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el ensayo de Fernando Henrique Cerdoso fue traducido por EDUARDO MaLINA y VEDIA , ESTADO Y POLITICA EN , AMERICA LATINA ERNESTO LACLAU SERGIO ZERMEÑO EDELBERTO TORRES RIVAS • FERNANDO ROJAS H .• OSCAR LANDI GUILLERMO O'DONNELL ADAM PRZEWORSKI FERNANDO H. CARDOSO edición preparada por NüRBERT LECHNER )l((I ecilores MExICO ESPAÑA ARGENTINA COLOMBIA

Torres Rivas, Edelberto_La nación, problemas teóricos e hist

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el ensayo de Fernando Henrique Cerdosofue traducido por

EDUARDO MaLINA y VEDIA

,ESTADO Y POLITICA

EN,AMERICA LATINA

ERNESTO LACLAU • SERGIO ZERMEÑO • EDELBERTO TORRES

RIVAS • FERNANDO ROJAS H.• OSCAR LANDI • GUILLERMO

O'DONNELL • ADAM PRZEWORSKI • FERNANDO H. CARDOSO

edición preparada por

NüRBERT LECHNER

)l((I~ecilores

MExICOESPAÑAARGENTINACOLOMBIA

Page 2: Torres Rivas, Edelberto_La nación, problemas teóricos e hist

siGlo veintiuno editores, saCER~ DELAGUA aea. MEXlCO 20. D.F

slqlo veintiunQ de españa editores, saClPLJ.v,. 5. MADRID 33. ESPANA

siglo veintiuno argentina editores, sa

slalo veintiuno de colombia, ItdaAV. rc.. 17_73PRIMERPISO. BOGOTA, O.E COLOMBIA

íNDICE

PRESENTACIÓN, por NORBERT LECHNER

l. La división social, 13; n.La síntesis social bajo la forma deestado, 15; 111. ~estado democrático, 2Q....,

TEORÍAS .MARXISTAS DEL ESTADO: DEBATES y PERPECTIVAS,

por ERNESTO LACLAU

l. Capitalismo monopolista de estado, 30; n. La escuela lógi­ca del capital, 35; IIl.. ¿Es lo "económico" un nivel homo­géneo?, 40; IV. La trayectoria intelectual de Poulanrzas, 47;v. Estado y hegemonía, 52; Conclusión, 58

LAS FRACTURAS DEL ESTADO EN AMÉRICA LATINA,

por SERGIO ZER],\iEÑO

1. Introducción, 60; 11. Economía y sociedad en el capitalismotardío (sus efectos sobre el estado), 62; III. La dimensiónsociológico histórica, 67; IV. En los países de modernizacióntemprana (la cuestión del estado), 68; v. Estado y sociedaden un ejemplo tardío-desarticulado, 74; VI. Conclusiones, 85

LA 'NACIÓN: PROBLEMAS TEÓRICOS E HISTÓRICOS,

por EDELBERTO TORRES RIVAS

I. ¿De qué nación se tratar, 87; n. Elementos y niveles delfenómeno nacional, 93; m.1Estado y nación en la historia la-tinoamericana, 109 L-

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25

60

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133

edición al cuidado de jasé aricóportada de anhelo hernández

primera edición en español, 1981© siglo xxt- editores, s.a.

derechos reservados conforme a la leyimpreso y hecho en méxicoJprinted and made in mexico

ESTADO CAPITALISTA Y APARATO ESTATAL,

por FERNANDO ROJAS H.

Introducción. La pertinencia política de un replanteamientoteórico, 133; I. El estado (cualquiera sea la forma de régimenpolítico) es copartícipe esencial en la reproducción de la rela-ción social capitalista, 142; n.f Autonomía, especialización defunciones y aparato esta.:::t154'"

SOBRE LENGUAJES, IDENTIDADES Y CIUDADANÍAS POLÍTICAS,

por OSCAR LANDI 172

1. Planteo general, 172; n. Aspectos teóricos, 174; IIl. Aspectos

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ternativas del orden en soeieclades sin una' clara hegemonía enlo social y con débil capacidad estatal.

El segundo aspecto que hemos intentado clarificar ~neste :n­sayo es de carácter metodológico y plante~ que el, mejor ca~Illno

para la caracterización del estado es preCIsamente el es.tudlO delos profundos desgarramientos y fracturas que caractenzan a lotardío, y que el lugar privilegiado para hacer una lectura eneste sentido es la base o tejido social.

Hablamos entonces de la difracción economía-sociedad, de lano correspondencia necesaria de estos universos como una delas causas más poderosas para entender otros desgarramientoso crisis entre ellos la desarticulación sociocultural o la pocaviabilidad de algunas economías para desarrollar el capitalismode modo más integral. Pero junto a esta difracción entre eco­nomía y sociedad, que es de caráct7r predom~nantemen:e estr.uc­tural (sincrónico), destacamos la rmportancia de la dimensiónhistórica en la comprensión del estado, es decir, la relación es­rado-sociedad civil, la relación de poder que se establece entreestos dos planos y que es un producto de la manera en que seconformaron a lo largo de la historia las fuerzas sociales en suinterrelación conflictiva.

Hemos tratado de bosquejar pues el entrecruzamiento de l~sdimensiones (difracciones) en que debe sustentarse un estudiodel estado en el capitalismo tardío: integración-e.xclusión . (des­articulación); interno-ext~r~o; ,.bur~~sía-prol:tar.lado; sO~Iedadcivil-estado; economía-socIedad; SOCIalIsmo-capItalIsmo; sociedad-

naturaleza.En esta medida, el estado, cada estado, es el producto de múl­

tiples dimensiones lo que lo torna un fenómeno particular, dis­tinto en cada sociedad nacional. Ello limita severamente y hastavuelve dudosa la elaboración de una teoría general del estadoo una teoría regional (sobre el estado latinoamericano, por ejem­plo), que no esté asentada en postulados necesariamente com­parativos de distintos ejemplos históricos concretos. D~ ,aquí quelas conceptualizaciones que sólo se basan en l~ re!aclOn econo­mía-estado (etapa o nivel del desarrollo capitalIsta-forma deestado), sin un referente concreto, puedan desembocar -en Iu­gares vacíos, en meros teoricismos ahistóricos y asociológicos;

86SERGIO ZERMEÑO

LA NACI6N,~PROBLEMASTE6RICOS E HIST6RICOS

EDELBERTO TORRES RIyAS ..

I; ¿DE QUE "NACIÓN" SE TRATA?

En obligada paráfrasis recordemos que cada época ha tenido su:propia idea nacional; por ello, el llamado problema naciona-l,ya sea como cuestión teórica o visto como necesidad política, haido cambiando con el tiempo. La extrema variabilidad del he­cho nacional, como comunidad que es en sí misma garantía dereproducción y cohesión sociales, ha conducido a un laberintoconceptual. No se trata, sin embargo, de un fenómeno natural,de una forma humana de convivencia conforme a la "natura­leza de las cosas", sino de un hecho histórico, explicable pory producto de formas particulares de desarrollo. Es precisamcn­te su naturaleza histórica lo que coloca al concepto de naciónen el centro de una interminable polémica de la que, por lovisto. cada generación debe hacerse cargo.

Reconocemos la eventual pertinencia de un hecho nacional adiscutirse en los márgenes físicos y temporales del renacimientoeuropeo. Pero para delimitar su estatuto teórico y para los efec­tos del marco analítico latinoamericano nuestra discusión tieneuna inexcusable orientación eurocéntríca.! Sí bien la nacióncomo forma de existencia comunal aparece en el largo período

• Programa Centroamericano de Ciencias Sociales, CSUCA - Universidadde Costa Rica.

1 No se califica, con esto, el carácter "excepcional" de Europa con rela­ción a otras regiones del planeta. Sólo se alude al hecho de que el capita­lismo tal vez no estaba destinado a ser una invención europea pero sin em­-bargo lo fue, lo cual no supone que se convierta por ello en una etapanecesaria del desarrollo de la humanidad. Autores como Samir Amin y nu­merosos africanólogos y especialistas en la cultura musulmana o del extre­mo oriente así 10 reconocen. Pero la razón por la que no fue un desarrolloasiático o africano no reside en el simplismo de haberse constituido primeroen Europa, sino en la explicación de por qué esto fue así. Cf. Samir Amin,"Clases y Naciones en el Materialismo Histórico" (Un estudio sistemáticosobre el papel de- las naciones y las clases en el desarrollo desigual de lassociedades), El Viejo TOpo, Barcelona, Iniciativas Editoriales, S. A., 1979,p. 11.

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88 EOELBERTO TORRES RIVAS LA NAC10N: PROBLEMAS TEÓRICOS y POLÍTICOs 89

precapítalísta, sólo en la sociedad burguesa encuentra Su formamás acabada, el estado nacional.

El concepto antiguo de nación era equivalente al de etnia enel sentido de que una comunidad era, sin más, la nación. Porlo g-eneral, esta concepción se presentó en la realidad históricaasociada a elementos culturales y lingüísticos que se refuerzanmutuamente. Hoy día éstos son sin duda elementos constituti­vos de la nacióu:Pero ella es algo más que la sumatoria de losmismos. Los rasgos nacionales surgen antes de que aparezca lanación, de la misma manera que las relaciones capitalistas pue-

__den ser anteriores a la consolidación del sistema .como tal. Elconcepto moderno de nación, que más adelante discutimos, tie­:ue en cuenta el aspecto relevante de que en su -formación ori­ginal1a nación moderna se asocia o aparece junto a otros Ienó­menoscohesivos, que integran primero que nada las múltiplesparticularidades nacionales. Lo nuevo en la nación burguesa esque al vincular a través del comercio y la industria -y no porel poder tradicional de un mandatario divino-, regiones antesdispersas, o vinculadas irregularmente, cohesiona nacionalida­des y les da una base territorial así como una leneua común.La tendencia unitaria la da la economía y no el empcrador.s ven el seno de esa diferencia es posible entender cómo el capital,la gran industria, destruye particularismos, uniforma naciona­lidades y generaliza las mismas relaciones entre las clases de lasociedad.

Si la nación no es cualquier forma de comunidad territoría­lizada, .la búsqueda de su especificidad no puede haÍlarse ni enla Antizüedad ni en el periodo feudal, cualesquiera que seansus particularidades sobresalientes. El concepto moderno de na­ción es el de una comunidad política, cuya unidad se encuentraen la existencia dinámica de un mercado interior.

Si pudiera sintetizarse el conjunto de factores constitutivoshabría que apuntar no obstante a la existencia, como conditiosine qua nO,n) de una clase dominante que se encuentra obli­garla a organizarse en un plano universal. La universalidad deIi burguesía adquiere una forma nacional para dar histórica­mente a sus intereses una forma general. Es aquí donde aparecenecesariamente el estado, como expresión política de esa gene­ralidad y, con ello, la referencia dialéctica de la nación y delestado como una realidad burguesa.

:2 La frase es de Lindsay; d. A. D. Lindsay, The Modern Democratic State,Londres, Oxford University Press, 1943, p. 61.

,.

Se trata, obviamente, de un razonamiento que no hace sinoreflejar concentradamente los movimientos significativos de lahistoria en que esto se produce. La dispersión feudal produjola nación burguesa cuando en la alta Edad media se desarrollóel comercíov las ciudades, los aparatos institucionales de poderexpansivo, en suma, la llamada civilización burguesa. La na­ción se presenta pues como resultado de la particular historiaeuropea en la medida en' que es en la cuna del feudalismo eu­ropeo-occídental donde surgen las revoluciones burguesas y, conellas, el estado centralizado y la economía capitalista. Existehoy en día un suficiente fondo historiográfico como para reco­nocer que la nación no es sino una forma particular de comu­nidad que aparece en el proceso histórico correspondiente alsurgimiento de nuevas formas sociales de producción, relacio­nes sociales que en su pleno desarrollo constituyen el hogar dela sociedad burguesa, en la forma normal de existencia del mer­cado interioTcapitalista.

Se trata sin duda de un proceso desigual; la historia univer­sal es la historia de los desarrollos desiguales, en los que, apa­recen príorítaríamentc una comunidad étnica nueva, una baseterritorial común y una forma de comunicación colectiva: elidioma; Tales elementos suponen un estado como forma de po­der vigoroso y expansivo. La forma nacional de la comunidad,posterior a la existencia del estado, sólo aparece cuando sobrela base de estos elementos comunes de larga data nuevas rela­ciones sociales se forman ,al aparecer la propiedad privada, laproducción y la circulación de mercancías, la creación de unmercado interno defendido políticamente, nuevas clases socialesy, con ello, nuevas formas de explotación y dominio político.Si el siglo XVIII es el siglo de los estados en Europa,· el siglo XIX

es el de las naciones.s de las grandes formaciones nacionales,dominantes, imperialistas, como colectividades en que la plenaconciencia de la solidaridad que las une conforma una ideolo­gía movilizadora de carácter transclasista.

No cabe duda de que los caminos para la conformación nacio­nal fueron diversos, -y diferentes, también, los resultados. Lahistoria ha demostrado abundantemente que bajo diferentescondiciones, a partir de una raíz común, pueden desarrollarse

11 Un buen resumen de cómo los estados se convirtieron en naciones es­tatales se encuentra en jean-Rcne Suratteau, "La idea nacional: de laopresión a la liberación de los pueblos", Cuadernos para el Diálogo, Ma­drid, 1975, Y Boyd G. Shafer, Le nationaíisme: mythe et réalite, París, 1964.

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90 EDELBERTO TORRES RIVAS LA NACIÓN: PROBLEMAS TEÓRICOS Y pOLíTICOS 9t

otras naciones, del mismo moda que al mezclarse diversas nacio­nalidades pueden formar una' sola nación.s

Nuevamente el elemento unificador, decisivo, está represen­tado por el conjunto de intereses materiales que sirven de pisopara que emerjan el sentimiento y la conciencia .nacionalcs. Así,ellos no son innatos sino resultado de un proceso superior dedesarrollo común pero discontinuo.

Es precisamente este proceso histórico, que obedece a las le­yes. del desarrollo desigual, el que permite distinguir etapas ofases en la formación de la nación moderna. La falta de distin­ción de este proceso puede facilitar los análisis que" conducena la peor de las conclusiones .eurocéntricas: la noción de naciónincompleta, parcial o deformada. Tratándose de una categoríahistórica, ella se especifica en condiciones particulares para cadaexperiencia conocida, sin repetirse y, probablemente, sin com­pletarse. La "incompletitud" se refiere más bien a las dificul­tades del desarrollo capitalista o a las que atañen al funciona­miento de la integración política.

En este proceso hay que recodar que la revolución industrialy las relaciones capitalistas de producción e intercambio sólocomienzan una vez; constituyen una articulación particular yun nivel superior de desarrollo con relación a las etapas prece­dentes que inauguran, por así decir, una nueva etapa en el de­sarrollo de la humanidad. Y es por ello que constituyen unpunto de partida irrepetible por lo inédito pero que facilita enel futuro el cambio de muchas otras sociedades.

Tal como ha sido señalado creativamente por Marx, la lega­lidad intrínseca al nuevo modo de producción es su pretensiónde universalidad, por el hecho de ser en la historia el primermodo de producción -el capitalista- que vincula a todos losterritorios del mundo en una trama económica y política y alestablecer con ellos relaciones de producción y explotación decarácter expansivo y permanente.

La historia deviene universal cuando ese carácter expansivose revela en última instancia como un mercado mundial.5Essu naturaleza universal lo que, a su vez, facilita la generaliza­ción no tanto de .sus formas productivas como de la repeticiónde sus formas políticas, la generalización de la forma nacional­estatal, la transfiguración del estado-nación como experiencia

, S. Kaltajchían, "El concepto de nación", en Historia y Sociedad, núm.8, México, 1975, p. 25.

5 K. Marx y F. Engels, La Ideología Alemana, Montevideo, Pueblos Uni­dos, 1963, pp. 45, 62 Y otras.

exitosa por parte de pueblos atrasados, cuando existen algunascondiciones para que el traslado tenga alguna viabilidad his­tórica.

El error de cierta historiografía marxista consiste en haber'elevado a la categoría de experiencia clásica lo que es esencial­mente una excepción: la revolución industrial y la correspon­diente forma política que ella desarrolló en Inglaterra no cons­tituye una experiencia europea; de allí no puede derivarse unmodelo explicativo. En el análisis histórico no podemos quedar­nos con las excepciones ni con los modelos. U na vez "realizada"la nación y el estado-nacional, el punto de partida se alterapara los que vienen detrás. Son las ventajas del atraso, comodecía Trotsky para referirse a la incorporación del progreso encondiciones no endógenas. Resueltas una primera vez las tareasburguesas, ellas tienden a generalizarse conforme las historiasparticulares de cada sociedad, aun antes de que su burguesía;cabe deformarse nacionalmente.

Hemos asistido a numerosos procesos nacionales desde la épo­ca en que la nación .burguesa se afirmó por vez primera enEuropa occidental, es decir en que se produjo la integraciónde grandes coniuntos socioculturales en el seno de un mercadoque sólo pudo desarrollarse con ayuda del poder del estado. Fueel "Prlncipe" aliado de una burguesía conquistadora el que rea­lizó la síntesis nacional, que es síntesis de clases, de objetivosy de ideologías para resultar en una identidad nueva y movi­lizadora. En esta experiencia, la unidad/integración nacional serealiza gracias a la centralización de un nuevo tipo de poder:el que representa el estado burgués. El proceso naeionalitarioeuropeo tampoco fue inmediato y eficaz; se prolongó en el tiem­po durante siglos e incluso en todo el siglo XIX se prolonga enun dilatado esfuerzo por hacer coincidir las fronteras nacionalescon los limites políticos de la nación.

La segunda ola de mundialización del estado-nacional corres­ponde al período de independencia de las colonias luso-espa­ñolas en este continente. El poder colonial peninsular entra encrisis y al fragmentarse permite la organización estatal-nacionalde una laxa realidad económico-social que se fue formando alo largo de trescientos años de dominio extranjero. En AméricaLatina el proceso nacionalitario es coetáneo con fenómenos si­milares que se producen en algunas regiones de Europa, aunquela aurora burguesa despunta más rápida y firmemente en estaúltima que en aquélla y, por lo tanto, las formas nacionalesde nuestra experiencia tienen características diversas que con-

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vendrá señalar en su oportunidad. Sin embargo el hecho nacio­nal que precede y facilita. la emergencia del proyecto nacional­estatal en América Latina tiene su origen e inspiración en lahistoria europea.

Contemporáneamente, la última ola de mundializaeión -delos estados-naciones se produce a raiz de una nueva descampo­sición del orden colonial en la posguerra; ella plantea de ma­nera nueva el problema de la idea nacional para numerosas.'Sociedades asiáticas y africanas, algunas de las cuales c'Uentancon una honda tradición civilizatoria. En -este caso el problemaes distinto al de América Latina: ¿qué es lo nacional en -uncontexto societal donde la cultura local se ha visto subordinaday alterada en sus componentes originales? La colonización euro­pea, llena de brutalidad, rompió los límites espaciales de lasviejas comunidades e intentó redefinir las identidades tradicio­nales de base tribal. Pero la ausencia de desarrollo capitalistadejó a medio hacer -en el mejor de los casos-e la unidad estruc­tural que no puede ser creada por el poder (imperial) sino porla economía de mercado. La nación como fuerza ideológica,como provecto y como realidad define hoy día conflictualmentetareas específicas para las clases 0, m-ejor dicho, para la socie­dad de clases que irremisiblemente se va conformando.

En cualesquiera de tales experiencias -latino~mericanas, afrí­canas o asiáticas- se combinan de manera original situacioneshistóricas particulares, unas producto de una tradición a vecescon hondas raíces en el pasado precapitalista, y otras derivadasde la organización económica y política que impone el capital.'En su variabilidad concreta y en sus actuales desarrollos, la na­ción va definiendo límites y contenidos que la alelan de su pa­rentesco originario. Asistimos a una exacerbada afirmación na­donar aun en situaciones soclocconómicas de dudosa viabilidad.También la unidad e intezración de antiguas nacionalidadesadopta la pretensión del estado-nacional. La misma experiencialatinoamericana resuItadiversa y también aquí el Príncipe es-de. naturaleza' proteiforme y sus espacios no son siempre losmismos.

Los contenidos de esta forma de organización societal sondiversos pero los requisitos constitutivos, siempre elusivos, tien­-den a alejarse de la experiencia europea. ¿Puede estar ausente-en las experiencias posteriores el origen europeo de la naciónburguesa? De aquí surge la explicación eurocéntrica de la teoríao su rechazo emocional. Pero aunque sea necesario replantearIa cuestión desde una perspectiva local, los problemas de la

11. ELEMENTOS Y NIVELES DEL FENÓMENO NACIONAL

constitución de los estados nacionales sólo pueden ser enten­didos- como procesos de expansión del capitalismo en sus diver­sos momentos: la constitución del mercado mundial competiti­vo, la época del imperialismo y de los monopolios, el. surgí­miento de un sector socialista de la economía y su reintegracióna un mercado universal; y, hoy día, el paso a la transnacionali­dad del capital imperialista y la crisis misma del sistema. Ladiversidad de experiencias y los tiempos históricos no cronoló­gicos exigen un tratamiento particular del fenómeno universalde la nación moderna.

93

1] En la etapa' de consolidación de los grandes estados-nacio­nalesv en el siglo XIX, sllviabilidad económica y política comocondición constitutiva estuvo asociada necesariamente a la exis­tencia de grandes espacios territoriales dotados de una ciertadensidad poblacionaL El "espacio" geodemográfico fue objetode procesos unificadores en los que la integración política porla fuerza, en la búsqueda de un "tamaño", fue una constanteinevitable."

Todo este proceso implica una fuerza político-militar intc­gradora:[3ero también intereses socioeconómieos en los que siem­pre aparece predominando un grupo nacional, Una sccionacio­nalidad que se afirma por intermedio de una voluntad domi­nante de clase." En la aurora capitalista las "naciones hístóri-

6 En el trabajo de Solomón Bloom se realiza un análisis de las condíclo­nes de la autodeterminación nacional en Marx no vinculadas precisamenteal tamaño para juzgar el problema nacional. La obra de Bloom fue publi­cada con el título El mundo de las naciones: el problema nacional en Marx,Argentina, Siglo XXI, 1975, esp. cap. 38; y también en Eric Hobsbawm,"Sorne reflection on 'the breack-up' of Britaín", en New Lejt Reuíew, núm.105. Londres, 1977, pp. 4-7. Y ss.

'l" El concepto de "naciones sin historia" se convirtió en una dicotomíaequívoca. "Naciones ahistóricas" fueron, en el sentido hegeliano del térmi­no.. aquellos pueblos condenados a permanecer fuera del devenir histórico,es decir de una racionalidad universal que sólo encarna en momentos ysituaciones determinadas. Marx y Engels, testigos activos de un proceso deconstitución de grandes estados territoriales, y de la inútil -pero transito­ria- reivindicación nacional de muchos pueblos oprimidos. hablaron de lospueblos sin historia como la imposibilidad del hecho nacional para algunosgrupos que pugnaban por darle sentido estatal a su ser nacional oprimido.

LA NACIÓN: PROBLEMAST~_6RICOS y ror.írrcosEDELBERTO TORRES IUVAS92

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a] En primer lugar, la prevalencia de la clase social sobrecualquier otra categoría analítica; en la búsqueda de la especi­ficidad de la nación moderna la existencia de una clase diri­gente es condición constitutiva. La dimensión nacional calificala dominación burguesa y ~u afirmación como clase. En su ver­sión clásica, el marxismo subrayó la distinción entre la burgue­sía como una clase nacional y el proletariado como una claseinternacional.9 Las relaciones clase-nación se definen entonces

8 La bibliografía que reproduce y analiza esta discusión está disponibleen su mayor parte en castellano en Cuadernos de Pasado y Presente, espe- I

cialmente R. Luxemburg, El desarrollo industrial en Polonia y otros escri­tos sobre la cuestión colonial, núm. 71; K. Kautsky y otros, La 11 Interna­cional y el problema nacional y colonial, 2 tomos, núms. 73 y 74; R. Lu­xemburg; La cuestión nacional y la autonomía, núm. 81, y Ber Borojov,Nacionalismo y lucha de clases, núm. 83, todos de Siglo XXI. Un lúcidoanálisis de este itinerario polémico aparece en G. Haupt, M. Lowy y C.WeilI, Les Marxistes et la question national (I848cI914), París Maspero,1974 [en esp. Georges Haupt, Claudie Weill, "Marx y Engels frente alproblema de las naciones", en K. Marx, F. Engels, La cuestión nacional yla formación de los estados, Cuadernos de Pasado y Presente, núm. 69,México, Siglo XXI, 1980], Y en otros trabajos.

9 En la experiencia europeo-occidental el proletariado se define. interna­cionalmente. Encerrado en su experiencia local, necesita trascender ese limi­tado horizonte de la explotación de la fábrica para entender su propiacondición de clase. Es internacionalista para definirse nacionalmente. Enel- caso de la burguesía, el proceso es el inverso. Cf. Karl Marx y FriedrichEngels, La ideología alemana, op. cit., p. 71.

'Concebido de una manera particular, como el destino de las na­cionalidades y su derecho a la autodeterminacián, es decir comoun asunto de' estrategia política que necesitaba un respaldoteórico previo. Las luchas obreras contra el capital se superpo~

nen o confunden con las luchas de las nacionalidades oprimidas,produciéndose una abundante literatura en la que no estuvopresente una teoría general de la nación.

Tal comprobación no impide que en la actualidad pueda re­constituirse el análisis marxiano de la nación correspondientea esa época y ver que se trata de una demarche calificada pordiversas tesis sobre el problema nacional, a la manera de ver­siones personales, de tomas de posición en el marco de encona­das luchas políticas y teóricas que se confunden; un auténticoproceso histórico de producción teórico-práctico de conocí­miento."

Un balance ad-hoc de aquella" discusión permitiría destacartres dimensiones claves para nuestro interés:

95LA NACIÓN: PROBLEMAS TEÓRICOS Y POLÍTICOS

Necesitaban una "clase" dirigente. La viabilidad del estado nacional enaquella época correspondía a necesidades precisas del desarrollo del capi­tal. La amplia discusión de esta visión particular de la historia encontróen/el trabajo de Otto Bauer, clásico y definitivo, una formulación teóricaque avala sus propuestas de estrategia política. En Bauer, la "nación sinhistoria" es sólo una situación particular de pueblos que no han podidoconocer una historia y un desarrollo cultural propios y cuya clase diri­gente no permite avanzar en la dirección de una moderna afirmación na­dona!' CL Otto Bauer, La cuestión de las nacionalidades y la socialdemo­cracia, México, Siglo XXI, 1979, pp. 214-236. De los numerosos trabajos pu­blicados en Cuadernos de Pasado y Presente, véase el núm. 88, México,1980, especialmente el apartado IV y, por supuesto, La ideología alemana,op. cit.

FDELBERTO TORRES RIVAS

cas" exigen una clase dirigente capaz de dar expresión nacionala sus intereses.

El problema teórico, político, emocional reside eJ1\ la exclu­sión de numerosos grupos nacionales de su condición estatal yla conformación de una so_ciedad cuyas clases sociales -antagó­nicas de nueva manera- empezaron a tener una condición es­tatal en el interior de espacios unificados. De hecho, el estadoburgués del siglo XIX surge como una realidad multi-nacional,en cuyo interior -tarde o temprano- se inserta el conflicto declases. Las cuestiones nacional y social, diversas en su origen,se confunden en algún momento de los movimientos nacionalesy de la lucha de clases.

Tal fue el problema nacional al que se enfrentaron Mar", yEngels y al que el movimiento obrero de fines de siglo encarócon notable fuerza teórica y diversidad política. El problemagolpeó más la conciencia militante en aquellas sociedades don­de el capital no se desarrolló rápida o adecuadamente y elestado-nacional no lo fue con su pleno carácter burgués. For­maciones multinacionales con estados absolutistas de carácterdespótico -los grandes imperios decadentes de Turquía, Rusia,Austria-Hungría, por ejemplo- se vieron desgarradas por luchasnacionales internas exacerbadas por los conflictos de clase.

El horizonte político en el que desarrolló su intensa vida in­telectual la primera generación posterior a Marx y Engels es~

tuvo marcado .precisamente por dos conjuntos de fenómenos: elauge del movimiento obrero europeo, por un lado, y la conso­lidación tardía de algunos estados nacionales, por el otro. Hastaantes del rompimiento de la Il Internacional, pero especialmen­te después de 1905 -año de la derrota de la primera revoluciónrusa- se desarrolló una intensa discusión teórica en el seno delmovimiento obrero socialdemócrata. El problema nacional fue

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lQEI problema remite a cuestiones político-estratégicas. Por una parte.al problema de la existencia de una "burguesía nacional" para fundar eldesenlace de una probable revolución democrático-burguesa. La experienciade América Latina enseña que las tareas burguesas se cumplen en un cicloque sólo parcialmente cuenta con el apoyojo dirección de la burguesía. Nocorresponde a otra clase embarcarse en objetivos que le resultan ajenos;el proletariado en América Latina sólo puede pugnar por una revoluciónsocialista. Por otra parte, esta esencia del internacionalismo proletario, fun­damental en la estrategia del movimiento obrero en los orígenes del capi­talismo, ha sido puesta en crisis por los estados socialistas en sus relacionesentre sí y en las que guardan con las clases de las sociedades dependientes.

II Este tema también fue una constante en la estrategia ·política delmovimiento obrero en el momento de la consolidación. del estado nacional

por la naturaleza de las funciones que las clases antagónicasdesempeñan en el proceso .productivo y los' intereses que gene~

ran a partir de esa posición. El desarrollo de las fuerzas pro­_ductivas hace variar esas situaciones e introduce especificidadesnacionales en la lucha de clases. En sociedades dependientes.aquella relación se ha alterado hasta identificar al proletariadoy a las clases populares como las únicas clases nacionales porta~

doras de un proyecto de independencia nacional. En esta ver­sión la burguesía asociada al capital extranjero define sus inte­reses en términos no nacionales; y cuando esta interpretaciónse maneja ideológicamente, hay quienes afirman que la burgue­sía no es una clase nacional.iv pero ¿qué es entonces, si siguesiendo una clase dirigente?

b] En segundo lugar, no es posible abordar el problema dela nación de una manera autónoma y sin referencia inmediata­al problema del estado. Obviamente, son categorías distintasque no pueden equipararse ni confundirse; pero en la sociedadburguesa el estado tiene un referente nacional, adquiere unadimensión o una cualidad nacional. En un primer momento,la nación acota el poder del estado, no como un problema dejurisdicción administrativa (que también 10 tuvo), sino comouna forma de existencia colectiva que implica una identidad(referida a una dialéctica de lo propio y lo ajeno). De manerasimilar, no se puede entender lo nacional sino con referenciaa lo estatal; es el estado el que unifica (o termina de hacerlo) ala nación. Pero las coincidencias no siempre Son completas nien el tiempo ni en el espacio, y en su expansión el capitalismopugna por resolverlas. Obviamente esto escapa al problema dela multi o mononacíonalidad del estado y alude en propiedada que el estado capitalista es siempre un estado-nacional, unespacio económico y político unificado.tt

2] Es de origen más reciente el conjunto de preocupacionesque se interrogan por la apariencia transhistórica de la nación.En verdad, algunos elementos constitutivos como la comunidadde lengua, cultura y tradición aparecen como "esencias" inmu­tables, como constantes constitutivas de diversas formas de exis­tencia colectiva. La nación sería un invariante que "corta" va­rios modos de producción.P Lo pertinente. como señala Pon­Iantzas, es interrogarse acerca de por qué y cómo estos elemen­tos funcionan de manera diferente al constituirse este nudo fo-

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e] En tercer lugar, en la perspectiva histórica de la nacronsiempre se plantea un problema de integración social que enúltimo análisis aparece como la posibilidad plena de partici­pación política, de implicación en los asuntos de la comunidad.La solidaridad nacional implica un mínimo de identidad y estosólo se logra con la democracia. Las luchas nacionales contu­vieron una reivindicación política que no se agota en la igual­dad en abstracto de todas las nacionalidades, sino en la inte­gración de todos, como ciudadanos, en el marco de institucionespolíticas comunes. El estado-nacional no deja de ser tal si lademocracia burguesa no se desarrolla plenamente en su interior,pero expresa mejor la "voluntad popular" si las clases socialeso los grupos nacionales que cobijaaIeanzan un grado mayorde integración social. Desde sus orígenes como movimiento so­cial la cIase obrera se interesó por el aspecto cultural y demo­crático de la cuestión nacional. Las luchas por la democraciapolítica se asocian hoy día a la reivindicación de la cultura na­cional, fundiéndose en un movimiento general de la sociedadpor su transformación.

burgués. ¿Puede o no el estado abarcar a la nación? La existencia de variasnacionalidades atadas por un mismo estado es una forma de disociacióntan importante como la que aparece en las "naciones ahístórlcas". En laexperiencia histórica de .las sociedades nacionales-dependientes el problemaes otro. La presencia estatal es la realidad que importa; la unidad naclo­nal y la homogeneidad.del espacio económico acotado nacionalmente sontareas políticas y no sólo del desarrollo económico. En los países capita­listas dominantes -centrales- la coincidencia es necesariamente mayor.

12. En este sentido se expresan algunos marxólogos, por ejemplo RegísDebray, en una entrevista con el corresponsal de la New Lejt Review. Enesta óptica. la nación es una forma natural de organización; lo que inte­resa para nuestro análisis es la naturaleza histórica de la nación burguesa.Si la categoría teórica no tiene un referente histórico, explica mucho y conello no explica nada; por lo demás, constituye una típica proyección deun concepto moderno. Cf. Regís Debray, "Marxísm and the national quest­ion", en New Lejt Review, núm. 105. septiembre-octubre de 1977, p. 27.

LA NACIÓN: PROBLEMAS TEÓRICOS Y pOLíTICOSEDELBERTO TORRES JUVAS96

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98 ED.ELBERTO TORRES nrvAS LA NACIÓN: PROBLEMAS TEÓRICOS Y vor.rncos

cal que es la-nación moderna, es decir qué es lo que haceposi­ble que el territorio, la historia común, la lengua, Se articulende 'manera particular en el estado nacional.t» En las líneas si­guientes desarrollaremos un conjunto de ideas que suponen unintento de respuesta a labúsgueda de la especificidad de lanación moderna, osea aquella que tiene un estado que la cons­tituye o de la cual depende, porque ambos, estado y nación, seforman en procesos históricos que tienen una base común hastallegar a convertirse en una nueva forma de existencia socialtransclasista, con formas de conciencia e identificación comunesen una sociedad escindida en clases-antagónicas.

Se trata entonces de un desarrollo de la historia universal,que generó tanto laexplicaeión -occidentalocéntrica de la nacióncomo las -. nuevas versiones contrarias a aquella reducción. Pre­ocupado por las relaciones dejo particular y lo universal en lahistoria de la humanidad, y en una interpretación no restrictivadel marxismo, Samir Amin afirma' que casi nunca "las regionesmás avanzadas en un momento determinado por el nivel de susfuerzas productivas y el tipo de sus relaciones de producciónson las que pasan más rápida o completamente a una etapa másavanzada".u Se trata de un intento explicativo que distingueetapas necesarias en la historia, calificadas ·por la existencia demomentos en que la ley general··del.desarrollo desigual se .ma­nifiesta con mayor fuerza.. Amin -opone el concepto de. naciónal de etniaJy aunque. ambos tienen en común la comunidadlingüística, la distinción entre ellos se funda en la existenciao no de una centralización estatal del sobreproducto, Como con­secuencia en la historia el hecho nacional sólo aparece en lassociedades acabadas: en particular en las formas más completasde las sociedades tributarias (China, Egipto), y no en las ina­cabadas (como las sociedades feudales europeas) o bien en las.capitalistas (las naciones europeas del capitalismo central), Enlos modos inacabados, incompletos, por su, carácter difuso larealidad social étnica no alcanza a tener una expresión nacio­nal; por esoén la periferia del capitalismo contemporáneo elhecho nacional es sólo un proyecto."

La deformación occidentalocéntrica del concepto común denación se 'explicaría entonces por el hecho de que en Europa

18 Nicos Poulantzas, Estado, poder y socialismo, Madrid, Siglo XXI, 1979.p. 114.

ti Samir Amín, op. cit., pp. 9-11.11'1 Samir Amin, op. cit., p. 22.

se produce el surgimiento coetáneo del capitalismo y deción, lo que para nosotros sería la nación moderna o naciónlatu sensu. Sise aplicase una óptica como la que propone Aminal examen de algunas experiencias históricas de lo que hoy .esLatinoamérica, sin duda encontraríamos que los complejos ci­vilizatorios del Incario (Perú) o del periodo maya clásico (J\~e­

soamérica) o del azteca también podrían calificarse como SOCIeR

dades acabadas, con una base étnico-lingüística, logradas y Iun­dadas sobre la existencia de una centralización, al nivel delestado, del sobreproducto (tributo). De este modo, hubo unanación lnaya, azteca O inca allí donde luego se formó la naciónhispanoamericana, con menos fundamentos teóricos para tal ca­lificación.

Con similar obsesión por desentrañar un sentido universal deldevenir de la humanidad pero traicionado por las numerosa~

imprecisiones de su obra, Malek se pregunta si existe UJ?- ~ec~onacional oriental. La nación es un pre-concepto, una hipótesis,Ciertas civilizaciones antig-uas, cuya vitalidad disminuida se'transmite hasta nuestros días, presentaban antes del período detransición del feudalismo al capitalismo algunas de las carac­terísticas que definen a las modernas naciones europeas.!" enun primer estadio esta comprobación permitirta extender elconcepto de nación a formaciones sociales no europeas de laAntigüedad (Egipto, China, Persia especialmente). Habría querestructurar el -~oncepto europeo-clásico de nación para distín­guir diversos niveles: junto al nivel capitalista de formaciónnacional (Europa y los Estados Unidos), en opinión de Malekcabría diferenciar un nivel pre-capitalista, anticuo, de la forma­ción nacional. En el proceso nacionalítario debería distinguirseentonces entre naciones de tipo continuo y recurrente (las tancitadas tres grandes civilizaciones de la Antigüe~ad) y nacionesdiscontinuas (la mayoría de los países del África negra y deAmérica Latina), así como "hacer un lugar" para di~erenciar.aaquellas naciones que se constituyeron en una época Interme.dmentre la Antigüedad y la era capitalista de las qu~ se consntu­yeron en esta última pero sin pasar por el Feudalismo (los Es­tados Unidos, Canadá, Australia).

La nación es definida como un modo de mantenimiento SOR

cíal!" que también hace su aparición en el periodo del capita-

16 A. A. Malek, "Sociología del Desarrollo Nacional: problemas de concep­tualización", en La dialéctica social, México, Siglo XXI, 1975, pp. 127-129.

11 "[••• ] unidad de territorio, de población, de actividad económica, de

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lismo ascendente. Ésta sería la nación-estado de tipo europeoen una tipol~gía que comprendería a estados nuevos con voca­ción nacional, que no cuentan con una tradición histórica, concontinuidad reconocida y percibida como tal en el tiempo y enel espacio;18 son conjuntos sin mayor grado de cohesión nacio­nal 'que como estados tienen urgencia por dotarse de las carac­terísticas de una naeión(por ejemplo, los países recientementeindependizados del Africa desértica, como Bechuanalandia, Ba­sutolandia, Chad, etc.). En seguida, los nuevos estados nacio­nales con vocación unitaria, dotados de una tradición históricaespecífica, pero que en el período anterior vieron interrumpidala continuidad de su existencia nacional y étnica por un corteprofundo (desmembramientos coloniales, cuyo ejemplo lo cons­tituyen la mayor parte de los países del África negra sangra­dos por la trata, como Ghana, Malí, Senegal, Camerún, etcé­tera)."

Luego, siguiendo con su tipología, seguirían las naciones yestados-nacionales de origen europeo superpuestos sobre un te­lón de fondo extranjero que se rompe y/o destruye a medias,pero que tiene hondas raíces etnoculturales. Ejemplos de elloserían aquellos países de América Latina en que la colonizacióneliminó "las antiguas naciones y sus civilizaciones [ ... ] y dis­puso, además, del tiempo necesario para la constitución de ver­daderas naciones [... ]".20 Finalmente, habla de las naciones re­nacientes, que corresponden a sociedades que contaron con cul­turas nacionales milenarias, luego entraron en períodos de de­cadencia y Io dependencia pero que al recuperar nuevamenteuna dimensión potencial de estado soberano inician procesos derenacimiento nacional a través de revoluciones sociales, talesc~mo los casos de China, Egipto, Irán, Vietnam e incluso Mé­XlCO.

evolución histórica, de lengua y de cultura, de identidad colectiva", des­cripción que se asemeja a la del eclecticismo estaliniano; Malek, op. cit.,p.47.

18 Malek, op. cit., P' 112.19 Acerca de los problemas de la formación nacional en sociedades asiá­

ticas o africanas, los trabajos de Jean Chesncaux y Máxime Rodinson sonimportantes. Por ejemplo, del primero, "Le Processus de Formation des Na­tlons en Afrique et en Asie", La Pensee, núm. 119, París, 1965, pp. 71 Y SS.,

Y el ensayo en el núm. 73 de esa misma revista, 1957, pp. 60-64, del se­gundo, entre otros, "Sobre la teoría marxista de la nación", en varios auto.res, El marxismo y la cuestión nacional, Barcelona, Anagrama, 1977, Pp­123-149 Y su excelente trabajo publicado también por Anagrama,Sobrela cuestión nacional.

J!() [bid.

3] La calidad nacional de un agrupamiento humano, el fenó­meno nacional, se asocia al período histórico en el que se loformula. La historicidad del concepto ha conducido a que ensu definición se diferencie lo que es esencial de lo que es comúnal concepto de nación, y en ese vericueto lógico se termina porconfundir ambos aspectos, precisamente porque lo que es gené­rico a cuanta experiencia se analiza es lo que todas ellas tienenen común. El procedimiento estaliníano.w repudiado menospor razones científicas que partidarias, es justamente un para·digma de esa identificación apriorística: la definición de lossiete criterios cuya utilización traiciona a moros y cristianos re­sulta un inventario discreto, fácil de aprehender y, por ello, deutilizar. El problema -como sucede siempre con una definiciónempirista- es que no señala límites ni temporales ni espaciales,porque al final de cuentas es abstracta, como una entidad in­temporal y sin referencia tópica a la existencia y a la luchade clases.

Son varias, a nuestro juicio, las nociones que en la literaturacontemporánea se asocian a la categoría de nación; a veces elrasgo es asimilado al todo, suplantándolo, o en la simplificacióndel sinónimo, el sentido común confunde categorías distintas.Por ejemplo, el uso .reiterado de sociedad como equivalente alde nación, o el caso de la sinonimia castrense en que patria,república y país se confunden en una imprecisa concepción denación. Resumiendo, son tres por lo menos los niveles o gradosde siginficación en que se concreta usualmente el hecho nacio­nal: a] cuando se lo confunde con nacionalidad) como conjuntode rasgos culturales e históricos que, por lo. general, se unificana partir de una base étnica o lingüistica común. En este caso essinónimo de nacionalitario, neologismo de origen francés quealude a la existencia de uno o varios de esos rasgos que por logeneral están presentes en una agrupación social que precedea la nación; b] corno fuerza integradora que facilita o conduce auna identificación común; la nación es sinónimo de concienciacolectiva y, de hecho, funciona con extraordinaria fuerza orgá­nica o mejor dicho, como cualidad orgánica en virtud de lacual se mantiene la cohesión interna y se aseguran formas de

21 José Stalin, "El marxismo y la cuestión nacional", en Varios autores,Sobre la cuestión nacional, Barcelona, Anagrama, 1977, pp. 33 Y ss. Stalinelaboró una definición comprensiva de la nación, estableciendo siete con­diciones constitutivas cuya formulación no es ahistórica pero sí de natura­leza histórico-empírica y en la que el arquetipo eurocéntríco se disuelveen una definición operacional.

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EDELBERTO TORRES RIYAS LA NACIÓN: PROBLEMAS TF.ÓRICOS y POLÍTICOS 103

del estado (de una naturaleza peculiar) de su correspondienteintegración social, a través de relaciones sociales que realizan almismo tiempo la unidad contradictoria de las clases en el senode la comunidad. En otra-, palabras, la forma nacional 'de lacomunidad implica una sociedad en la que la relación de fuer­zas entre clases sociales asegura no sólo la cohesión sino sureproducción y su continuidad. La calidad nacional viene a serla ocasión para que se consolide la sociedad; a medida que ellose logra, se garantiza la reproducción social de la misma por laexistencia de relaciones entre clases. Es aquí donde apareceel papel de la burguesía como fuerza social dominante que, ensu momento europeo, busca el control, la dirección y el desa­rrollo de la sociedad. Parece tautológico afirmar que la burgue­sía del capitalismo original es una burguesía nacional. Después,en el capitalismo implantado, puede no serlo.

Planteado así el problema, resultan comprensibles dos acla­raciones que refutan por anticipado la interpretación volunta­rísta, sociologista, que se interroga acerca de cuál es la clase querealiza la nación; y la casi irrefrenable tendencia economicista,que encuentra en el mercado (interno) nacional la causa pri­mera de la existencia de la nación.

En el primer caso, no es posible atribuir a Una voluntad declase esa cualidad nacional, un resultado buscado y logrado,una intención teleológica que se realiza. En el problema clase­nación, 10 pertinente no es buscar la determinación de unasobre la otra, sino las relaciones que se establecen entre las cla­ses para la determinación nacional. Las distintas modalidadesque el desarrollo nacional adopta son resultado de las diversasformas y conflictos que las clases establecen en el marco del de­sarrollo capitalista. El momento burgués es el momento euro­peo, es la experiencia clásica de un tipo particular de relacionesde clase, de un proceso histórico en el que el agente decisivoes, sin duda, la fuerza revolucionaria de la burguesía emergente.Junto a ella y desde el estado, un bloque de clases conforma lanación.

Pero tampoco en los fundamentos económicos, en la genera­lización del intercambio mercantil y en la defensa cerrada dela circulación del capital estriba la explicación primera de laexistencia de la nación y del estado-nacional. No hay duda deque en su génesis revistió importancia la supresión de los par­ticularismos locales, de los privilegios feudales y la formaciónde un mercado interior, que se constituye como un espacio eco­nómico crecientemente homogéneo para asegurar la libre circu-

la idea de un sujeto colectivo yun sentido de pertenencia trans­autoidentificación defensiva, por

rechazo o como fuerza de dominación, expansiva, justificadora·de los poderes de una clase; e] finalmente, la noción de na~ióntiene un referente espacial. N ación es sinónimo de comunzdadtcrritorializada, espacio interior concebido como límite de ca­rácter político-administrativo. No se trata simplemente de la<reografía, sino de la delimitación de un "interior" donde sedesarrollan y reproducen las diversas instancias de la vida co­munal por referencia a una dimensión externa. Nacional es eneste sentido lo opuesto a lo externo, que es extranjero.

Alzunas veces las anteriores dimensiones del hecho nacionalo referentes constitutivos del mismo son utilizadas en formaparcial, según los usos o conveniencias del context.o explicativo.En todo caso, en la conformación de la nación sIempre apare·cen elementos materiales y culturales, o una dimensión tempo­ral y espacial, que cobran relevancia :n la historia .particularde cada sociedad o en las transformacIOnes de los diversos pe­ríodos de la historia. Esos elementos no son variables de unmodelo estructural, sino dimensiones analíticas que concurrendesigualmente a la conformación de un agrupamiento colectivocuya naturaleza es radicalmente distinta de cuantas formas decomunidad pudieran darse en el pasado. Lo que hemos llamadola nación moderna corresponde a un momento del desarrollosocial en el que los eleme~tos materiales e ideales de 10 nacio­nalitario aparecen desarrollándose hasta conformar un nuevotipo de comunidad. Comunidad que aparece ~sociada, ~nte: odesnués pero inexorablemente, a nuevas formas de dominaciónpolttica, de vida económica, de experiencia cultural. Pero 10que la caracteriza en su. forma original, aceptados los elementoscomunes básicos (los llamados componentes nacionalitarios.como la etnia, el idioma, el territorio, etc.j, es la peculiar for­mación de las clases, la naturaleza de las mismas, de sus rela­ciones de cooperación y conflicto. La sociedad nacional corres­ponde a una compleja relación de fuerza entre clases sociales:la realidad nacional-estatal.

La nación moderna es entonces un agrupamiento colectivocuya especificidad está dada, en primer lugar por la naturalezade la cohesión social interna, de un vigor sin paralelo en lahistoria, y que no es producto de la fuerza sino de una. formade poder integrador de clase. Es el desarrollo de las fuerzas pro­ductivas, el vehículo de una articulación económica y el ... poder

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22 Ernmanuel Terray, "La idea de nación y las transformaciones del ca­pitalismo", en Varios autores, El marxismo y la cuestión nacional, cit., p. 156.

lación de los hombres, de las mercancías y del capital. La lógicaeconornicista subraya el carácter interior y determinante delmercado, el focus belli donde reina la mercancía. Pero la naciónmoderna, que supone una relación de necesidad Con el mer­cado interior, no agota su explicación en la existencia del mis­roo. Ella no la explica ni en su momento constitutivo ni en sufuncionamiento contemporáneo, donde la internalización delcapital supone un mercado igualmente internacionalizado.

No obstante lo pertinente de ambas aclaraciones, el conceptode nación moderna necesita ser completado, en primer lugar,con la idea de comunidad económica, que no es exactamentesinónimo de comunidad de vida económica, sino que debe serentendido como la comunidad de relaciones económicas contra­dictorias, entre clases antagónicas, una de .las cuales explota ydomina a la(s) otrajs). La nación es burguesa en la medida enque expresa una contradicción propia del funcionamiento delcapital; pero afirmar que la nación moderna es la nación bur­guesa no resuelve el problema teórico fundamental de la espe­cificidad de la nación, que sólo ve señalala así su última ratio.

En segundo lugar, existen hechos a veces tan importantes comolos señalados, experiencias comunes que constituyen lo que demanera a veces imprecisa Se llama la tradición común y queen la historia de los pueblos cuenta de manera decisiva paraproducir diversos grados de identidad, situaciones que engen­dran un sentimiento de copertenencia al mismo conjunto. Talcomo establece Terray, para. que se evolucione del instinto na­cional -de la intuición colectiva- a la conciencia nacional esnecesario que ese "conjunto" emprenda luchas y resistencias ypase por experiencias donde simultáneamente forje Su unidady su Jdentidad.w El destino compartido es una contradiccióncohesiva porque integra lo que es constitutivamente antagónico.Ni el proceso mismo ni sus resultados podrían explicarse úni­camente sobre la base de las virtudes del mercado. La llamada"comunidad de destino" -expresión tan cara a los anstromar­xistas, al nacionalismo pequeñoburgués y al idealismo íus-natu­ralista- no es más que la historia trabajando en el largo plazopara producir semejanzas y diferencias que modifican, más omenos profundamente, lo que aparece como natural y es perci­bido como dado previamente.

Es sobre esta base, y sólo así, como se explica la fuerza ideo-

104 EDELBERTO TORRES lUVAS

"

LA NACIÓN: PROBLEMAS TEÓRICOS Y pOLíTICOS

lógica y material que tiene la tradición histórica común,mecanismo simplificador que manipulado le confiere una fuer­za extraordinaria, activa y presente en la forma de concienciacolectiva. Ella parece cobrar a veces, por factores externos opor una oportuna manipulación interna, la expresión de unavoluntad nacional, la de un sujeto histórico colectivo que sealza por encima de toda otra forma de comunidad para repre­sentar una identidad superior. En este tránsito, la comunidad dedestino, que tanto se enfatiza, constituye sin duda un factor rela­tivo que actúa tanto como antecedente de la comunidad nacio­nal, como su resultado cualitativamente superior. Pero es el esta­do, el poder el que termina por afirmar lo que constituye final­mente la. tradición común y la cultura nacional. Ambos compo­nentes, que completan la base material de la nación,tienen unaapariencia de naturalidad, de sedimentación histórica, cuandoson un producto necesario de la acción unificadora de lo extra­económico. El papel de lo político como 10 no-natural, que seproduce como voluntad consciente, cama la representación ideo­lógico-cultural; adquiere en el capitalismo yen la conformaciónde la nación moderna un sentido nuevo.

Existe un tercer elemento fundado en el sentido que otorganla tradición histórica y la vida económica comunes: es el pro­ceso de representación ideológica que se expresa en la elabora­ción cultural de todo aquel conjunto de experiencias nacionales.En sus formas más desarrolladas, la comunidad cultural puedeser contenida en una forma naeiona1 23 y es por lo general lavalorización de aquello que constituye a juicio de la clase do­minante un conjunto de valores fundantes. Se trata, sin duda,de un factor integrador importante en la constitución de lanación moderna, que se origina en y reproduce a su vez la di­visión en clases de la sociedad, articulándolas de manera diversasegún la tradición local. La llamada cultura nacional es siem­pre cultura de clase. Y las clases dominadas van quedando inte­gradas a la "comunidad cultural" nacional a medida que seextiende y se asegura su condición de clases explotadas. Es de­cir, conforme se vuelve nacional no sólo su participación en elmercado -su posición estructural- sino su condición social ysu estatus cultural.

23 Es difícil encontrar acuerdo acerca de cuáles son los contenidos nacio­nales de la cultura, no sólo porque ella, cuando es auténtica, trasciendetales límites para volverse universal, sino porque en un nivel histórico máspreciso lo nacional puede ser la revalorización del pasado o -la afirmaciónde un futuro que se construye, como proyecto nacional.

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~I para~igma d;~ estado nacional burgués es aquel en el quela integración política y cultural de las clases, pulverizadas en lafalsa igualdad de la ciudadanía universal, se encuentra soldadacon el cemento ideológico de una poderosa identificación nacio­nal, supraclase. Es decir, aquél en que la dominación política tie­oc una expresión de hegemonía, de dirección cultural e ídeoló­gica. ~n los ?-,iversos niv~les mencionados -articulación geográfi­ca, vinculación económica, participación política, convivenciahist¿rica, etc.e- la inregracíón nacional no es producto de la fuer­za SIno resultado de un CIerto nivel de desarrollo de las fuerzaspro?-uctivas;. por las relaciones sociales de producción que el~a~ltal :equler~ y pO.Y la fuerza interior que ellas contienen. Enúltima mstanora, la Integración cultural es un acto de hegemo­nía política, y en ese ejercicio de dominación de clase el nacio­nalismo es una ideología al servicio de la burguesía.

4] Finalmente, las relaciones de la nación con el estado consti­tuyen un punto clave para la comprensión de la especificidaddel carácter burgués, moderno, de ambos. Por razones no sóloanalíticas sino también históricas, es preciso distinguirlos porc~anto .los elementos c?nstitutivos, a veces comunes, parecierandistanciarse o confundirse en las diversas experiencias particu­lares. La base común constituida por el territorio, el idiomadominante, la identidad étnica y la tradiciónhistóriea, confor­man una realidad naeionalitaria constitutiva, en su momento,del fenómeno nacional;· pero sólo a través de la fuerza unifica­~or~ del .~oder, de la política y del estado, adquieren su plenasignificación, Tales componentes necesitan un ámbito que sedefine no por sí mismo sino en términos de poder.

El estado se asienta en los elementos nacionalítaríos (cimen­tados por una estructura económica) y se extiende hasta allíd~nde el poder que expresa puede ser reconocido y respetado-crmpuesto-. como dominación de clase. En estas condiciones,el estado ne~e:ita una dimensión nacional precisa y la naciónun poder unifícadot-jordenador, un sentido nacional en la clasesocial que lo ejercita.

En el proceso histórico, la cambiante conexión estructural en­tre el estado y la nación plantea varios problemas. El másobvio es el que apunta al prius lógico. oue difiere en las diver­sas e~perieneias d~l capitalismo original o del capitalismo de­pendIer:te. En rápIdo. recuento, Haupt señala para Europa unasecuencia ya estable:Ida del tipo estado-flenguaj-nación (comoen Inglaterra, Francia, Alemama, por ejemplo), o la que se pro-

dueiria en América Latina, del tipo nación-(lengua)-estado.24

Hayo hubo situaciones en que la lengua común fue decisiva noen el sentido de causa sino de presupuesto, tal como la comu­nidad étnica lo -fue en otras experiencias. En tod~ ~aso, la ~o~ns­titución de la nación moderna requiere de un idioma oficial,cuyo uso mercantil, social y político es asegurado por el estado.

Menos obvio pero igualmente conoeid.o es el pro?lema quese refiere al fraccionanliento nacional bajo estados dIferente~, osimplemente a la carencia de conformación estatal ~e "mino­rías" calificadas de nacionales por la fuerza expreSIva de .sulengua o de su etnia. Visto desde ~l ár:gu1o opuesto, esto ~em~tea la realidad de los estados multinacionales en que la dISOCIa­ción estado-nación se presenta con caracterí.stic~s conflictivas, yen el Inundo contemporáneo con rasgos dIsoC1a~ore.s que 'pre­ludian un reacomodo de situaciones que el capItahsmoftnal­mente no ha podido homog;eneizar.25 En la perspectiva en quenos movemos, no hay estado sin nación pero tampoco pod~moshablar de naciones sin estado, salvo que se hable de nacwna­lidades cuyo proyecto estatal o ya se ha frustado o aún está

por ··constTuirse. . .De ser el estado-nación la forma que desarrolla el capltabsmo

para asecurar el mejor juncionamiento V reproducei¿n de lasociedad, es él mismo, el desarrollo capItalista, el que introduceprofundas variaciones en la constitución nacion~l ~el es.taclo oen la estatalizaóón de la nación. Esa falta de cmnCIdenCIa pue­de tener las más variadas causas, tales como el mayor o menordesarrollo nrevio de los elementos nacionalitarios, o el vigor delas estruct~ras de mercado cuvo crecimiento desigual favorece odificulta una mayor inteQ:ración, o la fuerza de la cultura do- /mínante, mayor cuando ella es democrático-burguesa. La te~­dencia histórica, loe-rada más o menos plenamente en los pY,I­

meros grandes estados burgueses, apunta hacia lo q~e podnallamarse gráficamente la "coincidencia" de los Ifmites entreest~do y n~ción. Esa coincidencia si~nifica que la reprodu~ciónsocial _y no sólo la econólnica- de la sociedad, las re!aclOueSde fuerza entre las clases, la integración cultural y política, etc.,se producen en el interior de un espacio nacional determinado,cohesivo, espacio que define coextensivamente el poder del es-

tado.

2t Georges Haupt, "Les morxistes [ace.. .", op. cit., p. 24~m Se alude, por ejemplo, al nacionalismo bretón en Francia o a las pode­

rosas reivindicaciones nacionales de gallegos, catalanes, vascos, etc., en

España.

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108 ED-ELBERTO TORRES lUYAS LA NACIÓN: PROBLEMAS TEÓRICOS Y pOLíTICOS lO~

El problema de la disociación relativa sólo apunta a uno delos aspectos de la relación entre el estado y la nación. El otrointerroga acerca de a qué clase de intereses generales sirven lasinstituciones estatales en la medida en que éstas reclaman aque- .Ha representación. Tal generalidad pertenece sin duda a la na­ción, como colectividad superior. Es ésta una doble relación,más precisamente una ccextensividad, en que el estado aparececorno un estado-para-la-nación en el sentido que O'Donnell otor­ga a esta formulación: 26 por un lado el estado volcado al exte­rior, como la delimitación de una nación frente a otras, entanto son estados, y por el otro, en que el estado volcado alinterior realiza su función de custodia, interpretación y logrode los intereses generales de la nación, gracias al respaldo de suvoluntad coactiva.s?

No es el caso repetir los análisis de Bauer, Renner y otroscuando los límites políticos del estado no coinciden con las fron­teras nacionales ni de plantearse la necesidad de reconocer quela nación puede existir sin estado -cproblema teórico- sólo parareivindicar luego su derecho a tenerlo, 10 que en la perspectivaleninista anterior a 1917 no era sólo el derecho a la autonomíacultural, sino a la posibilidad de disponer de sí mismos.

En la experiencia histórica de los nuevos estados-nacionalesde Africa y Asia o del Caribe americano el problema se plan­tea de manera aun más dramática porque resulta imposible, enel corto plazo de su coyuntura independiente, o en las condi­ciones del imperialismo contemporáneo, que el estado puedahomogeneizar, en el interior de fronteras arbitrarias, componen­tes nacionales diversos y contradictorios. La unidad nacional esimposible en la medida en que la nación moderna -como esta­blece Poulantzas- es historicidad de un territorio y territoriali­zación de una historia.se es decir una realidad superior en quese funden de manera novedosa los elementos materiales y espi­rituales de toda comunidad. Corresponde ahora examinar elmodo como esto ocurre en la experiencia particular de AméricaLatina.

l!6 Guillermo O'Donnell, Apuntes para una teoría del estado, DocumentoCEDES/G.E. CLACSO, núm. 9, mimeo., Buenos Aires, 1977, pp. 39 Y ss,

w O'Donnell, op, cit., p. 40.2S Poulantzas, op. cit., p. 112.

III. ESTADO Y NACIÓN EN LA HISTORIA LATINOAMERICANA

1] Al extenderse a otras áreas, ¿tiende el capitalismo a imponer­también sus formas políticas? Ninguna respuesta podría dejarde tornar en cuenta que en todo caso son más 'reproducibles estas,últimas que la implantación de fuerzas pr~ductivas'y' más aun,que la creación ex nihilo de aquellas relaciones socl~les d~ pro­ducción que les correspondan plenamente. Hoy día ponemos.reconocer que el desarrollo del capital -vtambién en su ;x~re­

sión periférica- no transcurre como un mer? hech,o econo~lco,

ni es posible reducir o explicar este complejo fenómeno Sl~ re­currir a la comprensión de previas o paralelas transformacionespoltticas.s''

Nuestro problema consiste en saber si el hecho político de laindependencia (y las luchas político-militares que en. algunasreziones lo precedieron) constituye el punto de partida paranuevas formas de dominación de clase, y si la expansión delcaptialismo en América Latina se realizó a través de nuevas.formas políticas, cuyos contenidos de clase no siempre corres­pondieron a los proyectos nacionales. .Lo cierto es que el pro­ceso de constitución del estado-nacional formó parte de la ex­pansión y dominación capitalista, sistema cuya pretensión deuniversalidad adquirió una particular dinámica en esta región.

A 10 largo del siglo xrx, el desarrollo original del capital ne­cesitó de estados-nacionales en los que la dimensión del mercado,y la cuantía de los recursos natuy~les y demográficos pudieranasegurar internamente una rápida expansión de las fuerzas pro-­du~tivas. Fueron -como afirma Hobsbawm- los grandes blo­ques o ladrillos con los que se construyó. el mercado' capitali.staen su versión desarrollada. No puede dejar de destacarse la Im­portancia que tuvo en este proceso, como uno; de sus comp~.

nentes, la posibilidad de creación de estados-nacionales en Ame­rica Latina. La transformación del capitalismo en sistema mun­dial reclamó su presencia. La contradicción de un estado-nacio­nal soberano en el marco de una economía internacional que'lo determina sitúa el problema de la sociedad latinoamericanacomo una sociedad dependiente)3o y es esta condición estruct.u-

es Tal es el sentido íntimo que tiene el llamado "ciclo" de las revolucio­nes burguesas o que tuvieron las sedícentes "tareas democrático-burgucs:u-"en la literatura y la estrategia revolucionaria de la década de los cm­cuenta.

so Es éste el verdadero sentido de la noción de dependencia, tal corno-

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ÉDELBERTo. TORRES roVAS LA NACIÓN: PROBLEMAS TEÓRICOS Y rcr.írrcos 111

Tal-constitutiva la que especifica las funciones yel desarrollo-dela nación, del estado y de las clases sociales en la historia de laregión.

El problema de la autonomía política remite a otro de ma- .yor profundidad: la viabilidad nacional de sociedades descolo­nizadas, de pueblos que al margen de la historia, en el sentidode ser solamente reflejo de la' que se hace en la "madre patria",surgen con pretensiones de tenerla. La generalización de la for­ma nacional-estatal como expresión de una nueva: existenciacolectiva no contó en la mayor parte de la América luso-hispanacon factores coadyuvantes; Sin duda se produjo una .transferen­da de formas políticas e intentos de reconstituir el pasado, ver­tiéndolo en instituciones y prácticas burguesas. El Principe sisr­ge aquí condicionado' en su voluntad soberana, aunque igual­mente con pretensiones de ser el instrumento privileg-iado dela unidad y la representación de esa colectividad. superior quees Ianación. Sus espacios están determinados por la divisióninternacional del trabajo. Pero la vitalidad política de los pue­blos "sin historia" no puede "consistir solamente en su capaci­dad de expresar sentimientos nacionales y de constituirse enestado independiente, sino también y fundamentalmente en lanecesidad de basar todo el' proceso en una acción de regenera..ción social capaz de 'destruir el ordenamiento sobre el cual seasienta la dominación colonial [...r 31

La vitalidad nacional reconocida y sucesivamente negada paraAmérica Latina encierra un conjunto de problemas y sofismas.El primero de ellos consiste en que de la región como conjuntono puede, hablarse ni aun en términos de retórica política. Amé..rica Latina difiere en su origen por las diversas formas comose produjo la conquista, la exper-iencia colonial lueg-o y las re­laciones republicanas posteriormente, todo 10 cual hace difícilque sus cualidades genéricas priven sobre su heterogeneidadbásica. A partir de lo anterior, y al analizar las primeras visi­eitudes del' estado nacional, aparecen condiciones nacionalíta­rias básicas diferenciando una Afrcamérica. una Indoamérica yotra Euroamérica latinas, y, en algunos casos particulares, unaamalgama aun más difícil de diluir. Hubo de todo: territorios

aparece en el trabajo ya clásico de F. H. Cardoso y E. Faletto, Dependenciay Desarrollo en A metica Latina, México, Siglo XXI, 1969, noción vulgarl­zada como "teortav-y luego convertida en "cabeza de turco" de la crisis dela sociología latinoamericana.

er José Aricó, Marx y América Latina, Lima, CEDEP, 1980, p. 87. El sub­rayado, es nuestro.

vacíos que fueron poblados ·con traslado de recursos humanos ycultura europeos; otros que fueron objeto de ocupación for ..zosa en espacios, Henos por una cultura indígena a la que sedebió vencer, sin absorberla, y, finalmente, las variadas aolucio­nes intermedias, como la que se expresa en el traslado de fuerzade trabajo esclava, que es corno la importación de una nacío­nalidad para implantarla en otra. Esta diversidad de compo­nentes tuvieron su propio tempo, siempre vinculado al largoperíodo de la expansión europea: primero, en el momento dela conquista, bajo la égida del mercantilismo peninsular; luego,en la etapa posterior, al fin de la relación colonial con-el Jm­pulso del capitalismo anglosajón; y luego en la república li­beral, con el imperialismo, fundamentalmente el norteameri­.cano.

En el hecho mismo de la repetición histórica que implica estaprimera ola de generalización de las formas estatal-nacionalesha sido un quid pro qua analitico el asunto de la viabilidadconfundido corv el del proceso. Nuestro interés no reside en laconstitución original del estado nacional, sino en los vericuetosa través de los cuales, roto el poder colonial, se abren perspec­tivas para que la sociedad emancipada se convierta en estadonacional. Los antecedentes de la condición colonial impusieronlímites objetivos, pero las luchas por la independencia y los pos­teriores esfuerzos de construcción estatal encontraron en aque­lIosantecedentes una base nacional favorable. Se inicia así unproceso que todavía hoy día exhibe retrasos. La experiencia eu­ropea es distinta pero no ajena. La nación tiene formas apro­piadas para empezar a constituirse ya funcionar, y el ejemplooccidental sólo ilustra acerca de una experiencia orizinal y porello írrenetible. Evitemos así el vicio inexcusable de hablar deuna malformación nacional, o' el pecado .de soberbia de insistiren una absoluta originalidad del fenómeno.

2J Originalmente la reivindicación territorial propia de la na­ción moderna no fue alcanzada por' la adquisición por la fuer­za de un espacio sin el cual el estado no existe. En este sentido,la herencia colonial fue una herencia territorial vasta, superioren tamaño a las expectativasjposibilidadesdel poder. La formamisma de definición -Y apropiación del topos califica la natura­leza de la cIase que encabeza el proyecto de estado-nacional: elterritorio se recibe, se hereda y luego se define como nacional.Pero falta su integración real. La materialidad de esa integra­ción física, así como de la económica y la espiritual, son asuntos

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82 Charles Qriffin, El período nacional en la historia del Nuevo Mundo,México, Comisión de historia del instituto panamericano de geografía ehistoria, 1962, pp. 68-72. Una interpretación comprensiva aparece en CarlosBosch Carda, Latinoaméricar una interpretación global de la dispersión enel siglo XIX~ México, UNAM, Instituto de investigaciones históricas, Se.r~e

de historia general; numo 10, 1978, esp. pp. 2~5 a 364. Los textos ya~l~sl­

cos de Halperín Donghí, Hubert Herrlng y Píerre Chau~u. result~n útilespara la interpretación de los procesos nacionales en América Latina". Lasexplicaciones culturalístas de Germán Arciniegas, Salvador de Madanaga,Carlos Pereyra y otros son excelentes descripciones literarias de fenómenosque no alcanzaron a explicar. .

33 Un ejemplo apropiado pero designo opuesto 10 constItuye la e~tra­

ordinaria permanencia unitaria del Brasil, que no sólo no se dlsper.só mte­rlormente para dar paso a varias naciones de lengua portuguesa, 5100 queextendió permanentemente, antes o después de ser repúblicas, sus fronteras;en el caso brasileño el tamaño del territorio fue inferior a la voluntadexpansiva de su burguesía emergente. En otros casos de fracturas interiores

posteriores que a vaces sólo se alcanzan un siglo de~pués. ~o

se realiza, pues,· sino lenta y tardíamente. El espaCIo terrrto­rial se organiza de .mauera diversa según las influencias y ne­cesidades del capital internacional y del grado de desarrollointerior alcanzado y, sobre todo, por la calidad de las fuerzassociales locales que ejecutan la tarea. .

No hay que olvidar que es el po~er. emerge~lte .-el embn~nestatal- el que intenta señalar los Iímítcs territoriales .del ~.lS­

mo. El estado surge con espacios que no le es dado preCIsar SInotardíamente. Para que surja el estado hay que "recortar" lanación; por ello, la centralización del poder es ant~io:,.,,;~..;:I~búsqueda del orden interior. La crisis del orde~"'efrID~-~-al no~-~g-:.:

en esta perspectiva sino el fin de una geo~af¡~ polItIc~-adm~­

nistrativa a veces absurda pero siempre arbitraria. El uii possz­detis quiso consagrar como frontera nacional lo .que sólo fueuna barrera burocrática o política, de sabor medieval. Lo quela colonia unió lo dispersó la república. La di~persión hispano­americana fue menos obra de la independencia que del Impe­rialismo, aunque en la explicación de la historia oficial el "pa­triotismo" ha pretendido decir la última palabra.32

La fragmentación del poder (colonial) es paralela a su des­centralización. La dispersión regional sugiere que el estado-na­cional que empieza a formarse tenga una matriz espacial supe­rior a la voluntad expansiva de sus clases dominantes. Es esteplus territorial el que explica l~ fragmentac.ión de lo q:,e cfialgún momento, Bolívar y losproceres de la independencia ere­ye~:on podriaser la nación latinoa~erjcana. Obviamente, elBrasil queda excluido de esta refercncia.v'

" 112 EDELBERTO .TORRES RIVAS

LA NACIÓN: PROBLEMAS TEÓRICOS Y pOLíTICOS

La delimitación terpitorial de la nación constituye parte delproceso original de formación del poder estatal en América La­tina. Pero la dimensión espacial no sólo no se agota en el terri­torio, sino que aquélla supone también un mínimo institucional,un aparato material dotado de funciones y atributos de organiza­ción interior. Y delimitación territorial es lo mismo que juris­dicción institucional, límites al ejercicio de aquellos atributosque, por lo demás, no siempre coincidieron Con los l.ímites­frontera, del estado. En otras palabras, en su formación, nacióny estado no podían coincidir, sobre todo porque al espacio con­tinuo de la colonia, la geografía, la economía y la política leseñalaron jurisdicciones diversas. En verdad, el desarrollo ex­pansivo del capital internacional, el imperialismo tout courí,contribuyó de manera concluyente a romper lo dado para de­finir nuevas 'dimensiones de 10 nacional; y fue entonces el esta­do en formación quien se encargó frente a los otros estados dehacer coincidir la jurisdicción con la frontera.

Antes de que se planteara el problema de las relacioues deproducción, de la división social del trabajo y de la búsquedade un espacio económico, es decir antes de la constitución delmercado -capitalista interior, el problema de la territorialidadnacional se resuelve en un movimiento político/militar desdeadentro y desde afuera. Desde dentro, al resolverse a favor delos factores cohesivos la centralización del poder y la expansiónpolítico-administrativa. El idioma y la religión común y la largatradición colonial son factores que estuvieron presentes; estabanahí, dados, como elementos nacionales a la espera de un estado"coagulante". Con esto se quiere expresar la necesidad históricade fuerzas sociales que como la burguesía se afirmaran como claseintegrando social y económicamente, desde el estado, .. aquelloselementos.

El triunfo de los caudillos, de las montoneras, luego de lasguerras civiles, resolvió por la vía de las dictaduras absolutistasel problema de la unidad nacional. La nación tiene entoncesuna dimensión político-militar. Por ejemplo, la conquista deldesierto, desde Buenos Aires, la disminución del espacio mapu­che, desde Santiago, o la ocupación de los llanos en Colombiay Venezuela, son formas incipientes de afirmación nacional porla vía de asegurar administrativamente un territorio al que sólo

-la de la Gran Colombia, la del Perú, Centroamérica-, resulta que lonacional es lo posible; nacional es lo que se conoce y reconoce y se comu­nica entre sí.

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posteriormente se podrá integrar.M Las ciudad::s juegan ·~n. pa­pel decisivo en este proceso y en América ~at1na ellas. definenel primer momento. del poder ~statal. Es ca~l como decir que l~matriz espacial nacional se realiza en una ciudad y en su exten

so hinterland rural. .... La estructura territorial de la nacionalidad (en el InICIO, lasunidades administrativas del imperio: -ch-reinatos, ca.pi~anias ge­nerales, audiencias), también se define por un movrrrnento ~a­cia afuera, en que la constitución de fronteras en el sentidomoderno, reconocidas internacionalmente por otros estados,. pasóa ser condición legal y atributo definitorio del estado naclOna~.

La ruptura del Íazo colonial desató profundas' fuerza~ centn~

petas en el laxo tejido naei?n~litario de más d: tr;s SIglos d~dominación. La fuerza seceSIOnIsta desmembró vlfreInat~s y capitanías y se concentró en a)'un~a:n~entos y ciudades, aSIe~to y­símbolo de la autoridad, para InICIar desde ahí el desplieguenacional. Por todos lados las fronteras fueron objeto .de ~ego~cíaóón, enfrentamientos bélicos, convenios, conferencias l1~ter­

nacionalea. etc.s'P procedimiento es~ncia~ para defi:rir el atribu­to/relación entre la calidad de 10 interior y ex~eno~, que c~n­tribuye, junto a otros elementos, a favorecer la ldent;,dad :raCI?­nal. Preliminar, incompleta, ella empieza por ser cor:C1enCIade 10 interior", en una definición todavía estrecha, r;gIO.nal olocal, de los horizontes nacionales. La estructura terntor~al dela ambigua "nacionalidad" colonial se fractura y consoltd.a alimpulso de importantes guenas nacionales, lo que e~ :0 mlsm~que decir que la fuerza del est~do se p~s~ al servlcJO. ~e. esdefinición, de una nación que solo prexlstm. COJ?O p?,sIbllIdadpara que aquél se constituyera. Tal es la sIgmfIcanon de la

M Expulsar a los antiguos pobladores y ocupar fí.sica y económic~mentesus tierras es un mecanismo de nation-building eficaz. En las socleda~escon grandes culturas precolombinas, la ocupación física. n? es expulSIónsino derrota militar de la población abor~gen, y el subslgu~ente desplomedemográfico. La naci6ne~pieza a construll'.se sobre los vencidos, a los quese asimila a través del tributo y el evangelIo.

35 La historia detallada de los problemas mencionados aparece en GordonIreland, Boundaries, possessions and Conflicts in Central and .Nort.h Amer­ica .and the Caribbean y Boundories. Possesions and Confltcts In S~thAmerice, Nueva York, Octagon Booke, 1971, redición de Noble Offset prm,ten Inc., N. Y., 1941 Y 1938, respectivamente. jreland relata. a manera d.enécdota que en América del sur, de 26 fronteras binacionales sólo seis~o han ~ido definitivamente establecidas; en cambio, en la región de ?en.troamérica y el Caribe de doce líneas hínacionales sólo .seis tienen calidaddefinitiva. Recuerda. en el prefacio de su notable trabajo, que en asuntosde propiedad territorial "the smaller the Issue, the harder the Hght".

pre-consritución colonial de los estados nacionales en AméricaLatina.

36 Eric 'wolf, La [ovmacián de la nación: un ensayo de formulación, Ecua­dor, Cuadernos del Departamento de ciencias sociales, PUC, mímeo., siLpp.ly2.

rn [bid.

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3] En el proceso de formación del estado Nacional en Amé­rica Latina el significado de la dimensión temporal se encuen­tra, en primer lugar, en eso que hemos llamado "laxo tejidonacionalitario", formado por más de trescientos años de podercolonial luso-hispano combinando ingredientes de la más diver­sa significación. España y Portugal tuvieron fuerza y tiempopara recrear rasgosnaeionales incluso allí donde encontraronla resistencia de otras culturas, a las que vencieron sin destruir.Al igual que en Europa, y no tenía por qué ser distinto aquí,los rasgos nacionales son en última instancia el producto de 'unprolongado y doloroso proceso de crecimiento cultural. En talsentido, los procesos culturales que se encuentran ea la forma­ción de la. nación moderna Son el resultado de un prolongadoenfrentamiento entre grupos o fuerzas sociales portadoras deformas de vida material y espiritual que se funden para alcan­zar una homogeneidad superior. Se asemejan a los procesosresultantes del contacto entre dos o más culturas, que los antro­pólogos llaman "transculturización" y que para efectos explica­tivos en la formación de la nación moderna Wolf llama de"transculturación inrcmav.s" es decir mecanismos de ajustes en­tre diferentes sectores socioculturales de una sociedad, que im­plican el establecimiento de nuevas relaciones culturalmentesancionadas. Desde ese punto de vista, "algún tipo de transcul­turación interna debe encontrarse en la base de cada naciónmoderna" .37

No es el caso mencionar el itinerario de estos ajustes, queempiezan a ser conocidos, a partir de la obra de antropólozose historiadores, con respecto al fenómeno de la conquista pri­mero y de la colonización después. Pero es evidente que lascaracterísticas de la "nación latinoamericana" no pueden ser lasmismas en su variado interior; la historia común es múltiplesegún cómo se haya producido la consolidación de la estruc­tura social y política e"~ tres sig-los de colonia. Algún fer­mento distinto se produjo en aquellos espacios donde previa­mente no existía una sociedad indízcna establecida y funcionan­do, o donde ésta resistió militar e ideológicamente. Donde esto

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se A riesgo de prolongar esteexamen, recordemos algunos elementos im­portantes de una estrategia modernizadora que produjo dividendos adver­sos; los proyectos de Carlos Illy la expulsión de los jesuitas, en 1767, lasustitución del ejército imperial por milicias coloniales, el creciente papelde los cabildos que jugó a favor de una participación más democrática delos criollos y mestizos y; ya entrado el siglo XIX, los bien conocidos efectosde la influencia napeoléníca, la reforma liberal y la restauración con Fer­nando VII. La crisis del poder colonial empezó en el centro, como acunecon todo poder imperial, y no en la peri_feria.

común. Cuanto más profunda la división social del trabajo, ma­yores elementos de comunalidad establece rompiendo así el ais­lamiento prccapitalista de las economías campesinas. Además,la legislación colonial dividió a la población en grupos definí­dos por su color, por su origen y por sus funciones adscritas.En América, la tendencia medieval a aislar a grupos sociocul­turales en forma de estamentos fue muy fuerte; cuerpos socialescerrados, con deberes y derechos específicos entre sí y con los del"exterior", separados por culturas y símbolos distintos. Todoesto no favoreció Ia formación de una conciencia nacional. Unacierta idea nacional se va formando a pesar de tales contratiern­pos precisamente cuando los monopolios de la corona, la dis­criminación y explotación racial y social, los privilegios y lacultura señorial, etc., se ven amenazados en el corazón mismodel poder colonial.

La paradoja es evidente: la toma de conciencia inicial fue me­nos antiespañola que antiliberal. En las colonias españolas elreformismo barbón facilitó, a contrapelo, la primera y fatalidentidad, una identidad de ruptura, a la defensiva. Probable­mente. las formas ideológicas de la nadonalidadsean las másatrasadas porque corresponden a la defensa de la tradición: lacomunidad de destino está constituida por los elementos colo­niales amenazados por varios Ilancos.'" las guerras de indepen­dencia expresaron contradictoriamente la crisis del imperio 'Y ladefensa cerril de los privilegios que, en su derrumbe, éste ame­nazaba arrastrar. En todo caso, las revoluciones por la fndepen­dencia fueron en su gestación (antecedentes) y en su desarrollouna primizenia toma de conciencia. Una manifestación totocorde en defensa de intereses y recursos propios a los que unaidentidad en formación permite valorizar.

Nuevamente la generalización excesiva puede volver superfi­cial el análisis. Ahí donde se produjo, la gl1ena de independen­cia construvó una legitimidad y creó un sentido heroico delpasado. Contribuyó de esa manera a que los elementos subie­tivos de la nacionalidad en formación cristalizaran como Ier-

sucedió, elementos de conquista como las armas; el evangelio 'irlos tributos se prolougarou eu el tiempo, volviéudole:' desigualy discontinuo. El mestizaje étnico y cultural, en sí mismo hete­rocéneo. es s6lo una de esas formas ideológicas frecuentementevistas como el mejor síntoma de la futura unidad nacional.

Desnués de trescientos años de coloniaje, con mayor o menordosis de violencia, se produjeron resultados de ajuste c~lt.ural,de "transculturación interna", de los que resultaron un idiomacomún y uua misma religión, formas oficiales [legales] de c~'municación social y de concepción del mundo. Lo que fue legí­timado por la fuerza adquirió racionalidad por· la costumbre. \Pero no hay duda de que en las regiones corooMesoamérica oel mundo andino, los idiomas aborígenes y las cosmogonías pre~

colombinas, junto a otras expresiones simbólicas y valorativas,se defendieron en simbiosis actualmente difíciles de desentrañar.y la superposición no fue sólo cultural, sino la de un poderimperial sobre formas locales de· organización del poder.

Así, sobre un territorio cuya continuidad .Iísica estaba asegu­rada administrativamente, se construyen elementos nacionali­taríos básicos como el de la lengua y las formas ideológicas quedesarrolla la religión que en América Latina, más que la pro.;fesión y observancia de una doctrina, o una obligación. indivi­dual de conciencia, fue también y esencialmente un instrumentode control social. La religión católica y su institución, la Ip.;lesia,constituyeron elementos esenciale.s en la constr~ceión del ord:ncolonial, no sólo como el evangelio que se predica para conquIs­tarvalrnas, sino porque éstas, una vez ganadas para el dogma,producían tributos. Más que sujetos de conciencia eran fuerzade trabajo, Y la Iglesia fue, de esa manera, un elemento co.ns~

titutivo de la nueva comunidad. Ese carácter le dio una {nnciórtunificadora muy grande, aunque profundamente contradic~oria,porque si el elemento religioso fue co~ún y permeó .por Igualla estructura social, los intereses materiales de la IgleSIa no con­tribuyeron, ni antes ni después de la Independencia, a la con­solidación nacional.

Finalmente, recordemos que el orden colonial se apoyó ennormas (legales) y costumbres que favorecier~n la dispersiónrezional, el desarrollo de una cultura parroquial sobre la basedeouna estructura económica y social que, salvo excepciones, nopodía crear fuerzas materiales y sociales unificadoras. La ausen­cia de comercio interior -el comercio vincula y unifica espacios)/ personas- y la presencia de :r;onopolios econÓmicos, por ~je~n­plo, no favorecieron la creacion de una estructura econormca

j

LA NACIÓ"': PROBLEMAS TEÓRICOS Y POLÍTICOS 117

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!lB EDELBERTO TORRES }UVAS LA NACIÓN: PROBLEMAS TEÓRICOS Y POLÍTICOS 119

mentes de identidad colectiva. La nacion legitima el estado enla medida en que la victoria legitima el poder de los vencedores.Pero esas circunstancias no facilitan exactamente laformaeióndel estado nacional; sólo hicieron inevitable, la derrota colonial.Por 10 demás, tanto el hecho de la independencia como su 'se­cuencia posterior tuvieron el efecto contradictorio de vigorizarlos elementos nacionalitarios existentes y fraccionarlos al mismotiempo, estimulados porIa sempiterna rivalidad intcrcclonial.sv

Las rivalidades locales y las relaciones hacia afuera del mun­do americano no hadan sino expresar también un estado pro­tonacíonal. El nacionalismo era amerieanismo sólo en la COn­ciencia superior, de figuras de la calidad de Bolívar y Sucre pri­mero, de Martí después. Encarnaron la' más acabada visión his­tórica 'del momento, adelantándose a suépoca.w Pero la patriano era América, vasta y vago" conjunto difícil de aprehenderculturalmente, La identidad que se reivindica era función di­recta de los intereses materiales loca-les: comercio. tierra e in­fluencias políticas de ámbito parroquial.

La identidad racial fue también un factor -¡conservador!­movilizador. El orden republicano continuó apoyándose en pro­fundas recriminaciones raciales. Los criollos sabían. y no sólopor intuición de clase, que eran ellos y no otros los pilares yel dique del orden social.st La patria era del criollo.w y allídonde se formó una nación ésta fue una nación criolla. Es este .j:

sector social el que funde en su propia visión clasista. con su

ea "El mismo proceso de luchas de Independencia vrevcla dos momentosdiversos: de 1808 a 1815, la crisis de la dominación colonial permite hablardel carácter continental de la revolución de independencia; la segunda fase-ccon el viraje decisivo de Ayacucho- se desarrolla de manera más frag­mentaria, y la .revolucíón termina dividida en componentes. territoriales ypolíticos protonacíonales". Véase Manfred .Kossok, "El contenido burguésde las revoluciones de independencia en América Latina", en Historia ySociedad; núm. 4, México, 1974, p. 66.~ En verdad, el nacionalismo americanista fue expresado por numerosos

intelectuales liberales, periodistas y tribunos, e incluso, como recuerda Lynchen su notable trabajo, pOI los jesuitas, "cuyo patriotismo americano ibamás allá de los sentimientos personales". John Lynch, Las revoluciones his­panoamericanas: 1808-1826, Barcelona, .Arfel. 1976. p. 4,

4.1 Ibid., p. 29 Y especialmente el cap. 1, "Los orígenes de la nacionalidadhispanoamericana", donde Lynch recuerda que por la década de los veintedel siglo pasado había en Hispanoamérica 17 millones de personas, de lascuales 3.2 millones eran blancos y solo 150000 españoles.~ Tal es el título del erudito trabajo de Severo Martínez, La patria del

criollo, San José, EDUCA, 1974, que analiza en profundidad el carácter dela estructura social de la colonia en la región centroamericana.

cultura y sus valores. lo que hemos llamado la tradición histó­rica Iundante de la nación en América Latina.

En resurnen.. la larga experiencia colonial' sólo estableció lascondicionesminimas para que se generaran con alguna fuerzalos aspectos culturales de la nacionalidad, en detrimento de suscomponentes materiales, que marcharon en sentido opuesto ypara que, como consecuencia. se favoreciera el contenido de unaidea nacional muy preliminar. Los conservadores hicieron usode estos aspectos y manipularon junto con la iglesia una con­cepción atrasada y reaccionaria. Los liberales manejaron un pro~

yecto nacional más avanzado aunque en algunos momentos ypaíses éste se reveló insuficiente y utópico.

La comunidad de pertenencia, apoyada en las dimensionesnacionalitarias )'a mencionadas -i-religíón, lengua. mestizaje-e,dio respaldo y legitimidad al estado en gestación. En este sen­tido el -estado es posterior a la comunidad nacional: a la génesisy desarrollo de aquellos elementos eivilizatorios y culturales. Laidea de nación posibilita la formación del estado. Pero es el ejer­cicio del poder estatal y su consolidación lo que refuerza lasidentificaciones colectivas, las integra a la manera oligárquicay contribuye a establecer las bases materiales de esta forma desolidaridad transclasista, Al estado se le presenta entonces laoportunidad de contribuir a definir de manera más autónomaa la nación y, en ese sentido, su presencia gana importancia.Durante cierto período de tiempo la realidad estatal pareció serla única forma de existencia de la sociedad republicaua.vExage­rando la comparación, podría decirse que de las facciones enpuzna, los conservadores fueron depositarios de aquella idea-no­cional atrasada y preeIuida y los liberales de un p1'oyecto estatal.avanzado, de Iachada.iconstrucción normativa sin raíces en lasociedad.

4] En la experiencia europea. la nacron capitalista tambiénsignificó el triunfo político. tarde o temprano, de la burguesía.Por eso hemos dicho que la burguesía es nacional en el sentidode que la clase se desarrolla afirmando la unidad física y la in­tegración social en el interior de su espacio territorial.se para

43 Lo anterior es válido aun en sociedades de tardía formación nacional,como Alemania e Italia. "La burguesía italiana -crecuerda Oramsci->, nacióy se desarrolló afirmando y realizando el principio de la unidad nacional.Puesto que la unidad nacional representó en la historia italiana, como enla de los demás paises, la forma de una organización técnicamente másperfecta que el aparato mercantil de producción y cambio. la burguesía

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acabar de formarse. como clase dominante, debe realizarse latarea burguesa de la unidad nacional. Por el contrario, .el fenó­meno nacional latinoamericano no necesitó de una burguesíaque lo encabezara; pero aun en sus inicios el hecho nacionalno se' produce sin una cIase dominante; ese rol político fue de­sempeñado POf. la llamada, con notoria imprecisión, oligarquía,genérica denominación que abarca a sectores sociales que varia­ron de una a otra experiencia local: comerciantes .intermedia­ríos, plantadores de cultivos para la exportación, propietariosde minas y tierras, y hasta una élite ilustrada formada en elexterior. Unos fueron de origen criollo-peninsular; otros máspig­mentados por el mestizaje. Pero para todos ellos la primeraexperiencia nacional no. fue el mercado sino la política. Se tratade unaprotoburguesía quese va definiendo desde el poder, cuy?­experiencia la perfila como clase.

Resulta innecesario indagar acerca de la clase como "agente"histórico de la nación, pues el problema que interesa no es pro­piamente el proceso paralelo de constitución de la nación y elde la constitución de la clase.. sino el de la articulación de am­bos, en el período de consolídación del estado nacional. Entodas partes fueron los criollos los herederos de esta oportuni­dad. La ruptura de la dependencia colonial los fortaleció comogrupo social y las guerras de independencia, donde las hubo, loslegitimó como fuerza política. Pero eIlo no bastó para poner <

en movimiento a las fuerzas capaces de cohesíonar, de nuevamanera, la sociedad independiente. Entado caso, el provectonacional tuvo el respaldo de los criollos, aliados con distintosgrados de amplitud y solidez, ele los intereses foráneos. Dueñosde campos, minas y comercio, que compartían por lo g-eneralcon extranjeros recién llegados con intenciones de quedarse oque simplemente eran agentes de casas situadas en ultramar,estos sectores locales disfrutaban de una riqueza que propor­cionaba más poder que dividendos. La oligarquía latinoameri­cana se forma sobre todo en la lucha por el poder, por centro­larlo, centralizarlo y poner1oasu servicio; Piensa la indepen­dencia como posibilidad de poder, de dominio exclusivo sobretodo el cuerpo social. Difícilmente podría adjudicarse un senti­do nacional a su accionar fragmentario, difuso y contradictorio.

No es totalmente exacta la versión, sugerida en numerosostrabajos de la historiografía latinoamericana, que afirma que

italiana ha sido el instrumento histórico de un progreso- general de lasociedad humana." Sobre el tascísmo, México, ERA, 1979, p. 49.

los sectores de la clase dominante afiliados a la ideología con­sen/adora, anclados en la tradición colonial (riqueza territorial;régimen de manos muertas, Iglesia articulada al estado, estan­cos y alcabalas, cultura señorial, etc.), boicotearon sistemática­mente -de hecho o con actos de voluntad política- la construc­ción del estado nacional; y que las fuerzas sociales favorablesa la cohesión nacional como los liberales tuvieran un alto gradode congruencia entre su condición social'! económica V su mi­sión político-ideológica. Los contenidos de clase tuvieron unavariada textura en función de su significación como instrumen­tos constructores de la nacionalídad.w y de ello dependió sucapacidad política para organizar y aprovechar el desarrollo delas economías mercantiles, de exportación.

Las fuerzas sociales que favorecieron el proyecto nacional sólotuvieron del mismo una definición ideológica. Difícilmentehubo una clase', un partido o una personalidad señera. AméricaLatina en general, y algunas de sus sociedades más afortunadasen particular, han experimentado un largo proceso en que elestado y la nación, adelantándose o retrasándose, han demo­rado su constitución como estado nacional burtrués: el problemaagrario no resuelto, la penetración del capital extranjero paracontrolar el corazón del sistema económico, una deformacióncultural por imitación de 10 extranjero, la escasa intevracióngeográfica y social, todo ello debilitó permanentemente la tareanacional burouesa de las fracciones dominantes.

Para la 'construcción paulatina de la nación fue condiciónnecesaria la afirmación de un poder central, mientras que laarticulación estable y vizorosa al mercado mundial, fue la con­dición suficiente. Pese a todo, la realización nacional de estassociedades sometidas al dominio del capital imperialista no con­tó con posibilidades para la plena decantación burguesa de lasfracciones dominantes, y cuando ello sucedió el capital extran­iero "a estaba adentro del mercado interno, internacionalizan­do sus mecanismos de control. Hubo experiencias nacionales enque fue-el estado vno la clase el factor importante para confe­rir sentido nacional a los proventos de desarrollo: otras en Queel capital extranjero era más efectivo para la integración eco­nómica y social de los grupos sociales. Por ello en AméricaLatina lo nacional tiene un sentido diverso, y no puede existir

« En sus dos trabajos, Ricaurte Soler ha brindado una importante con­tribución a este tema; véase Clase y Nación en Hispanoamérica, San José,EDUCA, 1976 Y Formas Ideológicas de la nación panameña, de la misma edi­torial.

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.u; Tilman,' Evers, El estado en la periferia capitalista, México, Siglo XXI,1979, pp- 77-80, Y Samir Amin, op. cít., p. 20. Este tema y otros de vitalimportancia se encuentran también ampliamente desarrollados en .el exce­lente conjunto de ensayos de Norbert Lechner, La crisis del estado enAmérica Latina, Caracas, El Cid Editor, 1977, esp. pp- 113 Y ss.

un proyecto nacional sin autonomía política ni integración' po.pular porque ése es, precisamente, el déficit histórico que oca­siona el control/penetración del capital imperialista en nues­tras sociedades.

En resumen, la formaeióndel estado nacional se planteó tan­to como una coyuntura para ordenar la economía (economíade exportación), como para reórdenar el-poder interior; en suma,YU modo relativamente distinto de organizar el orden internode la sociedad. Este proceso corrió suertes diversas, depcndicn­do de cómo las fuerzas sociales, hasta fines del siglo xrx, logra­ron definir el control del proceso productivo y del poder, ínsti­tucional que, antes o después de ese control, asegurara su con- ltinuidad.

.Para.entender mejor el proceso mismo de formación del esta-odo nacional es necesario recordar lo que ya numerosas investi­gaciones han puesto de relieve como puntos de partida queresultan esenciales en esa comprensión: por una parte, dichoprocesase realiza en el marco de una economía internacional,en el momento de la expansión de la revolución industrial eu­ropea, y por la otra, se produce en elmarco de una estructurainterna profundamente desigual y heterogénea, como resultadode un capitalismo implantado desde el exterior.iEn el primercaso, los elementos esenciales de la producción y reproduccióncapitalista que se dan en la sociedad periférica pasan necesaria­mente por los mecanismos del mercado 'mundial. Como la re­lación entre estados disimula una vinculación entre (interesesde) clases, habría que señalar que en sus aspectos económicos,políticos y sociales la 'dependencia de las clases nacionales conrespecto a las clases dominantes de los países centrales se pro·duce en la forma de una articulación política interna que re-.produce tal dependencía.s"

Esabidonde se produce la primera particularidad nacionalde la clase dominante, cuya condición de tal expresa primero suarticulación extranjera. Y aquí es necesario hacer referencia alsegundo elemento: -la estructura heterogénea y desigual quefunciona no sólo en el ámbito económico sino también en losocial, manifestado por formas muy particulares de articulaciónentre el .capitalismo,'·,'Comotnot1ó"'ae producción/circulación, y

122 I'DELBERTO TORRES RIVAS LA NACIÓN: PROBLEMAS TEÓRICOS E HISTÓRICOS 12;t

formaseconómicas pre-capitalístas, de difícil calificación. La he­terogeneidad estructural determina que se forme y funcione unaestructura única de clases, pero no una estructura nacional decIases. Esta incongruencia obedece al hecho de que en su fun­cionamiento, las .clases se articulan entre sí a través de relacio­nes desiguales de explotación y dominio. No hay grupos o fuer­zas sociales marginadas; pero sus formas de relación no hacen.de ellas una cIase nacional.

Por definición, el estado-nacional burgués postula una uni­versidad que sólo es reflejo de su base material, donde el inter­cambio de equivalentes, el reino de la mercancía v del valorproducen la creencia bien fundada en un interés 'generaldei"cual la nación es depositaria. La nación de ese estado reclamauna representación genérica, impersonal,· que en la' medida en­que es lo suficientemente abstracta constituye la base de unaideología de dominación de cIase. En nombre de los interesesnacionales, la dominación de clase se vuelve hegemonía deela­se. A su vez, el estado de esa nación reclama soberanía, no sólocomo forma de organización del capital nacional en el senod.elmercado mundial, sino cama estructura distinta y diferen­ciable frente a otros estados. Se es soberano con relación a ellos.La soberanía nacional es una función que el estado reclama yque en la periferia resulta "trunca" por ese doble condiciona­miento; entonces el estado nacional no sería soberano haciaafuera y hacia dentro no sería nacional.w

Tanto el trabajo de Evers, como los de Lechner V otros, se­ñalan el desfasaje entre la esfera económica y la pclttica, en lamedida en que la función orzanizadora del estado puede man-

" _'o - • !

tenerse nacional en lo político pero internacional en lo eco­nómico. La nación y sus formas materiales e ideolócicas -queel estado y las clases dominantes recogen- no coinciden en lamedida en que el poder agota un espacio permanentementemenor:' si bien la economía nacional es un contrasentido, no­ocurre lo mismo con la ideología nacional, en cuyo nombre laburguesía se beneficia y la dirige. De igual manera la unidadnacional sólo es la centralizaci¿n del aparatoestat~l.47

4,6 Tal es la conclusión de Evcrs, op. cit-, pp. 86-89, al desarrollar elproblema de la incongruencia entre las esferas políticas y económicas en eLcapitalismo periférico. Esta conclusión, ya adelantada en los trabajos deLechner, tiene el mérito de replantear todo el problema de las relacionesestado-sociedad y de la naturaleza de las clases dominantes en AméricaLatina.

H N. Lechner, op. cit., p. 44.

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4S E. 'Terray, La idea de nación " las transformaciones del capitalismo,op, cit.; p. 157.

49 El éxito histórico de un credo nacional -c-afirma Bagú-. se mide porla aceptación que tiene sobre el conjunto de la existencia nacional, in;.cluyendo las clases dominadas. Los nacionalismos argentino y chileno fue­ron, en tal sentido. más poderosos. Cf. Sergio Bagú, "Tres oligarquías, tresnacionalismos", Cuadernos Políticos, núm. 3. México, 1975, p. 16.

Como fuerza histórica la nacion actualmente es distinta; laburguesía primario-exportadora (la oligarquía latu sensu) hasido substituida por una burguesía de base industrial y urbana,profundamente penetrada por el capital internacional. No obs­tante el cambio, y probablemente como su resultado inevitable;'Subsiste el desfasaj e. entre, la. nación como conjunto de fuerzassociales históricas y la-nación como conjunto objetivo, en lostérminos en que lo plantea Terray.v las condiciones materialesdel fenómeno nacional no corresponden a las fuerzas capaces deconcretarlo. La idea nacional de la oligarquía era profunda­mente restrictiva; era una instancia cultural y simbólica quena,podía ser común en razón de la estructura discontinua y hete­rogénea de la sociedad. La "pertenencia colectiva" que se pro­dama como un destino compartido carece de la percepción ne­cesaria por parte de las masas dominadas.se está constitutiva­mente .imposibilitada por su falta real de integración física,'Social y cultural, especialmente por lo que respecta a los cam­pesinos. El estado-nación oligárquico no alcanzó a definir. en su-intcrior un manifiesto antagonismo de clases: el conflicto depu­rada, implícito en un proceso de producción y circulación capi­talista, en el que el trabajo es también una mercaneIa queintegra orgánicamente a los actores sociales de ese antagonismo.Trente a la oligarquía está el pueblo de la nación,unido- en <

una vaga identificación colectiva, sin organización ni oruani­ciclad, tras una comunión de sentimientos que expresa apenasuna forma elemental. de conciencia. Entre el proceso de evolu­ción del "pueblo" a .la "clase" se inserta precisamente la larga 'experiencia populista de algunos ,Países de industrialización tem­prana en la región.

'51 Actualmente la economía latinoamericana ha cambiado. Va­rios países han alcanzado un grado relativamente importantede crecimiento industrial y la estructura de clases se ha modi­ficado sustantivamente. Las relaciones entre la nación y el es­tado se han alterado aun más por el carácter crecientementeinternacionalizado que asume la dimensión económica nacional.

124 EDELTIERTO TORRES RlVAS

LA NACIÓN: PROBLEMAS TEÓRICOS E HISTÓRICOS

La consolidación de las cúspides monopólicas de Jaiburgu'".", ,. . eSlalatinoamericana ya r;o requiere de una dimensión nacional paralograrlo. Ella se realiza en el seno del estado. que controlan cadavez más. Luego, su campo de identificación ha variado. Se pro­duce así un antag'Onismo de clases en el que el ámbito nacionalsólo define el conflicto y su naturaleza por el lado de las clasesdominadas. La contradicción de clase gana también una di­mensión internacional. Se ha dicho que la nación es una formade conciencia social, pero la hegemonía de la clase dominanteque requiere una dimensión o·nacional -como referencia, comoescenario para alcanzarla- no puede lograr sino de una maneraincompleta esa conciencia. De ahí que la crisis de hegemoníaque afecta irremediablemente a la' burzuesla latinoamericanaen su conjunto implique una forma ideológica de existencianacional igualmente incompleta. Y es desde el control del esta­do, cada vez más distante de la-nación, donde ese recorte en.cuentra su complemento perdido. Restaría hacer sobre el par­'ticular algunas consideraciones finales.

a] Durante algún tiempo, sin que tuviera conciencia de ello,el apotegma de Kautsky nutrió el conocimiento y basta el sen­tido común en su referencia a la constitución de la nación enla fase del capital imperialista. En su desarrollo -decía Kaut,sky- el capital financiero corresponde a una etapa superior delestado nacional dominante, cuyo carácter dt"ficulta o impide-según las circunstancias locales- la constitución o desarrollodel estado nacional dependiente. En la terminología de la épocase utilizaba el adjetivo aun más ecuívoco de "neocolonial" parareferirse a formas transitorias de dependencia estatal, o sea ague.llas en que la formalidad de la independencia política de unasociedad está mediatizada por la realidad objetiva del controlecon?mico por parte del capital financiero de alguna metrópolidominante.

A la luz de la experiencia histórica hay un conjunto de he­chos que resultan discutibles. En la periferia el capital extran­jero estimula fuerzas sociales y condiciones materiales internasque contribuyen a definir (de manera incompleta) lo nacional­estatal, En este sentido, en la periferia lo nacional como ámbitode reproducción del capital es un momento de existencia delc~pital internacional. L~ creación y defensa de un espacio polí­ncamente acotado constituyó, en su momento orivinal. la formade organización de los intereses de la burguesía. Esto fue ciertotambién en el caso de América Latina, pero con contenido y di-

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126 FDELBERTQ TORREs· RIVAS LA NACIÓN: PROBLEMAS TEÓRICOS E HISTÓRICOS

rección diferentes. El capital es nacional por su origen pero inter­nacional por su -naturaleza. Nuestro problema reside entoncesen las formas de recepción del capital y en la articulación deun sistema productivo local al movimiento internacional delmercado. No puede negarse que sin esta articulación no hubiesesido posible la potencializaci6n del estado y la nación,

¿Dificulta o favorece ese proceso el imperialismo? La predic­ción kautskiana no tuvo en cuenta la diferencia básica entresociedad colonial y sociedad dependiente. La tendencia del ca­pital imperialista a lo largo del siglo XIX a someter o anexío­narse de manera sistemática regiones agro-mineras del planetacreó un submundo colonial en África y Asia. Por el corúrarío,en América Latina, definió la calidad dependiente de estados­nacionales en proceso de constitución. La dominación del capi­tal internacional es más transparente cuando además es políticay .se asocia a un escaso desarrollo de las fuerzas productivas. La"cantidad" de dependencias importa menos que la calidad de \las fuerzas de clase que hacen viable la supervivencia del estado..nacional. Por eso el control económico externo en sociedadesdonde las clases dominantes llegaron a controlar de manera im­portante el sector productivo y constituyeron un orden políticorelativamente integrado es distinto en cuanto a su hecho nació­nal. En aquellas sociedades la presencia imperialista adopt6generalmente una dimensión político-militar, aunque existiese,tarde o temprano. un proyecto económico; en éstas la penetra·ción económico-financiera disimula las limitaciones a la sobera­nía estatal.

El problema no se plantea ya como uu simple derecho a laautodeterminación pues el control económico se realiza a travésde formas de relaciones de clase que reproducen la dependen­cia, compatibles con el mantenimiento de diversas formas de in­dependencia política. El capital financiero antes y el transna­cional en la actualidad no precisan abatir esa formalidad. Lanecesitan aun en el caso de situaciones Iímite como las que seprodujeron antes y abara en algunas sociedades de la región,Así, en la región del Caribe el imperialismo norteamericanodesarrolló tempranamente un tipo de expansión económica ycontrol geopolítico que se aproxima sin duda a una condicióncolonial.s?

DO Aun en el límite, la burguesía de la nación imperialista (Inglaterraprimero, los Estados Unidos después) no necesitó para su consolidación ex­pansiva el control total de la periferia, la anexión colonial. Tal vez habría

En la experiencia de Panamá, Raid, Honduras,mingo y. N iearagua sobre todo, pero en buena medida en rnu­chas otras sociedades de la región, la presencia imperialistacontribuyó a reconstituir las instituciones estatales o a darlesla dimensión territorial y estable de que carecían. La "con­quista" económica fue posterior a la injerencia política. Razonesgeoestratégieas explican que la existencia del estado-nacionaldependiente sea más decisiva en el control político insolenteque con la inversión económica privilegiada.51

Este estado tiene su expresión institucional en .el desarrollo. ymodernización de su dimensión represiva; la clase dominantees una burocracia de apoyo de un poder constantemente refe­rido al exterior; la identidad nacional se define contradictoria­mente cuando es capaz de expresarse en el nivel de la culturao de la política. Por lo general, negativamente, en el "rnalín­chisma" que es el reconocimiento ciego a lo extranjero; en otroscasos, como xenofobia, que sólo en condiciones de lucha v con­flicto . pued.e llega~ a convertirse en conciencia antímperíalista.La afI.rmac~ón nacional no proviene de la cultura burguesa, queno existe SlI?-o como folklore o como literatura costumbrista.

En estas formas atrasadas de estados nacionales, en constan­te proceso de completitud, la violencia de la presencia imperia­lista genera condiciones de rechazo/identificación en que 10nacional se define en tanto rechazo de lo burgués; la lucha declases se polariza en términos de lo propio y lo extranjero parahacer coincidir formas elementales de conciencia de clase conexpresiones agudas de conciencia nacional. La clase obrera, losintelectuales radicales, las alianzas con sectores campesinos y,en general, el bloque popular adquieren un sentido nuevo, seerigen en la fuerza histórica portadora de una nueva idea na­cional.

Es como si los gérmenes de la nación se separaran cada vezmás de los fermentos del estado y éste, a través del apoyo polí­tico y militar del exterior, se volcara contra aquélla para ímpe-

que decir que el capital inglés no se propuso 10 que el norteamericano yano pudo. ¿Cómo explicar al Uruguay y cien años después a Panamá si noes en el juego posible de los intereses imperiales?

5l. "Y los grupos dominantes locales, nolens volens, asistieron complacien­tes a la organización de la fuerza pública (ejército y policía), de las aduanas,del sistema fiscal y financiero, la comunicación interior" y otros elementosconstitutivos del aparato público del estado. Cf. Torres-Rivas, "Poder na­cional y sociedad dependiente", en La Inversión Extranjera en Centroame­rica, Costa Rica, EDUCA, 1974. p. 270.

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oc

EDELBERTO TORRES RIVAS

ción .del capital no constituye unaverdad~ra fusión transnacío,nal ~e .. capitales; y la actual crisis económica ha puesto en evi­denCl~, nueva~en~e, que la competencia intercapitalista es, ene~encIa, una n.valIdad hondamente nacional, de capitales quetienen una SOCIedad huésped pero que responden a una nacio­nalidad particular, a un topos identificable. La internacionali­zaci.óu del mercad? interno y la presencia del capital trans­nacional hacen variar la naturaleza dependiente de la sociedadnacional. El cambio cualitativo se expresa en última instanciapor las formas que adoptan las relaciones entre las clases y elestado en el interior, y las contradicciones/alianzas que se pro­ducen externamente. La presencia externa Se internaliza en lasnuevas alianzas de clase y en los apoyos políticos del estado.De he~ho, la I es.tru~tura industrial en la periferia supuso siem­pre alianzas solIdanas,formas de colaboración activa COn el ca­pital extranjero de ciertas fracciones de la clase dominante.

Lo qu~ la experiencia brasileña, mexicana, venezolana y deotras sociedades demuestra es que en la periferia el crecimientodel capital expande y fortalece al estado, que avanza amenaza­doramente sobre la nación en tanto expresión esta última delos intereses generales y superiores de la sociedad.

Es un falso problema entonces hablar del estado versus gi­gantes multinacionales. El aparato estatal aumenta de tamañoy crece en funciones, pero esta institucionalidad material sólocristaliza intereses y poderes de clase. Los intereses burguesesse fortalecen tanto con la internacionalización .del mercadoc?mo con .la ~ipertrofia del estado; pero del festín sólo partí­cIF:~n los Invitados: el capital extranjero, el sector internado­~allzado de la gran. burguesía local, las diversas. categorías so­cialcs de los apararm del estado y la alta burocracia del sectorprivado. l\Jluc~os son los llamados pero pocos los escogidos; yen esa exclusión es el estado, en tanto expresión de esos ínte­reses, el que surge como elpartner de un diálogo transnacionalque sólo paulatinamente se convierte en un menage-a-trois.

. Todo este proceso, hay que decirlo una y otra vez, no Con­vler.te a la burguesía en una burguesía. debilitada por su con­cubinato con el extranjero. Antes bien, el surgimiento de laempresa pública y del control estatal de importantes recursosprod~ctiv~s, la concentración de. mandos y decisiones en un po­der ejecutivo cada vez más maCIZO, la generalización del carác­ter represivo de la vida politiea, hacen de su"estado un modernoMoloe. La burguesía transnacional es más fuerte precisamente

dir la consolidación. de fuerzas integradoras, capaces de facilitaruna identidad general. La experiencia de Nicaragua vuelvetransparente cómo la forma estatal se mantuvo en su mínimoinstitucional represivo; esta subvención del estado por parte delimperialismo no puede impedir que en su consolidación incom­pleta se desarrollen fuerzas sociales, no burguesas, de carácternacional-popular cuya misión de consolidar el estado nacionalsólo puede hacerse fuera de los límites del sistema. Los proble­mas de la liberación nacional, que es lucha antimperialista, secombinan así con los de la liberación social, que es lucha anri­capitalista. Como lo demuestra la experiencia de dos países....:-Cuba y Nicaragua-e, la verdadera constitución del estado na­cional pasa obligadamente parla destrucción del orden capita­lista.

b] Hoy dia algunas sociedades de la región se han convertidoen economías industriales relativamente importantes. El desa­trolla de fuerzas productivas bajo el impulso de la activa cola­boración del capital internacional termina por crear un merca':do interno. Ni aun así esta plataforma de lanzamiento es sufi­ciente para completar el proceso definitorio de la unificaciónburguesa, pues se trata de fuerzas productivas que escapan pordistintos modos al control de la clase. Nuevamente ella, la bur­guesía, intenta rencontrarse en el estado, referirse al poder des­de el cual o con cuya ayuda se defiende. En la etapa de "ínter­nacionalización" del mercado interno, éste no constituye unmercado nacionaL Pero tampoco se constituye de manera dis­tinta, así como tampoco la burguesía interior termina siendouna burguesía dirigente. . ._

No obstante, el imperialismo no disuelve a la nación, mcuando surge, en el siglo XIX, ni cuando declina; su carácterinternacional alude a una situación nueva, de creciente controldel sistema económico en que se modifican las relaciones entrelas clases y entre éstas, el estado y la nación.s?

Pero la internacional.ización sólo expresa una nueva formade articulación dependiente, que no remplaza a la nación ni semueve para constituir un super-estado por encima de los esta­dos nacionales dependientes. Por lo demás, la internacionaliza-

52 jean-Píerre Delilez, "Las relaciones de la crisis del estado y de la in­temacíonalizacíón", en La crisis del estado, edición a cargo de Nicos Pou­Iantzas, Libros de Confrontación, Barcelona, Fontanella, 1977, p. 184; véasetambién el trabajo ya citado de Samir Amin, Clases y Naciones en el ma·terialismo histórico, especialmente el cap. VI, "Centro y periferia en elsistema capitalista: la cuestión nacional hoy", pp. 106-120.

LA NACIÓN: PROBLEMAS TEÓRICOS E HISTÓRICOS129

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130 Fl)ELBERTO TCRRESRIVAS LA NACrÓ1\: PROIiLr~}.{AS TEÓRICOS E HfSTÓRICOS

porque sus intereses se asocian en ·ladireceión en que semuew

ven los del gran capital externo.Pero aun cuestas condiciones el estado nacional, moderno y

_burgués, no termina de conformarse plenamen:e. La transna­cionalización introduce una "cuña" entre la nación y el estadoen un proceso de distanciamiento en el que las relaciones declase, las contradicciones orgánicas entre la burguesía y el-pro­letariado, pasan por la relación con el estado, dotado -ahora demodernas técnicas represivas. La nación dependiente es cada vezmenos la matriz de la reproducción burguesa, pero el estadoparece cada vez más burgués, asumiendo la internaeionalizacióIlde funciones públicas en demérito de una nación cuya diástoleresulta difíc-il,53 . •

y no se conforma plenamente porque las fuerzas que faci­litan la integración internacional obstaculizan la .ínregracióninterna. En su concepción burguesa, el fundamento de la.' na:ción descansa en la existencia de. instituciones políticas comu­nes, voluntariamente aceptadas; en una cultura política ínte­gradoray en una extendida ciudadanía real, con fundamentosno sólo en la normatividad sino en el mercado. Cuando lapolítica se extiende al ámbito nacional y las clases s~balternas

obtienen la oportunidad de participar en forma act~va, el e,s­tado nacional moderno descansa entonces en una ciudadaníacuyos derechos son un signo de i¡:{ualdad naciona1.54

• Y estecomponente falta en la experiencia histórica ~e las naciones deAmérica Latina. Los traspiés, de la democracia burguesa en laregión, su permanente dificultad para actuaria como m~nerade convivencia política, vuelve incompleto el carácter nacional,

5a Esta caracterización alude obviamente a los estados nacionales más de­sarrollados de América Latina. El desarrollo desigual de la región deter­mina diversas calidades de dependencia; unos intentan ganar más espaciosoberano, aprovechando las contradicciones del gran capital i~ternado~al;otros estados nacionales abandonan poco a poco sus prerrogativas autcno­mas en tnateüade defensa. Por el lado de la doctrina de la seguridadinterna/continental se filtran poderosos reportes de contr~l y depende.ncia.

M Una erudita información sobre el proceso de extensión de la cíuda­danta a las clases. bajas de Europa occidental y de la correspondiente des,trucción de barreras y desigualdades se encuentra en el trabajo de. R.Bendix, Estado nacional y ciudadanía, Buenos Aires, Amorrortu, 1974. Pp­105 Y ss. El concepto de nation building alude, por su parte, a los esíuer­zas igualmente importantes por construir una comunidad humana más to­lerante, pluralisa y capaz de brindar bienestar a la ciudadanía. ~portuni­

dades culturales e igualdad política. Cf. Stein Rokken y S. N. Eisenstadt,Buildhig States and Natíons, California, SAGE Publications Inc., 1973, tomo1, p. 17.

democrático y participatorio de esta forma superior de comuni­dad que es el estado nacional, sobre todo en su versión bur­guesa contemporánea.

No es posible dejar de mencionar brevemente, con relacióna lo anterior, la falta de integración nacional que afecta a variassociedades latinoamericanas con poblaciones indígenas dondeimportantes grupos etno-culturales son objeto visible o encu­bierto de discriminación social y racial, y más aun, .donde elllamado "problema" indígena se plantea como una limitaciónsubstantiva para la unidad nacional. La condición indígena esparte de su condición campesina, lo cual encierra una doblecontradicción: si estaúltimatemite a un problelna· económico,el de la tierra, la primera alude a- un problema de identidadno nacional. El sentido de identidad que da un lenguaje pro­pio, una memoria histórica que aunque difusa y llena de rup~

turas se mantiene viva, y la sobrevivencia de ciertas formas cul­turales, plantea a nuestro juicio el "problema" indígena en Sil

verdadera dimensión. La frustración histórica del estado nacio­nal en por lo menos cinco países latinoamericanos radica en lapersistencia de relaciones de sabor colonial COn la poblaciónindígena; el poder burgués se ha revelado incompetente pararesolver esta tarea fundarnental.w

c] En todo lo que hemos dicho subyace la hipótesis funda­mental de que el concepto de nación, y la realidad a la que serefiere, varían como parte de un proceso histórico en cuyo cen­tro se encuentra el desarrollo capitalista tout court.El concepto,referido históricamente, debe tomar en cuenta, por ejemplo,''que después de la segunda mi tad del siglo XIX la noción de 50-

s::; Existe una numerosa bibliografía sobre el tema no del indigenismo,sino del problema indígena vinculado al terna del problema- nacional, )'además de la exacerbación del "nacionalismo" indígena como parte de unatoma de conciencia pequeñoburguesa. No es posible detallar el estado deesta polémica. La inició Mariátegúi en sus Siete Ensayos de Interpretaciónde la Realidad Peruana (hay numerosas ediciones), y la continuó, diecisieteaños después, Ignacio Torres Giralda en La Cuestión Indigena en Colombia(La última -- edición fue publicada en Bogotá, La Rosca, 1975). Una visióncontemporánea que retoma el tema se encuentra en Indigenismo, clasessociales y problema nacional, Perú, CELATS, 1978, especialmente los trabajosde Degregori y Valderrama: y en El pensamiento político indio en AméricaLatina e indionidad y descoloruxacíón en América Latina, editados en Mé­xico. Nueva Imagen, 1979 y ambos bajo la dirección de Guillermo BoníilBatalla. Los trabajos de este último y las contribuciones de Héctor DtazPolanco son importantes. Véase del último sus trabajos publicados enIndigenismo, modernización y marginaiidad: Una revisión crítica, México;Juan Pablos Ed., 1979, Y en Nueva Antropología, núm. 9, México, 1978.

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se Un intento multidisciplinario se encuentra en S. N. Eísenstadt y SteinRokken, op. cu., especialmente caps. 11 y IV, así como los trabajos contenidosen el vol. JI de esa obra,

beranía nacional se va modificando, tal como debe hacerse ac­tualmente frente a los procesos objetivos de internacionaliza­ción de las economías nacionales y de la operatividad del grancapital transnacional. Frente a esta variabilidad, la tentaciónde una definición que recoja lo fundamental de las diversasexperiencias universales es casi inevitable.56 Hoy día el proble­ma de la nación en los marcos del capitalismo dependiente nopuede ser planteado como un asunto de unidad nacional enabstracto o como un problema de cultura autóctona, orle unaidentidad sobre la base de un pasado (indígena colonial, orepublicano) que deviene retórica e ideología.

La cuestión nacional es la tarea. de construir un estado na­cional independiente y democrático; es, por 10 tanto, en unavisión que no ignora las dimensiones étnica, cultural o psicoló­gica, un problema de poder, de un proyecto de clase, que sóloadquiere sentido en el marco de las actuales luchas sociales deAmérica Latina. La experiencia nicaragüense es un ejemplovivo y transparente de lo que significa recuperar la posibilidadhistórica de construir una identidad nacional, vinculado pro­fuudamente a las luchas populares y a la toma delpoder. Lahistoria nicaragüense es la crónica de una imposibilidad: elfracaso del proyecto liberal bajo la conducción de José SantosZelaya (1892-1911), la intervención norteamericana en complici­dad con el Partido Conservador (1911-1931); la entrega del paísa la familia Somoza. y a la Guardia Nacional durante cuarentay tres años (1936-1979) en que aquella y ésta prolongaron laintervención extranjera y destruyeron todo intento de consoli­dación de un estado nacional moderno e independiente. La ges­ta de Sandino (1927-1933) reivindica lo nacional-popular frenteal imperialismo, y en esos mismos términos el Frente Sandinistalogra, en su prog~ama y en su práctica, representar la únicaopción popular y nacional, enfrentando lo extranjero de aquellasociedad: la Guardia Nacional y la .dictadura somocísta,es de­cir un estado reducido a su expresión armada. Por fin fuerzassociales capaces de pensar y actuar en términos de la N aciónenfrentan exitosos el desafío de construirla como un estado-na­cional popular, democrático e independiente.

Quizá no sea muy aventurado afirmar que el fenómeno domi­nante en el análisis -del estado latinoamericano en los últimoslustros ha sido la forma del régimen político capitalista. A raízde la generalización de la violencia estatal en las dictadurasmilitares del Cono sur, la mayor parte de la literatura latino­americana sobre la materia se interroga acerca de los determi­nantes, de la lógica interna y de las vías de terminación de lasformas del estado capitalista.

Pero las oscilaciones de la forma del estado capitalista sontambién la preocupación central de quienes en el Perú, en Bo­livia y aun en el Brasil (en este caso bajo los vaivenes de la"apertura"), bajo el estímulo de la reiniciación de los procesoselectorales, se cuestionan la viabilidad y el alcance del retornoa la democracia burguesa. La misma temática copa la literaturacolombiana de fines de los años setenta y, aunque en menormedida, la mexicana, venezolana, ecuatoriana y dominicana, entodos estos casos bajo el aguijón del temor a la bota militar,las más de las veces prematura o mecánicamente anunciada.

Finalmente, las distintas caras del estado capitalista son dis­cutidas, temidas, experimentadas o superadas en las plataformasprogramáticas y en los procesos centroamericanos de auge delucha popular de los años recientes. ¿Se trata de programas yprocesos de orientación y de capacidad anticapitalistas o de ges­tas meramente antídíctatoríales, marcadas desde ya por el sinode la reproducción velada y renovada de las formas capitalis­tas de dominación?

Ahora bien, resulta aparentemente paradójica la circunstan­cia de que, en medio de esa multiplicidad de formas de estadoen el subcontinente, las unas pareciendo acercarse al ideal de­mocrático-burgués y las otras alejándose de él, constituyendo ensu conjunto una especie de "carrousel" multicolor cuyos raba-

INTRODUCCIÓN. LA PERTINENCIA POLÍTICA DE UN

REPLANTEAMIENTO TEÓRICO

FERNANDO ROJAS H.

ESTADO CAPITALISTA Y APARATO ESTATAL

EDELBEltTO TORRES RIVAS<<132

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