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Universidad de La Salle Universidad de La Salle Ciencia Unisalle Ciencia Unisalle Filosofía y Letras Facultad de Filosofía y Humanidades 2020 Ursúa la conquista en la voz media de un mestizo Ursúa la conquista en la voz media de un mestizo María Teresa Garzón Velandia Universidad de La Salle, Bogotá Follow this and additional works at: https://ciencia.lasalle.edu.co/filosofia_letras Part of the Philosophy Commons Citación recomendada Citación recomendada Garzón Velandia, M. T. (2020). Ursúa la conquista en la voz media de un mestizo. Retrieved from https://ciencia.lasalle.edu.co/filosofia_letras/129 This Trabajo de grado - Pregrado is brought to you for free and open access by the Facultad de Filosofía y Humanidades at Ciencia Unisalle. It has been accepted for inclusion in Filosofía y Letras by an authorized administrator of Ciencia Unisalle. For more information, please contact [email protected].

Ursúa la conquista en la voz media de un mestizo

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Page 1: Ursúa la conquista en la voz media de un mestizo

Universidad de La Salle Universidad de La Salle

Ciencia Unisalle Ciencia Unisalle

Filosofía y Letras Facultad de Filosofía y Humanidades

2020

Ursúa la conquista en la voz media de un mestizo Ursúa la conquista en la voz media de un mestizo

María Teresa Garzón Velandia Universidad de La Salle, Bogotá

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Part of the Philosophy Commons

Citación recomendada Citación recomendada Garzón Velandia, M. T. (2020). Ursúa la conquista en la voz media de un mestizo. Retrieved from https://ciencia.lasalle.edu.co/filosofia_letras/129

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URSÚA: LA CONQUISTA EN LA VOZ MEDIA DE UN MESTIZO.

Requisito parcial para optar al título de Filósofo

PROFESIONAL EN FILOSOFÍA Y LETRAS

FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS

UNIVERSIDAD DE LA SALLE

(2020)

MARÍA TERESA GARZÓN VELANDIA

Directora:

ALEJANDRA OLARTE FERNÁNDEZ

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LISTA DE CONTENIDO

Introducción… ................................................................................................................... 3

1. Ursúa, novela de los conquistadores ............................................................................. 8

1.1 Escenario de tensiones y hostilidades entre dos culturas ......................................... 8

1.2 La paradoja de la conquista: experiencia vital de sus protagonistas ...................... 18

2. El mestizaje como nuevo espacio cultural ................................................................... 22

2.1 Primeros mestizajes: El proceso de aculturación, de la violencia a las

libres asociaciones ............................................................................................... ,23

2.2 Construcción del sujeto mestizo ............................................................................. 26

2.3 El entrecuzamiento de dos conquistadores, símil del encuentro

de dos continentes ..................................................................................................31

2.4 Tensiones interusbjetivas en la manifestación de la identidad ................................. 36

3. Conclusiónes ............................................................................................................. 38

BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................................. 40

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INTRODUCCIÓN

De la trilogía conformada por las novelas Ursúa (2005), El país de la canela (2008)

Premio Rómulo Gallegos en 2009 y Serpiente sin ojos (2012), que narra eventos de la

conquista y colonización americana, hemos escogido a Ursúa por narrar de manera

particular, los sucesos ocurridos en lo que hoy es territorio colombiano, lo que brinda un

mejor conocimiento de nuestros ancestros y cultura propia. Ospina se inspiró para la

composición de la trilogía en la obra “Elegías de Varones Ilustres de Indias” del siglo XVI,

de Juan de Castellanos, para analizar el amplio problema, que para el imperio español,

originó la proyección del Nuevo Mundo sobre la América recién descubierta.

La primera entrega de la trilogía: Ursúa (2005), novela documentada históricamente en

las crónicas de Fray Pedro Simón, Pedro Cieza, Lucas Fernández Piedrahita y Gonzalo

Fernández de Oviedo, ilustra el paso que Ursúa conquistador español de Navarra hace por

el territorio de las gobernaciones que llegaron a ser Colombia. Pasa por la tierra de los

Panches de Neyva a orillas del Yuma, hoy el Magadalena, hasta el nordeste del cañón del

Chicamocha, funda Pamplona, llega a Chinacota hasta el Catatumbo y parte en busca

de esmeraldas a la tierra de los muzos a quienes traiciona. En la batalla de Origua contra

el señor del Tayrona resiste al asedio de tres mil indios y tras una orden de captura por

sus crueldades con los indios huye junto a su amigo el letrado Juan de Castellanos

refugiándose en los páramos de Pamplona y escampa a caballo rumbo a la Barranca

Bermeja.

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Estas travesías permiten responder a la necesidad de saber cómo fue el siglo XVI y

cómo nace este país. En entrevista para la Revista Diners (2005), Ospina resalta que: “Los

colombianos tenemos la necesidad de saber de dónde procedemos y estas novelas mías,

interrogan la época del choque de culturas, de razas, del cruce de las mitologías de los

sueños de dos regiones del mundo y cómo nacieron estos sueños nuestros, como nació el

territorio nuestro, como nació la América en la que hoy vivimos". Como dije, el

acontecimiento de la conquista se manifestó en forma diferente para cada región. Las

características de sus habitantes, su propia cosmogonía, la percepción de la realidad, su

dialecto, su forma de sustento, de comercio, sus mitos; todo ello hizo parte del tejido

ideologico de la conquista que Ospina narra, entretejiéndola con las travesías del

conquistador español.

Entre los análisis y estudios realizados sobre la trilogía de Ospina encontré varias

reseñas y artículos de prensa, revistas culturales y blogs. Particularmente escritos acerca de

la novela Ursúa encontré el de Lombana Ruiz Sonia Consuelo, Pedro de Ursúa: Un

mestizo cultural (2015)., quien alude sobre lo anteriormente mencionado afirmando que:

“la matriz histórica de un pueblo se puede explorar desde diversas configuraciones

discursivas e imaginarias” . p.6. Por esto puedo decir que el tratamiento ficcional no sería el

mismo para una región austral como por ejemplo Chile, menos exuberante en su

vegetación, que los países ubicados sobre la línea ecuatorial, conquistados por los mismos

españoles, pero marcados por su geografía. De esta manera, la trilogía se inscribe como

una propuesta de diálogo con el tiempo pasado a través de la imaginación que crea y

combina el surgimiento de nuevos significados y sentidos en la construcción de la historia.

Page 6: Ursúa la conquista en la voz media de un mestizo

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Gracias a las complejas reflexiones que la ficción permite, posibilitando una intrusión en

la historia para cuestionar lo que ocurrió o dejó de ocurrir. Ospina indaga y descifra la

historia a partir de los propios acontecimientos, describiéndolos por medio de un discurso

ficcional como estrategia apropiada para representar la pasada realidad. Este tratamiento

ficcional describe los encuentros y desencuentros entre las dos culturas, personificado unas

veces en quienes ostentan el poder, reyes, conquistadores, letrados, recreando su

humanidad, su grandeza y sus debilidades. Otra acerca al soldado común, al nativo, a la

indígena que asume el cambio drástico de encaminarse al combate, ó de aceptar su nuevo

rol de esclavo. De ahí el término “voz media”, pues gramaticalmente, esta se asocia al

verbo, que permite decidir si el sujeto es un sujeto agente o un paciente, es decir, su papel

temático dentro de la oración.

Este concepto significa, en parte el papel de Cristóbal en la obra de Ospina, pues no es

protagonista y como mencioné es un personaje anónimo, que narra la historia; pero su

nombre aparece ya en la última entrega de la trilogía. Él se une al grupo de Ursúa, como un

soldado más en la expedición al perú, en busca de la canela balsamica. Sus experiencias son

las de un subalterno al mando de un noble guerrero español, extraviado en tierras inhóspitas

y salvajes, a quien el destino le juega una mala pasada. Como muchos llegó a América en

busca de algo de riqueza, algo que resultó en una confusión, casi laberíntica para el. En la

lógica ficcional que imagina personajes y situaciones le permite al autor la exploración más

detallada del periodo de conquista del siglo XVI, a través de artificios novelescos que

mantienen los planos de la ficción y la realidad en una razonable coherencia.

En este texto repasaré el momento histórico de la conquista americana para demostrar la

hipótesis inicial: Ospina a través de la vista privilegiada del mestizo, como el hijo de la

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colonización cultural, –Nuevo sujeto cultural-; buscó armonizar la colisión trágica, el

contacto entre las dos culturas, enfrentadas. Para ello presentaré dos capítulos que

responderán al objetivo principal de analizar la visión del mundo desde un sujeto mestizo,

representado en la novela Ursúa, considerando, que es este un estado discursivo nuevo.

Así en el primer capítulo titulado: “Ursúa: novela de la conquista, escenario de tensiones

y hostilidades entre dos ancestros nobiliarios”, haré un breve análisis del estilo y de la

estructura narrativa presentes en la obra, al mismo tiempo que indagaré por la concepción

de mestizaje originado durante la conquista y la colonización americanas. En este camino

aludo a la vía que posibilitó el surgimiento del nuevo sujeto cultural, término utilizado por

el teórico postcolonial, Edmond Cros. Describiré en un primer momento el escenario

histórico-social de la conquista como un complejo proceso cultural, con profundas

implicaciones para las dos partes del encuentro, como un acontecimiento limite que signó a

sus protagonistas. La violencia ejercida en estos sucesos, como dice Alejo Carpentier

“exige de un largo, vasto y paciente proceso de observación” (1967:12). En este contexto,

apareció el mestizaje, un fenómeno heterogéneo fruto de la fusión de dos culturas. En un

segundo momento, analizaremos la figura del narrador-protagonista, Cristóbal de Aguilar, y

se describirá luego su amplia travesía en tierra americana a lo largo de dos expediciones de

conquista y cómo ésta signa su percepción sobre el mundo.

Así mismo realizaré la identificación y el proceso de reconocimiento del narrador-

personaje en su condición de sujeto hibrido a través de su crónica. Se analizará, su

percepción manifestada al momento de saberse mestizo, sus conflictos y vacíos, su proceso

de reconocimiento ante un estado emergente. El posee una mirada multicultural expresada

en la condición ambivalente y muchas veces contradictoria entre dos mundos confrontados

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y en permanente lucha. Los escritores latinoamericanos por ello a través de numerosas

creaciones histórico-literarias, han buscado generar conciencia identitaria que acepte la

diversidad del otro, el mestizo es en este caso, el que forma una pequeña parte de cada uno

de nosotros y desconoce el valor de sus raíces y de su historia.

Para desarrollar la hipótesis propuesta, -seguiré principalmente las propuestas teóricas

de Beatriz Pastor, Antonio Cornejo y, José María Arguedas. La primera expone el mestizaje

como una dimensión, diversa, compleja y, heterogénea que se situó en una subalternidad al

momento de expresar su realidad. En el estudio de esta mezcla étnico-cultural de relaciones

desiguales, Pastor transcribe la afirmación del derecho a la diferencia desde la

subalternidad, debido a que la cultura primitiva fue contagiada por la cultura superior que la

rodeó y la llevó a una necesaria desaparición del sistema social (1999, p.61).

En este encuentro todas las dimensiones de los pueblos conquistados, fueron afectadas

por la mutua y primera incomprensión entre dos culturas –la occidental y la que será

llamada americana- por el hecho además de presentarse en un contexto eurocentrico. En

cuanto a la escogencia del término “encuentro” para referirme a la conquista. Hago alusión

a la novela en cuanto una vez fueron dominados los pueblos nativos, los principales hechos

sucedidos durante la conquista, transcurren de manera lenta, se describen en tres páginas,

las acciones que iban a suceder durante cuatroscientos años. Entonces muchos sucesos en la

conquista y luego en la colonización asoman como en un cauce. Acontecimientos

normalizados una vez vencidos y sin oponente que opusiera resistencia alguna a la nueva

dinámica impuesta por los colonizadores. Todas las estructuras social, económica, cultural

fue absorbida, entretejiéndose, unas veces, otra imponiéndose, y otra resistiendo al

dominador. La necesidad histórica de oro, explica en parte la obsesión de Colón y sus

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contemporáneos por el metal, en detrimento de todos los demás aspectos de la realidad

económica de América. (Cornejo,1996).

José María Arguedas, por su parte, plantea nuevas relaciones de sentido, que surgen en

un contexto desigual y desde la poética-narrativa brinda otras interpretaciones encontradas

en el ambiguo estado de mestizaje resultante. Se llega así a obtenerse nuevas alternativas de

comprensión de la interculturalidad desde una mirada decantada por el tiempo. Surgen

voces intermedias que desde la parte emotiva sugieren versiones atenuantes a favor del

mestizaje e interculturalidad. (Arguedas, 1993, p. 5 ss).

1. Ursúa, novela de los conquistadores

1.1 Escenario de tensiones y hostilidades entre dos culturas

La primera entrega de la trilogía de Ospina Ursúa (2005), se desarrolla en el tercer reino

más grande del continente, fundado sobre cordilleras que tenían entrañas de metal, era la

tierra más rica en oro de todas las Indias, la tierra de los Muiscas o el Nuevo Reino de

Granada. Según la novela Ursúa fue tras los rumores de una leyenda de oro, por el rio de

caimanes que los panches llamaban Yuma. Acompañado de indios que viajaban con él por

la extensa sabana de maizales y venados, donde aún imperaban el sol de los cercados de

Quiminza y la diosa de la laguna de Fuquene, narradas con un estilo poético, cuenta los

encuentros y desencuentros que se dieron durante ese momento histórico.

En un discurso de orientación histórica pero trasformado por la invención literaria se

narra el largo proceso de dominio y colonización que produjo la mezcla de culturas

heterogéneas, el surgimiento de una doble y compleja identidad que generó el mestizaje,

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planteó las controversias del choque cultural inevitable, la coopresencia desigual de dos

culturas. La obra es marcada de inicio a fin por las guerras y los enfrentamientos de su

tiempo, tanto las que atravesaba Europa con medio oriente y las regiones africanas como

las pugnas entre los países vecinos. Pero especialmente por las guerras de invasión que se

dieron en América en las que los protagonistas se desenvuelven. Este espacio de conflictos,

de lucha y enfrentamiento, es focalizado en la novela por el narrador-personaje, mestizo,

hijo de español y madre indígena, quien cuenta la historia del protagonista, que se entrelaza

con su propia historia. Él, un conquistador de segunda generación, se lamenta por su

amarga experiencia de conquista en el Nuevo Mundo, tras su osada desición de viajar a

reclamar una herencia que había sido usurpada a su padre por los Pizarro.

Una vez se encuentra con Pizarro, este le promete pagar la deuda si lo acompaña a una

expedición que intenta llegar a un supuesto país rico en árboles de canela. Esta expedición

fracasa, los expedicionarios deciden avanzar por la selva, hasta que se encuentran con el río

Amazonas. El mestizo logra sobrevivir. Esta historia es la que cuenta la segunda entrega

“El país de la canela” (2008). Su historia que comienza a contarse en occidente a través de

viajes de conquista busca encontrar respuestas a sus interrogantes para conocerse a si

mismo ante la ausencia de un destino claro. Él, un mestizo, hijo de conquistador español y

de una indígena, al que se le oculta este vínculo nativo.

Esta identidad mixta del narrador hace de él un observador privilegiado como resultado

de la fusión de dos culturas. Tiene una identidad doble, un legado ambiguo de dos mundos

en contacto. Lleva la impronta del violento “encuentro” cultural de los dos mundos.

Aunque este mestizo es un personaje histórico a quien el autor otorga rasgos individuales,

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se inspiró en varias crónicas que coinciden en la presencia de al menos dos hombres en la

expedición con Orellana al Amazonas y en la de Pedro de Ursúa veinte años después.

Ursúa pertenece a la categoría de biografía ficcional que se apoya en la estrategia

discursiva de la primera persona y en el simulacro de la narración de una vida. En virtud del

doble marco cultural o doble consciencia de este narratario se leen los acontecimientos

desde una mirada de mediación, que vendría a constituir el aspecto novedoso de esta

novela. Como afirma Ospina en Diners (2007): “no podemos pensar el mundo por fuera de

los parámetros de la civilización europea. No ignoro que ser americanos equivale hoy a ser

herederos de todas las tradiciones del planeta, y la América Mestiza es inconcebible

inicialmente sin el triple legado del mundo americano, del europeo y del africano”. La

lectura de la obra que propongo permite dar cuenta, bajo esta doble mirada, de la condición

humana de este mestizo, los conflictos y la mirada multicultural, generada por él. Analizar

las relaciones que aparecen, y sus experiencias anímicas, en una forma novelada, la

búsqueda hacia la interioridad y su contenido es la historia del alma humana que se busca y

se prueba en aventuras en procura de sentido, que se interroga, que vive la incertidumbre

propia que conlleva la conquista”.

Se puede argüir que la historia contada desde la primera persona de una memoria vivida

como la del mestizo participa de la revisión y renovación del discurso histórico,

constituyendo a la vez una estrategia de verosimilitud, empleada en la literatura. Este

descubridor anónimo que Ospina descubre su nombre, en la tercera entrega de la trilogía,

despliega su historia desde el Nuevo Mundo. Y aunque él no es un testigo de primera línea,

como lo refiere: “Quien sabe cuántas cosas de las que me contó (Ursúa), y que yo he

repetido en estas páginas, fueron imaginadas o alteradas por él”p. 73, también en la página

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213: “Y es de allí de donde a veces me alcanza la imagen, que no vi nunca pero que va

conmigo”. La complejidad de ese momento histórico, como se dijo al principio, vivido por

dos regiones del mundo distantes en su geografía como en su mentalidad, enfrentó dos

culturas, que en su recorrido cronológico, estaban separadas por un amplio intervalo. En

varios aspectos no fueron culturas comparables, disminuyendo así la probabilidad de éxito

en el enfrentamiento.

Tales situaciones vistas desde una perspectiva histórica, evidencian la dificultad de

representar hechos que no se presenciaron, la reconstrucción de una época y unos seres para

los que ni siquiera cuenta con el recurso de la memoria. De ahí las frases como “alguien me

conto”, “supe de estos hechos por mi amigo tal”, “oyó de testigos” “porque yo lo vi con mis

ojos”y varias más semejantes. Uno más de los procedimientos del código ficcional, en la

aspiración de la verosimilitud. La coherencia entre los dos planos, de manera que ninguno

de los dos resienta esta unión. De esta manera la novela, se inscribe como una propuesta de

diálogo con el tiempo a través de la imaginación que crea y combina el surgimiento de

nuevos significados y sentidos para conectar al lector actual con su pasado. El testigo

ocular actua en forma de estrategia de veredicción, como un un respaldo o garantía a lo que

se está narrando. Prosiguiendo con la historia, los rumores de nuevas riquezas, eran muchos

y llegaron a oídos de los españoles, unas veces por confesiones de los nativos, otras porque

sencillamente saltaban a la vista como las esmeraldas de las tierras de Muzo, o por el oro

que era desperdiciado por los españoles en la elaboración de muchas figurillas:

Cada promesa de riqueza otorgó un nombre a cada expedición. El oro rojo

de las momias de Cuzco, otro las montañas de plata maciza, el extenso y

perfumado País de la Canela, la selva lujuriosa de las amazonas… y

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continúan muchas más. Porque la obsesión que cruza por todas partes, de

un extremo a otro, este relato, es: la inextinguible sed de riquezas”

(Ospina, 2005. p.214).

La exuberante naturaleza que presentó América a la vista de los colonizadores, jugó en

su contra. Provocó fuertemente a los colonizadores ansiosos de tesoros, acrecentando la

fama entre sus compatriotas de que la tierra recién descubierta era además de un “enigma”

también era pródiga y abundante en sus entrañas. Todo en el Nuevo Mundo se encontraba

inexplorado, llanuras y selvas vastísimas, vegetaciones intactas que recién comenzaban su

explotación. Sus recursos y riquezas desde aquel tiempo se convirtieron en la causa de una

devastación sostenida y prolongada hasta nuestros días.

Por esto puede decirse que a través de una recreación poética la novela nos muestra cómo la

conquista del Nuevo Mundo emprendió vuelo bajo la bandera de la verdad, la ley y la

civilización, escudado por el poder divino que ostentaba Carlos V. Los españoles inscritos

en la filosofía del racionalismo político del renacimiento, según la cual el fin justifica los

medios, enviaron oleadas colonizadoras a América. El tío de Ursúa le recitaba las evidentes

pruebas de superioridad que habían heredado de sus ancestros en una manera para justificar

la intrusión que Cornejo, llama el “primordial orden andino, para sustituirlo por otro aún

indefinible, se llegaba el agotamiento del tiempo y su sustitución por otro que surge,

absolutamente diferente”. (1993, p.16).

En la novela se abre un espacio simbólico de los encuentros y los desencuentros de las

culturas en tránsito con el Nuevo Mundo. La irrupción de una nueva cultura en la

cosmogonía indígena de la manera en que sucedió, impidió el asombro ante este

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acontecimiento. El diálogo y otras expresiones fueron postergadas, pero la dimensión del

evento, el asombro tanto de los nativos como los expedicionarios de contemplarse, de saber

que los separaban tanto mar, tantos dioses y creencias, no impide admirar la belleza en si

que contuvo el cara a cara entre sus representantes. Cabe señalar que el escogido para

contar la historia en Ursúa aparece al comienzo del relato asemejándose más a un español,

Cristóbal de Aguilar. Su ancestro indígena le ha sido ocultado y, crece como hijo de

conquistador español, educado a cargo de Gonzalo Fernández de Oviedo, amigo de su

padre, quien le habló con propiedad de la geografía ibérica.

Cristóbal experimentó la vida en occidente, su cultura, sus adelantos, en no pocas páginas

Ospina elogia las obras de pintores, escritores que muestran la distancia entre culturas;

Cristóbal “cruzó los puentes sobre las diferencias, las asimetrías para conocer y apropiarse

y hacer suyo su otro ancestro, él no tuvo fronteras en su sangre” (Ainsa, 2001, p. 111).

Desde luego que el caso de Cristóbal por el respaldo de su padre español, le facilita la

superación de tales asimetrías, él pudo cruzar fronteras más rápidamente que otros mestizos

no reconocidos por sangre española. A mi modo de ver Ospina a través de este observador

instruido nos muestra uno de los aspectos enriquecedores de la conquista, la “fertilidad

intercultural” que comenzó de ahí en adelante. Algunos márgenes se desdibujaron, para dar

pie a la mixtura, al resultado de los que en su mayoría conformamos este continente.

En esta encrucijada de imperios comenzó lo que Fernando Ainsa llama “la tensión y la

resistencia del encuentro, pero también la “mixtura” y las nuevas expresiones que toda

dialéctica fronteriza implica” (2001, p. 110). Este cruce de fronteras sucedería más adelante

y en todas sus dramáticas formas. El intercambio comenzó asimilando y neutralizando lo

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diverso, lo otro, lo belicoso y lo desconocido. Muchos consejeros, oidores, poetas

ilustrados, formaron parte de los primeros viajes de conquista, incluso conquistadores

cultos, como Jorge Robledo. Aún así, amplios ejércitos, vestidos de acero como sus

caballos, avanzaron contagiados de la locura, en medio de la exaltación que producían las

batallas. Por medio de la visión explicativa de este observador instruido, se comienza a

percibir cómo asume el autor este período de conquista. Voluntades férreas enaltecieron a

héroes de ambos bandos, cada uno según sus objetivos, los unos tras las riquezas, los

nativos para defender su vida y libertad. Como hijo de conquistador, Cristóbal conoció

desde pequeño las dificultades y los riesgos que soportó su padre, las largas ausencias

durante las expediciones en tierras lejanas.

Como testigo además que respalda la existencia de Ursúa como conquistador, Cristóbal

de Aguilar formó parte de dos expediciones a las Indias. En este proceso de revivir el

pasado y redescubrirlo, por medio de la imaginación y de traer al presente acontecimientos

“como” si se hubiesen presenciado en aquellos tiempos. El procedimiento narrativo brinda

un informe completo de la identidad del protagonista a través del testigo ocular y participe

de la historia que narra otorgando legitimidad a la intervención del novelista en la

representación textual de la historia. Primero bajo el mando de Gonzalo Pizarro, en la

búsqueda frenética de un rumor de riqueza de bosques rojos de canela balsámica en el Perú

y luego al emprender un nuevo viaje en busca de El Dorado. Con estos dos accidentados

recorridos el mestizo padeció los rigores de la guerra, confesó “haber perdido sueños en

noches de desvelo y miedo”, vivió horas de vacío y por ello juró muchas veces nunca

volver al río que atormentó su adolescencia.

Page 16: Ursúa la conquista en la voz media de un mestizo

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Durante los diálogos con el protagonista o consigo mismo, se identifica una conflictiva

transformación de su conciencia a través de la confrontación forzosa con el contexto de la

invasión, al final del relato, dotado de una experiencia adquirida con el paso de los años,

distanciado como un narrador maduro del personaje adolescente que fue, Cristóbal confiesa

que aquella cercanía al “otro” que alguna vez encontró fue una realidad veamos:

Pero sólo Pedro de Ursúa, enloquecido y violento en sus sueños de

riqueza, en su delirio de ciudades doradas y de minas en llamas, me hizo

sentir acompañado en un tiempo salvaje y en una campaña brutal, y su

muerte me dejó tan vació y saqueado como si no me hubieran matado a

mi amigo sino a mi alma (Ospina, 2005. P.61).

El tiempo y los tensos sucesos de batalla, fortalecieron los vínculos entre ambos

personajes. Cristóbal desarraigado familiarmente, buscó un anclaje en aquel joven

carismático y valeroso a quien admiró y quiso también. De ahí el dolor por su

muerte.

Reanundando el tema de la Novela Histórica en su propósito de ser una reflexión en clave

sobre el presente,- entendida esta como tendencia que renueva el género de la Novela

Histórica clásica-, aparece la abolición de la "distancia épica" (expresión de Bajtín): con la

narración en primera persona, el uso del monólogo interior o de diálogos coloquiales, se

inventa de nuevo aquel pasado para mejor entenderlo. De manera que desaparece la

distancia entre el pasado histórico y el presente, veamos:

Regiones devastadas por guerras e inviernos, pueblos que luchan con

dignidad contra lo inevitable y bestias inocentes que emiten su veneno y

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sus garras, naciones que en el metal de unas lenguas desconocidas

recuerdan otro origen y celebran otra alianza, y cuyas tierras no se reflejan

entre sí. (Ospina, 2005. P.92).

La temporalidad de la ficción se mueve entre los límites de la cronología histórica. El

registro de fechas sirve para marcar el fin o el comienzo de un nuevo capítulo o el cierre de

este. El narrador incluye las fechas de los actos oficiales registrados por los textos de

historia, como las fechas de los actos privados realizados por el protagonista. “En 1538,

cuando Ursúa todavía niño saltaba perseguido por los gansos en los huertos de Navarra y

yo me enteraba apenas en La Española de quién era mi madre…” (Ospina, 2005. P.167).

Estas estrategias nos dice Barthes (1966, 22) sirven para autenticar la realidad del

referente, para enraizar la ficción en lo real; es un operador realista y, a título de tal, posee

una funcionalidad indiscutible, no a nivel de la historia, sino a nivel del discurso. Por otra

parte el uso de vocablos propios de América (americanismos), para tratar de reproducir el

ambiente de la época pasada en la que ocurre la acción, es otro recurso característico de la

novela histórica. Georg Lukács llama a dichos recursos “anacronismos necesarios”

(Lukács, 1996. p. 60-63) para recrear lo especifico de la cultura neogranadina del siglo

XVI. “…los jóvenes oidores de la Audiencia real pusieron sobre una hacanea blanca la

gualdrapa de hilos de oro, el cojín recubierto de terciopelo carmesí.. (Ospina, 2005. p.345).

Al analizar el discurso de los hechos el narrador confiere autoridad histórica a su texto

por medio de diversas citas históricas que remiten a fuentes provenientes de crónicas

coloniales y de textos históricos coloniales y contemporáneos que el autor detalla al

comienzo de la trilogía.

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Belalcázar testigo de las rencillas entre Pedrarias Dávila y Balboa en el

viento salobre de Santa María la Antigua del Darién; -Belalcázar padrino

de confirmación del hijo de Diego de Almagro en Panamá; Belalcázar

cabalgando con Hernández de Cordoba por las vegas de Nicaragua y

combatiendo a los nativos al pie del lago inmenso. (Ospina, 2005. p.206).

Dentro de este contexto quiero mencionar la importancia del componente ideológico que

tiene una relación histótica como la trilogía. Según Hayden White “..ningún historiador

puede apartarse de la historia y suspender su capacidad de influir o ejercitar un juicio

moral. La naturaleza de nuestro imposicionalismo implica que no hay historiadores

desinteresados” . El análisis e identificación del cómo esta contituido el tejido ideológico,

en este caso concreto el de la conquista de América, y qué o cuál es la intención que quiere

transmitir. Ospina a la vez que describe las gestas heroicas de los conquistadores, no se

abstrae del impacto que significó para los indígenas ser descubiertos y luego dominados por

una cultura más fuerte. Es considerable la importancia que tiene la forma del discurso, pues

a través de ella el autor deja ver su punto de vista durante la narración.

De esta manera se revisan desde la distancia histórica unos valores fundacionales que el

autor primero describe y luego deja su opinión sobre estos modos de actuación, para

comprender, desde la ficción literaria, la situación de permanente crisis política y social que

ha vivido el país durante los últimos años. El tratamiento ficcional o la lógica ficcional

empleada en la obra busca una especie de remedio ó siguiendo a Lukács (1996. p. 427) una

prehistoria necesaria al presente, para tener la posibilidad de transformar la representación

del pasado, en una parábola al tiempo presente y tomar así una visión en las practicas

Page 19: Ursúa la conquista en la voz media de un mestizo

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sociales del mundo actual y ser consecuente con la misma, sea para cambiar el mundo o

para mantenerlo en su estado presente. Es este el tratamiento que el autor realiza del pasado

en la novela con una reescritura estética-ficcional, la cual se clasifica como otra forma de

hacer historia.

1.2 La paradoja de la conquista: experiencia vital de sus protagonistas

El estilo poético empleado por Ospina para describir el caos catastrófico originado por la

conquista española, revela la profunda dimensión del impetuoso evento. El derrumbamiento

de sociedades establecidas con parámetros y costumbres milenarias, acarreó el desorden y

el horror. Este impacto generado en sus protagonistas lo presenta el autor en la voz de sus

personajes: “La conquista causa vértigo, pues cada día es preciso conquistarlo todo de

nuevo” afirma Ursúa (Ospina, 2005. p.310), él comprendió la dura ley de los

conquistadores, el enfrenarse a pueblos como los de la llanura, quienes según lo narrado, no

estuvieron dispuestos jamás a llegar a entendimientos con los españoles. (Pastor, 1991.

p.111) estas circunstancias refieren la amenaza ineludible de la nueva realidad, la

neutralización del otro, eliminando su identidad, su diferencia, como condición necesaria

para la adquisición y futura usurpación de sus bienes. Se comenzó la posesión de América,

por medio del usufructo, el lucro y la ganancia de sus bienes. Se crea así la economía del

saqueo.

En medio de la violencia y la desposesión, Ospina relata cómo avanzó la colonización

dirigida por cultos y letrados conquistadores, como también soldados que fueron una

prolongación de los cruzados -que durante siglos habían asediado a los árabes en el Asia

Menor-, estaban poseídos por la dogmática convicción de que su cultura era la única

Page 20: Ursúa la conquista en la voz media de un mestizo

19

legítima. La conquista muestra sus distintas facetas. La travesía épica de los valientes

hombres provenientes de una edad de barbarie se desenvolvió rapidamente.

La novela indica cómo los recién llegados colonizadores debido a su ascendencia son

propensos a la confrontación, como el caso de Ursúa: “Había en él, una vocación

inextinguible de crueldad y violencia, y sólo la guerra creaba ese espacio donde su corazón

podía ser fiel a unos linajes brutales” (2005. p.311). Si consideramos este planteamiento, la

nueva realidad propició este rasgo. Los bienes que poseían los nativos ansiados

abruptamente por los forasteros, no los obtendrían de forma sosegada, sino la mayoría de

veces de forma violenta, los foráneos invadieron el nuevo espacio trayendo aspiraciones

colectivas y con un deseo de obtención de sueños personales, entre ellos la gloria y el

renombre.

De este hecho fundamental, conviene preguntarse ¿cómo fue este proceso de transición

de estos dos mundos antagónicos, las muchas de las veces, bajo una coexistencia forzosa?

En situaciones de exclusión, por el hecho que un solo lugar fue compartido a la vez por

sangre indígena, criolla, occidental y africana. La conquista impuso la consolidación de

occidente, sobre la disolución de los indígenas y sus ancestros. Así se tejió el camino de

tensiones y hostilidades, propio de la lógica que caracteriza los colonialismos, convertidos

en campos de batalla: “La vida de los indios de Castilla de Oro fue un purgatorio desde

cuando llegaron los barcos de Nicuesa, y un infierno desde el momento en que Pedrarias

Dávila llegó a disputarle a Balboa sus pueblos y sus títulos” (2005. p.41). Para el narrador

toda esta “rutina de atrocidades”, alteró su alma, volviéndolo insensible e

imperceptiblemente endureció los corazones de quienes participaron en estas expediciones.

Page 21: Ursúa la conquista en la voz media de un mestizo

20

Una de las más confusas consecuencias de la conquista que se halla en la novela fue la

discordia entre los mismos españoles que causó gran asombro a los indígenas: “En pocos

días alzaron el cadalso en la plaza mayor, los vecinos se entusiasmaron ante la posibilidad

de presenciar una ejecución y los indios de las encomiendas vieron con asombro que sus

amos españoles empezaban a matarse entre sí” (2005. p.284). Esto fue porque la guerra

entre conquistadores destiló largos odios que se transmitieron por herencia, como las

sangres de Pizarro y de Almagro, dando lugar a intrigas e insidias que marcaron sus

relaciones. Muchos de los indígenas al presenciar estas rencillas lo interpretaron como una

compensación del destino por el mal ocasionado a los indígenas de no solo usurpar sus

tierras sino por la forma inhumana en que fue llevado a cabo.

Subyace en todos estos detalles que el afán y zozobra de riqueza de los españoles los

llevó a matarse entre sí: “Pedro de Heredia llevó a sus soldados por barrancos espectrales y

llanuras desesperadas donde muchos perdieron la vida, ya no venían a abrir sepulcros de

indios sino a cavar sus propias tumbas, era una tropa afantasmada” (2005. p.103). Este

conjunto de acciones, rompe la distinción entre la condición de civilizados que poseían los

españoles, el conquistado adjetivo de “humanismo”, una vez que se llegó al periodo de la

ilustración con representantes tan destacados como Montesquieu, Voltaire, Juan Jacobo

Rousseau, entre muchos que abogaron por el poder de la razón humana, de la ciencia y el

respeto hacia la humanidad. Unido a esto, las grandes invenciones y adelantos en la ciencia,

el arte la ingeniería. Pasaron por encima de la civilización. Los españoles hicieron valer su

superioridad en pro de sus intereses, manteniendo el modelo de sumisión, durante mucho

tiempo. En una tierra extraña y lejana y la ambición condujo a lo largo de sus travesías al

extravío de su misma cordura.

Page 22: Ursúa la conquista en la voz media de un mestizo

21

Es así como una ironía que sufrieron los españoles en pago por la forma de invadir las

Indias, sucedió con la profanación de las tumbas de los Muiscas. Con una gran ingenuidad,

Oramín un indígena al cual Ursúa había rescatado de un accidente mortal, le reveló al

conquistador el rito de enterrar a sus caciques con sus ajuares. Ursúa, sin vacilar, encuentra

y profana estas tumbas, de las que se obtuvieron dos mil ducados; el conquistador las envío

a su familia en Arizcún, para que retocaran su castillo en Tudela. Dinero todo este que

nunca llegó a su destino inicial pues los tesoreros de la casa real lo destinaron a gastos de la

corona. La apropiación de las riquezas obscureció cualquier otro escenario que surgió a su

paso. De manera que las fatigas sin recompensa comenzaron a aparecer, oscureciendo los

ansiados anhelos que lo habían embarcado a tierras desconocidas.

Fue grande el dolor de los nativos al enterarse que Ursúa estaba profanando las tumbas

de sus antepasados. La tristeza de los Muiscas vencidos empezó a expresarse en sus

vestimentas de luto. “Aceptaron su derrota con el consuelo de sus cantos y en un obstinado

diálogo con sus dioses moribundos o ausentes” (Ospina, 2005, p.324). Los ritos y

ceremonias sagrados como estos, no fueron tenidos en cuenta, por el contrario:

los gritos de los indios despertaron en él una suerte de ira, como si esas

palabras desconocidas, incomprensibles, fueran algo más que ofensas, algo

más que insultos. Tiempo después se enteró de que eran conjuros, de que los

indios no hacían un bullicio sin sentido sino que pronunciaban poderosas

oraciones (Ospina, 2005, p.327).

La dimensión de sacralidad en los pueblos indígenas y su relación con la naturaleza y el

universo es notorio en la obra. Para ellos “el oro por siglos los había unido con el sol y con

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22

el pasado” p.320. Así como los españoles adoraban a un Dios, los indígenas tenían gran

numero de ritos y una concepción propia acerca de la muerte, la tierra, los astros y muchos

más que formaban parte de su sistema propio de creencias para comprender y nombrar su

cosmos. Ellos, por ejemplo, solían cambiar sus nombres después de los acontecimientos

importantes y no entienden que un español pueda tener un mismo nombre de niño, antes de

toda experiencia, y de viejo, cuando ya la vida le ha cubierto de rayas el rostro y de brumas

el espirítu. (Ospina, p.441).

Se observó así cómo en la narración ficcional de las circunstancias experimentadas por

aquellos personajes, se conoce un acercamiento a las visicitudes, las contradicciones y los

fracasos que situaciones singulares como estas originaron. Cristóbal Aguilar vivenció un

proceso de conquista enfrentado a estamentos de poder y jerarquías que más de las veces le

crearon problemas. Lo que se aprecia en la novela es que en una aparición alterna del

interior de los personajes, el mismo autor expone la presión de los hechos a través de la

subjetividad individual de cada personaje. Como afirma Lukács (1996): “las particulares

propiedades históricas de la vida anímica de una época, se captan mediante una amplia

descripción del ser, mostrando el modo como nacen de este suelo de ideas, sentimientos,

comportamientos, y revelan la conmoción resultante de estos eventos”. Otro ejemplo de

ello es la experiencia de los expedicionarios al partir hacia America: “zarpan con un sudor

helado en la espalda los que no han sentido miedo jamas” o las sensaciones de los viajes en

los galeones: “largos meses de encierro en una prisión ondulante, en un galeón solemne y

fétido, oyendo las canciones bestiales de los marineros, sus oraciones a gritos cuando se

desatan los temporales, oyendo el merodeo de las ratas y de los marinos difuentos en las

bodegas, y el crujido doloroso de las velas ansiosas de viento” (Ospina, 2005. p.45).

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23

2. El mestizaje como nuevo espacio cultural

En el desarrollo de este capítulo se pretende analizar el mestizaje como nuevo espacio

cultural, a través del proceso de búsqueda que lleva el narrador. Hay que advertir que

Cristobal es un mestizo reciente, por el hallazgo de su procedencia indígena, durante su

adolescencia. La fusión que produce la ideología cultural, social, y psicológica genera

fricciones inevitables por un descubrimiento tardío de su identidad. De las diversas

posiciones que el nuevo sujeto cultural asume en este proceso, identificamos: primero la de

conquistador, luego la de mestizo y, por último, la superposición de elementos que él

asume bajo estas dos perspectivas. Este análisis sigue la propuesta teórica de Beatriz Pastor

y Antonio Cornejo Polar. Cabe señalar que la construcción de la subjetividad de Cristóbal,

pasa por momentos de gran resistencia y oposición.

2.1 Primeros mestizajes: El proceso de aculturación, de la violencia a las libres

asociaciones.

Del fenómeno de fusión que comenzó a darse entre ibéricos y nativos, como hecho

impredecible para los nuevos habitantes del continente, apareció un nuevo linaje: la sangre

mestiza, resultado de la mezcla de los españoles con los habitantes primeros de las Indias.

La naturaleza ingenua y pacífica de los indígenas, favoreció la fusión de las culturas. Los

españoles se vieron atraídos por la belleza y gracia de las nativas. En el caso de Ursúa, se

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24

sintió atraído por la inteligencia de una nativa de Maracaibo: Z´bali, y en el caso de su

madre, quien convivía con el conquistador Montalvo de Lugo. El narrador cuenta de Z´bali

que hablaba el castellano tan bien como cualquier español, “se relacionaba mejor con los

conquistadores que con los indígenas del altiplano, cuya lengua casi no entendía”

(Ospina,2005. p. 243).

Es con aquella nativa con quien Ursúa descubrió el afecto y la sensualidad en el

altiplano de la Sabana. Z´abali, lo sedujó contándole muchas historias de sus ancestros,

ritos acerca de cómo trataban a los enemigos, de cómo celebraban la unión del hombre y la

mujer, y de los homenajes que rendían a los jefes de los pueblos. Otro enlace, este

afortunado, entre español e indígena que relata la novela fue la del conquistador Blas de

Miranda, quien vivía feliz con una india del río cerca del Valle de las Lanzas de Ibagué.

(Ospina, 2005. p.241).

La historia oficial de la conquista y la colonia informa sobre muchas uniones entre

españoles e indígenas, el periodista e historiador José María González Ochoa en su libro

Protagonistas desconocidos de la conquista de América (2015), documenta varios de ellos.

Aunque la mayoría de esas uniones, resultaron infaustas para las nativas, porque aun

perteneciendo a la realeza indígena, no obtuvieron beneficio de las mismas. Otras uniones,

describe González, tuvieron dichoso final, como el caso del conquistador Juan de Betanzos

que se unió con Añas Yupanqui, bautizada luego con el nombre de Angelina, hija del Inca

Huayna Capac. Betanzos aprendió el quechua y se convirtió en un experto en cultura

andina, vivieron felices en Cuzco, describe González Ochoa:

Page 26: Ursúa la conquista en la voz media de un mestizo

25

La monarquía hispana comprendió rápido que para gobernar y mantener

aquellos territorios de ultramar era necesaria la negociación y el pacto con

las élites nativas, con las que sellaron lazos de consanguineidad a través de

matrimonios mixtos. Así, príncipes, nobles aztecas e incas y numerosos

caciques entraron a formar parte del engranaje de gobierno y de la

administración virreinal española. (González Ochoa, 2015, p. 134).

La novela explica cómo los pactos y los intereses políticos, costumbres heredadas por

los gobernadores de las Indias de Carlos V, dieron paso a asociaciones pertenecientes a

sangres rivales, terminando unidos en santo matrimonio. “Muchas veces ese vínculo

forzado y extremo convirtió en aliadas por décadas a familias que antes se enfrentaron a

muerte lo que no hacía la guerra debían lograrlo los contratos matrimoniales” (Ospina

2005. p. 308). Varios caciques entregaron a sus hijas en forma de pacto, con el fin de

obtener convenios de paz para sus súbditos, lo que fue denominado como mestizajes

impuestos. González Ochoa refiere un apartado sobre este tema: “Nativos entre la rebeldía,

la colaboración y la aculturación” (2015). Así, del enlace de estas uniones nacieron los

primeros mestizos, registrados en la historia oficial de la conquista.

De acuerdo con Ursúa (2005) que narra los diferentes modos en que los dos mundos se

unieron, pese a la fragmentación social, América atrajo y sedujo a los conquistadores.

Muchos de ellos apreciaron verdaderamente el nuevo territorio, lo conocieron, lo amaron y

en él murieron. Un primer ejemplo es el de Juan de Castellanos, quien expresó su

admiración ante el Nuevo Mundo con su poema incomprendido Elegías de Varones Ilustres

de Indias. En consecuencia el proceso de mestizaje se vio determinado por la influencia

española en aspectos tan determinantes como el lenguaje, el uso de la escritura y por la

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26

incorporación de muchos indígenas a las instituciones españolas recién implantadas en

territorio americano.

Tanto para los españoles como para los nativos, surgieron situaciones favorables, que

beneficiaron económica y socialmente a ambos. Alianzas, legitimación de poder, nuevos

cacicazgos, organización del trabajo comunal, nuevos cargos oficiales que desempeñaron

algunos de los nativos de la más alta casta social, demostraban su adaptabilidad a la nueva

situación: “Desde temprano los símbolos de Imperio habían comenzado a mezclarse y a

confundirse con los símbolos de los indígenas, los indios aceptaron el águila bicéfala de la

casa de Austria porque les era familiar a ellos” (Ospina, 2005, p.322).

Este fenómeno puede ser visto como un desafío por su complejidad y las numerosas

ambigüedades que reclamaron una solución. Cornejo Polar despliega una explicación “al

estudiar las condiciones de emergencia y resistencia por parte de los americanos, ante la

realidad hecha de fisuras y superposiciones, sobre la cual se construyó el contexto

latinoamericano” (1993. p. 9). Así, llega a comprender así, los efectos causados a raíz del

encuentro de dos regiones antagónicas. Dentro de este marco ha de considerarse el amplio

escenario de casos de mestizaje que se dio en el recién conquistado continente.

De ellos nombro los que por medio de la palabra escrita, como la crónica, posibilitaron

un mejor conocimiento histórico fundacional: El Inca Garcilaso de la Vega considerado el

mestizo letrado más importante de Hispanoamérica en el siglo XVI, que escribió los

Comentarios reales de los Incas, en la que explica la historia del imperio incaico. Además

n, Felipe Guamán Poma de Ayala, indígena letrado que con su obra El primer nueva

crónica y buen gobierno (1615) buscó defender la posesión de sus tierras y le escribe al

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27

Rey Felipe en su idioma con la esperanza de ser escuchado. De ambos mestizos se obtuvo

testimonios de primera mano acerca de su elemento indígena, pues crecieron y fueron

educados en las costumbres nativas.

2.2 Construcción del sujeto mestizo

En esta sección se busca responder a la pregunta ¿qué factores inciden en el proceso de

construcción de una identidad mestiza colonial? Para hacerlo nombro primero, dos

características principales, en los términos de Rolena Adorno (1988): primero, el linaje

familiar o nobleza de sangre que tenía la persona; segundo, una tradición guerrera-militar

de larga trayectoria. Estos parámetros de apreciación coincidían también con los valores en

las dinastías americanas. Adorno afirma que la dignidad étnica se confirmaba en el campo

de batalla; en el caso de los conquistadores y los defensores de la patria en las cruzadas

contra los moros y en el caso de los indígenas, los valientes caciques que defendieron su

tierra y su dignidad con sus vidas, cualidad llamada “virtudes guerreras”. El personaje

Cristóbal Aguilar, heredó de su padre su ascendencia militar y, durante los años de su

adolescencia estuvo bajo las órdenes de Francisco Pizarro que emprendió una campaña en

la búsqueda de la canela balsámica en el Perú, formando parte de la primera expedición que

navegó el río Amazonas.

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28

Esto me lleva a decir que la construcción de la subjetividad que realiza el narrador a lo

largo de la obra, opera al paso de la revelación de su procedencia étnica. Como ya lo

describí, Cristobal viaja por vez primera a las Indias adolescente. Una vez logra finalizar su

primera expedición por el río amazonas, visita la Española, la isla en que nació “con la que

deliré muchas veces a lo largo de aquel viaje desesperado”. Allí, además de visitar la tumba

de quien hizo las veces de padre Gonzalo Fernández de Oviedo, visita también a Amaney,

su madre, la nativa y, supuesta nodriza, “que fue en su vida mucho más que mi nodriza y

mi amparo.. allí llora de culpa y de impotencia sobre su tumba que ocultaba sus queridas

reliquias”. (Ospina, 2005,p.86).

En este punto, Cristobal que viene de una experiencia fatigante por la selva, ha

descubierto quien era en realidad su madre. Aquella mujer que con su recuerdo confortó las

horas angustiosas por inhóspitos lugares, y que le hizo sentirse menos solo y perdido. No

puede menos que sentirse culpable. La verdadera madre del narrador, que le había dado

todo el amor posible en su niñez, fue ocultada por su padre.

Aunque mi padre logró ocultar mi origen. El hecho de que mi madre fuera

una nativa de las islas, aunque me educó como a un cristiano desde la

infancia y me llevó al estudio de su amigo Gonzalo Fernández de Oviedo,

y nos hizo creer a todos que mi madre había muerto de fiebres, una dama

española sepultada con suspiros y campanas en las colinas fúnebres de

Curazao, y que mi madre india era solamente nuestra criada, a partir de

cierto momento ya no ignoré que en mi sangre estaban en guerra el dios

que sangra en el árbol y el dios que quema el firmamento, que en mi

corazón se mezclaban y se confundían la dulce madre blanca, la diosa que

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es un disco en el cielo y esa otra diosa de caoba que desaparece con la

tormenta (Ospina, 2005, p.357).

Por el origen impuro de su sangre, la confinó, indigna y amerindia a los quehaceres de la

servidumbre. A una situación de marginalidad y exclusión es sometida Amaney, la madre

del mestizo. Sobre este fenómeno aparece un comentario en la voz de Cristóbal: “Estamos

en tiempos malignos en que puede ser vergüenza y pecado la sangre que corre por las venas

de un hombre y la maldición de los ríos de su origen” (2005. p 358). Pero Cristóbal como

depositario de dos influencias culturales, vinculado afectivamente a ellas, además, no pudo

pensar su mundo excluyendo alguno de estos dos ancestros: Por ello designa con el mismo

término, al referirse a ambos linajes: “diosa”. Al ancestro blanco llama “dulce madre

blanca” y al ancestro indígena: “diosa de caoba que desaparece con la tormenta”. Para

comenzar el amargo descubrimiento de su verdadera madre con la frase: “Toda mi vida he

vivido la discordia de ser blanco de piel y de costumbres pero indio de condición” (Ospina,

2005, p.357).

A partir de este momento, todas estas razones durante su trayecto llevan al mestizo a

interrogarse por su interés por conocer los ancestros de su padre, quien inicialmente es

anónimo. Su procedencia étnica es el punto de partida para su construcción. Su linaje

indígena, la pureza de su sangre, para un letrado que se creía español y la vaguedad de no

pertenecer plenamente a un solo territorio, lo motivó a viajar de un continente a otro para

encontrar sus raíces. Considero que Ospina, refuerza esta situación de imprecisión de su

identidad, al no revelar su nombre sino hasta la tercera entrega La serpiente sin ojos (2012).

Otra manera de interpretar esta peculiaridad narrativa, siguiendo la afirmación de Cornejo

es como un “ocultamiento de su individualidad para colectivizar su cultura” (1989, p.8). No

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habla un individuo, más bien él habla a nombre de quien representa parte de su origen. De

esta manera, la identidad del sujeto se extravía en una palabra que es suya y de muchos.

Cristóbal representa a los primeros mestizos que deambularon con más o menos suerte que

él, con las mismas inquietudes en su interior. Durante esta primera entrega de la trilogía, los

hechos se cuentan con la perspectiva de este narrador diegético, que al mismo tiempo que

se traslada de lugar, rememora eventos significativos que lo perturban.

Como se indicó anteriormente, Cristóbal, que aunque ha disfrutado las ventajas como

ciudadano español en la tierra de su padre, se siente confundido por las mismas marcas

dejadas en su juventud por la fatalidad de la guerra. De ahí su discurso fragmentado y

conflictivo. Aunque si bien, acepta ser mestizo: “Yo era un mestizo que se fingía europeo, y

andaba buscando un lugar en el mundo después de una infancia de dudas y una juventud

azarosa” (p. 210). Las correrías de conquista de su padre ausente, impidieron crear un

vínculo afectivo con él. Aquí un comentario sobre otro joven mestizo, que describe los

afectos frente a su padre: “El muchacho era mestizo como yo, pero luchó por su padre más

de lo que yo habría luchado por el mío, tal vez porque el deforme Almagro supo amar a su

hijo de un modo más franco” (Ospina, 2005, p. 240).

Cristobal reconoció a su padre como conquistador, y partícipe de las transgresiones

durante la colonización. Pese a ello lo disculpa, pues como él mismo, vivió momentos de

desesperación por las contextos históricas inherentes a su realidad: “Mi padre estaba lleno

de las mejores intenciones, pero forzado por las circunstancias, que fueron siempre como

un viento en contra” (Ospina, 2005, p. 213). Aunque la duda y la indecisión aparecen en el

acoplamiento de subjetividades diferentes, él realiza un apreciación no sólo sobre su padre

sino sobre el resto de conquistadores, al relatar la traición y deslealtad de Pizarro hecho en

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contra de Atahualpa: “De bien poco le sirvió a mi padre aquella hazaña horrenda, porque no

habían pasado dos años cuando sobre él y sobre sus indios se derrumbó el socavón de una

mina” (p.216). Cristóbal reconoce en esta acción y en muchas otras la degradación moral

del conquistador que fue inseparable de la ideología que sustentó y justificó por el proyecto

de explotación que impulsó la conquista.

El conflicto básico está en que Cristobal no encuentra una base sólida a sus inquietudes.

Aunque disculpa a su padre por su condición de conquistador reconoce que estas acciones

lo arrastran a hechos sombríos.

Los hombres de Francisco Pizarro (no puedo olvidar que mi padre era uno

de ellos en esa tarde infame) masacraron a siete mil incas lujosos del

cortejo real en las montañas de Cajamarca, extenuaron en sus encomiendas a

los indios de la sierra y empezaron a encerrarlos en noche eterna en los

socavones de Potosí. (Ospina, 2005, p. 40).

Finaliza este episodio exclamando de manera repetitiva “procurando huir de aquel nido en

pedazos” (2005. p.357). Tal vez fue el único consuelo que encontró para escapar de sus

calamidades. Cristóbal al conocer cada vez más la verdadera identidad de su familia, busca

en la huida, una forma de apaciguar su dolor interno.

2.3 El entrecuzamiento de dos conquistadores, simil del encuentro de dos continentes

Ospina, confirmando mi hipótesis inicial de armonizar el evento de conquista, es decir el

autor consideró resultados fructíferos que dejó la conquista americana y por ello, emplea a

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32

este narrador mestizo, que en un contexto de conquista y guerras une su vida con Pedro de

Ursúa, “pero esa historia, que es también la mía, había comenzado casi veinte años atrás”

(2005. p. 14). De esta manera las dos vidas, realizando una comparación con los dos

continentes, se unirían indefinidamente.

Él buscando la selva, yo viajando a los reinos de Europa, con la creencia

ingenua de que allí olvidaría las violencias de mi juventud. Y casi tengo que

refrenar mi mano para que respete el orden de la narración, para que siga

contando la vida de Ursúa y no ceda a la tentación de contar mis propias

aventuras. En tardes solitarias el corazón me recuerda que yo también viví

cosas dignas de ser contadas, casi me exige que revele quién soy (Ospina,

2005, p. 150).

Se puede entender que la frase: me recuerda que yo también viví cosas dignas de ser

contadas, no solamente se refiere a la vida de Cristóbal, sino a lo que él representa: el

continente americano, que en un momento dado fue ensombrecido por una civilización

superior, con un lenguaje y escritura definidas a lo largo de siglos de desarrollo. Cristóbal

mismo siente orgullo al nombrar a su tutor “mi maestro”, quien le abre el camino para

tener esa visión privilegiada y al mismo tiempo conflictiva de dos mundos encontrados y

durante mucho tiempo enfrentados por el dominio occidental. Cristóbal desde esta posición

sale de un discurso monológico, de una identidad segura y cómoda para deliberar sobre sus

verdaderos orígenes. “Yo era un mestizo que se fingía europeo, y andaba buscando un lugar

en el mundo después de una infancia de dudas y una juventud azarosa”. (Ospina, 2005, p.

153).

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33

En cuanto a Ursúa, además de admiración, Cristobal manifiesta: “Pero sólo Ursúa,

enloquecido en su delirio de ciudades doradas, me hizo sentir acompañado en un tiempo

salvaje y en una campaña brutal, y su muerte me dejó tan vacío y saqueado como si no me

hubieran matado a mi amigo sino a mi alma” (Ospina, 2005, p.61). Lo que importa

observar es que Cristóbal Aguilar, educado por españoles instruidos, en su segundo viaje de

conquista a América, seducido por el carisma y la personalidad de Ursúa a quien llega a

considerar como algo más que amigo, acepta el dolor y el vacío al momento de su muerte

pese a que Ursúa había llegado a traicionar no sólo a sus mismos compañeros de

expedición, sino sus propios ideales.

Por supuesto que el narrador no realiza ningún juicio sobre el ejercicio, ni sobre

las decisiones desmedidas de Pedro de Ursúa. Como se ve, antes bien, las disculpa. La

complicada dimensión emotiva del sujeto influye en la apreciación que realiza sobre dos

colonizadores: su padre y Ursúa. Su amistad y la gran admiración hacia las cualidades

locuaces de su superior, aminoraron la crítica por la desmedida ambición y su sed de gloria.

Además, en la novela se tiende un lazo empático-emocional, como mediación entre la

figura española y la raza mestiza. El enunciado generado por medio de esta dimensión

tejida por el mestizo hacia el europeo, habilita caminos de entendimiento que despejan

dudas e incertidumbres sobre su nuevo espacio. Los acontecimientos conducen al mestizo a

reencontrarse con su ascendencia indígena, lo que le genera dudas en su interior. Pero

termina considerándolo como un compañero de camino que le abre la comprensión para

entender su propio destino.

Cristóbal fue fiel a su amigo, se convirtió en confidente de sus relaciones y sus

soledades. En efecto, por la intensidad y duración de las expediciones la vida de Ursúa y la

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del mestizo, se hicieron casi una. “Pero en mi corazón siempre pude entenderlas, ya que de

un modo secreto yo también formo parte de su bando y toda mi vida he vivido la discordia

de ser blanco de piel y de costumbres pero indio de condición” (Ospina, 2005, p.357). De

igual modo desde el inicio del relato aparecen descripciones de contiendas tanto en el viejo

mundo como en el Nuevo continente. Pues Cristobal también curso un trayecto guerrero en

su paso por occidente, de las tantas que libró España, se mencionan las batallas en Argel –

África-, el cisma con Alemania, la lucha contra los moros.

De lo anterior se deduce la natural comprensión de Cristóbal hacia su gobernador que

terminó siendo su amigo. Es por ello que “Yo y Otro” son posiciones que el sujeto ocupa a

lo largo del texto; según Pastor (1993) deberían situarse como opuestos y enfrentados en

este estadio precultural, pero por su condición de mestizo se disipan, no hay claridad en

estos límites o fronteras que él mismo traspasa continuamente, como lo refleja la siguiente

cita:

Tal vez llegue la hora de saber lo que quiere mi corazón con este relato, si es

la vida insaciable de Pedro de Ursúa lo que teje, o si es apenas el consuelo

de un hombre perdido que nunca entendió su destino, la enredada madeja de

azares que me hizo descender dos veces por el rio embrujado. (Ospina,

2005, p. 61).

2.4 Tensiones intersubjetivas en la manifestación de la identidad

La identidad de Cristóbal converge en un solo sujeto de varias condiciones, con

componentes culturales diversos, a saber: español, criollo, mestizo-indígena; estos

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componentes participan de un proceso histórico común que se disipan y sobreponen. La

dificultad deriva en que cada uno de estos componentes culturales corresponde a muy

desiguales grados de desarrollo. Cristóbal, en la búsqueda de su identidad, retomando el

planteamiento de A. Cornejo “es llevado a una disolución de la persona, los límites del yo y

el otro que se plantean como opuestos y enfrentados en el pensamiento occidental, se

borran” (Cornejo,1974, p. 110). En consecuencia, no hay límites claros entre el yo europeo-

conquistador y el mestizo-indígena sometido o que es testigo del sometimiento de los

nativos, a lo largo de la toda la narración.

Rolena Adorno (1995) estudia este tema y plantea cómo el sujeto colonial agrupa

muchos elementos simultáneos. Cristóbal se ubica como sujeto dentro del mundo andino

como en el mundo colonial de dominación europea y, por ello, no ve a los andinos como

“el otro”. En el relato aunque nunca se emplea el término “nosotros” cuando se refiere a los

indígenas, se observa que Cristobal no participa directamente en las acciones violentas

contra los indígenas, pese a formar parte de las expediciones de conquista. Aunque el uso

de la persona del plural, refiriéndose a “nosotros” los expedicionarios aparece de este

modo: “…y es nuestro deber mostrarnos temibles desde el comienzo si no queremos vernos

rodeados de enemigos por todas partes” (Ospina, 2005. p.289), sin embargo siempre

aparece a una distancia, Cristóbal se situa más como observador cuando describe estos

hechos.

Al contrario del testimonio de otros mestizos, Cristóbal es un mestizo reciente. Esto, si

se tiene en cuenta, además, que la cultura que el mestizo descubrió como propia, estaba

siendo aniquilada: “En diez años se habían acabado los tres millones que poblaban la isla

de mi madre, La Española, y yo oí de niño la historia interminable de aquellos a quienes les

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quemaban las manos por su desobediencia” (Ospina, 2005, p. 40). Por esto no parece

posible comprender la situación del mestizo al margen del proceso social del que emerge y

sobre el cual revierte. El ambiente de desorden y caos prevalecía en ese instante. Y parte de

los suyos pasaban de ser señores y dueños de sus bienes a la postración y humillación de la

derrota.

Acerca de las Teorías de síntesis conciliante y de la armonía posible

En un primer momento de impacto cultural, suele aparecer la tendencia de oposiciones

binarias, para describir el fenómeno de la conquista y colonización, como: civilización-

barbarie, dominante-subalterno, unicidad-multiplicidad. Este fenómeno fue generado en su

mayoría por la conciencia oposicional y contestataria de América Latina, siguiendo a Nelly

Richard (1997, p.345). Además, tal ordenación fue utilizada por un amplio grupo de

teóricos latinoamericanos entre ellos: Antonio Cornejo Polar, José María Arguedas y José

Carlos Mariategui. Sus estudios valiosos, que han participado en la consolidación de las

culturas latinas, por el reconocimiento y apreciación de lo que las constituye y diferencia:

su pluralidad, su fragmentación, su misma contradicción y asimetría. Las he he escogido en

esta investigación por la profunda sensibilidad en la comprensión del dolor y la herida

causada al indígena, expuesto en su trabajo. Pero conviene precisar, sin embargo, que los

esquemas binarios de jerarquía y subordinación que emplearon, dieron lugar a “polaridades

contrarías” entre las culturas enfrentadas y recrudecieron a su vez los antagonismos

existentes. ”, como afirma Richard (1997, p.346).

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37

Por otra parte, encontramos a los teóricos que desarticularon tales oposiciones binarias

surgidas de las relaciones desiguales entre comunidades. Se encuentra el caso del argentino

Nestor García Canclini, quien critica tales duplicidades y las considera excluyentes. El

crítico afirma que “son características de la modernización y sus procesos, e intenta

superarlas, desarrollando relaciones de sentido que se reconstruyen a raíz de las mezclas”

(García Canclini 2012:18). Para él, la disgregación se debe elevar a diversidad y las

desigualdades (entre clases, etnias o grupos) se debe reducir a “diferencias”. Es claro que

Canclini se inclina más por una suavización o armonización de las mezclas. La idea es la de

obtener un punto de encuentro minimo que concilie los extremos y aminore los efectos de

las tendencias excluyentes entre culturas, más preciso para nuestra cultura.

De ahí la utilización del término “hibridez”, que prefiere a los términos sincretismo,

mestizaje o mezcla, porque para él, este término abarca diversas mezclas interculturales –no

solo las raciales a las que suele limitarse mestizaje y porque permite incluir las formas

modernas de hibridación mejor que sincretismo-. Para esta investigación se ha escogido el

concepto de mestizaje por su referencia concreta a las uniones étnicas. Se diría pues

entonces que estas tendencias teóricas cambiaron el discurso de oposición que superó las

contradicciones de los procesos de hibridación, por uno de conciliación. Tanto Cornejo

como Canclini reconocen “la índole entreverada y dispersa de nuestra identidad” y admiten

que las culturas latinoamericanas son pluralidad múltiple, contradictoria, son pueblos en su

mayoría mestizos. “La búsqueda entonces, de una identidad fija y estable por parte de las

teorías hispanoamericanas se convirtió en un propósito quimérico. La teoría

hispanoamericana entendida como impositiva homogeneidad, fracasó”. (García Canclini

2012:21) Mas que por una visión del pasado, fracasa por la situación del presente, al no

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asomar en muchas situaciones actitudes de aceptación con el pasado y alternativas para el

futuro.

Canclini por su parte, posterior a las críticas recibidas a su noción de “hibridez”, que

consideró carente de capacidad hermenéutica, explicativa y excesivamente descriptiva,

pasó a orientarla más como un recurso que indaga en “cómo los sujetos individuales y

colectivos se comportan respecto de lo que la hibridación les permite armonizar y de lo que

les resulta irreconciliable” (Herrera,1990, p.87). Sin olvidar las fisuras que constituyen

nuestras sociedades, las teorías de síntesis conciliante y la armonía posible, se plantearon

como una forma de solución a las rupturas que caracterizan nuestro territorio. Herrera

(1990) explica la precaución que debe haber en conocer los limites en los grupos humanos,

detectar lo que permanece incompatible o inconciliable en las prácticas reunidas. Esto para

evitar la prolongación de conflictos en espacios divididos y discursos monológicos en que

la aceptación del otro se dificulte. Aceptar en consecuencia que la comprensión de nuestra

identidad viene de muchas, diversas y muy poderosas fuentes.

De este modo la postura de Canclini atenúa el enfoque de la rearmonización imposible

de Cornejo. Pienso que buscar otras formas hermenéuticas alternativas para comprender

como afectó a nuestras sociedades la transición brutal del período de la conquista aminora

su impacto. Debido a estas transformaciones de conceptos andinos y europeos, se hace

borrosa y en última instancia inútil la dicotomía europeo/andino. Escojo la teoría de la

conciliación de las culturas. Me distancio de la heterogeneidad de Cornejo, y de los

antagonismos de las teorías hispánicas hegemonizantes, que provocaron marcados

alejamientos. Habiendo recorrido ya varios siglos de discordancias, y aunque ambos

sistemas hayan sido “débilmente integrados, dentro de un lento y complicado proceso de

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homogeneización” (Cornejo, 1974, p. 134) se opta por imaginar la historia de manera no

traumática.

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1. Conclusiónes

El espacio cultural y psicológico que buscó Cristóbal Aguilar, representante en la obra

de este encuentro y su búsqueda personal en los diferentes momentos de sus viajes y de su

existencia misma como un mestizo reciente, no permitió una adaptación plena a sus raíces

ni americanas ni occidentales. Aun así logra establecer relaciones de sentido con una y otra

cultura. Es en los viajes donde consigue crear vínculos con dichas culturas y calmar su

continua sozobra. En esta primera experiencia de mezlas y resistencias, el mestizo buscó su

lugar. Identificó algunas piezas, luego trató de acomodar, algunas no encajaron, las más

dominantes ocultaron otras, menos arbitrarias. Con esto último me refiero al camino de

Cristóbal de retornar a las Indias y volverse un conquistador. Dejando así, un mundo

tranquilo, opuesto al que le marcó su destino como guerrero. Trabajó también la mayoría de

las veces con piezas rotas, y en el arreglo de estas demoró gran parte de su vida. Cierto es

que fue grande el vacío de aquellas que nunca encontró, porque para aquel primer momento

de confusión, no quedó ni el tiempo, ni el espacio para la aparición de estas piezas

olvidadas o extraviadas en la conquista.

La unión de los dos continentes, que aunque de forma caotica alteró el sistema existente

hasta ese momento, generó el establecimiento de “otro” contexto, uno distinto, con la

supresión de sistemas sociales y culturales en favor del surgimiento de los foráneos. En

Colombia como en todo el territorio que soportó el traumático evento de sometimiento,

quedaron reductos de este primordial hecho, que como bien afirma García Canclini (2012),

han sido y son incompatibles o inconciliables en las prácticas reunidas. En el contexto

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actual de reconciliación y perdón por las acciones violentas del pasado en el país, es

neceario un punto de aceptación, con el fin de superar los capítulos de repetición de la

guerra y el conflicto.

De nuestras escisiones y conflictos hemos tenido que pagar un alto costo de atraso y

malestar. El contexto actual de desplazamiento de poblaciones enteras, incluso de un

continente a otro, genera la reflexión de las fronteras abiertas y la mezcla de culturas. Las

situaciones un tanto diferentes a las que trato en esta investigación sobre la inclusión y

exclusión del otro, atiza el análisis sobre este fenómeno local y también a nivel mundial.

Es difícil tarea de asumir estos retos en forma creativa con el fin de posibilitar una salida al

conflicto nacional que se replica por todo el continente y que nos involucra de manera

directa para su solución. El nacimiento de relaciones plurales que aceptan lo múltiple y

diferente, aparece como una prudente opción ante hechos masivos de migración y éxodo

obligatorio, que se han dado a lo largo de toda la historia por diversas causas y nos obliga a

encontrar la Fertilidad intercultural que aparece en estos forzosos encuentros.

El concurso entre el tiempo vital histórico y el tiempo vital del personaje que acaecen en la

novela, inducen la reflexión acerca del azar, la eventualidad y junto a ello la fatalidad de los

mismos sucesos que quebranta la vida de los individuos y de la historia misma. Úrsua

configura una una mirada a hechos pasados, dejando atrás lógicas de enfrentamiento,

apuntando a modelos de negociación, esto sin desconocer que hay puntos inasimilables,

pero no innegociables.

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