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PABLO JAURALDE Universidad Autónoma di Madrid Un viaje literario de ensueño 1 La literatura no viene gobernada por la realidad, como reino de la ima- ginación que es puede jugar a acomodarse a ella; pero ese es un ejercicio más de su capacidad revolucionaria, que entonces se acomoda, porque sí, a las pautas de la realidad. Pero la Literatura, con esa peculiar característica que le presta la imaginación, es un hecho histórico tan real como cualquier ama- necer; es un hecho explicable históricamente. Con esa característica de su naturaleza ficticia, muy a mano ha tenido siempre el mundo de los sueños, en donde se originan también sucesos que pueden no acomodarse a las pautas de la realidad, pero que - esta vez, por contrario - no se proyectan desde la voluntad creadora de un artista, de un escritor. La tangente ficticia se dispara, por tanto, hacia universos distintos que gobiernan un extraño azar (el de los sueños) y una voluntad expresiva (la literatura). Y así en nuestra historia literaria se ha hecho uso literario del mundo onírico de modo históricamente diverso. Un necesario panorama nos va a dejar insatisfechos. Quedaba claro desde antes de los orígenes de los congresos que no se podría cabalgar por nuestra historia literaria recopilando ejemplos. Y apelo a la caridad de mis colegas para que no me señalen olvidos de ningún tipo. A finales del siglo XV ya me había acometido el vértigo, había consumido varias megas y proyectaba una decena de tesis doctorales sobre el tema. Mi formación bibliográfica me estaba jugando una mala pasada. ¡Qué desazón! La consecuencia lógica era la de que había que ir lejos y alto, para ver 1 Me referiré con "sueño" a su carácter de reposo físico, con "ensueño" a la evoca- ción anhelante (según Espronceda: "Tantas dulces alegrías, / tantos mágicos ensueños/, ¿dónde fueron?..." del poema A una estrella).

Un viaje literario de ensueño - CVC. Centro Virtual Cervantes. · que gobiernan un extraño azar (el de los sueños) y una voluntad expresiva (la literatura). Y así en nuestra historia

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PABLO JAURALDE

Universidad Autónoma di Madrid

Un viaje literario de ensueño1

La literatura no viene gobernada por la realidad, como reino de la ima-ginación que es puede jugar a acomodarse a ella; pero ese es un ejercicio másde su capacidad revolucionaria, que entonces se acomoda, porque sí, a laspautas de la realidad. Pero la Literatura, con esa peculiar característica que lepresta la imaginación, es un hecho histórico tan real como cualquier ama-necer; es un hecho explicable históricamente.

Con esa característica de su naturaleza ficticia, muy a mano ha tenidosiempre el mundo de los sueños, en donde se originan también sucesos quepueden no acomodarse a las pautas de la realidad, pero que - esta vez, porcontrario - no se proyectan desde la voluntad creadora de un artista, de unescritor. La tangente ficticia se dispara, por tanto, hacia universos distintosque gobiernan un extraño azar (el de los sueños) y una voluntad expresiva (laliteratura). Y así en nuestra historia literaria se ha hecho uso literario delmundo onírico de modo históricamente diverso.

Un necesario panorama nos va a dejar insatisfechos. Quedaba clarodesde antes de los orígenes de los congresos que no se podría cabalgar pornuestra historia literaria recopilando ejemplos. Y apelo a la caridad de miscolegas para que no me señalen olvidos de ningún tipo. A finales del sigloXV ya me había acometido el vértigo, había consumido varias megas yproyectaba una decena de tesis doctorales sobre el tema. Mi formaciónbibliográfica me estaba jugando una mala pasada. ¡Qué desazón!

La consecuencia lógica era la de que había que ir lejos y alto, para ver

1 Me referiré con "sueño" a su carácter de reposo físico, con "ensueño" a la evoca-ción anhelante (según Espronceda: "Tantas dulces alegrías, / tantos mágicos ensueños/,¿dónde fueron?..." del poema A una estrella).

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el bosque. Una excelente guía me la proporcionó, ya tarde, el programa delencuentro, pues pude aplicarme a un viaje de ensueño deteniéndome enparajes que no iban a ser tratados por ninguno de mis colegas. Así he inten-tado hacerlo.

Y el caso es que los comienzos medievales no eran excesivamente com-plicados, pero, sin serlo, reenviaban a fuentes bíblicas, grecolatinas y orien-tales, en donde la complejidad se tornasolaba con la hermosura de lo ina-barcable. La complejidad, la riqueza me indicaban que estaba en el buencamino: en ese riquísimo e inabordable campo intelectual que despliega antenosotros el hecho literario.

Efectivamente, bien sencillo que era el ejercicio del sueño en los pri-meros tiempos de nuestra cultura. El hombre cansado — sí, generalmente elhombre, no la mujer — cerraba los ojos y relajaba los miembros, parejo a lallegada del letargo — el sueño o descanso físico —. Entregado al descanso yal libre albedrío de la imaginación, el hombre no trasponía directamente susaventuras con el inconsciente; pero consideraba el proceso al que se habíasometido para el ejercicio artístico. Le daba miedo probablemente traspo-ner los límites reales entre vigilia y sueño; pero aprovechaba la aparentelibertad de la imaginación como recurso artístico. Imaginaba, entonces, unsueño, es decir, controlaba artísticamente lo que le habia sucedido al mar-gen de su voluntad, y lo trasponía simbólicamente en correspondencia sim-ple con los anhelos, las tristezas y otras aventuras del corazón humano. Allector no se le solicitaba mayor ejercicio de su inteligencia que el de la lec-tura y la comprensión ya masticadas por el autor, en modo alguno se leintroducía en un mundo de significados imposibles. El organicismo ideoló-gico deglutía todo.

El sueño abría la espita de las contemplaciones lejanas en el tiempo yen el espacio, de los anhelos y las profecías, cumplía su labor para explicar lomaravilloso. No acechaba ninguna trampa al lector u oidor: sabía que se tra-taba de una pirueta retórica para acceder a un mundo de fantasías, quehabría que interpretar racionalmente, en correspondencia con la realidad.Citaré solo algunos pocos ejemplos.

El Marqués de Santillana - uno de los soñadores más empedernidos denuestra historia literaria - abre el sueño así, en la estrofa IV de la Comedietade Ponza (e. 1435):

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Al tiempo que salen al pasto o guaridalas fieras silvestres, e humanidaddescansa o reposa, e la fembra ardidalibró de Oloferne la sacra cibdad,forzada del Sueño la mi libertad,diálogo triste e fabla llorosafirió mis orejas, e tan pavorosa,ca solo en pensarlo me vence piedad.

Assi recordado, miré do sonavael clamoso duelo, e vi cuatro donas,cuyo aspecto e fabla muy bien denotabaser cuasi deessas o magnas personas...(ed. Kerkhof, p. 164-5).

Es el modo que emplea Santillana para trasladarse a 1435 y contemplarla batalla naval que, cerca de Gaeta, lleva al desastre a Alfonso V de Aragón.Las cuatro damas son la reina madre y las esposas de los príncipes y magna-tes presos. Sueños y visiones se engarzan unos con otros de manera casi natu-ral. Dentro de la propia Comedieta, cuando la reina madre encara su propiorelato, echa mano del sueño premonitorio:

[...] sobrada del suelo e vencida,non sé si la nombre fantasma o visión.me fue demostrada tal revelaciónqual nunca fue vista nin pienso fingida.

Las estrofas que narran el sueño (de la LI en adelante) comienzan alu-diendo a la propia tradición literaria:

Yo vi de Macrobio, de Guido e Valerioescriptos los sueños que algunos soñaron,los cuales denotan insigne misterio...

Aun habrá más cajas chinas en la obra2.

2 La alusión a la tradición literaria lo es a Ambrosio Teodosio Macrobio, autor de uncomentario sobre el Somniun Scipionis, de Cicerón. A Guido delle Colonne, autor de una

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A Santillana le gustaba poetizar los estados de duermevela, en dondefiguras fantásticas, premoniciones, augurios, etc. se justifican. Por ejemploen el Dezir Al tiempo que demostrava I Proserpina su vigor...3, pero tambiénotras muchas más, como el Planto de la reina Margarita, le sorprendieron alMarqués entre las sábanas. La inspiración, atrevida, dura lo que el sueño y loque da de sí el poema, cuya deshecha señala: "Ya las estrellas cayentes /denunciava la mañana / e la claridad cercana / se mostrava a los bivientes...".En sueños ve - y describe - el Marqués la Coronación de Mosén Jordí, etc.

Prácticamente por los mismos años que el Marqués, Francisco de laTorre escribe al Prior de San Juan de Navarra cómo estando en debate lavoluntad y el entendimiento "los sentidos corporales fueron vencidos de unmuy pesado et muy fuerte sueño, do me pareció haber visto todas lassiguientes cosas". Lo que ve es un tratado de Filosofía moral que se llamaVisión delectable de la filosofia y de las artes morales. Está claro que "la flaque-za y la falacia en el argüir" se sustituyen en este hermosa obra por unainmensa figuración de abstracciones, que solo a través del truco del sueñoaceptarían los lectores.

Los viejos autores no nos cuentan realmente sus sueños, sino que utili-zan ese accidente de la condición humana para contarnos otras cosas. La lite-ratura es joven y no ha recorrido su inmenso horizonte de posibilidades. Noveo yo a Francisco de la Torre soñando semana tras semana cosas como Elnúmero de virtudes et cómo se reducen a cuatro^. El sueño es en estos casos algotan apropiado al relato como lo que luego se ha llamad el "marco", que en elcaso de F. de la Torre encuadra perfectamente el tratado, pues la obra termi-na con el despertar del autor. Es obvio que, según qué casos, los juegos conese marco pueden ser muy complejos. Pero el sueño no aparece como ven-tana expresiva.

Incluso el viejo sueño de la Razón de amor (primera mitad del sigloXIII, según M. Menéndez Pidal5), está utilizando un marco que reconoce-mos por doquier, por ejemplo en el monje de Ripoll que emborronaba, por

Historia Troyana (y se alude a los sueños de Hécuba y Andrómaca). Y Valerio Máximo,Factorum et dictorum memorabilium libri novem., que se refiere (a los sueños de Alejandro yHamílcar). He aquí la tradición literaria a la que aludía, en todo su esplendor.

3 Cito por la ed. de M. A. Pérez Priego, Madrid, Alhambra, 1983, 1, 154-9.4 Existe edición en la BAE, voi. 36, Curiosidades bibliográficas.5 Textos medievales españoles..., Madrid, Espasa Calpe, 1976.

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las mismas fechas, manuscritos del monasterio con deliciosas canciones deamor ("Si vera somnia forent, que somnio, / magno perhenniter replerergaudio. / Aprilis tempore, dum solus dormio, / in prato viridi, iam saris flo-rido...") 6. Desde entonces siempre que el poeta enamorado se ha echado asoñar lo ha hecho con voluntad inequívoca de obtener con la imaginación loque la realidad y la esquivez de la condición femenina le negaban. El sueñodel juglar y el sueño del monje de Ripoll es el mismo que el de Garci Sánchezde Badajoz cuando escribe Otra obra suya recontando a su amiga un sueño quesoñó, cuyas coplas iniciales dicen:

La mucha tristeza míaque causó vuestro deseoni de noche ni de díacuando estoy donde no os veono olvida mi compañía.Yo los días no los vivo,velo las noches cativoy si alguna noche duermosuéñome muerto en un yermoen la forma que aquí escribo [...].

Las seis coplas restantes describen su muerte de amor, huido por loscampos, a donde acude el Amor preguntando a un ruiseñor por su "muy lealamador". El ruiseñor canta la muerte de tristeza entre unas acacias del poeta,que al cabo se convierte en laurel. "Dalli nos quedó costumbre / las aves ena-moradas / de cantar sobre su cumbre / las tarde las alboradas / cantares dedulcedumbre..." En medio de esta felicidad idílica despierta el poeta "y hál-leme vivo / de la causa que soy muerto" 7. Mucho me temo que GarciSánchez no esté intentando reproducir sus sueños, sino acrecentando víaimitano la tópica. Estos sueños andan cerca de algunos de los de Santillana,perdido a veces "un día claro e lumbroso / en un vergel muy fermoso..."quien, como es sabido, llegó a componer un extenso poema sobre la batalla

6 Está en la recopilación de R. Arias, La poesia de los goliardos, Madrid: Gredos,1970. Y originalmente en Lluis Nicolau d'Olwer, "L'Escola poètica de Ripoll en els seglesX-XIII", Instituí d'Estudis Catalans, 6 (1915-1920), 3-84.

7 Cito por la ed. de Julia Castillo, en Madrid, Ed. Nacional, 1980, 187-9.

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de Venus y Diana, que muchos manuscritos titulan El sueño, que es la quin-taesencia del tema. Pero los sueños aparecen también en El infierno de losenamorados y otras muchas obras. Santillana, sin duda, necesitaba acceder aun mundo de fantasmas, alegorías, conocimientos... que le embaucaba y, sinembargo, no asimilaba culturalmente. El pretexto del sueño le sirvió paraexpresar todo ello. Pero, insisto en una obviedad impertinente, Santillana nosoñaba - vamos, digo yo - con esas farragosas batallas y tormentas.

¿Cuándo descubrió el escritor que podía reproducir sus propios sueños?La cuestión es baladí: al tiempo que pudo hacer lo mismo con cualquiera delas cosas que le ocurrían en su alma, cuando se pudo parar a contemplar suestado, analizar su alma y recrearse morbosamente con el dolorido sentir.

Sueño traidor, que alguna vez sabroso / sueles venirme, ausente de mi vida, /haciéndola presente tu venida / con su engaño dulce y amoroso//, y, al desper-tar, el aire vagoroso/ voy a abrazar en vano, y la fingida / imagen huye, comola mordida / de la serpiente hizo al tracio esposo.// ¿Por qué con sobresaltome apartaste / del bien presente y del mejor del mundo?/ Miéntesme, sueño;mas rescelo y muero,// que, aunque otra vez mentiste, adevinaste / este pri-mero gozo, en lo segundo/, ¡ay sueño!, no me seas verdadero8.

La incorporación plena del sueño durante el Barroco es muy clara y aella no me voy a referir: será abordada desde diversos puntos de vista en estecongreso. La Poliantea (la de Lange, de 1603) ya le dedica una de las entra-das más prietas, con sus Loci Biblici, santos padres, etc. Los Poetarum dictason más de los que podríamos glosar a lo largo de todos estos días, deHornero a Tomás Moro. Con su florilegio que recoge los ejemplos de Jacob,Endimión, etc.

Ambas tradiciones se recogen, amplían y completan: el sueño comomarco, como ejemplo o mito y como trasposición de vivencias personales.Todo va a parar al riquísimo barullo del siglo XVII, enjambre literario quenadie ha ordenado todavía cabalmente.

Poco me detendré en esta segunda estación, porque en nuestro progra-ma además hay varias comunicaciones que nos entretendrán con ello.

En la nueva modalidad de expresión de sentimientos internos, es decir,

8 Ramírez Pagan, Floresta..., 1562.

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en su modalidad lírica, aparece como refugio deseado para el desasoiego deamante. He aquí la canción al sueño de Herrera (n. 86 de la ed. canónica):

Suave sueño, que con tardo vuelolas alas perezosas blandamentebates, de adormideras coronado,por el sereno y adormido cielo:ven ya al estremo puesto de Ordentey del licor sagradobaña mis ojos que, de amor cansado,con las revueltas de mi pensamiento,no admito algún reposo,y el dolor desespera al sufrimiento.¡Oh sueño venturoso,ven ya, ven dulce amor de Pasitea,a quien rendirse a tu valor desea!

Divino sueño, gloria de mortales,descanso alegre al mísero afligido,sueño amoroso, ven a quien esperadescansar breve tiempo de sus males,con el humor celeste desparzido.¿Cómo sufres que muera,libre de tu poder, quien tuyo era?¿No es dureza dejar un solo pechoen perpetuo tormentoy que no entienda el bien que al mundo has hechosin gozar de tu aliento?Ven, sueño blando, sueño deleitoso,vuelve a mi alma ya, vuelve al reposo...

Si en el caso de Herrera es el reclamo del sueño como lugar de reposopara el amante atormentado9, en el de Quevedo, muy al contrario, el sueñoserá el lugar del encuentro amoroso anhelado:

9 Es una postura que, pronto, será tópica. De hecho es la que vemos en el Quevedode la silva "Al Sueño" (398): "¿Con qué culpa tan grave, / sueño blando y suave, / pude enlargo destierro merecerte / que se aparte de mí tu olvido mando? / Pues no te busco yo por

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¡Ay, Floralba! Soñé que te... ¿Dirélo?Sí, pues sueño fue: que te gozaba.¿Y quién, sino un amante que soñaba,juntara tanto infierno a tanto cielo?Mis llamas con tu nieve y con tu yelo,cual suele opuestas flechas de su aljaba,mezclaba Amor, y honesto las mezclaba,como mi adoración en su desvelo.Y dije: "Quiera Amor, quiera mi suerte,que nunca duerma yo, si estoy despierto,y que, si duermo, que jamas despierte".Mas desperté del dulce desconcierto;y vi que estuve vivo con la muerte,y vi que con la vida estaba muerto10.

¡Qué mezcla de sabores en estas copas barrocas, conceptistas e íntimasa un tiempo, atrapadas por el lenguaje ya viejo de los petrarquistas, premo-nitoras del vuelo romántico!

No quisiera adelantar más tiempo sin señalar ese complejo terreno endonde el sueño aparece de modo confuso como experiencia personal que sepoetiza y como marco para la fantasía de carácter alegórico. Beatas, ilumi-nados y otras gentes de descontrolada espiritualidad esparcen su semilladesde los orígenes mismos de la transición al capitalismo, hasta el punto queel Santo Oficio ha de proceder contra ellos. Pero permanece el escorzo espi-ritual, que a veces se resuelve en sueños, siempre declamados e interpretados,como profecías. Ocurre en los tratados de espiritualidad y en los sermones.He aquí uno de los muchos sueños del Beato Orozco n :

descanso, /sino por muda imagen de la muerte./ Cuidados veladores / hacen inobedientesmis dos ojos / a la ley de las horas; / no han podido vencer a mis dolores / las noches, ni darpaz a mis enojos; / madrugan más en mí que en las auroras / lágrimas a este llanto / queamanece a mi mal siempre temprano...".

10 Quevedo poetiza en un soneto amoroso (el 366) en otra ocasión una escena designo contrario: la amada mata al enamorado: "Soñé que el brazo del rigor armado, / Filis,alzabas contra el alma mía, / diciendo": "Este será el postrero día / que ponga fin a tu vivircansado".

11 Confesiones..., Madrid, Viuda de Cosme Delgado, 1620.

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Morando yo en esta casa y colegio llamado Nuestra Señora de la Encarnación,que está en Madrid, durmiendo de noche, vos Dios mío, me hicistes tan seña-lada merced, que oyese una música de dos voces, una más alta que la otra, quecantaban. La cual oyendo yo con grande gusto, puse mi cabeza sobre la manoizquierda y comencé a llorar, no con lágrimas de tristeza, sino de maravillosadevoción y alegría. Era tanta la suavidad que mi ánima en aquel sueño sentía,que no hay instrumento de dulzainas ni música de Capilla Real que se com-pare... (f. 90v).

El Beato Orozco describe varios sueños similares - músicas y descensos- que le sumen siempre en el deleite. Cuando se publican los del beato, uncatedrático de teología salmantino — Basilio Ponce de León — prepara y anotacuidadosamente el texto, sobre todo los de los Sueños, para limpiar "teoló-gicamente" estas visiones, que con los antecedentes de los místicos y lossueños y visiones de Lucrecia (estudiados recientemente por Richard Kagan)se habían convertido en una amenaza. Recuerden ustedes que Lucrecia soña-ba la caída del Imperio y otras desaventuras políticas, para espanto de los cré-dulos. La muchacha acabó con sus veinte años en las cárceles de laInquisición toledana. Cuando el sueño pasa de ser un ejercicio retórico a unatrasposición de un sueño que se presenta como real y así lo interpretan lasgentes, se convierte en profecía. Existe en esta modalidad de los sueños unacuriosa mezcla de medievalismo y modernidad, que es similar a la de losSueños de Quevedo, cuya estructura literaria o resorte expresivo es resuelta-mente medieval.

Ya se sabe que los neoclásicos impusieron cierta cordura en nuestrahistoria. Y que los románticos volvieron a encender y difuminar las pasiones,a colocar en la lejanía del sueño el ideal. Me interesa sobremanera esta últi-ma modalidad poética, la de crear una atmósfera difusa en la que realidad,ensueño y sueño se cruzan y confunden voluntariamente, porque será la demayor porvenir en la literatura. Por cierto, con el romanticismo apareceimparable en la literatura una modalidad negativa del sueño: la pesadilla.

En efecto el siglo XIX acoge a gran cantidad de soñadores literarios,algunos de los cuales - sobre todo los galdosianos - tendrán su tratamientoen estas actas. Pero de atrás le venía al garbanzo el pico. Por ejemplo, deBécquer.

En las Rimas de Bécquer flota una atmósfera de nocturnidad, vaguedad

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y ensueño que deja asomar con frecuencia las imágenes directas de las visio-nes nocturnas. Yo definiría a Bécquer, como él lo hizo, en esa atmósfera,como huésped de las nieblas:

Yo soy un sueño, un imposible,vano fantasma de niebla y luz;soy incorpórea, soy intangible;no puedo amarte. - ¡Oh, ven, ven tú!(Bécquer, Rimas, XI).

En la noche desasosegada, cuando cerraba los ojos, contemplabaBécquer los de la amada que se cernían de par en par abiertos sobre él (XIV).Fue Bécquer uno de los primeros en recrear ese ambiente de duermevela enel que surge la inspiración difusa, previa a la expresión de lo soñado:

No dormía; vagaba en ese limboen que cambian de forma los objetos,misteriosos espacios que separanla vigilia del sueño.Las ideas, que en ronda silenciosadaban vueltas en torno a mi cerebro,poco a poco en su danza se movíancon un compás más lento.De la luz que entra al alma por los ojoslos párpados velaban el reflejo:mas otra luz el mundo de visionesalumbraba por dentro.En este punto resonó en mi oídoun rumor semejante al que en el templovaga confuso al terminar los fielescon un amén sus rezos.Y oí como una voz delgada y tristeque por mi nombre me llamó a lo lejos,y sentí olor de cirios apagados,de humedad y de incienso.[•••]Entró la noche, y del olvido en brazoscaí, cual piedra en su profundo seno.Dormí, y al despertar exclamé: - "Alguien

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que yo quería ha muerto"{Rima LXXI).

En efecto, los románticos construyen una teoría de la inspiración y elsueño, en todo punto necesaria para el salto hacia el vacío de simbolistas,parnasianos y vanguardistas. Quizá en la rima LXXV fue en donde Bécquerpoetizó el tema de modo más directo:

¿Será verdad que cuando toca el sueñocon sus dedos de rosa nuestros ojos,de la cárcel que habita huye el espírituen vuelo presuroso?¿Será verdad que, huésped de las nieblas,de la brisa nocturna al tenue soploalado sube a la región vacíaa encontrarse con otros?¿Y allí, desnudo de la humana forma,allí los lazos terrenales rotos,breves horas habita de la ideael mundo silencioso?¿Y ríe y llora y aborrece y amay guarda un rastro del dolor y el gozo,semejante al que deja cuando cruzael cielo un meteoro?Yo no sé si ese mundo de visionesvive fuera o va dentro de nosotros;pero sé que conozco a muchas gentesa quienes no conozco!

O la rima LXXX:

Es un sueño la vida,pero un sueño febril que dura un punto;cuando de él se despierta,se ve que todo es vanidad y humo...¡Ojalá fuera un sueñomuy largo y muy profundo!¡Un sueño que durara hasta la muerte!Yo soñaría con mi amor y el tuyo.

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Además, por supuesto, el tema se desmenuza en mil motivos. La amada,por ejemplo, atraviesa las rimas como un ser fantasmagórico e intangibe, lahija ardiente de una visión (... cendal flotante de leve bruma I rizada cinta deblanca espuma/ rumor sonoro I de arpa de oro, I beso del aura, onda de luz...,XV) u O el poeta ve a la amada como a un sueño (La vi como la imagen/ queen un sueño pasa..., LXXIVJ En fin, con la rotundidad de sus mejores versostermina la rima XLVIII "¡Cuándo podré dormir con ese sueño / en queacaba el soñar!" Aunque la auténtica rotundidad es la del epifonema de larima LXXVI: "¡Qué sueño el del sepulcro tan tranquilo!"

La creación de esa atmósfera becqueriana tan peculiar — "huésped de lasnieblas" - resonará en la poesía posterior. Bécquer conoció y describió esepaisaje de nieblas nocturnas, pero casi siempre desde fuera, sin perder con-ciencia de la realidad. Al final de ese camino poético, Larrea, Alberti,Aleixandre... se internarán decididamente en él y explotarán todas sus posi-bilidades literarias.

Es evidente, en fin y por lo demás, que la alevosía y nocturnidad de lainspiración romántica ha provocado infinidad de veces sueños y pesadillas.Basta traer a colación comienzos ambientales como el de El estudiante deSalamanca, "cuando en sueño y en silencio / lóbrego envuelta la tierra...". Ola parafernalia de El diablo mundo, ante la cual el poeta acabará por pregun-tarse "¿Dónde estoy? Tal vez bajé / a la mansión del espanto, / tal vez yomismo creé / tanta visión, sueño tanto, / que donde estoy ya no sé...".

Pero si Espronceda incardinaba sus pesadillas con el aparato de las visio-nes metafísicas, más cerca de nuestra sensibilidad se halla la horrible pesa-dilla de Larra el Día de difuntos de 1836, contemplando, modo medieval, elsobrecogedor panorama de Madrid entero, el país entero, como un inmen-

12 Bécquer también poetizó el tema de la dama dormida (rima XXV): "Cuando en lanoche te envuelven / las alas de tul del sueño, / y tus tendidas pestañas /semejan arcos deébano; / por escuchar los latidos / de tu corazón inquieto / y reclinar tu dormia / cabezasobre mi pecho, / diera, alma mía, / cuanto poseo..." Y en la rima XXVII, con el estribillo¡Duerme! Para otros matices, véase la rima XVIII, la XLIII y la LIX. La rima LXVII dice ensu segunda estrofa: "¡Qué hermoso es cuando hay sueño, / dormir bien... y roncar como unsochantre / y comer y engordar...! ¡y qué fortuna / que esto solo no baste!" En la LXVIII:"No sé lo que he soñado / en la noche pasada; /triste, muy triste debió ser el sueño, / puesdespierto la angustia me duraba..." En la siguiente: "La gloria y el amor tras que corremos /sombras de un sueño son que perseguimos: / ¡despertar es morir!".

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so cementerio, en visión trágica que adelanta el millón de cadáveres deDámaso Alonso en Hijos de la ira.

A estas alturas del repaso histórico ya han dicho mejores voces lo queyo podría hacer. Me resta ordenarlo brevemente, porque entre los textosmedievales, las visiones delectables y los Laberintos de Santillana y lasdisquisiciones de los clásicos se extiende el vasto panorama de nuestra cul-tura literaria llenando todos los rincones, a veces hasta hacerse notar comocorriente o moda (las visiones, los surrealismos, las corrientes de concien-cia...) No iremos a los rincones, pero sí que hemos podido observar esa ondaexpansiva que el tiempo hizo, cómo se enriqueció con el ejercicio del análi-sis y de la inteligencia. Del viejo automatismo simbólico alegórico noshemos venido a la tortuosa consideración de todos los aspectos, y, lo que hade ser más importante, a la toma de conciencia por parte de los creadores delas posibilidades expresivas. El refinamiento final podría ejemplificarse - esobvio — con la poesía de los años 30 y con el realismo mágico.

Alberti ya se inspiró del Sueño en un breve poema de Marinero en tier-ra (el 23) y en algunas pinceladas de La amante (particularmente la 65), o deEl alba del alhelí (por ejemplo el "Nocturno", 10). La inspiración del sueñose ve crecer en Cal y canto, en donde ya hay varios poemas que llevan ese epí-grafe (Sueño de las tres sirenas, Sueño, Sueño-Fracaso, El caballero sonámbulo,etc.) y donde, desde luego, toda la imaginería entre surrealista y barroca haabierto un camino nuevo a su quehacer poético. No es extraño que sus dospoemarios siguiente, Sobre los ángeles (1927-8), Sermones y moradas (1929-1930) recreen una refinadísima y sutil atmósfera de ensueño que, a mi modode ver, junto a la obra de Larrea, representan el mayor logro poético de estainspiración. Pero aquí ya no hay separación entre vigilia, ensueño y visióndescontrolada. Todo es uno y lo mismo. No hace falta señalar textual o ima-ginativamente el paso de una inspiración a otro. Parece, mirando hacia atrás,el logro de una tradición.

Deambulamos por la poesía de Alberti corno sobrecogidos por esaatmósfera inconsútil, más allá de la realidad y de los sueños. He aquí elarranque de algunos de los poemas de Sobre los ángeles10: "Humo, niebla, sin

13 Ed. Losada, p. 254.

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forma...; Te invito, sombra, al aire..."; etc. Y he aquí en fin esa maravilla conla que Alberti homenajeó a Bécquer, el primer recuerdo del cielo:

Paseaba con un dejo de azucena que piensa,casi de pájaro que sabe ha de nacer.Mirándose sin verse a una luna que le hacía espejo el sueñoy a un silencio de nieve que le elevaba los pies.A un silencio asomada.Ara anterior al arpa, a la lluvia y a las palabras.No sabía.Blanca alumna del aire,temblaba con las estrellas, con la flor y los árboles.Su tallo, su verde talle.Con las estrellas míasque, ignorantes de todo,por cavar dos lagunas en sus ojosla ahogaron en dos mares.

Y recuerdo...

Nada más: muerta, alejarse.

Con la poesía contemporánea, desde estos versos, podemos pensar quese ha cumplido el dilatado proceso de incorporación del mundo de lossueños a la creación literaria.

Pero nuestra cultura ha realizado ese nobilísimo arte de la profundiza-ción - como decía Alvaro Cunqueiro - ("buscar el secreto profundo de lavida es el grande, nobilísimo ocio", en las primeras páginas de Las mocedadesde Ulises [I960]), de manera que ese reino de la imaginación descontrolada,sobre todo después de Bécquer y de los grandes poetas románticos, se haconvertido en una de las herramientas más poderosas del escritor, tal, que yanadie nos librará de una deliciosa y complejísima situación de imposibleraciocinio fuera de contextos fármaco-sicológico-teórico-etc. Desde luego,fuera de nuestro contexto de lectores.

No incurriré por tanto en el dislate de recopilar más textos, ni de histo-riarlos, sabedor como soy de que esa no es tarea para entretenernos razona-blemente durante esta apertura, y que faltan los clásicos, desde Scipión al"Anoche cuando dormía....", de don Antonio Machado, con su explicaciónal cabo de Lázaro Carreter.

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De aquella sencilla claridad con la que se exponía que alguien habíasoñado algo pasamos a la absoluta indeterminación de realidad y sueño,quehacer casi cotidiano de la literatura possurrealista.

Sea Silvia, el primer cuento que abre el Ultimo Round de Cortázar, laadolescente de imagen renacentista que aparece realmente en el cuento comoun invento de los niños, pero que el protagonista ve y casi toca hasta llegara experimentar ese instante sin tiempo, insoportablemente bello. El relatotermina, abierto, y el protagonista queda marcado por la aparición de aquel-la figura silenciosa, hermosa, fugaz, cuya realidad onírica no se comenta.Cortázar ejercía un tema borgiano con variaciones de excelente discípulo,como veremos al referirnos a Las ruinas circulares. En algunos libros deCortázar, Bestiario sobre todo, cuentos numerosos, etc. la indeterminaciónentre mundo real e irreal es constante y básica; pero no en todos: nada o casinada se encontrará por ejemplo en Las armas secretas.

El enlace con situaciones más ricas y complejas lo hago a partir deCortázar a través de otro texto, soberbio, que él tradujo, escribe Adriano conla pluma de Margarita Yourcenar. La cita es larga, pero me viene al pelocomo ejemplo extremo de disquisiciones modernas frente a la austeridad deantaño; es decir, se trata del tratamiento medieval del sueño, pero a partir dela inteligencia moderna, lo que presta al libro de Yourcenar - en general, asu obra - ese sabor distendido entre frescura y profundidad. La magia de laliteratura ha mezclado en este texto a la figura histórica de Adriano junto conlas reflexiones de Yourcenar y el estilo de Cortázar, el traductor:

De todas las felicidades que lentamente me abandonan, el sueño es una de lasmás preciosas y también de las más comunes. Un hombre que duerme pocoy mal, apoyado en una pila de almohadones, tiene tiempo para meditar sobreesa voluptuosidad particular. Concedo que el sueño más perfecto sigue sien-do casi por necesidad un anexo del amor: reposo reflejo, reflejado en dos cuer-pos. Pero lo que aquí me interesa es el misterio específico del sueño por elsueño mismo, la inevitable sumersión que noche a noche cumple osadamen-te el hombre desnudo, solo y desarmado, en un océano donde todo cambia,los colores y las densidades, y hasta el ritmo del aliento, y donde nos encon-tramos con los muertos. Lo que nos tranquiliza en el sueño es que volvemosa salir de él, y que salimos inmutables, pues una interdicción extraña nosimpide traer con nosotros el residuo exacto de nuestros ensueños. Tambiénnos tranquiliza el que nos cure de la fatiga, pero esa cura temporaria se cum-ple por el más radical de los procedimientos, el de dejar de ser. Allí, como en

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otras cosas, el placer y el arte consisten en abandonarse conscientemente a esabienhechora inconsciencia, en aceptar se, sutilmente, más débil, más pesado,más liviano y más confuso que uno mismo. [Volveré a referirme a la asom-brosa población de los ensueños. Ahora prefiero hablar de ciertas experienciasde sueño puro, de puro despertar, que rozan la muerte y la resurrección. Meesfuerzo para aprehender otra vez la exacta sensación de aquellos sueños ful-minantes de la adolescencia, cuando uno se dormía sobre los libros, arranca-do de golpe de las matemáticas y el derecho, y sumido en lo hondo de unsueño sólido y pleno, tan henchido de energía sin empleo, que en él se sabo-reaba, por así decirlo, el puro sentido del ser a través de los párpados cerra-dos. Evoco los bruscos sueños sobre la tierra desnuda, en la floresta, al térmi-no de fatigosas cacerías: el ladrido de los perros me despertaba, o sus patasplantadas en mi pecho. Tan total era el eclipse, que cada vez hubiera podidoencontrarme siendo otro, y me asombraba - a veces me entristecía - el estric-to ajuste que de tan lejos volvía a traerme a ese estrecho reducto de humani-dad que era yo mismo. ¿Qué valían esas particularidades que tanto cuentanpara nosotros, si tan poco contaban para el libre durmiente, y si durante unsegundo, antes de retornar descontento a la piel de Adriano, alcanzaba a seño-rear casi conscientemente a ese hombre vacío, a esa existencia sin pasado?Por lo demás la enfermedad y la vejez tienen también sus prodigios, y recibendel sueño otras formas de bendición...

Si pensamos tan poco en un fenómeno que absorbe por lo menos un terciode toda vida, se debe a que hace falta cierta modestia para apreciar sus bon-dades. Dormidos, Cayo Calígula y Arístides el Justo se equivalen; yo no medistingo del servidor negro que duerme atravesado en mi umbral. ¿Qué es elinsomnio sino la obstinación maníaca de nuestra inteligencia en fabricar pen-samientos, razonamientos, silogismos y definiciones que le pertenezcan ple-namente, qué es sino su negativa de abdicar en favor de la divina estupidezde los ojos cerrados o de la sabia locura de los ensueños? El hombre que noduerme — y demasiadas ocasiones tengo de comprobarlo en mí desde hacemeses — se rehusa con mayor o menor conciencia a confiar en el flujo de lascosas. "Hermano de la Muerte"... Isócrates se engañaba, y su frase no es másque una amplificación de retórico. Empiezo a conocer a la muerte: tiene otrossecretos, aun más ajenos a nuestra actual condición de hombres. Y sin embar-go, tan entretejidos y profundos son esos misterios de ausencia y olvido par-cial, que sentimos claramente confluir en alguna parte la fuente blanca y lafuente sombría. Nunca me gustó mirar dormir a los seres que amaba; descan-saban de mí, lo sé; y también se me escapaban. Todo hombre se avergüenzade su rostro contaminado de sueño. Cuántas veces, al levantarme temprano

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para estudiar o leer, ordené con mis manos las almohadas revueltas, las man-tas en desorden, evidencias casi obscenas de nuestro escuentros con la nada,pruebas de que cada noche dejamos de ser...]14.

En efecto, este tipo de cosas cabe encontrar en la literatura actual.Me falta, antes de dejar abierto el tema hacia las aventuras literarias del

futuro, cerrar con siquiera la mención de esa maravilla que son Las ruinascirculares y El golen de Borges, es decir aludiendo al patriarca actual - en lasletras hispánicas — de los sueños.

El tema del sueño, asociado al de la circularidad del tiempo, al de laeternidad, como imbricados en la creación literaria es, como bien se sabe, untema recurrente en la obra de Borges. Allí el sueño trasciende todo este tipode construcciones para convertirse en la herramienta de la inteligencia crea-dora, como motivo, y en la expresión del eterno retorno por otro lado. En elcuento aludido, ese descubrimiento final - sorprendente si no se tratara deBorges15 - cuando el creador cobra conciencia de que también él es criaturasoñada, abre la posibilidad de la utilización expresiva del sueño en una cade-na sinfín. Borges poetizó el tema brevemente y lo expuso digresivamente en"Avatares de la Tortuga" (de Discusión). En un libro tardío como creo que esLa cifra, vuelve a expresar a modo de apunte el tema, en este caso es el hom-bre que escribe un poema sobre un hombre que escribe... Es el texto mássocorrido para ser citado, puesto que en este caso, Borges lo desnudó decualquier aderezo poético o novelesco, para presentarlo a través de una viñe-ta sencillísima:

14 Margarita Yourcenar, Memorias de Adriano [1951], traducción de Julio Cortázar[1982], Barcelona, Edhasa, 1983, sexta reimnpr., 21-2, y véase también p. 233.

15 En "Ragnarok", de El Hacedor, dan muerte, a pistoletazos, a unos dioses degenera-dos. "Arte poética" define: "Sentir que la vigilia es otro sueño / que sueña no soñar y que lamuerte / que teme nuestra carne es esa muerte / de cada noche, que se llama sueño". Dehecho, la primera página del libro es un breve sueño en el que el poeta imagina que entre-ga el libro a Leopoldo Lugones. Cfr. El sur, de Ficciones. "Historia de los dos que soñaron",en Historia universal de la Infamia. En Otras Inquisiciones, "El sueño de Coleridge","Nathaniel Hawthorne" y "Formas de una leyenda". En El Hacedor el prólogo y "DreamTiger". En El otro..., "El sueño". Poemas, de La cifra, "El sueño", y el fragmento "Unsueño", seguido de "Al olvidar un sueño", etc. La rosa profunda, "El sueño", "Sueña AlonsoQuijano", "Episodio del enemigo", "Einn Traum". Historia de la noche, "Ni siquiera soypolvo". Siete noches, "La pesadilla". Etc.

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En un desierto lugar de Irán hay una no muy alta torre de piedra, sin puertani ventana. En la única habitación (cuyo piso es de tierra y que tiene la formadel círculo) hay una mesa de madera y un banco. En esa celda circular, unhombre que se parece a mí escribe en caracteres que no comprendo un largopoema sobre un hombre que en otra celda circular escribe un poema sobre unhombre que en otra celda circular escribe un poema sobre un hombre que enotra celda circular... El proceso no tiene fin y nadie podrá leer lo que los pri-sioneros escriben.

Borges constataba una y otra vez que la discusión quedaba abierta,como el tema mismo, a una posible recreación de infinitas posibilidades.

Nosotros (la indivisa divinidad que opera en nosotros) hemos soñado elmundo. Lo hemos soñado resistente, misterioso, visible, ubicuo en el espacioy firme en el tiempo; pero hemos consentido que en su arquitectura tenues yeternos intersticios de sinrazón para saber que es falso.

Me gusta ese final abierto hacia el infinito para este rato compartidocon mis colegas italianos.