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No es necesario hacer hincapié en la importancia de la fotografía como forma de congelar el ambiente y luego de trans- mitir información con ello del tiempo en que se hizo. Cuanto más antigua, la foto- grafía resulta más valiosa, por infrecuen- te. Como consecuencia de ello cada ima- gen tiene para nosotros ahora –estudio- sos más que nunca del pasado- un valor documental incalculable. En ellas están reflejados los edificios, las costumbres, las ropas, los utensilios y hasta la forma de ser de una época determinada. Eso para nosotros hoy, tan familiarizados con ella, pero para el tiempo de las primeras fotografías hubo de ser sin duda un mila- gro y una gran seducción. Este breve trabajo utiliza la fotografía como pretexto para hurgar en la historia de Valdesangil plasmada en tres muy antiguas, las más antiguas de las que se tiene constancia, tal vez también las pri- meras. Utilizando como base la informa- ción que aportan tres fotos quiero reco- rrer los detalles de la vida que se vivía como trasfondo en este arrabal de Béjar. A partir del reconocimiento real con nombres y apellidos de una buena parte de los individuos que aparecen fotogra- fiados, puede calcularse que las de los escolares pudieron ser hechas en algún momento entre los años 1903 y 1906. La fecha de la otra, en la que posa una parte del pueblo en torno su patrona, la Virgen de los Remedios, pudo serlo entre 1910 y 1913. Me fueron facilitadas por su pro- pietaria, Doña Carmen Sánchez, acce- diendo además a su copia en la Filmoteca de Castilla y León. A ella mi agradecimiento por tan valiosa aporta- ción, como también al párroco de Valdesangil D. Agustín Jiménez por las Diciembre 2010 ESTUDIOS BEJARANOS 145 VALDESANGIL: LA HISTORIA EN TRES FOTOGRAFÍAS DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX J. FRANCISCO FABIÁN GARCÍA Centro de Estudios Bejaranos RESUMEN A propósito de la aparición en Valdesangil de tres fotos muy antiguas, posiblemente las más antiguas de su historia, se hace un recorrido por las circunstancias que las motivaron, así como el trasfondo de los inicios del siglo XX en el que tuvieron lugar. Palabras clave: Valdesangil. Fotografías antiguas. Inicios del siglo XX. Escuela. Emigración a América.

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No es necesario hacer hincapié en laimportancia de la fotografía como formade congelar el ambiente y luego de trans-mitir información con ello del tiempo enque se hizo. Cuanto más antigua, la foto-grafía resulta más valiosa, por infrecuen-te. Como consecuencia de ello cada ima-gen tiene para nosotros ahora –estudio-sos más que nunca del pasado- un valordocumental incalculable. En ellas estánreflejados los edificios, las costumbres,las ropas, los utensilios y hasta la formade ser de una época determinada. Esopara nosotros hoy, tan familiarizados conella, pero para el tiempo de las primerasfotografías hubo de ser sin duda un mila-gro y una gran seducción.

Este breve trabajo utiliza la fotografíacomo pretexto para hurgar en la historiade Valdesangil plasmada en tres muyantiguas, las más antiguas de las que se

tiene constancia, tal vez también las pri-meras. Utilizando como base la informa-ción que aportan tres fotos quiero reco-rrer los detalles de la vida que se vivíacomo trasfondo en este arrabal de Béjar.A partir del reconocimiento real connombres y apellidos de una buena partede los individuos que aparecen fotogra-fiados, puede calcularse que las de losescolares pudieron ser hechas en algúnmomento entre los años 1903 y 1906. Lafecha de la otra, en la que posa una partedel pueblo en torno su patrona, la Virgende los Remedios, pudo serlo entre 1910 y1913. Me fueron facilitadas por su pro-pietaria, Doña Carmen Sánchez, acce-diendo además a su copia en laFilmoteca de Castilla y León. A ella miagradecimiento por tan valiosa aporta-ción, como también al párroco deValdesangil D. Agustín Jiménez por las

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VALDESANGIL: LA HISTORIA EN TRESFOTOGRAFÍAS DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX

J. FRANCISCO FABIÁN GARCÍACentro de Estudios Bejaranos

RESUMENA propósito de la aparición en Valdesangil de tres fotos muy antiguas, posiblemente las más

antiguas de su historia, se hace un recorrido por las circunstancias que las motivaron, así comoel trasfondo de los inicios del siglo XX en el que tuvieron lugar.

Palabras clave:Valdesangil. Fotografías antiguas. Inicios del siglo XX. Escuela. Emigración a América.

facilidades dadas en la consulta de losarchivos parroquiales y al ArchivoHistórico de Béjar donde completé algu-nas informaciones relativas a los censosde población.

El planteamiento de este trabajo, poruna razón cronológica y también contex-tual, es analizarlas en dos grupos: poruna parte las dos de los escolares y porotra la del grupo. En las estadísticas parael estudio de la foto de los escolares heutilizado como franja temporal de refe-rencia el espacio entre 1900 y 1910, porser el tiempo en el que tuvo lugar la foto-grafía, por más que el nacimiento dealgunos de los niños se produjera en losúltimos cinco años del siglo XIX. Para laotra, dada su cercanía al censo de 1910,he utilizado este también.

1. VALDESANGIL, SU GENTE Y LAESCUELA COMO TRASFONDO DELAS FOTOGRAFÍAS

Los niños y niñas que aparecenposando en la puerta que daba acceso alhuerto de la casa del cura de Valdesangileran unos privilegiados de la naturaleza.Lo eran porque habían sobrevivido a unacriba dramática, la de sobrevivir al pri-mer año de vida. La estadística dice queentre 1900 y 1910 morían antes o duranteel primer año de vida el 27’8% de losnacidos. De cada 50 nacimientos, morían14 o lo que es lo mismo: de cada 11 naci-dos morían 3. No era tan dura la criba enla etapa siguiente, entre 1 y 3 años. Enella perecían el 4’3% de los que habíansuperado la primera barrera vital. Endefinitiva que superar los 3 años de vidaera complicado en Valdesangil, algo queno conseguían el 32’4% de los nacidos.Uno de cada 3 nacidos moría, sin que lamuerte marcara diferencias apreciablesentre niños y niñas. Según hacía constarel médico y luego reflejaba el cura en loslibros de difuntos, enfermedades tales

como gastroenteritis y enteritis, comoenfermedades intestinales y bronqui-tis/catarros pulmonares hacían estragosen la población recién nacida, de talforma que en torno al 70% de estas muer-tes se debían a ambas, repartiéndose casipor igual en una y otra. Sintomático esque las primeras sucedían, en la mayorparte de los casos en verano, debido sinduda a la falta de higiene, a la contami-nación del agua…etc, siendo la mayorparte de las pulmonares en invierno,como consecuencia también del frío y lasdeficientes condiciones de las casas paraafrontar los meses más duros. La menin-gitis también causaba un número consi-derable de muertes (7%), así como losproblemas de dentición (6%), el saram-pión (5%) o el raquitismo congénito (4%).Sin duda la causa principal estaría en lasdificultades impuestas por una vida decondiciones generales muy dura, dondeel desconocimiento de muchas claves dela alimentación y de las enfermedades yla falta de una higiene adecuada, provo-caban la alta mortalidad. Para valorareste dato y sus correspondientes inferen-cias es preciso saber que según el Padrónde 1910, muy pocos años después de lafecha de las fotografías, había enValdesangil 509 habitantes agrupados en159 células o vecinos. Según los librosparroquiales de Valdesangil, el promediode nacimientos por año entre 1900 y 1910era de 20, el de muertes 14 y el de casa-mientos 6. Sintomático de la situaciónparece el hecho de que el 51% de losmuertos totales se produjera entre 0 y 3años, mucho más elevado que el 29%,que afectaba a los mayores de 55 años.Así de precaria era la vida en la más tem-prana edad como para que pudieranconsiderarse privilegiados todos losniños de la foto, habiendo superado elmomento más complicado de supervi-vencia. En cualquier caso para el resto dela vida resultaba también una incerti-

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dumbre saber cuanto se podía vivir: delos 40 años no pasaban más que 52 decada 150 nacimientos.

Los padres de estos niños se dedica-ban fundamentalmente a la agriculturaen el caso de los hombres, mientras que laprofesión de las mujeres reconocida en elcenso era la de “sus labores” o “la de sucasa”, aunque el trabajo de ellas habitual-mente excedía al de la casa, ya que en lasfamilias con más dificultades económi-cas, fuera por el número de miembrostodavía improductivos o por enfermedado ausencia del marido, muchas mujeresse dedicaban a trabajos eventuales comolavar la ropa a mano de las familias ricasde Béjar o a escardar en los sembradoscuando era el tiempo. Casi la mitad de lapoblación (46%) eran jornaleros, el 28%“sirvientes”, el 7% eran agricultores conalguna propiedad o en arriendo y única-mente 10 hombres (0’5%) les considera elcenso “propietarios”, lo que debe enten-derse como poseedores de una cantidadsuficiente de tierra que implicaba, porejemplo, tener sirvientes trabajando paraellos y contratar jornaleros. Sólo 5 hom-bres trabajaban en 1910 en las fábricas deBéjar como percheros, había 2 maestras(imagino que una de ellas jubilada) y unmaestro, un barbero, 3 carpinteros, undependiente, un albañil, un cura y unmilitar (posiblemente retirado). Llama laatención que en el momento del censo nohubiera un médico, probablemente por-que estaba vacante la plaza momentánea-mente o porque residía en Béjar.Valdesangil tenía entonces un médicoadjudicado al que se le pagaba por losservicios puntuales que llevaba a cabo,salvo cuando se trataba de los declarada-mente pobres, de cuyos gastos sanitariosse ocupaba el ayuntamiento medianteuna cantidad contratada anualmente quesalía a subasta entre los médicos de lazona y que solía quedarse el médico titu-lar por estar más a mano.

Las viviendas de estos niños eransumamente básicas. Desde hacía un parde siglos Valdesangil apenas había evo-lucionado en este aspecto y sería a partirde este momento, aunque muy lenta-mente, cuando va a tener lugar un avan-ce. Las casas eran entonces construccio-nes pequeñas y estrechas, frecuentemen-te de dos pisos, con techos muy bajos ydeficientemente construidas a base demampostería trabada con barro rojo.Eran casas con la cocina invariablementeen el piso de arriba, algo que cambió apartir precisamente de principios de estesiglo, cuando las casas nuevas se cons-truyen ya con ella en el piso de abajo.Este detalle lo manifiestan, y probable-mente sirven con ello de precedente eimitación, las primeras casas de ciertopostín que se construyen en los primerosquince años del siglo XX, denotando laexistencia de una clase reducida delabradores con mejor posición que elresto. El conjunto urbano siguió todavíadisponiéndose por un tiempo en laforma tradicional y adosadas a otra cons-trucción similar, constituyendo barriosabigarrados de casas similares entre si,todo ordenado por una calleja empedra-da que servía de arteria conductora.

Una parte aceptable de los padres yabuelos de estos niños eran analfabetos.En el conjunto de la población adultahabía en Valdesangil 128 analfabetos, locual descontando los 166 niños que ibana la escuela en 1910 -es decir eran meno-res de 12/13 años- implica que el 37% delos adultos no sabían leer ni escribir. Estamedia era inferior a la española generalen ese momento, que superaba 50% yacorde con la general de la provincia deSalamanca que estaba cercana al 40%.Del conjunto de analfabetos deValdesangil el 71% eran mujeres y el 29%hombres. El mayor porcentaje de analfa-betos se daba entre los abuelos de losniños de la fotografía, ya que el 56% de

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los que no sabían ni leer ni escribir eranmayores de 50 años. Entre la generaciónde sus padres, si consideramos que laedad estaba comprendida entre los 30 ylos 50, el porcentaje de analfabetos esta-ba en el 21%. Esta situación preocupó alEstado de tal manera que en 1901, con laReforma de Romanones para la PrimeraEnseñanza, cuyo carácter sería más efec-tivo a partir de 1906, establecía quehubiera clases nocturnas para adultos. Ellibro de correspondencia de la escuela deniños de Valdesangil registra como elmaestro manda oficios anualmente alPresidente de la Junta de 1ª Enseñanzade Béjar, a la que pertenecía Valdesangilal no ser municipio, comunicándole queha comenzado el curso para adultos yhay un número aceptable de asistencias.Muchos padres de los niños de la fotoempezaban a darse cuenta de quesabiendo algo, aunque fuera lo más ele-mental (leer, escribir y algo de cuentas)podían manejarse mejor en la vida difícilque llevaban.

2. EL DÍA DE LA FOTOGRAFÍA, LAESCUELA, EL TIEMPO Y SUS CIR-CUNSTANCIAS

Utilizando la novedad que suponía lafotografía en el medio rural, desde fina-les del siglo XIX y hasta bien entrado elsiglo XX fotógrafos ambulantes recorríanlas escuelas rurales haciendo fotografíasde los escolares, que luego vendían a lasfamilias. A Valdesangil debió llegar elfotógrafo con su cámara de grandes pro-porciones y su trípode cargados en unacaballería. Posiblemente antes de la visi-ta hubiera avisado del día de su llegada,ya que los niños parecen estar con lasmejores ropas para ese momento. Esposible también que se le diera aviso alos maestros a través del ayuntamiento,ya que éste era quien de alguna manera

controlaba las escuelas entonces comoórgano delegado más inmediato de lasJuntas Locales y Provinciales deInstrucción Pública, dependientes delMinisterio de Instrucción Pública yBellas Artes, creado en 1900. Las madresese día vistieron a sus hijos con lo mejorque tenían, que era muy poco, ya que enaquel tiempo la mayor parte de los niñostenían sólo dos indumentarias, la de dia-rio y otra para arreglarse, posiblementeestrenada durante algún año en los feste-jos de agosto y en muchos casos hereda-do de hermanos mayores u otros familia-res. Hubo de ser una jornada especial,aunque más aún debió serlo cuando alcabo de unos días volvió el fotógrafo conlas fotografías encargadas y pudieronverse plasmados en un papel a través deun procedimiento, que aunque no eracompletamente nuevo, en el medio ruralresultaría una novedad.

Dado que las escuelas estaban sepa-radas y distantes –la de las niñas en laplanta baja de una casa a la entrada delpueblo y las de los niños en un callejóncercano a la plaza de abajo- entre la lle-gada del fotógrafo, el aviso a las escue-las, el camino a la casa del cura, el trans-porte de los bancos de madera quepuede que fueran los de los pies de laiglesia, donde se sentaban los hombres,la colocación y el disparo del fotógrafo,debió consumirse toda la mañana. Aqueldía, como todos, habrían empezadorezando al entrar y pasando lista, paraluego, según el día que fuera de la sema-na y el programa establecido por elmaestro, explicar una lección, leer colec-tiva o individualmente, copiar al dicta-do, hacer cálculo y problemas matemáti-cos, recitación, dibujo, estudio de mapas,trabajos manuales, toma de las leccionesde memoria y recomendaciones sobrehigiene y buena conducta. Esa era la pri-mera escuela ordinaria en los años inicia-les del siglo XX. La escuela era entonces

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obligatoria desde los 6 años hasta los 12,pero cómo se puede ver en la fotografía,asistían además un determinado númerode menores de 6 años. Esas asistencias, enrégimen de parvulario, eran costeadas porlos padres, salvo que fueran muy pobres.Admitir párvulos permitía a los maestrosincrementar su reducido sueldo en algunacantidad o al menos recibir pagos en espe-cie. A las madres les permitía estar máslibres para ir a buscar cargamentos deretamas para el fuego, escardar si habíaposibilidad de trabajar en ello, lavar laropa propia o ajena o cualquiera de lasotras tareas adicionales que bajo la deno-minación de “sus labores” correspondíana las mujeres.

Hasta 1901 el sueldo de maestro habíacorrido a cargo de los ayuntamientos y depagos en especie por parte de los padresde los alumnos, que ayudaban en la medi-da que podían1. Con esa situación, preca-ria para los ayuntamientos y para lospadres, no es extraño que se popularizarael dicho: “pasas más hambre que un maestrode escuela”. Pero a partir de 1901 los suel-dos de la 1ª Enseñanza los costea el Estadoa través del Ministerio de InstrucciónPública y Bellas Artes. Desde entonces,aunque el sueldo es muy bajo, los maes-tros tienen la seguridad de cobrar, a la vezque algunos padres contribuyen, agrade-cidos, con aportaciones en especie.

Para dar una idea general del funcio-namiento de las escuelas de Valdesangilpuede hacerse referencia a los presu-puestos: cada una de las dos escuelastenía un presupuesto trimestral de 23pesetas y algunos céntimos, librado portrimestres desde el ayuntamiento deBéjar, lo cual implicaba un recibo anualde 92-93 pts, puesto que la escuela abar-caba cuatro trimestres, uno de ellos máscorto, que incluía las vacaciones entreprincipios de julio y mediados de sep-tiembre. El presupuesto se gastaba en elblanqueado y encalado general al inicio

y diversas reparaciones que pudieransurgir a lo largo del curso. Además deeso se compraban pizarrines, tizas parala pizarra (nombradas clariones), papelblanco y rayado, tinta, plumas y porta-plumas, se pagaba la limpieza y adecen-tamiento del local, cisco para templar laescuela en invierno y premios a los alum-nos más aplicados. Dado que en los gas-tos no figuraba el coste del alquiler de loslocales, que era privado en las dos escue-las, puede pensarse que corría con él elayuntamiento de Valdesangil, algo quese contemplaba en el citado decreto de1901 (Reforma de Romanones) comoobligación de los municipios. Al pareceren el caso de Valdesangil, posiblementepor acuerdo con la Junta Administrativa,el pago no lo hacía Béjar, sino el propiopueblo.

El curso terminaba a principios dejulio con un examen que hacía el maes-tro, previo conocimiento de sus conteni-dos o elaborado por las juntas locales yprovinciales de 1ª enseñanza. Como con-secuencia de ello y de las apreciacionesde los maestros a lo largo del curso pro-ponían los tres o cuatro alumnos/as másaplicados dentro cada una de las trescategorías (1º, 2ª y 3ª) en que se dividía alalumnado. Los ganadores anuales teníanque asistir a un acto en Béjar en el que seles daba el premio. A ello asistía el alcal-de de Valdesangil y el maestro, que pro-nunciaba unas palabras.

3. LA FOTOGRAFÍA DE LOS NIÑOS

La presencia de hierba alta y de algúnarbusto con hojas indica que las fotos sehicieron en primavera, además ningúnniño lleva prenda de abrigo propiamenteinvernal. Aunque es posible que notodos las tuvieran, alguno de los máspudientes la hubiera llevado, ya que lafoto también servía para mostrar estatusal que lo tenía.

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Son 56 niños más el maestro. En la pri-mera fila, sentados en el suelo, están losmás pequeños. Sin duda son menores de6 años, los párvulos. Hay algunos tam-bién en el lado derecho, subidos en unbanco, quizá alguno al lado de un her-mano o primo, o porque no cabían todosabajo. De todo el grupo sólo 3-4 parecenestar entre los 11 y los 13 años. A pesar deser obligatoria la enseñanza hasta los 12,los niños solían abandonar la escuela alos 10 u 11 para trabajar ayudando en lasfaenas familiares o por cuenta ajenacomo aprendices. Es posible que esosniños mayores pertenecieran a familiasmenos necesitadas del trabajo infantil.Aunque las niñas por regla general apu-raban más la estancia en la escuela, en sufoto correspondiente parece que enValdesangil siguieron la misma tónicaque ellos. Salvo los párvulos y la minoríamás mayor, el resto (entre 6 y 10 años)están en la edad más propia de ir a laescuela.

Sin duda las madres vistieron a sushijos con lo mejor que tenían para que-dar más presentables. En líneas genera-les se les puede dividir entre los que vis-ten chaqueta y los que visten blusón decolor gris, prenda que los mismos foto-grafiados llevarían en Valdesangil hastasu vejez, a finales de los años 60 y princi-pios de los 70 del siglo XX, siendo losúltimos lucirla. Unos y otros, inevitable-mente, vestían debajo el chaleco de panaa rayas o lisa, a juego con los pantalonestambién de pana. Los más pudientessolían llevarlos de pana lisa. Debajo delchaleco, la camisa blanca abrochadahasta el cuello. Muy pocos llevan cuellode puntillas, muestra de estatus. Lasdiferencias sociales, que en Valdesangilno eran tan marcadas como en las ciuda-des, se manifestaban con frecuencia a eserespecto. De los chalecos cuelga la cade-na del reloj, aunque lo más probable esque no hubiera en realidad reloj, algo

reservado a los mayores. La cadenainducía a pensar que lo había y eso con-taba. Los pantalones no siempre llegabanal tobillo, en muchos casos se quedabanun poco por encima de éste, a vecesacampanándose levemente y colgandocordones terminados en botones charros.Debajo, los más pudientes, podían llevarunas medias blancas caladas y losdemás, medias de algodón negro de lasllamadas de cinco agujas. Como calzado,botas de cuero rematado el suelo contachuelas para evitar el desgaste de lasuela. Este detalle hacía que al contactocon el suelo enrollado de las calles seoyeran claramente las pisadas y fuerainevitable resbalarse, pero compensabaeconómicamente, que era de lo que setrataba. Todos visten como adultos, esdecir quieren parecerse a los adultos. Esosólo puede significar que no había unaforma de vestir propiamente infantil.Dos de los niños mayores llevan pañueloal cuello, posiblemente como símbolo desu mayor proximidad a la edad adulta.Una parte de ellos portan, colgadas enbandolera, las carteras de cuero en lasque llevaban los instrumentos para escri-bir y tal vez un cuaderno y, si había paraello, algo para comer en el recreo.Algunos enseñan a la cámara los librosque han traído de la escuela en los queestudian a diario.

En el centro de todos está el maestro.Parece un hombre con porte o lo preten-de con la vestimenta y el cierto aire quese gasta. Su pose apoyando sintomática-mente el brazo en la única silla que sellevó para el momento, mirando fijo yconfiado a la cámara, como conociéndo-la, contrasta con la mirada más escépticade los niños que no saben bien qué va aresultar de aquello. Lleva un bigote acor-de con la moda de entonces y traje a basede chaqueta y pantalón de paño, camisablanca y corbata. Podrían echársele entre40 y 50 años, dado que su aspecto físico

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no sufría los mismos rigores que la gentede su edad vinculada a las tareas campe-sinas. Su identidad resulta problemáticade esclarecer teniendo en cuenta loimprecisa de la fecha de la fotografía,pero sobre todo, por el hecho de que enel paréntesis temporal en el que la hemosfijado hubiera tres maestros consecuti-vos. Entre 1901 y marzo de 1904 el maes-tro con la plaza en propiedad fue D.Román de la Rúa y Alonso, a quien lesustituyó de forma interina D. FranciscoAlonso Sánchez hasta el 11 de julio de1904, en que toma posesión en propie-dad D. Matías Sánchez Martín, naturalde Pelabravo (Salamanca), que permane-cerá como maestro hasta el curso 1910-11, al ser sustituido de una manera trau-mática, obligándosele –según una cartaque él mismo escribe al Ministro de

Instrucción Pública y Bellas Artes- a fir-mar en blanco una jubilación, que diceno corresponderle por encontrarse confacultades para seguir ejerciendo. Estehombre había tenido diversos conflictoscon los padres de los alumnos hasta elpunto de que estos dejaron de asistir a laescuela al menos entre marzo y mayo de19082, trasladándose los niños a Béjar arecibir las clases. Según se refleja en elacta correspondiente de la Junta Local dePrimera Enseñanza de Béjar, el maestroes acusado por los padres y las madresde los alumnos y por el párroco, queactuaba de portavoz ante la Junta, deirreligiosidad, de no acudir a la iglesia,del uso que hacía de armas prohibidas yde hablar contra los escolares salesianosde Béjar, contra el párroco y las autorida-des. Ante esta situación, al parecer el

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médico recomendó que se le reconociese,pues sospechaba de su desequilibriomental3. La situación desembocó en lasuspensión de empleo y sueldo en base aun expediente que fue en principiosobreseído, incorporándose de nuevo elmaestro a las clases el 1 de septiembre de1909. Pero tan solo un mes después, el 1de octubre de 1909 don Matías remiteuna carta al ministro, como hace constaren el libro de correspondencia de laescuela, en la que le dice haber sido obli-gado a firmar la jubilación en blanco. Alparecer ésta no se produce inmediata-mente, puesto que durante el curso 1909-1910 sigue en activo, siendo sustituidodefinitivamente desde los inicios delcurso 1910-1911, desapareciendo parasiempre de la escuela de Valdesangil.Siendo las cosas de ese modo por reflejoen los documentos, es posible que hubie-ra un informe a favor de un presuntodesequilibrio mental del maestro, quecomo no podía ser de otra manera por eltiempo del que estamos hablando y suscircunstancias, fue más influyente quesus ideas supuestamente progresistas.Dejándome influenciar por la pose, loque irradia su figura y los sucesos quetuvieron lugar con este maestro, al pare-cer un hombre incómodo y rebelde queincluso se atreve a escribir al ministro,estoy tentado de adjudicarle la identidaddel fotografiado, aunque sin dejar derecalcar que no es otra mi información alrespecto que la expuesta.

Para ser maestro este hombre habíatenido que acudir a la temprana edad de14 años, después de cursar la enseñanzaprimaria y aprobar el examen de ingreso,a las Escuelas Normales de Maestros (ode Maestras, si era mujer) y cursar dosaños para obtener el grado de maestroelemental o ampliándolo dos años más sihubiera querido ser maestro superior. Elnivel formativo era bastante rudimenta-rio. Si no eran interinos, accedían al

puesto de trabajo normalmente por opo-sición convocada por el Ministerio deInstrucción Pública, cambiando de lugaren función del escalafón, años de servicioy algún otro mérito, como formacionescomplementarias, servicios especiales,etc. En el ambiente rural tan inculto deaquel tiempo, el maestro gozaba de unagran consideración por sus conocimien-tos, siempre muy por encima de la gene-ralidad. Sin duda no vivían en la abun-dancia, pero gozaban de una considera-ción social ajena a la que daba el dinero.Conscientes de ello, muchos maestros esposible que hicieran lucir sus poses, bienvestidos, como el de la fotografía, paradejar patente su condición social.

4. LA FOTOGRAFÍA DE LAS NIÑAS

Cincuenta niñas posaron con la maes-tra en el mismo lugar que los niños. Lamaestra era doña Leandra Gallego, natu-ral de Salamanca, que llevaba enValdesangil ejerciendo su profesión casi40 años. Como el maestro, está sentadaen una silla, en el centro, arropada porsus alumnas. Quizá por su procedenciade la casa-cuna de Salamanca, es por loque no tiene la misma pose que el maes-tro, parece una mujer reposada y tran-quila, con talante más sencillo, de hechoestaba casada con un jornalero del pue-blo después de enviudar muy joven.

En la parte inferior sentaron al sectorde párvulas, mirando a la cámara conatención e incluso con desconfianza, alver al fotógrafo ocultarse debajo de latela sin saber muy bien qué iba a hacer yen qué terminaría todo aquello. El restode las niñas parecen más confiadas yseguras, posan con naturalidad y algu-nas con cierta coquetería, sabiéndose ele-gantes para una ocasión tan especial. Lastres cuartas partes llevan pañuelos flore-ados de Manila sobre los hombros, cru-zados en el pecho o pañuelos sin flores

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rematados con flecos. Estos pañuelos seponían sobre el vestido. Era una prendade fiesta que a diario era sustituida porun pañuelo de menor porte. Sólo unpequeño número lucen directamente unvestido, mostrando con ello su estatus.La sencillez de la maestra la hace inte-grarse en el grupo de los humildes,cubriéndose también con pañuelo.Debajo del pañuelo unas llevaban vesti-do y otras falda y blusa. Las faldas eranlargas, fruncidas y ajustadas a la cintura.La mayor parte de color oscuro. Esamisma vestimenta era también para dia-rio, pero también con ropa de menosporte. Algunas encima de la falda llevanmandil, que podía ser negro o de colores,prenda que también era para ir mejorarregladas. Debajo de la falda estaban lasenaguas, fruncidas en la cintura al igualque la falda. En los días duros de invier-no entre la falda y la enagua muchasmujeres llevaban un manteo, para darcalor y también para que ahuecara sufigura. Las formas reales del cuerpo nodebían marcarse. La ropa interior pro-piamente dicha no se usaba; a lo sumoalgunas mujeres llevaban pololos, peroúnicamente cuando iban más arregladas.Era una prenda blanca, rematada conpuntillas y ajustada a las piernas hastadebajo de la rodilla, con una abertura enla zona del sexo.

La blusa que llevaban en la partesuperior era muy ajustada al cuerpo, conmanga larga. Debajo, una camisa muylarga hasta las rodillas. Era una especiede camisón sin mangas, con escoteredondo rematado en una puntilla. Elpecho no debía marcarse, por eso seapretaba mucho la blusa al cuerpo.

El peinado más habitual es la raya almedio y una trenza larga a la espaldaque no se aprecia. Sólo aquellas con unpelo muy rizado o rebelde llevan otropeinado. Como los niños, la mayoría cal-zan botas superando el tobillo y remata-

das en la suela con tachuelas de hierropara ahorrar desgastes. Debajo de lasbotas, medias de color negro hechas concinco agujas o blancas para ir más ele-gantes. Todavía no era el momento peropoco después, cuando se convirtieran enjovencitas, llevarían para arreglarsemejor una mantilla cubriendo parte de lacabeza o un pañuelo, si no había para lle-var mantilla. En el invierno, mujeres yniñas solían cubrirse la cabeza con unpañuelo de diario menos lujoso. Todasllevan pendientes. Eran pendientes lla-mados de calabaza o de almendra. Losprimeros mostraban una especie de cala-baza larga y redonda en el remate. Los dealmendra eran más aplastados y largos.Algunas niñas se han cuidado mucho deque se les vea la cadena y la medalla deoro, porque para eso la tenían. Eran tiem-pos en los que lo poco que se tenía paradistinguirse, había que exhibirlo y mos-trarle a los demás que lo poseían. El aba-nico que muchas llevan entre las manosera un objeto común para complementarla elegancia en las ocasiones de vestirsemejor.

A todos ellos, niños y niñas, les espe-raba una vida dura y apasionante concambios tan trascendentales como nin-guna otra generación anterior habíaconocido. Vivirían, aunque fuera desdelejos, dos guerras mundiales y más direc-tamente la de Marruecos y la Civil. Ellasen 1933 conocerían el avance de podervotar, aunque les durara tan poco esederecho por la falta de elecciones y delibertad después de la Guerra Civil.Buena parte de ellos conocerían el cam-bio paulatino pero vertiginoso al tiempomoderno, creyendo que lo habían soña-do cuando miraban hacia atrás o simple-mente no creyendo nunca algunos episo-dios incomprobables, como la llegadadel hombre a la luna, hecho que nuncaconvenció a los miembros de la genera-ción que aparecen en la fotografía.

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5. EL PROTO INDIANO YFOTOGRAFÍA DE LA VIRGEN

Unos pocos años después de aquellasfotos escolares, posiblemente entre 1910 y1912, de nuevo un fotógrafo subióValdesangil con su cámara y su trípodecargados en una caballería. Al parecer unhombre del pueblo que iba a emigrar aAmérica quería llevar consigo una foto-grafía de la Virgen de los Remedios paraque le protegiera en la distancia y en todassus incertidumbres. Ante un gesto tan pia-doso, el nuevo sacerdote (Don PabloGonzález Fraile), en el principio de latreintena de edad y recién llegado al pue-blo como párroco, permitió que la Virgensaliera de la iglesia y posara apoyada enel suelo empedrado del rincón que formanla torre y la cabecera de la iglesia.

Había empezado a marcharse aAmérica mucha gente de todas partesatraídos por las informaciones que llega-ban de allí. El aumento de la poblacióndesde finales del siglo XIX y la falta deposibilidades, desembocaría en un pro-ceso migratorio importante entre losaños 1900 y 1930. La tasa de emigraciónen la provincia de Salamanca fue en 1910del 5-10%4. Los jóvenes huían del servi-cio militar que les retenía entre 3 y 7 añose incluso les podía llevar a la muerte, yaque España estaba frecuentementeenfrascada en guerras, a menos que sepagara para no ir o fuera otra persona ensu lugar, como sucedió hasta 1912. A ellohay que unir las causas económicas: laagricultura, todavía muy atrasada en téc-nicas y métodos, no daba trabajo sufi-ciente a tanta oferta de mano de obra y el

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recurso de emigrar a la ciudad no ofrecíatampoco garantías. Sin embargo, llega-ban noticias de buenas oportunidadesdesde Argentina, Cuba y Brasil, por loque muchos vendieron o hipotecaronfincas o ganados y se embarcaron a laaventura de encontrar un mundo mejor.Uno de aquellos fue el inspirador de lafotografía, seguramente alguno de losque aparecen retratados en ella. Por lasfechas estimadas para la foto y por algu-nos recuerdos vagos que han quedado enValdesangil, parece que nuestro protoindiano iría camino de “La Argentina”,como se decía entonces, lugar al que emi-graron con más frecuencia leoneses,zamoranos y salmantinos5. Quizá estacircunstancia de la emigración sea unade las la causas del decrecimiento de lapoblación en Valdesangil reflejada entrelos censos de 1910 y el de 1920, registrán-dose un descenso de 129 personas, lo queimplica un 25% menos en 10 años.

En el censo de 1910, 2 o 3 años antesde la fotografía, figuran 509 habitantes,pero en la fotografía sólo aparecen 91personas, de los que 56 son niños. Esodebe querer decir que no era un día defiesta (cosa que también atestiguan lasvestimentas de diario de la mayoría),que no quisieron salir en la fotografíamasivamente los habitantes del pueblo oque la invitación a posar fue selectiva. Esposible que los hombres estuvieran tra-bajando en el campo a esa hora porquesólo hay 8, mientras que mujeres son 27,una cifra también inferior a la total demujeres, que estaba en torno a 190 en1910. Los que sí se sumaron en mayorcantidad fueron los niños, que en esemomento no estaban en la escuela, por loque se entiende que pudo ser hecha lafoto a la hora de la comida, momento enel que había más luz y por tanto mejoresgarantías para fotografiar. Aparecen 56niños de los 145 que figuran en el censo

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como asistentes a la escuela. A los 56habría que descontarles, además, los queson muy pequeños. Por tanto alguna cir-cunstancia hizo que la fotografía fueraúnicamente de una quinta parte de lagente del pueblo. Tal vez la foto estuvie-ra pensada sólo para que apareciera laVirgen, sumándosele todos los que caye-ron por allí en aquel momento, los quevivían en el entorno de la iglesia o losvecinos del futuro indiano y uno, quizácercano al destinatario de la foto, quequiso que le recordara en la distancia conel acordeón con que habrían organizadomás de un baile. No hay hombres viejos,todos parecen jóvenes o en el principiode la madurez. Visten chaquetas y cami-sas blancas debajo, abrochadas hasta elúltimo botón y alguno, el blusón griscaracterístico. Uno de ellos, joven, con unpañuelo atado al cuello se ha vestidopara la ocasión y aprovecha para mirar ala cámara con una sonrisa segura. Alcontrario que en los hombres, hay algu-nas de las mujeres más mayores del pue-blo, que como las jóvenes, fueron a bus-car sus mandiles a rayas de día de fiesta,los pañuelos para cruzar sobre el pecho ylos pañuelos también de color paracubrir la cabeza e incluso, la que lo tenía,

el mantón de Manila para salir elegante.Algunas, jóvenes o maduras no pudieronparticipar de la exhibición del color por-que estaban de luto, que duraba 3 años eincluso más cuando no eran jóvenes.Todas cruzan las manos sobre la cintura,como si fuera la forma habitual de espe-rar lo que hubiera que esperar. Se peinancon el pelo bien estirado, con raya almedio o cercana a eso dejando caer porla espalda una trenza. Una moza, conmirada muy fija, tiene mucho interés enmostrar unas tijeras sujetas por un cor-dón entre las manos, quizá queriendodecir que sabía coser bien. Los niños,portando la carterita de ir al colegiohacen como que leen y por tanto que sonaplicados. Los más pequeños, que noentienden nada de lo que está sucedien-do, posan sentados como esperando quepase algo interesante en aquel artilugioque maneja el señor venido de fuera. Dosse han echado a llorar asustados, pero nose mueven. Todos miran al fotógrafosiguiendo sus instrucciones de que nopueden moverse hasta que él no lo diga,cada uno diciendo algo de sí mismo consu mirada y su pose, y todos en conjuntode la vida en Valdesangil en los princi-pios del siglo XX.

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1 Agradezco la información y el asesoramien-to al respecto de Juan Francisco Cerezo, catedráti-co de Teoría e Historia de la Educación de laEscuela Universitaria de Educación y Turismo(Univ. de Salamanca) de Ávila.

2 Según hemos comprobado a través de lasactas del Libro de Inspección de la escuela deniños de Valdesangil.

3 GONZÁLEZ CANALEJO, M.D. “Las JuntasLocales de Primera Enseñanza del partido judicialde Béjar (1900-1925)”, en XIII Coloquio Historiade la Educación. “La infancia en la Historia: espaciosy representaciones”. Tomo II, pp.688-695. SanSebastián 2005.

4 SÁNCHEZ ALONSO, B. Causas de la emigra-ción española entre 1880 y 1930. (1995). AlianzaUniversidad. Madrid.

5 SÁNCHEZ ALONSO, B. Causas de la emigra-ción española entre 1880 y 1930. (1995). AlianzaUniversidad. Madrid.

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