4
Trinidad metafísica de la costumbre. Yo, casta, suicida en lo demiurgo de la bata doy de comer prosapia a los legrados que me suben la rodilla al pecho, maman de mi cocción las palabras de sus repertorios, la venia troncal, vecinal de los instintos a los que represento en calidad de costurera. Yo los coso a la migraña de mi boquete como enlaces para impartir el sacramento con el agua carnavalesca, y los hago eructar, en cuclillas, después de sorber el suceso del padre en el friso, las falsificaciones del ojo que se mueve por el lomo exterior de mi decoro. Mudé el intangible ombligo por las voces secundarias del cansancio. Me acostumbré a la bicoca del prepago, y con una prótesis de desidia inicié el cascabeleo por los pasillos. Pronuncié alegatos sobre las apariciones al cuerpo de la extrañeza alojado bajo la piel que aguarda la herida, aparece y desaparece, roncha vanidosa que perfora las imágenes en recuerdos. Ponderé: nada de espejos, nada de reverberaciones a no ser la bicoca, el baile de mi aguja cosiendo la trenza umbilical a los terraplenes de mis respiraciones, mis deposiciones, al nacimiento de los ángulos donde las identidades mudan la dentición: nada de lechales, nada de encías inflamadas en lo advenedizo de vuestras sonrisas, nada de maquinismo en los caninos a no ser la bicoca, seguir el hilo de palomar con que coso la incapacidad a la insuficiencia en los afectos,

Trinidad Metafísica de La Costumbre

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Poesía Sergio Marín

Citation preview

Page 1: Trinidad Metafísica de La Costumbre

Trinidad metafísica de la costumbre.

Yo, casta, suicida en lo demiurgo de la batadoy de comer prosapia a los legrados que me suben la rodilla al pecho,maman de mi cocción las palabras de sus repertorios,la venia troncal, vecinal de los instintos a los que represento en calidad de costurera.Yo los coso a la migraña de mi boquete como enlaces para impartir el sacramento con el agua carnavalesca,y los hago eructar, en cuclillas, después de sorber el suceso del padre en el friso, las falsificaciones del ojo que se mueve por el lomo exterior de mi decoro.

Mudé el intangible ombligopor las voces secundarias del cansancio.Me acostumbré a la bicoca del prepago,y con una prótesis de desidiainicié el cascabeleo por los pasillos.Pronuncié alegatos sobre las apariciones al cuerpo de la extrañezaalojado bajo la piel que aguarda la herida,aparece y desaparece, roncha vanidosa que perfora las imágenes en recuerdos.Ponderé: nada de espejos, nada de reverberacionesa no ser la bicoca, el baile de mi agujacosiendo la trenza umbilical a los terraplenes de mis respiraciones,mis deposiciones, al nacimiento de los ángulos donde las identidades mudan la dentición:nada de lechales,nada de encías inflamadas en lo advenedizo de vuestras sonrisas,nada de maquinismo en los caninos a no ser la bicoca, seguir el hilo de palomar con que coso la incapacidad a la insuficiencia en los afectos,centralita de mis indefensiones,y mis disculpas por excogitar en el silencio de mis pagosla continuidad de los placeres.

Page 2: Trinidad Metafísica de La Costumbre

Fuí moza y barrueca, dormía siempre con un ojo abierto, perpetuo,hasta que hubo un golpe:un error a la hora de empomar al hijoy la entrada en la estridencia para darlo todo, por omisión, hasta la nostalgia.Preferí callar, pensar, sentarme sobre la presencia, imitándome;engordé de vacíoy me dediqué a la meditación, a la crónica del hijo en la gracia,el hijo recosido a mi muslocomo un Baco progresivo,tábano, horma de su fisonomía. Mal traducida, con el ojo trabado en el que abrió mi seno,con su coro de ancianos gritones, su tensión de espíritu,el meta padre,meta hijo del pespunte, apuntalé una intimidad entre baldosas.Madre progresiva,escondí la malformaciónen el espacio que deja la curiosidad sobre el cristal de la coincidencia,doblé la luz en bocas de lejanía,descansé sobre mi dibujo;cóncava, a medio camino entre el salmo y la descomposiciónlevadura de la costumbre,arrastré los pies por la cosa hecha;leve poro, migaja, a ritmo de génesis.

Page 3: Trinidad Metafísica de La Costumbre

La tercera dimensión, cruda,me miró, dueña de sus alcoholes,de sus visiones, agrimensora enfundada de obediencia, retocada en las aristas por las premoniciones acumulándose en el punto ciego de sus ojos,con el dibujo íntimoescapándose de la cánula,entre el cálculo y la fábula por los cenizales,sus reinserciones a las escombreras del parnaso para reordenar el fundamento de sus taras,la tercera inspiración, la estándar metafísica,con su hidrocefalia,su facultad poética,se aseguró un dominio psíquico,un lugar en la trinidad de la costumbre.

No hicimos uno,hicimos bocio, costumbre,contagiados por el manierismo de los sagrariosy la coronación de los muertos en los espaldaresdonde apilamos, fermentando la última pared,las noches grises, arrojadizas.No hicimos uno,renunciamos a la cuaresmapenetrados por la ausencia de calma,hicimos piñata, coágulo,triangulamos la salpicadura de las lloronasen un movimiento pendular de ojos;tres suplencias para la ambigüedad agorera, merma en los perfiles, tres hervores,tres alegorías por los márgenes del micro relato. No hicimos copia.

Con algo de vencido en el arrastre,disfrazados de señuelo,recurrimos al vacío como criaturas en renuncioque deponen su porfiria,su manía, tradición que trasciende y se abisma en la ceguera.