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    Amrica Latina y la misin cristiana hoy

    SamuelEscobarIndice

    IntroduccinLa misin cristiana hoyLa mision hoy: Prctica y reflexinAmrica Latina: Tierra de misinLa misin desde Amrica LatinaLecciones de la historia misioneraProtestantismo popular: Una perspectiva misiolgicaProtestantismo popular y misiologa catlicaLa reflexin misiolgica: Creencia, experiencia, estructuraEl impacto social de la misinDe la misin a la teologaLa formacin del misionero transculturalEplogo

    Dedico este libro a mis hijos Lilly Ester y Alejandro, fielescompaeros en estos aos de peregrinaje misionero por los caminos

    de Amrica.

  • IntroduccinYa no cabe duda que la misin cristiana en el siglo que se aproxima tendr un importante

    ingrediente latinoamericano. Por una parte, las iglesias evanglicas de la regin muestran un grandinamismo misionero. Por otra parte, la mitad de los catlicos del mundo viven ahora en AmricaLatina y sus lderes misioneros los ven como una importante reserva para el futuro. No es de extraarentonces que la reflexin cristiana en estas tierras se haya centrado en preguntas claves acerca de lamisin de la iglesia. La regin ha sido algo as como un laboratorio de experiencias y reflexin y se nosha impuesto la tarea de entender lo que ha pasado e interpretarlo. Hechos como el crecimientoespontneo de iglesias populares, los procesos de cambio social generados por la conversin religiosa,la adopcin de metodologas evanglicas por parte de misioneros catlicos y el dinamismo misionerode los exilados latinoamericanos en otras partes del mundo nos obligan a observar y tratar deinterpretar.

    Los trabajos que he reunido en este libro son parte de un esfuerzo interpretativo de los hechos,desde la perspectiva de la misin cristiana. No s si he conseguido mi propsito de que no sea slo unacoleccin de artculos sino un libro con cierta estructura e ilacin. Mis lectores reconocern algunassecciones o captulos que se han generado en congresos o consultas durante los ltimos diez aos. Elproceso de reflexin teolgica de las iglesias evanglicas del continente no se ha dado tanto en la torrede marfil de los acadmicos, sino en esos eventos en los cuales activistas y telogos se detienen a mirarel camino recorrido con ojo autocrtico y propuestas de correccin.

    Me he beneficiado del trabajo de biblistas, historiadores y socilogos a quienes espero haber hechojusticia en las diversas notas con las cuales doy crdito por lo recibido. No soy especialista en ningunode esos campos, pero intento utilizar sus aportes para responder a preguntas que surgen del estudio dela misin cristiana. Agradezco a mis colegas de la Fraternidad Teolgica Latinoamericana en el marcode la cual se han generado buena parte de estas reflexiones. Mi gratitud tambin a Ren Padilla quienpublic antes el captulo nueve y a Ian Darke de IINDEF, quien public antes material que he incluidoen los captulos seis y ocho. Un agradecimiento especial a Juan Francisco Martnez de EdicionesSEMILLA por su estmulo y su paciencia. Quiera Dios usar estas reflexiones para animar y ayudar acristianos embarcados en la obediencia al llamado misionero de Jesucristo.

    Samuel EscobarFiladelfia, septiembre de 1999

    1La misin cristiana hoy

    Fue en la ciudad de Manila, en las Filipinas, el mismo ao en que cay el muro de Berln y nos hizorecordar a todos cmo y qu rpido iba cambiando el mundo. Estbamos reunidos varios miles decristianos de todo el mundo en uno de esos congresos multiculturales, multiraciales y multitudinarios,donde se encuentra a muchos nuevos amigos pero es difcil encontrar a los viejos. Los tercermundistastenamos mucha curiosidad por conocer a los rusos y europeos orientales. Entre ellos haba uningeniero ruso que se haba hecho predicador evanglico. Andaba buscando con insistencia a unmdico africano al cual haba conocido veinte aos antes en Mosc. Becario de la universidad PatriceLumumba, aquel estudiante africano se haba pasado meses contndole al ruso la historia de Jess ydesafindolo a convertirse en su discpulo. Veinte aos despus el ruso quera darle las gracias al

  • misionero tercermundista que haba compartido el evangelio con l. El encuentro culmin en un abrazoespectacular y emocionado.

    Mucho del avance del evangelio se da, hoy como ayer, por medio de encuentros de ese tipo, en loscuales por necesidad o vocacin hay seres humanos comunes y corrientes que cruzan las fronteras de supropio mundo y se aventuran a entrar en el mundo de el otro. Durante casi veinte siglos el evangeliode Jesucristo ha venido cruzando todo tipo de fronteras, pasando de un pas a otro, de una cultura aotra, de una clase social a otra. En casi todos los idiomas y dialectos del mundo hoy en da se invoca aJess y se lee su palabra. El mensaje de Jess ha alcanzado una universalidad mayor que la decualquier otra persona que haya vivido en la historia.

    Los historiadores, antroplogos y socilogos hacen estudios sobre migraciones de comunidades opueblos, movimientos de penetracin cultural y cambios de afiliacin religiosa. Lo que les resulta muydifcil explicar es el dinamismo que mueve a los creyentes a compartir su fe, especialmente cuando conello no obtienen ventaja alguna y a veces tienen que aguantar persecucin. Lo que creemos loscristianos es que en este constante cruce de fronteras, el Espritu Santo impulsa a la Iglesia a cumplir lamisin para la cual Dios la form, y ella realiza as el propsito de amor redentor, revelado y realizadopor Jesucristo. En un sentido amplio el trmino misin tiene que ver con la presencia y testimonio de laIglesia en una sociedad, la forma en que la Iglesia es una comunidad cuyos miembros encarnan unaforma de vida segn el ejemplo de Jesucristo, el culto que la comunidad rinde pblicamente a Dios, elservicio a las necesidades humanas que la comunidad emprende, y la funcin proftica de confrontar alas fuerzas del mal que destruyen a las personas y las sociedades.

    El concepto ms especfico de misin del cual partimos en las pginas de este libro tiene que ver demanera ms precisa con ese impulso de la Iglesia cristiana a llevar el mensaje de Jesucristo hacia loscuatro puntos cardinales. Cuando la Iglesia toma plena conciencia de que ha sido formada y enviada almundo con un propsito, se ve impulsada a cumplir su misin. Precisamente la palabra misin derivade la raz latina mittere que significa enviar. En tiempos recientes se ha redescubierto el sentido depresencia y servicio en el mundo que han de caracterizar a la misin cristiana, y se haredescubierto tambin el particular sentido de anuncio del Evangelio que es componente ineludible dela misin. El historiador y telogo Justo Gonzlez lo ha dicho con elocuencia y claridad:

    La historia de la Iglesia es la historia de su Misin. Esto se debe a que la Iglesia es su misin. La Iglesianace, no cuando el Seor llama a unos pescadores, sino cuando los llama para hacerlos pescadores de hombres(Mt. 4:1822; Lc. 5:111); no cuando un grupo de cristianos se encierra en un aposento por miedo de losjudos, sino cuando Jesucristo dice a esos cristianos como el Padre me envi, yo os envo (Jn. 20:1923); nocuando los discpulos tienen la experiencia mstica de ver lenguas de fuego sobre sus cabezas, sino cuando esaexperiencia se traduce en un testimonio que traspasa todas las barreras del idioma (Hch. 2:111).1

    Siglo tras siglo el Espritu hace surgir en medio del pueblo de Dios mujeres y hombres queposedos de pasin evangelizadora se lanzan a cruzar todo tipo de fronteras para llevar la historia deJess de Nazaret, el Evangelio de salvacin, a otros seres humanos que todava lo desconocen. LaIglesia que cumple su misin es siempre una comunidad peregrina, un pueblo en marcha, lanzado a loscuatro vientos en trance de obediencia.

    El testimonio del evangelista Juan nos dice que en un momento culminante de su ministerio Jessafirm, Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraer a m mismo (Jn. 12:32). Juan comentaque con estas palabras Jess se refera a su muerte. As, desde la cruz en que fue expuesto a la mirada

    1 Justo L. Gonzlez Historia de las misiones. (Buenos Aires: La Aurora, 1970:23).

  • de todos, como un criminal, Jess iba a ser como un imn que atrajese a todos los seres humanos. Mstarde ese Jess resucitado, a quien toda autoridad ha sido dada en el cielo y en la tierra, les dice a susapstoles, es decir sus enviados, que l quiere tener discpulos en todas las naciones de la tierra. Enconsecuencia los enva con una agenda integral: anunciar, ensear, bautizar (Mt. 28:1820), y lespromete su constante presencia con ellos por medio del Espritu Santo.

    Las fronteras geogrficas que tendrn que cruzar los apstoles en la misin inicial estn explcitasen el mandato misionero del Maestro, como crculos concntricos de alcance universal: Jerusaln,Judea, Samaria y hasta lo ltimo de la tierra (Hch. 1:8). Ya en la segunda generacin misionera querepresenta el apstol Pablo las fronteras toman adems una dimensin cultural especfica. Habiendopredicado en toda la regin oriental del Imperio, comenzando en Jerusaln hasta la regin de Iliria(Ro. 15:19), Pablo se propone llegar hasta lo ltimo de la tierra, la distante Espaa donde elcontinente se acaba. Adems, el apstol afirma tambin la universalidad de su llamado con referencia ala multiplicidad de culturas de su mundo, cuyas fronteras atraviesa: es deudor a cultos e incultos,instruidos e ignorantes, judos y gentiles (Ro. 1:1315).2

    La razn de este constante movimiento es que la naturaleza misma de la fe cristiana la hacemisionera. Pablo dice que la fe viene como resultado de or el mensaje, y el mensaje que se oye es lapalabra de Cristo (Ro. 10:17). La verdad que salva y da sentido a la vida no es una verdad que cadaser humano trae al mundo, como una chispa que puede avivarse por la prctica religiosa o elconocimiento filosfico. La verdad que salva es una palabra que otro ser humano, un testigo, nostransmite. No es algo que se descubre por la introspeccin sino testimonio que se recibe. Y quienalcanza salvacin al recibir el testimonio est en la obligacin de encarnar esa palabra, de reflejar la luzrecibida llegando tambin a ser luz.

    La nueva vida es una vida que alumbra. El Seor es mi luz y mi salvacin, a quin temer? (Sal.27:1) cantaban los israelitas, y Jess afrmaba Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andar entinieblas, sino que tendr la luz de la vida (Jn. 8:12). As como Dios es luz y Jess es la luz del mundo,los discpulos han de alumbrar. En el Sermn del Monte, Jess demanda: Ustedes son la luz delmundo (Jn. 8:12), y aclara que se refiere a la prctica de la verdad, a una vida de buenas obras quellevan a los dems a glorificar a Dios. Hay que vivir y hay que proclamar el mensaje de Jess. Enpalabras de Pablo esa proclamacin surge de un urgente sentido de gratitud: Estoy en deuda contodos (Ro. 1:14), y eso lo lleva a exclamar Ay de mi si no predico el Evangelio! (1 Co. 9:16).

    La historia de la misin cristiana no es slo la historia de las peripecias de viaje en el cruce defronteras geogrficas. Es tambin la historia de la aventura de cruzar de una cultura a otra, luchandocontra el etnocentrismo y el racismo innatos al corazn humano. Es la historia del continuo yasombrado descubrimiento de el otro. El judo descubre al gentil, ms all de Jerusaln, el griegobien educado al brbaro ms all de la frontera del imperio romano, el espaol al moro ms all dela frontera de la cristiandad medieval, el europeo al indio y al asitico ms all del ocano. En susmejores momentos la misin cristiana parte de esa nueva experiencia de un pueblo nuevo en el cual lasfronteras se acaban, porque Ya no hay judo ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, sino quetodos ustedes son uno solo en Cristo Jess (G. 3:28). Los que pertenecen a ese pueblo pueden decirautnticamente de ahora en adelante no consideramos a nadie segn criterios meramente humanos (2Co. 5:16).

    2 Cuando no se indica lo contrario, la traduccin de la Biblia que se usa en este libro es la Nueva VersinInternacional.

  • La encarnacin del Verbo,3 hecho fundamental de la obra salvadora de Dios, nos dice que laPalabra se traduce en realidad visible que nuestros ojos pueden ver. El mensaje de esta palabraencarnada puede traducirse a todas las lenguas humanas. De hecho, los documentos bsicos que son losEvangelios ya vienen a ser una traduccin, puesto que no los tenemos en la lengua aramea que hablJess sino en el griego popular ms difundido en el primer siglo. Esta traductibilidad del Evangeliomuestra que se trata de un mensaje capaz de alcanzar un grado mximo de universalidad, es decir setrata de un mensaje hecho para ser traducido y compartido.

    As el dinamismo del Espritu que empuja a la Iglesia hacia el cumplimiento de su misin llevatambin al pueblo de Dios a un constante proceso de contextualizacin. El texto va pasando decontexto en contexto. Al final de este siglo, hoy como nunca somos conscientes de que los misionerosson vasos de barro, portadores de la gloria del Evangelio, pero ellos mismos frgiles y prontos aquebrarse, como muy bien lo deca Pablo: pero tenemos este tesoro en vasijas de barro para que se veaque tan sublime poder viene de Dios y no de nosotros (2 Co. 4:7). Cuando se toma este texto dentro desu contexto en la segunda epstola a los Corintios, se ve la intencin espcecfica del apstol al describirla tarea misionera como una empresa llevada a cabo por personas frgiles, dbiles; sujetas a lascontingencias como peripecias, sufrimiento y persecucin. La memoria de este texto de Pablo desbaratatoda pretensin imperial y reafirma el modelo de misin al estilo de Jesucristo. Un estilo totalmentediferente del que practic la Iglesia constantiniana aliada al opresor y al conquistador, los cuales usabanla misin para someter a otros seres humanos a una dominacin humana.Nuevas fronteras

    Al llegar al ao 2000 nos encontramos en un mundo en el cual el Evangelio ha cruzado casi todaslas fronteras geogrficas y la Iglesia est presente en los ms remotos rincones de la tierra. Desde unngulo de visin puede decirse que los medios de transporte y la tecnologa aplicada a lascomunicaciones han hecho del planeta una aldea global. En pocos segundos un correo electrnico llevaun despacho periodstico de Mosc a Medelln, y cualquier turista japons hace en ocho horas el viajeque en 1492 le llev seis semanas a Coln, desde Canarias hasta un punto del Caribe. Mediante unsistema de computadoras un obispo guatemalteco puede saber en cuestin de segundos si el SantoOficio en el Vaticano aprueba o no a cierto telogo de la liberacin. Sobre una red invisible de ondasinterestelares, una nueva y nerviosa cultura con su propio lenguaje de satlites, computadoras,estadsticas, armas mortferas, velocidad y virus est imponindose en todo el mundo con rapidez yeficiencia.

    Desde otro ngulo, sin embargo, puede decirse que el abismo cultural y social que separa a una razade otra, dentro de una misma sociedad, puede haber aumentado al punto de que en una misma ciudad, apocos metros uno del otro, coexisten sectores que no consiguen comunicarse. As sucede entre negros,hispanos y judos en la ciudad de Nueva York, o entre serbios y croatas en la pennsula balcnica. Yaunque hay iglesias que desde Nueva York o Los Angeles envan misioneros al otro lado del mundo, aveces sus miembros no consiguen ni siquiera orar o hacerse solidarios con sus hermanos en Cristo deotra raza, a pocas cuadras de distancia.

    Por otro lado, las migraciones han llevado al corazn de Europa y los Estados Unidos refugiados detodo el mundo que estn planteando ahora el desafo de un nuevo pluralismo cultural y religioso, alcual los pases ricos no estaban acostumbrados. Al mismo tiempo, el colapso del marxismo en Europa

    3 Y el Verbo se hizo hombre y habit entre nosotros (Jn. 1:14).

  • Oriental ha dejado al descubierto las barreras milenarias de prejuicio racial que alcanza proporciones detribalismo destructor, y que no haban sido destruidas sino apenas reprimidas por la ideologamaterialista dialctica. En un mundo as qu nuevas fronteras han de atravesar los misioneroscristianos hoy?Un hecho nuevo al final de un siglo

    El observador cristiano se encuentra en este final del siglo XX frente a un hecho completamentenuevo en la historia del cristianismo. Se ha alterado radicalmente el balance de fuerza numrica de lapresencia cristiana en el mundo. En contraste con los comienzos de siglo, cuando las grandes iglesias yla fuerza misionera estaban en Europa y Norteamrica, hoy la prctica de la fe cristiana declinarpidamente en Europa mientras las iglesias de Africa y Amrica Latina crecen en forma vigorosa. Elcaso del crecimiento numrico de las iglesias cristianas en Africa es el ms dramtico. Se estima que en1900 haba 9 millones de cristianos en Africa. Hoy en da son ms de 300 millones.4

    Sin embargo, las cifras no lo dicen todo. Se reconoce hoy que el dinamismo misionero se hatrasladado hacia el sur. Pese al hecho de que las iglesias africanas y latinoamericanas son pobres yenfrentan desafos dramticos por la crisis social y econmica de sus regiones, estn enviandomisioneros a otras partes del mundo. Sorprende tambin ver como ciertas iglesias asiticas jvenes,como las de Corea, han irrumpido en el mundo misionero con fuerza inusitada. Las iglesias europeas ynorteamericanas siguen siendo ricas y disfrutando de privilegios especiales en sus sociedades, peropareciera que no pueden resistir el impacto desgastante de la modernidad, el secularismo y elpluralismo. Entre sus miembros hay poco o ningn inters en compartir la fe. Parece como si sehubieran resignado a ir desapareciendo poco a poco, cerrando lugares de culto y perdiendo todainiciativa en cuanto a moldear las sociedades de las cuales forman parte.

    La entrada en escena de las iglesias del Sur la han venido detectando y analizando en formaespecial los especialistas en estudios misioneros. Entre ellos destacan algunos que habiendo sidomisioneros se han dedicado luego a reflexionar sobre la misin, como el catlico Walbert Bhlman, ylos evanglicos Andrew Walls y Lesslie Newbigin. Bhlman describe este nuevo proceso como laemergencia de La tercera iglesia. Escribiendo en 1974, deca:

    la Primera Iglesia sera la oriental, que posee el privilegio de primogeitura (Los ocho primeros conciliosecumnicos tuvieron todos lugar en Oriente!), pero que hoy se ha convertido en gran parte en Iglesia delsilencio; la Segunda sera la occidental, que en el curso de la historia lleg a ser cada vez ms la iglesia porantonomasia y madre de las surgidas en el Nuevo Mundo; finalmente la Tercera sera la de Ios nuevos pases,que entran ahora con nuevos elementos en la historia mundial y eclesial y que constituyen la sorpresa delprximo futuro.5

    Ya no se puede pasar por alto este factor en cualquier reflexin acerca del futuro de la misincristiana. Desde la reunin del Consejo Misionero Internacional6 en Jerusaln en 1928, los protestanteseuropeos tomaron conciencia de que la vieja Europa estaba perdiendo su fibra espiritual y no podaseguir considerndose como la civilizacin cristiana que siempre se haba proclamado. En el mbito

    4 David Barrett es el estadgrado religioso mejor conocido y publica anualmente una tabla estadstica delcristianismo en la revista International Bulletin of Missionary Research.5 Walbert Bhlman La tercera iglesia a las puertas (Madrid: Ediciones Paulinas, 2da. ed. 1977:22).6 El Consejo Misionero Internacional fue una entidad protestante que agrupaba a las Juntas misioneras deEuropa y Norteamrica, y que procuraba coordinar la accin misionera, lo mismo que el intercambio deinformacin e investigacin acerca de la misin cristiana.

  • catlico, en 1943 los abates Franceses Godin y Daniel lanzaron el grito de alarma con su obra Froncia,pas de mison??, en la cual reconocan que vastos sectores de la poblacin francesa, especialmentelos obreros y estudiantes, desconocan la fe cristiana o la haban rechazado.7 Esa toma de concienciasimplemente ha crecido y se ha agudizado. El misilogo Lesslie Newbigin8 pudo decir con mucha baseque la llamada cultura occidental es la ms resistente al Evangelio, mientras que otras culturas semuestran mucho ms receptivas. Bhlman explica el desplazamiento de la fuerza de las iglesias haciael sur, sealando una causa que muestra tambin su potencial misionero:

    Las Iglesias occidentals y orientales son estticas, puesto que registrarn sio un ligero aumento de lapoblacin y ninguna nueva conversin, mientras que experimentan muchas apostasas En cambio la TerceraIglesia es dinmica, vive en pases en los cuales la explosin demogrfica es masiva (sobre todo en AmricaLatina) y donde los recin bautzados son muy numerosos (sobre todo en Africa).9

    No exagera este autor. La simple observacin detenida muestra la validez de su aserto. Por ejemplo,las iglesias que ms han crecido en Amrica Latina son las iglesias populares de tipo pentecostal. Es enese nivel popular donde se ha dado el mayor crecimiento. Las formas ms antiguas de protestantismoconiribuyeron a crear una clase media, pero muchas de ellas estn declinando tanto en Norteamricacomo en Amrica Latina. En los Estados Unidos en mi propia denominacin hay partes donde la edadpromedio de los miembros es de 60 aos o ms: no hay nios ni jvenes. Son las iglesias que van acerrar pronto. En cambio dentro de esta misma denominacin las iglesias hispanas, negras, vietnamitasy chinas son iglesias que estn creciendo. Son iglesias de minoras tnicas generalmente ms pobresque la mayora anglosajona o de origen europeo. Pero, el estilo de estas iglesias no es como el de lasiglesias de blancos y a veces por ello se dan problemas de convivencia al interior de la denominacin.Esto por problemas de estilo de vida, cosmovisin, liturgia, horarios, comidas, y as por el estilo.

    No es fcil para los estrategas misioneros, educadores teolgicos y candidatos al trabajo misioneroasumir las consecuencias de este nuevo balance de la fuerza del cristianismo en el mundo. Seacostumbraba decir que el cristianismo era una religin occidental. Hoy ya no se puede decir eso.Sipudiramos ver un cuadro de todas las caras de los cristianos del mundo, la mayora no seranblancos sino negros, amarillos, bronceados, toda una gama de colores de piel en la cual los blancos sonla minora: De qu color es la piel de Dios? pregunta insistente una cancin y para responder a lapregunta no nos remitimos a un ideal sino a una realidad.

    Andrew Walls llama especialmente la atencin al hecho de que los grandes temas teolgicos ydebates misiolgicos del prximo siglo no van a ser los que se plantean en las universidades yseminarios teolgicos europeos o norteamericanos. Van a surgir ms bien de la vida de las iglesias queestn embarcadas en la misin en las nuevas fronteras. La cosmovisin eurocntrica, que influye tantoen la manera de escribir la historia o de definir la agenda teolgica, tendr que cambiar. Por lo tanto,debemos darnos cuenta que el cristianismo mayoritario de hoy no es el de los manuales de teologa opastoral que se ensean en los seminarios teolgicos. El cristianismo actual es distinto al que estaba enla mentalidad de los misioneros protestantes que vinieron a Amrica Latina a comienzos de siglo. Elcristianismo del prximo siglo ser de otro color y de otro tipo.

    Slo dentro del marco de esta nueva situacin mundial del cristianismo puede entenderse lo que hapasado en Amrica Latina durante este siglo. La comprensin de esa realidad es necesaria para quien se

    7 Jos Mara Garca Escudero Los sacerdotes-obreros y el catolicismo francs (Barcelona: Juan Flors, 1954).8 Lesslie Newbigin Foolishness to the Greeks (Geneva-Grand Rapids: WCC-Eerdmans, 1986).9 Newbigin (1986:41).

  • plantea el futuro de la misin cristiana en el cual los seguidores de Cristo en Amrica Latina jugarn unpapel muy importante. Ahora bien, la comprensin de la realidad misionera actual ha sido posiblegracias al trabajo dedicado de misioneros y estudiosos que han combinado el activismo con lareflexin. El estudio sistemtico de la misin cristiana es un acercamiento interdisciplinario quellamamos misiologa.10 Este libro se escribe desde perspectiva evanglica y por ello dedicamos uncaptulo a bosquejar la tarea misiolgica y a identificar los acercamientos misiolgicos predominantesen el mundo evanglico, ese sector protestante desde el cual sigue todava surgiendo la mayor parte dela actividad misionera.

    2La misin hoy: Prctica y reflexin

    En esta etapa final del siglo XX, se estima que hay unas 4,600 agencias dedicadas al envo demisioneros cristianos, y que hay ms de 400 mil personas como misioneros cristianos en el mundo,trabajando fuera de sus pases de origen.1 Este total se agrupa en tres grandes sectores: los catlicos, losortodoxos y los protestantes. Dentro del sector protestante la fuerza misionera ms vigorosa es la de lasiglesias llamadas evanglicas, conservadoras en teologa con una espiritualidad pietista y un gran celoevangelizador. En este sector se incluye a la fuerza misionera de las iglesias pentecostales. Losprotestantes de las iglesias llamadas histricas tuvieron fuerte actividad misionera en la primeramitad del siglo veinte, pero ella declin por diversas razones. Despus del fin de la Segunda GuerraMundial se intensific la actividad misionera desde los Estados Unidos, en especial la de misionesindependientes y entidades paraeclesisticas. En la actualidad, dentro del protestantismo losevanglicos y los pentecostales constituyen la mayor fuerza misionera, y las misiones que salen desdeel Tercer Mundo2 tambin provienen de ese tipo de iglesias.

    Lo dicho hasta aqu se refiere a lo que podemos llamar misin oficial en el sentido de que estorganizada intencionalmente, con personas que se dedican por entero a esa actividad. Pero la fuerzamisionera de la Iglesia es mucho mayor, porque hay millones de cristianos que espontneamente,dondequiera que vayan, tratan a su manera no slo de vivir como discpulos de Cristo sino de trasmitira otros su fe. Cuando visit Australia en 1988 mis anfitriones de la Sociedad Misionera de la Iglesia,una misin de voluntarios anglicanos, me dijeron que tenan un grupo de trabajo estudiando laposibilidad de empezar una misin para atender a los inmigrantes de habla hispana. Casi al final de migira tuve tambin oportunidad de reunirme cerca de Sidney con un grupo de creyentes de habla hispanaque haban emigrado a Australia. Eran como cincuenta personas y entre ellos haba argentinos,chilenos, nicaragenses, mexicanos y peruanos. Unos haban emigrado porrazones polticas, otros enbusca de un mejor futuro econmico. Se ocupaban como profesionales, comerciantes y artesanos, peroninguno era pastor o misionero. Sin embargo, ya haban fundado nueve iglesias de habla hispana endiferentes partes del sudeste australiano! Al interior de la nueva ola de inmigrantes latino-americanos,

    10 En aras del casticismo los estudiosos espaoles y los crculos acadmicos prefieren el trmino misionologay sus derivados. Por razones de eufona y economa yo prefiero el trmino misiologa y sus derivados.1 Los datos estadsticos se toman de la tabla anual que publica David B. Barrett en la revista InternationalBulletin of Missionary Research 21(1), January 1997.2 Soy consciente de que el trmino Tercer Mundo ha sido abandonado por muchos y que otros lo sustituyenpor la expresin Mundo de los dos tercios. Sigo usndolo por comodidad y con l me refiero especficamentea las nuevas naciones de Asia, Africa y Oceana y a los pases latinoamericanos.

  • asiticos y africanos en los Estados Unidos y en algunos pases europeos hay miles de personas deconviccin evanglica que se constituyen en miembros activos de iglesias y agentes de evangelizaciny formacin de discpulos. As se observa un proceso de revitalizacin de iglesias que se benefician deeste nuevo activismo.

    Durante la segunda mitad de este siglo, junto a la actividad misionera evanglica surgi unareflexin misiolgica. Una nota constante de sta es el esfuerzo por comprender cmo se desarroll lamisin cristiana en los tiempos del Nuevo Testamento, acorde con la conviccin protestante de que laBiblia es la autoridad en materia de doctrina y de prctica de la fe cristiana. Sin embargo, al regresar ala consideracin del texto bblico el momento histrico obligaba a hacer nuevas preguntas quereflejaban las transiciones sociales del siglo, especialmente el declinar del colonialismo europeo y elsurgimiento de nuevas naciones en el llamado Tercer Mundo. Haba un deseo de corregir y adaptar lasprcticas misioneras a nuevas formas de hacer misin ms conformes a la enseanza bblica, segn elmodelo de Jesucristo. El Pacto de Lausana (1974) y los movimientos que lo precedieron y siguieronson una buena expresin de esta nueva actitud.3 Su ms cercano equivalente en Amrica Latina hansido los Congresos Latinoamericanos de Evangelizacin (CLADE I en Bogot 1969, CLADE II enLima 1979, y CLADE III en Quito I992).4

    Una caracterstica de esta reflexin misiolgica es que refleja al mismo tiempo la conviccinevanglica acerca de la obligacin misionera de la iglesia y una actitud crtica respecto a la formatradicional de realizarla. La necesaria crtica no es siempre bien recibida entre las grandesorganizaciones misioneras. Una razn para ello es que despus de la Segunda Guerra Mundial muchospases del Tercer Mundo alcanzaron su independencia dei dominio colonial europeo, y precisamentedentro de ese marco surgi la reflexin crtica de aquellas formas de prctica misionera que reflejabanla mentalidad colonialista europea o norteamericana. Se empez a percibir el contraste entre esamentalidad con sus consiguientes prcticas misioneras, por un lado, y por otro el modelo misionero delNuevo Testamento. Se redescubri la forma de siervo como un modelo para el misionero fiel aJesucristo, y se busc formas de correccin de las viejas prcticas.

    Parece que la correccin result ms fcil para los misioneros evanglicos europeos que para losnorteamericanos, en parte porque precisamente despus de la Segunda Guerra Mundial, a partir de1945, los Estados Unidos salieron fortalecidos y ampliaron su hegemona econmica y poltica en elmundo, al mismo tiempo que Rusia consolidaba el imperio sovitico en Europa Oriental. As surgi laguerra fra y muchos cristianos empezaron a ver el mundo dividido entre buenos (los occidentales) ymalos (los comunistas). No fue raro encontrar promocin misionera basada en la idea de que haba quesalvar al mundo del comunismo. En consecuencia, todo aquello que pareca implicar crtica social pasa ser considerado subversivo o comunista, y etiquelado como tal.5 Esto ha retrasado notablemente lareflexin misiolgica y la autocrtica de la gran empresa misionera norteamericana. Por la misma raznes urgente el desarrollo de una reflexin misiolgica evanglica.La naturaleza de la reflexin misiolgica

    3 Varios de los trabajos reunidos en Boletn Teolgico Nos. 59/60 (Jul-Dic. 1995) ofrecen informacin sobre elmovimiento de Lausana y su relacin con la prctica y el estudio de la misin en Amrica Latina.4 Ver una breve historia de estos CLADEs en Iglesia y Misin No. 67/68, enerojulio 1999.5 Mis trabajos reunidos en el libro Evangelio y realidad social (El Paso: Casa Bautista de Publicaciones, 1988)reflejan las tensiones de la reflexin dentro de ese marco. Desde perspectiva ecumnica ver Mortimer AriasSalvacin es liberacin (Buenos Aires: La Aurora, 1973).

  • La misiologa es una aproximacin interdisciplinaria al hecho misionero. Utiliza recursosprovenientes de las ciencias bblicas, en el sentido que la Biblia nos muestra una norma de cmo se hade realizar la misin cristiana. Tambin se beneficia del aporte histrico porque hay que considerar laforma en la cual el mandato misionero de Jesucristo se va cumpliendo siglo tras siglo en diferentescontextos. Las ciencias sociales tambin son tiles porque nos ayudan a analizar los diferentesmecanismos sociales e institucionales as como los tipos de relacin social que se establecen en elproceso de expansin del cristianismo.Reflexin a la luz de la Palabra

    Cada nueva generacin de misioneros hereda modelos de sus predecesores, pero se ve desafiada acorregir, improvisar o redescubrir ciertos principios, a la luz de la Palabra de Dios. El trabajo de lasciencias bblicas contribuye a la tarea misiolgica entendida como reflexin sobre la prctica.Cuando leemos con atencin la correspondencia de San Pablo, por ejemplo, vemos cmo reflexionabasobre su prctica misionera.6 Muchas veces el Apstol explica la forma en que su accin buscaconformarse al modelo de Jesucristo. Estudios misiolgicos acerca de epstolas como 2 Corintiosmuestran que el Apstol contrastaba su propio estilo misionero con el de los misioneros judos que leprecedieron,y lo haca sobre una base cristolgica.7

    La estructura de Lucas-Hechos supone tambin una reflexin sobre la prctica. El contenido de estaobra en dos tomos muestra cmo la misin de Jess y luego la de los apstoles fue impulsada por elEspritu Santo, y cmo los misioneros fueron respondiendo a las nuevas situaciones con actos deobediencia iluminados por la Palabra de Dios. Ms que una simple crnica de lo acontecido, esta obraest escrita para una generacin de creyentes que necesitaban saber cmo el Seor y la generacininicial de sus misioneros haban llevado a cabo la tarea en respuesta al imperativo de la Palabra de Diosy al impulso del Espritu Santo. Era una obra que buscaba inspirar a la accin obediente e informardicha accin con la verdad revelada.8 Me parece especialmente significativa la familiaridad quemuestra el estilo de Lucas-Hechos con las estructuras sociales y los momentos histricos del mundoantiguo que influyeron en el desarrollo de la misin cristiana, su arraigo en las lneas fundamentales deltexto del Antiguo Testamento, y al mismo tiempo la certeza de que lo que mueve la accin misioneraes el poder del Espritu.

    Es evidente que el nuevo siglo requiere de un regreso a los modelos bblicos de misin.Atravesamos una poca de cambios radicales en la culture, la poltica y la economa. Por otra parte elcrecimiento de formas populares de cristianismo en el hemisferio sur ha cambiado el mapa religioso delmundo. Los modelos de misin tradicional heredados de la mentalidad de cristiandad y de la eracolonial ahora son inservibles a pesar de que muchas misiones los siguen practicando. Es tiempo de un

    6 Roland Allen fue uno de los primeros misioneros-misilogos de nuestro siglo que examin de manera creativael corpus paulino y el libro de Hechos en busca de claves de metodologa misionera, para iluminar su propiaprctica. Tenemos en castellano su excelente obra La expansin espontnea de la Iglesia escrita en 1912.7 Dieter Georgi The Opponents of Paul in Second Corinthians Edinburgh: T. and T. Clark, 1987. Ver tambin micaptulo acerca de Pablo como modelo de misin en Padilla, Bases bblicas de la misin (Buenos Aires-GrandRapids: Nueva Creacin-Eerdmans, 1998:307350).8 David Bosch ofrece un valioso resumen misiolgico de algunos autores que han trabajado cuidadosamente elmaterial de Lucas-Hechos. Ver Transforming Mission. Paradigm Shifts in Theology of Mission (Maryknoll: OrbisBooks, 1992). Ver tambin Pablo Davies La misin en el Evangelio de Lucas y en los Hechos en Padilla Basesbblicas de la misin (Buenos Aires-Grand Rapids: Nueva Creacin-Eerdmans, 1998:249272).

  • cambio de paradigma que slo puede venir de un regreso saludable a la Palabra de Dios. Como lo decaDavid Bosch nuestro punto de partida no debe ser la empresa misionera actual, a la cual buscamosjustificar, sino el sentido bblico de lo que significa ser enviado al mundo.9 La nueva perspectivarequiere una firme entrega a los imperativos misioneros que son parte de la estructura misma de nuestrafe, y al mismo tiempo un trabajo serio de investigacin e interpretacin bblica.10

    Misiologa e historiaEste libro es una reflexin misiolgica de origen evanglico. Tomando en cuenta que Amrica

    Latina sigue siendo considerado un continente cristiano, y que no hace tanto que se celebraba elquinto centenario de su evangelizacin, hay que preguntarse con honestidad qu podemos aprendercomo evanglicos de la historia de las misiones, y en particular de la empresa misionera catlica delsiglo XVI. Tomemos en cuenta que en las ltimas dcadas la empresa misionera catlica ha sido objetode investigacin y estudio, desde una variedad de perspectivas. Por otro lado, ya hay ms de un siglo depresencia misionera protestante que se presta tambin al anlisis y la comparacin. La aplicacin decriterios historiogrficos modernos y la apertura a la autocrtica en algunos historiadores y telogos dela liberacin, se refleja en el trabajo de CEHILA y la valiosa coleccin de estudios nacionales yregionales que ha venido publicando.11 Por otra parte mucha informacin, aunque poco espritu crtico,caracteriza el esfuerzo apologtico de historiadores conservadores por replantear la bondad de la tareacivilizadora de Espaa y Portugal.12

    Aqu se hace necesario corregir la perspectiva evanglica. Para el estudioso evanglico tradicional,el punto de partida de la interpretacin de la misin catlica en el siglo XVI ha sido generalmente eltrabajo pionero de Juan A. Mackay en El otro Cristo espaol13, seguido del trabajo de Stanley Rycroften Religin y fe en la Amrica Latina.14 En su valioso y polmico panorama histrico Mackay mostrsu familiaridad con la historia espiritual de Espaa y el carcter espaol, y tambin hizo uso limitadodel anlisis socialista del peruano Jos Carlos Maritegui. En la Historia de las Misiones de Justo L.Gonzlez15 nos encontramos con un esfuerzo por mirar la empresa espaola con mayor objetividad,siguiendo una lnea semejante a la del gran historiador Kenneth Scott Latourette. Gonzlez se ocupa dela obra misionera catlica y la protestante dentro de un amplio marco de continuidad histrica. Es elmismo criterio seguido en otras dos obras ms recientes de origen protestante: la obra monumental de

    9 David Bosch Reflections on Biblical Models of Mission, en James M. Phillips y Robert L. Coote, Eds. Towardsthe 21st Century in Christian Mission (Grand Rapids: Eerdmans, 1993:177).10 Ver la ampliacin de algunas de estas ideas en el ltimo captulo de este libro, dedicado a la formacin demisioneros.11 CEHILA es la Comisin para el Estudio de la Historia de la Iglesia en Amrica Latina que fund el historiadorargentino Enrique Dussel. Han aparecido ya varios volmenes de la obra fundamental de esta Comisin, yalgunos de ellos incluyen breves secciones y apndices sobre historia de los protestantes.12 As por ejemplo el libro de Pedro Borges Misin y civilizacin en Amrica Latina (Madrid: Alhambra, 1987);trabajos ms antiguos como el de Vicente D. Sierra El sentido misional de la conquista de Amrica (BuenosAires: Ediciones Dictio, 4ta.ed., 1980); y varios de los trabajos publicados por el CELAM en la Coleccin VCentenario.13 Juan A. Mackay El otro Cristo espaol varias ediciones. Usamos la tercera edicin publicada en Lima porcolegio San Andrs, 1991.14 W. S. Rycroft Religin y fe en la Amrica Latina (Mxico: Casa Unida de Publicaciones, 1961).15 Gonzlez (1970).

  • Hans Jrgen Prien La Historia del Cristianismo en Amrica Latina16 y el trabajo didctico de PabloDeiros.17

    As pues, contamos ahora con suficiente material para obtener un cuadro ms objetivo que, sindejar de ser crtico desde una postura evanglica, preste mucho ms atencin a la problemtica demetodologa misionera y al enfoque teolgico que caracteriza a la misiologa. En su etapa inicialalgunos estudiosos influenciados por las teologas de liberacin propusieron un revisionismo histricode la empresa misionera protestante un tanto simplista, marcado por criterios marxistas.18 Avanzandoms all de las simplificaciones de la historia polmica del pasado, autores como Gonzlez, Prien yDeiros han tratado de historiar e interpretar una increble riqueza de hechos misioneros que sedesconocan hace sesenta aos, cuando Mackay escribi su famoso libro. De esta manera se hanplanteado preguntas indispensables que nos permiten tambin a los evanglicos ser ms objetivos encuanto a nuestra propia historia. Esta objetividad es especialmente necesaria si los latinoamericanos sevan a lanzar a participar en la tarea misionera a nivel global, y si van a hacerlo en forma original yaprovechando las lecciones de la prctica misionera anterior.

    Por otra parte, en todo momento especial de avance misionero se formula una misiologa quepresupone una cierta visin de la historia. Nos cuenta Michael Green, porejemplo, que los pensadorescristianos del siglo II y III interpretaban la existencia del Imperio romano como obra de Dios quepreparaba as el mundo para la extensin de su Reino.19 El examen de esta visin de la historia muestraque no slo ofreca una mirada hacia el pasado sino tambin lleg a ser un pensamiento utpico paraimaginar el futuro en relacin con la extensin de la Iglesia cristiana. El historiador belga-brasileoEduardo Hoornaert ha mostrado como la clsica Historia ecclesistica de Eusebio de Cesarea estabamoldeada por una visin constantiniana que vea la aceptacin imperial como un momento histricoglorioso para la Iglesia. Era la visin de un sector tan entusiasmado por las nuevas relaciones polticascreadas bajo Constantino que las proyect al nivel del plan divino, haciendo una teologa imperial ouna teologa de la historia totalmente nueva para aquella poca.20 Por consiguiente Eusebio cuenta lahistoria desde esa perspectiva.

    En otros momentos, como en el caso de la misin de los pueblos ibricos en el siglo XVI, Dussel hasealado el mesianismo ibrico que vea la derrota de los rabes en la pennsula como seal de labendicin de Dios y su eleccin para cumplir la tarea de evangelizar el mundo descubierto por losviajes de Coln. Mackay haba sealado el hecho de manera elocuente y bien fundamentada en elsegundo y tercer captulo de su ya mencionada obra clsica. En el caso de los anglosajones en el sigloXIX, tambin una visin de la historia dio respaldo y marco a la accin misionera. La ideologa delImperio britnico coloreaba la visin del mundo y de la historia de los misioneros britnicos21 y en el

    16 Salamanca: Ed. Sgueme, 1985.17 Pablo Deiros Historia del Cristianismo en Amrica Latina(Buenos Aires: Fraternidad TeolgicaLatinoamericana, 1992).18 As por ejemplo los trabajos iniciales de Carmelo Alvarez y Jean Pierre Bastian.19 La evangelizacin en la iglesia primitiva Cap. 1.20 Eduardo Hoornaert La memoria del pueblo cristiano (Buenos Aires: Ediciones Paulinas, 1985:26).21 Un resumen de este proceso se puede ver en Brian Stanley The Bible and the Flag (Leicester, Inglaterra:Apollos, 1990).

  • caso de los estadounidenses fue la ideologa del Destino manifiesto.22 Estas visiones estabanmarcadas por un etnocentrismo y orgullo nacional, que se prestaban para convertirlas en ideologas quejustificaban el poder expansionista de un imperio.

    Se ha sealado que las teologas de liberacin son ante todo misiologas. Esto puede aceptarse dadoque parten de un replanteamiento del papel social que le corresponde a la iglesia en el mundo. En esesentido, las ms recientes misiologas de factura catlica siguen de cerca la teologa del ConcilioVaticano II, en especial de la constitucin Gaudium et Spes. En el caso de la misiologa ligada a lasteologas de liberacin, una nota distintiva era que presuponan la utopa marxista. De hecho, estasteologas surgieron en un momento en el cual pareca que Amrica Latina estaba encaminndose haciael socialismo, acercndose hacia la utopa. Especialmente en Gustavo Gutirrez hay un fuerte sentidode interpretacin de la marcha de la historia latinoamericana como una marcha en direccin alsocialismo. En su libro La fuerza histrica de los pobres, Gutirrez ubica esta reflexin dentro de todoun marco filosfico que si bien critica la Ilustracin parece dominado por el espritu de la misma. Elcolapso de la utopa marxista ha forzado una revisin por parte de los telogos de la liberacin.Algunos de ellos parecen estarse acercando ms a una escatologa cristiana clsica.

    El planteamiento del filsofo estadounidense Francis Fukuyama acerca del fin de la historia queexpresa bien el estado de nimo de un sector de la intelectualidad estadounidense, obligar a lostelogos a revisar el marco utpico de su reflexin teolgica. Para Fukuyama la actual sociedadoccidental, capitalista y democrtica es el punto de llegada de la historia humana, y estamos ante el finde la historia. Se trata ms bien de una poca triste, o quizs diramos mejor en espaol una tristepoca en la cual las luchas ideolgicas que eran un desafo a la grandeza y el atrevimiento seconvierten en una interminable resolucin de proble mas tcnicos. Y de hecho como veremos msadelante hay una misiologa de origen estadounidense que ha venido presentando la tarea misioneracomo nada ms que una resolucin de problemas tcnicos. Lo amenazante de esta situacin no es tantosu visin de la historia, sino el tipo de antropologa que incorpora; el ser humano como un haz deproblemas tcnicos, el ser humano como cifra dispensable, como pieza de mercadeo. Quizs nadiecomo la llamada Escuela de iglecrecimiento haya expresado mejor esta antropologa en su teologaimplcita de la misin.

    La misiologa evanglica tiene que regresar a la visin bblica de la historia y tambin debeinterpretar el momento histrico que la actual situacin misionera representa. En nuestra reflexinhemos tratado de ver la significacin de la emergencia de las iglesias en el mundo no-blanco y no-occidental, lo que Bhlman llama el advenimiento de la Tercera Iglesia, como seal de nuestrotiempo. No hace falta adoptar la utopa marxista para reconocer en esta emergencia de una iglesiaglobal un punto significativo de la historia. Misilogos como Andrew Walls, Walbert Bhlman yOrlando Costas, cada uno a su manera, han tratado de mostrar las implicaciones de este nuevomomento. Lo que necesitamos es que la teologa evanglica que est surgiendo en el Tercer Mundocapte esta significacin y la exprese desde su experiencia, y dentro de su propia racionalidadcontextual. Contrarrestando las notas deshumanizantes de una visin gerencial de la misin cristianahay que recuperar la integridad de la misin.Misiologa y ciencias sociales

    22 El mejor tratamiento de este asunto hasta el presente se puede encontrar en Joel Carpenter-Wilbert Shenk,Eds. Earthen Vessels (Grand Rapids: Eerdmans, 1990).

  • La cuestin de la relacin entre la fe cristiana y las ciencias sociales se ha venido planteando enAmrica Latina en los crculos acadmicos donde se estudia la realidad religiosa. Sin embargo no setrata de una cuestin puramente acadmica, sino en ltima instancia de la manera de comprender lapropia vivencia de la fe cristiana, y la vida y el testimonio de la iglesia de la cual uno forma parte. Lacuestin se plantea en Amrica Latina desde varios ngulos. Cada planteamiento nos permite advertirdistintos matices de la realidad, aunque en ltimo anlisis nos lleve a las mismas preguntasfundamentales. Tenemos por ejemplo las polmicas de las teologas de liberacin, algunas de cuyasformas han recibido mayor publicidad especialmente por las crticas del Vaticano al uso de las cienciassociales por parte de ciertos telogos. El artculo Teologa y ciencias sociales por Gustavo Gutirrezes el que mejor ilustra este planteamiento.23

    Tenemos otro ejemplo en la seleccin de claves para leer e interpretar la historia de las iglesias.As, porejemplo, el historiador norteamericano Scott Mainwaring al estudiar la relacin entrecatolicismo y poltica en el Brasil, procura encontrar un acercamiento eclctico que incorporeelementos del funcionalismo norteamericano, el marxismo latinoamericano y la sociologa clsica.24

    Finalmente, en la comprensin e interpretacin de la religiosidad popular catlica, empezaron aflorecer estudios en la poca anterior a Medelln (1968), y desde entonces ha pasado por varias fasesrodeadas, a veces, de polmica. La crtica a las formas de acercarse al fenmenomodernizantes,secularistas o marxistasparte de planteamientos pastorales, pero nos lleva tambin a preguntasbsicas sobre la relacin entre la fe del pueblo y su interaccin con las estructuras sociales.25

    En el mundo evanglico las cuestiones se plantean tambin desde diferentes ngulos, aunque nosiempre con toda claridad. En este estudio quisiramos contribuir a que por lo menos se planteen lascuestiones en forma especfica, sealando rutas por las cuales pueden proseguir la investigacin yreflexin. Las preguntas vienen principalmente desde tres ngulos. En primer lugar est la necesidad decomprender los ataques al protestantismo latinoamericano tanto en sus manifestaciones populares,como en sus expresiones de origen misionero. Estos ataques provienen de antroplogos y socilogoscatlicos y marxistas que generalmente disfrazan su hostilidad como objetividad cientfica. Sufrecuencia y su difusin por los medios de comunicacin hacen pensar que estos ataques son parte deuna estrategia pastoral de los obispados.26

    En segundo lugar tenemos el caso de las teoras y estrategias de Iglecrecimiento, que sonresultado de una aplicacin de las ciencias sociales predominantes en Norteamrica a la tarea misionerade la iglesia. Iglecrecimiento estudia los factores sociales que favorecen el crecimiento numrico yprocura plantear una estrategia exitosa basada en esos factores, en tcnicas de mercadeo y en lametodologa de gestin gerencial por objetivos.27 Tenemos finalmente el esfuerzo por comprender las

    23 Gustavo Gutirrez La verdad os har libres (Lima:CEP, 1986:77112).24 Scott Mainwaring The Catholic Church and Politics in Brazil 19161985. (Stanford: Stanford UniversityPress, 1986, cap. 1).25 Un trabajo que resume la polmica es Pablo Richard y Diego Irarrzabal Religin y poltica en Amrica Central(San Jos: DEI, 1981). Ver tambin los planteamientos de Jos Luis Idgoras S.J. en La religin fenmenopopular. (Lima: Ediciones Paulinas, 1991).26 Hemos resumido esta cuestin en Los evanglicos: nueva leyenda negra en Amrica Latina? (Mxico: CasaUnida de Publicaciones, 1991). Ver tambin Carlos Martnez Garca Secta: un concepto inadecuado paraexplicar el protestantismo mexicano, en Boletn Teolgico (Buenos Aires: FTL (41):5572).27 Ver, por ejemplo, los trabajos sobre el tema reunidos en Misin (Vol.8, No. 1, Mar. 1989).

  • ciencias sociales, su funcin y sus limitaciones desde la perspectiva de una teologa evanglica. Estopermitira evaluar las cuestiones planteadas lneas arriba y aplicar criterios ms apropiados a la tareamisionera y pastoral, tal como ha sucedido en el campo de la psicologa pastoral.28

    Aqu es donde se ve la importancia de plantear un acercamiento que preste atencin especial alfactor misiolgico. La misiologa es resultado, como se ha dicho, de un trabajo interdisciplinario en elcual el aporte de las ciencias sociales se intensific en los aos ms recientes. El estudio de la conductasocial de los cristianos por la sociologa de la religin le impuso a la teologa la tarea de dialogar con lasociologa de la conducta religiosa. Por ejemplo, el catolicismo de habla francesa en Europa se vioobligado a revisar su sentido de misin cuando la estadstica sociolgica le mostr que Francia era mspagana que ciertos pases africanos a los cuales los franceses mandaban misioneros.29 El primer librodel socilogo austraco-americano Peter Berger mostraba que estudios sociolgicos probaban que losevanglicos ms devotos en Estados Unidos eran los ms retrgrados desde el punto de vista social. Porello le puso como ttulo El ruido de cultos solemnes, usando la frase irnica de Ams 5:21 quecondena la religiosidad unida a la injusticia.30 As tambin, la comprensin de los procesos misionerosle ha impuesto a la misiologa la tarea de dialogar con la antropologa cultural y la sociologa.

    En Amrica Latina el mtodo y el contenido de la reflexin acerca de la misin cristiana ha puestonfasis en la comprensin de sta mediante las herramientas de observacin, anlisis e interpretacinprovistas por las ciencias sociales, en especial la antropologa, y la sociologa. Como hemos visto, tantolas teologas de liberacin como la escuela misiolgica llamada Iglecrecimiento han recurrido a lasciencias sociales en mayor o menor medida, de manera que en su discurso nos encontramos con lascategoras antropolgicas y sociolgicas predominantes. Ello nos obliga a una reflexin inicial en lacual tratamos de definir el alcance y las limitaciones de los enfoques de la misin que utilizan lasciencias sociales, para tratar de definir lo que sera estrictamente hablando una teologa de la misin.En esta dilucidacin debemos distinguir entre el papel que le toca a las ciencias sociales y el papel quele toca a la revelacin.

    Aqu cabe citar tres aclaraciones de Roger Mehl, un telogo y socilogo reformado francs que nosayudan a establecer lo que l llama las posibilidades y los lmites de una sociologa de la misincristiana.31 En primer lugar est la necesidad de que las ciencias sociales admitan sus lmites. DiceMehl que la sociologa no puede pretender llegar a la esencia de la religin, ni menos creerse conderecho a dar una explicacin exhaustiva de la religin; sera incapaz de reducir, como Durkheimprecipitadamente ha hecho, la religin a un factor social. Debe admitir sus lmites.32 Es aqu donde lamisiologa evanglica cuestiona el reduccionismo de estudios que se acercan al hecho misioneroevanglico con el prejuicio ateo del marxismo o con el prejuicio anti-protestante del catolicismo. Elprimero niega validez al impulso misionero que brota de la fe porque niega la existencia de Dios comoobjeto de esa fe. El segundo niega legitimidad al esfuerzo misionero protestante porque lo considerasectario y por ello inferior.

    28 Ver, por ejemplo, el nmero 31 del Boletn Teolgico de la FTL (Set. de 1988), dedicado a este tema, con lostrabajos de la consulta sobre Fe cristiana y ciencias sociales en Amrica Latina hoy.29 As lo demuestra el famoso libro Francia pas de misin? por los sacerdotes Godin y Daniel (1943).30 Peter Berger, The Noise of Solemn Assemblies.31 Roger Mehl Tratado de sociologa del protestantismo (Madrid: Studium, 1974).32 Mehl (1974:10).

  • En segundo lugar hay otro principio enunciado por Mehl que el misilogo debe recordar: Elsocilogo se limita a estudiar los aspectos visibles de la religin, objetivamente comprobables. Yaade, citando a Binet, El anlisis slo alcanza a hechos externos, pero es incapaz de captar lasmotivaciones nicas que confieren a los actos su verdadero significado.33 Aqu cabe la crtica demuchas explicaciones sociolgicas hostiles a la misin cristiana que parten de la presuposicin de questa es nada ms que la superestructura del proceso econmico y explican los hechos en funcin de laalianza imperio-misin.

    En tercer lugar el misilogo debe recordar que El socilogo no describe una iglesia ideal sino quela describe como realidad emprica, no siempre de acuerdo con las normas a las que se remite. Perotoda sociedad, y las iglesias en particular, se remiten efectivamente a normas, y esta referenciarepercute en efecto en su conducta.34 El misilogo debe reconocer los hechos que el socilogocomprueba. Ellos le pueden servir para plantear la correccin, la distancia entre el ideal misioneroplanteado por la Biblia o la teologa y la realidad de la empresa misionera cuyos hechos puedencontradecir el ideal.Corrientes misiolgicas en el campo evanglico

    La consideracin de la vasta literatura misiolgica producida en el mbito evanglico permite verhasta dnde se ha venido usando la Biblia, la historia y las ciencias sociales en la prctica misionera yen el estudio de la misma. Sin penetrar en el amplio campo de la prctica y la reflexin de los catlicoso de los protestantes ecumnicos, me limito aqu a bosquejar las principales tendencias misiolgicasque se dan dentro del campo evanglico. Las he agrupado en tres formas de aproximacin a la prcticamisionera y la reflexin misiolgica, para las cuales uso trminos que me parecen definirlas: lamisiologa post-imperial, la misiologa gerencial y la misiologa integral. Paso a describirlasbrevemente.La Misiologa post-imperial

    Esta se ha desarrollado especialmente en Europa y en particular en la Gran Bretaa. Proviene dembitos en los que hay mucha actividad misionera y al mismo tiempo trabajo cuidadoso en el campo delas ciencias bblicas y la reflexin teolgica. Su nota principal es el reconocimiento de que la eracolonial ha pasado y el misionero no puede actuar como si todava el Occidente fuera cristiano o comosi el colonialismo fuera legtimo. Esta reflexin se mueve en tres direcciones. En primer lugar labsqueda renovada de modelos bblicos para corregir e iluminar la prctica misionera. Son conocidasen castellano obras representativas de este esfuerzo como las ya mencionadas de John Stott y MichaelGreen.35 En segundo lugar, se ve una interpretacin crtica de la historia de las misiones, utilizandodatos de la sociologa e historia social, pero sin caer en un reduccionismo marxista o en unsociologismo exagerado. Aqu se pueden ubicar los trabajos de Stephen Neill,36 Max Warren,37 yAndrew Walls.38

    33 Mehl (1974:10).34 Mehl (1974:14).35 La evangelizacin en la iglesia primitiva (Buenos Aires: Ediciones Certeza, Tomos I,II,III y V).36 Por ejemplo su utilsima obra Colonialism and Christian Missions (New York: McGraw Hill, 1966).37 Especialmente su libro Social History and Christian Mission (London: SCM Press). En castellano ver su obraCreo en la Gran Comisin (Miami: Editorial Caribe, 1978).38 En especial su reciente libro The Missionary Movement in Christian History (Maryknoll: Orbis, 1996).

  • Puede decirse que de un sector evanglico que toma en serio esta reflexin misiolgica ha venido laaceptacin de nuevas formas de misin en sociedad o cooperacin con las iglesias nacionales y dentrode esquemas no-colonialistas. Esta misiologa conserva el celo espiritual y sentido de llamado de lasmisiones tradicionales, unido a un trabajo serio en las ciencias bblicas para formular un concepto demisin que conjugue la proclamacin con el servicio. Su punto dbil est en lo que podramos llamar elpaso de la teologa a la pastoral, es decir en el desarrollo de metodologas de accin misionera yevangelizadora que encarnen los principios bblicos. La cuestin deriva en parte del hecho de que lasiglesias evanglicas en Europa no muestran vigor y vitalidad, es decir no hay una prctica rica ymltiple que provea modelos.La misiologa gerencial

    Esta escuela misiolgica se ha desarrollado especialmente en los Estados Unidos. Su postuladobsico es que la misin cristiana puede ser reducida a una empresa manejable, mediante el uso de lainformtica y las tcnicas de mercadeo y direccin gerencial. Movimientos como Amanecer, AD2000, Iglecrecimiento y Guerra espiritual son expresiones de esta misiologa, cuyas principalesnotas son las siguientes. En primer lugar, hay un nfasis cuantitativo que busca reducir toda la realidada cifras. Se desea visualizar la tarea misionera con precisin y de all surgen conceptos como pueblosno-alcanzados, unidades homogneas, campos blancos, ventana 1040, o adopte-un-pueblo.39

    Aun la demonologa y la idea de guerra espiritual de esta escuela privilegia el dato estadstico.Tambin en ese campo se busca catalogar los recursos disponibles cuantificndolos.40 El procesomisionero se reduce entonces a pasos muy precisos que se cumplen mediante una gerencia porobjetivos.

    En segundo lugar, esta misiologa se destaca por su nfasis pragmtico, que reduce el concepto demisin a formas de proclamacin que puedan cuantificarse. No se consideran importantes el trabajoteolgico o la reflexin contextual, dando por sentado que las definiciones creadas en Norteamrica sontransferibles a cualquier parte del mundo. En esta concepcin no cabe ni el misterio ni la paradoja. Enconsecuencia si la norma bblica no parece pragmticamentc posible, se desecha en nombre del criterioprctico.41 Unido a ello va una percepcin esttica de la sociedad, que resulta de la influencia dealgunas escuelas de ciencias sociales norteamericanas. La realidad se toma como un dato fijo, sinprestar atencin a los cambios que son necesarios, o que pueden venir como fruto del dinamismotransformador del Evangelio.42

    Esta misiologa manifiesta el celo y sentido de urgencia propios de la tradicin evanglica y eldeseo de evaluar en forma realista la accin misionera. Atrae especialmente por sus propuestasmetodolgicas que se presentan utilizando tcnicas de ventas. Por su volumen y recursos materiales ytcnicos cay en la trampa de llegar a ser un fin en s misma, poniendo el resto del mundo a su servicio.

    39 El desarrollo de esta escuela y algunas de las notas que aqu comento se pueden ver en los trabajos de PeterWagner, Larry Pate, George Otis y otros semejantes. Una expresin sistemtica de esta escuela es Larry D. PateMisionologa: nuestro cometido transcultural (Miami: Editorial Vida, 1987).40 Sobre este aspecto ver una evaluacin crtica en el reciente libro Poder y misin: debate sobre la guerraespiritual en Amrica Latina, publicado por (IINDEF, San Jos, Costa Rica, 1997).41 Al respecto ver la crtica al concepto de unidades homogneas en C. Ren Padilla Misin Integral (BuenosAires: Nueva Creacin, 1985).42 Ver una evaluacin de este aspecto en Tito Paredes El Evangelio en platos de barro (Lima: EdicionesPresencia, 1989).

  • En otras palabras en el mercadeo el cliente slo interesa en la medida en que permite a la empresaganar y crecer. El enfoque gerencial se presta a la sospecha de que para sus proponentes la misin se vecomo la actividad que permite crecer y traer xito a sus centros misiolgicos en Estados Unidos.La misiologa integral

    La misiologa integral se ha venido desarrollando especialmente a partir de planteamientos nacidosen el Tercer Mundo, pero en dilogo con sectores afines en Europa y Norteamrica. Uno de susplanteamientos fundamentales es que hay que preguntarse seriamente no slo cunta actividadmisionera es necesaria, sino qu clase de actividad es la que refleja la enseanza bblica y responde alcontexto. Esta misiologa, en primer lugar, parte de una situacin de dinamismo evangelizador ymisionero. En ningn momento niega la urgencia de la misin, pero por la propia experiencia de lasiglesias jvenes de sus proponentes, tiene un nfasis crtico y correctivo. Coincide con la bsqueda demodelos bblicos de la misiologa post-imperial, y por ello rechaza el excesivo pragmatismo de lamisiologa gerencial.

    En segundo lugar, utilizando la base de un modelo bblico, pone nfasis en lo contextual. Larealidad tnica, social, poltica y eclesistica del Tercer Mundo, de las iglesias jvenes y de lasminoras migrantes en Norteamrica y Europa, obliga a la tarea contextual, y lleva a cuestionar laimposicin gerencial, viendo en ella rezagos del antiguo colonialismo. Por ello mismo, debido a lascondiciones de su ambiente cree que es urgente redescubrir el dinamismo transformador del Evangelio,preguntndose sobre el efecto de la accin misionera desde una visin integral del ser humano y lasociedad. Esta nota es ms urgente en Amrica Latina, dado el trasfondo de una accin misioneraibrica en el siglo XVI, y un cristianismo nominal en un continente de miseria e injusticia.

    La debilidad de este enfoque ha estado en su falta de sistematizacin que lo haga asequible enniveles prcticos de ministerio. Adems, no ha prestado suficiente atencin a desarrollo y estudio delos modelos ya existentes. Su rechazo del excesivo metodologismo de la misiologa gerencial necesitaser sustituido por un criterio de aplicacin de la teologa a la creacin de modelos. Hay tres notas quedeben caracterizar a la misiologa evanglica latinoamcricana. La misiologa como reflexin sobre elacto misionero, a la luz de la Palabra de Dios, se nutre de la percepcin y participacin en actosmisioneros de obediencia al Seor de la misin. No puede limitarse a ser una observacin desde elbalcn. La misiologa es reflexin sistemtica, y en lo posible su estructura se la debe proveer laestructura de la revelacin bblica misma. La misiologa es crtica desde la perspectiva de la Palabra deDios. Porque comprende la realidad misionera y la compara con la norma revelada, no se puede limitara ser una simple metodologa de trabajo, ni la justificacin ideolgica de las prcticas existentes.

    Para el siglo XXI mucho de la misin ser desde el sur hacia el norte y el sur, el este y el oeste. Portanto, ser misin desde la pobreza, y desde la periferia. Hay elementos valiosos en las tresmisiologas que se han descrito, que debern tomarse en cuenta al visualizar el futuro. La idea demisin desde seis continentes hacia seis continentes demanda que busquemos estructuras, modelos ymtodos nuevos. El impulso del Espritu tiene que llevarnos a la reflexin humilde y abierta, a la luz dela Palabra de Dios. Es esta bsqueda de la integridad bblica de la misin la que gua nuestrasreflexiones en el resto de este libro sobre la misin cristiana en Amrica Latina hoy y desde AmricaLatina al mundo en el siglo que se inicia.

    3Amrica Latina: Tierra de misin

    Una situacin misionera contradictoria

  • Cuando miramos a la Amrica Latina desde la perspectiva de la misin cristiana nos confrontanalgunos hechos sorprendentes y contradictories. Hace cinco siglos que el catolicismo vino como unaola misionera a esta regin, y del total de catlicos del mundo, cerca del 50%, viven en Amrica Latina.Sin embargo, del total de la fuerza misionera catlica slo 2% proviene de Amrica Latina. A estadesproporcin se agrega el hecho de que para sobrevivir en esta regin la Iglesia Catlica necesita unflujo constante de misioneros que vienen de otros continentes. As por ejemplo, de los 4,164 misioneroscatlicos que salieron de Estados Unidos en 1996, la cifra de los que fueron a Amrica Latina llegaba a1,799, es decir el 43.2%.1 El contingente de misioneros catlicos europeos en Amrica Latina es anmayor.

    En el caso de los evanglicos la proporcin de misioneros forneos en Amrica Latina es menor,aunque tambin elevada. Segn las estadsticas ms recientes, de un total de 33,074 misionerosprotestantes que salen de Estados Unidos, Amrica Latina recibe 8,772, es decir un 26.5%.2 Este altoporcentaje resulta paradjico si se tiene en cuenta que entre evanglicos se habla mucho de uncrecimiento espectacular de las iglesias autctonas en Amrica Latina que hara innecesaria unapresencia misionera numerosa. Tambin contrasta con el dicho comn de que hay grandes necesidadesde obra misionera en regiones de Asia, Europa Oriental o el Medio Oriente, donde se requiere muchasveces trabajo pionero bsico de evangelizacin y establecimiento de iglesias. El porcentaje demisioneros que van a Amrica Latina es desproporcionado en relacin con reas ms necesitadas delglobo.

    Como para complicar el panorama todava ms, en Amrica Latina durante esta ltima parte delsiglo ha aumentado la religiosidad de la poblacin, y dentro de una atmsfera de creciente pluralismose han multiplicado los movimientos religiosos de todo tipo, como el espiritismo, la Nueva Era, formasdiversas de orientalismo religioso y el resurgimiento de las religiones prehispnicas. En el mbitocristiano, hay un continuo cambio de denominacin religiosa. Este hecho lo destacaba un misionerocatlico belga que fue asesor de los obispos de Bolivia, sealando que Segn las estadsticas enAmrica Latina cada hora un promedio de 400 catlicos pasan a las sectas protestantes 3

    En vsperas de un nuevo siglo el marco de tanto movimiento religioso en el continente es unproceso de globalizacin con sus dos caras contrastantes. Por un lado el impacto del mercado y lamodernizacin acelerada en la cual los medios de comunicacin masiva incentivan la pasin deconsumir bienes cada vez ms atractivos y variados. Por otro lado una forma de vida que slo puededescribirse con superlativos: una aglomeracin salvaje en las grandes urbes, una migracin interiordesesperada, una deuda externa monstruosa, la emergencia dramtica de los sectores marginales, y lamiseria multiplicada. Todo ello ante la fra indiferencia de clases gobernantes endurecidas, en uncontinente cuya poblacin todava se considera cristiana. Si es verdad lo que dice el Apstol Pablo deque hasta ahora la creacin se queja y sufre como una mujer con dolores de parto (Ro. 8:22 DHH),estos quejidos adquieren un tono sombro en el contexto de Amrica Latina.

    1 Datos tomados de U.S. Catholic Mission Handbook. Mission Inventory 19961997 publicado por U.S. CatholicMission Association, Washington D.C. Julio 1997. En esta cifra se incluye a Belice pero no a los pases de hablainglesa o francesa en el Caribe.2 Datos compilados de John A. Siewert y Edna G. Valdez, eds. 19982000 Mission Handbook. U.S. and CanadianMinistries Overseas (Monrovia: Marc, 1997).3 Franz Damen Las sectas avalancha o desafo? Cuarto Intermedio (Cochabamba, Bolivia, No. 3, Mayo de1987:45).

  • Al mismo tiempo, sin embargo, el nombre de Jess se proclama en voz alta y con toda claridad enlas calles y plazas de las grandes megalpolis, al igual que en remotas aldeas. En anas y otras hay gentesencilla lo mismo que intelectuales cultivados dispuestos a arriesgar su vida por lo que consideran lasexigencias de su fe en Jesucristo como Seor. Algunas iglesias declinan en nmero e influencia, perootras iglesias crecen. La Biblia se est traduciendo y circula en centenares de idiomas y dialectosindgenas. Entre los cientos de miles de latinoamericanos que se van a otras partes del mundo en exiliovoluntario u obligado hay un pequeo pero significativo nmero de evanglicos4 que llevan su feentusiasta y la van compartiendo conforme avanzan. La situacin misionera de Amrica Latina estapreada de contrastes.

    Cuando en 1992 se recordaba los quinientos aos transcurridos desde la llegada de Cristbal Colna una isla del Caribe, se desat una feroz controversia entre intelectuales de izquierda y lderesindigenistas, que lamentaban la presencia europea por un lado, y por otro lado autoridades espaolas yobispos catlicos que la celebraban. El pastor Emilio Castro describi muy bien la situacin al afirmarque: Desde la perspectiva europea la ocasin requiere un Te Deumes decir una accin de gracias aDiospero desde la perspectiva de los pueblos oprimidos de las Amricas, los habitantes originalesde esos pases que lograron sobrevivir, la ocasin requiere ms bien un Requiem5es decir, unalamentacin. En cualquier caso, nos vemos confrontados con una serie de agudos interrogantes acercade la misin en esta regin del mundo.Latinoamrica como campo misionero

    Cuando misiones protestantes europeas y norteamericanas empezaron a enviar misioneros aAmrica Latina, a mediados del siglo pasado, la Iglesia Catlica rechaz esa presencia alegando queesta regin era cristiana y ya estaba evangelizada: no necesitaba misioneros. Las antiguas iglesiasprotestantes europeas adoptaron esa misma posicin y decidieron no enviar sus misioneros a AmricaLatina. En 1910 se convoc una gran conferencia misionera en Edimburgo con la finalidad deconsiderar el estado de la misin cristiana y la posibilidad de acciones concertadas en el futuro.6 Habaun sentido evanglico de urgencia en el lema escogido para el encuentro: La evangelizacin delmundo en esta generacin. Las misiones protestantes ms antiguas y prestigiosas acudieron alencuentro que se considera el punto de partida del movimienio ecumnico moderno. Sin embargo entrelos organizadores se impuso el criterio de que Amrica Latina no era campo misionero, y por lo tantono invitaron a ninguna de las misiones protestantes que para entonces ya trabajaban en la regin, ni alas iglesias evanglicas que ya haban surgido.

    El bien conocido biblista y periodista mexicano Gonzalo Bez-Camargo interpretaba esta exclusincomo seal de la mentalidad dominante entre protestantes en ese ao de 1910, que estaba todavaconformada por la complacencia y el paternalismo propios de la era victoriana. Vean a la raza humanadividida en un mundo cristiano que inclua a Europa y las Amricas y otro no-cristiano quecomprenda a Asia, Africa y las Islas del Pacfico. En otros trminosaclara Bez-Camargoseagrupaban de un lado un bloque de naciones cristianas, civilizadas que enviaban misioneros, y del

    4 Tal como es costumbre en Amrica Latina, utilizo aqu el trmino evanglico como sinnimo deprotestante.5 Emilio Castro Mission in the 1990s International Bulletin of Missionary Research (14 (4): 147).6 Ver una historia de este proceso en Norman Goodall El movimiento ecumnico (Buenos Aires: La Aurora,1970).

  • otro lado un bloque de campos misioneros no-cristianos, incivilizados, que reciban misioneros.7

    Para Bez-Camargo esta clasificacin global pecaba de ingenua y daba lugar a flagrantesinconsistencias, como la de ubicar a Amrica Latina en el primer bloque y excluir de Edimburgo a losmisioneros evanglicos que llevaban trabajando all ms de medio siglo. Los condenaban a ellos y a loscientos de miles de protestantes latinoamericanos que ya para 1910 existan, a ser una especie de pariasexcludos del movimiento ecumnico.8

    Un grupo de lderes misioneros norteamericanos y europeos que no concordaba con el criterioadoptado en Edimburgo form un Comit de Cooperacin en Amrica Latina, y apoy un CongresoMisionero de entidades protestantes que trabajaban en la regin, el cual se realiz en Panam en 1916.Aquel encuentro fue un hito decisivo para la tarea misionera evanglica en estas tierras. Fue precedidode un estudio cuidadoso de la situacin, basado en informacin enviada por corresponsales misionerosde todo el continente, material con el cual funcionaron diez comisiones de trabajo.9 Los tres tomos queresumen los trabajos del congreso nos dan una clara idea del alcance de la misin protestante en estastierras y de los resultados que haba obtenido. El Congreso reflej tambin la actitud autocrtica de lasmisiones participantes que reconocan los defectos de su obra y buscaban nuevas formas decooperacin y coordinacin.10

    Doce aos despus, en la reunin inicial del Consejo Misionero Internacional en Jerusaln (1928),el misionero presbiteriano Juan A. Mackay dej bien establecida la legitimidad de una presenciamisionera protestante en Amrica Latina. Mackay descart as la idea de que los misionerosevanglicos eran corsarios religiosos que dedicaban su vida a la piratera eclesistica. Describi lacondicin espiritual del continente diciendo:

    Mi obra se realiza entre las masas del continente sudamericano que no van a ninguna iglesia la mayorparte de los varones en Sudamrica han repudiado toda religin.11

    Interpretando lo que pas en esta reunin de Jerusaln, Bez-Camargo sostiene que representaba unsignificativo cambio de mentalidad, y analiza el cambio sealando que se haba tomado conciencia deque era imposible hablar de la misin cristiana sin tomar en cuenta el contexto social en la cual suceda,As que la asamblea se lanz a un estudio de las cuestiones econmicas y sociales que afectan la obramisionera. Tambin procur despertar y fortalecer el sentido de responsabilidad cristiana por la justiciasocial.12 Adems en Jerusaln se tom nota de que una ola de secularismo haba invadido tanto lospases que enviaban como los que reciban misioneros, y segn Bez-Camargo la admisin de estehecho tena consecuencias importantes en lo misiolgico y teolgico:

    Esta result una admisin revolucionaria porque significaba que despus de todo, el mundo que seautodesignaba como mundo cristiano era tambin un campo de misin en s mismo. Lo que es ms importante,

    7 Mexico: A Long Stretch from Edimburgh. Ecumenical Review (Vol. XVI, Oct. 1963-Jul. 1964:267).8 Bez-Camargo, The Place of Latin America in the Ecumenical Movement, The Ecumenical Review (Vol. 1,194849:311).9 Juan Kessler y Wilton M. Nelson, Panam 1916 y su impacto sobre el Protestantismo latinoamericano.Pastoralia (No. 2, Nov. 1978:521).10 Esto lo seala en particular el historiador catlico Prudencio Damboriena S.J. El Protestantismo en AmricaLatina (Bogot-Friburgo: FERES, 1962, I:23).11 John A. Mackay, The Power of Evangelism , en Addresses and Other Records. Report of the JerusalemMeeting of the International Missionary Council (London: Oxford University Press, 1928,VIII:121).12 Baez-Camargo (1964:267).

  • esto quera decir que el Reino de Dios no puede definirse en trminos de simple agregado territorial, sino que latotalidad de la vida en todas partes debe ser sometida al Seoro de Jesucristo.13

    As pues, partiendo de convicciones comprobadas por la prctica misionera protestante en AmricaLatina, se iba formulando un serio cuestionamiento del proceso cristianizador que haba acompaado laconquista ibrica en el siglo diecisis. Esta perspectiva la resume bien el telogo metodista argentinoJos Mguez Bonino, quien con el correr del tiempo iba a ser el nico observador protestantelatinoamericano en el Concilio Vaticano II. Dice Mguez:

    Amrica Latina nunca fue cristiana en el mismo sentido que se puede decir que lo fueron Europa oNorteamrica. Lo que aqu sucedi fue un colosal trasplantelas estructuras eclesisticas bsicas, disciplinas yministerios fueron trados a fardo cerrado desde Espaa, y se esperaba que funcionasen como un orden cristiano:una tremenda forma sin sustancia.14

    Por ello era posible hablar de este campo misionero latinoamericano que result terreno frtil parael crecimiento del protestantismo evanglico. Los evanglicos que en 1916 eran unos 170 mil para elao 2000 sern ms de 50 millones. Dice un comentarista catlico que

    Si se mantiene el actual ritmo de crecimiento, a principios del siglo XXI Amrica Latina tendr una mayoraevanglica. Actualmente, en trminos de creyentes activos, los practicantes evanglicos deben superar ennmero a los observantes catlicos.15

    Entre los misioneros evanglicos hubo una tendencia a considerar Amrica Latina como territorionecesitado de evangelizacin bsica, un campo de experiencias pioneras donde el modelo del NuevoTestamento se poda aplicar casi literalmente. En sus momentos ms entusiastas tales misionerosexpresaban la esperanza de que algo nunca antes visto podra suceder, y utilizaban la poca del NuevoTestamento como punto de referencia. As por ejemplo, en 1916 el evanglico brasileo Erasmo Bragadespus de describir cmo el cristianismo del primer siglo haba significado el fin del paganismo,llegaba a esta conclusin:

    La leccin de la historia nos autoriza a esperar que bajo el impacto del mensaje evanglico simple y sincere,tal como lo predicaron los apstoles en la Roma antigua, habr tambin para la Amrica Latina un fin delpaganismo.16

    El eco de esta visin reapareca en 1973, casi sesenta aos despus, en las palabras de RogelioGreenway, un misionero reformado que en la dcada de los setenta estudi en forma especial laevangelizacin de las grandes ciudades latinoamericanas. Greenway deca:

    Si las iglesias revitalizadas, cuyos lderes se han preparado en escuelas orientadas hacia el crecimiento de laIglesia, dan rienda suelta a su energa en las florecientes ciudades (de Amrica Latina), se producir entoncesuna multiplicacin de iglesias tal como el mundo no ha visto desde el siglo primero.17

    El crecimiento numrico de los evanglicos en las ltimas dcadas ha llevado a observadorescatlicos a tomar como referencia no el siglo primero sino el siglo XVI. Monseor BuenaventuraKloppenburg, por ejemplo, ha sealado que como fenmeno de cambio de afiliacin religiosa el caso

    13 Baez-Camargo (1964:268).14 Jos Mguez Bonino, Latin America, en The Prospects of Christianity throughout the World editado por M.Searle Bates y Wilhelm Pauck. (New York: Charles Scribners Sons, 1964:168).15 John McCoy, La embestida evanglica en Noticias Aliadas (Lima, Vol.26, No.24, Junio 29 de 1989:2).16 Erasmo Braga. Panamericanismo: aspecto religioso (New York: Sociedade de Preparo Missionario, 1916:195).17 Roger Greenway, An Urban Strategy for Latin America (Grand Rapids: Baker Book House, 1973:236) (Unaestrategia urbana para evangelizar a Amrica Latina. El Paso: Casa Bautista de Publicaciones, 1977. El nfasises nuestro. Hemos preferido nuestra propia traduccin del original ingls para mayor claridad.)

  • latinoamericano supera lo que pas durante la Reforma Protestante del siglo XVI. La Iglesia Catlicaha perdido en este siglo ms fieles que se han hecho protestantes de los que perdi en la poca deLutero y Calvino.La misin como inversin promisoria

    Slo despus de la segunda guerra mundial los catlicos romanos despertaron a la situacinmisionera de su continente. Empezando en 1955 con una reunin de obispos del todo el continente enRo de Janeiro, se form el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM). Una de sus primerasacciones fue lanzar un llamado a que vinieran misioneros catlicos de otras regiones para ayudar a unaiglesia que se senta amenazada por el crecimiento del marxismo y el protestantismo entre las masas,18

    Cmo explicaba la jerarqua catlica la necesidad de misioneros en este continente que antes habapresentado como cristiano? Los esfuerzos misioneros catlicos desde Norteamrica y Europa haciaAmrica Latina fueron presentados como una inversin necesaria que permitira despus lamovilizacin de una fuerza misionera latinoamericana hacia otras partes del mundo. Tal era lapercepcin del Papa Po XII cuando escribi en 1955:

    Tenemos firme esperanza de que los medios ahora empleados se tornarn inmensamente multiplicados en lofuturo. Y los devolver ciertamente Amrica Latina a toda la Iglesia de Cristo cuando, como es de esperar, hayapodido poner en activo a numerosas y preciosas energas que no parecen esperar sino la accin del sacerdotepara contribuir intensamente al incremento del Reino de Cristo.19

    Cinco aos despus y en ese mismo espritu, Monseor Casaroli, representante especial del PapaJuan XXIII, pronunci un clebre discurso ante los superiores de las principales rdenes religiosas deEstados Unidos. Peda que cada provincia religiosa norteamericana enviara un diez por ciento de susreligiosos, sacerdotes y religiosas como misioneros a Amrica Latina. Hubo una respuesta entusiasta yun famoso promotor misionero norteamericano pidi que se enviase cuarenta mil misioneros. Nunca selleg a la meta propuesta por el Papa, pero se gener mucho entusiasmo y muchos hombres y mujeresde Estados Unidos y Canad vinieron como misioneros a Amrica Latina. Desde Europa llegarontambin olas de franceses, belgas, irlandeses, suizos, que se unieron a los espaoles e italianos quesiempre haban estado colaborando con los catlicos latinoamericanos.

    Estos misioneros catlicos de Europa y Norteamrica fueron muy influyentes en la comprensincrtica de la situacin del catolicismo latinoamericano y en el despertar de una conciencia socialcatlica que desemboc luego en las teologas de liberacin. Las prximas reuniones de los obispos enMedelln (1968) y Puebla (1979) registraron el impacto de esa influencia, aunque todava no se haestudiado bien todo el alcance del efecto que tuvo sobre el catolicismo la labor misionera de loscatlicos que vinieron desde Europa y Norteamrica en ese perodo.20 El propio estudio de la cuestinmisionera en Amrica Latina ha recibido mucha influencia de misioneros extranjeros ya afincados entierra latinoamcricana como Juan Gorski,21 Roger Aubry,22 Manuel M. Marzal, SJ,23 Franz Damen y

    18 Ver Samuel Escobar Mission and Renewal in Latin American Catholicism Missiology. (15(2):3346).19 I Conferencia General del Episcopado Latinoamericano Documento de Ro. (Lima: Vida y Espiritualidad,1991:10).20 Dos trabajos muy importantes en ese sentido son Gerald M. Costello Mission to Latin America (Maryknoll:Orbis, 1979), y Mary M. McGlone, CSJ Sharing Faith Across the Hemisphere (Maryknoll: Orbis, 1997).21 Juan Gorski, El desarrollo histrico de la misionologa en Amrica Latina. (La Paz, Bolivia, Ed. del autor, 1985).22 Roger Aubry, La misin siguiendo a Jess por los caminos de Amrica. Latina (Buenos Aires: Ed. Guadalupe.1990).

  • otros. La toma de conciencia de 1955 llev a una tarea autocrtica y a reconocer de manera crecienteque la poblacin latinoamericana en muchos sectores necesitaba evangelizacin bsica. SegundoGalilea, uno de los estudiosos ms prolficos sobre este tema rehusa llamar al continentelatinoamericano tierra de misin, y sin embargo reconoce que hay vastos sectores que necesitan unaprimera evangelizacin:

    hay hoy da grupos de latinoamericanos que necesitan ser evangelizados en un sentido aun ms estricto;por de pronto los no creyentes, indgenas amaznicos, grupos estudiantiles, intelectuales, ideolgicos,reivindicativos. Muchas veces bautizados han dejado la iglesia y la religin. Algunos son postcristianos.24

    Misioneros para la evangelizacin de Amrica LatinaDurante la 19a asamblea del CELAM en 1983 el Papa propuso la idea de una nueva

    evangelizacin para Amrica Latina. Este concepto se desarroll y precis ms tarde en el CELAM de1990. Se evita referirse a re-evangelizacin, lo cual implicara la aceptacin de que la obra misioneradel siglo XVI haba fracasado. Se adopta en cambio el trmino nueva evangelizacin que buscarenovar y profundizar la evangelizacin en su fervor, en sus mtodos y en su expresin. Esto presuponeque la obra del siglo XVI no fracas pero que se necesita reavivarla (Puebla).

    Usando categoras del Vaticano II y del documento Evangelii Nuntiandi de Paulo VI, se hadesarrollado el concepto de evangelizacin de la cultura. Aubry dice que la tarea misionera catlicadel futuro se concentrar en aquellos sectores de personas que pasan por transiciones sociales. Sealaespecialmente cmo en medio de las migraciones del campo a la ciudad las masas populares hanabandonado a la Iglesia Catlica. La comprobacin de la pastoral catlica es clara:

    Constatamos que estas personas o grupos afectados por los cambios sociales, tienen una adhesin bienprecaria a la Iglesia y una fe demasiado frgil como para ser resorte vital adecuado para responder a estas nuevascircunstancias.25

    En el lado evanglico hoy en da la misiologa norteamericana ha acuado el trmino pueblos noalcanzados para referirse a comunidades y grupos de personas que nunca han escuchado el Evangelio.El misilogo evanglico William D.Taylor escribe que en Amrica Latina hay todo un mundo depueblos no alcanzados. Se refiere, en primer lugar, al inmenso proceso migratorio del campo a laciudad, sealando la urgencia de que se evangelice, se plante nuevas iglesias y se capacite a lderes.Tomando como ejemplo la ciudad de Mxico afirma que se necesitan misioneros sensibles y conespritu de cooperacin que estn dispuestos a entrar en relaciones de coparticipacin con las iglesiasque ya existen en Mxico, en vez de empezar un sinnmero de denominaciones.26 Taylor incluyecomo no alcanzados a las clases altas y las lites econmicas, a poblaciones en los barrios deemergencia, a estudiantes y profesores universitarios, a militares y lderes sindicales. Se preguntatambin si todava hay lugar en Amrica Latina para que vengan misioneros europeos onorteamericanos, y responde haciendo una aclaracin:

    Por supuesto que s, pero l o ella deben ser misioneros desprovistos de cualquier paternalismo aun latente,listos a aprender de los modelos de ministerio propios de Amrica Latina, poseedores de talento y capacitacin

    23 Autor de numerosos trabajos, especialmente La transformacin religiosa peruana (Lima: PontificiaUniversidad Catlica, 1983); y El sincretismo Iberoamericano (Lima: Pontificia Universida Catlica, 1985).24 Segundo Galilea Evangelizacin en Amrica Latina. Quito: CELAM-IPLA, 1969; ver tambin su trabajo Laresponsabilidad misionera de Amrica Latina (Bogot: Ediciones Paulinas, 1981).25 Aubry (1990:93).26 William D.Taylor y Emilio A. Nez Crisis in Latin America (Chicago: Moody Press, 1989:177).

  • pero humildes, que aprendan a la perfeccin la lengua y que comprendan y lleguen a amar la historia y elmosaico cultural que hace de Amrica Latina lo que es de verdad y lo que puede llegar a ser por la gracia deDios.27

    Tambin los catlicos se preguntan qu clase de misionero se necesita para el futuro. Losnorteamericanos son quienes han sido ms agudos y precisos en su evaluacin. En su breve historia delesfuerzo misionero, Costello relata sin tapujos la crisis y las deserciones por las que pasaron muchossacerdotes y monjas en los aos crticos de la dcada del sesenta. Describe la transformacin que seoper en los misioneros catlicos estadounidenses, como resultado de su experiencia en AmricaLatina:

    empez a emerger un enfoque misionero radicalmente nuevo Los misioneros que se quedaron empezarona aprender en vez de ensear y a servir en vez de mandar.28

    Un misionero veterano de treinta aos de trabajo en Nicaragua dice:A menos que una persona se vista de la mente de Cristo ser mejor que no entre como misionero a

    Amrica Latina Cristo vino como uno de los oprimidos, con un mensaje de vida para los opresores. Nosotros,la Iglesia, hoy en da tenemos la tendencia a venir como los opresores para decir a los oprimidos que tenemos unmensaje de viday ellos nos dicen Ahs a ver, demustralo?.29

    Otro misionero norteamericano que sirvi en el Per usa una perspectiva cristolgica basada en elfamoso pasaje del Evngelio de Mateo 25:3146 para describir la experiencia de aquellos que llegan areconocer el rostro de Cristo en los rostros de las mujeres, los campesinos y los obreroslatinoamericanos. Se trata de un reconocimiento

    que brota de la experiencia cotidiana concreta de quienes han armado su tienda entre los pobres no deaquellos que ocasionalmente visitan el mundo de los pobres como lo hara un extensionista agrcola, sino deaquellos que viven permanentemente entre los pobres.30

    Como se ha visto hasta aqu, Amrica Latina recibe hoy en da proporcionalmente ms misionerosque cualquier otra regin del mundo, tanto catlicos como evanglicos. Sin emba