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ESTUDIOS SOCIALES Año XVII, Número 55 Enero-Marzo 1984 TRES DECADAS DE CULTURA DOMINICANA (BAJO EL SIGNO DE LA COMUNICACION MASIVA) JOSE LUIS SAEZ, S.J. INTRODUCCION Decía, hace'ya veinte años, el afamado pensador canadiense H. Marshall McLuhan que, "una vez que una nueva forma tecnológica se instala en un medio social determinado, no detiene su acci6n hasta que cada institución está empapa- da".1 Por eso, la aparición de nuevas formas de comunicación social en un medio determinado, conlleva la alteración de las formas de experiencia, de perspectiva mental, de expresión, y por supuesto, los patrones de convivencia, la articulación de nuestras ideas y, en fin, la conciencia social y poi (tica, para no mencionar la base económica de sustentación. 2 No es preciso ser un "macluhanita" más, para darse cuenta de la repercu- slon que han tenido en los últimos treinta años los medios de comunicación masiva en la cultura, en la conciencia poi ítica yen los patrones de relación social de gran parte del pueblo dominicano. Las "crisis" que han estremecido a la socie- dad dominicana de los años sesenta y setenta, quizás no se deban a la aparición repentina de nuevas tecnologías o al hecho de "querer solucionar problemas de hoy con las herramientas de ayer", como dec(a McLuhan, pero la expansión y acomodo definitivo de los medios de comunicación masiva, cargan con gran parte de la responsabilidad. El estudio del impacto de esos medios (prensa, radio y televisión, sobre todo), no ha sido lo suficientemente amplio, como para darnos una explicación coherente y satisfactoria del fenómeno en cuestión. Vale la pena, por tanto, observar el panorama cultural de la República Dominicana en la década de los ochenta, y plantearse la necesidad de un estudio serio que nos permita trazar el proceso seguido desde los años cincuenta, a la sombra o "bajo el signo" de la comunicación masiva. 69

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ESTUDIOS SOCIALESAño XVII, Número 55

Enero-Marzo 1984

TRES DECADAS DE CULTURA DOMINICANA(BAJO EL SIGNO DE LA COMUNICACION MASIVA)

JOSE LUIS SAEZ, S.J.

INTRODUCCION

Decía, hace'ya veinte años, el afamado pensador canadiense H. MarshallMcLuhan que, "una vez que una nueva forma tecnológica se instala en un mediosocial determinado, no detiene su acci6n hasta que cada institución está empapa­da".1 Por eso, la aparición de nuevas formas de comunicación social en un mediodeterminado, conlleva la alteración de las formas de experiencia, de perspectivamental, de expresión, y por supuesto, los patrones de convivencia, la articulaciónde nuestras ideas y, en fin, la conciencia social y poi (tica, para no mencionar labase económica de sustentación.2

No es preciso ser un "macluhanita" más, para darse cuenta de la repercu­slon que han tenido en los últimos treinta años los medios de comunicaciónmasiva en la cultura, en la conciencia poi ítica yen los patrones de relación socialde gran parte del pueblo dominicano. Las "crisis" que han estremecido a la socie­dad dominicana de los años sesenta y setenta, quizás no se deban a la apariciónrepentina de nuevas tecnologías o al hecho de "querer solucionar problemas dehoy con las herramientas de ayer", como dec(a McLuhan, pero la expansión yacomodo definitivo de los medios de comunicación masiva, cargan con granparte de la responsabilidad.

El estudio del impacto de esos medios (prensa, radio y televisión, sobretodo), no ha sido lo suficientemente amplio, como para darnos una explicacióncoherente y satisfactoria del fenómeno en cuestión. Vale la pena, por tanto,observar el panorama cultural de la República Dominicana en la década de losochenta, y plantearse la necesidad de un estudio serio que nos permita trazarel proceso seguido desde los años cincuenta, a la sombra o "bajo el signo" de lacomunicación masiva.

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Estas notas, a manera de ensayo, pretenden ser una especie de "aperitivo"para un estudio amplio sobre el tema. A modo de observaciones de un especta­dor neutral, no pretenden otra cosa que abrir avenidas de investigación que nosayuden a comprender mejor el cuadro actual de nuestra cultura y nuestra evolu­ción social.

LOS MEDIOS DE COMUNICACION MASIVA:RECUENTO DE TRES DECADAS

Aunque el periodismo se hab(a introducido en Santo Domingo en 1821,los verdaderos inicios del periodismo diario deben fecharse en 1872 con la apari­ción de El Porvenir, en Puerto Plata, y años más tarde con el Listín Diario(Santo Domingo, 18S9), y El Día (Santiago, 1891).

Desde que se inicia el siglo XX, y hasta que Trujillo toma el poder enfebrero de 1930, aparecen y desaparecen más de cuarenta publicaciones perió­dicas, tanto en la Capital como en las provincias. Durante los años de la tiranía(1930-1961), desaparecen prácticamente todos los periódicos, a excepción deLa InformacIón (Santiago, 1915), y se fundan dos: uno matutino (El CarIbe,1947), uno vespertino (La Nación, 1940), aparte de un semanario (La lIsta de lalotería), que era prácticamente el único periódico que circulaba los domingosdurante las décadas del 40 y 50, al menos en la tarde.

A partir de 1961, como consecuencia de la caída del régimen de los Truji­110, y la tenu~ apertura democrática, surgen nuevos periódicos. Reaparece, antetodo, el LIstín Diario el día 1ro. de agosto de 1963, después de veintiún años desuspensión, con el mismo formato standard, y prácticamente el mismo estiloperiodístico de principios de siglo. En 1966, aparece el segundo vespertino deeste siglo El Nacional de ¡Ahora!, empresa que editaba la revista del mismotítulo desde 1962. En 1970, la Editora del List(n Diario, saca a venta un nuevovespertino, Ultima Hora, y, tres años después, a causa de un conflicto en ElNacional, surge La NotIcia, también vespertino y en formato tabloide.

En 1971, aparece un nuevo periódico regional: en la ciudad de Santiago,se edita El Sol, en forl'Jlato standard. Sin embargo, acosado por problemaseconómicos, pronto se trasladará a la Capital, y adoptará el tamaño tabloide,aunque siga como matutino.

Por fin, en 1981, aparecen Hoy y El Nuevo Diario, que competirán con laprensa matutina tradicional, mientras en Santiago aparecerán y desaparecerán enmenos de un año, El Día (1981), y Ya (1982).

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De igual modo, las revistas periódicas han tenido una historia accidentada,sobre todo en las tres décadas que nos ocupan. Aparte de las que eran órgano dealgunas instituciones (Fuerzas Armadas, ayuntamientos, Cámara de Comercio,iglesias, etc.), las revistas comerciales dominicanas no lograron ambiente propi­cio durante las décadas del cuarenta y cincuenta. Por eso, circulaban profusa­mente los semanarios cubanos Bohemia y Carteles, aunque limitados, a veces,

por la censura de la tiranía3 Sólo logró mantenerse estable la revista católicaAmigo del Hogar, fundada en Santiago en 1942 com9 un Boletín Parroquial, ytrasladada en 1%8 a la Capital, que llegó a alcanzar una tirada de 26,000 ejem­plares en la década de los años sesenta.

A partir de 1962, en que surge la revista semanal iAhora! en Santo Do­mingo, aparecen un buen número ge publicaciones, algunas de vida efímera,otras de aparición cada vez más irregular. En resumen, en los últimos veinteaños, se pueden contar siete revistas literarias, dos de cine, siete universitarias,dos de economía, tres de ciencias sociales, cuatro de historia y antropología,tres de derecho, además de las revistas religiosas y "sociales".

En el campo literario, por ejemplo, se cuentan Testimonio (1963-65),Bloque (1973-74), Helios (1973-76), Letra Grande (1980- ), Scriptura(1980- ), Extensión (1981- ), Humanitas (1982- ), Cuadernos Siboney(1980- ), y Yelidá (1983- ).

En el campo poi (tieo, hay que destacar, sobre todo, a la revista Pol/tica:Teoría y Acción, fundada por el PLD en 1980, El Callejón con salida, también en1980, y otras de menor circulaci6n y regularidad. En el mismo campo poi ítico, yen lo que podríamos clasificar como "prensa alternativa" -algunos prefieren lacategoría más genérica de "prensa c1andestina"-, en los últimos cineo años hanaparecido, entre otras, las siguientes publicaciones periódicas: Hablan los comu­nistas (anteriormente en forma de revista con el título de Impacto Socialista),semanario fundado por el PCD en 1978, con una tirada aproximada de 56,000ejemplares; Fuerza Socialista, publicación quincenal, fundada en 1980 por elMPS, con una tirada de 9,000 ejemplares; Vanguardia del Pueblo, semanario delPLD, fundado en 1974, con una tirada de 90,000 ejemplares; Alborada Socia­lista mensuario del NCT, fundado en 1978, con una tirada de 7,000 ejemplares;El Socialista, mensuario del PS, fundado en 1978, con una tirada de 8,000 ejem­plares; Poder Popular, órgano del MUS, publicación quincenal, fundada en 1980,con una tirada de 6,500 ejemplares; Lucha, órgano mensual del PCT, fundado en1981, con una tirada de 7,000 ejemplares; Despertar, publicación quincenal delPACOREDO, fundada en 1972, con una tirada de unos 50,000 ejemplares; ElProletario, mensuario del OST, fundado en 1982, Ofensiva, publicación quin-

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cenal del SS, fundada en 1984, etc., sin contar los órganos de sindicatos (LaVoz, del SNPP, 1977), los periódicos de grupos políticos estudiantiles (ClarI­dad, 1981), semanarios católicos (Camino, 1981), y hasta los llamados "perió­dicos independientes'~, como El Periódico (La Romana, 1977), La Voz delSur (San Cristóbal, 1973), Caña Brava (1978), etc.

Entre las publicaciones periódicas de humor, hay que destacar, sobre todo,Cachafú, fundada en 1962 y prácticamente desaparecida en 1978. Recientemen­te se ha tratado de resucitar este tipo de prensa con la publicación periódica delas décimas El Pueblo se queja en verso, que aparecían en un vespertino, y la apa­rición del periódico Mundo Loco (Santo Domingo, 1984).

La radio se inició en Santo Domingo apenas seis años después que EstadosUnidos estableciese las primeras emisoras comerciales. La primera emisora domi­nicana fue HIZ (Santo Domingo, 1926), propiedad de un norteamericano quellegó al País con las tropas de ocupación en 1926, seguida por la estación HIX("Radio Atenas del Nuevo Mundo"), instalada en 1928 por el gobierno domini­cano.

En la década de los años treinta, ya pesar de las restricciones de la tiranía,se instalan ocho emisoras más, tanto en la Capital como en las ciudades del inte­rior. Así, aparecen La Voz del Cibao y Radio Gabino (Moca) en 1930, La Vozdel Trópico y HIG en Santo Domingo (1932), La Voz del Papagayo (1935) enLa Romana, La Voz del Oriente (1935) en San Pedro de Macorís, La Voz de laHispaniola (Santiago) y Radio Cristal (Santo Domingo, ambas en 1936, y, porfin, Radio Mil (Santo Domingo), en 1938.

En la década de los cuarenta, aparecen seis emisoras más, y, en 1960, yacuenta el País con treinta y seis emisoras. Entre 1965 y 1983, el número de fre­cuencias, tanto en AM como en FM, ha aumentado considerablemente, llegandoa la cifra de ciento veinte emisoras en AM y ciento dieciséis en FM, aproximada­mente, en todo el territorio nacional. Naturalmente, hay que aclarar que, entre laCapital y Santiago se reparten el 42.8 por ciento de las emisoras del País, mien­tras la zona Sur cuenta con el 42 por ciento, la zona Norte con el 48.2 porciento, y la zona Este, únicamente el 9.8 por ciento del total de emisoras estable­cidas en el territorio naciona\.4

En cuanto a la televisión, la historia se inicia a partir de agosto de 1952con la salida al aire de La Voz Dominicana, en el canal 4 de Santo Domingo, ysin más alcance que los 1,453 kilómetros cuadrados, que la Ciudad y sus alrede­dores abarcaban en esa época.

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A los seis años, en 1958, esa misma estación, propiedad del general JoséArismendy Trujillo, instala dos repetidoras: una en La Cumbre, y otra en elSanto Cerro, operando así los canales 9 y 2, Y cubriendo la zona central de laRepública.

En 1959, aparece en el canal 7 de Santo Domingo, Rahlntel, que, unosaños después, instalará dos repetidoras para ampliar su cobertura también a lazona central del País: una en el Santo Cerro (La Vega) en 1965, y otra en LaNavisa (Cotuí) en el canal 70 de UHF.

En 1969, Santiago aloja el primer sistema de televisión en color, con la ins­talación del canal 9 (Color Visión) en el salón de un hotel, para trasladarse en1973 a la Cap ital, operando los canales 9 y 2, mientras Radio TelevisIón Domini­cana (la antigua Voz Dominicana, que ha cambiado ya dos veces su nombre),toma los canales 5 y 12 para cubrir el Centro y la parte Este del territorio domi­nicano.

En 1973, empieza a operar el primer canal de UH F (si se exceptúa el repe­tidor de Rahlntel en La Navisa). Se trata del canal 30 de Telelnde (Santo Domin­go), que, a los pocos meses de transmisión, consigue pasar a la banda de VHF, yoperar el canal 13.

Por último, y cuando casi todos los canales han hecho la conversión a color,sale al aire en 1978, Telesistema Dominicano (Canal 11), propiedad, unos añosdespués, del Bloque iAhora!. Un año después, a mediados de 1979, la Editoradel Caribe, C. por A., inaugura Teleantillas en los canales 2 y 13, para cubrirSanto Domingo y la zona central, respectivamente.

Las cifras más conservadoras, calculan que hay unos veintitrés (23) apara­tos de televisión por cada mil habitantes. Se sabe que hay aproximadamente299,896 hogares con un televisor, por lo menos, y que sólo en la Capital hay121,760. Esto, sin contar los hogares que tienen un aparato de videotape o losque se han suscrito a una de las tres empresas que transm iten televisión por cabledesde 1983 -dos en la Capital, y la que acaba de iniciar en menos escala sus ope­raciones en Santiago.

En cuanto al cine, que empezó a explotarse como espectáculo comercial en1908, el País cuenta con unas ciento veintisiete salas permanentes, con un totalaproximado de 61,507 butacas. Sólo la Capital, con más de un millón dehabitantes, cuenta con sesenta y cinco (65) salas, mientras Santiago tiene diecie>­cho (18).

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La asistencia promedio a las salas de cine es de unos 25,760 espectadoresdiarios en todo el País, lo que arroja un ingreso de más de 24,000 pesos diarios,producto de unas ciento treinta y siete sesiones en dos o tres tandas diarias. Aun­que los cálculos varían de año en año, los dominicanos de la zona urbana asistenal cine un promedio de 3.52 veces al año, con una inversión aproximada de 3.28pesos.

Como es de suponer, a partir de la Segunda Guerra Mundial, el cine norte­americano dominó el mercado dominicano. Por eso, el 78 por ciento, aproxima­damente, de las ciento cincuenta y seis (156) pel ículas que se estrenan anual­mente en Santo Domingo, son de los Estados Unidos o distribuidas por firmasmultinacionales de ese país, como Columbia Pictures, Warner Bros., Paramounto 20th Century Fox. Siguen en importancia las producciones mejicanas y las dela China Nacionalista, que componen la programación de las salas más popula­res de las zonas urbana y rural. Algunas distribuidoras menores, especializadas encine de los países socialistas, sobre todo de Cuba, Hungría, Checoslovaquia y laUnión Soviética, han abierto el panorama que se le ofrece al espectador domini­cano en la década de los ochenta.

Después de haberse estancado para siempre la producción cinematográficadominicana en la década de los años veinte, ha cobrado inusitado auge en losúltimos diez años la pequeña industria del cine publicitario y documental eincluso del cine industrial y turístico. La producción promedio en ese renglónno pasa aún de seis o siete mediometrajes anuales. Sin embargo, es cada vezmayor la cantidad de cuñas publicitarias en videotape que se realizan en el paíse incluso para la exportación.

LA COMUNICACIONCOMO VARIABLE SOCIAL

Es obvio que los medios de comunicación masiva, a partir de la década delos cincuenta, han experimentado una expansión de grandes proporciones, sobretodo si se compara con la lenta evolución de los medios tradicionales en las pri­meras décadas del siglo XX. Sin embargo, esta'difusión de los medios masivos nosignifica que éstos influyan de inmediato en la educación, la manera de ser o lavida de relación del pueblo dominicano.

Tanto la prensa, como después la radio y la televisión, fueron -y aún sonen cierta escala- exclusividad de ciertos grupos sociales de las zonas urbanas delPaís. En el caso de la prensa, dado el alto índice de analfabetismo, incluso des­pués de la aparatosa "Campaña Trujillo de alfabetización total", de 1955, y el

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escaso poder adquisitivo de buena parte de la población, se entiende que la com­pra o lectura de los dos periódicos que existran en la década de los cincuenta, noestaba al alcance del pueblo, y que, incluso la escasez de vías de comunicación,reducía su circulación y su tirada. Recuérdese, además, que los periódicos domi­nicanos no dispusieron de teletipos para la recepción de las noticias extranjerashasta el mes de julio de 1952, lo cual nos da un asomo de su calidad y valorinformativos, dentro de la prensa moderna.

En el caso de la radio y la televisión, dada la escasa electrificación del Paísen la década de los cincuenta, ocurrió el mismo fenómeno que con la prensa.5

Sólo la introducción de los radio-transistores portátiles en la década de los añossesenta, hizo posible la expansión de la radio, y la puso al alcance de la granmayoría de los dominicanos. Sin contar la cantidad de receptores que se intro­dudan al país sin control aduanero, se calculaba en 1971, que, por lo menos, el81.7 por ciento de las familias dominicanas poseía un aparato de radio.6

Aunque el cambio en los patrones de vida de la sociedad urbana reque­riría de un estudio sociológico amplio, para detectar hasta qué punto la expan­sión de los medios de comunicación masiva ha sido responsable, podemos aven­turar una serie de conjeturas o "porqués", que nos ayuden a definir mejor el pro­ceso seguido por la sociedad dominicana en estos últimos treinta años. Sin duda,algunos cam bias detectables se han dado, sobre todo, en el área poi ítica -másbien, de la "conciencia" política-, y en el área del comportamiento social, queincluye la vida de relación y los patrones de consumo. Y, precisamente, en esasáreas se centran las notas que siguen.

EL DESPERTARDE LA CONCIENCIA POLlTlCA

No cabe duda que el regreso de los primeros exiliados poi íticos en julio de1961, y la caída definitiva del régimen de fuerza de los Trujillo, a fines de esemismo año, contituyó un espectáculo insólito para los dominicanos de las zonasurbanas que tenían más fácil acceso a un medio de comunicación masiva como latelevisión.

Después de tres décadas de tiranía, y la consiguiente falta de información,el televidente y el radioescucha dominicano descubrió un mundo nuevo, cuandovio en la pantalla, y por primera vez, expuestos a las miradas de todos, a los per­sonajes más destacados de la política de oposición, que habían hecho su carre­ra en el exilio y eran prácticamente innombrables, como Juan Bosch, AngelMiolán o Juan Isidro Jimenes Grullón.7

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Los programas de.entrevistas o de panel, ganaron de la noche a la mañanael favor de los espectadores dominicanos de los años sesenta, que fUeron desmi­tologizando, poco a poco, a los políticos e incluso a la política, aunque la reali­dad histórica de los cinco años siguientes frustrase pronto sus expectativas deautoexpresión y participación política.

La proliferación de programas de ese tipo, y, sobre todo, la ampliaciónde los noticieros de televisión, y el uso del videotape a partir de los años seten­ta, ha hecho crecer en el pueblo de las zonas urbanas una conciencia poi íticacada vez más notable, aunque el fenómeno no esté suficientemente definido niacompañado de una formación ideológica clara o concreta. Basta con sentarsecualquier noche a ver los interminables "reportajes", de ínfima calidad informa­tiva y técnica, del canal 13 (Telelnde, Santo Domingo), para darse cuenta deldesarrollo que ha experimentado la "conciencia poi ítica" del pueblo marginadode Santo Domingo. Dado el aumento en la tenencia de receptores de televisióndesde la década de los años sesenta, el pueblo de los barrios periféricos de laCapital -lo mismo ha sucedido en Santiago-, sabe la difusión que tiene suopinión a través de un medio de comunicación masiva, y lo que supone el hacervaler su opinión en protesta contra el ayuntamiento, el alto costo de la vida o lasdeficiencias del transporte. El pueblo dominicano de las zonas urbanas ha apren­dido bien lo que son los medios de comunicación masiva y el papel que juegan enla acción política.

El mismo fenómeno se ha dado, en proporción quizás mayor, aunquemenos aparatosa, en el caso de la radio. Además de los noticieros, tanto los de lasemisoras de la Capital, como los noticieros "menores" de las ciudades del inte­rior, con proyección a la zona rural, la radio dominicana ha facilitado, en algunos

casos, un canal de expresión popular de probada eficacia. Desde los simples "ser­vicios sociales" de Radio Guarachlta (HIAW, Santo Domingo), hasta los progra­mas de educación no formal de Radio Santa María (HIDV, La Vega) o RadioEnrlqul/lo (HITS, Tamayo), entre otras, hay una amplia gama de posibilidadesde comunicación "alternativa", por así decirlo, que el pueblo dominicano de lac1asé baja ha sabido utilizar con sabiduría.

Un programa como "Universidad para todos" (Radio Santa Marta), que senutre, en gran parte, de las grabaciones real izadas en visitas a comunidades rura­les, en las que se exponen quejas, problemas y vivencias, tanto en forma de socio­drama, como en décimas o en simples "denuncias", han contribuido a crear unaactitud social y política muy diferente a la propia de la década del cincuenta,sobre todo, con respecto a la poi ítica y a los "poi íticos". Ante todo, ha servidoel medio para trazar una línea divisoria entre las "clases sociales" -por muy sim-

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plista que parezca el término-, aunque ese uso de la radio no haya hecho másque provocar que aflorase lo que ya estaba latente en la década de los cincuenta.

Es preciso mencionar que la concientización poJític~ del pueblo a travésde la radio, tuvo su empuje inicial con la labor desarrollada por el Profesor JuanBosch en sus charlas radiales de la campaña electoral de 1962. Como él mismoexplica en el cap ítulo VIII de su obra Crisis de la democracia de América en laRepública Dominicana, el vocabulario popular, sin necesidad de caer en la chaba·canería, el marcado interés en hacer asequibles al entendimiento del puebloconceptos tan abstractos o técnicos como la democracia representativa, el estadoo las clases sociales, hicieron que los dominicanos, verdaderamente marginadosde toda decisión política, empezaran a recibir lo que realmente necesitaban yquerían: una voz que les devolviera la voz perdida.8

A pesar del valor que tiene para el carácter y la cultura de ra(z latina elcontacto -y hasta el tacto-- personal en las relaciones sociales y poi íticas, Boschsupo que había una "lengua nueva" que era preciso explotar. Los discursospomposos, la oratoria decimonónica, romántica e incomprensible para granparte de la población, no servía más que para alejar al político de sus poten­ciales votantes, por muchas manos que estrechasen, muchos niños que besaseny muchas ancianas que abrazasen. La radio, que aún era un juguete atractivoy novedoso, y esa "nueva lengua" que dominaba a la perfección Juan Bosch,eran más eficaces en el acercamiento, hasta a aquéllos que se mantenían inde·cisos o con la frialdad propia de quien apenas ha rebasado treinta años de tira·nía.

Un resultado obvio, y una señal de la apertura democrática irreversiblede los años sesenta, ha sido el surgimiento de la sátira poi (tica, tanto en las "cari­caturas editoriales" de la prensa, como en la actuación de los caricatos en radio ytelevisión, imitando a los políticos o a los funcionarios públicos. La sátira polI'·tica,propia de la prensa y hasta del teatro dominicano de principios de siglo, havuelto a cobrar vigencia como desmitologizadora de la política y, con el tiempo,hasta de la misma Historia.9

NUEVOS PATRONESDE RELACION SOCIAL

Aunque los cambios promovidos o apoyados por los medios de comunica­ción masiva en lo social, no pasen de ser "modas", y su corta duración no afectenecesariamente los patrones de conducta de los dominicanos de la zona urbana,

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no por eso debemos dejarlos pasar sin conjeturar su importancia y, posterior­mente, estudiar su influjo.

El cine y la televisión, en mayor grado que la prensa o la radio, han contri­buido, a su modo, al proceso de modernización que irrumpió en la vida domini­cana en los últimos veinte años del siglo XIX, y que se inició prácticamente conla reintroducción de la industria azucarera. 10

Desde 1909, en que se instala la primera sala permanente en Santo Domin­go y comienza su arraigo como espectáculo, el cine reforzó los patrones extranje­rizantes de valoración social del dominicano. Basta con repasar la prensa o lasrevistas "de sociedad" de los primeros años del siglo, para ver qué actores o actrj­ces gozaban del favor y la admiración de la "pequeña burguesía" que asistía a lostres o cuatro cines de la Capital.'1 Al ver después las fotografías de las revistaso leer las crónicas sociales, se comprueba cómo los peinados, los vestidos y hastalos ademanes y poses son remedos de los "modelos" cinematográficos de laépoca.

El perfeccionamiento del medio, sobre todo en las décadas del cuarenta ycincuenta, influyó también en la "americanización" del lenguaje, como dice elhistoriador Moya Pons que había ocurrido en los años diez con la introducciónde marcas de fábrica en inglés y la consecuente publicidad.'2

Un conocimiento más detallado de la vida familiar norteamericana a tra­vés de algunos filmes de la década del cincuenta -Rebelde sin causa ("Rebelwithout a cause", Nicholas Ray) y Semilla de maldad ("Blackboard Jungle",Richard Brooks), ambos de 1955-, abrió a la juventud de la clase pequeño­burguesa urbana nuevas formas de relación familiar y de comportamiento sexualy hasta religioso. Lo mismo había sucedido en las dos décadas precedentes,aunque en otro aspecto, con filmes como Lo que el viento se llevó ("Gane with

the wind", 1939), de Victor Fleming, o Rebecca (1940), de Alfred Hitchcock. 13

La decoración interior, el tipo de mobiliario, los aditamentos del hogar, y, porsupuesto, el vestuario y el vocabulario, sufrieron ciertos cambios bajo el influjodel "mundo" que retrataban las películas, una vez que la participación políticaestaba vedada a la juventud dominicana de los años cincuenta, y las avenidas deesparcimiento o deporte eran un tanto estrechas.

En la década de los sesenta y setenta, no cabe duda que el nuevo cineromántico norteamericano tuvo cierto arraigo entre la juventud urbana de nues­tro país. El éxito de Love Story (Arthur Miller, 1970), por citar un ejemplo, con­lleva también la adopción de ciertos cambios, aunque sean epidérmicos, en la

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vida de relación de la pequeña burguesía urbana. En el matrimonio, se adoptacomo fórmula de votos la que usaban los protagonistas del filme, y hasta enbodas eclesiásticas se interpreta al órgano la partitura de Francis Lai, que servíade tema al filme en cuestión.

Algunos psicólogos y sociólogos han establecido también cierta relaciónentre el cine y la televisión de los años setenta, y los patrones de comportamien-to sexual, sohre todo en el caso del embarazo en la adolescencia. Aunque seríapreciso una investigación más concreta, el aumento que ha experimentado eseproblema en nuestro País, dicen los expertos, ha sido reforzado por un mediosocial sobresaturado de sexo, y, en particular, por el "bombardeo sexual" de losmedios de comunicación social. 14 Sin embargo, hay que confesar que un por- ,centaje elevado de la programación de nuestras salas de cine y canales de televi­sión, acusa más violencia formal que sexo, y, si a eso se suma la violencia típicade nuestra vida política, habría que decir que el medio social está sobresaturadode ambos elementos.

La aparición de los juegos de video, en el caso de los niños y adolescentes,y la introducción de la televisión por cable, son dos variables que merecen aten­ción en un estudio de la sociedad y la cultura dominicanas de estos últimos dece­nios. Un psicólogo podría aclarar los efectos que los juegos de video tendrán alargo plazo en la capacidad intelectual, margen de retención o hábitos de estudiode la población joven. Quizás es demasiado reciente el hecho, para poder calibrarsu repercusión. Pero, también hay que reconocer que no es un fenómeno aislado,sino que aparece como secuela de un tipo de filmes de ciencia-ficción, propios dela década del sesenta, la proliferación y asequibilidad de computadoras en minia­tura, y hasta el famoso cubo Rubik. Sólo dentro de ese contexto, que es tam­bién sintomático del paso al siglo XXI, tiene pleno sentido.

La instalación de la televisión por cable, y la consiguiente accesibilidad aunos veinte canales norteamericanos en un buen número de hogares de la Capi­tal, supone un paso más en el proceso de extranjerización de que hablábamosantes, citando un trabajo de Moya Pons, sin entrar en el problema de transcul­turación continua que todo esto supondría a la larga.

La adopción sumisa de "estilos de vida" importados y servidos en casa, pordecirlo así, traerá como consecuencia una igualación social entre las clases mediaalta dominicana y su equivalente norteamericana. Es decir, dentro de unos años,en el aspecto cultural y de comportamiento social, la brecha entre las clasessociales dominicanas será más ancha, mientras las "homónimas" norteamericanay dominicana se acercarán más y más.

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Si a todo esto unimos el estilo publicitario de los últimos diez años, cadavez más sofisticado e ideologizado, no es dif(cil ni aventurado decir que se hapuesto ya en marcha -quizás la guerra civil de 1965 fue el punto de partida- unproceso de desarraigo nacional, sobre todo, en el seno de las clases que antesagrupábamos con ligereza en la "burguesía criolla". Y, como decíamos respectoa los juegos de video, el fenómeno no es algo aislado. La publicidad de los seten­ta y ochenta refuerza el consumismo que se inició en los sesenta con la instala­ción de los supermercados y los centros comerciales, que desplazarían poco apoco a la pulpería y el ventorrillo, trasplantes de la economía rural a la urbana,cuando la diferencia entre ambas no era aún tan marcada.

BALANCE PROVISIONAL

No se puede negar que el panorama de los medios de comunicación masivaha variado considerablemente en los últimos cinco años, mientras el panoramapolítico sufría también ciertos cambios de perspectiva. A la hora de buscar unasalida al continuismo en las elecciones de 1978, la cultura dominicana había lle­gado a un punto de ebullición que acusaba un marcado interés por el pasado his­tórico desmitologizado, el estudio y difusión del folklore mestizo, el incremen­to de las publicaciones de todo tipo, el "boom" de la literatura joven, e inclusola expansión de la industria de la cultura. 15

Sin embargo, en otro orden, estaba aún latente la experiencia de la tiran­nía, las frustraciones de la guerra de 1965, y, en fin, la desgana política, conse­cuencia lógica de ambas. El pesimismo histórico, de que tanto se ha habladodesde 1896, en que aparece enunciado por J. R. López, seguía manifesÍándoseen el vocabulario reflejo y en la obsesión caudillista, a pesar de que una granmasa cobrase conciencia política y abandonase su pasividad providencialista.

La dependencia económica y la ubicación geográfica forzaron a la 'nacióna plegarse a una fórmula política comprometida, aunque la opción de cambiosocial tuviera otra cara, y hasta se contemplasen, en los últimos diez años, tan­to la opción revolucionaria como la militar. 16

Si es verdad que "la misión de los medios de comunicación debe estar diri­gida a promover el desarrollo de la burguesía independiente", 17 podríamos decirque, tanto la prensa como la televisión y la radio, han contribuido a su modo, enlos últimos tres decenios, a definir mejor la línea divisoria entre la clase media ysus estratos, y la clase baja.

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En el orden cultural, sin embargo, ya pesar de la aparente democratizaciónde la enseñanza, sigue vigente el doble standard -cultura nacional y cultura po­pular-, aunque a veces sea mejor decir culturo del consumo y culturo de la po­breza, sobre todo tratándose de la zona urbana.

A no ser que la investigación en esta área sea una tarea permanente desociólogos, psicólogos y teóricos de la comunicación social, no podemos prede­cir en qué clase de sociedad desembocará el pueblo dominicano en su marchahacia el siglo XXI. Una vez que se trata de un proceso irreversible de moderni·zación, no es aventurado pensar que la cultura y la sociedad dominicanas, bajo elsigno de la comunicación masiva, plantearán, cada vez con mayor exigencia, unreto al que sólo un nuevo modelo de educación y de participación política po­drán hacer frente. De lo contrario, habrá un continuo rompimiento entre la es­trechez de nuestra realidad social y la amplitud de nuestras aspiraciones, porque,como decía Marshall Mcluhan, seguiremos queriendo resolver los problemas delmañana con las herramientas del ayer.

NOTAS:

1.

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8.

Marshall McLuhan, Understanding Media: The extel1lions of Man. 3ra. ed. New York:New American Library, 1964. pág. 161.

M. McLuhan, La Galaxia Gutenberg: Génesis del Homo Typographlcul. Madrid:Aguilar, 1969. pág. 12.

En varias ocasiones, el correo retuvo ambas revistas por el humorismo poi ¡tico criticoQue contenían. Otras, un funcionario del correo se encargaba de borrar con unacuchilla de afeitar el nombre de Juan Bosch de los artículos Que el poi ítico publicabaen Bohemia. Cuando la firma era la del Dr. Juan Isidro Jimenes Grullón, evidente­mente más larga y difícil de raspar, la revista era retenida en el correo.

Cfr. Amable García, "¿Cómo realiza sus funcionas la radio dominicana?". EstudiosSociales. n. 23 IJulio-Septiembre 1973). pág. 146-147.

Aun hoy, en 1984, s610 el 35 por ciento del País está electrificado.

Ezequiel García y A. Ramírez, Informe final del estudio sobre valores y actitudes .delos jetes de familia respecto al mejoramiento de los niveles de vida en la RepúblicaDominicana. Santo Domingo: UNPHU. 1971. pág. 36.

Cfr. J. L Sáez. "Muestreo de televisi6n extranjera: Santo Domingo". Resafia (Ma­drid), n. 88 lSeptiembre-Octubre 1975), pág. 35.

Juan Bosch, Crlsil de la Democracia de América en la República Dominicana, 2da.oo. México: CED5, 1965. págs. 80-89.

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9. La labor de caricaturistas como Roger Estévez, Daddy, Mercader, Harold Priego, yla de caricatos como Freddy Beras Goico y Milton PeJáez, entre otros, ha contribui­do a esa apertura a la sátira potrtica refrescante.

10. Frank Moya Pons, "Urbanización y cambios en la República Dominicana", en E...yos sobre cultura dominicanL Santo Domingo: Museo del Hombre Dominicano,19S1. pág. 217.

11. En el mes de enero de 1923, en los cines Colón e Independencia, se celebró un concu­rrido y rei'lido concurso sobre "la superioridad de las actrices Norma y Constance Tal­rnadge", y ganó en popularidad entre el público capitalei'lo Norma Talmadge. L1sdnDiario /Enero 4, 1923), pág. S.

12. F. Moya Pons. op. cit., pág. 223.

13. El influjo del vestuario de Rebecca, se notó hasta en la profusión con que se lanzaronal mercado en Espai'la yen otros países de hebla espaf'lola, abrigos ligeros de lana paradamas, precisamente con el nombre de "rebecas", e imitando el que usaba la protago­nista en la petrcula de Hitchcock.

14. Eisa Expósito, "Sombardeo Saxual de Medios de Comunicación influye an los emba­razos de adolescentes", El Sol /13 Marzo 1975), pág. 7.

15. Es preciso añadir el surgi(Tliento desproporcionado de oentros de educación superior o"universidades al vapor", en una carrera alocada por obtenar un título que sirva detrampol rn de ascenso social o para alargar la espera de una oferta de trabajo en unmercado que no tiene cabida para un simple egresado de la escuela secundaria.

16. Acerca de las opciones polfticas de los alias setenta, véase la obra de Eduardo Lato­rre, Política dominicana contemporánea. Santo Domingo: INTEC, 1975. págs. 349­359.

17. "Víctor Livio Cedeílo sostiene: Medios de comunicaci6n deben promover desarrollode burguesía independiente", El Sol/Abril 4, 1975), pág. 22.

BIBlIOGRAFIA

A continuación, se incluyen las obras principales sobre el tema Comunica­ción y Sociedad Dominicanas, entre las publicaciones más recientes.

Alvarez Vega, Bienvenido. Prensa escrita y estructura de poder en la República Dominicana.Santo Domingo: Alfa y Omega, 19S3. 214 páginas.

Presentado como tesis en el Departamento de Comunicación Social de la U.A.S.D., eltrabajo de Alvarez Vega constituye uno de los mejores aportes al problema de losmedios de comunicación social y su base económica V política. Aunque se circuns­criba al caso de la prensa, no deja de ser iluminador para comprender el caso de otrosmedios masivos en la República Dominicana.

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Galíndez, Jesús de. La Era de Trujillo: Un estudio ClIIUrstico de dictadura hispanoam.rana.3ra. &d. Santiago de Chile: Editorial del Pacífico, 1956.455 páginas.

A pesar de haber cumplido ya más de veinte ai'los, la obra de Galíndez sigue siendomaterial de apoyo para la comprensión del aparato de poder de una tiranía como lade Trujillo, y el papel que desempei'laron en ella los medios de comunicación masiva.

Mejía, Luis F. Da Lilís a Trujlllo. Santo Domingo: Editora de Santo Domingo, 1976. 353páginas.

La reedición de esta obra, constituye otro material de base imprescindible para el aná­lisis de la tiranía de Trujillo, sobre todo, los cap (tu los dedicados a la cultura y la pren­sa en los días precedentes a la instalación del régimen de Trujillo.

Pérez Sánchez, José. "La prensa durante los primeros ai'los de la Era de Trujillo", EME EME,vol. 11, núm. 7 (Julio-Agosto 1973). págs. 61-138.

Uno de los mejores trabajos de Investigación histórica sobre la actitud de la tiranía deTrujiJIo frente a la libertad de prensa, y el uso que supo hacer de ella para el aparatoIdeológico del Estado.

Rosario García, Amable. "¿Cómo realiza sus funciones la radio dominicana?", EstudiosSociales, allo VI, n. 3 (Julio-Septiembre 1973), págs. 143-158.

Un buen estudio de les funciones sociales de la radio, a base de una encuesta, sobretodo, en las emisoras de la zona rural del centro-oeste de la República Dominicana.

Sáez, José Luis. Historia de un sueño importado: Ensayos sobre el cine en Santo Domingo.Santo Domingo: Ed. Siboney, 1982. 211 páginas.

La primera obra de su género que estudia la aparición y desarrollo del cine comoespectáculo en la República Dominicana, al tiempo que lo enmarca en el ambientesocial y la cultura de principios de siglo.

---o "Morfología de un género de consumo: La Telenovela", Estudios Sociales, año VI,n.1 (Enero·Marzo 1973), págs. 23-37.

Un estudio de la telenovela en general y su papel en la sociedad dominicana de losalias setenta, sobre todo en cuanto a su capacidad alienante.

Vega, Bernardo y otros. Ensayos IObre cultura dominicana, Santo Domingo: Museo delHombre Dominicano, 1981, 248 páginas.

Una buena colección de conferencias sobre la cultura dominicana en diferentes eta­pas de su formación. Para el tema que nos ocupa, destaca sobre todo el ensayo sobreel proceso de modernización, obra del historiador Frank Moya Pons, citado en eltexto.

Villaverde, Alberto (ed.) La comunicación IOcial en les leyes dominicanas. Santo Domingo:SEPCOM, 1979, 120 páginas.

Una recopilación de todas las disposiciones legales relativas a la prensa, la radio yelcine, desde la época de la ocupación militar norteamericana (191&1924) hasta nues­tros días.

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---o Juventud y medios de comunicacl6n social en República Dominicene. Santo Domin­go: CICOS, 1976.24 páginas.

Ponencia presentada en el seminario "Juventud dominicana: presente y futuro",patrocinado por las Naciones Unidas en Santo Domingo. Interesante llStudio. dentrode su brevedad, sobre el papel de los medios de comunicación mesiva en la conforma­ción de la juventud de un país subdesarrollado y dependiente.

Whit8, Robert. Un modelo alternativo de educac16n básica: Redio Santa Maria. Pads:UNESCO, 1978. 132 páginas.

Un estudio sobre el impacto de una emisora de corte popular-participativo en la crea­ción de liderazgo comunitario en la zona cantral del Pa{s.

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