Tratado del Amor de Dios. S. Juan de Avila

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  • 8/2/2019 Tratado del Amor de Dios. S. Juan de Avila.

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    SAN JUAN DE VILA

    TRATADO DEL AMOR DE DIOS

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    EL AMOR DE DIOS PARA CON LOSHOMBRES ................................................................ 4

    1. Dios nos ama con amor de padre, madre y esposo 4

    2. Todas las cosas nos hablan del amor de Dios ...... 6

    3. Cristo, la mxima expresin del amor que Dios nos

    tiene.................................................................... 7

    4. Cristo nos ama..................................................... 8

    5. EI misterio de Cristo: Hijo de Dios .................... 9

    6. Cristo, Cabeza del Cuerpo mstico ................... 11

    7. Hermosura del alma de Cristo ........................... 12

    8. Nuestra predestinacin en Cristo ..................... 13

    9. Fundamento del amor que Cristo nos tiene ........ 15

    10. El amor de Cristo es un abismo sin fondo ........ 19

    11. El celo del Corazn de Jess supera el celo de

    los santos .......................................................... 21

    12. Cristo se desposa con la Iglesia ....................... 24

    13. Quin no devolver amor a Cristo? ................ 25

    14. La locura de la cruz .......................................... 27

    15. Confianza en Cristo........................................ 32

    16. Cristo contina presente ................................. 37

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    San Juan de vila(1499-1569) fuesacerdote delposconcilio. No fue elnico, pero suinfluencia se dej sentiren grandes personajes,como Juan de Dios,

    Francisco de Borja,Pedro de Alcntara,Ignacio de Loyola,Teresa de Jess, Juan deRibera, Toms de

    Villanueva, Carlos Borromeo y Luis deGranada. Patrono del clero secular espaol, este

    sacerdote ejemplar, a quien Teresa de Jess calificcomo "columna de la Iglesia", contina siendo en laactualidad modelo de atencin y dedicacin editorial.Nace en Almodvar del Campo, Ciudad Real, estudiaen Salamanca y Alcal, y llega a ser maestro en

    teologa. Ordenado sacerdote, desarrolla su ministerioen Sevilla, Crdoba, Granada y otros lugares del sur deEspaa. Fund la universidad de Baeza y junto un grannmero de discpulos. Intervino en la conversin desan Juan de Dios y de san Francisco de Borja. Retiradoen Montilla, Crdoba, muri en 1569, poco despus deconcluido el Concilio de Trento. Ha sido preconizadodoctor de la Iglesia por Benedicto XVI.

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    EL AMOR DE DIOS PARA CON LOSHOMBRES

    1. Dios nos ama con amor de padre, madre yesposo

    La causa que ms mueve el corazn al amor de Dioses considerar profundamente el amor que nos tiene l, y,con l, su benditsimo Hijo, Nuestro Seor.

    Ms mueve al corazn el amor que los beneficios;porque el que hace a otro beneficio, dale algo de lo quetiene; mas el que ama, da a s mismo con lo que tiene, sin

    que le quede nada por dar.Pues veamos, Seor, ahora si t nos amas; y si es as

    que nos amas, qu tanto es el amor que nos tienes.

    Mucho aman los padres a los hijos; por ventura nosamas como padre? No hemos entrado en el seno de tucorazn para ver esto; mas el unignito Hijo tuyo, que

    descendi de ese seno (Jn 1), El nos trajo seas de ello, ynos mand que te llamsemos Padre (Mt 6, 9) por lagrandeza del amor que nos tienes; y, sobre todo esto, nosdijo que no llamsemos a otro padre sobre la tierra, porquet solo eres nuestro Padre (Mt 23, 9). Porque as como tsolo eres bueno por la eminencia de tu soberana bondad,as t solo eres Padre; y de tal manera eres Padre, y tales

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    obras nos haces, que en comparacin de tus entraaspaternales, no hay ninguno que as pueda llamarse.

    Bien conoca esto tu profeta cuando dijo: Mi padre ymi madre me dejaron y olvidaron; mas el Seor me recibi(Sal 26). T mismo te quisiste comparar con los padres,diciendo por Isaas (49, 15s): Por ventura habr algunamujer que se olvide del nio chiquito, y no tenga piedad

    para con el hijoque sali de su

    vientre? Posibleser que ella seolvide, mas yo nome olvidar jamsde ti; porque enmis manos tetengo escrito, ytus muros estn

    siempre delantede m. Y porque entre las aves el guila es muy famosa enamar a sus hijos, con el amor de ella quisiste comparar lagrandeza de tu amor, diciendo: As como el guila defendisu nido, y como a sus polluelos extendi sus alas, y los trajosobre sus hombros (Dt 32, 11).

    Sobre el amor de la esposa es ese amor, por lo cual

    dice (Gen 2, 4): Por sta dejar el hombre a su padre y amadre, y sern dos en una carne. Mas a ste sobrepuja tuamor porque, segn dices t por Jeremas (3, 1s): Si elmarido echa a la mujer de su casa, y, despus de as echada,se juntare con otra, por ventura volver otra vez a l? Mast has fornicado con cuantos amadores has querido, y contodo eso vulvete a m, dice el Seor, que yo te recibir.

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    2. Todas las cosas nos hablan del amor de Dios

    Y si todava eres incrdulo a ese amor, mira todos losbeneficios que Dios tiene hechos a ti, porque todos ellosson prendas y testimonio de amor.

    Echa la cuenta de todos ellos cuntos son, y hallarsque todas cuantas criaturas hay en el cielo y en la tierra, y

    todos cuantos huesos ysentidos hay en todo tucuerpo, y todas cuantashoras y momentos vivesde la vida, todos sonbeneficios del Seor.

    Mira tambin cuntasinspiraciones has recibidobuenas y cuntos bienesen esta vida has tenido; decuntos pecados te halibrado y en cuntasenfermedades y desastrespudieras haber cado, si Elno te hubiera librado. Que

    todas estas cosas sonseales y muestras deamor.

    Hasta los mismosazotes y tribulaciones que te enva son argumentos deamor, porque son muestras del corazn de aquel Padre quecastiga todo hijo que recibe (Heb 12, 6) para enmendarlo y

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    para despertarlo, para purgarlo y para conservarlo en todobien.

    Finalmente, pon los ojos en todo este mundo, quetodo l se hizo por amor para ti; y todo l, y cuantas cosashay en l, predican amor, y demandan amor, y significanamor.

    3. Cristo, la mxima expresin del amor que Diosnos tiene

    Y si a todasestas cosas estssordo, no es raznque lo ests a las

    voces que elSalvador te da enel Evangelio: Entanta manera amDios al mundo,que le dio a suunignito Hijo,para que todo elque creyere en Elno perezca, sinoalcance vida eterna(Jn 3, 16)

    Todas estascosas son sealesde amor, y sta

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    ms que ninguna de todas, como escribe aquel tan amado yamador de Dios, su evangelista san Juan ( 1 Jn 4, 9),

    diciendo: En esto conocemos el amor que Dios nos tiene,que nos dio a su Hijo para que vivamos por El. Y estebeneficio, con los dems, son seales del amor que Diosnos tiene, y como centellas que saltan ac fuera de aquelabrasado fuego de amor.

    Qu tanto mayor debe ser aquel fuego escondido,pues las centellas de l son tan grandes? Oh amor grande!

    Oh amor gracioso! Oh amor digno de ser gratificado conamor! Danos, Seor, a sentir con todos los santos la altezay profundidad, la anchura y longitud de ese amor (Ef 3, 18)para que por todas partes sea nuestro corazn herido yconquistado de tu amor.

    4. Cristo nos ama

    Pero veamosahora qu tangrande fue eseamor que nos tuvoese Hijo que nosdiste. No haylengua que lopueda explicar,porque, como sanPablo dice, lacaridad de Cristoexcede todo

    conocimiento y

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    sentido (Ef 3, 19), aunque sea el de los ngeles, porquetodos no lo alcanzarn a conocer.

    Algunos ignorantes y duros no acaban de caer en lacuenta de este amor. Porque como el amor de ellos nazcade la bondad y perfeccin de la cosa amada (porque elobjeto del amor es la bondad y perfeccin de las cosas),siendo el hombre una criatura tan baja e imperfecta segnel cuerpo, y, segn el alma, un vaso de maldad, qu amorse podr tener a criatura tan miserable? Considerando

    especialmente que aquel divino Amador no es ciego, niapasionado, ni menos antojadizo. Pues donde no hayceguedad ni pasin en el que ama, y la cosa que se ha deamar es tan fea y miserable, qu amor se podr tener?

    No es sta la cuentaque se ha de hacer paramedir este amor, porque no

    nace el amor de Cristo de laperfeccin que hay ennosotros, sino de la que Eltiene, que es mirar a suEterno Padre.

    5. EI misterio de Cristo:Hijo de Dios

    Para lo cual (tomandoeste negocio de sus primeros principios) has de considerarla grandeza inestimable de las gracias que por toda laSantsima Trinidad fue concedida a aquella santsima

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    Humanidad de Cristo en el instante de su concepcin (Col2, 3-9).

    Porqueall le fuerondadas tresgracias tangrandes quecada una deellas en su

    manera esinfinita.Conviene asaber: la

    gracia de la unin divina, la gracia universal que se le diocomo a Cabeza de toda la Iglesia y la gracia esencial de sualma. Disele, primero, a aquella santa Humanidad el Serdivino, juntndola y unindola con la divina Persona. De

    manera que a aquella Humanidad se le dio el ser Dios deesta suerte, que podemos con verdad decir que aquelhombre es Dios e Hijo de Dios, y ha de ser adorado en loscielos y en la tierra como Dios.

    Esta gracia ya se ve que es infinita, por la ddiva quese da en ella, que es la mayor que se puede dar, pues en ellase da Dios, y por la manera que se da, que es la ms

    estrecha que se puede dar, que es por va de uninpersonal.

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    6. Cristo, Cabeza del Cuerpo mstico

    Tambin se le dio a aquel nuevo hombre que fuesePadre universal y Cabeza de todos los hombres, para queen todos ellos, como cabeza espiritual, influyese su virtud(Col 1, 18; 2, 9). De manera que en cuanto Dios es igual alPadre Eterno, y en cuanto hombre es principio y Cabezade todos los hombres, y conforme a este principado, se le

    dio gracia infinita, para que de l, como de una fuente degracia y un mar desantidad, la reciban todoslos hombres (Jn 1, 16). Nosolamente por ser mayorque todos, sino por sersantificador de todos y,como si dijsemos, un

    tinte de santidad dondehan de recibir este color ylustre todos los quehubieren de ser santos.

    Esta gracia tambin esinfinita porque es paratoda la generacin

    humana, que no tienenmero de personas determinado, sino puede, cuanto es desu parte, multiplicarse en infinito. Y para todo cuanto enella se multiplicare hay mritos y gracia en la bendita almade Jesucristo.

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    7. Hermosura del alma de Cristo

    Disele, finalmente, otra gracia particular para lasantificacin y perfeccin de su vida. La cual tambin sepuede llamar infinita, porque tiene todo aquello quepertenece para el ser y condicin de la gracia, sin que nadase le pueda aadir.

    Dironsele,adems de esto,en aquel punto,todas las graciasgratis datas, dehacer milagros ymaravillas cuantasquisiese. Y

    dironsele todasen sumo grado yen sumaperfeccin.

    Porque staes aquellahermosa flor de

    hermosura dondese asent lapaloma blanca del

    Espritu Santo, y tendidas sus alas la cobij y tendi sobreella toda su virtud y gracia cumplidamente (Is 11, 1).

    Este es aquel vaso de eleccin donde se infundiaquel ro de todas las gracias, con todas sus avenidas y

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    crecientes, sin que ninguna gota quedase sin entrar en El(Jn 1).

    Aqu hizo Dios cuanto pudo hacer y dio cuanto pudodar, porque aqu hizo lo ltimo de potencia y gracia, dandotodo lo que poda a aquella alma dichossima en el puntoque fue criada.

    Y, sobre todo eso, le fue dado en aquel mismo puntoque viese luego la esencia divina y conociese claramente la

    majestad y gloriadel Verbo con queera unida y, asviendo, fuesebienaventurada yllena de tanta gloriacuanta ahora tienea la diestra del

    Padre.

    8. Nuestrapredestinacinen Cristo

    Si te poneadmiracin esta

    ddiva tan grande, junta con ella esta otra circunstanciamaravillosa que hay en ella. Y es que todo esto se le dio depura gracia, ante todo merecimiento, antes que aquellabendita alma pudiese haber hecho obra meritoria ningunapor donde la pudiese merecer.

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    Todo fue junto, el criarla y dotarla de todas estasgracias. No por ms que porque as quiso el Seor

    amplificar y extender sus manos y largueza para con ella ymagnificar as su gracia.

    Por la cual llamasan Agustn aJesucristo dechado ymuestra de la gracia.Porque as como los

    grandes escribanos opintores suelen trazaralgunas muestras delabores en sus oficios,cuando se quieren dara conocer, en lascuales, empleando todosu saber, hacen lo

    ltimo de potenciapara que todo elmundo vea qu tantoes lo que alcanza; as esta bondad y largueza infinita deDios determin criar una nueva criatura y usar con ellatoda su magnificencia y gracia, para que por esta obraconociesen los cielos y la tierra la grandeza de ella.

    El rey Asuero hizo un convite maravilloso a todo sureino. Dios hizo un convite mayor y ms maravilloso a estahumanidad con quien se desposaba, para que todas lascriaturas celestiales y terrenales conociesen por ella lalargueza y divina grandeza de su bondad, que a tales cosasse extendi.

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    Mira t qu ddiva sea sta tan admirable y cundichosa haya sido aquella alma bendita a quien Dios tal

    gracia quiso hacer. Y no tengas envidia, sino alegra, pues lagracia que El recibi no solamente la recibi para s, sinotambin para ti.

    En nombre suyo se escribieron aquellas palabras deJob (31, 17): Si com yo a solas mi bocado y el extranjerono comi de l. Porque desde mi niez creci conmigo lamisericordia, y del vientre de mi madre sali conmigo. As

    que no comi su bocado a solas, mas antes lo reparti conlos peregrinos.

    Como verdaderaCabeza nuestra, recibilo que recibi, nosolamente para s, sinopara sus miembros

    tambin.

    9. Fundamento delamor que Cristo nostiene

    Ahora pasemosadelante y veamos, de tan grandes riquezas como stas,qu es la parte que nos cabe.

    Dime, cuando esta alma santa, que en aquel dichosopunto que fue criada, abriese los ojos y se viese tal cualhas odo, y conociese de cuyas manos le viniese tanto

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    bien, y como el que nace rey, y no lo gana con su lanza, sehallase en el principado de todas las criaturas y viese ante

    s arrodilladas todas las jerarquas del cielo, que en aqueldichoso punto le adoraron, como san Pablo dice (Hebr 1,6). Dime si es posible decir con qu amor amara esta talalma al que as la haba glorificado. Con qu deseocodiciara que se le ofreciese algo con que pudiese agradary servir a tal Dador? Hay algunas lenguas de querubinesy serafines que esto pueden decir?

    Pues aade ms. Que a este deseo tan grande lefuese dicho que la voluntad de Dios era querer salvar algnero humano, que estaba perdido por la culpa de unhombre, y que de este negocio se encargase el Hijobendito, por la honra y obediencia suya, y que tomase apechos esta empresa tan gloriosa y no descansase hastasalir al cabo con ella.

    Y porque la manera que tienen todas las causas ycriaturas es de obrar por amor (porque todas ellas obranpor algn fin que desean, cuyo amor concebido en susentraas las hace trabajar), y, por tanto, pues El haba detomar sobre s esta obra de la redencin de los hombres,que los amase con tanto amor y deseo, que por de verlosremediados y restituidos en la propia gloria, se pusiese ahacer y padecer todo lo que para esto fuese necesario.

    Dime ahora, despus que aquella alma, tan deseosade agradar al Eterno Padre, esto conociese, con qulinaje de amor volvera hacia los hombres para amarlos yabrazarlos, por aquella obediencia del Padre?

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    Vemos que cuando un tiro de artillera echa unapelota con mucha plvora y fuerza, y la pelota resurte a

    soslayo de donde va a parar, tanto con mayor mpeturesurte cuando mayor furia llevaba.

    Pues si aquelamor del alma deCristo para conDios llevaba tanadmirable fuerza

    (porque la plvorade la gracia que leimpela erainfinita), cuando,despus de haberido derechamentea herir en elcorazn del

    Padre, resurtiese de all al amor de los hombres, concunta fuerza y alegra volvera sobre ellos para amarlos yremediarlos? No hay lengua ni virtud criada que estopueda significar.

    Esta es aquella fuerza que signific el profeta cuandodijo: Alegrse como gigante para correr el camino; desdelo ms alto del cielo fue su salida, y su vuelta a lo ms all

    de l, y no hay quien se pueda esconder de su calor (Sal18). Oh amor divino que saliste de Dios y bajaste alhombre y tornaste a Dios! (Jn 16, 28). Porque no amasteal hombre por el hombre, sino por Dios. Y en tantamanera lo amaste, que, quien considera este amor, no sepuede esconder de tu amor porque haces fuerza a loscorazones, como lo dice tu Apstol: La caridad de Cristonos hace fuerza (2 Cor 5, 14).

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    Este es elamor que signific

    la santa Iglesia tuyaen los Cantares (2,8), cuando dijo:Miradlo cmoviene con tantaprisa saltando losmontes ytraspasando los

    collados.Semejante es miAmado a la cabramonts y al hijo de los ciervos, segn la ligereza que trae.Esto mismo signific el profeta Isaas (42, 4) cuando dijo:No se entristecer y turbar hasta establecer en la tierrajuicio y concierto, y su Ley esperarn las islas. De aqunacieron aquellas palabras tan animosas que dijiste: Nodar sueo a mis ojos ni dejar siquiera un poquito pegarmis prpados, ni tomar algn descanso para mi vidahasta que halle algn lugar y morada en la tierra para elDios de Jacob (Sal 131, 4s).

    Esta es la fuente y origen del amor de Cristo paracon los hombres, si hay alguno que lo quiera saber.Porque no es causa de este amor la virtud, ni la bondad,ni la hermosura del hombre, sino las virtudes de Cristo,su agradecimiento, su gracia y su inefable caridad paracon Dios.

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    Esto significanaquellas palabras suyas

    que dijo el jueves de laCena: Para queconozca el mundocunto amo a mi Padre,levantaos y vmonosde aqu! (Jn 14, 31).Adnde? A morir porlos hombres en la cruz.

    Examina aqu,pues, alma ma, la causade este grande amor.Tanto quema ms el

    resplandor del sol cuanto ms fuertes son los rayos que lohacen reverberar. Los rayos de ese Sol divino derechosiban a dar al corazn de Dios; de all reverberaban sobre

    los hombres. Pues si los rayos son tan recios, qu tantoquemar su resplandor?

    10. El amor de Cristo es un abismo sin fondo

    No alcanza ningn entendimiento anglico qu tantoarda ese fuego ni hasta dnde llegue su virtud.

    No es el trmino hasta donde lleg la muerte y la cruz.Porque si as como le mandaron padecer una muerte, lemandaran millares de muertes, para todo tena amor. Y silo que le mandaron padecer por la salud de todos loshombres le mandaran hacer por cada uno de ellos, as lo

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    hiciera por cada uno como por todos. Y si como estuvoaquellas tres horas penando en la cruz fuera menester estar

    all hasta el da del juicio, amor haba para todo si nos fueranecesario.

    De manera que mucho ms am que padeci, muchomayor amor le quedaba encerrado en las entraas del quemostr ac de fuera en sus llagas.

    No sin gran misterio quiso el Espritu Santo que se

    escribiese, entre otras particularidades del templo deSalomn, sta: conviene a saber, que las ventanas deltemplo eran saetas, que por dentro eran mayores de lo quepor fuera parecan (Re 6, 4), Oh Amor divino, y cuntoeres mayor de lo que pareces! Grande parece por ac defuera, porque tantas heridas y tantas llagas y azotes sinduda nos predican amor grande; mas no dicen toda lagrandeza que tiene, porque la mayor es all dentro de lo

    que por fueraparece. Centella esesta que sale de esefuego, rama queprocede de eserbol, arroyo quenace de ese pilagode inmenso amor.

    Esta es la mayorseal que puedehaber de amor,poner la vida por susamigos ( Jn, 15, 13);mas es seal y noigualdad.

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    Pues sitanto te debo

    por lo quehiciste por m,qu tanto mste deber por loque deseastehacer? Si tantoes lo pblicoque ven los ojos

    de todos, qu tanto ms ser lo que solamente ven losojos de Dios? Oh pilago de amor! Oh abismo sin suelolleno de amor! Quin dudar ya del amor de Cristo?Quin no se tendr por el ms rico del mundo, pues de talSeor es amado?

    Suplcote, Seor mo, por las entraas de misericordiaque te movieron a dar tal ddiva, me des ojos y corazn

    para que yo lo sienta y conozca, para que me glore siempreen tus misericordias y cante todos los das tus alabanzas.

    11. El celo delCorazn de Jesssupera el celo de los

    santos

    Si quieres, alma ma,barruntar algo del amor deCristo, del deseo que tuvode padecer por ti, prate a

    pensar la grandeza del

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    deseo que tuvieron los santos de padecer por amor deDios, y por aqu entenders el deseo que tuvo este Santo de

    los santos, pues les excede tanto en santidad y graciacuanto la lumbre del sol a la de las estrellas y mucho ms.

    Mira el deseo de aquel bienaventurado apstol sanAndrs, que, viendo la cruz en que haba de morir, serequebraba con ella como con esposa muy amada y lerogaba se alegrase con l como l se holgaba con ella.

    Vengo a otro gnero ms alto de martirio y a otramanera nueva de deseo, que fue el de san Pablo, que,parecindole pocos todos los gneros de tormentos juntospara satisfacer a su deseo, vino a tanto deseo de amor, quedese las mismas penas sensibles del infierno por la honrade Dios y por la salud de los hombres. Codiciaba, dice, seranatema de Cristo por mis hermanos (Rom 9, 3), deseandoen esto estar apartado de Cristo cuanto a la participacin

    de la gloria (aunque no cuanto al amor y a la gracia), comodice san Juan Crisstomo.

    Pues, alma ma, toma ahora alas y sube de este escalnhasta las entraas y Corazn de Cristo, y mira que si esteApstol sagrado, no teniendo sino una gota de gracia, tenatan grande amor a los hombres que verdaderamentedeseaba padecer las penas del infierno por ellos, cuntos

    mayores sern los deseos de Cristo, pues tanto mayor erasu gracia y caridad?

    Qu otra cosa nos quisiste dar a entender en aquellaspalabras cuando dijiste: Con un bautismo deseo serbautizado: cmo vivo en estrechura? (Lc 12, 50). Porqueera tan grande el deseo que tenas de verte ya teido en tusangre a fuerza de dolores por nosotros, que cada hora que

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    esto se dilataba tepareca mil aos

    por la grandezadel amor. Y deaqu naca aquellafiesta gloriosa delos Ramos, quequisiste que sehiciese cuandoibas a padecer,

    para ensear almundo la alegrade tu Corazn,que, as cercadode rosas y flores,quisiste ir altlamo de cruz.No parece, Seor,que vas a la cruz,sino aldesposorio, pueses tanta la fiestaque quieres quese te haga en tucamino.

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    12. Cristo se desposa con la Iglesia

    Pues salid ahora, hijas de Sin; salid, almas devotas yamadoras de Cristo, y veris al rey Salomn la guirnaldacon que le coron su madre en el da de su desposorio, enel da de la alegra de su Corazn (Cant 3, 11).

    No hallo yo, Seor,otra guirnalda sino la quehizo su madre la sinagoga elviernes de la Cruz, no derosas, sino de espinas, paraatormentar tu cabeza. Puescmo se llamar ese da defiesta y alegra de tuCorazn? Por ventura esas

    espinas no te lastiman? S,por cierto, y ms a ti que aninguno de los hombres,porque tu delicadeza eramayor. Mas por la grandezadel amor que nos tenas, nomirabas a tu dolor, sino anuestro remedio; no a tus

    llagas, sino a la medicina denuestras almas enfermas.

    Si al patriarca Jacob leparecan poco siete aos de servicio por casar con lahermosa Raquel, por el grande amor que le tena (Gen 29,20), qu te parecer a ti un da de la cruz por desposarte

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    con la Iglesia y hacerla tan hermosa que no le quedasemancilla ni arruga? (Eph 5, 27).

    Este amor te hace morir tan de buena gana; ste teembriaga de tal manera, que te hizo estar desnudo ycolgado de una cruz, hecho escarnio del mundo. T eresaquel No que plantaste una via, y bebiste el vino de ellaen tanta abundancia, que, embriagado de este poderosovino, caste dormido en la cruz y padeciste tales deshonrasen ella, que tus mimos hijos te escarnecieron e hicieron

    burla de ti.

    13. Quin no devolver amor a Cristo?

    Oh maravilloso

    amor que a tal extremodescendiste!

    Y, maravillosaceguedad de los hombres,que tomaron ocasin paradescreerte de donde lahaban de tomar para ms

    amarte!Dime, oh dulcsimo

    Amador! si sola estacentella que nos mostrasteac de fuera fue tan

    espantable a los hombres, que ha sido escndalo de losjudos y locura para los gentiles, qu hiciera si les pudieras

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    dar alguna otra muestra y que declarara toda la grandezadel amor tuyo?

    Pues si sola esta muestra, que es menor, hace salir alos malos de sus sentidos y perder la vista en medio delresplandor de la luz, qu harn tus verdaderos hijos yamigos, que tan credo y conocido tienen tu amor?

    Esto es lo que les hace salir de s y quedar atnitos,cuando, recogidos en lo secreto de su corazn, les

    descubres estos secretos y se los das a sentir. De aqu naceel deshacerse y abrasarse sus entraas, de aqu el desear losmartirios, de aqu el holgarse con las tribulaciones (Col 1,24), de aqu el sentir refrigerio en las parrillas y el pasearsesobre las brasas como sobre rosas, de aqu el desear lostormentos como convites, y holgarse de lo que todo elmundo teme, y abrazar lo que el mundo aborrece, y buscarabominaciones de Egipto para sacrificarlas a Dios (Ex 8,

    26).El alma dice san Ambrosio, que est desposada con

    Jesucristo, y voluntariamente se junta con El en la cama dela cruz, ninguna cosa tiene por ms gloriosa que traerconsigo las insignias y librea del Crucificado.

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    14. La locura de la cruz

    Pues cmo te pagar yo, Amador mo, este amor?Esto solo es digno de recompensa, que la sangre serecompense con sangre.

    Aquella sangre con que Moiss celebr la amistadentre Dios y su pueblo (la cual fue figura de sta), parte sederram sobre el altar y parte sobre el pueblo,recibindolo, reconcilindolo con Dios (Hebr 9, 20). Y la

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    que sobre las cabezas del pueblo, para obligar a loshombres.

    Dulcsimo Seor!,yo conozco estaobligacin. Nopermitas que yo mesalga fuera de ella yvame yo con esasangre teido y con esa

    cruz enclavado.Oh cruz, hazme

    lugar, y recibe micuerpo, y deja el de miSeor! Ensnchate,corona, para que puedayo ah poner mi

    cabeza! Dejad, clavos,esas manos inocentes,y atravesad mi corazn, y llagadlo de compasin y amor!Para esto, dice tu Apstol, moriste, para enseorearte devivos y muertos (Rom 14, 9), no con amenazas y castigos,sino con obras de amor. Cuntame entre los que mandares,o por vivo o por muerto, y vame yo cautivo debajo delseoro de tu amor.

    Oh, qu maravillosa manera de pelear ha tomado elSeor, dice la santa profeca! (Jud 5, 8). Porque ya no condiluvio, no con fuego del cielo, sino con halagos de paz yamor ha conquistado los corazones; no matando, sinomuriendo; no derramando sangre, sino la suya por todos enla cruz.

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    Oh maravillosa y nueva virtud! Lo que no hicistedesde el cielo servido de ngeles, hiciste desde la cruz

    acompaado de ladrones! Oh robador apresurado yviolento! Qu espada ser tan fuerte, qu arco tan recio ybien flechado, que pueda penetrar a un fino diamante? Lafuerza de tu amor ha despedazado infinitos diamantes. Thas quebrantado la dureza de nuestros corazones. T hasinflamado a todo el mundo en tu amor. T mismo dijiste aun profeta: Con el fuego de mi amor ser abrasada toda latierra. Y en tu Evangelio dijiste: Fuego vine a poner en la

    tierra, y qu otra cosa quiero sino que arda? (Lc 12, 49).

    Bien haba entendido la virtud de esta venida y de estefuego aquel santo profeta, que por eso daba vocesdiciendo: Ojal rasgases ya los cielos y vinieses! Las aguasarderan como fuego (Is 64, 1).

    Oh dulce fuego! Oh dulce amor! Oh dulce llama!

    Oh dulce llaga, que as enciende los corazones heladosms que nieve, y los convierte en amor!

    Este es el intento principal de tu venida, a henchir elmundo de tu amor, y, como dice el profeta, visitaste latierra y embriagstela en amor, y as multiplicaste susriquezas con tal linaje de amor (Sal 64, 10).

    Visitando la tierra embriagaste los corazones terrenos.Oh amantsimo Seor, suavsimo, benignsimo,hermossimo, clementsimo! Embriaga nuestros corazonescon ese vino, abrsalos con ese fuego, hirelos con esasaeta de tu amor.

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    Qu le falta a esa cruz para ser una espiritual ballesta,pues as hiere los corazones? La ballesta se hace de madera,una cuerda estirada y una nuez al medio de ella, donde subela cuerda para disparar la saeta con furia y hacer mayor laherida.

    Esta santa cruz es el madero, y ese cuerpo extendidoy brazos tan estirados, la cuerda. Y la abertura de esecostado es la nuez donde se pone la saeta de amor, porquede all salga a herir el corazn. Desarmado se ha la ballestay herido me ha el corazn! Ahora sepa todo el mundo quetengo el corazn herido. Corazn mo, cmo teguarecers? No hay remedio ninguno que te cure sinomorir.

    Cuando yo,mi buen Jess,veo cmo de tu

    costado sale elhierro de lalanza, esa lanzaes una saeta deamor quetraspasa, y de talmanera hiere micorazn, que no deja en l parte que no penetre.

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    Qu has hecho, Amor dulcsimo? Qu has queridohacer en mi corazn? Vine aqu para curarme, y me has

    herido! Vine para que me enseases a vivir, y me hacesloco! Oh sapientsima locura: no me vea yo jams sin ti!

    No solamente lacruz, mas la misma figuraque en ella tienes nosllama dulcemente a amor.La cabeza tienes reclinada

    para ornos y darnosbesos de paz, con la cualconvidas a los culpados.Los brazos tienestendidos para abrazarnos.Las manos agujereadaspara darnos tus bienes, elcostado abierto para

    recibirnos en tus entraas,los pies enclavados paraesperarnos y para nuncapoderte apartar denosotros.

    De manera que, mirndote, Seor, en la cruz, todocuanto vieren mis ojos, todo convida a amor: el madero, la

    figura y el misterio, las heridas de tu cuerpo, y, sobre todo,el amor interior me da voces que te ame y nunca te olvidemi corazn.

    Pues cmo me olvidar de ti? Si me olvidare de ti, ohbuen Jess!, sea echada en olvido mi mano diestra; pguesemi lengua al paladar si no me acordare de ti y si no tepusiere por principio de mis alegras (Sal 136, 5).

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    15. Confianza en Cristo

    Ve, pues, aqu, alma ma, declarada la causa del amorque Cristo nos tiene. Porque no nace este amor de mirar loque hay en el hombre, sino de mirar a Dios y del deseo quetiene de cumplir su santa voluntad.

    Pues por este mismo camino podrs entender dednde provienen tantos beneficios y promesas como Diostiene hechas al hombre, para que de aqu se esfuerce tuesperanza, viendo sobre cun firmes fundamentos estfundada.

    Has de saber,pues, que as como lacausa por que amCristo al hombre no esel hombre, sino Dios,as tambin el mediopor que Dios tieneprometidos tantosbienes al hombre no esel hombre, sino Cristo.

    La causa por queel Hijo nos ama esporque se lo mand elPadre, y la causa porque el Padre nosfavorece es porque selo pide y se lo mereceel Hijo (Jn 17, 20).

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    Estos son aquellos sobrecelestiales planetas por cuyoaspecto maravilloso se gobierna la Iglesia y se envan todas

    las influencias de gracias al mundo.Cun firmes son los estribos de nuestro amor! Y no

    lo son menos los de nuestra esperanza. T nos amas, buenJess, porque tu Padre te lo mand, y tu Padre nosperdona porque t se lo suplicas. De mirar t su corazn yvoluntad resulta me ames a m, porque as lo pide tuobediencia. Y de mirar El tus sufrimientos y heridas

    procede mi perdn y salud, porque as lo piden tus mritos.Miraos siempre, Padre e Hijo, miraos siempre sin cesarporque as se obre mi salud!

    Oh vista desoberana virtud! Ohaspecto desobrecelestiales planetas,

    de donde proceden losrayos de la divina graciacon tanta certidumbre!Cundo desobedecertal Hijo? Cundo nomirar tal Padre? Pues siel Hijo obedece, quinno ser amado? Y si el

    Padre mira, quin noser perdonado? A unsuspiro que dio aquelladoncella Axa ante su

    padre Caleb, le dio el padre piadoso todo cuanto le pidi(Jos 15, 18s). Pues a los suspiros y lgrimas de tal Hijo,qu se le podr negar?

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    De esta manera, cundo faltar mi remedio, si lobuscare? Cundo se agotarn mis merecimientos, pues son

    los tuyos? Cundo oler tan mal el cieno de mis maldades,que no huela ms suavemente el sacrificio de tu Pasin,siendo tan grande su hermosura, que todos los pecados delmundo juntos no son ms parte para afearla que unlunarito muy pequeo en un rostro muy hermoso?

    Pues, alma ma, flaca y desconfiada, que en tantasangustias no sabes confiar en Dios, por qu te desmayan

    tus culpas y la falta de tus merecimientos?Mira que este negocio no estriba en ti solo, sino en

    Cristo. No son tus merecimientos solos principalmente losque te han de salvar, sino los del Salvador. Porque si eldemrito de aquel primer hombre a cabo de tantos aosfue bastante a condenarte (Rom 5, 18), mucho ms lo sernlos mritos de Cristo a salvarte. Ese es el estribo de tu

    esperanza y no t.El primer hombre

    terreno fue principio de tucada, el segundo y celestiales principio y fin de turemedio (1 Cor 15, 47).Trabaja de estar unido con

    se por fe y amor (Jn 15, 9),as como lo ests con el otropor vnculo de parentesco.Porque si lo estuvieres, ascomo por el deudo naturalparticipas la culpa del transgresor, as por el deudoespiritual comunicas la gracia del Justo. Si con l estuvieresde esta manera unido, s cierto que lo que fuere de l ser

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    de ti; lo que fuere del Padre ser de los hijos, y lo que fuerede la Cabeza ser de los miembros; y donde estuviere el

    cuerpo, all se juntarn las guilas (Mt 24, 28).Esto es lo que en figura de este misterio dijo el rey

    David a un hombre temeroso y turbado: Jntate conmigo,que lo que ser de m ser de ti, y conmigo sers guardado

    (1 Reg 22, 23).

    No mires a tus

    fuerzas, que teharn desmayar,sino mira a eseremediador ytomars esfuerzo.Si pasando el ro sete desvanece lacabeza mirando las

    aguas que corren,levanta los ojos enalto y mira losmerecimientos delCrucificado, ypasars seguro.

    Si te

    atormenta elespritu malo de ladesconfianza,

    suene el arpa de David, que es Jesucristo con la cruz. Echatus cuidados en Dios (Ps 54, 33), y asegrate con suprovidencia en medio de tus tribulaciones. Y si crees deveras que el Padre te dio a su Hijo, cree tambin que darlo dems, pues todo es menos.

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    16. Cristo contina presente

    No pienses que porque se subi a los cielos te tieneolvidado, pues no se puede compadecer en uno amor yolvido. La mejor prenda que tena te dej cuando subiall, que fue el palio de su Carne preciosa en memoria desu amor.

    Mira que no solamente viviendo padeci por ti, peroaun despus de muerto padeci la mayor de sus heridas.

    Y para que sepas que en vida y en muerte te es amigoverdadero, y para que entiendas por aqu cuando dijo altiempo de expirar: est acabado (Jn 19, 30), aunqueacabaron sus dolores no acab su amor.

    Jesucristo, dice san Pablo, ayer fue y hoy es tambin, y

    ser en todos los siglos (Hebr 13, 8). Porque cual fue eneste siglo mientras vivi para los que le queran, tal es ahoray ser para siempre para todos los que le buscaren, amareny quisieren.

    Vive, alma ma, en perpetuo agradecimiento a talSeor y a tal amador.

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