una historia (1999) e - static0.planetadelibros.comPrimera edición: septiembre de 2016 Una historia económica. De la Edad Media a la crisis del euro Vera Zamagni No se permite la

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  • Vera Zamagni

    Vera Zamagni

    una historia econmica

    10162999PVP 23,90

    Eric HobsbawmSOBRE LA HISTORIA

    Eric HobsbawmREBELDES PRIMITIVOSEstudio sobre las formas arcaicas de los movimientos sociales en los siglos XIX y XX

    Roberto Fernndez DazCATALUA Y EL ABSOLUTISMO BORBNICOHistoria y poltica

    Azar Gat y Alexander YakobsonNACIONESUna nueva historia del nacionalismo

    Julin CasanovaLA HISTORIA SOCIAL Y LOS HISTORIADORES

    Joaqum Albareda (ed.)EL DECLIVE DE LA MONARQUA Y DEL IMPERIO ESPAOLLos tratados de Utrecht (1713-1714)

    Eric HobsbawmBANDIDOS

    Eric HobsbawmINDUSTRIA E IMPERIOHistoria de Gran Bretaa desde 1750 hasta nuestros das

    Eric HobsbawmPOLTICA PARA UNA IZQUIERDA RACIONAL

    Eric HobsbawmENTREVISTA SOBRE EL SIGLO XXI

    LIBROS DE HISTORIAltimos ttulos publicados:

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    Ilustracin de cubierta : Photos 12/Ann Ronan Picture Library/ContactoDiseo de cubierta: Planeta Arte & Diseo

    Tras los grandes cambios que se han producido en la economa mun-dial a comienzos del siglo xxi, y ante las complejas realidades de una poca de aumento de la desigualdad y estancamiento del crecimiento, Vera Zamagni ha sentido la necesidad de renovar a fondo su visin de la historia econmica, incorporando adems, en todo su contenido, los resultados ms recientes de la investigacin. Este libro nuevo, ms que renovado, profundiza en los orgenes del crecimiento moderno a partir de sus races medievales, y le aade, sobre todo, una serie de captulos sobre la evolucin de los ltimos cincuenta aos: el retorno de la inestabilidad en los aos setenta, el proceso de integracin euro-pea, la desaparicin de la URSS, el ascenso de Asia y la gran recesin de comienzos del siglo xxi, en un recorrido que nos lleva hasta los problemas actuales. No se trata tan solo de revisar y ampliar, sino de renovar la visin de conjunto a la luz de las realidades actuales.

    18 mm157 mm

    9 788416 771042

    VERA ZAMAGNI es profesora de Historia de la industria en la Facultad de ciencias econmicas de la Universidad de Bolonia. Es autora, entre otros libros, de Industrializzazione e squilibri regionali in Italia (1981), Dalla periferia al centro (1993), Come perdere la guerra e vincere la pace (1997), Dalla revoluzione industriale allintegrazione europea (1999) e Historia econmica de la Europa contempornea (Crtica, 2011).una historia

    econmicaeuropa de la edad media

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    Vera Zamagni

  • el declive de la monarqua

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    los tratados de utrecht (1713-1714)

    joaquim albareda (ed.), agust alcoberro,lucien bly, josep maria delgado,

    virginia len y nria salls

    V E R A Z A M AG N I

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    E C O N M I C A

    europa de la edad media

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    el declive de la monarqua

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    los tratados de utrecht (1713-1714)

    joaquim albareda (ed.), agust alcoberro,lucien bly, josep maria delgado,

    virginia len y nria salls

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  • Primera edicin: septiembre de 2016

    Una historia econmica. De la Edad Media a la crisis del euroVera Zamagni

    No se permite la reproduccin total o parcial de este libro,ni su incorporacin a un sistema informtico, ni su transmisinen cualquier forma o por cualquier medio, sea ste electrnico,mecnico, por fotocopia, por grabacin u otros mtodos,sin el permiso previo y por escrito del editor. La infraccinde los derechos mencionados puede ser constitutiva de delitocontra la propiedad intelectual (Art. 270 y siguientesdel Cdigo Penal)

    Dirjase a CEDRO (Centro Espaol de Derechos Reprogrficos) si necesita reproducir algn fragmento de esta obra. Puede contactar con CEDRO a travs de la web www.conlicencia.como por telfono en el 91 702 19 70 / 93 272 04 47

    Ttulo original: Perch lEuropa ha cambiato il mondo: una storia economica

    1999 by Societ editrice il Mulino. Seconda edizione 2015

    de la traduccin, Jordi Pascual Escutia, 2001 de la traduccin, Lara Corts, 2016

    Editorial Planeta S. A., 2016Av. Diagonal, 662-664, 08034 Barcelona (Espaa) Crtica es un sello editorial de Editorial Planeta, S. A.

    [email protected]

    ISBN: 978-84-16771-04-2Fotocomposicin: Vctor IgualDepsito legal: B. 15.859 - 20162016. Impreso y encuadernado en Espaa por Huertas Industrias Grficas S. A.

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  • Captulo 1

    LAS CIVILIZACIONES AGROMERCANTILES AVANZADAS ENTRE LA EDAD MEDIA Y LA EDAD MODERNA

    1. Una ojeada al desarrollo econmico del mundo a lo largo de un extenso perodo. El papel de las instituciones

    Para apreciar plenamente el profundo cambio que impuso la revolucin industrial a la vida de la humanidad es preciso volver a los estudios que contemplan largos perodos de tiempo y trazan el devenir de las civiliza-ciones humanas desde el punto de vista econmico. Durante decenas de miles de aos, la humanidad vivi en un rgimen econmico basado en la caza, la pesca y la recogida de frutos silvestres. Los seres humanos lleva-ban una vida nmada, en continuo movimiento, sin poder asentarse esta-blemente en ninguna parte, dado que todo aquello que la naturaleza les ofreca de forma espontnea se agotaba enseguida. Las cavernas eran el refugio ms comn, sustituido despus por tiendas o cabaas que se levan-taban rpidamente. La esperanza de vida al nacer (tambin conocida como vida media) estaba entre veinte y veinticinco aos, y las opciones de multiplicar la poblacin eran escasas, dadas las duras condiciones del en-torno (vase el cuadro 1.1). Los seres humanos vivan en pequeos grupos aislados y con una organizacin social muy rudimentaria. En muchas zo-nas, esta situacin, que ciertamente podemos calificar de primitiva, apenas ha evolucionado. Aqu y all se desarroll un poco de artesana, especial-mente textil, pero cuando no podan permanecer desnudos a causa de los rigores del clima, a menudo los seres humanos se cubran sencillamente con pieles. Por eso aquellos lugares que presentaban de forma estable tem-peraturas elevadas eran los ms adecuados. Se trataba, por tanto, de una

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    civilizacin itinerante, que no poda acumular ni echar races; a lo sumo, poda transmitir oralmente sus tradiciones.

    En algunas zonas, especialmente las ms templadas de Asia, de Europa, de Amrica y de frica septentrional, tuvo lugar, aproximadamente a partir del ao 9000 a. C., una evolucin hacia una civilizacin agrcola-pastoril,1 en la que se cultivaba la tierra y se criaban los animales, primero en rgimen de transhumancia y despus en un lugar fijo. Ello hizo posible las primeras formas de estabilidad. Los vestigios ms antiguos de aldeas permanentes se han identificado en Jeric (Palestina) y en Oriente Medio, hacia 7000 a. C. En tiempos posteriores, se tiene noticia de asentamientos en Centroamrica, en Asia Meridional y en China. Desde estos lugares, la que Cipolla define como la revolucin agrcola se difundi por muchas partes de Europa y de Oriente. La civilizacin agrcola-pastoril demostr tener una notable ca-pacidad acumulativa y presenci el florecimiento de ciudades e imperios, la expansin de la poblacin y la difusin de la cultura, tanto en sentido material (tcnicas de cultivo) como en sentido espiritual. Se desarroll la escritura aunque no en todas partes, y el amor por el conocimiento, que poda transmitirse con ms facilidad por medio de aquella, y aparecieron clebres bibliotecas. La escasa capacidad para controlar el entorno (acon-tecimientos naturales, epidemias debidas al exceso de poblacin de las ciudades) y la elevada conflictividad generada por los asentamientos que permitan mantener poderosos ejrcitos en posicin de defensa o ataque man-tuvieron la esperanza de vida a un nivel que no difera sustancialmente del de las sociedades primitivas. Sin embargo, entre ambas sociedades no haba ni punto de comparacin en lo que respecta a la multiplicacin de la pobla-cin y a la capacidad evolutiva. Si la civilizacin primitiva no saba ms que sobrevivir, la civilizacin agrcola-pastoril revel pronto el gusto por lo nuevo, como ensea la aventura de Ulises aunque lo nuevo fuera arries-gado, y siempre huy hacia delante.

    Hubieron de transcurrir milenios, entre pavorosos retrocesos y perodos de estancamiento, pero tambin con aventuras fascinantes como las de las civilizaciones griega, romana, rabe, india, china, inca o azteca, antes de que la capacidad de progreso intrnseca en la acumulacin del conocimiento llegase a transformar a la civilizacin agrcola-pastoril en la civilizacin industrial. Ello tuvo lugar en Europa entre los siglos xvi y xviii d. C., trans-curridos unos nueve milenios de civilizacin agrcola-pastoril. En la nueva civilizacin industrial, que hasta ahora ni siquiera ha cumplido tres siglos de

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    existencia, la esperanza de vida se ha triplicado, la poblacin del mundo ha superado la cifra de siete mil millones de personas y la urbanizacin se ha difundido de una forma extraordinaria. Pero, sobre todo, los que han cam-biado radicalmente han sido los modos de vida y de trabajo, como veremos con detalle en esta obra. Lo que se advierte de inmediato es que una civili-zacin comparativamente tan joven como la industrial ha sido sorpren-dentemente capaz de una transformacin radical en un perodo mucho ms breve que los anteriores. Si ha sido definida como revolucin es precisa-mente por esta capacidad transformadora, y no, desde luego, por el ritmo con que se ha realizado, incomparablemente ms lento que los de las revo-luciones polticas, donde la palabra revolucin denota no solo un cambio radical de rgimen, sino tambin una transformacin que tiene lugar de for-ma repentina. En economa, todos los cambios revolucionarios se produ-cen en perodos de tiempo largos, aunque es cierto que cada vez tienden a ser ms breves.

    Es, pues, un enfoque que tiene en cuenta largos perodos, aunque ms centrado en lo geogrfico o en lo histrico, lo que nos servir para explicar por qu un acontecimiento como la revolucin industrial se ha producido en Europa y no en otra de las muchas reas con civilizacin agrcola-pastoril existentes en el mundo. Pero para afrontar este problema es til introducir previamente algunas consideraciones relativas a los elementos que, segn se piensa, se encuentran en la base de una civilizacin econmica y socialmen-te progresiva. Los elementos explicativos que los estudiosos han conside-rado significativos han sido los siguientes: el clima, la localizacin geogrfi-ca, los recursos naturales, la visin filosfico-religiosa del mundo y la organizacin de la sociedad, con la creacin de instituciones a tal efecto. Los estudios en cuestin ya han demostrado que los tres primeros elementos han desarrollado un papel de mera facilitacin dentro de sociedades cuyo di-namismo dependa, en realidad, de otros factores. Se ha observado, en efec-to, que las civilizaciones ms dinmicas se localizaban en reas de clima benigno y con aguas que facilitaban el transporte, la irrigacin y la vida en comn. Pero hasta hace muy poco an eran muchas las reas de este gnero que no se haban desarrollado, como tambin es cierto que el mundo est lleno de reas riqusimas en recursos naturales que, para evolucionar, han tenido que esperar la inmigracin de personas de pases lejanos, porque las poblaciones locales no fueron capaces de percibir las oportunidades ofreci-das por los recursos disponibles ni de aprovecharlas de un modo eficaz. El

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    ejemplo ms evidente en este sentido es el de Norteamrica, donde, hasta el siglo xvi, vivi una poblacin dispersa geogrficamente que alcanz un ni-vel de civilizacin seminmada. Para que un rea de tales dimensiones se desarrollara, hubo que esperar a la inmigracin de los colonos procedentes de Europa, que, a partir del siglo xvi, y sobre la base del universo cultural que traan consigo, imprimieron al lugar un dinamismo que nunca antes se haba conocido en l.

    As pues, el verdadero papel estratgico en la determinacin del grado de capacidad de progreso de las diversas sociedades lo han desempeado las visiones filosfico-religiosas del mundo y la organizacin de la sociedad que de ellas se desprende, con las diversas instituciones polticas y econ-micas surgidas en consecuencia. No solo los historiadores estn de acuerdo en aplicar un enfoque institucional al estudio de las diferentes civilizacio-nes: tambin lo estn investigadores de otras disciplinas, como antroplo-gos, socilogos y economistas. Entre ellos destaca Douglas North, experto estadounidense en historia econmica al que, en 1993, se le concedi el premio Nobel de Economa precisamente por su anlisis histrico de las instituciones econmicas. En su obra de 2005 recuerda lo siguiente:

    El ncleo central [de la transformacin econmica] que nos interesa ... es el resultado de los esfuerzos que realizan los seres humanos con el fin de contro-lar su entorno. Por eso, lo prioritario es la transformacin institucional, con todo lo que ello implica en trminos de estmulos para los cambios demogrficos y la acumulacin de conocimientos.2

    Tras aclarar que la estructura institucional ... constituye una combina-cin de reglas formales, vnculos informales y los correspondientes mecanis-mos de sancin,3 North insiste en que la cultura de la que derivan las insti-tuciones y hasta las decisiones econmicas va mucho ms all de la racionalidad instrumental es decir, la racionalidad medios-fines que aplican en sus modelos los economistas de lo que se conoce como la mains-tream.* As lo expone North:

    Las creencias y su evolucin ocupan el lugar central de las cuestiones teri-cas de este libro. Sin embargo, buena parte de los economistas ... ha ignorado el papel que desempean las ideas a la hora de tomar las decisiones [econmi-cas]. Para los economistas, bastaba con asumir como certeza la racionalidad

    * Corriente dominante de pensamiento. (N. de la t.)

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    [instrumental] ... En realidad, la aceptacin acrtica de esta asuncin de la racio-nalidad tiene consecuencias nefastas para buena parte de los problemas ms im-portantes a los que se enfrentan los expertos en ciencias sociales y representa el principal obstculo en el camino hacia cualquier progreso futuro.4

    Para entender bien cmo el discurso sobre las instituciones y sobre la cultura que est tras ellas es mucho ms que un fundamento de mera racio-nalidad instrumental, resulta necesario introducir igualmente el concepto de la path dependence o dependencia del camino. Este enfoque, desarrolla-do por Paul David,5 sostiene que la explicacin de numerosas configura-ciones tecnolgicas e institucionales debe buscarse en un determinado re-corrido histrico, y no en leyes econmicas racionales y de aplicacin universal. Son las cadenas de acontecimientos, en ocasiones incluso casua-les, las que en ltimo trmino descartan alternativas que en un principio eran posibles y las que limitan el campo de las decisiones a la configura-cin especfica que acaba cristalizando. Resulta obvio que esto es cierto en todos aquellos pases que no se han desarrollado (en realidad, tan solo la inercia histrica y el hecho de permanecer amurallado o, como se dira en ingls, locked in, en su propio mundo tradicional explican que un pas no avance cuando los dems s lo hacen), pero tambin lo es en el caso de aquellos que se desarrollan y tienden a permanecer vinculados a la forma particular que el desarrollo adopt en su origen, aun cuando luego aparezca alguna novedad especialmente intensa que convendra que introdujeran (esa vinculacin, por cierto, los arrastra al declive).

    As pues, trataremos de comparar mediante estas herramientas interpre-tativas las principales civilizaciones agrcolas en sus fases avanzadas para comprender qu cultura, creencias e instituciones determinaron, entre los siglos xvi y xviii, un destino econmico distinto.

    2. Una comparacin institucional entre economas agrcolas avanzadas

    Tradicionalmente, y, en buena medida, tambin en las obras de North, el anlisis institucional se ha aplicado de forma exclusiva al mundo occidental de origen europeo para explicar por qu fue Gran Bretaa el primer pas en industrializarse tema este que tambin abordaremos aqu, en el captu-

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    lo 3 y por qu Estados Unidos sucedi a Gran Bretaa en su liderazgo otro asunto del que nos ocuparemos ampliamente a lo largo de varios captulos. Sin embargo, el reciente auge econmico de China y la India ha dado lugar a una interesantsima literatura que aspira a un objetivo ms mundial: explicar por qu fue Europa la primera en industrializarse, en lugar de China, la India o el mundo islmico. Llega incluso a especular con la posibilidad de que la hegemona occidental pueda considerarse temporal, en tanto en cuanto no se trata del fruto de una superioridad estructural.6 En este apartado resumiremos la nueva literatura al respecto. Pero antes de ello, es necesario que nos detengamos un instante a definir qu entendemos por Europa.

    Como es sabido, Europa nunca ha existido como entidad estatal unitaria. Ni siquiera en la poca del imperio romano, que comprenda el frica sep-tentrional y Asia Menor, pero no acababa de controlar sus zonas ms al nor-te y al este. Tampoco su raz cultural, que derivaba tanto de Grecia como de Roma (con sus diferentes contribuciones, no todas ellas latinas en el sentido estricto de la palabra), proceda nicamente del rea reconocida como Euro-pa, ya que uno de sus componentes decisivos el cristianismo tena sus orgenes en Palestina. Sin embargo, por motivos geogrficos (el hecho de lindar, al oeste, con un ocano protector, pero tambin limitante), histricos (el desarrollo de la religin musulmana al sureste del Mediterrneo) y reli-giosos (la difusin del cristianismo hasta entre los pueblos eslavos), Europa se constituy como un continente limitado por mares al oeste, al sur y al norte, y con unas fronteras mucho menos ntidas en el este, determinadas ms por factores culturales (la expansin del cristianismo) que geogrficos. Las fronteras del este fueron las ms permeables,7 con la presencia de impor-tantes asentamientos islmicos e incluso asiticos, y con profundos cambios histricos. En el interior del continente se desarroll una dinmica muy in-tensa, a partir de contaminaciones culturales, enfrentamientos militares e intercambios econmicos que unieron los destinos de muchas formas dife-rentes.8 Por eso es correcto hablar de Europa, dado que todos los estados que histricamente han formado parte de ella han vivido existencias polti-cas, econmicas y culturales interconectadas, aun cuando el continente ja-ms haya estado polticamente unido (tema este que an reviste gran impor-tancia). Como es lgico, en Europa, al igual que en el resto de las grandes reas del mundo, las diferencias internas han sido considerables, como ten-dremos ocasin de analizar ms adelante.

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    La comparacin de instituciones que proponamos se resume en el cua-dro 1.2, en el que solo figuran tres reas: Europa, el mundo islmico y China. No se han tenido en cuenta las civilizaciones agrcolas de Centroa-mrica (incas, aztecas y mayas) por tratarse de culturas aisladas, escasa-mente alfabetizadas y con un mercado poco desarrollado. Adems, los europeos las dominaron claramente en una fase en la que no estaban muy evolucionadas y eran incapaces de dar batalla, por lo que no cabe conside-rarlas como candidatas para una posible comparacin con la civilizacin europea en lo que respecta a los requisitos necesarios para la industrializa-cin. En cambio, la exclusin de la India es un caso diferente y resulta ms difcil de argumentar. Hasta el tercer milenio a. C., en este pas existi una compleja civilizacin agrcola, coincidente en muchos aspectos con China o Europa. En los siglos que nos interesan aqu, gozaba, adems, de una actividad mercantil sofisticada y de cierto xito. Su vida intelectual y reli-giosa era, en muchos aspectos, original, ya que presentaba elementos de laicidad del estado y de pluralismo que no existan en otras zonas de Asia como ha defendido con autoridad Amartya Sen,9 entre otros y que estuvieron detrs de la evolucin democrtica que vivi el pas en el si-glo xx. Sin embargo, no pudo desarrollar una capacidad de autodefensa poltico-militar de sus tradiciones culturales ni de su economa, por lo que no consigui resistir frente a la conquista musulmana (que estableci el imperio mongol durante ms de quinientos aos, es decir, hasta el si-glo xvii) ni frente al dominio ingls, que se inici con la penetracin de la East India Company (vase el captulo 2) en el siglo xvii.10 Por eso, tam-poco la India puede considerarse candidata para una comparacin de civi-lizaciones utilizando como criterio la posibilidad de desarrollar en su seno una revolucin industrial, dado que careca de los requisitos instituciona-les, fundamentalmente de tipo poltico, de los que en cambio s disponan las dems reas que aqu tenemos en cuenta.

    Pasemos, pues, a comentar el cuadro 1.2. Las tres civilizaciones que se analizan en l haban desarrollado mucho tiempo atrs la escritura, la manu-factura (en el sentido original de la palabra, es decir, la produccin de artcu-los a mano o con la ayuda de instrumentos mecnicos) y el comercio, y, en consecuencia, la vida urbana, aun cuando la agricultura siguiese siendo la actividad ms extendida. Se basaban en religiones y filosofas diversas, pero todas ellas compartan la confianza en la racionalidad del ser humano, en una tica de las virtudes aunque se concretase en formas muy diferentes y en

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  • 20 una historia econmica

    la difusin de la cultura y de las artes. A partir de estos fundamentos, consi-guieron importantes avances tecnolgico-cientficos y de gestin empresa-rial. El hecho de que en el cuadro se consideren perodos distintos tiene que ver con que la cada del imperio romano provoc en Europa un retraso que solo se resolvi a duras penas. La literatura reciente, de hecho, sostiene que no hay duda alguna de que, hasta el siglo xi, China y el mundo rabe eran reas ms avanzadas que Europa, como lo demostr su capacidad para mantener a una amplia poblacin. No se trataba en modo alguno de pases estancados, como tantos autores eurocntricos creyeron en el pasado, desde Adam Smith y Marx hasta Max Weber. Disponan de complejas mquinas militares, de una actividad mercantil floreciente y de valiosas manufacturas (textiles, cermi-ca), pero no presentaron la misma capacidad para mantener el ritmo del de-sarrollo a lo largo de los siglos.

    Para comprender los motivos de la gran divergencia afortunada expresin que utiliz por primera vez Pomeranz,11 en el cuadro 1.2 se comparan varias dimensiones fundamentales de las tres sociedades. En la primera lnea se analiza la forma de gobierno (libertad o absolutismo). En China siempre han prevalecido los gobiernos absolutos que protegan pa-ternalmente a sus sbditos, pero sin darles voz. En el caso del mundo isl-mico, el gobierno estaba sujeto (y lo sigue estando en la actualidad) a los preceptos religiosos, con legislaciones que siempre venan dictadas desde arriba. Con frecuencia se ha explicado que no todos los gobiernos absolu-tos son gobiernos codiciosos y contrarios al desarrollo econmico. De he-cho, muchos de ellos tratan de fomentar el progreso, sobre todo con idea de enriquecer a las lites que acaparan el poder a travs de la burocracia, de armar ejrcitos y de convertirse en una potencia a nivel internacional. Pero las legislaciones que emanan de arriba nunca son tan favorables a la activi-dad econmica individual como las que estn diseadas por los propios sujetos de la economa, que es lo que ocurri en Europa, primero en las ciudades y despus en los estados autogobernados por las lites econmi-cas o gobernados con la participacin de estas. Adems, la libertad de la que gozan los individuos en las sociedades que cuentan con gobiernos re-presentativos no puede compararse con la que se permite en las sociedades con gobiernos absolutos. En los captulos 2 y 3 documentaremos amplia-mente estas afirmaciones. Como escribi con razn North (entre otros mu-chos autores):

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    En Europa, la ausencia de un orden poltico y econmico a gran escala cre un ambiente esencialmente favorable al crecimiento econmico y, en ltimo tr-mino, a la libertad humana. En ese ambiente competitivo descentralizado se re-corrieron numerosos caminos: ... la clave del xito fue la variedad de opciones aplicadas: una variedad que aument la probabilidad de que algunas de las solu-ciones adoptadas produjese un crecimiento econmico.12

    Sin embargo, es cierto que resulta ms fcil que se creen instituciones extractivas en detrimento de las inclusivas en los gobiernos absolutos que en los gobiernos participativos o, de uno u otro modo, democrticos. El contraste entre instituciones extractivas e instituciones inclusivas es el obje-to de la investigacin de Acemoglu y de Robinson,13 que califican de extrac-tivas a las instituciones que ponen el supervit econmico producido a travs de la extraccin de las rentas (especialmente a travs de la imposicin y las finanzas) al servicio del enriquecimiento de unos pocos, y de inclusivas a las instituciones que permiten a un gran nmero de personas (idealmente, todas) participar en la actividad econmica en igualdad de oportunidades. Segn ambos autores, el desarrollo al que dan lugar las instituciones extrac-tivas est inevitablemente limitado en el tiempo, mientras que el que generan las instituciones inclusivas es sostenible y acumulativo. En definitiva, la frag-mentacin poltica caracterstica de Europa, por la que se crearon pequeas entidades estatales, supona un importante estmulo para que los gobiernos buscasen el mejor modo de incrementar la riqueza, tanto desde el punto de vista tecnolgico como desde el organizativo y militar.14

    La segunda dimensin el orden es una consecuencia directa de la primera. Las grandes entidades estatales, como China, disponen de numero-sos recursos internos y todo su inters se centra en la conservacin del statu quo, lo que favorece la tendencia a aislarse y defenderse. Las pequeas enti-dades, en cambio, tratan constantemente de aumentar su tamao y organizar campaas de conquista. Desde esta perspectiva, el permanente estado de guerra en el que se encontr Europa entre la Edad Media y el siglo xx fue el precio que pag por aquella fragmentacin que cre estmulos mucho mayo-res para el crecimiento econmico que los que se dieron en China. Las ex-ploraciones geogrficas de las que hablaremos en el captulo 2 fueron otro de los resultados de la fragmentacin poltica y de la carrera por incrementar las riquezas de los pequeos estados europeos, cuyos recursos fueron siempre muy limitados.15

    El permanente estado de guerra en el que se vieron inmersos los pases

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    europeos y que Hoffman defini como el modelo competitivo del torneo foment la aplicacin de tecnologas para fines militares, mejor las capaci-dades estratgicas de los polticos y caudillos e impuso sistemas financieros cada vez ms eficientes para sostener las empresas blicas.16

    El mundo islmico vivi unas guerras de conquista mucho ms pareci-das a las europeas que a las chinas, en parte porque durante mucho tiempo (antes de la creacin del imperio otomano) sufri una fragmentacin inter-na, aunque su posicin geogrfica tampoco le fue de ayuda: por una parte, se enfrent a los europeos, que le cerraron el paso al oeste y al norte; por otra, con la India y los pueblos asiticos del este. Es cierto que el islam con-quist a la India (a travs del imperio mongol, como ya se ha recordado). Sin embargo, las poblaciones asiticas (primero con Gengis Kan y luego con los turcos otomanos) conquistaron y, en ocasiones, aniquilaron a los estados islmicos, aun cuando se convirtieran ellas mismas al islam. Al fi-nal, fueron los turcos otomanos los que construyeron un imperio islmico, en el siglo xvi, sobre las ruinas de los estados precedentes, pero muy pron-to se vieron en apuros, especialmente por el agotamiento de sus fuentes econmicas (el Mediterrneo y el mar Rojo perdieron claramente su puesto frente a las rutas atlnticas y el Nuevo Mundo) y tambin de su forma de gobierno absoluto. Adems, la posicin geogrfica desalent al mundo isl-mico a participar en las exploraciones territoriales, destino este que compar-ti con las ciudades italianas.

    La tercera dimensin la justicia, en el sentido jurdico del trmino resulta muy significativa cuando se contempla junto con el sistema de go-bierno: si este ltimo adopta la forma absoluta, la justicia ser arbitraria; si, por el contrario, tiene una forma representativa y, ms tarde, democrtica, la justicia se adaptar cuando menos al principio de igual para todos y no admitir privilegios. La tradicin jurdica del imperio romano (habeas cor-pus, es decir, que nadie puede ser perseguido ni no existen pruebas de su culpabilidad), heredada por Europa, fue, en este sentido, muy positiva.

    Con las dos ltimas dimensiones nos acercamos al papel que desempea el estado, tema este que volveremos a abordar en el captulo 4. Europa se distingue por presentar una imposicin ms elevada y eficiente, necesaria en un primer momento para fines militares, pero utilizada tambin para contar con una mayor produccin de aquellos bienes y servicios que no era conve-niente que fabricaran los particulares (los denominados bienes pblicos) y que, poco a poco, demostraron ser estratgicos para el desarrollo. Se trata de

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    un tipo de actividad pblica que integra y no sustituye la iniciativa pri-vada. Se ha comprobado que tambin dentro de Europa eran los estados con instituciones ms representativas los que imponan ms tasas a sus ciudada-nos con el fin de ofrecerles una mejor defensa y ms apoyo para el ejercicio de sus actividades. Precisamente por lo elevado de los impuestos que los estados europeos exigan, la poblacin acab por exigir un control del uso que se les daba, de acuerdo con la clebre expresin acuada en Gran Breta-a no taxation without representation (ningn impuesto sin representa-cin).17 Tambin fue por esta razn por la que se adoptaron formas cada vez ms comunes y amplias de participacin en la direccin de los negocios del estado, que ya no eran de la exclusiva competencia del soberano. Formas que, con el tiempo, dieron lugar a una verdadera democracia poltica.

    As pues, la comparacin entre las tres civilizaciones que se propone en el cuadro 1.2 lleva a pensar que Europa se perfila como el rea en la que las libertades individuales acabaron recibiendo una mayor proteccin, primero a travs de la existencia de instituciones polticas que no solo respetaban al individuo, sino que tambin estaban dispuestas a interpretar y apoyar sus iniciativas econmicas, y despus a travs de una pluralidad de instituciones en el mbito de la cultura: recurdense las universidades libres, institucin caractersticamente europea en la que los intelectuales disfrutaban no solo del derecho de exponer pblicamente sus diferentes puntos de vista, sino tambin de transmitirlos a nuevas generaciones de alumnos, que podan pa-sar de un centro a otro (se hablaba entonces de los clerici vagantes) para hacerse con un saber crtico. Precisamente la libertad de pensamiento y de empresa es la base de un progreso econmico que se mantiene por s mismo y de la variedad de realidades econmicas que genera la competencia, esto es, el estmulo ms poderoso para la mejora continua de la utilizacin de los recursos.

    Por tanto, cabe concluir que Europa supo desarrollar un ambiente favora-ble a la innovacin (tecnolgica18 e institucional) porque contaba con una mayor libertad y una mayor seguridad jurdica, que sentaba unas bases ms seguras para el clculo econmico ligado a las inversiones. Adems, los po-deres pblicos brindaban mayor apoyo a la iniciativa individual por la va subsidiaria, ya fuese en el terreno poltico y militar, ya en el econmico (bie-nes pblicos). Los fundamentos filosfico-religiosos de Europa demostraron ser estratgicos a la hora de crear y mantener esta dinmica poltica, cultural y econmica.19 Dichos fundamentos pueden resumirse en cuatro puntos:

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    El primer fundamento consiste en la definicin de la persona como nico valor absoluto, dado que, de acuerdo con el cristianismo, el ser humano se cre a imagen y semejanza de Dios y se compone de cuerpo y alma, esto es, de aspectos materiales y espirituales, que conviven entre s. La libertad y la justicia proceden de este centro de la persona. Pues bien, cuanto ms se ha afir-mado este principio, ms atrs se ha dejado el absolutismo y la esclavitud y ms se han eliminado los privilegios y las discriminaciones, hasta llegar a pro-clamar la igualdad de todas las personas varn/mujer, nio/anciano, rico/pobre, enfermo/sano, fuerte/dbil, lo cual ha tenido efectos fundamentales en el campo poltico un gobierno representativo y, ms adelante, democr-tico y econmico la libertad de iniciativa individual.20 A partir de esta base, y a partir de san Benito (ora et labora), se revis tambin el concepto de trabajo, que empez a considerarse como una actividad ya no de esclavos, sino de seres humanos libres. Los monjes, tanto los benedictinos como los cistercienses, fueron los primeros en poner en prctica esta nueva idea del trabajo, que, al quedar en manos de hombres libres y con la facultad de pen-samiento, permiti mejorar la productividad. De hecho, los primeros tratados sobre mquinas capaces de sustituir o de complementar el trabajo humano fueron escritos por monjes.

    El segundo fundamento es consecuencia del primero: si cada persona se ha creado a imagen y semejanza de Dios, la relacin fundamental entre los seres humanos es una relacin horizontal, de fraternidad. En consecuencia, la solidaridad, la confianza y las relaciones de negocios no se limitan al clan, sino que se extienden de forma universal. Por eso surgieron institucio-nes electas (y ya no ligadas a la familia y al clan) e impersonales (en el sentido de que se abrieron tambin a personas desconocidas), debido a la necesidad de establecer mecanismos formales de sancin (tribunales espe-cializados) y de fe pblica (notariado), como se ver en el captulo 2. El cristianismo fue (y an es) un poderoso centro desde el que se irradiaba esta fraternidad universal. Fueron fundamentalmente los franciscanos quienes trabajaron, desde el punto de vista teolgico y filosfico, el concepto del bien comn, que determin la necesidad de que la actividad de mercaderes y ma-nufactureros persiguiera la prosperidad de la comunidad correspondiente y justificaba el enriquecimiento individual nicamente si era consecuencia de dicha prosperidad.21 De este fundamento deriv la mentalidad expansiva de los mercaderes europeos, que los empuj a superar sus lmites y a emplear todos los medios que estuvieran a su alcance para aumentar su volumen de

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    negocios.22 As naci la economa civil, es decir, la economa al servicio de la ciudad, en la que cada cual encontraba su papel a travs del trabajo bien hecho, de la transaccin adecuada y correcta, de la divisin de las tareas y de la responsabilidad conjunta con respecto a las necesidades de la ciudad.23

    El tercer fundamento es la exaltacin del espritu como racionalidad. De este principio deriva el nacimiento de la ciencia (revolucin cientfica) y la difusin de la instruccin (universidades, escuelas de alfabetizacin e im-prenta), pero tambin la idea de la superioridad del hombre sobre la natura-leza (el homo faber y, a partir de l, la tcnica). Los humanistas y los grandes cientficos y artistas del Renacimiento, primero italianos y ms tarde euro-peos, se convirtieron en intrpretes de este principio.24 La sistematizacin del conocimiento, el mtodo experimental de bsqueda de pruebas y el anlisis comparativo que se desarrollaron en aquella poca permitieron que desde entonces y hasta nuestros das se acumularan sin cesar los resultados cient-ficos. Como deca Newton, si he logrado ver ms lejos ha sido porque soy un enano subido a los hombros de gigantes.25

    Por ltimo, hay un cuarto elemento que tambin fue fundamental: la se-paracin de poderes para evitar que se concentraran en unas pocas manos y para permitir los checks and balances, es decir, el control recproco. Esta separacin de poderes entra, en primer lugar, una distincin entre poder civil y poder religioso, que se logr aplicar en Europa, aunque no sin contra-dicciones y graves conflictos (en cambio, esta distincin se rechaz en el mundo islmico y en China careci de relevancia); en segundo lugar, tam-bin implic una articulacin de la sociedad en gremios (cuerpos interme-dios) que disfrutaban de una amplia autonoma. Posteriormente, se consigui introducir una separacin entre poder legislativo, ejecutivo y judicial, que no exista en los estados absolutos.26

    Estas fueron las caractersticas de la sociedad europea que, a pesar de las contradicciones y los pasos hacia atrs, hicieron posible que surgieran una serie de prcticas econmicas sumamente inclusivas, capaces de brin-dar una ventaja comparativa a Europa incluso antes de la revolucin indus-trial.27 Una de las cuestiones que se ha debatido extensamente en la literatura ms reciente es la reaccin frente a la peste negra en el siglo xiv, un hecho que puede calificarse de mundial, dado que afect a todo el continente eura-sitico. La muerte de decenas de millones de personas produjo un aumento generalizado de los salarios, aunque solo en unos pocos pases europeos ese aumento se mantuvo de forma sostenida en los siglos posteriores y dio lugar

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  • 26 una historia econmica

    a mecanismos econmicos que condujeron a la revolucin industrial, como se explicar en el captulo 3. En otras reas, en cambio, se trat de un episodio ms o menos breve.28 El cuadro 1.3 ofrece una imagen cuantitativa del retra-so relativo de Europa en torno al ao 1000 y de la creciente ventaja del con-tinente antes de la primera revolucin industrial. En el captulo 2 nos deten-dremos en aquellas instituciones y prcticas econmicas que resultaron ms tiles para la creacin de la ventaja europea y que aparecieron en las ciuda-des-estado italianas, primero, y en el comercio internacional que foment las exploraciones geogrficas, despus. En el captulo 3, en el que hablaremos de Gran Bretaa, comprobaremos cmo algunas zonas europeas avanzaron a ms velocidad que otras.

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