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CRITICÓN, 65, 1995, pp. 31-53. Topónimos hebreos y memoria de la España judía en el Siglo de Oro Dominique Reyre LEMSO, Universidad de Toulouse-Le Mirail Los nombres de las ciudades son poderosos canales de la memoria; en ellos sobrevive el recuerdo de sus fundadores y su evocación es un convite a «volver a reflexionar sobre los orígenes de una civilización...» 1 . Así ocurre en la España del Siglo de Oro, cuando historiadores, etimologistas y tratadistas que escriben sobre el idioma, impulsados por su afán de probar la antigüedad y la excelencia de su nación, llegan a interesarse por los topónimos de origen hebreo. De ellos se valen entonces no solamente como elementos integrantes de la elaboración del mito de los orígenes de España, sino también como testimonios de la antigüedad de la presencia de los judíos en el suelo hispánico, presencia que datan en época de Nabucodonosor o sea en el siglo sexto antes de J. C, después de la destrucción del primer Templo de Jerusalén 2 . Ni que decirse tiene que este nuevo planteamiento de la cuestión de los orígenes de España y de su idioma no agrada a todos los historiadores y provoca una acalorada polémica. Algunos de ellos, en efecto, ven en dicha afirmación de la antigüedad de la presencia judía en España un «agravio» cometido contra la «limpieza» de su nación y, con abundantes escritos, alimentan un debate en torno a las topoetimologías, como si en cada una de ellas, estuviese en juego el «honor» de la nación española 3 . En este sentido, la polémica topoetimológica que, en el Siglo de 1 Frase pronunciada por Joseph Pérez, a modo de conclusión del coloquio sobre las ciudades en el mundo ibérico; véase Les villes dans le Monde Ibérique, Actes du Colloque de Talence, 27-28 novembre 1980, Paris, Éditions du CNRS, 1982, p. 230. 2 Las otras dos diasporas del pueblo judío a España se datan en época romana, en los primeros dos siglos de nuestra era, bajo los imperios de Tito (después de la destrucción del segundo Templo en el año 70) y de Antonino (después de la rebelión de Bar Kokhba en el año 135); véase Dictionnaire Encyclopédique du Judaïsme, Paris, Le Cerf, 1993, p. 1258.

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CRITICÓN, 65, 1995, pp. 31-53.

Topónimos hebreos y memoria de laEspaña judía en el Siglo de Oro

Dominique ReyreLEMSO, Universidad de Toulouse-Le Mirail

Los nombres de las ciudades son poderosos canales de la memoria; en ellossobrevive el recuerdo de sus fundadores y su evocación es un convite a «volver areflexionar sobre los orígenes de una civilización...»1. Así ocurre en la España delSiglo de Oro, cuando historiadores, etimologistas y tratadistas que escriben sobre elidioma, impulsados por su afán de probar la antigüedad y la excelencia de su nación,llegan a interesarse por los topónimos de origen hebreo. De ellos se valen entoncesno solamente como elementos integrantes de la elaboración del mito de los orígenesde España, sino también como testimonios de la antigüedad de la presencia de losjudíos en el suelo hispánico, presencia que datan en época de Nabucodonosor o seaen el siglo sexto antes de J. C , después de la destrucción del primer Templo deJerusalén2. Ni que decirse tiene que este nuevo planteamiento de la cuestión de losorígenes de España y de su idioma no agrada a todos los historiadores y provoca unaacalorada polémica. Algunos de ellos, en efecto, ven en dicha afirmación de laantigüedad de la presencia judía en España un «agravio» cometido contra la«limpieza» de su nación y, con abundantes escritos, alimentan un debate en torno alas topoetimologías, como si en cada una de ellas, estuviese en juego el «honor» dela nación española3. En este sentido, la polémica topoetimológica que, en el Siglo de

1 Frase pronunciada por Joseph Pérez, a modo de conclusión del coloquio sobre las ciudades en elmundo ibérico; véase Les villes dans le Monde Ibérique, Actes du Colloque de Talence, 27-28 novembre1980, Paris, Éditions du CNRS, 1982, p. 230.

2 Las otras dos diasporas del pueblo judío a España se datan en época romana, en los primeros dossiglos de nuestra era, bajo los imperios de Tito (después de la destrucción del segundo Templo en el año70) y de Antonino (después de la rebelión de Bar Kokhba en el año 135); véase DictionnaireEncyclopédique du Judaïsme, Paris, Le Cerf, 1993, p. 1258.

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32 D O M I N I Q U E R E Y R E Criticón, 65, 1995

Oro, nace del intento de reconstrucción del pasado, se inscribe plenamente en laelaboración de una imagen identitaria colectiva.

De ahí que, al cabo de tres siglos, pueda surgir de nuevo un mismo tipo deargumentación topoetimológica, como ocurre con el discurso que el Rey Don JuanCarlos pronuncia en 1992, en vísperas de la celebración del quinto centenario de laexpulsión de los hispanojudíos, haciendo memoria de su presencia históricamediante su inscripción en la geografía y la lengua españolas4. El soberano recurreal mismo procedimiento que los hombres del Siglo de Oro, buscando en las huellastoponímicas y en los orígenes históricos de la presencia judía en España unoselementos identitarios nacionales.

Se trata, pues, por lo que a España se refiere, de un tema históricamenterecurrente, aunque muy poco estudiado5, y del que nos proponemos, hoy, analizarunos cuantos aspectos relativos al Siglo de Oro, centrándonos en la polémicatopoetimológica lanzada por el hebraísta Arias Montano y animada, entre otrosescritores, por Garibay, Aldrete y Covarrubias.

Para entenderlo, será necesario hacer, previamente, una distinción entre latoponimia científica —en la que no hemos de entrar en el presente artículo, por noser nuestro propósito recoger todos los topónimos hebreos de España, ni rastrearlos vestigios onomásticos que quedaron de los judíos6— y una toponimiamitológica7, que constituye nuestro objeto de reflexión por ofrecer un campo de

3 Amcrico Castro demostró la influencia del sentimiento de la honra (nacido del orgullo de no serjudío) sobre la historiografía española; véase De la Edad Conflictiva, Madrid, Taurus, 1972, pp. 99-133.

4 Analizamos el discurso que el Rey pronunció en la sinagoga de Madrid, a 31 de Marzo de 1992, en«Sefarad des rois d'Espagne», Ibéricas, 8, 1995, Université de Toulouse-Le Mirail, CRIC et Ophrys, pp.119-128. En este artículo, aludimos al brindis que ofreció el Rey al Presidente del Estado de Israel,Chaim Herzog, durante el cual insistió en la antigüedad de la presencia judía en Sefarad, diciendo: «Estáisen Sefarad, a la que la tradición judía identificó desde sus más lejanas raíces con España, voz cuyo origenes incierto, aunque pudiera proceder de los fenicios y de la lengua sirio-caldea heredada del antiguohebreo [...]. La presencia judía en España dataría del siglo II de nuestra era, según los vestigios que noshan llegado, aunque para algunos se remontaría, incluso, a la época de la destrucción del primer templo[...]. No fue, por lo tanto, una presencia dilatada de extranjeros más o menos adaptados. Aunqueconservasen su identidad y patrimonio judío, fueron plenamente hispanos y contribuyeron a fraguar loque habría de ser la personalidad de España como Nación...» (texto inédito que debemos a la amableentrega de David Grebler, presidente de la comisión Sefarad 92). Además, en el discurso que pronuncióen la sinagoga, el Rey expresó claramente su deseo de integrar a los judíos en la España moderna:«Sefarad no es ya una nostalgia sino un hogar en el que no debe decirse que los judíos se sienten como ensu propia casa, porque los hispanojudíos están en su propia casa, en la casa de todos los españoles»; véaseel texto del discurso en apéndice del citado artículo.

5 No hemos podido encontrar más de tres estudios sobre el tema: la bibliografía del Conde de laVinaza, Biblioteca histórica de la filología castellana, Madrid, 1893, pp. 3-39 (menciona a diez autoresque ilustraron el debate topoetimológico entre 1540 y 1672); el libro de Werner Bahner, La lingüísticaespañola del Siglo de Oro, Madrid, Editorial Ciencia Nueva, 1966; un artículo de Eric Beaumatin:«Langue de soi et phonèmes de l'autre: Nebrija, Valdés, Quevedo», Cahiers de l'UFR d'Études Ibériqueset Latino-américaines, n° 9, «Les représentations de l'Autre dans l'Espace ibérique et ibéro-américain»,vol. II, pp. 235-248 (evoca el debate lingüístico entre los partidarios del latín y del hebreo).

6 Véase José luis Laca ve, Juderías y Sinagogas Españolas, Madrid, Editorial Mapire, 1992.7 Harto sabido es que en el Siglo de Oro la etimología está todavía basada en un pensamiento

analógico y paronomástico.

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LA M E M O R I A J U D Í A E N EL S I G L O D E O R O 3 3

investigación sobre las ideas y creencias que circulan y se manipulan en los debatestopoetimológicos.

E M E R G E N C I A DE LA MEMORIA DE LA ESPAÑA JUDIA EN EL MUNDOCRISTIANO DE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVI:

B E N I T O ARIAS M O N T A N O Y JUAN DE M A R I A N A

La memoria de la antigua presencia de los judíos en España emerge, en el campode la exégesis filológica hebrea de las Escrituras, con motivo del comentario deltopónimo bíblico de «Sefarad». El mayor hebraísta español de la época, AriasMontano, en sus Comentaría in Duodecim Prophetas*, ofrece una glosa delversículo 20 del profeta Abdias en el cual aparece la voz hebrea «Sefarad»', quetraduce por «Hispania»10, y comenta ampliamente la venida de los judíos a Españamediante la explicación de algunos topónimos hebreos:

8 Publicado en Amberes, en 1571, pero acabado de redactar por Arias Montano en Madrid a 13 dejulio de 1567, como lo indica el mismo autor al final del capítulo que dedica a Abdias (en la ediciónconsultada, Amberes, 1583, p. 416).

9 «Sefarad» significa España en hebreo. Los primeros comentarios judíos como el Targum de Jonatátty la Peschitta traducen Sefarad por Ispamia e Ispania (véase el Dictionnaire Encyclopédique du Judaïsme,Paris, Le Cerf, 1993, p. 1376). Los Setenta (según la leyenda los 72 judíos, seis de cada tribu, querealizaron la traducción de la Biblia en griego para Ptolomeo que quería incorporarla en su biblioteca)tradujeron la voz «Sefarad» por el griego «Ephrata», y San Jerónimo, en su Commentariis in Abdiam,dijo «Bosphorus» sin dejar por otra parte de aludir a la tradición rabínica: «Ubi nos posuimosBosphorum, in Hebraeo habetur Sepharad, quod nescio cur LXX Ephrata transferre volverunt» (Dondepusimos Bosphoro, en hebreo hay Sepharad, que los Setenta, no sé por qué, tradujeron Ephrata), citadopor el dominico Tomás Maluenda en su tratado De Antichristo, Roma, 1604, cuarta parte, libro IV,capítulo XXVII, p. 276 de la edición de Valencia de 1647, cuyo texto debemos a la amabilidad denuestra colega en el LEMSO, Françoise Gilbert.

'0 Arias Montano cita el texto de Abdias: «Et transmigratio Ierusalem, quae in Bosphoro est,possidebit civitates Austri» (Y el exilio de Jerusalén que está en Bosphoro heredará las ciudades delNegev); y, refiriéndose a las antiguas interpretaciones judías de «Bosphoro» por «Sefarad» dice:«Quoniam in locorum nominibus reddendis saepe inter eos, qui libros ex Hebraico vertunt, variari solet,hune locum, ut Hebraice est, nominibus ipsis retentis, simplicet reddere plaçuit: 'et transmigratioIerusalem, quae in Sepharad, possidebit urbes Austri" [...]. Diximus quo in loco latine Bosphorus legitur,hebraice legi Sepharad [...]. Chaldaeus interpres sic hune locum vertit: "et transmigratio Ierusalem, quaein Spamia". Spamia a Chaldaeis eadem quae a Latinis Hispania dicta fuit quae terrarum orbis continentisultima Atlántico sive Occidentali océano alluitur et terminatur [...] quod antiqui graecorum autoresSperida nominarunt», ibid, p. 412 (Ya que los que traducen los libros hebreos suelen intercambiar amenudo los nombres de lugares, conviene traducir este nombre [Bosphoro] de manera más sencilla porlos mismos nombres que da la tradición: «y el exilio de Jerusalén que está en Sefarad, heredará lasciudades del Negev» [...]. Dijimos que donde en latín se lee Bosphoro en hebreo se lee Sefarad [...]. Elintérprete caldeo [el Targum] traduce también este nombre de lugar por Spamia: «y el exilio de Jerusalénque está en Spamia». Spamia entre los caldeos es la misma que es llamada por los latinos Hispania, lacual es el último de los continentes de la tierra, bañado y limitado por el océano Atlántico o Occidental,que los antiguos autores griegos llamaron Sperida). Arias Montano publica esta interpretación, un añomás tarde, en el octavo volumen de la Biblia Poliglota de Amberes, conocido bajo el título de ApparatusCommunes et Familiares Hebraicae Linguae Idiotismi (Antverpiae 1572). En la voz «Bosphorus» delIndex nominarum hebraeorum, caldaeorum et graecorum, se lee: «hebraice dicitur Sefarad, etinterpretatur liber sive codex descendens vel imperans: aut finis vel consumado descensionis vel imperii.Reginis nomen AB. 1, 20» (Bosphoro: el libro o manuscrito [del profeta Abdias] se lee y se interpreta enhebreo Sefarad, sea descendiendo o imperando, es decir, sea el fin o la consumación de la caída, o del

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Ahora tratemos brevemente de su historia: España fue habitada de una multitud de judíos,según tuvimos conocimiento en nuestra edad, aunque a partir de los años en que fuepromulgado el primer edicto de los reyes Católicos, fueron expulsados de la regiónsevillana y luego de la de Tarragona, y por fin a petición del rey Don Manuel de Portugal,de toda Lusitania. Y según consta en los escritos de esta gente, toda esta multitud de judíosprocedía de Jerusalén y del tribu de Judá, con sus familias, y no vinieron de ningún otrotribu. Cuentan también los Hebreos que en tiempos de la primera destrucción del sagradotemplo de Jerusalén por los Asirios, muchos de ellos fueron traídos a España por un jefePiro quien servía al imperio asirio. 1 '

Y prosigue Arias Montano evocando las fundaciones de Lucena y de Toledo:

Ellos fundaron primero dos lugares que llamaron, el uno Lucina, ciudad fortificada muypoblada en aquellos siglos, en Andalucía, que es llamada ahora Lucena, y la otra ciudad[fundaron] en la región de Carpetania, que llamaron en su lengua hebrea Toledoth, asínombrada, según dicen, porque en esta ciudad se vieron las familias judías másdistinguidas. Y ei nombre de Tholedoth significa también 'generaciones' o sea 'familias'.Además, a los lugares vecinos de Toledo que habitaron dieron nombres de Judea, enrecuerdo de sus añorados pueblos ásirios, o sea nombres que se pareciesen a ellos comoEscalona, Maqueda y otros más. Esto consta en sus antiguos comentarios del últimocapítulo del Libro de los Reyes.12

imperio; nombre del Libro de Reyes, y de Abdias 1, 20); sin paginación en la edición de Amberes, 1572,que manejamos. Es extraño que Arias Montano no facilite a sus lectores, en apoyo de su explicación dela voz Sefarad, el juego de palabra hebreo conocido de la tradición cristiana o sea el retruécano de «Sof»,fin, y «Rad», dominando. En este punto se diferencia Arias Montano de los autores cristianos posteriores(véase Maluenda, op. cit., p. 277) y de los autores judíos (véase la carta del apologista del judaismo IsaacCardoso al rabino de Venecia Samuel Aboab, en la cual alude a la fundación de las ciudades de Sefarad yal susodicho juego de palabra (edición de Marco Mortara «Une lettre autographe adressée au grandrabbin de Venise Samuel Aboab», Revue des Études Juives, Paris, 1886, vol. XII, pp. 301-305).

1 1 «Nunc iam historiam ipsam breviter tractemus. Hispaniam Iudaeorum innúmera multitudinefuisse habitata, nostre etiam aetatis testimonio cognovimus, namque non multis ab hinc annisCatolicorum regum edicto primum ex Baetica atque ex Tarraconensi, postremo Emanuëlis Portugaliaerégis iussu ex Lusitania décéder coacti sunt. [...] Omnen vero hanc multitudincm ex Iudaeorum, quiIerosolymam Iudaeque tribum coluerant, familiis, non ex aliis tribubus fuisse, constans omnium eiusgentis scriptorum opinio est. Narrant enim Hebraei quo tempore sacrum Ierosolymorum fanum abAssyriis primum dirutum est, multos ex ea gente in Hispaniam, a Piro quodam duce, qui Assyriorumimperium observabat, fuisse traductos». Es de advenir que los nombres de Nabuchodonosor y de Cyrussólo aparecen en el comentario de la segunda parte del versículo: «Et ascendet salvatores in montemSion; iudicare montem Esau» (Salvadores suben el monte Sion; para gobernar el monte de Esau), AriasMontano, Comentaría in Duodecim Prophetas, op. cit., p. 415.

12 «Qui duobus primum locis consedisse dicuntur alteri quidem nomen Lucina, frequentissimo illissaeculis in Baetica provincia oppido, quod nos vel Lucenam nunc dictam, vel quae non longe ab hac inIlliberitana regione est, [...] alteri vero Toleto regiae Carpentanorum urbi nomen fuit, quam quidam exillis Hebraico nomine Tholedoth dictam est eo putant, quod in ea urbe iudaicarum familiarum distinctiomaxime fuerit obsérvala. Id ipsum autem Tholedoth nomen significat generaciones sive familias. Atqueab iis qui ea loca incolvere Iudeis nomina quibusdam vicinis oppidis, ex relictorum in Syria locorumdesiderio, aut ctiam similitudine indidem esse, ut Ascaloniae, et Maquedae et aliis. Haec ex illorumantiqurs receptionibus, et ex comentariis in posteriorem Regum librum habuimus (2 Reg, cap. último),ibid., pp. 412- 414. Luego Arias Montano alude a la segunda llegada de los judíos a España bajo elemperador Tito Vespasiano, con la fundación por los romanos de la ciudad de Mérida: «In libro etiam

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Para llevar a cabo su interpretación de los topónimos españoles, Arias Montano nodisimula haberse valido de fuentes rabínicas («Narrant enim Hebraei»). Entre ellas,y aunque no menciona estas fuentes, es identificable la tradición medieval judía delRey Piro, difundida en el Siglo de Oro por el libro que Selomoh Ibn Verga escribió,en 1536, desde su lejano exilio de Constantinopla, el Sefer Shebet Yehudad, La Varade Yehudad13. En esta obra, el cronista judío evoca la historia de los orígenes deSefarad para que sus descendientes conserven la memoria de la antigua presencia delos judíos en España y graben en su corazón el recuerdo de las prestigiosas ciudadesque fundaron, desde su llegada en 586 antes de Cristo, con el Rey Piro yNabucodonosor:

Cuando Jerusalén fue repartida entre aquellos reyes, Nabucodonosor tomó para sí dosrecintos [...]. El tercer recinto lo entregó a Piro e a Hispano. El referido Piro tomó unasnaves y llevó a todos los cautivos a la antigua Sefarad, esto es, a Andalucía, y a la ciudad deToledo; desde allí se extendieron porque eran numerosos y el país no podía contenerlos atodos. Algunos, que eran de prosapia real, se dirigieron a Sevilla y desde ésta marcharon aGranada. 14

El hecho de que Arias Montano recurra a la memoria judía15 para forjarrepresentaciones del pasado de España no convence a todos sus lectores, y no essorprendente que su censor, el jesuíta Juan de Mariana, encargado del dictamensobre la controversia de la Biblia Poliglota16, matice las afirmaciones del autor del

[...] legimus Vespasianus, quo tempore triumphum ex Iudaea capta reportavit, persuasum a prefectoquodam, qui in Lusitania provincia erat, ut si quos ex his, quos Ierosolymis abduxerat, alio traducendosdeccrneret, ad se in Hispaniam transmitteret» (En este libro leemos también que Vespasiano, quien eneste tiempo había hecho cautiva a Judea, persuadido por el gobernador de la provincia de Lusitania,condujo allí a los habitantes de Jerusalén, de donde les hizo pasar a España), ibid.

1 3 Selomoh Ibn Verga, La Vara de Yehudad (Sefer Shebet Yehudad), introducción, traducción y notaspor María José Cano, Barcelona, Río Piedras Ediciones, 1991. En este libro, Ibn Verga imagina unaconversación entre un rey de España (no identificado, según el traductor) y un sabio cristiano, Tomás,encargado por el rey de aconsejarle a propósito de su política para con los judíos de su reino, acusados dehaber cometido un crimen ritual con motivo de la preparación de la fiesta Pesah (Pascua). Entonces,Tomás evoca los orígenes de este pueblo en Sefarad y su llegada con Nabucodonosor tras la toma deJerusalén.

1 4 Selomoh Ibn Verga, op. cit., p. 49. Tras evocar los orígenes del pueblo judío en Sefarad y sullegada con Nabucodonosor, Tomás refiere la segunda venida de los judíos a España: «Cuando sucedió ladestrucción del segundo Templo había en Roma un César que imperaba sobre todo el mundo. Tomó deJerusatén cuarenta mil familias del linaje de Judah —de Jerusalén y de otras ciudades— y diez mil del deBenjamín y los sacerdotes, enviándolas a Sefarad, que formaba parte de su imperio por aquellos días. Lamayoría de los del linaje de Benjamín y los sacerdotes, y unos pocos de los hijos de Judah, marcharon aFrancia [...], de suerte que los judíos que están hoy en tu reino son de estirpe real y una gran parte deellos, del linaje de Judah. Por tanto, ¿cómo se maravilla nuestro señor de hallar una familia quedescienda de David?», ibid.

1 5 Para la difusión de este relato entre los judíos, véase Isaac Cardoso, Las Cinco Excelencias de losHebreos, Amsterdam 1679, citado por Yoseph Hayim Yerushalmi, ibid. Véase también la carta que elapologista del judaismo, Isaac Cardoso, mandó al rabino de Venecia Samuel Aboab; véase supra la nota10.

1 6 Al cabo de dos años de estudio, Juan de Mariana presentó su censura de la obra de Arias Montanoen el Tractatu pro Editione Vulgata, en el cual reconoce la importancia de los textos bíblicos antiguos.

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Apparatus. Cierto es que se refiere también Mariana a la tradición judía en su libroHistoriae de Rébus Hispaniae*7, mencionando la etimología hebrea de Toledo; perono se deja seducir por ella ya que ni la apoya ni la refuta, considerándola como meraconjetura:

Esta venida de Nabucodonozor es muy célebre en los libros de los hebreos, y por causaque en su compañía trajo muchos judíos, algunos tomaron ocasión para pensar y aun dezirque muchos nombres hebreos en Andalucía y assí mismo en el reyno de Toledo quedaronen diversos pueblos, que se fundaron en aquella sacón por aquella misma gente. Entreéstos cuentan a Toledo, Escalona, Noves, Maqueda, Yepes sin otros pueblos de menorcuenta: los quales dizen tomar estos apellidos de Ascalon, Nobe, Magedon, Yope,ciudades de Palestina; el de Toledo quieren que venga de Toledoth, dicción que en hebreosignifica 'linages' y 'familias': quáles fueron las que dizen se juntaron en gran número paraabrir las can jas y fundar aquella ciudad. Imaginación aguda sin duda, pero que en estelugar ni la pretendemos aprovar ni reprovar de todo punto. Basta advertir que elfundamento es de poco momento, por no estribar en testimonio y autoridad de algúnescritor ' antiguo... 18

Así, a finales del siglo XVI en España, se inicia un debate en torno al tema de laantigüedad de los judíos en España. Y podemos valorar el alcance de las palabras deMariana en dicho debate cuando éste, a su vez, algunos años más tarde, ve su obracriticada por Ferrer, quien le reprocha el no haberse referido a Abdias ni a Sefarad,ni al comentario de San Jerónimo In Abdiam, como lo hizo Arias Montano". Dehecho, si Ferrer espera encontrar estas referencias bajo la pluma de Mariana, es quese trata de ideas que empiezan a imponerse y a difundirse en la época 20, no sóloentre los amantes del idioma hebreo sino también entre los defensores de otralengua, el vasco.

D E S A R R O L L O DE LA A R G U M E N T A C I Ó N TOPONÍMICA HEBREA ENDEFENSA DE LA CAUSA VASCA: GARIBAY

La investigación toponímica hebrea interesa también a cuántos quieren probar,fuera de todo escrúpulo en materia de contradicción lingüística21, que el vasco es lalengua original de la península ibérica, o sea una de las 72 lenguas primitivas

Pero, al examinar las diferencias catalogadas por Arias Montano entre los textos hebreos, caldeos,griegos y latinos, le reprocha el haber otorgado demasiado crédito a los textos hebreos, denunciandosobre todo las corrupciones hechas por los rabinos en los códices hebreos después de la muerte deCristo, en Tiberiades, antes de San Jerónimo.

1 7 Libro publicado en Toledo, en 1592, consta de veinticinco tomos, redactados en latín, sobre lahistoria de España hasta la toma de Granada.

1 8 Consultants la edición en castellano, Historia General de España compuesta primero en latín,después vuelta en castellano..., segunda impresión, Madrid, 1608, tomo I, capítulo 17, p. 34.

1 9 Citado por Georges Cirot, op. cit., p. 160.20 véanse Diego de Ximénez, Diccionario Ecclesiástico, en la voz «Hispania» y Iosepho Acosta, De

Natura Novi Orbis, Libro I, cap. 15, en la voz «Bosphorus», citado por Maluenda, ibid.21 Los partidarios del vasco no explican cómo se pasa del caldeo al vasco.

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postbabélicas22. Así, en 1571, el mismo año que el comentario de Arias Montano, yde la misma imprenta, la de Plantino en Amberes, sale el libro de Esteban deGaribay, el Historial de las Crónicas23, en el cual su autor intenta demostrar que laprimera región a que llegó Túbal, hijo de Jafet, nieto de Noé, el antepasado bíblicode los españoles según la tradición medieval24, fue el país vasco y que, porconsiguiente, el idioma español, después del hebreo, procede del vasco25. SegúnGaribay, se puede encontrar en la toponimia marcas inmarcesibles de una presenciahistórica del pueblo de la Biblia en España:

2 2 Véase Andrés de la Poca, De la antigua lengua, poblaciones y comarcas de Lis Españas, en que depaso se tocan algunas cosas de la Cantabria, Bilbao, 1587. En el prefacio el autor expone su propósitoapologético: «aquí se trata de ¡Ilustrar y vandear nuestra lengua vascongada», op. cit., f. 1, y afirma que:«En nuestra España, allende de la lengua hebrea y general del mundo, luego entró la vascongada comopuramente babylónica», citado por el Conde de la Vinaza, op. cit., pp. 16-17. Andrés de la Poca ofrecenumerosas topoetimologías hebreas: «Hasta hoy día en nuestros tiempos ha quedado un rastro general dela lengua hebrea en los nombres de las más señaladas provincias: Toledo en Hebreo significa madre degentes; Tarragona está compuesto de la lengua hebrea, en la qual significa abundante en bueyes, y de lavascongada, en la qual ona es bondad y excelencia», ibid. Nótese por fin, el empleo de la voz Sefarad:«Así también nuestra España en esta misma lengua primitiva no sin misterio es llamada Sefarad como sepuede ver en el profeta Abdias...», ibid.

2 3 El historiador vasco Esteban de Garibay nació en 1539 en Mondragón (Guipúzcoa) y murió enMadrid en 1599. Conocedor profundo del griego y del latín, obtuvo el cargo de bibliotecario de Felipe II,quien más adelante le nombró aposentador (1576) y cronista (1592). Publicó, a los treinta y dos años deedad, el Compendio Historial de las Crónicas e Historia Universal de Todos los Reinos de España, dondese ponen en suma los condes señores de Aragón con los reyes del mismo reino, y condes de Barcelona,reyes de Ñapóles y de Sicilia (Amberes 1571), obra dividida en cuarenta libros; algunos años después,editó las Ilustraciones genealógicas de los reyes católicos de España y de los emperadores deConstantinopla hasta el rey don Felipe II y sus hijos (Madrid, 1596), y se le debe también los Letreros delas insignias y armas reales de los reyes de Oviedo, León y Castilla: Discurso e ilustraciones de lasdignidades seglares de España (sin fecha). Asimismo dejó en manuscrito unas interesantes Memorias y unacolección de refranes vascongados, publicados en el Memorial histórico de la Real Academia de laHistoria (t. VII, 1854); véase Enciclopedia Universal ilustrada Europeo-Americana, Madrid, Espasa -Calpe, 1928, tomo XXV pp. 863-864. Tomás Muñoz y Romero, en su Diccionario bibliográfico-históricode los Antiguos Reinos, Provincias, Ciudades, villas, Iglesias y Santuarios de España (Madrid, EdicionesAtlas, 1973, p. 259), hace referencia a un manuscrito de Esteban de Garibay que trata de «la fundaciónde la imperial ciudad de Toledo, cabeza de las Españas, y las de muchos pueblos de sus comarcas, conotras cosas notables suyas, MS. de letra del autor, en el tomo IX de sus obras originales, que se guardanen la Academia de la Historia, f. 77-203. En los seis primeros capítulos trata de probar que Toledo fuefundación de los hebreos; habla después del río Tajo y de algunas cosas notables de la ciudad, de laspoblaciones comarcanas, fundadas también por hebreos, de algunos vocablos de su lengua que existen enla castellana, de la grande estimación en que han tenido a Toledo los reyes de España y los pontíficesromanos, con lo que concluye este opúsculo».

2 4 Américo Castro, reflexionando sobre la necesidad de distinguir la historia «fabulosa» de losespañoles de la verdadera, cita la crónica escrita en latín en el siglo XII por el navarro Jiménez de Rada,arzobispo de Toledo, según el cual Túbal es el antepasado de los españoles: «Del quinto fijo de Japhet,que ovo nombre Thubal, donde vinieron los españoles», Américo Castro, Sobre el nombre y el quién delos españoles, Madrid, Taurus, 1973, p. 72.

2 5 «De la venida a España del patriarca Túbal, su primer rey, y de diversas razones manifiestantesaver sido su assiento y habitación en la región de Cantabria y tierras de Navarra y que la lengua deCantabria, llamada agora bascongada, fue la primera de España», Garibay, Historial de ¡as Crónicas, op.cit., Libro V, capítulo 4, p. 125 (manejamos la edición de Amberes, 1571).

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38 D0MIN1QU E REYRE Criticón, 65, 1995

En comprobación y evidencia d'esto, se hallan en la mesma región [Andalucía], diversosnombres chaldeos, y aun hebreos [...]. El nombre de la ciudad de Hispalis, llamada agoraSevilla, y primero Sepilla, es chaldeo, que según antes queda declarado, significa 'llanura',siendo su nombre muy proprio y consono al assiento muy llano que tiene esta ciudad, laqual es población d'esta gente chaldea, hecha en memoria y post[r]ero documento de suvenida a España.26

Así, la argumentación topoetimológica hebrea permite al historiador vasco afirmarque los judíos llegaron a España en el siglo sexto antes de Cristo. Garibay dedica aeste tema un nutrido capítulo titulado:

De la destruyción de la sancta ciudad de Hierusalem por Nabucadnezer, príncipe de losBabylonios caldeos [...] y socorros que d'España fueron a Tiro contra este príncipe, yvenida suya a ella con Chaldeos y Persas y Indios y nombres chaldeos que en España sehallan y fundación de las ciudades de Sevilla y Córdoba y Toledo y de otros pueblos delcontorno de Toledo y principio de las synagogas d'España. Es capítulo grande, pero muynotable.27

La pieza maestra de la demostración de Garibay es el nombre de Toledo, ciudadfundada, según él, por los judíos venidos con Nabucodonosor y ocasión para esteautor —caso insólito para la época— de una apología del monoteísmo judío vistocomo preparación para la futura evangelización de España:

Los judíos, que era una de las más señaladas naciones que en los exércitos deNabucadnezer venían, hicieron en España diversas poblaciones, siendo ésta su primeravenida en ella, y comenzaron a estender en ella la sancta Ley de Escritura, dada por Dios aMoysén en el monte Sinay, para la carrera y salvación futura de las gentes, siendo la quemandó Dios observar, y la que los santos y justos siguieron hasta la predicación de la leyevangélica de Gracia, cuya figura era aquélla. Estas gentes passaron hasta la provincia deCarpetania, en la qual fundaron en la rivera de Tajo, en un cerro alto bien fuerte a natura,una población, que en su lengua hebrea llamaron Toledoth que significa 'generaciones',resultando este nombre por haber concurrido a su población y fundación de todas lasgeneraciones de los diez tribus de Israel; y d'esta mesma opinión es el doctor Benito AriasMontano; y con el progreso del tiempo quitadas las dos últimas letras T y H se dixoToledo, muy célebre ciudad de España cuya fundación hecha por estas gentes confirman yverifican algunos nombres que desde estos tiempos hasta los nuestros se conservan en lamesma ciudad [...]. Estas gentes teniendo en su ley y letras mucha pericia y doctrinafundaron synagoga, en su nueva ciudad, que fue la más principal que uvo en España, porcuyo sirio señalan a la yglesia de Santa María la Blanca en la parroquia de Santo Tomás. Dela antigüedad d'esta synagoga donde un solo Dios y no los vanos Dioses de las otrasnaciones d'este siglo era adorado...28

2 6 Garibay, op. cit., Libro V, capítulo. 4, p. 128.2 7 Garibay, op. cit., Libro V, capítulo. 4, pp. 125-133.2 8 Garibay, op. cit., Libro V, cap. 4, pp. 129-130.

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LA M E M O R I A J U D Í A E N EL S I G L O D E O R O 3 9

Y, a continuación, Garibay muestra cómo los judíos, en tiempos del retorno delexilio babilónico, prefirieron no volver a Jerusalén y quedarse en España, fundandonuevas ciudades, réplicas de las de Tierra Santa:

Ellos, siendo llamados de los demás a su originaria patria quando tornó a ser reedificado eltemplo de Salomón, no quisieron bolver, respondiendo que, por auctoridades de profetas,sabían que aquel templo avía de ser tornado a destruir, y así sucedió en efecto en el tiempodel emperador Vespasiano [...]• Estos tribus de Israel no sólo fundaron la ciudad deToledo, constituyéndola por cabeza de sus poblaciones en España, mas aún en suterritorio fabricaron y erigieron otras poblaciones con los nombres de sus propias patrias ynaturaleza, siendo una délias la villa de Escalona, a ocho leguas della, puesta en la riberade Alberche, dándole el nombre de Ascalona, pueblo de los confines del reyno de Judá[...]. Fundaron en el mesmo territorio la villa de Maqueda, con nombre de su región [...] ylo mesmo hizieron en la mesma comarca a Noves, dándole el nombre de Nove, pueblo desu patria, y por la misma orden fundaron otro pueblo, llamado Yope, de donde vinodespués a derivarse el nombre de Yopes, y de Yopes Yepes, y esta propria consideracióntuvieron en otro pueblo más conjunto a la mesma ciudad, llamado Aceca, y en otrosmuchos que en su circunferencia fundaron. En cuyas erecciones, con el grande amor de supatria, no sólo con los nombres, mas aún con las distancias de cada pueblo, fundandocada uno a tanto espacio de la ciudad de Toledo quanto los de aquella su región distabande la ciudad de Jérusalem, de manera que en esto y en lo demás se esforçaron a retractar asu patria.29

Con este último verbo («retractar»), Garibay destaca, entre España y la Tierra Santade la Biblia, una voluntad de fuerte paralelismo fundado en similitudes toponímicasentre ambas entidades. Y esta analogía puede interpretarse a la luz del propósitoinicial del autor o sea la exaltación de «la mucha santidad y religión de la naciónespañola»30. En dicho contexto apologético, la toponimia hebrea viene a ser unrecurso idóneo para «sacralizar» la tierra de España, según un proceso queanalizaremos más lejos al hablar de Covarrubias y que remite a una actitud, muyfrecuente en el Siglo de Oro, de apropiación de todo lo hebreo bíblico (tierra,personajes, historia, etc.)31. En el caso de Garibay, se trasluce en sus escritos unaafanada búsqueda de todos los detalles que permitan celebrar la unión de las dostierras; para enriquecer su evocación, no vacila, como Arias Montano, en aludir a latradición judía de la venida a España de un rey Piro:

2 9 Ibid, pp. 130-131. A esta serie toponímica Garibay añade los nombres de lugares de la regiónandaluza: «Después, con el discurso del tiempo, siendo estas gentes en mayor augmento, se derramarona otras diversas provincias de España, y d'estos primeros fueron a la Andaluzía, donde en la villa deLucena tuvieron universidad de letras hebreas como lo escribe Iosepho Abarbenel en el Comento de losprofetas menores» (ibid.); sigue el autor pasando revista a las ciudades judías diciendo que: «En la ciudadde Çamora vinieron también a tener notable synagoga, y aun los ludios suyos se preciaron de ser a ellosescrita por Sant Pablo la Epístola a Hebreos, como en el mismo tratado lo notó el doctor Figuerola,aunque aquélla se escribió a los habitantes de Hierusalem: pero como Beuter dize, pudo ser que ellostuvieron la copia y pidieron a Sant Pablo les diesse la razón de la Fe que predicava», ibid.

30 Véase el prólogo de Garibay, op. cit. , y el título del capítulo octavo del Libro tercero: «De lamucha santidad y religión de la nación española», op. cit., p. 74-75.

3 1 Véase nuestro artículo «La voz judío en el Tesoro de la Lengua Castellana o Española de Sebastiánde Covarrubias y en su Suplemento», Criticón, 61, 1994, pp. 81-94.

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40 DOMINIQUEREYRE Criticón, 65, 1995

Uvo en España un Rey llamado Pirrus, de nación griego, [...] yerno del rey Hispan, y que,siendo llamado por Nabucadnezer para la sobredicha guerra de Hierusalem, por ser sualiado, quando volvió a España, traxo muchos millares de ludios de la porción de sudespojo, y que con ellos no sólo pobló en el territorio de Toledo muchos pueblos, peroaun fundó en la misma ciudad la synagoga, arriba nombrada, trayendo para su fábricamucha tierra de Hierusalem. 32

A diferencia de Arias Montano, sin embargo, Garibay termina rechazando estaversión judía por sus anacronismos. En efecto, al evocar la tradición que exculpa alos judíos españoles de la muerte de Cristo, cambia de tono, abandonando laapología para negar todas las alegaciones a favor de los sefardíes:

Y aun passan de aquí diziendo que los judíos desta ciudad, siendo tan antiguos, por nohaber consentido por sí ni por sus mensajeros en la pasión y muerte del Redemptor delmundo, vinieron después a ser exemptos y libres de cierto género de tributo que los demáshebreos de las otras regiones pagavan a sus príncipes. Todo esto es fabuloso, porquenunca uvo en España Rey, llamado Piro, y menos da lugar la concordancia de los tiempospara que el sobrino de Hércules el Griego pudiesse ser yerno del rey Hispan, ni tampoco aque el tal pudiesse alcançar los tiempos de Nabucadnezer [...] sino en tiempo delemperador Vespasiano, siendo Piro gobernador de la ciudad de Mérida...33

Vemos que por muy apologético y «filohebraísta»34 que es, Garibay no se aparta delpensamiento teológico de su época, según el cual todos los judíos descienden de losque mataron a Cristo35; alaba la fidelidad y el amor que los hispanojudíos tienen porEspaña, pero queda fuera de su propósito exculparles.

Así, en el debate topoetimológico, Garibay aparece como el portavoz de cuantosno ven en la afirmación de la preeminencia del hebreo y de la antigua presencia delos judíos en España ningún agravio para con el honor nacional, sino, al contrario,un medio privilegiado para sus fines apologéticos36. Empero, no todos los

3 2 Garibay, op. cit., Libro V, cap. 4, pp. 132-133.3 3 Ibid.3 4 Con esta expresión de «filohebratsmo» calificamos la actitud de los autores del Siglo de Oro que

intentan hacer derivar las raíces semíticas del español, sobre todo las fenicias y árabes, del idioma hebreo;véase un ejemplo de esta actitud en Garibay, a propósito del nombre de la ciudad de Cádiz: «que losfenices por llamar en su lengua Gadir a los palenques, surtió esta ciudad Erithrea, su segundo nombre deGadir, diziéndose después Gades y Cáliz, que en caldeo significa cosa magnificada y engrandecida. Porotra parte es dicción hebrea pues si de los fenices vino el nombre había de ser hebreo porque ellos sabíanla hebrea, [...] que sea dicción hebrea no provino de los fenices sino de los muchos judíos que despuésvinieron a España con Nabucadnezer...», Garibay, op. cit., Libro V, cap. 3, p. 123. Esta actitud de«filohebraísmo» es la que Aldrete rechaza rotundamente, operando exactamente al revés y haciendoderivar el hebreo del idioma fenicio, como veremos más adelante (véase, infra, la nota 70).

3 5 Véase nuestro estudio «La escenificación del deicidio en los Autos Sacramentales de Calderón»,Criticón, 63, 1995, pp. 139-162.

3 6 En la perspectiva apologética es también interesante la actitud adoptada por Maluenda. El autordel De Antichristo (citado supra en la nota 15) sigue primero la opinión de Garibay a quien cita: «Tunesane Nabuchodonosorum multos Iudaeos, vel captivos, vel milites, in eam Hispanicam expeditionemtraxisse, qui postea in Hispánica haeserunt, genus in posteros propagaverint, nomina Hebraica urbibus a

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LA M E M O R I A J U D l A E N EL S I G L O D E O R O 4 1

historiadores opinan como él y combaten esta actitud por juzgarla indecente,emprendiendo una guerra contra el hebreo y proponiendo otras topoetimologías.Tal es el caso de Bernardo de Aldrete, quien se luce en el debate por alzar la voz ysalir en defensa del honor de la nación española.

OCULTACIÓN DE LA MEMORIA JUDIA DE ESPAÑA: LA REACCIÓNVIOLENTA DE ALDRETE EN CONTRA DE LA TOPO E T IM O LO G 1A HEBREA

De hecho, con el libro Del origen y principio de la lengua castellana o romanceque hoy se usa en España, publicado en Roma en 1606 por Bernardo de Alderete^7,la controversia sobre la topoetimología hebrea y sus implicaciones históricas seconvierte en una batalla apasionada en torno a la elaboración del concepto de laidentidad nacional. Hasta entonces, todos los autores de la época, sean hebraístas,sean partidarios del vasco o del castellano antiguo38, concordaban en la defensa delhebreo como lengua de los fundadores de la nación y hacían, de manera más omenos marcada, memoria de la antigua presencia judía en España. Aldrete, encambio, adopta, desde el principio, un punto de vista crítico frente a la teoría de losorígenes bíblicos del castellano, declarando que no se puede saber, dada ladiversidad de los idiomas, cuál fue el idioma hablado primero en España. A partir deeste presupuesto dubitativo, el canónigo defiende los orígenes latinos del español:

Comúnmente he oído que el romance que aora usamos, y que en esto [sic] se escribe, sederivó de la lengua latina o romana, y della tuvo su principio y nombre [...] y hallo que esmuy cierto. 39

Arremete luego contra los partidarios del hebreo y al mismo tiempo contra lamemoria de la antigüedad de la presencia judía en España, dos realidades que nohacen más que una en su mente. A este tema dedica el capítulo titulado: «Del origen

se conditis indiderint, plcrique suspicati sunt, vide Garibaius...» (Pues lógicamente muchos judíos deNabucodonosor fueron traídos, sea como cautivos, sea como soldados, en esta expedición a España y seestablecieron después en ella y propagaron su raza y dieron nombres hebreos a las ciudades quefundaron, véase Garibay, Libro V, cap. 4), Maluenda, op. cit, p. 278. Pero, luego, aunque Maluendacombate «las mentiras y afabulaciones» de los autores que niegan esta antigua presencia judía (op. cit., p.279), no considera que «es del todo necesaria esta expedición de Nabucodonosor, o el exilio de losjudíos a España» y dice: «no lucharé en su favor» («quia nostro nunc instituto, non admodum necessariaest ea in Hispaniam vel Nabochodonosori anabasis, vel Iudaeorum migratio, non admodum pro illapugnabo», ¡bid.)

37 El canónigo Bernardo Aldrete (1565-1614), teólogo, historiador, arqueólogo y gramático, fuedoctísimo en todo género de letras y lenguas; sabía la hebrea, caldea, arábiga, italiana, francesa y otras.Escribió Del Origen de la Lengua Castellana o Romance que hoy se usa en España (Roma, 1606) y VariasAntigüedades de España, África y Otras Provincias (Amberes,1614); véase Enciclopedia Universal , op.cit., tomo IV, pp. 351-352.

38 A propósito de la reivindicación de un castellano antiguo y de la condena del latín, véanse elDoctor Gregorio López Maderas, Las Excelencias de la Monarquía y Reyno de España a La Magestad delRey don Felipe II, Madrid, 1597, y también Luis de la Cueva, Diálogos de las cosas notables de Granada ylengua española y algunas cosas curiosas de Granada, Granada, 1603, edición facsímil de José Mondéjar,Universidad de Granada, 1993.

39 Aldrete, op. cit., Libro I, cap. II, f. 2; manejamos la edición de Madrid, 1674.

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de algunos nombres hebreos, y quán incierto sea lo que dizen de la venida deNabucodonosor a España», en que critica el recurso a la topoetimología hebrea:

Entre los nombres castellanos que usamos, algunos son tenidos originalmente por hebreos[...] que no dudo sino que los hay, recibidos y admitidos en el uso por diversas causas, losquales son menos que de ninguna otra lengua. Los nombres de ciudades y lugares y ríosque se tienen por hebreos y fundación suya, tengo por cierto que no lo son, ni passaassí...4O

Después de confesar sus reticencias en tratar de la cuestión hebrea, dado el carácterapasionado de la controversia41, Aldrete rechaza los argumentos de loshistoriadores Estrabón42 y Josefo43 y, a la vez, las alegaciones de los comentaristasdel versículo de Abdias y del final del Libro de los Reyes44, con los cuales seacreditó la llegada de los hebreos con Nabucodonosor en España45, después de laprimera destrucción de Jerusalén, y se autentificó su fundación de las principalesciudades españolas. Sigue en esto la actitud del historiador jesuíta Juan de Mariana, aquien alude, poniéndole de su lado: «Imaginación aguda sin duda, pero sinfundamento, como dixo muy bien el padre Juan de Mariana»46.

A partir de ahí, Aldrete adopta un tono más vindicativo: «Tengo por incierto, yindigno de todo punto, de que tan graves, tan píos, y tan doctos varones, con tanflacos fundamentos ayan seguido ni hecho memoria de ello»47. Para el canónigo,esta interpretación constituye una ofensa hecha a los españoles y a su honornacional: «Han hecho agravio a sí y a todos [...] que después parieron monstruos dehistorias...»48. La metáfora del incendio expresa el peligro que esta tesis hace correra todos:

Porque la cosa, de principios tan débiles, ha crecido de manera que son menester muchasfuerças para desarraygarla; como fuego que de una centella se emprendió, que cuestamucho trabajo el apagarlo.49

4 0 Aldrete, op. cit., Libro III, cap. IV, f. 73 y ss.4 1 «Quisiera escusar de tratar desto por evitar ofensiones, de quien no gustara de oír mi sentimiento

[...], pero como el deseo de manifestar la verdad me ha hecho tomar la pluma, la mesura me obliga [...]no callando por temor de no disgustar como he hecho hasta aquí», ibid.

4 2 Aldrete indica al margen su referencia a «Strabo, Geographia, Libro XV» citando su texto:«Navocodrosorum [...] ex Hispania exercitum ¡n Thraciam Pontumque duxisse».

4 3 Aldrete indica al margen sus referencias a «Iosepho, Lib. 16, cap. 11 de Las Antigüedades y ContraApionem, Libro II», citando este último texto: «Megasthenes [...] praedictum Regem Babyloniorum [...]Hispaniam subiugasse».

4 4 Aidrete se refiere probablemente al final del Comentario sobre el Libro de los Reyes (II Reyes, 25,1-12) de Isaac Ben Yehoudah Abravanel (1437-1508), que se publicó en castellano en Venecia en 1579.

4 5 El recurso a Estrabón y a Josefo muestra que Aldrete no niega el hecho de que Nabucodonosorhaya sometido a España, sino sólo la venida de los judíos con él.

4« Ibid.4 7 Aldrete, op. cit., Libro EQ, cap. IV, f. 73 y ss.4» Ibid.4 ' Ibid.

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LA MEMORIA JUDIA EN EL SIGLO DE ORO 43

Para rebatir la argumentación topoetimológica hebrea, Aldrete no vacila enrecurrir tanto a autoridades eclesiásticas50 como a obras de la historiografía judíaque no mencionan la venida de los judíos en tiempos de Nabucodonosor y datan sullegada a España en época de los romanos:

También la Chronología de los hebreos, llamada Seder Olam Rabba, por tres capítulos(desde cap. 25 hasta el 28) trata de Nabucodonosor y no haze mención desta venida aEspaña. Lo mesmo es en Seder Olam Zuta, en la qual haze memoria de que en tiempo deVespasiano passaron a España muchas familias de los israelitas del tribu de Judá...51

Y para acabar con sus adversarios partidarios de las topoetimologías hebreas, elautor se refugia en el campo del antijudaísmo teológico, que condena a los judíospor haberse negado a aceptar la luz del Evangelio. Así, remata su impugnaciónatribuyendo a los mismos judíos la autoría de las tradiciones acerca de su remotallegada a España:

Realmente no hay cosa en el mundo que no se pueda creer de los hombres desamparadosde Dios, mayormente siendo enemigos de Cristo nuestro Señor, y Salvador, que es la luz,la puerta y el camino para la verdad, sin el qual quedan a oscuras, descarriados y llenos dementiras, y caerán en los despeñaderos de la falsedad y engaño. Tales quedaron loshebreos que no han querido creer en Christo, nuestro Señor, y en esta ceguedad yinfidelidad permanecen, por lo qual son castigados por el envassallamiento y vexación quepadecen entre todas las naciones. Deste principio nacieron las blasphemias espantosas, deque están llenos los libros del Talmud, en que con desvergüenca diabólica se atreven acontradezir la verdad de la Sagrada escritura, y hazer glosas contra la ley divina, de queautores muy graves han escrito mucho. Y con el mismo atrevimiento han inficionado lashistorias, aun en lo que toca a lo profano, todo encaminado a sustentar su loca pertinacia,y ciega porfía, pero todo de manera que su grande ignorancia luego de lexos descubre lamentira.52

5 0 «San Clemente refiere lo de Nabucodonosor [...] no haze mención que huviessen venido los ludiosa España», op. cit., Libro III, cap. IV , f. 74.

5 1 Ibid. Probablemente saca Aldrete sus referencias a la historiografía judía medieval (el Seder OlamRabba y el Seder Olam Zuta; en hún-.Chronología Hebraerum maior et minor) de fuentes cristianas comola Chronographia de Genebrardo publicada en París, en 1580. La obra de este sabio parisino, aprobadapor la facutad de teología de París, fue reprobada por la Inquisición española. Figura en el Index librorumexpurgatorum del inquisidor español Gaspar de Quiroga (Madrid, 1583). Sin embargo, la Chronographiano fue del todo prohibida sino expurgada por sus alusiones a autores protestantes, y ningún material judíofue suprimido, por lo cual el lector español de la época podía leerla y documentarse sobre la culturajudía (la Chronographia incluye textos del Talmud y elementos de It Cabala). Aldrete recurre al SederOlam Rabba y al Seder Olam Zuta para rebatir la tesis de la llegada de los judíos con Nabucodonosor,porque ambas obras se refieren a su llegada con Tito Vespasiano: «Venit Titus Vespasianus qui traduxit incaptivitatem Israelitas, familias multas domus Davidicae, et Iudam in Hispanias, quas vocamus Sepharad»(Vino Vespasiano quien trajo cautivos a israelitas, muchas familias de la casa de David y de Judá a España,que llamamos Sefarad), Seder Olam Zuta, Libro II, citado por Maluenda, op. cit, p. 277.

5 2 Aldrete, op. cit., Libro III, cap. V, f. 75.

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44 DOMINIQUE REYRE Criticón, 65, 1995

Al mencionar el Talmud —la obra más condenada por los cristianos de aquellaépoca J3—, a propósito de la tesis de la antigüedad de la presencia de los judíos deEspaña, Aldrete abandona el campo lingüístico para situarse en el terreno de lapolémica antijudía. Así es como echa mano del tópico de la acusación de traición deEstado y hace remontar aquellas «mentiras urdidas» a los tiempos de los moros enque estos se valieron de los judíos para poblar las tierras que conquistaban sobre loscristianos:

En estos desdichados tiempos procuraron [los judíos] extender su antigüedad en España.[...], todo esto tengo por muy cierto se forjó en aquellos miserables tiempos en que estagente podía con los príncipes christianos mucho, y no menos con los moros, los quales seaprovecharon dellos para poblar y defender lo que iban ganando de los christianos y assícrecieron en tanto número que les pareció se podían vender por los primeros, o másantiguos pobladores de España, con particulares intentos. 54

El cambio temático operado por Aldrete permite entrever el nudo de la polémica: siel canónigo deja de lado su propósito inicial de investigar los orígenes del idiomacastellano para tratar la cuestión de la antigüedad de los hebreos en España, es quequiere mostrar que a España sólo llegaron los «judíos», autores de la crucifixión deCristo, y no los «hebreos», es decir miembros del pueblo escogido. Por eso prosiguediciendo:

Lo mismo dize San Gerónimo, que porque menospreciaron a su Salvador y locrucificaron, echados de la tierra, vagabundos y huidos andan por todo el mundo. Refieremás [San Gerónimo, diciendo] que en todo el orbe estaban captivos, en Francia, lasBretañas, España, Italia y África, y no dize de las provincias orientales porque éstas, antesdel tiempo de Augusto estavan dellos pobladas, y después se extendieron a lasoccidentales, de manera que ya en este lugar se comiença a hazer memoria de España y noantes; y assí a las dos dispersiones de Pompeyo y Tito atribuye nuestro español Prudencioel averse derramado los judíos por todo el mundo, en castigo de la muerte de CristoNuestro Señor [...] que viniendo esta gente a España en cautiverio, no podía en ningunamanera fundar ciudades ni darles nombres...55

5^ Véase la definición de la voz «Talmud» por Covarrubias en su Tesoro: « Libro perverso y ridículo,que los judíos, después de la dispersión suya en la destruición de Jerusalén, han compuesto, todofabuloso y desatinado. Diéronle este nombre, que en su nombre vale dotrina ... vide BibliothecamSanctam. Sixti Senensis, lib. 2, verbo traditionis seniorum. Petrum de la Cavalleria in suo libro ZelusChristi, núm. 41, en el comentario» (Sebastián de Covarrubias, Tesoro de La Lengua Castellana oEspañola, Madrid, Turner, 1977, p. 952; a partir de aquí: Tes.).

5 4 Ibid. Sobre el mismo tema véase también el capítulo XIII del Libro III titulado «Del nombre delPerú y de Granada y la Guardia», en el que Aldrete, después de afirmar que los susodichos topónimos noson hebreos, concluye aludiendo a la toma de Granada por los moros, diciendo: «si sólo Granada fuerapoblación de los judíos, ellos no la defendieran [...]. Toledo fue entrada por traición de los judíos [...].Bien claro se ve en esto y en lo demás que nuestras historias escriben, que los judíos fueron en favor delos moros», ibid, f. 86.

5 5 Aldrete, op. cit., Libro III, cap. VI, f. 77. Para la cita de Prudencio, Aldrete indica al margen InApotheos, contra Iudaeos, ibid.

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LA M E M O R I A J U D l A E N EL S I G L O D E O R O 4 5

Vemos de nuevo que el debate ya no es lingüístico sino teológico. No se trata dediscutir cuestiones filológicas, sino de perfilar la imagen identitaria negativa de ladiaspora judía a España. Para Aldrete, esta venida de los judíos se ha de relacionarcon el castigo divino que padecieron por haber crucificado a Cristo, o sea el exilio,señal de maldición: los judíos no vinieron.a España como fundadores vencedoressino como vencidos56. Al afirmar que su presencia en España se remonta solamenteal primer siglo de la era cristiana, el historiador puede negar su influencia en latoponimia.

Si Aldrete insiste tanto en este tema, es que, en su opinión, aceptar la tesis de lallegada de los judíos a España en tiempos de Nabucodonosor, o sea seis siglos antesde la crucifixión de Cristo, equivale a exculparles57. De ahí que el canónigo terminesu demostración con la rotunda negación de la preeminencia de las huellas delidioma hebreo en el español:

Éstas son las causas concluyentes por que se nos pegaron tan pocos vocablos de la lenguahebrea, que sin duda fueran más si ellos la conservaran y usaran...58

Pero son cuestiones tan candentes en la época que, cuatro años después, parazanjar definitivamente la cuestión de los orígenes de la lengua española yperfeccionar su argumentación lingüística, el canónigo escribe otro libro tituladoVarias Antigüedades de España, África y otras provincias (Amberes, 1614)59. En esta

5 Í En el capítulo titulado «En qué tiempo vinieron los Hebreos a estas partes occidentales», elcanónigo muestra que los judíos no pudieron llegar antes «ni mucho menos que fuessen poderosos paradar nombres y fundar ciudades», op. cit., Libro DI, cap. VI, f. 76-78.

5 7 Como lo muestra Antonio Domínguez Ortiz, a esta conclusión llegó, en el siglo pasado, elhistoriador de los falsos cronicones, Godoy Alcántara, intuyendo que entre las numerosas crónicas queen el Siglo de Oro florecieron en la comarca toledana, algunas beneficiaban a los judíos españoles yestablecían que su habitación en España era antiquísima y que por consiguiente no habían tenido ningunaresponsabilidad en la muerte de Cristo. Según Antonio Domínguez Ortiz, en esta preocupación por lavarla mala fama de los judíos y de los conversos, sus descendientes, se podía adivinar la identidad conversade muchos de estos historiadores; véase Los JudeoConversos en la España Moderna, Madrid, 1991,Editorial Mapire, pp. 222-224.

5» Aldrete, op. cit., Libro III, cap. VI , f. 78.5 ' En este libro, Aldrete completa su demostración rebatiendo las topoetimologías hebreas de

Garibay, y oponiendo al elemento judío el elemento fenicio, su contrapunto, objeto de ditirambo: «Losphenises, gente sabia i muy estimada en el mundo, ilustre i famosa en el mundo, conocida por susnavegaciones, siendo los primeros que sulcaron los mares i que enseñaron el arte de navegar [...] yfundaron muchas ciudades», op. cit., Libro I, cap. XXTV, f. 107; véase también en el Libro II, cap. 0°, losdiez folios dedicados por Aldrete a la topoetimología «phenisa» de Gadir y el capítulo VHI donde hablade la «distinción de las dicciones púnicas, árabes que hay en España, i las que se reputan por hebreas y noson sino púnicas i árabes conforme a los tiempos i el nombre de la ciudad de Málaga, que viene del tyrioen el qual Malach es reinar». Aldrete hace derivar las voces hebreas presentes en el idioma español delárabe: «¿De dónde vinieron las dicciones hebreas que ai en nuestra lengua? De la hebrea, no, porquenadie la a hablado en España...», ibid. Véase también otra topoetimología: «del nombre de Granada sean dicho muchas y varias cosas que no havía para qué referirlas ni menos lo que dijo Garibay, que esdicción pura hebrea garnad, que significa peregrino, vagabundo, que no tiene assiento ni lugar cierto iviene del árabe, siendo el hebreo corrompido de aquella lengua», Libro II, cap. XXIIII, f. 322. Así,Aldrete atribuye la fundación de las ciudades que se consideran de origen hebreo como Cádiz, Ávila,

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obra, va más allá en su batalla contra el idioma hebreo, demostrando que éste seperdió a causa de los pecados del pueblo de Israel en el exilio babilónico y que:

Dejó de ser vulgar por las grandes culpas i enormes pecados del pueblo que la usaba;porque no convenía que la que toda era sacrosanta, i que tuvo tantas prerogativas, seusasse en cosas profanas y feas y detestables. 6 0

Nace así la idea una distinción entre la prestigiosa lengua hebrea («la lengua primeraque uvo en el mundo fue la que se conservó en Heber, i del se llamó Hebrea»61) yuna lengua vulgar:

El engaño estuvo en que tenían por hebrea la vulgar que usaba el pueblo de Israel despuésde la captividad de Babylonía, y por chaldea la que estaba en las sagradas letras, siendo elcontrarío. 62

Mediante esta diferenciación lingüística entre «hebreo» litúrgico y «caldeo» vulgar,el canónigo puede llegar a la conclusión de que «nunca se habló hebreo enEspaña»*3, haciendo derivar las voces hebreas que se hallan en el español delidioma árabe.

A través de todas estas páginas que Aldrete y sus partidarios64 escriben sobre eltema toponímico se trasluce la importancia de lo que, para ellos, está en juego: setrata de defender el «honor» de una España hegemónica «limpia» de la sangre delpueblo que mató a Cristo.

LA SÍNTESIS DE C O V A R R U B I A S :

H E B R A I Z A C I Ó N D E L O S T O P Ó N I M O S Y E L E C C I Ó N D E E S P A Ñ A E N E L

TESORO DE LA LENGUA CAST ELLANA O ESPAÑOLA

En esta batalla, Sebastián de Covarrubias, cinco años más tarde, escoge dar lapalabra, en su Tesoro y en el Suplemento, a todos los adversarios en presencia,citando tanto a Arias Montano como a Garibay o a Aldrete. A primera vista, sinembargo, el lexicógrafo parece adoptar una postura distinta de la del canónigo

Yepes, Escalona, Toledo y Sevilla a «los Phenices, gente ilustre y muy estimada en el mundo» (Aldrete,op. cit., Libro ID, cap. Vu y ss).

60 Aldrete, op. cit., Libro I, cap. XXXV, f. 137.61 Aidrete, op. cit., Libro I, cap. XXXIV, f. 130.« Ibid.«3 ibid.6* Fray Jacinto de Ledesma, en Dos Libros de la Lengua primera de España, publicado en Toledo, en

1626, prosigue la demostración de Aldrete en el capítulo V del libro primero, titulado: «De la variedadque ba tenido la lengua y abecedario hebreo, en que se prueba que no pudo haber lengua hebrea enEspaña antes de Cristo», citado por el Conde de la Vinaza, op. cit., pp. 34-37. Asimismo Joseph Pellicerde Ossau y Tovar, en Población y lengua primitiva de España, publicado en Valencia, en 1672, fustiga a«los falsos cronicones según los cuales la lengua española es una de las setenta y dos lenguas de laconfusión y división de Babel» y afirma rotundamente que: «De ninguna manera los judíos que enmiserables y dispersas tribus vinieron a España'acrecentaron la lengua indígena», citado por el Conde dela Vinaza, op. cit., p. 39.

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LA MEMORIA JUDlA EN EL SIGLO DE ORO 47

Aldrete, haciendo derivar el idioma árabe6* y gran número de los topónimosespañoles del hebreo. Porque, según él, este último idioma es la lengua «santa», la«lengua matriz»66, una de las claves hermenéuticas más eficientes y la culturahebrea es prestigiosa, por ser la del pueblo de la Biblia. De ahí que no tenga reparoen referirse a la tesis de su primera venida a.ntes de Cristo, con Nabucodonosor, asícomo a sus otras dos llegadas después de Cristo, tras la destrucción del Templo (año70), en tiempos de Tito Vespasiano y de Antonino (año 135). Así lo dice en laentrada «judío» del Suplemento:

Ay opinión de que Nabucodonosor, rey de Babilonia, después de aver destruydo aGerusalem, vino a España y la sugeró dejando en ella muchedumbre de judíos de los quetraya consigo. Los quales hicieron su asiento en Toledo, Sevilla, Cáliz, Ávila: y en las villasde Yepes, Alverche, Azeca, Escalona, Maqueda, Melgar, Tembleque y el Romeral.Refiérelo Mariana, libro primero, capítulo 17. Después en tiempo del emperadorVespasiano, destruida Gerusalem por su hijo Tito, esparcidos los judíos por casi todo elorbe, vinieron muchos de ellos a España, conforme a lo que escrivió Josefo lib. 14, cap.12. Ñeque est facile invertiré locum in orbe habitabili qui nationem Mam non acceperit.67

[...] El emperador Antonino persiguió los judíos y embió muchos de ellos desterrados aEspaña. De manera que quando los Godos entraron en ella ya los judíos tenían hecho suasiento y con su inquietud les dieron en qué entender como consta de las historias...68

Nótese que con las fórmulas «Ay opinión de que Nabucodonosor rey deBabilonia...», «Según la opinión de muchos...»69 y con la referencia a Mariana, cuyaactitud, hemos visto, es más que reservada sobre el tema, Covarrubias no secompromete personalmente en la defensa de la antigüedad de la presencia de losjudíos en España. Sin embargo, el hecho de que mencione a Nabucodonosor ya essignificativo en sí. Otro lexicógrafo contemporáneo suyo, Francisco del Rosal,prescinde de ello y, en la entrada «Judío» de su Alfabeto, se contenta con referirunos propósitos antijudíos de Tácito70.

Hay que decir, por otra parte, que Covarrubias no relaciona todas sustopoetimologías hebreas con la presencia de los judíos en España y que, en la

65 «En hebreo, que es la primera raíz de todas las lenguas y particularmente de la arábiga...», Tes.676.

6 6 «la [lengua] hebrea, fuente y principio de todas las demás», Tes. 573.6 7 La frase latina alude a las dificultades que encontraron los judíos para poder vivir en algún sitio:

«[entonces, para los judíos] no es fácil establecerse en cualquier lugar del universo habitado porqueninguna nación les acoge.»

6 8 Para el Suplemento, inédito, nos referimos al manuscrito 6159 de la B.N. de Madrid (a partir deaquí: Sup., seguido de la cifra del folio), f. 247r-250v. En el Tesoro, Covarrubias se había contentado condecir: «En España han habitado judíos de muchos siglos atrás, hasta que en tiempo de. nuestros abuelos,los Reyes Católicos, sin reparar en lo que perdían de sus rentas, los echaron de España; y assí no ay quemaravillar si en la lengua española aya muchos vocablos hebreos, y juntamente arábigos, porque los unosy los otros habitaron gran tiempo en estas tierras mezclados», Tes. 719-720.

6 9 «Toledo. Según la opinión de muchos, fue población de hebreos, y en su lengua la llamarontoledoth, naciones», Tes. 965.

7 0 Véase Francisco del Rosal, Diccionario Etimológico, Alfabeto primero de Origen y etimología detodos los vocablos originales de la Lengua Castellana, edición facsímil y estudio de Gómez Aguado,Madrid, CSIC, 1992, f. 199r y v.

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mayoría de las entradas, sólo cita las raíces de este idioma, como en el caso de:Ávila71, Alcalá, Almaguer, Almería, Almonazí72, Baeza, Betis7^, Cádiz7*, Zamora,Daroca, Gabaldón, Girona, Guadix, Málaga, Odón, Salamanca, Sevilla7*, Sidonia76.Conforme a su actitud prudente, el lexicógrafo sólo evoca la antigüedad de lapresencia judía en España en la entrada «judío» del Suplemento. Parece pues que, enel debate topoetimológico que nos interesa, el lexicógrafo adopta un término medioentre la postura de Garibay y la de AÍdrete.

Queda que, fuera del método hermenéutico que supone para Covarrubias elrecurso al hebreo, le sirve de norte un constante deseo de subrayar el vínculo entreEspaña y la Tierra Santa de la Biblia, mediante los nombres de las ciudades fundadaspor los judíos. Los comentarios de los topónimos de Toledo y de su comarca ponende manifiesto el propósito analógico y apologético de Covarrubias. Así, pideprestado a Garibay su paralelismo toponímico bíblico, diciendo, a propósito de laciudad de Azeça:

Nombre de una población, riberas de Taxo, entre Toledo y Aranjuez: derechamente esnombre hebreo, como lo son Escalona, Maqueda, Noves, Yepes y otros muchos cerca dela ciudad de Toledo que devieron poblar los judíos, poniéndoles los nombres de loslugares de Palestina; y déste se haze mención lib. I, Regum, cap. 17, núm. 1: Castramentisunt inter Socho et Azeca; Iosué, capít. 10, núm. 10: Et percusit usque ad Azecatn. Y enotros muchos lugares. Vide Garibay, lib. 5, cap. 4, donde habla de la población de Toledoy de su comarca.77

En realidad, la polémica en torno a la antigüedad de la presencia judía en España, noes la principal preocupación de Covarrubias. Él quiere aprovechar. los mediosdidácticos propios de la lexicografía para llevar a cabo otro propósito, el de ladefensa de la nación española. Así, con dos entradas distintas, la una para eltopónimo castellano, la otra para el bíblico, Covarrubias destaca el estrecho vínculoque existe, en su opinión, entre el suelo hispánico y Tierra Santa78. En la entrada«Escalona» del Tesoro, se lee:

7 1 «Ábila. Atendiendo a la etymología de Ávila, digo que según algunos es nombre hebreo delnombre gabal terminus, confinium, limes. Y porque Avila es término entre Castilla la Vieja y la Nueva, ledieron este nombre», Tes. 29.

7 2 Nótese que Covarrubias atribuye su fundación a los árabes pero que afirma ser el topónimo deorigen hebreo en virtud de su tesis según la cual el idioma árabe está corrompido del hebreo.

?3 Es interesante notar que Covarrubias descarta el recurso a la explicación mitológica, que alude alrey Beto, Tes. 212.

7 * «Cáliz. ... la isla que está cerca del estrecho de Gibraltar [...]. Puede ser nombre hebreo, queconcuerda con esta sinificación de Gader, nempe, maceria, sepes, murus aut clausura, finis et extremitas,por ser como reparo y baluarte opuesto a la furia del mar», Tes. 270.

75 «Sevilla. ... Según Garibay, lib. 4, caps. 13 et 14, lib. 5, cap. 4, dize que primero se llamó Sepilla,nombre caldeo que sinifica llanura, y conforma con el asiento desta ciudad que es un llano», Tes. 936.

76 Covarrubias cita a Rodrigo Méndez de Silva, autor de Población de España, quien atribuye lafundación de la ciudad a Sidonio hijo de Can, hijo de Noc, Tes. 937.

7 7 Véase Azeca, Tes. 173.7 8 Nótese que las entradas de los topónimos bíblicos sólo se dan en el Suplemento.

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Escalona. Pueblo marítimo de la Siria, llamado Ascalón, puerto de mar, de donde fueHerodes, dicho ascalonita. Los judíos que vinieron a España poblaron ciertos lugares en elreyno de Toledo, y pusiéronles los nombres de los que dexaron allá en su tierra, comoYepes, Maqueda, Noves, Aceca: de Joppe, Magedón, Nobe, Aceca, Ascalón; la villa deEscalona está ocho leguas de Toledo puesta en la ribera del Alberche, que corre porbaxo... Algunos dizen, que Escalona en caldeo, vale 'balança'.79

Y, en el Suplemento (complemento, inédito, del Tesoro), Covarrubias añade laentrada del correspondiente topónimo bíblico:

Ascalón. Una ciudad de Palestina dicha ansí de su fundador Ascalo, hijo de Hymeneo. Deaquí tomó nombre Escalona, villa del reyno de Toledo, el qual le pusieron los judíos quevinieron a poblar aquella tierra. Vale en hebreo appensio, statera, ignis infamiae.g0

Otro paralelismo del mismo tipo encontramos en Covarrubias que escribe, en elTesoro, a propósito de Maqueda:

Entre otros nombres que dizen aver trasladado los judíos a nuestra España, yparticularmente al reyno de Toledo, como son Escalona, Yepes, Azeca, etc., dieronnombre a Maqueda, pueblo cerca de Toledo y villa principal, título del ducado deMaqueda. Dizen responder al nombre Maceda, o Maqueda, o Magda o Magdón, pueblodel qual se haze mención en la Biblia.81

Y en el Suplemento, el nombre bíblico es también objeto de una entrada:

Mageda (sic). Una ciudad cerca de la ribera del lago Genezareth o mar de Galilea.Nombre hebreo, vale furris magnitudo. Graece Magdala. Vide verbo Maqueda.82

El comentario del topónimo «Yepes» es también significativo de este procesoanalógico:

Villa no lexos de la ciudad de Toledo y vezina a Ocaña. A este pueblo pusieron nombrelos judíos que habitaron en la comarca, y le pusieron este nombre en remembrança deJoppe, ciudad de Palestina y puerto que oy se llama Jaffa [...] Joppe, en hebreo, valepulcbritudo, aut decor [...]. Ay muchos lugares en el Viejo y Nuevo Testamento que hazenmención desta ciudad y de su puerto; y en los Actos de los Apóstoles, particularmente enmuchos lugares, que por no cansar no los refiero, son diez o onze por lo menos.83

De este modo, con el vocabulario de la memoria («los nombres de los quedexaron allá en su tierra..., los nombres de los lugares de Palestina..., en

79 Véase Escalona, Tes. 532.«0 Sup. f. 54r.81 Tes. 788.«2 Sup. f. 294r.8^ Tes. 728. Véase también la referencia al topónimo bíblico: «Iope. Vulgo Saron. Un lugar en la

Syria asentado en el puerto que de los bárbaros es dicho oy día Jaffa. Vale Iope en hebreo pulchrttudo, autdecor», Sup. f. 26Ir.

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remembrança de..., otros nombres que dizen aver trasladado los judíos a nuestraEspaña»), Covarrubias alude no sólo al amor que los judíos tienen a Tierra Santa y ala fidelidad que guardan a sus ritos religiosos84, sino también, de manera implícita, auna costumbre onomástica judía que consiste en llevarse los nombres de dicha tierraen el exilio85. Según esta tradición, nacida de un precepto rabínico, los judíos tienenobligación de vivir en Tierra Santa86 y, en caso contrario, deben hacer todo suposible para no olvidarla. Así la toponimia bíblica llega a ser un medio detransmisión de la memoria en el exilio y de conservación de la filiación con TierraSanta. De modo que, cuando Covarrubias integra este proceso judío de«remembrança» en algunas entradas toponímicas de su Tesoro, inscribe la memoriaespañola en el mismo marco bíblico.

Perspectiva que no abandona el lexicógrafo al exponer la etimología de la ciudadde Toledo: «Toledo. Según la opinión de muchos, fue población de hebreos, y en sulengua la llamaron Toledoth, 'naciones'»87. Mediante esta referencia a la etimologíahebrea de 'naciones', con el sentido de «orígenes», de «engendramientos»88,Covarrubias sugiere que el nombre Toledo es el doble semántico de Jerusalén.Jerusalén, en efecto, es, según reza el salmista89, «la madre de los pueblos», el

8 4 Otro testimonio de la insistencia de Covarrubias en el papel de los ritos religiosos como canales dela memoria ofrecen las dos entradas relativas al topónimo Cabañuelas: «Diminutivo de cavañas. Ay cercade Toledo un lugar dicho Cavañas, y un arrabal a la salida de Toledo dicho las Cavañuelas, el qual tuvoorigen de los judíos, que vivían en la ciudad, y estos salían a celebrar la fiesta de las cavañuelas, que era lade la scenopegia [...] hoc est a figendis tabernaculis, seu umbraculis. Hazían ciertas enramadas en elcampo, a donde estavan por espacio de quarenta días en memoria de los quarenta años que anduvieronperegrinando por el desierto antes de entrar en la tierra de Promíssión, después de aver salido delcautiverio de Egipto y tiranía de Faraón», Tes. 249. Nótese otra entrada para Cavañuelas (con varianteortográfica): «Cierto barrio, o arrabal fuera de la ciudad de Toledo, a donde antiguamente los judíossalían a hazer la fiesta de los tabernáculos, en memoria del tiempo que caminaron por el desierto,haziendo cavañas y chocas cubiertas con ramos», Tes. 322. Este topónimo remite a la fiesta de «sukot»(del hebreo suka, 'cabana'), llamada también «fiesta de los tabernáculos o de las cabañuelas», comoalusión a las que sirvieron de cobijo a los judíos en el desierto. El judío piadoso debe vivir los siete días deSukot en una cabana construida en el jardín de su casa.

8 5 El vínculo entre la toponimia y el exilio aparece claramente en la entrada Granada: «Ciudadprincipal y famosa [...]. Garibay: Granada, nombre hebreo, vale destierro, y le pusieron este nombreciertos judíos desterrados de Jérusalem, que vinieron a poblar este lugar»; Tes. 655.

i6La Mishna y el Talmud Babli (Ketubbot, 110b) recuerdan que: «Siempre es preferible habitar enEretz ['Tierra' de] Israel, aunque sea en una ciudad en la que la mayoría de sus habitantes son idólatras yno vivir en el extranjero aunque sea en una ciudad en la que la mayoría de los habitantes sean judíos. Yaque todo aquel que habita en Eretz Israel, es como si tuviera a Dios, y todo aquel que habita fuera deIsrael es como si no lo tuviera...», Ketubbot, XIII, 11, citado por Shifra Batt Moshe, Fuentes Judías,Jerusalén, Alfa Press, 1980, p. 241; véase también la transmisión de dicho precepto rabínico en el librode Juda Hallévi, El Kuzart, Lagrasse, Verdier, 1993, livre II, pp. 54-55; en el siglo XI esta obra (reeditadaen español por Jacob Abendana a finales del siglo XVII) recapitula todas las creencias judías y es muyconocida de los cristianos hebraístas españoles del Siglo de Oro, según Yerushalmi, op. cit., p. 282.

8 7 Tes. 965.8 8 La palabra hebrea «toledot» significa 'generaciones', 'orígenes', viene de la raíz «yalad»,

'engendrar'; véase Gen. 2, 4: «eleh toledot ha shamaim ve ha haretz / tales son los orígenes del cielo y dela tierra»; y, Gen. 5, 1: «Sefer toledot Adam / el libro de los orígenes del hombre»; Gen. 6, 9: «toledotNoah / las generaciones o la historia de Noé».

8 9 Véase salmo 86-87.

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lugar «donde ha nacido cada hombre»90, el «ombligo de la tierra»91. Covarrubias,al emplear la voz castellana «naciones» a propósito de Toledo, tiene presentes en lamente, como sus contemporáneos92, las analogías entre la etimología hebrea deltopónimo de la ciudad imperial y las glosas bíblicas sobre Jerusalén9*. En aquellaépoca, es tan sugestiva la analogía que se designa a la ciudad de Toledo por laapelación de «Nueva Jerusalén»94. Covarrubias, aunque no cita la expresión nialude a ella, no deja de valerse de la topoetimología hebrea para trasferir a España elcentrismo bíblico sugerido por el nombre Jerusalén, el cual se relaciona con laelección divina: «Jerusalén, la ciudad que he elegido»9* dice Dios en la Biblia. Atodas luces, la etimología de Toledo y los paralelismos toponímicos evocados porCovarrubias corresponden, por su parte, con un deseo de aplicar a la geografía y a lahistoria de su país el concepto teológico de la sustitución de Israel por el NuevoIsrael (la Iglesia y España), cuyo emblema sería Toledo, la «Nueva Jerusalén».Covarrubias sigue en eso a a cuantos teorizan sobre la nueva elección y lapreeminencia de España entre las otras naciones. Así, en su Libro de las cincoexcelencias del español, el benedictino Fray Benito de Peñalosa y Mondragón afirmaque:

El pueblo español recibe las bendiciones que Dios otorgó primero a Abraham y a Jacob ylos españoles dilatan la fe católica por todo el mundo, oficio y prerogativa que tenía elpueblo de Dios escogido.9*

9 ° Ez., 26, 2 .' 9 1 Mi, 4, 1; véase también el comentario del Kuzari: «La Palestina es como el centro de la tierra

habitada», op. cit., p. 50. El lexicógrafo refiere esta tradición en la entrada correspondiente al topónimoTabor: «es nombre hebreo que vale ombligo del hombre [...] dizen los autores que Jerusalén es elombligo del mundo», Tes. 950 a.

9 2 Véanse, a título de ejemplo, las glosas calderonianas de la topoetimología de Toledo con elrecurso al caldeo en los Autos Sacramentales: «la gran Toletot» (La Humildad Coronada de las Plantas);«en frase caldea imperial Toletot» (El Año Santo en Madrid); «Toletot quiere decir / en hebreopoblación...» (ElSocorro General); en la edición de Ángel Valbuena Prat, Pedro Calderón de la Barca,Obras Completas, Tomo III, Autos Sacramentales, Madrid, Aguilar, 1987, pp. 404, 548, 321.

9 3 Garibay ya había utilizado en este sentido la palabra «generaciones», y Andrés de la Poza habadicho de Toledo que era «madre de gentes». Véase nuestra nota 30.

9 4 Véase nuestra comunicación «Contribución al estudio de las imágenes identitarias judías en elteatro del Siglo de Oro:, Emergencia del tema de la expulsión en La Desgraciada Raquel de Mira deAmescua», Actas del Coloquio Mira de Amescua, Granada, 1995 (en prensa). Véase también Rodrigo deYepes, que ve en Toledo una réplica de Tierra Santa, en su Historia de la muerte y glorioso martyrio delSoneto Innocente que llaman el niño de la Guardia, natural de la ciudad de Toledo, con otros tractados,Madrid, 1583,

95 I Reyes, 11, 13 .96 Libro de ¡as Cinco Excelencias del Español que despueblan a España para su mayor potencia y

dilatación. Pondéranse para que meior se adviertan las causas del despueblo de España, y para que loslugares despoblados delta se habiten, y sean populosos, dedicado al Rey nuestro Señor Filippo IV, M Fr.Benito de Mondragón, Pamplona, 1629, Impresso por Carlos de Lebayen, véase la «PrimeraExcelencia», cap. VII, f. 23r (manejamos un microfilm del ejemplar de la BN de Madrid, R 21013). LasCinco Excelencias constituyen la primera parte de la obra (f. lr-162v), el resto trata del despueblo deEspaña. El citado capítulo VII se titula: «Como los españoles dilatan la Fe católica por todo el mundo,oficio y prerrogativa que tenía el pueblo de Dios escogido».

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Ya Menéndez Pelayo subrayó esta actitud de apropiación de la noción de puebloelegido a propósito del teatro de Calderón, advirtiendo que «España se creyó, pordecirlo así, el pueblo elegido de Dios, llamado por él para ser brazo y espada suya,como lo fue el pueblo de los judíos»?7.

Añadamos que se encuentra otra aplicación interesante de este concepto de laelección de España, en aquella época, en la arquitectura, con la construcción, segúnlos planos del Templo de Jerusalén, del Real Monasterio del Escorial, concebidocomo «otro Templo de Salomón a quien [...] Felipe II fue imitando en esta obra»9».

Es interesante ver cómo en tan diversos aspectos de su cultura y, entre otros iatoponimia, la España del Siglo de Oro echó mano de la Biblia para sacralizar sutierra y celebrar su monarquía, expresando así su elección y su conscienciamesiánica".

Aquí detendremos el análisis de las páginas que Arias Montano, Mariana,Garibay, Aldrete y Covarrubias dedican a unas cuestiones topoetimológicas. Sedestacan de esta lectura el interés y la necesidad de proseguir el análisis sistemáticode las glosas topoetimológicas que surgen bajo la pluma de los escritores del Siglode Oro. A través de ellas se podría estudiar cómo los hombres de aquella épocareconstruyen su pasado y contribuyen a la elaboración de la identidad española. Porotra parte, el doble proceso de ocultación o de activación de la memoria de laEspaña judía con sus zonas de luz y de sombra, es revelador de lo que está en juegoen todo debate topoetimológico, o sea la afirmación de una hegemonía política yreligiosa. Por eso, no es sorprendente que uno de los primeros actos simbólicos, trasuna victoria militar, sea el cambio de nombre de los lugares, a manera de toma deposesión del nuevo espació político. Si en torno a los nombres de lugares puedehacerse tan violenta la polémica, es que dichos nombres son realmente objetos decodicia por el alto poder de afirmación identitaria que encierran. Ahora bien, enEspaña no se produjo a propósito de los topónimos hebreos el cambio de forma que

97 Menéndez Pelayo, Calderón y su teatro, Madrid, 1910, p. 65." Debemos esta advertencia a Marc Vitse que nos señaló la referencia del texto que citamos: Padre

Sigüenza, In Ezechielem Explanationes et Apparatus Vrbis, ac TempU Hierosolymitani, Roma, 1605, en£/ Escorial 1563-1963, IV Centenario de la fundación de San Lorenzo El Real, Madrid, EdicionesPatrimonio Nacional, 1963, tomo II, p. 158. El padre Sigüenza quiso demostrar en su obra que ElEscorial no era sólo copia del Templo de Salomón sino una reconstrucción mejorada, ya que según lateología de la sustitición se trataba de absorber la antigua traza de Salomón (el Antigo Testamento) yengrandecerla «para unos mejores fines» (el Nuevo Testamento y la evangelización del mundo), ibid.

"Alain Milhou en «De Jérusalem au Nouveau Monde», Le Mythe de Jérusalem du Moyen Âge à laRenaissance. Études réunies par Evelyne Berriot-Salvadore, Publications de l'Université de Saint-Étienne,1995, pp. 189-207, advierte que a finales del siglo XVI, en España, la amplificación de la exaltación deToledo como «Nueva Jerusalén» se puede explicar por varios factores: independencia y, a veces,hostilidad española frente a Roma, resentimienro respecto al rey Felipe II que había establecido su Corteen Madrid y en el Escorrial, abandonando la prestigiosa ciudad imperial, capital de Carlos Quinto y al finy al cabo orgullo nacional, siendo Toledo la ciudad elegida del nuevo pueblo elegido (España).

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ocurrió para otros topónimos romanos o árabes10". Toledo siguió llamándoseToledo, a pesar de la expulsión de los judíos: gracias a los nombres de las ciudadesque fundaron, no se pudo borrar el recuerdo de su presencia en el suelo hispánico.

REYRE, Dominique. Topónimos hebreos y memoria de la España judía en el Siglo de Oro.En Criticón (Toulouse), 65, 1995, pp. 31-53.

Resumen. En las últimas dos décadas del siglo XVI, los topónimos de origen hebreo llegan a ser objetosde polémica en España. Algunos historiadores reivindican a partir de ellos la memoria de la antigüedadde los judíos en este país (los topónimos hebreos están considerados como huellas inmartescibles de lapresencia judía en el siglo VI a. de C ) , pero otros historiadores se empeñan en ocultar y combatir estamemoria (los topónimos hebreos están rechazados por ser considerados como una ofensa al honor deEspaña). Opiniones favorables (Arias Montano, Garibay) y desfavorables (Aldrete y otros) han sidoreunidas en el presente artículo y analizadas a partir de los textos de la época para apuntar nuevosaspectos de la exaltación de la monarquía española a través de la memoria y de la elección del pueblojudío (Covarrubias).

Resume. Dans les deux dernières décades du XVIe siècle, les toponymes d'origine hébraïque deviennentun objet de polémique en Espagne. Certains historiens revendiquent à partir d'eux la mémoire del'antiquité des Juifs dans ce pays (les toponymes hébraïques étant considérés comme des tracesindubitables de leur présence dès le VIe siècle a. J. C) , mais d'autres se livrent à une occultation de cettemémoire et la combattent (les toponymes hébraïques sont alors rejetés comme constituant une offense àl'honneur de l'Espagne). Opinions favorables (Arias Montano, Garibay) et défavorables (Aldrete etautres) ont été rassemblées dans cet article et exposées à partir des textes de l'époque pour apporter unelumière nouvelle sur le rôle qu'ont joué dans l'exaltation de la monarchie espagnole les concepts demémoire juive et d'élection (Covarrubias).

Summary. In the last two decads of the sixteenth century, the hebrew toponyms become a polemic objectin Spain. Sometimes we find a revendication of the memory of the antiquity of the spanish jews (hebrewtoponyms are considered as indubitable signs of the jewish présence in Spain in the sixt century b. C ) ,sometimes we find an occultation of this memory (hebrew toponyms are rejected as an offense of thespanish honour). Favourable opinions (Arias Montano, Garibay) and adverse ones (Aldrete and others)hâve been collected in this paper, using the original texts to cast a new light on the notion of theexaltation of the spanih monarchy by jewish memory and élection (Covarrubias).

Palabras clave. Topónimos españoles de origen hebreo. Antigüedad de los judíos españoles. AriasMontano. Garibay. Aldrete. Covarrubias.

100 Véanse a título de ejemplo los cambios de nombres de la fenicia Hispalis (arabizada en Sevilla) yde la Auringis romana (la Djayyán árabe y la castellana Jaén).

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Textos Teatrales Hispánicosdel siglo XVI

LA ENJAMBRE MALA SOY YO,EL DULCE PANAL MI OBRA

Veintinueve loas inéditasde Lope de Vega y otros

dramaturgos del siglo XVI

Fausta Antonucci y Stefano Arata

UNEDUNIVERSIDAD DE SEVILLAUNIVERSITAT DE VALENCIA

1995