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Vejez con alma de niño Pese a que la edad juega una mala pasada con nuestros cuerpos, pareciera que a algunas personas el tiempo no les corroyera el alma de niño. Debajo de las arrugas y las marcas de la edad, existe una mirada noble y una sonrisa infantil y tierna. Sonrisa que se inmortaliza en nuestros recuerdos y que nos lleva a recordar que siempre debemos defender y cuidar nuestra inocencia infantil. Ésta será la que proveerá en aquellos años pesados y duros, la belleza que nos arrebata el tiempo. Para no prolongarme, a continuación les presento unos fragmentos del poema de Miguel Hernández, “Las nanas de la cebolla” para ilustrar mejor este sentimiento: "Alondra de mi casa, ríete mucho. Es tu risa en los ojos la luz del mundo. Ríete tanto que en el alma al oírte, bata el espacio. Tu risa me hace libre, me pone alas. Soledades me quita, cárcel me arranca. Boca que vuela, corazón que en tus labios relampaguea. Es tu risa la espada más victoriosa. Vencedor de las flores y las alondras. Rival del sol. Porvenir de mis huesos y de mi amor [...] Desperté de ser niño. Nunca despiertes. Triste llevo la boca. Ríete siempre. Siempre en la cuna, defendiendo la risa pluma por pluma [...] Vuela niño en la doble luna del pecho. Él, triste de cebolla. Tú, satisfecho. No te derrumbes. No sepas lo que pasa

Vejez con alma de niño

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trabajo requerido para fotografia documental de la Universidad del Rosario. Es una apologia a la inocencia infantil que debemos mantener hasta viejos.

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Vejez con alma de niñoPese a que la edad juega una mala pasada con nuestros cuerpos, pareciera que a algunas personas el tiempo no les corroyera el alma de niño. Debajo de las arrugas y las marcas de la edad, existe una mirada noble y una sonrisa infantil y tierna. Sonrisa que se inmortaliza en nuestros recuerdos y que nos lleva a recordar que siempre debemos defender y cuidar nuestra inocencia infantil. Ésta será la que proveerá en aquellos años pesados y duros, la belleza que nos arrebata el tiempo. Para no prolongarme, a continuación les presento unos fragmentos del poema de Miguel Hernández, “Las nanas de la cebolla” para ilustrar mejor este sentimiento:

"Alondra de mi casa, ríete mucho.

Es tu risa en los ojos la luz del mundo.

Ríete tanto que en el alma al oírte,

bata el espacio.

Tu risa me hace libre, me pone alas.

Soledades me quita, cárcel me arranca.

Boca que vuela, corazón que en tus labios

relampaguea.

Es tu risa la espada más victoriosa.

Vencedor de las flores y las alondras. Rival del sol.

Porvenir de mis huesos y de mi amor [...]

Desperté de ser niño. Nunca despiertes.

Triste llevo la boca. Ríete siempre.

Siempre en la cuna, defendiendo la risa

pluma por pluma [...]

Vuela niño en la doble luna del pecho.

Él, triste de cebolla. Tú, satisfecho.

No te derrumbes. No sepas lo que pasa

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