) En los versículos 7–18 Jeremías lamenta su ministerio impopular. El Señor le sedujo
(engañó) a ello. Quería dejar de proclamar el mensaje desagradable del cautiverio
babilonio, pero no podía. La palabra de JEHOVÁ ardía como fuego dentro de él.
Escuchaba cómo sus amigos tramaban contra él, pero encomendó su causa a JEHOVÁ. A
veces confía, alabando a JEHOVÁ, pero otras veces está tan desanimado que desearía no
haber llegado a nacer.
C. La Profecía contra el rey Sedequías (21:1–22:9)
21:1–7 Cuando el rey Sedequías envió… a Pasur (no el mismo del cap. 20) y a
Sofonías (no el profeta) para consultar a JEHOVÁ acerca de los babilonios que se
aproximaban, Jeremías le respondió que el Señor ayudaría a los invasores contra Judá. El
rey y el pueblo que sobreviviese sería llevado en cautiverio. En cuanto a esta acción
tomada en contra del rey, Kelly comenta:
«La realeza era siempre el último tallo de bendición en la historia de Israel. Si tan sólo
el rey hubiese sido justo, aunque el pueblo y los profetas fuesen malos, Dios aún enviaría
bendición sobre Israel. Todo dependía del rey, la simiente de David. Dios hubiera castigado
a los profetas, los sacerdotes y el pueblo, pero les habría guardado por amor a David Su
siervo. Pero cuando no sólo ellos se descarriaron, sino que además el rey mismo era el
cabecilla de la maldad, era imposible seguir con ellos, y le correspondió a Jeremías la
penosa tarea de comunicar esta decisión divina».
21:8–14 Aquellos que se resistiesen perecerían; los que se rindieran a los babilonios
(caldeos) vivirían. Se advierte a la casa real para que frene su injusticia y opresión y al
pueblo de Jerusalén, los moradores del valle, se le previene de su destrucción. Los términos
«moradora del valle, y piedra de la llanura», probablemente son de desprecio o de mofa;
no parecen ser descripciones literales de Jerusalén.
22:1–9 El capítulo 22 trata de los cuatro últimos reyes de Judá, aunque no en orden
cronológico. El orden histórico sería éste: Joacaz, Joacim, Joaquín y Sedequías. En otras
palabras, el último rey es el primero y los demás están en orden.
A Sedequías, el primer rey, se le advierte que haga juicio y justicia; si no Judá, aunque
magnífica como Galaad y el Líbano, será desolada y deshabitada. La advertencia viene
reforzada por la historia de los tres reyes que tuvieron finales trágicos.
D. La Profecía contra el Rey Salum (22:10–12)
Salum, el segundo rey, igualmente llamado Joacaz, era hijo de Josías. Fue llevado
cautivo a Egipto donde murió sin volver a ver su tierra natal.
E. La Profecía contra el Rey Joacim (22:13–23)
22:13–19 Joacim, el tercer rey, construyó su palacio sin pagar a los obreros, y no siguió
el ejemplo de su padre (Josías), por lo que sería arrastrado… fuera de… Jerusalén, para
morir allí sin que nadie le lamentase. Será enterrado en sepultura de asno, esto es, echado
a una fosa.
22:20–23 Se le dice a la población que suba al Líbano y a Basán y lamente la
destrucción de sus enamorados (aliados extranjeros) y pastores (gobernantes) por mano de
Nabucodonosor. Ellos mismos gemirán con los dolores de parto de la cautividad.
F. Profecía contra el Rey Joaquín (22:24–30)
Conías (también llamado Jeconías y Joaquín), el cuarto rey, sería llevado cautivo por
los babilonios y moriría en Babilonia. Ninguno de su descendencia se sentará jamás
sobre el trono de David. Ningún descendiente de Jeconías le sucedió al trono. Su sucesor,
Sedequías, el último rey de Judá, fue su tío.
Charles H. Dyer comenta:
«Esta profecía también ayuda a explicar las genealogías de Cristo en Mateo 1 y Lucas
3. Mateo presentó el linaje legal de Cristo por medio de su padre adoptivo, José. De todas
maneras, el linaje de José venía de Salatiel, hijo de Joaquín (Jeconías, Mt. 1:12; cf. 1 Cr.
3:17). Si Cristo hubiese sido descendiente de José y no nacido virginalmente, estaría
descalificado como Rey de Israel. Lucas presentó el linaje físico de Cristo por medio de
María, descendiente de David a través del linaje de Natán (Lc. 3:31). De este modo el
Cristo no estaba bajo la ―maldición‖ de Joaquín».
G. La Profecía del Rey Justo (23:1–8)
Los gobernantes (pastores) son condenados por no cuidar el pueblo de Dios. Pero Dios
restaurará un remanente de Su pueblo y les dará pastores fieles. Él levantará al Mesías
para que sea su Rey. Es necesario, aunque no popular, que los cristianos tengamos cierta
precaución en este pasaje. Kelly nos lo expone así:
«Está claro que esta profecía apunta al Mesías, el Señor Jesús. Pero el Mesías es el
Señor Jesús no tanto en relación a nosotros como con Israel. Es importante tenerlo bien
claro. No perdemos nada por ello. Muchas personas tienen la idea de que si estas profecías
no se aplican a los cristianos y a la Iglesia, nos perdemos algo. La mejor política siempre es
la honestidad. No puedes quitarle nada a tu prójimo sin perder mucho más de lo que él ha
perdido. Sin duda, él tendrá cierta pérdida, pero la tuya será terrible. De la misma manera
que esto es cierto con las cosas naturales, así y mucho más lo es con las espirituales. No
podemos defraudar a Israel ni en una fracción de su porción sin quedarnos inmensamente
empobrecidos».
En el versículo 5, el Mesías es llamado el Renuevo (o Hijo) de David. En Zacarías 3:8
Él es: «Mi siervo el RENUEVO». En Zacarías 6:12 se nos presenta como «El Varón… el
Renuevo». Y en Isaías 4:2 Él es: «El Renuevo de JEHOVÁ». Esto corresponde a las cuatro
formas en las que Cristo es presentado en los Evangelios: como Rey, Siervo, Hijo del
Hombre, e Hijo de Dios.
«JEHOVÁ JUSTICIA NUESTRA», o JEHOVÁ-Tsidkenu (v. 6), es uno de los siete
nombres compuestos de JEHOVÁ. M’Cheyne escribió un excelente himno basado en el
aumento de su aprecio del Señor bajo este título:
JEHOVÁ TSIDKENU
JEHOVÁ Justicia Nuestra
«Antes fui un extraño a Dios y a la gracia,
Sin ver mi peligro ni sentir mi carga;
Aunque otros me hablaban radiantes de Cristo en la cruz,
JEHOVÁ Tsidkenu no era nada para mí.
A menudo leía para aliviarme o acompañar,
Lo complejo de Isaías y sencillo de Juan;
Pero ni aun viendo la sangre salpicando la cruz
JEHOVÁ Tsidkenu significaba nada para mí.
Igual que caían las lágrimas de las hijas de Sion,
Cuando pasaron las olas por Su alma lloré yo;
Pero nuncá pensé que mi pecado clavó en la cruz,
A JEHOVÁ Tsidkenu; eso no era para mí.
Cuando Su gracia con luz del cielo me despertó,
Con temor y angustia el temblor de mí se apoderó;
Seguridad y refugio en mí no podía ver,
JEHOVÁ Tsidkenu mi Salvador ha de ser.
Mi terror ante el dulce nombre quedó desvanecido;
Y el temor de la culpa bien lejos se ha ido,
Con confianza me acerco a beber de Su agua,
JEHOVÁ Tsidkenu es todo para mí.
¡JEHOVÁ Tsidkenu! mi gloria y tesoro,
¡JEHOVÁ Tsidkenu! nunca estaré perdido;
En Ti venceré en todo momento,
¡Eres mi ancla, coraza y escudo!
Aun pasando el valle, la sombra de muerte,
Este lema sostendrá mi aliento vacilante;
Mientras mi Dios de la vida febril me librará,
JEHOVÁ Tsidkenu mi canción fúnebre será».
Robert Murray M’Cheyne
Dios será conocido como el que trajo al pueblo de vuelta a la tierra.
H. La Profecía contra los Falsos Profetas de Judá (23:9–40)
23:9–22 El resto del capítulo 23 es una denuncia solemne de los profetas mentirosos,
tanto de Israel como de Jerusalén. Los de Jerusalén seguían prometiendo paz, mientras
que si hubieran escuchado la palabra de Dios, habrían conocido que Su juicio era inevitable
y que continuaría hasta cumplir todos los propósitos divinos. Hablaban sin comisión divina.
23:23–29 El Dios omnipresente y omnisciente denuncia a los profetas por sus sueños,
los cuales conducen al pueblo a la idolatría. Sus sueños eran paja comparados con la
palabra de Dios, que es como trigo alimenticio, y también es como fuego… y martillo.
23:30–32 JEHOVÁ está contra estos profetas mentirosos. Yates les describe bien:
«Eran profesionales, como teólogos que pretendían estar hablando con autoridad divina,
pero que en realidad daban expresión a mentiras y engaño. Jeremías pronuncia tres cargos
contra ellos. Dice que eran verdaderos inmorales que no conocían a Dios, y que no tenían
mensaje para el pueblo. Les traían sin cuidado las responsabilidades sagradas y rebajaban
las leyes morales del pueblo participando ellos mismos de forma activa en el pecado. Su
conocimiento de Dios quedaba en un plano muy bajo. No comprendiendo Su naturaleza
santa, pensaban y predicaban que Él no podía abandonar a Israel».
Y todavía quedan muchos de éstos entre nosotros.
23:33–40 Aparentemente, el pueblo se burlaba de Jeremías preguntando: «¿Cuál es la
carga (profecía) de JEHOVÁ?» (BAS) El profeta tenía que responder que ellos mismos eran
Su carga y que Él les iba a dejar. Dios les prohibió volver a usar la palabra «carga»
(profecía) en broma. Si desobedecen, Él les castigará de forma severa.
V. PROFECÍAS RESPECTO A LA DESTRUCCIÓN DE
JERUSALÉN Y A LA CAUTIVIDAD BABILÓNICA (Caps.
24–29)
A. La Señal de los Higos (Cap. 24) 24:1–7 JEHOVÁ mostró a Jeremías dos cestas de higos puestas delante del templo.
Una cesta contenía higos muy buenos, y la otra higos muy malos.
Los higos buenos representaban los exiliados en Babilonia, que serían traídos a su
tierra porque se volverían a Dios de todo su corazón.
24:8–10 Los higos malos representaban a Sedequías rey de Judá, sus príncipes y
todo el pueblo dejado en la tierra después de la deportación en el reinado de Jeconías. Los
exiliados serán devueltos a la tierra, pero los demás serán dispersados y exterminados
con espada, con hambre y pestilencia.
B. Predicción de los Setenta Años de Cautividad en Babilonia (25:1–11) Jeremías había estado advirtiendo a todo el pueblo de Judá durante veintitrés años;
además otros varones de Dios tampoco habían dejado de llamarles al arrepentimiento.
Como no escuchaban, serían llevados cautivos por el siervo de Dios, Nabucodonosor, y
permanecerían en el exilio durante setenta años.
2 Crónicas 36:20–21 nos indica con antelación la razón por la que la cautividad durase
setenta años y de que Dios se lo dijese a los judíos:
«Los que escaparon de la espada fueron llevados cautivos a Babilonia, y fueron siervos
de él y de sus hijos hasta que vino el reino de los persas; para que se cumpliese la palabra
de JEHOVÁ por boca de Jeremías, hasta que la tierra hubo gozado de reposo; porque todo el
tiempo de su asolamiento reposó hasta que los setenta años fueron cumplidos».
Levítico 25:3–5 enseña que la tierra tenía que reposar cada séptimo año. El pueblo
había desobedecido esta ley.
C. Los Apresadores Babilonios serán Juzgados (25:12–38) 25:12–29 Por lo tanto la esperanza de un retorno rápido era una mentira. Después de
los setenta años, Dios dirigiría Su ira contra los caldeos (babilonios). Bajo el símbolo de
una copa de vino, se le dice a Jeremías que pronuncie el furor de Dios sobre Judá y sobre
las otras naciones que serían quebrantadas por Nabucodonosor, y finalmente sobre
Nabucodonosor mismo (rey de Babilonia). Por sus pronunciamientos proféticos, Jeremías
debía decir a estas naciones que tienen que beber… la copa del furor de Dios (ver Ap.
14:10–11). Si Dios castiga a Jerusalén, la demás naciones no pueden tener esperanza de
escapar.
25:30–38 Estos versículos amplifican los terrores de la copa del ardor de la ira de
Dios, usando términos poéticos y descriptivos tales como rugir, gritar (canción de
lagareros) y estruendo. Los mayorales del rebaño de los judíos aullarán porque JEHOVÁ
ha asolado sus pastos.
D. La Advertencia de Jeremías al Pueblo (Cap. 26) 26:1–11 Se le dice a Jeremías que se ponga en el atrio del templo, advirtiendo al
pueblo de que si no se arrepiente el Señor abandonará el templo igual que hizo con Silo.
(Obsérvese que las promesas condicionales de Dios están sujetas al arrepentimiento de
parte de Dios si el hombre no reúne las condiciones [v. 3]. Dios no puede nunca
arrepentirse de Sus promesas incondicionales.) Los sacerdotes y falsos profetas se
enfurecieron y amenazaron al profeta.
26:12–19 Sin amedrentarse, Jeremías repite su mensaje. Entonces los príncipes y todo
el pueblo le defienden, y los ancianos recuerdan a la multitud que Miqueas había
profetizado atrevidamente en tiempo de un rey bueno y no le habían matado.
26:20–24 Estos versículos pueden ser un argumento presentado por la oposición, o
pueden sencillamente registrar el hecho de que Joacim ordenó la ejecución de un profeta
llamado Urías que profetizaba lo mismo que Jeremías. Pero Ahicam, hijo de Safán, logra
librar a Jeremías de la muerte.
E. La Señal del Yugo (Cap. 27) 27:1–11 Esta profecía viene del tiempo de Joacim (v. 1) pero el resto del capítulo nos
transporta al reinado de Sedequías. Algunos alegan que esto es un error de escriba. Habían
llegado a Jerusalén embajadores de cinco reyes gentiles, quizás para aliarse en contra de
Babilonia. Se les dice, por medio de la lección objetiva de las coyundas y yugos que el
yugo… de Babilonia estará sobre ellos hasta que los medo-persas conquisten Babilonia, y
que si no se someten al yugo serán destruidos a pesar de lo que decían los profetas y
soñadores de esas naciones.
27:12–22 La nota de Ryrie acerca de una antigua costumbre que se aplicó al templo
judío aclarará este pasaje:
«Normalmente el conquistador tomaba los ídolos del pueblo conquistado y los llevaba
al templo de su propio dios. Como el judaísmo era una religión sin imágenes, se llevaron
los utensilios del templo en su lugar».
Jeremías suplica al rey que se someta a los babilonios y que no crea a los profetas
mentirosos que predicen que los utensilios de la casa de JEHOVÁ volverán pronto de
Babilonia. Jeremías sugirió que los profetas probasen su autoridad pidiéndole a Dios que
no dejase que los utensilios que habían quedado en Jerusalén fuesen llevados a
Babilonia. Pero sería en vano. Esos utensilios iban a ser transportados a Babilonia, y
dejados allí hasta el final del cautiverio, setenta años más tarde.
F. La Falsa Profecía y Muerte de Hananías (Cap. 28)
28:1–9 El profeta Hananías, hijo de Azur, hace una falsa predicción de que la
cautividad babilónica terminará en dos años. Jeremías replica que él desearía que esto fuese
cierto, pero añade que la profecía no se cumplirá. Invariablemente, los profetas verdaderos
predecían desastre, mientras que los falsos predecían paz.
28:10–17 Hananías rompió el yugo de madera que estaba en el cuello de Jeremías, e
hizo una profecía falsa. Jeremías siguió su camino (v. 11).
Kelly elogia al profeta por su dominio propio:
«El siervo del Señor no debe ser contencioso. Jeremías, el mismo que había sido puesto
como muro de bronce, que había resistido abiertamente a reyes, profetas y sacerdotes, ahora
rehúsa contender con el profeta Hananías.
La razón de su conducta es clara. Jeremías protestó y advirtió mientras había esperanza
de arrepentimiento, o cuando la gracia longánimo lo requería, pero cuando la conciencia no
estaba obrando, donde se usaba falsamente el nombre del Señor él simplemente sigue su
camino. Deja que Dios juzgue entre profeta y profeta. Si Jeremías decía la verdad,
Hananías mentía».
De todos modos, Dios pondrá un yugo de hierro sobre las naciones para que sirvan a
Nabucodonosor rey de Babilonia. Hananías es denunciado como falso profeta y
advertido de que morirá dentro de ese mismo año. Murió dos meses después (cf. v. 1, el
quinto mes y v. 17, el mes séptimo).
G. El Mensaje de Jeremías a los Judíos Cautivos en Babilonia (Cap. 29)
29:1–9 Ésta es la carta que Jeremías envió a los cautivos en Babilonia, avisándoles a
prepararse para una larga estancia, advirtiéndoles a que no escuchasen a los falsos profetas
y adivinos.
29:10–14 JEHOVÁ promete que la cautividad en Babilonia terminará en setenta años y
que el pueblo volverá a su tierra.
El versículo 13 es alentador para todos aquellos que han estado buscando al Señor, a
veces aparentemente sin lograrlo:
«La que fue Palabra de Dios para Su pueblo en tiempos de Jeremías, sigue siendo Su
segura palabra para todo hombre que peca y pierde contacto con el Infinito. Ningún gesto
de interés superficial puede procurar el rico tesoro que vale más que todo el oro. Él siempre
está disponible. Su anhelo es que todos los hombres miren a Él y vivan. Sus brazos siempre
están abiertos en amante invitación para todo el que se vuelve a Él. Pero es igualmente
cierto que es necesaria una búsqueda diligente. Uno que es consciente de su necesidad,
percibe el satisfactorio don de Dios y se dispone para encontrarle, puede estar seguro de la
victoria si le busca de todo su corazón. Limpieza, paz, gozo y victoria serán su porción de
la mano de un Dios amoroso que se deleita en acoger a Sus hijos al hogar».
29:15–32 Al contrario de lo que estaban diciendo los falsos profetas en Babilonia, el
rey y el pueblo que había quedado en Jerusalén iba a sufrir espada, hambre y pestilencia
por haber rehusado oír las palabras de Dios. Se pronuncia condena sobre dos falsos
profetas, Acab hijo de Colaías y Sedequías hijo de Maasías, y sobre otro llamado
Semaías de Nehelam, quien escribió cartas reprochando al sacerdote en Jerusalén por no
cumplir su deber poniendo a Jeremías… en el calabozo. El sacerdote Sofonías leyó la
carta a Jeremías, quien entonces profetizó que la familia de Semaías sería exterminada y
él no viviría para ver el fin del cautiverio.
VI. PROFECÍAS RESPECTO A LA RESTAURACIÓN
(Caps. 30–33)
Los capítulos 30–33 contienen mensajes de esperanza y salvación; son un rayo de luz
en un libro predominado por el juicio. Clyde T. Francisco los describe de la siguiente
manera:
«Jamás se han escrito pasajes más conmovedores que los que encontramos en esta
sección de Jeremías. Aunque la mayoría de sus mensajes eran de juicio y condena, cuando
soñaba del futuro podía predicar de la manera que a él verdaderamente le gustaba. En esos
sermones estaba todo su corazón».
El retorno de la cautividad fue sólo un cumplimiento parcial; estos capítulos se
extienden más allá, a los últimos tiempos y la restauración final.
Ésta es una sección muy importante, ya que contiene el famoso pasaje del nuevo pacto
que predice el avivamiento de la nación de Israel. Esto sólo puede suceder después del:
«tiempo de angustia para Jacob» (la Gran Tribulación) en el 30:4–17. Dios guarda Sus
pactos, contrariamente a lo que piensan algunos. Se le dice a Jeremías compre una heredad
para mostrar la certidumbre de la restauración.
A. Los Cautivos serán Reunidos (Cap. 30)
30:1–11 Tanto Israel como Judá serán reunidas de nuevo. Primero será el tiempo de
angustia para Jacob (la Gran Tribulación), y entonces Dios quebrará el poder de los
gentiles de sobre Su pueblo. La promesa de que Dios les levantará a David su rey
generalmente se entiende como que habla del Señor Jesús, la simiente de David. Otros
piensan que se refiere a David literalmente, resucitado de los muertos.
30:12–17 Aunque la aflicción actual de la nación parece incurable, Dios sanará sus
heridas y hollará a todos sus adversarios.
30:18–24 Estos versículos describen las condiciones idílicas que prevalecerán en el
Milenio. Los últimos dos versículos del capítulo describen el juicio de Dios sobre los
impíos; esto precede a Su bendición sobre Israel, según se ve en el capítulo siguiente.
B. La Tierra será Restaurada (31:1–30)
31:1–20 En términos afectuosos, JEHOVÁ promete restaurar a Israel, las tribus del
norte; el pueblo volverá de todas las partes del mundo; En lugar de lloro, serán llenos de
canción; Raquel lamentando era una expresión figurada dando a entender la pena de ver a
los cautivos ir al destierro. El lamento cesará cuando Israel se arrepienta y Dios le perdone.
Mateo cita el versículo 15 en relación a la masacre de los niños por Herodes (Mt. 2:18).
Kelly comenta:
«Es hermoso ver que el Espíritu Santo… aplica a ese evento el pasaje de la angustia,
pero no el del gozo… sólo se citó lo que se había cumplido. Entonces hubo dolor amargo,
aun en el lugar de nacimiento de la realeza. Hubo angustia profunda donde debiera haber
existido el mayor de los gozos. El nacimiento del Mesías tendía que haber sido una señal de
gozo universal en la tierra de Israel. Y así habría sido, si se hubiese tenido fe en Dios y Su
promesa, pero no fue así. Además, como el estado del pueblo era de incredulidad
vergonzosa, había un usurpador edomita en el trono. Por eso, la violencia y el engaño
dominaban la tierra, y Raquel lloraba por sus hijos y no podía ser consolada porque
perecieron… Así que el Espíritu Santo aplicó la primera parte de la profecía, pero allí se
detuvo».
31:21–22 Israel arrepentido volverá por calzadas señalizadas con señales y majanos.
Los días de su infidelidad habrán pasado, porque el Señor ha creado algo nuevo: la mujer
rodeará o abrazará al varón. La mujer aquí es Israel, y el varón es JEHOVÁ.
«La predicción» —escribe Williams— «es que la virgen de Israel cesará de ir de uno
lado a otro tras los ídolos, y buscará y se aferrará a Emanuel».
Kelly, un sabio devoto y de indudable ortodoxia, explica por qué no es válida una
interpretación popular del versículo 22:
«Ha sido común entre los ―Padres‖ y los teólogos… aplicar este pasaje al nacimiento
del Señor de la Virgen María, pero la profecía no tiene la menor referencia a ello. Una
mujer rodeando a un varón no es en absoluto lo mismo que la Virgen rodeando y
estrechando un hijo. Rodear a un varón no tiene nada que ver con el nacimiento de un
niño».
31:23–30 Judá también será restaurada, y sus ciudades reconstruidas. Al llegar a este
punto, Jeremías despertó de un sueño agradable. Judá e Israel serían repobladas. Los
hombres serán castigados por sus propias maldades, no por los pecados de sus padres.
C. El Nuevo Pacto Revelado (31:31–41)
Vienen días en los cuales Dios hará nuevo pacto con… Israel y… Judá, no como la
ley, sino un pacto de gracia. A los hombres se les dará una nueva naturaleza moral, y el
conocimiento del Señor será universal (ver He. 8:8–13; 10:15–17).
Primordialmente, Dios hizo el nuevo pacto con Israel y Judá (v. 31). A diferencia de la
Ley Mosaica, éste era incondicional. El énfasis estaba en lo que Dios haría, no en lo que el
hombre debía hacer. Observemos el uso continuo de la primera persona singular en los
versículos 33–34. Jesucristo es el Mediador del nuevo pacto, porque es por medio de Él que
están aseguradas las bendiciones (He. 9:15). El pacto fue ratificado por Su sangre (Lc.
22:20). No será efectivo para Israel como nación hasta la Segunda Venida de Cristo.
Mientras tanto, ahora los creyentes disfrutan individualmente algunos de sus beneficios; por
ejemplo, su obediencia está motivada por gracia, no por la ley; Dios es su Dios y ellos son
Su pueblo; Dios ya no se acuerda de sus maldades y pecados. El conocimiento universal del
Señor (v. 34a) no será una realidad hasta el Milenio.
Aquellos que buscan raer a Israel de sobre la faz de la tierra harían bien en memorizar
los versículos 35–36. Israel dejará de ser nación sólo cuando y si faltan las leyes del sol,
luna, estrellas y el mar. En un día futuro Jerusalén será reconstruida, y todo lugar que
ahora es inmundo, será entonces: «santo a JEHOVÁ».
D. La Ciudad Será Reconstruida (Cap. 32)
32:1–5 Ahora los babilonios estaban sitiando Jerusalén. Sedequías había apresado a
Jeremías… en el patio de la cárcel porque predijo éxito para los babilonios. El versículo 4
es una de las tres profecías que fueron pronunciadas contra Sedequías. Dice que sus ojos
verán los ojos del rey de Babilonia. En Ezequiel 12:13 leemos que no vería Babilonia,
pero que moriría allí. Aquí se nos muestra cómo se cumplieron estas profecías
aparentemente contra-dictorias: Nabucodonosor le sacó los ojos a Jeremías en Ribla (2 R.
25:7). Entonces Sedequías fue llevado a Babilonia, pero nunca vio esa tierra (porque le
habían sacado los ojos), y murió allí.
32:6–25 En obediencia al Señor, el profeta compró la heredad de Hanameel… en
Anatot por diecisiete siclos de plata (Hanameel había venido a él con la oferta). Era una
manera de asegurar al pueblo de que Dios le traería de vuelta de Babilonia. Se le dieron las
dos cartas a Baruc para que se conservasen en una vasija de barro. Viendo a los
babilonios sitiando Jerusalén, Jeremías se pregunta por qué le ha dicho Dios que compre la
heredad en Anatot.
32:26–44 La respuesta que el Señor da a Jeremías es clásica: «He aquí que yo soy
JEHOVÁ, Dios de toda carne; ¿habrá algo que sea difícil para mí?»
«Cualquier problema el Salvador puede resolver,
Los enredos de la vida Él puede deshacer.
No hay nada demasiado difícil para Él;
No hay nada que Jesús no pueda hacer».
Autor desconocido
Aunque Dios destruirá a Jerusalén a causa de la idolatría del pueblo, después Él
reunirá a los Suyos y les bendecirá grandemente. Se volverán a vender y comprar
propiedades, y de esta manera la escritura de la heredad de Anatot aún será válida en ese
día futuro.
E. El Pacto reconocido (Cap. 33)
33:1–16 Estando Jeremías aún… en el patio de la cárcel, el Señor le dio más
promesas brillantes de restauración de Israel y Judá; la tierra será repoblada con pueblo
jubiloso; las montañas serán enriquecidas con ganados; y lo mejor de todo, vendrá el
Mesías: «Un Renuevo de justicia», descendiente de David. A Jerusalén… se le llamará
JEHOVÁ JUSTICIA NUESTRA. JEHOVÁ da Su nombre al Israel restaurado, de la misma
manera que el hombre se lo da a su mujer y Cristo se lo da a la Iglesia (1 Co. 12:12).
33:17–26 La promesa de Dios de perpetuar la dinastía davídica y el sacerdocio levítico
será tan inquebrantable como el pacto de Dios del día y la noche. Algunos del pueblo
estaban acusando a Dios de abandonar a Sus dos familias, Israel y Judá, despreciando así a
los judíos y teniéndoles en poco como si no fuesen nación. El Señor replica que Su pacto
con Su pueblo es tan seguro como las leyes de la naturaleza. La descendencia de David
será tan innumerable como el ejército del cielo y como la arena del mar.
VII. SECCIÓN HISTÓRICA (Caps. 34–45)
A. La Caída de Judá y Jerusalén (Caps. 34–39)
1. Predicción de la Cautividad de Sedequías (Cap. 34)
34:1–7 Mientras los babilonios asediaban Jerusalén, se ordenó a Jeremías decirle al rey
Sedequías que sería desterrado y moriría en Babilonia, aunque no… a espada.
34:8–22 Una vez durante la batalla, el rey Sedequías llegó a un acuerdo con el pueblo,
de dejar en libertad a todos los siervos judíos, quizás para que ayudasen a defender la
ciudad. Más tarde, cuando el enemigo se retiró un poco bajo la presión del ejército egipcio
(37:1–10), ¡el pueblo volvió a sujetar a servidumbre a los esclavos! De esta manera
profanaron el nombre de Dios rompiendo la promesa que habían hecho delante de Él. Por
esto, Dios decretó que ellos experimentarían la «libertad» de la espada, la pestilencia y el
hambre. Aquellos que habían ratificado el pacto de liberar a los esclavos (v. 15)
sacrificando un becerro en el área del templo y después habían quebrantado el pacto, serían
entregados a sus enemigos para ser muertos. Sedequías… y sus príncipes serían llevados
cautivos. Los babilonios volverían y quemarían la ciudad con fuego.
2. La Obediencia de los Recabitas Recompensada (Cap. 35)
35:1–11 Jeremías obedeció al Señor invitando a los recabitas… a la casa de JEHOVÁ y
ofreciéndoles a beber vino. Cortésmente, los recabitas rehusaron beberlo por las
instrucciones que su padre les había dado. También habían rehusado edificarse casa,
sembrar sementera, plantar viña o poseer viñas. (Estaban forzados a vivir en Jerusalén a
causa del avance de los caldeos.) Aun así mantuvieron un verdadero carácter de peregrinos.
¡Un ejemplo a tener en cuenta!
35:12–19 El pueblo de Judá hacía gran contraste con ellos. Era desobediente a Dios, y
sería castigado. Los recabitas serían recompensados teniendo siempre un varón ante Dios.
Los recabitas recibieron su nombre de Recab, cuyo hijo Jonadab ayudó a Jehú a exterminar
el culto a Baal en el reino del norte en el 841 a.C. Era una tribu nómada que descendía de
los ceneos (1 Cr. 2:55). Se había apegado a Judá y continuaba asociada con ellos, pero no
se identificaba con su manera de vida (Daily Notes of the Scripture Union). Algunos
piensan que los recabitas fueron absorbidos por la tribu de Leví y que fue así como se
cumplió la promesa de Dios. Aunque hoy día no podemos identificar a los recabitas,
creemos que su identidad será reconocida en el Milenio.
3. El Rey Joacim Quema el Rollo de Jeremías (Cap. 36)
36:1–10 En el cuarto año de Joacim, el Señor mandó a Jeremías que escribiese
todas las profecías que había dado. Éstas se le dictaron a Baruc, que las leyó públicamente
en el templo un año después. No explica por qué Jeremías no podía ir antes. En ese tiempo
no estaba encarcelado, pero, ciertamente, era un hombre perseguido.
36:11–19 Cuando Micaías… hubo oído las profecías, lo comunicó inmediatamente a
los príncipes. Ellos a su vez llamaron a Baruc y le pidieron que les leyese las profecías.
Entonces ellos le dijeron a Baruc que él y Jeremías debían esconderse y que nadie
supiese dónde estaban.
36:20–26 Cuando los príncipes comunicaron el asunto al rey (Joacim) en el atrio, éste
envió a buscar el rollo. Cuando Jehudi había leído parte, el rey cortó unas porciones del
rollo (la Palabra de Dios) y las echó en el fuego, lo cual es un retrato perfecto de lo que han
estado haciendo los liberales y racionalistas con la Palabra de Dios desde entonces.
Finalmente, todo el rollo se consumió, pese a las protestas de tres de los príncipes. El rey
buscó a Baruc… y Jeremías… pero JEHOVÁ los escondió.
36:27–32 Después que el rey quemó el rollo, Jeremías bajo mandato divino volvió a
escribir las profecías, ¡añadiendo una sección apropiada en cuanto al terrible castigo de
Joacim! El hecho de que Joaquín fuese hijo y sucesor de Joacim (2 R. 24:6) parece
invalidar la maldición del versículo 30a. La explicación más normal es que Joaquín tan sólo
reinó tres meses, no lo suficiente para ser significativo.
4. Jeremías Encarcelado y Entrevistado por Sedequías (Caps. 37–38)
37:1–10 Aunque el rey Sedequías, gobernante vasallo de Nabucodonosor, no obedeció
las palabras de Jeremías, aun así le pidió al profeta que rogase… por él y por sus
seguidores. Cuando el ejército egipcio acudió para ayudar a Judá, los caldeos (babilonios)
dejaron Jerusalén para hacerles retroceder. Jeremías envió palabra a Sedequías de que los
babilonios volverían para destruir Jerusalén. Aun si Sedequías pudiera reducir el ejército
de los caldeos a unos pocos hombres heridos, éstos conseguirían quemar la ciudad.
37:11–21 Cuando Jeremías estaba saliendo de Jerusalén por asuntos personales, fue
arrestado y encarcelado en el calabozo, acusado de deserción. Después de muchos días,
Sedequías le llamó para oír lo que JEHOVÁ tenía que decir. Con valentía, Jeremías anunció
que los babilonios tomarían la ciudad y el rey. Entonces pidió que se le soltase de la cárcel,
y su petición le fue otorgada. Fue llevado al patio de la cárcel.
38:1–13 Jeremías fue echado a una cisterna cenagosa por aconsejar al pueblo a dejar
la ciudad y pasarse a los babilonios. Sedequías expresó abiertamente su debilidad: no podía
frustrar la voluntad de los príncipes protegiendo al profeta. Un etíope eunuco logró sacarlo
con sogas, trapos viejos y ropas raídas, y lo devolvió al patio de la cárcel.
38:14–20 Cuando el rey Sedequías pidió consejo a Jeremías, prometiéndole
inmunidad, la respuesta que obtuvo fue que se entregase a los invasores, y se le aseguró
que los judíos que se habían pasado a ellos no le escarnecerían.
38:21–23 Si Sedequías rehusara entregarse a los invasores, las mujeres del palacio se
burlarían de él en presencia de sus captores babilonios, recordándole cómo sus amigos le
habían engañado y abandonado. También las mujeres e hijos del rey y él mismo serían
llevados cautivos por los invasores y Jerusalén sería quemada.
38:24–28 Sedequías le pidió a Jeremías que no contase a nadie lo que habían hablado,
sino que simplemente dijese que había pedido que no le volviesen a echar en la cisterna.
Los príncipes sí que fueron a preguntarle, y Jeremías respondió como Sedequías le había
mandado.
Obviamente, aquí podría cuestionarse la ética de la respuesta de Jeremías. ¿Era verdad,
media verdad, o una falsedad completa? Lo que dijo probablemente era verdad, pero uno no
está obligado a decir todo lo que sabe. Jeremías quedó en el patio de la cárcel hasta la
caída de Jerusalén.
5. La Caída de Jerusalén (Cap. 39)
39:1–10 Cuando los babilonios tomaron Jerusalén (586 a.C.), Sedequías, sus hijos y
sus hombres de guerra intentaron huir pero fueron capturados y llevados a Ribla. Los
hijos del rey fueron degollados y a él le sacaron los ojos y le llevaron cautivo. La ciudad
fue destruida y en la tierra sólo quedaron los pobres del pueblo.
39:11–14 Nabucodonosor, el rey de Babilonia, dio instrucciones por medio de
Nabuzaradán, capitán de la guardia, de que debían tratar bien a Jeremías. Así que
soltaron al profeta del patio de la prisión y le encomendaron a Gedalías.
39:15–18 Ebed-melec, el etíope eunuco, había obtenido anteriormente promesa de
liberación por el Señor. Probablemente obtuvo esta liberación en este tiempo.
Cronológicamente, los versículos 15–18 encajan después del 38:13.
B. Eventos en Judá tras la Caída de Jerusalén (Caps. 40–42)
1. Jeremías habitando con el Gobernador Gedalías (Cap. 40)
40:1–6 Cuando Nabuzaradán, el capitán caldeo de la guardia, le dio a Jeremías la
opción de ir a Babilonia o quedarse en la tierra bajo el cuidado de Gedalías, vaciló.
Notando su indecisión, el capitán le mandó de vuelta a Gedalías y le dio provisiones y un
presente para el viaje. El uso que el capitán hizo del nombre de «JEHOVÁ tu Dios», puede
haber sido el resultado de su familiaridad con el vocabulario judío, o podría haber sido
dictado por Dios.
40:7–10 Entonces cuando todos los jefes del ejército que estaban por el campo
oyeron que… se le había encomendado a Gedalías el cuidado de algunos sobrevivientes,
vinieron a él a Mizpa, que ahora se había convertido en capital de la provincia babilónica
de Judá. Él les apremió a que se sometiesen al gobierno caldeo y volviesen a su trabajo
corriente. Él les representaría ante los caldeos.
40:11–16 Otros refugiados judíos vinieron a Gedalías desde Moab, Amón, Edom y
otras tierras, y volvieron a sus labores habituales. Johanán y otros avisaron a Gedalías
de que Baalis, rey de los hijos de Amón, había enviado a Ismael para matarle, y se
ofrecieron para matar a Ismael secretamente. Desafortunadamente para él, Gedalías acusó
a Johanán de estar diciendo algo falso acerca de Ismael.
2. El Gobernador Gedalías Asesinado (Cap. 41)
41:1–9 Ismael y… diez hombres con él mataron a Gedalías y sus seguidores, quizás
resentidos por su negociación con los babilonios, o porque ellos querían gobernar, ya que
Ismael era de la descendencia real. Ismael, pretendiendo simpatía, mató también a setenta
penitentes que venían de Siquem para adorar en el lugar del templo destruido, y echó sus
cadáveres en una cisterna. Perdonó la vida de diez que habían almacenado provisiones y
que regatearon por su vida.
41:10–18 Otros, incluyendo las hijas del rey, que habían sido llevados cautivos, fueron
rescatados por Johanán y sus hombres de guerra y huyeron a Belén, planeando escapar de
allí a Egipto por miedo a una represalia de los caldeos. Ismael y ocho de sus hombres…
escaparon a Amón.
3. Dios Prohíbe la Huida a Egipto (Cap. 42)
42:1–6 Johanán y sus acompañantes temerosos le pidieron a Jeremías que consultase
a JEHOVÁ qué habían de hacer. Cuando el profeta consintió, prometieron obedecer, fuese
cual fuese la respuesta de Dios.
42:7–22 La respuesta vino diez días más tarde: Que no huyesen a Egipto, sino que se
quedasen en la tierra. Si se quedasen, Dios les prosperaría. Si huyesen, todos los peligros
que temían en Judá, les sobrevendrían en Egipto. Pero al parecer el pueblo ya estaba
determinado a huir a Egipto, así que Jeremías les dijo sin rodeos que allí se encontrarían
con el desastre.
Los cristianos en nuestros tiempos suelen hacer lo mismo muchas veces: a Dios le
piden dirección —y a menudo piden consejo de padres, maestros bíblicos, ancianos,
pastores y otros— pero con doblez o hipocresía, porque ya han decidido que van a hacer lo
que desean. Desafortunadamente esa manera de «buscar consejo» es pura fachada.
C. Jeremías y el Remanente en Egipto (Caps. 43–44)
43:1–7 Así que, acusando a Jeremías de mentir y ser incitado por Baruc, Johanan…
tomó a toda su gente, junto con Jeremías y… Baruc y se fue a tierra de Egipto.
43:8–13 En Tafnes, Egipto, JEHOVÁ mandó a Jeremías que escondiese unas piedras
grandes… en el barro del enladrillado a la puerta del palacio de Faraón. Entonces predijo
que Nabucodonosor invadiría Egipto y pondría su trono sobre las piedras…
escondidas. Los que no muriesen por el hambre, la pestilencia o la espada, serían llevados
al cautiverio. Los dioses de Egipto serían destruidos con fuego.
44:1–14 El capítulo 44 es el último registro que tenemos de Jeremías en Egipto. Se
piensa que murió allí.
Jeremías les recordaba a sus paisanos que toda su calamidad venía como resultado de
la idolatría; pero aun así siguieron adorando a dioses falsos en Egipto. Como consecuencia,
serían destruidos por completo; ninguno volvería a Judá, sino sólo algunos fugitivos.
44:15–30 Pero el pueblo rehusó escuchar a Jeremías, diciendo que prosperaba más
cuando servía a la reina del cielo. En la idolatría estaban involucrados tanto los hombres
como las mujeres. De nuevo el profeta les dijo que la idolatría era la causa de sus
problemas y que por su pecado habían perdido el derecho de invocar el Nombre de
JEHOVÁ. ¡Un juicio terrible! Serían duramente castigados, y el rey de Egipto en quien
ellos confiaban sería vencido.
D. Mensaje de JEHOVÁ a Baruc (Cap. 45)
Este capítulo fue escrito durante el reinado de Joacim, por lo que cronológicamente,
precede al capítulo 44. Puede que vaya después del 36:1–8. Es un mensaje consolador para
Baruc, quien claramente estaba desanimado a causa de las amenazas de juicios sobre Judá.
Quizás también estaba frustrado porque se le habían derrumbado todas sus aspiraciones de
una posición alta. Dios tiene el derecho de edificar y de arrancar. Baruc no debía buscar
grandezas para sí ni para Judá, sino que debía contentarse pudiendo escapar con su vida y
cumpliendo la tarea que se le había encomendado, por muy humilde que ésta fuese. Kelly
comenta:
«La gran lección para Baruc fue que en un día de juicio, el sentir correcto del santo y
siervo de Dios es la ausencia de buscar lo suyo propio… Al santo siempre le conviene la
humildad de mente, pero en el día malo es la única seguridad. Moralmente, la humildad
siempre es correcta, pero también es lo único que preserva del juicio. No hablo ahora del
juicio final de Dios, sino de aquello que se ejecuta en este mundo. Me da la impresión de
que Baruc no había aprendido esta lección. Ahora debía aprenderla, y ésta fue la palabra
para él por medio del profeta en días anteriores, en el año cuarto de Joacim».
VIII. PROFECÍAS CONTRA LAS NACIONES GENTILES
(Caps. 46–51)
En esta sección, con un estilo poético y bello Jeremías advierte de destrucción y juicio.
Profetiza contra nueve naciones: Egipto, Filistea, Moab, Amón, Edom, Damasco, Arabia
(Cedar y Hazor), Elam y Babilonia. Las naciones fueron nombradas geográficamente, en
orden de oeste a este. Temáticamente, estas profecías encajan después del 25:13, y se
cumplieron después de la destrucción de Jerusalén. Babilonia será destruida y asolada,
mientras Israel será redimida. Posiblemente esta profecía de Babilonia ya se ha cumplido,
aunque algunos eruditos vislumbran una reconstrucción y subsecuente caída. El
surgimiento de los medas aparece en el 51:1–24.
A. Profecías contra Egipto (Cap. 46)
46:1–12 El capítulo 46 es una canción que trata de Egipto, y es el comienzo de una
serie de profecías respecto a las naciones gentiles. Se ve un ejército preparándose para la
batalla, y después retrocediendo precipitadamente. Es el ejército de Egipto, pero está
compuesto mayormente de mercenarios: etíopes, libios y lidios. Su derrota tuvo lugar en
Carquemis en el 605 a.C.
46:13–19 Después se advierte a Egipto que se prepare para la invasión y el exilio.
Cuando Nabucodonosor invada el país, los valientes soldados mercenarios tropezarán
unos contra otros, y decidirán volver a su casa. A Faraón se le pondrá el apodo de «un gran
ruido» (BAS, margen), porque no es más que mucho ruido (como dice el refrán: «es más el
ruido que las nueces»). La presencia imponente de los caldeos, como el Tabor y el
Carmelo, representará cautiverio para los egipcios.
46:20–24 La mosca babilónica picará a la becerra hermosa de Egipto; sus
mercenarios, becerros engordados e indisciplinados, retrocederán en desbandada. El
sonido de Egipto: «huyendo del enemigo es como el sonido de una serpiente que se
escapa» (vers. ampliada). Los invasores se aproximan con hachas de guerra. Cortan a los
egipcios como si fuesen un bosque frondoso. Son más numerosos que un enjambre de
langostas. Egipto es totalmente desgraciada.
46:25–28 JEHOVÁ castigará a Amón de Tebas (el dios sol de la antigua Tebas),
Faraón y Egipto con sus dioses y sus reyes. Pero después serán habitados de nuevo.
Israel también será restaurado a su tierra, y disfrutará de paz y descanso.
B. Profecías contra Filistea (Cap. 47)
Los filisteos serán aplastados por la invasión de los babilonios desde el norte. Serán
cortados de Tiro y Sidón, los cuales serán destruidos, y sus grandes ciudades, Gaza y
Ascalón, sumidas en duelo, serán atacadas por la espada de JEHOVÁ.
C. Profecías contra Moab (Cap. 48)
48:1–10 También Moab será vapuleada por la invasión de los babilonios. Sus ciudades
serán destruidas. Se oye el clamor de quebranto por todo el país. Se le aconseja al pueblo
que huya del destruidor. Ellos confiaban en sus bienes y tesoros en vano; ahora
Quemos, su dios nacional, será llevado en cautiverio con ellos. El v. 10 es una maldición
sobre el invasor si no hace su trabajo bien y completo. También para nosotros puede ser
una advertencia en contra de hacer la obra del Señor negligentemente, dejando de declarar
todo el consejo de Dios, a pesar de lo impopular que pueda ser.
48:11–27 La historia de Moab había sido imperturbable, lo cual no favorecía en
absoluto la formación de un carácter fuerte. Era como vino nuevo que nunca se había
vaciado de vasija en vasija para filtrar los posos, y por lo tanto no era gustoso. Ahora los
caldeos destruirán todo aquello en que confiaba la nación. Moab será avergonzada por
causa de Quemos, igual que Israel fue avergonzada por por causa del becerro de oro de
Bet-el. Las jactancias vanas se convierten en cantos fúnebres. Los robustos son
destruidos, el pueblo huye, el país desciende. Las ciudades de la llanura están en ruinas.
Moab escarneció a Israel, y por eso será embriagada con la ira de Dios.
48:28–39 El pueblo que antes era soberbio, ahora es exhortado a huir hacia lugares
lejanos para esconderse. Su altivez y arrogancia son bien conocidas, pero Dios aúlla
sinceramente sobre sus cosechas arruinadas y su pérdida de alegría y regocijo. El clamor
de desesperación asciende de Moab mientras Dios amenaza con poner fin a esta nación
idólatra. De nuevo el Señor hace duelo por los hombres de Kir-hares, que han perdido sus
riquezas. Hay un lamento general entre el pueblo de Moab.
48:40–47 Babilonia descenderá en picado cual águila, provocando terror y destrucción.
Será imposible escapar. Aunque el pueblo sea desterrado, serán restaurados en lo postrero
de los tiempos.
D. Profecías contra Amón (49:1–6)
Los amonitas tomaron posesión del territorio de Rubén y Gad después de que estas
tribus fueron llevadas al cautiverio. Serán castigados por su orgullo y autosuficiencia, pero
la nación no será exterminada.
E. Profecías contra Edom (49:7–22)
Edom se enorgullecía de su sabiduría y de su posición inexpugnable (en cavernas de
peñas), pero Dios ha decretado que será deshabitada. Williams comenta: «La primera parte
del versículo 12 se aplica a Israel; la segunda a Edom. Si los hijos de Dios han de ser
castigados por el pecado, ¡cuánto más los que no son Sus hijos!». Para Edom no hay
promesa de restauración.
F. Profecías contra Damasco (49:23–27)
Damasco (Siria) es vapuleada por la destrucción; sus jóvenes caerán en las plazas,
todos sus soldados serán destruidos, y Damasco será quemada. Las palabras del versículo
25 pueden ser las de uno de los moradores, dentro de la cita del Señor, más que algo dicho
por Él.
G. Profecías contra Cedar y Hazor (49:28–33)
49:28–29 El pueblo nómada de Cedar (los arábigos) serán derrotados por los
babilonios.
49:30–33 Nabucodonosor invadirá a la ciudad de Hazor que no tiene protección, y le
robará sus tesoros, dejándola desolada.
H. Profecía contra Elam (49:34–39)
Los elamitas (persas) serán esparcidos por toda la tierra, pero el Señor les hará
volver… en los últimos días. Dios pondrá Su trono en Elam en el sentido de que allí
gobernará en juicio.
I. Profecía contra Babilonia (Caps. 50–51)
50:1–16 Este capítulo y el siguiente tratan el tema del juicio de Dios contra Babilonia.
Las profecías tienen una referencia parcial a la captura de Babilonia por los medas, pero su
cumplimiento total todavía es futuro.
Babilonia se cita 164 veces en Jeremías, más que en todo el resto de la Palabra de Dios.
Ese país será conquistado por una nación del norte. Seis veces, después de que el profeta
habla del juicio sobre Babilonia, predice bendición sobre Israel y Judá; la primera vez son
los vv. 4–7. Se dice a los judíos desterrados que dirijan el retorno de los cautivos a sus
propias tierras porque Babilonia será saqueada. Habrá elementos de distintas naciones en el
ejército conquistador. El versículo 11 está dirigido al ejército de los caldeos. «Vuestra
madre» es la nación misma. Recurrir a este mismo comentario en Isaías 13:14–22 para una
discusión de ciertos problemas en relación a la destrucción de Babilonia.
50:17–34 El rebaño descarriado de Israel será perdonado y restaurado a una tierra
fértil. En los versículos 21 al 32 es descrita la ira de Dios contra Babilonia, y después Su
recuerdo de Israel y Judá.
50:35–46 La destrucción por medio de la espada es lo que le espera al pueblo de
Babilonia. El invasor dejará la ciudad desolada, y las noticias de su caída se oirán entre las
naciones. Los versículos 41–43 y 44–46, previamente aplicados a Judá y a Edom
respectivamente (6:22–24; 49:19–21), aquí son aplicados a Babilonia.
51:1–19 Dios enviará un destruidor a Babilonia que no perdonará (Leb Kamai es un
«código» en hebreo que significa «el corazón» o «en medio de los que se levantan contra
mí»). Esto será una evidencia de que Dios no ha abandonado a Israel y Judá. Dios usó a
Babilonia como copa de oro de juicio para hacer tambalear a las naciones; pero ahora ella
experimentará la venganza de JEHOVÁ. En los versículos 9 y 10 los judíos desterrados en
Babilonia hablan a favor de todas las naciones que han sido conquistadas por Babilonia.
Contrastan la grandeza de Dios con los ídolos; el Dios de Israel y Judá es el verdadero
Dios.
51:20–37 Los versículos 20–23 se dirigen a los medas, y posiblemente el versículo 24
es para Judá. Entonces el versículo 25 vuelve a Babilonia («el monte destruidor»). Será un
asolamiento perpetuo, sin morador, montones de ruinas, morada de animales salvajes.
En los versículos 34 y 35 hablan los moradores de Judá y Jerusalén.
51:38–44 Estos versículos se cumplieron parcialmente en el año 539 a.C. Los medas
capturaron Babilonia mientras Belsasar y su corte estaban banqueteando y bebiendo (Dn.
5). Pero la ciudad no fue saqueada entonces. El mar se refiere a los futuros invasores
conquistadores.
51:45–51 Los judíos cautivos fueron advertidos que abandonasen la ciudad antes del
ataque y volviesen a Jerusalén cuanto antes.
51:52–58 La ciudad soberbia caerá, sus ídolos serán destruidos, sus jactancias
silenciadas, sus gobernantes muertos, sus muros arrasados.
51:59–64 Jeremías ordena a Seraías que lleve a la cautividad estas palabras contra
Babilonia. Después de leerlas debe echarlo al Éufrates, figura de la destrucción de
Babilonia. Cronológicamente, estos versículos corresponden al capítulo 29.
IX. CONCLUSIÓN: LA CAÍDA DE JERUSALÉN (Cap. 52)
El último capítulo de Jeremías es histórico, relatando la captura de Jerusalén y los
cautivos.
52:1–16 El acontecimiento de los últimos días de Sedequías se repite en los versículos
1–11; la destrucción de Jerusalén en los versículos 12–16.
52:17–23 Entonces se hace un inventario detallado de los artículos del templo que
tomaron y se llevaron los babilonios.
52:24–27 El capitán de la guardia llevó setenta y cuatro hombres de Jerusalén al rey
de Babilonia, quien los mató en Ribla.
52:28–34 Otros fueron llevados al cautiverio en tres deportaciones. El rey de
Babilonia sacó de la cárcel al rey Joaquín en el año treinta y siete de su cautiverio, y
fue cuidado amigablemente hasta el día de su muerte.
Y así, este libro profético saturado de juicio y lágrimas, termina con una nota agradable.
No deberíamos pensar que esto simplemente es «historia hebrea», escrita como profecía
en muchas partes. Por supuesto, sí que es eso. Pero el libro de Jeremías forma parte de la
Palabra de Dios, siempre fresca, siempre relevante. Hace unos tres siglos, Matthew Henry
resumió las lecciones espirituales de Jeremías para nosotros:
«Y ahora, acerca de todo el asunto, comparando en conjunto la profecía y la historia de
este libro, podemos aprender, en general: (1) Que no es nada nuevo que las iglesias y
personas altamente dignificadas degeneren y se corrompan en gran manera. (2) Que la
iniquidad tiende a arruinar a aquellos que la dan cabida; y, si no hay arrepentimiento y
abandono de esta iniquidad, ciertamente les conducirá a la ruina. (3) Que las profesiones
superficiales de fe y los privilegios de pertenecer a la congregación no sólo son
aprovechados como excusa para pecar y estar exento de la ruina, sino que serán un gran
agravamiento de ambos. (4.) Que ninguna palabra de Dios caerá en tierra, sino que el
evento responderá a la predicción; y la incredulidad del hombre no hará que las amenazas
de Dios, al igual que Sus promesas, sean sin efecto. La justicia y verdad de Dios están
escritas con letras sangrientas, para la convicción o confusión de todos aquellos que se ríen
de sus advertencias. No os engañéis, Dios no puede ser burlado».
Bibliografía
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