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    Ttulo original: Vctor. An Unfinished SongTraduccin: Margari ta Cavndoli1.a edicin: marzo 1999Joan Jara, 1983Del eplogo: Joan Jara, 1998 Ediciones B, S.A., 1999Bailen, 84 - 08009 Barcelona (Espaa)Printed n SpainISBN: 84-406-9094-0Depsito legal: B. 6.541-1999Impreso por LIBERDPLEX, S .L .Constituci, 19 - 08014 BarcelonaTodos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidasen las leyes, queda rigurosamente prohibida, sin autorizacinescrita de los titulares del copyright) la reproduccin total o parcialde esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidosla reprografa y el tratamiento informtico, as como la distribucinde ejemplares mediante alquiler o prstamo pblicos.

    oanJaVCTORJARA. UN CANTO TRUNCAD

    Traduccin de Margarita Cavando

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    P R O L O G OEs un al ivio narrar p or f in esta histor ia se renam ente,a mi manera , en lugar de respond eraimprevis tas pregu n

    tas que slo me permite n relatar aquellos f ragmentos qu einteresan a la pers on a que me est entrev istand o.Durante los aos t r anscur r idos desde e l golpe mi l i tar en Chile , he recibido tales mu estras de amor, am istady a l iento de tantas personas de l m un do ente ro, que aho ra me siento lo bastante aislada del dolor como para recordar la felicidad.La vida me ha enseado que la may or a de no sot ro ssom os vc t imas de nues t ros pre juic ios , de ideas pre con cebidas, de falsos concepto s sobre qu in es nu estro enemigo o qu nos es a jeno, prov ocad os po r nues t ro e ntorn o y sobre tod o por los med ios de com unicac in alosque es tamos suje tos . Pero tam bin me ha enseado q ueesas barreras so n ar tif iciales y pu ed en derr iba rse.La lecc in com enz cuand o me fuiavivirala Alem ania de la posgu er ra , dond e enco nt r suf r imiento y am igos; cont inu cuando me t ras lad a Chi le y ese remotopas se con vir t i en mi hogar; y duran te los lt im os nueveaos ,acausa de la fuerza del mo vim iento internacion al d e

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    solidar idad con el pueblo chileno, he tenido la suer te deconversar y de sent i rme amiga de personas aparenteme nte tan diversas com o obreras fabri les en Jap n , mineros yaborgenes de Austral ia , cantantes y estudiantes en Estados Unid os , n ios de la Repbl ica Dem ocr t ica A lemana, art istas en Francia y en Espa a, veteran os com batie ntes antifascistas en I tal ia , poetas y jvenes de la UninSovitica, bailar ines en Cuba.. . por no decir nada de lasviejas y nuevas amistades que enco ntr en Gra n Bretaa alvolver en calidad de refugiada d espus d e casi veinte a os.A toda esa gente dedico humildemente es te intentode pone r los recuerdos en pa labras : lo dedico tamb in atodo s los chi lenos y amigos la t inoamer icanos cuyas exper ienc ias yo, en par te , he comp ar t ido ; y a mis hijas, conesperanzas para el futuro.Mi ms profu ndo agradec imientoatodos los que mehan ayudado en la confecc in de es te l ibro con sus re cuerdos y sus sugerenc ias : Fernando Bordeu, Pa t r ic ioBunste r , Eduardo Car rasco, B lgica Cast ro , Atahua lpade l Cioppo, Maruja Espinoza , Jan Fa i r ley, RicardoFigueroa , Franc isco Gazi ta , Int i - I l l imani , GeorginaJa r a , Ju l i o M or ga d o , E nr ique N oi sva nde r , C sa r O lh a -garay, Raquel Parot , ng el Par ra , Isabe l Par ra , Ro ber t oPera l ta , Ornar Pulgar , Ale jand ro Reyes , Ale jand ro Sie -veking, y a Nelson Vi l lagra por permi t i rme usar su a r t culo so bre su amistad co n Vctor . Mi gra ti tud especial aMara Eugenia Bravo, sin la cual este l ibro nunca se habr a inic iado; a Francs Brow n, que me ha ac om paa doy a yud a do e n t odo m om e nto ; a M ike G a te h ouse , s in elcual nunca se habra term inad o; y a Liz Cald er po r su est mulo constante y su inexplicable confianza en m.

    JJ.Londres, abril de 1983

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    U N F I N A L Y U N C O M I E N Z OEl5de oc tubre de1973,mientras abo rdaba el avin enel aero pue rto Pud ahu el de Santiago, escoltada po r el cn

    sul br i tnico , yo era una persona sin identidad . Lo que yohubiera sido bailar ina, coregrafa, profesora, esposa?,haba dejado de ser lo. Mir a mis dos hij itas m ientras se aco mo dab an en sus asientos delante de m , plidasy sumisas, sin siquiera alborotar p or cul de las dos o cupa ra el asiento de la ventanilla, y tuve plena conciencia deque ahora depen dan en te ramente de m . Yo, po r c ie r to ,las necesitaba a el las para seguir vivien do. Saba que un apar te de mi se r haba muer to con un ho mb re cuyo cadveryaca ahora en un atad, en un nicho de hormign, en loalto del m uro trasero del Ce me nter io General de Santiago.Dej el nich o cub ier to co n una tosca lpida en la quese lea, sencillamente:VCTOR JARA14 de septiem bre de 1973

    La fecha estaba equivocada: entonces no haba forma de saber exactam ente qu da haba sido asesinado m i9

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    ma rido . N o dej espacio para f lores . Las es t rechas rep i sas que con ese fin suelen tener los nichos resul tan desnud as y t ris tes s i estn vacas. Yo no po da sa ber qu e a latum ba d e Vctor nu nca le fa l tar an f lores , que pe rsona sdesconocidas recurr i r an a cualquier medio para t repary a tar l a tas y potes con t rozos de a lambre o de cuerdapara dejar sus ofrendas, aun corriendo el r iesgo de serarres tadas .Yo es taba conmocionada, pero e l dolor y l a agonade Vctor moraban en mi in ter ior , me acosaban en unsentido muy real . No poda cerrar los ojos sin ver su cadver , e l dep s i to , horr ip i lan tes imgenes de los a con tecimientos de las l t imas cua t ro seman as , el resu l tado dela v io lencia mi l it ar ap l icada implaca blemen te co nt ra c i v i les desarmados , una v io lencia t an desproporcionada,tan an iqui ladora , que pareca impos ib le que semejanteplan hubiese s ido concebid o en Chi le .Me do mina ba un a sensacin de lucha inconclusa , l alucha de un pueblo que in ten taba modi f icar pac f icame nte su mo delo socia l obede ciendo las norm as que susenemigo s predicaban pero n o pract icaban . Sent a que n oera una person a s ino mi l , un m i l ln; e l sufr imiento noera s lo personal , s ino un dolor compar t ido que nosuni a muchos , aunque nos v isemos obl igados a separarnos , mient ras a lgunos permanecan en Chi le y o t roshuan a cualquier r incn del mu nd o.Yo fu i de los que se ma rchar on . Tena pasapor te br i t n ico , pero despus de cas i vein te aos en Chi le re tornaba a Ingla ter ra conver t ida en una ext ranjera . En esemomento es taba pensando en cas te l l ano y no en ingls .N o ten a trabajo n i d ine ro , y todas nues t ras po ses ionesfueron metidas en t res maletas; en lugar de ropa nos l levamos fotos, cartas, discos.

    El av in iba casi vaco . Apenas haba c om en zad o ela luvin de refugiados ; la mayor a todava e speraba n v i -10

    sados , amontonndose en las embajadas ex t ran jeras deSantiago. Con sus pulcros t rajes escoceses y fci les sonrisas, las azafatas parecan i rreales, de cartn. Mientrasvea desaparecer Santiago bajo mis pies, gris y borrosaen el l lano del val le central , me preg un t cu nd o reg resar a , cu ndo v olver a a ver a mis amigos ; despus apare cieron los cerros de la precordi l l era con su vegetacinachapar ra da era aqu l el C a j n de l M ai po , don de ha b am os pasa do tan tas vacaciones? ; luego la cord i l lera ,l a gran masa de a l t as cumbres , un so l i t ar io des ier to dehielo y n ieve y dentadas rocas , que s iempre resu l ta so-brec oged or aun que lo a t rav ieses much as veces , y e l l t i mo adis a Chile, la patria de Vctor, el hogar de mis hijas...y el mo .Las monta as se a le jaron y surg i la ex t raa m on otona de la pampa argentina, que se extenda al frente,has ta e l Ocano At ln t ico . No ten a l a menor idea dequ me deparara el dest ino. Slo saba que sent a la urgente neces idad de com unica rme , aunq ue e l me dio de ladanz a, que s iem pre haba s ido e l mo , ya no me parecaper t inen te n i pos ib le . Tena que aprende rahablar, a con tar le al m un do exter ior , en nom bre de quienes no p odanhacer lo , los sufr imientos del pue blo , del pa s que dur ante tantos aos haba sido mi hogar.Las n ias dorm i taba n en sus as ien tos . Desp ier ta y aso las, sen t que Vctor es taba con noso t ras , com o s i pu diera alargar la mano y tocarle. Saba que deba adaptarme a la vida sin l , pe ro al mi sm o t iem po m e daba c uen tade que s iempre formara par te de m , como s i a l mori rhubiese l l egado a habi tar en m con una in tens idad de lacual yo era menos co nsciente mient ras es tuvo a mi l ado .Es o m e d i o va l o r y m e h i zo com p render que nunca e s t a ra sola. Hara todo lo que estuviera a mi alcance paraque Vctor, a t ravs de su msica y sus grab acion es, co nt inuara t rabajando por l a causa que haba hech o pro pia .

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    Sus ases inos haban juzgad o e r rne amen te e l po der de lacanc in.N o pod a dormir . Not que es taba a fe rrada a mi bo l so con las ma nos aga rrotad as. En un int en to po r relajarm e, lo abr y saqu los papeles que contena. Estaba mitar jeta de iden tidad chilena, con las huellas digitales, lafotograf a , y la formal descr ipcin de esa persona tanlejana que haba l legado a Chile diecinueve aos atrs:JOAN ALISON TURNER ROBERTS. Palp mi pasaportebr i tnico. Lo cog y lo abr : N om br e de l t i tu la r : SeoraJoan Alison Jara. Me alegr de que f igurara el apell idode Vctor . En el futuro lo usar a con orgullo y como undesafo.A hor a M a nue l a y A ma nda dor ma n t r a nqu i l a me nte . Me pre gun t ad ond e las l levar a la vida : cuand o yoera pequea , jams habr a imaginado que a lgn da meencont ra r a huy end o de un pa s dis tante y en co ndic inde refugiada.

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    1JOAN

    Mi infanc ia, du rante la Segunda Gue r ra M undia l , estuvo marcad a por la inminenc ia de la mu er te . Co m o vi vamos en e l corazn de Londres , durante var ios aosdormimos todas las noches en un re fugio ant iareo de lja rdn, ado nde no s re t i r bamos inc luso antes de que sonaran las s i renas . Hubo la rgas temporadas en que losbombarderos a lemanes zumbaban en lo a l to noche t rasnoche , y yo perm anec a despie r ta en la cama, escuchando el si lbido de las bombas que caan y las retumbantesexplosiones que rompan los cr istales de las ventanas, yvea como se tea de rojo el cielo con los reflejos de losincendios . S iempre me acostaba preguntndome s i lograr amos sobrevivir la noche.Mi destino se decidi un da de julio de 1944, en elpe or mo me nto de l os a t a que s con bomb a s vo l a n te s so b r e L ondr e s , c ua ndo mi ma dr e me l l ev a l H a ym a r ke tThea t re para ver la compaa d e danza m ode rna Bal let sJ oos s . Lo que vi no slo me convenc i de conver t i rmeen bailar ina profesional s ino que , de forma indirecta , mepr opo r c ion un v nc u lo c on Chi l e .El ballet que tuvo una inf luencia tan poderosa en m

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    da, e intent ganarse la vida con su aficin favori ta:com pra r y vender an t igedades . Adqu i r a e l con t en i dode casas en teras , y lo sobrante aquel lo que le resu l tabadifci l vender o de lo que no se resignaba a separarsepasaba a nues t ro hogar , l l enndolo an ms , has ta quetodos los espacios quedaron invadidos y l as habi taciones abarro tadas h as ta impos ib i l i t ar la en t rad a.Siendo la menor de la famil ia, y por una gran diferencia de aos , fui cr iada prct icam ente c om o hi ja nica .An tes de i r a la escuela , y t emeros a de qu e m e dejaransola en lo que me pareca un lugar host i l , sol a aga rrarm ea las faldas de mi mad re m ientra s el la atend a a las tareasde la casa . Bajaba a los hmedos s tanos de p iedra , abuscar ca rbn para l a an t icuada caldera . Desd e aquel loss tanos o scuros y s in ies t ros , a tes tados de obje tos ex t raos cub ier tos de te laraas , mi mad re acarreaba e l carbn

    por la estrecha escalera hasta el lavadero, donde seam o n t onab an m qu i nas l avadoras y de p l anchar an t ed i luvianas . Cada tarea s ignif icaba rec orrer inacabables zo nas oscuras , con cuad ros y ma pas polvor ien tos en las paredes, hi leras de estanteras para l ibros en escaleras yrel lanos , budas ex t raos , armaduras de samurai haciendo muecas desde r incones en penumbra, cajas rep le tasde encajes y bord ado s qu e se des in tegraba n, mar iposas yhuevo s de aves , f iguras de porcelana. . . todo lo imaginab l e p e ro en e st ado de aband ono y de t e r i o ro .El lugar ms ter r ib le era e l cua r to de ba o, l a nicapieza habi tada del t ercer p i so . Era ampl io , demas iadoampl io porque la so l i t ar ia ampol le ta t razaba manchas ysombras espeluznantes . Una ant igua caldera de gas cub ier ta de verd n es ta l l aba cada vez q ue se l a encenda , yluego dejaba escapar un dbi l h i lo de agua tib ia aco mpa ad o de un pene t ran te o lor a gas . La baera se a lzaba sol i tar ia en me dio del cua r to , sobre sus patas en forma degarras , de mo do que cu and o te met as en e l la no haba l a16

    menor pro teccin . S iempre me sent muy vulnerable enel agua que se enfr iaba rp ida me nte , pen san do en la os curidad y el caos de las habitaciones adyacentes y en lolejos que estab a ma m , en la plan ta baja.Los cuen tos que mi ma dre so la narr arm e no eran dehadas sino qu e se referan a su infancia y a la lucha d e sufami l ia por sobreviv i r en los barr ios bajos de Londres .Su abuela , mu er ta haca mu ch o t i em po, se haba desp lazad o de la Essex rural a Clerk enw el l en busca de mejorfor tuna, pero descubr i que t rabajar como una esclavaen una lavandera era la nica al ternat iva al asi lo. Habaper d ido u na p ierna en un accidente , y en mi im aginacins iempre me la he represe ntado c ojeand o po r la carre terade Lon dre s , con su pata de palo , sin d ine ro y seguida po runa re tah i la de n io s , los suyo s . Var ias dcadas d espus ,mi madre tam bin t rabaj en una lavander a , y luego desecretar ia , para impedi r que sus her ma nos m enore s acabara n en el asi lo.El hech o de que m is padr es rara vez se d i r ig ieran lapalabra no a l iv i mis ans iedades infanti l es . Mis herm anos y hermanas mayores haban dejado la casa , reclu-tados por l as fuerzas armadas , de modo que haba muypocas cosas con qu romper aquel ambiente de resent i m ien to si lencioso q ue era casi tang ible. En la escuela, mivida fami l iar era un secreto verg onz oso que n i s iquierapoda compar t i r con mis mejores amigas . In ten t f ingi rque era como el las y hablar con e l mismo acento deaquel las ocu l tand o s iempre mi au tnt ica ident idad . Slocuando bai laba me sent a realmente l ibre, fel iz y en piede igualdad.La p ro funda i m pres i n que La mesa verde dej enm fue dura dera . Un ao de spus Bal le t s Jooss volv i aLond res . Des cub r que s i des pus de l p r i m er en t r eac t ome desl izab a po r la escalera de la galera, poda entra r s inpagar y de ese m od o, pue s to que la obra s iempre ocup a-

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    ba el l t im o lugar del pro gram a, logr ver la unas treintaveces . E l l t imo da de la temporada , una exacerbadasensacin de necesidad m e l lev a supe rar la t imid ez y aser lo bastante a udaz p ara decir en la entrad a de ar t istasque quer a habla r con Ku r t Jooss .Jooss sal i al estrecho pasil lo, ataviado an con eltraje de la Mu erte, y sus clidos ojos centellea ron detrsde la mscara de pintura, semejante a una calavera. Meexplic que en aquel momento Ballets Jooss careca deescue la propia al comenzar la guer ra haban tenidoque cer ra r la que exist a en Dar t ing ton Hal l , pero quepoda ir a su casa en Cambridge, donde me vera bailar .Una semana despus hice una prueba en Cambr idge, durante la cual qued casi paralizada a causa de losnervios ; mi lagrosamente Jooss di jo qu e s in lugar a du dasvala la pena que realizara una formac in profesio nalcomp le ta y que me ve a , com o futura co mp one nte de lacompaa . Cuando en 1947 Sigurd Leeder abr i su escue la en Londres , de j , no s in remordimientos de conciencia, una beca para estudiar histor ia en la Univ ersida dde Lon dres , a f in de dedicarm e ser iamente a mi form acin como bailar ina.Jooss y Leeder e ran disc pulos de Rudolf von La-ban. En su reaccin co ntra el form alism o y las l imitac iones est i l st icas del ballet clsico, fueron pioneros en lafusin de una gam a mu ch o m s amplia del lenguaje de lada nz a , o to r g ndo le una e xpr e s in c on t e mpor ne a queabarcaba desde la l iviandad extrema, la elevacin y laf luidez aun uso de l peso con ca da y mo vimie nto perc u-t ivo.N o s lo nos en seab an a bailar, sino a relacionar ladanza con un an l is i s de l mo vim iento h um ano en el sent ido ms ampl io de la pa labra , y nos pedan encont ra rnuevas formas para lo que queramos expresar .

    En ene ro de 1951, despus de es tudia r con Leederdura nte t r es aos , fina lmente logre mi ambic in de con -18

    ver t i rme en ba i la r ina de la compaa Jooss y abandon Inglaterra para unirme a el la . Obligados a huir dela persecuc in naz i en 1933, durante muchos aos susmie m br os ha b a n t e n ido su hoga r e n D a r t i ng ton H a l l .Ahora, concluida la guerra, Kurt Jooss haba regresado aAlemania , apetici n de las nuevas au tor ida des d e Essen,que se proponan recuperar algo de la vida cultural destruida por los nazis.Trabajar en Ballets Joo ss signif ic co nvivir con personas a las que me haban enseado a considerar enemigos . Jams haba intentado hacer la me nor dis t inc inent re el pue blo a lemn y los naz is , de mo do que encon trarme en el seno de un grupo cosmopoli ta en el cual almenos la mitad de mis colegas eran alemanes y habanpart ic ipad o en la guerra, fue una bu ena leccin sob re relaciones humanas. De un total de veinticuatro bailar ineshaba diez nacionalidades dist intas y se hablaban siete uocho idiomas. Entre el los f iguraban dos chilenos a losque Jooss haba cont ra tado t ras una vis i ta que hizo aChile en 1948. En aquel pas tan lejano, tres ex solistasde Bal le t s Jooss Ernst Uthoff Lola Botka y RudolfPescht haban c reado una escue la y una co mpa a deballet cuando, al comenzar la guerra, quedaron encallados en Sudamrica.Recuerdo per fec tamente mi pr imer encuent ro con

    uno de los chilenos, que ms tarde se convert ir a en unamigo para toda la vida . Alfonso Un an ue es taba sentadoen el ancho alfizar de la ventana del gran estudio de laFolkwargschule , donde ensaybamos, con sus la rgaspiernas dob ladas bajo el cuer po. Era al to, m uy delg ado ypoda acomodar sus huesos en espac ios sorprendentemen te reduc idos . Su rostro era una versin af ilada y exagerada del de Fernan del, y Alfonso era el pay aso de m stalento que he conocido en mi vida.E l ot ro chi leno e ra un se r mis te r ioso q ue an no ha-19

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    ba llegado. Jooss me haba as ignado a Pa t r ic io Bun ste rcomo pareja para var ios ballets. En consecuencia, pasun mes ba i lando ter icamente con l , maldic indolepor no l legar a t iempo y abr igando todo t ipo de ideasromnt icas sobre su persona . Cuando por f in l leg, lapr imera impres in que tuve fue de sorpresa . Luego detres semanas de tom ar el sol en el barc o, haba a dq uir idoun color co br izo o scuro, su pe lo e ra neg ro, tena g randes ojos pardo s y un ros tro sem ejante a un a vasija de losindios peruanos , con pmulos a l tos y nar iz ganchuda .A sus ve int i s is aos Pa t r ic io e ra ms maduro quey o ,estaba l leno de ideas para sus coreograf as y dec ididoa aprender tanto c om o fuera posible du rante su es tanc iaen Europa . Fue la pr imera persona que conoc que profesaba de comunista, y tambin era un bailar n de grant a l e n to . N o t a r d muc h o e n e na m or a r me loc a me nte del .Nues t ra re lac in giraba en gran par te en torno a nuestra profesin. Los sonidos suaves y l quidos que oacuando Alfonso y l charlaban en castel lano no signif icaban nada para m . Pero a for tunadamente Pa t r ic io sa ba ingls y tenamos m uch o en com n . Tamb in su vidahaba camb iado a l ver La mesa verde en Santiago. Le haba inspi rado has ta ta l pu nto , que aban do n la univers i dad, donde cursaba a rqui tec tura , para conver t i r se enun o de los pr ime ros jvenes chi lenos que es tudi d anza .

    Pasamos los dos aos s iguientes en constante gi rapo r Europ a , la ma yor par te de l t iem po en autobus es , encontadas ocas iones pernoc tando ms de una noche enun mismo lugar . Exis t a un ext rao cont ras te ent re ladignidad de la representac in y la sordidez de nues t ravida cot idiana . Es prob able q ue la rgos per odos de gi rascon func iones dia r ias , cambiando de lugar constante me nte , pon ga a lgo his t r ico a cua lquie r grup o de pers onas .Estbam os s iempre cansados y todos los das discur r an del mismo m od o: via je en autob s , tea t ro , func in,2

    hote l . Los das de las giras largas se dist ing uan p or algunos factores bsicos: teatros con o sin duchas; hotelescuyo desayuno inc lua o no inc lua huevos; r ecor r idoscortos ( tal vez de dos horas) o recorr idos largos (hastaun mxim o de ocho horas) ; y a lguna inte r rup c in espectacular de la rutina como, por ejemplo, la vez en que elautob s cay a un cana l holands he lado. Era un lujo pasar ms de una noch e en un m ism o s i t io , y supon a q uepodamos ponernos a l d a en cuanto a horas de sueo oquiz lavar la ropa , ta rea que representaba u n prob lemaconstante .En 1952, cua ndo l levaba po co m s de un a o con lacom paa , cum pl mi deseo de hacer el pape l de la m ujer,la guerrillera, en La mesa verde. Inte rpre ta r lo en las rui nas de c iudades devastadas por los bom bard eos br i tni cos y nor teame r icanos fue una vivenc ia con mo vedo ra einolvid able. Vi lo que la guerra, causada p or el fascismo,haba s ido para Europa . En Rot te rdam, Kasse l y , sobret o d o ,en Ber l n , v i extens iones de ki lm etros de escom bros don de antes haban exis tido cent ros urbano s , y actu ante pbl ico s que haban vivido aque l hor ro r . D on dequiera que la in te rpre tbamos, La mesa verde ejercae l mism o im pac to universa l , y cu ando e l te ln se a lzabapara d ar paso a la pr im era escena, en la sala se creaba unaa tmsfera e lec t r izante com o no ha ocu r r ido con ning notro ballet , tanto en el pblico como en los ar t istas.En la pr imavera de 1953, luego de una gira de sietesemanas po r Gra n Bre taa em ocion ante para m , puesera la pr im era vez que ba i laba profes iona lmen te en L on d r e s , la compaa se disolvi. La ciudad de Essenhaba re t i r ado su apoyo econmico. Pa t r ic io dec idiquedarse un ao en Londres para es tudia r con SigurdLeeder , mient ras yo, con e l propsi to de ganar dinero,hac a una prueb a para inte rpre ta r u n pape l enEl rey y yo,que se es taba representando en Drury Lae . Me e l igie -

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    ron para hacer e l pape l de l Malo Simn Legreeque , segn la t r adic in s iamesa-nor teamer icana , debabailar lo una mujer . Fue una experiencia muy posit iva siexcepto e l hecho de que du rante un o de los l t imo s ensayos generales sufr una cada y me lesion la espalda,acc idente que ms ade lante tendr a graves consecuencias.Ade ms , sop or ta r o cho func iones semanales de Elrey y yo mientras la obra era transmitida por el al tavozdel camarn, fue bastan te difcil de sopo rtar .Patr icio y yo nos casamos en octub re de 1953. Inclu so el da de la boda hice una funcin, si bien para d ar u ncarcter especial a la ocasin , Patr icio la prese nci desdela platea, en lugar de hacerlo desde la galera.Patr icio dej Inglaterra en marzo de 1954 para regresar a Ch ile , y yo le seguir a cuatro m eses despus a unpas del que poco saba, salvo que era su patr ia y tenauna co mpa a de ba l le t que inte rpre taba a lgunas piezasde l r eper tor io de Bal let s Jooss . Aq uel ex t rao pa s , unalarga y delgada franja en el atlas, se haba convertido enmi futuro.Dada s las c ircunstanc ias , no es sorpren dente que mesintiera algo asustada cuando un nublado da de julio de1954 me desped de mi madre y embarqu en e l Cuzco, en el puerto de Liverpool. La larga travesa, quedu r se is semanas , me dio t iempo para pensar m ient rasintentaba aprender castel lano con un manual de la ser ieAprenda por s mismo. En un intento bas tante int i l porma nten erm e en forma, to do s los das practicaba en la barra, aferrada a la barandil la a pesar del vaivn del b arco ,hac iendo caso omiso de la mirada cur iosa de mis co mp aeros de viaje . Casi todo el resto del t iempo lo pasabasola, a pro a, con tem pla nd o las ma rsopa s y las aves marinas,disfrutan do del sol y del oleaje del Atl ntico .

    Lo que vis lumbr de La t inoamr ica cuan do e l barcol leg al Cana l de Panam y empren di la prolon gad a t ra -22

    vesa a lo largo de la costa del Pacf ico, no fueron estampa s tr a nqu i l i z a dor a s e n m odo a lguno : Pa na m mi smo ,tan l leno de mar ines nor teamer ica nos , que c re haberm eequ ivo cad o de pas; el olo r a aguas residuales y a po br eza ; las enormes ra tas de Buenaven tura , en Colo mb ia ; enCallao , vi po r pr im era vez a las indias perua nas, de cuclillas en las calles, con sus beb s a la espalda, pe ro los trajesno tenan los alegres colores de las fotos para tur istas,s ino que es taban desc olor idos y opacos po r e l polvo y lamu gre ; las moscas se pos aban implacables a l rededor delos oj os de los cr ios; en el no rte de C hile , puer tos aparen teme nte deshabi tados en med io de l des ie r to .A un qu e m e aferraba a la idea de que volvera a ver aPatr icio , sufr agu das cr isis de nostalgia. Mi vida en tera secentrab a en tor no al hech o de ser bailarina, a la necesidadde formar pa r te de una com paa , de t raba j a r con buen osmaest ros y coregrafos , de conta r con un tea t ro dondeac tuar y un es tudio do nde ensayar. Au nq ue ter icamen te saba que esas cosas exist an en Ch ile , no pod a relacionarlas conlapobrez a y e l a i s lamiento que haba vis to d urante la travesa. El 7 de septiembre de 1954 l legamos aValp araso , la perla del Pacfico, la baha m s bella de lacosta y el pr incip al pu erto de Chile . Pe ro yo m e dir iga aSantiago, la capital , si tuada unos ciento treinta kilmet ros t ie r ra ad ent ro .

    La llegada a Santiag o signific en frentarse cara a caracon los Andes , imponentes cumbres cubie r tas de nieveque do m ina n el cielo y la ciudad , una gran mu ralla que teespera en las esquinas, tan prxima que l legabas a convenc erte de que, si a largabas la man o, podas toca r la . Encuan to ves los Andes , comp rendes en el ac to por q u losnios chilenos invariablemente dibujan paisajes con unacadena de mo ntaa s en el fondo .Si exceptuamos la agreste dignidad de los alrededores , e l cent ro de la c iudad n o conten a nada dem asiado

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    a t rac t ivo. Las ca l les se abr an ent re mo nto nas ma nzanas cuadriculadas, demasiado estrechas para asimilar elcauda l de l t r f ico impac iente y ruidoso. Todo parec aencontrarse en estado de transicin, pues lo estaban der r i ba ndo , r e c ons t r uye ndo o r e pa r a ndo . F re c ue n te s t e m blores de t ierra haban acabado con la mayora de losedif icios ms antiguos y slo ms adelante nuevas tcnicas permitir an la construccin de edif icios al tos. Laapariencia era de desalio y decadencia; anticuado, perosin el sentido del pasado peculiar de las ciudades europeas .Visto desde lo al to, desde el cerro San Cris tb al , e lcen tro de Santiago pareca sobresalir de un inm ens o m arde te jados ba jos , polvo r ientos y cha tos , ba jo un amenaz a dor ma n to de c on t a mina c in .El barr io al to de Santiago ence rraba la zon a lujosa yres idenc ia l ms prxim a a las mo ntaas , do nde la a tmsfera era ms despejada y fresca. Sus anchas avenidas um br as es taban bordeadas de imponentes mansiones enuna gran profus in de est i los a rqui tec tnicos , s i tuadasen enormes y cuidados ja rdines con pisc ina . Estabana tendidas por mayordomos, lacayos , c r iadas y ja rdineros ,a l t i e mpo que mon s t r uosos a u tomvi l e s no r t e a me r icanos aguardaba n en los caminos de en t rada .Vivamos en un apar tamen to peq ue o, frente a l Par que Bustamante, en la divisor ia entre el centro y el bar r io a l to , en una zon a de bloqu es de depar tam entos caros y casas antiguas .Poco despus de mi l legada, una tarde volva caminando a casa a medida que oscureca y bajaba la tempera tura cu and o, de pron to, v i en la acera algo que me parec i un fa rdo de t rapos vie jos . Un qui l t ro hambr ientome gru cu and o pas a su lado. Mir con ms a tenc iny vi que haba dos chiqui l los abrazado s jun toau n a m a n ta harapienta , in tentan do d orm ir y mantenerse ca l ientesen el lugar de la acera donde la caldera de la calefaccin24

    cent ra l de los depar tamentos produc a a lgo de ca lor .Eran lospelusas, n ios a ba ndona dos que ha b a n hu idode sus hogares en las poblaciones callampas, y sobrevivan mend igand o, roban do y revolviendo la basura enbusca de restos de comida. Al ver los, en mi inter ior seencendi u na chispa de cle ra que , sup ong o, fue e l pr incipio de mi educacin pol t ica.Sin embargo, la mayor par te del t iempo yo viva alotro lado de un abismo de pr ivilegios seculares. En lasociedad a la que ahora per teneca, los apell idos def inan la clase e identif icaban el reducido nmero de fami l ias consideradas a r i s tocr t icas . Me sorprendi quese perpe tuaran tanto e l ape l l ido pa te rno com o e l mater no y que la mujer conservara su apell ido hasta despusde casada . Pero sospecho que no e ra por respe to a lasmujeres s ino un m od o obses ivo de prec isa r la ident idad

    y preservar un buen ape l l ido. Ahora yo me l lamabaJoan Turner Roberts de Bunster . Ntese el de, que para m daba a entender qu e la mujer era pro pied ad del mar ido .La sociedad chilena tena tantas capas com o una to rta milho jas y exist an suti les dist incion es en tre cada una,si bien al pr incipio no pude captar todas las diferencias.Una amiga me invit a pasar las vacaciones en su granprop iedad de l sur ; tenan extensos viedos y una p lantapro du c to ra de vino. U n da , dura nte e l a lmu erzo, su ma r ido coment que matar a en e l ac to a todo campesinoqu e se declarara en huelga o diera mu estras de reb elarse.H ay que m atar a los com unis tas , d i jo . De forma r idicula ,ms tarde abandon la siesta y corr i tras de m en bata,a t ravesando los campos, para pedi rme disculpas por loque poda considerar se un insul to a mi mar ido. Mi anf i t r in per tenec a a l r educ ido grup o de fami l ias que ma ndab an a sus hijos a estudiar a Euro pa , asist an a la peraen Miln y a l tea t ro en Londres , compraban su ropa en

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    Pars e incluso hablaban francs e ingls en casa. As fueco m o co noc a la oligarqu a chilena, los pitucos.O tro te rmin o que ap rend en esa poca fue roto. Segn mi dicc ionar io , quer a dec i r inut i l izado, des t ru ido,pero se usaba de manera coloquial para descr ibir a lospob res y a los despo se dos . La pa labra supona de te rm inados atr ibutos f sicos: facciones indgenas, pelo y pieloscu ros, baja estatu ra e inclinaciones tales com o f lojera,fa l ta de honradez y a lcohol i smo, que se considerabancarac te r s ticos de los pob res . Asimism o, se supona queel ro to chileno era un g ran patr iota, una especie de buf ncon un sent ido inna to de l humor en la advers idad. Erauna espec ie de esquema car ica turesco inventado por e lsistema para q ue las clases bajas se recon ocieran entre sy supieran cul era su lugar.Por mi par te , aunque me estaba af incando en Chile ,an e ra una gr inga , apo do d adoalos extranjeros ru bios , aveces con afecto, pero uti l izado ms frecuentementecom o un insu l to , como en e l caso de Gringo, go borne Transmi t a la idea de una persona co n poc o sent ido de lhum or , bas tante r gida y deslavada. Pe ro el hech o de sergr inga tambin p oda ten er cier to valor esnob. Mi nivel dec lase aum ent au tom t icamen te po rqu e la gente parec acreer que tod o lo impo r tado tena que ser super ior , desdela cultura hasta las cocinas a parafina y en concreto el seringlesa signif icaba, en cier to modo, ser pituca, como siestuvieras emparentada con la reina.La compaa de ballet de Santiago era muy dist inta de la Ballets Jooss. En Chile los bailar ines eran funcionarios con sueldo f i jo y posibil idades de jubilacin.Echaba de menos la intensidad, el r i tmo y la inseguridadde BalletsJ oos s .Haba m uy pocas func iones y dem asia do t iem po para ensayar . A m edioda tod os se iban a come r a casa y el t rabajo se rean uda ba de spu s de las cuat ro ,luego d e una larga siesta .26

    El ballet rara vez sala de gira la m ayo ra de las representaciones se desarrollaban en el ambiente de felparoja y dorados del Teatro Municipal de Santiago y cuando lo haca se trataba de una em presa de gran e nve rgad ura , que abarcaba una orquesta s infnica comple ta , a l rededor de cuarenta ba i la r ines , pesados decorados ybales reple tos de tr ajes que hac an muc ho b ul to . A lguna s p r oduc c ione s c omo Carmina Burana, que tambininc luan un coro numeroso, slo podan representa r seen Santiago.Aquella atmsfera formalista quiz se deba parcialme nte al hec ho de qu e la comp aa d e ballet, a l igual qu ela orquesta , formaba par te de una gran ins t i tuc in nacional: la Un ivers idad de Ch ile . A princ ipios d e los aoscuarenta e l Gobierno de l Frente Popular haba quer idofomen tar la ac t ividad cul tura l y fund den t ro de la Facul tad de Msica , un Ins t i tu to de Extensi n Musica l . Asu vez, el inst i tuto cre una orquesta sinfnica, la compaa de ba l le t y un gran coro fo rmad o p or a f ic ionados .A la facultad tambin se aadieron una compaa de teatro y un a escuela de ar te escnico.La autonom a univers i ta r ia e ra ce losamente respe ta da en Chi le , de mod o que aque l las nuevas empresas con taban con una espec ie de parachoques que las protegide los caprichos de los sucesivos gobiernos. Aunque lasinf luenc ias predominantes an e ran europeas y , msade lante , nor team er icanas , surgi una especie de m ovimiento cultural nacional en el que muchos ar t istas chilenos pud ieron t rabaja r y desar rol la r se .La proteccin tambin tena sus desventajas. Solapro du cir u n vaco estable e ideal en cuy o seno el trabajose desarrollaba sin la menor relacin con las personas ylos acontecimientos exter iores. En la dcada de los aoscincuenta la universidad era como una torre de marf i l .Se t r a taba de un mundo cer rado y e l i t i s ta regido por

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    miem bros de la ol igarqua . E l sueo de l Frente Pop ularsobre la c reac in de un movimiento cul tura l popularan no se haba cu mp l ido.El Balle t Nac iona l de Ch i le , no m bre q ue se dio a lacompa a , haba s ido fundado y an es taba di rigido p orE r ns tUthoff.E r a un hom br e a l to y gua po , mu y ne r v io so e irascible, al que la mayo ra de los bailar ines respe taba mu c ho pe r o t e ma n de b ido a su t e mpe r a m e nto , ba s tante violen to du ran te los ensayos si los resulta dos n o leagradaban. Era capaz de hacer comen tar ios mu y ha lagadores o muy crue les . A pesar de haber vivido muchosaos en Chile , an era muy alemn y hablaba castel lanocon mucho acento. E l maest ro Uthof f pose a un gransent ido de l tea t ro , y sus ba l le t s tuvie ron mucho xi to ,aunq ue e ran profu nda men te euro peos tanto en temt icacomo en est i lo.

    A su regreso de Europa , Pa t r ic io y Alfonso se incorporaron a la compaa no slo en ca l idad de ba i la r ines sino tambin de directores. Intentaron acelerar elr i tmo de t raba jo y , por enc ima de todo, ins is t ie ron enque ,era mejor sal ir de gira de un m od o m s gil, ut i l izarmsica grabada para independizarse de la orquesta enlos casos en que fuera necesar io, y estar dispuestos abailar en teatros que, si bien no resultaban ideales, eranlos nicos que exist an fuera de Santiago. Gracias anuest ra permanencia en e l Ba l le t s Jooss , todos haba mos aprendido que es mucho lo que puede hacerse conme dios muy mode s tos .Cuando l legu surgie ron a lgunos sent imientos deantagonismo al ver que otra extranjera competa por lasl imi tads imas opor tunidades que exis t an, pero no dura ron mucho y pronto fui aceptada aparentemente conafec to . Inmedia tamente me puse a t r aba ja r y tuve unm on tn de pape les para ba i lar : a lgunos que ya haba inte rpre tad o co n Bal lets Joos s com o la mujer de La mesa28

    verde, y cur iosamente , teniendo en cuenta mi condic inde gr inga , una se rie de pape les fogosos y temp eram entales:U n o de los que ms m e gustaba era el de la Mujer deRojo en la escena de la taberna de la Carmina Buranam o n t a d a p o rUthoff donde daba vue l tas como un der viche en una mesa redonda y era lanzada por los airespor una pa nd i ll a de hombr o ne s bor r a c ho s .C o m o tena t iemp o, acced a dar c lases , pr im ero enla academ ia adjunta a la facultad, qu e formab a bailar inespara la com paa , y pos te r iorm ente en la escue la de tea t ro ,don de im par t cursos de expres in corpora l para act o res . Nunca haba s ido muy propensa a la enseanza ,pero f rente a una c lase de a lumnos i lus ionados y entusiastas me solt a hablar castel lano y em pec a tener m scontac to con la gente . Adems descubr que tena a lgoque vala la pena transmitir . La extraordinaria cualidadde l m to do de Sigurd Leeder consis t a en que no im po na su est i lo a los alum nos co m o si se tratara de u n idealf i jo o un cors act i tud que sue len adoptar muchosprofesores de danza tanto c ls ica com o mo derna , s inoque propo rc ion aba a cada un o los medio s para desar rol lar su propio talento.Ent re tanto, Pa t r ic io y Alfonso ganaron la ba ta l la yen 1956 el ballet hizo su pr im era gira sin orque sta po r elsur de l pa s . Ahora podamos vis i ta r poblac iones mspequeas y bailar en teatros que no contaban con el lujode un foso para la orques ta . Eso o cur r i antes del grante r remoto de 1960, que des t ruy todos aque l los edi f i cios. A lgunos e r a n muy g r a nde s , c omo e l de Conc e pc in, pe ro todo s se enco nt raban en mu y mal es tado, ca recan de calefaccin y estaban muy sucios, e infestadosde ra tas debid o a que slo se ut i l izaban en con tadas ocasiones.Fu e una av entura coger e l t r en no c tu rno hac ia e l sur ,un t e r r i t o r i o de sc onoc ido pa r a m . Cua ndo de spe r t a -

    29 mos por la maana, el t ren se acercaba a la regin l la

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    mada La Frontera , un bas t in de la an t igua res i s tenciaaraucana a l a conquis ta espaola . Recuerdo que es tabamirando por l a ventani l l a del t ren todava con sueocua ndo sbi tam ente m e ergu , pues no s lo es taba v iendo por pr im era vez en mi v ida un volcn un cono cub ier to de n ieve impeca bleme nte perfecto e n t re l as dem scum b res , s ino que e l cam po ve rde y ondu l an t e , co nenormes y f rondosos rboles como no los haba v i s todesde que dejara Ingla ter ra , es taba sa lp icado de rucas ,t i endas cons t ru idas con barro y ramas . Es tbamos pas ando j un t o a un pob l ad o de m apuches .D ur an te el viaje hacia el sur, las mont aa s no s hicieron compaa , muy prximas o a le jadas , pero s iemprepresentes . Cru zam os bo sques , l agos semejantes a maresin ter iores y anchos r os . En cada parada , los cam pes inosse acercaban al t ren ofreciendo mantas tej idas a mano yponchos de lana gruesos y pesados para pro tegerse delas l luvias del sur: las mujeres vendan sandwiches depan am asado en casa con carne de cerdo p ica nte .La pr im era representac in tuvo efecto en un g imna s io de Pue r to M ont t , un local con corr ien tes de a i re d on de el vien to del Polo Sur si lbaba en tre las ventan as rotasy la poblacin canina par t i c ip del ensayo. Pero e l pbl ico se m os tr cl ido y entusiasta. Nue stra visi ta fue ungran acontecimiento , pues todo t ipo de funcin teat ra lera una rareza . S in emb argo , incluso a m , nue s t ro repert o r i o , fundamentalmente europeo, me pareci fuera delugar en aquel en to rno .Al d a s iguiente organizaron un curanto en nues t rohon or . Au nq ue la palabra suena a abracadab ra , en real i dad se t rata de una com ida trad icional d e la regin, en laque abundan pescados y mar i scos . En una especie decubo s e r ene t od o t i po de p rod uc t o s m ar i nos l oco s ,meji l lones, ostras, almejas y los autctonos picorocos y3

    piure s , se l e aade t ro zos de pol lo , papas con su p ie l yotras cosas y luego se acomoda en un agujero abierto enla t ierra encima de piedras cal ientes. La mezcla se cuecelentamente durante horas y por f in se desent ier ra y secome. Se neces i ta un es tmago res i s ten te , pero cuandose r iega con abundante v ino , e l curanto no t i ene parangn en el m u ndo en t e ro . Au nqu e pas aba po r s e r m uy es t imulante , no fue e l mejor modo de prepararse para l afuncin del da s iguiente.En una g i ra pos ter ior fu imos a l nor te . Al l los pai sa jes eran d i s t in tos y e l verde hmedo del sur quedabareemplazado por inacabables des ier tos de arena, co loreadas formaciones rocosas y matorra les bajos y gr i sceos . Las grandes olas del Pacfico rompan en inmensasplayas habi tadas nicam ente po r aves mar inas , pero msal norte an el mar se tornaba sereno y cl ido y el cl imaera una m ono ton a anu al en la que nunca l lova .En Iquique bai lamos en un bel l s imo teat ro en min ia tura to ta lm ente co ns t ru ido a base de mad era , con lasbutacas y la galera tal lados a mano. All haba actuadoSarah Bernhardt y o t ros ar t i s tas europeos para l a co lonia de los mil lonarios, en su mayora ingleses, que eranlos due os y adm inis t radore s de las minas de n i t ra to . Ellugar a lbergaba o t ros recuerdos menos agradables . En1907,tres mil mine ros en hue lga, con sus esposas e hi jos,fueron mu er to s a t roz me nte delante de la escuela de Santa Mara de Iquiq ue po r t rop as a l serv ic io de los d ueo sde las minas.Para l l egar a Chuquicamata la segunda mina decobre a c ie lo ab ier to ms grande del mun do , im porta ntey perd ida en e l des ier to de Atacama , tuvimos q ue v iajar l argas horas en un v ie jo au tobs desvenci jado a t ravesando un paisaje lunar de rocas, piedras y espej ismos delagos en la lejana, pe ro finalm ente alcan zam os el gigantesco cr ter de la mina. Fue ext ra o descubr i r q ue aq ue-

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    l io estaba repleto de norteamericanos, y que el los hicieran de cicerones.Me pareci que esas pr imeras vivencias chilenas, alrecor re r esos mi les de ki lmetros nos hac an re t rocederc incuenta aos en e l t iempo pero que la ext raordinar iabelleza de los paisajes, el ocano y las m on ta as en cierto mo do disf razaban la pob reza y el dolo r hum ano s . Yoestaba protegida por una especie de campana de cr istal :la egocntr ica vida de la bailar ina profesional , l imitadapor las disciplinas de la preparacin constante y los ensayos ,tan es t ric tos com o la regla de un co nven to. P odamos es ta r en medio de l des ie r to de Atacama o en te r r i tor io mapuche , pero via jbamos envuel tos en nues t romicroc l ima.Sin embargo, tendr a que haber s ido tota lmente estpida para no percibir las terr ibles contradicciones queexistan entre el mo vim iento cultural oficial de la univers idad com o di jo e l gran poe ta chi leno Pablo Ne rud a ,al servicio de una ar istocracia cos mo pol i ta , y la real idad que viva la ma yo r par te de l pue blo ch i leno. C onsus escr i tos de fugit ivo pol t ico y exil iado, Neruda fome nt com o nadie la bsq ueda de una forma de mo dif i car aque l la s i tuac in. Un o de los pocos l ibros que Pa t r i c io l lev consigo a Euro pa en 1951, e ra un vo lum enpe que o pe r o g r ue so de c o lo r r o jo , muy ma nose a do afuerza de tantas lecturas pese a que slo se haba pu blica do u n ao atrs. Se trataba d el Canto general de N e r uda .Au nq ue po r entonces yo no saba cas te l lano, perc ib quepara Patr icio aquella obra tena un signif icado muchoms profund o que e l me ro disf rute de la poes a . Le pro porc io naba las bases de lo que quer a expresar com o c oregrafo.En aque l per odo de los l t imos aos c incuenta , lacasa de Neruda en la Avenida Lynch de Sant iago, quecompar t a con su segunda esposa Del ia (La Hormigui -32

    ta),era una especie de centr o cultu ral do nd e la gente secongregaba para escucharlo y discutir ideas. All se inic ia ron muchas ac t ividades grac ias a que Neruda e ra unpoeta de acc in. Nos invi ta ron a vis i ta r le por pr imeravez un dom ing o de oto o de l ao de mi llegada a Chi le .Al m orz am os en el jardn, bajo una parra cargada de uvasmad uras , y ms ta rde Neru da n os l lev a a lgunas depen denc ias , para most ra rnos sus colecc iones: conchas re cogidas por l en playas de todo e l mundo, bote l las detodos los tamaos y formas imaginables , a lgunas conbarcos encer rados en su inte r ior . Nos most r su coleccin de tar jetas postales singulares o vulgares y otrosobje tos ki t sch, inc luida una mano de porce lana conver t ida en por tapipas , po r la que sent a predi lecc in. Pat r i c io , que conoca e l amor de Neruda por los obje toscon histo r ia , le regal una c achip orra q ue las sufragistasinglesas haban a r reba tado a un pol ic a durante una desus manifes tac iones y qu e habam os resca tado de l sta no de mi casa en Lon dres .

    C om o inglesa e ingenua , m e sorpren di la inf luenc iade l poe ta : la forma en que tod os le adm iraban y es tabanpendien tes de sus pa labras . Su l t im o l ibro s iemp re e raagu arda do co n impacien cia, y ser invita do a casa de Pablo se conside raba un gran honor . Fue mu y amable con m i go ,s i b ien debi de encon t ra rm e m uy gr inga . Pareceuna pa loma, le coment a Pa t r ic io con su voz nasa lmient ras me observaba desde e l o t ro ext remo de l ja rdn .C om o de cos tu mb re , me sent rid icula .Mi pr imera conciencia de la inf luencia cultural deNeruda slo fue super f ic ia l . Gradua lmente , sobre todo despus de la aparicin del Canto general comenc acom pren der po r qu e ra tan impo r tante y a fec taba a todos los campos culturales, incluido el mo, la danza.El pro pio N eru da c ont cm o se le ocur r i , en 1938,la idea de es cribir el Canto general, cuando los hor rores

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    de la guerra civil espaola y la muerte de Garca Lorcaan estaban frescos en su mente y sus emociones. Le haban invitado a leer sus poemas a los trabajadores de laVega Ce ntral de Santiago y se dio cue nta de que no estaba preparado, de que no saba qu leer les . Inevi table mente co men z a rec i ta r su l t im o poem a, Espaa en elcorazn, y entonces , segn l mismo escr ibe : Entonces se produjo e l hecho ms impor tante de mi car re rali terar ia . Algunos aplaudan, otros bajaban la cabeza.Luego todos mira ron a un hombre , ta l vez e l d i r igentesindical . Este hom br e se levan t igual a los otros c on susaco a la cintu ra, con sus grand es ma no s en el ba nco , mir ndome me d i j o : "Compa e r o Pa b lo , noso t r os somosgente mu y olvidada , nos ot ros , pue do dec i r le , nun ca hab a mos se n ti do una e moc in t a n g ra nde . N o so t r o s que remo s dec i r le . . ." Y romp i a l lora r , con sol lozos qu e losacudan.* Despus de ese episodio Neruda tom ladecisin de que su poesa deba ref lejar la histor ia , lageografa y, po r encim a de todo , las verda deras gentes desu pas y su con tinen te. Ese ejemplo fue segu ido po r un ageneracin entera de ar t istas en un cambio que, para laAm r ica La t ina de entonces , s igni ficaba u n vue lco p ro fundo y revoluc ionar io .

    Neruda escr ibi e l Canto general en la dcada siguiente , per seguido y ocul tndose , en una poca de re pres in cont ra e l par t ido comunis ta . Lo comenz conun po ema dedicado a Chi le , pero d espus de vis i ta r lasruinas peruanas de Machu Picchu, lo convi r t i en unaobra que representab a las races com unes de todo el cont inente la t inoamer icano.En 1959, cinco aos despus de mi l legada a Chile ,Patr icio cre la coreograf a d e uno de sus ballets ms im -

    * Pablo Neru da: Algo sobre mi poesa y mi vida, enAurora,Chile, julio 1954.34

    por tantes , ba l le t que adems pas a formar par te de lahistor ia de la danza de la Amrica Latina. Calaucn sebasaba en tres versos del Canto general, usa ndo ms i c ade percusin de l composi tor mexicano Car los Chvez .Para la coreograf a Pa t r ic io pene t r profundamente enlas imgenes po t icas de la obra de N erud a ; es tud i re producc iones de a r te precolombino, escul turas mayas yaztecas, alfarer a inca y las formas uti l izadas p or los araucanos en sus joyas y tej idos. Pese a la grandiosidad deltema , era un ballet breve, fund am enta lme nte una sntesisvisual y cintica. Para el dise o de los trajes y los deco rados Pa t r ic io t r aba j con Jul io Escm ez , un pintor chi le no que haba es tudiado con los mura l i s tas mexicanos .E l nombre mismo era una s ntes is .Calaucn es unamezcla de palabras araucanas y aimars: callan que signif ica brote, yaucn, que quiere decir rebelde. El balletse divida en tres par tes: com enz aba en si lencio y la f igura simblica de la Madre de la Amrica indgena dabaa luz. Arraigada al lugar , como un rbol que surge de lat ierra, una soli tar ia f igura i luminada, se entregaba a losmovimientos pa lpi tantes de l par to en lento c rescendo,semejante a una escul tura precolombina mvi l . En e lm om en to de l par to , la percusin es ta l la y sobre e l te lnde foro aparece un sol est i l izado. A continuacin semu estra el desarrollo del trabajo, el cult ivo, la fer t i l idady e l sexo, que culmina en un gran te r re mo to. La segundaescena, que surge de la pr im era, es una rep resen tacin dela sociedad jerrquica, el entorno ceremonial , un dios t irnico, un sacr if icio humano, el imperio azteca. La tercera escena muestra la l legada de los conquistadores espaoles, la lucha sangrienta y desigual en la que madre ehijo se conv ier ten en guerrero s y la po ster i or ma tanza dela poblac in indgena , aunque la repe t ic in de l par to ,ahora decisiva y conscien te, sugiere la contin uid ad de laAmr ica indgena .

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    Participar en la creacin de Calaucn y dar vida alpapel de la M adre fue un a gran ex periencia. El ballet desper t inte rs inc luso antes de l es t reno, y e ran muchoslos que solici taban permiso para asist ir a los ensayos.Todos pensbam os qu e se haba dado un gran paso ad elante y que estaba ocurr iendo algo que ser a de importancia para el futuro. La noche del estreno el pblico ylos c r t icos compar t ie ro n nu est ra opini n. Ent re las per sonas que acudieron a los camarines despus de la funcin estaba Pab lo Ne ru da , el cual dijo a Patr icio qu e de ba sentirse orgu lloso d e lo que haba creado .La fructfera relacin profesiona l en tre Patr icio y yono se t r adujo en el ma t r imo nio. Estbam os tan inmersosen nuest ro t r aba jo qu e nos olvidamo s de vivi r. C ua nd onos casamos yo es taba mu y inm adura . E l hecho de vivi ren un pas que me era desconocido y en el que el nicopu nto de referencia que tena era mi profesin, acrecen tmi dependencia emocional . En el campo del ballet Patr ic io tambin desempeaba un pape l dominante : e l decoregrafo. Au nq ue l era una person a mu y co nsiderad a,creo que mi papel dep end iente d e oyen te y ar t ista se cont radec a con mi tem pera me nto potenc ia lmen te m and n.Tal vez una especie de smbo lo de n uestra relacin est ene l hecho de que , cuan do sa l amos jun tos , Pa t r ic io s iem pre caminaba , tenso y apresurado, unos dos pasos pordelante de m, siguiendo la tradicin indgena, mientrasyo le segua a remolque , t r agndome e l r esent imiento.Aunque profes iona lmente exis t a una gran compene t rac in ent re nosot ros , nues t ro matr imonio se agoty sbitamen te tuve que afrontar el hech o de que Patr iciose haba enamorado de una bailar ina ms joven de lacompaa, una ex candidata al t tulo de Miss Chile quese paseaba a gran velocidad en una motoneta color mal va. N o p ud e hacer f rente a la si tuacin . Por si eso fuerapoco , yo es taba embarazada por pr imera vez . Fue una36

    poca a tormentada sobre la que no me extender , aunque s quiero decir que me produjo una cr isis f sica ynerviosa . Nuest ro matr imonio acab antes de l nac i miento de Manuela .En m ayo de 1960, antes de que Manuela cump l ie racuatro semanas, la regin austral de Chile desde Santiago hasta la isla de Chilo fue sacud ida po r un cataclismoque modif ic su geograf a: terremotos tan violentos queni los registraban los sismgrafos, erupciones de seisvolcanes a la vez. Las montaas se desplazaron, los r oscam biaron de curso, en Chi lo los barcos fueron a r rastrad os hacia la or i l la y la ciuda d costera de Pu erto Saave-dra desaparec i ba jo maremotos que se perc ibie ron enlugares tan le janos como Nueva Ze landa y Japn. Unavez superado el cataclismo principal del 22 de mayo, lat ie r ra s igui temblando constantemente durante un la r go per o do. Au nqu e Sant iago suf ri re la tivamente po co,los temb lores constantes , sum ados a las hor re ndas not i cias de los desastres que o cur r an en la zona sur del pas,me produjeron un sent imiento de fa ta l i smo. Viviendoen Chi le , uno se acos tum bra a los ligeros temb lores det ie r ra , pero aque l lo e ra dis t into . Pose a una dimensinprehis tr ica . Recordabas cuan precar iamente es t asentad o Chile entre los An des y el Oc an o Pacf ico.

    Los recuerdos de l hor ror de aque l per odo se mezclan en m con los de las pesadil las person ales. Enferm aen cama, miran do la lmpara qu e se ba lanceaba y oy endo e l r epiqueo de los muebles , presa de una depres inprofund a , m i es tado de nim o coinc ida plenam ente co nlos desas t res que se es taban prod uc ie ndo . Haba l legadoal f inal, al trm ino de una etapa, y no me habra im po rtado que el edif icio se me cayera encima. Slo pensar enManuela , mi guagi ta, mi beb de cara a r rugada como la de un viejo, me obligaba a aferrarme a un hilo deresponsabi l idad y a no darme tota lmente por venc ida .

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    neg ro y r i zado . Le invi t a pasar uno s min utos y l e agra

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    Cuando sal del efecto de la anestesia despus del parto,M anue la estaba en una cuna a mi lado y sus ojos, grand esy profund os , resal taban to ta lm ente ab ier tos , en su car i t aconges t i onada . P a rec a m i ra rm e acus ado ram en t e , p re guntarme en qu enredo la haba met ido . Yo misma nolo saba, ni vea sal ida al l o en que nos encontrbamos.Por pr im era vez e l cuerp o no m e responda , se haba de clarado en huelga. Mi m ente t razaba c rcu los obses ivos ,encadena da a una s i tuacin impos ib le , a un pasado queya no exist a. Estab a cargada d e desesperac in, de rabia eincluso de odio .Cu an do Pat r ic io me dej me sent com o una in t rusaint i l y no deseada en Chi le . Pero haba pasado dema s iado t i em po al l y muc hos de mis v nculos con I nglater raes taban cor tados . No sopor taba la idea de volver acasa.Apen as rec uerdo los deta l les de aquel inacabable in v ierno , aunque s que pas la mayo r par te del t i empo enferma en cama, ya que mi cuerpo se negaba a mejorar .Var ias veces in ten t volver a en t rena rme, a unqu e me r esu l taba impos ib le pensar s iquiera en t rabajar de nuevocon Patricio. Mis esfuerzos siem pre se viero n frustrad osa causa de la mala salud y de los pro blem as en la co lum na ver tebral , que neces i taba un pro longado t ra tamientoy , segn me d i jeron , t a l vez una operacin . Quizs era

    una locura el considerar tan slo la idea de proseguir micarrera , que a l parecer era lo nico que m e quedab a.Presa todava de ese es tado de n imo, una mo n ton atarde de mi l arga convalecencia o una l l amada bas tan te t mida a l a puer ta del apar tamento . P reguntndomequin ser a, abr la puer ta y m e enco nt r an te una anchasonr i sa de d ientes b lancos que m e saludaba desde e l pasi llo a oscu ras. Era Vcto r Jara, un o de mis alum nos d e laescuela de teatr o, de pie, con un ra mito de flores que s osten a an te s com o un escudo, una rob us ta f igura de pelo38

    dec las f lores . Creo que m e preg unt s i conoca un l ibrosobre t eat ro j apons noh, mod al idad escnica que le interesaba. Fue una conversacin breve per o , de todas m aneras , me h izo senti r un poc o menos desesperada d uran te un ra to . Era agradable com pro bar q ue mis a lumn os seacordaban de m .

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    2VCTOR

    Bajo un bri l lante cielo tach on ado de estrel las , al f inalde un largo y caluroso vera no, l as l lamas de una enor mefogata i luminab an a l grup o de hom bres , mujeres y n iosacuclillados sobre la tierra seca. Sacaban las hojas de loschoclos ma duro s , las maz orcas de maz , que juntab an eneno rme s pi las , l istas para p on er a secar sobre los bajos tejados de las casas de adobe. En la pequea poblacin deLon qu n, los campe s inos es taban reunido s en una t rad i cional tr i l la. A men os de ochen ta ki lm etros de San tiago,pero completamente a i s lada de s ta , Lonqun era unazon a ent re los cerros cercanos a Talagante y s lo se com unicaba con la carre tera pr incipal por m edio de un caminode t ierra. Era una regin donde el folklore y la superst i cin form aba n pa rte de la vida cot idiana, el mo bil iario sefabricaba c on junco s de aquel los parajes y en la cual , aun que no haba t iendas , pod an com prarse cacharros de ar ci lla en el cerca no pue blo alfarero de Po ma ire.Cuando el maz es taba maduro , l as fami l ias de loscampes inos que eraninquilinos o los t rabaja dore s de lasgrandes propieda des , se turn aba n para ayudarse en t re s a recoger las modes tas cosechas que cul t ivaban para uso

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    pro pio , t rabajand o has ta a l tas horas de la noche, en los A cambio , e l pat rn exig a l argas horas de t rabajo .

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    nicos ratos que les pertenecan. Con un trago de chichacon tand o h i s tor ias y, sobre to do , toca ndo la gui tar ra ycantan do canciones t rad ic ionales , conver t an una larganoche de t rabajo colect ivo en una celebracin.La mayor a de los n ios mayo res t rabajaban ju nto alos adul tos , per o los ms pequ eos jugaban a l rededor delos mon ton es de maz sin apartarse del crculo de luz d ela fogata, temero sos d e las som bras vaci lantes y la os cur idad c i rcundante .Ese era el prim er re cue rdo de infancia de Vctor. M econt que se tenda en el suelo y contemplaba las estrel las , mien tras vea a su mad re sentad a sobr e una de las pil as de maz , cantand o y toca ndo la gui tar ra , char lando ybromeando con la gente que la rodeaba. El se quedabadorm ido a l son de su canto .Lo nq u n perte nec a en su casi total ida d a la famil iaRuiz-T agle. La t ierra de los alrededores era de su pr op iedad y su gran mans in d omin aba e l pob lado , que s lo es taba compuesto por una iglesia, una escuela y una cal lesin pavim entar, co n las casas de los t rabajadores al ineadas a ambos lados . En su cond icin de propietar ia de unlat i fundio, la famil ia Ruiz-Tagle, poderosa e inmensamente rica, perteneca a la ol igarqua chi lena. Comoot ros miembros de su c lase , organizaban sus dominiospo r sistemas casi feudales. Cad a inquil in o reciba una ca-sucha con una peque a parcela de t i er ra a l rededor , q uejun to con otra franja, s i tu ada a cierta distancia, tena qu ebas tar para pro por cion ar a l imento a l a famil ia de aqul ;los productos cons i s t an sobre todo en maz , porotos ypapas. A los inquil inos se asignaban las t ierras ms pobres, de las que no era fcil obte ner buena s cosechas. Lo ssalarios eran exiguos y por lo general haban sido gastados por an t ic ipado en har ina , azcar , mate y acaso,una vez por a o , un po co de te la para confeccionar rop a.42

    C ada casa ten a que p ropo rc i ona r l a l abo r de dos ho m bres , como mnimo, a l t i empo que a l as mujeres se l esas ignaban sus propias obl igaciones . S i los n io s eran d emas iado pequeos para t rabajar , e l inqui l ino ten a queemplear a a lguien en peor s i tuacin que la propia , yesa per son a, a cam bio de cama y com ida, deba sat isfacerla cuota necesar ia de t rabajo .Las casas de los inquil inos eran idnticas: de adobe,con un pesad o tech o de te jas de arc il la ondu ladas q ue cu br an tambin una angos ta galer a delantera y o t ra det rs . Slo ten an t res peque as habi tacion es oscuras , conpers ianas ; carecan de e lect r ic idad y se i lum inaba n conlmp aras de acei te o con velas; reco gan el agua en un p o z o ,o en el ar r oyo cercan o, y se cocinaba fuera , en un hor no red on do, de barro , con una parr i l l a para pon er a hervir las ollas.En las afueras de Lo nqu n, d on de conc lu an las t i er ras de los Ruiz-Tagle y emp ezab a la pro pied ad de Fe rnando Pr ie to , v iv an Manuel Jara y su esposa Amandacon sus h i jos Ma ra , Georgin a (Coc a) , Ed ua rdo (Lalo) yel me nor en esa po ca, V ctor.M anue l e r a un hom bre de l gado , m ore no , de r a s gosagui lenos cur t idos por l a in temper ie . Es taba amargado po r el fat igoso trabajo del inqui l ina to y vea a sus hi

    j o s m s com o m ano de ob ra s up l em en t a r i a que com oseres hum ano s inde pend ientes . A los se is o sie te aos deedad, Vctor so l a acom paa r a su padre a t rabajar en e lcampo. A veces , como recompensa ext raord inar ia , dabauna vuel ta en e l t r i l lo , pero lo que ms recordaba eranlas penosas caminatas junto a l surco , ayudando a guiarlos pesados bueyes , mient ras su padre hunda en la t i er ra e l pr im i t ivo ara do de m adera , de un lad o a o t ro e l d aentero .

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    Apr ie to f i rme mi mano El canto duraba tod a la noc he . Du ran te las pr imeras

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    y hu nd o el arad o en la t ierrahace ao s qu e l levo en el lacmo no es ta r agotado.Vuelan mariposas, cantan gr i l losla piel se me p on e n egray el sol brilla, brilla, y brilla.E l sud or me hace surcosyo h ago s urco s a la t ierrasin parar.

    El aradoAmanda e ra una mujer ba ja y rechoncha , con unamaravi l losa sonr isa que i luminaba todo su ros t ro . Eraor iunda de Q uinqu ina , un minsc u lo pob l a do de l aprovin c ia de Nu ble , al sur de Chi le , y era evidente q uepo r sus venas cor ra sangre ma puch e . Nunc a habl de sumadre ni saba quin e ra su padre , pero de nia habaaprendido la msica popular de l campo, las canc ionesqu e se canta n en bo da s y funerales y en t iempos de cos echa. Tena una voz dulce y fuer te y era muy solici tadacomo animadora , adems de se r r espe tada como esfor zada t raba jadora .Vctor sola acompaar a su madre a otras casas delpu ebl o cuand o, co mo ocurr a con harta f recuencia, m oraun nio de corta edad. Curiosamente, el velator io, que sepro lon gab a tod a la no che, era una o casin fest iva. La gente crea, o trataba de creer, qu e el beb mu erto sehaba convert id o en un angeli to que aguardara asus padres en el cielo y probablemente, entretanto, hablar a bien de el los aD i o s .Po r tradic in, el cadver de la guagua se sentaba, semaquil laba, se vesta con papel blanco y se rodeaba con

    flores caseras de papel , pues las naturales eran m uy caras.44

    horas se t r a taba de un canto a lo divino, para consola r alos padres po r su prdid a ; a m en ud o co m o s i la c r ia turamu er ta canta ra . Pero hac ia la madru gad a pasaban a l canto a lo humano, con canc iones de con tenid o ms te r rena ly picaresco. Au nq ue la form a m usical y el est i lo eran tradic iona les una suer te de ext rao sonsone te en e l quese arrastraba la voz al f inal de cada frase, los versoseran improvisados has ta e l inf ini to por los cantores . Amedias dor mi do y a medias despie r to , Vc tor se acur rucaba en el suelo junto a su madre mientras sta cantaba,hipnotizado por la larga ceremonia a la luz de las velas,oy end o los gemidos y sol lozos de la ma dre de l m ue r to ylas risas ebrias, al amanecer.C om o tantas campesinas chi lenas, Am and a e ra e l p i lar de su casa. Todas las noches amasaba y dejaba tor t il las enterradas en el rescoldo, para que, a la maana siguiente , una vez raspad o e l cham uscad o exte r ior , e l panes tuviese l is to para e l desa yun o. A los nios , h am br ien tos , les saba muy bien. Amanda cul t ivaba verduras ycr iaba gallinas, adem s de un c erdo , en la peq ue a pa rcela si tuada detrs de la casa. Tambin haca queso con leche de cabra, de modo que, si bien la carne era un lujopara oc asiones especiales, la dieta familiar resultaba bas tante sana. A los hijos les corresponda recoger lea todas las ta rdes , antes de l c repsculo, por lo que La lo yCoca, con Vctor a la zaga, sal an al bosque de nogales,a rmados con una gran cuchi l la y un hacha , para volverar ras t rando haces ms grandes q ue e l los y con los b razoscargados de hierba para el cerdo.Amanda hac a todo lo posible por comple ta r e l pre supuesto familiar y movil izaba a sus hijos para que laayudaran recogiendo en las laderas hie rbas que a tabanen peq ue os fa rdos , para vender las co n la gran canas tal lena de huevo s que l levaba una vez po r sema na a la veci-

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    na poblac in de Ta lagante . Traba jaba tam bin c om o le Recuerdo e l ros t ro de mi padre

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    chera y cuando sobraba leche los nios la ayudaban aprepa rar ques i l los .Para ganar un poco de dinero ext ra , Amanda tomadems un pensionista, el maestro de la escuela local.Le proporcionaba habitacin y comida, adems de lavarsu ropa junto con la del resto de la familia en un caldern,sobre el fuego. Vctor era feliz con aquel estado de cosas,pue s el jove n m aestro tocab a la guita rra, lo que le daba a lla posibilidad no slo de escuchar, sino de tener el instrume nto en tre las man os y aprender los pr ime ros acordes. Sumad re siempre estaba dem asiado atareada para ensearle .Vc tor y La lo comp ar t an u na cama en la habi tac inde sus padres, que en invierno era muy fr a , pero a pr imera ho ra de la maana A m and a los sacaba de la cama,para q ue fueran a lavarse al arro yo cercan o antes del desayuno. Los zapa tos e ran un lujo desconocido. En e lmejor de los casos usaban ojotas, unas bastas sandaliascaseras con t iras de cu ero y gruesas suelas hechas co n recortes de viejos neumticos. La ropa tambin escaseaba,de modo que t ir i taban de fr o bajo la helada matinalmientras corr an camino de la escuela.La relacin entre sus pad res era tensa incluso siend oVc tor peq ue o. Su pad re se volvi cada vez ms hosco,aparentemente poco deseoso de a f ronta r la r esponsabil idad de mantener a su familia . Ya haba empezado abeber copiosamente y desapareca de la casa var ios dasseguidos , de jando tod o e l t r aba jo en manos de A man da .Sola volver borracho y agresivo, discuta con el la y lagolpeaba . Despus de cas t igar tambin a los hi jos , Manue l se sentaba a esperar que lo a tendie ran y a l imentaran. Esas escenas de violencia familiar despertaron enVc tor un sent imiento de rencor hac ia su padre , sent i mie n to que nunc a le a ba nd on .

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    com o un hu eco en la mura l la ,sbanas manchadas de bar ro,piso de t ierrami madre da y noche t raba jand o,l lantos y gr i tos. . .La luna siempre es muy linda

    D e sde muy pe que o V c to r e mpe z a c ons ide r a robl igac in suya ayud ar y apoy ar a su madre . Su t raba jo,su opt imismo y disc ipl ina mantenan unida a la fami l iay, com o deca Vctor , volvan sopo rtable s las penuria s.Cu and o la casa se l lenaba de gr i tos y disputas , Vctor hu a a la ladera q ue se elevaba detrs de la casa, bus cando refugio en la quietud y el si lencio. El cerro estaba rematado por una tosca c ruz de madera cuya mis inera mantener alejados a los malos espr i tus, y haba unaenorm e losa con la hue l la de una pa ta hend ida , a la que lagente daba e l no m bre de Pisada de l Dia blo. Era un lugarmis te r ioso, pero en los das de verano a Vc tor le encantaba tenderse sobre la roca t ibia y contemplar las anchasextensione s de la fr t il l lanu ra do nd e las l neas rectas desauces y lamo s ma rcab an los canales de ir r igacin hacialas cadenas de mo nta as cos te ras en lontananz a . D et rs ,las cumbres nevadas de los Andes; cerca, los al tos y retorcido s cactus, los espino s secos y las rocas desn uda s dela ladera. Le hacan co mp aa gr i l los y lagart ijas. O bs ervaba la vida y las relaciones de los insectos y siemprerecoga piedras o plantas pecul ia res que l lamaban sua tenc in. Despus las guardaba ba jo su cama. Con e lt iemp o, Coca m e comen tar a : Vc tor s iempre se f i jabaen la forma y en la textura de las cosas. Al caer la tarde,se deslizaba lade ra abajo y corr a a su casa co m o si le persiguiera el diab lo.

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    El diablo a torm ent la infanc ia de Vc tor com o una Las huellas de ese trasfo ndo supe rst icioso y la sensi

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    f igura real y am ena zad ora qu e se lo l levara al etern o cast igo del inf ierno si se po rtab a m al. En la casa no h aba radio y las noches de verano los adultos solan sentarse atom ar e l ai re en la ga le r a , dond e conversab an y con ta ban histor ias. Vctor , acostado con los dems chicos, oael m ur m ul lo d e las voces a travs de las persianas abiertas .O a los cuentos que re la taban sobre los malos esp r i tus , sobre la Calchona , mi tad mujer y mi tad cabra , dequien dec an que acechaba en e l campo, para asus ta r alos caminantes a f in de que le entregaran sus bienes. Seen ter de la existencia de luces fugaces, qu e le alejaban aun o para s iem pre s i las segua , y pres t a tenc in sobreto do a las aparicion es del diablo .Aunque la familia no asist a regularmente a misa,algu nos r i tos rel igiosos forma ban parte esencial de su vida. Ms por superst icin que por un sentimiento autnt icamente re l igioso, ent regaban a la Virgen, para queahuyentara a la mala suer te , un dinero muy necesar iopara comp rar comida y ropa . . .

    Jugando al ngel y al diablojug and o al hi jo qu e no va a nacerlas velas siem pre ence ndid ashay qu e refugiarse en algode dnd e sale dineropara pagar la fe.Al pobre tan to lo asus tanpara que t rague todos sus do lorespara qu e su miser ia la cub ra de imgen esla luna siem pre es m uy l inday el sol mue re cada tard e.

    La luna siempre es muy linda48

    bi l idad a lo mgico a com paa r an a Vc tor a lo la rgo detoda su vida , ya fuera en pequeneces , com o una inexpl i cable aunqu e s iem pre lograda cu ra de las ver rugas , o encuest iones ms impor tantes , como una ext raa sensacin premonitor ia , casi una clar ividencia.Los hermanos e ran de persona l idad muy di fe rente .Mara, la mayor, estaba muy crecida para su edad. Cocaera am acho tada y recha zaba las tareas para nias; pre fer a correr como una salvaje con Lalo y saba pelear .Ent re los dos provocaban a Vc tor , que no slo e ra e lme nor y e l ms t ranqu i lo , s ino que los fas tidiaba po rqu eera indepe ndiente y parec a tener vida prop ia .M anu el era analfabeto. Lo n ico que esperaba de sushijos era verles en edad de ay ud arle en el traba jo de la tierra . Las ideas de Am and a eran o tras. Saba leer y escr ibiralgo insl i to en una person a de su condic in y es ta ba decidida a qu e sus hijos recibieran la mejor educ acinpos ible. To do s el los asist ieron reg ularm ente a la escuela.Vc tor e ra m uy bu en a lum no. Se inte resaba por tod oy abrumaba a los maest ros con preguntas , absorbiendoinformacin e ideas com o una esponja . Le gustaba par t i cipar en las funciones de f in de curso con obras cortasimprovisadas e inventadas po r los prop ios nio s y tenamu cho xi to com o ac tor. D os ao s seguidos fue e legidomejor compaero por sus condisc pulos , lo que no slosignif icaba que era el alumno ms popular de la clase,s ino la perso na m s idnea para rep resenta r los .Con poste r ior idad, los chicos recordar an los dasde Lonqun como una poca fel iz . Pese a las ausenciasde Manuel y a la vida espartana que l levaban, siemprehaba a lgo que com er y c ier ta paz y cont inu idad.Todo es to te rmin dramt icamente un da en quehabiendo sa l ido Amanda , como de cos tumbre , para e lrep arto d e la leche, y est and o los chicos s olos en la casa,

    49 Mara, que entonces tena trece aos, lavaba la ropa detoda la familia . Tena un cald ero de agua hirvien te s obre cana term inal de b uses, l legados de sde Talagante, la Islade Maipo y las provinc ias prx imas a Sant iago. Algunas

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    el fogn e intent empujar un gran tronco en el fuego,para avivar las l lamas. Sus hermanos vieron como, casien cmara lenta, el caldero se le volcaba encima. Marachil laba y chil laba, pero no saban qu hacer para ayudarla . Des espe rada, la nia sali a la carrera de la casa yse arroj en el arroyo, para tratar de al iviar el dolor .Coca fue a pedir auxil io, y Amanda, al volver , logr organizar un transporte que la l levaba a un hospital deSant iago, pues Lonqun carec a de se rvic ios mdicos .Mara pas casi un ao en el hospital . Amanda estaba embarazada de Roberto, el hi jo menor de la familia .La ayuda de Mara en el cuidado de sus hermanos eraindispensable, pues daba l iber tad a su madre para sal ir aganar dinero ext ra . N o se poda conf ia r en Manu el parareemplazarla y, ante la inminente l legada de otro nio,Am and a to m la dec is in de mudars e a Sant iago, con laesperanza de encont ra r u n t raba jo que pudie ra hacer s inaban don ar a sus hi jos .

    La Estac in Cent ra l de Sant iago, una const rucc inde hierro refundido diseada por Eiffel , se asentaba ene l coraz n de un ba r r io que parec a tener vnculos per durables con el lejano sur chileno y tambin con el campo circundante. Alrededor de las siete de la maana l legaban los lentos t r enes desde Puer to Mont t y Temuco,reple tos de mapuches cargados con ponchos , mantas yramos de f lores rojas de copihue para vender . Los vagones de madera iban l lenos de familias campesinas queemigraban a la c iudad, acar reando paq ue tes de comida ,pol los vivos y chor izos picantes de Chi l lan. No parecan alejarse de la estacin ms de lo que sus piernas lespermitan, y se mezclaban con los campesinos de la cer-5

    familias contaban con parientes instalados ya en la ciudad. Otras tenan que em pezar s in nada .Alred edor de la es tac in haba un co ncur r id o cent rocomerc ia l con pequ eas t iendas que vendan ropa de t ra bajo barata, ar t culos de mercera y mater ial elctr ico.Tambin haba fa rmacias , r es taurantes de aspec to sospechoso y bares que permane c an abie r tos toda la noche enlos bajos de edif icios destar talados cuyas plantas super iores se haban c onve r t ido en viviendas . Ango stas y oscuras escaleras desaparecan en lo al to, entre desc onc hadas pared es. Era el barr io de las pro sti tu tas. Lo s bu rdelesestaban concentrados en la calle Maip, f rente a la estacin, y era peligros o transitar d e noche p or al l .M uy cerca, sob re to do a un la do de la va frrea qu ellevaba al sur , se extendan manzanas y manzanas de casas bajas de techo plano, en srdidas calles. Cuanto msse alejaban de la Alameda, ms sucias y miserables sevolvan las calles, se vean ms n ios sucios y d escalzos,ms bor racho s deam bulab an en las esquinas , los per rosca lle je ros hamb r iento s revolvan la basura despar ram ada en las calzadas sin pavim entar , l lenas de ba ches; el estuco desmoronado daba paso a un pa isa je de madera ,lata y car tn. M s al l de los gas me tros, qu e cargaban ela i re con sus emanac iones , l legabas a un descampadodon de haba surgido la Pob lac in Nog ales . Era un lugargr is y depr ime nte ; ca luroso y polv or ien to en verano , seconv ert a en bar ro q ue l legaba a las rodil las con la aparicin de las l luvias invernales . Lo atravesaba u na alcantar i lla al aire libre, patio de jue go para los ni os, qu e h urgab an la bas ura d e sus orillas infestadas d e ratas e inclu sose ba aba n en l cua nd o haca calor .

    Aq ulla fue la pr im era experiencia urb ana d e Vctor .Apiados en una sola habi tac in, durmiendo juntos en

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    de clase, y los sbados por la maana, Vctor sol a ayu habiendo l l evado a casa de Vctor un d i sco de una her

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    dar la en e l pue s to o se ganaba unos pesos a carreand o sacos o canastas de los cl ientes del m erc ad o.Am anda ya no can t aba , en pa r t e po rque no t en at iempo pero tambin porque nadie se lo peda . En laciudad casi todas las famil ias tenan radio y escuchabanmsica de grupos comercia les que in terpretaban boleros , mambos , t angos , val ses peruanos y corr idos mexi canos . A n no haba com enzad o la invas in musical norteamericana.La gui tar ra de su madre yaca aban don ada en un r in cn y Vctor in ten taba pulsar sus cuerdas desc ubr ien doacordes y melodas de o do , haciendo su propia ms ica ,inven tando le t ras de canciones , pero con e l desesperad oin tento de a pren der a tocar co rrectam ente . Al l ado de lacasa haba un a bod ega co n un ba r i legal en el pat io t rase ro ,pe ro de sde la casa que estaba m s al l Vctor sol a ore l sonid o de una gui tar ra que a lguien tocaba mara vi l losamen te . U n d a enco nt r ab ier ta l a pue r ta de aquel la casa y apoy ado en el mar co , se que d escuch ando.El in trprete era el joven Orn ar Pulgar . Tena u nosdieciocho aos y haba recib ido a lguna formacin mu si cal . Su familia, venida a me nos al t raslad arse a Jota bec he,t ra taba de n o mez clarse con sus vecinos , pues se sent asuper ior . N o obs tan te , cuando Orn ar l evant la v i s ta dela gui tarra y vio a aque l chico, con quien se haba c ruz ado en oca siones p or la calle, que le escuchab a tan ca l ladoy a ten to , se d io cuenta de que la ms ica l e imp res ionabap ro fundam en t e .Or nar inv i t a Vctor a en t rar y se ofreci a en searle lo que saba . Le sorprendi la capacidad de Vctorpara abso rber toda s sus ensea nzas , y su habi l idad paracrear melodas y canciones . Ornar ignoraba que Amanda fuese can tante fo lk lrica slo la conoca co mo unapues tera muy t rabajadora del mercado, pero un d a ,54

    mosa cancin popular , no t que Amanda l loraba a l es cuchar lo .En su hogar Amanda era muy reservada y ocul taba sus sent imientos a sus h ijos . Exter ior me nte severa yfuerte, pareca inaccesible para el los, aunque en el t rabajo era muy sociable y de buen t ra to . Sus cons tantes es fuerzos haban mejorado la for tuna fami l iar , pero Manuel ya no v iv a con e l los . Cul t ivaba melones en unapequ ea p arcela a l sur de Sant iago , com prad a co n las ganancias obtenidas por Amanda en la pens in . A vecesVc tor le vea po r casua l idad, con su cabal lo y su carre ta,cuando l l evaba productos a l mercado.C u and o M ar a que s e hab a hecho en fe rm era s ecas , el la y su ma r ido se que dar on en la casa de Jo tab eche, mien tras el resto de la famil ia se mud ab a a un bar riocercano a l me rcado , det rs de la Es tacin C ent ra l , co nocido con el expres ivo nom bre de Chica go Chic o , debid oa la conc ent rac in de ladrones y del incuentes de tod o t i po que vivan all .La nica sa l ida de aquel ambiente de del i to o rgani zado, y la nica fuente de act ividad cul tural del barrioera la iglesia. En la ancha avenida Blanco Enc alada habaun cent ro cu l tural para jvenes , per teneciente a l a Accin Cat l ica . Temprano s n toma del movimiento quees taba en expans in a t ravs de Amrica Lat ina en suconjunto , l a Accin Cat l ica apuntaba a in teresar a losjvene s y la clase t rabajad ora en los asuntos d e la Iglesiay de la comun idad . M s tarde, muc hos de aquel los jvenes se h ic ieron mi l i t an tes del Par t ido Dem ocratac r i s t i a-n o ,cu and o s te se cre .Vctor se uni a aquel grupo c om uni tar io en su ado lescencia, y al l conoci a otros jvenes de sus mismosorgenes. Cantaban, escuchaban msica clsica, sal an deexcurs in , jugaban a l f tbol y formaron un coro . Por

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    supuesto, la part icipacin tambin significaba asist i r re y era propietar io de un camin que pareca a puntode caerse en pedazos cada vez que se pona en marcha

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    gularm ente a misa , es tudiar l a v ida de los santos y asum irla defensa de la rel igin c ontr a la herej a.En t re ta n to , comp laciente con los deseos de su m adrey con la idea de pode r ayu dar la en e l nego cio , Vctor es tudiaba en un ins t i tu to comercia l , donde la educacinse or ien ta ba hacia l a contabi l idad . P ero Vcto r odiaba lacontabi l idad y s iempre obtena notas mediocres en sustrabajo s. Su sue o secreto consist a en hacerse sa cerd ote,que le pareca el ideal ms elevado al que poda aspirar.Le p reocupaban s u he rm ano y s u he rm ana C oca ,que t i empo at rs haban abandonado los es tudios . Lalohaba s ido pad re a los d ieci si s aos . Coc a haba qued ado e mba razad a e in ten tado su ic idarse . A pesar de los es fuerzos de Amanda, ambos se haban mezclado con lasbandas locales.Luego, un d a de marzo de 1950, un d a normal deprin cipio s del curso escolar, fueron a busc ar a Vc tor a laescuela y l e comunicaron que Amanda haba muer to deun a taque ca rd aco mien t ras serva la comida en e l mercado . Fue el f in de una poc a.

    Vctor t en a quince aos cuando Amanda muri . Sumuer te s igni f ic una profunda conmocin para l ; l aquer a en t raablemente y s iempre haba cre do que a l gn d a podr a ayu dar la y descargar la de sus duras obl i gaciones . Y entonces exper iment una sensacin de deso lacin y vaco , casi de rem ordim iento .F ue en P ob l ac i n Noga l es donde encon t r am i gosde ve rdad que l e ayud aron . J u l i o y Hum be r t o M orga dohaban s ido compaeros suyos en la escuela pr imar ia ,y s u