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SANTA IGLESIA, CATOLICA, APOSTOLICA PALMARIANA _______ SANTA SEDE APOSTÓLICA SEVILLA Tratado de la Misa SANTO, MAGNO Y DOGMATICO CONCILIO PALMARIANO DIRIGIDO Y APROBADO POR S. S. EL PAPA GREGORIO XVII.

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  • S A N T A I G L E S I A , C A T O L I C A , A P O S T O L I C A P A L M A R I A N A

    _______

    SANTA SEDE APOSTLICA SEVILLA

    Tratado d e l a

    Misa

    SANTO, MAGNO Y DOGMATICO CONCILIO PALMARIANO

    DIRIGIDO Y APROBADO POR S. S. EL PAPA GREGORIO XVII.

  • Adorada sea la Santa Faz de Ntro. Sr. Jesucristo!

    SANTA SEDE APOSTLICA SEVILLA

    PATRIARCADO DEL PALMAR DE TROYA ORDEN DE LOS CARMELITAS DE LA SANTA FAZ

    IGLESIA UNA, SANTA, CATOLICA, APOSTOLICA Y PALMARIANA

    SANTO CONCILIO PALMARIANO

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    Tratado de la Misa -------

    Compuesto por los Venerables Padres del Santo y Magno Concilio Palmariano, reunidos en el Espritu Santo,

    dirigido y aprobado por Su Santidad el Papa Gregorio XVII.

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    ndice por captulos (para seguir el vnculo persione CTRL + clic del mouse)

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  • Tratadode la Misa 1

    Captulo I.- El origen, fundamento y esencia del sacrificio

    1. Antes de tratar del sacrificio es imprescindible hablar del sacerdocio; pues, el sacerdocio es anterior al sacrificio como la causa lo es al efecto; o en otros trminos: el sacrificio presupone el sacerdocio y de l depende.

    2. El sacerdocio hemos de considerarlo, primero, en su aspecto ms profundo y en su fin ms sublime, que es la glorificacin de Dios. En este sentido amplio, y no estricto, podemos atribuir al Verbo Divino una especie de sacerdocio ejercido desde toda la eternidad. Para comprender el sacerdocio eterno del Verbo, hemos de remontarnos a la misma esencia de Dios. En ese infinito ocano de perfecciones hallaremos la expresin ms hermosa y sublime de la esencia ms profunda del sacerdocio, que es la gloria de Dios. Y la gloria interna de Dios consiste, precisamente, en el conocimiento y gozo que la Divinidad tiene y recibe de su infinita plenitud, en la manifestacin de amor hacia S mismo, quedando as significada la procedencia eterna del Verbo Divino, cuyo propio Ser es ser gloria del Padre, esplendor de su luz eterna, imagen de Dios invisible. Y lo es por naturaleza y acto incesante. Aqu se vislumbra la esencia y origen de todo sacerdocio en su aspecto ms excelso, en su raz ms profunda, en su faceta ms primordial y en el sentido ms singularsimo, amplsimo y simplicsimo.

    3. En este conocimiento y gozo de Dios en su infinita perfeccin, va implcita la concepcin eterna, en la mente divina, del Alma Divinsima de Cristo, glorificando y adorando a Dios, como eterno adorador del Padre y objeto de todas sus complacencias. Y ah est ya plasmado su Sumo y Eterno Sacerdocio, que se hace realidad en el instante de la creacin de la Divinsima Alma en virtud de su unin con el Verbo.

    4. La expresin interna del amor de las Tres Divinas Personas se exterioriza, de forma inefable y sublime, por medio de la creacin de la Divinsima Alma de Cristo unida al Verbo Divino, quedando as constituida y ungida Alma esencialmente sacerdotal; que asume, adems de la glorificacin de Dios, la misin de mediador entre Dios y toda la creacin, o sea, la de ser sacerdote en sentido estricto. Desde el primer instante comienza a rendir al Padre el ms bello y perfectsimo homenaje de infinita adoracin, gratitud, amor y plena sumisin, ofrecindose como Vctima Espiritual de la futura humanidad cada. Este primer sacrificio espiritual de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, que corresponde a un acto interior de perfectsima virtud de religin, es el modelo de todo sacrificio y accin sacerdotal.

    5. Mas, en la mente divina, y desde toda la eternidad, encontramos ya concebida, tambin como idnea Compaera de Dios, la Divina Alma de Mara desposada con la Divinsima Alma de Cristo; y esto viene glorificando a Dios eternamente, es felicidad y gozo de las Tres Divinas Personas e imn del infinito amor entre S. La glorificacin de Dios en la eterna concepcin de Mara y la participacin de su Alma en el Alma de Cristo, llevaba implcito el carcter sacerdotal de Mara.

    6. Apenas se exterioriz el amor divino con la creacin de la Divinsima Alma de Cristo, sta reclam la inmediata creacin de la Divina Alma de su Esposa, brotando en el mismo instante de la Divinidad como sublime complemento de la obra maestra de la creacin, y ya investida de la altsima dignidad de Cosacerdote de Cristo, en virtud de su Divino Desposorio; expresando, con indescriptibles actos de amor y de adoracin, la inmensa gratitud por los altsimos dones recibidos, as como la ms rendida sumisin y ofrecimiento de S misma como Covctima Espiritual, en unin con la Divina Vctima, en un mutuo y primer Ofertorio.

    7. Penetremos ms hondamente en este abismo inconmensurable de acatamiento, magnificencia y

    desprendimiento que supone la ofrenda anticipada de estas dos Almas como Vctimas Espirituales, verdadero, grandioso y continuo Ofertorio espiritual del eterno sacrificio, que culminara milenios despus en el Sacrificio de la Cruz, cruentsimo Altar de la Vctima Divina, Cristo Jess, en unin a Mara.

    8. Con este mstico Calvario anticipado, Dios Padre se ve infinitamente satisfecho y complacido, ya que el amor infinito de estas dos Divinas Almas desposadas, vino a reemplazar el nefasto desamor de la primera pareja pecadora; aunque este ofrecimiento careciese de valor meritorio hasta que aquellas ansiadas Almas fueran revestidas de carne y, por consiguiente, pudieran sufrir y merecer.

    9. Tambin la humanidad cada no quedaba desamparada, sino que se beneficiaba copiosamente de los sobrenaturales efectos que brotaban del Divino Desposorio, Alma Mstica de la Iglesia, frutos de la ntima unin de estas dos Almas vctimas, que ejercan una verdadera, real y fecundsima paternidad sobre la Iglesia ya concebida espiritualmente, como despus veremos al seguir los pasos de sus actuaciones e intervenciones en el Pueblo Escogido.

    10. Aunque este continuo Ofertorio y sacrificio espiritual hubiera sido ms que suficiente para realizar la Obra de la Reparacin y Redencin, era conveniente, segn el plan divino, que la Divinsima Alma de Cristo y la Divina Alma de Mara se revistiesen de sus respectivos Cuerpos, respondiendo, tambin, a un deseo ardentsimo por parte de ambas, y as consumar en el Calvario, el mutuo ofrecimiento.

    11. Siendo la Virgen Mara destinada a ser Madre del futuro Redentor, era natural que fuese la primera en tomar cuerpo humano, ya que en sus pursimas entraas deba formarse, por obra y gracia del Espritu Santo, el Cuerpo del Hijo del Altsimo, y mediante la Encarnacin del Verbo Divino se obrase, tambin, la sublime encarnacin del Divino Desposorio de Jess y Mara, as como la extensin de la Unin Hiposttica, la cual es el Sumo y Eterno Sacerdocio de Cristo; como, tambin, la accin sacerdotal de Mara vistiendo al Verbo Divino de su propia Carne y Sangre; y, adems, la encarnacin de la Iglesia, fruto de la mstica y fecunda unin de los dos Sagrados Corazones, entre otros profundsimos misterios.

    12. Toda la vida de Jess fue una inmolacin continua y precedente al Sacrificio de la Cruz, en unin a su Madre, cuyo ofrecimiento culmin en el Calvario. Es aqu donde se realiz el acto supremo de su mutuo y respectivo sacerdocio, la total y majestuosa inmolacin de ambos, con la consecuente reparacin infinita al Padre y la redencin de los hombres. El Calvario qued constituido depsito inagotable de la Sangre redentora de Cristo, que ha de ser canalizada y distribuida necesariamente por medio de la Santa Misa, perpetuacin del Sacrificio de la Cruz, ofrecida por el Sacerdote Ministerial en representacin de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, y de la misin cosacerdotal de Mara.

    13. Por eso, hay que resaltar la imperiosa necesidad de la presencia de San Juan Evangelista al pie de la Cruz como indispensable colaborador en su calidad de primer Sacerdote Ministerial. En virtud de su carcter sacerdotal, realiz en el Calvario la unin o sublime desposorio del Sacrificio Infinito de Cristo y Mara con el sacrificio finito de la Iglesia, convirtindolos en uno solo: el Sacrificio cruento e infinito de la Cruz; haciendo as posible que los frutos de la Redencin fueran aplicados a la humanidad, lo cual sigue realizndose en el Santo Sacrificio de la Misa. Oh prodigiosa fecundidad del sublime desposorio, momento culminante que toda la Iglesia, arrodillada, anhela con vehemencia! Oh majestuosa intercomunicacin de las innumerables gracias entre los Bienaventurados del Cielo, los justos del Purgatorio y los fieles que militan en la Tierra!

  • Tratado de la Misa 2

    14. Fue el mismo Cristo, Sacerdote del Altsimo, Quien al celebrar personalmente la primera Misa la vspera de su Pasin, instituy admirablemente esta obra maestra de amor redentor, aplicando de forma anticipada los frutos de su Sacrificio cruento en el Calvario; y como provecho de esa aplicacin, dej instituido, tambin, el Sacerdocio Ministerial, que hara posible la perpetuacin del Sacrificio de la Cruz.

    15. Por eso, el Santo Sacrificio de la Misa es de necesidad absoluta para la salvacin, pues es el enlace de correspondencia y estrecha comunicacin entre Dios y la humanidad. El sacerdote es el que da la vida, el que mueve, el que conserva este mstico corazn del Universo, que es la Misa, pues sin sta el Universo no podra subsistir.

    Captulo II.- El sacrificio en general y sus distintos aspectos

    1. Para descubrir en la plenitud de su realidad la naturaleza del sacrificio, hemos de ascender hasta su origen. El sacrificio comenz con la Creacin. Antes, no caba el sacrificio, aunque s una especie de sacerdocio: la glorificacin interna de Dios.

    2. Pero Dios, que es la infinita plenitud, el volcn inextinguible de todas las perfecciones, la suprema felicidad en S mismo, y que poda haber prescindido eternamente de otros seres, no queriendo contener para S tanta felicidad, movido por el impulso ardentsimo de su infinito amor, quiso manifestar y extender su dicha fuera de S, para hacer partcipes a otros seres de su sobreabundancia. Para llevar a cabo esta explosin amorosa de su naturaleza y expandir las irradiaciones de su Divinidad hacia fuera, fue imprescindible la creacin de seres capaces de compartir y deleitarse en los tesoros ocultos de su esencia.

    3. A consecuencia de esta creacin, formse un vnculo necesario de la criatura con respecto a su Creador: la suprema soberana del Creador sobre su obra y la correspondiente dependencia absoluta de sta. Y esa relacin de dependencia exiga una expresin significativa, que proclamara y reconociese la soberana grandeza del Creador y la parvedad de su hechura, constituyendo un derecho irrenunciable por parte de Dios, el de ser reconocido y glorificado, y un deber fundamental por parte de la criatura de rendir a su Hacedor el mximo y filial homenaje de adoracin, sumisin y gratitud. Esta expresin es la idea fundamental de sacrificio, acto religioso por excelencia, propio de la naturaleza intelectiva, y que ha de abarcar todas sus potencias y facultades, su imaginacin y sus sentidos, su entendimiento y su corazn, o sea, todo su ser.

    4. Inmediatamente despus de la creacin de las Almas de Cristo y Mara, el supremo Hacedor cre simultneamente a todos los espritus anglicos, imgenes sublimes de Dios, en nmero y variedad incalculable e incorporados al Alma Mstica de la Iglesia. Sometidos a la prueba necesaria de su amor y fidelidad que hara posible la confirmacin de su eterna gloria, cuya prueba consista en reconocer y aceptar plenamente la divina supremaca del Verbo Humanado y la realeza e imperio de Mara sobre la naturaleza anglica, as como rendirles el debido homenaje, se origin una lucha espiritual y trascendental entre los ngeles. La Divinsima Alma de Cristo y la Divina Alma de Mara intervinieron poderosa y decisivamente, asistiendo y fortaleciendo a los que humildemente acataban la divina voluntad; logrando, as, superar la prueba y ser confirmados en gracia y abismados en la contemplacin eterna de la esencia divina, en una perpetua ofrenda, en una adoracin sin fin, como hostias santas en amorossimo y espiritual sacrificio.

    5. Como culminacin de todas las cosas visibles y compendio de todos los grados del ser, el Creador form de la tierra al primer hombre y le inspir un alma inmortal, capaz de conocer y amar a Dios y de rendirle homenaje en nombre de toda la creacin visible, investido de cuerpo glorioso y con la Habitabilidad del Espritu Santo, desde el instante de su creacin y en virtud de su justicia original. Antes del pecado original, el hombre satisfaca eficazmente la ms profunda exigencia de su ser: la de adorar a Dios en espritu y en verdad, rindiendo al Creador su propio homenaje y el de toda la creacin visible, por ser dueo y seor de la misma, sin que ningn pecado impidiese

    a sus alabanzas, acciones de gracias y splicas, penetrar en los Cielos. El hombre, mientras gozaba de la libertad de los hijos de Dios, mantuvo perfecto dominio de s mismo, como tambin de la creacin visible, y no sinti ninguna necesidad de sujetar sus obras espirituales a los elementos del mundo, ni poner su homenaje divino en una ofrenda tomada de esos elementos.

    6. As pues, del corazn del hombre, elevse hacia Dios el sacrificio de la ms perfecta adoracin, generosa gratitud y sentida plegaria; tres actos ntimos que compendian toda la religin del Paraso Terrenal, resumiendo admirablemente todas las relaciones de la criatura racional inocente con Dios, en una armona perfectsima, con un lenguaje excelso y en una compenetracin de absorta y directa intimidad, con exhalacin de continuas alabanzas que enternecan el corazn de Dios. Oh riqueza y dicha del Paraso Terrenal, verdadero Rostro de Dios sobre la Tierra! Oh deleitosa y continuada convivencia con las Divinas Almas de Cristo y Mara, Divino Desposorio cuyo vnculo espiritual es tan perfecto e ntimo, que queda fundido en una sola Alma Mstica, que es la vida, la savia y el aliento de la Iglesia, paraso de Sacramentos y gracias!

    7. Pero la ofensa infinita del pecado quebr esa bienaventurada armona y deleitosa intimidad con Dios y con las Almas de Cristo y Mara, se eclips la luz divina y se llen de inmundicia la creacin visible, dejando al hombre desposedo de sus valiosos dones, entre ellos su cuerpo glorioso, y sumergido en el abismo encenagado de la mayor desgracia y por s solo insalvable.

    8. Slo Dios, en un gesto de infinita misericordia, compadecido de la flaqueza y desdicha de la criatura, poda rehabilitar al linaje humano y sacarle de su postracin por medio de una expiacin proporcional a la ofensa. Como la falta era infinita, la expiacin deba serlo tambin. Pero siendo el hombre finito por naturaleza, y habiendo venido a serlo an ms por el pecado, no encontraba en s mismo la expiacin exigida por la justicia divina. Esta expiacin nicamente Dios hecho hombre poda realizarla. Por eso, inmediatamente despus de la cada y antes del castigo merecido, se anunci y prometi un futuro Salvador, fruto de la Mujer que aplastara la cabeza de la serpiente y que librara al hombre de la esclavitud del demonio, devolvindole la gracia y el derecho al Reino de los Cielos. Por eso, para restablecer el linaje humano, ese Salvador prometido, Nuestro Seor Jesucristo, tuvo que ser Vctima infinita: vctima como hombre, infinita como Dios; primer carcter del sacrificio al cual estaba vinculada la salvacin de la humanidad. Y esto no estaba en la divina voluntad que fuese inmediatamente despus del primer pecado; antes pasara mucho tiempo para que el hombre pudiera darse cuenta de su infidelidad al Creador, y con el estado de su vida sobre la Tierra, a que le haba reducido el pecado, expiar algo de la ofensa causada a su Dios y Padre.

    9. Por entonces, el Creador se limit a recibir y a exigir sacrificios simblicos o figurativos. Y as transcurri todo el culto del Antiguo Testamento hasta la plenitud de los tiempos, momento determinado por el Padre para enviar a su Divino Hijo a encarnarse en las pursimas entraas de la Virgen Mara y luego predicar una nueva Ley, la del Evangelio, y un nuevo culto, el Sacrificio de S mismo.

    10. Por eso, ahora procede el dejar bien asentado y con claridad el concepto de verdadero y propio sacrificio, para

  • Tratadode la Misa 3

    constancia de esta doctrina y mayor provecho y comprensin de este Tratado:

    11. Afirmando que todo verdadero o propio sacrificio exige indispensablemente un acto interno de ofrecimiento a Dios, con

    las debidas condiciones y disposiciones por l exigidas, concluimos con el siguiente concepto de sacrificio: Toda obra o acto de religin para unirnos a Dios en una sociedad santa.

    Captulo III.- Los sacrificios en el Antiguo Testamento correspondientes al perodo de la Ley Natural,

    y la intervencin de las Almas sacerdotales de Cristo y de Mara

    1. La Divinsima Alma de Cristo unida al Verbo y la Divina Alma de Mara, futuras y verdaderas Vctimas cruentas en el Calvario, se ofrecan a S mismas, como Vctimas Espirituales, en virtud de su Sacerdocio, e inspiraban a la humanidad cada, mediante la sabidura de la Cruz, a que ofreciesen sacrificios simblicos, para as reconocer su culpabilidad y expresar su fe y esperanza en el nico sacrificio capaz de expiar y borrar los pecados del mundo, y de esta forma encaminarla al Calvario.

    2. Mas no poseyendo los hombres la Habitabilidad del Espritu Santo, salvo excepcionales privilegios, slo caba la intervencin externa de las Divinas Almas sobre la humanidad, y con especial predileccin sobre el Pueblo Escogido, mediante signos perceptibles que evidenciaban su presencia espiritual en torno a l, cubrindole con el roco vital de las divinas inspiraciones y con los sentimientos profundos de virtud y contricin de sus pecados; lo que le impulsaba a plasmar estas inspiraciones de forma externa por medio de sacrificios sensibles, a travs de ritos sagrados ministrados por sacrificadores legtimos. Oh fertilsima accin del Desposorio de las Almas de Cristo y Mara sobre la Iglesia del Antiguo Testamento!

    3. En mltiples ocasiones, y como forma ms usual, Dios manifestaba su gloria al Pueblo Escogido ocultndose dentro de la Nube, y a travs de ella haca conocer su voluntad y transmita sus rdenes. Esta gloria de Dios encubierta era la Divinsima Alma de Cristo, que se haca sentir desde la Nube, cuya misteriosa Nube era el Alma Divina de Mara, Templo de la Augusta Trinidad, Tabernculo del Alma de Cristo y puente de mediacin entre l y la humanidad; as como puerta de la gloria de Dios ostensible, pero velada. Es el Alma Divina de Mara digna morada apacible escogida por el Altsimo, la que cubre y abarca en su seno a la Divinidad en forma de Nube portadora de su gloria, necesaria envoltura del actuar de Dios. Oh figura elocuente y sublime de la futura Encarnacin del Verbo! Portentosa manifestacin y prodigioso revestimiento de la gloria en s encerrada. Otra forma peculiar de manifestarse la Divinsima Alma de Cristo a los guas espirituales de su pueblo, era a travs de las apariciones del ngel, y siempre con la presencia sensible del Alma de Mara. Bellsimas y aleccionadoras son las descripciones de los sagrados textos, que nos refieren, llenas de honda significacin y con ricos y variados matices, las distintas intervenciones.

    4. Si examinamos el libro de la Sabidura (X, 1-2), hallaremos una expresin de profunda transcendencia, como revelacin clarsima de que Dios, a travs de las Almas de Cristo y Mara, verdadera Sabidura, recuerda al primer hombre, Adn, despus de su cada, que es jefe y padre de la redondez de la Tierra, con potestad para gobernar todas las cosas, dndole la fuerza para ello. De lo que se deduce que, por revelacin positiva, le exige sacrificios sangrientos que atestigen, simultneamente, la ofensa del hombre, su impotencia personal para satisfacer por ella y la promesa reparadora de Dios. Es por lo que afirmamos, como consecuencia lgica, que el primer hombre, Adn, correspondi debidamente a la obligacin de ofrecer a su Dios y Creador el primer sacrificio cruento expiatorio, como modelo y ejemplo de penitencia a seguir por toda su descendencia. Por eso, Adn enseaba a sus hijos a ofrecer sacrificios cruentos; pues saba que sin derramamiento de sangre no habra Redencin, y que era necesario, por

    consiguiente, realizar sacrificios simblicos del Sacrificio Cruento y Reparador de la Cruz.

    5. Y por qu de la exigencia de ser cruentos? El hombre, consciente de que por su ofensa al Creador ha perdido el derecho a la vida natural y sobrenatural, se siente obligado a reparar la culpa sacrificando su propia existencia. Mas, como por voluntad de Dios, nadie tiene el derecho a quitarse la vida por s ni a travs de otro, ofrece a Dios en substitucin una vctima animal, que la sacrifica derramando su sangre, vehculo de la vida, y la destruye parcial o totalmente. Por eso, ofrecan en su sacrificio su propio ser; pues no fueron las vctimas las que queran llevar al Eterno Padre, sino a s mismos, significados por las vctimas que inmolaban.

    6. Y estos sacrificios, no solamente fueron inspirados por las Sacratsimas Almas de Cristo y Mara, sino tambin aceptados por Ellas, acrisolados y presentados al Altsimo. Y Dios, complacido y movido de misericordia, se apiadaba de los hombres, y a travs de las Divinas Almas les perdonaba sus pecados, les enviaba gracias actuales para progresar en la virtud y les preservaba de muchos males. Tal era la eficacia anticipada del Sacrificio del Calvario. He ah el olor de suavidad que Dios percibi en el sacrificio de No!

    7. No hay ninguna referencia en los textos sagrados sobre los sacrificios ofrecidos por Adn. El primer sacrificio cruento que hallamos registrado en el Gnesis es el de Abel, figura del eterno Sacrificio de Cristo venidero, y demostracin de que Dios quera y aceptaba, especialmente, esta clase de sacrificios, ya que reunan todas las cualidades exigidas por l: las primicias ms selectas, la voluntad sincera, la intencin pura y recta y la profunda fe del oferente en la eficacia del Sacrificio de la Cruz. Abel, por su martirio, es tambin figura de la Vctima del Calvario.

    8. Ahora hemos de referirnos a la extraordinaria manifestacin de las Divinas Almas desposadas de Cristo y Mara, dentro del Arca de No, suntuoso y destacado santuario que contena la Iglesia en medio de la terrible borrasca del Diluvio. Y cmo el Alma Mstica de la Iglesia prest su asistencia de forma especialsima, conduciendo esta Arca inmune y salva en medio de la catstrofe universal. Y de qu manera, tambin, el Espritu Santo, Alma Increada de la Iglesia, cubra con el fuego de su caridad y llenaba de gracias actuales a la Iglesia contenida en el Arca, seal de su asistencia anticipada por la promesa de Cristo. No hay palabras para poder describir toda la riqueza, significado y profundidad de este misterio, que excede a la humana inteligencia.

    9. En el Arca de No, no es la Nube la que indica la presencia del Alma de Mara, sino la figura de la Paloma. Pero cun impresionante y expresiva es la manifestacin del Alma de Cristo, como rama de olivo con las hojas verdes en el interior del pico de la Paloma! Es su voz inaudible, pero elocuente, es la manifestacin oculta de su gloria, el Divino Desposorio espiritual sensiblemente significado, y la intervencin y mediacin del Alma Divina de Mara.

    10. Si seguimos leyendo las Sagradas Escrituras, hallaremos la descripcin detallada y hermosa del sacrificio de No, que al salir del Arca erigi un altar al Seor, y en l ofreci holocaustos con animales y aves limpias. No mostr as su agradecimiento a Dios por todos los bienes recibidos, y oli el Seor olor de suavidad (Gen. VIII, 21), nos dice el sagrado texto, en seal de complacencia por la fe y pureza de corazn

  • Tratado de la Misa 4

    con que le ofrece este sacrificio. Y le da la prueba de su primera alianza: el Arco Iris en la Nube (Gen. VIII, 21), como se ve en los textos hebreo y griego, manifestacin de las Almas de Cristo y Mara, y adems figura de la Iglesia con la Sabidura de los Siete Sacramentos.

    11. Pasaremos ahora a ver y profundizar en el sacrificio ms impresionante del Antiguo Testamento, imagen viva del Calvario: el Sacrificio de Abrahn.

    12. Abrahn, aunque es excelsa figura del Eterno Padre, por no perdonar a su hijo Isaac, entregndole a la muerte, objeto de sus complacencias y esperanza del cumplimiento de las promesas, es, sin embargo, de manera ms especial y hondamente significativa, figura de Mara, pues acept el decreto divino de la muerte de su hijo y lo llev voluntariamente al suplicio. Isaac es figura de Cristo, que cargado con el leo del holocausto subi la cima del monte del sacrificio, y con obediencia suma y sin queja acept su propia inmolacin.

    13. Si profundizamos penetrando hasta la esencia ntima de este sacrificio, descubriremos en ella un verdadero sacrificio cruento; pues aunque materialmente no hubo derramamiento de sangre, s lo hubo en la voluntad plenamente aceptado; que, adems, supone su propia inmolacin, y que slo la intervencin

    divina lo impidi. Por eso, Isaac, es la figura ms viva de Jesucristo en el Sacrificio del Calvario, destinado como l para ser vctima cruenta. Pero, al igual que en el Calvario, no poda faltar la presencia de Mara y la de San Juan. Abrahn, figura de Mara, revela la obediencia heroica, el desgarramiento del corazn, la unin de su propio sacrificio al de su hijo y la inmolacin espiritual. Y el carnero enredado por las astas en un zarzal, prefigura a San Juan Evangelista presente en el Calvario, unido al sacrificio y completando el holocausto.

    14. Este sacrificio de Abrahn fue majestuosamente coronado por la doble intervencin del ngel; que, primero, impide la muerte de Isaac, substituyndola por la del carnero; y, despus, le comunica la recompensa por su obediencia heroica, con la bendicin y promesa de numerosa descendencia, de la cual nacera el Redentor del mundo. El ngel era la Divinsima Alma de Cristo, cuya voz clam desde el cielo a Abrahn. Y el cielo que refiere el Gnesis, el Alma Divina de Mara, que ocultaba la gloria de Dios. En el libro de la Sabidura, vemos con perfecta claridad que las Almas de Cristo y Mara mantuvieron firme a Abrahn, superando as su paternal y natural compasin por el hijo (Sab. X, 5). Esta fuerza extraordinaria la recibi Abrahn en el Sacrificio de Melquisedec.

    Captulo IV.- El Sacrificio de Melquisedec y el sacerdocio segn este orden en el Antiguo Testamento,

    y la actuacin de las Divinas Almas de Cristo y Mara por medio de la Triple Bendicin

    1. La figura ms excelsa de nuestra Misa es el sacrificio de Melquisedec, rey de Salem, misterioso personaje que sin principio de das, ni fin de vida, sin padre y sin genealoga (Heb. VII, 3), aparece en el Antiguo Testamento como Sacerdote de Dios Altsimo. Melquisedec es, como ya sabemos por Definicin dogmtica, la Divinsima Alma de Cristo unida al Verbo Divino, que antes de encarnarse tomaba apariencia corporal, y que ofreci al Padre un sacrificio de pan y vino (Gen. XIV, 18) en accin de gracias por la victoria de Abrahn: la prefiguracin ms viva y exacta del futuro Sacrificio de la Misa; as como la manifestacin real del ministerio sacerdotal de Cristo. Aunque en este sacrificio de pan y vino no hubo inmolacin cruenta de Cristo como en la Cruz, ni mstica como en la Misa, s haba el ofrecimiento espiritual de las Almas de Cristo y Mara a manera distinta que en el Ofertorio de la Misa; ya que el pan y el vino ofrecidos por Melquisedec eran figuras de su personal y continuo ofertorio. La continua oblacin de estas Santsimas Almas tuvo su manifestacin litrgica en el sacrificio ofrecido por Melquisedec, de valor infinito en virtud del oferente y no de la ofrenda; lo que le hace ser el ms sublime sacrificio del Antiguo Testamento, sobresaliendo con clara distincin y excelsitud sobre los dems.

    2. Dentro del Sacrificio de Melquisedec, hemos de referirnos ahora a un hecho de suma transcendencia en la historia del sacerdocio y del sacrificio, contenido implcitamente en los textos sagrados, y explcitamente en las revelaciones de la Santa Doctora Catalina Emmerick, en las que se describe con bellsimos y delicados detalles. Durante el desarrollo del Sacrificio, Melquisedec, Sumo y Eterno Sacerdote, confiri el sacerdocio a Abrahn, mediante la imposicin de sus manos sobre l y pronunciacin de estas palabras: T eres sacerdote eternamente segn el Orden de Melquisedec, verdadera materia y forma de esta singular gracia sacerdotal en su plenitud, conferida despus por el Patriarca Abrahn a su primognito Isaac, y ste, a su vez, a Jacob, de la misma manera y mediante el solemnsimo ceremonial de la Bendicin de la Primogenitura, que era independiente y posterior al de la Triple Bendicin; quedando constituidos verdaderos y reales sacerdotes como los de la nueva ley, aunque en grado muy inferior. Esta singularsima y especial gracia la perdi el Pueblo Judo por sus prevaricaciones, dando lugar a la institucin del sacerdocio levtico, muy inferior a aqul, de carcter figurativo y sin valor

    propio; pero el deseo del Altsimo era el de un solo verdadero y real sacerdocio: el del Orden de Melquisedec. Afirmamos que el Sacrificio ofrecido por los tres Patriarcas, en virtud de ese sacerdocio, era igual que el de Melquisedec: sacrificio espiritual de pan y vino, pero de valor finito.

    3. La diferencia esencial entre el sacerdocio levtico y el del Orden de Melquisedec estriba, en que, este ltimo, de carcter interno y eterno, es la participacin del alma del sacerdote en las Divinas Almas de Cristo y Mara, en virtud del mstico desposorio con la Divinsima Alma de Cristo, mediante el desposorio con la Divina Alma de Mara, y que le convierte en autntico mediador entre Dios y la humanidad. Mientras que, el sacerdocio levtico, es una simple figura del sacerdocio, con ceremonial y signos externos, pero sin el carcter interno de verdadero y real sacerdocio, por lo que se extingue en la persona con la muerte.

    4. A la luz del sacerdocio autntico de estos tres grandes Patriarcas, cuyas almas recibieron en vida la Gracia Santificante y un carcter similar al del Bautismo, en virtud de la Triple Bendicin en ellos depositada, comprendemos ahora la insistencia con que los sagrados textos nos hablan tantas veces, y de manera resaltante, del Dios de Abrahn, del Dios de Isaac y del Dios de Jacob; precisamente, para destacar la excelencia y la superioridad de estos sobre el sacerdocio levtico, por su real carcter sacerdotal que ste no tena, y por la Habitabilidad del Espritu Santo en sus almas, recibida antes de su sacerdocio, y por la consecuente paternidad espiritual sobre los verdaderos fieles de la Iglesia. De un lado, los de la Iglesia del Antiguo Testamento que son, no slo los que estn circuncidados externamente, sino que adems siguen las pisadas de Abrahn y el ejemplo de su fe, como dice San Pablo (Rom. IV, 12), creyendo como l en Jesucristo venidero, y recibiendo por esta fe la justificacin en grado imperfecto, que es la verdadera circuncisin del corazn, y la vinculacin o casi incorporacin en el Alma Mstica de la Iglesia, nica Arca de salvacin, y en virtud de los mritos anticipados del Calvario. Esta justificacin fue una gracia justificante imperfecta, que no era la Habitabilidad del Espritu Santo o estado de justicia perfecta, como lo fue en el caso singular de Abrahn, Isaac y Jacob, pero s un estado permanente que poda ser roto por el pecado y recobrado por la contricin perfecta, capaz de lograr la santidad y de hacer al hombre acreedor de la Gracia Santificante una vez

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    consumada la Redencin. Veamos las palabras de Cristo en la parbola del fariseo y el publicano: y ste y no aqul descendi justificado a su casa (Lc. XVIII, 14). Pero, adems, la paternidad espiritual de los tres Patriarcas abarca, tambin, a todos los incircuncisos y verdaderos fieles de la nueva Iglesia, lavada y renovada en el Calvario, incorporados por el Bautismo en el Cuerpo Mstico de Cristo, en virtud de la aplicacin de los mritos de la Cruz y su perpetuacin en la Misa.

    5. Nuestro Seor Jesucristo, al referirse al Dios de Abrahn, al Dios de Isaac y al Dios de Jacob, dice: No es Dios de muertos, sino de vivos (Mc. XII, 27).

    6. No podemos pasar adelante sin hablar del Santsimo Misterio o Sacramento del Antiguo Testamento, que nos refiere con singular pudor y sencillez la Santa Doctora Catalina Emmerick, maravillosamente interpretado y expuesto, como doctrina infalible, por Su Santidad el Papa Gregorio XVII en sus Documentos. Este Sacramento o Triple Bendicin se compona de tres misterios: El Alma de la Divina Mara, la misteriosa carne con que Dios rellen el hueco de Adn al extraer la costilla, y la semilla del propio Adn. Esa misteriosa carne, era una partcula de Eva con uno de sus vulos. El Misterio o Sacramento fue depositado por el Alma de Cristo en el costado de Adn y, despus, extrado antes de su pecado. La Triple Bendicin, que tena estado glorioso, constaba de tres elementos esenciales de la futura Inmaculada Concepcin de Mara Irredenta. Las dos partes materiales de este Misterio, fueron depositadas por la Divinsima Alma de Cristo en el cuerpo de San Joaqun, en donde, la semilla de Adn, transform uno de los elementos fecundantes de San Joaqun. ste transmiti a su

    esposa el vulo de Eva, mediante el mstico y sublime abrazo bajo la Puerta Dorada en Jerusaln, que transform uno de los vulos de Santa Ana. Siete das despus, mediante el correspondiente y sublime acto conyugal, tuvo lugar la Concepcin Inmaculada de Mara.

    7. Este Sacramento o Misterio, custodiado y venerado por los representantes del Pueblo Escogido, estuvo dentro del Arca de No, como Sagrario vivo de aquel templo balanceado por la borrasca. Posteriormente, fue incorporado por un ngel dentro del cuerpo de Abrahn y transmitido, a travs de la Triple Bendicin, a Isaac y a Jacob, respectivamente, y pas de este ltimo a su hijo Jos. Muerto Jos, fue extrado por Moiss de sus huesos y pasado al Arca de la Alianza, constituyendo lo ms santo y sagrado de este tabernculo. Este Sacrosanto Misterio llenaba de vigor y fortaleza espiritual a los sacerdotes y al pueblo fiel, por las sobrenaturales operaciones que obraba aquella Divina Alma de Mara como Tabernculo de Dios; pues vean y sentan al aproximarse a ese Sacramento, la esperanza de la futura salvacin. Oh misteriosa y real presencia espiritual de Mara en este Sacramento de su futura concepcin! Oh inmaculada y real semilla de la futura naturaleza humana corporal del Redentor! Oh Sagrario benditsimo que nunca falt a la Iglesia de Dios: primero, a travs de este Misterioso Sacramento y, despus, por el Santsimo, Divinsimo y Augustsimo Sacramento del Altar! Oh prodigio de la amorossima paternidad de Cristo y Mara, incansable e inagotable para aquellos que desean acogerse a la gracia y, mediante ella, lograr la salvacin! Oh Desposorio espiritual, real y sacramentado de las Almas de Cristo y Mara!

    Captulo V.- La Iglesia en el perodo de los grandes Patriarcas Abrahn,

    Isaac y Jacob, y la intervencin de las Santsimas Almas de Cristo y Mara

    1. En el captulo anterior qued tratado y definido el sacerdocio segn el Orden de Melquisedec en los tres Patriarcas Abrahn, Isaac y Jacob, as como el sacrificio correspondiente, y adems lo relacionado con el Misterio o Sacramento antiguo y otros aspectos concernientes a estos privilegios. A continuacin, vamos a desarrollar y esclarecer ms, por medio de los sagrados textos y otras revelaciones msticas aprobadas, algunos puntos ya tratados que, por su vital importancia y suma transcendencia, merecen una mayor consideracin y estudio.

    2. Comenzaremos con el tema de la especial vocacin de Abrahn, en Ur de Caldea, del que habla el Gnesis, y que fue la llamada directa de Dios al Patriarca para que cumpliese, en un futuro, una misin eminentemente sacerdotal, la que unida a su fe en Jesucristo, le constituira padre espiritual de todos los creyentes. Para ello, el Altsimo prepar y enriqueci el alma recta y virtuosa de Abrahn con la joya ms hermosa y preciada que el hombre poda poseer en la Tierra, la Gracia Santificante, transformando, as, su alma y elevndola a la altsima dignidad de la filiacin divina. Esta gracia extraordinaria y sublime de la vida divina en su alma, la recibi el excelso Patriarca en el instante de su llamada vocacional, a travs de la Triple Bendicin o Misterioso Sacramento depositado e incrustado en el interior de su cuerpo, por la Divinsima Alma de Cristo, en el momento solemnsimo que nos describe el Gnesis (XII, 3), y coincidiendo con la pronunciacin de estas determinantes palabras: y EN TI sern benditos todos los linajes de la Tierra. Una luz potentsima ilumin a la Iglesia del Antiguo Testamento al abrirse, a travs de Abrahn, una puerta de comunicacin entre Dios y su pueblo, por la Habitabilidad del Espritu Santo en su alma y quedar constituido todo su ser en Tabernculo vivo del Santsimo Misterio o Sacramento.

    3. Relacionando el texto sagrado con las revelaciones de la Santa Doctora Catalina Emmerick, damos la debida interpretacin a sus palabras, y enseamos que existe una admirable correspondencia con el relato del Gnesis, en el cual

    estn misteriosamente contenidas. Adems, la Santa Doctora aporta detalles de inestimable valor y significado, expresados con sublime belleza: Una Nube brillante descendi desde el cielo sobre Abrahn y un ngel mensajero de Dios vino a l y le habl, comunicndole un luminoso don que le irradiaba, a la vez que depositaba dentro de l la Triple Bendicin.

    4. A la vista de esta breve y maravillosa descripcin de la Santa Doctora, ordenada debidamente a la luz de nuestra interpretacin, cmo poder expresar con la requerida ponderacin y excelsitud, en un lenguaje humano, la sublimidad que encierra este acontecimiento, cuando seran necesarias palabras celestiales que no empaaran tan extraordinaria, excepcional y difana intervencin de las Divinas Almas de Cristo y Mara?

    5. La esplendorosa Nube de la presencia del Alma de Mara, desciende del cielo con suntuosa majestad y cubre con los resplandores de la gloria del Alma de Cristo, en forma de ngel, la exttica figura del Santo Patriarca, penetrando en su interior a travs del Misterioso Sacramento, que lava y transforma su alma con el fuego de la Gracia Santificante, le imprime un carcter singular y le eleva a la altsima dignidad de templo vivo del Espritu Santo y trono excelentsimo de la Trinidad Augusta. De esta forma, el alma de Abrahn quedaba dignamente preparada para ser, as, merecedora de otra gracia especialsima, reservada a l por el plan divino, el sacerdocio, que recibi, despus, en el Sacrificio de Melquisedec. Es aqu donde Abrahn alcanza la elevadsima dignidad de la plenitud del sacerdocio eterno segn el Orden de Melquisedec y en el grado que le corresponda. A travs del sacerdocio, el Patriarca qued constituido mediador poderoso entre Dios y su pueblo, con la consecuente misin de abarcar en su Mstico Corazn el sacrificio de la Iglesia del Antiguo Testamento, y ofrecerlo al Altsimo por medio del sacrificio de pan y vino. Como prueba evidente del ministerio de mediacin de Abrahn entre Dios y los hombres, en virtud de su sacerdocio, tenemos el episodio de su intercesin por los

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    habitantes de las ciudades corrompidas de Sodoma y Gomorra: porque cuando Dios destrua las ciudades de aquella regin, acordndose de Abrahn, libr a Lot de la ruina de las ciudades en que haba morado (Gen. XIX, 29).

    6. Otro momento culminante en la vida de Abrahn, es el de la renovacin de la alianza hecha por Dios al Patriarca, con motivo de instituir la Circuncisin, seal externa del pacto y figura del Sacramento del Bautismo; pues fue la marca o seal de la fe de Abrahn y de la justicia interior de este Santo Patriarca, como dice San Pablo (Rom. IV, 11), aunque, en este caso excepcional, era justicia perfecta; y adems, el distintivo del Pueblo de Dios, como requisito necesario para entrar en la Iglesia del Antiguo Testamento y quedar vinculados a su Alma Mstica, aunque careca de la virtud de borrar el pecado original. La circuncisin era obligatoria a los ocho das del nacimiento de los nios.

    7. Es importante el dejar asentada debidamente la doctrina del momento en que los miembros de la Iglesia antigua adquiran el estado permanente de la gracia justificante imperfecta, que ya qued definida en el anterior captulo. Precisamente, a travs del sacramento imperfecto de la circuncisin, se adquira esta singular gracia o estado de justicia imperfecta, en lo que se refiere a los varones; respecto a las mujeres, para las cuales no caba la circuncisin, y los nios que moran antes de ser circuncidados, bastaba un acto de profesin de fe en la venida de Cristo, por medio de los padres y a travs de algunos sacrificios u oraciones a Dios hechos por ellos, o dndoles alguna bendicin. Antes de ser instituida la circuncisin, la gracia justificante imperfecta se adquira a travs de otro sacramento imperfecto, que consista en algn acto o manifestacin externa que expresaba la fe en el futuro Redentor, realizado por la propia persona; o por los padres, en el caso de los nios antes del uso de razn, o en su defecto los tutores u otra persona competente. En caso de peligro de muerte del nio, bastaba una sola bendicin. La gracia justificante imperfecta, una vez adquirida, permaneca en el alma de la persona mientras no cometa pecado mortal, y se recobraba, en caso de prdida por el pecado, a travs de un acto de contricin perfecta.

    8. Pero esta renovacin de la alianza de Dios con el Patriarca implicaba, tambin, una nueva afirmacin de su numerosa posteridad; y como seal de esta circunstancia memorable, Dios muda el nombre primitivo de Abram, que significa padre excelso, por el de Abrahn, padre de una multitud excelsa; y no cabe duda que intervinieron en este decisivo acontecimiento la Divinsima Alma de Cristo y la Divina Alma de Mara, como en muchos otros.

    9. Para el cumplimiento de esta promesa en Abrahn, era naturalmente necesario que Dios concediera, a su esposa Sara, la gracia de la fecundidad que nunca posea, la cual se cumpli en el encinar de Mambr, cerca de Hebrn. Es aqu donde se hace presente la Santsima Trinidad, bajo la apariencia corporal de tres varones vestidos de blanco, que anuncia a Abrahn la prxima fecundidad de su esposa y el nacimiento de Isaac, el hijo de la promesa. Completando este pasaje bblico con las revelaciones de Santa Catalina Emmerick, podemos continuar diciendo que, a Abrahn, le fue revelado por los santsimos personajes el contenido del Misterio o Sacramento de la Triple Bendicin; culminando con una visin extraordinaria de la Virgen Mara, Madre del Salvador, y la futura obra de la Redencin. A esta visin alude Nuestro Seor Jesucristo en el Evangelio, cuando dice: Abrahn, vuestro padre, dese con ansia ver mi da: lo vio y se goz (Jn. VIII, 56).

    10. Si nos adentramos ms en el Gnesis, seguiremos el curso y destino del Misterio o Sacramento, ya prxima la muerte de Abrahn, aunque el texto sagrado hace solamente una referencia general que engloba todo el contenido que deseamos exponer. No hay lugar a duda, que la Triple Bendicin fue pasada de Abrahn a Isaac a travs de la bendicin sacerdotal de su padre, y que este Sacramento o Misterio produjo la consecuente eficacia sobrenatural: la Habitabilidad del Espritu

    Santo en el alma de Isaac y la impresin de un carcter que le capacitaba y dispona para recibir, despus, el sacerdocio segn el Orden de Melquisedec; ste le fue conferido, en su plenitud, por Abrahn, a travs de otra bendicin especial llamada de la Primogenitura. El sagrado texto ubica estos dos momentos diferentes con la expresin: dio Abrahn todo lo que posea a Isaac (Gen. XXV, 5).

    11. Es asombroso el captulo XXVII del Gnesis, especialmente en lo que se refiere a las dos bendiciones que Isaac da a su hijo Jacob, con motivo de su avanzada edad y creencia de su muerte prxima. La primera se contiene en el versculo 23, que segn el texto de la Vulgata, que coincide con los del hebreo y griego, dice: y bendicindole, en su traduccin exacta del latn. ste es el momento en que Isaac, mediante su bendicin sacerdotal a Jacob, le transmite a ste el Santo Sacramento o Misterio, recibiendo Jacob la Gracia Santificante en su alma y la impresin de un carcter necesario para el futuro sacerdocio. En el versculo 27, hallamos la segunda bendicin, que corresponde a la primogenitura; a travs de la cual, Isaac confiere a su hijo Jacob el sacerdocio eterno en su plenitud, segn el Orden de Melquisedec. El sagrado texto dice: bendicindole (Gen. XXVII, 27).

    12. Al igual que dijimos de Abrahn, los Patriarcas Isaac y Jacob quedaron constituidos, por medio del sacerdocio, en mediadores poderosos entre Dios y la humanidad; recogiendo en sus corazones sacerdotales el sacrificio de la Iglesia del Antiguo Testamento, y ofrecindolo al Altsimo, a travs de las ofrendas de pan y vino. Este sacrificio finito de la Iglesia ofrecido por los tres Patriarcas, adquiri valor infinito despus de ser presentado por el Santsimo Jos a San Juan Evangelista en el Calvario, y ste unirlo al Sacrificio Infinito de Cristo y Mara.

    13. El plan divino era que la Triple Bendicin pasara de primognito a primognito, hasta ser depositada en el interior del cuerpo de San Joaqun, padre de la Virgen Mara. Lo mismo respecto al sacerdocio segn el Orden de Melquisedec, que sera transmitido por medio de la Bendicin de la Primogenitura al hijo mayor de cada familia, y de esta manera conservar el verdadero sacerdocio, para que nunca faltaran autnticos mediadores entre Dios y los hombres. Mas, este designio de la voluntad divina qued frustrado por la prevaricacin humana, a travs del horrible pecado de Rubn, primognito de Jacob, al cohabitar con Bala, una de las esposas de su padre. Por este pecado, el pueblo de Israel perdi esta doble gracia. El Gnesis (XLIX, 3-4) lo expresa con perfecta claridad en las palabras de Jacob poco antes de morir: Rubn mi primognito, t mi fortaleza y el principio de mi dolor: el primero en los dones, el mayor en el mando. Te derramaste como agua, no crezcas, porque subiste al lecho de tu padre y manchaste su estrado. Rubn, por su pecado, perdi, adems de la Triple Bendicin, que pas a Jos como ya veremos, el sacerdocio y el reino; el primero pas a la tribu de Lev, pero ya no segn el Orden de Melquisedec, sino con el carcter temporal, externo y figurativo que el sacerdocio levtico implicaba, y adems, esto se realiz en tiempos de Moiss. Y el reino, pas a la tribu de Jud.

    14. Hay un pasaje de hondo significado en la historia de Jacob, que es una manifestacin anticipada del futuro Israel: la lucha de Jacob con el ngel (Gen. XXXII). No cabe ninguna duda que ese ngel es la Divinsima Alma de Cristo. Quedamos verdaderamente impresionados de la profundidad contenida en esta misteriosa contienda: Jacob, a travs de la lucha, es tocado por el ngel en el nervio de su muslo, y quedando herido y cojo; a lo que interpretamos que qued desposedo del Sagrado Misterio de la Triple Bendicin. A pesar de ello, por permisin del Divino Personaje, logr vencerle y detenerle para que no se llevara el Depsito Sagrado. En esta rara situacin, el ngel, que es el Alma de Cristo, anuncia a Jacob que se llamar Israel. Interpretamos esto como una clara profeca del futuro del Pueblo de Israel, el cual perdera la gracia, en los primognitos, de recibir el Sacramento o Misterio, y a consecuencia de ello, el sacerdocio verdadero. Pero, a pesar de esto, el Pueblo de Israel

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    se mantendra fuerte en la defensa de Dios contra sus enemigos. Despus, el Alma de Cristo, en forma de ngel, bendice a Jacob,

    le devuelve la Triple Bendicin y desaparece.

    Captulo VI.- El sacerdocio de Jos, el destino de la Triple Bendicin, aclaraciones sobre el Sacrificio

    correspondiente al sacerdocio de los tres grandes Patriarcas, y la santificacin en vida del gran caudillo Moiss

    1. Antes de la muerte de Jacob, la Triple Bendicin pas a su hijo Jos, segn se interpreta claramente de la lectura del Gnesis (XLVII, 29 y sgs.), cuando Jacob, prximo a su muerte, pide a Jos un juramento de que su cuerpo no sea enterrado en Egipto. Jos lo jura solemnemente a su padre. Es en este momento cuando Jos recibe el Misterio o Sacramento. Pero veamos el texto sagrado de la Vulgata: El cual, jurndolo, ador Israel a Dios, vuelto hacia la cabecera de la cama (Gen. XLVII, 31). El texto griego dice: ador vuelto hacia la punta superior de la vara. Y el texto hebreo, dndole su debida puntuacin, dice: ador hacia la cabeza de la vara. San Pablo lo expresa as: Por fe, Jacob, estando para morir, bendijo a cada uno de los hijos de Jos y ador la altura de su vara (Heb. XI, 21). Haciendo una interpretacin correcta, no existe ninguna diferencia entre los textos sagrados referidos, ya que todos coinciden en que Jacob, ahora llamado Israel, adora a Dios. Mas, queremos dejar descubierto el enigma de la adoracin de la altura de la vara, dando la interpretacin de que, en el mismo instante de ser transmitido el Depsito Sagrado, floreci la vara de Jos, manifestndose as, mediante la vara, el Alma de Mara, y en la flor, el Alma de Cristo, prodigio anticipado de la profeca de Isaas: Y saldr una vara de la raz de Jess y de su raz subir una flor (Is. XI, 1). Este prodigio se repetira despus en Aarn, y ms tarde en San Jos, Esposo de la Virgen Mara.

    2. Jos recibi a travs de esta Triple Bendicin la Habitabilidad del Espritu Santo. Jacob, en su lecho de muerte, confiri el sacerdocio segn el Orden de Melquisedec a su predilecto hijo Jos, pero no en su plenitud. Por lo cual, ya no era posible la continuacin de este real y verdadero sacerdocio. A la muerte de Jos, el Pueblo Escogido perdi este privilegio, que fue nuevamente restablecido en su plenitud y mxima perfeccin por Nuestro Seor Jesucristo, en virtud de su institucin, la vspera de su Pasin.

    3. Toda esta doctrina del sacerdocio de Jos, est perfectamente clara en el Gnesis (XLIX, 24 y sgs.), a la luz de una correcta interpretacin. Dice el sagrado texto refirindose a Jos: de all sali el pastor, la piedra de Israel, o sea, no slo para ser gobernador de la Tierra, sino para ser despus, tambin, pastor de las almas. Refirindose a las bendiciones de Abrahn, Isaac y Jacob, dice este ltimo a Jos: hasta que viniese el deseo de los collados eternos: cmplanse en la cabeza de Jos y sobre la coronilla de la cabeza del Nazareno entre sus hermanos (Gen. XLIX, 26). Del sagrado texto se desprende, con plena claridad, que Jos recibi el sacerdocio eterno de Melquisedec, en este mismo instante anterior a la muerte de Jacob, en presencia de todos sus hermanos, a travs de la Bendicin de la Primogenitura.

    4. Con estos dos hechos de la Triple Bendicin y del Sacerdocio, se cumplen los dos sueos profticos que tuvo Jos en su juventud: En uno de ellos vio: que estando en el campo con sus hermanos atando gavillas, la suya se levantaba y se tena derecha; y las de sus hermanos, que estaban alrededor, adoraban la gavilla de Jos. En el otro, vio cmo el sol, la luna y once estrellas le adoraban (Gen. XXXVII, 7-9).

    5. Podemos completar nuestro relato sobre el Patriarca Jos con las palabras del Eclesistico (XLIX, 17-18): que naci para ser el prncipe de sus hermanos, sustentculo de la nacin, gobernador de los hermanos, firme apoyo del pueblo: y sus huesos fueron visitados y despus de su muerte profetizaron. Con qu claridad podemos ver en estas palabras toda la personalidad y alta misin de Jos, hijo de Jacob; as como el

    lugar en donde estuvo el Misterio o Sacramento antes de ser extrado; ya que, segn el texto, los huesos de Jos eran el tabernculo que contena tan Sagrado Depsito, objeto de continua veneracin por el Pueblo Escogido y fortaleza de su fe.

    6. Antes de finalizar lo concerniente a estos grandes Patriarcas, es preciso dejar probada y afirmada la doctrina de que Abrahn, Isaac y Jacob, y tambin su hijo Jos, sacerdotes segn el Orden de Melquisedec, no ofrecieron en sus sacrificios vctimas animales, ni nada que no fuera lo propio, pues esto repugnaba a su dignidad de verdadero y real sacerdote eterno, aunque sus sacrificios fueran meras figuras de la Misa. El sacrificio de estos Patriarcas fue de pan y vino. Esta doctrina est basada en los mismos textos sagrados, pues al examinar la historia de aqullos, a partir de su sacerdocio, no hallamos ningn sacrificio de vctimas animales. Solamente hay tres pasajes que pueden ofrecer alguna confusin; pero que, contrastando la Vulgata con los textos griego y hebreo, en dos de los casos, y dando la debida interpretacin a estos y al tercero, no hay lugar a dudas.

    7. Abrahn ofreci en holocausto un carnero, al ser substituido por Dios en lugar de Isaac. Sin la muerte y holocausto de esta vctima, el sacrificio de Isaac no hubiera sido una figura viva y perfecta del Calvario; pues faltara uno de los elementos esenciales, la prefiguracin de San Juan, y por lo tanto, el sacrificio de Isaac no sera figura completa. Por eso, solamente en este caso, y por el motivo expuesto, ofreci Abrahn una vctima animal despus de su sacerdocio eterno. Adems, interpretamos, que Isaac conoca que l era la vctima, y de esta manera fue al suplicio voluntariamente, aunque el Gnesis nos lo presente como ignorante.

    8. En el Gnesis (XXXI, 54), la Vulgata dice, al referirse a un sacrificio de Jacob, lo siguiente: E inmoladas las vctimas en el monte, llam a sus hermanos para que comiesen pan. En el texto griego dice: Jacob ofreci un sacrificio; y en el texto hebreo: y Jacob mat una vctima. Como se ve, hay una aparente contradiccin entre las tres versiones, y en ninguna se nos dice claramente que ofrecieron vctimas animales, pero s que mataron vctimas animales. Es ms, en la Vulgata, que habla de inmolacin de vctimas, luego se agrega que llam a sus hermanos para que comiesen pan, quedando as contradicho lo anterior. Interpretamos, a la luz de las definiciones y doctrina palmariana, que este sacrificio de Jacob fue de pan y vino, pero que no se ofreci hasta no estar preparado todo lo necesario para la fiesta familiar que hubo despus del sacrificio, como se desprende del texto. Y era lgico que, en las fiestas, se mataran o sacrificaran animales para el banquete. La ltima Cena del Seor precedi al Sacrificio de la Misa, y no podemos decir que, aunque hubo un cordero encima de la mesa, se ofreciese el cordero.

    9. En otro pasaje del Gnesis (XLVI, 1), la Vulgata y el texto hebreo nos dicen: y despus de haber matado vctimas al Dios de su padre Isaac. El texto griego nos dice: ofrecido un sacrificio, sin mencionar vctimas. Valga la interpretacin y afirmacin anterior a este respecto.

    10. Para dar fin a este captulo, hemos de referirnos al destino que tuvo el Sacramento o Triple Bendicin, a partir de la salida de Egipto del Pueblo Escogido. Moiss, en la noche del xodo, tom consigo los restos de Jos y extrajo de ellos el Misterio de la Triple Bendicin, que fue depositada en el Cliz que us Melquisedec, y colocado dentro del sarcfago de oro que contena los restos.

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    11. Mas no podemos continuar adelante, sin hablar de la excelsa figura del santo caudillo Moiss, para dejar clara la cuestin de su santificacin en vida, que supone la Habitabilidad del Espritu Santo en su alma, de lo cual hay demostracin manifiesta y clara en los sagrados textos. En el Eclesistico (XLV, 4), se dice de Moiss: por su fe y por su mansedumbre le santific y le escogi entre toda carne. Como puede verse, el texto sagrado es claro y preciso en esta cuestin. Despus de

    examinar y confrontar los sagrados textos con las revelaciones de Santa Catalina Emmerick, vemos con claridad que Moiss recibi la Gracia Santificante en el instante de extraer la Triple Bendicin de los huesos de Jos, y que sta penetr en Moiss, le santific, y sali en el mismo instante. Por eso, el libro de la Sabidura (X, 16), alude a este momento, al decir estas palabras: entr Ella - la Sabidura - en el alma del siervo de Dios y mantvose contra reyes terribles, con portentos y seales.

    Captulo VII.- Los sacrificios a partir de la Ley de Moiss

    y la intervencin de las Santsimas Almas de Cristo y Mara en ellos

    1. Hasta ahora hemos tratado de los sacrificios cruentos e incruentos correspondientes al perodo llamado de la Ley Natural, o sea, por inspiracin divina en la mente humana a travs de las Almas de Cristo y Mara.

    2. Pero antes de referirnos a los sacrificios contenidos en la legislacin mosaica, vamos a hacer una visin de conjunto del sacrificio del Cordero Pascual antes de su institucin legal, figura destacada del sacrificio del Nuevo Testamento.

    3. El cordero es el animal vctima por excelencia. El primer sacrificio cruento que menciona la Sagrada Biblia, es el de un cordero del rebao de Abel. Por la sangre de un cordero fueron perdonados los primognitos del pueblo de Israel en Egipto; y, a consecuencia, todo el pueblo hebreo fue liberado de la esclavitud del Faran, smbolo de la esclavitud de Satans. La sangre simboliza la Sangre de Cristo, que nos libra del poder del demonio. El Profeta Isaas ve en el cordero una figura del futuro Cristo doliente, sobre el cual Dios carg la iniquidad de todos nosotros; y que, maltratado, no abri la boca, como cordero llevado al matadero, y como oveja muda ante los trasquiladores (Is. LIII). Cuando Cristo se present a San Juan Bautista para ser bautizado por l, ste le seal diciendo: He aqu el Cordero de Dios... (Jn. I, 29). San Pedro escribe en su primera Carta (1 Ped. I, 18-21), que hemos sido rescatados, no con plata ni oro, sino con la Sangre Preciosa de Cristo, como Cordero sin defecto ni mancha, inmolado en el principio del mundo, y manifestado al fin de los tiempos por amor nuestro. La sublime e inefable liturgia celestial descrita en el Apocalipsis, se desenvuelve alrededor del Cordero Inmolado, como su centro, y habla de l no menos de veintiocho veces.

    4. En recuerdo de la prodigiosa salida de Egipto, en virtud de la sangre del cordero, Moiss instituy por mandato divino la celebracin anual del sacrificio del Cordero Pascual, llamado as porque se celebraba en la fiesta de la Pascua, que significa paso: el paso del Seor exterminando a los primognitos egipcios y perdonando a los de los hebreos, y el paso del Pueblo Elegido por el Mar Rojo. Estos son los orgenes de la Pascua de los judos.

    5. La celebracin del Cordero Pascual fue perfeccionada, ampliada y enriquecida por la Ley Mosaica, que revesta de una solemnidad peculiar, prescrita por Dios con los ms mnimos detalles y transmitida a su siervo Moiss al pie del Monte Sina; con minuciosas descripciones referentes al lugar del culto, Arca de la Alianza, as como utensilios del culto y ornamentos sacerdotales, con caractersticas simblicas y anlogas al Sacrificio del Calvario y su perpetuacin en la Misa. La vctima haba de ser un cordero de un ao, sin mancilla, e inmolado por el sacerdote levita sin romper un hueso del animal. El sacrificio constaba de tres partes fundamentales: la efusin de la sangre, el holocausto de la grasa y la manducacin de la carne por cada familia. Los ministros del culto divino se dividan en tres clases o rangos, simbolizando los distintos grados o jerarquas del Nuevo Testamento. Esta celebracin del Cordero Pascual alcanz su mximo esplendor en el Templo de Jerusaln, suntuoso edificio dedicado al culto de Dios, con magnificencia en belleza y prodigalidad en sacrificios.

    6. Adems de este sacrificio anual del Cordero Pascual, existan otros con distintas finalidades: el holocausto o adoracin, el expiatorio y el de accin de gracias e impetracin; que simbolizan los fines contenidos en el Santo Sacrificio de la Misa: nico y verdadero sacrificio de adoracin, expiacin, accin de gracias e impetracin.

    7. Todo el Antiguo Testamento, como hasta ahora vamos viendo, est lleno de la presencia de las Santsimas Almas de Cristo y Mara presidiendo y dirigiendo, como esperanza de futura salvacin, todas las buenas acciones, as como los grandes acontecimientos; y, de manera especialsima, todos los sacrificios, cumpliendo de esta manera con una misin sacerdotal como alentadores y vivificadores de estos.

    8. Por eso, no poda faltar su asistencia y auxilio en los momentos ms crticos de la Iglesia, representada por el Pueblo Elegido. Una prueba patente y expresiva, de extraordinaria intensidad, la hallamos en la marcha del Pueblo Escogido hacia la tierra prometida, a travs del desierto; bellsima demostracin de que la Iglesia, en sus momentos ms crticos, es cuando ms recibe la asistencia y auxilio de Cristo y Mara. Veamos los pasajes bblicos a este respecto:

    9. xodo (XIII, 21-22): Y el Seor iba delante de ellos para mostrarles el camino, de da en columna de nube, y de noche en columna de fuego, para ser gua del camino en uno y otro tiempo. Nunca falt la columna de nube por el da ni la columna de fuego por la noche, delante del pueblo...

    10. xodo (XIV, 19): Y levantndose el ngel de Dios que iba delante del ejrcito de Israel, march detrs de ellos: y con l tambin la columna de nube, dejando la delantera. Aqu se hace referencia a las Almas de Cristo y Mara, tomando apariencia de ngel y Nube, respectivamente. Esta pareja de Almas, adems de guiar al pueblo, lo protege y le hace vencer de sus enemigos.

    11. xodo (XVI, 10-11): Y como hablase Aarn a toda la congregacin de los hijos de Israel, miraron hacia el desierto: y he aqu que apareci la gloria del Seor en la Nube. Y habl el Seor a Moiss... Vemos aqu a la que es el Templo y Sagrario de la Santsima Trinidad, manifestando a la humanidad la gloria que en s est encerrada.

    12. xodo (XXXIII, 9-11): Y luego que entraba (Moiss) en el Tabernculo de la Alianza, bajaba la columna de nube y se paraba a la puerta, y hablaba con Moiss, viendo todos cmo la columna estaba parada a la puerta del Tabernculo. Y ellos estaban en pie, y por las puertas de sus tiendas adoraban. Y el Seor hablaba a Moiss cara a cara. Manifestacin clara de las intervenciones de las Almas de Cristo y Mara, identificadas en la Voz y en la Nube que la contena y de la cual sala. Y tambin, el sentimiento de correspondencia del pueblo, mediante la adoracin de la Divinidad oculta dentro de la Nube.

    13. xodo (XL, 32-33 y 36): Despus de haberse cumplido todas las instrucciones que Dios haba dado sobre la ereccin y consagracin del Tabernculo, cubri una Nube el Tabernculo del testimonio y llenle la gloria del Seor... cubrindolo todo la Nube, y brillando la majestad del Seor... La Nube del Seor de da estaba sobre el Tabernculo, y de noche un fuego...

  • Tratadode la Misa 9

    14. Nmeros (IX, 17): Despus que se quitaba la Nube que cubra el Tabernculo, entonces marchaban los hijos de Israel; y en el lugar donde se paraba la Nube, all acampaban. Elocuente actuacin del Alma de Cristo a travs del Alma de Mara, que mediante los movimientos de la Nube haca conocer al pueblo su voluntad y sus rdenes.

    15. Pero no menos deslumbrante y asombrosa es la intervencin de estas Santsimas Almas en los sacrificios, como puede verse, por ejemplo, en el primer sacrificio ofrecido por el Sumo Sacerdote Aarn: cuyo holocausto fue devorado por el fuego del Seor, en presencia de todo el pueblo. Este Fuego Sagrado fue conservado por los sacerdotes con la mayor atencin y desvelo, y as cumplirse el mandato del Seor: ste es el fuego perpetuo que nunca faltar en el Altar (Lev. VI, 13). Y este Fuego acompa siempre a los israelitas a travs del desierto, y colocado, cuando se acampaba, sobre el altar de los holocaustos; fue conservado en el Templo, y fuera del Templo durante el cautiverio de Babilonia, pasando despus al nuevo Templo reconstruido. Con este Fuego, se prenda la lea para la consumicin de la vctima, hasta que se extingui totalmente a la muerte de Cristo.

    16. Oh providente, generosa y entraable paternidad espiritual de la Divinsima Alma de Cristo, presente siempre en la Iglesia del Testamento Antiguo, a travs del milagroso Fuego Sagrado! Sagrario vivo y permanente de las Santsimas Almas desposadas, que, bajo esta singularsima presencia, intervienen siempre, y necesariamente, en los sacrificios levticos!

    17. Pero no podemos silenciar una de las manifestaciones e intervenciones ms grandiosas, ms bellas e impresionantes de las Santsimas Almas de Cristo y Mara. La hallamos en el momento culminante de la promulgacin del Declogo, desde la cumbre del Monte Sina, expuesta en el xodo (Ex. XIX, 16 y sgs.) con la mxima riqueza de matices y con la ms sugestiva y fastuosa expresin, como si el Cielo no pudiera contener dentro de s toda la magnificencia, esplendor y diversidad de luces,

    colores y sonidos sobrenaturales, as como el ardorossimo amor, del Divino Desposorio de las Santsimas Almas de Cristo y Mara, a travs de una desbordante agitacin de las fuerzas de la naturaleza movidas impetuosamente por estas Divinas Almas, como prueba de su presencia. El Alma Divina de Mara cubra, con el espeso y engalanado manto de la Nube de su presencia, el Monte de la Legislacin divina. Y la Divinsima Alma de Cristo, con el fuego de su manifestacin y la voz de su abrasadora autoridad, se dejaba or con estruendo y resonancia inslitos por todo el Pueblo Elegido, durante la divulgacin de los preceptos, quedando ste atnito y maravillado, ante la asombrosa ceremonia de la promulgacin de la Ley.

    18. Pero, no podemos dar fin a este captulo sin mencionar los pasajes bblicos del sacrificio de Manu (Jue. XIII), padre de Sansn, y tambin el de Geden (Jue. VI), ambos contenidos en el libro de los Jueces, y que trataremos simultneamente, ya que deducimos entre ellos una gran similitud. A pesar de la simplicidad y sencillez de su narracin, sobresalen, entre otros, por la peculiar intervencin de las Divinas Almas de Cristo y Mara en ambos, exigiendo personalmente el ofrecimiento de las vctimas, con destacada actuacin sacerdotal. La Divinsima Alma de Cristo, con apariencia de varn de Dios, manteniendo en su mano derecha un misterioso bculo, prende, a travs de l, en el altar, el fuego consumidor del holocausto, manifestndose as la gloria de Dios. No cabe ninguna duda de que esa figura humana que nos refiere el sagrado texto, es el Alma de Cristo desposada con el Alma de Mara; y que sta se manifiesta en ese Bculo portador del fuego de Dios, que es el Alma de Cristo; y que a su vez, el Alma de Cristo acta a travs de su Esposa, para manifestar su gloria a los hombres y consumar y aceptar el sacrificio. Como culminacin del mismo y glorificacin de esas dos Almas desposadas, ambas se elevan junto a la llama hacia el Cielo, llevndose consigo el fragante olor de suavidad desprendido del sacrificio.

    Captulo VIII.- Valor, efectos y fines de los sacrificios en el Antiguo Testamento

    1. Los sacrificios de la antigua Ley, no carecan de todo valor, aunque eran meras figuras del Calvario y de la Misa, pues fueron inspirados u ordenados por Dios, segn hemos visto anteriormente, y Dios no hace cosas que no tienen valor ni sentido.

    2. Como bien ha quedado ya definido, todo verdadero y propio sacrificio exige, indispensablemente, un acto interno de ofrecimiento a Dios, con las debidas condiciones y disposiciones por l exigidas; por lo tanto, todo sacrificio externo supone, necesariamente, la concurrencia de dos elementos esenciales: el interno y el material; si no, sera mera exterioridad, carente de todo valor y sin el carcter de verdadero sacrificio. Por eso, al tratar del sacrificio propio externo, en especial del cultual, no podemos ya hablar de la vctima con independencia del acto interior, pues van necesariamente unidos; ya que aquella era la condicin indispensable para que el hombre pudiera exteriorizar los sentimientos internos de ofrecimiento a Dios, con las debidas disposiciones requeridas, y para que se produjesen los efectos en esta clase de sacrificios.

    3. El valor de todos los sacrificios de la antigua Ley, a excepcin del ofrecido por Melquisedec, slo era de carcter finito, pues, tanto el oferente, como la ofrenda, en s mismos eran finitos; y, adems, no podan ser unidos, por entonces, al Sacrificio de la Cruz, nico de valor infinito, ya que no era posible en ellos el ofrecimiento de las Almas de Cristo y Mara, que slo poda hacerse en el Calvario por el Sacerdote Ministerial, en la persona de San Juan. Por eso, al unir San Juan Evangelista todos estos sacrificios finitos al Sacrificio Infinito de Cristo y Mara en el Calvario, adquirieron el valor infinito.

    4. El hombre, a travs de los sacrificios, mediante la sincera contricin perfecta de sus pecados y el deseo ardiente de unirse a su Creador, as como por la expresin viva de su fe y esperanza en el futuro Redentor, alcanzaba el perdn de sus pecados personales y numerosas gracias actuales. Al mismo tiempo, mediante los sacrificios, el hombre reconoca la absoluta soberana de Dios y su total dependencia de l, su indigencia y necesidad de humillarse, vindose pecador y merecedor de los castigos de la divina justicia; as como de vivir en continua accin de gracias e invocarle como Autor de todo bien.

    5. Los sacrificios cultuales tenan la relevante finalidad de prefigurar el Sacrificio de la Cruz y de representar ante el Pueblo Escogido, de manera simblica, la naturaleza, propiedades y fines del Sacrificio cruento del Mesas que esperaban, y su perpetuacin en la Misa, nico Sacrificio capaz de reparar y tributar a Dios el debido honor, de obtener la remisin de todos los pecados y restablecer la filiacin divina en el hombre mediante la Habitabilidad del Espritu Santo. Adems, era un medio para retirar al pueblo de la idolatra y unirlo alrededor del culto al verdadero Dios.

    6. Es fundamental hacer una distincin clara entre los sacrificios segn el Orden de Melquisedec, en el Antiguo Testamento, y los dems sacrificios cultuales, en especial, los levticos. Aunque todos posean un valor finito, sin embargo, los del Orden de Melquisedec, por razn del real y verdadero carcter sacerdotal en los oferentes, as como por la identidad externa de las ofrendas con las de la Misa, eran muy superiores a los otros. Adems, el sacerdote segn el Orden de Melquisedec, a travs de estos sacrificios espirituales, tena la virtud de abarcar, guardar y ofrecer en su Mstico Corazn sacerdotal,

  • Tratado de la Misa 10

    todos los sacrificios de la Iglesia del Antiguo Testamento. El sacrificio ofrecido por los santos Patriarcas, por su carcter sacerdotal impreso en su alma, era el ofrecimiento finito de la Iglesia de entonces, con independencia de las disposiciones personales, buenas o malas, del sacerdote. Mientras que, en los dems sacrificios, incluido el levtico, no se ofreca el sacrificio finito de la Iglesia, por carecer los oferentes del verdadero carcter sacerdotal; pues eran meros ejecutores externos, aunque con su correspondiente autoridad sacerdotal y sagrada.

    7. He ah la alta misin del sacerdocio segn el Orden de Melquisedec: la de unir el sacrificio finito de la antigua Iglesia al Sacrificio Infinito del Calvario, a travs de la persona de San Juan, el cual consum la unin de los dos sacrificios, el de la Iglesia y el de Cristo y Mara, adquiriendo aqul, en virtud de esta unin, valor infinito. El valor que tenan los sacrificios del Antiguo Testamento lo reciban de los infinitos mritos del Sacrificio de la Cruz, que anticipadamente eran aplicados por las Almas de Cristo y Mara; los cuales formaban parte de l y por lo tanto tenan la misma finalidad de reparar al Padre y redimir a los hombres, aunque en un grado inmensamente inferior. Todo efecto que producan estos sacrificios eran efectos redentores, ya que se remitan al Sacrificio del Calvario.

    8. La Redencin nos vino gracias a la Reparacin; y, en aquellos sacrificios, los efectos eran frutos anticipados de la Redencin; por lo tanto, tenan un valor redentor; de aqu emana que tenan tambin valor reparador, pues la Redencin es consecuencia gratuita de la obra reparadora.

    9. Esta nfima eficacia reparadora de los sacrificios del Antiguo Testamento, era la que produca los efectos redentores que se desprendan de ellos, pues era imposible que Dios

    condescendiera con gracias sobre la humanidad sin ser antes reparado, aunque fuera nfimamente.

    10. Tanto la eficacia reparadora como redentora de aquellos sacrificios, proceda de los mritos infinitos del Sacrificio de la Cruz.

    11. No podemos concluir el captulo sin mencionar las invectivas de Dios, por medio de sus profetas, contra la adulteracin de los sacrificios levticos.

    12. Veamos, por ejemplo, lo que escribe Isaas: Qu me sirve a M la muchedumbre de vuestros sacrificios, dice el Seor? Harto estoy. No quiero holocaustos de carneros, ni sebo de animales gruesos, ni sangre de becerros y de corderos y de machos de cabro... No ofrezcis ms sacrificios en vano: el incienso es abominacin para M... Y vuestras calendas y vuestras solemnidades las aborrece mi alma: me son enojosas, cansado estoy de sufrirlas. Y cuando extendiereis vuestras manos, apartar mis ojos de vosotros; y cuando multiplicareis vuestras oraciones, no os oir: porque vuestras manos llenas estn de sangre (Is. I, 11, 13, 14-15).

    13. Y ahora veamos el por qu de esas invectivas, a travs del mismo Isaas: Lavaos, purificaos, apartad de mis ojos la malignidad de vuestros pensamientos: cesad de obrar perversamente. Aprended a hacer el bien: buscad lo justo, socorred al oprimido, haced justicia al hurfano y defended a la viuda (Is. I, 16-17).

    14. A la vista de este pasaje del sagrado texto, vemos claramente que faltaban las verdaderas disposiciones internas del sacrificio grato a Dios. Crean que, con meras exterioridades, podan cumplir sus deberes para con Dios y conseguir as los efectos y gracias inherentes a todo verdadero sacrificio.

    Captulo IX.- La promesa de la futura Redencin en el Paraso,

    la lnea de promisin y primeras profecas sobre la venida del Mesas

    1. La infinita Bondad de Dios, haciendo alarde de su misericordia sin lmites, inmediatamente despus de la cada de nuestros primeros padres y antes de que se arrepientan y reconozcan la gravedad de su culpa, les prepara y anticipa el remedio, prometindoles una futura Redencin, realizada por la Mujer y el Hijo que de Ella nacera; abriendo as un rayo de esperanza en sus almas, que, abatidas y postradas en una total desesperacin, sin esta aleccionadora promesa no hubieran podido levantarse de aquel desolador estado.

    2. Enemistades pondr entre ti y la Mujer, y entre tu linaje y su Linaje: Ella quebrantar tu cabeza, y t pondrs asechanzas a su calcaar (Gen. III, 15). ste es el protoevangelio que Dios revel a la humanidad, o sea, el primer anuncio de una futura Redencin, aunque todava en unos trminos muy misteriosos. En esta primera promesa, ya aparecen unidos el Redentor y la Corredentora, anuncindose la perfecta identificacin y unidad que la Mujer y el Hijo, Mara y Cristo, tendran en la Obra de la Reparacin y Redencin. El Linaje de Mara es Cristo y todo su Cuerpo Mstico, que es la Iglesia, ya que Mara es Madre total del Cristo total. A la luz de este texto bblico, afirmamos que, al llamar Cristo en las Bodas de Can a su Madre, Mujer, y otra vez desde la Cruz en el Calvario, proclam que Mara, su Madre, es esta Mujer anunciada en el Gnesis.

    3. Adn y Eva conocan perfectamente que la pareja anunciada eran las Almas Santsimas de Cristo y Mara; y la forma con que Dios se expresa al determinar La Mujer, indica claramente que ellos saban de qu Mujer se trataba.

    4. Por el pecado de Adn, el demonio alcanz la victoria sobre el gnero humano, sometindolo a su dominio, pero no definitivamente; pues la cabeza de la serpiente infernal sera aplastada por la Mujer y su Linaje que es el Cristo total, y la humanidad cada sera redimida. Sin embargo, el dragn infernal acechar el calcaar de la Mujer, que es la Iglesia militante en la Tierra, en cada uno de sus miembros, mediante engaos,

    tentaciones y seducciones, sirvindose para ello de la carne y del mundo.

    5. Si Adn no se hubiese dejado seducir por Eva, la humanidad no hubiera perdido la Justicia original, ya que su transmisin dependa, por decreto divino, de la conducta de Adn. Aqu hay una analoga muy profunda en sentido inverso entre esta primera pareja prevaricadora y la segunda pareja redentora, Cristo y Mara. Mara, la segunda Eva, ejerce sobre Cristo, el segundo Adn, una influencia irresistible, por lo cual Ella es la Omnipotencia Suplicante. En la Salve, llamamos a Mara Vida, dulzura y Esperanza nuestra, ya que Ella nos trae la Vida, que es Cristo. Sin embargo, sin Cristo, que es la Vida por naturaleza, Mara, que es la Vida por gracia, no podra comunicrnosla.

    6. Estas dos parejas que encontramos en los decisivos momentos de la primera promesa, nos ofrecen profundos y paradjicos contrastes que nos llenan de asombroso pnico y a la vez de slida y segura esperanza. El primer Adn y la primera Eva se convierten en desgraciadas vctimas de Lucifer, destruidas por el pecado y aniquiladoras de la vida divina en la humanidad; por el contrario, la segunda pareja, formada por las Almas de Cristo y Mara, se ofrecen como Vctimas espirituales que, en el futuro, restaurarn la gracia perdida y devolvern la filiacin divina al gnero humano.

    7. Dios, al crear la Divinsima Alma de Cristo y la Divina Alma de Mara, las constituye Padres de toda la Creacin visible e invisible, Puente entre lo creado y lo increado, y les da el cetro del poder. Y Dios, exttico ante la majestuosidad y hermosura de sus dos criaturas predilectas, al pecar Adn y Eva encubre su brazo vengador que justamente deba aniquilar a esta pareja prevaricadora, y les da la promesa de que en la divina pareja de Almas deban poner toda su fe y esperanza.

    8. Queremos dejar afirmada plenamente la doctrina de que nuestros primeros padres Adn y Eva, slo gozaron del Paraso

  • Tratadode la Misa 11

    Terrenal una parte del primero y nico Da de la Creacin; y que la cada y consecuente promesa de Redencin ocurri hacia el ocaso de este Da en que fueron creadas todas las cosas visibles e invisibles.

    9. La humanidad, aunque desfallecida por haber perdido la divina filiacin, era dirigida, alentada y reconfortada por las Almas de Cristo y Mara, que siguieron ejerciendo su Paternidad y que no la desampararon a pesar de verla empaada por la magnitud del pecado, tiznada por la inmundicia de la carne y enfangada entre el lodo de su propia condenacin.

    10. En este texto del protoevangelio aparece en toda su grandeza y podero la Mujer por excelencia, que otra vez se mostrar majestuosamente como signo grande en el cielo durante los tiempos apocalpticos, como vemos en el ltimo libro de la Biblia, abriendo y concluyendo toda la historia de la Salvacin.

    11. Esta promesa revelada en los umbrales de la Creacin se transmiti de padres a hijos como prenda de esperanza en su futura salvacin y aliento que les acompa constantemente; y as pasaron dos milenios hasta que Dios empez a precisar y elegir los personajes de cuyo linaje nacera el Mesas.

    12. Debido al Diluvio, la humanidad qued reducida a una sola familia, de la cual necesariamente deba surgir la estirpe de Jesucristo. As, No, es el primer Patriarca a quien Dios promete manifiestamente la venida del Redentor, estableciendo un pacto con l y su descendencia (Gen. IX, 9). A l le fue confiada la custodia del Misterioso Sacramento del Antiguo Testamento o Triple Bendicin, que conserv dentro del Arca durante los das que permanecieron en ella, como lo menciona el libro de la Sabidura en este pasaje: Refugindose la esperanza de toda la tierra en un navo, que era gobernado por tu mano, traspas al siglo semilla de nacimiento (Sab. XIV, 6). En este versculo vemos claramente cmo la semilla de la cual tena que nacer la Virgen Mara, Madre del Mesas, estuvo depositada en el Arca.

    13. Ahora procede hablar de la santificacin de No. Relacionando el pasaje bblico (Gen. VI, 13) con las revelaciones de Santa Catalina Emmerick y otras revelaciones, vemos la exacta correspondencia entre los distintos textos. Afirmamos, interpretando correctamente las distintas revelaciones, lo siguiente: Que la Divina Alma de Mara, en forma de Nube, y que la Divinsima Alma de Cristo, en forma humana dentro de la Nube, portando el Sacramento de la Triple Bendicin, se aparecieron a No. Y que tocando Cristo, con este Sacratsimo Misterio, el corazn del Patriarca, ste recibi la Gracia Santificante en su alma. Despus, Cristo ordena a No que construya el Arca, pues quiere castigar a la humanidad exterminndolo todo. Las Divinas Almas desaparecen y llevan consigo la Triple Bendicin. Con una interpretacin correcta de las revelaciones antes referidas, afirmamos que momentos antes de entrar No en el Arca, se le aparecieron las Tres Divinas Personas, bajo figura humana, envueltas en la Nube, que es la Divina Alma de Mara. Y que la Segunda Persona de la Santsima Trinidad, entreg a No el Sacramento de la Triple Bendicin dentro del Cliz de Melquisedec. El Santo Patriarca, procesionalmente, introduce en el Arca el Misterioso Sacramento y lo deposita en ella como Sagrario vivo de aquel templo que contiene la Iglesia.

    14. El Patriarca No, mediante una bendicin especial sobre su primognito Sem, indica el curso a seguir de la lnea de promisin; y diez generaciones ms tarde, el gran Patriarca Abrahn, de la descendencia de Sem, recibe ya formalmente la promesa de que en uno de sus descendientes sern benditas todas las naciones de la Tierra, el cual es Cristo (Gen. XXII, 18). De Abrahn pas a Isaac, a quien Dios reitera la promesa; y de ste, por designio providencial, a Jacob; este ltimo, antes de morir, anuncia a Jud que de su tribu saldra el que haba de ser enviado y que sera la expectacin de las gentes (Gen. XLIX, 10).

    15. Finalmente la promesa se encauza de forma definitiva en la casa de David, de la tribu de Jud, de tal manera que, la expresin Hijo de David, llega a ser un ttulo Mesinico. sta es la lnea de promisin que Dios seal desde No; pero,

    adems, en el transcurso de los siglos, Dios fue revelando progresivamente ms rasgos y detalles acerca del Mesas esperado, que a continuacin trataremos brevemente:

    16. Una profeca destacada en el Antiguo Testamento es la realizada por Job, cuya persona es figura del Cristo Doliente, entregndose totalmente a la voluntad de Dios, y que expres su esperanza en el futuro Redentor con las siguientes palabras: Yo s que vive mi Redentor y que el ltimo da he de resucitar de la tierra (Job XIX, 25); expresin clara del perfecto conocimiento que l tena sobre la existencia del Redentor en cuanto a su Divinsima Alma.

    17. A travs de una potente luz del Espritu Santo, este Santo Concilio afirma: Que el Patriarca Job fue presantificado en el seno materno en el noveno mes de su concepcin, habitando el Espritu Santo en su alma desde ese mismo instante y llenndole de otras gracias y carismas especiales. En las pginas del libro de Job se ve con perfecta claridad su estado de elevada santidad. El Santo Patriarca conserv, durante toda su vida, la inocencia de su alma, libre de cualquier remordimiento de pecado, y ejercit las ms heroicas virtudes en medio de las abrumadoras pruebas. Mas, Job, fue probado, no solamente en sus bienes, en su familia y en su cuerpo, sino tambin en su espritu, pasando por una larga noche obscura de amarga desolacin interior; pues crea que, esas terribles pruebas, eran originadas por alguna falta oculta, de la cual l no tena conciencia, pero que tendra que ser muy grave cuando as Dios le castigaba. El solo pensamiento de poder haber ofendido a su Dios, le suma, a Job, en tan amargo dolor, que le haca prorrumpir desgarradores lamentos y maldiciones contra s y el da de su nacimiento, pues deseaba ardientemente no haber nacido antes que ofender a su Dios, que tanto amaba. Mas, en sus amargas quejas, Job habl siempre con rectitud, sin proferir palabra alguna ofensiva, como el Seor mismo testifica a favor de l al final de su libro. Esta noche obscura, es la seal inconfundible del estado de elevadsima unin con Dios en que viva el Santo Patriarca.

    18. El siguiente vaticinio sobre el Mesas registrado en los Libros sagrados, es el de Moiss quien, poco antes de su dulce dormicin y traslado al Planeta de Mara, transmiti al pueblo una profeca que Dios mismo le haba comunicado: Levantar para ellos un Profeta de en medio de sus hermanos semejante a ti: y pondr mis palabras en su boca, y les hablar todo lo que Yo le mandare (Deut. XVIII, 18).

    19. A este pasaje se refiere el Seor en el Evangelio cuando dice: Si creyeseis a Moiss, tambin me creerais a M, pues l escribi de M (Jn. V, 46). A su vez, el Santo Caudillo Moiss es una figura eminente de Cristo; pues, adems de ser un gran Profeta, es al mismo tiempo Legislador, Taumaturgo y Libertador de su pueblo de la esclavitud de Egipto, smbolo de la esclavitud del demonio.

    20. Sorprendentemente encontramos en el cuarto libro de Moiss una profeca acerca del futuro Redentor, de boca de un personaje fuera del Pueblo Elegido y de una moralidad muy dudosa, pero de quien Dios se sirvi como instrumento. Se trata del adivino Balaam. ste fue contratado por Balac, rey de Moab, para que maldijera al pueblo de Israel, que se encontraba en su marcha por el desierto. Pero, aleccionado por su propia burra y por un ngel en el camino, profiri por orden Dios cuatro vaticinios en verso acerca de los destinos gloriosos del Pueblo Escogido, entre los cuales sobresale el cuarto, que anuncia la Venida del Mesas en los siguientes trminos: Le ver, mas no ahora; le mirar, mas no de cerca. De Jacob nacer una estrella y de Israel se levantar una vara (Num. XXIV, 17).

    21. Esta profeca, la conocan los Santos Reyes Magos; por lo cual, al aparecer en el cielo la Estrella milagrosa, iluminados desde lo alto, reconocieron en ella el cumplimiento de la profeca de Balaam, y movidos por la gracia, emprendieron el largo viaje para adorar al Salvador del mundo, recin nacido en Beln.

    22. En posteriores captulos, trataremos ms extensamente y de forma detallada otras profecas referentes al Salvador.

  • Tratado de la Misa 12

    Captulo X.- Profecas de David sobre el Mesas. Santificacin del Profeta

    1. Este captulo lo dedicamos al Santo Profeta, Rey David, figura de Jesucristo por varios aspectos: pues naci en Beln, expuso su vida enfrentndose y venciendo a Goliat, figura de Satans, fue perseguido injustamente por envidia, y perdon generosamente a sus perseguidores. Y, de manera especial, es figura de Cristo, por ser rey y fundador de la dinasta de la cual iba a salir el Mesas, Rey y Profeta, que se sentara sobre el trono de David.

    2. Mas, la importancia de David no se agota en ser slo figura, sino que su personalidad sobresale y transciende, sobre todo, por su carcter de Profeta, uno de los principales que vaticinaron acerca del Mesas. La visin proftica de David alcanz el pasado, el presente y el futuro, por lo cual hay salmos que el Santo Profeta sita en un tiempo en que l no exista pero que l vivi en visin proftica. Afirmamos y definimos que el Salterio o Libro de los Salmos inserto en la Biblia, compuesto de 150 salmos, fue escrito en su totalidad por el Santo Profeta David, quedando, por tanto, zanjado definitivamente el problema que, hasta ahora, existi en la Iglesia sobre la posibilidad de que algunos de sus salmos no fueron escritos por David. En el Salterio, se recogen los misterios de Jesucristo, a travs de su excelente composicin armoniosa y sublime.

    3. El origen divino del Mesas se precisa en el siguiente versculo del salmo II, 7: El Seor me dijo: Mi Hijo eres T, Yo te he engendrado hoy. San Pablo confirma la doctrina expuesta por David, en la Carta a los Hebreos, con estas palabras: A quin de los ngeles dijo jams: Hijo mo eres t: Yo te he engendrado hoy? (Heb. I, 5). El salmo CIX, 3 reafirma la verdad anterior, al decir: antes del lucero te engendr, dejando bien clara la generacin eterna del Verbo, y tambin la creacin del Alma de Cristo antes que todas las cosas, que es lo que viene expresado admirablemente en la palabra lucero. Tambin el salmo CIX, 1 contiene la doctrina de la preexistencia del Alma de Cristo unida al Verbo Divino, con las siguientes frases llenas de riqueza y significado: Dijo el Seor a mi Seor: Sintate a mi derecha: Hasta que ponga a tus enemigos por escabel de tus pies (Sal. CIX, 1). Esto no puede referirse al Verbo Divino, ya que las Tres Divinas Personas son un solo Dios y Seor; por lo tanto, habla del Alma de Cristo, Seor de David y, a la vez, criatura de Dios, que est desde su creacin a la diestra del Padre. Este mismo salmo, en su versculo cuarto, contiene la doctrina del Sumo y Eterno Sacerdocio de Cristo: Jur el Seor y no se arrepentir: T eres Sacerdote eternamente segn el Orden de Melquisedec (Sal. CIX, 4); cuyo sacerdocio es la Unin Hiposttica del Alma de Cristo con el Verbo Divino, y que se extiende, mediante el misterio de la Encarnacin de la Segunda Persona Divina, a toda la humanidad corprea de Cristo.

    4. El salmo XLIV, 10 y sgs. expone bellamente la doctrina de la preexistencia del Alma de Mara, creada inmediatamente despus del Alma de Cristo, asociada al Consejo Divino, y desposada con sta. Dice as: Asisti la Reina a tu derecha con vestido dorado: rodeada de variedad (Sal. XLIV, 10). El Alma de Mara es la Reina, que est a la derecha del Rey, el Alma de Cristo, vestida de realeza y ado