Trabajo en La Maquiladora

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    Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal

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    Consuelo Pequeño RodríguezConsideraciones para el estudio del trabajo de las mujeres en la industria maquiladora

    Nóesis. Revista de Ciencias Sociales y Humanidades, vol. 15, núm. 28, julio-diciembre, 2005, pp. 33-55,

    Instituto de Ciencias Sociales y Administración

    México

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    Nóesis. Revista de Ciencias Sociales y 

    Humanidades,

    ISSN (Versión impresa): 0188-9834

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    México

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    VOL. 15 • NÚM. 28 • JULIO-DICIEMBRE 2005

    Consideraciones para

    el estudio del trabajode las mujeres en laindustria maquiladora

    Consuelo Pequeño Rodríguez1

     En el presente ensayo se examinan diversos estudios sobre la participación laboral femenina en la

    industria maquiladora mexicana. Luego se establecen las ausencias en dichos análisis y finalmente,

    se intenta presentar una revisión teóricamente más adecuada para el estudio del trabajo femenino,

    que tiene que ver con la consideración de la división y segregación de los puestos de trabajo, la

    definición de los espacios laborales como femeninos y masculinos y la relación entre mujeres y

    sindicatos. Lo anterior, con el objetivo de explicar por qué ni la transición de una economía de

    servicios a otra, con una presencia importante de la industria maquiladora, ni la mayor presenciade las mujeres en el mercado de trabajo, ha contribuido a matizar la diferenciación por género en

    la fuerza laboral en Ciudad Juárez.

    ESTUDIOS ACERCA DE LA PARTICIPACIÓNLABORAL FEMENINA EN MÉXICO

    En los años setenta se realizaron inves-tigaciones que revisaban la presencia delas mujeres en el mercado laboral delpaís y otras que se dirigían a los estudiosde caso. Su objetivo fue establecer lascondiciones y características del trabajo

    femenino. Gran parte de los trabajosson divulgados por dependencias delEstado (Goldsmith, 1997).

    Desde la sociología se dan investi-gaciones que plantean la importancia delos procesos de trabajo en las fábricas y

    los efectos de la tecnología. En los aná-lisis no se realiza la distinción entre laparticipación masculina y femenina —serefieren al trabajador—. La perspectivaque rescata la presencia de las mujeresen el ámbito del trabajo

    fue la sociodemográfica, al plantear la

    importancia de los mercados de trabajo yel papel de los sujetos —sexo femenino ymasculino— en el ámbito extradoméstico,de reproducción social y de la familia (Dela O Martínez, 2000: 108-109).

    Entre los avances teórico-metodoló-gicos para los estudios sobre las mujeres

    1  Profesora-investigadora de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ). Correoelectrónico: [email protected].

    Nóesis, Género, feminismo(s) y violencia desde la fronteranorte, vol. 15, núm. 28, pp. 33-55, 2005. Impreso en México

    ISSN 0188-9834Copyright ©2005, UACJ

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    y trabajo para la década de los setenta,destaca lo siguiente: primero, el

    haber dado visibilidad a las mujerestrabajadoras, mostrar las condiciones departicipación desigual de las mujeres enel mercado de trabajo, develar prácticasdiscriminatorias contra las trabajadoras ycriticar los sesgos androcéntricos presentesen los censos y las encuestas de empleo”(Goldsmith, 1997: 7),

    Y segundo, de los estudios sobrela clase obrera que dominan el periodoanterior a los años setenta, se da un tránsitoconceptual a los estudios sobre la fuerza

    de trabajo, donde se introducen conceptoscomo la reproducción social, la familiay la unidad doméstica, para pasar al deobrero social y finalmente, a la categoríade sujeto (De la O Martínez, 2000).

    Para la década de los ochenta seincrementa la producción en la investi-gación sobre las mujeres y trabajo y serealizan en el contexto de la creación deprogramas de los estudios de la mujer ode género en instituciones de educaciónsuperior. A partir de la crisis de los

    ochenta, las investigaciones tomaronuna nueva orientación en el contextode las políticas de modernización ylos intentos por flexibilizar el trabajo.Destacan los estudios que subrayan losefectos de los cambios sobre el trabajo

    de las mujeres; los que analizan el trabajoextradoméstico y la segregación ocupa-cional por género, en donde se estudia

    la participación laboral de las mujeresen determinadas ramas de actividad yocupaciones específicas; y los que re-flejan su discriminación en el mercadode trabajo. A través de los estudios decaso sobre el proceso de trabajo se danlos análisis de la realidad de las mujeresen las fábricas y en sectores afectados porla reestructuración económica y los pro-cesos de flexibilidad laboral (Goldsmith,1997; De la O Martínez, 2000).2

    Entre los estudios pioneros sobrela utilización de mano de obra femeninaen la industria maquiladora, se ubica eltrabajo de Fernández Kelly (1983) en elque establece el rol y las característicasde las mujeres en la industria maquila-dora para la frontera norte de México yel de Carrillo y Hernández (1985), queidentifica el perfil laboral de las traba-

     jadoras de la industria maquiladora deCiudad Juárez. También se encuentra elestudio de Iglesias (1985), que describe

    y analiza la vida de las trabajadoras de laindustria maquiladora de Tijuana.

    A finales de los ochenta, los énfasisen el análisis están puestos en el gradode difusión de las nuevas tecnologías ylos efectos sociales de la modernización

    2  Véase Mary Goldsmith (1997) para ejemplos de los estudios realizados durante las dife-rentes etapas señaladas.

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    industrial; la calificación o descalificaciónde la fuerza de trabajo, y las formas par-ticulares de lucha, destacando el trabajo

    realizado por Cooper (1989) sobre lastelefonistas.En esta misma década y con el

    supuesto agotamiento del modelo desustitución de importaciones y la crisis dela deuda externa, se establece un tipo deindustrialización basado en la inversiónextranjera. En este nuevoesquema de productividadse cuestiona la dinámicacorporativa tradicional de las

    relaciones de trabajo comoobstáculo para la reestructu-ración y se estudia el trabajode las mujeres y la flexibi-lidad del trabajo a través delas transformaciones en lasrelaciones laborales (De laO Martínez, 2000).

    En la industria maqui-ladora, la flexibilidad laboral se ve refle-

     jada en la precarización de las formas decontratación, en las modalidades de pago,

    en las nuevas formas de organizacióndel trabajo, en la arbitraria movilidady asignación de tareas. Según Sánchez(2000), a las trabajadoras se les colocapara cubrir tareas pesadas y repetitivasdonde la rotación es más alta (véaseWilliams y Passé-Smith, 1989).

    La implementación de la flexibi-

    lidad laboral propicia el surgimientode un número importante de trabajoseventuales y de tiempo parcial, que

    vienen a reforzar la marginalización delas mujeres, sobre todo para las traba- jadoras no calificadas. Los beneficiosde la reestructuración y la flexibilidaden el trabajo —multicalificación, auto-nomía y responsabilidad—, rara vez loreciben las mujeres trabajadoras (De la

    O Martínez, 2000).Los mecanismos para

    la implantación del modelo derelaciones laborales se reflejan

    en cambios a los contratoscolectivos con cláusulas quefavorecen “la concreciónde la política laboral de laproductividad” (Solís deAlba, 1991: 5). Así, se restaimportancia a la antigüedady se asigna mayor peso a lacapacitación formal, a la

    escolaridad, al nivel de producción y ala fidelidad hacia la empresa. La políticalaboral tiene como resultado para las

    trabajadoras la generalización de lasnegociaciones individuales de las con-diciones de trabajo, pasando por encimalas colectivas; la inestabilidad salarial;la individualización de las condicionesgenerales de trabajo; y la división entrelas trabajadoras.

    El problema encontrado en el aná-

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    lisis sobre las condiciones laborales queenfrentan las trabajadoras en el contextode las nuevas políticas laborales, como

    el que realiza Solís de Alba, es que sepierde la noción de los cambios que sedan al no matizar los casos y tal pareceque la nueva política laboral tiene elmismo impacto para todas las trabaja-doras. También se argumenta que estápresente la flexibilidad laboral, pero nose revisa cómo las trabajadoras viven esaflexibilidad en su trabajo. Entonces, lasnuevas políticas laborales en el contextodel modelo neoliberal afectan el trabajo

    de las mujeres cuando se les excluye deactividades de asistencia o se les nieganposibilidades de capacitarse, o cuandoreciben salarios más bajos, que son efectoscon diferentes formas de manifestaciónde acuerdo con los sectores en que seincorporan como trabajadoras. 

    La industria maquiladora en susinicios fue una industria feminizada, peroa mediados de los ochenta se observó laincorporación de nuevos procesos pro-ductivos y diferentes perfiles laborales,

    que permitieron el acceso de los hombresen actividades localizadas.

    En la actualidad, con la introduc-ción de nuevas tecnologías y la divisiónsexual del trabajo, los hombres realizanel trabajo calificado y un número menorde mujeres se localiza en tareas rutina-rias, ya que su movilidad es difícil. A las

    exclusiones pasadas se añaden otras yen el contexto de la flexibilidad laboralhoy distingo dos escenarios para la in-

    dustria maquiladora: uno, con un sectortaylorizado, feminizado y asociado conlas industrias o actividades tradicionales(confección, textil y calzado) y otro,conformado por un sector flexibilizadocon mayor presencia masculina y re-lacionado con los nuevos modelos deproducción e innovación tecnológica[véase, Carrillo (1989), Wright (1996),De la O Martínez (2000)].

    En el contexto de las transforma-

    ciones productivas y del supuesto dela crisis del taylorismo-fordismo, en ladécada de los noventa se publican trabajossobre las implicaciones de las nuevastecnologías y el trabajo de las mujeresen sectores determinados. En los estudiosse muestra una creciente incorporaciónde las mujeres a ocupaciones con mayortecnologización, lo que no significa ladesaparición de la segregación ocupacionalen actividades consideradas como feme-ninas. Asimismo, en las investigaciones

    se encuentran análisis sobre los cambiosproductivos recientes para resaltar lascondiciones laborales de las mujeres. Seve la necesidad de estudiar su presenciaen la industria tomando en cuenta suubicación geográfica, las característicasde la ocupación y la organización laboralpara los diferentes sectores industriales.

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    Se encuentran los estudios regionales deQuintero (1997) y de Sánchez (1998)sobre la importancia de la industria ma-

    quiladora en la conformación de nuevosperfiles laborales y tipos de sindicalismopara las ciudades de Matamoros y deChihuahua, respectivamente.

    Paralelamente a la investigación yla publicación de los temas señalados,se da una disminución de los estudiossobre mujer y trabajo que se atribuye alos giros de interés en asuntos como elmedio ambiente, las políticas públicas olos derechos humanos y la complejidad

    que adquieren las nuevas investigacionessobre la identidad genérica y la subjetividadfemenina, que ya venían discutiéndosedesde los ochenta y que se adhierenal posmodernismo y el psicoanálisis(Goldsmith, 1997).

    AUSENCIAS EN LOS ESTUDIOSSOBRE EL TRABAJO DE LAS MUJERES

    Las investigaciones realizadas en los se-tenta utilizaban datos y censos sesgados,ya que se organizaban usando categorías

    limitadas que no consideraban el trabajode las mujeres. Se omitieron las tasas departicipación femenina al definir a lasamas de casa como inactivas, ocultandoel trabajo no remunerado que contribuyea la producción y reproducción de lasociedad [De Riz (1986), Goldsmith(1997)].

    En los estudios realizados los últimosdiez años sobre el trabajo en México, serefleja un mayor interés en el análisis de

    las estructuras productivas y menos enlos sujetos. Se favorecen los estudiossobre la fábrica, la empresa o aquéllosdonde predominan los hombres. Lastrabajadoras están ausentes debido aluso de una supuesta neutralidad usandotérminos como “sujeto laboral”, “obrero”,o “trabajador” (De la O Martínez, 2000:118-119).

    Los análisis sobre la participaciónfemenina en el contexto de la reestructura-

    ción evidencian que se está dando lugar asociedades duales y fragmentadas, dondelos/as trabajadores/as más calificadospueden lograr mejores trabajos, pero otrosegmento se localiza en condiciones deprecariedad y las mujeres constituyenun grupo importante. Predomina

    la polaridad entre el trabajo masculino cali-ficado y el femenino descalificado; se sitúaentre estructuras productivas tayloristas(para las mujeres) y flexibles (para los hom-bres) y en donde sigue siendo importante

    el concepto de división sexual del trabajo(De la O Martínez, 2000: 120).

    El panorama actual es que hay unaheterogeneidad productiva en el mundolaboral, siendo complejas las consecuen-cias para las mujeres, por lo que hayque dar seguimiento a los cambios quese dan en el mismo. Al igual que María

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    Eugenia De la O Martínez (2000) con-sidero que es fundamental realizar otrotipo de acercamientos metodológicos, ya

    que hay una ausencia de la dimensiónde género en los estudios del trabajo,al no establecer la distinción entre laparticipación masculina y femenina yhacer referencia al trabajador “neutro”o plantear la inserción laboral de lastrabajadoras como homogénea.

    Existen carencias en las investiga-ciones sobre mujer y trabajo, sobre todoen la falta de debates hacia el interior delo que se investiga y entre las y los que

    investigan, lo que provoca ignorar loescrito y repetir temas (Goldsmith, 1997).Hoy en día, para abordar la participaciónlaboral de las mujeres es necesario precisarcontextos histórico-sociales específicos, yaque no se puede hablar de la trabajadoraen general o como una entidad única.También implica conocer los niveles,las tendencias y las condiciones en queesta participación laboral se lleva a caboy considerar los factores que determinanla oferta de mano de obra femenina y

    los que afectan la demanda.En el estudio de la industria maqui-

    ladora, la paradoja en los nuevos modelosde organización del trabajo es que danlugar a la inestabilidad y la precarizacióndel trabajo, pero requieren una trabajadoraestable y comprometida con la empresa.En ese panorama, las trabajadoras apare-

    cen como sujetas a los cambios y no seconsideran las formas de empoderamiento,de negociación y resistencia sobre lascondiciones laborales. Se generalizan los

    efectos de los cambios como si fueraniguales para hombres y mujeres. No setoman en cuenta la coexistencia de lasociedad jerarquizada y el aumento delcarácter precario del trabajo femenino.Se ven los cambios flexibles como algonatural, algo que hay que aceptar. Enese contexto también hacen falta estu-dios sobre la participación sindical y lacultura laboral de las mujeres (De la OMartínez, 2000).

    Además, existe una imagen natura-

    lizada de lo que se define como “trabajofemenino” en la industria maquiladora,ya que se le asignan rasgos inherentesde paciencia, pasividad, precisión, deli-cadeza, prescindibilidad, falta de interésen su formación, no movilidad y faltade solidaridad [véase Folker Frobel etal. (1978), Carrillo y Hernández (1985)

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    y Tiano (1994)]. Esa imagen limita elanálisis, ya que no se considera que losperfiles de las trabajadoras cambien con

    el tiempo y que varíen de acuerdo conla rama que se estudia.Con base en lo anterior, reviso al-

    gunas de las líneas teóricas que permitenprofundizar sobre un tema tan específicocomo es el del trabajo de las mujeres enla industria maquiladora.

    ELEMENTOS A CONSIDERAR EN LAREVISIÓN SOBRE GÉNERO Y TRABAJO

    En el caso específico de los estudios

    sobre mujer y trabajo, hay que distinguirentre la actividad, empleo y trabajo,3 yaque se refieren a tres categorías distintas.La actividad proviene de la economía yproduce la distinción entre activas ocu-padas, que son las que tienen empleo ylas activas desocupadas o paradas quebuscan activamente empleo.

    Las inactivas, por extensión, sonlas estudiantes, las jubiladas, las perso-nas internadas en instituciones de salud

    mental, prisiones y las amas de casa. Elempleo designa las formas de acceso almercado de trabajo e incluye conceptos

    como la actividad, inactividad, precarie-dad, estabilidad, desempleo y trabajo atiempo parcial (Borderías y Carrasco,1994). Finalmente, el trabajo incluyelos sectores de actividad, calificaciones,carrera profesional, salarios, condicionesde trabajo, formas de organización, decontrol de trabajo y relaciones sociola-borales.

    En la relación género y trabajoestán presentes desigualdades sociales a

    considerar, ya que el género interviene enla definición de ciertos puestos de trabajocomo “femeninos” o “masculinos”.

    Salzinger (2003) establece quese debe revisar cómo los significadosgenéricos emergen y son practicados enlas diversas empresas, esto es, cómo elgénero opera en el trabajo. Ruiz y Ve-lasco (1995) analizan cómo está presentela condición de género en los procesossignificativos como lo laboral y cómo se

    3  Los primeros estudios que plantean el concepto de trabajo lo refieren como trabajo asala-riado y es hasta la década de los sesenta cuando se hace extensivo al trabajo doméstico.Hoy, el concepto de trabajo se puede entender como la participación de los individuos enactividades productivas por las que reciben un pago, o bien, que no lo reciben porque esparte de un negocio familiar. También, incluye las actividades relacionadas con el mante-nimiento de los hogares como el trabajo doméstico, el cuidado a miembros de la familia, oel trabajo voluntario por los que no se obtiene remuneración. The World’s Women Trendsand Statistics 2000 , ONU, Nueva York, 2000, p. 109.

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    construye social y culturalmente. ParaBeechey (1994) el análisis del género enla esfera del trabajo es aún “rudimentario”

    porque se utiliza para designarlas diferencias entre mujeres y hombres,indicando que no son de origen biológico,sino construcciones sociales y tambiénpara destacar las limitaciones de un análisiseconómico, pero la categoría raras vecesaparece integrada dentro de una teoría bienelaborada (p. 441). 

    El género, de acuerdo con Scott(1996), Lamas (1996) y De Barbie-ri (1998) es un sistema de prácticas,

    símbolos, representaciones, normas yvalores en torno a la diferencia sexualentre los seres humanos, que organizala relación entre los sexos de manera

     jerárquica, canaliza las necesidadessexuales y asegura, entre otras cosas,la reproducción humana y social. Scottconcreta que el género es componentede las relaciones sociales, basado en lasdiferencias percibidas entre ambos sexosy que contiene relaciones significantesde poder. Se estudia el género como

    una categoría relacional y asimétrica,ya que se busca explicar las diferentesconexiones entre hombres y mujeres conel mismo. El género está relacionado conel poder: la dominación de los hombresy la subordinación de las mujeres quese reproducen en el proceso de trabajo.Asimismo, el género opera en la esfera

    de la producción y de la reproducción,interviene en algunos aspectos para ladistinción entre trabajo calificado y no

    calificado y en la construcción de la di-visión entre trabajo de tiempo completoy de tiempo parcial.

    La influencia del género, tambiénse encuentra en las formas de autoridad ysupervisión, en la duración de la jornadalaboral de las mujeres y los hombres, enla respectiva posibilidad de participaciónen los sindicatos de unas y otros y en susexperiencias en relación con el despido(Beechey, 1994).

    La teorización del género en elámbito laboral debe incluir el estudiode casos concretos, que permita anali-zar los procesos a través de los cualesse construyen los diferentes tipos detrabajo en las distintas esferas. Beechey(1994) y Acker (2000) señalan que a lahora de contar la influencia del géneroen diferentes aspectos del análisis deltrabajo no se puede generalizar, por loque necesitamos saber cómo se define esainfluencia y evitar exagerarla mientras

    no se cuente con el apoyo de estudiosempíricos sistemáticos sobre la experienciade las mujeres y los hombres. Para ellas,existe el riesgo de adoptar un modelo degénero para analizar el empleo femeninoy un modelo ocupacional para el empleomasculino, con énfasis en las diferenciasentre mujeres y hombres, sin considerar

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    las semejanzas, o desplazar el análisisde las mujeres a la esfera privada. Hayque considerar que el mercado laboral

    no es una entidad sexualmente neutray que las relaciones de género estáninscritas en la organización misma de laproducción. En la industria maquiladorase utilizan diferentes criterios de controly organización del trabajo según seanhombres o mujeres. 

    En los estudios sobre género ytrabajo se analiza el mercado laboraldefinido por el género y el porqué seresiste al cambio. Las tesis tradicionales

    se apoyan en las diferencias educativas yde capacitación para explicar los salariosdesiguales. Las mujeres invierten menosen su preparación porque su inserción enel ámbito laboral es vista como temporaly por lo tanto, no les interesa obtenerun mayor entrenamiento en su trabajo.Sin embargo, son limitadas para revelarpor qué hoy frente a iguales niveles deeducación y capacitación, persistenmenores ingresos y oportunidades deascenso para las trabajadoras. Entonces,

    hay que buscar el origen “en los patro-nes de género que refuerzan reglas yconductas normativas” (Conway et al. 1998: 174-175) que se hacen presentesen el lugar de trabajo y se reflejan enlas prácticas laborales utilizadas porlas empresas y los empleadores para

     justificar las diferencias.

    Para empezar a desarrollar un análisisteóricamente más adecuado de géneroy de trabajo en relación con la industria

    maquiladora, examino los siguientesaspectos: primero, la existencia de lasegregación de los puestos de trabajo;segundo, la definición de los espacioslaborales como masculinos y femeninosy finalmente, la relación entre mujeresy sindicato.

    DIVISIÓN Y SEGREGACIÓN LABORAL

    Respecto al primer aspecto, la divisiónsocial y sexual del trabajo, considero

    que organiza jerárquicamente el accesoa las oportunidades laborales e ingresoy valoriza y retribuye diferencialmen-te el resultado de estas actividades deacuerdo con criterios de clase y género.La división sexual del trabajo contienela relación entre la familia como ámbitode reproducción y el mercado como elde la producción en los siguientes sen-tidos: uno, porque en ambos ámbitos eltrabajo se organiza a partir de un criteriosexual; y dos, porque la división sexual

    del trabajo en la familia condiciona lasposibilidades de inserción de la mujeren el trabajo no doméstico. Se ve enla división sexual del trabajo el origende las desigualdades existentes entrehombres y mujeres. De raíz marxista,se enfatiza el sentido funcional de estadistribución para la lógica del sistema

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    capitalista, ya que la desvalorizacióndel trabajo femenino favorece la pro-ducción capitalista. Los criterios de

    diferenciación incluyen la segregaciónocupacional (ocupaciones caracteriza-das como masculinas y femeninas), ladiscriminación salarial, la feminizaciónde la pobreza y la no valorización deltrabajo doméstico.

    Las ocupaciones son desvaloriza-das por el predominio de la poblaciónfemenina en ellas y se estigmatiza conlos atributos negativos que se adjudicana la feminidad, lo que se convierte en el

    argumento para otorgar bajos salarios.

     

    Bettio (1994) es una de las teóricasque estudia la segregación sexual delmercado de trabajo y se opone a la tesisde la pasividad de las trabajadoras. Poneen duda las categorías usadas por losmarxistas y la teoría de la segmentacióncomo “mano de obra secundaria” o “dé-bil” para análisis del trabajo asalariadofemenino. Para Beechey (1994), otra delas especialistas en el tema, los conceptosde calificación y la distinción entre traba-

     jadores o trabajadoras del sector primarioy secundario son tendenciosos, pues lostrabajadores calificados y los del sectorprimario son el centro del análisis, porlo que se encuentran mejor definidos.Mientras que el sector secundario, dondepredominan las mujeres, se encuentramenos estudiado.

    Middleton (1994) establece que lasegregación y la desigualdad de génerostienen sus raíces en relaciones sociales

    y momentos diferentes y que obedecena racionalidades y significados diversospara sus participantes, por lo que sedeben evitar las generalizaciones. Porejemplo, desde la teoría de la segre-gación ocupacional se afirma que laflexibilidad de sustitución de hombrespor mujeres y viceversa, no se da en lapráctica. Sin embargo, para el caso dela industria maquiladora, investigadorascomo Cooper (1996) o Wright (1996)

    muestran preocupación en que una fuentede empleo que desde sus inicios es paralas mujeres, presente una tendencia cre-ciente hacia la contratación de hombres,ya que las mujeres son las que tienenmenos oportunidades que los hombresen el mercado de trabajo formal.

    DEFINICIÓN DE ESPACIOS LABORALESCOMO FEMENINOS Y MASCULINOS

    Como segundo aspecto a considerarpara una revisión teórica sobre género

    y trabajo femenino, exploro cómo sedetermina la definición de los espacioslaborales como masculinos y femeninosen la industria. Pesce (1988) analiza elcaso de la Weber, una fábrica de mecá-nica en Bolonia, Italia, con cerca de miltrabajadores y el reciente ingreso de 130trabajadoras. Para Pesce existe un único

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    espacio, el del trabajo obrero, conside-rado aún exclusivamente masculino; yluego están “las mujeres”. 

    El trabajador es varón y a la traba- jadora no se la reconoce unestatus e identidad propia yse confiere a lo femenino unarealidad que sigue pensán-dose claramente masculina.Por ello, la distinta formade trabajar de las obreras seconsidera inmediatamenteuna debilidad y, por tanto,algo que hay que corregir

    y condenar, porque no co-rresponde a un modelo do-minante. La mujer, en cuantotrabajadora, es una especie de desviacióndentro del espacio obrero masculino yson sus características sexuales las quese interpretan como las razones de taldesviación.

    Pesce (1988) menciona que

    la identidad obrera se ha construido ylegitimado teniendo como punto de refe-

    rencia un sujeto concreto: el obrero adultovarón. Pero a este sujeto, en el momentoen que, a nivel individual y colectivo, sele individualiza como clase, se le extraenlas características fundamentales de lasubjetividad, entre ellas, en primer lugar,las sexuales (pp. 39).

    Por lo anterior, los únicos sujetossexuales en la fábrica, son las mujeres;

    los hombres, por el contrario, son tra-bajadores; pero en cuanto que objetosexuado, a la mujer no se la reconoce una

    identidad laboral propia. Se denominan:“las mujeres, las señoras o lasseñoritas” y no se percibencomo trabajadoras. En laindustria maquiladora deCiudad Juárez predomina elestereotipo de la mujer comosujeto sexual y no comotrabajadora, a la que hay quedisciplinar y controlar por sucondición femenina. Lo que

    se refleja en el interés porrealizar estudios para detectarsu actividad sexual.

    De acuerdo con un estudio difundidoen 1990 por la oficina de ComunicaciónSocial de la Universidad Autónoma deCiudad Juárez, se aplica un cuestionarioa 1,919 trabajadoras de la maquiladoray se concluye que el principal indicadordel inicio de una vida sexual a tempranaedad —16 a 18 años—, es la falta deeducación escolar y sexual (Diario de

    Juárez, 18/11/90).La existencia de la jerarquía de

    género en el lugar de trabajo se sostieneen parte por medio de controles basadosen argumentos sobre la reproducción,la emotividad y la sexualidad de lastrabajadoras. Las mujeres se encuentranlocalizadas en tareas que parecen fáci-

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    les, exentas de peligro y que se definencomo femeninas. Son percibidas comoafectivas, siempre dispuestas a suscitar

    conflictos, próximas a lo irracional o, sintemor a la contradicción, como capacesde desequilibrar socialmente este medioagresivo y viril (Acker, 2000; Guzmán,1988).

    La distinción genérica en el ám-bito laboral también está presente enlas representaciones de la tecnología yen quién puede utilizar las máquinas yherramientas, por lo que hay que detectarcómo y por qué se conforman las relacio-

    nes de hombres y mujeres respecto a lamisma. Hay una idea de que las mujeresen la ejecución de su trabajo mantienenintacta su apariencia física —no tienenocasión de ensuciarse ni de transpirar—,en lugar de utilizar máquinas, aplican sudestreza, su paciencia y su perseverancia,lo que explica la feminización de sus tareasy las priva de visibilidad. La situaciónde los hombres es diferente. El trabajo deloperador está concebido en términosde fuerza, peligro físico, resistencia o

    conocimientos técnicos, característicasque, sutilmente asociadas a la idea devirilidad, de masculinidad, acentúan laimpresión de que las trabajadoras sonunas intrusas en este mundo industrialy refuerzan los estereotipos sociales entorno a la feminidad a la que no puedeser asociada la imagen de una productora

    (Conway, 1998; Guzmán, 1988). 

    En la percepción de las trabajadoras,su ingreso en la fábrica masculina se ve

    como la usurpación de un espacio que nose considera suyo. O como en un juegode espejos, las trabajadoras perciben laimagen de “usurpación” que proyectansus compañeros de trabajo y la empresa.En la investigación de Pesce (1988), lastrabajadoras relatan que en la entrevistade trabajo se les remarca que entran a unmundo extraño, se les presenta como unespacio difícil y sucio:

    querían forzarte a decir que el ambiente era

    desagradable y sucio. Después te hacíanver todos los puestos, del mejor al peor,deteniéndose en los peores (p. 44).

    A la impresión de atravesar unespacio laboral en el que no están legiti-madas como trabajadoras, se acompañael tener que aceptar su propia diferenciacomo mujeres en un mundo de hombres:la forma de vestir, el maquillarse, laforma de peinarse. Si como trabajadorasse sienten rechazadas, como mujeres

    se sienten constantemente observadas,criticadas, bajo control.

    Para el caso de la industria maquila-dora mexicana, hay que ubicar el contextode la reestructuración mundial en el quesurge, pero también es fundamental situarel nacional y local, que permita entendercómo se integra a las trabajadoras y por

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    qué se convierten en espacios de trabajopara ellas. Antes de la instalación de laindustria maquiladora en Ciudad Juárez,

    las mujeres tienen una baja participa-ción en las actividades remuneradas ylas que trabajaban se ubicaban en elsector de servicios. A mediados de ladécada de los sesenta, se establece quehay una segregación laboral masculina,las mujeres desplazan a los hombres,porque en su gran mayoría se contrataa mujeres jóvenes y se excluyen a lostrabajadores que tradicionalmente ocupandichos trabajos. Sin embargo, hay que

    destacar que las políticas de contrataciónson selectivas aún para las mujeres, yaque se prefiere a las mujeres jóvenes ysolteras, donde la incorporación masivase explica por la gran cantidad de manode obra femenina disponible.

    Para la década de los ochenta ynoventa, las estadísticas nos dicen quela presencia de la mujer sigue siendo

    importante en la industria, pero que ensectores como los de la electrónica y elautomotriz disminuye su participación.Entonces tenemos la invisibilidad delas mujeres con la introducción de lasinnovaciones tecnológicas en las indus-trias mencionadas. En el nuevo tipo demaquiladora hay una asociación entre latecnología y la mayor presencia mascu-lina. En la siguiente tabla se presenta eldesglose de participación del personal

    obrero (hombres-mujeres) en la industriamaquiladora de Ciudad Juárez duranteun periodo de 30 años. Asimismo, semuestra la tendencia numérica crecientede obreros que llega a rebasar el númerototal de obreras a partir del año 2000.

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    Ciudad Juárez TotalObrero(as)

    SumaHombres Mujeres

    Técnicos

    en Pro-

    ducción

    Emplea-

    dos admi-

    nistrativos1974 18,483 n.d n.d n.d n.d n.d

    1975 19,775 17,303 3,640 13,663 1,370 1,102

    1976 23,580 20,662 4,214 16,448 1,589 1,329

    1977 26,792 23,558 4,914 18,644 1,856 1,378

    1978 30,374 26,712 5,661 21,051 2,117 1,545

    1979 36,206 31,140 6,250 24,890 3,021 2,045

    1980 39,402 33,648 6,868 26,780 3,408 2,346

    1981 43,994 37,498 7,908 29,590 3,828 2,668

    1982 42,695 35,304 7,164 28,140 4,420 2,971

    1983 54,073 44,639 10,765 33,874 5,908 3,526

    1984 72,495 59,193 18,163 41,030 8,500 4,802

    1985 77,592 62,365 20,384 41,981 9,954 5,273

    1990 122,231 96,056 43,082 52,974 16,209 9,9661991 123,888 95,905 43,359 52,546 16,957 11,026

    1992 129,146 100,543 44,859 55,684 16,623 11,980

    1993 132,046 105,093 47,584 57,509 15,802 11,151

    1994 140,404 113,026 51,764 61,262 16,516 10,862

    1995 153,322 123,766 57,135 66,631 17,854 11,703

    1996 169,834 136,068 63,210 72,858 19,884 13,882

    1997 190,674 154,434 73,255 81,180 21,564 14,675

    1998 206,897 167,766 80,988 86,778 23,477 15,654

    1999 218,413 174,275 85,889 88,385 27,151 16,988

    2000 245,509 200,252 100,682 99,570 30,004 19,252

     2001 205,963 n.d n.d n.d n.d n.d

    2002 190,871 n.d n.d n.d n.d n.d2003 196,933 n.d n.d n.d n.d n.d

    Hasta abril

    2004204,922 159,191 79,708 79,483 27,544 18,187

    Personal ocupado en la Industria Maquiladora de Exportación

    en Ciudad Juárez, 1974-1985 y 1990 hasta abril de 2004*

    CONSIDERACIONES PARA EL ESTUDIO DEL TRABAJO DE LAS MUJERES EN LA MAQUILADORA

     *  No se incluyen los años de 1986 al 1989 por no encontrarse desglosados.

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    igualdad de oportunidades en el trabajoy la infraestructura de apoyo para elcuidado de los/as hijos/as.

    Lawrence (1994) analiza el caso delos hombres y mujeres que trabajan comodelegados/as en Sheffield, para revisar losaspectos de género y activismo sindical.Ella argumenta que aun cuando en Ingla-terra se considera que para los ochentalos sindicatos han pasado de moda, surelevancia es continua, ya que “siguensiendo importantes instituciones de lasociedad civil” (pp. 1-2), o bien, porquesus integrantes gozan de ciertos derechos y

    protecciones ofrecidas por el Estado. Lossindicatos pueden proveer informaciónacerca de lo que ocurre en el lugar detrabajo, aumentar la moral y presionar a laadministración a ser más eficiente en susoperaciones. Además, en los sindicatos sepuede proporcionar protección en contrade la administración arbitraria y tener vozen el lugar de trabajo. En la esfera política,los sindicatos juegan un papel fundamentalpara algunos de los grupos más débiles yvulnerables y para sus propios miembros

    (Cook et al. 1992).Se asume que las trabajadoras deben

    ser activas en los sindicatos porque seconsideran como los espacios en quepueden conocer sus derechos y tenerla posibilidad de ejercerlos, aunquereproduzcan los estereotipos sexuales ylos discursos que las desvalorizan, o no

    representen adecuadamente sus interesesen los movimientos colectivos.

    Cook, Lorwin y Kaplan (1992)

    revisan el papel de los sindicatos en lospaíses desarrollados como Inglaterra,Suecia y Austria y afirman que su papeldebe ser no sólo como lugar de nego-ciación, sino también de emancipaciónpara las trabajadoras en el que se debenajustar a sus “nuevos derechos y roles” alconsiderar su liderazgo dentro del mismo(p. 8). Guzmán (1988) establece que alsindicalizarse las trabajadoras

    pueden participar en discusiones sobre te-

    mas relativos a la clase a la que perteneceny acceder a un conocimiento más complejode la realidad social (p. 69).

    En general, las condiciones labo-rales son mejores en términos de pagoy prestaciones de servicios cuando lastrabajadoras se encuentran sindicaliza-das. El activismo sindical puede llevar adesarrollar las habilidades de liderazgode las mujeres en la sociedad. Entonces,el desarrollo de políticas sindicales

    sobre los derechos de las mujeres y elactivismo de las mismas dentro de lossindicatos son importantes para el éxitode iguales oportunidades en el trabajoy para el desarrollo de las aptitudes dedirigencia de las trabajadoras.

    ¿Pero qué opciones tienen las tra-bajadoras en lugares en que no hay

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    posibilidad de pensar en la formación deun sindicato? Hosmer (1994) documen-ta los casos de Sri Lanka y República

    Dominicana, donde no se permiten lossindicatos y las mujeres tienen que bus-car formas alternativas para enfrentarproblemas comunes. Encuentra que lastrabajadoras optan por la mediación antesque la confrontación, por lo que enfatizael apoyo mutuo o “solidaridad” que sedesarrolla entre ellas. En RepúblicaDominicana el trabajo en cada fábricase divide en secciones y en cada una hayun supervisor que es responsable de que

    se cumpla con las cuotas de producción.Hosmer destaca el caso de una supervi-sora que motiva a las trabajadoras conpequeños incentivos y que promueve laamistad entre ellas, de tal forma que seorganizan para celebrar eventos como suscumpleaños. Afirma que “con el tiempoestos intercambios les ayuda a construirlazos de solidaridad y evolucionar en sucohesión como grupo” (p. 187). Habríaque revisar si los intentos de motivaciónde la supervisora tienen que ver con el

    objetivo de reforzar entre las trabajadorasy ella un compromiso para optimizar laproducción, como generalmente sucedeen la industria maquiladora de CiudadJuárez.

    En Sri Lanka, las trabajadoras distri-buyen boletines para plantear sus opinio-nes y problemas como el hostigamiento

    laboral y sexual, el trabajo nocturno o suseguridad. Cuando ellas adquieren con-fianza en su habilidad de organizarse en

    la comunidad, desarrollan formas sutilesy espontáneas de resistencia en la fábrica,como usar el lenguaje local en presenciade los administradores extranjeros, o bajarla producción si se les presiona para queaumenten la producción, o que realicenel trabajo de los que son lentos.

    Para Hosmer (1994),

    en un medio donde no se permiten lossindicatos y en donde la cultura dice quelas mujeres son sumisas y obedientes ala autoridad, la combinación de fuerzaconstruida en la comunidad y en la fábricaha permitido que las trabajadoras vayanconstruyendo un nuevo sentido sobre símismas y su capacidad para cambiar sualrededor (pp. 190-192).

    Hay que notar que las trabajadorasdesarrollan alianzas, pero no necesaria-mente significa su empoderamiento que se

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    refiere a cómo las trabajadoras funcionanen los sindicatos, las formas en que sonexcluidas o incluidas en áreas específicas

    del trabajo sindical y las nuevas estrate-gias con que confrontan los problemasen la fábrica. Se trata más bien, de laexperiencia que ganan al trabajar juntaspara lograr cambios en su comunidad ymejoras en su trabajo.

    En el estudio sobre los sindicatosen México, hay que considerar que lostrabajadores y las trabajadoras tienendemandas comunes: el aumento salarial,la búsqueda de mejores condiciones

    de trabajo y la antidemocracia en lossindicatos, o la falta de representaciónsindical. Sin embargo, las mujeres, conpocas excepciones, guardan una posiciónsubordinada en la participación y luchasindical. Además, dentro de sus deman-das incluyen aquellas relacionadas concuestiones que tienen que ver con su vidafamiliar y su dignidad como trabajadoras,que generalmente no se consideran enla agenda sindical.

    Sánchez Díaz (2000) en su estudio

    sobre el sindicalismo maquilador pre-gunta: qué sabemos de la participaciónde las mujeres en los sindicatos y cómoparticipan en esas organizaciones. Éldestaca las investigaciones de Arenal(1989) e Iglesias (1985), pero le pareceque presentan la participación de lastrabajadoras como un proceso lineal

    —de una falta de enfoque hacia la tomade conciencia y participación sindical—.Lo que hay que subrayar es que aunque

    sus perspectivas puedan parecer meca-nicistas, constituyen un primer intentopara evidenciar las condiciones de trabajoy la dificultad de las trabajadoras paraorganizarse.

    Para Sánchez (2000) se requierever a las trabajadoras más allá de unmodelo de la lucha democrática en lossindicatos o en el papel de víctimas yes necesario rescatar el protagonismoy la participación de las mujeres en los

    mismos. El autor considera que hay queprofundizar en las cuestiones del poder yla dominación y analizar el funcionariadosindical o el control de capital sobre lossindicatos y también la red de relaciones,acuerdos, pactos y compromisos entre losdiversos actores involucrados. Además,señala que se requieren estudios de largaduración para dar cuenta de la situacióny aportación de las mujeres en el movi-miento obrero y en los sindicatos.

    En su análisis de los sindicatos en las

    maquiladoras de la ciudad de Chihuahua,Sánchez encuentra que las dirigenciassindicales de mujeres son las más com-bativas, pero que tanto hombres comomujeres comparten una cultura sindicalautoritaria. Sin embargo, al buscar cómolas mujeres de maquila ejercen el poder seenfoca exclusivamente en la participación

    CONSIDERACIONES PARA EL ESTUDIO DEL TRABAJO DE LAS MUJERES EN LA MAQUILADORA

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    de las lideresas sindicales como el casode Dora Ortiz en el sindicato de Essex157-162, durante 1984-1993 y cuyo lide-

    razgo lo califica como “el poder sádico,como la orientación humana, productodel desarrollo del capitalismo, que llevahacia la impotencia y que puede manifes-tarse con impulsos de destrucción hacialos otros”. Él agrega que la funcionariasindical “puede, en el fondo, odiar a labase obrera, porque realmente se odia así misma. Quiere hacerla sufrir, quieresacarles las entrañas. Es capaz de losmayores excesos con tal de concretar

    su sadismo” (Sánchez, 2000: 307). Elsustento de la explicación —lo sádicodel liderazgo— de la funcionaria lofundamenta en el posible maltrato queOrtiz recibe en su vida y que despuéslo llega a revertir hacia los/as demás,es decir, le da una perspectiva psicoló-gica fundamentada además en su vidasentimental.

    Lo mismo ocurre cuando revisa elcaso de Andrea Ramírez, secretaria generaldel sindicato de Cable Productos (Zenith

    04) de 1984 a 1988, ya que nos presentaa detalle las formas de control y organi-zación que la lideresa ejerce dentro de laempresa, pero su análisis queda limitado,porque termina argumentando que el“eclipse” del liderazgo de la funcionariasindical es un enigma. Tal parece que lafigura es igual a incógnita/mujer de la

    que no es posible definir una respuestaclara de su actuar.

    Entonces, en la revisión sobre el

    trabajo femenino y en concreto, para elcaso de la industria maquiladora, es fun-damental referir los espacios y las formasque definen las relaciones laborales. Hayque considerar la segregación laboral; ladistinción de los espacios o tareas comofemeninas y masculinas y por último, laespecificidad de la participación sindi-cal femenina o no en la defensa de susderechos laborales.

    CONCLUSIÓN

    Considero que el concepto de trabajo espolisémico y ambiguo, por lo que hayque precisar su uso, sobre todo cuandose refiere al trabajo de las mujeres. Larevisión teórica desde diversas disciplinascomo la psicología social, la economía,la historia y la sociología, propicia lacontinua reconceptualización en el es-tudio de la diversidad y complejidad delas experiencias del trabajo femenino;sin embargo, su análisis generalmente

    se ubica en un esquema binario: trabajoasalariado vs. trabajo doméstico. En-tonces, en el análisis del trabajo de lasmujeres, el reto es pensar en enfoques ymetodologías de estudio que permitan irmás allá de los dualismos teóricos. Asípues, en el centro del análisis sobre mujery trabajo que surge del diálogo interdis-

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    ciplinario, considero lo siguiente: a) esnecesario una redefinición del conceptode trabajo que refleje las experiencias y

    las especificidades del trabajo femenino;b) ir más allá de limitar el concepto detrabajo al ámbito de la producción salarialy hacerlo extensivo al trabajo doméstico,es decir, considerar la producción y lareproducción para captar las experien-cias del trabajo de las mujeres, ya queel trabajo de reproducción se analizacomo un asunto marginal, privado ysólo de interés para las mujeres; c) a loanterior, hay que añadir la superación

    de los dualismos o los determinismos

    para poder distinguir las interrelacioneso interdependencias entre lo público ylo privado; d) revalorizar los conceptos

    frente a las imágenes construidas sobre eltrabajo de las mujeres con las categoríasde marginalidad, opresión y debilidad;e) considerar la diferencia sexual comoun concepto clave de lectura de la es-tructura de la organización social deltrabajo; y, f) evitar en las explicacionessobre la participación y organizaciónde las trabajadoras los reduccionismos(psicológicos o biológicos) que impidenpensar su presencia y activismo en los

    espacios de dirigencia o decisión.

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    CONSIDERACIONES PARA EL ESTUDIO DEL TRABAJO DE LAS MUJERES EN LA MAQUILADORA

    NÓESIS

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  • 8/16/2019 Trabajo en La Maquiladora

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    CONSUELO PEQUEÑO RODRÍGUEZ

    VOL. 15 • NÚM. 28 • JULIO-DICIEMBRE 2005

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