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JUNTA DE ANDALUCÍA. CONSEJERÍA DE CULTURA Conjunto Arqueológico Madinat al-Zahra Cuadernos de Madinat al-Zahra es una publicación científica bianual editada por el Conjunto Arqueológico de Madinat al-Zahra, que inició su andadura en el año 1987. Recoge trabajos originales que aborden temáticas referentes a la historia y arqueología de al-Andalus y el mundo mediterráneo dentro del marco cronológico de la Edad Media. No obstante, los consejos de redacción y asesor podrán valorar positivamente la inclusión de estudios que den cabida a otros ámbitos y a una ampliación de los límites cronológicos especificados, siempre que contribuyan a la mejor comprensión del periodo. De igual modo, y de forma ocasional, podrán introducirse secciones monográficas o actas de jornadas o reuniones científicas. DIRECCIÓN ANTONIO VALLEJO TRIANO Conjunto Arqueológico de Madinat al-Zahra CONSEJO DE REDACCIÓN (Miembros de la Comisión Técnica de Madinat al-Zahra) Vocales: MANUEL ACIÉN ALMANSA Universidad de Málaga CARMEN BARCELÓ TORRES Universidad de Valencia EDUARDO MANZANO MORENO Profesor de investigación del CSIC RUBÍ SANZ GAMO Directora del Museo de Albacete JUAN SERRANO MUÑOZ Arquitecto CONSEJO ASESOR PATRICE CRESSIER CNRS, Lyon PIERRE GUICHARD Universidad de Lyon II ESTEBAN HERNÁNDEZ BERMEJO Universidad de Córdoba Mª ANTONIA MARTÍNEZ NÚÑEZ Universidad de Málaga ALASTAIR NORTHEDGE Universidad de Paris I VÍCTOR PÉREZ ESCOLANO Universidad de Sevilla Edita JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura © de la edición JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura Diseño y maquetación: Carmen Jiménez Diseño de portada: Zum Creativos Imprime: Tecnographic ISSN: 1139-9996 Depósito Legal: SE-8516/2010 Distribución nacional e internacional: 1000 ejemplares Publicación bianual Número 07 // 2010

Una aproximación a las canteras de piedra calcarenita de Madinat al-Zahra

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Autores: Antonio Vallejo Triano, Ramón Fernández Barba. Cuadernos de Madinat al-Zahra [año 2010, Número 7]. Dedicado a: Miscelánea de historia y cultura material de al-Andalus: Homenaje a Maryelle Bertrand (textos reunidos por C. Cressier, I. Montilla, J. R. Sánchez y A. Vallejo). Revista de difusión científica del Conjunto Arqueológico Madinat al-Zahra

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JUNTA DE ANDALUCÍA. CONSEJERÍA DE CULTURA

Conjunto Arqueológico Madinat al-Zahra

Cuadernos de Madinat al-Zahra es una publicación científica bianual

editada por el Conjunto Arqueológico de Madinat al-Zahra, que inició su

andadura en el año 1987. Recoge trabajos originales que aborden

temáticas referentes a la historia y arqueología de al-Andalus y el mundo

mediterráneo dentro del marco cronológico de la Edad Media. No obstante,

los consejos de redacción y asesor podrán valorar positivamente la

inclusión de estudios que den cabida a otros ámbitos y a una ampliación de

los límites cronológicos especificados, siempre que contribuyan a la mejor

comprensión del periodo. De igual modo, y de forma ocasional, podrán

introducirse secciones monográficas o actas de jornadas o reuniones

científicas.

DDIIRREECCCCIIÓÓNN

AANNTTOONNIIOO VVAALLLLEEJJOO TTRRIIAANNOO

Conjunto Arqueológico de Madinat al-Zahra

CCOONNSSEEJJOO DDEE RREEDDAACCCCIIÓÓNN

(Miembros de la Comisión Técnica de Madinat al-Zahra)

VVooccaalleess:: MMAANNUUEELL AACCIIÉÉNN AALLMMAANNSSAA

Universidad de Málaga

CCAARRMMEENN BBAARRCCEELLÓÓ TTOORRRREESS

Universidad de Valencia

EEDDUUAARRDDOO MMAANNZZAANNOO MMOORREENNOO

Profesor de investigación del CSIC

RRUUBBÍÍ SSAANNZZ GGAAMMOO

Directora del Museo de Albacete

JJUUAANN SSEERRRRAANNOO MMUUÑÑOOZZ

Arquitecto

CCOONNSSEEJJOO AASSEESSOORR

PPAATTRRIICCEE CCRREESSSSIIEERR

CNRS, Lyon

PPIIEERRRREE GGUUIICCHHAARRDD

Universidad de Lyon II

EESSTTEEBBAANN HHEERRNNÁÁNNDDEEZZ BBEERRMMEEJJOO

Universidad de Córdoba

MMªª AANNTTOONNIIAA MMAARRTTÍÍNNEEZZ NNÚÚÑÑEEZZ

Universidad de Málaga

AALLAASSTTAAIIRR NNOORRTTHHEEDDGGEE

Universidad de Paris I

VVÍÍCCTTOORR PPÉÉRREEZZ EESSCCOOLLAANNOO

Universidad de Sevilla

Edita

JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura

© de la edición

JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura

Diseño y maquetación: Carmen Jiménez

Diseño de portada: Zum Creativos

Imprime: Tecnographic

ISSN: 1139-9996

Depósito Legal: SE-8516/2010

Distribución nacional e internacional: 1000 ejemplares

Publicación bianualNúmero 07 // 2010

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05 PRESENTACIÓNPatrice Cressier, Irene Montilla Torres, José Ramón Sánchez Viciana y Antonio Vallejo Triano

06 MARYELLE BERTRAND06 Maryelle Bertrand (1948-2007)

Léon Pressouyre

08 Maryelle Bertrand. Bibliografía 1985-2008

10 LOS SEÑORES DE LA GUERRA13 Las primeras guerras internas de al-Andalus

Eduardo Manzano Moreno

27 Les seigneurs de la Marche (a bu al-ta ri) : les Ban cAmr s et les Ban ††††abri de HuescaPhilippe Sénac

43 Militares en iluminaciones y marfiles: una visión del ejercito califalJuan Zozaya Stabel-Hansen

64 LOS SOPORTES MATERIALES DEL DISCURSO IDEOLÓGICO67 Le chapiteau, acteur ou figurant du discours architectural califal ? Omeyyades d'al-Andalus

et Fatimides d’IfrààààqiyaPatrice Cressier

83 Estela funeraria de cronología califal aparecida en Mengíbar (Jaén)María Antonia Martínez Núñez

95 Nuevas evidencias de cecas africanas en época de al-ööööakam II: al-Man rah/al-Man riyya yal-Ba raAlberto Canto García

102 ESPACIOS DE VIDA105 Excavations in medieval settlements at Volubilis. 2000-2004

Elizabeth Fentress and Hassan Limane

123 Casas y cosas: espacios y funcionalidad en las viviendas emirales del Tolmo de Minateda(Hellín, Albacete)Sonia Gutiérrez Lloret y Víctor Cañavate Castejón

149 La vivienda tradicional en la cuenca del Mediterráneo: del iw n al qb ’, pasando por el bahwSakina Missoum

175 Habitat e utensílios na Mértola almóadaSusana Gómez, Lígia Rafael e Santiago Macias

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MISCELÁNEA DE HISTORIA Y CULTURA MATERIAL DE AL-ANDALUS.HOMENAJE A MARYELLE BERTRAND

(Textos reunidos por P. CRESSIER, I. MONTILLA TORRES, J. R. SÁNCHEZ VICIANA y A. VALLEJO TRIANO)

ÍNDICE

Publicación bianualNúmero 07 // 2010

Page 3: Una aproximación a las canteras de piedra calcarenita de Madinat al-Zahra

196 CASTILLOS Y PALACIOS199 La fortaleza de Amergo (Marruecos) ¿Otro ejemplo de influencia hispánica en Marruecos?

Manuel Acién Almansa

219 Los baños de la tropa de la Alcazaba de Almería: resultados preliminares de la intervenciónarqueológicaSophie Gilotte, Ángela Suárez Márquez, Francisca Alcalá Lirio y Francisco Arias de Haro

239 El asentamiento islámico de Giribaile (Jaén). De asentamiento de altura a castillo almohadeJuan Carlos Castillo Armenteros, Luis María Gutiérrez Soler y María Victoria Gutiérrez Calderón

263 Los palacios islámicos de Jaén. El palacio de Santo Domingo y los jardines de los UribeVicente Salvatierra Cuenca, Mercedes Navarro Pérez y Ángela Esteban Marfil

293 Notes sur les forteresses de la ca de Bentomíz (Vélez Málaga)Marie-Christine Delaigue

308 CUEVAS NATURALES, CUEVAS ARTIFICIALES Y OTROS SUBTERRÁNEOS311 La caverne, refuge de « l'ami de Dieu » : une forme particulière de l'érémitisme au temps

des Almoravides et des Almohades (Maghreb extrême, XIe-XIIIe siècles)Jean-Pierre Van Staëvel

327 Le vocabulaire des grottes et des cavernes dans le Maghreb médiéval à la lumière des sourcesarabesMohamed Meouak

343 Las cuevas de Benaxuay. Un grupo de cuevas-ventana andalusíes en el río Chelva (Valencia)Agustí Ribera

369 Antiguos depósitos de agua en la ciudad de Palma: un patrimonio ocultoMaria Antònia Carbonero Gamundí

382 INTERCAMBIOS, HOMBRES Y NATURALEZA385 Contribución a la historia ambiental de la cuenca del Guadiana Menor (Sureste ibérico):

avances y propuestas de investigación desde la arqueologíaJosé Antonio Garrido García

405 Una aproximación a las canteras de piedra calcarenita de Madàààànat al-Zahr ’Antonio Vallejo Triano y Ramón Fernández Barba

421 Comercio mudo / Silent Trade en el IslamPedro Chalmeta Gendrón

429 1287: onomástica femenina en Menorca islámicaGuillem Rosselló Bordoy y Mª Magdalena Riera Frau

434 CRÓNICA DEL CONJUNTO ARQUEOLÓGICO

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5// Nº 07. 2010. P. 5. ISSN: 1139-9996CUADERNOS DE MADINAT AL-ZAHRA’

En noviembre de 2007, la noticia del fallecimiento de Maryelle Bertrand nos dejó, a todos susamigos, golpeados y desamparados. Para la mayoría, además, la sorpresa era brutal: con su habitualpudor, Maryelle había callado, durante aquellos fatídicos meses, la gravedad de su enfermedad. Derepente, se hacía un inmenso vacío. Todos vivimos entonces un sentimiento de amistad irremedia-blemente truncada y nos enfrentamos a la añoranza de la complicidad que nos había unido.

El vacío no era solo personal, íntimo, sino que era también colectivo y científico. Maryelle había lle-vado una carrera en cierta forma atípica, parcialmente al margen de las instituciones, pero había par-ticipado de pleno en la reflexión que, por aquellos momentos, centraba la atención de loshistoriadores, en torno a la percepción y a la definición misma de al-Andalus. Estaba presente tam-bién en los debates de los primeros años ochenta, en los que se intentaba establecer las reglas de unanueva arqueología que fuera a la vez mejor articulada con el cuestionamiento histórico y más acordecon las necesidades de nuestra sociedad. El tiempo ha mostrado la parte de ilusión que conllevabantales proyectos, y como se erosionaron frente a la práctica cotidiana que se fue imponiendo.

Todavía bajo la emoción causada por su desaparición, y quizá tanto para ayudarnos en nuestroduelo como para recuperar parte de la ilusión pasada, a un grupo de sus amigos nos pareció queconvenía rendir un justo tributo a la aportación científica y a la calidez humana de Maryelle.

Vicente Salvatierra nos permitió reaccionar en el acto y acogió enseguida una breve semblanza dela vida de Maryelle y su bibliografía completa en la revista Arqueología y territorio medieval1. A máslargo plazo, concebimos el proyecto de un homenaje de carácter académico y científico que reu-niese contribuciones de los historiadores y arqueólogos de al-Andalus que habían sido los más pró-ximos a Maryelle. Desde el principio, Antonio Vallejo propuso a los Cuadernos de Madànat

al-ZahrÄ’ como soporte editorial de este segundo acto.

El lector tiene entre las manos el resultado de esta empresa colectiva, asumida por todos con tena-cidad y entusiasmo, y a la que –más allá de la diversidad cronológica y de los intereses de cada uno–se ha intentado dar la mayor coherencia temática posible.

D. Léon Pressouyre, catedrático emérito de historia del arte medieval de la universidad de Paris 1– Panthéon Sorbonne, quien dirigió la monumental tesis doctoral de Maryelle y le brindó unapoyo continuado a lo largo de los años, nos aportó, desinteresadamente, su visión personal de latrayectoria profesional y vital de nuestra amiga. Lamentablemente, L. Pressouyre falleció en agostode 2009, antes de que este homenaje a Maryelle Bertrand haya tomado su forma definitiva2. Ambos,profesor y discípula, quedarán asociados en nuestra memoria. A continuación, las distintas contri-buciones vienen agrupadas en apartados sucesivos y complementarios (Los señores de la guerra; Lossoportes materiales del discurso ideológico; Espacios de vida; Castillos y palacios; Cuevas naturales,cuevas artificiales y otros subterráneos; Intercambios, hombres y naturaleza).

Patrice Cressier, Irene Montilla Torres, José Ramón Sánchez Viciana y Antonio Vallejo Triano

1 “In Memoriam. Maryelle Bertrand (1948-2007)”, Arqueología y territorio medieval, 15, 2008, pp. 9-12.2 Véase una breve nota necrológica en Bulletin monumental, 2010 (II), pp. 131-132.

PRESENTACIÓN

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Antonio Vallejo Triano y Ramón Fernández Barba

Conjunto Arqueológico Madinat al-Zahra, Córdoba[ [email protected] ][ [email protected] ]

UNA APROXIMACIÓN A LAS CANTERAS DEPIEDRA CALCARENITA DE MADINAT AL-ZAHRA'

Resumen

La creación de Madànat al-ZahrÄ', junto con el resto de construcciones incluidas en el programa ediliciocalifal, supuso la completa recuperación del ciclo integral del trabajo de la piedra, comenzando por laextracción en canteras. Estas explotaciones, así como la organización del trabajo que en ellas serealizaba, tuvieron características claramente diferenciadas de las existentes en el mundo clásico. Larecuperación de los trabajos de cantería, posibilitada por la implantación de un Estado con un elevadodesarrollo político y administrativo, no sobrevivió a la fitna del siglo XI, dando paso a otros métodosconstructivos con menor coste y complejidad organizativa.

Palabras clave: Programa edilicio, ciclo integral, extracción, Estado, cantería, organización del trabajo.

Abstract

Madànat al-ZahrÄ's creation, together with the other constructions that gave shape to the caliphalbuilding program, meant a fully recovery of the stone work cycle, starting with extractions from newlyopened quarries. These exploitations, as much as the implemented work organization, had clearlydifferent features from the ones present within the classical world system. Stonework recovery, madepossible through the institution of a highly developed State in administrative and political terms, didnot survive the XIth Century fitna, leading to different building methods with lesser costs andorganization complexity.

Keywords: Building program, stone work cycle, extraction, State, stonework, work organization.

// 07. 2010. PP. 405-419. ISSN: 1139-9996 // INTERCAMBIOS, HOMBRES Y NATURALEZACUADERNOS DE MADINAT AL-ZAHRA’

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406 // 07. 2010. PP. 405-420. ISSN: 1139-9996 // INTERCAMBIOS, HOMBRES Y NATURALEZA

1. INTRODUCCIÓN

El aprovisionamiento de material pétreo para laerección de Madànat al-ZahrÄ’1 sigue siendo unacuestión escasamente conocida en detalle, pese alinterés que despertó desde el comienzo de los tra-bajos de excavación2. Hasta el momento, no se hapodido realizar una investigación en profundidadde las canteras que rodean el yacimiento, de lascuales debió provenir gran parte del materialpétreo empleado en la construcción de la ciudad. Ala espera de dichos trabajos y futuras excavaciones,este artículo debe servir como necesario preámbu-lo a la cuestión del trabajo de cantería en el entor-no cordobés durante el emirato y el califato.

Durante el siglo X se culminó de forma brillante lareconstitución del ciclo integral de trabajo de lapiedra3, tras los siglos del emirato en que se fueronponiendo las bases para este desarrollo. Sinembargo, fue un logro de escasa duración, puestoque tras la fitna y con la creación de los reinos detaifas se derrumbó todo el sistema extractivo yconstructivo, completamente dependiente de unfuerte poder central. Comprobaremos que lacreación del entramado técnico necesario paracompletar este ciclo se hizo con característicasdiferentes al sistema empleado en época imperial.

2. LA DESARTICULACIÓN DEL CICLO

EXTRACTIVO DE LA PIEDRA Y SU RECUPE-

RACIÓN

Para una mejor comprensión de los rasgos propiosdel modelo extractivo y constructivo promovidodesde el poder omeya, se ha de comparar este conel utilizado por los emperadores durante los siglosI a IV para las obras públicas, donde el protagonis-mo recaía a la iniciativa imperial o estatal, desde lapropiedad de las canteras, de donde se extraían losmateriales pétreos para la construcción de edificiospúblicos4, hasta el transporte, pasando por la pro-piedad de las cuadrillas de esclavos que las explota-ban. Sabemos que, a lo largo del primer siglo denuestra era, un buen número de explotaciones,algunas de gran entidad, fueron pasando a manosestatales de diversas maneras, y que éste intentó,

hasta las postrimerías del Bajo Imperio, obtenertodo el provecho posible de éstas, estableciendo unsistema de arriendos de canteras públicas y gravan-do con impuestos la explotación de aquellas enmanos privadas5.

Las minas de propiedad estatal estaban plenamenteencuadradas en el aparato administrativo, quedan-do bajo la responsabilidad de distintos funcionariosencargados de la recaudación de los diversos ingre-sos que reportaban al erario. La especialización delsistema permitió, además, la creación de una orga-nización orientada a la redistribución de materialesa larga distancia, como tenemos constancia, porejemplo, para el caso del mármol6. En explotacio-nes de otro tipo de piedra, el constructor o unintermediario enviaban un equipo a las canteraspara extraer la cantidad requerida para un proyectoconcreto, lo que nos muestra que el trabajo eratemporal, dependiendo de los encargos o necesida-des de la construcción en cada momento.

Frente a esta etapa altoimperial, los siglos posterio-res fueron un periodo de menor actividad cons-tructiva, aunque aún se procedía, como enCórdoba, a la construcción de grandes proyectosestatales como el conjunto de Cercadilla, que cons-tituye un testigo de excepción de las formas cons-tructivas tardorromanas. El conjunto de edificiosfue construido en opus caementicium revestido conhiladas de ladrillo y sillarejo, sistema muy diferen-te de la imponente sillería de los siglos preceden-tes7. Esto, evidentemente, no demuestra ladesaparición de la cantería especializada, aunque síun descenso de tales equipos, que fueron desapare-ciendo con los últimos monumentos romanos.

A partir del siglo V, como ha sido señalado por J. A. Quirós Castillo8 y más recientemente por R. Azuar Ruiz9, se produjo una desarticulación delsistema de explotación de las canteras y de otrasestructuras productivas, que generó un comerciode materiales reutilizados y la unificación de losartesanos en unas pocas categorías. El canterocomo tal desapareció, por lo que el trabajo de lapiedra parece haberse limitado a dos fases(obtención del material reutilizado y su colocaciónen obra) propias del trabajo de albañiles y

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CUADERNOS DE MADINAT AL-ZAHRA’

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carpinteros, aunque puedan aparecer episodiosextractivos aislados10.

Con la implantación del primer Estado islámico enal-Andalus, en el último cuarto del siglo VIII, reapa-recieron –en la mezquita de Córdoba, un edificiode claro carácter dinástico– la cantería de sillares yla producción de ladrillos cocidos a gran escala, loque supuso, junto con la aparición de un nuevotipo de tejas, una innovación de gran calado en elámbito productivo y en la especialización de losprocesos de trabajo11. A partir de este momento, elempleo de la sillería se convirtió en una de lasseñas de identidad del Estado emiral, aunque noalcanzó su pleno desarrollo hasta el siglo X, con laproclamación del califato y su extraordinario pro-grama constructivo.

Las implicaciones de orden tecnológico, económi-co y social que conlleva el llamado ciclo producti-vo de la piedra han sido explicadas por distintosautores12 y en este sentido sólo cabe señalar queMadànat al-ZahrÄ’, como principal laboratorio deexpresión social del Estado andalusí, representó elmayor nivel en la reconstrucción de ese ciclo pro-ducido desde la Antigüedad y es, por tanto, equi-parable únicamente al modelo clásico. En esteproceso iniciado en el siglo VIII, la principal apor-tación del califato, y especialmente de la ciudadfundada por cAbd al-RaÜmÄn III, consistió en lanormalización y la estandarización de aparejos ymódulos13, dos elementos básicos para la produc-ción y la construcción a gran escala que implicanun grado de organización y especialización desco-nocidos en el mundo protofeudal.

3. LA EXTRACCIÓN DE MATERIALES

PÉTREOS EN EL SIGLO X: MADINAT AL-

ZAHRA’

Todo el programa arquitectónico del Estado califalen Córdoba se ejecutó con este sistema constructi-vo, no sólo la mezquita aljama y Madànat al-ZahrÄ’

sino también las infraestructuras públicas de puen-tes y acueductos, las almunias edificadas por losmiembros de la familia califal y los personajes másrelevantes de la administración, y en el resto del

domino omeya, algunos edificios representativosdel Estado, ya fueran de carácter religioso o mili-tar14, como, entre otros, los castillos de Ceuta yTarifa y la alcazaba, las atarazanas y la mezquitaaljama de Almería15.

Los requerimientos pétreos más importantes ytambién los más constantes y prolongados en eltiempo fueron, sin duda, los exigidos por la cons-trucción de Madànat al-ZahrÄ’, que se convirtió enel mayor proyecto urbanístico del Islam en al-Andalus. Su fundación obedeció a una prácticaoriental iniciada en el califato abbasí que vincula ladignidad califal con la construcción de un nuevocentro urbano próximo a la ciudad preexistente,con la que no establecía una relación de competen-cia sino de complementariedad en sus distintas fun-ciones urbanas.

En este sentido, se emplazó en la contigüidad deCórdoba, con la que terminó formando una de lasgrandes conurbaciones del momento. Su plantadibuja un rectángulo de aproximadamente 1515 mde largo por 745 m de ancho abarcando una super-ficie intramuros de 112 ha. Toda la cerca que deli-mitaba este perímetro, así como la que separaba elalcázar de la medina propiamente dicha, fue levan-tada con sillares de piedra caliza desde su cimenta-ción, como ha demostrado la reciente excavaciónrealizada en la muralla que cerraba la urbe en sulimite meridional16. Igualmente, la totalidad de lasestructuras edilicias levantadas dentro del alcázar seerigieron, desde su arranque, con sillares dispuestosa soga y tizón.

Para dar una idea del volumen de piedra empleado,podemos realizar una estimación general de la uti-lizada en la muralla, la estructura de mayor deman-da pétrea de toda la urbe. Si extrapolamos los datosconocidos de la muralla norte –grueso de muro,ancho y saliente de las torres, y promedio de inter-valo entre las mismas– al conjunto de la cerca, elnúmero total de torres de la ciudad está entre 256y 260 y el volumen ocupado por la estructura amu-rallada exterior es de unos 177 500 m3, estimandouna altura máxima de 12 m de alzado para lastorres y la cerca, incluido un promedio de 2 m decimentación17. Si a ello añadimos, utilizando unas

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magnitudes similares, la cerca que separa el palaciode la medina, el volumen total obtenido para el sis-tema completo de la muralla exterior e interior deMadànat al-ZahrÄ’ es de unos 216 000 m3. Porúltimo, si aceptamos una dimensión media paracada uno de los sillares de 0,90 m de longitud, 0,40 m de ancho y 0,25 m de grueso, la estimacióndel número de sillares empleado sólo en la cons-trucción de las murallas se aproxima a los dosmillones y medio de piezas. La extrapolación delos datos y dimensiones de la cerca norte al conjun-to de la muralla de la ciudad es completamenteválida tanto por lo que muestra la fotografía aéreacomo por la constatación efectuada en la murallameridional, que muestra que la zapata de cimenta-ción también fue ejecutada íntegramente en silleríay que su ancho se mantiene en torno a 2,60 m,similar a la de la muralla norte18.

Ante la magnitud del programa constructivo, delque esta cifra constituye sólo un dato estimativo ala baja que permite tener una vaga referencia cuan-titativa, cabe preguntarse por un lado, de dóndesalió esta ingente masa de piedra, y por otro, cuálfue la estructura organizativa que permitió esteextraordinario proceso de trabajo.

4. LAS CANTERAS Y EL SISTEMA DE

EXTRACCIÓN

El material básico empleado es una piedracalcarenita de origen marino, caracterizada por laabundante presencia de fósiles, que procede de unafloramiento lineal de materiales terciarios delMioceno. Este afloramiento se extiende en unaamplia franja de contacto entre los materialescuaternarios del valle del Guadalquivir y el frentepaleozoico de la sierra19. La facilidad para sutrabajo, la cercanía a las obras a realizar y la buenarelación peso-volumen que caracteriza a este tipode piedra hicieron que se empleara como elmaterial constructivo básico en Córdoba desdeépoca romana20.

En esta amplia franja, de ancho variable, las huellasde actividad extractiva histórica se evidencian endistintos lugares, especialmente en Posadas y en el

tramo comprendido entre Almodóvar y Alcolea.Las explotaciones que la historiografía ha identifi-cado como romanas se localizan en Posadas y en elfrente nororiental de Córdoba y en ellas se observados sistemas de explotación diferentes, a cieloabierto las primeras y en forma de fossae con pila-res las segundas, caracterizadas por la extensaexplotación horizontal de los estratos de mejorcalidad, entre las que destacan las canteras dePeñatejada21, en buen estado de conservación.

Pero existen otras múltiples huellas de esta actividadextractiva dispersa en ese territorio que evidencianuna multiplicidad de explotaciones de pequeño ymediano tamaño que hasta ahora no habían sidoidentificadas y son éstas las que hemos venido con-siderando islámicas desde hace algunos años, y másconcretamente califales. Estas canteras no han sidoestudiadas ni desde el punto de vista geológico22 nidesde la arqueología, a pesar de su importancia y apesar de que modificaron profundamente el paisajepreexistente en esa zona de contacto entre la laderade la sierra y el valle y han configurado la peculiarmorfología del paisaje actual.

Algunas de estas explotaciones se conservan próxi-mas a la almunia al-RummÄniyya, algunos de cuyosfrentes sugieren la envergadura de los rebajes reali-zados (lám. 1). El conjunto extractivo más comple-to e interesante desde todos los puntos de vista sesitúa en torno al llamado Cortijo de Santa Ana dela Albaida, al norte de Turruñuelos, donde se reco-nocen un conjunto de explotaciones de diferentetamaño y morfología que constituye un documen-to precioso sobre los procedimientos extractivos yla organización del trabajo de la época (fig. 1) y espor ello que el Plan especial de protección deMadànat al-ZahrÄ’ las incorporó en la estrategia deprotección del territorio y las infraestructuras aso-ciadas a la ciudad califal23.

Todas estas canteras se encuentran en un importan-te estado de colmatación, por lo que no existenmateriales en superficie que permitan su atribu-ción cronológica. Ésta se justifica en argumentosde relación derivados de la existencia de una vía deservicio conocida como camino de las canteras, querecorría la falda de la sierra de este a oeste desde las

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canteras de Santa Ana de la Albaida hasta Madànat

al-ZahrÄ’. Este camino debió surgir a raíz del inten-so tráfico producido entre las explotaciones y sulugar de destino. Y sobre todo, esta atribución sebasa en argumentos directos relativos a la regulari-dad metrológica que presentan las cajas de extrac-ción que se sitúan invariablemente entre 0,95 m y1,20 m de longitud, en torno a 0,42 m de altura yentre 0,20 m y 0,25 m de ancho, medidas en las quese mueven una gran mayoría de los sillares de laciudad24 (lám. 2). Otros argumentos indirectos quepermiten esta adscripción cronológica tienen quever con el colapso constructivo ocurrido enCórdoba tras la fitna, y la constatación documen-tal de que la mayor parte de las edificaciones bajo-medievales y modernas en la ciudad se ejecutaroncon piedra reutilizada, entre otros, el propiomonasterio de San Jerónimo, construido a comien-zos del siglo XV en la contigüidad de la ciudad cali-fal25. Esto implica que prácticamente no hubo unaactividad extractiva de importancia en la ciudadhasta muy recientemente.

En Santa Ana de la Albaida conviven dos tipos decanteras, una de pequeño tamaño y forma ligera-mente circular, que se caracteriza por un corredorde no más de 4 m de ancho de forma rectangularque conduce a un espacio de explotación irregulara cielo abierto donde se conservan fosilizadas lascajas de extracción de sillares (lám. 3). Y otro, defrentes amplios más o menos lineales, con tenden-cia circular (lám. 4). Es de destacar en este conjun-to la ausencia de las características explotacionessubterráneas en forma de fossae26 que sí se encuen-tran en cambio en otros puntos próximos aAlmodóvar o al noreste de Córdoba, cuya atribu-ción cronológica resulta compleja.

En la Albaida, los alzados muestran una altura desuelo a techo que alcanza en los casos más altos los20 m a partir del nivel actual de colmatación. Losestratos se disponen ligeramente horizontales,observándose las distintas calidades de los mismosque van desde frentes compactos de roca biencementada, hasta otros arenosos caracterizados por

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Lám. 1. Canteras de la Aljarilla, al oeste de la almunia de al-RumÄniyya (Córdoba).

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la abundante presencia de fósiles. Esta misma diver-sidad se observa también en los sillares de Madànat

al-ZahrÄ’, donde conviven piezas de diferente cali-dad en una misma estructura, lo que implica que nohubo un proceso selectivo riguroso de las vetas pueslos frentes se aprovecharon de manera exhaustiva.Probablemente, esta circunstancia tenga que vercon el hecho de que todas las estructuras fueronfinalmente recubiertas con un enlucido de cal yarena que les garantizó su protección.

La morfología de algunas de estas canteras, comola situada en la almunia al-RummÄniyya, a unos300 m del palacio excavado a comienzos del sigloXX por R. Velázquez Bosco27 permite entrever

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Lám. 2. Ejemplo de dimensiones de un bloque.

Lám. 3. Canteras de Santa Ana de la Albaida, corredor de acceso.

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cómo se ha realizado el proceso extractivo porqueesta cantera no está colmatada, sino que conservael techo de la plataforma rocosa cubierta por undelgado nivel de tierra. A partir del desbroce detierra superior para delimitar la extensión disponi-ble comenzó el proceso rebajando el frente quegarantizaba el camino de salida del material. Laextracción se realizaba de arriba a abajo en toda laplataforma rocosa delimitada, probablemente entandas de uno o dos sillares de altura para asegurarque la pieza extraída cayera prácticamente a lospies del trabajador, evitando su rotura.

En otros frentes se observa que el rebaje no se rea-lizó por igual en toda la superficie sino que se prac-ticaron cajas de un ancho de uno o dos sillares,quedando unas estructuras prismáticas salientes, amodo de torres, que fueron posteriormente rebaja-das (lám. 5). Cuando se alcanzaba una considerableprofundidad y se encontraba un estrato de buenacalidad, se producía un ensanchamiento en el

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Lám. 4. Canteras de Santa Ana de la Albaida, explotación califal (dcha.) y contemporánea (izq.).

Lám. 5. Cajas de extracción.

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frente extractivo de manera ligeramente circular,quedando la parte superior en voladizo.

Aunque no conocemos las herramientas utilizadasen esta labor, el sistema de extracción tambiénpuede ser inferido a partir de las huellas conserva-das, tanto en las canteras de al-RummÄniyya, comoen el conjunto de la Albaida. Para separar la piedrase realizaban numerosas perforaciones verticalescon un puntero muy fino, de no más de 1 cm dediámetro, separadas entre sí no más de 3 ó 4 cm entodos los lados de la pieza, que terminaban porsepararla del sustrato rocoso. Las claves de este pro-cedimiento vienen dadas por los propios orificiosoriginales que se observan en las piezas de la cante-ra (lám. 6) y por las huellas existentes en un bloquecortado modernamente, de mayores dimensiones,que muestran el mismo sistema: perforaciones debarras regularmente espaciadas que penetran pro-fundamente en toda la longitud hasta producir la

separación del frente. No hemos encontrado ningu-na huella de cuñas de metal o madera, tan caracte-rísticos del sistema extractivo romano, en estasexplotaciones28.

Las escuadras así obtenidas eran bastante regulares,como hemos podido observar en algunos bloquescaídos, y esto explica que las dimensiones de las cajasde sillares de las canteras se ajusten bastante a lasdimensiones de las piezas en obra, especialmente enla altura, que se sitúa en torno a 0,42 m, frente a los0,39 ó 0,40 m que presentan una buena parte de lossillares de Madànat al-ZahrÄ’. En este sentido, hay unacierta distinción entre las canteras de al-RummÄniyya

cuyas cajas visibles arrojan unas medidas aproxima-das de entre 0,96/0,99 m de longitud por 0,42 m dealto y 0,20 m de ancho29, que pueden corresponder asillares de 0,90 a 0,94 m por 0,39/0,40 m de altura, ylas de la Albaida cuyo módulo parece corresponder a1,10/1,12 m de longitud por 0,40/0,42 m de altura.

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Lám. 6. Perforaciones circulares para la extracción de bloques (por encima del jalón).

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Las piezas serían finalmente careadas hasta adquirirlas dimensiones demandadas.

Una vez terminada la extracción, el frente de lacantera era repasado con un puntero, porque lashuellas de uso de esta herramienta en posicióninclinada30 se encuentran presentes en todas lassuperficies, seguramente para otra extracción inme-diata o futura (lám. 7).

5. EL MODELO DE EXPLOTACIÓN

Esta multiplicidad de canteras que hemos puesto derelieve, y de la que sólo hemos presentado los luga-res donde se produce una mayor concentración delas mismas, parece responder a una organizaciónformada por un elevado número de cuadrillas ygrupos de trabajo que trabajaban simultáneamentebajo unos parámetros comunes. Las fuentes escri-

tas no hacen alusión a este tipo de explotaciones, apesar de su evidente importancia y trascendenciapara la construcción. Pero hay algunos datos quenos ayudan a poner de relieve sobre qué modelo sesustentó esta actividad impulsada por el Estadocalifal como principal demandante y cliente.

Respecto al aprovisionamiento de mármol, sabe-mos que el califa cAbd al-RaÜmÄn III pagaba unacantidad fija por cada pieza de un material concre-to31, sin incluir el transporte del material hastaCórdoba, lo cual constituye un argumento indirec-to que viene a señalar la procedencia foránea deeste material, como también indica el propio al-Maqqarà32 aunque señalando unos orígenes queno se ven contrastados de momento en las analíti-cas de los materiales33.

Respecto a los sillares, cada día se llevaban aMadànat al-ZahrÄ’, según Ibn öayyÄn, 6000 sillares

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Lám. 7. Tratamiento de superficies, retoque con puntero.

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labrados –sin contar los preparados para los pavi-mentos–, además de la mampostería y las cargas decal34. Y que esta ingente cantidad de material pétreose acarreaba a lomos de animales, en parte de pro-piedad califal y en parte “alquilados”35, cuyo preciose remarca, como sucede numerosas veces en lasinformaciones transmitidas por este autor.

Esta información viene a corroborar de manerageneral los datos proporcionados por la arqueolo-gía. Primero, se señala que el transporte se realiza-ba mediante acémilas, lo que implica la relativaproximidad de las fuentes de aprovisionamiento, yla ausencia de carros o cualquier otro medio, cuyashuellas, por otra parte, no aparecen en ninguna delas calzadas excavadas, y además, cuando se utilizaotro medio se indica claramente por su excepcio-nalidad, como cuando el califa al-öakam ordenótraer tres grandes bloques de mármol para la mez-quita de Córdoba, detallando que para ello seconstruyó un “ingenio”36 para su transporte desdela sierra. El transporte mediante acémilas encuen-tra, además, confirmación en la estrechez que seobserva en los corredores de salida de materiales.Segundo, se sugiere la frenética actividad de traba-jo constructivo, que también concuerda con losdatos arqueológicos, con independencia de loabultado de las cifras; y, por último, se señala laimplicación del Estado, junto con la participaciónprivada, en el transporte del material extraído,seguramente para garantizar el suministro.

A ello hay que añadir, de nuevo basándonos en al-Maqqarà, que la construcción de la ciudad se orga-nizó sobre la base de una mano de obra libre querecibía un pago en metálico, mencionándose inclu-so las diferentes retribuciones según sus categorías,aunque desconozcamos estas últimas: “la pagadiaria de una parte de los hombres era un dirham ymedio cada uno, recibiendo otros dos dirhams y untercio”37 o, según otras fuentes, citando supuesta-mente a uno de los arquitectos de la ciudad,Maslama b. cAbd AllÄh, 1,5 ó 2 ó 3 dirhames dia-rios38. Estamos, por tanto, ante una relación entreun contratista (el Estado) y una mano de obra espe-cializada formada por diferentes equipos de artesa-nos (canteros, albañiles, etc.).

Respecto a la propiedad de estas canteras, no dispo-nemos de ninguna información, pero podemossuponer que las explotaciones próximas a al-

RummÄniyya debían formar parte de la propiaalmunia porque ésta debe su nombre al arroyoGuarromán cuyo límite las dejaba englobadas en elinterior de la propiedad del tesorero Durrà al-üaÉàr.La multiplicidad de sus frentes extractivos sugieretambién una dedicación mayor que la de la cons-trucción de dicha almunia. La propiedad de las can-teras, por tanto, no parece haber sido monopoliodel Estado, aunque esto no implica negar la posibi-lidad de que parte de ellas, como, por ejemplo, elconjunto de la Albaida, haya podido pertenecer ala dinastía gobernante por su cercanía a la almuniade al-RuãÄfa, posesión de los omeyas hasta el findel califato, al menos la propia edificación.

Nuestro nivel de información respecto a la organi-zación de la explotación es tan limitado como enlo relativo a la propiedad. La existencia de esa mul-tiplicidad de lugares extractivos, algunos de peque-ñas dimensiones, también se aviene mal con la ideade grandes agrupaciones de operarios trabajandobajo una misma dirección. El Estado fue el princi-pal impulsor de esta actividad y su principal clien-te, pero no sabemos cuál fue exactamente su papelen la organización de este inmenso proceso de tra-bajo. ¿Se limitó a señalar y establecer los patronesa los que debía ajustarse la piedra requerida, esdecir a fijar los módulos básicos adecuados para laconstrucción y a garantizar el transporte desde laexplotación hasta Madànat al-ZahrÄ’?, o, por el con-trario, ¿asumió un papel de dirección y control delpropio trabajo en los distintos lugares? No tene-mos respuestas concluyentes a estas preguntas peroalgunos indicios nos permiten avanzar algunashipótesis al respecto.

Empezamos a conocer cada vez con mayor seguri-dad que parte de las producciones decorativas deMadànat al-ZahrÄ’ estaban organizadas desde la DÄral-üinÄca califal, es decir, desde la infraestructura delos inmensos talleres estatales encargados de manu-facturar los objetos suntuarios de la corte, y lamayor parte de los elementos de la escultura deco-rativa mueble39.

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Pero además, la epigrafía monumental de Madànat

al-ZahrÄ’, estudiada por Mª A. Martínez Núñez yM. Acién Almansa40, registra también los nombresde otros personajes que parecen ser los responsa-bles ante el califa o directores de obra de las propiasconstrucciones. Por tanto, esto que empieza a sertan evidente en la decoración, tal vez deba trasla-darse al conjunto completo del proceso constructi-vo, y no solamente durante la fase propiamenteedificatoria, porque los materiales empleados pare-cen responder a encargos concretos y específicos yno tienen la misma calidad dependiendo del edifi-cio al que iban destinadas, ya sean los barros o lapropia piedra constructiva.

Como ejemplo, podemos mencionar el caso de¢arafa ibn cAbd al-RaÜmÄn, de quien sabemos porel Muqtabis V41 que ocupó numerosos cargos. En elreverso de un ladrillo, hoy desaparecido, proceden-te de la DÄr al-Mulk, la residencia privada del califacAbd al-RaÜmÄn III, se grabó una inscripción en laque É. Lévi-Provençal pudo leer “Tarafá, para lacasa del emir”42, y recientemente Mª A. MartínezNúñez y M. Acién Almansa han sugerido la posi-ble identificación de este personaje con otro epígra-fe en que se lee parcialmente su nombre43 en una delas inscripciones de esa residencia. Si la lectura escorrecta y es correcta también la asociación esta-blecida, cabría pensar que se trata de un encargoconcreto de material a unos alfares para una edifi-cación concreta del palacio, y que puede ser esepersonaje, como otros que aparecen también en laepigrafía monumental del Salón de cAbd al-

RaÜmÄn III y del Pabellón Central44, por ejemplo,el director, supervisor o controlador a nivel políti-co de ese encargo ante el califa y éste podría afectara la totalidad del proceso constructivo, incluido elcontrol sobre los materiales.

Otro dato, que nos ilustra sobre estos altos perso-najes que supervisan los trabajos califales y másconcretamente el suministro de piedra, viene reco-gido por Ibn cIÇÄrà, cuando al relatar que al-öakamII encargó a su ÜÄíib ¶acfar la ampliación de lamezquita, especifica “[…] encomendándole primera-mente el interés por el acarreo de piedras, como ele-mento más importante de la construcción”45.

De la cantidad de explotaciones existentes parecededucirse la idea de una multiplicidad de grupos detrabajo y cuadrillas relativamente autónomas quetrabajaban al servicio del Estado, aunque no pare-cen haber formado parte ni se encontraban adscri-tos a la estructura artesanal o manufacturera delmismo, es decir, a la DÄr al-üinÄca. Las labores decantería se desarrollaron ante la extraordinariademanda del programa califal y es el Estado el quede alguna forma dirigía y marcaba las pautas pro-ductivas a través de encargos de piedra específicos.Salvo que entendamos el proceso constructivo dela ciudad como una inmensa torre de Babel, y elresultado no apunta en absoluto en esa dirección,hemos de aceptar que los encargos de piedra nofueron para Madànat al-ZahrÄ’ en abstracto, sinopara sus distintos elementos arquitectónicos, parasus distintas piezas. El Estado califal desempeñó unpapel determinante en el impulso a la organizaciónde esta actividad, con la determinación de los volú-menes de piedra necesarios, el establecimiento delos módulos adecuados para cada encargo, la direc-ción de dichos encargos y el control de los mismoshasta la puesta en obra. Todo esto requirió unacomplejísima estructura organizativa dirigida ycoordinada por el Estado de la que por el momen-to nada sabemos.

6. EL FIN DE LA EXPLOTACIÓN DE LAS

CANTERAS DE PIEDRA CALCARENITA

La demanda de piedra de estas canteras debió ini-ciar una línea descendente a partir del últimotercio del siglo X, una vez concluido el grueso de laconstrucción de Madànat al-ZahrÄ’, pues la nuevaciudad fundada por Ibn Abà cîmir, Madànat al-

Zahira, no parece haber utilizado la piedra en lamisma proporción que la ciudad de cAbd al-

RaÜmÄn III, aunque la transferencia y la imitaciónde los gustos constructivos y algunas tipologíasarquitectónicas por parte de la población más aco-modada de Córdoba hicieron que la sillería comomaterial noble y de prestigio alcanzara un ciertodesarrollo al margen del Estado, como demuestranalgunas viviendas de mayor entidad excavadas enlos arrabales norte y occidentales, que presentan

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sillares con módulo de pequeño formato que cabeadscribir a las postrimerías del siglo X.

En cualquier caso, las explotaciones llegaron a unabrupto fin cuando estalló la fitna, que conllevó labrusca contracción urbanística y demográfica deCórdoba. A partir de ese momento se iniciaba unnuevo periodo que, con escasas excepciones, se pro-longó hasta el siglo XIX o XX46. Las necesidades depiedra de la ciudad se cubrieron recurriendo alexpolio de los restos del pasado, en primer lugar, lapropia Madànat al-ZahrÄ’, pero también los nume-rosos edificios que debieron quedar abandonadosfuera de la línea de murallas que cercaban lamedina. Baste recordar como ejemplo el monaste-rio de San Jerónimo fundado en 1409 y edificadoen su práctica totalidad con los materiales extraí-dos de las ruinas de la propia ciudad y de algunosde sus puentes más cercanos, junto al apilamientode sillares procedente del expolio de la muralla sur,que se encontraban preparados para su traslado47.

7. CONCLUSIONES

Tras el fin de la explotación de canteras para laedificación con sillares en los siglos IV y V, lareintroducción de técnicas de cantería desarrolladastuvo lugar en el siglo VIII, de la mano,probablemente, de artesanos de procedenciaoriental. Estas técnicas se desarrollaronpaulatinamente en la capital durante el siglo IX paraalcanzar su plenitud (abundancia de empleo,homogeneidad, regularidad) durante el siglo X,coincidiendo con el ingente impulso constructorque desarrolla el Estado califal como forma delegitimación social e instrumento de propagandapolítica. El modelo que tomó forma entre los siglosVIII y X se diferenciaba del existente en épocaimperial en varios aspectos, dada la primacía del

ámbito privado sobre el público en las sociedadesmusulmanas y el menor desarrollo de un aparatoburocrático encargado de gestionar la extracción,transporte y transformación de los materialespétreos. En primer lugar, la explotación serealizaba a través de amplio número de pequeños“talleres” o cuadrillas que podríamos denominarprivadas, aunque su fuerte dependencia del Estadocomo empleador les obligaría a aceptar condicionesconcretas de trabajo y una supervisión por parte deaquél. En cualquier caso, los trabajadores eran, almenos en su inmensa mayoría, trabajadores libres,con remuneraciones acordes con sus diferentescategorías laborales. Las explotaciones de piedracalcarenita, la empleada para la construcción de lasestructuras básicas (sillares para muros yplataformas de nivelación de terrazas, pavimentosde caliza blanda) se encuentran todas en lascercanías de la ciudad, teniendo un origen máslejano tan sólo los materiales más valiosos, comomármoles o alabastros. El transporte a lomos deanimales era otro rasgo específico de este momento,a lo que se adaptaba la morfología de lasexplotaciones, que no necesitaban espacios ampliospara la manipulación de vehículos con ruedas.

Sin embargo, el rasgo común de los modos deexplotación y construcción con sillares en laAntigüedad y la Alta Edad Media es su extremadependencia del poder estatal, único agente conrecursos económicos suficientes para afrontar elelevado gasto que suponía emprender programasconstructivos que permitieran el desarrollo delciclo completo del trabajo de la piedra –así comode otras producciones–, de modo que su caída odebilitamiento conllevaban la casi completa desar-ticulación de una actividad con un elevado gradode especialización y que exige una extraordinariacapacidad organizativa.

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Fig. 1. Canteras de Santa Ana de la Albaida (Córdoba) y ámbito de protección.

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Notas

1 No sólo la nueva ciudad, también la ampliación de la mez-quita de Córdoba bajo al-öakam II o numerosas construccio-nes menores requirieron gran cantidad de sillares calizos.

2 La ingente cantidad de material pétreo y su homogeneidadhizo que R. Velázquez Bosco se interrogara sobre la organiza-ción del trabajo en las canteras, llegando a unas primeras con-clusiones básicas, aun válidas hoy en día (VELÁZQUEZ BOSCO

1912, p. 26).

3 Esto implica el dominio de todas las “técnicas de cantero opicapedrero” (QUIRÓS CASTILLO 1998, p. 237), más elaboradasque las “técnicas de albañil”, desde la extracción hasta la elec-ción del aparejo con que se construirá el muro.

4 Incluso, pese al intenso ritmo edilicio imperial, debió degenerarse un excedente importante para uso privado (PADILLA

1999, p. 498).

5 Ibid., pp. 497, 500.

6 PENSABENE 1976. Aunque en principio está mejor estudiadopara Roma que para Hispania, la presencia de una statio serra-riorum augustorum, o taller de serrado de mármol de carácterestatal, probablemente alimentado con materiales extraídos decanteras imperiales, apunta en la misma dirección (CISNEROS

CUNCHILLOS 1998, pp. 48-49).

7 Estas hiladas no tienen un ritmo alterno, pudiéndose encon-trar uno o dos hiladas de ladrillo, alternado con hasta cuatrode mampuesto consecutivas (HIDALGO et al. 1996, pp. 12-13).

8 QUIRÓS CASTILLO 1998, p. 236.

9 AZUAR RUIZ 2005, p. 151.

10 GUTIÉRREZ LLORET, CÁNOVAS GUILLÉN 2009, pp. 117-118.

11 Según J. A. Quirós (1998, pp. 240-242), esto debió implicarla inmigración de artesanos especializados, ya que no esposible imitar estos procesos a distancia sin una base técnicaadecuada.

12 QUIRÓS CASTILLO 1998, pp. 235, 244; AZUAR RUIZ, 2005,pp. 152, 154-155.

13 Así como la aparición de un sillar más menudo, superandolas anteriores fábricas de herencia romana (GURRIARÁN DAZA

2004, p. 304).

14 Esto diferencia al califato respecto al periodo previo, dondeúnicamente las edificaciones de mayor importancia y caráctersimbólico se realizaron utilizando estos sillares y siempre en lacapital o, quizás, en zonas cercanas, como la mezquita aljamasevillana (TORRES BALBÁS 1946, p. 436).

15 GURRIARÁN DAZA 2004, pp. 304-305.

16 VALLEJO TRIANO et al., inédito.

17 VALLEJO TRIANO 2010.

18 VALLEJO TRIANO et al., inédito.

19 ARIÑO VILÀ et al. 1995.

20 VALLEJO TRIANO 2004, p. 65.

21 PENCO VALENZUELA 2002, pp. 45 y ss.

22 Por el contrario, si se han realizado estudios petrológicosde los sillares de Madànat al-ZahrÄ’ (ARIÑO VILÀ et al., 1995).

23 VV. AA 1994. Esta protección ha impedido que sean tapa-das por el actual propietario y han sido incluidas en el PGOUde Córdoba como zona de compensación, lo que implica quepasarán a ser propiedad pública y es de prever que se convier-tan en parque cultural.

24 VALLEJO TRIANO 2010.

25 Aunque no se conocen bien las circunstancias de la explota-ción de las ruinas de Córdoba la Vieja por parte del monaste-rio, sabemos que este utilizó la piedra de Madinat al-Zahrapara su programa constructivo, como, por otra parte, habíavenido haciéndose para la edificación de diferentes iglesias yconstrucciones en la misma Córdoba. (JORDANO BARBUDO

1996, pp. 10-13, 144).

26 El que aparentemente los canteros andalusíes no abrieranfossae como sí hicieran los romanos, no impide que se registra-sen reaprovechamientos de éstas en época islámica, como se veen Peñatejada (PENCO VALENZUELA 2002, p. 48).

27 VELÁZQUEZ BOSCO 1912, pp. 19-22.

28 ADAM 1996, p. 26; BESSAC 1996, pp. 99-100.

29 VELÁZQUEZ BOSCO 1912, p. 26, láms. VIII-IX.

30 Alternando sentidos, aunque no regularmente, con unángulo que oscila entre los 40º y 50º.

31 Diez dinares de oro por cada bloque o pieza de mármol,aunque por las de SiíilmÄssa pagaba sólo ocho dinares (al-Maqqarà, en PUERTA VÍLCHEZ 2004, p. 318).

32 PUERTA VÍLCHEZ 2004, p. 318.

33 ÁLVAREZ, inédito.

34 PUERTA VÍLCHEZ 2004, p. 322.

35 400 acémilas y 400 camellos que pertenecían al califa, yotros 1000 mulos “de alquiler” (al-Maqqarà, en PUERTA

VÍLCHEZ 2004, p. 318).

36 “[…] un gran rastrillo formado de troncos de encina unidosentre ellos por barras de hierro y fuertes cuerdas, todo tirado porseiscientos bestias de tiro […]” (al-Maqqarà, en NIETO CUMPLIDO

1998, p. 194). El carácter rudimentario del ingenio es otraprueba de la ausencia general de carros, carretas o similar en eltransporte habitual.

37 Al-Maqqarà, en PUERTA VÍLCHEZ 2004, p. 318.

38 Ibid., 2004, p. 318.

39 Aunque no conocemos bien la naturaleza y la estructuraorganizativa de los mismos, sabemos que los programas orna-mentales fueron ejecutados por artesanos adscritos a esos talle-res y dirigidos y controlados por funcionarios cuyos nombresaparecen en los epígrafes de algunas de esas producciones.

40 MARTÍNEZ NÚÑEZ 1995; ID. 1999; MARTÍNEZ NÚÑEZ,ACIÉN ALMANSA 2004.

41 IBN öAYY®N 1981, pp. 192, 282, 321, 348 y 354.

42 LÉVI-PROVENÇAL 1931, p. 8, n. 2, pl. IIe. Aunque otrosestudiosos leyeron “Tarafa para la casa del Ibqui” (JIMÉNEZ

AMIGO et al. 1926, pp. 6-7, lám. XXIII).

43 MARTÍNEZ NÚÑEZ, ACIÉN ALMANSA 2004, pp. 108-109.

44 MARTÍNEZ NÚÑEZ 1995, pp. 112-117; MARTÍNEZ NÚÑEZ

1999, pp. 84, 90.

CUADERNOS DE MADINAT AL-ZAHRA’

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Page 21: Una aproximación a las canteras de piedra calcarenita de Madinat al-Zahra

420 // 07. 2010. PP. 405-420. ISSN: 1139-9996 // INTERCAMBIOS, HOMBRES Y NATURALEZA

ANTONIO VALLEJO TRIANO Y RAMÓN FERNÁNDEZ BARBA

CUADERNOS DE MADINAT AL-ZAHRA’

45 Como sabemos, por otro lado, por las inscripciones en el miÜrÄb de la misma (Véase NIETO CUMPLIDO 1998, pp. 185-187, 190).

46 Las canteras dejaron de cumplir su función originaria perono dejaron de jugar un papel en la vida de Córdoba, ya queconocieron numerosos usos posteriores comenzando por lareutilización de algunas de sus fossae como eremitorios a partirdel siglo XIII. Posteriormente, las de Santa Ana de la Albaidasirvieron de espacio de esparcimiento público y de escenario decorridas de toros, como señala P. Madoz (MADOZ 1987,

p. 18) en el siglo XIX, y terminaron por conocer un nuevo epi-sodio extractivo una vez iniciada la industrialización, comoevidencian las huellas de barreno que se observan sobre algu-nos de los antiguos frentes califales. Hoy, tras su protección ysu próxima adquisición pública inician una nueva etapa quedemanda un proyecto de conocimiento y de investigación quenos ayude a entender mejor múltiples aspectos de la culturamaterial y de la organización productiva, económica y socialdel califato, y permita recuperar sus múltiples valores patrimo-niales, paisajísticos y ambientales.

47 VALLEJO TRIANO et al., inédito.