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132 Revista Interamericana de Educación de Adultos Año 38 • número 2 • julio - diciembre de 2016 Ética para Gobernar. Lecciones básicas para un gobierno justo Miguel Rodrigo González Ibarra * La ética pública puede entenderse como un hacer colectivo, un proceso en el que la colectividad y los individuos van generando aquellas pautas de conducta y aquel carácter que permiten un mejor desarrollo de la convivencia y una mayor expansión de la autonomía y libertad del ser humano. Manuel Villoria (2000: 19), En los últimos años la corrupción es un problema que reclaman resolver diversos sectores de la sociedad mundial. La región la- tinoamericana está inmersa en este vicio, en particular, Méxi- co. Este trabajo se manifiesta en la construcción de una política pública que incluye diversos instrumentos éticos de aplicación práctica como estrategia para enfrentar, prevenir y controlar la corrupción. En este escenario, el trabajo de Oscar Diego Bautista intitu- lado, Ética para gobernar. Lecciones de un gobierno justo, editado por la Universidad Autónoma del Estado de México ( UAEM) y el Senado de la República tiene como propósito contribuir al estu- dio de la corrupción y analizar la importancia de la Ética Pública como antítesis de ésta. Asimismo, sugiere generar mecanismos para la incidencia pública y fomentar valores en los servidores públicos con miras a fortalecer o generar los códigos de conducta en las institucio- nes públicas. Dicha propuesta la realiza a través de 17 lecciones organizadas en cuatro secciones en las que comparte una discu- Oscar Diego Bautista Ética para Gobernar. Lecciones básicas para un gobierno justo, México, El Colegio de México, Universidad Autónoma del Estado de México, Senado de la República, LXII Legislatura, 2013, 146 p. Http://www.senado. gob.mx/comisiones/biblioteca/ docs/LXII2013_3.pdf * Profesor-Investigador del Departamento de Sociología de la Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad Iztapalapa, México. CE: [email protected]

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132 Revista Interamericana de Educación de Adultos Año 38 • número 2 • julio - diciembre de 2016

Ética para Gobernar. Lecciones básicas para un gobierno justo

� Miguel Rodrigo González Ibarra*

La ética pública puede entenderse como un hacer colectivo, un proceso en el que la colectividad y los individuos van

generando aquellas pautas de conducta y aquel carácter que permiten un mejor desarrollo de la convivencia y una mayor

expansión de la autonomía y libertad del ser humano.

Manuel Villoria (2000: 19),

En los últimos años la corrupción es un problema que reclaman resolver diversos sectores de la sociedad mundial. La región la-tinoamericana está inmersa en este vicio, en particular, Méxi-co. Este trabajo se manifiesta en la construcción de una política pública que incluye diversos instrumentos éticos de aplicación práctica como estrategia para enfrentar, prevenir y controlar la corrupción.

En este escenario, el trabajo de Oscar Diego Bautista intitu-lado, Ética para gobernar. Lecciones de un gobierno justo, editado por la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM) y el Senado de la República tiene como propósito contribuir al estu-dio de la corrupción y analizar la importancia de la Ética Pública como antítesis de ésta.

Asimismo, sugiere generar mecanismos para la incidencia pública y fomentar valores en los servidores públicos con miras a fortalecer o generar los códigos de conducta en las institucio-nes públicas. Dicha propuesta la realiza a través de 17 lecciones organizadas en cuatro secciones en las que comparte una discu-

Oscar Diego BautistaÉtica para Gobernar. Lecciones básicas para un gobierno justo, México, El Colegio de México, Universidad Autónoma del Estado de México, Senado de la República, LXII Legislatura, 2013, 146 p. Http://www.senado.gob.mx/comisiones/biblioteca/docs/LXII2013_3.pdf

* Profesor-Investigador del Departamento de Sociología de la Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad Iztapalapa, México. CE: [email protected]

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sión fundamental para comprender la impor-tancia de la relación entre ética y política.

Como proemio, es necesario señalar que si bien la ética ha estado presente a lo largo de la historia de la humanidad, y ha existido una cierta preocupación por la formación de los go-bernantes y establecer códigos de gobierno que incluyan valores, es importante destacar que el libro se propone discutir a fondo de qué manera se puede lograr que los individuos que ocupan cargos públicos no lleven a cabo actitudes inde-bidas, así como advierte la necesidad de gene-rar instrumentos para desarrollar sensibilidad, crear conciencia y madurez desde el individuo para contrarrestar los actos de corrupción.

La obra plantea que el estudio y práctica de la ética pública son de vital importancia por-que tiene como tesis central la relevancia de la categoría del servicio público y la misión que realizan los servidores públicos hacia la plura-lidad de miembros de la comunidad política.

Para el autor pretender ser ético en el ám-bito público no es algo generalizado, porque sea algo difícil, sino porque en muchas ocasio-nes se ha carecido de la oportunidad de llegar a ese conocimiento. “Cualquier persona está en capacidad de lograr la ética mínima que se requiera para actuar con responsabilidad en el ejercicio de sus funciones […] las personas con principios éticos no ofenden, no abusan, no ro-ban, no mienten, no son soberbias, al contra-rio: ayudan, enseñan, son sencillas, solidarias, responsables con sus tareas y, finalmente, ofre-cen resultados” (p. 15).

La primera parte de la obra, Fundamen-tos para comprender la importancia de la ética pública, ofrece una inducción a la temática y a la vinculación de los procesos de gobierno a través de la relación entre ética y política. En esta sección, se trata de conocer y valorar las herramientas que son necesarias para formar hombres que ocupen los honores del Estado,

así como conocer y explicar las causas que dan origen a la corrupción y a las diversas conduc-tas antiéticas en los gobiernos y las administra-ciones públicas contemporáneas.

Además, aporta un panorama esencial para comprender el contexto internacional y realiza un análisis acerca de las medidas (legislación, convenios, creación de organismos) que se han desarrollado en algunas regiones del mundo para articular y poner diques al fenómeno de la corrupción en los asuntos del Estado.

La segunda parte, Ética y política: elemen-tos para su desarrollo, desde una perspectiva centrada en la relación y contrastes entre Ética y Política, el autor comparte una recuperación de autores clásicos para comprender el origen de la ética pública y discute las políticas públi-cas neoliberales contemporáneas que inciden directamente en la conducción de los estados y regímenes políticos.

El autor propone realizar una relectura cuidadosa de la teoría política sobre el origen y razón de ser de la política, la cual se vincula estrechamente con la disciplina ética que, por un lado, sirve de freno a comportamientos ne-gativos o desviados que son nocivos en el ser-vicio público, y por el otro, refuerza los valores y comportamientos positivos contribuyendo así a la calidad moral de las personas y de las instituciones.

Esta sección concluye con una serie de lec-ciones interesantes acerca de cómo los diversos grupos de poder, sean de izquierda o derecha, en un Estado aplican sus principios que afectan al acuerdo político en un contexto de globali-zación vigente, y orienta al lector sobre el aná-lisis de la retórica en la vida pública y su papel en el juego democrático. Destaca la necesidad de contar con un perfil ético de los candidatos a puestos de representación popular donde apunta que: “todo servidor público que forma parte de la cosa pública debe ser consciente de

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que el servicio público se define como la acción de gobierno para satisfacer las demandas y ne-cesidades de las personas que integran el Esta-do, es decir, los ciudadanos” (pp. 17-18).

La tercera parte de la obra, intitulada Herra-mientas para la construcción de un buen gobierno analiza diversos instrumentos para el fomento de valores en los servidores públicos con el fin de prevenir y combatir la corrupción. En su de-sarrollo se plantea que es importante aclarar el concepto de buen gobierno a través de la edifica-ción de una cultura ética en los servidores públi-cos que fortalezca los principios y valores éticos.

También presenta una lección interesante acerca de los instrumentos y acciones que per-mitan garantizar una “ética aplicable” en los principales actores de las decisiones y ejecucio-nes públicas a fin de asentar los cimientos de la construcción de un gobierno justo.

El autor destaca que la teoría política advier-te que la conducta del legislador debe ser excelsa, dado que al ejercer la política dirige los destinos de un país. Concluye esta sección enfatizando en la generación de un órgano autónomo de éti-ca pública que tenga como misión fomentar va-lores y prevenir múltiples prácticas corruptas en contextos y conductas basadas en anti-valores.

Dice Oscar Diego que: “La ética en los ser-vidores públicos estimula la práctica de brin-dar ayuda a los más necesitados, a los ciuda-danos que han sido víctimas de la injusticia. El descuido, omisión o ignorancia en esta materia ha dado pie a la ausencia de valores y prácticas corruptas, lo que a su vez ha conducido a tener gobiernos injustos y corruptos (p. 349).

En la cuarta y última sección, Ética aplicada: casos prácticos, el trabajo aporta una compilación de casos sobre la aplicación de valores en los ser-vidores públicos, tanto en el escenario interna-cional como nacional. En particular, analiza los casos de los Estados Unidos de Norteamérica, Reino Unido, España y México en los que realiza

la comparación de los códigos de gobierno para explicar los valores en los servidores públicos.

En el caso de México pone énfasis en las tradiciones prehispánicas, conservadas actual-mente por algunas comunidades indígenas a través de sus sistemas de cargos. Mediante dicho sistema se conservan valores del gober-nante cuyo ejemplo sería digno emular por parte de los representantes públicos.

El apartado concluye con una orientación acerca de los retos que afronta la ética pública respecto a la generación de valores y herramien-tas que logren llegar a las personas. Asimismo, se afirma que: “la causa fundamental que oca-siona que un servidor público realice actos de corrupción relacionados con los antivalores es la ignorancia. Ésta se da porque existe un vacío de conocimiento en materia de ética que pone en marcha los principales motores de la corrupción: la codicia, la avaricia y el anhelo de poder” (p. 593).

En síntesis, este libro constituye un esfuer-zo valioso e importante para realizar una nueva lectura respecto de los principios y valores de la política y el gobierno, pone sobre la mesa un tema para ser analizado por estudiosos y analistas de la política. El trabajo aporta una perspectiva central para comprender las tres cualidades básicas que señaló Aristóteles en su tratado Política que son: a) lealtad a la constitución establecida, b) capaci-dad para el cargo y c) virtud y justicia.

Ahora bien, y dada la coyuntura política y las manifestaciones de corrupción en diferen-tes ámbitos de gobierno del país en el contexto de las contradicciones de las políticas de ajuste neoliberal, el libro realiza una contribución valiosa para comprender, reflexionar e interio-rizar sobre la manera en que se puede avanzar hacia un buen gobierno guiado por principios y valores en los procesos de formulación y eje-cución de políticas públicas.

Es importante señalar que la pérdida de confianza y legitimidad de los gobiernos ac-

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tuales en México se debe, no sólo a la falta de definición de un criterios éticos en los asuntos públicos, sino a la gradual pérdida de capacida-des políticas y administrativas del Estado para atender los conflictos y ofrecer resultados con prontitud, equidad y justicia que reclama, en una buena parte, la sociedad civil.

Precisamente, la carencia de un Sistema Nacional Anticorrupción sustentado y condu-cido por principios y valores éticos advierte la necesidad de revalorar el tema con seriedad en las agendas de los gobiernos locales, así como impulsar desde la sociedad civil mecanismos de incidencia pública que permitan potencia-lizar las capacidades estatales y la construcción de una ciudadanía activa (Cfr. González, 2011).

En esta tesitura, considero que el principal reto de la ética pública no sólo es el estableci-miento de valores, códigos, creación de insti-tuciones y políticas públicas, sino su interio-rización en las personas, en su práctica diaria y, para el caso de los servidores públicos, en su desempeño diario en el ejercicio de gobierno.

La ética pública va más allá de planteamien-tos simplistas acerca del cambio y la necesidad

de generar nuevos procesos de gobierno, es un conocimiento amplio y profundo inherente a la función pública. No obstante, cualquier indivi-duo que aspire a un cargo público, tiene la obli-gación, no sólo de conocerla, sino de poseerla.

En suma, los gobiernos requieren no sólo de individuos con preparación que reúnan sabiduría, prudencia e inteligencia, sino prin-cipalmente sensibilidad, autoridad y ética para enfrentar los temas, dilemas y las complejida-des de los asuntos públicos que se registran en el país recientemente. El conocimiento de la ética pública contribuye a contar con una mejor preparación de los servidores públicos, y orienta la acción de gobierno hacia lo que es conveniente y justo para la comunidad política.

Referencias bibliográficas

González I., M. (2011), Participación política y agenda de gobierno en México y la Ciudad de México, Instituto de Administración Pública del Estado de México.

Villoria, M. (2000), Ética pública y corrupción, Madrid, Tecnos- Universidad Pompeu Fabra.