The Asterisk War/Gakusen Toshi...The Asterisk War Volumen 12 Resurgence Of Savagery - [Light Novel] Página 13 INDICE Capítulo I – Reunión .....14

The Asterisk War

Volumen 12 Resurgence Of Savagery - [Light Novel]

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Traducción al español: Jaden Editor y Corrector: Jaden

Editor De Imagen: Ahvarok

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INDICE Capítulo I – Reunión ........................................................................................................... 14

Capítulo II – Akari Yachigusa ............................................................................................. 32

Capítulo III – Lazos De Sangre ........................................................................................... 48

Capítulo IV – Mediath Mesa ............................................................................................... 61

Capítulo V – Los Sueños De Lindvolus .............................................................................. 80

Capítulo VI – Preludio ....................................................................................................... 109

Capítulo VII – Preparación Para El Combate ................................................................... 132

Epílogo ............................................................................................................................. 152

Palabras Del Autor ........................................................................................................... 160

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Capítulo I – Reunión Mientras se abrían paso por las profundidades subterráneas del hospital central del distrito

de Asterisk, Julis, caminando por el lado derecho de Ayato, le dio una palmadita en la espalda. "¿Qué pasa?" dijo ella mientras miraba su cara, sus labios se rizaban traviesamente. "No

es propio de ti estar tan nervioso." "¿En serio...?" balbuceó sorprendido. "Ella tiene razón. Todo tu cuerpo se ha vuelto rígido." Esta vez, fue Saya, a su izquierda,

quien de repente le dio una palmadita tranquilizadora en el trasero. "¿Qué? ¿¡Saya!?" "Vas a hacer que Haru se preocupe si no te calmas." A pesar de sus burlas, su voz y sus

ojos irradiaban un calor sonriente. Vamos, ustedes dos", regañó Claudia. "Ayato no ha hablado con su hermana en años.

Cualquiera se sentiría incómodo en su situación." "¿P-pero está esto realmente bien...?" Kirin murmuró. "Quiero decir, ¿no nos

interpondremos todos en el camino? Después de todo, es un momento tan importante para ti..."

Ayato miró por encima del hombro a las dos chicas que iban detrás de él. Sus expresiones

eran prácticamente polos opuestos: Claudia llevaba la misma sonrisa tranquila de siempre, mientras que el ceño fruncido de Kirin era aún más pronunciado que de costumbre.

Las instalaciones médicas subterráneas del hospital sólo eran accesibles para aquellos a

los que se les había concedido una autorización explícita, por lo que Ayato había pedido al director del instituto, Jan Korbel, que permitiera a Julis y a los demás acompañarle.

"Está bien", respondió. "Hace tiempo que quiero hacer una presentación adecuada de todas

ustedes." Delante de ellos, dos jóvenes oficiales uniformados de Stjarnagarm se pararon a la vista a

ambos lados de la puerta al final del pasillo. Como era de esperar de las dos mujeres que habían sido seleccionadas por la comandante Helga Lindwall, su comportamiento y diligencia fueron impecables. No sólo eso, sino que sólo se necesitó un vistazo a sus confiadas figuras para ver lo fuertes que eran.

"...Hmm, la seguridad parece lo suficientemente fuerte", dijo Julis, evidentemente pensando

lo mismo. Ayato simplemente asintió con la cabeza.

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Habían pasado cinco días desde que Hilda Jane Rowlands, alias Magnum Opus, había usado su acelerador de maná en Ginebra, Suiza, para disipar con éxito el sello que había encerrado a Haruka dentro de su propio cuerpo. A través de una transmisión de vídeo en vivo, tanto Ayato como Julis habían visto a Haruka abrir brevemente sus ojos, pero pronto había vuelto a caer en la inconsciencia. Sin embargo, según el personal médico de Hilda, esta vez sólo sufría los efectos del prana agotado. En otras palabras, el procedimiento había salido bien.

Como tal, habían decidido traerla de vuelta a Asterisk, pero tan pronto como llegaron al

aeropuerto flotante que servía a la ciudad, Helga y una asignación de personal de seguridad ya los estaban esperando. Aunque al principio Ayato se sorprendió por la inesperada bienvenida, Helga le informó rápidamente que Haruka era una testigo importante en su investigación sobre el Eclipse, por lo que sería custodiada con la máxima precaución.

Entonces, anoche, el Director Jan Korbel había contactado a Ayato para hacerle saber que

finalmente había despertado. Y eso los trajo hasta ahora: "Uhh, bueno," Ayato comenzó, "Me gustaría ver a mi hermana..." "Por favor, espere un momento". Uno de los guardias, con una expresión inalterable, abrió

una ventana aérea que conectaba con la habitación del hospital. "Adelante", respondió finalmente mientras ella y su compañero hacían espacio para que entraran.

Ayato aspiró un aliento antes de abrir la puerta. Las paredes y el suelo eran de color blanco puro. La habitación no era particularmente

grande, y aparte de la cama que estaba junto a la pared, había poco que pudiera haber llamado la atención.

Incluso si lo hubiera, sin embargo, Ayato probablemente no lo habría notado. Su mirada se dirigió inmediatamente a su hermana, sentada en la cama, con esa sonrisa

radiante que no había visto en casi siete años. "Me alegro de verte, Ayato." La boca de Ayato se abrió reflexivamente al sonido de esa querida voz, pero no salió

ninguna palabra. Sus labios temblaron por un breve momento antes de que respirara profundamente y sonriera débilmente. "Cuánto tiempo sin verte, hermana".

Haruka, vestida con una bata de hospital azul pálido, no había cambiado en absoluto de

cómo la recordaba. "¿Oh? No parece que haya pasado tanto tiempo para mí, aunque..."

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Dado que había pasado estos últimos siete años durmiendo (o, más precisamente, separado del flujo de tiempo), tenía sentido que el pasado no se sintiera tan distante para ella.

"Pero aún así, ¡mira lo grande que te has hecho! Estoy muy sorprendida por eso, para ser

honesta." "Ah, sí..." A pesar de que todo podría haberse detenido para ella durante ese tiempo, incluyendo su

propio crecimiento, Ayato todavía seguía envejeciendo. De hecho, si ella todavía tenía esencialmente la misma edad que tenía antes de sellarse, entonces era ahora Ayato quien era el mayor de los dos.

"Pero aún así sabías que era yo, ¿verdad?" "¿Qué? Por supuesto que lo sabía. ¡Soy tu hermana mayor, después de todo!" Haruka se

hinchó las mejillas ante la sugerencia y luego, de repente, empezó a bajar de la cama. Ayato se apresuró a ayudarla. "¡Espera, Haru! ¡Acabas de despertar...!" "Estoy bien, estoy bien. ¿De verdad te parezco tan débil?" De hecho, resultó que su pie era sólido. Normalmente, cualquiera que hubiera estado

postrado en la cama durante tanto tiempo como ella se despertaría para encontrar su cuerpo frágil más allá de la imaginación. Sin embargo, dado que su sueño había sido anormal, su habilidad había congelado todo sobre sí misma, de modo que al despertar, estaba igual que antes.

"¿Oh? Así que finalmente me has superado, ¿eh?" dijo Haruka, inclinando la cabeza

ligeramente hacia arriba mientras estaba de pie ante él. Esto fue, por supuesto, una sorpresa para Ayato, también, nunca antes había sido el más

alto de los dos. "¡Ah, claro...! Haru, estos son tuyos..." Sacó un estuche de gafas de su bolsillo, y se lo dio

a ella. Las gafas que había dentro eran indescriptibles, con lentes algo redondeadas y una montura negra. Las había guardado desde que Saya las encontró en el sitio abandonado del Eclipse.

Los lentes se habían roto y la montura se había doblado, pero Ayato los reparó para poder

devolvérselos a su dueña cuando llegara el momento. "¡Wow, gracias! No puedo acostumbrarme a un par prestado", exclamó Haruka,

intercambiando las gafas que había estado usando hasta ahora por las suyas propias. "¡Sí, no hay nada mejor que las propias y probadas!"

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De hecho, sus propias gafas son las que mejor se adaptan a ella. Hey, Ayato. Acércate un poco más." Ella le mostró una sonrisa suave mientras le tocaba la

mejilla. "¿Haru...?" "...he oído todo sobre eso. Sobre lo que has hecho por mí, sobre lo duro que has estado

luchando todo este tiempo. Gracias, Ayato." Sus palabras resonaron en sus oídos, esculpiendo su camino en su corazón. Al mismo tiempo, se dio cuenta repentinamente: No importa cuán alto crezca, no importa a

qué altura pueda llevar su esgrima, nunca será rival para ella. Para él, Haruka era una gran persona. "Entonces... ¿vas a presentarme a tus amigas, o qué?" "¡Ah!" Ayato se dio la vuelta, sólo para ver a sus cuatro acompañantes sonriéndoles algo

nerviosas. La primera en hablar fue Saya, de pie a la izquierda. "Te ves bien, Haru", dijo ella, dándole

un pulgar arriba. "Gracias a ti. ¡Mira lo hermosa que te has vuelto, Saya!" Haruka dijo con un guiño mientras

ella también le mostraba un pulgar hacia arriba. "Sí, sabía que tenías un ojo más agudo que Ayato..."

Saya asintió con satisfacción antes de girarse hacia él de forma torpe. "Cuando me vio de

nuevo por primera vez en mucho tiempo, todo lo que dijo fue que no había cambiado en absoluto."

Parecía que todavía guardaba rencor por sus comentarios de hace casi dos años. "Ah, yo..." "Julis", ¿verdad? La compañera de etiqueta de Ayato en el Phoenix, una princesa de

Lieseltania, y una hermosa Strega de llamas, ¿verdad? Debes tener un corazón tan puro. Gracias. Estoy segura de que Ayato te debe mucho, también."

"¿Eh? N-no, yo sólo..." Julis sólo podía mirarla fijamente, con la boca abierta, antes de bajar

la cabeza.

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"Y tú eres Claudia, la representante del equipo en los Gryps, ¿verdad? Además, la presidenta del consejo estudiantil de Seidoukan, y la que invitó a Ayato aquí con una beca especial. Y también tienes el Pan-Dora, ¿verdad? Esa es una Orga Lux bastante aterradora..."

"Oh, querida, mi fama me precede", respondió Claudia, levantando una mano a su mejilla

antes de hacer una ligera reverencia a Haruka. "Y tú eres la chica Toudou, Kirin. Pareces muy joven, pero he oído que eres una de las

mejores espadachinas de todo Asterisk. Yo también sé un par de cosas sobre los duelos. ¿No tendrás un pequeño combate conmigo algún día?"

"¿Qué... qué...? ¡Sería un honor...!" Girando en escarlata, Kirin hizo una profunda y formal

reverencia. "Ah, no debería manteneros a todos de pie, no cuando han venido a verme así. Vengan

aquí, siéntense, siéntense", dijo Haruka, jugando con una ventana aérea al lado de su cama, cuando un largo sofá emergió de repente del suelo.

"...Parece que ya conoces a todo el mundo mejor de lo que yo podría presentarles", comentó

Ayato mientras tomaba la posición más cercana en el sofá. "Eh-heh, te lo dije, ¿verdad? He oído hablar de ello. ¡Todo tipo de cosas!" Haruka se burló

cuando regresó a su cama. "De todos modos, ¿una de nuestras invitadas es tu novia, tal vez? Como tu hermana, me gustaría saludarla apropiadamente."

"¿¡Qué!?" Haruka había hablado con ligereza, pero Ayato y las cuatro invitadas se pusieron rígidas de

consternación. Haruka observó sus reacciones con perplejidad por un breve momento antes de levantar

una mano a su boca, como para retractarse de sus palabras. "¡Ah...! Lo siento, sólo pensé... supongo que dije demasiado, ¿eh?" Ella miró a Ayato suplicándole, claramente queriendo que él interviniera.

"Ah, quiero decir, la cosa es que..." Él se alejó, incapaz de encontrar las palabras

adecuadas. Al final, fue Claudia quien vino a su rescate: "Todos estamos luchando por ser la única, ya

ves." "¡Espera, Claudia!" Julis tartamudeó, sus mejillas se pusieron rojas. "No puedes

simplemente..." Claudia levantó una mano para detenerla. "Luchando por ser la que cuide de Ayato, por

supuesto."

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"Ah, ya veo, ya veo". Haruka cruzó sus brazos, asintiendo repetidamente mientras le daba una mirada significativa. "Así se hace, Ayato. ¿Quién hubiera pensado que mi hermano pequeño sería tan popular? Me has hecho sentir orgullosa."

"... Vamos, Haru, ya basta." "Oh, ¿eso es un rubor? Pero supongo que ya tienes esa edad, ¿no?" "¡Haru!" Ayato gritó, prácticamente al borde de las lágrimas. "Hee-hee, lo siento, lo siento." Haruka le mostró una sonrisa divertida mientras le daba una

palmadita con la mano. "Cierto". Julis aclaró su garganta. "Ayato se ve como un niño, hablando con su hermana de

esta manera." Ayato había querido encontrar alguna forma de cambiar de tema, pero no de esta manera.

"¿Es así? No me di cuenta..." "No, Julis dio en el blanco", interrumpió Saya. "Siempre has actuado como un niño mimado

delante de tu hermana." "Parecías un poco más, um, emocionado cuando fuimos a ver a tu padre..." Incluso Kirin

estaba de acuerdo con las demás. No sólo eso, sino que: "No te preocupes por eso, Ayato", dijo Claudia con una ligera risa. "Eso es sólo parte de tu

encanto." "V-vamos, no todos necesitan..." Ayato estaba tratando de encontrar cualquier manera de

protegerse del espectacular ataque vinculado, pero Haruka, parecía, no podía soportarlo más, estallando en vendavales de risa:

"¡Pfft! ¡Ja, ja, ja, ja!" "¿Haru...?" "Ah, lo siento. Estoy tan aliviada. Me preocupaba lo que harías sin mí, pero al ver a estas

maravillosas amigas tuyas... ...ya había oído hablar de todos, pero es diferente conocerlas a todas en persona". Enjugaba las lágrimas que brotaban en los rincones de sus ojos, su voz era verdaderamente alegre.

"Bien, sobre eso. Dijiste que ya lo habías oído, pero ¿de quién...?" "Ese sería yo".

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“!” Ayato y sus cuatro compañeras se dieron la vuelta cuando una voz sonó detrás de ellas. De

pie en la esquina de la habitación, apoyada en la pared más lejana, había una mujer alta. "¿¡Comandante Lindwall...!?" "Mis disculpas, no quise sorprenderte. No quería irrumpir en su tan esperada reunión, ya

ves." Helga Lindwall, comandante de la guardia de la ciudad y considerada una de las luchadoras más fuertes en toda la historia de Asterisk, le dio al grupo una sonrisa de disculpa. Ella probablemente había estado allí desde el principio.

Podría haber centrado su atención en Haruka, pero Ayato apenas podía creer que no sólo

él, sino también cada uno de los miembros del equipo que había conquistado los Gryps, no había detectado su presencia.

O más bien, estaba más avergonzado, tal vez, de que ella hubiera sido testigo de su anterior

intercambio. "He tenido muchas pruebas hoy, así que Helga me ha estado acompañando. También me

ha estado informando de todo lo que me he perdido. Incluso me mostró el Festa." "Ya veo... Gracias." "¿Qué es esto?" Helga dijo, levantando una mano para callarlo. "No hay necesidad de dar

las gracias. ¿Qué clase de guardia sería si no la acompañara a sus pruebas? Y pensé que sería mejor llenar algunos vacíos en su información mientras estaba en ello."

"Pero..." Una pizca de sospecha infectó la voz de Claudia. "Si está preguntando por eso,

¿no se interpondrá toda esta nueva información?" Ella tenía razón. La memoria humana podría ser algo incierta, y si se le dijera a Haruka lo

que había sucedido durante su largo sueño, esa nueva información podría terminar afectando su recuerdo del pasado.

"Ese sería normalmente el caso, sí", respondió Helga. "Pero no es necesariamente así en

esta situación. Alguien involucrado en el Eclipse puede tener la habilidad de manipular los pensamientos de otra persona, por lo que existe la posibilidad de que sus recuerdos no sean fiables de todos modos."

“…” Ayato y Claudia intercambiaron breves miradas. Ella hablaba, por supuesto, de el Varda-

Vaos.

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Las dos, junto con Sylvia Lyyneheym, habían unido sus fuerzas con la Fundación Empresarial Integrada Galaxy en pos de la organización de Varda-Vaos, la Golden Bough Alliance. Esto era, por supuesto, altamente confidencial en lo que a Galaxy se refiere, y una de las condiciones de su participación era que no debían pronunciar una palabra a nadie. Incluyendo, no, especialmente, a la guardia de la ciudad.

Ayato ciertamente quería reclutar la ayuda de Stjarnagarm, considerando que era una de

las pocas organizaciones que parecía querer legítimamente llegar al fondo de la Alianza de la Rama Dorada, pero no había forma de evitar su situación actual. Él, por supuesto, tenía confianza en las habilidades de Helga y confiaba en ella a nivel personal, por lo que no podía evitar sentir un poco de culpa por ocultar lo que sabía. Pero aún así, presentarse no era algo que pudiera decidir hacer por sí mismo.

"¿Manipular los recuerdos? ¿Quieres decir que alguien capaz de interferir mentalmente

estuvo involucrado en el Eclipse...?" Julis, un Strega en persona, fue rápida en juntar las piezas.

"En efecto", dijo Helga. "Sospechamos que están usando una Orga Lux. Es probable que

estén asociados con el hombre que atacó a Ayato la noche antes del combate del campeonato en los Gryps, este Lamina Mortis que estuvo involucrado en el Eclipse."

"¿Qué?" De repente, Julis, Saya, Kirin (y Claudia también, por las apariencias) se giraron

hacia Ayato alarmados. "¡Dijiste que fuiste atacado, pero nunca lo hiciste sonar tan peligroso!" Julis estaba

claramente enfadada, tan enfadada, de hecho, que parecía casi amenazadora. "N-no, quiero decir, se acercaba el combate, y no tuve tiempo de explicarlo todo en detalle..." Julis, Saya y Kirin no tenían nada que ver con este asunto, y él quería evitar que se vieran

envueltos en él innecesariamente. De hecho, si sabían demasiado, había muchas posibilidades de que sus acciones pudieran suponer un atentado contra sus vidas, como lo había hecho Claudia.

"De hecho, un número del personal de este mismo hospital parece haber sido atacado

también. Y según nuestras investigaciones, el estudiante a cargo del Gran Coliseo en la feria escolar es una víctima también. Sus recuerdos, parece que han cambiado."

"Pero... nunca he oído hablar de un Orga Lux con ese tipo de poder", murmuró Saya

dudando. "¿No tienen las Fundaciones Empresariales Integradas que revelar todo lo que saben sobre

sus acciones de urm-manadita...?" Kirin añadió. Helga, sin embargo, sacudió la cabeza. "Siempre ha habido excepciones. Aunque, en la

mayoría de los casos, es más una cuestión de tiempo, ya que es casi imposible mantener estas

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cosas en secreto para siempre. Después de todo, se esfuerzan mucho por controlarse mutuamente".

"¿Así que estás diciendo que esto no tiene nada que ver con los cimientos?" "Al menos, eso parece por ahora. El Eclipse fue dirigido por Danilo Bertoni y sus asociados,

trabajando individualmente, aunque con el consentimiento tácito de las fundaciones. Es probable que estemos tratando con los restos de ese grupo."

La comandante fue tan aguda como siempre. Incluso con la limitada información a su

disposición, se las arreglaba para unir las piezas con una precisión aterradora. "Ah, mis disculpas. Nos hemos desviado un poco del tema. De todos modos, pensé que la

forma más fácil de saber si los recuerdos de Haruka habían sido alterados era compararlos con lo que ya sabemos."

"También, porque le pedí que me informara", Haruka, hasta ahora escuchando su

intercambio en silencio, intervino de repente. "Quería saber lo que ha estado sucediendo en los últimos siete años... Quiero decir, siempre podría buscarlo en la red, pero cualquier cosa que encuentre allí está garantizado que sea unilateral, ¿verdad? Así que pensé que Helga podría darme un resumen más objetivo."

"Aunque tenemos poco tiempo, así que no es más que un resumen aproximado". Eso fue suficiente para Ayato. "...Está bien." "Bueno, siempre puedo pedirles a todos ustedes detalles más íntimos. Tenemos tiempo,

¿verdad?" En este momento, Ayato sintió un extraño calor que comenzó a extenderse por su pecho. Tenían todo el tiempo del mundo. Ese hecho lo hizo más feliz de lo que podía expresar. Aún así, lo primero es lo primero: "En ese caso... tengo algunas preguntas que quiero hacerle también." Ayato la miró

fijamente mientras abordaba el tema. Después de todo, había algo que necesitaba aclarar antes de que pudieran hablar de otra

cosa. Haruka, por su parte, parecía haber adivinado lo que quería decir, asintiendo ligeramente

con la cabeza. "Sí, hay algunas cosas que es mejor que te diga a ti también."

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"...si es algo privado, podemos despejar la habitación", ofreció Helga. "Ah, sí... gracias." Pero tan pronto como todos se levantaron, Haruka sacudió la cabeza. "No, está relacionado

con su investigación, y quiero que los demás también lo escuchen. Si Ayato confía en ellas, entonces yo también."

Julis y las demás personas intercambiaron miradas antes de retomar sus asientos. "Bueno, en primer lugar...", continuó Haruka mientras se sentaban, "Helga tenía razón.

Parece que mis recuerdos han cambiado. Hay muchas cosas que parecen no tener sentido con lo que ella me dijo."

"...¿Eh?" Ella lo había admitido tan fácilmente que Ayato no pudo evitar ser sorprendido, pero esto

era más o menos lo que él esperaba. "Hay otras áreas que están completamente en blanco... No sé si mis recuerdos han sido

borrados o simplemente no puedo acceder a ellos. Aunque probablemente es más como si hubieran sido censurados, supongo."

"Así que tenía razón..." Helga arrugó su ceja. "Bueno, supongo que tenemos suerte, en cierto modo." "¿Qué se supone que significa eso?" Ayato exigió. Haruka le miró con una sonrisa. "Quiero decir, el Ser Veresta te ha elegido ahora, ¿verdad?

Eso por sí mismo es una especie de milagro." "¿Eh? Bueno, supongo que sí... Todavía me deja manejarlo. Aunque..." El Ser Veresta había sido gravemente dañado durante el combate del campeonato de los

Gryps, y acababa de recuperarlo el otro día después de haberlo reparado. Le preocupaba que la situación pudiera haberle afectado al Orga Lux, pero no sintió nada

fuera de lo normal cuando lo probó, así que al menos, no parecía haberse dado por vencido todavía.

"¿Puedo sostenerlo? ¿Sólo un minuto?" "¿El Ser Veresta?" Sólo después de que Ayato ya lo había sacado del soporte en su cintura

y se lo había entregado, recordó que ella había sido su usuaria anterior.

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Lo que significa... "No sé si los Orga Luxes experimentan el tiempo de la misma manera que nosotros, pero

aún así... supongo que ha pasado un tiempo para ti también. Para mí, parece que la última vez que luchamos juntos fue ayer." Le habló suavemente, antes de activarla de repente.

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Orga Luxes normalmente no dejaba que nadie más que su usuario le pusiera un dedo encima, pero esta particularmente difícil la aceptó tan fácilmente.

¿Quizás esto era lo que se esperaba de un antiguo usuario? Ayato se preguntó. Un patrón negro enrollado alrededor de la hoja de blanco puro. Era la misma arma con la

que se había familiarizado tanto, y sin embargo era aproximadamente la mitad del tamaño que normalmente tenía cuando la empuñaba.

"Hmm, todavía es un poco grande, tal vez...," murmuró Haruka, cuando de repente se

encogió ante sus ojos, hasta que ya no era más que una daga. "Bueno, eso es importante. Su fuerza de voluntad sobre ella es espléndida. Pero tu control

sobre tu prana es aún más impresionante." Helga se acarició la barbilla con admiración. "Todos contamos con que tú también lo manejes tan bien, Ayato", dijo Claudia con una dulce

sonrisa. "Uh..." No tuvo respuesta a eso. No importaba cuanto entrenara, aún no había sido capaz de ajustar el Orga Lux a un tamaño

óptimo. El control fino sobre su prana no era su fuerte. "Sé que ahora eres compañero de Ayato, pero ¿no me prestas un poco de tu poder por los

viejos tiempos, Ser Veresta?" Haruka cerró los ojos antes de girar la hoja del tamaño de una daga en una mano, agarrándola por la empuñadura con la otra y levantándola delante de su frente.

Eso fue todo lo que hizo, pero sus movimientos fueron extraordinariamente hermosos. "Qué perfecto manejo de la espada..." La voz de Kirin estaba llena de asombro. En ese momento, un leve temblor atravesó el Ser Veresta, y la habitación estaba bañada

en rojo carmesí. “¡—!” Ayato se cubrió la cara con los brazos, pero la onda de energía no era el calor abrasador

que esperaba. "...Phew." Haruka dejó escapar un profundo suspiro al desactivar el Orga Lux, devolviéndolo

a su poseedor. "Gracias, Ser Veresta. Me siento mucho mejor ahora." Y con eso, se lo devolvió a Ayato.

"Haru, no me digas que sólo..."

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"¿Hmm? Todo lo que hice fue quemar las partes de mi memoria que habían sido manipuladas. Hice un buen trabajo, creo."

Hablaba tan casualmente que Ayato no sabía si impresionarse o horrorizarse. "¿Qué?" Julis exclamó con asombro. Parecía que ella sentía lo mismo. "...Así se hace, Haru. Eso les mostrará", añadió Saya, asintiendo con la cabeza. Ayato, que había manejado el Ser Veresta durante casi dos años, sabía lo

extraordinariamente difícil que podía ser manejarlo. Es cierto que tenía la capacidad de quemar prácticamente cualquier cosa, incluso las habilidades de Dantes y Stregas, y también las de otros Orga Luxes, de hecho, él mismo había hecho uso de ese poder innumerables veces hasta ahora, pero estaba al borde de la locura volverlo contra uno mismo.

Al menos, debería ser así. Pero lo que había hecho iba mucho más allá de su propio nivel de habilidad, había quemado

sólo la habilidad que le había sido asignada, dejando el resto intacto. Sólo alguien con un verdadero dominio del poder del Orga Lux podía esperar conseguir tal hazaña.

"Ahora que hemos terminado, ¿por dónde deberíamos empezar...?" preguntó con su

habitual calma. De hecho, no había cambiado en absoluto de cómo Ayato la recordaba.

◇ ◇ ◇ "...Mi manipulación se ha roto", anunció repentinamente Varda. Madiath y Dirk, hasta ese momento debatiendo entre ellos sobre la mejor manera de seguir

adelante con el plan, la miraron. "¿Qué quieres decir?" Preguntó Madiath. Estaban en el lugar de reunión habitual de la Alianza de la Rama Dorada, a bordo de su

aeronave en los cielos sobre Asterisk. La reunión tenía lugar antes de lo habitual, pero como habían puesto rumbo lejos de la

ciudad, era poco probable que atrajeran una atención no deseada. "Los ajustes que hice a los recuerdos de Haruka Amagiri. No sé cómo lo hizo, pero es

probable que haya recuperado sus recuerdos originales". Los ojos de Dirk se abrieron de golpe en señal de alarma. "¿Cómo demonios se rompe tan

fácilmente ese poder tuyo?"

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"No debería ser posible para nadie de este mundo. Sin embargo, hice los cambios en su memoria mientras estaba en un estado sellado, así que es posible que el efecto fuera incompleto. Además de eso, no tuve exactamente mucho tiempo".

En cuanto a la capacidad de interferencia mental de Varda, ya sea en el lavado de cerebro

o en la manipulación de los recuerdos, cuanto más tiempo tenía para completar su trabajo, más eficaz y más fiable era el resultado.

Aparentemente, una vez que se había hecho cargo del cuerpo del profesor Ladislav Barto,

le había llevado casi un año completo lavar el cerebro a sus estudiantes lo suficiente como para convertirlos en supremacistas de Genestella y provocar el Incidente del Crepúsculo de Jade. La mayoría de ellos, aunque hace tiempo que están encarcelados, todavía están sujetos a ese lavado de cerebro y ni siquiera se han dado cuenta por sí mismos de lo que se les ha hecho.

"Si no es alguien de este mundo, entonces debe haber sido un Orga Lux. En cuyo caso,

probablemente fue el Ser Veresta. Está en posesión de su hermano menor", señaló Madiath. "Dudo que haya llegado a la etapa en la que podría cortar sus poderes él mismo, pero en sus manos, no sería una gran sorpresa".

Dirk dirigió su odiosa y asquerosa mirada a Madiath. "¿Es realmente el momento de ser tan

despreocupado? ¿O tal vez finalmente estás mostrando tus verdaderos colores?" Su voz era baja y oscura, como si brotara de las profundidades del infierno. Cuando se enfadó de verdad, su habitual rabia e indignación se redujeron, una calma mortal tomó su lugar.

Madiath, sin embargo, se inclinó hacia atrás en su silla, mostrándole una sonrisa

provocativa. "¿Quiere decir que he estado ignorando tus advertencias?" "...Si nos hubiéramos deshecho de ella cuando lo dije, esto nunca habría sucedido. ¿Me

equivoco?" "Hmm". En lugar de responder a la acusación, Madiath simplemente alcanzó el soporte en

su cintura y activó el Raksha-Nada. La gigantesca hoja carmesí estalló, deteniéndose a pocos centímetros de la punta de la nariz de Dirk.

"¿Qué se supone que es esto? ¿Realmente crees que puedes intimidarme?" "Ha-ha, no. No esperaría eso de ti". Si Dirk hubiera sido tan fácil de asustar, para empezar nunca habría sido traído a la Alianza

de la Rama Dorada. "Tal vez mostrarlo sea más efectivo que contarlo, en este caso." "¿Qué?" La dudosa mirada de Dirk corrió a lo largo del arma hasta que sus ojos

repentinamente brillaron con sorpresa. "Tch... Ya veo. Así que hiciste contingencias."

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Aun observando a su colega, Madiath continuó: "Piensa en los ajustes de Varda a su memoria como si fueran poco más que un seguro. Te lo dije, ¿no? Hemos tomado todas las precauciones necesarias. Por supuesto, no podremos evitar que al menos alguna información se filtre... pero cualquier cosa que ella recuerde sólo se relacionará con el antiguo plan. No con el actual".

"...¿Y qué hay de tu identidad?" "Mi confianza en ella nunca ha sido tan profunda. Lo que sabe no es suficiente para

encontrar el camino de regreso a mí". "Te olvidas de que Ayato Amagiri tiene a esa pequeña zorra con él. Si ella usara la base de

datos de la Galaxy..." "No hay necesidad de preocuparse por eso", respondió Madiath. "Por suerte para nosotros,

Varda ha estado estableciendo un número de asociados en el interior desde hace unos años. Cualquier información peligrosa que tuvieran ya ha sido atendida hace tiempo".

Dirk le miró en silencio durante un largo momento, como para sondear sus verdaderas

intenciones. Finalmente, dio un breve suspiro antes de reclinarse en su sofá y poner sus piernas sobre la mesa delante de ellos. "Bien. Te tomo la palabra. Por ahora."

"Diría que el comandante de la guardia de la ciudad representa un riesgo mayor. Si logra

desenterrar algo, no importa cuán desactualizado pueda estar, es muy probable que pueda encontrar una conexión que lleve a mí".

"Me ocuparé de eso. Si la guardia de la ciudad tiene más trabajo del que puede manejar,

esa vieja bruja no tendrá tiempo para viejas investigaciones." "En ese caso, no estaría de más sacrificar unos cuantos peones". Madiath no desaprobó las sugerencias de sus dos colegas, pero entendió, aunque no lo

hicieran, que cualquier cosa demasiado conspicua podría salirles mal. "Bueno, si hay que empujar, siempre podemos adelantar un poco el plan". Esa era realmente la única opción sensata disponible para ellos en este momento. Y, por supuesto, tenía que agradecer a Haruka Amagiri por ello. No sólo había aplastado completamente el plan anterior, sino que estaba empezando a

causarles problemas de nuevo. Y sin embargo...

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"Bueno, entonces, tal vez es hora de que lo dejemos por hoy." Con eso, se puso de pie, devolviendo el Raksha-Nada a su soporte en la cintura. Al salir de la cabina hacia la estrecha cubierta exterior, una poderosa ráfaga de viento se abalanzó repentinamente sobre él.

Debajo de él, la ciudad de Rikka brilló en medio de la oscuridad de la noche. Desde su lugar en el cielo, el paisaje apenas parecía haber cambiado desde que pisó por

primera vez esta ciudad hace más de veinte años. Pero, por supuesto, había cambiado. El paso del tiempo arrasó con todo: ciudades, gente, incluso recuerdos y pasiones. "Mis disculpas, Haruka, pero esto es lo mejor que puedo hacer por ti", murmuró en voz baja.

"Incluso si eres la hija de Akari ... No, precisamente porque eres la hija de Akari, supongo. " Al recordar Madiath Mesa, sus ojos se cerraron y dejó que el pasado lo alcanzara

lentamente.

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Capítulo II – Akari Yachigusa "Ahora bien, eso completa las formalidades. Bienvenido a la Academia Seidoukan, Madiath

Mesa." Un joven con gafas cerró la ventana aérea delante de él, una sonrisa cortés, aunque practicada, se elevó a sus labios. "Sólo ofrecemos becas especiales a aquellos en los que tenemos mayores esperanzas."

"Haré lo que pueda para cumplir con tus expectativas", respondió con una elocuente sonrisa

un joven de pelo rubio rebelde y rasgos inusualmente maduros, Madiath. Bueno... hasta cierto punto, añadió para sí mismo. Estaban en la sala del consejo estudiantil en el último piso del edificio de la escuela

secundaria. Fuera de la gran ventana había una vista ininterrumpida de Rikka, la ciudad de Asterisk, la zona de la mundialmente famosa Festa.

Finalmente había logrado llegar a esta ciudad. O más bien, en sentido estricto, lo que había logrado era que la ciudad lo alejara de su

pasado. "Vamos, has sobrevivido ocho años en el Vigridhr", dijo su compañero, el presidente del

consejo estudiantil, dándole una palmadita en el hombro. "Sigue haciendo lo que se te da bien, y estarás bien."

"...eso espero" fue todo lo que dijo Madiath en respuesta. Había varias formas de ser admitido en una de las seis escuelas de Asterisk, con algunas

formas oficialmente sancionadas, y otras no tanto. En la primera categoría, había quienes tenían éxito en uno de los varios torneos que se clasificaban por debajo de la Festa, como el Rondo o el Shikai Tengi. Entre los segundos, había quienes habían sido cultivados por el Instituto de Investigación, una organización secreta que se centraba en el desarrollo de los talentos y habilidades innatos de sus súbditos desde la infancia, y había otros que fueron seleccionados gracias a su actuación en uno de los muchos torneos de batalla clandestinos que se celebraban en todo el mundo como forma de entretenimiento para las masas.

El Vigridhr fue uno de esos torneos, aunque uno famoso por su brutalidad. A diferencia de

muchos otros, utilizaba la distribución de vídeo en lugar de las audiencias en vivo y tenía un modelo de negocio basado en el juego. Al igual que la Festa, enfrentaba a Genestella contra Genestella, aunque ocasionalmente, personas no pertenecientes a Genestella armadas con armas convencionales entraban en él, también típicamente carne de cañón que se había arruinado por las deudas, o eran castigadas por fallarle a un jefe del submundo u otro. No sólo era común que los participantes murieran en el curso de la batalla, sino que para muchos de sus fans, esa era una de las principales cartas de sorteo del torneo. El propio Madiath había perdido la cuenta de cuántos oponentes había matado en sus ocho años de lucha, pero no sentía ni una pizca de culpa por sus acciones.

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Así es como se hacían las cosas en ese mundo. Era un huérfano, comprado por los organizadores para luchar por ellos. Sus recuerdos de

su vida anterior, de vivir como poco más que una rata callejera en un barrio marginal anodino, eran débiles y distantes. Ni siquiera podía recordar las caras de sus padres.

Para mantenerse fuera del alcance de la ley, el Vigridhr fue conducido a bordo de una gran

aeronave que estaba continuamente en movimiento. Madiath había pasado casi la mitad de su vida en la mazmorra llena de oscuridad en el fondo de ese barco. Siempre había alrededor de un centenar de personas con las que había compartido su destino en un momento dado, antiguos participantes en la Festa real, criminales capturados o desertores que desde entonces se habían dedicado al trabajo de mercenario. Y siempre había un pequeño número de niños luchadores como él. El Vigridhr satisfacía una amplia variedad de gustos.

Algunos luchadores no duraban ni un mes antes de desaparecer para siempre (y, por

supuesto, también había niños en ese grupo), pero aquellos que podían adaptarse a su nuevo estatus en la vida eran generalmente capaces de aguantar más tiempo, con algunos incluso durando varios años. Madiath era uno de esos individuos y, aunque sólo era un niño, había sido capaz de perfeccionar con éxito sus habilidades para asegurar su propia supervivencia.

En otras palabras, había logrado una especie de equilibrio. En este tipo de torneos de batallas clandestinas, la fuerza por sí sola no era suficiente para

vivir. Si eras demasiado fuerte, te metían en combates cada vez más peligrosos, y eso inevitablemente acortaría tu esperanza de vida. En un escenario más legítimo, era perfectamente razonable retirarse después de sufrir una lesión grave, pero lugares como el Vigridhr no ofrecían a sus luchadores tal opción.

Al mismo tiempo, los débiles simplemente se usaban hasta que se gastaban, antes de ser

descartados. Como tal, el truco de la supervivencia era encontrar un equilibrio, ser lo suficientemente

capaz de sobrevivir, pero no entrar en los primeros puestos. Madiath no sólo era excepcionalmente capaz de mantener ese equilibrio, sino que sabía

cómo complacer a los corredores de apuestas para asegurar la continuidad de su valor. Sabía instintivamente cuándo su victoria beneficiaría o no a los organizadores del torneo y no le importaba perder mientras pudiera hacerlo ileso.

En otras palabras, entre los bienes desechables que eran los luchadores del torneo, había

logrado aumentar su valor hasta tal punto que incluso los organizadores tenían un interés personal en que siguiera sobreviviendo.

Así fue como logró sobrevivir en ese lugar durante ocho años enteros, hasta que finalmente

fue reclutado por la Academia Seidoukan.

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A pesar de todo, Madiath no se arrepintió de su suerte en la vida. Este mundo siempre había sido un lugar de desigualdad e injusticia, la fortuna de sus habitantes dependía casi exclusivamente de la suerte. La verdadera pregunta era cómo hacer uso de ese hecho.

Por eso Madiath no quería demasiado. Él sería feliz sólo por vivir en paz y comodidad, tanto

como fuera posible. Ya estaba harto de la vida y la muerte y no quería tener nada más que ver con ese mundo. Si podía hacer uso de sus talentos, estaba seguro de que podría encontrar otro camino.

Ese era su único deseo. Al menos, lo había sido entonces.

◇ ◇ ◇ "Llamaré de nuevo", dijo Madiath con una sonrisa y un saludo mientras se despedía de la

mujer de dulce voz en su establecimiento favorito. El Rotlicht estaba rebosante de luces brillantes de todos los colores imaginables. Se deslizó

por las callejuelas, esperando evitar a los borrachos y abogados que se alineaban en la carretera principal.

El aire en esta parte de la ciudad estaba estancado, pero las cálidas noches de primavera

eran agradablemente confortables. Había pasado un año desde que llegó a Asterisk. Llevaba una vida tranquila, casi exactamente como la había planeado. Habiendo sido invitado a Seidoukan con una beca especial, estaba obligado a mostrar cierto

nivel de rendimiento, así que se aseguró de figurar en el número cuarenta y cuatro. Ciertamente habría sido posible para él hacer el Culto del Nombramiento, o incluso el primero de la lista, pero no tenía ningún deseo de lidiar con todos los problemas que eso traería.

Sus gastos de manutención fueron cubiertos por su beca, y gracias a su posición actual,

recibió suficiente dinero para disfrutar ocasionalmente en el distrito de entretenimiento de la ciudad. Tenía una habitación caliente, comía tres veces al día y, de vez en cuando, participaba en un pequeño concurso o se divertía un poco, en otras palabras, era su estilo de vida ideal.

Sin embargo, tenía cierta obligación con Seidoukan, y al estar inscrito en una beca especial,

tenía que ganar cierta cantidad de puntos para la academia en la Festa, pero sin duda podía satisfacer esos requisitos con sólo entrar en el torneo. En cualquier caso, podría preocuparse de eso más tarde.

Tenía mucho tiempo hasta que se graduara en la universidad de la academia. Y hasta

entonces, disfrutaría de su vida al máximo.

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Esos eran los pensamientos que corrían por su mente mientras se abría camino a través de los Rotlicht, cuando, de repente, se vio afectado por una sensación de peligro y se detuvo inmediatamente.

Miró más profundamente en el callejón delante de él por pura curiosidad, hasta que, en el

estrecho espacio entre dos edificios, pudo ver a un grupo de lo que parecían ser estudiantes de Le Wolfe rodeando a una mujer solitaria. A juzgar por su llamativo vestido, debía ser una trabajadora de uno de los establecimientos locales.

A diferencia de la mujer, que estaba perfectamente tranquila, los cinco hombres que la

rodeaban parecían indignados y cada uno blandiendo lujos de un tipo u otro. También parecían estar algo borrachos.

Aún así, su pelea parecía ser puramente verbal, al menos, hasta que uno de los hombres

lanzó un grito estridente y se precipitó hacia ella. Sin embargo, en ese momento, hubo un repentino pulso de maná, y el brillo de los Luxes

de los hombres se apagó simultáneamente. El quinteto, claramente asustado, tiró sus Luxes al suelo y voló hacia ella sólo con sus

puños. "Heh..." Al instante siguiente, todos los hombres yacían tendidos en el suelo, y Madiat se encontró

abrumado por un sentimiento de admiración. Sus asaltantes podrían no haber sido mucho para empezar, pero aún así, derribarlos a todos

a la vez, sin siquiera tener que mover un dedo, fue nada menos que impresionante. Después de una breve pausa, sin embargo, la mujer se tambaleó repentinamente,

levantando las manos a la cara mientras caía de rodillas, aunque, hasta donde Madiath pudo ver, ninguno de sus asaltantes había logrado asestarle un golpe.

Miró con recelo, inclinándose para recoger una gran piedra que estaba en el suelo. Uno de los cinco hombres, con la cara retorcida de dolor, se puso de pie a trompicones para

preparar su pistola Lux. Su núcleo de manadita ya había empezado a emitir una luz brillante, su dedo se estrechó alrededor del gatillo, cuando Madiat, un paso por delante de él, le lanzó la gran piedra directamente a la cara.

El hombre, con la sangre brotando de su nariz, huyó. Sin inmutarse, Madiat se agachó y le tendió una mano a la mujer. "¿Está bien, señorita?"

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A juzgar por su apariencia, parecía ser un poco mayor que él. No podía decir que su llamativo vestido le quedaba bien, pero sus rasgos faciales eran perfecta y bellamente simétricos. Su cabello, que le llegaba hasta la cintura, era de color rosa claro, como las flores de cerezo que florecerían en esta época del año.

"...Gracias", dijo mientras controlaba su respiración irregular. Lo miró con una leve sonrisa. "No hay necesidad de eso. Lo hice por impulso". Esa era la verdad. Por naturaleza, Madiat no pensaba en los demás. Incluso si otras personas estaban

sufriendo, mientras no le afectara, no le importaba lo que les pasara. "Supongo que me involucré con algunos malos clientes. Dirigimos un lugar honesto, a

diferencia de la mayoría de los otros establecimientos de por aquí, pero debemos haber bajado la guardia..." La mujer dejó escapar un suspiro de resignación.

"Ya veo. Eso es desafortunado. De todos modos, ¿estás bien? Con una fuerza como la tuya,

dudo que alguno de estos matones hubiera sido capaz de derribarte". "Ah, um, bueno..." La mujer, tartamudeando, desvió su mirada. "Bien. Bueno, cuídate, entonces." Si ella no quería hablar, él no se quedaría por aquí. Se giró para irse, dándole una onda de

luz, cuando... "Um, por favor, no te vayas. Al menos déjame darte algo para agradecerte..." Así que empezó, pero una vez más, la mujer se quedó en silencio. "No te preocupes por eso", dijo sobre su hombro. "Pero si realmente quieres, supongo que

puedes comprarme algo de comer si nos volvemos a encontrar." Pero el Rotlicht, por supuesto, tenía una gran rotación de clientes y establecimientos. Ni

tampoco Madiath frecuentaba esta sección en particular. Era poco probable que la volviera a ver.

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O eso pensaba. Y sin embargo... "Ah..." "Oh..." Al día siguiente, al llegar a la cafetería de la escuela para el almuerzo, se encontró con la

mujer de pelo rosado de pie junto a la máquina de billetes. "¿¡Tú...!?" exclamaron al unísono. "...Así que eres una estudiante de último año aquí", dijo Madiath, mirando su uniforme

universitario.

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"Y tú eres un estudiante de secundaria. Debes ser muy madura para andar por ese tipo de lugar a altas horas de la noche", dijo con una pizca de reproche.

"...Madiath Mesa. Segundo año en el instituto aquí." "Akari Yachigusa. Segundo año en la universidad aquí." Esta vez, la mujer-Akari le extendió

la mano. El mismo Madiath no sabía exactamente por qué, pero se encontró dudando por un breve

momento antes de aceptarle. "Bueno, Madiat. Déjame invitarte a almorzar, como te lo prometí", dijo con una sonrisa débil

y evanescente.

◇ ◇ ◇ Antes de que se dieran cuenta, Madiath y Akari se encontraron conociéndose. Dicho esto, Madiath era, por supuesto, un estudiante de secundaria, y Akari un estudiante

de universidad. Generalmente estaban en diferentes partes del campus, así que no podían reunirse tan a menudo. Más bien, se encontraban una o dos veces por semana en la cafetería y se sentaban a conversar durante el almuerzo.

"Por cierto, Akari, ¿por qué estás trabajando en el Rotlicht?" Madiath pidió un día un plato

de pollo tandoori. Akari respondió con una divertida, aunque de alguna manera amarga, sonrisa. "Por dinero,

por supuesto." Madiath sólo se había dado cuenta últimamente, pero Akari a menudo llevaba esa sonrisa,

o más bien, parecía como si rara vez usara otra expresión. "¿Pero por qué ahí?" Por lo que él entendía, el lugar donde Akari trabajaba no era más que un agujero para beber,

y por lo tanto mejor que la mayoría de los otros establecimientos de la zona. Eso no cambiaba el hecho, sin embargo, de que todavía era el Rotlicht. Tal vez hubiera sonado extraño viniendo de él, pero dudaba que cualquier estudiante respetable se atreviera a acercarse al lugar.

"Necesito pagar mi matrícula y gastos de mantenimiento, ya ves." "¿Oh...?" La matrícula en Seidoukan, o en cualquiera de las seis escuelas de Asterisk, no era

particularmente cara, pero era suficiente para plantear problemas a cualquiera que tuviera que cubrirla por sí mismo. Más aún si tenían que pagar también sus propios gastos.

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Mientras que Madiath, que tenía una beca especial, era una excepción, la gran mayoría de los estudiantes eran mantenidos por sus familias. No había escasez en Asterisk de aquellos que habían sido bendecidos de esa manera. Siempre había pensado en Akari como una persona así.

Sin embargo, eso no era lo que quería saber en este momento. "En ese caso, ¿por qué no intentamos clasificarnos? No tendrías problemas para lograrlo,

con tus habilidades." El poder que él la había visto ejercer ese día había sido considerable. La forma en que él lo

vio, no era de ninguna manera inferior a la de los Page Ones de Seidoukan. "Eso es... no quiero llamar la atención sobre mí misma." Una vez más, ella le mostró esa

sonrisa, teñida, de alguna manera, con un toque de tristeza. No parecía querer hablar de ello. "...Pero eso va para ti también, Madiath, ¿no es así?" "¿Eh?" "Vi tu ranking coincidir con el del otro día. Parecía que ibas con calma con tu oponente,

como si no estuvieras poniendo todo lo que tenías en ello", dijo Akari mientras levantaba una cucharada de curry hacia su boca.

"heh..." Madiath no pudo evitar sentir algo de disgusto por su observación. Era cierto que había sido seleccionado para participar en un combate de clasificación el otro

día, pero estaba seguro de que se esforzaría lo suficiente para cumplir con las expectativas de la escuela de su luchador en el cuadragésimo cuarto lugar. Pensó en ello como una especie de actuación, una forma de que la escuela mostrara a su preciado estudiante becado. Siempre pensó en los combates de esa manera.

"De ninguna manera, ¿me estás diciendo que viste a través de eso?" Bajó un poco la

cabeza. "Ya veo", dijo la joven en voz baja, inclinándose hacia adelante. "Así que tenía razón. No se

preocupe. No lo contaré." "Gracias", respondió Madiath, mirándola fijamente. Ahora, por primera vez, se encontró realmente interesado en esta Akari Yachigusa. "... ¿Um? ¿Qué es lo que pasa? ¿Hay algo en mi cara?" Akari se había vuelto ligeramente

de color rosa.

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"No. Estaba pensando en cuánto te debe gustar ese curry." "Es delicioso. ¿Por qué no pruebas un poco?" "...pasaré." El curry era el plato más picante del menú de la cafetería, de forma insoportable. Incluso cuando lo miraba desde el otro lado de la mesa, la fragancia era suficiente para

hacer que sus ojos ardieran. Akari, que hasta ahora había estado comiendo sin el más mínimo indicio de problemas, de

repente descansó su cuchara al lado del plato. "Por cierto, Madiath. Hay algo que he querido preguntarte."

"¿Si?" "...¿has oído hablar de algo llamado el Eclipse?" "El Eclipse... No lo creo." Ciertamente no parecía referirse al fenómeno astronómico. "¿Por qué lo preguntas?" "No, está bien. Olvida que dije algo". Ella le mostró otra sonrisa antes de volver a su curry. "..." Madiath se limitó a mirarla en silencio durante un largo momento. Él había sospechado durante mucho tiempo que ella escondía algo más profundo, algo que

no se ofrecía, sin importar cómo se lo pidiera, pero supuso que se trataba de algo diferente una vez más.

Pero eso no era lo que le preocupaba. Más bien, era su pura evasión. Lo encontraba tan

tedioso. En cuyo caso... Todavía la miraba, dijo, con una sonrisa un tanto artificial: "¿Por qué no tenemos una cita?" "...¿Eh?" La cuchara cayó de su mano con un ligero estruendo. Permaneció congelada en

el lugar para un largo aliento mientras se volvía escarlata hasta las puntas de las orejas. Fue una respuesta terriblemente pura para alguien que trabajaba en el Rotlicht. "Um... estás bromeando, ¿verdad?"

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"No, hablo en serio". "Pero tengo clases esta tarde..." "Está bien saltárselas de vez en cuando". En esto, sus ojos comenzaron a moverse de un lado a otro. "Seguramente no será

divertido... para ti, quiero decir... conmigo. Yo no..." "No sé nada de eso... yo, por mi parte, creo que sería muy divertido." "Pero quiero decir, hay tantos lugares, no sé si puedo permitirme el lujo de..." "Ya que te he invitado, pagaré." "No, no podría pedirle eso a un estudiante de secundaria..." "Bueno, entonces tendremos que ir a un lugar que no cueste nada." Madiath, no dispuesto

a aceptar un no por respuesta, le brindó una sonrisa de satisfacción. "Ahhh..." Después de que suspirara, una vez más, esa sonrisa algo amarga llegó a los labios

de Akari. "Ya veo ... Una cita entonces, supongo."

◇ ◇ ◇ Podría haberlo llamado una cita, pero Madiath no tenía nada especial planeado. Simplemente pasearon por la zona comercial, mirando escaparates mientras discutían todo

tipo de temas insignificantes. Sin embargo, cuando se detuvieron en un pequeño parque en el borde de la zona residencial

para tomar un descanso, Akari parecía estar de buen humor. "... Es agradable aquí", susurró mientras el viento rozaba su cabello color rosa. No había nada particularmente especial en el parque, aparte del hecho de que se

encontraba al borde del agua. No tenía ningún equipo de juego para niños, pero desde la cima de la pequeña colina cubierta de hierba, era posible ver hasta el otro lado del lago del cráter. El sol comenzaba a descender, los cielos se teñían de color.

"Ah, el cielo se ve tan ancho desde aquí abajo", dijo Madiath mientras se tumbaba en la

hierba, mirando la extensión de color naranja. "¿El cielo...?" Akari inclinó su cabeza hacia él. Madiath golpeó el suelo a su lado, instándola a unirse a él.

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Mientras se tumbaba tímidamente a su lado, dio un suspiro de satisfacción. "Ya veo lo que quieres decir... Esto es realmente bastante relajante."

"¿Verdad? Sabes, donde yo vivía, no podía ver el cielo por tanto tiempo. Así que es

refrescante, ser capaz de mirarlo así ahora." Para Madiat, que había pasado su infancia en el casco de un avión estrecho y lúgubre, ese

cielo alto y expansivo era un símbolo de libertad. "...¿En serio?" "Has oído hablar del Vigridhr, ¿verdad? De ahí es de donde vengo. No puedo imaginar nada

peor que ese sucio y apestoso lugar. Pero supongo que no era particularmente consciente del cielo en ese entonces. Sólo me di cuenta de lo bien que se siente ser absorbido por él después de salir."

Por supuesto, Asterisk también era su propia clase de prisión. Pero aún así, el hecho de que fuera capaz de tener esperanza en el futuro, el hecho de que

el mundo estuviera ahora lleno de color, significaba que era uno completamente diferente. "...Sí, lo entiendo. Es el tipo de cosas de las que sólo te das cuenta después de haber

tomado la libertad." Había una fuerte sensación de sentimiento en esas palabras, algo más que simpatía. "Para un pájaro enjaulado, la jaula es el mundo entero", murmuró, antes de callarse, todavía mirando al cielo.

El resplandor de la noche fue pronto tragado por la oscuridad. A medida que las luces

alrededor del parque se encendían, ella comenzó a hablar: "Soy... una niña no deseada". Su voz fue despojada tanto de la tristeza como de la ira, pero bajo esa sonrisa vagamente

amarga que se elevó a sus labios, Madiath detectó un vacío y una sensación de pérdida. "Mi familia ha llevado el nombre de Yachigusa durante siglos, como una insignia de honor.

Pero entonces yo nací, una Genestella. No deseada, rechazada por todos los que me rodean. Incluso mi propia madre..."

Madiath no dijo nada, sólo escuchó en silencio. "Incluso en mis primeros recuerdos, vivía solo, en un pequeño edificio aislado de todos los

demás. Cada vez que veía el cielo afuera, todo se sentía tan estrecho, tan pequeño... Ah, um, lo siento. Supongo que me estoy dejando llevar, hablando de esto..." Akari tropezó con sus palabras mientras se alejaba de la ensoñación del cielo.

Puede que haya tenido una educación difícil, pero Madiath no le dio lástima. El mundo

estaba lleno de injusticia, de crueldad, de sufrimiento.

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Pero había algo, algo que rayaba en la simpatía, que rozaba débilmente el interior de su pecho.

"A pesar de que eres el que nos inició en esta conversación..." "Sí", respondió Madiath, con sus labios rizados en una sonrisa burlona. "No tienes muchos

amigos, ¿verdad?" "...puedes ser bastante malo, eh." Akari, todavía con su propia sonrisa significativa, hizo

pucheros. "Ha-ha, ¿crees que yo era una especie de santo?" "Bueno... Es cierto que no hay mucha gente a la que llamaría amigos. Sólo una, supongo.

Ya se ha casado, así que no hablamos muy a menudo..." Ella miró fijamente a la distancia con nostalgia.

"Parece que tenemos más en común de lo que pensaba", respondió Madiath riéndose. "Aunque pensé que eras bastante popular..." Preguntó Akari, su voz se llenó ahora de

sorpresa. "Puedo socializar, seguro. Pero sólo porque tengo que hacerlo. No llamaría a esas personas

amigos". "Ya veo... supongo que tienes razón." Asintió con la cabeza a regañadientes. "Bueno, se está enfriando. Deberíamos regresar". Madiat se puso de pie, se sacudió los

pantalones y le tendió una mano. "Gracias", dijo ella mientras él la ayudaba a levantarse. Incluso después de levantarse, Madiath no se relajó. "Ahora bien", comenzó. "¿Qué es

exactamente este Eclipse que mencionaste?" Akari, sorprendido, trató de alejarse, pero Madiath se mantuvo firme. "Me gustaría saber más". "No es... quiero decir..." "No puede ser tan grave como lo que acabamos de hablar, ¿verdad?" Dudó por un momento hasta que, quizás convencida por esta lógica, comenzó: "Yo no sé

mucho sobre esto. Por eso te pregunté. Por si acaso... Sólo sé que es una especie de torneo de lucha".

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"Hmm... ¿Y?" Madiath no mostró ninguna señal de moverse, ni de dejarla ir. "...Uno de los clientes de la tienda me sugirió que me apuntara", continuó a regañadientes.

"Había oído lo que le había hecho a esos tipos de Le Wolfe el otro día. Dijo que si tenía la habilidad y necesitaba el dinero, valdría la pena. Parece que se puede ganar mucho en una sola noche allí. Pero me dijo que guardara silencio al respecto..."

"Eso suena bastante sospechoso". "...¿verdad?" Akari respondió con un suspiro. "¿Tanto lo necesitas? ¿El dinero?" "La verdad es... La guardia de la ciudad ha tomado medidas enérgicas contra la tienda, y

hemos tenido que dejar de hacer negocios por un tiempo. Así que ha sido duro". "Ya veo". Eso fue suficiente para que Madiath se diera cuenta de la situación. Este Eclipse sonaba como el tipo de cosa por la que se había visto obligado a luchar en su

vida pasada. Nunca había sospechado que algo similar podría estar ocurriendo justo bajo las narices del torneo de batalla legítima más popular del mundo.

"Entonces, ¿estás planeando hacerlo?" "...Para ser honesta, estoy pensando en ello. A este ritmo, es sólo cuestión de tiempo hasta

que me echen de la escuela." No importa la razón, las fundaciones empresariales integradas no perdonaron a los que no

pagaron su matrícula. La historia podría haber sido diferente si les hubiera demostrado alguna otra forma de valor, pero un estudiante sin rango como ella sería expulsado sin pensarlo dos veces.

"...no quiero irme todavía", dijo, con la mirada perdida. La mano que agarraba la suya se

llenó de una fuerza inesperada. "En ese caso..." El propio Madiath se sorprendió por las palabras que llegaron a sus labios. Lo que más deseaba era una vida de paz y comodidad. Por eso había venido a Asterisk. Y

ahora estaba a punto de meter la cabeza en algo que era claramente lo opuesto a lo que había trabajado tan duro para conseguir.

Y aún así, a pesar de todo eso...

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"Me uniré a ti, entonces", declaró. "Tal vez pueda hacer algo para ayudar."

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Capítulo III – Lazos De Sangre "Bueno, entonces, ¿por dónde deberíamos empezar...?" Preguntó Haruka, con la barbilla

en la mano, como si estuviera clasificando sus recuerdos recién recuperados. Ayato, habiendo devuelto el Ser Veresta a su funda en la cintura, se puso cómodo en su

asiento antes de girar para mirarla. "Ah, pero antes de que lleguemos a eso, hay algo que me gustaría preguntar... Ayato. ¿Papá

te contó sobre mi nacimiento?" "Sí", respondió, asintiendo con la cabeza. "Aunque fue justo el otro día, en realidad". "Ya veo..." En esto, Haruka se giró hacia abajo, su mirada vagamente desolada. "Pero nada ha cambiado entre nosotros, al menos en lo que a mí respecta. Quiero decir, me

sorprendió, por supuesto, pero eso fue todo." Esa fue la verdad honesta. Claro, el conocimiento había llegado como un shock, pero Haruka seguía siendo su

hermana. "...Gracias, Ayato." Ella sonrió, hasta... “¡—!” -... respiró con dificultad, agarrándose el pecho. Ayato se apresuró a poner una mano sobre su hombro. "¡Haruka...!" Pero antes de que él pudiera alcanzarla, ella levantó su propia mano en un intento de

tranquilizarlo. "Lo siento. Estoy bien. No te preocupes", dijo con una sonrisa forzada. "...Eso podría ser pedir demasiado. ¿De verdad estás bien?" A pesar de sus protestas, no pudo evitar preocuparse dada su condición actual. "Sí. De verdad, de verdad. Es sólo un dolor de cabeza. Quiero decir, el Dr. Korbel dijo que

estaba bien, ¿verdad? Así que no hay ningún problema". "Bueno... si tú lo dices..." Si esa era la opinión del mejor médico de la ciudad, entonces no tenía mucho que

argumentar.

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"Pero si te sientes mal, asegúrate de decírselo a alguien de inmediato." "Lo tengo". Haruka asintió con la cabeza antes de respirar profundamente y mirarlo

fijamente. "Está bien... Bueno, recibí una carta un caluroso día de verano, de alguien que dice ser mi verdadero padre."

"¿...tu verdadero padre?" Julis murmuró con sorpresa. Saya la empujó con el pie. "Shh", advirtió ella, con un dedo levantado a sus labios. Julis no dijo nada más, una mirada de disgusto cayó sobre ella mientras volvía a su asiento. "Una mujer que dijo que trabajaba para él me la dio cuando regresaba de la escuela",

continuó Haruka. "Había escrito sobre mamá cosas que nunca supe de ella. Y me invitó a conocerlo."

Mientras hablaba, Ayato se dio cuenta de que era la primera vez que la veía de esta manera:

su voz fría y distante, sin ningún rastro de emoción. "Por supuesto, al principio no quería creerlo ni tener nada que ver con él. Pero entonces,

era cierto que no sabía mucho sobre mamá. Así que investigué un poco, pero no parecía haber nada que contradijera lo que decía en esa carta..."

"¿Qué dijo exactamente?" Ayato preguntó, preparándose para su respuesta. Haruka, sin embargo, simplemente agitó la cabeza. "No había muchos detalles,

desafortunadamente. Sólo que lo había tirado todo y había empezado una nueva vida en otro lugar."

"¿Se escapó...?" En esto, Haruka se inclinó más cerca de él, su mirada se clavó profundamente en sus ojos.

"Sí. Su cara, su nombre, su identidad... lo tiró todo por la borda para convertirse en otra persona. Eso es lo que escribió."

"¿¡Qué!?" Ayato, al parecer, no era el único sorprendido por esta revelación. Julis, Saya y Kirin, que habían seguido en silencio hasta ahora, estaban visiblemente

sorprendidos. "P-pero eso no es..." "Oh, es posible", interrumpió Claudia. "Para los FEI, es decir. Por supuesto, sería mucho

trabajo, convertir a una persona en otra. También hay que pensar en todos los datos. No es el

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tipo de cosa que estarían dispuestos a intentar sin una justificación adecuada, es decir, a menos que hubiera algún tipo de beneficio que hacer, o si no..."

"O bien estaban concediendo un deseo de la Festa", terminó Julis para ella. "Pero en ese caso, ¿no deberíamos comprobar los ganadores anteriores...?" Kirin preguntó,

su voz se apagó. "Si miramos a todos ellos..." "No será tan fácil." Esta vez, le tocó a Helga hablar. "El número de ganadores que mantienen

sus deseos en secreto no es nada despreciable. También es posible que alguien más lo haya solicitado en su nombre."

"Ya veo..." Como sucedió, Ayato también había usado su deseo de ayudar a alguien más, para que la

pena de Hilda Jane Rowlands fuera revocada a cambio de su ayuda para despertar a Haruka. Además, Ernest Fairclough le dijo una vez que los estudiantes de Gallardworth a menudo

usaban sus deseos para demostrar su valor beneficiando a los que les rodeaban. Siendo así, no podían descartar la posibilidad de que la madre de Ayato y Haruka hubiera

confiado en la ayuda de otra persona. Y si ese era el caso, entonces descubrir quién había sido sería aún más difícil.

"Hay una posibilidad, si el deseo fue hecho a Galaxy, es decir, si tu madre era una estudiante

en Seidoukan, podría haber algunos datos que puedo desenterrar... Aunque sospecho que cualquier dato de este tipo puede haber sido alterado, como lo fue en el Ser Veresta. Si ella era estudiante en una de las otras escuelas, entonces me temo que me he quedado sin ideas. El Comité Ejecutivo de la Festa debería llevar un registro de todo, pero dudo que le concedan a Galaxy acceso a nada de eso. Además, las otras fundaciones se opondrían a nosotros desde el principio. Pero lo más importante es que, si se quisiera borrar su pasado, dudo que incluso esos registros hubieran sobrevivido".

Ayato no pudo encontrar ninguna falla en el razonamiento de Claudia. "Bueno, dejando esa pregunta a un lado... quería saber la verdad, así que accedí a reunirme

con él. Había una posibilidad de que quien lo escribiera pudiera ser mi padre después de todo," dijo Haruka, volviendo a su cuenta. "Alrededor de una semana después de recibir esa carta, la mujer que me la había dado regresó por mi respuesta... Me llevó a un auto negro donde un tipo con una máscara extraña y espeluznante estaba esperando".

"¿Una máscara...?" El Ayato salió disparado, de repente se congeló en su lugar. "...Él era el que decía ser mi padre. Se llamaba a sí mismo Lamina Mortis." Un rayo, como nunca antes había experimentado Ayato, recorrió su cuerpo.

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¡Él...! ¿¡Es el padre de Haruka!? "Ya veo", dijo Helga con un movimiento de cabeza, con los puños cerrados. "Así que esa es

la conexión." Su voz era tan baja que era casi inaudible. "Pude notar enseguida que el hombre, Lamina Mortis, era peligroso. Y fuerte. Era educado,

y su voz era tranquila, pero eso era obviamente sólo una fachada. Nadie podría ocultar completamente el nivel de odio que ardía dentro de él." Las palabras de Haruka estaban teñidas de una vaga sensación de frustración.

Según Dirk Eberwein, Haruka había sido derrotado por Lamina Mortis durante el Eclipse.

Ayato, también, había cruzado espadas con el hombre y no dudó ni un segundo de la profundidad de su poder o su capacidad para guardar rencor contra el mundo.

"Me miró, como si me estuviera midiendo. Y luego me pidió que le ayudara a llevar a cabo

su plan." "¿Su plan...?" "Sí. Un plan increíblemente ilusorio y destructivo", dijo Haruka con el ceño fruncido.

◇ ◇ ◇ "No sé cómo responder, escuchando esto de repente", dijo Haruka al hombre enmascarado

sentado frente a ella. Ese hombre, Lamina Mortis, parecía mirarla fijamente. "¿Ni siquiera si es una petición de tu

padre?" preguntó con un suspiro de arrepentimiento. Con sólo Haruka y Lamina Mortis presentes, el espacioso interior de la limusina se sentía

desocupado, sus asientos de cuero incómodamente vacíos. El aire acondicionado era tan fuerte que no podía evitar sentir que había entrado en un mundo aparte del calor abrasador del exterior.

"No puedes esperar que esté de acuerdo con lo que dices cuando ni siquiera me muestras

tu cara o me dices tu nombre. Y aún no te he aceptado como mi padre". "Lo aceptes o no, es un hecho objetivo. Hablando por mí mismo, eso es suficiente para mí.

¿Qué puede ser más importante que que nuestra hija vea el plan a través de mi lado?" Lamina Mortis declaró con una sonrisa fruncida. "Por supuesto, revelaré todo una vez que esté terminado... mi cara, mi nombre y tu madre también."

"...no me interesa. Discúlpeme." Ella sabía ahora que no debería haber venido aquí.

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Pero cuando se puso de pie, Lamina Mortis llamó para que la retuviera: "¿No lo has oído? Tu madre está muerta. Asesinada, por así decirlo".

"...¿Qué?" En esto, Haruka se giró hacia él, su ira se despertó. "No mientas. Mi madre

estaba enferma..." "Esa sería Sakura Amagiri, ¿no? Ese cadáver suyo no es de lo que estoy hablando. No, me

refiero a tu madre como era antes de su muerte." “!” Casi por reflejo, Haruka levantó su brazo derecho, pero antes de que pudiera golpear, el

hombre la agarró por la muñeca. "...fue asesinada. No puedo perdonar eso. Eso es todo", dijo, su mirada enmascarada

mirando profundamente su alma. No había ningún indicio de locura en esos ojos, pero tampoco había odio. Se había parecido

a eso al principio, pero era algo más, un profundo vacío que de alguna manera superaba al odio.

Después de lo que pareció una eternidad, la apartó, volviendo a su asiento. "Puede que te

haya pedido que me prestes tu poder, pero no pienses ni por un momento que lo necesito. El plan ya está entrando en sus etapas finales. Me conformaré con tenerte a mi lado. Aunque no se puede negar que esa habilidad tuya sería una buena protección...

"En cualquier caso, ya te he inscrito en Seidoukan. Puedes esperar allí hasta que los

preparativos finales estén completos." Haruka sentía que su temperamento se calentaba con cada frase que pasaba. "¡Cómo te

atreves...!" "Sí, tienes un hermano menor, ¿no?" “¡—!” Haruka recuperó el aliento ante el cambio repentino. "Bueno, no puedo decir que esté particularmente interesado en él. La sangre de Akari puede

fluir a través de la mitad de él, pero la otra mitad es un don nadie de Dios sabe dónde. Y sin embargo ... "

"¡Espera! ¡Ayato no tiene nada que ver con esto!" "...en efecto. Siempre y cuando entiendas eso." Aunque Lamina Mortis mantuvo su voz fría

y tranquila durante todo el tiempo, Haruka detectó, aunque sólo fuera por un segundo, un indudable destello intencional de algo terrible.

"...¿Qué es lo que intentas conseguir?"

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Apenas logró sacarse las palabras de la garganta. "Oh, no es nada demasiado complicado", dijo Lamina Mortis ligeramente mientras cruzaba

las piernas. "Sólo una segunda Invertia".

◇ ◇ ◇ "¿Un segundo Invertia...?" Helga exclamó, poniéndose de pie. Su rostro se había vuelto más

severo de lo que Ayato había visto antes. Y no estaba sola. Todos, incluso Claudia, se quedaron sin palabras, con expresiones de

total asombro. "N-n-no, no podrían...", murmuró Julis, las palabras de consternación casi demasiado bajas

para captarlas. Ayato no necesitaba escuchar el resto para compartir su reacción. La Invertia fue el mayor desastre de la historia de la humanidad, una catástrofe que se

convirtió en un punto de inflexión para toda la humanidad. Había arrasado con el pasado, cambiando el mundo más allá de lo reconocible, y trajo una tragedia incalculable a cambio de los dones de mana y manadita.

Ni siquiera las fundaciones empresariales integradas deberían ser capaces de provocar una

segunda calamidad de este tipo, por muy divino que sea su poder... En ese momento, un recuerdo pasó repentinamente ante los ojos de Ayato. Fue durante la feria escolar del año anterior, cuando conoció a Xinglou Fan, la presidenta

del consejo estudiantil del Séptimo Instituto Jie Long. "La Invertia no fue un desastre natural. Fue causado, intencionalmente, por alguien." Eso fue lo que ella dijo. Y: que no había nada que impidiera que volviera a suceder. "No puedo culparte si no me crees. Yo tampoco podía creerlo al principio... Pero podía decir,

con sólo mirarlo, que no estaba bromeando. No sé si realmente puede hacerlo o cómo, pero definitivamente lo va a intentar. Puedo sentirlo en mis huesos. Lo que quiere es destrucción". Haruka se detuvo allí para recuperar el aliento antes de fruncir los labios. "Y también pensé, si va a intentar causar otra Invertia, entonces tenía que detenerlo, y tenía que hacerlo por mí misma... ¿Qué otra opción tenía? Quiero decir, nadie me creería con una historia como esa..."

Sin duda tenía razón en eso, Ayato pensó con una mueca. Incluso si ella fue a la policía o

de alguna manera se las arregló para hacer llegar la información a los niveles más altos de las fundaciones, era difícil creer que estuvieran dispuestos a aceptar lo que ella les dijo: que un

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hombre enmascarado no identificado estaba involucrado en una conspiración para causar estragos y destrucción a tal escala.

"Pero esta Lamina Mortis era claramente mucho más fuerte que yo. Era bastante obvio que

no tendría ninguna posibilidad de vencerlo en una pelea... ...así que decidí seguirle la corriente. Si pudiera conseguir más información, si pudiera lograr interrumpir sus planes de alguna manera... Pero supongo que probablemente esperaba que intentara hacer todo eso incluso antes de invitarme".

"...Probablemente", murmuró Ayato de acuerdo, con la mirada baja. Al menos ahora sabía por qué había desaparecido. Puede que no fuera capaz de aceptarlo

completamente a nivel emocional, pero sospechaba que si hubiera estado en su posición, probablemente habría tomado la misma decisión.

"Pero", continuó, con su voz cálida, "antes de todo eso, había una cosa que tenía que hacer.

Tenía que protegerte, Ayato." "¿Yo...?" Ayato levantó la vista, sólo para ver una triste sonrisa en los labios de su hermana. "Le pedí, Lamina Mortis, la oportunidad de verte por última vez antes de ir con él. Con la

condición de que no dijera nada sobre sus planes. No es que tuviera intención de mencionarlo de todos modos. Si te lo dijera, vendrías a perseguirme, ¿verdad? Ya eras lo suficientemente fuerte para hacerlo".

“¡—! ¿Así que por eso sellaste mi poder...?" "Sí. Para evitar que vengas a por mí." La voz de Haruka poseía una compleja mezcla de

angustia y afecto. "Pero sabía que debía darte espacio para que eligieras por ti mismo una vez que hubieras crecido un poco más, si no era capaz de regresar a ti, si todavía pensabas lo mismo de mí."

"Así que por eso el sello de Ayato se abrió por etapas", murmuró Saya para sí misma,

frunciendo el ceño. "Sí. Puse las condiciones para desbloquearlos al nivel mínimo que pensé que necesitarías

alcanzar antes de enfrentarte a Lamina Mortis. La primera sería liberada cuando encontraras algo que necesitaras alcanzar a toda costa... Sé que fue hace tiempo, pero ¿recuerdas lo que hablamos esa noche?"

"...Por supuesto." El recuerdo de su infancia pasó por su mente. Ignorando las instrucciones de su padre, fue y se unió a los otros estudiantes del dojo. Incluso ahora, las palabras de su hermana ese día, y su propia respuesta, estaban grabadas

en su alma.

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"El segundo sería liberado una vez que encontraras amigos en los que confiaras desde el fondo de tu corazón."

Esa había sido desbloqueada durante su combate de semifinales en el Phoenix, contra los

gemelos Li de Jie Long, cuando finalmente comprendió que no sólo podía convertirse en la fuerza de Julis, sino que necesitaba que ella se convirtiera en la suya también.

"Y el tercero... El tercero sería liberado una vez que tu fuerza superara a la mía." "...Ah, así que eso fue todo." La etapa final del sello había sido liberada durante el combate del campeonato de los Gryps,

en medio de su duelo contra Ernest. En ese caso, parecía que finalmente había alcanzado a su hermana. "Necesitarías pasar los tres obstáculos antes de ser lo suficientemente fuerte para enfrentar

a Lamina Mortis, pensé." "Lo siento, Haruka. Yo... ni siquiera había pasado el primero antes de venir aquí..." Cuando Ayato llegó por primera vez a Asterisk, todavía no había sido capaz de atravesar el

primer sello, incluso cuando reunía todas sus fuerzas. Parecía que todavía estaba lejos de lo que Haruka había imaginado.

"¡No hay necesidad de disculparse!" Claudia gritó, corriendo a la defensa de Ayato. "¡Te

invité aquí por mis propias razones egoístas!" Su rostro y su voz traicionaron una inusual profundidad de emoción.

"Gracias, Claudia. Pero aún así decidí venir aquí por mi cuenta..." "Eso no cambia el hecho de que yo..." "¡Ya basta, ustedes dos!" Haruka interrumpió, sin duda sintiendo que ni Ayato ni Claudia

cederían terreno al otro. "Lo que importa es que el sello ya no está, ¿verdad?" "¡Pero Haruka! ¿yo…?” Pero... Bien. Eso no era lo que realmente necesitaba decirle. Ese día, pudo poner claramente sus sentimientos en palabras. "¡Entonces, voy a protegerte a ti también, hermana! ¡Eso es lo que tengo que hacer!" Pero no había sido capaz de mantener su palabra.

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Tal vez no había nada que hacer. A juzgar por lo que Haruka había dicho, no habría sido lo suficientemente fuerte en ese momento para marcar la diferencia.

Pero no fueron las palabras que había dicho las que le dolieron tanto. Mientras una ola de arrepentimiento lo bañaba, apretó los puños con tanta fuerza que temió

que pudiera derramar sangre. Ahora lo entendía: Lo que tenía que hacer era añadir algo más a la fuerza que ya tenía. Y

una vez que llegó a Asterisk, encontró ese algo en la forma de una obstinada y bondadosa princesa.

Tenía que ser fuerte, no para sí mismo, sino para la protección de alguien más. Eso ciertamente no era ajeno a lo que le había dicho a su hermana ese día, pero tampoco

era exactamente lo mismo. Proteger a alguien, ser su fuerza, significaba que uno tenía que probar primero el fondo de su propia fuerza interior.

Lo que había dicho en ese momento había sido más bien un deseo. Mirando hacia atrás,

no podía evitar sentir pena por lo ingenuo que había sido. Y sin embargo... "Lo hiciste bien, Ayato", dijo Haruka, acariciando su cabeza suavemente. Eso fue todo. No dijo más que eso, pero Ayato sintió que algo en lo profundo de su pecho, algo que había

estado ahí por más tiempo del que recordaba, comenzaba a descongelarse. "...Sí." Cuando cerró los ojos, esa ya lejana noche de verano se levantó ante él una vez más. La voz de Haruka era tan firme y amable como la recordaba. "Um, ejem." Helga soltó una tos fingida. Ayato, avergonzado, se sentó derecho. Sintió que el calor subía a sus mejillas al darse

cuenta de lo mucho que Julis y los demás le miraban. "...Lo siento, pero necesito escuchar el resto de lo que pasó", dijo Helga con culpa mientras

volvía su aguda mirada hacia Haruka. "¿Puedes confirmar los detalles de este plan del que estabas hablando? Necesito saber cómo terminó."

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"Ah, está bien... Tomará un tiempo entrar en todos los detalles, y realmente no lo entiendo todo, pero está bien. Cómo terminó... pude ponerle fin. Creo que... Hablaba con naturalidad, con la barbilla apoyada en la mano.

"¿Ponerle fin? ¿Así de simple?" Ayato repetía desconcertado. "No, no 'así como así', por supuesto. No habría sido capaz de destruir el cohete sin el Ser

Veresta. Y Ecknardt era increíblemente fuerte. Y aunque pude detenerlo, eso no impidió que me atraparan. Estábamos en el mar, así que no había ningún lugar a donde correr..."

"Espera, ¿estabas en el mar? ¿Y qué es esto de un cohete?" Helga interrumpió. "Parece

que voy a tener muchas preguntas, pero empecemos con este tipo Ecknardt. ¿Quién es él?" "Estaba con Lamina Mortis, supongo. Mortis era el responsable de dirigir el plan, pero tengo

la impresión de que fue Ecknardt quien realmente lo organizó todo." "¿Qué clase de persona es?" Helga presionó. Haruka, sin embargo, sacudió la cabeza. "No era una persona". "...¿Qué?" Helga se derrumbó, frunciendo la ceja. "¿No lo dices en sentido metafórico?" "No. Parecía humano, como un joven... Pero no lo era. Era otra cosa, un tipo de existencia

diferente". Un tipo de existencia diferente. No era el tipo de historia que la mayoría de la gente estaría dispuesta a creer, pero el propio

Ayato sabía de al menos otros dos que coincidían con esa descripción. "¿Cómo puedo decir esto? Era como si el maná mismo hubiera tomado la forma de una

persona... De todos modos, la esencia del plan era enviar a Ecknardt a la luna. Para eso estaban la plataforma de lanzamiento flotante y el cohete".

"¿¡La luna...!?" Kirin tartamudeó. "Pero pensé que habíamos perdido esa tecnología hace

siglos..." Por lo que Ayato había leído, la humanidad había poseído la capacidad de aterrizar en la

Luna, al menos hasta que ocurrió la Invertia. Ahora, sin embargo, mientras que la humanidad había hecho grandes avances en las

ciencias gracias a los avances en la ingeniería meteórica, el desarrollo espacial era el único campo que parecía haber retrocedido. Tal vez debido a que existía muy poco mana en el espacio, las investigaciones actuales sobre la tecnología espacial comenzaron y terminaron con el despliegue de satélites y similares.

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"Eso no es exactamente correcto", Saya los corrigió. "La Agencia de Exploración Aeroespacial Japonesa planeaba una misión tripulada a la Luna hace poco tiempo. Pero eso terminó, bueno..." Se fue de allí, su expresión se volvió repentinamente triste.

"Sí, estoy familiarizad

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The Asterisk War/Gakusen Toshi...The Asterisk War Volumen 12 Resurgence Of Savagery - [Light Novel] Página 13 INDICE Capítulo I – Reunión .....14