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  • 8/19/2019 Unc Editorial Gaceta Deodoro 42

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    UNIVERSIDAD NACIONAL DE CÓRDOBA

    Rector: Dr. Francisco TamaritVicerrectora: Dra. Silvia BareiSecretario General: Dr. Alberto LeónDirector Editorial UNC: Mgter. Carlos LonghiniSubsecretario de Cultura: Lic. Franco RizziProsecretaria de Comunicación Institucional:Lic. María Cargnelutti

    Director: Mariano Barbieri

    Secretario de redacción: Guillermo Vazquez

    Consejo Editorial: Matías Lapezzata, María JoséVillalba, Natalia Arriola, Agustín Berti, AgustínMassanet, Gonzalo Puig

    Corrección: Raúl Allende

    Administración: Matías Lapezzata

    Diseño: Prosecretaría de Comunicación Institucional,UNC

    Ayudantes alumnos:  Virginia Sanguineti, MartínAguaisol

    Revista mensual editada por la Editorial de la UNCISSN: 1853-2349Editorial de la UNC. Pabellón ArgentinaHaya de la Torre s/n, Ciudad Universitaria.(351) 4629526 | Córdoba | CP [email protected]@editorial.unc.edu.ar

    DEODORO, GACETA DE CRÍTICA Y  CULTURA no se hace res-ponsable de las opiniones y artículos aquí publicados.Los textos son responsabilidad de quien los firma.

    Impreso en Comercio y Justicia Editores

    Apertura

    Estúpidos. Mariano Barbieri

    El gol digital: la industria y el abrazo | Dossier ¿El fin del fútbol?Pablo Alabarces

    Un poco de historia

    Mariano Marchini

     ¿Quién mueve la pelota? Carnaval mundialista

    y espectáculo mediatizadoPablo Ramos

    Maradona no es el mejor del mundoSoledad Soler

    En las dos esquinas de una misma pasión: lahistoria del River con la casaca de BocaCésar Pucheta

    El espacio como un arte: cine y fútbolMartín Iparraguirre

    Relatos, relatores, spanglish, efectismos,nasales y militantesGustavo F. Gross

    “Las grandes compañías discográficas estánahogadas” | Entrevista a Antonio BirabentGonzalo Puig

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    Deodoro

    El sentido de la justicia

    Mariano Barsotti

    Cuando se reúnen la imaginación y lo históricoAdriana Musitano y Soledad González

    Escuchar entre el ruidoRaúl Dirty Ortiz

    Clarín, revista de actualidad literaria

    Diego García

    No tan invisiblesDante Leguizamón

    El dilema de DiderotDarío Sandrone

     Juan Filloy: sumar, contar, dibujarCandelaria de Olmos

    La muerte de Laclau según los mediosAndrés Dain

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    A P E R T   UR A 

    Mariano Barbieri

    Estúpidos

     Jorge Luis Borges dijo –o dicen que dijo– losiguiente: el fútbol es popular porque laestupidez es popular. Probablemente sea una delas frases más citadas de uno de los escritoresmás prolíficos de la historia de la literatura. Elmismo que escribió, estar contigo o no estarcontigo es la medida de mi tiempo, y pudo habersido un trapo en un estadio de Temperley,Desamparados o Chaco For Ever. Cierto o no,es irrelevante. La estupidez en boca de gente

    inteligente permanece estúpida. Pero doscosas aturden de esa frase mucho más que sucontenido. Una, la cobardía de citar para nodecir con voz propia. Y dos, que expliquenal fútbol las personas desapasionadas. Enadelante, arriesgo una norma: pretendercomprender al fútbol sin pasión es inútil comosoplar en flauta quebrada.

    Con lo que cuesta generar abrazos, con lo muchoque cuesta generar abrazos. Qué sobrestimadaestá la inteligencia, mi amor. Igual que todo loque sucede, el fútbol se narra y se emparentacon sorpresiva facilidad a un fenómeno culturalíntimamente ligado a la violencia, a lo irracional,a lo agresivo. Como si el entusiasmo, la alegríao la tristeza mantuvieran vínculos genéticoscon la barbarie. Cualquiera que haya abrazadoa un desconocido en una cancha, sabe que

    esa es sólo una parte de la foto; que existe,pero que es tan sólo una porción. Cualquieraque haya abrazado a un desconocido en unatribuna, sabe que no hay nada más hermosoque la alegría compartida. Los estadios estánllenos de hombres y mujeres que van cada fin desemana en búsqueda de ese mismo sentimiento.Pero el fútbol como fenómeno cultural deescala planetaria es uno de los negocios másformidables. Manejado en sus estructuras porgente que fuma debajo del agua (Maradona sobreCoppola) alberga todas –absolutamente todas–las manifestaciones con las que convivimos

    por fuera del deporte. Los intereses en juego secorresponden a la escala del fenómeno.

    Tal vez sirva un ejemplo paradigmático de loselementos exógenos al fútbol para enmarcarla dimensión. Ocurrió en Centroamérica, enel año 1969. Acá no hay ficción. Se jugaban laseliminatorias y minutos después de que Hondurascayera como visitante frente a El Salvador, eltécnico hondureño dijo, muerto de miedo,

    “menos mal que hemos perdido este partido”. Enel encuentro de ida había vencido Honduras y unaniña de 18 años murió de un tiro en el corazón.“Una joven que no pudo soportar la humillacióna la que fue sometida su patria”, tituló el diariosalvadoreño El Nacional. Muy poco tiempodespués se desencadenó la llamada “Guerra delfútbol”. Murieron seis mil personas en cien horasy las oligarquías de ambos países solucionaronun problema territorial de frontera que los teníamuy preocupados. El nacionalismo exacerbado,orientado a través de los medios y fogoneado enlos estadios, les dio la excusa perfecta.

    Al periodismo deportivo se le escapó latortuga hace rato y se debe en este sentido unaautocrítica urgente, inmediata. De la mismamanera que sucede con los asaltos o con lainsistencia en la inseguridad, el periodismo

    deportivo elige el dramatismo y titula losfracasos por sobre las conquistas: la derrotao el descenso de categoría, las pintadas en losclubes, las desgracias de los directores técnicoso jugadores son muchísimas más que los elogiosdeportivos, tácticos o las celebraciones. Lasreferencias a las batallas, la sobredimensión quetoman circunstancias deportivas absolutamenteprobables como la pérdida de la categoría ola derrota ante un clásico rival. No son muydistintas las pintadas amenazantes de algunosfanáticos a los títulos de los diarios deportivos(¿los barras también titulan?). Se habla

    constantemente de la obligación de ganar.Así, sin metáforas. Obligación de ganar. Esedisciplinamiento influye también, creo yo, en lapropia estética del deporte: el profesionalismocomo una incapacidad del disfrute desmantelael juego fútbol, pierde la sorpresa, la rebeldía,su componente más irracional y mágico con lapelota. Desaparecen los artistas y predomina elfútbol como trabajo. O acaso haya que bordear elautismo, como Messi, para poder seguir jugando

    a la pelota con una carta bajo la manga que no lahayamos visto todos.

    Supongamos, retomando al fútbol comoviolencia, que mañana un grupo de personashinchas de algún club que escuchan desdeque tienen tres años que hay que alentar hastala muerte, que están obligados a ganar parasostener la dignidad, la hombría (la hombría,¡cuánta estupidez!), que hay que aguantar hastala muerte los colores de su equipo, de repentepierden la categoría y estallan en ira, y rompen lasvidrieras, y queman los autos y las banderas. ¿Esun rapto de locura o es una reacción esperable?¿Eso es culpa del fútbol? En un continentedonde los estadios han cumplido muchas veceslas funciones de terreno de juego y de camposde concentración, juzgar a las manifestacionespopulares por sus desvaríos es poco menos que

    una burla. Ocurre con el rock, con el cuarteto,con los carnavales: sucede con todo lo quemoviliza la libertad y cierta desobediencia.

    Entonces, en serio, ¿echarle la culpa al fútbol?,¿al fútbol? Sería igual que culpar al amor o a lalibertad por los crímenes que se comenten en sunombre. Por suerte Diego Armando Maradona,el artista popular más maravilloso que jamásse haya visto, lo explicó como siempre, sinesdrújulas: los boludos son como las hormigas,están en todas partes del mundo. En los estadios,en la política y también en la literatura.O

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    Las que siguen son algunas reflexionesbastante pesimistas sobre el estado actual delfútbol argentino, desplegadas a lo largo de unpróximo libro que será publicado en la segundamitad de 2014. Quise, a lo largo y a lo ancho deesas páginas, volver sobre mis obsesiones y mispreocupaciones: tanto las que me ocuparondurante veinte años como analista –comosociólogo, como investigador– como las que meinvolucraron e involucran en tanto que usuario –disfrutante– de la cultura futbolística argentina,que a fin de cuentas también lo soy: televidente,asistente, practicante, charlante.

    Esas reflexiones incluyen, por ejemplo, unbalance sumamente negativo de la experienciade Fútbol para todos. Pero no es sólo unproblema de lo feo que salió, de los éxitoslimitados a la cuestión del acceso (no menores,pero limitados), de los fracasos estéticos,ideológicos, culturales; lo que me subleva –nuevamente: como crítico y como usuario– esel problema de la oportunidad perdida. Fútbol

     para todos era la posibilidad de dar vueltacomo un guante el relato televisivo y al mismotiempo, por su condición hegemónica, todoel periodismo deportivo. Esa apuesta nuncaexistió, por las limitaciones descomunales delos responsables del programa –me animo asugerir: de los responsables comunicacionales-culturales del kirchnerismo en su conjunto,los mismos que, sin embargo, pueden hacerproductos tan nobles como los del CanalEncuentro. Consecuentemente, se perdió laoportunidad. Pero cuando esa oportunidadse repite y se vuelve a perder –el retorno deTorneos y Competencias en alianza con Tinelli,aunque se haya frustrado momentáneamente–ser pesimista no es suficiente; hay que ser hasta

    castigador. Nos engañaron: nos prometierondemocratización y nos devolvieron más de lomismo, con la diferencia de que entraba por unaantena y no por un cable. Para eso, era mejorusar decodificadores truchos o piratear la señalde TyC en Internet.

    Respecto de la violencia: por un lado, lacomplicidad manifiesta, grosera, explícita –aunque sea negada tres o tres mil veces– entrelas dirigencias políticas, deportivas y policialesy las llamadas barras bravas; por otro, lalegitimidad implícita que la violencia recibeen las comunidades de hinchas o territoriales;más allá, la ignorancia que explica todo através de “los violentos”; por todos lados, ellenguaje del aguante organizando el mundo.En ese panorama, no hay la menor posibilidadde desarrollar ningún tipo de política eficazy democrática que acabe con el problema –yno con el “flagelo”: no se trata de una peste,de una enfermedad o de un castigo divino; setrata de un problema social, cultural y político,como quise explicar en abundancia. No hayninguna posibilidad de solución. Ni siquiera laposibilidad policial –insisto: son cómplices–o judicial –la complicidad es tan extendidaque vuelve casi imposible la obtención de la

    prueba. Solo queda seguir repartiendo palos,dejar a los visitantes afuera o esperar, conpaciencia y con saliva, un desastre producidopor una avalancha o un incendio –provocado,como es posible, por el uso indiscriminado depirotecnia que las hinchadas guardan en losestadios con la colaboración de los dirigentesy con la admiración de los hinchas. Ese día,pos-Cromañón, el fútbol argentino podrá serfinalmente clausurado por algunos meses, a versi aprendemos algo.Pero no olvidemos que un componentecrucial en el panorama sobre la violencia es lacorrupción del fútbol argentino. Que sin esedinero clandestino no hay barras, porque no hayfinanciamiento. Y bien: Andrés Burgo estimaque el candidato a la presidencia de River PlateAntonio Caselli gastó tres millones de dólares ensu campaña fallida en 2009 –perdió con DanielPassarella–, y bien podría haber gastado otrotanto en su nuevamente perdidosa campaña en2013 –perdió con Rodolfo D’Onofrio. Seamosmás directos: nadie invierte tres millones enalcanzar un cargo no remunerado, a menosque espere obtener más en condición deganancias “imprevistas”. Desde la muerte deJosé Amalfitani en 1969, ningún dirigente de unclub de fútbol de la Primera División argentinase ha empobrecido –Amalfitani tampoco erapobre, digamos, pero no la levantaba en pala–, apesar de dedicar tantas horas del día a esfuerzosgratuitos, apenas ordenados por el amor al club.

    Entre la violencia y la corrupción, no hay ningúnfuturo posible.Entonces, preciso cerrar esta columna hablandode mis apuestas. Una es por la belleza, por eljuego, por el goce, por la felicidad que puededarnos el fútbol, eso que persiste en algún

    »El fútbol es nuestro:apenas se lo hemos prestado, desafortunadamente,a ciertas estructuras que nos hantraicionado en su administración.Es hora, entonces, de reclamar sudevolución.

    EL GOL DIGITAL: LA INDUSTRIA

    Y EL ABRAZOA poco más de un mes del inicio de un nuevo Campeonato Mundial de Fútbol -nada menos que en Brasil- laomnipresencia de las discusiones futbolísticas es abrumadora. En Argentina, el acceso irrestricto al espectácu-lo que significó la aparición de Fútbol Para Todos –con todos sus conflictos– le agregó fuego a la históricapolitización de este deporte en nuestro país. La disputa por la palabra y los medios de comunicación son unmarco ineludible. Pero así como la macroestructura mueve multitudes de personas, de billetes y de significa-dos, el fútbol es un espacio arraigado y minúsculo de mitos y leyendas, de gestos breves y cotidianos que per-manecen tatuados en la memoria de millones y millones de personas protagonistas. Nos ponemos entonces loscortos para pensar a este fenómeno en algunas de sus infinitas dimensiones posibles.

    ¿El fin del fútbol?

    Pablo Alabarces*

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    pliegue perdido del profesionalismo y quereaparece estridente en el momento de lapráctica con amigos, de la liga barrial, del picado,del playero. Eso que hizo del fútbol un territoriodeslumbrante para la creatividad popular:como práctica y como relato, en el placer de verun jugador como Maradona o en los infinitosrecovecos de una conversación eterna plagada deanécdotas e historias. En el fútbol como espaciodel humor: de las metáforas y de los chistes, quehoy se han degradado a los festejos vergonzososy patéticos de las hinchadas de Racing y Bocapor los descensos de Independiente y River.Eso no es fiesta: eso es señal de que el fin delfútbol está cercano. Por eso, la apuesta es porla recuperación del humor, no de la burla; de laparodia, no del cinismo. De la risa compartidaante los desatinos de un marcador de punta, queimplica la admiración también colectiva antelas hazañas de un wing  izquierdo –perdón por laantigüedad.

    Pero esto puede sonar a romanticismo,y lo que sigue a vano izquierdismo. Y sinembargo, debemos perseverar en él un sentidodemocratizador. La democratización no suponela retórica vana de Fútbol para Todos, quesolo ha democratizado el acceso universal asus desaguisados. Democratización supone laradicalidad de que los y las hinchas asumamosnuestra condición de propietarios, no dedestinatarios. El fútbol es nuestro: apenas se lohemos prestado, desafortunadamente, a ciertasestructuras que nos han traicionado en suadministración. Es hora, entonces, de reclamarsu devolución. Nuestras son las historias ylas memorias, los amores y las “pasiones”, loscuerpos que han sufrido las inclemencias deltiempo y las policías para poder ver fútbol.

    Nuestros son los futbolistas, incluso. Han salidode entre nosotros –para, en un momento, sercapturados por una máquina “de ellos”, que losvuelve unos sujetos repelentes, seducidos porlas cámaras y el dinero fácil, dispuestos a vendera la madre por un contrato o una transferencia,capaces de jugar con la vida y la integridad de unadversario para demostrar su aguante (tambiénellos). Incluso: nuestro es todo el dinero, sea elobvio de la recaudación impositiva que a travésdel financiamiento estatal ha ido a alimentarlos bolsillos o las ineficiencias de los dirigentes,sea también el que fluye desde los sponsors oel merchandising : siempre, en algún lugar, estánuestro dinero.

    Entonces: para democratizarlo, reclamemossu devolución. Comencemos exigiendo que elfútbol latinoamericano no caiga en la solucióneuropea, el blanqueamiento  económico, laexpulsión de las clases populares de los estadios–porque es un problema latinoamericano y nomeramente argentino. Los brasileños encuentranque el precio de las entradas –proceso agravadopor la cercanía del Mundial– aumentó un 300%en diez años; parece poco, pero se da contrael 183% de aumento en el salario mínimo y el37% de la renta promedio de un trabajador. Un

    colega brasileño sostenía hace poco que, luegode haber tenido los Sem Terra y los Sem Teto –movimientos de lucha por los carecientes detierra y vivienda– estábamos camino a tener losSem Estadio.Eso es darwinismo, expulsión, blanqueamiento,ante la mirada cómplice del resto del público.Para democratizar nuestro fútbol debemosser conscientes de ese riesgo, militantes en su

    condena, implacables en la resistencia.Para democratizar nuestro fútbol, los hinchasprecisamos de menos festejos narcisistas y másparticipación colectiva, menos Día Universaldel Hincha y más movilización, menos banderasmás grandes de la Galaxia y más AsociaciónNacional de Hinchas de Fútbol, dispuesta apelear por esa democracia futbolera. Y no estoyinventando nada radical: son los ejemplos delas luchas de los hinchas de Racing contra elgerenciamiento y los de Newell’s contra la tiraníade Eduardo López –finalmente desalojado delpoder por la movilización de los hinchas leprososen 2008. Los gerenciamientos fueron resistidoscon cierto éxito justamente porque cortaban conel contrato imaginario que estoy reclamando:que los clubes –como el fútbol– son propiedadde los socios –de los hinchas.

    Tanto aguante inútil transformado en capacidadde movilización, tanto narcisismo idiota vueltoacumulación de poder popular-hinchístico,tantas multitudes celebrando desgraciasajenas mudando en multitudes rodeando laAFA: entendámoslo de una vez, en esa sendaGrondona no nos aguanta ni quince minutos.A aquellos que nos robaron el fútbol les sirviótreinta y cinco años.Es decir: la insurrección hinchística, la revuelta,la sublevación, la huelga. Que harían falta enotros territorios de la sociedad, la cultura, lapolítica y la economía, por supuesto. Pero unarevuelta de hinchas tampoco estaría mal.Incluso, una última apuesta, disfrazada deprofecía. Pongamos que Argentina ganael Mundial de Brasil, con Messi en llamas;inmediatamente, mientras festejamos en el

    Obelisco y en las plazas argentinas, apareceránal mismo tiempo el gobierno reivindicandola gesta patriótica porque “se juega como sevive”, la oposición sosteniendo que puede serel comienzo de los cambios imprescindibles“imitando la seriedad y disciplina de laselección”, y Grondona pavoneándose deque en sus treinta y cinco años de dictaduraganó dos títulos mundiales “para el puebloargentino”. Con unos, otros o aquellos, todo loque he discutido seguirá intocado, incólumeo empeorando. Entonces, esa es la hora: delObelisco a la AFA a reclamar la expulsión deGrondona y todos sus sucesores previstos oprobables. El fútbol debe volver a ser nuestro. Noesperemos a un nuevo fracaso: aprovechemos elimpulso de un éxito.

    Sin estos cambios radicales el fútbol no va a

    desaparecer: como buena mercancía exitosa,el capitalismo lo mantendrá a flote echandomano de salvatajes –nuevamente a costa delos hinchas– o le inventará algún ropaje máso menos atractivo para volver a venderlo.Pero seguirá siendo lo mismo, traicionandoexpectativas, malgastando afectos, maltratandochicos ilusionados con salvarse económicamente“siendo como Messi”, matando hinchas.Para eso, no cuenten conmigo. Prefiero el fin delfóbal.O

    *Sociólogo

    »Los gerenciamientos fueronresistidos con cierto éxito justamente porque cortaban conel contrato imaginario que estoyreclamando: que los clubes –comoel fútbol– son propiedad de lossocios –de los hinchas.

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    El 11 de agosto de 2009, el gobierno hizoun acuerdo con la AFA para transmitir lospartidos de primera división. El Estado le pagaría600 millones de pesos anuales por los siguientesdiez años. Ver fútbol por televisión, sería desdeese momento, gratis para todos los argentinos.La AFA rescindió unilateralmente el contrato deexclusividad con Clarín que vencía en este año.Liberar la gran pasión nacional no sólo significóun altísimo costo medido en pesos. Tambiénexpresó la voluntad política de comenzar acambiar algunos patrones comunicacionalesconcentrados y oligopólicos de la década del 90.Así nació el Fútbol Para Todos (FPT). Nopretendemos en esta nota avanzar sobre loscontenidos periodísticos del envío. Seguramente

    allí encontraremos muchos aspectos muycriticables. Desde el financiamiento comercialpuramente representado por un exceso depublicidad oficial, hasta los incrementospresupuestarios para clubes que hoy seencuentran en bancarrota.Para entender la necesidad impostergable demodificar el patrón de exclusividad de Torneosy Competencias, es imperioso recurrir al faroético de la historia. Describir situaciones queocurrieron en el pasado inmediato, ayuda acalibrar las medidas del presente. Algunosparecen sufrir de amnesia crónica circular. Losmismos que blindaron férreamente al presidentede la AFA, Julio Grondona, hoy lo demonizanhasta el hartazgo.

    La historia comienza en el año 1980. Elterrorismo de Estado sintió la imperiosa

    necesidad de promulgar una ley que regularael espacio radioeléctrico. Así nacía la Ley deRadiodifusión número 22.285. Firmada porJorge Rafael Videla y Albano Harguindeguy yJosé A. Martínez de Hoz, entre otros. Aunqueparezca mentira, tuvieron que pasar 26 añosde gobiernos democráticos para cambiarla.En ese lapso, la vieja ley de la dictadura sufrió207 modificaciones. No regulaba el incipientenegocio de la televisión por cable. Había enel país una multitud de pequeños canales decable, nacidos desde los años 60 por la falta derepetidoras de canales abiertos en el interior.

    El gobierno de Raúl Ricardo Alfonsín afrontómúltiples desafíos en la prematura recuperacióndemocrática. Clarín, a través de su influyenteCEO Héctor Magnetto, poseía un diario ypretendía ingresar en el negocio de la radio y latelevisión. El inciso E del artículo 45 de la Leyde Radiodifusión prohibía a los propietarios deun diario, aspirar a otros medios electrónicos.Presionó insistentemente con una línea editorialmuy crítica al presidente de la UCR. Alfonsín nocedió ante el embate permanente y sistemáticode Clarín. Luego el diario compró radio Mitrea través de testaferros. Pudo regularizar lasituación con la irrupción de Carlos Menemcomo máxima autoridad del país. La Reformadel Estado y las consecuentes privatizaciones,obraron en sintonía con las pretensionesexpansionistas del grupo. También adquirieronCanal 13 en un proceso licitatorio cantado. En elacto de concesión, Ernestina Herrera de Nobleagradeció en público la vocación democráticade Menem por privatizar los canales de aire alcomienzo y no al final de su gestión.

    En abril de 1991, Clarín creó la sociedadTelevisión Satelital Codificada (TSC), en sintoníacon Torneos y Competencias (TyC), y firmóun contrato de exclusividad con la AFA paratransmitir los partidos de Primera División,Nacional B y Primera B metropolitana hasta2014. El contrato generó polémica, ya que elfútbol que hasta ese momento podía observarsepor televisión abierta y gratuita, en adelante sólose vería por TyC Sports, televisión codificada ypaga. Ningún canal de televisión del país podíaemitir las imágenes de los partidos hasta queterminara el resumen semanal de Fútbol dePrimera, que sólo se veía por Canal 13 y TyCSports. Resultaba patético que un cordobéstuviese que aguardar hasta el domingo a las22 para poder observar los goles de Talleres,Belgrano o Instituto que, en algunos casos,habían jugado un jueves o viernes. Encima nose televisaban todos los partidos. Ni siquierase permitía el ingreso de cámaras de canaleslocales para grabar las acciones principales delos encuentros para luego ser difundidas por losnoticieros. Se trataba de una violación flagrantedel derecho natural inalienable de todo ser

    humano a la información. Canal 13, o cualquierotro canal de televisión abierta, no podíagenerar los ingresos suficientes para solventar eloneroso contrato con TyC. El negocio del fútbolexigía otro, la televisión por cable. La ciudad deBuenos Aires y el conurbano tenían un millón deabonados en total y estaban repartidos en partesiguales en dos empresas: Cablevisión y VídeoCable Canal (VCC), que ganaban en dólares yno estaban sometidas a controles del Estado ni arestricciones regulatorias. Aquí en Córdoba lasempresas que primero compitieron y luego serepartieron las zonas en partes iguales, fueronVideo Visión e Intercable. Luego mutaron aCablevisión y Multicanal respectivamente. Entre 1992 y 1996, Clarín se quedó con 119cables por toda la geografía nacional. Laexclusividad del fútbol y la posición dominanteen un mercado en virtual expansión, operó enprácticas desleales para con la competencia.Cobrando abonos más bajos y ofreciendo elproducto más consumido, quebraban a suscompetidores y luego compraban a precio vil loscables. De ahí venimos. Hoy no sólo el fútbol se puedeobservar por televisión abierta de forma gratuita,sino que el FPT produce algunos partidosexclusivamente para que sean difundidos porcanales locales.

    En sintonía con la Ley de Servicios deComunicación Audiovisual, se privilegia elinterés informativo de las diferentes regionesdel país. Así, partidos de Talleres, Institutoy Sportivo Belgrano de San Francisco en laB Nacional cuando juegan de visitante, sólose producen para Córdoba. De igual manerasucede con Patronato de Paraná, Gimnasiade Jujuy, Atlético de Tucumán o Aldosivi deMar del Plata. El salto es cualitativo. El desafíoqueda impreso para generaciones y gobiernosvenideros. Retroceder en la materia, aunquehaya distorsiones por corregir, sería un nuevosalto al vacío.O

    *Periodista

    Un poco de historiaMariano Marchini*

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    Si me toca abrir el juego desde este

    mediocampo, tengo antes que contar quiénsoy, o al menos en relación al fenómeno social delfútbol.No sé por qué me llamaron para escribir, dadoque si hay algo que no practico, ni pateando,ni conversando, ni mirando, son los oficios deljugador, hincha o periodista deportivo. Fui unpoco de todo. Nunca pude resistirme a darlemovimiento a ese redondo objeto. He sidoseguidor de Talleres desde aquella infanciagloriosa a finales de los 70. Y me ha tocadoanalizar la actualidad que entretiene a miles deoyentes. Pero esas prácticas han quedado atrás.La pelota cada vez acude menos a mis pies. Deltallarín que se sacó fotos con Galván, Baley yValencia queda un recuerdo desteñido. Dejé de ir ala cancha en los noventa después de una oprobiosaderrota ante un ignoto equipo de Corrientes,cuando saliendo de la imagen desconsolada de lapopular vi a un fanático lloriqueando porque habíavendido la garrafa para pagar la entrada, y en eltrayecto de esa marcha colectiva que se parecíaa un funeral, el frío calaba hasta la devoción mássagrada. Cuando mi viejo murió, ese sabaleroreconocido en muchos bares por su persistenteasistencia a los partidos de Colón, se llevó ese lazoque desde chico fue tejiendo con una complicidadancestral. Y en la radio prefiero calar otros temasen la agenda monopolizada por sucesos policiales,chismes berretas y noticias de fútbol.Pero, hay un hilo misterioso que me sigueligando al fútbol, y son los mundiales. No puedosustraerme de ese evento que hipnotiza millonesde almas. No soy ajeno. Y me dejo seducir.Al punto que me compré la televisión digital,cuando desde hace años no me exponía a losrayos catódicos y sus reconocidos efectos, la granmayoría contraindicados por Frankfurt y por lapropia experiencia ocasional. Pero ¿cómo me voy

    a perder ver ese espectáculo cultural y social?¿Cómo no concentrar el aliento y el corazón antes,durante y después de los 90 minutos, con alarguesy penales, al lado de Messi, Agüero, Mascherano?¿Cómo no sentirse parte de esa tribu que compartecolectivamente las vicisitudes mundiales, lleve lamisma o una camiseta contraria?

    Debuté festejando de pibe el campeonato del78. No sabía nada de lo que después me enteré.Desde entonces ya no puedo recordar ningúndestello de felicidad en esa fiesta pervertida. CadaMundial quedó bajo la sospechosa manipulacióndel poder político, empresario y mediático.

    Las Madres en la Plaza de Mayo, los vuelos de

    la muerte, el locutor arengando la mentira y elDictador festejando un gol. La gran infamia deesa Copa, no pudo redimirse cuatro años despuéscuando durante el Mundial de España la seleccióndebuta y pierde frente a Bélgica, un día antes de larendición en Malvinas. Habría que esperar hastaMéxico 86 para que el sueño dorado sea acariciadocolectivamente de la mano de Maradona y Bilardoen una (hasta ahora) irrepetible fórmula exitosa.Los siguientes campeonatos alternarían alegrías yfracasos, la eliminación de Brasil y el penal a favorde Alemania en la final, tal vez culminando con esatriste postal de Diego saliendo de la cancha juntaa la enfermera de FIFA, con una dosis letal para lailusión argentina.

    A partir de entonces, entre eliminatorias ytorneos, la pasión quedó lastimada por la ausenciadel héroe y una historia que parecía ya no volveríaa encontrarnos en el podio.Pero en esta Copa, sobran los motivos paraactualizar la fiebre y el entusiasmo. Que Brasil seala sede, le da a este Mundial una mística diferente,sobre todo si lo comparamos con anterioresdestinos como Corea, Japón o Sudáfrica. Laposibilidad de mixturar una localía cercana conuna rivalidad eterna configura un escenario aptopara las hazañas nacionales. Contar con Messiafianzado y un equipo joven y talentoso, devuelvenla confianza y generan esperanzas en la torcida

    albiceleste.

    Aunque no todo es alegría en Brasil. DilmaRousseff sufre el acoso de los problemasestructurales que no han sido resueltos en más deuna década petista y hay una avanzada de sectoresopositores que utilizan la idea de la corrupciónmundialista para desgastar al gobierno.Es difícil entender cómo en uno de los países másfutboleros del mundo esta Copa genere tantapolémica y resistencia. Por lo menos antes de quecomience a rodar la pelota, varias organizacionessociales que se oponen al mundial han lanzadoacciones para hostigar el espíritu triunfalista local

    o al menos ensombrecer la fiesta prometida. Lacolosal inversión económica (en su gran mayoríahecha por el Estado) y las exequias de la Copadejarán un panorama más claro de lo que costó eltorneo, que habrá que comparar con los resultadosdel equipo brasileño, para conocer hasta dónde fueun éxito o un fracaso la organización y la gestióndel gobierno.Pero más allá de los resultados, donde se combinael azar o la mano de Dios (que al parecer ya no

    juega de nuestro lado) y los méritos individualeso grupales de cada selección, lo que permanecey se comparte globalmente, es ese clima socialque subvierte las rutinas, los roles y las relacionesdurante poco más de un mes.El mundial es un carnaval que excede fronteras,estatus y jerarquías. En esas semanas quediscurren en un tiempo líquido, que se ralentizao apura según el cronograma del campeonato, lasociedad mediatizada asiste a un espectáculo enel que todos son cómplices de lo que ocurre. Elespacio carnavalesco se nutre de la participaciónde jugadores, periodistas y los hinchas anónimosque toman las calles públicas en las gestasdeportivas. Todos son protagonistas, algunoscon más pantalla que otros, de una comunicaciónque se expande por todo el planeta con el vértigotecnológico de Internet y las redes sociales. Lavida particular se torna pública y compartida,

    al menos por los sentimientos que dispara cadaevento del torneo. Que el espectáculo sea vivido através de plataformas virtuales, sea la televisión,la radio o la web, habla de una sociedad que vivemás en el simulacro de la experiencia, que en laparticipación efectiva en un hecho histórico. Elmundial de fútbol tal vez sea la condensaciónmás clara de nuestras sociedades que funcionana fuerza de espectáculos. La producción yacumulación capitalista de shows logra en laCopa una imagen total y única. Todo se apartaen la representación de una experiencia que soloalgunos viven directamente, pero que atrapa yenajena a multitudes planetarias.Miraremos, escucharemos y sentiremos cadajugada como si fuera real, verosímil, próxima,por más que esa lucha olímpica se desarrolle amiles de kilómetros de nuestra casa. No importa,viviremos cada minuto del partido, cada fechadel equipo, como si estuviéramos ahí, al menos

    una parte nuestra, ese ser argento, abstracto ycontradictorio, que se encarna en cada camisetanacional.

    Por supuesto, que entre ese carnavalinternacional, esa interculturalidad efervescente,existen aquellos que mantienen un estoico odio oindiferencia frente al fenómeno masivo. Son losque disfrutan de las ciudades vacías, sus paseostranquilos, sus tiendas y cines abandonados, ala hora en que las mayorías pegan sus ojos a lapantalla mundialista. Son los que rebuscan entrela oferta mediática y cultural algo que no hablede aquello que todos repiten día tras día como laverdad suprema de sus vidas. Sufrirán o gozaránen una proporción inversa a la quimera de susfanáticos compatriotas.Pero cuando el silbato suena, entre tantasespeculaciones filosóficas, con una historiaplagada de accidentales glorias y fracasos,

    con la rivalidad y la comunión que sostienenlas nacionalidades, a pesar de la indiferenciade quienes no disfrutan del juego y suespectacularización, el terreno de la imprevistamagia que descansa en los botines, volverá asuceder, y a tensionar la realidad de un planeta,que –con sus grandes abismos sociales yculturales– siente que hay algo en este eventodeportivo que identifica y representa el extrañotiempo humano que compartimos.

    *Periodista, Comunicador Social, conductor del programaSubversiones

    »El mundial de fútbol tal vezsea la condensación más

    clara de nuestras sociedadesque funcionan a fuerza deespectáculos.

    ¿Quién mueve la pelota?Carnaval mundialista yespectáculo mediatizado

    Pablo Ramos*

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    Dicen que cuando Diego Armando Maradonallegó a Newell’s Old Boys de Rosario, allápor el año 1993, ya había existido un jugadormejor que él, mejor que todos. Se llamaba TomásFelipe Carlovich, popularmente conocido como“Trinche”.Comentan que este tal “Trinche” la descosíajugando de cinco en el Club Atlético CentralCórdoba de Rosario y que también lo hizo en lasinferiores de Rosario Central, en Independientede Rivadavia, y fugazmente en Colón de SantaFe. Cuentan los que lo vieron jugar durantela década del 70 que Carlovich hizo cosasdescomunales, jamás vistas con la pelota.Directores técnicos, exjugadores, entre los quese cuenta al mismísimo José Pekerman, ademásde Marcelo Bielsa, César Luis Menotti, CarlosGriguol, y muchos otros, aseguran que se tratabade un jugador único. El propio Maradona dijoen diálogo con la prensa que el mejor jugador deRosario había s ido “un tal Carlovich”.Refieren también que el mediocampista le hizopasar un momento incómodo a la selecciónnacional del 74 cuando jugó con la camiseta delequipo rosarino que le terminó ganando 3 a 1 alcombinado argentino. Relatan que tuvieron quesacarlo de la cancha para evitarle una vergüenzamayor a Vladislao Cap, por aquel entoncestécnico del plantel albiceleste.

    Pese a todo lo que se dice de él, no hay registrosde su actuación en el campo de juego. Hacemuy poquito tiempo apareció una filmación deapenas diez segundos donde se lo ve a Carlovichhaciendo una gambeta preciosa, con la zurda yla pelota prácticamente unida al botín. Eso estodo, ese es el único elemento probatorio de lashazañas del “Trinche” en la cancha.

    Héroe del pueblo

    Cuando los exjugadores de Pinto (Santiago delEstero) volvieron a casa después de ganar lasemifinal contra los Cebollitas –las inferiores de

    Argentinos Juniors– y consagrarse campeonesnacionales, todo el pueblo los estaba esperando.Corría el año 1973 y el equipo santiagueño lehabía “pintado la cara” al plantel donde jugó porprimera vez en cancha reglamentaria, Dieguito,un niño que por aquel entonces soñaba conllegar a jugar el Mundial y ganar en la octavadivisión.Aquella tarde del año en que había vueltola democracia a la Argentina de la mano delgobierno peronista, el arquero de Pinto leatajó un hermoso penal a Diego, volandomagistralmente hacia uno de los palos. Suscompañeros festejaron durante todo el viaje de

    vuelta. Al llegar, familiares, amigos y vecinosrecibieron como un héroe al arquerito quehabía conseguido una victoria histórica, queera la de todo Pinto. Los Cebollitas tuvieron surevancha al año siguiente, cuando finalmentese consagraron campeones en los JuegosNacionales Evita.

    Las imágenes de aquel Diego que se ilusionabacon salir del potrero y jugar con la camisetaargentina forman parte del relato que años mástarde lo transformó en un mito insuperable. Larepetición una vez y otra de aquella historia,del pibe de Villa Fiorito, que sus hermanitosy compañeros de equipo ya reconocían comoun fenómeno y que logró superar todas lasadversidades haciendo magia con sus botines,alimentaron una figura enorme que por algunarazón encarna los sueños de miles y miles dejóvenes futbolistas en todo el mundo.

    Un mito, el mito

    Aquel 22 de junio de 1986, en el estadio Aztecahabía más de 100 mil hinchas. Hacía muchocalor y el partido estaba 0 a 0. Nadie vio el golcon la mano de Diego Maradona a los ingleses.Ni el juez de línea, ni el referí que lo dio porválido. La mano de Diego –la mano de Dios–aparece visualmente en las repeticiones, en elregistro fotográfico y en el comentario que hace

    segundos después de la jugada, Víctor HugoMorales.Apenas cinco minutos más tarde se produciríaotro “milagro” futbolístico, que Víctor Hugocomentaría emocionado hasta las lágrimas:“Barrilete cósmico, de qué planeta viniste paradejar en el camino a tanto inglés, para que el paíssea un puño apretado, gritando por Argentina”.El poético modo con el cual Víctor Hugo relatael gol conocido mundialmente como “el mejorgol de todos los tiempos”, demuestra que laperformatividad de un mito, genera al mismotiempo, un relato sobre la propia identidad, eneste caso, la identidad nacional. Hay quienes

    afirman que el gol de Diego a los ingleses, nohubiera sido igual sin el relato de Víctor Hugo.Hay quienes aseguran que ese gol, fue de los dos.

    Los mitos populares son, antes que nada,construcciones sociales y en el fútbol sobranlos ejemplos en los cuales los relatos históricosson refrendados en procesos de identificación.Tatuarse a Diego en la piel, es en cierto modotatuarse al pibe de Villa Fiorito que salió delpotrero para jugar en primera; al que le hizo elgol a los ingleses, pocos años después de quecientos de jóvenes argentinos hubieran muertoen Malvinas.

    Pero, ¿dónde quedaron las hazañas del“Trinche” Carlovich? ¿Qué fue de la vida delarquerito que le atajó el penal a Maradona yle dio el campeonato a Pinto en 1973? En laconstrucción de un relato se privilegian algunossignificados por sobre otros y si ese relato sevuelve unívoco, se clausuran de algún modo lastensiones propias de toda construcción social.En el medio, quedan los personajes a los cualesse les reserva el papel de los “otros”, los que notrascendieron la barrera de lo susceptible deser mistificado, los que por motivos culturales,sociales, políticos, salieron perdiendo el picadode la historia.

    El mejor de todos los tiempos

    Dicen algunos que Carlovich no logró serMaradona, porque era un tipo que le escapaba alas presiones que implica el fútbol profesional.Sin embargo, cuando un documentalista españolle pregunta recientemente si le gustaría volver ala cancha, al “Trinche” se le anuda la garganta ylos ojos se le inundan de recuerdos e ilusiones deotros tiempos.En el bar de su querido Club Atlético CentralCórdoba, donde también trabajó como técnico,Carlovich charla con sus amigos y mira de reojoal televisor. Están pasando una publicidad de

    YPF, sponsor de la selección nacional en elMundial de Brasil 2014. La propaganda se llama“Visionarios” y se los ve jugando, de chicos, aFernando Gago, Lionel Messi, Ezequiel Lavezzi,Javier Mascherano, Maxi Rodríguez y GonzaloHiguaín. “Alguien v io algo, que otros no veían”,narra la voz en el relato publicitario.

    “Para mí jugar en el Central Córdoba, fue comojugar en el Real Madrid”, dice el “Trinche”.Afirman, los que lo vieron, que así fue. O

    *Periodista

    »El poético modo con el cualVíctor Hugo relata el golconocido mundialmente como “elmejor gol de todos los tiempos”,demuestra que la performatividadde un mito, genera al mismotiempo, un relato sobre la propiaidentidad, en este caso, laidentidad nacional.

    Maradona no es elmejor del mundoSoledad Soler*

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    En las dos esquinas de unamisma pasión: la historia delRiver con la casaca de Boca

    César Pucheta*

    Al sudeste de la provincia de Córdoba, unade las esquinas de la ciudad de Bell Ville(cuna mundial de la pelota sin tiento y CapitalNacional de la Pelota de Fútbol) es testigode uno de los fenómenos más llamativosdel deporte nacional. Una rareza de difícildigestión o un emblema en torno a la unidady la identidad, según el cristal desde el cualse observe: en la intersección de las callesMitre y Corrientes irrumpe el Club Atlético yBiblioteca River Plate. El River de Bell Ville, elde los colores azul y oro.Existen miles de historias en torno al fútbol.La pasión popular y el imaginario colectivo lasarrojan de a montones a través de los tiemposy las replican de generación en generación.Hasta la literatura acude a ellas para empotraren la historia momentos memorables o

    para simbolizar estados pasionales casi sinsimilitudes sensoriales aparentes. En elcuento “Los Traidores”, de Eduardo Sacheri,el personaje principal de la historia (hinchadel Deportivo Morón) cierra su relato con un“(...) ¿Cómo qué promesa, pibe? Vos jurámeque nunca más gritás un gol de Morón contraChicago. Nunca en la vida. Y yo le digo a papáque le guste o no le guste nos casamos igual...”e inmediatamente se retira del estadio antesdel comienzo de lo que para muchos es elclásico más importante del ascenso, disputadopor esos dos equipos referentes del oesteporteño.

    El personaje del relato de Sacheri no cedíaante la pasión por sus colores y su club,simplemente los negociaba por un horizonte

    mayor. En ese caso, un nuevo amor, tan intensocomo aquel (quizás) pero distinto; un poco máscotidiano y cercano. El caso del nacimientodel River de Bell Ville puede emparentarse enesa línea de tiempos, gestos y pasiones que seencuentran, se cruzan y aprenden a sobrevivirreinventándose en sentimientos mayores. Enel año 1923, tres de las cinco institucionescuya actividad principal gira en torno al fútbolya existían en la ciudad, no obstante ello, ungrupo de muchachos enamorados de la pelotadecidieron emprender la travesía de fundarun club, otro club. Uno distinto, uno propio.

    Cuenta la historia que luego de rondas eternasde discusiones en la que los desacuerdos eranla única constante, el destino del nombre ylos colores de la futura institución quedaríalibrado al azar. No existían muchos clubes detrascendencia nacional por aquellos días, perola concentración pasional ya giraba en tornoa Boca Juniors y a River Plate. Y ahí estaba eldilema. El conflicto se resolvió por sorteo, elgrupo ganador se quedaba con el nombre, elotro con las insignias. Así nació la historiadel Club Atlético y Biblioteca River Plate conescudo y camiseta xeneixe.

    A Augusto “Cacho” Fabbro, presidentedel club desde hace más de 10 años, no lesorprende el llamado. “ Es realmente muycomún que llame la atención, somos un caso

    único en el mundo. Nosotros siempre decimosque, incluso hoy, hemos logrado superar lasbarreras de los colores y los enfrentamientosque todo el mundo supone. Acá hay peñasde River y peñas de Boca. Acá se llenan lasinstalaciones para ver los clásicos. Pero porsuerte pudimos sostener un espacio para lafamilia y el deporte como siempre lo pensamos.

     Lo demás, que a muchos les llama la atención, para nosotros es simplemente una anécdota.”La historia y el proyecto colectivo pudieronmás que el enfrentamiento y la contradicción.A pesar de los intentos, la rediscusión y losjuegos de seducción. Cuenta el anecdotarioque allá por la década del 50, Boca Juniorsllegó a Bell Ville a jugar un amistoso. AlbertoJ. Armando, su presidente por aquellosaños, intentó persuadir a los directivos de

    emparentar los colores con el nombre acambio de beneficios que tenían que ver confondos, indumentaria y otras prestaciones. Esadecisión se sometió a una asamblea de sociosque, recuerdan los memoriosos, terminó consillas volando y una respuesta negativa. Unadécada más tarde, la oferta llegó del ladomillonario. El presidente Liberti tuvo la mismaidea, con la lógica inversa. Emparentar elnombre con los colores. La respuesta volvió aser negativa, esta vez, dicen, sin tantas sillaspor los aires. Aquella visita, recuerdan, fuetestigo de un desplante de uno de los máximos

    ídolos de la historia riverplatense, ÁngelLabruna, quien se negó a cenar junto a todo elequipo en la mesa de cabecera de aquel salón,ornamentada con los colores azul y oro.

    El River es uno de los equipos históricosentre los participantes de la Liga Bellvillense,aunque obtuvo su único título de PrimeraDivisión en el año 1975. El fútbol, que fue la

    excusa para la génesis de la institución, siguesiendo la principal actividad del club. Esaque atrae, sostiene y permite que otras vayansurgiendo alrededor. “ Bell Ville siempre ha sidouna ciudad muy futbolera, pero en River hemoslogrado generar otras cosas que funcionanmuy bien. En estos últimos tiempos tenemosactividades sociales como patín, gimnasia entela, canchas de paddle, aunque lo primeroque se sumó al fútbol fueron las bochas.

     Durante años, el fútbol y las bochas fueronlas actividades centrales del club. Incluso,nosotros tenemos un campeón mundial debochas”, señala Fabbro para hacer referenciaa la figura de José Donato Ghío, que fue cincoveces campeón argentino, y cinco vecescampeón sudamericano y, en 1957, se consagrócampeón mundial en las tres especialidadesdel rubro (individual, parejas y por tríos).

    Si bien también representó al Club Bell y alClub Defensores de Belgrano (ambos de BellVille) sus logros más importantes los logródefendiendo los colores azul y oro de River.En la actualidad, y debido al crecimientode las actividades del club, la instituciónestá construyendo un nuevo predio para lapráctica futbolística a tres cuadras de la sedehistórica, mientras se desarrollan actividadessociales que cuentan, por ejemplo, con a ulasde apoyo escolar que también hace las vecesde merendero popular. “ En Bell Ville hay cercade 15 clubes, entre los deportivos y los socialesque se dedican a otro tipo de actividades. Todoshan experimentado una merma importante enla masa societaria en los últimos años  (diceFabbro). La televisión, la tecnología y otroscambios en la forma de vida de las sociedadesen los últimos años genera otro tipo de

     participación, es distinta la situación en otrosclubes del interior en donde todavía la gentese vuelca a los clubes como principal formade relacionarse en la sociedad”. River cuentacon unos 250 socios activos que abonan unacuota “que no alcanza para hacer frente a losdiversos objetivos que el club se propone”. Poresa razón, entre las actividades en el seno dela institución también es común encontrarsecon eventos artísticos, bailes sociales y, sobretodo en los últimos años, la realización deespectáculos cuarteteros que, junto a lossubsidios y la ayuda estatal, es la forma másefectiva de obtener los fondos para enfrentarlos desafíos institucionales.

    El personaje de Sacheri que precedía esterelato había decidido hacer convivir losdos extremos de su sentimiento en pos deun amor más grande, de un horizonte másíntegro. El River de Bell Ville es un ejemplomundial de que, colectivamente, ese tipo dedecisiones pueden sostenerse en el tiempo yhacer historia. La charla con “Cacho” Fabbrotermina con una frase que lo resume todo: “Yosoy hincha de River, también anti-Boca y elvicepresidente es de Boca. No vamos a discutirpor eso, somos amigos hace más de 30 años. Anosotros nos une algo más grande.”  O

    *Periodista, Comunicador Social

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    El fútbol y el cine han sabido ser pasionescomplementarias ya desde las primerasdécadas de sus historias paralelas: bastareparar que la segunda película argentinade la era sonora y la primera en “narrar” un

    argumento, Los tres berretines, de EnriqueSusini, ya exploraba en 1933 las implicanciasde esta relación mutua para confirmarlo. Comoen aquella comedia emblemática, donde unherrero de barrio comienza a ver cómo sufamilia es dominada por su afición al fútbol yal cine (además del tango),  miles de cultorestestimonian a diario su entrega enardecidaal fetichismo de la pelota y las imágenes, unapasión compartida con naturalidad pese a quesus prácticas parezcan provenir de espaciosculturales y simbólicos diferentes, generalmentepensados como opuestos. ¿Qué razones explicanesta extraña conexión? ¿Cómo se ha plasmadoen el cine?

    Un primer acercamiento indica que ambas sonactividades profundamente populares, capacesde aglutinar a multitudes de desconocidos para

    igualarlos bajo un mismo amor: tanto en lasala oscura como en las gradas de una canchade fútbol, las personas pueden olvidarse, porunos momentos, de las estructuras sociales queorganizan su cotidianeidad para hermanarseen una experiencia compartida, comunitaria,sea viviendo otras vidas en la gran pantalla, seaentregándose a las emociones del juego bajo lanueva identidad que ofrece la “hinchada” comocálido refugio para sus miembros.Pero si vamos más a fondo, podemos especularcon algo que excede la identificación colectivay tiene que ver con ciertos procedimientos queambas actividades comparten, que inclusopueden explicar sus respectivas estéticas: tantoel fútbol como el cine son artes del espacio, cuyabelleza (y efectividad) reside en la capacidad desus protagonistas para surcarlo y dominarlo.Cualquiera que haya despuntado el vicio de

    la pelota sabrá que el fútbol es bastante másque la habilidad para tratarla con los pies o elcuerpo –por cierto imprescindible pero nosuficiente–: la pericia del jugador consiste, antesque nada, en su capacidad para ubicarse en elespacio compartido y en calcular los tiempos, lasdistancias y las fuerzas desplegadas en el juego.Messi no sería Messi sin su dominio excepcionalde la pelota, pero tampoco sin su asombrosacapacidad para anticipar los movimientosajenos, para manejar las distancias al milímetroa altísima velocidad o para ejecutar jugadas enespacios imposibles, que nadie más es capazsiquiera de imaginar.

    Arte sensorial como ningún otro, el cine haconstruido su especificidad en su capacidadpara atrapar un espacio físico y sonoro yreproducirlo en sus más diversos detalles: antesque relato, el cine es una forma de acercarse

    al mundo, un modo privilegiado de conocerloy experimentarlo, aun en la era digital. Bastaver un plano de Béla Tarr, Jia Zhang-Ke, AbbasKiarostami o Brian De Palma para comprenderque el cine es un arte que nos permite percibirnuestro entorno de un modo radicalmentedistinto al que lo hacemos en nuestracotidianidad, por tanto una forma destinadaa (re)descubrirlo, incluso a recodificarlo bajo

    su propia lógica: ¿qué otra cosa ofrece el cine

    sino un espacio de reconocimiento colectivo,un lugar donde podemos mirarnos a nosotrosmismos y, más importante aún, a los otros,desde condiciones privilegiadas? De allí laimportancia de la forma cinematográfica, puessiempre determina la relación que el espectadorpuede establecer con las imágenes: ciertosprocedimientos promoverán la liberación de sumirada y el contacto franco con la otredad, otrosestarán destinados a reafirmar sus prejuicios.Lo cierto es que a pesar de esta historiacompartida, y de que el fútbol debe ser eldeporte más codificado por la televisión,aún persiste la idea de que no ha tenidouna representación cinematográfica que lodignifique, una película que haya podido estara su altura y mostrar lo que significa jugar unpartido, el mito de que el fútbol es “infilmable”.¿Cómo registrar esa experiencia tan universal

    para poder transmitirla con verosimilitud alespectador?

    Una primera intuición indica que el cine nodebería imitar a la TV, al menos en cuanto alplano general que domina las transmisiones envivo: esa gran toma lateral fija en la mitad de lacancha, ligeramente en contrapicado, sirve paradenotar la naturaleza colectiva del fútbol y seguirlos acontecimientos, pero si se trata de hacerlehonor al juego, el cine debe llevar al espectadormás allá, al centro mismo del partido. El ejemploparadigmático es Escape a la victoria (1981),de John Huston, que por momentos exhibe esa

    voluntad de realismo radical aunque por otrosla trunca en el montaje: ver la chilena final dePelé, filmada en una toma general lateral queen su ritmo ralentizado (más una banda sonorainvasiva) muestra al juego como una coreografíasublime, aunque al momento de impactar lapelota Huston corta la secuencia para reproducirla acrobacia en un plano frontal, que logra ubicaral espectador en el interior del suceso.

    Pese a la construcción hollywoodense de sutrama, se trata de un intento digno por recrearla experiencia del juego desde adentro –contravellings y planos secuencia desde el interiordel campo–, como lo fue la obra original quela inspiró, Match en el infierno (1963), delhúngaro Zoltán Fábri; muy por encima de otrasfamosas películas contemporáneas como latrilogía inglesa Goal (2005-2009), que intercalaimágenes de partidos reales de la PremierLeague con pobrísimas recreaciones de jugadasprotagonizadas por sus actores. El resultadoes un artificio decadente, al borde del ridículoaunque sin buscarlo, como su compatriota Mean

     Machine (2001), de Barry Skolnick, exactamentelo opuesto de lo que logran otras variantes deculto como Shaolin soccer (2001), de StephenChow, donde el artificio es elevado a la categoríade absurdo al proponer jugadas sobrehumanas

    que orquestan una fantasía lúdica dentro de loscódigos del animé.

    Ya en el mainstream argentino, hay que citar aJuan José Campanella, que luego de ese famosoplano secuencia cenital que desde el cielorecorría una jugada de Racing para terminarposándose en el medio de la hinchada en Elsecreto de sus ojos (2009), incursionó de llenoen el fútbol con Metegol (2012), su apuesta másambiciosa y la película más cara de nuestrahistoria (20 millones de dólares), donde ensayóuna variante radical del problema: planossecuencia capaces de seguir el recorrido de lapelota en una jugada completa, construyendouna mirada flotante del balón, capaz de girarsobre su eje y moverse verticalmente sin cortespara abarcar todos sus movimientos. El resultadono es mejor en términos de realismo no tanto

    porque se trate de una animación y un partidode metegol, sino porque semejantes piruetasvisuales no ayudan a recrear una situación dejuego real aunque sí permitan una experienciasensible de la acción.

    ¿Cuál será entonces la mejor representacióndel fútbol en el cine? Una respuesta que cuentacon bastante consenso es el documental

     Zidane. Un retrato del siglo XXI  (2006), deDouglas Gordon y Philippe Parreno, que con17 cámaras sincronizadas filmaron al míticojugador durante un partido de Real Madrid conVillarreal en 2005: la concentración de la miradaen un jugador permite independizarla del juegoen sí mismo y captar tanto la experiencia delfutbolista como los pormenores de su arte, uncuerpo inmerso en una particular danza paradominar el azar y convertirse en catalizador

    de las acciones, a la vez que logra sugerir lanaturaleza colectiva del juego, al mostrar alprotagonista como parte de una coreografíamasiva. Los directores aprovechan la diversidadde ángulos para desnaturalizar la lógicatelevisiva y extrañar la mirada: por momentos,vemos sólo la cabeza de Zidane o sus pies, enotros hay planos cenitales, a nivel del suelo oplanos generalísimos para construir una nuevadistancia que logre revelar la belleza escondidadetrás de esa pasión colectiva por la pelota.O

    *Crítico de cine.

    »Tanto el fútbol como el cineson artes del espacio, cuyabelleza (y efectividad) reside en lacapacidad de sus protagonistas

     para surcarlo y dominarlo.

    El espacio como un arte:cine y fútbolMartín Iparraguirre*

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    En prácticamente todo estadio del fútbolargentino (principalmente de primeradivisión) hay un personaje por demás típico:el que está con la radio en la oreja escuchandoel partido. Ahora bien, si dicho personajeestá justamente en la cancha, en el estadio, a

    metros de los jugadores y las jugadas, ¿por quénecesita esa redundancia; es decir, escuchar yver, aparentemente, lo mismo al mismo tiempo?Porque en realidad, si bien la situación es única(el partido y sus instancias) la transmisiónradial hiperboliza dicha situación: la agranda,la magnifica. La voz impostada del locutor,el frenesí del relato, la rapidez del mismo, loscomentarios, las publicidades, los detalles de losperiodistas en el campo de juego, las estadísticasy demás particularidades de la transmisiónen tiempo real hacen que ese partido que seve, se hiperbolice con la radio en la oreja: seintensifique de manera notoria. De allí la típicafrase: “Se sufre más por radio que en la cancha”.Imaginarse si encima uno está en la cancha.

    Pero qué pasa si uno no va a la canchaprecisamente. Si uno decide no prender la radio

    y sintonizar el dial. Si uno decide ver el partidopor televisión, a través de una transmisióntelevisiva. Dicha transmisión, ¿se hiperbolizatambién? Curiosamente, en el fútbol argentino,dicha transmisión se hiperboliza hastasobrepasar, a veces, los límites del ridículo y deldeporte en sí. Ángulos, planos, contraplanos, picados,paneos generales, zoom, repeticiones, gráficoscomputarizados, estadísticas, simulaciones,todo lo que una cámara o varias cámaraspueden filmar y un director ordenar y editar,son mostrados fragmentariamente en unatransmisión televisiva de fútbol con detalles enocasiones, admirables. Una misma situación esy puede ser mostrada con una multiplicidad deopciones y recursos notables.De un modo u otro, esto poco importa en una

    transmisión televisiva de fútbol argentino pueslos recursos tecnológicos de transmisión sonya una forma acostumbrada de ver un partido:después de tal o cual jugada, uno ya espera larepetición por ejemplo. Por el contrario, lo querealmente importa de una transmisión de fútbolargentino desde finales de los ochenta hasta laactualidad, es el relato (estilo) y sus relatores(comentaristas incluidos en esta categoría).

    Desde finales de los ochenta a esta parte, latransmisión de fútbol por televisión dejó de sermeramente objetiva y descriptiva y pasó a sertotalmente subjetiva, agresiva, ridícula, graciosa,

    altamente intensos y por momentos, agobiantes;inclusive hasta cuando antes sólo se mostrabanridículamente las tribunas en los partidos. Estamanera de proyectar los encuentros además,ayuda notablemente a que los relatores y susrelatos modifiquen la forma de apreciar unpartido; ojo, no modifican el partido, si no laforma de apreciarlo (¿disfrutarlo?).Por ello, en el fútbol argentino, uno critica alos jugadores, a los árbitros y a los relatorestelevisivos. A los primeros por cómo juegan, a lossegundos por cómo cobran y a los terceros por loque dicen y por cómo lo dicen. Por esta razón, loscomentaristas y relatores en el fútbol argentinoson intrusos y complementos; protagonistasextras de un show que a veces cobra un caráctermás televisivo-farandulero que deportivo yen esta transmutación, especialmente en losúltimos años en que las transmisiones de fútbolpertenecen al Gobierno, se juega una nociónmuy importante en la (¿nueva?) forma deapreciar un partido: hoy por hoy, el deporte es la“excusa” para la propaganda política. El partidoes lo que se ve, pero lo que se escucha y lee nonecesariamente tiene que ver con el partido.Deporte y política son en la actualidad partes

    indisociables de las transmisiones televisivasde fútbol en la Argentina; por lo tanto, el relatotelevisivo no sólo tiene una prioridad deportivay comercial sino una política y en ciertos relatos,hasta militante.

    Tecnología, show, deporte, negocio, lenguaje,efectismos, política: ¡hipérboles!... Desde “elestás crazy” hasta “el nos secuestraron losgoles”; desde el “don niembra” al “qué cobrásfiera”,la forma de mirar un partido de fútbol portelevisión en la Argentina implica una hipérbolede los sentidos; una asimilación de informaciónque sobrepasa lo meramente descriptivo ydeportivo y que linda, directamente, con el“show business” televisivo y la propagandagubernamental desaforada. Pues, a no olvidarseque hasta hace poco, el que iba a encargarse deestas transmisiones era el muchacho que solía

    poner enanos en una pista de patinaje sobre hielopara que jugaran al fútbol mientras cantabancumbia y se mataban a golpes; a no olvidarseque el Gobierno impidió que este muchachoasumiera este rol cuando el mismo Gobierno erael que semanas antes lo había llamado.A no olvidarse que de todos modos, loimportante sigue siendo decir (¡gritar!)“goooooollll” y no “gaaaaaallll” y para ello, nadamejor que la propia voz.O

    *Escritor y docente. Realiza generalmente reseñas de cine enla página hacerselacritica.com

    peyorativa y hasta de militancia política. Eslo que podríamos llamar, “La Era Araujo”.Los relatores (ya) no son una parte “pasiva”del juego, tampoco son una parte “act iva”, esdecir, no tienen la más mínima incidencia enun resultado; son más bien una parte “intrusa”que irrumpe en el partido a pesar de queparadójicamente, lo complementan dado queuno realmente no puede ver un encuentro defútbol por tele con el mute del televisor puesto.Y acá, en este detalle de “necesidad” delpúblico, es que los relatores y comentaristasdel fútbol argentino aprovechan su instanciade estrellato particular: su relato está o puedeestar por encima del partido mismo. Por esohacen voces ridículas, nasales; hablan enspanglish; ponen epítetos y sobrenombres a losjugadores y árbitros constantemente; recriminana los técnicos como si fueran ellos mismoslos técnicos por no hacer tal o cual cambio; leindican a los jugadores cuándo, cómo y dóndepatear; hacen canciones idiotas cuando unjugador marca un gol y hasta pregonan (cierta)militancia político/ideológica cuando un lateralvenezolano sale desde el fondo con la pelota enlos pies.

    En el fútbol argentino, desde “La Era Araujo”,las transmisiones televisivas son casi unespectáculo aparte. Técnicamente, los cotejosrara vez se pasan en planos generales, con ciertasensación “épica” como las transmisiones de

    la Champions League o las ligas europeas engeneral por ejemplo, si no más bien en planosmedios, puntualizados en la jugada y el jugadormás que en el partido en general. Efectista,cholulo y alcahuete, se filma desde que losjugadores hacen la arenga en el túnel hasta quetodos encolumnados van a reclamarle algo alárbitro al final de los partidos o entretiempos.Se filma inclusive a los directores técnicos enprimeros planos mientras los periodistas decampo repiten lo que éstos dicen durante elpartido. La idea siempre es filmar donde está lapelota y no las posiciones en general. Este efectocasi “kafkiano” vuelve los partidos televisados

    »Desde finales de los ochentaa esta parte, la transmisiónde fútbol por televisión dejó de sermeramente objetiva y descriptiva

     y pasó a ser totalmente subjetiva,agresiva, ridícula, graciosa,

     peyorativa y hasta de militancia política.

    Relatos, relatores, spanglish,

    efectismos, nasales ymilitantes

    Gustavo F. Gross*

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    E  NT  R E  V I   S T  A 

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    Charlar con Antonio Birabent siempre esun placer. La forma en la que paladea yelige cada palabra es digna de admiración.Nunca intenta dar un paso en falso, y eso esalgo que también trabajó mucho como artista.Ya sea en su rol de músico, o como actor,Birabent siempre manejó un bajo perfil. Aunsiendo parte de una generación de actoresexpuestos desde muy jóvenes a la fama, luegode la explosión de la película Tango feroz.Encima Antonio tenía un agregado. Su padre,Moris, es nada más y nada menos que unade las piedras angulares del rock argentino.Pero el tipo, siempre se mostró tranquilo.“Soy reservado. Disfruto de serlo, de tenermi mundo y poder viajar en subte”, me dice.Porteño de ley, el músico editó el año pasadosu decimoquinto disco llamado Lápiz, papel y guitarra. En este 2014 se cumplen 20 añosde Todo este tiempo, su debut solista, y 25del inicio en su carrera como cantante ycompositor.

    El inicio

    P: –¿Cómo se lleva eso de cumplir 20 años decarrera solista?R: –Mirá yo no tomo esa fecha como iniciode algo, en todo caso es un inicio discográficosolista. Pero para mí, mi inicio musical es4 o 5 años antes, en el 89, cuando empiezoa componer y a tener mis primeras bandas

    y primeras reuniones musicales con otrosmúsicos.

    P: –¿Cómo se llamaban esas primerasbandas?R: –Dos nunca llegaron a tener nombre y laque tuvo nombre se llamaba Pasión. Pasiónera una banda que ensayaba y no tocaba, comopasa con muchas bandas, ¿no? Ensayábamosen un lugar por el que he pasado, porcuestiones de la vida, muchas veces por lapuerta. Era un garaje de la calle Conde en elbarrio de Colegiales. Siempre que paso me

    acuerdo, y es más, hace unos años pasé ytoqué el timbre a ver si me dejaban pasar. Estono lo conté nunca. Le dije a la persona que meatendió: “Mire yo hace muchos años ensayabaacá, en una banda…”. Bueno por su puesto queme miraron con una cara mezcla de miedo ydesprecio, y no pude pasar. Pero bueno, paravolver a tu apreciación, yo tomo ese inicioun poco antes y también reconozco que losaños son ambiguos. El peso que tienen y elsimbolismo son cambiantes en una palabra.

    P: –Un poco antes de lanzar tu primer discosolista y del furor de Tango feroz, tuviste losprogramas de rock en la tele...R: –Sí. Rock&Roll terminó en el 92 y  La Cueva en el 93...

    P: –¿Cómo comenzó todo eso?R: –Todo comenzó con un llamado de losGarcía Moreno, hermanos de Charly Garcíaque son realizadores audiovisuales. A ellosy a Eduardo Berti, que era el productorperiodístico del proyecto, les pareció que yopodía hacer eso. A la distancia fueron dosprogramas muy valiosos y que marcaronun hito para muchas personas, siendo dosprogramas señeros que marcaron época. Meda mucha alegría haberlos hecho.

    P: –¿Por qué crees que hoy la tele no tienelugar para la música, digo, ya no hay másprogramas musicales en canales abiertos?R: –Con mucha síntesis y mucha crueldad,te digo que hoy no hay programas de música,

    porque en la tele hay lugar para otras cosas.Simplemente es eso. Ojo, no hago unavaloración de eso, no está ni mal ni bien. Nosoy de esos que dicen: “hoy en la tele deberíahaber más rock”. Quizás solo sea que hoy nohay espacio para eso. Ni siquiera sé si tieneque ver con el momento actual de la música.No lo sé. Tampoco me parece algo grave. Entodo caso la música está en otros lugares,donde se aprecia mejor y donde es más difícilacceder. Esa dificultad, creo, es un motor paraque la gente sea más curiosa. Sino la cosa, enla tele, viene muy masticada.

    Hoy: Lápiz, papel y guitarraP: –Tu nuevo disco, Lápiz, papel y guitarra sefinanció colectivamente. ¿Por qué decidistehacerlo de esa manera?R: –Es simple. Tuvo que ver con mi crucecon la gente del sello Ultrapop, con quien yosaqué Anatomía y Anatomix (2000), genteque está en el mundo de la música y que leinteresa desde un punto de vista muy valiosolo artístico. Les comenté que tenía un discoguardado en un cajón y que no sabía quéhacer. Y ahí me propusieron esta manera deeditarlo que me pareció muy bien. Fue unabuena experiencia y el disco es un disco queme pone contento. Valoro mucho este trabajoy creo que tiene canciones que espero puedacantar por mucho tiempo.

    P: –¿Tuvo que ver también la idea delcrowfunding  con el momento de la industriamusical?R: –Yo creo que las grandes compañíasdiscográficas están ahogadas. Es un síntomade estos tiempos. Creo que hacer cancionesy disfrutar de ese oficio sigue siendo lo másimportante. Los caminos van a ir variando.Hubo una gran transformación de lo que es lamúsica como negocio. Creo que cada vez vaa haber más transformaciones y el oficio delcompositor y de cantante siempre van a estar.

    “Las grandes compañías

    discográficas están ahogadas”Charlamos con Antonio Birabent sobre el pasado y el presente. Una entrevista im-perdible con quien es hoy uno de los referentes ineludibles de la canción rock argen-tina. Recientemente presentó su último trabajo: Lápiz, papel y guitarra.

    Gonzalo Puig*

    »Hay una canción del discoCardinal (2000) que se

    llama Blindados que parecierahablar del amor y que recuerdohaberla escrito en un bar cuandola palabra blindaje estaba demoda.

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    A mí me sigue resultando un desafío y unentusiasmo enorme componer.

    P: –Siempre fuiste de cantarle a BuenosAires, pero en este disco no aparece mucho laurbanidad...R: –Le he escrito mucho a Buenos Aires. Deboser de los músicos argentinos que más le haescrito a Buenos Aires en los últimos 20 años.Hice muchas canciones donde Buenos Aireses protagonista directa o indirectamente.Lo hice tanto que si algo me propuse en esteúltimo disco es que no haya ninguna mencióna la ciudad. En este momento no tengo ganasde escribir sobre Buenos Aires que en su raízsubterránea sigue siendo una ciudad hermosa,pero en su superficie está invadida pordemasiada brutalidad.

    P: –¿Sigue siendo el tango la banda de sonidode la ciudad?R: –No necesariamente, yo creo que siguesiendo la banda de sonido de algunosmelancólicos. Por suerte han aparecidorenovadores del género. De hecho yo soy unamante urbano tanguero, eso sigue estando,pero se transformó. No creo que Troilo sigasiendo la banda sonora de la ciudad. En todocaso sigue siendo la banda sonora de muchoscorazones.

    P: –En tu último disco la canción Heroica tiene una frase que dice: “De repente lascosas se tornaron un poco raras, regresaronimágenes que ya nunca pensamos ver.Tanta gente encendida por las luces menosbrillantes, nombres tan repetidos, siempre enmano y sin fe.” ¿Tiene que ver con el momentopolítico del país?R: –Mirá... si fuese así fue un tantopremonitoria, porque la escribí mucho antesde ver el momento actual. La canción nohabla de un momento político puntual. Hablade una sensación de hastío por un entornodemasiado caótico que nos rodea, y a veces

    muy embrutecido, a eso me refiero con “lucesmenos bril lantes”. Es volver a ver caras, peroque no solo tienen que ver con el momentopolítico, sino con situaciones que ya vivídesde que vivo en Argentina de adulto. Enel fondo la canción reclama héroes que sonhombres, no superhéroes. Reclama héroesanónimos, cotidianos, que potencialmentetodos somos un poco. Y como esos héroescotidianos, que podemos ser todos, tenemosherramientas para cambiar las cosas.

    P: –¿Esa sensación de hastío afectapositivamente o negativamente al cancionistaa la hora de componer?R: –No me afecta mucho lo externo. Si estoyenamorado o desenamorado, si hay corralito,si sube el dólar. Cualquier situación es idealpara componer. Hay una canción del discoCardinal (2000) que se llama Blindados quepareciera hablar del amor y que recuerdohaberla escrito en un bar cuando la palabrablindaje estaba de moda. Habla de blindajemacroeconómico y eso es tan poco poético,tan poco romántico, que empecé a escribir:“Blindados estamos, en amores esquivos.Demasiadas palabras y un pasado cansino ysombrío”. ¡Mirá qué cosa, qué casualida d loque estamos hablando!, porque esa letra de Blindados tiene que ver un poco con  Heroica.Realmente me parece que lo que sucedealrededor de un país no me ayuda o me dejade ayudar. Uno puede resignificar conceptosduros para volverlos poéticos. Todo lo quehay alrededor creo que puede provocar unacanción. Es el oficio. La música sigue siendoun lugar puro y ajeno al mundo real.

    »Todo lo que hay alrededorcreo que puede provocar una

    canción. Es el oficio. La músicasigue siendo un lugar puro y ajenoal mundo real.

    P: –¿Hay una canción en tu disco, muy“yupanqueana”, al menos desde el titulo, sellama Hermanos, podés contar de qué va?R: –Yo creo que la canción relata un poco elodio de clase. Y rescata que todos somos muyparecidos. El “blanco bienudo” que habla del“negro” en forma despectiva, es parecido aese “negro” o pobre que usa gorra y escuchacumbia. Creo que esos dos tipos se juntanmucho en la gran ciudad, y que al fin y al caboson mucho más hermanos de lo que parecen.Eso es algo que quiero rescatar. Veo que hay unodio guerrero entre el pobre y el rico, o el tipoque es una persona distinguida y el tipo quees un bruto. Ese odio los emparenta. El tipoque anda en moto o el repartidor de pizzaslaburante, es tan bruto como el tipo que andaen 4x4. Hay una brutalidad que los une, quelos hermana. No debe ser nada fácil aceptarloporque entre ambos se ven muy lejos, pero sondos extremos que hablan de lo mismo.

    P: –¿Qué significa la guitarra en tu vida?R: –La guitarra es el sinónimo de la salvación.Si yo tocara más la guitarra, sería un hombremás sabio y más sano de lo que soy. Es unagran compañera. Es realmente algo muycercano para mí y al mismo tiempo muysalvador.

    P: –¿Le das más importancia a la letra o lamúsica cuando componés? ¿Al lápiz y papel oa la guitarra?R: –Por lo general para mí manda la letra.Prefiero empezar de una letra que me inspirauna música que de un tarareo. Pero en  Lápiz, papel y guitarra, además de romper con lourbano, rompí también con esta claridad, yhay varias canciones que nacieron desde unlugar plenamente musical y después aparecióla letra. Son ejercicios distintos y creo quecomo compositor tenés que laburar los dos. O

    *Periodista y Comunicador Social

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     CI  E  N CI  A 

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    Aun siendo un referente de la Física Forenseen Argentina, Rodolfo Pregliasco estuvoa punto de abandonar su carrera científica. Ya

    había peritado la masacre de Avellaneda, el casoMiguel Bru, la masacre de Trelew y el crimen deTeresa Rodríguez. Incluso, al enfrentarse a laspruebas de este último caso, había desarrollado,por idea de Ernesto Martínez, una técnica originalpara acercarse a los hechos: a diferencia deltratamiento habitual que pretendía reconstruirel trayecto del proyectil para determinar ellugar desde dónde fue efectuado el disparo,propusieron, ante la insuficiencia de pruebasvisuales, seguir el recorrido del sonido. Deeste modo, a través de los ecos presentes en losregistros y sus rebotes en el espacio, pudierondeterminar, con cierto grado de precisión, el lugardesde donde había sido disparada la bala queacabó con la vida de Teresa Rodríguez (la mismatécnica fue utilizada luego para el crimen deMaximiliano Kosteki).Ya tenía planeado un futuro distinto vinculadoa la música (Rodolfo Pregliasco es intérprete deeufonio, una variante de la tuba, un poco máspequeña) futuro que hoy es presente pero no demodo excluyente, como presumió que lo sería enesa deriva vocacional hacia donde lo presionabaun sistema científico dentro del que parecía notener lugar.Sin embargo, siguiendo un derrotero bastanteazaroso (Adrián Paenza lo entrevistó, la entrevistala vio Lino Barañao –titular de la cartera deCiencia– quien recomendó al Conicet revisar unainminente expulsión) se le propuso cambiar depertenencia, pasarlo a la comisión de Tecnología.De ese modo el Dr. Pregliasco pudo continuarhaciendo física, seguir investigando y persistir enla música, pero como hobby.Recuerda Rodolfo: «Estuvieron a punto deecharme del Conicet, donde no pude dar másclases en el Balseiro. Pasé años muy difíciles, semurió Ernesto Martínez y eso fue durísimo para

    remontarlo. Pero en medio de todo, en noviembrede 2008, recibo una llamada de Pancho Tamarit,que en aquel momento era presidente de la AFA(Asociación Física Argentina), y tuvimos unareunión en Buenos Aires donde me dice, “a míme gustaría ver qué podemos hacer para que hayamás gente haciendo cosas como vos”». Primerpaso en el largo proceso de concreción de laEspecialización en Criminalística y ActividadesPericiales, esfuerzo conjunto de las facultadesde Ciencias Químicas; Ciencias Exactas, Físicasy Naturales; y Matemática, Astronomía y Físicaque contó con el asesoramiento permanente deRodolfo Pregliasco y participación como docente

    en dos materias. El nombre de Rodolfo cayó conuna evidencia aplastante.

    Una mirada científica al interior de la justicia

    La charla realizada en marzo pasado en elauditorio de FAMAF se tituló «Ciencia y Justicia:el comienzo de una bella amistad», y a propósitodel título, que ya d emuestra el ritmo cerebral quemueve el pensamiento de Pregliasco, me gustaríacontar una pequeña anécdota.Había que hacer la prensa de la conferencia.Apremiantemente la fecha se acercaba y nolograba que el doctor me enviara el título de sucharla. Llamaba por teléfono, mandaba mails ynada: sin los datos que daban forma a la charla, nopodía avanzar demasiado.

    Al otro día recibo un llamado de númerodesconocido. Suena una voz más bien aguda yamigable que se excusa por la demora y se justificadando a entender que, lo que yo considero untrámite, es para él motivo de insomnio. Prometeque para el mediodía del día siguiente... pero nocumple. Finalmente cerca de las diez de la nocherecibo un mail en el que reitera sus disculpas,que volvía en el auto de llevar a sus hijos y allíle surgió la idea, sintetizada en la frase del finalde Casablanca. En el resumen citaba a Tolstoi

    además del filme protagonizado por HumphreyBogart.Entendí entonces que Pregliasco necesitabatiempo. Tiempo para que las piezas encajaran,para que pudiera conectar en su cabeza laexperiencia de trabajo forense con una ideasignificativa, transmisible y así armar laestructura de la conferencia. Puede ser vistocomo un acto racional, pero también como ungesto entregado a la creatividad: el trabajo de unerudito.Y de algún modo, esta mirada, la mirada de uncientífico experimental como lo es un físico, es laque guía y ha guiado sus trabajos. Sus diferentes

    trabajos. Porque se ha dedicado a física teórica,a física forense, pero también es un gran oradorque estructura su discurso como un experimento:con una hipótesis, un intento por contrastarla(el momento de un debate que puede ser conla realidad o con otras ideas), y una resolucióndonde generalmente capitula y da sentido a laexperiencia.

    Las “macanas” que enseñanEn el relato que brindó durante la conferencia,estructurado sobre su experiencia como perito,encadenó cuatro casos unidos por una mismacaracterística: “Les voy a mostrar cuatro macanasque hice, me da un poco de vergüencita, pero meparece importante compartirlas, porque hablanmás de la actividad, de lo que se puede aprendercotidianamente, que si sólo repasamos las cosasque salieron bár baro”. Y sin entrar demas iado endetalle, se puede deducir de las historias narradasalgunos vicios específicos, un momento de laactividad pericial signado por la moda, buenaprensa y omnipotencia (esta última alimentadapor diversas series televisivas que asignan unpoder supremo a la actividad pericial –comopor ejemplo CSI , Bones, etc.) y un condimentorelacionado con la ética que no debiera ser nuncaoscurecido por el rótulo de perito. También

    permitieron trazar la figura de Pregliasco (Willycomo prefiere que le digan) como un tipo de unagudo sentido del humor, obsesivo y con unaimportante vocación por entender cimentada,evidentemente, por su trayectoria científica.Como corolario del examen de los casos fallidosextrajo cuatro máximas para el trabajo forense:que no se debe “suplantar el sentido común contecnología”, que “las soluciones tienen que tenerla estatura del prob lema”, que “hay que cono cermejor a la justicia” y que “ hay cuestiones deética profesional bastante sutiles que deben serdiscutid as”.Cuestionamiento ético, la última de lasprerrogativas, que no por ser poco frecuente esmenos importante: “Nuestra misión es hacercosas útiles que aclaren los puntos en discusión.No hay que hacer cosas que no sirven. Creo quehay que negarse rotundamente a hacer cosas

    inútiles [...] La actividad pericial es un puenteentre la justicia y una disciplina. Ese puente hayque cruzarlo hasta la mitad, por cada uno de losbandos. Sólo hasta la mitad”.

    Los beneficios de una “bella amistad”

    Si bien en diversas entrevistas Pregliasco hadeclarado no ser ni pretender ser un justiciero,sí, creo, está dotado de un profundo sentidode la justicia. No es casual que por sus manoshayan pasado causas de trascendencia social,política e histórica. Como tampoco lo es que sehaya embarcado en la flamante Especialización,un intento más de la UNC para vincular el sabercientífico a otras instancias estatales y de estemodo mejorar la calidad del sistema público.Porque como mencionaba al comienzo de sucharla: “Esta actividad colabora con un p roblema

    de la sociedad, que es e l acceso a la justicia. Loque hacemos colabora fuertemente con esto: elacceso del ciudadano a la justicia, y a que esta searazonable.La naturaleza del discurso científicoes argumentativa, se fomenta el debate,y tienealgunas diferencias con el modo en que funcionalo judicial habitualmente. Introducir buenaciencia en la justicia, es una manera de contribuira su democratización, que es una transformaciónprofunda y seria que nos debemos.” O

    *Prosecretaría de Comunicación y Divulgación Científica deFAMAF. / Más info: http://www.criminalistica.unc.edu.ar

    El sentido de la justicia

    El doctor en Física Rodolfo Pregliasco realizó un viraje en su carrera deinvestigador del Conicet para dedicarse a la Física Forense. De la manode Ernesto Martínez (su mentor) auxiliaron a la Justicia en casos comoel de Teresa Rodríguez, Kosteki y Santillán, Miguel Bru, y la masacre deTrelew.

    Mariano Barsotti*

    »“Nuestra misión es hacercosas útiles que aclaren

    los puntos en discusión. No hayque hacer cosas que no sirven.Creo que hay que negarserotundamente a hacer cosasinútiles [...]”.

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    Villegas y Finzi hoy se relacionan con la figurapolítica de Agustín Tosco, intercambiandoperspectivas y creaciones. Por ello esta nota tienedos momentos de un diálogo que anticipa aquel quesucederá en la sala de Luz y Fuerza cuando se pongaen escena Tosco, obra de Finzi, dirección de Villegasy actuación de Zéppelin Teatro.

    Preguntamos al director: –En la obra que estás porestrenar el 29 de mayo aparecen el Cordobazo ylos días previos a la masacre de Trelew, tenías muypocos años cuando se produjeron: ¿cuáles son hoytus relaciones con esos dos acontecimientos?

    JV: –Pienso la historia en el sentido benjaminiano.Si nos interesa un hecho determinado, si creemosque algo del presente da cuenta del hecho encuestión, es porque este aún está sucediendo, claro,no física sino históricamente. El Cordobazo y laMasacre de Trelew, tan ligados entre sí, tienen unadiferencia de tres años. Pero, entre ellos hay todoun ciclo del clasismo sindical, lo que expresa unaalta calidad en la lucha obrera; la sellada unión conlos estudiantes combativos; las organizacionesarmadas que, pensemos en el secuestro de Sallustro,gerente de Fiat, por parte del ERP, desnudabanal capitalismo en su barbarismo –nadie, salvo unamigo personal de Salustro, reclamó por su vida– ydejaban al descubierto el nivel de barbarie de lasempresas extranjeras y sus socios nacionales, los

    cipayos. Mucho pasó desde entonces, menemismoincluido, pero creo que lentamente se recupera lamemoria histórica y los jóvenes de los últimos añosde los colegios secundarios y los universitariosde los primeros años, están asistiendo a una eraenteramente diferente a los noventa. Hay juicio ycastigo a los genocidas de la última dictadura, serecuperaron empresas privatizadas esenciales –YPF,por ejemplo– y un grupo de vecinos y militantesestá dando una dura batalla a una transnacionalcorrupta y perjudicial como Monsanto. Finzi aciertaen crear una metáfora para hablar de un hechotan duro, tan difícil como la Masacre de Trelew, a

    través de uno de los hombres más importantes de lapolítica nacional de entonces, el obrero y dirigentesindical Agustín Tosco. La madrugada previa a lafuga del penal de Rawson, Tosco es visitado poruna luciérnaga que ha viajado desde Córdoba parallevarle el aliento de los pocos bichos de luz quequedan y para tratar de hacer esa misma madrugadaun curso acelerado de organización de asambleas.Esto permite entrar de lleno en un universo onírico,humano y popular.

    –¿Cómo pensás el juego entre ficción e historia queplantea la obra Tosco de Alejandro Finzi, teniendo encuenta la presencia escénica de una figura políticatan importante, a la vez cercana y conocida pormuchos?

    JV: –No intentaremos recrear, imitar, copiar, nada deeso. Habrá rasgos, tomaremos ciertos movimientosen las manos, muchos muy reconocibles, otros no,pequeñas muletillas, gestos, nada más. Tosco seráuna creación nuestra pero evocando ese hombre quede overol habló de Shakespeare en las asambleas,escribió poesía, leyó hasta el cansancio y aportóun concepto aún pendiente de nuestra sociedad ylas fuerzas progresistas: la Unidad. La represiónsobre esos hombres y mujeres no fue feroz en vano,

    ellos generaron un gran temor a los capitalistaspoderosos. Yo soy muy optimista y diría como lo dijoTosco de todos los estudiantes, obreros y militantessociales asesinados: su sangre derramada