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Una excursión a los burreros gaúchos. Ya hice todos los trámites previos al embarque, pero todavía falta una hora y media para que salga el avión. En la espera el bocho se me dispara otra vez a lo vivido el fin de semana pasado en la jornada del GP Nacional en Palermo, una de las tres o cuatro fechas del año en las que Hapsa pone al turf en primer plano. Llegamos temprano para tratar de aprovechar las 150 lucardas de incremento a ga- nador de la primera. Pero a la hora de fichar, en el primer piso del Paddock no funciona casi ninguna máquina. Nos quedamos sin jugar y puteando en diversos dialectos, el asunto no tiene absolutamente nada de casual. Mi gran amigo Jorge acepta lo sucedido con estoicis- mo, pero yo pierdo el control y empiezo a buscar inmediatamente otra oportunidad, para colmo en yunta con Gustavo, uno al que suele salírsele la cadena con frecuencia. Entre los dos terminamos arrastrando a Jorge a una barraca estrepitosa en la segunda, casi bolsi- queándole la plata de la apuesta cuando había decidido retirarse de las ventanillas después de lo sucedido. Un rato después nos encontramos con los GI Fabio “Robototal” Depetris y Carlos Wolf. En la cuarta entramos segundos con un dato, y nos vamos a los boxes porque corre Mili Sureña, la yegua de los queridos hermanos Frontino. Se la ve muy bien, tal vez con unos kilitos más que en la última, cuando reprisaba. Plebiscitada favorita, la del Buqui Cha- la responde a pleno ganando bien, con luz, para el aplauso. Corremos a saludar a la barra de cordobeses. En el recinto de los ganadores todo es emoción, abrazos y sonrisas. Alcanzo a darle la mano al Chupino Noriega antes de colarnos en la foto. Toda una vida junto a los yobacas, los Frontino se merecen esto y mucho más, máxime por la dureza de los últimos tiempos. El año pasado un rayo mató a la nave insignia del escuadrón, Vestal Sureña, y después vinieron los problemas de salud que este año terminaron sacando de las pistas al crack Fhurter y mandando al campo al bueno de El Gran Aldo. Habiendo gritado y festejado el triunfo de la Mili, Jorge se va. Yo sigo tratando de recuperar el terreno perdido en la segunda. El clásico de la milla resulta un carrerón ganado en forma brillante por Capolicho, en gran tarea de su jinete Pablo Falero. Mi elegido Uomo In Frac cae luchando, pero sabido es que por eso no pagan. Cerca de la redonda encontra- mos al Quique Labruna que nos dice:  –Vengan que estoy con la s chica s. Son las cinco es- pañolas que la noche anterior lo acompañaban en un boliche de Caballito, parece que el hombre sigue de gira, un fenómeno. En mi búsqueda desesperada de acertar algo acabo de fichar tres yobacas a ganador en una de las carreras donde funciona la promocionada “Rue- da del Millón”. Gana el favorito, lo tengo. Llamo a Gustavo. –Decime en cuánto quedó el dividendo con la rueda, que de acá no veo nada. –¡Siete y pico! –¿Le fichaste? Me tira una suma diez veces superior a lo que acabo de jugar yo. –¡Fenómeno! Con esto desquitaste lo de la segunda y pasaste al frente. –¿Qué? No. Apenas estoy hecho, me había enterrado de dorapa con ese 10 que para mí no perdía y ni movió las patas. Llega el Nacional. Vuelvo a los boxes para saludar y desearle suerte al Ruso Neer. Le tengo mucha fe a Cooptado. No lo grito desde el codo de Dorrego porque me da lorca, pero ganas no me faltan. Antes que encaren el derecho final me vienen a la memoria imá- genes de dos nacionales acertados: el de Indalecio y el de Eyeofthetiger.

Una excursión a los burreros gaúchos

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Una excursión a los burreros gaúchos.

Ya hice todos los trámites previos al embarque, pero todavía falta una hora y mediapara que salga el avión. En la espera el bocho se me dispara otra vez a lo vivido el fin de

semana pasado en la jornada del GP Nacional en Palermo, una de las tres o cuatro fechasdel año en las que Hapsa pone al turf en primer plano.

Llegamos temprano para tratar de aprovechar las 150 lucardas de incremento a ga-nador de la primera. Pero a la hora de fichar, en el primer piso del Paddock no funciona casi

ninguna máquina. Nos quedamos sin jugar y puteando en diversos dialectos, el asunto notiene absolutamente nada de casual. Mi gran amigo Jorge acepta lo sucedido con estoicis-

mo, pero yo pierdo el control y empiezo a buscar inmediatamente otra oportunidad, paracolmo en yunta con Gustavo, uno al que suele salírsele la cadena con frecuencia. Entre los

dos terminamos arrastrando a Jorge a una barraca estrepitosa en la segunda, casi bolsi-queándole la plata de la apuesta cuando había decidido retirarse de las ventanillas después

de lo sucedido.Un rato después nos encontramos con los GI Fabio “Robototal” Depetris y Carlos

Wolf. En la cuarta entramos segundos con un dato, y nos vamos a los boxes porque correMili Sureña, la yegua de los queridos hermanos Frontino. Se la ve muy bien, tal vez con

unos kilitos más que en la última, cuando reprisaba. Plebiscitada favorita, la del Buqui Cha-la responde a pleno ganando bien, con luz, para el aplauso. Corremos a saludar a la barra de

cordobeses. En el recinto de los ganadores todo es emoción, abrazos y sonrisas. Alcanzo adarle la mano al Chupino Noriega antes de colarnos en la foto. Toda una vida junto a los

yobacas, los Frontino se merecen esto y mucho más, máxime por la dureza de los últimostiempos. El año pasado un rayo mató a la nave insignia del escuadrón, Vestal Sureña, y

después vinieron los problemas de salud que este año terminaron sacando de las pistas alcrack Fhurter y mandando al campo al bueno de El Gran Aldo.

Habiendo gritado y festejado el triunfo de la Mili, Jorge se va. Yo sigo tratando derecuperar el terreno perdido en la segunda. El clásico de la milla resulta un carrerón ganado

en forma brillante por Capolicho, en gran tarea de su jinete Pablo Falero. Mi elegido UomoIn Frac cae luchando, pero sabido es que por eso no pagan. Cerca de la redonda encontra-

mos al Quique Labruna que nos dice: –Vengan que estoy con las chicas. Son las cinco es-pañolas que la noche anterior lo acompañaban en un boliche de Caballito, parece que el

hombre sigue de gira, un fenómeno. En mi búsqueda desesperada de acertar algo acabo defichar tres yobacas a ganador en una de las carreras donde funciona la promocionada “Rue-

da del Millón”. Gana el favorito, lo tengo. Llamo a Gustavo.–Decime en cuánto quedó el dividendo con la rueda, que de acá no veo nada.

–¡Siete y pico!–¿Le fichaste?

Me tira una suma diez veces superior a lo que acabo de jugar yo.–¡Fenómeno! Con esto desquitaste lo de la segunda y pasaste al frente.

–¿Qué? No. Apenas estoy hecho, me había enterrado de dorapa con ese 10 que para mí noperdía y ni movió las patas.

Llega el Nacional. Vuelvo a los boxes para saludar y desearle suerte al Ruso Neer.

Le tengo mucha fe a Cooptado. No lo grito desde el codo de Dorrego porque me da lorca,pero ganas no me faltan. Antes que encaren el derecho final me vienen a la memoria imá-

genes de dos nacionales acertados: el de Indalecio y el de Eyeofthetiger.

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–¡Vamos Cooptado! ¡Blanco viejo nomás!

Cuando cruza primero tengo la garganta hecha bolsa, pero sigo gritando y aplaudiendo.Tardo un rato en darme cuenta de los exagerados 4.35 que paga. El dividendo me permite

casi empardar la barraca. Si me quedo puedo empardarla del todo, pero también sumergir-me nuevamente. ¿El 15 sigue pasando por Luis María Campos? Ya desde arriba del bondi

le mando una felicitación al Ruso. Con su habitual amabilidad responde en pocos segundos.Al otro día el entrenador Maldotti respeta la tradición familiar y sale a exhibir su

perfil de mal perdedor. Se queja del pacemaker que asociado al vencedor salió a pelear a supupilo Blood Money en la punta. La estrategia, más vieja que el turf, se supo desde el día

de las anotaciones y se comentó hasta en Cartoon Network, pero el hombre igual disparasus dardos en esa dirección. En fin, su abuelo supo tildar de “jockey de cuarta” nada menos

que a Jorge Valdivieso y su padre mandar violentamente al frente al joven Pablo Falerocuando ya conformaba con él una dupla exitosa. O sea, más de lo mismo para un apellido

que es sinónimo de maestría en el training pero también de personas que se bancan muymal las derrotas. Finalmente el único que dará la cara reflexionando sobre la carrera de

Blood Money será Falero. Del cabrero Maldotti no trascienden nuevos comentarios.Han sido varias las emociones burreras en esta jornada de Nacional, pero sé muy

bien cómo tengo conectadas las neuronas. No habrá Cooptado ni Mili que valgan, recordarépor siempre este 9/11 como el día en que lo afané a Jorge. Y encima la voz de la concien-

cia me recuerda que es la segunda vez.

Ya sale el avión blanco y naranja de Gol rumbo al GP Bento Gonçalves de Porto

Alegre. Largo bien pisado, porque en el aeropuerto me están esperando mis amigas Irene yEloísa, que se han tomado la molestia de venir a buscarme al aeropuerto Salgado Filho.

Dejo el equipaje en el hotel, me cambio la chaquetilla y no hace falta avisarle al amigo Má-rio Rózano que ya estoy en su tierra, porque cuando vuelvo a la recepción me lo encuentro

charlando con las chicas. En todo lo que sea relaciones públicas el hombre pasa los 1000 en’55, de floreo.

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  Mis exclusivas guías turísticas comienzan a mostrarme la ciudad, comenzando por

la Feria del Libro, muy grande y concurrida. En pleno centro, caminando una veintena decuadras y rodeando grandes plazas conozco las sedes de los poderes ejecutivo, legislativo y

 judicial, la catedral, el Teatro Sao Pedro y el Museo de Arte. Aquí me llama la atención unagran escultura de hierro de Don Quijote, con el detalle de tener una canilla como órgano

sexual, curiosa interpretación del texto cervantino. Les explico a las chicas que a la catedralno entro porque tal vez empiece a bullir el agua, como sucede con Al Pacino en “El Aboga-

do del Diablo”.Nuevamente a bordo del chevrolet de Eloísa, la propuesta es ir a ver la caída del sol

a orillas del río Guaíba, donde tienen preparada una sorpresa. Les había contado de misansias por conocer el monumento de Elis Regina, y caminando despacito por la costa me

hacen chocarlo sin avisar nada. Allí está la fenomenal Elis, cantando al lado de un taburete.La base del monumento semeja un disco de vinilo, y hay dos placas con su nombre. Luego

de recorrer el viejo edificio de la Usina do Gasómetro devenido en centro de exposiciones,vamos a lo alto del morro que tiene la antena de O’Globo, pasando por el barrio Menino

Deus. Desde allí la vista de la ciudad es espectacular, sobresaliendo la silueta del estadiodel Internacional, en refacciones para recibir partidos del Mundial. Volvemos al centro, hay

que prepararse para salir a cenar con Mário sumando al grupo a Emanuel Aguilar de la TVchilena y al oriental Antonio Castro, el periodista relator de Maroñas.

En la noche, primero caemos por un barrio muy bacán y caro, que me recuerda enalgo el ambiente de La Recoleta. Emanuel y Antonio deciden inspeccionar un boliche, no-

sotros seguimos viaje. Tomamos una cerveza en el Bar Pinga, pero el sonido de la músicaen vivo (que no es precisamente bossa nova) se me hace insoportable. Rajemos. Cerca en-

contramos una parrilla uruguaya y cenamos allí, atendidos por un mozo de Las Piedras. Laschicas no están muy seguras de aceptar mi invitación al hipódromo, ámbito desconocido

para ellas. Pero el infatigable Mário ya toma nota de sus nombres para gestionar el ingresoal Salón Vip. Termino derrumbándome en la catrera a eso de las tres.

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  Llega el gran día. Luego de recibir la pulsera identificatoria de prensa, Mário, que

no para de presentarme gente, me conduce a un salón lleno de mujeres maquillándose yprobando ropas.

–¡Boa tarde! Eu apresento o meu amigo de Buenos Aires. Mira Marcelo, las mejores muje-res de Brasil son las gaúchas. ¿Qué opinas?

Me quedo absolutamente cortado, apenas asiento con la cabeza tirando una sonrisa incó-moda mientras busco la salida urgente antes de sonrojarme con todas esas miradas esperan-

do respuesta. Menos mal que tengo los lentes oscuros.Seguimos recorriendo las distintas tribunas e instalaciones del hipódromo, y llega un mo-

mento muy emotivo: puedo conocer personalmente a Suzana Davis, una de las mejores jockettas de Sudamérica, que hoy trabaja como starter. Es una mujer encantadora. Charla-

mos un rato, accede a sacarse unas fotos. Lamenta no poder viajar a Argentina y mandamuchos saludos para su amiga Marina Lezcano.

Vamos a almorzar media hora antes del inicio de la extraordinaria reunión en el salón enga-lanado donde también se irán desarrollando entrevistas para la TV. En una mesa asignada a

la prensa vuelvo a juntarme con Emanuel y Antonio. El amigo trasandino cubrirá el DardoRocha en unos días y volverá a Argentina para el Pellegrini. Con Antonio apenas cruzamos

dos palabras en el Latino de marzo y hablamos algo la noche anterior, pero es como si nosconociéramos desde siempre. Comentamos la falta de vareo que se nota en algunas damas

(más tarde descubriremos ejemplares presentados con los diez de rigor, aunque sin llegar alos extremos de taquicardia vividos en el GP Brasil de Agosto en Rio) y las noticias que

tenemos de amigos en común como Sebastián Heredia. Los muchachos son dos profesiona-les que apenas pisan un hipódromo se ponen a trabajar, de modo que cuando estamos ter-

minando de comer Antonio alista su celular y me propone grabar una charla con las prime-ras impresiones de un burrero argentino en Porto Alegre.

Esta parte del año, que trae grandes clásicos como el Gonçalves en toda Sudaméri-

ca, en Argentina abre una especie de solsticio burrero. Dentro de un turf que cría, cuida yprograma menospreciando la larga distancia a contramano de la historia, es un debate cícli-

co que inauguran las frecuentes victorias extranjeras en Pellegrini y Latinoamericano. Sí,este año Calidoscopio e Indy Point sobresalieron en el turf de USA, pero me juego una fija

a que en la gran reunión de diciembre en San Isidro volverán a ganar o pegar en el palo losvisitantes. Con Aerosol retirado del training, Gober quedó gatillado después de escoltar a

Fragotero en la Copa de Oro, Ganesh planea acompañarlo, y habrá que ver qué otros ejem-plares viajan. No me extrañaría que aparezca un nuevo Going Somewhere. El día del GP

Brasil en La Gávea un tal Viewfinder ganó una condicional de 3000 metros sobre céspedregistrando 3m 03s 92c. Seis días después Gato Editor conquistó el clásico Pueyrredón G2

sobre la misma distancia y superficie, en San Isidro, deteniendo el reloj en 3m 08s 12c.

Le han pedido al charrúa que relate la cuarta carrera. Lo dejo laburar tranquilo y voya recorrer la amplia redonda y los boxes de exhibición rumiando algo que hablábamos a

propósito de los relatos. Coincido con Antonio, en muchos lugares ya va siendo hora dedejar de relatar números en las carreras condicionales. Nombrar al caballo, amén de un de-talle que me parece mejor hasta estéticamente, también es una forma de nombrar indirecta-

mente al peón, entrenador o propietario del yobaca en cuestión. Pero claro, implementar esamodalidad con ciertos relatores atornillados en la silla de la comodidad y la reiteración

exasperante podría ser una tarea muy complicada.

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de desentiende de los rivales y va sumando varios cuerpos a favor por mitad de cancha en

el derecho final. Parten aplausos desde las tribunas para la gran demostración del hijo deNorthern Afleet, que cruza victorioso. En las de cobro, sus seguidores cosechan 2.10 a ga-

nador y 2.00 redondos a placé. Segundo a 8 ½ cuerpos arriba Dash for Money (10.00 a pla-cé), tercero a 4 ¾ Maisesperto Gais y cuarto a 1 ½ el guapo puntero Award Winner, que

parecía con destino de NP sólo por la facilidad con que lo superó el ganador, pero llegóbien ubicado. La imperfecta abonó 54.50, la exacta 67.90, y la cuatrifecta 1478.40. El ga-

nador entrenado por Althayr Oliveira registró un tiempo de 2m 30s clavados.

El glamour está bárbaro, estoy muy contento de ver a mis amigas disfrutando de

todo lo que ofrece el Vip, pero al menos en mi caso por ahora está bien, hagamos un alto enla huella. Las invito a pasear un rato, quiero estar en contacto con el burrero raso, respirar el

ambiente de la perrera, en definitiva el lugar al que pertenezco desde siempre por más quedesde el 2005 suela colaborar con notas en diversos medios y por eso algunas personas (en-

tre ellos yo mismo) me confundan con un periodista especializado. El Cristal es un hipó-dromo de espacios muy amplios, caminamos admirando los yobacas que se preparan para

correr, los que se exhiben en la redonda y los que bajan por un camino en declive luego dehaber competido. Por aquí unos catedráticos veteranos estudian el programa, por allá prepa-

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Aquí está la agresividad cotidiana extendida como plaga. Han llegado varios vuelos

y las colas en Aduana son muy largas. Las personas bufan, zapatean. Cuando demoro unpoco en dar un paso el tipo que tengo atrás se me pone a la par. En la fila vecina uno hace

punta y aplaude, varios lo siguen. Desde el anonimato que da el gentío, alguien grita que nosaben trabajar, seguido por un segundo valiente que complementa diciendo que si no saben

trabajar, se vayan. Otro vocifera que nos dejen pasar, y es seguido por un coro. Se ovacionaa un tipo que pelea con dos empleados. Aparece a mi lado la cara inquisidora de un hombre

que acaba de gritar y parece censurar mi pasividad. Soy el indio de Atrapado sin Salida,pero este tipo me puede y abro la boca, reprimiendo las ganas que tengo de pegarle una

patada a las valijas que lleva apiladas en un carrito.–Llegaron muchos vuelos juntos.

–Hay que quejarse, si no nos quedamos a vivir acá.–¿Cómo voy a quejarme si no sé qué pasa treinta metros adelante?

–No saben trabajar, eso es lo que pasa. Tienen que dejarnos pasar.–¿Y si me dejan pasar y en la valija traigo una bomba, o merca?

–Esto no pasa en ninguna parte del mundo, se lo digo yo, que conozco.Debe tener razón, en pocas partes del mundo debe haber tanta cantidad de pelotudos por

metro cuadrado. Falta nada para que alguien culpe de la demora al gobierno, o a la oposi-ción. De pronto se habilita un puesto que permanecía cerrado. Avalancha, gritos, golpes,

carreras. Esto parece la cubierta del Titanic. Qué vergüenza.Pero no me van a cagar el viaje, compatriotas. Cierro los ojos y me concentro en

sentir ruido a cascos y olor a bosta, en recordar a mis amigos, en volver a ver caballos galo-pando en la arena y el sol ocultándose en el río Guaíba. Con todo eso pico en punta, les

saco varios cuerpos y me alcanzan en el disco.

Marcelo Fébula para De Turfe Um Pouco y Los Pingos de Todos.