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¿Justicia por mano propia? Ante la ineficiencia de las instituciones oficiales encargadas de combatir la delincuencia, la ciudadanía recurre frecuentemente a la justicia por mano propia. Linchamientos populares y ajusticiamientos tienen lugar en el mundo, provocados por la desesperación de las comunidades e individuos víctimas de la inoperancia e indiferencia del sistema judicial; sin embargo, estas medidas pueden derivar en castigos desproporcionados e incluso en el asesinato de inocentes. Además de la ejecución de castigos desproporcionados, también son frecuentes las equivocaciones, que resultan en el ajusticiamiento de inocentes. Por lo general, este tipo de errores se deben al enardecimiento generalizado de una multitud que se sale de control. La ausencia de fuerzas de seguridad en determinados sectores también fomenta la implementación de métodos de castigo popular para combatir la delincuencia, sobre todo en zonas marginales. Esto se refleja, por ejemplo, en las cifras de linchamientos en México, donde el 73% de los mismos tienen lugar en el campo. La justicia por mano propia puede, sin embargo, llegar a ser inclusive más brutal que la propia ley del talión, aquella que establece que el castigo debe ser proporcional al delito. Según la misma, en caso de un asesinato, un familiar del homicida debería ser ajusticiado. Los medios de comunicación han divulgado una gran variedad de casos en los que la justicia popular ha sido todavía menos adecuada que el conocido ojo por ojo y diente por diente. Otro factor determinante en la detonación de este tipo de fenómenos sociales es la desesperación de las personas ante el aumento de actos delictivos, inclusive en lugares donde la policía actúa de manera efectiva. En muchos casos, la aprehensión y encarcelamiento de los perpetradores no es suficiente, pues la ausencia de medidas prácticas de prevención del crimen es evidente. En consecuencia, comunidades tanto rurales como urbanas se ven frecuentemente en la obligación de impartir castigos ejemplares, que cumplan con su función preventiva. De igual manera, es necesario considerar las numerosas violaciones a los Derechos Humanos que este tipo de circunstancias involucran. La aplicación de métodos de tortura

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¿Justicia por mano propia?

    Ante la ineficiencia de las instituciones oficiales encargadas de combatir la delincuencia, la

ciudadanía recurre frecuentemente a la justicia por mano propia. Linchamientos populares y

ajusticiamientos tienen lugar en el mundo, provocados por la desesperación de las comunidades

e individuos víctimas de la inoperancia e indiferencia del sistema judicial; sin embargo, estas

medidas pueden derivar en castigos desproporcionados e incluso en el asesinato de inocentes.

 Además de la ejecución de castigos desproporcionados, también son frecuentes las

equivocaciones, que resultan en el ajusticiamiento de inocentes. Por lo general, este tipo de

errores se deben al enardecimiento generalizado de una multitud que se sale de control.

   La ausencia de fuerzas de seguridad en determinados sectores también fomenta la

implementación de métodos de castigo popular para combatir la delincuencia, sobre todo en

zonas marginales. Esto se refleja, por ejemplo, en las cifras de linchamientos en México, donde

el 73% de los mismos tienen lugar en el campo.

    La justicia por mano propia puede, sin embargo, llegar a ser inclusive más brutal que la

propia ley del talión, aquella que establece que el castigo debe ser proporcional al delito. Según

la misma, en caso de un asesinato, un familiar del homicida debería ser ajusticiado. Los medios

de comunicación han divulgado una gran variedad de casos en los que la justicia popular ha

sido todavía menos adecuada que el conocido ojo por ojo y diente por diente.

   Otro factor determinante en la detonación de este tipo de fenómenos sociales es la

desesperación de las personas ante el aumento de actos delictivos, inclusive en lugares donde la

policía actúa de manera efectiva. En muchos casos, la aprehensión y encarcelamiento de los

perpetradores no es suficiente, pues la ausencia de medidas prácticas de prevención del crimen

es evidente. En consecuencia, comunidades tanto rurales como urbanas se ven frecuentemente

en la obligación de impartir castigos ejemplares, que cumplan con su función preventiva.

   De igual manera, es necesario considerar las numerosas violaciones a los Derechos Humanos

que este tipo de circunstancias involucran. La aplicación de métodos de tortura es recurrente,

pues a través de ellos se busca que el evento sirva también para amedrentar a potenciales

delincuentes, quienes ante el miedo de sufrir lo mismo, desistirían de la opción de delinquir, o

simplemente decidirían hacerlo en otro sector. Otra violación a los derechos del inculpado es la

imposibilidad de defenderse legalmente, debido a la independencia de cualquier tipo de marco

jurídico -e incluso moral- que rige en la gran mayoría de castigos populares. De igual manera el

linchamiento es otra de las principales formas en las que se atenta contra los Derechos

Humanos. Además de ser una especie de pena de muerte que generalmente se ejecuta en países

donde la misma no es parte del sistema penas, involucra métodos que buscan prolongar la

agonía y aumentar el dolor del acusado, como el apedreamiento y la incineración.

  En definitiva, resulta evidente que los métodos de justicia por mano propia son provocados

por la falta de garantías que el sistema jurídico y policial ofrece. No obstante, al ser fenómenos

desatados y conducidos por el enardecimiento y la indignación generalizados, tienen como

resultado hechos desmedidamente crueles y violentos. Adicionalmente, son frecuentes las

equivocaciones y las violaciones a los Derechos Humanos cometidas en este tipo de eventos.