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aciendo un recorrido por los pro-cesos de historización de aconte-cimientos sumamente traumáti-

cos para los pueblos que los vivieron ypara la humanidad toda -como el geno-cidio nazi, la guerra civil española ylos crímenes stalinistas, por citar sóloalgunos- podemos inferir que luego detantos años resta completar el pasaje dela memoria, del archivismo, de la mu-seificación a la construcción de unahistoria que pueda ser patrimonio co-mún aún con matices políticos e ideo-lógicos diferenciados.

En nuestro caso, por cumplirse na-da más -y nada menos- que treintaaños del golpe de Estado que instauróla dictadura más sangrienta de nuestrahistoria, queda un largo recorrido porhacer para entramar el trabajo de his-toriadores, filósofos, sociólogos, poli-tólogos, periodistas, escritores, cineas-tas, protagonistas directos o indirectosdel período histórico del que tan pro-fundamente este año se hablará, y con-vertirlo en un corpus trasmisible.

Los trabajadores de la educación detodos los niveles de la enseñanza tene-mos mucho para hacer en este camino.

Hasta aquí, con avances, retrocesosy algunas cristalizaciones, hemos tra-bajado en la procura de la memoria,hemos luchado contra la negación,creemos que bastante exitosamente.

Muchos docentes asumen la res-ponsabilidad de enseñar los horroresdel terrorismo de Estado y hay un pisode consenso muy mayoritario en rela-ción al Nunca Más. Es verdad que mu-chos quedan sólo en eso, el recordato-rio en la modalidad de la efemérides odel epitafio cuando se ponen placas ose hacen monumentos a víctimas de larepresión en escuelas y plazas, lo cualno es poco y es muy importante comoreparación y reivindicación de quienesdieron su vida por un proyecto de paíscon acceso a una vida digna para todosy todas. Pero definitivamente no al-canza.

Es imprescindible que desde la for-mación docente, tanto en InstitutosSuperiores como universidades, seprepare tanto a los futuros docentes

como a los que ya están en ejercicio para que estén en condiciones de abordar laenseñanza de la historia reciente, no solamente desde lo fáctico sino, y funda-mentalmente, desde el análisis de la continuidad histórica de los procesos polí-ticos económicos y sociales que hicieron posible que en nuestro país acontecie-ra el último genocidio.

Debemos conseguir que nuestros compañeros/as logren preguntarse, para po-der transmitir esa pregunta: ¿qué tuvo que ver el genocidio de nuestros pueblosoriginarios que acompañó el proceso de organización nacional en el siglo XIX conel genocidio de los 70 que preparó el modelo de país que dejaría sin acceso a losmás elementales derechos económicos y sociales a dos tercios de su población?

Deberíamos poder preguntarnos y promover la pregunta acerca de cuáles fue-ron las matrices políticas, ideológicas y culturales que posibilitaron la desapari-ción física y el robo de bebés; cuál fue el papel de la educación en la conforma-ción de un sentido común que en buena medida bancó la dictadura, etc, etc.

Seguramente hay infinidad de preguntas para formular y las generaciones quevan surgiendo se atreven a hacer preguntas que a las anteriores no se les hubie-ran ocurrido.

Hay tarea para hacer y contamos para hacerla con muchos recursos: los testi-monios de los protagonistas que pueden aún aportarnos la narración directa de lasexperiencias políticas de los 50, 60 y 70, numerosos textos escritos los últimos

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l propósito de este artículo es ofrecer una guía de análisis mu yg e n e ral sobre las causas que llevaron a la instalación de la dic-t a d u ra, los objetivos que la guiaron y las consecuencias que

sus políticas han tenido.La intencionalidad: colaborar con la reflexión que los trabajadores

de la educación desarrollaremos con nuestros alumnos sobre estosterribles sucesos. Tema tan vasto será, seguramente, motivo de de-bates. También este artículo es una invitación al mismo.

Hoy, cuando parece que vivimos en un mundo sin memoria, reali-zar un de nuestra historia es un paso imprescindible pa-ra construir un futuro distinto. Sin analizar el pasado, no se compren-de el presente. Sin comprender el presente, no se tienen las herra-mientas para transformarlo, para encontrar ese que anida en él.

tiempos, algunos documentales muyvaliosos -todavía falta la gran películade ficción sobre el tema-, las investiga-ciones hechas por universidades y or-ganismos de derechos humanos, etc.

Desde nuestra organización sindi-cal debemos seguir luchando por unatransformación de los diseños curricu-lares y de la formación docente quepermita sacar la historia reciente dellugar ritualizado de la efemérides yubicarla como instrumento fundamen-tal de compresión de la realidad parapoder transformarla.

Esta tarea que necesariamente de-bemos llevar adelante con otras orga-nizaciones, tiene que enraizar en nues-tras escuelas utilizando como herra-mientas la historia oral y la reconstruc-ción de las luchas populares.

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egún sus protagonistas, el golpe se produjo pues lasFuerzas Armadas tuvieron que hacerse cargo del go-

bierno frente a la situación de caos que vivía el país, defi-nida por el “vacío de poder político”, “el ter rorismo” y“la economía dislocada”.1

La argumentación, característica de los golpes de esta-do, encubre parte de la realidad. Es cierto que había unasituación caótica, pero también que los grupos que pro-movieron el golpe habían con-tribuido a generarla. Y las Fuer-zas Armadas tenían un claroproyecto político. El fracaso dela “Revolución Argentina” loshabía convencido de que eraprecisa una profunda reorgani-zación de la sociedad. Obliga-dos a entregar el gobierno en1973, esperaban retomarlo. Laplanificación concreta del golpecomenzó más de un año antes.

La intervención militar ten-dría un carácter conservador yreaccionario. La proclama del24 de marzo señalaba la necesi-dad de reestablecer la “vigenciade los valores de la moral cris-tiana, de la tradición nacio -nal” , “de la seguridad nacio-nal” y establecer “una relaciónarmónica entre el Estado, el capital y el trabajo”. Suspropósitos, “terminar con el desgobierno, la corrupción yel flagelo subversivo”, rechazando “todos los extremis-mos” y “cualquier demagogia”.2 Esto significaba acabarno sólo con los sectores de izquierda que buscabanuna transformación radical de la sociedad, sino tam-bién modificar profundamente el país forjado por elperonismo treinta años antes. El fin era consolidar eldominio de la clase dirigente, acabar con la inestabi-lidad política y económica que hacía veinte años lesimpedía gobernar sin sobresaltos el país.

1. Martínez de Hoz, José Alfredo. “Quince años después” . B u e n o sAires Emecé. 1991. Cit. Caraballo, Lil iana; Charlier, Noemí; Ga-rull i, Lil iana. “La Dictadura (1976-1983). Testimonio y documen -t o s ”. Buenos Aires, CBC, 1996.

2. Palermo, Vicente; Novaro, Marcos. “La dictadura militar 1976-1983: Del golpe de Estado a la restauración democrática” . B u e-nos Aires Paidós, 2003.

as FF.AA., orientadas por la Doctrina de la SeguridadNacional, implementaron un régimen de Terrorismo de

Estado, un plan sistemático de secuestros, desapariciones,torturas y exterminio de dirigentes y militantes del campopopular, no sólo de los combatientes armados. Política queademás de aniquilar a las organizaciones revolucionarias,buscaba descabezara las organizaciones populares máscombativas e intimidar al resto, sembrando el terror en la

sociedad, a fin de disciplinarla. Porello, la categoría subversivoera muyamplia. Abarcaba todo tipo de activis-tas, delegados sindicales, militantespolíticos, sociales, estudiantiles, etc.Los trabajadores fueron particularmen-te golpeados. El Terrorismo de Estado era la precon-dición necesaria para aplicar el planeconómico de Martínez de Hoz sin re-sistencia. Según el diagnóstico neoli-beral, los problemas argentinos se de-bían a la intervención del Estado en laeconomía, que ahogaba la iniciativaprivada; al carácter cerrado de la eco-nomía, que la hacía poco competitiva;al gasto público excesivo; y al desin-centivo de los productores más eficien-tes, el sector agropecuario, que debíasubsidiar a la industria y a los consu-midores. Achicar el Estado, abrir la

economía, reducir el déficit y apoyar la producción agro-pecuaria eran sus propósitos manifiestos.

Pero el problema real era que Argentina tenía una eco-nomía industrial, orientada al mercado interno, con bajo

desempleo. Esto le daba muchopoder a los sindicatos para de-fender el salario. Y además po-dían establecer acuerdos con losempresarios ligados al mercadointerno, en defensa del salario,que a la vez era consumo, for-mando una alianza que podíabloquear las iniciativas de lossectores económicos dominan-tes (capital extranjero, oligar-quía terrateniente). El plan eco-nómico atacaba las bases estruc-turales de estos sectores, promo-viendo la desindustrializaciónque, al reducir la cantidad deempresas nacionales y de traba-jadores industriales, haría lopropio con su poder.

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3 4os grandes empresarios, sobre todo el sector li-beral. En 1975 se conformó la Asamblea Per-

manente de Entidades Gremiales Empresarias,donde gran parte de los sectores capitalistas con-centrados confluyeron con intenciones desestabili-zadoras (Sociedad Rural Argentina, Bolsa de Co-mercio, Asociación de Bancos Argentinos, entreotras).

- La mayor parte de la jerarquía católica.Adolfo Tortolo, presidente de la ConferenciaEpiscopal Argentina y Vicario General de lasFuerzas Armadas pronosticó (en diciembre de1975) el inicio de “un proceso de purifica-ción” 3 encabezado por las FF.AA. Sólo cuatroobispos sobre ochenta se pronunciaron pública-mente contra la represión ilegal, y un puñadomás aceptó recibir a los familiares de desapare-cidos luego del golpe.

- Intelectuales y medios de prensa de la dere-cha. Por ejemplo, La Nación y La Prensa, que des-de 1973 tenían una línea marcadamente opositoraal gobierno peronista; Mariano Grondona, que yahabía trabajado preparando el golpe contra Illiadesde Primera Plana; Ricardo Zinn, quien elabo-ró el plan que aplicó el ministro de economía Ro-drigo en 1975 y luego fue integrante del gabinetede Martínez de Hoz.

- Partidos políticos de derecha: Nueva Fuerza,Demócrata Progresista, Socialista Democrático,Federal, partidos conservadores provinciales. Susdirigentes luego fueron colaboradores y funciona-rios de la dictadura.

3. Mignone, Emilio. “Iglesia y Dictadura”. Buenos Aires, Uni-versidad Nacional de Quilmes/ Página 12, 1999.

espués de la muerte de Perón, el gobierno de Isabel Perónfue perdiendo todo apoyo y legitimidad política, pues aban-

donó totalmente las pautas programáticas de 1973, en tanto laeconomía escapaba a su control, y crecían el conflicto social yla violencia política.

El gobierno quedó bajo la influencia de los sectores de dere-cha del peronismo. Se rompieron las alianzas realizadas por Pe-

rón con otros sectores. Creció la represión a la izquierda: se in-tervinieron las Universidades y los sindicatos opositores. Se in-tensificó el accionar de los escuadrones de la muerte (AAA,Alianza Anticomunista Argentina), integrados por los serviciosde inteligencia y la derecha peronista. Paralelamente, tambiénse incrementó la acción guerrillera. El gobierno dio un papelprotagónico en la represión a las FF.AA., que recuperaron espa-cio político. Para combatir al Ejército Revolucionario del Pue-blo (ERP), en Tucumán, el ejército puso a prueba los métodosque luego utilizaría en la guerra sucia. La creciente violencia,uno de los argumentos para el golpe, era fomentada en gran me-dida por la propia derecha.

La política económica también giró hacia la ortodoxia. Inclu-so se intentó aplicar el primer experimento neoliberal, con Ro-drigo, si bien la movilización obrera lo impidió. Esto robustecióel consenso capitalista sobre la necesidad del golpe. El desgo-bierno económico era incentivado por estos sectores (remarca-ción de precios, paros patronales, etc.).

La lucha interna desgastó al gobierno. A la ruptura definitivay la guerra abierta con la izquierda peronista, siguió la lucha en-tre la burocracia sindical y el lopezreguismo y la ruptura en elpartido entre verticalistas y antiverticalistas, que terminó de ais-lar a la presidenta. En este desenlace colaboraron la ineptitudpolítica de Isabel y quienes la rodeaban.

Este cuadro llevó, sobre todo a los sectores medios, a ver a lasF F.AA. como una garantía del orden. Entre los trabajadores, queaún sostenían luchas defensivas, tal vez lo que primó en su acti-tud fuesen decepción e impotencia, pues éste había sido su go-bierno. En definitiva, como lo señaló Rodolfo Walsh en su C a rt aA b i e rta a la Junta Militar, lo que las FF.AA. liquidaron no era elgobierno de Isabel Perón, sino “ la posibilidad de un proceso de -m o c r á t i c o ”donde el pueblo remediara los males que lo aqueja-ban, pues sólo faltaban nueve meses para las elecciones.

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a democracia tenía escaso valor en la Argentina. Losgrupos dominantes y sus partidos afines no creían en

ella. Desde 1916 nunca pudieron articular una fuerza polí-tica capaz de lograr un consenso de masas. Por ello utiliza-ron a las fuerzas armadas como un instrumento al serviciode sus intereses. Desde el golpe del 30, cuando la élite go-bernó directamente fue mediante dictaduras, gobiernos ci-viles tutelados por las FF.AA., y proscripciones de las ma-yorías populares.Las fuerzas armadas se transformaron en un actor más deljuego político, con cierta autonomía, conformando lo queluego se llamó el Partido Militar. Buena parte de los parti-dos liberales tradicionales que invocaban la democracia nohabían dudado en golpear la puerta de los cuarteles. Losgolpes eran cívico-militares, los partidos actuaban a travésde ellos. Para los peronistas, la democracia era la banderapoco creíble esgrimida por los golpistas del 55; para la iz-quierda ocultaba el carácter de dominación de clase de lasdemocracias burguesas.

Frente a la crisis política de 1975-76, como de hecho seaceptaba ese papel tutelar de las FF.AA., la mayor parte delos partidos no golpistas, luego de una serie de infructuososesfuerzos por buscar una salida (que intentaban el desplaza-miento de la presidenta), se resignaron a la intervención delas FF.AA. y más bien comenzaron a pensar cómo se reaco-modarían luego. Esta falta de opciones se puso de manifies-to tanto en el discurso que Ricardo Balbín -líder de la UCR-pronunció dos semanas antes del golpe, como en la actitudde espera de los dirigentes peronistas.

l retorno del peronismo al gobierno fue la culminación deun largo ciclo de luchas populares y a la vez, un repliegue

de los sectores dominantes.El gobierno de Cámpora mostraba la voluntad de cambio de

la sociedad. Pero en Ezeiza estallaron las contradicciones. Enel peronismo convivían sectores antagónicos. Los principaleseran la Tendencia re v o l u c i o n a r i a, el sindicalismo ortodoxo yla extrema derecha, agrupada en torno a López Rega.

Hasta allí, el protagonismo lo tenía la izquierda peronista,movilizada para construir la Patria socialista. Pero Perón te-nía otro proyecto, aspiraba a reeditar la alianza entre empre -sarios nacionalesy trabajadores. La herramienta era el PactoSocial, un acuerdo entre la CGT, la CGE (Confederación Ge-neral Económica) y el Estado, para estabilizar la economía,redistribuir el ingreso y luego avanzar en otras reformas eco-nómicas. Estas nunca terminaron de implementarse. La estra-tegia suponía también el apoyo de la oposición (sobre todo dela UCR) para consolidar el orden institucional. Con estosacuerdos se contrapesaría el poder de las FF.AA. y los gruposempresarios adversos.

El plan fue recibido con recelo por el capital extranjero, los

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n los 60, organizaciones y militantes de diversas orientaciones ideológicas (marxistas,peronistas, cristianos) se fueron radicalizando, en un proceso con raíces en la resistencia

peronista, la renovación de la Iglesia y las nuevas corrientes de la izquierda en el mundo.Coincidían en poner el acento en la necesidad de un cambio revolucionario en la sociedad.

En el movimiento obrero, se afirma una corriente combativa; en la iglesia el Movimien-to de Sacerdotes para el Tercer Mundo; el movimiento estudiantilse radicaliza; surgen diversos movimientos sociales, etc. Algunasorganizaciones políticas llegan a la conclusión que el único cami-no para lograr los cambios era la lucha armada.En el enfrentamiento contra la dictadura de Lanusse, tanto las or-ganizaciones de masas como las armadas cumplieron un papel im-portante, pues fue el temor a una guerra civil -espoleado por Pe-rón- lo que obligó a las FF.AA. a dar una salida democrática sincondiciones. Buena parte de estos grupos finalmente ingresan alperonismo. La campaña electoral también fue protagonizada por laJuventud Peronista.En el gobierno de Cámpora, estos sectores empujaron un procesode movilización. Sobre la base del importante papel jugado hastael momento creyeron que liderarían la construcción del socialismonacional. Desautorizados por Perón, dieron la lucha política. En lamedida en que su campo de acción se acotaba, volvieron a las ar-mas.Se internaron en una espiral de violencia, donde la lucha fuecada vez más militar y menos política, lo cual los llevó a un calle-jón sin salida, donde no podían vencer y su acción fortalecía la de-

recha, al darle argumentos para el golpe. Distinto al caso del ERP, que si bien tuvo disensosinternos, nunca abandonó la lucha armada.

Tomada en conjunto, la acción de las organizaciones armadas durante el gobierno pero-nista resultó contraproducente para el campo popular y las propias organizaciones, que ex-puestas en demasía frente a un enemigo superior militar y políticamente, fueron destruidas.En ese clima, las organizaciones de masas más combativas encontraron poco espacio paradesarrollar su política. En definitiva, los sectores que buscaban un cambio radical de la so-ciedad no pudieron hacer que ésa fuese una opción de masas.

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grandes industriales y los terratenientes, por dirigista y esta-tista. La izquierda también lo rechazó, pues lo veía como unfreno para la transformación social.

Perón comenzó a desmontar las posiciones de la izquierdaperonista, se apoyó en el sindicalismo ortodoxo y en los sec-tores de centro y derecha del movimiento. La Tendencia resis-tió movilizándose. El clima político, se enrareció: el comien-zo del accionar de la Triple A; el asesinato de Rucci; medidaspolíticas orientadas contra la izquierda (leyes, intervencionesa provincias); ataques del ERPa unidades militares; la ruptu-ra pública se produjo el 1º de mayo.

El Pacto Social enfrentó dificultades (inflación, reclamosobreros y empresarios). El establishmentpresionó. Perón, el12 de junio, hizo un último intento de reencauzar el proyecto.Su muerte lo desbarató.

La ironía de esta historia fue que para afirmar su proyecto,Perón se apoyó en la derecha del movimiento. Y a su muerte,fue ese sector quien lo desechó. Tal vez previendo este desen-lace fue que en su último discurso ante los trabajadores (losúnicos que le habían permanecido fieles), expresó que el pue-blo era su único heredero.

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as políticas de la Dictadura modificaron pro-fundamente la sociedad, logrando parte de sus

propósitos. Consiguieron desarticular a las clases y secto-

res sociales ligados al modelo industrialista, rom-piendo el empatesocial existente hasta 1976. So-bre todo, la clase trabajadora ya no tendría el pro-tagonismo de la etapa anterior, afectada por laprecarización laboral, por la desocupación, comotambién por la pérdida del poder y el desprestigiodel sindicalismo tradicional.

También ayudaron al afianzamiento de un nue-vo modelo económico y de las clases dominantes,favoreciendo la consolidación de los grupos eco-nómicos nacionales. Y apareció en escena unnuevo actor: los acreedores externos, acompaña-dos por organismos como el FMI y el BancoMundial.

Asimismo, la democracia recuperada adolecióde limitaciones, los partidos mayoritarios fueron

uego de la caída del peronismo, el movimiento obrero sostuvo grandes luchas.En los 60 se consolida organizativamente, se transforma en un factor de poder,

por su poder de movilización, sus recursos financieros, y también porque represen-ta políticamente a los trabajadores, mayoritariamente peronistas.

La principal corriente sindical es el vandorismo. Su lema esgolpear y negociar, obtener beneficios para los trabajadores, yconsolidar su poder. Pérdida de democracia sindical, patoteris-mo, corrupción, algunos de sus rasgos. Durante la RevoluciónArgentinasu poder es cuestionado. Renace una corriente com-bativa, que retoma el espíritu de la resistencia peronista juntocon nuevos postulados, agrupada en la CGTde los Argentinos.Poco después surge el sindicalismo clasista, sobre todo en el in-terior. Los trabajadores se movilizan para reconquistar el prota-gonismo perdido.

El retorno del peronismo al gobierno encuentra a la burocra-cia sindical debilitada. Han apostado tibiamente a la vuelta dePerón. Desconfían del Pacto Social, que limita su capacidad deacción. Son crecientemente cuestionados por sus bases. Pero co-mo resultan imprescindibles para sostener el Pacto Social, Pe-rón, a cambio de su apoyo, los respalda. Se alían con López Re-ga contra la Tendencia. Los trabajadores apoyan a los líderessindicales y a Perón, aunque también libran luchas reivindicati-vas. El sindicalismo combativo, en tanto, no logra consolidarsus posiciones en los sindicatos, que irá perdiendo.

Muerto Perón, el sindicalismo ortodoxo lleva adelante una ofensiva contra lossindicatos opositores e impulsa la renuncia del ministro Gelbard. En 1975 enfren-tan a Rodrigo y López Rega, presionados en parte por los trabajadores y los secto-res combativos. Son las últimas grandes luchas de período. En definitiva, no supie-ron, cuando eran el principal soporte del gobierno, formular una política que resol-viera la crisis. Entonces también comenzaron a esperar el golpe, pensando en lue-go volver a golpear y negociar. Pero las condiciones ya no serían las mismas.

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a guerra fría: el enfrentamiento entre los países comunistas (URSS, China, etc.) yel occidente capitalista (EE.UU., Europa occidental) cubrió la escena internacio-

nal. América Latina estaba ubicada dentro de la esfera de influencia de los EE.UU.Sus políticas hacia la región tuvieron importancia. Fue significativa la influencia so-bre los ejércitos de la región de la Doctrina de la Seguridad Nacional, tomada acti-vamente por los militares argentinos, reemplazando la idea dedefensa de la fronterapor la de enemigo interno. Bajo este mar-co se desarrolló el Plan Cóndor. La influencia yanqui tambiénse sintió a través de los organismos multilaterales, las empresasmultinacionales, los medios culturales y de prensa. En realidad,bajo el supuesto de frenar el avance del comunismo, se buscóimpedir la formación de gobiernos populares, que obstaculiza-ran la expansión de los EE.UU, de sus valores, modos de viday sobre todo su comercio.

La influencia de la Revolución cubana: más allá de la influen-cia que el clima de época de rebeldía tuvo en general, los gruposrevolucionarios argentinos se vieron muy influenciados por elejemplo de la revolución, muchos c u a d ro sviajaron a la isla, don-de recibieron formación política y militar. Los cubanos apoyaronla instalación de distintos f o c o si n s u rgentes en América Latina (elmás conocido, en Bolivia, donde murió el Che). Sobre todo, larevolución cubana fue muy atrayente porque era el ejemplo deuna revolución triunfante. El método: la lucha armada.

La crisis del capitalismo: diversos elementos, entre ellos, lacaída de las ganancias de las empresas y la crisis del petróleo, llevaron a una crisisdel modelo económico mundial. Esto hizo que, por una parte, cambiaran las condi-ciones del comercio mundial, lo que influyó directamente en nuestro país. Así, el cie-rre del mercado europeo fue uno de los elementos que precipitó la crisis económicade 1974-1975. Por otra parte, comienza el fin de las políticas keynesianas. Desde loscentros de poder se expanden las propuestas neoliberales, que se aplican por primeravez en Chile, bajo la dictadura de Pinochet.

cooptadosprogresivamente por el poder, lo cual limitó laposibilidad (y la esperanza que se tenía en un comienzo)de recuperar por su medio todo lo perdido.

El resultado final de estas políticas es conocido: el au-mento de la polarización económica y la dualidad social,el progresivo empobrecimiento de importantes sectoressociales, la gran concentración del ingreso.

Sin embargo, las clases dominantes no lograron todossus propósitos.

En primer lugar, el propio retorno a la democracia fue(al menos en parte) resultado de una conquista popular,pues los sectores de poder apostaban a una salida conti -nuista del Proceso. Decimos parcialmente porque tam-bién cambió en ese momento la política del Departamen-to de Estado de los EE.UU., que a partir de los 80 impul-saron el retorno a la democracia en América Latina. Ytambién fue fruto del descalabro de Malvinas.

Tampoco pudieron impedir el resurgir de las luchassociales y sindicales ni la aparición de nuevos movi-

mientos sociales (entre ellos un nuevo sindicalismo) queenfrentaron las políticas neoliberales.

En el plano de los Derechos Humanos, la resistenciade los organismos fue importante para la recuperación dela democracia primero y, posteriormente, para el avanceen el juicio y castigo de los culpables.

Las FF.AA., no sólo quedaron totalmente despresti-giadas, sino que perdieron el papel tutelar que habían te-nido en la política argentina, sufriendo un acentuado pro-ceso de desintegración interna.

Finalmente, en los últimos años, tomando como pun-to de inflexión el estallido del 2001, hay una recupera-ción en el movimiento popular. Aún con divisiones y de-bilidades, comienza a despuntar otro tipo de lucha, pararecuperar todo lo perdido.

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