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Trayectorias de dolor y resistencia XXVII Despertar la conciencia y construir la

Trayectorias de dolor y resistencia XXVII · Dios instrumentos de vientos, trompeta, trombón, bombardino, y pertenecí a la banda de música del [pueblo]". No obstante, sin ... En

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Trayectorias de dolor y resistencia

XXVII

Despertar la conciencia y construir la

Trayectoria de vida

“Dios hizo un milagro en mi vida”:

La vida de un músico que encontró en la religión una manera de

enfrentar las vicisitudes del conflicto armado interno colombiano

Ida y regreso: entre navíos, música y adicción.

Él nace en un pueblo pequeño del departamento del Cesar. Tiene a cuestas

casi medio de siglo de vida y pareciera tener fuerza para medio siglo más. Es

sonriente y de buen humor, saluda apretando la mano y mirando a los ojos, si su

interlocutor es un desconocido se presenta con nombres y apellidos completos,

habla con sencillez y seguridad, y no se despide sin decir un "Dios te bendiga".

"Nací en un hogar muy humilde", dice al comenzar su relato. Su padre, un

agente viajero que llega al referido departamento para probar suerte en un

concesionario de carros, termina por montar una fábrica de jabones y perfumes.

Hace un poco más de cuarenta años, este mismo señor arriba al pueblo donde

habría de nacer el narrador de esta trayectoria de vida, no obstante, su llegada no

fue ni como vendedor de coches ni como empresario de cosméticos, sino como

dueño de una fábrica de muebles: "Porque él es polifacético", dice el entrevistado

entre risas a propósito de su padre; y es que razón tiene, hoy por hoy su papá, en

virtud de ese polifacetismo, es médico homeópata y se ha desempeñado en el

pueblo como líder comunitario y gestor cultural.

De esta actividad cultural de su padre reconoce haber adquirido el gusto por

la música, como por los espacios propicios para cultivarla: "toco por la gracia de

Dios instrumentos de vientos, trompeta, trombón, bombardino, y pertenecí a la

banda de música del [pueblo]". No obstante, sin siquiera él mismo advertirlo,

además de la inclinación por el folclor y la cultura, ha recibido de su padre también

el legado del trabajo comunitario, que se hace evidente en la sostenida lucha que

viene efectuando por los derechos de las víctimas y otros sectores marginados, a

pesar, incluso, de su propia victimización, como lo veremos más adelante.

Su madre biológica como él la llama, muere en circunstancias confusas

cuando él todavía es niño. Con ella su padre tiene tres hijos antes de separarse:

él, una hermana que muere con tan solo once años de edad y un hermano que

está desaparecido. Su otra madre, que él denomina la madrastra, a la que

identifica plenamente con todos los afectos que un hijo puede tener hacia una

madre, la conoce a los cuatro años de edad; de la relación de ella con su padre,

obtiene cuatro hermanos más: tres hermanas y un hermano de crianza.

Después de pertenecer a la banda musical del pueblo, hace el salto, por allá

en 1987, a la banda departamental. Estando allí, "salió un anuncio que

necesitaban músicos que fueran suboficiales, y bueno, llamé y me inscribí, y sí,

pasé el curso, y me dieron esa oportunidad de ser suboficial [suprimido] en los

años de 1989". Una vez ingresa es trasladado a Leticia, Amazonas, donde reside

tres años y conoce a la madre de sus tres hijos. Al cabo de estos tres años pide la

baja, aconsejado por un Capitán que le advierte sobre su posible despido si sigue

en la indisciplina relacionada principalmente con el licor. Tras esta decisión, parte

de Leticia junto con su esposa a la ciudad de Bogotá. Allí se dedica a lo que su

padre no quería que se dedicara: la música.

[...] porque uno en la vida no aprende… de pronto se deja llevar uno de

costumbres y tradiciones y caí en el error de tomar trago, mi papá inclusive él no

quería que yo fuera músico, él quería que yo fuera médico, y bueno, a mí me

gustó la música… yo después descubrí por qué él no quería que yo fuera músico;

claro, porque es que el trago estaba ahí mismo, y los vicios. Entonces, hoy día

pues me doy cuenta de eso, de tal manera que pudo más, pudo más… el vicio

del trago que la razón.

No obstante, en Bogotá, el asunto de la adicción toca fondo. Allí se dedica en

un primer momento a hacer reemplazos en orquestas y grupos musicales y de

este modo se relaciona y toca con Pacho Galán, Lucho Bermúdez, Los

Tupamaros, entre otros. Posteriormente, en la misma ciudad y dentro de la

actividad musical, se consagra al emprendimiento: "entonces fui empresario,

vendía las agrupaciones como papayeras, orquestas, vallenatos, música de

tríos… allá hay un lugar que se llama La Playa en Bogotá, que es en Chapinero,

eso es en la Caracas con 55, entonces yo ahí más o menos duré unos ocho años

ahí en ese sitio trabajando en eso". En medio de este roce social el alcohol y el

azar lo van consumiendo. Su esposa no puede soportar más este estilo de vida y

se separa de él, situación que lo lleva al borde del Salto de Tequendama en una

depresión suicida. Intenta arrojarse al vació en tres ocasiones, pero como él

mismo dice, "por la gracia de Dios pues no ocurrió nada". No obstante, la caída

vino por otro lado:

Como seguía en lo de la música y pues tocando y tomando, entonces un día un

compañero músico me dijo que por qué estaba deprimido, que por qué no me

ponía más alegre, entonces me brindó una sustancia blanca, pues no conocía

cuando eso, hoy día sé que es perico, perico, cocaína, y yo absorbí eso, de

verdad que cuando vine a ver yo estaba en la calle del Cartucho.

Aunque su estancia en esta famosa y triste calle capitalina es de tan solo 25

días, es tiempo suficiente para experimentar, además del perico, el bazuco, la

base de coca, el quemaduro, el cochorno, la pipa, “cuanta droga había, menos

inyección”. Hundido en tan lamentable situación, encuentra, dentro de la misma

calle, a un paisano suyo en la misma condición. Éste, paradójicamente, le motiva

para que salga pronto de allí:

¿Oye tú no eres hijo de [nombre del padre], que haces aquí metido? Yo si soy

drogadicto, porque yo llevo diecisiete años en este problema, pero para la gloria

de Dios me quedan tres tabaquitos, me queda el del desayuno, el del almuerzo y

el de la cena” [risas], y entonces me dice: “Pero tú, tú eres hijo de una gran

persona que fue [cargo de su padre en el pueblo] un señor consejero, una gran

familia, en el nombre de Jesús vete de aquí, no te vayas a quedar aquí que te

vas a arruinar, te vas a volver una porquería”; a mí se me salieron las lágrimas

cuando él me dijo así.

Como empujado por esas palabras, al otro día sale del Cartucho. Busca

ayuda con un antiguo compañero quien lo sustenta por un mes y le ayuda a

conseguir los tiquetes para retornar a su pueblo natal. Vuelve a pisar las tierras del

Cesar un 4 de mayo de 2001. El recibimiento corre por cuenta de los palos de

mango del aeropuerto local: "Miro hacia los lados míos y veo ese poco de palos de

mango, vea y si yo no me comí cincuenta mangos [risas], eso fue una cantidad de

mangos que me comí, vea pero eso era una hambre vieja, pero era por el vicio".

Evangelio y rehabilitación: la experiencia espiritual como motor de

transformación

Una vez instalado en el pueblo, su papá, de quien como dijimos, es médico

homeópata, es el primero en intervenirlo.

Mi papá es médico homeópata, él sabe mucho de plantas, de lo que es la parte

bioenergética... él me ayudó, ¡uf!, yo tenía una gastritis severa, claro, con esa

[incomprensible] y cigarrillo y droga, eso fue horrible, entonces mi papá me ayudó

en esa parte... a los seis meses ya yo estaba más o menos ya, como se dice, ya

repuesto.

A los ocho meses de este primer tratamiento realizado por su padre, el

notario del pueblo y su esposa le hablan del Evangelio y "como a los cinco días fui

allá a la notaría y le dije que yo me iba a entregar [a Jesucristo]. Entonces

comencé a dar mis primeros pasos en el Evangelio… primeramente en la Iglesia,

eso fue Cuadrangular, fui cuadrangular unos más o menos tres años".

No obstante, angustiado por no tener dinero para mandar a sus hijos, vuelve

a la labor musical de la mano de una agrupación vallenata de bastante renombre

en el país. El temor del protagonista de este relato al volver a la música es el

temor de volver a recaer en las drogas. Sin embargo, uno de los directores de la

agrupación lo tranquiliza diciéndole que él también es cristiano y que en el grupo

no se bebe licor ni se fuma. Así, el entrevistado recorre, junto a este conjunto

musical, varios municipios del país. Un día se presenta la oportunidad de realizar

una gira a Europa. Por falta de visa, él no pude participar de dicha gira por lo que

el director de la agrupación decide darle un millón de pesos y recomendarlo a

otros colegas para que le den trabajo. Este hecho marca el punto final en la

relación con este grupo musical. A partir de allí comienza otra etapa laboral en la

que trabaja para los más reconocidos intérpretes de la música vallenata del

momento: Diomedes Díaz, Diomedes Dionisio, Luifer Cuello, Poncho Zuleta, Jorge

Oñate, entre otros.

Estando en Maicao, toca con Rafael Santos, y sin saber exactamente cómo,

recae en el consumo de perico. Su temor se cumple. Para superar esta nueva

crisis tiene que internarse en un centro de rehabilitación, de orientación cristiana,

del que dice es el único rehabilitado.

[...] esa fundación hoy no existe, pero fui el único rehabilitado… ahí llegaba gente

bien llevada como dice uno y salían gorditos y a la semana se iban cuando

estaban bien gorditos y a los quince días venían peor. Entonces yo miraba eso…

caramba, yo no me voy de aquí [risas], no me voy’, y bueno, a mí me dijeron que

iba a demorar dos años, pero haciendo un resumen, a los nueve meses fui el

director de ese centro. Entonces, me recuperé, duré dos meses ahí ayudando en

el centro como director y después me fui para una Iglesia.

Una vez rehabilitado comienza a congregarse nuevamente en la Iglesia

Cuadrangular, a la que ha pertenecido años anteriores. Sin embargo, al año

siguiente de este nuevo recomienzo, es llevado a la cárcel siendo acusado de

haber robado tres millones de pesos de una congregación cristiana trinitaria, en la

que, según él, es engañado por un supuesto profeta. El entrevistado no da

mayores detalles sobre este percance de su vida, solo manifiesta que al cabo del

tiempo logra comprobar su inocencia. Permanece recluido solamente dieciocho

meses, los cuales, vistos en perspectiva, ha valorado dentro de un propósito

divino:

Como a los dos meses de estar allá dentro, la persona que me puso el

denuncio fue y me pidió perdón, porque los tres millones los habían

encontrado… pero eso no salí de una vez, yo duré dieciocho meses allá,

porque usted sabe que cuando uno entra allá, eso, eso son cosas que pasan…

yo digo que para mí ¿no?, dando este testimonio aquí a ustedes, no fue eso,

fue nuestro señor Jesucristo, porque recibí una revelación… a las cuatro de la

mañana vi una luz resplandeciente y hablé unas lenguas que yo jamás las

había hablado, y bueno, de todas maneras eso fue algo que sorprendente, en la

mañana volvieron, o sea, hacen el devocional, yo me arrodillé y nuevamente

eso que me apareció me salió allí… Entonces bueno, yo me arrodillé allí, y de

repente se me apareció esa luz resplandeciente, comencé a hablar las nuevas

lenguas esas, esas lenguas que no solamente yo sino todavía un grupo de

veinticinco, había gente que no era cristiana, habían pentecostales y habían

trinitarios, y todos, casi la mayoría, hablaban esas lenguas. Bueno, yo le dije

‘Señor, no sé qué me quieres decir, pero lo que soy yo cuando salga de aquí,

voy a ayunar y voy a orar, porque tú me vas a decir la verdad’, y bueno, a los

tres días salí en libertad.

Una vez libre, retorna nuevamente a su municipio natal. Meses después, de

paso por Valledupar, visita una sencilla iglesia al sur de esta ciudad en la que

confirma, según él, la revelación que había recibido en la cárcel:

[...] era un iglesia pentecostal, yo no sabía; por una sobrina que me dijo que

quería entregarse al Evangelio, bueno yo le dije a ella 'hay un iglesia bonita,

vamos ahí', yo llegué y me arrodillé, y ese día pues también se me derrama esa

misma luz que vi en la cárcel, y descubrí que el Señor era uno y uno es su

nombre1, ese día pues, no sé, se me vino esa revelación y descubrí esa doctrina

de que la verdadera doctrina es la de Jesucristo.

En esta iglesia no solo se bautiza y se compromete más profundamente con

la fe, sino que además, movido por las necesidades que percibe en las personas

de su misma congregación, decide emprender un trabajo comunitario de

reclamación de derechos. Es aquí donde comienza el viacrucis íntimo y familiar de

la violencia y los coletazos de un conflicto armado del cual todavía no tiene una

explicación.

“Que ellos no estaban jugando”: lucha por los derechos, victimización y

desplazamiento

Una vez ingresa a la iglesia, las autoridades pastorales de la misma le

brindan el Ministerio de la Alabanza, servicio que prestan quienes se encargan de

la música dentro de las comunidades cristianas. Sin embargo, al enterarse y tener

conciencia de que él es una víctima, por los hechos que describiremos más

adelante, y que muchos hermanos de su confraternidad también lo son, el

entrevistado decide ampliar sus actividades comunitarias y convertirse en asesor

de la Ley 1448, principalmente en lo tocante a la gestión y reclamo de las

reparaciones que ésta contempla. Crea además una fundación para ayudar

primordialmente a los cristianos que han sido víctimas del conflicto armado interno

y participa activamente en procesos de invasión de tierras. Desempeñar este tipo

1 La Iglesia Pentecostal es conocida generalmente en Colombia, salvo algunas excepciones, por

tener una doctrina unitaria, es decir, creen en Jesús como único Dios y niegan o restan valor a la doctrina de la Trinidad. De ahí que el protagonista de esta Trayectoria de Vida dé mucha más relevancia a este suceso de su vida (pues él es un pentecostal) que a su conversión primera dentro de una iglesia trinitaria como la Cuadrangular.

de labores es el acicate para que miembros de las nacientes “Bacrim” justifiquen

torturarlo, amenazarlo y desplazarlo.

El protagonista de esta trayectoria de vida padece la violencia del conflicto

armado colombiano desde algún tiempo atrás. Si bien, mientras él permanece en

Bogotá no tienen mayor relación con los hechos de violencia que a diario se

presentan en su pueblo, no obstante recuerda una temporada cuando va a pasar

vacaciones con su familia y tiene lugar un enfrentamiento entre guerrilleros y

policías que deja bastante atemorizados a todos los habitantes del pueblo. Él lo

evoca de la siguiente manera:

[...] allí también operó, si no estoy mal, fue el Frente 49 de las Farc, me parece

que fue, si no estoy mal, no me acuerdo si estoy errado, y hubieron conflictos

allí… se metieron, creo que se metieron doscientos hombres… eso hubo un

combate, un combate tremendo con la Policía, eso hubieron, claro que hubieron

más de bajas de parte de la guerrilla y la Policía se [incomprensible] eran

diecisiete policías… pero fue algo que nos dejó marcados en el pueblo, esa

época fue muy terrible.

Años más tarde, en la incursión paramilitar de finales de los noventa, también

es testigo de cómo todo el pueblo es amilanado por las continuas desapariciones:

En el [pueblo] bueno, se vieron muchas cosas, gritos y donde sí veíamos

nosotros donde llevaban a las personas, las embarcaban y las… pero uno usted

sabe que con el miedo uno tiene que estar tranquilo… ¿era muy recurrente?

[Pregunta el entrevistador]: sí, muy recurrente, en el [pueblo] eso fue, eso

seguido… ese fue uno de los municipios más afectados por la violencia… más

que todo fue paramilitares.

Pero es en el año 2002 cuando vive por primera vez y en carne propia, todo

el rigor de la violencia. Estando trabajando en una finca, a modo de arrendatario,

hombres al mando de Jorge 402 lo torturan al punto de dejarlo en coma durante

tres días.

Unos encapuchados me agarraron en unas fincas… nos embarcaron en un carro

y nos llevaron por un sitio más allá del peaje… bueno ahí habíamos tres, eran

unos trabajadores y mi persona… esa finca es de un pariente, ya murió él…

entonces nos dieron muchos golpes, muchos golpes, y nos iban a matar, ellos no

sé qué era lo que había pasado, total que nos estaban golpeando3; de manera

que cuando ya nos iban a fumigar, por la gracia de Dios llegó el Ejército… duré

casi tres días en coma, a mí me afectaron la columna, bueno, como pueden ver

aquí [muestra la cabeza], en la frente todas las señales que tengo, cavado de la

barba, todo eso me lo hicieron ellos, estas personas, ellos son paramilitares, ellos

creo que estaban bajo el mando de Jorge 40.

Esta situación enmarca su primer desplazamiento hacia Valledupar. Ocho o

nueve años después, entre 2010 y 2011, reside en otro lugar, junto con otras

ochenta familias de desplazados. Estando allí, mediante una Acción de Tutela

frena el desalojo de unos predios que habían han tomado como última medida

ante los desoídos reclamos por el derecho a una vivienda digna. En el vaivén de

estas actividades, liderando la fundación, asesorando a otros en la naciente Ley

2 Rodrigo Tovar Pupo, alias “el Papa Tovar” o “Jorge 40”, nació el 30 de octubre de 1950 en

Valledupar. Es un exjefe paramilitar que fue comandante del Bloque Norte que operaba en los departamentos de Cesar, Magdalena, Guajira, Atlántico y Santander. Es responsable de varias masacres y secuestros en esa región durante doce años. En el marco del proceso de desmovilización de paramilitares en Colombia, realizado bajo el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, Jorge 40 confesó 600 crímenes. Además, la información de su computador personal llevó a destapar unos de los escándalos políticos más sonados de los últimos años, conocido como la “parapolítica”, que puso en evidencia los vínculos entre congresistas de la república con los grupos paramilitares. El 13 de mayo de 2008, sorpresivamente fue extraditado a los Estados Unidos, junto a 13 ex paramilitares más, acusado por narcotráfico. De esta manera, el gobierno interrumpió los procesos de versiones libres rendidas por los paramilitares, que procuraban a las víctimas una forma de conocer la verdad de lo ocurrido, al tiempo que lograba brindar una reparación, así como lo estipulaba la ley de Justicia y Paz. Wikipedia, “Rodrigo Tovar Pupo”, 2016, URL: https://es.wikipedia.org/wiki/Rodrigo_Tovar_Pupo. Consultado: 12/05/2016. 3 Más adelante, el personaje central de esta trayectoria, nos diría lo siguiente al respecto de este

hecho: “yo supe por qué, o sea les voy a contar algo, yo supe que esta gente lo que me hicieron fue porque ellos días atrás... días atrás no, o sea, en ese mismo día fue la cosa, ellos mataron a cinco personas por ahí; entonces ellos pensaron que nosotros vimos cuando los mataron, ¿si me entienden?, eso fue lo que nos comentaron”

de Víctimas y lidiando con las dificultades que implica asumir el liderazgo, Los

Rastrojos hacen su aparición:

Allí surgieron muchas cosas… muchas personas no puedo decir pues

directamente, algunos dicen que fueron algunos líderes por egoísmo, por

envidia, comenzaron a calumniarnos, a decir cosas, entonces un día me

cogieron dos encapuchados con la hija mía y me amenazaron, se hicieron

pasar por los Rastrojos, me dijeron que me fuera, me fuera de allí porque si no

iba a ser muerto con mi familia.

En este contexto que se produce la desaparición de su hermano:

Ese mismo día [que fue amenazado por Los Rastrojos], casualmente, llegaba

un hermano mío de Venezuela… se hospedó en la casa donde yo estaba…

entonces me fui a recoger unas cartas que habían llegado de ayudas

humanitarias en otra invasión… esa noche yo me quedé y yo dejé durmiendo mi

hermano ahí, y en la mañana llamó mi hermano diciendo… que a él lo estaban

matando, que la casa la cogieron a piedra y a palo y que le decían que yo, que

él se había robado unos lote… que yo había pedido de a cien mil pesos por

familia, por lo de la tutela, donde eso era falso porque allí lo único que yo me

acuerdo tanto que fueron dos mil quinientos pesos en esa época, que puso

cada familia por una tutela, que una tutela eso cuesta plata y una persona

profesional y que se ganó todo eso… eso pues lo hacían allí estando mi

hermano, hasta que entraron y lo golpearon… él me dijo, me alcanzó a llamar,

yo llamé a la policía desde la otra invasión, la policía llegó y a mi hermano lo

sacaron de allá bastante golpeado, vestido de policía. Bueno, yo me lo

encontré… y él me dijo que él se iba a ir, que ya no iba ir donde mi papá porque

ese problema que había ocurrido, que mejor él se iba… entonces él se fue… a

los seis meses el señor [nombre omitido] recibió un panfleto donde decía ‘oye

evangélico, oye malparido, tú, ¿tú crees que te vas a salvar?’, creo que si no

me acuerdo del panfleto, bueno, decía de que así como devoraron los caimanes

a mi hermano que peor iban a hacer conmigo.

A raíz de estos sucesos y de las continuas amenazas, decide mandar su hija

a Leticia, Amazonas, con su madre, ayudado por la Gobernación y la Defensoría

de Familia que costea los viáticos. Él, por su parte, se desplaza a otro sector de la

ciudad, donde al poco tiempo es de nuevo violentado:

[...] eso no sé si fue el 20 octubre del 2012, creo que si no estoy mal de fecha,

sabe que de tantas cosas que le ocurren a uno no puede grabar tanto las cosas,

pero sí, creo que más o menos fue esa fecha, donde me arrojaron un artefacto de

papa bomba que le dicen, eso fue a las cuatro y diez creo, de la mañana… yo

siento un olor a pólvora, comencé a toser primero y un olor a pólvora y a azufre,

yo prendí el bombillo y cuando veo es la candelita en el suelo, entonces yo tenía

unos timbos de agua, cogí una tasita y le eché a la candelita… yo salí y esa

ahumarada y los vecinos se levantaron, pero yo me fui porque a esa hora ya

estaba el matutino de la Iglesia, me fui y me arrodillé y le di gracias a Dios porque

eso no había explotado, porque eso hubiera explotado hubiera sido un desastre

allí, hubieran acabado con mi vida. Entonces yo le comenté a los hermanos

cuando terminé [el matutino], entonces me dijeron ‘hay hermano pero, pero

vamos, vamos allá’, entonces ellos fueron conmigo, cuando llegamos allá

estaban los periodistas, estaba la policía, había uno de antiexplosivos, y él me

dijo ‘vea usted se salvó de cosa, porque esto hubiera reventado y hubiera

acabado con todo aquí’… bueno, allí yo me mudé para otro lado.

Esta situación de continuo desplazamiento, primero del campo a la ciudad y

luego dentro de ésta, de barrio en barrio (por lo menos en cinco ocasiones), no

solo le cuesta la pérdida del contacto con sus hijos a quienes reparte como puede

entre distintos familiares para garantizarles su seguridad, sino también la venida a

pique de pequeñas y medianas actividades económicas que por aquel tiempo

emprende: veinte hectáreas de cultivo de cacao en la zona rural de su pueblo

natal y un pequeño negocio de comidas rápidas. Al respecto de este último dice:

“bueno, allí yo me mudé para otro lado, dejé los carros de pizza y eso, al poco

tiempo se metieron un personal, una dos personas según oí el comentario, y me

dañan los carros, eran dos tipos armados en una moto”.

En vista de estas condiciones y buscando quizá lo que él llama “un aire de

paz”, decide emigrar a un municipio cercano, al sur del departamento. No

obstante, como le pasa a muchas víctimas en Colombia, sus victimarios no le dan

tregua:

Ya tengo prácticamente como unos cinco meses de estar en [nombre del

municipio] donde últimamente también hubieron unas amenazas… dos tipos

encapuchados allá en una invasión me dijeron que me fuera porque el jefe de

ellos sabía quién era mi familia, que yo era de buena familia y que por ese

motivo… que éramos de buena familia, que mejor nos fuéramos de allí, entonces,

que o si no, no respondían… esta denuncia pues la entablé… como mes y

medio, más o menos un mes, se muere una tía mía en Cartagena, entonces yo

voy al sepelio de ella, a los nueve días me regreso, yo me metí en el correo,

cuando en el correo me aparece una amenaza, donde primero dicen que habían

mandado un correo a [nombre de persona omitido] para que me dijera de que

ellos le habían mandado unas razones a la tía mía, a la que falleció, le mandaron

unas razones para que ella se muriera, o sea, eso fue el fin, y ella murió de un

infarto, así, porque de eso murió ella, de un infarto; y que también me habían

matado a un primo mío en San Pedro de Urabá… y que así mismo iba a correr yo

la misma cosa que ellos, que eso no era un juego, que ellos no estaban jugando”.

Si bien considera la idea de volver a desplazarse, un trabajo social que viene

adelantando en el municipio le motiva a quedarse. No obstante, como le dicen los

emisarios, “ellos no estaban jugando”:

A las seis y media de la mañana, el día 9 de noviembre [de 2013] una camioneta,

negra, Prado, a mí me cogieron tres tipos, o sea dos tipos porque uno el que iba

manejando encapuchado, y me metieron, me amordazaron, me pusieron un

esparadrapo en la boca y me iban diciendo unas cosas horribles, me pegaron, o

sea, me decían que yo no hacía caso, que ya lo que nos habían advertido por

Internet... que no hacían caso que entonces que conmigo me iban a quemar vivo,

me iban a quemar vivo, me iban a echar gasolina y me iban a quemar vivo;

entonces, que para que ellos [otros líderes comunitarios] cogieran escarmiento.

Entonces ellos me llevaron... yo sí estaba viendo, o sea ellos me taparon fue la

boca pero yo miraba... se metieron ahí por una trochita, entonces allá me

amarraron a un palo... a mí me amarraron pero yo, o sea cuando ellos me

amarran yo no estaba consciente porque ellos me iban pegando y me dejaron

privado, me dejaron inconsciente; pero como al cabo del rato ya yo vuelvo en sí y

veo unos unas personas que yo conozco, dos personas... entonces ellos me

dijeron, me contaron, ellos me desamarraron, me dijeron ‘éste, manito, nosotros

vimos, porque yo venía en una moto del mercado y yo vi cuando te montaron al

carro, y yo prudentemente me fui, me fui, me fui, iba siguiendo, iba siguiéndolo,

entonces, resulta que nosotros nos escondimos y vimos cuando te estaban…

entonces ellos ya se venían, entonces nosotros nos escondimos ahí, ajá, no

llamamos a la policía fue porque... y entonces fue cuando te desamarramos, eso

fue lo que pasó’.

Tras este incidente se ve obligado otra vez a emigrar. Al momento de realizar

la entrevista él ya está en otro municipio, mucho más al sur y mucho más distante

de su pueblo natal. Llega ahí, como él dice, de “arrimadito”, gracias a la

generosidad de unos parientes y de unos amigos de un amigo suyo. El nuevo

pueblo le gusta, parece estar amañado, no obstante, su sueño es irse muy lejos,

muy lejos del país.

La protección del Estado es una “payasería”

El Estado colombiano le promete tres ayudas anuales, al momento que él

interpone las respectivas denuncias por los hechos de violencia sufridos. No

obstante, entre 2002 y 2013, el narrador de esta trayectoria de vida solo ha

recibido siete ayudas en total, es decir, ni siquiera una por año. En un programa

estatal de generación de ingresos le aprueban cinco millones de pesos de los

cuales solo recibe uno y medio. Han tratado de sacarlo de las listas de atención

por cumplirse más de diez años de su desplazamiento. Sobre su hermano

desaparecido no sabe nada. Cada vez que denuncia un hecho de violencia o

alguna amenaza, sus victimarios vuelven a aparecer y la protección

gubernamental que las autoridades le han brindado al respecto, como si se tratara

de un mal chiste, solo ha consistido en un celular y un chaleco antibalas.

Tengo protección del gobierno, aprobada pero en sí no están cumpliendo con

esos requisitos, porque me dieron un celular, un chaleco antibalas, que lo tengo,

el chaleco, pero eso es una payasería, porque yo fui militar y cómo va andar uno,

si uno anda con un chaleco antibalas lógicamente tiene que andar con un escolta

o dos escoltas, entonces, no sé ahí en esa parte qué ha pasado.

A esta situación hay que sumarle la dificultad para conseguir empleo, pues

una de las consecuencias más sentidas de toda la violencia que ha padecido es la

pérdida de algunas facultades para desempeñarse como músico profesional, que

le duelen más que las otras afectaciones. El conflicto armado ha dejado secuelas

en su cuerpo, que no le permiten desarrollar la actividad que más disfruta hacer, a

saber: la de músico, y con ella servir con todo su talento y capacidad en el

ministerio de alabanza de su iglesia.

En el ministerio... yo he tenido una quietud, personalmente porque he tenido

problemas de salud; problemas de respiración, problemas de, como escuchan,

tengo un problema de flema, entonces, he estado quieto allí, o sea he parado...

también a raíz de la violencia, como pueden ver aquí mi labio, le voy a mostrar

[muestra su boca], ya me miraron, yo no puedo sonar mis instrumentos... esto me

ha paralizado la actividad como ministro de alabanza, porque no puedo, no

puedo tocar los instrumentos bien, desafino, entonces, no tengo entradas ahorita

mismo por ese lado... principalmente porque los instrumentos es con la boca, ese

es mi trabajo; entonces mire el daño grande que me ha hecho esta gente, eso es

algo tremendo, Dios meta su mano ahí.

Hoy, si bien sueña con la paz, quiere irse del país. Tiene una pareja con la

que está “orándole al Señor”, según él, para que las circunstancias vividas no le

impidan organizarse. Teme por las repercusiones psicológicas producto de todo lo

que padece a raíz del conflicto armado. Espera graduarse de la universidad, sigue

adelante con la iglesia y se le nota profundamente agradecido con Dios: “Dios hizo

un milagro en mi vida, porque por lo menos yo dejé de fumar, dejé de tomar,

bueno, desapareció todo, todo lo que era vicios, todo desapareció, y tengo un gran

agradecimiento... hoy día hago alabanzas al Señor, o sea, yo predico a través de

canciones”. Al momento de terminar la entrevista nos despide con la siguiente

canción:

De mi terruño bello

Salí por la violencia

De una guerra muy sangrienta

Me dieron muchos golpes

Mi boca la callaron

Ya no sueno la trompeta

Y tampoco ni trabajo.

El amor de mi familia

El calor de mis papás

Esto me hace mucha falta

Por toda esta mortandad.

Que se acaben los abusos

Y también la corrupción

Y que no haya más violencia

Hay que limpiar el corazón.

Cuán hermosos son los pies

De los que anuncian la paz

En Romanos 10 al 15

Allí tú la encontrarás.

El consejo de David

Es que te apartes del mal

Y que tú sigas el bien

Y la paz florecerá

Debemos compartir

El verdadero amor

Que nos dejó mi Dios

Con todo el corazón.

La iglesia primitiva

Vivían todos unánimes

Había mucha unión

Qué bueno es el Señor.

(Por eso) Esta paz ella me inclina

Ella es linda y me fascina

Yo quiero seguir la paz

Y que no haya más violencia

Y que haya transparencia

Para construir la paz.

Digamos no a la guerra

Y que viva el amor

Y que no haya más conflicto

Que haya paz es lo mejor.

Cuando acabe esta pelea

Hay mejor respiración

La sonrisa de los niños

Y se alegra el corazón.

Es mejor sabiduría

Que toda arma de guerra

Excelente arrepentirse

Para que la paz florezca

Porque solo un pecador

Él destruye mucho bien

Jesucristo es la paz

Ven y búscalo a él.