Upload
others
View
2
Download
0
Embed Size (px)
Citation preview
Ética y Discurso Ethik und Diskurs
Ethics and Discourse
ISSN 2525-1090
E + D 1 (1 ) - 2016: pp. 159 - 174
159
RESEÑAS - REZENSIONEN - BOOKS REVIEWS
Dietrich Böhler, Verbindlichkeit aus dem Diskurs. Denken und Handeln
nach der sprachpragmatischen Wende, Freiburg / München: Verlag Karl
Alber, 2013, 591 páginas.
(por Santiago Prono)
En su último libro publicado, Verbindlichkeit aus dem Diskurs. Denken und
Handeln nach der sprachpragmatischen Wende (591 páginas), y editado por
Verlag Karl Alber (Freiburg-München) en 20131, Dietrich Böhler realiza, en la
primera parte del mismo (“Maestros antiguos – Lecturas nuevas”), un recorrido
conceptual por los principales filósofos de la antigüedad clásica (Platón,
Aristóteles), del medioevo (Agustín, Tomás de Aquino) y de la modernidad
(Descartes, Hobbes, Kant), y en la que analiza los paradigmas filosóficos y su
vinculación con el lenguaje y la filosofía práctica. Se trata de un estudio de
estas tradiciones en base a las implicancias pragmático-discursivas de la
racionalidad, cuyas raíces acaso podamos ubicar en Sócrates, en tanto que
“defensor incansable del discurso”. Así, ubica el autor en este filósofo el punto
de partida de su análisis sobre el problema del descubrimiento de la
intersubjetividad discursiva como práctica dialógica del pensar. (Böhler, 2013:
22ss.) A su vez, analiza Böhler también la ética pragmático-convencional de
Aristóteles (p. 89 ss.), considerándola como “la puerta de entrada” del
solipsismo metódico (Böhler, 2013: 101ss.) al “cortar desde la base los
principios socráticos del diálogo”. En esta línea se aborda también en el libro el
dualismo cristiano, y su desconocimiento de las pretensiones de validez del
discurso, tanto en Agustín como en Tomás de Aquino, en quienes se expresa
un esquema cognoscitivo de carácter acomunicativo. También se tematiza
respecto del trasfondo filosófico de la Modernidad, en el que se expresa el
Reseñas - Rezensionen - Books Reviews
160
dualismo Sujeto-Objeto, a la vez que el correspondiente desplazamiento de la
comunicación a favor del punto de vista del solipsismo, al buscar “el interés por
el fundamento de la forma científico-emancipadora, que al mismo tiempo debe
garantizar la autonomía del conocimiento y la seguridad de la verdad, en la
filosofía del sujeto y de la conciencia” (Böhler, 2013: 178).
En la segunda y más extensa parte (“Responsabilidad sobre el futuro desde
el discurso”), se centra el filósofo en la pragmática discursiva para el análisis de
la ética desde el punto de vista de la responsabilidad, abordando
filosóficamente desde aquí problemas relacionados con la política, el estado de
derecho, la protección del medio ambiente (cambio climático, energía nuclear,
etc.), y demás cuestiones concernientes al futuro de la humanidad. Esta parte
del libro se subdivide a su vez en el estudio, de la pragmática discursiva y de
los fundamentos de la ética relacionados con el diálogo argumentativo (Böhler,
2013: 235 ss.), y de la ética de la responsabilidad y de la dignidad humana.
(Böhler, 2013: 407 ss.) En este contexto Böhler pone en práctica el método
dialógico de deliberación racional, subrayando el carácter apriórico de los
presupuestos del discurso argumentativo vinculados con el reconocimiento de
la moral, e inherentes a la racionalidad tanto práctica como teórica. (Böhler,
2013: 287ss.) Así, desarrolla el filósofo en varios pasajes diversos diálogos
argumentativos con otros interlocutores (imaginarios o reales y en un estilo
cuasi socrático), quienes asumen una concepción monológico-solipsista de la
racionalidad (Böhler, 2013: 238-244, 300-316), una actitud escéptica frente a
las pretensiones de validez de la razón (Böhler, 2013: 451-453), o de la ética
del discurso y de sus ineludibles presuposiciones teóricas para toda pretensión
de fundamentación racional de normas morales. (Böhler,2013: 529) Se trata de
un método dialéctico de exposición, en el que se expresa el carácter
esencialmente intersubjetivo y comunicativo de la racionalidad, y de sus
correspondientes presupuestos morales.
En base a su planteo pragmático-trascendental y ético de la responsabilidad,
conceptualmente ubicado luego del giro lingüístico, pragmático y hermenéutico
de la filosofía contemporánea, Böhler analiza entonces problemas de la
filosofía práctica centrando su interés en el estudio de problemas éticos
fundamentales, característicos de la civilización tecnológica. Y es precisamente
en este ámbito de la ética de la responsabilidad sobre temas concretos en
E + D (1) - 2015
161
donde el autor despliega, con verdadera maestría y solidez filosófica, toda su
capacidad intelectual.
Como se mencionó antes, el autor también analiza problemas relacionados
con la política. Se trata ésta de una tematización que el filósofo realiza a partir
de su discusión con Hans Jonas, y la relativización que este último lleva a cabo
respecto de las instituciones del estado democrático de derecho. (Böhler, 2013:
473ss.) En este sentido cuestiona Böhler toda interpretación exclusivamente
empírica de la democracia, en la que el único criterio a tener en cuenta para la
legitimidad de las decisiones depende las mayorías que la apoyan. En efecto,
el filósofo subraya una y otra vez la necesidad del reconocimiento de principios
morales sobre los que se basan las instituciones democráticas del estado
constitucional de derecho, y que las mismas no pueden contradecir. Estos
principios, en tanto que fundamentos ético-jurídicos, “se expresan en los
derechos humanos, en el principio de la opinión pública, la protección de las
minorías y del medio ambiente y la naturaleza, y cuyo primado se garantiza
frente a toda decisión mayoritaria” (Böhler, 2013: 474). El punto en cuestión en
este planteamiento, es que tales principios, que en conjunto expresan las
normas fundamentales del estado democrático de derecho, se explicitan en
función de la reconstrucción de los presupuestos de la argumentación, que
todo interlocutor discursivo desde el comienzo ya siempre reconoce. Estas son,
en opinión de este discípulo de K.-O. Apel y principal representante berlinés de
la ética del discurso, las condiciones de posibilidad de toda justificación moral,
y las condiciones de validez de las decisiones políticas. (Böhler, 2013: 476).
Ahora bien, y desde un punto de vista ya no meramente descriptivo, también
cabe señalar lo siguiente en relación con el análisis de lo político que realiza el
autor. Si bien Böhler desarrolla su concepción de la política en base a los
presupuestos inherentes a la dimensión pragmática del discurso argumentativo,
que no pueden cuestionarse sin incurrir en auto-contradicción performativa, aun
así queda la duda de si con ello él mismo acaso no incurre en una reducción de
la política a la ética, en el sentido de concebirla a aquélla sólo como un
problema de aplicación de esta última, y específicamente de la ética del
discurso. Entre otras cuestiones, habría que analizar si esto no implicaría
quizás un problema epistémico, relacionado con el hecho de que poner énfasis
de un modo excluyente en el punto de vista de la ética del discurso para el
Reseñas - Rezensionen - Books Reviews
162
análisis de la política, impide apropiarnos de las herramientas conceptuales
necesarias que permitirían conocer, e identificar, el modo más adecuado de
proceder para reducir las condiciones que dificultan la implementación de
determinados programas políticos para intentar solucionar, por ejemplo, el
problema del conflicto, siempre presente en las interacciones humanas. La
justificación de los sistemas político-democráticos constituye un importante
campo de aplicación de la ética del discurso. Y ello no sólo en lo que respecta
a la reconstrucción de las condiciones que permiten el desarrollo de procesos
deliberativos, como respeto recíproco, honestidad, y demás reglas de simetría,
sino también al análisis crítico de las consecuencias de las decisiones
adoptadas. Sin embargo, la concepción del discurso práctico que concibe
Böhler no parece del todo adecuado para servir de modelo a los
procedimientos racionales de toma de decisiones en el ámbito de la política, en
donde no sólo entran en juego razones morales, sino también razones
específicamente políticas, o meramente pragmáticas.
Por supuesto, nada de esto hace mella en la rigurosidad conceptual de esta
obra, que constituye un aporte substantivo, no sólo para la consolidación y
ampliación o desarrollo de la ética del discurso desde el punto de vista
pragmático-trascendental, sino también para su aplicación a problemas
prácticos, relacionados con la ética de la responsabilidad.
Nota
1. En verdad este libro tiene en 2014 una nueva edición, con otro subtítulo: Verbindlichkeit aus
dem Diskrurs. Denken und Handeln nach der Wende zur kommunikativen Ethik - Orientierung
in der ökologischen Dauerkrise. Sin embargo, se trata esta de una edición que, además de
algunas correcciones y la incorporación de los primeros comentarios de colegas, realiza
también unas pocas ampliaciones, por ejemplo respecto del reconocimiento de un presupuesto
implícito en la argumentación, y con en el que el autor procede a una mayor especificación de
las implicancias del actuar estratégico, justificado desde el punto de vista de la auto(co)-
responsabilidad para los casos de situaciones de moralidad adversa que ponen en peligro la
vida. (Böhler, 2013: 298-299)
E + D (1) - 2015
163
Ewa Nowak (2013). Experimental Ethics. A Multidisciplinary Approach.
(Serie: Development in Humanities, ed. por Z. Drozdowicz y S. Sztajer, T.
6). Münster (Alemania): LIT. ISBN 978-3-643-90375-4, 168 págs.
(por Jutta Wester)
No hay dudas de que ya el título Experimental Ethics del libro de la filósofa
polaca Ewa Nowak es un desafío: la ética no suele entenderse como ciencia
empírica y experimental sino más bien como una disciplina filosófica que valida
sus conocimientos mediante la argumentación lógica y racional, y cuya validez
no depende de la corroboración por medio de contrastaciones empíricas.
Ciertamente que, desde hace unos treinta años, la ética filosófica opera con
una serie de conceptos que surgen de estudios empíricos -como los conceptos
de desarrollo de juicio moral, de moral convencional y de moral
posconvencional-, conceptos acuñados por estudios empíricos del psicólogo
moral Lawrence Kohlberg. Kohlberg, que había llevado a cabo un gran número
de estudios empíricos con niños y jóvenes provenientes de diferentes contextos
culturales, observó en ellos regularidades del desarrollo de su competencia de
juicio moral y extrapoló estos resultados al desarrollo moral en un nivel
filogenético de la especie humana.
Estos estudios, pero sobre todo la idea de un nivel posconvencional del
desarrollo de la moralidad, llegaron a ser claves también para la ética del
discurso cuyos fundadores, Karl-Otto Apel y Jürgen Habermas, la entienden
como una teoría ética para la época de la transición del desarrollo convencional
al posconvencional de la eticidad y como teoría ética postmetafísica: como
sabemos, la teoría ética y el contexto histórico se involucran mutuamente, a
más tardar, desde Hegel. En el caso de la ética del discurso, no obstante, la
interrelación entre el ámbito ideal de la reflexión ético-filosófica sobre los
principios éticos universales, sus implicancias pragmático-universales, su
fundamentación última y su reflexión sobre las condiciones a priori
transcendentales de sus pretensiones de validez tienen que articularse con el
ámbito histórico de los discursos fácticos en los cuales tienen que ponerse a
prueba los principios universales hallados, y en los que hay que dirimir su
aplicabilidad, su exigibilidad y las correspondientes condiciones histórico-
situacionales.
Reseñas - Rezensionen - Books Reviews
164
Aunque no es la intención explícita de Ewa Nowak, su libro puede ser
considerado como una contribución al esclarecimiento de los conflictos y los
dilemas éticos que surgen en este campo de tensión de la aplicación de
principios éticos en situaciones históricas concretas, situaciones en los que el
agente moral se ve desafiado por situaciones de acción moral extremadamente
complejas, que exigen de él no solo vastos conocimientos especializados, sino
también una conciencia y una competencia de juicio moral sumamente aguda,
avezada y crítica.
En la Introducción, en la que sintetiza los conceptos básicos con las que
opera, Nowak (2013: 7s.) parte justamente de estas situaciones de la reflexión
ética en las que la definición cognitiva de la moralidad personal y las
definiciones normativa y afectivamente fundamentadas son cuestiones
cruciales para considerar porqué las personas no son capaces de seguir los
valores, las normas y los ideales que sostienen declarativamente, y porqué se
comportan de modos que no coinciden con sus razones, a veces bien
elaboradas y sumamente racionales; cuestiones acerca de las características
de la cultura contemporánea que parece dispersa, “líquida” y que no le ofrece
consistencia a la moralidad personal; preguntas relacionadas con un sistema
educativo que debería centrarse más en el desarrollo personal e interpersonal,
y ofrecer oportunidades de aprendizaje moral; o interrogantes de índole más
personal en vista de los contextos éticos de las prácticas profesionales.
Desde un punto de vista teórico, y en lo que concierne a la interrelación
entre la reflexión ética y las dimensiones afectiva, emocional y de la
comunicación pre-verbal, Nowak (2013: 8ss.) revisa aportes filosóficos que
parten de Aristóteles, Hutcheson, Hume y A. Smith, y que llegan el
pensamiento contemporáneo y teorías como las de W. James, Frege,
Vygotsky, Wittgenstein, Arendt, Levinas, etc. Lo que interesa poner de relieve
es el papel de la dimensión afectiva de las decisiones éticas, cuyo control
depende del desarrollo cognitivo de la competencia de juicio moral. En este
punto, Nowak sigue la teoría dual del desarrollo de la conciencia moral del
psicólogo alemán Georg Lind, discípulo de Kohlberg y autor de un método
(Konstanzer Methode der Dilemma-Diskussion) de educación moral que
fortalece la dimensión cognitiva como recurso crítico al momento de
E + D (1) - 2015
165
implementar lo que la persona valora y lo que le parece significativo para obrar.
(Nowak, 2013: 9)
Mientras que los procesos cognitivos regulan la construcción de juicios
morales lógicamente correctos y aportan justificación argumentativa, corrección
y legitimación, la afectividad juega el papel de facilitar, activar y apoyar en
diferentes grados los valores y los ideales de una persona. (Nowak, 2013: 10)
Nowak opina que, tomando el juicio moral en un sentido normativo y evaluativo,
la psicología moral puede arrojar luz sobre su origen y su naturaleza.
Nowak deja en claro que el concepto de afectividad utilizada en sus estudios
no remite a fuentes irracionales de fundamentación o a la mera aprobación o
desaprobación de juicios de valor. Por el contrario, el rol de la afectividad en la
formación de juicios morales es el de activar, facilitar y apoyar ciertos procesos
cognitivos que hacen posible la construcción de juicios morales lógicamente
correctos y que aportan una base para su posterior justificación, corrección y
legitimación argumentativa. (Nowak, 2013: 10) La afectividad y la racionalidad
se entretejen a lo largo del desarrollo de la competencia moral: mientras que en
los estadios más bajos de desarrollo la afectividad juega un papel
preponderante, la relevancia del escrutinio racional y la búsqueda de razones y
del mejor argumento aumentan en la medida en que avanzan los niveles de
desarrollo del juicio moral. Las razones y acciones comunicativas pueden
estimular los procesos afectivos; y el desarrollo de la sensibilidad y la habilidad
para percibir problemas morales contribuyen a la formación del juicio moral,
también en los estadios superiores.
El libro consiste principalmente en la presentación de una serie de estudios
empíricos realizados en Polonia por Ewa Nowak, publicados en parte
anteriormente en diversas revistas y como capítulos de libros. Coinciden en su
objetivo de esclarecer la relación entre cognición y afectividad en la toma de
decisión ante dilemas morales y en una diversidad de contextos de acción.
El primer capítulo (Nowak, 2013: 13-33) aborda la pregunta acerca de la
contribución de la afectividad al juicio moral. Parte de una revisión de la
relación entre afectividad y racionalidad, poniendo énfasis en las contribuciones
de Jean Piaget a la comprensión del desarrollo humano, en la relación que
Habermas establece entre ambos conceptos, como en los estudios en el área
de psicología social y cognitiva de Vygotsky, Damasio y Craig. Partiendo de la
Reseñas - Rezensionen - Books Reviews
166
interrelación entre afectividad y racionalidad, relata un estudio llevado a cabo
con alumnos de doce años de edad y de docentes mayores (entre 26 y 60
años), que consistió en la identificación de emociones de personas en
diferentes imágenes y en la correspondiente argumentación a favor de las
respectivas asunciones. El resultado mostró un nivel de cognición socio-
emocional mayor de los alumnos que de los docentes, ya que en las
argumentaciones de los últimos prevalecieron prejuicios y estereotipos,
mientras que los alumnos se refirieron claramente a experiencias sociales y a
contextos personales y sociales. Se puede concluir que, en una edad en la que
la capacidad de identificar estados emocionales de otros aún se está
desarrollando, ya existe la capacidad para operaciones cognitivas complejas;
en el caso de los docentes, Nowak observa una debilidad de crear relaciones
humanas basadas en la comprensión de los estados de ánimo del otro.
En el capítulo II, Nowak (2013: 34-56) intenta responder la pregunta acerca
de qué hacemos cuando argumentamos. Sobre la base de una observada
diversidad y pluralidad de juicios morales, problematiza la relación entre
“disonancia normativa” y el orden de la argumentación moral. Logra elaborar
una taxonomía de argumentos morales sumamente interesante y de gran
utilidad para futuros estudios, la cual pretende cuantificar la competencia de
juicio moral y avanzar hacia una descripción comprensiva de las reflexiones y
argumentaciones subyacentes a los juicios morales. En un sistema
democrático, la ética no provee de respuestas únicas; pero el pluralismo de
argumentaciones permite detectar un patrón que devela una estructura
universal de los juicios morales más allá del pluralismo de valoraciones
particulares.
Los capítulo III, IV, V y VI tienen un carácter más bien teórico: En el tercer
capítulo, Nowak (2013: 56-78) parte de la comparación del encuentro con el
otro como un experimento, remite a los aportes de Levinas sobre la otredad y el
misterio de su experiencia, y establece un paralelismo entre la experiencia del
otro y la experiencia estética. En el cuarto capítulo (Nowak, 2013: 79-97),
revisa el concepto de respeto desde Aristóteles, Adam Smith y Kant, bajo la
dicotomía de reflexión y afectividad. Siguiendo a autores contemporáneos
como Dworkin y Darwall establece una diferenciación de tipos de respeto. La
pregunta sobre qué es universal guía los análisis del capítulo V (Nowak, 2013:
E + D (1) - 2015
167
99-114) que discuten la problemática de la universalidad junto con los
conceptos de subjetividad e intersubjetividad, y los relaciona con el
reconocimiento del otro y la solución de pacífica de conflictos. El capítulo VI
(Nowak, 2013: 115-139) trata de teorías legales, especialmente la de Kelsen y
de Radbruch, y su elaboración de la dicotomía tradicional entre legalidad y
moralidad ya presente en la filosofía del derecho de Hegel.
Por más que la democracia y el Estado de derecho han estado presentes
como trasfondo de las discusiones de los capítulos anteriores, el capítulo 7
(Nowak, 2013: 141-155), con el que cierra el libro, los tematiza explícitamente
desde una perspectiva empírica. Nowak constata la distancia fáctica entre los
ideales democráticos y el comportamiento ciudadano para afirmar que “la
democracia comienza en la mente”, y para demostrar la relevancia de una
educación cívico-democrática ya pregonada por Kohlberg y su discusión de
dilemas morales y central en el método de discusión moral [KMDD]
desarrollado por Georg Lind de la Universidad de Konstanz (Alemania).
Concluye con una revisión de la competencia cívica en cuanto que simple
competencia para emitir el voto que, en los sistemas democráticos existentes,
en su mayoría representativos, es la acción cívica por excelencia. Ésta, sin
embargo, está sometida a algunas condiciones personales previas que los
votantes tienen que desarrollar y cultivar: por ejemplo, conocimientos básicos
sobre el sistema democrático, la conciencia política, la autonomía del voto, el
respeto mutuo y la confianza en el poder político del voto propio; condiciones
personales insertas en un marco institucional y contextual previo, como el
Estado de derecho, la transparencia del sistema legal, la existencia de una
educación cívica orientada en los derechos humanos y la igualdad de todas las
autoridades morales tradicionales. La competencia para emitir el voto tiene que
estar enfocada, en consecuencia, en la construcción de sistemas democráticos
en los que las deliberaciones públicas directas entre los ciudadanos sean
posibles, y en los que se reconozca la importancia de enseñar y de aprender a
realizarlas.
Ya por su diseño editorial, el libro de Ewa Nowak no ha sido concebido como
tratado sistemático de la ética aplicada, de problemas teóricos en torno a la
relación entre racionalidad y afectividad o de teorías del desarrollo del juicio
moral. No obstante, ofrece una serie de explicitaciones teóricas y una
Reseñas - Rezensionen - Books Reviews
168
pormenorizada revisión de conceptos constitutivos de esas teorías. En este
sentido, representa un aporte muy interesante para cualquier estudio teórico,
como así también una invalorable ayuda para la construcción de marcos
teóricos de referencia para estudios empíricos en los más diversos contextos
que, sin embargo, tienen como horizonte común la educación para la
democracia y la correspondiente competencia de juicio moral.
Alberto Damiani, Guillermo Lariguet, Ricardo Maliandi, Ética y conflicto,
Remedios de Escalada: UNLa, 2012, 326 págs., ISBN: 978-987-1326-80-8
(por Marcelo Eduardo Bonyuan)
La presente obra es fruto del diálogo crítico sostenido entre los filósofos
argentinos Ricardo Maliandi, Alberto Damiani y Guillermo Lariguet. El marco
sobre el cual se desarrolla es el debate sobre determinados puntos clave de la
Ética Convergente de Ricardo Maliandi.
La obra se estructura en dos bloques. El primero de ellos corresponde al
intercambio argumentativo entre Maliandi y Damiani. El mismo refiere a la
controversia sobre la posibilidad, sostenida por la Ética Convergente, de una
fundamentación pragmática trascendental de un “principio de individualización”
y de un “a priori de la conflictividad”. En el segundo bloque se desarrolla la
discusión entre Maliandi y Lariguet. La misma se centra en la problemática que
representan los dilemas morales trágicos para con los planteamientos ético
convergentes de un a priori de la conflictividad y de un meta principio de
convergencia.
En su primera intervención (Cap. I, pp. 13-29), Maliandi destaca, en
referencia a la fundamentación de un paradigma de aplicabilidad de normas
morales, la necesidad de reconocer la ilicitud de una aplicación directa e
irrestricta del principio procedimental del discurso (entendido como forma del
principio de universalización1). Tal reconocimiento deriva de la exigencia de no
contravención de los compromisos previamente contraídos por todo agente
moral con algún sistema de autoafirmación (familia, amigos, partidos políticos,
etc.). A partir de ello plantea el deber de asumir el compromiso de un
cumplimiento progresivo (in the long run) de tal principio. En este marco
E + D (1) - 2015
169
Maliandi asume la distinción entre una letra y un espíritu del principio. Por
medio de este último el principio se revela como una “idea regulativa” que
indica constantemente la dirección del camino a seguir: “maximizar la
‘discursividad’ de los conflictos y minimizar en cambio los recursos
‘estratégicos’” (p. 21)
El novedoso aporte de la Ética Convergente se presenta en el hecho de que,
a diferencia de la Ética Discursiva, no asume tales contextos de autoafirmación
como meras instancias propias de lo histórico y lo contingente. Contrariamente,
afirma que tales aspectos restrictivos representan el cumplimiento de un
principio, al cual Maliandi denomina “principio de individualización” (P.I.). Éste
mantiene una relación estructural a priori de mutua oposición y suposición con
el principio de universalidad, al representar cada uno de ellos auténticas
exigencias morales. A partir de aquí el autor infiere la necesidad de reconocer
un a priori de la conflictividad entre estos dos principios (a la cual denomina
conflictividad sincrónica), como así también un metaprincipio de convergencia.
Maliandi afirma que este P.I. se encuentra presupuesto en la argumentación
misma, particularmente en la que se emplea en un discurso práctico.
En su primera intervención (Cap. II., pp. 31-36), Damiani cuestiona la tesis
mencionada. Argumenta que la exigencia de atender a lo individual no
representa una condición de posibilidad del discurso práctico, sino más bien un
criterio alegado en el discurso; por lo tanto, el mismo se sitúa en la parte
proposicional de un argumento práctico. En cambio, la exigencia de consenso
(implicada en la pretensión de validez presupuesta en todo acto de habla
argumentativo) sí se sitúa en la parte performativa de un argumento práctico,
motivo por lo cual debe asumírsela como una condición de posibilidad del
sentido de la argumentación.
De este modo, la pretensión de asumir un principio de individualización –
como lo concibe Maliandi – no representaría más que una exigencia
injustificada. Para Damiani, la conflictividad normativa existente entre estos
supuestos principios debe reconocerse, simplemente, como un hecho del
ethos, salvo que pueda cumplirse con las siguientes condiciones: “Por un lado,
debería tratarse de una situación en la que los involucrados atiendan
exclusivamente a la fuerza del mejor argumento. Por el otro, debería mostrarse
Reseñas - Rezensionen - Books Reviews
170
que en esa situación la relación entre dos normas igualmente válidas es tal que
si se obedece una, necesariamente se transgrede la otra y viceversa.” (p. 36)
A continuación (Cap. III, pp. 37-56), Maliandi responde a tales objeciones
distinguiendo entre el principio de universalización y la universalidad de un
principio. El argumento consiste en mostrar que el P.I. no sólo no implica
contradicción alguna con el principio de universalización sino que en tanto
principios comparten la característica de su validez universal. Para Maliandi
esto se evidencia en el hecho de que si bien puede asumirse la existencia de
restricciones contingentes, sin embargo debe reconocerse el hecho de que no
puede dejar de haberlas. Esto conlleva a la necesidad de asumir la tesis de una
contingencia necesaria, lo cual bien podría incorporarse al plano de
fundamentación bajo la idea de P.I.. Al respecto, reafirma la tesis de que tal
principio se encuentra presupuesto en la argumentación misma. Pero en estas
instancias aclara: “…Si esas argumentaciones [las que realizan los sujetos en
discursos prácticos] fueran reflexivas, y consistieran en explicar sus propios
supuestos normativos, tendríamos por cierto un tipo de discurso práctico no
demasiado ortodoxo, ya que en él habrían de someterse a discusión también
principios, y no sólo normas situacionales.” (p. 55)
Sobre este punto regresan las críticas de Damiani (Cap. IV, pp. 57-92). A su
juicio, Maliandi sólo se ha limitado a afirmar el carácter a priori y trascendental
del P.I. y del supuesto conflicto presente entre éste y el principio de
universalidad, más no a dar una fundamentación consistente del mismo. Para
Damiani, la tesis de que el PI se configura como obstáculo (restricción) y a la
vez como condición de posibilidad del discurso práctico, representa una
afirmación paradójica. Conjuntamente sostiene que la fundamentación de un
P.I. debe dilucidarse por medio de la denominada prueba reflexiva, consistente
en mostrar que su negación conduce a una autocontradicción performativa y su
deducción a una petitio principii, procedimiento que Maliandi no habría aplicado
(pp. 67- 80). Finalmente, concluye que la Ética Convergente opera, más que
como un sistema trascendental, como una herramienta heurística, “apta para
descubrir… todas las dimensiones de los complejos problemas éticos, que se
presentan tan pronto intentamos aplicar normas a situaciones concretas y
conflictivas.” (p. 92)
E + D (1) - 2015
171
Al respecto, Maliandi arguye (Cap. V, pp. 93-159) que reconocer la exigencia
del principio del discurso implica, simultáneamente, reconocer la “siempre
probable presencia de algún ‘sistema de auto-afirmación’” (p. 98, 101). Sin
embargo, ello no implica asumir a tales sistemas, como al P.I. que los mismos
expresan, desde el mero punto de vista restrictivo: “No se trata sólo de una
‘condición de imposibilidad’ del discurso, sino de la condición de posibilidad del
cumplimiento de una exigencia distinta.” (p. 99, 110-128). Maliandi intenta
mostrar, conjuntamente, que el P.I. puede dilucidarse como presupuesto de la
argumentación por medio de la prueba reflexiva. En esta línea sostiene que los
argumentos específicos “que no remiten (en cuanto exigencia en ellos
presupuesta, como su “condición de posibilidad”) al discurso práctico, sino que
lo integran –o, dicho de otro modo: [que] no lo exigen, sino que lo cumplen-,
está también presupuesto el reconocimiento de una especie de contrapolo de
lo que se está buscando.” (p. 129). Aquí se refiere a la inevitable articulación
entre conflicto y consenso. Posteriormente el autor desarrolla la tesis de que la
prueba reflexiva por la cual se valida el P.I. depende de la asunción de un
carácter bidimensional de la razón (Fundamentación y Crítica) por el cual no se
prioriza solamente el aspecto fundamentador de la razón. Para Maliandi, en la
postura apeliana -y de Damiani- se hace patente esta unilateralidad, a la cual
identifica como unidimensionalidad pragmática (p. 142)
Como puede advertirse, el trasfondo problemático que rige el presente
intercambio argumentativo refiere al alcance de la denominada prueba reflexiva
y los presupuestos pragmáticos trascendentales ligados a la misma. En este
sentido, la discusión entre estos dos pensadores desentrama la posibilidad de
una controversia en el núcleo mismo de la ética discursiva.
La segunda parte de la obra (discusión Maliandi - Lariguet) comienza con
una intervención de Lariguet (Cap. VI, pp. 161-188). El autor sostiene que la
Ética Convergente asume deficitariamente la cuestión de los dilemas morales,
principalmente de los dilemas morales trágicos. Según Lariguet, Maliandi no
realiza una clara distinción entre conflictos morales y dilemas morales: sostiene
que “para la mayoría de los dilemas morales la ética de la convergencia no
puede ser aplicada, al menos no fácilmente y sin antes hacer matices y
distinciones relevantes.” (p. 164), dado que en un dilema moral (por ejemplo,
en el conflicto entre dos principios) es inevitable la lesión de uno de ellos al
Reseñas - Rezensionen - Books Reviews
172
momento de dar cumplimiento a otro. Esta situación torna problemática la
posibilidad de sostener un metaprincipio de convergencia, como el postulado
por Maliandi. Lariguet ve en este metaprincipio la pretensión (errónea) de una
solución plena del problema que se presenta en el caso de los dilemas, como si
dicha solución no implicara el sacrificio de una de las partes en juego. Tras
desarrollar algunas implicancias al respecto del tratamiento de los dilemas
morales, el autor da paso al análisis de la plausible articulación entre dilemas
morales y relativismo, y de la cercanía de éste último con la defensa de un
pluralismo moral. (pp. 179-188) Con ello sienta las líneas de una posible
controversia con la defensa ético convergente de un pluralismo limitado de
principios.
A continuación (Cap. VII, pp. 189-259) Maliandi dedica una extensa
respuesta a los planteamientos críticos de Lariguet. Comienza exponiendo una
relevante distinción en el marco de su ética, entre las ideas de solución,
resolución y disolución de los conflictos. A su juicio, no queda muy claro este
punto en los comentarios de Lariguet, debido a que utiliza la ambigua expresión
“salida” para abordar el tema de la paradoja de los dilemas morales. A
continuación, precisa algunos detalles sobre el sentido del metaprincipio de
convergencia. En primer lugar sostiene que bajo el mismo se asume la
incomposiblidad de los óptimos, pero a su vez la posibilidad de un
cumplimiento parcial y gradual de los mismos. (pp. 197-213, 229) Cumplimiento
no significa aquí solamente resolución, también comprende, según el caso,
regulación, minimización de las transgresiones y equilibrio; nunca la
identificación de la idea de convergencia con la de solución plena o
composibilidad de los óptimos (219-233). Por último, responde a la crítica de
Lariguet sobre la cercanía entre pluralismo y relativismo sosteniendo que la
misma consiste, básicamente, en una confusión entre facticidad y validez (pp.
244-251)
En su última intervención (Cap. VIII, pp. 261-296) Lariguet desarrolla la tesis
de que la inconmensurabilidad de los dilemas no admite graduación. Siguiendo
con el planteamiento de la imposibilidad de no lesionar alguno de los principios
o normas que configuran un dilema, sostiene que la propuesta de una tercer
vía (así denomina al metaprincipio de convergencia) representa un ideal muy
alto y aplicable solamente a unos pocos casos. Ello se debe a su pretensión de
E + D (1) - 2015
173
satisfacción de ambos principios, aun cuando se afirme que la misma es
parcial.
Cerrando la presente obra (Cap. IX, pp. 297-326), Maliandi concede a
Lariguet que los dilemas implican sacrificio, aunque en un sentido diferente al
modo en que éste último lo concibe. Para Maliandi, el sacrificio nunca es
asumido como unilateral, en pos de la posibilidad de concretización óptima,
indemne, no lesionada, de uno de los principios en cuestión. Más bien, el
sacrificio, como así también el cumplimiento de cada uno de los principios,
deben ser siempre un sacrificio que implique un cumplimiento mutuo y gradual.
(pp. 309-310)
Al respecto puede considerarse que la tesis central de Lariguet sobre los
dilemas morales supone que la aplicación de los principios se determina u
opera según la “letra” del principio y no según su “espíritu” (por el cual se
asume que lesionar un principio no implica negar la posibilidad de su
realización/aplicación gradual).
El presupuesto central de los argumentos de Lariguet es que en el caso
especial de los dilemas morales trágicos, estos traen ínsita la imposibilidad de
redimir o compensar la no aplicación simultánea, directa e irrestricta de los
principios en juego. Desde el punto de vista de los dilemas trágicos, lesionar un
principio equivaldría a negarlo, sin posibilidad de cumplimiento gradual alguno.
De este modo, la tragicidad de los dilemas morales se plantea en términos de
una inevitable determinación (decisión) que debe operar el agente moral sobre
una u otra de las opciones en juego.
Sobre este punto, y como crítica a Lariguet, Maliandi sostiene que esa
insolubilidad (implicada en la idea de dilemas trágicos) no puede conocerse de
antemano. (p. 307). Teóricamente, de modo abstracto, un dilema trágico
implica todo los puntos centrales especificados por Lariguet. Ahora bien,
fácticamente “Los conflictos en general (y por lo tanto también los dilemas) no
son entidades abstractas, sino acontecimientos dinámicos que están en el
tiempo; son procesos en los que pueden introducirse modificaciones
significativas.” (p. 309)
Al respecto, vale aclarar, las críticas esbozadas por Maliandi no se dirigen a
mostrar una especie de concepción atemporal de los dilemas trágicos en los
planteamientos de Lariguet. Simplemente advierten que en sus tesis éste
Reseñas - Rezensionen - Books Reviews
174
presupone que el agente moral conoce (o puede llegar a conocer) la totalidad
de opciones posibles, algo de por sí cuestionable desde el punto de vista de la
propia finitud humana; y que tales opciones configuran, entre sí, una mutua
negación excluyente, por lo cual la situación se convierte en dilemática y
trágica.
Aun así, para Maliandi, incluso si se supusiese (pp. 316-318) que tales
conflictos representan dilemas trágicos, igualmente lo que contaría como un
deber sería la intención de minimizar la “tragicidad” (p. 303), el esfuerzo que se
haya realizado para armonizar los términos en conflicto.
La presente obra representa, en su estructuración dialógica y crítica, un
aporte central en el marco de la clarificación de determinados puntos clave de
la Ética Convergente y la Ética Discursiva. Un aspecto meritorio de los
intercambios argumentativos que la componen es la explicitación de un
conjunto de críticas centrales al proyecto filosófico de Maliandi, las cuales han
conllevado al autor a afrontar el desafío de una puesta a prueba del proyecto
Ético Convergente.
A través de las observaciones perspicaces de Damiani y Lariguet, el lector
encontrará interesantes lineamientos para un abordaje crítico de la Ética
Convergente. Conjuntamente advertirá la lucidez de Ricardo Maliandi, quien no
deja de sorprender al momento de abordar profunda y renovadamente la
discusión y fundamentación de los supuestos de su propio proyecto filosófico.
Nota
1. A lo largo de la presente obra el lector advertirá que Maliandi utiliza indistintamente las
expresiones: “principio de universalidad” y “principio de universalización”.