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JUAN VIDA UN CUENTO CHINO

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JUAN VIDA

UN CUENTO

CHINO

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TExTOs

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Andrea Villarrubia

Ni hao

Conocimos a Julia shan recién llegada de China. Aún no sabía hablar, perocuando la saludé y, después de besarla, le dije ni hao, que en chino quiere decirhola, y que fue la primera expresión que aprendí al iniciar nuestra estancia enBeijing. En ese momento percibí un destello en sus ojos, que me observaroncon sorpresa e intriga. No he olvidado aquella mirada. Era la primera vez desdesu llegada a España, y después de su largo viaje, que escuchaba lo que sus oídosestaban acostumbrados a oír, pero en ese momento, en la plaza de Biba-rrambla, y dichas por una extraña, esas palabras causaron estupor en unaniña refugiada en los brazos de su madre.

He recordado aquella escena con motivo de la nueva exposición de Juan Vida,cuyo asunto central, monográfico, es la historia del viaje a China en busca desu hija, Julia shan. No es la primera vez que Juan Vida ha reflejado en suscuadros aquella experiencia, pero hasta ahora las referencias habían sidoesporádicas, diseminadas en exposiciones y catálogos. Eran preludios de loque un día llegaría. Ahora, aquel viaje y aquel encuentro reclaman toda la aten-ción y todo el protagonismo.

Los cuadros expuestos pueden ser mirados como estampas de una confidenciasentimental, de una historia cuyo sentido más profundo proviene de la felicidadde la relación de Juan Vida con Julia shan. para quienes emprenden un inciertoviaje al otro extremo del mundo en busca de una hija, todo lo que sucede en eltrayecto queda grabado en su memoria de una manera indeleble. No sólo loscolores, los sonidos o los aromas, sino también las palabras, las incertidumbreso los sueños previos al encuentro. Hay quienes limitan esa experiencia al ám-bito privado o incluso la confinan silenciosamente en la memoria personal,pero hay quienes, como ocurre con Juan Vida, tienen la voluntad y la potestadde mostrarla recreada, engrandecida.

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El título de la exposición, Un cuento chino, puede confundir. En nuestra ima-ginación, un cuento chino está asociado a la inverosimilitud, la desproporción,el engaño. Juan Vida juega con esa locución y la dota de un nuevo sentido.Convierte su ‘cuento chino’ en sinónimo de verdad, amor, esperanza. Comomuchos cuentos, la exposición narra la historia de un logro, un acontecimientocuyo escenario es China. Las ficciones, como otras formas de arte, lejos dedesfigurar la experiencia la iluminan, la hacen más ordenada y comprensible.pero aunque los cuentos hablan de la realidad de un modo sutil e indirecto noocultan su esencia. Al contrario, la resaltan. Las imágenes que conforman estecuento permiten entender mejor lo que no siempre es evidente, lo que suelequedar en la penumbra de la intimidad.

Como tantos padres, a los que gusta inventar historias en las que los hijos estáninvolucrados en la trama, Juan Vida narra una historia en la que su hija es laprotagonista. sin embargo, a diferencia de tantos cuentos nocturnos impro-visados, en los que los hijos son trasladados a espacios figurados y remotos, laexposición invierte el itinerario y da cuenta del ingreso de Julia shan en loslugares domésticos de sus padres. El escenario de este renovado ‘cuentochino’ es el valle del Genil, el espacio cotidiano donde se desarrollará su vidaen adelante. Es ahí, entre cerros y alamedas, donde la naturaleza despliega susenseñanzas, donde la voz del padre desvela y guía. Conocer el nuevo hogar esfundamental para moverse no sólo en el espacio físico sino en la inestablegeografía de los sentimientos. La hija debe aprender las claves de un territoriodesconocido y ese conocimiento es el mejor legado que un padre puede otor-garle. y aunque ella es la destinataria de esa historia de vacilaciones y expec-tativas, y aprendizajes, los espectadores de la exposición, al mirar los cuadrosy leer los textos, se convierten de inmediato en testigos de la confidencia. Aellos, curiosos y anónimos paseantes, también confía el pintor la experienciaque alteró su vida como pocas veces ocurre.

Lo que Un cuento chino muestra es algo tan delicado como el sentimiento dela paternidad, el ejercicio de una actividad que tiene que ver con el afecto, laprotección y la educación. Los cuadros y los textos son aperturas a emociones

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y pensamientos que, por lo general, se ocultan por pudor. porque la exposi-ción, aunque se refiere a una hija, habla en realidad de un padre. De la memoriay las esperanzas de un padre. Lo que los cuadros muestran y los textos narranes la conmoción sentimental que provoca el encuentro de un padre con unahija y los sueños que la hija despiertan en él. Las imágenes y las palabras sonuna declaración de amor y también una declaración de intenciones. El padrepinta sus recuerdos y escribe sus deseos. Recuerda la ansiedad, la búsqueda,el viaje, el encuentro; desea el bienestar, la memoria, el conocimiento, la feli-cidad. La memoria alienta los propósitos, de la misma manera que los propó-sitos avivan la memoria.

Hay en el texto una mención significativa. Al hilo de la narración de su memoriacomo padre, Juan Vida desliza una referencia a su historia como hijo. La rela-ción con su padre –un tema recurrente en muchos de sus cuadros– aparece te-nuemente en el relato. El tacto de la mano de su hija en la suya le evoca el tiempoen que él era quien escondía su pequeña mano en la de su padre. su infancia sepresenta como un motivo de reflexión y estímulo. Mirar atrás es una forma deseguir adelante. De ese modo, presente y pasado se conciertan, se dan la mano.

Juan Vida, que suele contar hermosas historias mediante la pintura, ha queridoen esta exposición utilizar el lenguaje verbal para extender el sentido de lo quelos propios cuadros y sus títulos indican. poner palabras a ese relato de amorpaternal entraña riesgos, entre otros, el desbordamiento sentimental. A me-nudo, la frontera entre la intensidad emocional y el artificio es muy endeble.La contención y la exactitud necesarias para hacer creíble la narración de lafelicidad pueden verse sustituidas por estereotipos verbales que la vuelvenamanerada y endeble. Hablar de la desdicha es menos comprometido, siempreparece menos proclive a la afectación. En las historias de amor, y más aún sise relacionan con la infancia, lo menos es siempre más. Juan Vida ha sabidosortear los obstáculos.

Es a la vez excitante y comprometido observar el proceso de creación de unartista. O más específicamente, el proceso de escritura de un pintor que tratade añadir palabras a sus imágenes. Es excitante porque se asiste a la ardua tarea

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de la elaboración de un discurso verbal que dé cuenta más o menos fiel de unproceso paralelo de pintura. y es comprometido porque siempre se teme quecualquier intervención externa altere el proceso. La conversación apareceentonces como una oportunidad para la reflexión compartida. y ése ha sidoel privilegio que hemos tenido.

Los textos y los cuadros de Un cuento chino narran un tránsito personal de latristeza a la felicidad, de la ausencia a la plenitud. El protagonista de ese tra-yecto es un hombre –¿acaso un pintor?– que se considera a sí mismo un ‘viejoequilibrista’. ¿por qué un equilibrista? podríamos entenderlo como senti-miento y metáfora. El equilibrista es alguien que transita por la cuerda fina ytensada sabiendo que cualquier descuido puede ser fatal. Tal vez sea la defi-nición que mejor cuadre a alguien que tiene conciencia de la insuficiencia deuna vida sin continuidad filial. El equilibrista del cuento se sabe vulnerablepero también confiado. por eso no duda en emprender el viaje que lo condu-cirá al lado de la cuerda, es decir, al otro lado del mundo. Al comienzo de unaregeneración. Al final de la travesía, el equilibrista sabe que encontrará laseguridad, la firmeza que otorga la compañía de la hija. El riesgo se vuelve asíun acto de amor, una promesa.

Un amor que busca manifestarse no sólo en caricias y protección sino enpalabras. El equilibrista muestra una gran confianza en la potestad educadorade las palabras. Espera que hablándole a su hija de colores, formas, sonidos,animales, ríos, historia, sueños… pueda inculcarle inteligencia, curiosidad,pasión, memoria. Las palabras aparecen como una bienvenida, como unagarantía de apertura al mundo. Expresan los íntimos deseos de quien sabe queel conocimiento otorga libertad y fortaleza. y también comprensión. De ahísu afán por lograr que su hija no olvide de dónde viene y dónde vive.

La exposición Un cuento chino puede verse y leerse como una confesióníntima, pero también como una historia abierta, que alienta la evocación y eldescubrimiento. El desplazamiento de la mirada del lienzo al texto y del textoal lienzo permite a los espectadores entender más profundamente la imagina-ción de un padre, de un pintor que rememora y anhela.

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Alejandro Víctor García

Un chino cuenta

“Dejaos de cuentos chinos”, dijo el hombre chino. “No existen. sólo hay unahistoria inacabable que transcurre en una región mental a la que llaman China.Las infinitas vicisitudes del relato no son propiamente cuentos chinos sinopartes de un todo formidable (y chino). Hay muchos chinos dentro de esecuento. pero además de todos los orientales que vivimos en él también hayoccidentales que aspiran, como el Equilibrista, a convertirse en chinos y contarfábulas que quisieran ser chinas, es decir, finas, translúcidas y sentimentalescomo la cerámica. O se ponen chinas en los zapatos para cultivar rozadurascomo si fueran martirios chinos. ¿Calzan las chinas chinelas? Casi nunca. Haymucha confusión, pero todo es parte del mismo cuento. Abundan los fantas-mas chinos que hacen apariciones chinas y asustan a la gente, que tiembla conel delicado estremecimiento de un flan mandarín. Todo esto ha contribuido aque cualquiera se sienta capacitado para escribir historias chinas sin ser legí-timamente chino, quizá porque todos aspiran a ser un poco chinos (amarillos,quiero decir) o formar parte de su historia vertebral”.

“Esta es la verdad”, dijo con severidad el hombre. “Mucho antes de que elEquilibrista del cuento chino y su mujer vinieran a China y cruzaran su miradaen los bosques de Nanning con un macaco, que era un espía menor disfrazadode bestia, había empezado el cuento chino. para llegar al capítulo en que Coralse llama Coral, para que sus pies menudos pesaran sobre el mundo, fuenecesario un ancho espacio y un largo tiempo. por supuesto solsticios, equi-noccios, paisajes lentos y dolorosos. Estamos hablando de hace 3.500 años,de la herencia de los Tres Augustos (Fuxi, Nuwa y shenoonh) y de los cinco

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emperadores (el Amarillo, Zhuanxu, Diku, Tangyao y yushun). Ahí está elorigen del cuento. Tampoco hay que olvidar a las grandes dinastías, las queinventaron los carros de guerra tirados por caballos, las que se alzaron enarmas para inventar el sistema de escritura shang. Las que idearon la lenguamanchú y abrieron el comercio de la plata a América y Filipinas. Han, Jin, sui,Tang, song, yuan, Ming, Qing. y entre medias el concurso de mucha gente,millones y millones, que añadió su ínfima andanza personal para que el cuentochino tomara ese y no otro derrotero. Tuvieron que sucederse generaciones,imperios, revoluciones y satrapías; matrimonios, rupturas, adulterios y muer-tes repentinas. Marco polo tuvo que escribir su Libro de las Maravillas. yHenri Michaux, la historia del bárbaro en Asia. y el americano David Kiddcontraer matrimonio con la última aristócrata antes de la revolución comu-nista. y que viniera Mao, el terror, el Gran salto Adelante y la masacre de laplaza de Tiananmen. Un cuento a veces maravilloso, tedioso otras y tambiéncon capítulos sangrientos”.

“Todo para que un día”, dijo suspirando el hombre, “naciera por fin Coralen el valle de Lijiang, la noche más corta del año 4702, y el Equilibristasintiera una señal en el estómago (en realidad fue en la vejiga) y dejara su valleremotísimo y emprendiera con su esposa un larguísimo viaje a un país enormede cerca de diez millones de kilómetros cuadrados y eligiera entre tantocampo abierto, pensando que sus pasos los regía el azar y no la predestinaciónde la historia, una cuenca diminuta, y entre 1.300 millones de habitantes unasola niña china que sería Coral y luego Julia. Cuando hubo culminado laproeza (el viaje milenario de su carne) y tomado a la niña de la manoemprendieron el regreso a otro valle donde otros muchos aguardaban sinconciencia de esperar (trepando también cada uno por sus siglos y sus huesoshacia ese destino) la llegada de la pareja con la niña. Esperaban camareros,sastres, cantantes, pintores, poetas, médicos, hijos de amigos, esposas decamaradas. Esperaban la confluencia del cuento chino con ellos mismos. Conellos, con sus corazones, con su sentido del tacto, con sus hijos, y los hijosde sus hijos”.

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“En un rincón del estudio esperaban también impacientes las tablas y los lien-zos. Esperaban más que a Coral o a Julia a su silueta. y a la silueta del macacoy la tierna paleta de los colores que impregna a la niña que hace equilibriossobre un balón con estrellas que parece el cielo de la infancia. Todos espera-ban, incluida la lluvia, la llegada de la niña”.

“sólo se escribe un cuento chino”, añadió el hombre cono tono profesoral,“cuando se está convencido de que la historia por fin ha acabado, la peripeciaconcluida y cada uno en su lugar, ejerciendo el papel que le ha sido reservadoen la trama de ese pasaje parcial de la gran historia. Entonces se dice o se pintael cuento. pero es otro error, porque el cuento chino sigue, no se detiene.Busca los rápidos del río, los grandes saltos de agua. y lleva (nos lleva) a Coral,a todos, tira de nosotros. y una vez en las entrañas del cuento ya no puedesvolver atrás porque el cuentos sigue, nos empuja con su aullido interminable.Hasta el jardín o hacia los despeñaderos. y la historia parece que no acabaranunca”.

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Ángeles Mora

DOS ríOS, UN AMOr

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Lo real maravilloso

Cervantes en la “Dedicatoria al Conde de Lemos” con que se abre el segundoQuijote se inventó un cuento chino para defender su Quijote del falso Quijotede Avellaneda, que poco antes había cabalgado de forma espúrea por el mundo.Venía a decir aquel cuento que el emperador de la China le había enviado unacarta en lengua “chinesca” para pedirle que le enviase su libro, pues habíadecidido fundar un Colegio donde se leyese lengua castellana y quería que ellibro que se leyese fuera el de la historia de Don Quijote, rogándole ademásque él fuese el Rector de dicho Colegio. Naturalmente Cervantes decía nopoder viajar hasta China por estar “muy enfermo” y “muy sin dineros”…

Lo más curioso es que aquel cuento chino acabó siendo de alguna manera ver-dad a lo largo de los tiempos, si consideramos cuántos “Institutos Cervantes”se han expandido por Oriente y Occidente para aprender castellano.

Este fascinante Cuento chino de Juan Vida, sin embargo, no es un cuento queJuan se haya inventado para mostrarnos la maravilla de su arte, sino que la fan-tasía que este cuento nos narra de forma tan mágica es la más real. Lo fantásticoaquí es la realidad de una historia: un trozo de vida arrancado a un viaje. Todavida es un viaje, el viaje hacia nosotros mismos. y dentro de ese largo viajeexisten muchas ramificaciones y recorridos. El viaje de ida y vuelta que aquí

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se nos cuenta es sencillamente el resultado de un viaje material y espiritual deoccidente al oriente y del oriente a occidente. Del Valle del Genil al Valle delLijiang. y del Valle del Lijiang al Valle del Genil. El viaje plástico que estoscuadros nos ofrecen junto a la narración que crece deliciosamente al hilo delas imágenes, constituyen la materialidad del sueño de un hombre que queríaser padre y del sueño de una mujer que quiso ser madre. Nos cuenta la llamadamisteriosa y la necesidad de ponerse en marcha. No por seguir a un destinopreviamente marcado: el destino no existe, existe la voluntad de construirlo,la necesidad de materializarlo, de inventar la hazaña que lo levante. y esta hasido una nueva, auténtica y crucial aventura a la caza, no del Vellocino de Orosino de algo mucho más íntimo y definitivo: dar y recibir el amor más generoso.

Juan Vida tenía que escribir esa historia en el viaje de su vida. Es decir, vivirlahasta sus últimas consecuencias. y como no sabe ni quiere guardar secretos,nos los abre ante nuestros ojos y así nos sorprende, lanzándolos a los cuatrovientos para que todos podamos compartir las cosas que más ama.

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Otras palabras para Julia

Pensando en ti como ahora pienso

J. A. GOyTIsOLO

si tuviera el secreto de tus ojosy tu risa, si fuera un pintory con mi paleta doradasupiera dibujar un cuentoy trazar tu perfily el de los tigres y el bambúmeciéndose.

si fuera un equilibrista mágicoque cruzara la selva al vueloy las montañas grises y las nubesleves me protegieran del macacode la dura mirada y los ojos vidriosos.si fuera un soñador soñando un sueñoque encendiera la casa azuladaque será tu casa y el campo amarillodonde jugarás y el perro compañerorodando en el triciclo de madera.

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si tuviera el secreto de tu risay para ti escribiera las historiasde luchas y bullicio, el griteríode los miles de pájaros que habitanel aire del Genil, el laberintode ramas que se cruzan.

si yo fuera un pintor visionarioy me llamara JuanVida y fuera tu padre,estaría radiante como el Rey Magoque te trajo de Orientepara enseñarte cuanto sabe.para que te asomaras feliz a sus ojosen la esquina de un cuadro.para reír como tú ríes,a carcajadas contigo,con tu vestido blanco y tu bandera rojapara siempre.

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Antonio Jiménez Millán

TrES BOCETOS EN TINTA CHINA

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La Estrella de Oriente

No es preciso buscaruna imagen exótica de película antiguani una postal en sepia: pekín bajo la nieve,por ejemplo.

Entra la luz del alba en un cuarto de hotel,la misma luz que enmarca en las fotografíaslas sendas del palacio de Verano,sus sombras indolentes de jardín modernista,las copas de los árboles junto a la Gran Muralla,el poder invisible en la Ciudad prohibiday el gris ceremonial de Tiannamencon los paisajes de la multitud en orden.

Esa luz permanece en el fondo de un cuadro.Hay colores que miden la distanciaentre los sueños y la realidad,entre un pasado muerto y un futuro improbable:el cielo azul cobalto del crepúsculo,el rojo intenso en la bandera alzada,el verde reflejado en los cristalescon nostalgia de bosque o de tormenta.

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Hay una niña sola en la quietud de un parque,sostiene entre las manos una esferaque puede ser el mundo,recuerda la inocencia del animal salvajeque aún vive en nuestras fábulas,se eleva sobre un rastro de edificios sombríos.No es preciso volver a la frialdadde un viejo calendario.

Cómo cambia la vida,si se deja guiar por la Estrella de Oriente.

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Barcas

¿Qué se construye aquí, qué se levanta

en medio de la niebla?

RAFAEL ALBERTI (Sonríe China)

Niebla contaminada, amarillentasobre los parques al amanecer.Me llega todavía el calor húmedo,sigo escuchando el ruido de la lluviaen los tejados rotos de Chonqing.

Mira ahora las barcas que iluminanel mar de noche. Brillan a lo lejos.son ellas las que van a acompañartecada verano, a ti, que no recuerdaslos dragones de fuego,las velas extendidas,los juncos fantasmales del yangtsé.

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El viento entre los álamos

Esta tarde se escucha el viento entre los álamos.

Cuando vuelven a casa,encuentran un paisaje familiarde colinas y acequias,y el color del invierno con su brillo de nievees el eco distante de unos pasosque cruzan el umbral de la fábrica en ruinas.

Ventanas encendidas sobre el río,agua que suena en el rumor templadode las conversaciones,gente con prisa huyendo hacia la nochecomo un vuelo de pájarosal borde del estanque.

Tan lejos y tan cerca, el valle del Lijiang.

El futuro está en China, dice Julia.poco después pregunta: ¿qué es el futuro?

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Felipe Benítez reyes

Chinoiserie

En primavera,Julia Vida juega a ser volátilentre los pájaros que saben rimaruna égloga en el aire frondoso.

En verano, ¿las estrellas son más de diamanteo más de agua, arcángeles o sirenas?Las estrellas de su pelota añil,en cualquier caso,son doradas, como los ornamentosde las pagodas susurrantes.

En los otoños,la niña equilibristacorretea sobre la hojarasca de oro cansadosin pisarla.

En el invierno, recoge nieve del jardínpara que su padre Juan la pinte:el retrato de la fugacidad,el río en miniatura que se forma en el suelo.

y el perrillo expectante que los mira y lame el agua.

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Pere Rovira

Julia y Boni

Julia, tú no la viste,

pero está junto a ti,

con su mirada triste,

lejos, lejos de aquí.

En un país de oro,

te acompaña y te sueña,

y guarda tu tesoro,

aunque sea pequeña.

Allí juega contigo

en los cuadros de Juan,

y ve las golondrinas

que siempre volverán.

Con un gorro de plata

y con paso gandul,

quiere meter la pata

en tu balón azul;

cuando llegan tus padres,

ella ladra, feliz;

si le dices: “no ladres”,

ríe con la nariz.

Pues Boni era muy lista

y sabía reír,

y fue una gran artista

del arte de dormir.

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Con sólo oler el frío,

de la manta tiraba,

y nunca se hizo un lío:

se hacía una chilaba.

Ahora tú la ves

dentro de un cuento chino,

muy formal, a tus pies;

o casi haciendo el pino,

montando en bicicleta;

o es una exhalación;

o toca la trompeta

dentro del corazón.

Pero antes, Coral,

Boni quiso ser perra,

y pasó por la tierra

sin hacer ningún mal.

Por eso está en tu cuento

tan viva y bien pintada;

yo creo que no miento

si digo que es tu hada.

Primavera de Oriente

del valle del Genil,

recuerda dulcemente

a una bestia sutil

que quizás te añoró

antes de que nacieras

y durmiendo escapó

a otras primaveras.

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Luis García Montero

Canción de Julia

Ha llegado la Jcomo un sueño de oriente.¡Buena suerte!¡Dónde está?Que te lo digan las rosasy el viento que viene y va.

Ha salido la Uigual que el sol naciente.¡Buena suerte!¡Dónde está?pregúntale al príncipe Azuly al viento que viene y va.

De las aguas serenasha surgido la L.¡Buena suerte!¡Dónde está?Lo repiten la princesay el viento que viene y va.

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Canción de cuna escrita en el Cuaderno de Julia

Aparece la Icomo un gorro de duende.¡Buena suerte!¡Dónde está?Lo cantan el colibríy el viento que viene y va.

La A llega despacioy derrite la nieve.¡Buena suerte!¡Dónde está?El Genil se lo ha contadoal viento que viene y va.

Cinco letras de lluviaponen el campo verde.¡Buena suerte!¡Dónde está?Lo sabe el nombre de JULIAy el viento que viene y va.

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Álvaro Salvador

El linaje de los mirlos

Desde hace varios años–no importa si nevara o el frío transformarael matorral de agosto en alfanjes de hielo,no importa si el verano con su fuego quemaselas plantas y los árboles del huerto–,dos mirlos han alzado su nido en mi jardíncada verano.

En la mañana leo,y el mirlo parlotea desde el rosal, nervioso,advierte a los polluelos que corren ignorantesde mi gata,tumbada, pero alerta, debajo de la mesa.

A la tarde, bostezo,y acompaño a mi gata en su mediana siestacon un ojo entreabierto,mientras los mirlos corren de un matorral a otroy su madre los llama con ruidos estridentesdesde las ramas altas del más alto rosal.

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De improviso, sospechoque estos mirlos de hoy no son los mismos mirlos;que mientras yo envejezcoun linaje de mirlos crece cada verano,sucediendo sin pausa a sus padres y abuelosen mi jardín.

De improviso, descubroque un día no estaré,que no podré espiarlosmientras siguen alzandoen la rama más alta,en el rincón más cálido y segurode mi efímero reinootro nido, los mirlos.

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Maria Ángeles Carrasco García

La pequeña Julia viene camino de la escuela con pasos lentos, sin prisas,riendo, saltando, confiada, buscando la seguridad de la mano de su padre, pro-longando todo lo posible su paseo matinal. Cuando me ve llegar, corre haciamí y eso me reconcilia con mi trabajo.

para ella todo es divertido: escuchar un cuento, pintar, bailar, disfrazarse, jugarcon sus amigos, descubrir cómo las letras se unen y dicen cosas, o deducir porqué dos y dos son cuatro.

Al igual que sus dibujos de muñecos multicolores y de ojos muy abiertos, in-tenta captar todo lo que sucede a su alrededor, y así ha ido creciendo comouna niña imaginativa, reflexiva, observadora y vivaracha.

“seño, mi nombre en chino es Coral”, dijo un día. No podía ser de otra ma-nera, un bien difícil de encontrar pero muy especial para quien tiene la suertede disfrutarlo.

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Pepa Merlo

se necesitaban dos mujeres para extender la colcha sobre aquella cama gigan-tesca. Antes habían sacudido con fuerza y mullido, hasta devolverle de nuevosu forma, los tres colchones de lana que hacían inaccesible para un niño la es-calada. Después, dejando los postigos entreabiertos, echaban las cortinas y lapenumbra envolvía el cuarto. por la ranura de la puerta podían verse reverberarlos hilos dorados. Como en un ritual, guardaban la ropa de invierno y rescata-ban del arcón la de verano, vestían la cama con la colcha china y el tiempo y elmundo se transformaban. Entonces los niños teníamos prohibido trepar y sal-tar en la cama.

La magia del universo estaba en aquellas pequeñas barcas de bambú que, consus farolillos, cruzaban lentas bajo un arco de madera. En una de ellas habíaun pescador. Estaba apoyado en una espadilla de grandes dimensiones quehundía en el agua para desplazarse y hasta podía vislumbrarse el bamboleo delas luces colgantes. Bajo un sombrero cónico de paja, asomaba el cabello largoy blanco de su barba. Frente a él, un jardín inmenso ascendía por la ladera deun monte cuya cúspide la coronaba un edificio palaciego. Un pájaro pequeñoreposaba en la rama de un árbol no demasiado frondoso. El pico abierto y lacabeza ligeramente elevada, simulaba el movimiento del cuerpo con el trino.sobre las tablas de un pequeño puente, una mujer caminaba de espaldas allago y, aunque no había ninguna señal, yo sabía que era la emperatriz.

Fueron capaces de elaborar el escenario del edén tramando hilos de seda po-licromados. Decenas de cuadrados que repetían una y otra vez la misma se-cuencia. Fascinada por aquellas imágenes, abría con sigilo la puerta del cuarto,arrimaba el reclinatorio hasta un lateral de la cama y lo usaba como escalera.Allí subida, con los pies sobre la xilografía que formaba las iniciales de mimadre, permanecía horas contemplando e imaginando el mundo que se na-rraba en intensos colores. Luego, años después, alguien me regaló un cuento:

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El ruiseñor de Hans Christian Andersen y, para mi sorpresa, reconocí en lasilustraciones el jardín del Emperador, la avecilla irisada que es reemplazadacruelmente por un pájaro mecánico y gordo con incrustaciones de piedras pre-ciosas. A las imágenes, se unían entonces las palabras que llegaban para enri-quecer mi paraíso propio.

Ahora, que la edad de la infancia quedó lejos, que mi abuela ya no está, quedesapareció su casa, su cuarto, la colcha china y mi cuento, se presenta estacolección de cuadros de Juan Vida para devolverme al elíseo, convirtiendo loslienzos en tapices de seda. y ahí están perfectamente narrados y pintados aldetalle los paisajes y los personajes del cuento oriental con todos sus elemen-tos. Una historia de cambio, de miedo e incertidumbre pero, como no podíaser de otro modo, con final feliz. La emperatriz de gesto altivo y majestuoso,el dragón encarnado en la imagen del perro de presa, un dogo argentino, queaparece huyendo siempre, frente al perrito que guía y protege y permanecequieto junto a la niña. El yin y el yang. Las montañas del valle de Lijiang re-presentadas sutiles y entre una niebla de ensueño con su palacio inaccesibleen la cumbre, y que, sin embargo, en la realidad parecen extraños personajesque se incorporan y se desprenden, como de una zamarra, del letargo de lossiglos. El pájaro de mil colores cuya presencia fundamental acompaña a la fi-gura de la niña. Es como el ruiseñor, el toque de alegría y de seguridad. Elcirco chino, con su gran carpa y sus equilibristas.

Toda la imaginería posible de un occidental sobre la cultura oriental, cons-truida con fuertes pinceladas que ocultan animales atigrados caminando ven-cidos y con la cabeza gacha, figuras difuminadas bajo el rojo de la banderalocal. La utilización de intensos azules, granates, rojos, dorados, el verde ful-gente y el gris tenue de la niebla, en definitiva, con colores que nos seducen yvan predisponiendo el ánimo para la narración.

Aquí están, señores, magistralmente unidas: la imagen perfecta, la palabraexacta.

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José Carlos rosales

El país de las hijas

Cuando llegan –si llegan– lo hacen con un país bajo el brazo, el país de lashijas, país imprevisible o misterioso, un reino donde el mundo comenzaría denuevo. Traen consigo canciones desconocidas que, al principio, son un levebalbuceo y, con el tiempo, se asemejan a músicas antiguas o ancestrales, me-lodías olvidadas que poco a poco van ocupando no sólo todos los espacios sinotambién el tiempo, todo el tiempo del mundo. Traen un país bajo el brazo,otras reglas, distintas ceremonias. Nuestro país se queda caducado, obsoleto,sus relaciones diplomáticas se van debilitando y sólo existe el suyo, un paísque podría parecernos diminuto o lejano, tal vez borroso, y que crece por horaso por días. El sofá se convierte en un buque que cruza el mar de los sargazos,la butaca es una casa de madera en un rincón del bosque, en la terraza estaráel jardín de los monstruos y una alfombra podría volar rozando campanarios ycúpulas. Cuando llegan lo hacen con un país bajo el brazo, un país de pagodasy palabras secretas, palabras enigmáticas que se olvidan y luego, al quererrecordarlas, sólo son una sílaba sola, sílaba irrepetible, conjuro poderoso queconserva los restos de una magia sin normas o sin límites. Nos paseamos porel país de las hijas sin saber que pisamos un territorio ajeno, allí sólo somosun viajero sin mapa, extranjeros o nómadas, nadie nos reconoce, sólo nos re-conocen ellas, perdemos nuestro nombre o nuestro rostro, nos sentimos par-tícipes y sólo somos un visitante transitorio, alguien que va de paso sin moversedel sitio; ellas no, ellas poseen la inmensa soberanía de lo que está empezando,la independencia originaria, y la administran sin pudor, apenas titubean, sabenque todo lo tienen de su parte, el futuro y los besos, el cansancio y las lágrimas,la certeza más útil, pues sus risas o lágrimas siempre son infalibles, veraces:las hijas no se disfrazan nunca, cuando se visten de ficha de dominó son unaficha de dominó, cuando se visten de viajeras son viajeras y cuando no llevan

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disfraz están disfrazadas de sí mismas, siempre están pensando en ser otrapersona, ellas mismas, aquello que nunca dejarán de ser. Llegan como si fuerana quedarse pero empiezan a irse cuando llegan, su manera de no estar esquedarse haciéndonos creer que su lugar es éste que ahora pisan. y lo pisantanteando el sendero que las alejará de este barrio o de estas calles hastallevarlas a ese país inmenso donde nunca entraremos, el país que trajeronconsigo, el país inalcanzable de las hijas.

Cuando se van lo hacen llevándose su país bajo el brazo, un país soberano yenorme, se alejan sin aviso, se llevan sus canciones, su lenguaje secreto, y dejantras de sí palacios a medio terminar, murallas derruidas, estanques donde sóloprosperará el verdín. su pelota de estrellas malvivirá envejecida en la terrazay el tobogán del parque será un espejo roto, sus primeras sandalias dormitaránen un desván oscuro y la luz que traían se esfumará, ni siquiera quedará surastro. su ausencia, lentamente, será como una extraña pesquisa arqueológica,herramientas sin uso, lápices de colores, cerámica cretense, los dibujos queel tiempo no podría corromper. El país de las hijas no se va cuando se van lashijas, sus vestigios se quedan y quedan para siempre, como esa bicicleta demadera o el triciclo sin hierro, como el gesto de un mono que no fue demadera, como el rumor pretérito del mundo.

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ExpOsICIóN y CATáLOGO

JUAN VIDAUN CUENTO CHINO

ORGANIZA

JUNTA DE ANDALUCÍAConsejería de Cultura

COORDINACIóN

Biblioteca de Andalucía

COLABORA

Centro Andaluz de las Letras

COpyRIGHT DE LA EDICIóN

JUNTA DE ANDALUCÍAConsejería de Cultura

COpyRIGHT

Juan Vida

COpyRIGHT DE LOs TExTOs

Los autores

EDITA

JUNTA DE ANDALUCÍAConsejería de Cultura

DEpósITO LEGAL

GR xxxxxxxxxx

IMpRIME

La Gráfica ImpresoressOC. COOp. AND. s.L.

FICHA CATALOGRáFICA

Vida, JuanUn cuento chino : [exposición] /Juan Vida – [sevilla] : Consejeríade Cultura : D.L. 201182 p. : principalmente il. ; 28 cm. D.L. GR xxxxxxxxxx

1. Vida, Juan-ExposicionesI. Título: Un cuento chino75(083.824)

AGRADECIMIENTOs

A Felipe Benítez ReyesMaría ángeles CarrascoLuis García MonteroAntonio Jiménez Millánpepa Merloángeles MoraJosé Carlos Rosalespere Roviraálvaro salvadorAlejandro Víctor GarcíaAndrea Villarrubia

Emilio AlmagroCayetano AníbalAntonio ArabescoJavier ArechavalaJuan Mata